Tema 1

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TEMA 1.

LITERATURA, TEORÍA DE LA LITERATURA Y ESTUDIOS LITERARIOS


1. EL CONCEPTO DE LA LITERATURA
El concepto de literatura es un concepto de gran variedad semántica y ha sufrido numerosas transformaciones a lo largo de la
historia. La palabra literatura procede del latín (literatura) que Quintiliano considera un calco semántico del griego “grammatiké”,
procedente de la palabra “grammé” que significa inscripción o huella.
Para Tacitó era un conjunto de letras y para Tertuliano era equiparable a erudición. La noción de la literatura se vincula al principio
al soporte textual de la escritura. Esto supone que no contemplen dentro de ella las formas literarias de transmisión oral, a pesar de
que no solo han existido siempre, sino que en términos cronológicos son las más cultivadas.
La voz literatura entra como cultismo en las lenguas romances en el siglo XVI y se afirma en el siglo XVIII con el significado de
bibliografía o estudios. Será durante el Romanticismo alemán cuando se fragüe el sentido moderno de literatura, entendida como
texto escrito con valor ficticio y estético. Este empleo de la palabra literatura se consolida definitivamente en el año 1800.
Hay que tener en cuenta que la tradición clásica utilizaba la palabra poesía para designar el conjunto de textos artísticos
caracterizados por su riqueza en cualidades elocutivas, lo que se denomina teóricamente el “Ornatus” (adorno); frente a la palabra
literatura que designaba a la escritura general. El tránsito de la palabra poesía a la literatura se produce en el siglo XVIII, cuando la
primera pasa a designar el género particular de la lírica y ese hueco referencial pasa a ocuparlo la palabra literatura.
La pregunta esencialista sobre la literatura fue dominante en las poéticas (conjunto de características que debe cumplir un texto)
clásicas y clasicistas (se elaboran después de las clásicas, siglo XVIII). Estas poéticas tenían un marco afán prescriptivo y estaban
muy apegadas a ciertos principios como la mímesis (imitación de la realidad) aristotélica.
En la teoría literaria del S. XX los formalistas rusos elaboran y recogen teóricamente distintas concepciones de la poesía
(literatura) que se habían ido abriendo camino desde los románticos alemanes hasta el simbolismo en las vanguardias, y que
insistían en las cualidades formales estrictamente verbales del lenguaje poético.
Para el formalismo ruso, el objeto de la literatura como ciencia es la literariedad (lo que hace de una obra dada una obra literaria).
El concepto de literariedad, aunque insuficiente, se ha revelado fundamental para los estudios literarios, no solamente para el
estructuralismo, sino también para las corrientes postestructuralistas. Las matizaciones que llevan a cabo sobre este concepto las
poéticas postestructuralistas permiten acoger dentro del campo de la literatura cualquier texto sin importar sus cualidades formales
o temáticas, ni la intención original con que fue compuesto, porque la literariedad deja de concebirse o de entenderse como una
cualidad intrínseca y empieza a entenderse como un juicio derivado de valores culturales o de circunstancias sociales.
Justamente esta concepción de la literariedad nos abre la puerta para considerar las corrientes funcionalistas, pragmáticas o
empíricas que se desarrolla en el marco filosófico y cultural del postestructuralismo, cuyo denominador común es el
desplazamiento de la atención del texto hacia el profeso de la comunicación literaria. Por tanto, de la pregunta ¿qué es literatura?,
vamos a pasar mejor a la pregunta ¿a qué llamamos literatura?, que permite analizar los elementos que entran en juego en un texto
literario. Para responder esta pregunta tenemos que tener en cuanta 2 factores: la influencia del receptor en la obra y el peso
específico de los factores sociales e institucionales que condicionan el valor artístico en un determinado momento.
2. FUNCIONES DE LA LITERATURA
2.1. LA LITERATURA COMO MEDIO DE EVASIÓN
Pensar en este planteamiento es considerar la literatura con plena autonomía, como un juego para la abstracción. Esta concepción
de la literatura como medio de evasión es plenamente moderna porque ya Aristóteles negaba la independencia total de la literatura
y Horacio predicaba el famoso “Docere atque delectare” (enseñar y gustar). Pero en 1790, Kant en su Crítica de la razón sensible,
plantea la idea de que el sentido estético es ajeno a cualquier interés práctico.
Estas ideas calaron en muchos de los poetas del siglo XIX que fueron pioneros en la máxima “el arte por el arte”. Por ejemplo, el
grupo francés La Boheme y los poetas del Parnaso liderados por Leconte de Lisle, en América Edgar Allan Poe, en Portugal Eça
de Queirós, y en Gran Bretaña Oscar Wilde. La radicalización de este planteamiento se llevó a cabo por parte de algunos poetas
que caen en el decadentismo que condujo a actitudes morales cercanas a la realidad; un caso evidente es el personaje marginal que
reivindica el poeta Baudelaire en Las flores del mal. Características:
- Se niega a cualquier objeto útil y sólo se permite hablar de utilidad con fines estéticos.
- Si es imposible vincular la literatura a objetivos utilitarios, es imposible asociarla a valores morales. Esta concepción
supone un rechazo manifiesto a los planteamientos literarios del siglo XVIII de la Ilustración.
- La vida para esta concepción de literatura es un conjunto de elementos impuros que chocan con el arte. La estética
sustituye a la religión porque el arte se convierte en el refugio de los que huyen de lo feo de la vida.
- La literatura desde esta perspectiva no se dirige al gran público, sino a un grupo selecto de hombres y mujeres.
- El autor persigue la evasión de la realidad por diferentes causas: conflictos con la sociedad, inadaptación, sentimientos
perturbadores, etc. Desde este punto de vista, el poeta es un inadaptado y por tanto, elabora literatura que sólo es
comprendida por inadaptados como él.
2.2. LA LITERATURA COMO VÍA DE CONOCIMIENTO
Según esta función la literatura nos permite llegar a las profundidades del ser humano. Esta vía aparece ya en la estética platónica,
aunque finalmente concluye, que si bien existe esa posibilidad no puede ser un vehículo adecuado de conocimiento. Para
Aristóteles, la poesía es más verdadera (e incluso más filosófica) que la historia, si bien no puede sustituir a la filosofía.
Esta concepción de la literatura como vía de conocimiento vuelve a debatirse con el Romanticismo al surgir el concepto de poeta
vidente de Rimbaud. El poeta se concibe como un sabio que es capaz de llegar a lo desconocido y estas ideas conectan con los
principios surrealistas que entienden el poema como una revelación de las profundidades del yo.
En el siglo XX el problema de la literatura como conocimiento preocupa a diferentes autores con planteamientos estéticos
distintos, sin embargo, muchos críticos se oponen a esta función porque sostienen que la literatura constituye un dominio ajeno al
conocimiento. La literatura no es filosofía disfrazada, ni el conocimiento que se transmite con ella es similar al conocimiento a
ruptura tajante entre literatura y capacidad cognoscitiva es inaceptable porque la obra traduce siempre una experiencia humana y
siempre ha constituido un instrumento de análisis y comprensión del hombre y de sus relaciones con el mundo, por eso Sófocles,
Cervantes o Shakespeare representan nuevos modos de comprender al hombre y descubren verdades antes desconocidas. Gracias a
Rousseau entra la subjetividad y la intimidad del ser humano en la literatura (con su obra Las confesiones) y con Kafka
descubrimos al hombre laberíntico del siglo XX.
2.3. LA LITERATURA COMO VÍA DE CATARSIS
La catarsis es la depuración de los sentimientos a través del arte que aparece recogida por primera vez en la Poética de Aristóteles,
donde se afirma que la función de la literatura es el placer, pero no cualquier placer, sino un placer puro y elevado. Dicho de otra
manera, esta concepción tiene más carácter ético de la literatura que lúdico, y aunque tuvo diversas interpretaciones, triunfan 2
concepciones. La primera es la moralista, y la segunda la mitridática. La concepción moralista es la que supone la sustitución de
las pasiones por sentimientos elevados, inspirados en las Cáritas Cristianas. Y la mitridática, es la que sostiene la clarificación de
las pasiones por vía de la razón en una obra literaria (la Tragedia Griega). La primera línea dará lugar en el siglo XVIII a la catarsis
como lección moral; la segunda está representada por Racine. Hoy día, ambas corrientes se muestran de manera conjunta.
2.4. LA LITERATURA COMO COMPROMISO SOCIAL
El concepto de literatura como compromiso social procede de la filosofía existencialista. El hombre según Heidegger (procedente
de Husserl) no es un mero ser pasivo (receptáculo), sino que ser hombre supone “estar el mundo”, pero no solamente se está en el
mundo, sino que se está también con los otros. Jean Paul Sartre es el máximo representante de esta concepción de la literatura
como compromiso, que tiene una doble raíz filosófica: Heideggeriana y marxista.
Para Sartre la palabra poética no apunta a la realidad, sino que es más bien una imagen de ella, al no tener valor significativo el
poeta no puede colocar su poesía bajo el compromiso, en cambio, sí puede colocarse la prosa o la narrativa. Por esta razón, la
prosa es utilitaria en esencia y es el instrumento privilegiado de la acción humana, y es que la realidad nombrada sufre una
modificación tan pronto como la palabra esencia. Para Sartre no es escritor quien dice ciertas cosas, sino quien elige decirlas de
determinadas maneras.
El filósofo considera que el autor se dirige a la libertad de los lectores, pero en concreto de los lectores contemporáneos. Si escribir
y leer son correlatos dialécticos del mismo fenómeno, la situación que asume el autor no será ajena al lector. En un mundo como el
nuestro, no se cumple que el autor se dirija a todo lector contemporáneo. Según Sartre, en una sociedad sin clases, la literatura y el
arte se realizarían plenamente, pero no en la nuestra. La literatura de placer/entretenimiento debe ser sustituida por una literatura
de praxis, es decir, una literatura de acción en la historia contemporánea para transformar las estructuras sociales.
3. LOS ESTUDIOS LITERARIOS Y SUS DISCIPLINAS
3.1. LA TEORÍA COMO FUNDAMENTO DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS
Los primeros esfuerzos por reivindicar el papel de la teoría de la literatura a lo largo del siglo XX han estado marcados por una
propuesta sobre las relaciones entre las distintas disciplinas de los estudios literarios.
Los años 40 tuvieron una notable importancia en este sentido, porque en esta década se publicaron 2 obras que han desempeñado
un importantísimo papel en la implantación de la teoría de la literatura: El deslinde de Alfonso Reyes del año 44, y Teoría de la
literatura de R. Wellek y A. Warren, del 49. Ambas obras coincidían en presentar una visión general de los estudios literarios que
reservaban un lugar precioso a la teoría de la literatura en los estudios literarios, pero desde perspectivas distintas. Alfonso Reyes,
por su parte, hace depender el conjunto de las diferentes disciplinas al acto básico de la lectura, porque estas se concebían como
actividades básicas de un lector, y las diferencias entre ellas estribaban en la forma de leer que se hubiese adoptado. En líneas
generales podemos resumir diciendo que se trata de una visión global de los resultados de la lectura literaria, que abarca desde el
más elemental que es la impresión, hasta el más elaborado y complejo, que es el que desarrolla la teoría literaria. El planteamiento
de R. Wellek y A. Warren es distinto porque parte de la distinción entre los estudios literarios y la literatura. Para estos autores el
conjunto de las disciplinas que tiene por objeto la literatura constituyen una unidad con una serie de especificaciones que la
singularizan. 2 ideas son decisivas en este planteamiento:
a) La confianza en poder distinguir nítidamente el nivel de lo literario como texto (individual y artístico) frente a los estudios
literarios como meta textos (científicos).
b) La presentación de las distintas disciplinas literarias como entidades complementarias.
Para estos autores las 3 disciplinas principales son: la teoría de la literatura, la crítica literaria (perspectiva sincrónica) y la historia
de la literatura (perspectiva diacrónica). Pero a esta triada donde la teoría ocupa un lugar prioritario, Darío Villanueva añade
bastantes años más tarde la literatura comparada (perspectiva comparativa). Con todo no resulta fácil reducir la complejidad del
ámbito de los estudios literarios a la pulcritud de una clasificación. El desarrollo de la teoría sobre todo desde los años 70 parece
contradecir este planteamiento, sin embargo, en las universidades aún hoy desde la institucionalización de la teoría literaria como
disciplina en los años 80 se mantiene esta clasificación.
3.2. LA TEORÍA Y EL CUESTIONAMIENTO POSMODERNO DE LA LITERATURA
La actividad teórica tiene una clara tendencia a poner en cuestión las ideas recibidas en torno a la literatura y a sus disciplinas. La
esencia de lo literario se vuelve problemática y la teoría especialmente en los últimos años ha adquirido un carácter crítico, de
hecho se ha convertido en un eficaz instrumento de reconsideración y análisis cultural, que está vinculado a los caminos por los
que ha transitado la cultura y la ciencia en los últimos decenios del siglo XX.
Es cierto que en los últimos tiempos la teoría se ha situado más allá de lo literarios, como una forma extremadamente general de
crítica de la cultura. Esto significa que se ha ocupado de textos culturales y prácticas discursivas de toda índole porque la literatura
parece haber perdido buena parte de su prestigio y quizá de su atracción.
Aunque haya surgido como una preocupación particular por el ámbito literario, parece como si la teoría hubiese acabado por
adquirir una gran autonomía respecto a lo que en un primer momento constituyó su campo de estudio. Cuando se entiende de esta
manera, la teoría tiene mal encaje en el seno de los estudios literarios, porque sus afinidades se orientan hacia nuevas disciplinas
como los estudios culturales, los estudios de géneros, el poscolonialismo.
A esto tenemos que añadir que la noción de cultura ha sido sometida a una profunda revisión, y en consecuencia, posición que la
literatura ha ocupado tradicionalmente. Un reflejo expresivo de esta situación, sin las 4 ideas mediante las cuales Jonathan Culler
caracteriza la teoría: interdisciplinar (porque su discurso tiene un efecto fuera de la disciplina de origen), analítica y especulativa
(porque intenta averiguar qué se implica en lo que llamamos sexo, sujeto, escritura, lenguaje…), crítica (porque critica las
nociones de sentido común y los conceptos considerados naturales) y reflexiva (porque se trata de un pensamiento sobre el
pensamiento). Esto es un análisis de las categorías que utilizamos para dar sentido a las prácticas discursivas literarias y no
literarias.

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