Hombre Sociedad y Naturaleza

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RELACIÓN HOMBRE – SOCIEDAD - NATURALEZA

La naturaleza es el conjunto, orden y disposición de la realidad material, un sistema dotado y


regulado por leyes (físicas, químicas y biológicas) propias, al margen de la intervención humana.
Formada por el conjunto de todos los seres no artificiales que existen en el universo - el hombre es un
ser vivo, y como tal forma parte de la naturaleza, es un ser natural, cuya naturaleza específica consiste en
la racionalidad, inteligencia, y voluntad libre. Dicha naturaleza humana es universal. No obstante, en el
hombre no existe en oposición entre la naturaleza y libertad, ya que la libertad pertenece a su naturaleza.
El orden natural no necesita autoridades ni mando centralizado, sino descentralizado y en red.

Pensar en el medio ambiente, su significado, trascendencia y valor, es tan antiguo como el


hombre, el termino ambiente se refiere a todo lo que rodea, un sistema integrado por un conjunto
dinámico de elementos físicos, químicos, biológicos - naturales y sociales, interrelacionados. Ambito en
el que se encuentran los organismos vivos y que los condiciona. Los elementos que integran el ambiente
constituyen los elementos abióticos tales como la atmósfera, hidrosfera y litosfera (subsitemas) y la
biosfera, que abarca a todos los organismos vivos. El ambiente se puede clasificar en dos categorías
según la intervención del humano sobre este. Ambiente natural es aquel en el que el ser humano no ha
intervenido en su formación, ni puede controlar las variables que lo caracterizan, como puede ser el
suelo, el clima, las lluvias, o los seres vivos que viven allí. Los ambientes artificiales son aquellos que el
hombre ha creado, y si tiene la capacidad de controlar algunas de las variables anteriormente
mencionadas.

Desde sus orígenes el hombre ha intentado conocer la naturaleza, ya que de ello dependía su
supervivencia. El hombre ha transformado para el aprovechamiento, ha adaptado la realidad a sus
propias necesidades, ha acomodado la naturaleza al modo de ser y necesidades humanas. No se
conformó con colectar frutos que la naturaleza ofreced, sino que aprendió a sembrarlos, primero
manualmente, luego ayudado por animales, y finalmente, creando máquinas con esa finalidad. El hombre
usa la naturaleza para satisfacer sus necesidades, pero también es cierto, que abusa de ella y acaba
destruyéndola. El hombre no es dueño de la naturaleza o que pueda utilizarla de un modo arbitrario y
agotar sus recursos indiscriminadamente, el hombre no posee derecho absoluto sobre la naturaleza, sino
que debe administrar sus recursos naturales en un marco de respeto hacia la realidad natural en si
misma, y hacia las generaciones futuras. Destruir la naturaleza, no respetar su riqueza, dinamismo y leyes,
equivale a no respetar al hombre y otros organismos vivos que ha de vivir de ella y en ella. Cuando no
tratamos adecuadamente y con benevolencia la naturaleza, tampoco nos estamos comportando
nosotros de acuerdo a nuestra naturaleza humana y dignidad.

Hace unos 250mil años aproximadamente se originó el hombre en África, desde donde migró al
resto del mundo, se considera que las glaciaciones fueron el principal motivo que impulso los
movimientos poblacionales, entre otras causas climáticas, riñas o excedentes de las poblaciones, debido
al “escaso conocimiento” y control de la naturaleza. Emigraban en grupos pequeños de unos 20
miembros y que tenían algunas relaciones de parentezco, y con una división del trabajo por edad y sexo.
Su andar y deambular dependía de los animales de caza (mamut, bisontes, rinocerontes lanudos, osos
cavernarios, caballos prehistóricos, cabras, renos o ciervos, etc. El hombre en su desplazamiento fue
modificando el medio geográfico, a medida que poblaba diferentes áreas y regiones continentales se fue
adaptando a las diversas condiciones del medio ambiente, creaba nuevos instrumentos, y establecía
diversos tipos de relaciones con el medio ambiente circundante.

En el paleolítico, el hombre vivía de lo que le proporcionaba el medio ambiente: cazaba,


recolectaba frutos y pescaba, elaboraba instrumentos pero estos no modificaban la naturaleza como
muchos de los actuales, era nómada, se refugiaba en cavernas, y poco a poco fue formando aldeas
temporales. Instrumentos de piedra y hueso, cada vez más finos y especializados, raspadores manuales,
arpones, propulsores y flechas. Rastreaban los recursos (variedad de fuentes de alimento). Incluso
llegaron a hacerse embarcaciones y atravesaron mar abierto. Hace 13mil años que los humanos entraron
al continente americano, caminando, cruzaron el estrecho de Beiring (que separa Siberia y Alaska),
cuando el nivel del mar descendió unos 200m. Llegaron primero a Norte América hace
aproximadamente unos 13mil años, y luego bajaron a Sur América, aunque también se cree que hubo
ingresos posteriores de hombres que ingresaron por el pacífico. Si tomamos al hombre como especie y
vemos las diferencias antropomorficas que son apreciables hoy, podemos comprender que ese hombre
lleva impreso en el cuerpo las marcas que la naturalea le impuso para su adaptación y es resultado de
esa gran migración a través de los más diversos y opuestos climas. De esta forma hay piel blanca, piel
trigueña, o más oscura, o más altos, o con huesos más cortos y fuertes como los esquimales, tienen el
pelo rojo como una adaptación a los cielos permanentemente nublados, diferentes colores de ojos, y
rasgos.

El período de experimentaciones e innovaciones para adaptarse a las nuevas condiciones


ecológicas se conoce como Arcaico. Durante los primeros siglos el hombre creó armas para cazar la
desconocida fauna pospleistocénica, y recolectó tubérculos, raíces, semillas o frutos silvestres. Quienes se
localizaron a orillas del mar, ríos o lagos desarrollaron técnicas e instrumentos para pescar, marisquear y
cazar aves acuáticas. Esta dieta, rica en proteínas, se complementaba con la recolección de vegetales. Así
las culturas americanas fueron diversificándose en los dispares sistemas ecológicos de nuestro
continente. El cambio en los hábitos alimenticios está testimoniado por la aparición de pequeños
instrumentos, o microlitos, entre los cuales sobresalen puntas de flechas, perforadores, raspadores,
cuchillos y punzones. También se confeccionaron morteros con sus respectivas manos para moler los
vegetales. Los hombres, reunidos en bandas, delimitaron los territorios que recorrían, siguiendo un ciclo
anual, buscando animales y vegetales que se localizaban en diversos sitios como consecuencia del
cambio en las estaciones o de las variaciones climáticas provocadas por la altura y la latitud. Durante
dicha transhumancia intentaban abarcar una amplia superficie que incluyera todo tipo de recursos
alimenticios. Se cobijaban en cuevas o abrigos rocosos donde abandonaban los implementos
desechados y dejaban basuras o restos de comidas que, ahora, han servido de testimonios para
reconstruir la cultura de este período. Gracias a ello sabemos, también, que en el verano las bandas
solían congregarse en sitios con abundantes frutos silvestres y caza. Allí levantaban pequeños albergues
temporales, aprovechando la estada para intercambiar experiencias, traspasarse leyendas acerca del
origen de sus respectivas familias y, quizás, concertar matrimonios. Los muchachos, a su vez, recibían las
enseñanzas relacionadas con su sexo, persecución y caza de los animales, manejo de las armas para
defender el territorio de los frecuentes invasores y, por sobre todo, aprendían de los más viejos la
historia de la banda conservada. Por la tradición oral. Las niñas aprendían a distinguir las especies
vegetales comestibles y venenosas, a preparar los alimentos, tejer los cestos y coser las vestimentas.

Cada familia estaba integrada por un linaje, cuyo fundador era recordado por todos.
Probablemente rendían culto a los espíritus de los antepasados. La filiación al linaje se efectuaba por vía
paterna o materna. Conformaban la banda varios linajes emparentados entre sí por la convicción de que
descendían de un mismo personaje mitológico; éste podía ser un animal o fenómeno natural. Su figura
se conservaba en el tótem protector del grupo, por esta razón le presentaban ofrendas y efectuaban
rogativas, a este tipo de organización se llama también clan.

Cada linaje estaba encabezado por su integrante más anciano Entre ellos se elegía al jefe de la
banda, quien debía velar por la tranquilidad de la comunidad, dirimir los pleitos entre sus integrantes y
oficiar las ceremonias a los espíritus fundadores. Estructura similar tuvieron las bandas que explotaban
recursos acuáticos o marinos. Sin embargo, disponiendo de alimentos permanentes a lo largo del año,
no necesitaron adoptar una forma de vida nómada. Se transformaron en sedentarios, como atestiguan
los inmensos conchales, o depósitos de basura, localizados tanto en el litoral del Pacífico como del
Atlántico. Algunos alcanzan dimensiones considerables, sobresaliendo, en tal aspecto, los de las costas
de Chile, Perú y sur de Brasil. El Arcaico fue un período de experimentación en la utilización de vegetales
silvestres. La dieta humana comenzó a depender en forma cada vez más creciente de ellos. Hallazgos
arqueológicos en el valle de Tehuacán (México) señalan que hacia el 6.000 a.C. El 80% de la alimentación
estaba compuesta por vegetales silvestres. Similar situación se desprende de los restos en el valle de
Ayacucho (Perú).

Existe una relación estrecha con el medio, dependencia de los recursos naturales, energía para
subsistencia y reproducción. La utilización de los recursos era un ciclo cerrado, en el que los materiales se
reintegraban al sistema biológico, no se afectaba la autoregulación de los ecosistemas, no destruían
masivamente las selvas, ni las plantas ni los animales, no exterminaban las especies animales, sino que
consumían las que eran imprescindibles para sus subsistencia, la dieta era a base de lo que
proporcionaba el medio natural, tenían otros valores y otra etología con respecto a la naturalea. Los
primeros hombres entendieron como aprovechar los recursos, construir herramientas y cazar en grupos,
comprendió cada detalle de su entorno, el ritmo de la vida que lo rodeaba, lo transmitió de generación
en generación, y nuevamente se adapta y se supera. Un signo claro del conocimiento del entorno lo
podemos encontrar en los pueblos originarios de diferentes lugares y comparandolos. Por ejemplo, la
tribu de los Intuís – esquimales, quien habitan un área donde el conocimiento de cada aspecto de la vida
es en si mismo un acto de supervivencia. El máximo aprovechamiento de cada recurso disponible es vital:
carne, huesos, piel, tendones, marfil, intestinos, hielo, agua, temperatura, etc. Son parte de la muy
limitada disponibilidad de recursos sobre el mar congelado. Esta diferencia climática, periódica y
previsible, conforma parte del conocimiento común a cada cultura sobre el medio que la rodea y
condiciona.

Los humanos debían comprender el entorno que los rodeaba, la vida diaria exigía reconocer allí
los alimentos, los depredadores, los refugios, etc. pero también obligaba a la vida comunitaria, y a
comunicarles a otros los hallazgos. En nuestra especie también existía relaciones como la depredación o
la cooperación análogas a las que son observadas en los animales. Hay un importante componente
evolutivo en el hombre. Las complejas relaciones ecológicas de nuestros antepasados fueron exitosas, en
ellas también participaron mecanismos de aprendizaje, los que aun hoy operan. Por ello la cultura se ha
insertado en un proceso evolutivo que tiene una raíz biológica. El hombre evolucionó a lo que hoy
llamamos hombre moderno, en íntimo contacto con la naturaleza, una convivencia inseparable e
indisoluta, permanente en cada aspecto del hombre primitivo. El entorno lo condicionó a aprender a
sobrevivir o perecer y con el la especie, caos con peligro, y breves momentos de tranquilidad para
reproducirse, aprender de lo que le rodeaba y transmitirlo a las siguientes generaciones.

La Agricultura: un descubrimiento casual. Mucho se ha discutido acerca de los motivos que


impulsaron al hombre a domesticar los vegetales silvestres y a convertirse, más tarde, en agricultor. Las
modernas investigaciones geológicas y botánicas señalan que los cambios se sucedieron de forma
gradual, fenómeno que habría permitido la subsistencia de aquellas bandas cazadoras y recolectoras
cuya población no superaba el punto de equilibrio entre recursos disponibles y bocas a alimentar.
Cuando se sobrepasaba ese nivel imperaba la hambruna; entonces las bandas expulsaban algunas
familias a fin de compensar la demografía con los bienes alimenticios. Los grupos desplazados
transportaron sustentos conocidos hacia sus nuevas localizaciones. Algunas semillas silvestres debieron
caer, inadvertidamente, sobre el suelo de los nuevos campamentos, las cuales por sus cubiertas
protectoras resistían los inviernos y veranos, y cuando las condiciones eran propicias, se abrieron
naturalmente liberando la fértil simiente. Entonces, con asombro, los hombres vieron crecer esos
vegetales donde, a la sazón, no se producían. La asociación de ideas les llevó a descubrir el principio
básico de la agricultura donde cae una semilla crece una planta. A partir de ese momento guardaron los
mejores granos para sembrarlos. Este acto inconsciente de selección acarrea mutaciones que
transformaron a las especies silvestres en domesticadas. El proceso fue largo, abarcando gran parte del
Arcaico, período que por dicha razón aparece como una verdadera transición entre las economías
recolectoras y las productoras de alimentos. El fenómeno anterior debió ocurrir en zonas semiáridas,
poco favorecidas por la vegetación natural. Ellas conforman los centros de domesticación que se hallan
muy distantes de los centros de orígen o sitios donde las especies cultivadas crecían en forma silvestre.

El verdadero ancestro del maíz actual es el teosinte (zea mexicana), planta anual con el mismo
número de cromosomas que los tipos modernos, originario de las zonas subtropicales y semiáridas de
México, Guatemala y Honduras. Su mazorca es pequeñísima y las semillas, formando una hilera en
cantidad de seis a diez, están cubiertas por una dura vaina. El teosinte, segun testimonios arqueológicos,
comenzó a ser domesticado alrededor del 5.00 a.C. en el valle de Tehuacán (México), muy distante de su
centro de origen, lo que confirmaría la teoría acerca de los inicios de la agricultura.

Un gran salto dió con la agricultura y el pastoreo, el cazador – recolector se transforma en


productor- la gran revolución de Neolítico – lo que lo llevó al inicio del sedentarismo – construcción de
aldeas y posteriormente en algunos casos ciudades. Los instumentos les permitían cazar presas más
grandes y peligrosos, podían hacerlo a distancia, la invención de la cuerda para hacer redes, lineas y
trampas, les facilitó la incorporación de pescado y aves a la dieta. Uso de tejidos cosidos atestiguan una
mejora en la capacidad para sobrevivir climas fríos.

Hoy vemos el pasado y la relación con la naturaleza desde la comodidad de nuestras casas, sin
grandes necesidades, hoy no comprendemos el verdadero valor de los elementos de nuestro entorno,
del conocimiento del ambiente en el que nos encontramos, vivimos relativamente una vida más fácil t
despreocupada con muy poco tiempo atrás, comenzando, por lo más reciente, claramente no es lo
mismo la sociedad actual que la del siglo XV. Tenemos un conocimiento más profundo de la vida social,
que del entorno natural.

Las primeras aldeas de agricultores, al finalizar el Arcaico habían surgido muchas aldeas agrícolas.
Levantadas en sitios con abundancia de tierras cultivables y recursos de agua para el riego, pudieron
aceptar inmigrantes y abandonar las prácticas destinadas a limitar el crecimiento demográfico. Así la
población aumentó y fue posible repartir las tareas entre sus miembros. El comienzo de la
especialización laboral exigió la designación de un jefe que tenía como misión principal distribuir las
tierras de la comunidad entre los diversos grupos familiares. Cada uno recibía una superficie
proporcional al número de personas que lo integraban. A medida que aumentaban las poblaciones, las
tribus tuvieron que inventar métodos, herramientas y formas de trabajo con el objetivo de incrementar
tanto las superficies labradas como su productividad. Dichas innovaciones conforman los llamados
sistemas agrícolas que, en ciertas áreas de América, comenzaron a desarrollarse hacia el año 2.000 a.C. La
producción de alimentos transforma la sociedad, de alguna manera posibilitaron el surgimiento de
señoríos, en ellos los linajes comienzan a diferenciarse entre sí, rompiéndose la igualdad presente en
bandas y tribus. Una familia monopoliza el acceso al cargo de jefe o señor; mientras las otras adquieren
distintos grados de prestigio según sus respectivas especializaciones. En los señoríos la persona del jefe
juega un importante papel en el ceremonial religioso. A sus tareas administrativas y económicas agrega
las de supremo sacerdote, lo que aumenta considerablemente su poder. El incremento de la riqueza del
señor, unido a la mayor cantidad de mano de obra tributaria, permitió construir Plataformas
ceremoniales y monumentos que, lentamente, transforman la aldea en un centro ceremonial. A los
edificios religiosos se agregan el palacio del señor, las casas de sus sirvientes y de la burocracia
administrativa. Algunos señoríos alcanzaron gran desarrollo y llegaron, incluso, a entablar relaciones con
distintas comunidades traspasándoles sus conocimientos, tecnologías y, por sobre todo, su religión.

Occidente: La relación sociedad - naturaleza, hombre – hombre cambia. Con el tiempo surjen las
primeras ciudades, las cuales crecen y ofrecen “seguridad y comodidades” que el campo no otorga,
aparecen los nuevos oficios, derivados de la urbanización, diferentes formas de organización más
complejas, sociedades jerarquizadas, que requieren nuevos trabajos y formas de ganarse la vida, una de
las consecuencias de estos cambios, fue que el hombre rompe su estrecha relación con la naturaleza, y
asume una postura de dominación sobre la naturaleza, extracción de recursos, así como la dominación,
sometimiento y explotación de otros hombres.

El imperio romano, así como otras denominadas civilizaciones desnaturalizan la vida en las
ciudades con construcciones monumentales, con normas, códigos que solo tenían cabida en una ciudad.
Roma deja de hacer uso de la naturaleza, para iniciar el saqueo de los recursos naturales. El imperio
gasta, consume todo tipo de animales, pieles, metales, hombres, y mujeres, maderas y alimentos a escala
desmedida, construyen templos, circos, teatros, trazados urbanos, que tenían grandes dimensiones,
utiliza el ocio y los espectáculos masivos como herramienta política de dominación.

En la era industrial, lejos de retroceder en el consumo de materias primas, se eleva a una situación
de irreversibilidad, el daño ocasionado a los bosques, la tierra, el agua, la fauna silvestre, y el uso de los
recursos no renovables de forma indiscriminada. La búsqueda de riqueza por medio de la producción
masiva, aplasta cualquier pensamiento ético y conservacionista. La sociedad industrial pierde el ritmo de
la vida y cada vez somos más ajenos al planeta. Se ve a la naturaleza como la fuente inagotable e
inalterable de riquezas y recursos. La sociedad ve satisfecha sus necesidades en el entorno urbano,
comenzando a olvidar que los alimentos que los nutren, la madera que los calienta, y construye sus
muebles y casas, las materias primas que son fuente de su trabajo y su sustento provienen de la
naturaleza. Hoy España, al igual que grandes extensiones en Europa, se encuentran prácticamente
despojadas de sus bosques, a excepción del Norte.

El crecimiento industrial requiere cada vez más recursos naturales: agua, aire, y suelo Superficies
de tierra sufren de manera continua deforestación muchas veces por la necesidad de ampliar la
superficie cultivable. A mayor población se genera un mayor consumo de los ecosistemas, aumento del
consumo de energía, agua, alimentos, y otros recursos que son extraídos de un medio natural. La
desintegración de los valores culturales, identidad y prácticas productivas de las sociedades
tradicionales.

La sociedad es un grupo de individuos que conviven en un mismo territorio bajo un determinado


esquema de organización, un conjunto de personas con tradiciones, rasgos culturales y valores
compartidos, y que es la cultura?, conjunto de conocimientos e ideas especializadas o no, adquiridas
gracias al desarrollo de facultades intelectuales, mediante la lectura, el estudio y el trabajo. Los
habitantes y su entorno se interrelacionan en un contexto común que les otorga identidad y un sentido
de pertenencia. Implica que comparten ideologías, lazos económicos y políticos, logros tecnológicos,
nivel de desarrollo y calidad de vida. La cultura de una región está influenciada por los recursos y otros
elementos biológicos del ambiente circundante.

Tienen una zona geográfica común, hay sociedades generales que hacen posibles las relaciones
humanas, y las específicas. La sociedad existe desde que el hombre comenzó a poblar el planeta,
aunque su forma de organización varió a lo largo de la historia. Las sociedades no son estáticas sino que
evolucionan en el tiempo cambiando determinadas costumbres. No se puede separar la sociedad de la
naturaleza, hay una relación de los sistemas humanos en interacción con sus sistemas ambientales.

A través del trabajo el hombre se relacionaba con la naturaleza con el fin de suplir sus
necesidades propias o de su comunidad, y pasó a ser una relación indirecta cuando el propietario y
dueño de los medios de producción viene a ser un intermediario, por lo que los dueños de las tierras
obligan a los trabajadores a producir mucho más de lo que éstas dos partes consumen, con el fin de
aumentar el lucro, el poder, la riqueza individual y su dominio sobre el prójimo. Debido a esto, la relación
hombre naturaleza queda subordinada a las necesidades de la clase dominante (dueños de los medios
de producción), por lo que el trabajo se convierte de medio de desarrollo y realización a medio de
tortura, explotación y destrucción, y esto no aplica solo al hombre, sino también a la naturaleza, porque
se transforman en instrumentos o herramientas que utilizará la clase dominante para expandir su poder y
territorio. El acceso desigual de los hombres a los recursos naturales, aspectos que en muchas
situaciones dependen más de los social que de cuestiones físicas, naturales y biológicas. La ecología
social exige el reconocimiento de las dimensiones sociales del manejo de los recursos, no solo en como
son afectadas las personas, sino también por una valorización de sus conocimientos. Se ha minimizado el
saber de las poblaciones nativas, las que poseen conocimientos complejos y ricos sobre sus ambientes,
las cuales podrían ser análogas a las que puede tener un técnico. La ecología social se preocupa por la
diversidad cultural. El regreso a las raíces del saber, del saber popular, que reivindica un conocimiento
del ambiente como unidad, reconociendo las estrechas relaciones que con el mantiene las distintas
sociedades en interacción con su entorno.

No solo el impacto social de este sistema sobre el hombre, sino como ya mencionamos sobre la
naturaleza, la extracción y explotación indiscriminada de los recursos, con consecuencias como la
contaminación del agua con aguas de orígen industrial, las cuales han provocado la muerte de enormes
cantidades de peces, derrames de petróleo, que provocan la muerte también de miles de aves marinas
que mueren por asfixia, y reduce la actividad fotosintética de plantas. Las aguas que provienen de áreas
agrícolas manejadas con químicos agrotóxicos, la tala de bosques para el extablecimiento de grandes
extensiones agrícolas, ciudades, centros comerciales, para la industria maderera, los cuales modifican el
paisaje, entre otras características como el clima y los ecosistemas naturales, la consecuente perdida de
la biodiversidad, extinciones y desequilibrio de los ecosistemas, el empobrecimiento de los suelos, y
hasta de las dietas. La sociedad tecnológica ha avanzado prácticamente sin tomar en cuenta el peligro en
que sitúan a las especies animales y vegetales, e incluso al propio hombre como especie, la crisis
climática. En Venezuela el caimán del Orinoco es un ejemplo de explotación comercial y hoy en día es
una especie casi extinguida, así como la reducción – retroceso acelerado de nuestros glaciares
merideños.

La contaminación atmosférica provocada principalmente por las industrias, las combustiones


domésticas e industriales, los vehículos automotores, ha afectado gravemente el aire que respiramos.
Muchos productos químicos son contaminantes tóxicos potenciales, y los efectos que provocan tienen
una incidencia nociva tanto en el entorno natural como en el ambiente laboral. Aquellos que trabajan
con productos químicos, deberían de conocer sus propiedades, los efectos que provocan y la forma de
disminuir su incidencia nociva sobre si mismos, y en el medio ambiente.

La ecología social es el estudio de los sistemas humanos en interacción con sus sistemas
ambientales. La relación hombre naturaleza se da en un contexto espacial y temporal que las influye. El
tiempo y la manera en la que el ser humano utiliza los recursos depende del entorno biológico y cultural.
La naturaleza también incluye la naturaleza social del hombre, la sociedad es la forma natural del
hombre, su naturaleza humana evoluciona a través de las diferentes formas de existencia social.
La delimitación del ambiente se hace desde el sistema humano. La realidad se construye,
dependiendo por un lado, de cada individuo y por el otro de los diferentes ambientes. Las relaciones
humano ambientales serán distintas entre diferentes personas y ambientes. El ambiente es un sistema
heterogéneo, cada ser humano enfrentado a su ambiente, decide a que elementos les adjudica
contenidos simbólicos y a cuales no, el contenido de estos y su valor relativo. Cada individuo tiene un
conocimiento de su ambiente. El trabajo interactivo con la gente, permite el redescubrimiento
compartido y participativo del ambiente, y de como se interacciona con este.

Regreso del hombre a la naturaleza. Los seres humanos tienen mecanismos sociales y grupales de
relacionarse con el ambiente; la consideración de estos y otros procesos sociales como medios de
adaptación al entorno. EL manejo y la preservación de áreas naturales, la detención de la erosión o el
control de la contaminación, no se puede improvisar, el aporte científico es imprescindible. En los
ecosistemas de Latinoamérica nos enfrentamos a ambientes heterogéneos complejos con una altísima
diversidad. Promover el desarrollo de estrategias que eviten la completa destrucción o agotamiento de
los recursos naturales. La ecología social como alternativa a los programas de manejo y conservación
que se contentan con el máximo aprovechamiento y minimización del impacto ambiental.

La mayoría de los problemas ambientales son el resultado de la acción social y el


comportamiento humano, cuando el ser humano era nomada, sus impactos no eran muy profundos,
porque se producían por periodos de tiempo cortos y dispersos. Significados sociales asignados a la
naturaleza han generado diferentes formas de percepción y apropiación, reglas sociales de acceso y uso,
prácticas de gestión de los ecosistemas, patrones de producción y de consumo de los recursos. La
cultura como un valor o recurso para el desarrollo sustentable. La cultura orienta el uso de los recursos,
mientras estos - los recursos condicionan las opciones de vida del grupo.

La cultura es un recurso social, capaz de usarse destructiva o racionalmente, de perderse o desarrollarse.

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