Novena Virgen Del Buen Suceso
Novena Virgen Del Buen Suceso
Novena Virgen Del Buen Suceso
†
M
PRIMER DÍA
¡Oh!, Santísima Virgen María, Reina y Madre del Buen Suceso, que te dignaste
manifestar a través de la Sierva de Dios, Madre Mariana de Jesús Torres, benemérita
fundadora del Monasterio de La Inmaculada Concepción de Quito, la incomparable
ternura de tu Inmaculado Corazón, dejándonos maternales mensajes de salvación y
regeneración.
Has que tus palabras nos otorguen orientación y seguridad en medio de la actual
confusión de los espíritus, para convertirnos en hijos fieles de la Santa Iglesia,
dignándote alcanzarnos buenos sucesos para salvación de nuestras almas y de tu
querido Ecuador.
Así Sea.
¡Oh, Señora del Buen Suceso, ¡que con mirada de predilección consideras al Ecuador!
Atiende a la tristeza de los días que atravesamos, caracterizados por la entera confusión
de los espíritus. Nuestros corazones se vuelven al tuyo en la búsqueda de una luz, una
ayuda, un aliento.
Que todos nos empeñemos más que nunca en invocarte como Madre del Buen Suceso,
con la esperanza de que así apresures para nosotros, perturbados y confundidos, el
Camino de Luz que nos conduzca, en medio de las tinieblas, a tu Divino y Adorado Hijo.
Así Sea.
MAGNÍFICAT
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí.
Él hace proezas con Su Brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a
los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los
ricos los despide vacíos.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, Como era en un principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
¡Oh!, Santísima Virgen María, Reina y Madre del Buen Suceso, que te dignaste
manifestar a través de la Sierva de Dios, Madre Mariana de Jesús Torres, benemérita
fundadora del Monasterio de La Inmaculada Concepción de Quito, la incomparable
ternura de tu Inmaculado Corazón, dejándonos maternales mensajes de salvación y
regeneración.
Has que tus palabras nos otorguen orientación y seguridad en medio de la actual
confusión de los espíritus, para convertirnos en hijos fieles de la Santa Iglesia,
dignándote alcanzarnos buenos sucesos para salvación de nuestras almas y de tu
querido Ecuador. Así Sea.
Un buen suceso se obtiene cada vez que, luego de una ardua labor, transformamos las
cosas difíciles en los resultados esperados. A lo largo de cuatrocientos años, la Madre de
Dios en su advocación prodigiosísima de Nuestra Señora del Buen Suceso, ha sido fiel
refugio en las mayores necesidades y ha obtenido señalados portentos y especiales
gracias para el pueblo ecuatoriano. El Ecuador y el mundo, entregados hoy al banquete
de las pasiones, extraviados en la noche oscura del error y navegando en los días
trágicos del naufragio de los principios de la Santa Iglesia, tendrán como sustento en la
Fe, como último rayo de esperanza, precisamente a la Santísima Virgen del Buen
Suceso. Es Ella la Reina y Soberana de la República del Ecuador, la cual, regida siempre
bajo su cetro y báculo pastoral, se salvará moralmente bajo la égida de tal Gobernadora.
Pídase la gracia que desea alcanzar por la intercesión de la Sierva de Dios, Madre
Mariana de Jesús Torres.
¡Oh, Señora del Buen Suceso, ¡que con mirada de predilección consideras al Ecuador!
Atiende a la tristeza de los días que atravesamos, caracterizados por la entera confusión
de los espíritus. Nuestros corazones se vuelven al tuyo en la búsqueda de una luz, una
ayuda, un aliento.
Que todos nos empeñemos más que nunca en invocarte como Madre del Buen Suceso,
con la esperanza de que así apresures para nosotros, perturbados y confundidos, el
Camino de Luz que nos conduzca, en medio de las tinieblas, a tu Divino y Adorado Hijo.
Así Sea.
MAGNÍFICAT
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí.
Él hace proezas con Su Brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a
los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los
ricos los despide vacíos.
¡Oh!, Santísima Virgen María, Reina y Madre del Buen Suceso, que te dignaste
manifestar a través de la Sierva de Dios, Madre Mariana de Jesús Torres, benemérita
fundadora del Monasterio de La Inmaculada Concepción de Quito, la incomparable
ternura de tu Inmaculado Corazón, dejándonos maternales mensajes de salvación y
regeneración.
Has que tus palabras nos otorguen orientación y seguridad en medio de la actual
confusión de los espíritus, para convertirnos en hijos fieles de la Santa Iglesia,
dignándote alcanzarnos buenos sucesos para salvación de nuestras almas y de tu
querido Ecuador. Así Sea.
Era la Voluntad de Dios que se mandara a esculpir una estatua que representara las
apariciones de Nuestra Señora del Buen Suceso a la Madre Mariana de Jesús Torres.
Sería dicha prodigiosa Imagen, trabajada por el misterio de los Ángeles, estímulo de
agradecimiento perpetuo, de atención en el rezo, de perfección en la obediencia, de
firmeza en la Fe y de ardoroso amor para con María Santísima.
Procuremos corresponder a este amor y caridad tan tiernos de la Madre de Dios para
con nosotros los ecuatorianos; amémosla con mayor vehemencia cada día, hagámonos
dignos de nuevos favores de parte de Ella.
Frecuentemos su templo como el lugar de la cita de los hijos de María en este siglo,
para tener sus confidencias con nosotros, asegurándonos un éxito feliz en nuestras
peticiones y plegarias, ya que con su nombre de Nuestra Señora del Buen Suceso, quiso
la Virgen darnos a entender que nuestras súplicas tendrán el resultado apetecido,
obteniendo en nuestras actividades y gestiones siempre buenos sucesos bajo su
maternal Bendición.
Pídase la gracia que desea alcanzar por la intercesión de la Sierva de Dios, Madre
Mariana de Jesús Torres.
¡Oh, Señora del Buen Suceso, ¡que con mirada de predilección consideras al Ecuador!
Atiende a la tristeza de los días que atravesamos, caracterizados por la entera confusión
de los espíritus. Nuestros corazones se vuelven al tuyo en la búsqueda de una luz, una
ayuda, un aliento.
Que todos nos empeñemos más que nunca en invocarte como Madre del Buen Suceso,
con la esperanza de que así apresures para nosotros, perturbados y confundidos, el
Camino de Luz que nos conduzca, en medio de las tinieblas, a tu Divino y Adorado Hijo.
Así Sea.
MAGNÍFICAT
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, Como era en un principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
¡Oh!, Santísima Virgen María, Reina y Madre del Buen Suceso, que te dignaste
manifestar a través de la Sierva de Dios, Madre Mariana de Jesús Torres, benemérita
fundadora del Monasterio de La Inmaculada Concepción de Quito, la incomparable
ternura de tu Inmaculado Corazón, dejándonos maternales mensajes de salvación y
regeneración.
Has que tus palabras nos otorguen orientación y seguridad en medio de la actual
confusión de los espíritus, para convertirnos en hijos fieles de la Santa Iglesia,
dignándote alcanzarnos buenos sucesos para salvación de nuestras almas y de tu
querido Ecuador. Así Sea.
Conocer las necesidades de los hijos y darles satisfacción, es para un padre, prever y
proveer.
Saber las debilidades de la naturaleza humana, sus tentaciones y caídas, crear todo un
cuerpo de leyes, todo un tesoro de Gracias, es para la Iglesia, prever y proveer.
La Virgen nos miraba con ternura y compasión por ser la primera nación en el mundo
consagrada al Sagrado Corazón de Jesús.
¡Oh, Señora del Buen Suceso! Cobíjanos bajo el amparo del manto blanquísimo de
Vuestra Misericordia.
No nos deseches jamás de Vuestro lado, y que los pliegues de dicho Manto sean para
nosotros como un pabellón que nos ponga a cubierto de la Santa Ira de Dios.
Pídase la gracia que desea alcanzar por la intercesión de la Sierva de Dios, Madre
Mariana de Jesús Torres.
¡Oh, Señora del Buen Suceso, ¡que con mirada de predilección consideras al Ecuador!
Atiende a la tristeza de los días que atravesamos, caracterizados por la entera confusión
de los espíritus. Nuestros corazones se vuelven al tuyo en la búsqueda de una luz, una
ayuda, un aliento.
Que todos nos empeñemos más que nunca en invocarte como Madre del Buen Suceso,
con la esperanza de que así apresures para nosotros, perturbados y confundidos, el
Camino de Luz que nos conduzca, en medio de las tinieblas, a tu Divino y Adorado Hijo.
Así Sea.
MAGNÍFICAT
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén
¡Oh!, Santísima Virgen María, Reina y Madre del Buen Suceso, que te dignaste
manifestar a través de la Sierva de Dios, Madre Mariana de Jesús Torres, benemérita
fundadora del Monasterio de La Inmaculada Concepción de Quito, la incomparable
ternura de tu Inmaculado Corazón, dejándonos maternales mensajes de salvación y
regeneración.
Has que tus palabras nos otorguen orientación y seguridad en medio de la actual
confusión de los espíritus, para convertirnos en hijos fieles de la Santa Iglesia,
dignándote alcanzarnos buenos sucesos para salvación de nuestras almas y de tu
querido Ecuador. Así Sea.
De la Ira de Dios nos esconde, y Le grita al sonar la explosión, “¡Son mis hijos, piedad!”,
y Él responde: “Son sus hijos… piedad y perdón”.
¡Qué hubiera sido de la humanidad sin la protección maternal de María! Tal vez ya
hubiera desaparecido.
Vista nuestra hecatombe moral que merece todos los flagelos y castigos que Dios lanza
sobre las naciones culpables, ¿quién nos podrá librar de esa sanción divina que, cada
día más, parece inevitable y desgarradora? De esa sanción justísima sólo nos puede
salvar María Santísima, pero para que su protección se haga sentir en nuestra
República, debemos corregir nuestras costumbres desarregladas y hacer penitencia.
Con tal fin, vengan la modestia y el pudor en la mujer y lávense los pecados con las
aguas de la contrición en el tribunal de la confesión sacramental.
Sólo así, puros de corazón, podremos sobrellevar la prueba o castigo que merecemos
por nuestras culpas, anunciado por María del Buen Suceso a su sierva la Madre
Mariana de Jesús Torres.
Pídase la gracia que desea alcanzar por la intercesión de la Sierva de Dios, Madre
Mariana de Jesús Torres.
¡Oh, Señora del Buen Suceso, ¡que con mirada de predilección consideras al Ecuador!
Atiende a la tristeza de los días que atravesamos, caracterizados por la entera confusión
de los espíritus. Nuestros corazones se vuelven al tuyo en la búsqueda de una luz, una
ayuda, un aliento.
Que todos nos empeñemos más que nunca en invocarte como Madre del Buen Suceso,
con la esperanza de que así apresures para nosotros, perturbados y confundidos, el
Camino de Luz que nos conduzca, en medio de las tinieblas, a tu Divino y Adorado Hijo.
Así Sea.
MAGNÍFICAT
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí.
Él hace proezas con Su Brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a
los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los
ricos los despide vacíos.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén
¡Oh!, Santísima Virgen María, Reina y Madre del Buen Suceso, que te dignaste
manifestar a través de la Sierva de Dios, Madre Mariana de Jesús Torres, benemérita
fundadora del Monasterio de La Inmaculada Concepción de Quito, la incomparable
ternura de tu Inmaculado Corazón, dejándonos maternales mensajes de salvación y
regeneración.
Has que tus palabras nos otorguen orientación y seguridad en medio de la actual
confusión de los espíritus, para convertirnos en hijos fieles de la Santa Iglesia,
dignándote alcanzarnos buenos sucesos para salvación de nuestras almas y de tu
querido Ecuador. Así Sea.
María Santísima se dirige a casa de su prima Santa Isabel para purificar y santificar al
precursor de su Divino Hijo; y para prestar sus servicios a Isabel, en las horas difíciles
de su alumbramiento.
El mundo moral en que vivimos es una inmundicia que persigue a la virtud sin tregua.
La virtud limpia, el mundo mancha. La virtud eleva, el mundo degrada. La virtud nos
hace mirar al Cielo, el mundo quiere que no levantemos nuestros ojos de las criaturas.
En este mundo azotado por el hedonismo, son raras las almas que nacen para odiar al
pecado y amar sólo lo santo, lo celestial, lo infinito... a Dios.
Entonces Jesús nos envía a su Madre Santísima, María del Buen Suceso, ante Quien los
tibios vuelven a la oración y los pecadores reforman su vida, lavan sus conciencias y
agradan a Dios con fervorosas comuniones.
¡Es el Buen Suceso de la salvación de las almas!
Pídase la gracia que desea alcanzar por la intercesión de la Sierva de Dios, Madre
Mariana de Jesús Torres.
¡Oh, Señora del Buen Suceso, ¡que con mirada de predilección consideras al Ecuador!
Atiende a la tristeza de los días que atravesamos, caracterizados por la entera confusión
de los espíritus. Nuestros corazones se vuelven al tuyo en la búsqueda de una luz, una
ayuda, un aliento.
Que todos nos empeñemos más que nunca en invocarte como Madre del Buen Suceso,
con la esperanza de que así apresures para nosotros, perturbados y confundidos, el
Camino de Luz que nos conduzca, en medio de las tinieblas, a tu Divino y Adorado Hijo.
Así Sea.
MAGNÍFICAT
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí.
Él hace proezas con Su Brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a
los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los
ricos los despide vacíos.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén
SÉPTIMO DÍA
¡Oh!, Santísima Virgen María, Reina y Madre del Buen Suceso, que te dignaste
manifestar a través de la Sierva de Dios, Madre Mariana de Jesús Torres, benemérita
fundadora del Monasterio de La Inmaculada Concepción de Quito, la incomparable
ternura de tu Inmaculado Corazón, dejándonos maternales mensajes de salvación y
regeneración.
Has que tus palabras nos otorguen orientación y seguridad en medio de la actual
confusión de los espíritus, para convertirnos en hijos fieles de la Santa Iglesia,
dignándote alcanzarnos buenos sucesos para salvación de nuestras almas y de tu
querido Ecuador. Así Sea.
El Niño de la Cruz
Capullo hermosísimo y adorable, el Niño Jesús del Pichincha nos presenta a Jesús en
los albores de su juventud.
Quiso Su Madre, la Reina del Buen Suceso, que la adolescencia de su Santísimo Hijo
sea honrada en el Ecuador, tal vez el primer país en el mundo en tener tal honor.
Joven Dios, Rey y Hombre... la tierna sonrisa de su faz embarga de amor y deleita
suavísimamente el alma.
Es al Divino Corazón de este hermoso Niño, Quien sobre el monte Pichincha quiso
beber el cáliz amargo de la crucifixión por los pecados del Ecuador, al que dos siglos
después se consagraría nuestra nación, como nuestra Madre del Buen Suceso nos
anunciara.
Amemos al Niño Jesús del Pichincha, amemos a Nuestra Señora del Buen Suceso,
honrémoslos de corazón, pues Ellos, un día no muy lejano, salvarán al Ecuador como
nos lo han revelado.
Pídase la gracia que desea alcanzar por la intercesión de la Sierva de Dios, Madre
Mariana de Jesús Torres.
¡Oh, Señora del Buen Suceso, ¡que con mirada de predilección consideras al Ecuador!
Atiende a la tristeza de los días que atravesamos, caracterizados por la entera confusión
de los espíritus. Nuestros corazones se vuelven al tuyo en la búsqueda de una luz, una
ayuda, un aliento.
Que todos nos empeñemos más que nunca en invocarte como Madre del Buen Suceso,
con la esperanza de que así apresures para nosotros, perturbados y confundidos, el
Camino de Luz que nos conduzca, en medio de las tinieblas, a tu Divino y Adorado Hijo.
Así Sea.
MAGNÍFICAT
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí.
Él hace proezas con Su Brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a
los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los
ricos los despide vacíos.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén
¡Oh!, Santísima Virgen María, Reina y Madre del Buen Suceso, que te dignaste
manifestar a través de la Sierva de Dios, Madre Mariana de Jesús Torres, benemérita
fundadora del Monasterio de La Inmaculada Concepción de Quito, la incomparable
ternura de tu Inmaculado Corazón, dejándonos maternales mensajes de salvación y
regeneración.
Has que tus palabras nos otorguen orientación y seguridad en medio de la actual
confusión de los espíritus, para convertirnos en hijos fieles de la Santa Iglesia,
dignándote alcanzarnos buenos sucesos para salvación de nuestras almas y de tu
querido Ecuador. Así Sea.
La Reina Destronada
Imaginemos una hermosa reina que, con delicadeza y bondad incomparables, gobierna
pacíficamente su pueblo que se inclina encantado y reverente ante su cetro maternal.
La reina los aguarda de pie, majestuosa, luciendo su corona, su cetro y su manto real.
Ella decide enfrentar al adversario que avanza amenazante y que entra derrumbando
las puertas.
La sala está llena de vasallos fieles a la reina, la cual espera que, al menos ese puñado
de siervos leales la defienda, pero ellos permanecen de brazos cruzados, unos por
miedo, otros por cansancio.
La reina, con la boca vendada, implora con la mirada a sus cortesanos que se levanten,
que reaccionen, que protesten.
En el extremo de la maldad, uno de los bandidos arremete contra la infeliz soberana,
queriendo derrumbarla.
Tamaña infamia produce la indignación de algunos buenos, quienes por fin se levantan
y proclaman: “¡Esto no! ¡Esto no lo permitiremos!”, y se lanzan en defensa de la reina,
quien es liberada.
Ella, agradecida con los vasallos fieles que la salvaron en la hora suprema del peligro, se
extrema en prodigarles su afecto maternal y las recompensas más espléndidas, que
ellos jamás soñaron.
Esta metáfora resume la actual situación del mundo con relación a María Santísima.
Pídase la gracia que desea alcanzar por la intercesión de la Sierva de Dios, Madre
Mariana de Jesús Torres.
¡Oh, Señora del Buen Suceso, ¡que con mirada de predilección consideras al Ecuador!
Atiende a la tristeza de los días que atravesamos, caracterizados por la entera confusión
de los espíritus. Nuestros corazones se vuelven al tuyo en la búsqueda de una luz, una
ayuda, un aliento.
Que todos nos empeñemos más que nunca en invocarte como Madre del Buen Suceso,
con la esperanza de que así apresures para nosotros, perturbados y confundidos, el
Camino de Luz que nos conduzca, en medio de las tinieblas, a tu Divino y Adorado Hijo.
Así Sea.
MAGNÍFICAT
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador,
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí.
Él hace proezas con Su Brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a
los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los
ricos los despide vacíos.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén
¡Oh!, Santísima Virgen María, Reina y Madre del Buen Suceso, que te dignaste
manifestar a través de la Sierva de Dios, Madre Mariana de Jesús Torres, benemérita
fundadora del Monasterio de La Inmaculada Concepción de Quito, la incomparable
ternura de tu Inmaculado Corazón, dejándonos maternales mensajes de salvación y
regeneración.
Has que tus palabras nos otorguen orientación y seguridad en medio de la actual
confusión de los espíritus, para convertirnos en hijos fieles de la Santa Iglesia,
dignándote alcanzarnos buenos sucesos para salvación de nuestras almas y de tu
querido Ecuador. Así Sea.
Desde su primera aparición como María del Buen Suceso, la Santísima Virgen se
proclamó Reina de las Victorias, la que habrá de reprimir y vencer las insidias del
demonio y sus secuaces, causantes del relajamiento escandaloso de las costumbres y de
la extinción de la luz preciosa de la Fe en las almas, llegando al punto que, al parecer
humano, todo estaría perdido y paralizado.
María del Buen Suceso anunció también que, en medio de la terrible prueba para
quienes conserven el culto de la Fe, de un modo asombroso, Ella obtendrá la más
sublime de las victorias sobre Satanás, aplastándolo y encadenándolo en los infiernos,
inaugurando así la era triunfal de su Inmaculado Corazón y de la Santa Iglesia Católica.
Pídase la gracia que desea alcanzar por la intercesión de la Sierva de Dios, Madre
Mariana de Jesús Torres.
¡Oh, Señora del Buen Suceso, ¡que con mirada de predilección consideras al Ecuador!
Atiende a la tristeza de los días que atravesamos, caracterizados por la entera confusión
de los espíritus. Nuestros corazones se vuelven al tuyo en la búsqueda de una luz, una
ayuda, un aliento.
Que todos nos empeñemos más que nunca en invocarte como Madre del Buen Suceso,
con la esperanza de que así apresures para nosotros, perturbados y confundidos, el
Camino de Luz que nos conduzca, en medio de las tinieblas, a tu Divino y Adorado Hijo.
Así Sea.
MAGNÍFICAT
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí.
Él hace proezas con Su Brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a
los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los
ricos los despide vacíos.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén