Economia Circular YBioeconomia Pilares Del Desarrollo S

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Economía circular y bioeconomía,

pilares del desarrollo sostenible


Circular economy and bioeconomy,
pillars of sustainable development

DOI: 10.15446/rev.colomb.biote.v22n2.XXXXX

D urante millones de años los procesos naturales se han ajustado para alcanzar un equili-
brio dinámico: el agua se evapora para formar nubes que se precipitan como lluvia y
llevan agua a los lugares más recónditos del planeta, luego vuelve a evaporarse para continuar
su ciclo; así mismo, los seres vivos acumulan materia orgánica durante su crecimiento, la cual
retorna al ambiente después de su muerte; de esa forma, todos los procesos naturales logran
un balance para mantener el frágil equilibrio. Por otra parte, los procesos antropogénicos han
sido desarrollados para generar productos y servicios de valor y utilidad exclusivos para el ser
humano, sin considerar que la disponibilidad de los recursos para su obtención es limitada y,
mucho menos, que todas las actividades que desarrollamos generan impacto en la biosfera.

La extinción de especies de flora y fauna por procesos intensos de explotación ha sido docu-
mentada desde tiempos prehistóricos. Recientemente el efecto de las actividades humanas en
el clima del planeta ha sido foco de atención de ambientalistas, científicos y de gobiernos -a
pesar de los esfuerzos negacionistas-. Algunos estudios del efecto de nuestras actividades en
el equilibrio natural del planeta indican que hemos iniciado la sexta extinción masiva -como la
que acabó con los dinosaurios y más de 75% de las especies que existían hace 66 millones de

* Ing. Quim., M.Sc., Ph.D., profesor asociado del Departamento de Ingeniería Química y Ambiental,
Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá, Colombia. ORCID ID 0000-0002-7724-6565.
[email protected]

Editorial
Rev. Colomb. Biotecnol. Vol. XXII No. 2 Julio - Diciembre 2020, 3 - 5 3
años- pero las cinco extinciones anteriores fueron causada por fenómenos geológicos o astro-
nómicos, mientras que la actual tiene origen antropogénico.

Pero no todo está perdido, algunos antecedentes nos muestran que cuando tomamos una
decisión colectiva podemos direccionar nuestro esfuerzo y conocimiento para lograr las me-
tas propuestas, incluso si estas no se traducen en beneficios económicos inmediatos. La susti-
tución de los gases refrigerantes (clorofluorocarbonos) y otros gases que destruyen la capa de
ozono, que inició en 1987 con el protocolo de Montreal y que en el presente siglo ya ha
mostrado una recuperación del ozono en la estratosfera, es un ejemplo de cómo se pueden
resolver problemas globales con esfuerzo científico, tecnológico y políticas claras y contun-
dentes. Actualmente hay iniciativas que buscan remediar problemas ambientales críticos, co-
mo la barrera para recoger la basura plástica que flota en los océanos (La Vanguardia
08/10/2019), las leyes que prohíben los plásticos de único uso (El Espectador, 11/01/2020), o
los acuerdos internacionales de reducción de gases de efecto invernadero; pero estos esfuer-
zos no son suficientes sino son integrados, globales y si no atacan las causas de raíz.

La tarea es titánica: transformar todas nuestras actividades, especialmente las de producción y


consumo, para que se integren en procesos cíclicos, circulares, sustentables; esto no es una
idea reciente, pues desde los años 1970 se ha teorizado por diversas escuelas como las de
Diseño Regenerativo, Economía del Rendimiento, Ecología Industrial, Capitalismo Natural
(https://www.ellenmacarthurfoundation.org/). Para su desarrollo e implementación, la econo-
mía circular se apoya en desarrollos de diversas áreas como la nanotecnología (que, entre
otras cosas, permite aumentar la eficiencia de los procesos), las energías renovables (donde la
solar y la eólica parecen ser las de mejor proyección), la biotecnología (que está directamente
involucrada con procesos de producción limpios y con el aprovechamiento de residuos).

Algunos logros que desde la biotecnología apoyan la implementación de ciclos sustentables


dentro de la economía de mercado son las tecnologías para el procesamiento de biomasa
lignocelulósica (que es una de las bases para el desarrollo de biorrefinerías), el desarrollo de
fertilizantes y otros insumos biológicos (que reducen el consumo de productos químicos para
la agricultura) y el desarrollo de procesos de biorremediación (http://www.biotekis.es/). Por la
gran proyección de los procesos biológicos dentro de la economía se ha acuñado el término
bioeconomía, que se define como “una economía basada en el consumo y la producción de
bienes y servicios derivados del uso directo y la transformación sostenibles de recursos bioló-
gicos, incluyendo los desechos de biomasa generados en los procesos de transformación, pro-
ducción y consumo, aprovechando el conocimiento de los sistemas, principios y procesos, y
las tecnologías aplicables al conocimiento y transformación de los recursos biológicos y a la
emulación de procesos y principios biológicos” (Bioeconomía en América Latina y el Caribe,
en (https://www.cepal.org/). El estudio de la CEPAL indica que, a pesar del gran potencial de
los países de la región, el concepto de bioeconomía ha recibido poca atención por los gobier-
nos, lo que se refleja en falta de políticas públicas que incentiven la investigación, los desarro-
llo e implementaciones necesarias para la trasformación de nuestro sistema productivo.

Para los más pragmáticos, debemos recordar que el problema es mucho más profundo que
cuidar especies emblemáticas como los rinocerontes y los osos polares, pues el desequilibrio

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ecosistémico que se ha generado por el impacto de nuestras actividades puede llevar a la extin-
ción de nuestra propia especie. Algunos de los problemas más graves que se han identificados
son el cambio climático que incrementará el nivel de los mares, modificará el hábitat de mu-
chas especies y aumentará los procesos de desertificación; la extinción de insectos polinizado-
res, de vital importancia para la agricultura, y la sobreexplotación de recursos como el agua y la
pesca, con la consecuente escasez de los mismos.

En conclusión, el desarrollo científico y tecnológico, específicamente en el campo de la biotec-


nología, unido con la concientización en todos los niveles de la sociedad, es de gran importan-
cia para minimizar nuestro impacto sobre el planeta, lo que de paso impulsaría el desarrollo
social y económico en zonas rurales. Si la preservación del planeta como lo conocemos no es
motivo suficiente para impulsar la trasformación de nuestro modelo económico, haciendo que
la preservación de la biodiversidad sea tan buena para las empresas como para el ambiente,
debemos pensar en la preservación de nuestra propia especie y las oportunidades que dejare-
mos a las generaciones futuras. Como afirmó el ex presidente Obama en agosto de 2015,
cuando calificó el cambio climático como la mayor amenaza para nuestro futuro: “Somos la
primera generación que siente el impacto del cambio climático y la última generación que pue-
de hacer algo al respecto".

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