Expresión Oral

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INTRODUCCIÓN

Esta investigación se centra en la necesidad de conceptualizar y describir el lenguaje


jurídico, probando que éste existe y que también hace uso del lenguaje común, porque
nos ayuda a ver el predominio que tiene el lenguaje jurídico en el campo del derecho,
actualmente está en un cambio constante, donde presenta sus propias características y
su propia función, por lo que a su vez influye en el derecho, utilizando palabras comunes,
el conocimiento del lenguaje jurídico es esencial para los profesionales del derecho, ya
que les permite redactar y comprender documentos legales de manera precisa y unívoca,
argumentar de manera efectiva en un proceso judicial y llegar a una conclusión justa en
un caso; además, el uso adecuado del lenguaje jurídico contribuye a garantizar la
seguridad jurídica y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, al hacer que los
términos legales sean claros y comprensibles para todos.

El éxito de la comunicación de un mensaje radica en la comprensión que genere en su


receptor, en el caso del lenguaje jurídico, los ciudadanos tienen derecho a que las
sentencias y demás resoluciones judiciales se redacten de manera clara, con una sintaxis
sencilla y se aporten unos argumentos coherentes que cumplan con sus expectativas,
pero sin perder su rigor de lenguaje técnico.

La finalidad del lenguaje jurídico es permitir una comunicación clara y precisa en el


ámbito del derecho, evitando la ambigüedad y la interpretación equivocada de los
términos legales. El lenguaje jurídico se puede clasificar en diferentes categorías, siendo
las más comunes el lenguaje jurídico normativo y el lenguaje jurídico procesal. Es
importante para los futuros profesionales del derecho tener un conocimiento sólido del
lenguaje jurídico para poder ejercer su labor de manera efectiva y contribuir a la
estabilidad y cohesión social de la sociedad.

Es una variedad del idioma que se utiliza tanto en los textos legales (judiciales,
administrativos, notariales y otros concernientes a la aplicación y la práctica del
derecho), como en los producidos por los abogados y otros colaboradores de la justicia.
Puede emanar bien del poder legislativo que es quien elabora las normas legales; bien
del poder ejecutivo, encargado de ejecutar lo que el poder legislativo le entrega; o bien
del poder judicial quien aplica e interpreta las normas. Por otro lado, la actividad judicial
requiere de la interacción de los abogados: asesores jurídicos que ayudan a las partes de
un proceso judicial para actuar en él. Además, existen otros operadores jurídicos que
están al servicio de la seguridad jurídica como los notarios o los registradores que
generan una documentación jurídica muy amplia. En definitiva, éstos serán los agentes
creadores de este tipo de lenguaje.

DESARROLLO

Definición: El lenguaje jurídico es el conjunto de términos y expresiones que denotan


principios, preceptos y reglas a las que están sometidas las relaciones humanas en toda
sociedad civilizada, la función de este léxico es sintetizar los conceptos básicos en los que
se sustenta la experiencia y el saber metódico acerca del derecho. (Lopez, 2019)

La relación entre derecho y lenguaje es intensa, el derecho necesita ser escrito y


hablado a través del lenguaje y en sentido recíproco, el derecho contribuye a la
elaboración constante del lenguaje gracias al aporte de vocablos jurídicos y nuevas
expresiones, nace así el término lenguaje jurídico.

Se denomina lenguaje jurídico a la variedad del idioma que se emplea en los textos
legales, judiciales, administrativos, notariales y otros concernientes a la práctica del
derecho como los producidos por los abogados y demás colaboradores de la Justicia.
(Muñoz, 2017)

Los textos jurídicos de diferencian de otros tipos de texto por su finalidad. Por
ejemplo, mientras que en los textos científicos prima la función referencial del lenguaje,
cuyo objetivo es transmitir una información al receptor y se enfoca en el contenido del
mensaje, en los escritos jurídicos se encuentra más presente la función apelativa,
centrada en influir en la conducta del receptor, se espera una respuesta de su parte. En el
caso de los textos científicos, su contenido atañe más directamente a los propios
científicos, en tanto que los textos jurídicos no solamente conciernen a los profesionales
del derecho, sino también al ciudadano.

El derecho, en tanto que regula, también condiciona, la vida y los intereses de los
individuos, por lo tanto, debe emplearse un lenguaje claro y concreto, perfectamente
comprensible para la gran mayoría de los miembros de la sociedad, aunque a veces la
realidad, sin embargo, suele por lo general ser distinta.

Se diría que uno de los requerimientos de la seguridad jurídica habría de ser la


correlación entre el lenguaje del derecho y el empleado por la sociedad en el que es
aplicado, pero no es el caso; y, es que la función encomendada al derecho de regular las
relaciones sociales la lleva a huir de las imprecisiones que manifiestan innumerables
palabras del lenguaje coloquial y a concretar, delimitar e incluso cambiar artificialmente
su significado. (Garai, 2001).

El lenguaje jurídico se entiende como la forma de expresarse las personas


indistintamente en el área que se encuentren, como es en el caso del derecho el lenguaje
jurídico se lo considere como especial ya que es usado entre profesionales del derecho, y
lo hablan de una manera más técnica. La mayor práctica de este lenguaje es al momento
de realizar demandas, contestaciones, amparos, recursos, escrituras notariales, minutas,
etc. Su redacción debe ser precisa y exacta enmarcada en la rama del derecho.

El lenguaje jurídico es un lenguaje técnico, “tecnoleto” o lengua de especialidad,


profesional o académica30 que, como toda disciplina científica, necesita de conceptos y
categorías propios31 que le otorgan la precisión con la que debe contar. Pero, también,
es el lenguaje de las leyes, de las sentencias, de los reglamentos y de todas las normas
que rigen la convivencia dentro de una comunidad. Por esta razón no es irrelevante la
forma en que tales textos se escriben ni es un problema ajeno a la universidad. (Cazorla,
2013)

Funciones del leguaje jurídico: Es una especie de comunicación, sólo que es más
técnica al referirse a cuestiones jurídicas., que podemos definir como la transmisión de
ideas, argumentos, conocimientos. Tanto el lenguaje como el derecho cumplen un papel
indispensable en la sociedad para mejor su calidad de vida y los intereses de los
individuos, por ello es indispensable emplear un lenguaje claro y concreto, que sea
comprensible por la mayoría de los miembros se la sociedad, dicho esto, como principal
función es de: expresar con precisión los términos jurídicos.

El lenguaje tiene varias funciones, siendo la cognitiva la más evidente, donde se


concede a los nombres y luego a los enunciados un papel original. Luego tenemos la
función comunicativa, la cual nos permite no tanto describir el mundo como ponernos de
acuerdo con los demás, entendernos acerca de lo que hay y de lo que vale para unos y
otros. Por último, encontramos la función categorizadora, es decir, la que singulariza los
matices.

El lenguaje no siempre se usa con las mismas finalidades. En efecto, se puede


utilizar para lograr determinados objetivos. Así, podemos distinguir diferentes usos o
funciones del lenguaje. Pero antes de ir a esta cuestión, conviene aludir al concepto de
proposición. De acuerdo con Bobbio, una proposición es un “conjunto de palabras que
tienen un significado entre sí, es decir, en su conjunto”.

Las proposiciones deben ser distinguidas de sus enunciados, es decir de la forma


lingüística a través de la cual las proposiciones expresan su significado.

De lo anterior se derivan consecuencias: 1) una proposición se puede expresar a


través de diferentes enunciados; 2) un mismo enunciado puede expresar diversas
proposiciones.

El siglo XX adoptó diferentes modelos de lenguaje según las preferencias de las


funciones.

Función cognitiva: quienes han optado esta función, han desarrollado concepciones
cognitivas del lenguaje normalmente tomando como paradigma a la ciencia y a su
discurso.

Función comunicativa: quienes han optado por esta función, han comprendido el
lenguaje como forma de vida, a menudo tomando como modelo la vida ética en un
sentido amplio.

Función categorizadora: quienes, por el contrario, han seguido esta función, han
antepuesto la literatura y la retórica como el hecho principal.

Función descriptiva: En ocasiones el lenguaje se puede emplear para describir


determinados aspectos de la realidad o para transmitir ciertas informaciones. Se lleva a
cabo a través de proposiciones descriptivas.
Dichas proposiciones pueden ser consideradas verdaderas o falsas en función de
si su contenido se ajusta o no a la realidad.

Función emotiva o expresiva: sirve para comunicar emociones o sentimientos o para


provocarlos en el interlocutor. En este sentido, el estilo poético está asociado a esta
función del lenguaje. Sus enunciados no pueden ser examinados de acuerdo con criterios
de verdad o falsedad.

Función performativa, operativa o ejecutiva: en ocasiones el lenguaje no sólo se


utiliza para comunicar informaciones, se puede emplear también para hacer cosas, de
manera que cuando pronunciamos determinados términos del lenguaje estamos
haciendo cosas y estamos produciendo, por tanto, una determinada transformación
sobre la realidad. Pronunciar esos términos supone realizar al mismo tiempo la acción a
la que esos términos se refieren.

Hay que aclarar que una exigencia para que las palabras pronunciadas desarrollen
esta función performativa es que hayan sido emitidas en determinados contextos y
circunstancias: las mismas palabras, emitidas en contextos diferentes, no tienen esos
efectos ejecutivos. Por ello, el uso del lenguaje en función performativa presupone la
existencia de un determinado sistema de normas.

Función interrogativa: a través de la misma se requiere una determinada información.

Función directiva o prescriptiva: el lenguaje se utiliza en esta función cuando, a través


de él, se pretende condicionar o influir en la conducta de los demás, haciendo que éstos
se comporten de determinada manera. Para tal fin se emiten proposiciones prescriptivas.
Las proposiciones prescriptivas son expresión de una determinada voluntad, que es la del
que emite la proposición. Por otra parte, dicha emisión no tiene por qué producir de por
sí los efectos pretendidos, es decir, la modificación efectiva del comportamiento del
destinatario. El cumplimiento de esos objetivos depende de otros elementos externos a
la proposición misma, que constituyen las condiciones de eficacia de la prescripción. En
todo caso, el incumplimiento de sus objetivos no determina la pérdida del carácter
prescriptivo de dicha proposición.

Dicho carácter depende en última instancia de la intención del sujeto que la


formuló. Por ello, la función directiva presupone que el sujeto que emite la prescripción
se encuentra en una situación de superioridad respecto al destinatario de la misma, y en
consecuencia le puede exigir, a través de determinados mecanismos, su cumplimiento. A
diferencia de las proposiciones descriptivas, las prescriptivas no pueden ser evaluadas de
acuerdo con criterios de verdad o falsedad, ya que su función no es la de ofrecer
información sobre la realidad. Al contrario, las proposiciones prescriptivas pueden ser
calificadas, por ejemplo, como justas o injustas, eficaces o ineficaces, convenientes o
inconvenientes, legítimas o ilegítimas, pero no verdaderas o falsas

El lenguaje nos abre a la verdad; no a la verdad en el sentido tradicional, sino a la


verdad como fundación de sentido, como fundación de lo que, acaso luego, pero sólo
luego, puede ser verdadero o falso como correspondencia, pero que en el lenguaje
preexiste. Hay que tener presente que el lenguaje precisa las opciones descriptivas, y
esta particularidad, lejos de favorecer, limita, para la funcionalidad del lenguaje jurídico
no es necesario que las frases en cuestión sean verdaderas o falsas, basta con que se las
considere de esa manera.

Nuestra creencia en la realidad del derecho de propiedad es lo relevante, y esta


creencia puede ser errónea. Es posible que las aseveraciones respecto a la existencia de
derechos sean de tal naturaleza que la cuestión de la verdad no se aplique a ellas.
Hablando estrictamente, un enunciado que dice que A es el propietario de esta casa no
es ni verdadero ni falso, pues aun cuando creemos dar información de la realización real
entre A y la casa, en verdad no lo hacemos. Tan solo repetimos una frase que
aparentemente afirma un hecho.

Esta frase carecería por completo de sentido si fuera usada de manera irregular.
Otro es el caso si es empleada de conformidad con el uso jurídico. Pues entonces es
utilizada únicamente cuando supone saber que A tiene un título jurídico respecto de la
casa y que no ha transferido aún su derecho. La expresión “derecho subjetivo” no denota
una realidad; tiene otras funciones. En primer término, tiene una función de signo, que
pretende influir en la conducta. Pero como estamos acostumbrados a pensar que los
hechos operativos “crean derechos”, los enunciados acerca de derechos son
indirectamente informativos. Si suponemos que un enunciado de este tipo es formulado
de acuerdo con las reglas jurídicas acerca de la adquisición de derecho, la conclusión es
que A tiene un título jurídico respecto de cierto objeto. El llamado deber jurídico,
incorrectamente imaginado como deber, se reduce sólo al hecho psíquico de sentirse
quizá obligado. (Llinas, 2002)
La función del lenguaje jurídico es permitir la comunicación precisa y unívoca en
el ámbito del derecho. Además, su uso permite garantizar la igualdad de todos los
ciudadanos ante la ley, al hacer que los términos legales sean claros y comprensibles para
todos, así como también sintetizar los conceptos básicos en los que se sustenta la
experiencia y el saber metódico acerca del derecho.

Otra función del lenguaje jurídico es contribuir a la seguridad jurídica en una


sociedad. Al utilizar un lenguaje preciso en su redacción de documentos legales, se evita
la ambigüedad y se asegura la interpretación unívoca de los mismos. De esta manera, se
garantiza que los ciudadanos conozcan sus derechos y obligaciones de manera clara y
precisa, lo que a su vez contribuye a la estabilidad y la cohesión social (Gutiérrez, 2020)

El Lenguaje jurídico, al igual que muchos otros lenguajes empleados por


profesionales de sectores muy concretos por ejemplo (pilotos, militares, economistas,
doctores, etc.), cuenta con infinidad de características propias que son de obligado
cumplimiento a la hora de dirigirnos a las autoridades (tanto en lenguaje hablado, como
escrito). Algunas de estas características son: El empleo de una terminología propia llena
de tecnicismos o expresiones derivadas del latín; el empleo de una sintaxis muy
complicada, con oraciones que pueden alcanzar longitudes que a la mayoría nos resultan
difíciles de comprender; y, el uso de tiempos verbales en presente y futuro modo
subjuntivo (“si entre los herederos hubiere”…); el uso de la tercera persona para referirse
al emisor o receptor del mensaje; la repetición constante de términos y una cierta
práctica que convierten cualquier exposición en un auténtico protocolo en el que no es
aconsejable olvidarse ningún paso.

La mayor parte del vocabulario jurídico proviene del latín, como ídem 1, in
fraganti2, ut supra3, abogado, civil, delincuente, equidad, fideicomiso, legítimo, sanción,
usufructo, etc.; Como se puede observar el lenguaje jurídico no es un conjunto de teorías
absolutas o inmutables, sino un cuerpo dinámico de voces que se relacionan para regular
las complejas y cambiantes relaciones humanas. (Unam, 2010).

1
IDEM. Este pronombre latino, ya castellanizado también, significa el mismo o lo mismo
2
IN FRAGANTI”. Loc. lat. En flagrante. En el momento de cometer el delito o apenas realizado. (v.
Flagrante.)
3
UT SUPRA. Loc. lat. y esp. Como arriba. En documentos se emplea para referirse a lo citado o dicho
antes. (v. Fecha ut supra.)
Finalidad: Los abogados, jueces y demás profesionales del derecho deben dominar el
lenguaje jurídico para poder redactar y comprender documentos legales, argumentar de
manera efectiva en un proceso judicial y llegar a una conclusión justa en un caso. La
utilización del lenguaje jurídico también asegura que los documentos legales sean
comprensibles para personas que no son expertas en la materia, lo que es fundamental
en una sociedad democrática y participativa (Llinás, 2002).

La finalidad del lenguaje jurídico es permitir una comunicación clara y precisa en el


ámbito del derecho. Este tipo de lenguaje se caracteriza por ser específico y adecuado
para la terminología legal y la redacción de documentos jurídicos. Su objetivo es evitar la
ambigüedad y la interpretación equivocada de los términos legales, lo que permite
garantizar la seguridad jurídica y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Por lo
tanto, es considerada por asegurar una correcta comprensión y aplicación de las normas
jurídicas en una sociedad.

Este tema ha sido objeto de estudio y discusión por varios autores dentro del ámbito
del derecho. Uno de ellos es el jurista argentino Carlos Nino, quien señala que la función
del lenguaje jurídico es la de expresar el contenido normativo de las leyes y los principios
jurídicos, a fin de permitir su interpretación y aplicación en los casos concretos (Rosseti,
2018).

Así mismo, se puede señalar que el lenguaje jurídico tiene, un ámbito de aplicación
específico; entre los particulares con trascendencia jurídica y las relaciones en las que
interviene el poder público (legislativo, ejecutivo o judicial) hacia el ciudadano o a la
inversa. Este ámbito de aplicación determina la utilización de unas convenciones socio-
pragmáticas y las normas de cortesía jurídica ya que en origen se reconocía la posición de
autoridad de la Administración de Justicia encargada de dirimir 4 los conflictos y, a su vez,
la posición de subordinación del administrado respecto a los poderes legislativo y
ejecutivo. La cortesía es la demostración o acto con que se manifiesta la atención, el
afecto o el respeto que tiene una persona a otra. Alcaraz Varó señala algunos ejemplos
de cortesía en el ámbito jurídico: - el tratamiento: los jueces reciben el tratamiento de
“señorías”. Los abogados/as o letrados/as, pues así es como se dirigen entre ellos/as, al

4
DIRIMIR. Deshacer. Disolver, desunir o desatar. Aplícase singularmente en materias matrimoniales. Decidir, resolver,
terminar o concluir una controversia, estableciendo una mayoría o mediante una fórmula conciliadora.
comenzar su exposición durante una vista han utilizado desde hace tiempo la fórmula
introductoria “con la venia”5, que viene a significar con el permiso del tribunal o de su
señoría.

Sin olvidar que el significado de la palabra persuadir es “obligar a alguno con el poder
de las razones o discursos que se le proponen, a que ejecute alguna cosa”, algunos
tratadistas enseñan que persuadir es arrancar decisiones a la libre voluntad e “inclinarla a
que acepte el bien o rechace el mal”. Sin embargo, siendo sinceros, debemos reconocer
que podemos ser persuadidos de distintas maneras, sea a través de una comunicación
verbal o no verbal. Por consiguiente, estamos en condiciones de afirmar que se persuade
a la voluntad, correspondiendo lo primero a la esfera intelectual del receptor -mudar de
parecer- y lo segundo a la volitiva -que ejecute alguna cosa-. Al ejercer su influencia sobre
la sensibilidad de los receptores, la persuasión despierta en ellos sentimientos y
emociones, captando después su voluntad y forzando sus acciones.

Sin embargo, debemos aclarar que la persuasión se desarrolla de manera gradual a


través de la argumentación retórica, pero sólo será válida respecto de un tiempo, una
cultura y un auditorio determinado.

Constituye una de las actividades jurídicas más importantes a la hora de aplicar el


Derecho, esta hace referencia a la operación que se coloca entre dos sujetos que hablan
para hacer conocer a cada uno de ellos lo que el otro ha dicho o está diciendo. Como
punto clave de este lenguaje es determinar el sentido que posee cada uno de los
elementos que componen la proposición normativa, y cuál es el fin porque se la creo así
también cuando la interpretación no está clara para el destinario, adoptar una decisión
más loable y comprensible para quien recibe la decisión.

Clasificación del lenguaje jurídico:

5
VENIA. Perdón de ofensa. Remisión de culpa. (v. Amnistía, Indulto.) Autorización, licencia o permiso para ejecutar
algo, si no está prohibido. Facultad concedida a los menores de edad para que puedan administrar sus bienes. Reverente
saludo inclinando la cabeza. Tomado de esta acepción, en Sudamérica se dice por saludo militar; aunque no existe en él
inclinación, ni sea cortesía, sino deber para con los superiores, por imperio de la disciplina y de la jerarquía. JUDICIAL.
Permiso o autorización que para ciertos actos se requiere de los jueces, que la conceden o niegan tras considerar su
legalidad y conveniencia. Respetuosa autorización que el fiscal y los letrados recaban del tribunal para usar de la palabra,
ya sea para interrogar a las partes, a los peritos testigos, ya para alguna interrupción, o para iniciar sus alegatos o
proceder a la rectificación procedente. En los tribunales colegiados suele decirse: “Con la venia de la sala”
El estilo jurídico debe ser claro y transparente como un cristal, a través de cuya
estructura han de irradiar nítidas las ideas y los pensamientos. Los profesionales del
Derecho tienen en la palabra y su adecuada utilización una valiosa e insustituible
herramienta. El buen uso del lenguaje nos conduce a facilitar la comunicación entre los
humanos y el lenguaje técnico contribuye al buen entendimiento entre los profesionales de
una ciencia o arte. Las normas de Derecho escrito requieren de ser leídas e interpretadas
en los textos que se plasman, para desentrañar el significado que el Derecho tiene.

De la misma manera que una materia, especialidad o ciencia manifiesta su


peculiar identidad lingüística, el Derecho también presenta su propia técnica de
comunicación oral y escrita entre los profesionales que la conforman. Para ello, el
Derecho se sirve de un lenguaje especial que se subdivide en tres campos, cada uno de
ellos con características propias e independientes pero que en su conjunto logran que
esta clase de lenguaje sea comprensible a raíz de la conjunción de los elementos que la
integran.

Esos tres campos del lenguaje jurídico son los siguientes:

1) Lenguajes Jurisprudenciales.

El lenguaje jurisprudencial, al cumplir funciones de interpretación y aplicación de las


normas generales del sistema normativo; de identificación y narración de conflictos, de
valoración de material probatorio y, en definitiva, de dar solución a un determinado
conflicto dentro de la vida de los ciudadanos, debe estar caracterizado por las
condiciones que garanticen su óptima comprensibilidad. En este sentido, las decisiones
de redacción y de ordenación del texto, deben justificarse, primordialmente, desde los
propósitos que le son esenciales y está constituido por autos y sentencias, sirve de
complemento al Derecho Positivo, estableciendo el marco teórico aplicable a los casos
concretos y las consecuencias legales derivadas en los actos encausados, adicional a ello
podemos argumentar que la jurisprudencia, consiste en un cuerpo de sentencias e
interpretaciones provenientes de organismos jurídicos oficiales, como por ejemplo, los
Tribunales Distritales de la Corte Provincial de Justicia del Guayas, Corte Nacional de
Justicia, etc. Los organismos encargados de dictar la jurisprudencia están contemplados
en el ordenamiento jurídico de cada nación, o sea, en su Carta Magna.
Se forma a partir de todos los fallos y decisiones de los tribunales, de modo tal que
una decisión de un juez no sólo cumple un cometido inmediato, sino futuro. Por eso
“sentar jurisprudencia” significa que un juez sienta un precedente para futuras
interpretaciones judiciales, se comporta conforme a lo establecido a la Constitución y a
los ordenamientos jurídicos nacionales.

La jurisprudencia es un concepto clave del ejercicio jurídico, ya que permite la


formación de criterios jurídicos necesarios para los jueces. Así, no actúan
mecánicamente, siguiendo la ley al pie de la letra, sino que pueden interpretarla,
considerarla a la luz de su propia historia y de la historia del derecho local.

La jurisprudencia unifica e integra el sistema jurídico, en la medida en que tiene valor


como fuente del derecho positivo. Esto quiere decir que, se trata de una fuente formal
del derecho continental, pero su valor práctico puede ser mayor o menor según el caso,
impidiendo así que una misma situación jurídica reciba diferentes interpretaciones de
distintos tribunales o por el mismo en distintos momentos históricos.

La jurisprudencia es en el lenguaje de los jueces a resolver los litigios, aplicando las


normas del ordenamiento jurídico, que a su vez son el lenguaje del legislador. (Ordoñez,
2002, pág. 180)

El actor mencionado hace alusión a que el lenguaje jurisprudencial se refiere al


conjunto de pronunciamientos que dictan las personas que se tienen la capacidad y están
debidamente facultadas para emitir opiniones, resoluciones sobre el derecho, sobre la
interpretación de las normas jurídicas, dicha decisiones deben ser fundamentadas
legalmente para cada caso en concreto.

Ya sabemos que el lenguaje no es forma, sino sustancia, porque no es imaginable un


pensamiento sin su expresión a través de un código lingüístico. Además, que también
que todo lenguaje es causa y efecto de una cultura. El lenguaje jurídico, pues, no sería
otra cosa distinta que el ordenamiento jurídico. Y viceversa. Es verdad que, como alguno
ya estará pensando, existen principios latentes que no aparecen verbalizados, y que
tienen carácter de fuente del Derecho: pero también es cierto que mientras no se
identifiquen y se definan con palabras precisas y certeras, esos principios no son nada.
Nada más que “recurso de charlatanes”, como diría Díez-Picazo de un principio de
enriquecimiento injusto no contorneado por palabras precisas. De manera que también
respecto de ellos es importante advertir que han de pasar por el ojo de aguja del
lenguaje. De lo contrario, se convierten en un arma inmanejable (es decir, incontrolable)
en manos del juez: su concepción personal de lo justo.

En definitiva, el lenguaje jurisprudencial conlleva a la claridad y precisión que debe


tener la resolución del juez, constituyen, por una parte, una exigencia de principios
fundamentales del ordenamiento como la seguridad jurídica, la responsabilidad
democrática o la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos. El juez debe
conocer lo que la ley establece; no sólo para interpretar la ley en un sentido literal, sino
para aplicar la misma de manera justa, legal y expresarlo jurídicamente sin dejar de lado
el lenguaje jurídico. La brevedad y la sencillez no deben quitar el carácter jurídico sino
convertirse en instrumentos para escribir mejor un documento, el cual interesa a muchos
porque un punto, una coma mal ubicada en un texto conlleva a muchas
responsabilidades y afecta a la integridad de las demás personas, es por ellos que se
deduce que el lenguaje jurisprudencial esta encadenada para aquellas personas que
están legítimamente facultadas para interpretar el derecho no solo a través de un
sistema sino a través de su formación profesional en derecho.

2) Lenguajes Legislativos

Son utilizados por los juristas para redactar las normas que conforman todo
ordenamiento jurídico de una nación, son aquellos que proceden del poder legislativo
(Congresos, Senados, Asambleas Nacional, etc.) y de sus instituciones subordinadas
(gobernaciones, alcaldías, intendencias, etc.). Por ejemplo, una ley creada por los
Asambleístas, o un reglamento creado por Gobiernos provinciales.

Se refiere a las personas que tienen la potestad de elaborar, crear leyes,


reglamentos que rigen a una sociedad, mismas que sirven para regula la convivencia y
protegen los intereses de individuos y grupos sociales. (Bizcarrondo, 2007, pág. 6)

Es aquel lenguaje que emplean los juristas para escribir o redactar las normas que
conforman todo ordenamiento jurídico. Generalmente se presenta en las leyes
emanadas del órgano competente para promulgarlas. Ejemplos: Leyes ordinarias,
decretos legislativos, resoluciones judiciales, etc.
En el caso de nuestro país Ecuador este lenguaje abarca perfecto con el tema de
los asambleístas, ya que según la constitución de la república del ecuador en su artículo
120 numeral 7, establece: La Asamblea Nacional tendrá las siguientes atribuciones y
deberes, además de las que determine la ley: 7 “Crear, modificar o suprimir tributos
mediante ley” 6

Los legisladores tienen la palabra y su adecuada utilización es una instituible


herramienta. El buen uso del lenguaje nos conduce a facilitar la comunicación entre los
humanos y el lenguaje técnico en este caso el lenguaje jurídico contribuye al buen
entendimiento entre los profesionales del área jurídica para su correcta aplicación e
interpretación de la ley. Sin embargo, es menester recordar que no se debe abusar de la
capacidad de dominio que se tiene sobre las normas jurídicas y la forma en que nos
expresamos de las mismas, debido a que las personas quienes son destinarias de las
decisiones legales no son personas que están ligadas al ámbito del derecho y por ende
desconocen del significado de las algunas palabras técnicas jurídicas.

3) Lenguajes Doctrinales.

Es aquella que realizan los estudiosos del Derecho desde un punto de vista teórico
y general, con la finalidad de resaltar las bondades o defectos de las normas jurídicas, y
de ser el caso plantear criterios que orientes a los operadores jurídicos que las tengan
que aplicar. (Bernal, 2018)

Es aquel tipo de lenguaje que aparece en aquellos textos jurídicos elaborados por
los teóricos del Derecho. Generalmente son elaborados por quienes desean expresar una
opinión concreta respecto a algún tema jurídico en particular. Los autores de este tipo de
textos invierten grandes cantidades de tiempo para su elaboración, puesto que se trata
de una actividad que les exige mucha reflexión y razonamiento para poder publicar su
peculiar visión de lo que escriben.

Este párrafo menciona a los estudios y observaciones de carácter científico,


realizadas a través de juristas. De este modo se deduce que el lenguaje doctrinal o
doctrina son aquellos elementos a los que acuden los operadores de justicia (jueces,
6
DEL ECUADOR, Asamblea Constituyente. Constitución de la República del
Ecuador. Quito: Tribunal Constitucional del Ecuador. Registro oficial Nro, 2008, vol. 449, p. 49-
art.120
magistrados, abogados en el libre ejercicio, fiscales, etc.) para tomar sus decisiones de
una manera objetiva. De la misma manera en base a la doctrina los abogados pueden
tomarlo como referencia al caso que estén llevando para que el juez dicte un fallo a su
favor.

La doctrina aplicada en el ámbito del derecho se basa en el sentido de las leyes a


aplicarlas correctamente dentro del sistema judicial, incluso esta ofrece posibles
soluciones para hechos o cuestiones que no se encuentran legisladas es decir plasmadas
o tipificadas dentro de una figura legal.

CONCLUSIONES

El lenguaje jurídico es un lenguaje técnico o lengua de especialidad, profesional o


académica que, como toda disciplina científica, necesita de conceptos y categorías
propios que le otorgan la precisión con la que debe contar; Pero, también, es el lenguaje
de las leyes, de las sentencias, de los reglamentos y de todas las normas que rigen la
convivencia dentro de una comunidad. Por esta razón no es irrelevante la forma en que
tales textos se escriben ni es un problema ajeno a la universidad, la lengua evoluciona de
manera natural, así mismo el lenguaje aplicado en materia jurídica debe hacer lo mismo,
por lo que es indispensable adaptarse a tiempos actuales en todos los contextos de
aplicación conforme las layes sean ejecutadas.

El lenguaje jurídico no solo abarca palabras tecnológicas, sino también del lenguaje
común, éste es utilizado mayormente por los juristas en el campo del derecho, dentro de
sus discursos encontraremos: técnico- jurídico, técnico no jurídico, ético, ideológico y
coloquial; por ello, los profesionales del derecho deberían hacer el esfuerzo de adaptar
los términos técnicos del lenguaje jurídico a un lenguaje comprensible que esté más de
acuerdo con el léxico del ciudadano del común, siempre y cuando no sean necesarios,
para lograr de forma eficiente la transmisión de los mensajes.
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Fuente: https://concepto.de/jurisprudencia

Bernal, B. M. (2018). Derecho y Teoría Juridica. Colombia: contorno del derecho.


Bizcarrondo, G. (2007). El Lenguaje Juridico. Colombia: Norma Juridica.

Ordoñez, D. S. (2002). LENGUAJE JURIDICO: Jurisprudencial, argumentación y estilo.


Revista Juridica de doctrina, jurisprudencia.-.

DEL ECUADOR, Asamblea Constituyente. Constitución de la República del


Ecuador. Quito: Tribunal Constitucional del Ecuador. Registro oficial Nro, 2008,
vol. 449, p. 49-art.120

Cfr. MUÑOZ MACHADO (Dir.) Real Academia Española, Libro de estilo de la Justicia, Ed.
Espasa, Madrid, 2017, pág.2 y ss.

Cazorla Prieto, Luis María, El lenguaje jurídico actual, Navarra, Aranzadi, 2013, p. 26
DIEZ PALABRAS DEL DICCIONARIO JURÌDICO CON SU CONCEPTO

ACTA. - La relación escrita donde se consigna el resultado de las deliberaciones y acuerdos


de cada una de las sesiones de cualquier junta, cuerpo o reunión. La voz acta deriva de la
latina actus, que expresaba propiamente todo cuanto se hace o dice, se conviene o pacta:
"Id quod actum est".

AMENAZA. - Dicho o hecho con que se da a entender el propósito más o menos inmediato
de causar un mal. Indicio o anuncio de un perjuicio cercano.

APELAR. - Recurrir al tribunal superior, el litigante agraviado, para que anule, revoque,
atenúe o modifique la sentencia del inferior.

CALUMNIA. - Infundada y maliciosa acusación, hecha para dañar. La falsa imputación de un


delito que dé lugar a acción penal pública.

CASACION. - Acción de anular y declarar sin ningún efecto un acto o documento. La


instancia excepcional, al punto de no resultar grato a los procesalistas el término, que
permite recurrir contra el tribunal de apelación u otros especiales (como los amigables
componedores), tan sólo en los casos estrictamente previstos en la ley, cuando se haya
incurrido en el fallo contra el cual se acude en casación, bien en una infracción evidente de
la ley o en la omisión de alguna formalidad esencial en el procedimiento.

COMPLICE. - El que, sin ser autor, coopera a la ejecución de un hecho delictivo por actos
anteriores o simultáneos.

IBIDEM. - En citas, notas, referencias e índices, este españolizado adverbio latino significa en
el mismo texto o lugar. (v. Ídem.).

INAPELABLE. - Irremediable, inevitable, insubsanable. Definitivo. Fallo, sentencia, auto o


resolución contra la cual no cabe apelación (u otro recurso cualquiera), por ser firmes, no
autorizarlos la ley, haberlos consentido las partes o haber transcurrido el término hábil.

INSTIGACION. - Incitación por una persona a otra para ejecutar una cosa.
SOBRESEIMIENTO. - Desistimiento de pretensión. Abandono de propósito o empeño.
Cesación en el cumplimiento de una obligación; como el comerciante en sus pagos.
Suspensión del sumario o del plenario en el procedimiento criminal. Terminación del
carácter voluntario de la jurisdicción, con reserva de derechos a los interesados o
conversión del caso en asunto de la jurisdicción contenciosa

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