Moreno y Valenzuela 2018

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DESAJUSTE EDUCATIVO EN EL MERCADO LABORAL DE MÉXICO Y SU EFECTO


EN LOS SALARIOS. (EDUCATIONAL MISMATCH IN THE MEXICAN LABOR
MARKET AND ITS EFFECT ON WAGES)

Article · December 2018

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3 authors, including:

Norma AIDA Valenzuela Sanchez Jorge O. Moreno


Autonomous University of Nuevo León Autonomous University of Nuevo León
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DESAJUSTE EDUCATIVO EN EL MERCADO
LABORAL DE MÉXICO Y SU EFECTO EN LOS
SALARIOS
EDUCATIONAL MISMATCH IN THE MEXICAN
LABOR MARKET AND ITS EFFECT ON WAGES

Norma Aída Valenzuela Sánchez Rosario Alonso Bajo Jorge Omar Moreno Treviño
Universidad Autónoma de Universidad Autónoma de Universidad Autónoma de
Nuevo León Sinaloa Nuevo León
[email protected] [email protected] [email protected]

RESUMEN

Se examina el nivel y los efectos del desajuste educativo en el mercado


laboral de México. En primer lugar se mide la magnitud de desajuste y en
segundo se estima la ecuación salarial extendida de Duncan y Hoffman
(1981) para obtener, por separado, los retornos a la educación requerida,
el rendimiento de sobreeducación y la penalización a la subeducación. El
modelo se prueba con datos de la Encuesta nacional sobre niveles de vida
de los hogares (ENNViH). La escolaridad requerida para cada ocupación
se deriva de obtener los niveles medios de escolaridad para cada puesto de
trabajo. Los resultados muestran que la educación excedente o subutiliza-
da se recompensa, pero a una tasa más baja que la educación requerida.

Palabras clave: desajuste educativo, sobreeducación, ocupación, capital


humano, diferencias salariales

Recepción: 21 de septiembre de 2018 Revista de Economía - Vol. XXXV - Núm 91


Aceptación: 22 de octubre de 2018 Julio a Diciembre de 2018 - Págs.:65-92

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Norma Aida Valenzuela Sánchez, Rosario Alonso Bajo, Jorge Omar Moreno Treviño

ABSTRACT

This article examines the level and effects of educational mismatch in the
labor market in Mexico. First, the magnitude of the mismatch is measu-
red, and secondly, the extended wage equation of Duncan and Hoffman
(1981) is estimated to obtain separately the returns to the required educa-
tion, the performance of over education and, the penalty to the sub-educa-
tion The model is tested with data from the Mexican Family Life Survey
(MXFLS).
The schooling required for each occupation is derived from obtai-
ning the average levels of schooling for each job. The results show that the
surplus or underutilized education is rewarded but at a lower rate than the
education required.

Keywords: educational mismatch, over education, occupation, human ca-


pital, salary differences.

Clasificación JEL: I21, J24, J31

1. INTRODUCCIÓN

La relación positiva entre educación e ingresos está bien documentada y


sustentada, principalmente en la teoría del capital humano (Becker, 1993;
Mincer, 1974). Desde este punto de vista, la educación conduce a mayores
ganancias a través de su impacto en la productividad, el aumento de la
educación aumenta la productividad de un individuo en el lugar de trabajo
y el incremento de la productividad conduce a mayores ingresos.
No obstante, la expansión educativa experimentada en la mayoría
de las economías en las últimas décadas ha originado la interrogante si el
mercado laboral tiene la capacidad para proporcionar empleos altamente
calificados, que utilice plenamente la inversión en educación individual
y social. En un inicio este tema despertó el interés de los investigado-
res estadounidenses en los años setenta (Freeman, 1976), posteriormente

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se extendió a Europa (Chevalier y Lindley, 2009) y en la actualidad ya


existen estudios al respecto para diversos países tanto desarrollados como
en vías de desarrollo (Kucel, 2011; Leuven y Oosterbeek, 2011; Quinn y
Rubb, 2006; Flisi et al, 2017).
Las investigaciones sobre el desajuste educativo se han centrado,
principalmente, en la rentabilidad de un año extra de educación y sus con-
secuencias en términos de productividad y satisfacción laboral (Duncan y
Hoffman, 1981; Sicherman, 1991; Capsada Munsech, 2017; McGuinness
y Pouliakas, 2017). Los resultados muestran que una determinada propor-
ción de la población ocupada presenta un desajuste entre la escolaridad
poseída y la requerida por los empleos, ya sea por exceso de educación
(sobreeducación) o por carencia (subeducación). Sin embargo, encuentran
que la educación excedente no es completamente improductiva, tiene un
efecto positivo y significativo en las tasas salariales. El coeficiente estima-
do en los años de educación excedente es aproximadamente la mitad del
coeficiente en los años requeridos de educación.
La recompensa a la escolaridad varía entre los diferentes tipos de
trabajadores y entre los diversos entornos de trabajo. Thurow (1975) de-
sarrolla un modelo de competencia laboral en el que los productos margi-
nales y, por lo tanto, las ganancias, se asocian con los trabajos no con los
individuos. Como señala Sattinger (1993), la cantidad con la que un traba-
jador puede contribuir a la producción depende, típicamente, de qué tra-
bajo realiza este. Ello ocurre porque los trabajos requieren muchas tareas
diferentes, y las actuaciones humanas en esas tareas son extremadamente
diversas; además, los sectores industriales utilizan tecnologías diferentes
que dependen de distintas combinaciones de habilidades humanas.
El objetivo de esta investigación es medir la correspondencia exis-
tente entre el grado escolar de los trabajadores en México y el nivel de
educación requerido por la ocupación donde laboran. En primer lugar se
mide la magnitud de desajuste y en segundo se estima la ecuación salarial
extendida de Duncan y Hoffman (1981) para obtener por separado de los
retornos a la educación requerida, la sobreeducación y la subeducación.

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2. ¿CÓMO DEFINIR Y MEDIR DESAJUSTE EDUCATIVO?

El término desajuste educativo o desajuste profesional ha sido discutido en


la literatura tanto en términos teóricos (Leuven y Oosterbeek, 2011; Ku-
cel, 2011; McGuinness y Pouliakas, 2017; Capsada Munsech, 2017) como
empíricos (Sicherman, 1991; Quinn y Rubb, 2006; Castillo , 2007; Flisi et
al, 2017; Mehta et al, 2011) . En general, todos los estudios coinciden con
lo siguiente: El desajuste educativo se define como la diferencia entre el
nivel de escolaridad alcanzado o completado de un trabajador y el nivel de
escolaridad requerido para la ocupación donde labora.
La definición anterior, aunada a los tres conceptos utilizados origi-
nalmente por Duncan y Hoffman (1981) son los aceptados en esta investi-
gación para medir el desajuste educativo.

I. Sobreeducado: se considera que un trabajador está sobreeducado


cuando la educación que aporta al mercado laboral excede la requerida
para su ocupación o trabajo. Por lo tanto, la sobreeducación es básicamen-
te un desajuste entre la educación de un individuo y los requisitos educati-
vos para realizar el trabajo.
II. Subeducado: se considera un trabajador subeducado cuando el nivel
educativo es inferior al requerido por el puesto de trabajo.
III. Adecuadamente ubicado: cuando el nivel educativo corresponde
con el requerido por su puesto de trabajo.

El estudio de desajuste educativo ha presentado importantes desa-


fíos para los investigadores, principalmente en su medición, el primer paso
es definir el nivel requerido de escolaridad en cada ocupación. Existen tres
enfoques diferentes: a) Método de autoevaluación, b) Análisis normativo
(o de trabajo) y c) Método estadístico. No está definido cuál de los tres
métodos es el mejor, depende de la información disponible en las encues-
tas. Cada método y cada encuesta cuestionan condiciones implícitas o
explícitas sobre diferentes factores, ya sean estándares de contratación y/o
los requisitos de desempeño.

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1.Autoevaluación de los trabajadores. Se pregunta directamente a los tra-


bajadores sobre los requisitos de escolaridad para su trabajo y el empleado
declara si su trabajo coincide o está relacionado con su nivel de educación.
Este método ha sido utilizado por Duncan y Hoffman (1991), Sicherman
(1991) y Chevalier y Lindley (2009). La desventaja es que se trata de una
medida subjetiva y puede diferir entre las personas que realizan el mismo
puesto.
2.Análisis de trabajo. Se basa en la información contenida en las clasifica-
ciones ocupacionales. Este método es un examen realizado por analistas
ocupacionales concernientes a las cualificaciones requeridas por cada gru-
po ocupacional y asigna un nivel de educación a cada grupo de acuerdo
con la Clasificación internacional uniforme de educación. El diccionario
de títulos ocupacionales contiene un indicador de requisitos educativos en
la forma de la escala de desarrollo educativo general (GED). Estas catego-
rías de GED se traducen en equivalentes de año escolar. Los trabajadores
de un grupo particular que tienen el nivel de educación asignado se consi-
deran bien emparejados. Aquellos que tienen un nivel más alto (inferior)
de educación se consideran sobreeducados (subeducados). Algunos de los
autores que han utilizado este enfoque son Freeman (1976), Rumberger
(1981) y Reis (2017). Algunas de sus desventajas es que no hay consenso
sobre la conversión de la escala de GED a años de escolaridad, las actuali-
zaciones son poco frecuentes y no tiene en cuenta la posible diversidad de
puestos de trabajo dentro de las categorías ocupacionales más estrechas.
3.Método estadístico. En este método, la cantidad requerida de escolaridad
para un trabajador se obtiene del promedio de años de escolaridad de todos
los trabajadores que tienen la misma ocupación. Se define a la gente como
sobreeducada o subeducada si su nivel completo de escolaridad se dispersa
al menos una desviación estándar de la media en su ocupación.
Otra opción es definir la moda de los niveles de escolaridad com-
pletados de las personas que trabajan en esa ocupación como el nivel de
escolaridad requerido en dicho trabajo. Las personas que tienen más o me-
nos de esta cantidad tienen exceso de escolaridad (sobreeducadas) o falta
de escolaridad (subeducadas). Esta medida no utiliza los dos intervalos de
desviación estándar alrededor de la medida de centralidad.

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El método estadístico ha sido empleado en Verdugo y Verdugo


(1989), Quinn y Rubb (2006), Castillo (2007). Este método tiene la ven-
taja de que sus medidas de desajuste se obtienen de los mismos datos. Sin
embargo, las desventajas son que las medidas derivadas de este método
tienden a ser más sensibles a los efectos de las cohortes y al nivel de agre-
gación de la muestra.

3. TEORÍAS SOBRE DESAJUSTE EDUCATIVO

La teoría del capital humano afirma que la educación conduce a mayores


ganancias a través de su impacto en la productividad. A su vez, la vincu-
lación entre la educación y la productividad se basa en la noción de ha-
bilidades. La educación, así como la capacitación formal y la experiencia
laboral informal desarrollan o identifican habilidades que hacen que los
individuos sean trabajadores más productivos (Becker, 1993).
Varias hipótesis han desafiado la validez de la teoría del capital hu-
mano para explicar la discrepancia entre escolaridad y los requisitos labo-
rales. Las principales teorías asociadas al desajuste laboral son: modelos
de asignación (Sattinger, 1993); competencia laboral (Thurow, 1975); mo-
vilidad profesional (Sicherman y Galor, 1990) y la teoría del matching
(Pisarides, 2000). Sin embargo, no hay un acuerdo entre ellas sobre las
causas de esta relación observada.
La primera explicación, según Sicherman (1991), se centra en la
posible compensación entre escolaridad y otros componentes de capital
humano (por ejemplo, los sobreeducados pueden tener menor experiencia
en el trabajo o educación de menor calidad o niveles más bajos de inteli-
gencia). Es decir, los trabajadores pueden calificar a trabajos similares al
tener diferentes niveles de escolaridad pero niveles similares totales de
capital humano total.
La teoría de movilidad laboral de Sicherman y Galor (1990) señala
que la sobreeducación no es necesariamente un estado permanente, sos-
tiene que los trabajadores pueden laborar temporalmente en puestos de
trabajo que les proporcionen habilidades que luego se utilizarán en una
ocupación diferente de mayor nivel. Los individuos adquieren habilidades

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y experiencia en una ocupación para poder moverse a otra ocupación y


abandonan la sobreeducación.
La movilidad laboral es una característica sobresaliente del mercado
laboral; muy pocos trabajadores realizan la misma tarea a lo largo de sus
vidas laborales. Las trayectorias profesionales óptimas de los individuos
pueden implicar movilidad intrafirma y movilidad entre empresas.
La movilidad intrafirma (promoción) está sujeta a la decisión del
empleador, mientras que la movilidad entre empresas y su momento óp-
timo están determinadas por las personas que eligen el tiempo de salida
óptimo para maximizar sus ganancias esperadas de por vida (Sicherman y
Galor, 1990).
Otra explicación se encuentra en el modelo de competencia laboral
de Thurow (1975). Esta teoría argumenta que los empleadores usan carac-
terísticas personales, como la educación, como criterios en sus decisiones
de contratación. La educación es, por lo tanto, un indicador de la cantidad
de capacitación que un empleador podría tener para invertir en un em-
pleado. Hay dos colas en el modelo de Thurow (1975). En primer lugar,
los trabajadores forman una cola para los trabajos en los que la posición
relativa de un trabajador en la cola depende de su nivel de logro educa-
tivo. La segunda cola está formada por trabajos clasificados desde los
menos exigentes (en términos de capacitación) hasta los que requieren la
calificación más alta. Según este modelo, los trabajadores siempre tienen
un incentivo para invertir en más educación, ya que los desplaza hacia
adelante en la cola de los mejores trabajos. Los trabajos se ordenan con
respecto a la capacitación, por lo que el salario ofrecido refleja no solo la
productividad, sino también los costos de capacitación de un trabajador en
el trabajo. Como los mejores trabajos son escasos, se les asignarán pocos
trabajadores y todos los demás con altos niveles de educación serán asig-
nados a empleos de menor calidad que requieren, relativamente, menos
educación. Por lo tanto, los empleadores a veces contratan al solicitante
con más escolaridad para potencialmente ahorrar en costos de capacita-
ción, independientemente de los requisitos del trabajo.
Un enfoque similar es el de modelos de asignación propuesto por
Sattinger (1993), donde los trabajadores con diferentes capacidades se

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asignan a trabajos con diferentes niveles de dificultad o complejidad. La


existencia de un problema de asignación implica que los trabajadores en-
frentan una opción en su trabajo o sector. La idea básica es que, aunque la
educación eleva la productividad en general, el nivel real de productivi-
dad realizado también está determinado por la correspondencia entre nivel
educativo y nivel de trabajo. La elección del empleo o del sector crea un
paso intermedio entre las características de los individuos y sus ingresos.
Los trabajadores que se encuentran en un sector o trabajo en particu-
lar no se distribuyen al azar, las ubicaciones de los trabajadores en sectores
o empleos se basan en el criterio de que sus opciones maximizan sus ingre-
sos o utilidad. La relación observada se construye a partir de las opciones
de los trabajadores.
Por último, la teoría de matching (búsqueda y coincidencia) describe
el funcionamiento del mercado de trabajo cuando existe heterogeneidad
en los trabajadores y en las empresas y ambos manejan información im-
perfecta en la búsqueda de empleo (Pissarides, 2000). Los trabajadores
buscan ofertas de trabajo en el mercado laboral y las empresas seleccio-
nan el mercado laboral para los trabajadores más productivos. Para ambos
lados, la búsqueda es costosa. Por lo tanto, pueden producirse desajustes
temporales causados por la insuficiencia (o exceso) de la educación de un
trabajador con respecto al trabajo desempeñado o por el nivel de capital
humano requerido para el trabajo en cuestión. Ambos tipos de desajuste
son eventualmente corregidos, de acuerdo con la teoría de matching, ya
que los trabajadores no coincidentes cambian de trabajo para mejorar su
coincidencia y obtener un salario más alto.
El presente trabajo plantea la hipótesis que si existe desajuste edu-
cativo en el mercado laboral de México y parte del desajuste se encuentra
en la heterogeneidad intrínseca en el capital humano de los individuos. Las
empresas no solamente valoran el nivel escolar del individuo sino otros
aspectos de capital humano como la experiencia laboral y las habilidades
de las personas. Sin embargo, la escolaridad excedente no es improductiva
si tiene un rendimiento salarial positivo.

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4. ESTUDIOS PREVIOS DE DESAJUSTE EDUCATIVO

En los países desarrollados la incidencia y los efectos salariales de los des-


ajustes entre educación y ocupación, específicamente la sobreeducación,
están bien documentados en la literatura. El primero en estudiar el tema
fue Freeman (1976), cuya motivación fue el elevado aumento en el núme-
ro de graduados universitarios en la década de 1970 en Estados Unidos,
que condujo a una disminución en los rendimientos de la educación uni-
versitaria. Freeman (1976) muestra que en un período de tan solo seis años
la prima de ingresos de los recién egresados universitarios disminuyó de
40 a 16%. Este descenso causó preocupaciones sobre la sobreinversión en
la educación universitaria en Estados Unidos y surgió la pregunta si esta
educación era rentable.
El análisis de Freeman se ajusta al marco neoclásico. El salario uni-
versitario disminuye en respuesta a un aumento en la oferta de trabajado-
res altamente educados. Esto puede suceder porque las empresas ajustan
su tecnología de producción para aprovechar el factor de entrada, ahora
relativamente más barato y abundante, de los trabajadores altamente cali-
ficados. También puede suceder a través de un proceso en el cual los traba-
jadores altamente educados compiten por un número limitado de empleos
calificados al no ofrecer los salarios que demandan. (Leuven y Ooster-
beek, 2011).
La literatura de sobreeducación se revitalizó con la publicación del
artículo de Duncan y Hoffman (1981). Este estudio trata el tema de sobre-
educación a nivel individual al comparar a los trabajadores que terminan
en una ocupación que coincide con su nivel de educación adquirida con
los trabajadores que terminan en una ocupación que requiere más escola-
ridad o menos escolaridad de la que adquirieron. Los autores introdujeron
una especificación de la ecuación salarial que permite la estimación por
separado de los rendimientos de los años de educación requeridos para el
trabajo, de los años de sobreeducación y de los años de subeducación.
Ellos encuentran que casi 40% de la fuerza de trabajo de Estados
Unidos (y alrededor de 50% de los hombres negros) tienen más educación

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de la que requieren sus trabajos. Pero también encuentran que la educación


“excedente” sí tiene valor económico.
Según Kucel (2011) , la sobreeducación no es un problema insignifi-
cante que afecta solo una minoría de la fuerza de trabajo, su incidencia ha
aumentado considerablemente a lo largo de varios países, afecta un cuarto
del mercado laboral en economías avanzadas como el Reino Unido, Esta-
dos Unidos y Holanda. Leuven y Oosterbeek (2011) resumen los hallazgos
de los estudios que han replicado el modelo de Duncan y Hoffman.
Clasifican los resultados por continente, por década de estudio, por
método empleado para medir la educación requerida, por método de esti-
mación y por género. El promedio general informado por los estudios exis-
tentes es de 30% de trabajadores sobreeducados y de 26% de trabajadores
subeducados. A su vez, el análisis reporta, que el retorno promedio de un
año de escolaridad requerida es de 0.089, el rendimiento de un año adicio-
nal de escolaridad del 0.043 y cada año faltante de educación requerida
resulta en una penalización salarial de 0.036. Es decir, tal como afirman
Duncan y Hoffman (1981) la educación excedente no es completamente
improductiva, tiene un efecto positivo y significativo en las tasas salaria-
les. Sin embargo, el coeficiente estimado en los años de educación exce-
dente es aproximadamente la mitad del coeficiente en los años requeridos
de educación y esto sugiere una posible mala distribución de los recursos
educativos.
Del mismo modo, han surgido estudios empíricos para estudiar las
causas y efectos del desajuste educativo en el mercado laboral de un país
en desarrollo, en Colombia el nivel de desajuste varía entre ocupaciones
y grupos de edad (Castillo, 2007); Ecuador presenta 32.52% de desajuste
(Botello, 2016); en Brasil 50 % de la población ocupada presenta desajus-
te educativo (Reis, 2017); Filipinas, India y Tailandia también presentan
niveles de desajuste (Mehta et al. (2011).
Quinn y Rubb (2006) examinan el impacto de los desajustes entre
educación y ocupación sobre los salarios en los países en desarrollo, entre
ellos México. Sostienen que la educación requerida puede ser dinámica
debido a los cambios en la tecnología y la calidad educativa. Por lo tanto,
permiten que la educación requerida varíe según el año de nacimiento y el

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año de la encuesta y aproximan el nivel de escolaridad requerido usando


el nivel medio de logros para cada clasificación ocupacional. Los auto-
res sugieren, mediante sus resultados empíricos, que un país en desarrollo
necesita asegurar que también se produzcan aumentos en los niveles ocu-
pacionales correspondientes para obtener los máximos beneficios econó-
micos de los aumentos en los niveles de educación. De la Garza y Villezca
(2006) encuentran que 26 % de las personas con educación superior en
México está sobreeducada y obtiene un ingreso 19% menor al que obten-
dría si estuviera en una ocupación correcta. Por su parte, Burgos y López
(2011) muestran que el nivel de sobreeducación de los egresados de uni-
versidades públicas en México es de 22.6 por ciento.
Existen otros estudios que asocian el desajuste educativo con la falta
de habilidades. Para Flisi et al (2017) y Chevalier (2003), más educación
no se traduce automáticamente en mejores habilidades. Las habilidades
individuales son una característica más amplia y más dinámica, ya que
se supone que aumentan con la experiencia de trabajo y la capacitación
laboral. Además, el nivel real de destrezas que poseen los individuos del
mismo nivel educativo puede variar según las diferentes cohortes de edad,
debido a los cambios en el sistema educativo y al deterioro del proceso de
envejecimiento. Por lo tanto, la medición de las habilidades de los adul-
tos en lugar del logro educativo se considera un enfoque superior y más
confiable para cuantificar las competencias reales de un individuo en un
momento específico. Flisi et al (2017) utilizan la encuesta PIAAC (por sus
siglas en inglés) para medir el desajuste profesional en 17 países europeos
a nivel individual, basado en las variables educativas (sobreeducación) y
basadas en habilidades (exceso de habilidades) usando medidas objetivas
y subjetivas. Encuentran que 10% de los trabajadores sobreeducados no
cuentan con las habilidades requeridas en su trabajo, mientras que 13% de
trabajadores exhiben solamente desigualdad educativa y 20% únicamente
desajuste de habilidades.
Chevalier y Lindley (2009), por su parte, estudian el tema de la so-
breeducación en Reino Unido antes y después de la expansión de gradua-
dos en la década de 1990. Sus resultados muestran que la sobreeducación
surge de la heterogeneidad en las habilidades de los egresados. En general,

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no está asociada con una escasez de habilidades académicas, pero se co-


rrelaciona con la reducción de las habilidades del mercado de trabajo y las
características no observadas desfavorables.
Aunque los estudios empíricos iniciales de sobreeducación aborda-
ron el fenómeno desde una perspectiva económica, investigaciones más
recientes han analizado el tema desde una óptica sociológica (Kucel (2011)
y Capsada Munsech (2017). Su preocupación principal es colocar la sobre-
educación en el centro y enfocarse en sus consecuencias en términos de
estratificación social. Buscan explicar si los trabajadores sobreeducados lo
ven como un trampolín o una trampa, y hasta qué punto esto varía entre
individuos con diferentes características.
Una diferencia importante entre los artículos que miden el desajuste
educativo es la muestra utilizada de trabajadores, hay quienes utilizan em-
pleados en general con independencia de su nivel escolar y otros emplean
solo muestras de graduados de nivel superior. La división entre las en-
cuestas de graduados y de la población general demuestra ser la dimensión
clave para la medición de la magnitud de la incidencia de la sobreeduca-
ción (los estudios basados en encuestas de postgrado no son representati-
vos a nivel nacional; están restringidos a sus grupos objetivo específicos).
Esta diferencia podría atribuirse directamente a las distintas formas
de medición. La sobreeducación entre la población trabajadora total se
mide, generalmente, con métodos estadísticos para cada ocupación, mien-
tras que para los graduados de posgrado se detecta a través de la autoeva-
luación de los trabajadores (Kucel, 2011).
En general, los resultados de todos los estudios existentes de des-
ajuste educativo muestran que la incidencia de este fenómeno difiere mu-
cho con base en la conceptualización, medición de educación requerida y
el modelo estimado.

5. DATOS Y METODOLOGÍA

Se emplea la base de datos de la encuesta nacional sobre niveles de vida de


los hogares (ENNViH), una encuesta de carácter longitudinal, multitemáti-
ca, representativa de la población mexicana a nivel nacional, urbano, rural

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y regional. Se emplea información de un periodo de diez años, recopilada


a través de dos levantamientos instrumentados en 2002 y 2009-2012. Las
variables a utilizar son: años de escolaridad, nivel de escolaridad, expe-
riencia real, experiencia al cuadrado, ocupación, salario, resultado del test
de habilidad, ingreso no laboral, dummies de género, estado civil y jefe de
hogar.

En primer lugar, se utilizan como muestra solamente a las perso-


nas entre 15 y 65 años de edad del último levantamiento (2009-2012),
que declararon estar trabajando y que reciben un salario. Es decir, no se
contemplan los trabajadores por cuenta propia, trabajadores sin remune-
ración ni los patrones. Se obtiene el porcentaje de desajuste educativo de
estos trabajadores y su efecto en los salarios. Posteriormente, se utilizan la
muestra de personas que se entrevistaron tanto en el año 2002 como en el
2012 para verificar si su estado de desajuste cambió o permaneció igual en
el transcurso de ese periodo.
En el cuadro 1 se presenta la información referente a la educación
requerida por nivel ocupacional utilizando dos enfoques:

•Una medida estadística con medidas de tendencia central: la media y la


moda.

•Una medida normativa basada en la clasificación internacional uniforme


de ocupaciones (CIUO-88)
Se puede observar que el nivel de escolaridad requerida varía según
el enfoque utilizado. Sin embargo, para este trabajo se emplea el método
estadístico basado en la escolaridad promedio.

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El cuadro 2 emplea el método estadístico (se considera como medida


central la media) para obtener el porcentaje de desajuste educativo en el
mercado laboral de México, la proporción de trabajadores sobreeducados
y subeducados. Si el individuo tiene un nivel educativo superior a la media
más o menos una desviación estándar, se considera que es sobreeducado o
subeducado, respectivamente. Se encontró que en general existe 26.3% de
desajuste educativo en los trabajadores mexicanos, solo 10.5 % de los tra-
bajadores se encuentran sobreeducados y 16.3 % subeducado. No obstan-
te, dicho porcentaje varía si analizamos por separado cada ocupación. Por
ejemplo, 34.12% de las personas que trabajan como jefes de departamento

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y coordinadores tienen más años de escolaridad del que requiere su trabajo


y los artesanos solo 9.78% se encuentra en esta situación.
Por género, afecta más a las mujeres que a los hombres, pero hay
un porcentaje mayor de hombre sobreeducados con respecto a las mujeres
(cuadro 3). Por grupos de edad, los más jóvenes presentan mayores niveles
de sobreeducación (14.6 %) y 46.5 % de los que tienen edad entre 56-65
años se consideran subeducados. Asimismo, los trabajadores con posgrado
y con universidad incompleta suelen padecer mayor sobreeducación. 6.

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6. MODELOS ECONOMÉTRICOS

6.1 Modelos de determinantes del desajuste educativo

Diversos estudios estiman modelos probit de los determinantes de la so-


breeducación y subeducación. La especificación de estos modelos varía
entre autores, pero coinciden en que los jóvenes, las mujeres, los inmi-
grantes y las personas que no están casadas tienen más probabilidades de
estar sobreeducados (Leuven y Oosterbeek, 2011; Castillo, 2007; Quinn y
Rubb, 2006):

a)Género. Cuando los hombres son los principales proveedores de ingre-


sos en el hogar, las mujeres están, necesariamente, más restringidas, y esto
puede traducirse en una mayor probabilidad de estar sobreeducada.
b)Edad. Los trabajadores mayores tienen menos probabilidades de ser so-
breeducados que sus colegas más jóvenes (promoción laboral, experiencia
laboral).

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c)Etnicidad. Cuando las minorías no han sido educadas en otros países,


pueden estar restringidos geográficamente o tener niveles bajos de capital
humano (o discriminación).
d)Habilidad. Otro determinante de estar sobreeducado puede ser un ni-
vel más bajo de habilidad. Los estudios que tienen acceso a medidas de
capacidad (Chevalier y Lindley, 2009; Allen y van der Velden (2001) en-
cuentran que la capacidad y la sobreeducación están negativamente corre-
lacionadas.

6.2 Modelos de incidencia en los salarios

Las investigaciones acerca de desajuste laboral han empleado dos tipos de


modelos para estimar los efectos salariales de la sobreeducación y subedu-
cación: el modelo propuesto por Duncan y Hoffman (1981) que permite
estimar el retorno de un año de educación o subeducación adicional y los
modelos basados en variables dummy que solo permiten la estimación
de la pérdida de oportunidad relativa asociada al desajuste (Kucel, 2011).
Ambos enfoques son de uso común de acuerdo con la pregunta de inves-
tigación.

Si seguimos el modelo propuesto por Duncan y Hoffman (1981), la prime-


ra especificación utilizada para estimar los efectos salariales del desajuste
educativo puede escribirse de la siguiente manera:

Donde Wi corresponde al salario individual del trabajador, Xi es un vector


de características individuales que incluyen experiencia y experiencia al
cuadrado. La aportación de Duncan y Hoffman es que fraccionan el total
de años de escolaridad de un individuo(S) en tres componentes: escolari-
dad requerida por el trabajo (Sr), escolaridad del trabajador excedente a la
requerida (So) y escolaridad faltante a la requerida (Su).

S≡Sr+So-Su

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La interpretación de los coeficientes son los siguientes:


:EL retorno a la escolaridad requerida en el puesto de trabajo.
δ: El rendimiento de un año adicional de escolaridad que excede el requi-
sito de trabajo, en relación con los compañeros de trabajo (los trabajadores
con la misma escolaridad requerida que tiene el nivel requerido de ense-
ñanza).
δ- : El rendimiento de un año adicional de escolaridad que excede el re-
quisito de trabajo, en relación con los trabajadores con el mismo nivel de
escolaridad que tienen la escolaridad requerida en el trabajo.
τ : La pérdida de salario debido a un año de educación faltante, en relación
con los compañeros de trabajo (con la misma escolaridad requerida) y
+τ : Las diferencias salariales entre los trabajadores que trabajan en pues-
tos que requieren un año adicional de escolaridad (un año más de lo que
tienen) y los trabajadores que tienen el mismo nivel de escolaridad pero
trabaja en puestos que requieren ese nivel de escolaridad.

Por otra parte, para comparar los trabajadores de una misma ocupa-
ción con iguales características individuales, pero que solo difieren en su
nivel de escolaridad, la siguiente ecuación proporciona una comparación
apropiada y directa:
Donde:

El presente trabajo presenta estimación y resultados de ambos modelos.

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Desajuste educativo en el mercado laboral de México y su efecto en los salarios

7. ESTIMACIÓN Y RESULTADOS

El análisis en este documento se realiza en dos partes. Primero se estima


un modelo logit multinomial para encontrar los posibles determinantes del
desajuste educativo independientes a la escolaridad.

Donde:
Y = tipo de desajuste educativo, Y=1 adecuadamente educado para su ocu-
pación, Y=2 sobreeducado, Y= 3 subeducado, X es un vector de variables
de control que incluye género, ingreso no laboral del hogar, estado civil y
zona de residencia.

El cuadro 4 muestra los resultados del modelo que corresponde a la


probabilidad de un individuo de ser sobreeducado o subeducado (en com-
paración con estar adecuadamente educado).

Ambas regresiones incluyen experiencia laboral, experiencia al cua-


drado, X es un vector de variables de control que incluye género, ingreso
no laboral del hogar, los resultados de la prueba de habilidades Raven,
estado civil y zona de residencia. También se controla por años de escola-
ridad.
Los resultados del cuadro 4 indican que la experiencia disminuye
la probabilidad de que un individuo esté sobreeducado (relativo a ser ade-
cuadamente educado), ceteris paribus, y a su vez, la experiencia aumenta
la probabilidad de que un individuo esté subeducado (en relación con ser
educado adecuadamente). Por ejemplo, los datos de la columna (a) señalan
que un año más de experiencia laboral reduce la probabilidad de que la
persona esté sobreeducada en lugar de estar bien asignada en 3.15 %; por
lo tanto, la experiencia laboral sustituye, en algunos casos, a los requisitos

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educativos al momento de buscar un trabajo. Si los trabajadores cuentan


con mil pesos más de ingreso no laboral en el hogar se reduce su proba-
bilidad de ser sobreeducado en comparación de bien asignado en 0.4 por
ciento. Es decir, entre mayor sea el ingreso no laboral de las personas, éstas
podrían estar dispuestas a esperar más hasta encontrar un trabajo que si le
corresponda a su escolaridad.
El estado civil y la zona de residencia no tienen un impacto estadística-
mente significativo sobre la probabilidad de sobreeducación y subeducación
de los trabajadores. La prueba de habilidades muestra una relación negativa
con la probabilidad de ser sobreeducado (en relación con ser adecuadamen-
te educado para su ocupación), es decir, que las habilidades también juegan
un papel importante al momento de conseguir un puesto de trabajo, entre
mayor sea tu nivel de habilidad menor será la probabilidad de ser sobreedu-
cado (6.8% menos). De igual manera, entre mayor sea el nivel de habilidad
de las personas, mayor es su probabilidad de ser subeducado, esto es, conse-
guir un empleo para el cual no cuente con educación requerida.
En general, los resultados indican que los trabajadores sobreeduca-
dos es más probable que sean hombres, tengan menos experiencia, posean
mayor escolaridad pero un nivel menor de habilidades. Por otro lado, los

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Desajuste educativo en el mercado laboral de México y su efecto en los salarios

subeducados es más probable que sean mujeres, tengan menos escolaridad


y mayor experiencia y nivel de habilidades, vivan en una zona urbana.
Aunque datos anteriores muestran que existe 10.5% de sobreeduca-
ción, no significa, necesariamente, que estos años de exceso de educación
no tengan ningún valor económico para las personas. El presente artículo
utiliza dos enfoques para modelar el efecto salarial del desajuste educati-
vo. El primer enfoque sigue la especificación de Mincer (1974) y se inclu-
yen variables dummies por desajuste educativo. El segundo enfoque sigue
el modelo de Duncan y Hoffman (1981) explicado en el apartado 6.2. La
variable dependiente en ambos modelos es el logaritmo natural del salario
por hora y las variables independientes incluyen años de escolaridad, ex-
periencia laboral real y experiencia al cuadrado, género, resultados de la
prueba de habilidad y una variable de zona de residencia.
El principal interés se encuentra en las diferencias entre los coe-
ficientes estimados en la educación requerida y los de años de ecuación
con superávit o déficit. De acuerdo con Duncan y Hoffman (1981), si los
niveles de productividad y los salarios en el empleo son inflexibles, en-
tonces los coeficientes estimados para la sobreeducación y subeducación
deberían ser cero. Sin embargo, si los niveles de productividad en el traba-
jo son más variables y si la productividad del trabajador está relacionada
positivamente con el nivel de educación sin tener en cuenta los requisitos,
entonces se espera un coeficiente positivo en años de escolaridad exceden-
tes y uno negativo en años de educación deficitaria.
El cuadro 5 muestra los resultados de estas regresiones. La columna
(a) presenta los resultados de la ecuación salarial minceriana estándar. Los
resultados son los esperados, para cada año adicional de escolaridad se
incrementa el salario por hora esperado en 10.04 %, se incluye una varia-
ble proxy de habilidades para corregir el sesgo por habilidades innatas. La
variable de habilidades también resulta positiva estadísticamente signifi-
cativa con un coeficiente de 7.15 por ciento.

La columna (b) muestra los resultados para los retornos asociados a la
ecuación de Duncan y Hoffman. Cada año de escolaridad requerida in-
crementa el salario 15.48 por ciento. Cabe señalar que la escolaridad más

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allá de la requerida no es improductiva, para los años de sobreeducación,


el retorno de los salarios es solamente un poco menor que el retorno de la
escolaridad requerida 14.66 %, es decir, los años excedentes al estar sobre-
educados tienen un rendimiento casi equivalente al que obtendría estando

en un trabajo bien asignado. Las estimaciones de los coeficientes de sube-


ducación es negativa, es decir que, por cada año faltante de escolaridad re-
querida, los trabajadores obtienen una penalización de su salario de 6.25%
menos de lo que recibirían si estuvieran adecuadamente educados.

Los salarios no parecen estar únicamente sobre la base de los requi-


sitos educativos. La educación excedente y las habilidades tienen un efecto

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Desajuste educativo en el mercado laboral de México y su efecto en los salarios

positivo y significativo en las tasas salariales. Además, los trabajadores


que tienen empleos para los cuales no están calificados ganan menos que
los individuos que si cuentan con la escolaridad requerida. El cuadro 6
muestra la interpretación de los coeficientes obtenidos estimando el mode-
lo Duncan y Hoffman (1981).
Se puede analizar que, en realidad, la pérdida salarial de una perso-
na sobreeducada no es alta con relación a si estuviera en un trabajo que
corresponda a sus años de escolaridad, por cada año excedente solamente
pierde .8% de salario. En cambio, la ganancia de estar subeducado en
relación con no estarlo es 9% de salario adicional por cada año de subedu-
cación.
Por último, en el cuadro 7 se hace una comparación del estatus de
una muestra de individuos (2 881) que fueron entrevistados en ambos le-
vantamientos de la encuesta de la ENNViH. El porcentaje de desajuste es,
aproximadamente, igual en ambos años. Sin embargo, se observa que del
total de personas que se encontraban sobreeducadas en el año 2002, 49

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% se encuentran bien asignadas para el año 2012. Lo mismo sucede para


39% de trabajadores que en el año 2002 se encontraban en un estado de
subeducados. En general, 73% de los individuos mantuvieron el mismo
estatus de desajuste durante el periodo de análisis y 13% mejoró su situa-
ción. Es decir, un bajo porcentaje de personas dejan de encontrarse con
desajuste educativo con el paso del tiempo.

8. CONCLUSIONES

Con el presente trabajo se ha tratado de contribuir a la línea de investiga-


ción sobre desajuste educativo. En general, se encontró que este fenómeno
existe en 26.3 % de los trabajadores de México. Los resultados indican que
los trabajadores sobreeducados es más probable que sean hombres, tengan
menos experiencia, posean mayor escolaridad pero un nivel menor de ha-
bilidades. Por otro lado, los subeducados es más probable que sean muje-
res, tengan menos escolaridad y mayor experiencia y nivel de habilidades,
vivan en una zona urbana. Los resultados apuntan que una de las posibles
causas del desajuste podría ser una compensación entre la escolaridad y

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Desajuste educativo en el mercado laboral de México y su efecto en los salarios

otras formas de capital humano (experiencia, habilidad) para que los traba-
jadores puedan calificar a trabajos similares al tener diferentes niveles de
escolaridad. Es decir, al momento de contratar una persona en el mercado
laboral mexicano no solo se toman en cuenta los requisitos de años de es-
colaridad sino también otros aspectos de capital humano.
Asimismo, al estudiar el grado de ajuste entre la educación recibida
por el trabajador y la requerida en el puesto de trabajo se observa que el
rendimiento asociado a la escolaridad difiere entre años de escolaridad
requerida, años de escolaridad excedente y años de escolaridad faltante,
destacando que es superior el retorno a la escolaridad requerida, pero tan
solo son un punto porcentual superior a la escolaridad excedente, lo que
sugiere que la educación extra de estos individuos no es improductiva.
Además, los salarios no parecen estar únicamente sobre la base de
los requisitos educativos. La experiencia laboral y las habilidades tienen
un efecto positivo y significativo en las tasas salariales.

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