El Congreso de Los Ratones

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El congreso de los ratones

Había una vez una familia de ratones que vivía en la despensa de una casa, pero
temiendo siempre los ataques de un enorme gato, los ratones no querían salir. Ya
fuera de día o de noche este terrible enemigo los tenía vigilados.

Un buen día decidieron poner fin al problema, por lo que celebraron una asamblea
a petición del jefe de los ratones, que era el más viejo de todos.

El jefe de los ratones dijo a los presentes:

- Os he mandado reunir para que entre todos encontremos una solución. ¡No


podemos vivir así!

- ¡Pido la palabra! - Dijo un ratoncillo muy atento. Atemos un cascabel al gato, y


así sabremos en todo momento por dónde anda. El sonido nos pondrá en alerta y
podremos escapar a tiempo.

Tan interesante propuesta fue aceptada por todos los roedores entre grandes
aplausos y felicidad. Con el cascabel estarían salvados, porque su campanilleo
avisaría de la llegada del enemigo con el tiempo para ponerse a salvo.

- ¡Silencio! – Gritó el ratón jefe, para luego decir: Queda pendiente una cuestión
importante: ¿Quién de todos le pondrá el cascabel al gato?

Al oír esto, los ratoncitos se quedaron repentinamente callados, muy callados,


porque no podían contestar a aquella pregunta. De pronto todos comenzaron a
sentir miedo. Y todos, absolutamente todos, corrieron de nuevo a sus cuevas,
hambrientos y tristes.

Moraleja: Es más fácil proponer ideas que llevarlas a cabo.


El lobo con piel de oveja

Pensó un día un lobo cambiar su apariencia para así facilitar la obtención de su


comida. Se metió entonces en una piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño,
despistando totalmente al pastor.

Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con todo el rebaño a un


encierro, quedando la puerta asegurada.

Pero en la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día siguiente,


tomó al lobo creyendo que era un cordero y lo sacrificó al instante.

Moraleja: Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño.


La cigarra y la hormiga

Una vez, al llegar el invierno, una cigarra que estaba muerta de hambre se acercó
a la puerta de un hormiguero pidiendo comida. A su pedido respondieron las
hormigas, haciendo la siguiente pregunta:

-¿Por qué durante el verano no hiciste tu reserva de alimentos como lo hicimos


nosotras?

La cigarra respondió:

- Estuve cantando alegremente todo el tiempo, y disfrutando el verano plenamente


¡Si hubiera sabido lo duro que es el invierno...!

Las hormigas le dijeron:

-Mientras nosotras trabajamos duro durante el verano para tener las provisiones y
poder pasar el invierno, tú disfrutabas y perdías el tiempo. Así que ahora...¡sigue
bailando!

Pero las hormigas sintieron pena por la situación y entendieron que la cigarra
había aprendido la lección, entonces finalmente compartieron con ella su alimento.

Moraleja: Quien quiere pasar bien el invierno, mientras es joven debe aprovechar
el tiempo.
Fábula de la lechera para los niños sobre la frustración
y ambición

Había una vez una niña, hija de un granjero, que ayudaba a sus padres en las tareas de
casa y en el cuidado de los animales de la granja.
Una mañana, tras recoger la leche de las vacas, la madre de la niña se sintió mal y no se
encontraba bien para salir de casa. Entonces, pidió a su hija que llevara la leche al
mercado para venderla. La niña, muy responsable, le contestó muy contenta que sí. Y
más contenta se quedó cuando su madre le prometió que todo el dinero que ella
ganase con la venta de la leche, sería para ella.
La niña cogió el cántaro lleno de leche y salió de la granja en dirección al pueblo. Por el
camino, ella empezó a hacer planes futuros con lo que ganaría:
- Cuando yo venda esta leche, compraré trescientos huevos. Los huevos, descartando los
que no nazcan, me darán al menos doscientos pollos. Los pollos estarán listos para
mercadearlos cuando los precios de ellos estén en lo más alto, de modo que para fin de
año tendré suficiente dinero para comprarme el mejor vestido para asistir a las fiestas.
Y seguía ensimismada en sus pensamientos:
- Cuando esté en el baile todos los muchachos me pretenderán, y yo los valoraré uno a
uno.
- ¡Qué desgracia! Ya no tengo nada que vender, no tendré huevos, ni pollitos, ni
vestido... eso me pasa por querer demasiado.
Y fue así como la niña, frustrada, se levantó, volvió a la granja y reflexionó sobre la
oportunidad que tuvo y que la derramó por el suelo.
Moraleja:
No seas ambiciosa de mejor y más próspera fortuna, que vivirás ansiosa sin que pueda
saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro, mira que ni el presente está seguro. 
Las ranitas y el tronco tallado

Una familia de ranitas que vivía en un lago, sentía mucho temor por un tronco


tallado que se veía desde la orilla. Estas ranitas amaban las fiestas y la diversión,
pero sentían gran respeto por el tronco, así que en muchas oportunidades
trataban de no hacer tanto ruido para no molestar al tronco.

Seguramente este personaje al que tanto le temían, era un monumento de alguna


tribu que ya no habitaba en el lugar, pero como no se animaban a acercarse para
ver bien de que se trataba, solo podían divisar un rostro serio y que inspiraba
mucha autoridad.

Un cierto día, en que se desató una terrible tormenta, el tronco cayo al lago y en
ese momento las ranitas pudieron ver con claridad, que era solo un tronco tallado
que ningún daño podía hacerles. Se rieron mucho de los temores por los que
habían pasado y comenzaron a jugar con él y usarlo de trampolín para sus
zambullidas en el lago.

Moraleja: Lo que por ignorancia atemoriza, a veces es sólo digno de risa.

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