Decreto Trento Sobre Las Imagenes
Decreto Trento Sobre Las Imagenes
Decreto Trento Sobre Las Imagenes
Enseñen con esmero los Obispos que por medio de las historias de nuestra redención,
expresadas en pinturas y otras copias, se instruye y confirma el pueblo recordándole los
artículos de la fe, y recapacitándole continuamente en ellos: además que se saca mucho fruto
de todas las sagradas imágenes, no sólo porque recuerdan al pueblo los beneficios y dones que
Cristo les ha concedido, sino también porque se exponen a los ojos de los fieles los saludables
ejemplos de los santos, y los milagros que Dios ha obrado por ellos, con el fin de que den
gracias a Dios por ellos, y arreglen su vida y costumbres a los ejemplos de los mismos santos;
así como para que se exciten a adorar, y amar a Dios, y practicar la piedad. Y si alguno
enseñare, o sintiere lo contrario a estos decretos, sea excomulgado. Mas si se hubieren
introducido algunos abusos en estas santas y saludables prácticas, desea ardientemente el
santo Concilio que se exterminen de todo punto; de suerte que no se coloquen imágenes
algunas de falsos dogmas, ni que den ocasión a los rudos de peligrosos errores. Y si
aconteciere que se expresen y figuren en alguna ocasión historias y narraciones de la Sagrada
Escritura, por ser estas convenientes a la instrucción de la ignorante plebe, enséñese al pueblo
que esto no es copiar la divinidad, como si fuera posible que se viese esta con ojos corporales,
o pudiese expresarse con colores o figuras. Destiérrese absolutamente toda superstición en la
invocación de los santos, en la veneración de las reliquias, y en el sagrado uso de las
imágenes; ahuyéntese toda ganancia sórdida; evítese en fin toda torpeza; de manera que no se
pinten ni adornen las imágenes con hermosura escandalosa; ni abusen tampoco los hombres
de las fiestas de los santos, ni de la visita de las reliquias, para tener convitonas, ni
embriagueces: como si el lujo y lascivia fuese el culto con que deban celebrar los días de
fiesta en honor de los santos. Finalmente pongan los Obispos tanto cuidado y diligencia en
este punto, que nada se vea desordenado, o puesto fuera de su lugar, y tumultuariamente, nada
profano y nada deshonesto; pues es tan propia de la casa de Dios la santidad. Y para que se
cumplan con mayor exactitud estas determinaciones, establece el santo Concilio que a nadie
sea lícito poner, ni procurar se ponga ninguna imagen desusada y nueva en lugar ninguno, ni
iglesia, aunque sea de cualquier modo exenta, a no tener la aprobación del Obispo".