El Congreso de Los Ratones
El Congreso de Los Ratones
El Congreso de Los Ratones
Había una vez una familia de ratones que vivía en la despensa de una casa, pero
temiendo siempre los ataques de un enorme gato, los ratones no querían salir. Ya
fuera de día o de noche este terrible enemigo los tenía vigilados.
Un buen día decidieron poner fin al problema, por lo que celebraron una asamblea
a petición del jefe de los ratones, que era el más viejo de todos.
Tan interesante propuesta fue aceptada por todos los roedores entre grandes
aplausos y felicidad. Con el cascabel estarían salvados, porque su campanilleo
avisaría de la llegada del enemigo con el tiempo para ponerse a salvo.
- ¡Silencio! – Gritó el ratón jefe, para luego decir: Queda pendiente una cuestión
importante: ¿Quién de todos le pondrá el cascabel al gato?
Una vez, al llegar el invierno, una cigarra que estaba muerta de hambre se acercó
a la puerta de un hormiguero pidiendo comida. A su pedido respondieron las
hormigas, haciendo la siguiente pregunta:
La cigarra respondió:
-Mientras nosotras trabajamos duro durante el verano para tener las provisiones y
poder pasar el invierno, tú disfrutabas y perdías el tiempo. Así que ahora...¡sigue
bailando!
Pero las hormigas sintieron pena por la situación y entendieron que la cigarra
había aprendido la lección, entonces finalmente compartieron con ella su alimento.
Moraleja: Quien quiere pasar bien el invierno, mientras es joven debe aprovechar
el tiempo.
Fábula de la lechera para los niños sobre la frustración
y ambición
Había una vez una niña, hija de un granjero, que ayudaba a sus padres en las tareas de
casa y en el cuidado de los animales de la granja.
Una mañana, tras recoger la leche de las vacas, la madre de la niña se sintió mal y no se
encontraba bien para salir de casa. Entonces, pidió a su hija que llevara la leche al
mercado para venderla. La niña, muy responsable, le contestó muy contenta que sí. Y
más contenta se quedó cuando su madre le prometió que todo el dinero que ella
ganase con la venta de la leche, sería para ella.
La niña cogió el cántaro lleno de leche y salió de la granja en dirección al pueblo. Por el
camino, ella empezó a hacer planes futuros con lo que ganaría:
- Cuando yo venda esta leche, compraré trescientos huevos. Los huevos, descartando los
que no nazcan, me darán al menos doscientos pollos. Los pollos estarán listos para
mercadearlos cuando los precios de ellos estén en lo más alto, de modo que para fin de
año tendré suficiente dinero para comprarme el mejor vestido para asistir a las fiestas.
Y seguía ensimismada en sus pensamientos:
- Cuando esté en el baile todos los muchachos me pretenderán, y yo los valoraré uno a
uno.
- ¡Qué desgracia! Ya no tengo nada que vender, no tendré huevos, ni pollitos, ni
vestido... eso me pasa por querer demasiado.
Y fue así como la niña, frustrada, se levantó, volvió a la granja y reflexionó sobre la
oportunidad que tuvo y que la derramó por el suelo.
Moraleja:
No seas ambiciosa de mejor y más próspera fortuna, que vivirás ansiosa sin que pueda
saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro, mira que ni el presente está seguro.
Las ranitas y el tronco tallado
Un cierto día, en que se desató una terrible tormenta, el tronco cayo al lago y en
ese momento las ranitas pudieron ver con claridad, que era solo un tronco tallado
que ningún daño podía hacerles. Se rieron mucho de los temores por los que
habían pasado y comenzaron a jugar con él y usarlo de trampolín para sus
zambullidas en el lago.