Hombre Sociedad y Naturaleza
Hombre Sociedad y Naturaleza
Hombre Sociedad y Naturaleza
Desde sus orígenes el hombre ha intentado conocer la naturaleza, ya que de ello dependía su
supervivencia. El hombre ha transformado para el aprovechamiento, ha adaptado la realidad a sus
propias necesidades, ha acomodado la naturaleza al modo de ser y necesidades humanas. No se
conformó con colectar frutos que la naturaleza ofreced, sino que aprendió a sembrarlos, primero
manualmente, luego ayudado por animales, y finalmente, creando máquinas con esa finalidad. El hombre
usa la naturaleza para satisfacer sus necesidades, pero también es cierto, que abusa de ella y acaba
destruyéndola. El hombre no es dueño de la naturaleza o que pueda utilizarla de un modo arbitrario y
agotar sus recursos indiscriminadamente, el hombre no posee derecho absoluto sobre la naturaleza, sino
que debe administrar sus recursos naturales en un marco de respeto hacia la realidad natural en si
misma, y hacia las generaciones futuras. Destruir la naturaleza, no respetar su riqueza, dinamismo y leyes,
equivale a no respetar al hombre y otros organismos vivos que ha de vivir de ella y en ella. Cuando no
tratamos adecuadamente y con benevolencia la naturaleza, tampoco nos estamos comportando
nosotros de acuerdo a nuestra naturaleza humana y dignidad.
Hace unos 250mil años aproximadamente se originó el hombre en África, desde donde migró al
resto del mundo, se considera que las glaciaciones fueron el principal motivo que impulso los
movimientos poblacionales, entre otras causas climáticas, riñas o excedentes de las poblaciones, debido
al “escaso conocimiento” y control de la naturaleza. Emigraban en grupos pequeños de unos 20
miembros y que tenían algunas relaciones de parentezco, y con una división del trabajo por edad y sexo.
Su andar y deambular dependía de los animales de caza (mamut, bisontes, rinocerontes lanudos, osos
cavernarios, caballos prehistóricos, cabras, renos o ciervos, etc. El hombre en su desplazamiento fue
modificando el medio geográfico, a medida que poblaba diferentes áreas y regiones continentales se fue
adaptando a las diversas condiciones del medio ambiente, creaba nuevos instrumentos, y establecía
diversos tipos de relaciones con el medio ambiente circundante.
Cada familia estaba integrada por un linaje, cuyo fundador era recordado por todos.
Probablemente rendían culto a los espíritus de los antepasados. La filiación al linaje se efectuaba por vía
paterna o materna. Conformaban la banda varios linajes emparentados entre sí por la convicción de que
descendían de un mismo personaje mitológico; éste podía ser un animal o fenómeno natural. Su figura
se conservaba en el tótem protector del grupo, por esta razón le presentaban ofrendas y efectuaban
rogativas, a este tipo de organización se llama también clan.
Cada linaje estaba encabezado por su integrante más anciano Entre ellos se elegía al jefe de la
banda, quien debía velar por la tranquilidad de la comunidad, dirimir los pleitos entre sus integrantes y
oficiar las ceremonias a los espíritus fundadores. Estructura similar tuvieron las bandas que explotaban
recursos acuáticos o marinos. Sin embargo, disponiendo de alimentos permanentes a lo largo del año,
no necesitaron adoptar una forma de vida nómada. Se transformaron en sedentarios, como atestiguan
los inmensos conchales, o depósitos de basura, localizados tanto en el litoral del Pacífico como del
Atlántico. Algunos alcanzan dimensiones considerables, sobresaliendo, en tal aspecto, los de las costas
de Chile, Perú y sur de Brasil. El Arcaico fue un período de experimentación en la utilización de vegetales
silvestres. La dieta humana comenzó a depender en forma cada vez más creciente de ellos. Hallazgos
arqueológicos en el valle de Tehuacán (México) señalan que hacia el 6.000 a.C. El 80% de la alimentación
estaba compuesta por vegetales silvestres. Similar situación se desprende de los restos en el valle de
Ayacucho (Perú).
Existe una relación estrecha con el medio, dependencia de los recursos naturales, energía para
subsistencia y reproducción. La utilización de los recursos era un ciclo cerrado, en el que los materiales se
reintegraban al sistema biológico, no se afectaba la autoregulación de los ecosistemas, no destruían
masivamente las selvas, ni las plantas ni los animales, no exterminaban las especies animales, sino que
consumían las que eran imprescindibles para sus subsistencia, la dieta era a base de lo que
proporcionaba el medio natural, tenían otros valores y otra etología con respecto a la naturalea. Los
primeros hombres entendieron como aprovechar los recursos, construir herramientas y cazar en grupos,
comprendió cada detalle de su entorno, el ritmo de la vida que lo rodeaba, lo transmitió de generación
en generación, y nuevamente se adapta y se supera. Un signo claro del conocimiento del entorno lo
podemos encontrar en los pueblos originarios de diferentes lugares y comparandolos. Por ejemplo, la
tribu de los Intuís – esquimales, quien habitan un área donde el conocimiento de cada aspecto de la vida
es en si mismo un acto de supervivencia. El máximo aprovechamiento de cada recurso disponible es vital:
carne, huesos, piel, tendones, marfil, intestinos, hielo, agua, temperatura, etc. Son parte de la muy
limitada disponibilidad de recursos sobre el mar congelado. Esta diferencia climática, periódica y
previsible, conforma parte del conocimiento común a cada cultura sobre el medio que la rodea y
condiciona.
Los humanos debían comprender el entorno que los rodeaba, la vida diaria exigía reconocer allí
los alimentos, los depredadores, los refugios, etc. pero también obligaba a la vida comunitaria, y a
comunicarles a otros los hallazgos. En nuestra especie también existía relaciones como la depredación o
la cooperación análogas a las que son observadas en los animales. Hay un importante componente
evolutivo en el hombre. Las complejas relaciones ecológicas de nuestros antepasados fueron exitosas, en
ellas también participaron mecanismos de aprendizaje, los que aun hoy operan. Por ello la cultura se ha
insertado en un proceso evolutivo que tiene una raíz biológica. El hombre evolucionó a lo que hoy
llamamos hombre moderno, en íntimo contacto con la naturaleza, una convivencia inseparable e
indisoluta, permanente en cada aspecto del hombre primitivo. El entorno lo condicionó a aprender a
sobrevivir o perecer y con el la especie, caos con peligro, y breves momentos de tranquilidad para
reproducirse, aprender de lo que le rodeaba y transmitirlo a las siguientes generaciones.
El verdadero ancestro del maíz actual es el teosinte (zea mexicana), planta anual con el mismo
número de cromosomas que los tipos modernos, originario de las zonas subtropicales y semiáridas de
México, Guatemala y Honduras. Su mazorca es pequeñísima y las semillas, formando una hilera en
cantidad de seis a diez, están cubiertas por una dura vaina. El teosinte, segun testimonios arqueológicos,
comenzó a ser domesticado alrededor del 5.00 a.C. en el valle de Tehuacán (México), muy distante de su
centro de origen, lo que confirmaría la teoría acerca de los inicios de la agricultura.
Hoy vemos el pasado y la relación con la naturaleza desde la comodidad de nuestras casas, sin
grandes necesidades, hoy no comprendemos el verdadero valor de los elementos de nuestro entorno,
del conocimiento del ambiente en el que nos encontramos, vivimos relativamente una vida más fácil t
despreocupada con muy poco tiempo atrás, comenzando, por lo más reciente, claramente no es lo
mismo la sociedad actual que la del siglo XV. Tenemos un conocimiento más profundo de la vida social,
que del entorno natural.
Las primeras aldeas de agricultores, al finalizar el Arcaico habían surgido muchas aldeas agrícolas.
Levantadas en sitios con abundancia de tierras cultivables y recursos de agua para el riego, pudieron
aceptar inmigrantes y abandonar las prácticas destinadas a limitar el crecimiento demográfico. Así la
población aumentó y fue posible repartir las tareas entre sus miembros. El comienzo de la
especialización laboral exigió la designación de un jefe que tenía como misión principal distribuir las
tierras de la comunidad entre los diversos grupos familiares. Cada uno recibía una superficie
proporcional al número de personas que lo integraban. A medida que aumentaban las poblaciones, las
tribus tuvieron que inventar métodos, herramientas y formas de trabajo con el objetivo de incrementar
tanto las superficies labradas como su productividad. Dichas innovaciones conforman los llamados
sistemas agrícolas que, en ciertas áreas de América, comenzaron a desarrollarse hacia el año 2.000 a.C. La
producción de alimentos transforma la sociedad, de alguna manera posibilitaron el surgimiento de
señoríos, en ellos los linajes comienzan a diferenciarse entre sí, rompiéndose la igualdad presente en
bandas y tribus. Una familia monopoliza el acceso al cargo de jefe o señor; mientras las otras adquieren
distintos grados de prestigio según sus respectivas especializaciones. En los señoríos la persona del jefe
juega un importante papel en el ceremonial religioso. A sus tareas administrativas y económicas agrega
las de supremo sacerdote, lo que aumenta considerablemente su poder. El incremento de la riqueza del
señor, unido a la mayor cantidad de mano de obra tributaria, permitió construir Plataformas
ceremoniales y monumentos que, lentamente, transforman la aldea en un centro ceremonial. A los
edificios religiosos se agregan el palacio del señor, las casas de sus sirvientes y de la burocracia
administrativa. Algunos señoríos alcanzaron gran desarrollo y llegaron, incluso, a entablar relaciones con
distintas comunidades traspasándoles sus conocimientos, tecnologías y, por sobre todo, su religión.
Occidente: La relación sociedad - naturaleza, hombre – hombre cambia. Con el tiempo surjen las
primeras ciudades, las cuales crecen y ofrecen “seguridad y comodidades” que el campo no otorga,
aparecen los nuevos oficios, derivados de la urbanización, diferentes formas de organización más
complejas, sociedades jerarquizadas, que requieren nuevos trabajos y formas de ganarse la vida, una de
las consecuencias de estos cambios, fue que el hombre rompe su estrecha relación con la naturaleza, y
asume una postura de dominación sobre la naturaleza, extracción de recursos, así como la dominación,
sometimiento y explotación de otros hombres.
El imperio romano, así como otras denominadas civilizaciones desnaturalizan la vida en las
ciudades con construcciones monumentales, con normas, códigos que solo tenían cabida en una ciudad.
Roma deja de hacer uso de la naturaleza, para iniciar el saqueo de los recursos naturales. El imperio
gasta, consume todo tipo de animales, pieles, metales, hombres, y mujeres, maderas y alimentos a escala
desmedida, construyen templos, circos, teatros, trazados urbanos, que tenían grandes dimensiones,
utiliza el ocio y los espectáculos masivos como herramienta política de dominación.
En la era industrial, lejos de retroceder en el consumo de materias primas, se eleva a una situación
de irreversibilidad, el daño ocasionado a los bosques, la tierra, el agua, la fauna silvestre, y el uso de los
recursos no renovables de forma indiscriminada. La búsqueda de riqueza por medio de la producción
masiva, aplasta cualquier pensamiento ético y conservacionista. La sociedad industrial pierde el ritmo de
la vida y cada vez somos más ajenos al planeta. Se ve a la naturaleza como la fuente inagotable e
inalterable de riquezas y recursos. La sociedad ve satisfecha sus necesidades en el entorno urbano,
comenzando a olvidar que los alimentos que los nutren, la madera que los calienta, y construye sus
muebles y casas, las materias primas que son fuente de su trabajo y su sustento provienen de la
naturaleza. Hoy España, al igual que grandes extensiones en Europa, se encuentran prácticamente
despojadas de sus bosques, a excepción del Norte.
El crecimiento industrial requiere cada vez más recursos naturales: agua, aire, y suelo Superficies
de tierra sufren de manera continua deforestación muchas veces por la necesidad de ampliar la
superficie cultivable. A mayor población se genera un mayor consumo de los ecosistemas, aumento del
consumo de energía, agua, alimentos, y otros recursos que son extraídos de un medio natural. La
desintegración de los valores culturales, identidad y prácticas productivas de las sociedades
tradicionales.
Tienen una zona geográfica común, hay sociedades generales que hacen posibles las relaciones
humanas, y las específicas. La sociedad existe desde que el hombre comenzó a poblar el planeta,
aunque su forma de organización varió a lo largo de la historia. Las sociedades no son estáticas sino que
evolucionan en el tiempo cambiando determinadas costumbres. No se puede separar la sociedad de la
naturaleza, hay una relación de los sistemas humanos en interacción con sus sistemas ambientales.
A través del trabajo el hombre se relacionaba con la naturaleza con el fin de suplir sus
necesidades propias o de su comunidad, y pasó a ser una relación indirecta cuando el propietario y
dueño de los medios de producción viene a ser un intermediario, por lo que los dueños de las tierras
obligan a los trabajadores a producir mucho más de lo que éstas dos partes consumen, con el fin de
aumentar el lucro, el poder, la riqueza individual y su dominio sobre el prójimo. Debido a esto, la relación
hombre naturaleza queda subordinada a las necesidades de la clase dominante (dueños de los medios
de producción), por lo que el trabajo se convierte de medio de desarrollo y realización a medio de
tortura, explotación y destrucción, y esto no aplica solo al hombre, sino también a la naturaleza, porque
se transforman en instrumentos o herramientas que utilizará la clase dominante para expandir su poder y
territorio. El acceso desigual de los hombres a los recursos naturales, aspectos que en muchas
situaciones dependen más de los social que de cuestiones físicas, naturales y biológicas. La ecología
social exige el reconocimiento de las dimensiones sociales del manejo de los recursos, no solo en como
son afectadas las personas, sino también por una valorización de sus conocimientos. Se ha minimizado el
saber de las poblaciones nativas, las que poseen conocimientos complejos y ricos sobre sus ambientes,
las cuales podrían ser análogas a las que puede tener un técnico. La ecología social se preocupa por la
diversidad cultural. El regreso a las raíces del saber, del saber popular, que reivindica un conocimiento
del ambiente como unidad, reconociendo las estrechas relaciones que con el mantiene las distintas
sociedades en interacción con su entorno.
No solo el impacto social de este sistema sobre el hombre, sino como ya mencionamos sobre la
naturaleza, la extracción y explotación indiscriminada de los recursos, con consecuencias como la
contaminación del agua con aguas de orígen industrial, las cuales han provocado la muerte de enormes
cantidades de peces, derrames de petróleo, que provocan la muerte también de miles de aves marinas
que mueren por asfixia, y reduce la actividad fotosintética de plantas. Las aguas que provienen de áreas
agrícolas manejadas con químicos agrotóxicos, la tala de bosques para el extablecimiento de grandes
extensiones agrícolas, ciudades, centros comerciales, para la industria maderera, los cuales modifican el
paisaje, entre otras características como el clima y los ecosistemas naturales, la consecuente perdida de
la biodiversidad, extinciones y desequilibrio de los ecosistemas, el empobrecimiento de los suelos, y
hasta de las dietas. La sociedad tecnológica ha avanzado prácticamente sin tomar en cuenta el peligro en
que sitúan a las especies animales y vegetales, e incluso al propio hombre como especie, la crisis
climática. En Venezuela el caimán del Orinoco es un ejemplo de explotación comercial y hoy en día es
una especie casi extinguida, así como la reducción – retroceso acelerado de nuestros glaciares
merideños.
La ecología social es el estudio de los sistemas humanos en interacción con sus sistemas
ambientales. La relación hombre naturaleza se da en un contexto espacial y temporal que las influye. El
tiempo y la manera en la que el ser humano utiliza los recursos depende del entorno biológico y cultural.
La naturaleza también incluye la naturaleza social del hombre, la sociedad es la forma natural del
hombre, su naturaleza humana evoluciona a través de las diferentes formas de existencia social.
La delimitación del ambiente se hace desde el sistema humano. La realidad se construye,
dependiendo por un lado, de cada individuo y por el otro de los diferentes ambientes. Las relaciones
humano ambientales serán distintas entre diferentes personas y ambientes. El ambiente es un sistema
heterogéneo, cada ser humano enfrentado a su ambiente, decide a que elementos les adjudica
contenidos simbólicos y a cuales no, el contenido de estos y su valor relativo. Cada individuo tiene un
conocimiento de su ambiente. El trabajo interactivo con la gente, permite el redescubrimiento
compartido y participativo del ambiente, y de como se interacciona con este.
Regreso del hombre a la naturaleza. Los seres humanos tienen mecanismos sociales y grupales de
relacionarse con el ambiente; la consideración de estos y otros procesos sociales como medios de
adaptación al entorno. EL manejo y la preservación de áreas naturales, la detención de la erosión o el
control de la contaminación, no se puede improvisar, el aporte científico es imprescindible. En los
ecosistemas de Latinoamérica nos enfrentamos a ambientes heterogéneos complejos con una altísima
diversidad. Promover el desarrollo de estrategias que eviten la completa destrucción o agotamiento de
los recursos naturales. La ecología social como alternativa a los programas de manejo y conservación
que se contentan con el máximo aprovechamiento y minimización del impacto ambiental.