Freud - El Chiste y Su Relación Con Lo Inconciente

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Freud: “El chiste y su relación con lo inconsciente”

Referencias sobre Famillonario para trabajar el Seminario 5 de Lacan

A. Parte Analítica

En esta primera parte del tomo, Freud da cuenta de la técnica del chiste tomando un ejemplo de la
literatura. Henri Heine quien delinea la preciosa figura de Hirsch-Hyacinth, proveniente de
Hamburgo, agente de lotería y pedicuro. Heine hace gloriarse a este personaje de sus relaciones con
el gran barón de Rothschild. Enuncia la siguiente frase: «Y así, verdaderamente, señor doctor, ha
querido Dios concederme toda su gracia; tomé asiento junto a Salomon Rothschild y él me trató
como a uno de los suyos, por entero famillonarmente (familionär)». (Pág. 18)

Esta palabra en un principio parece desprovista de sentido. Se trata en realidad de una condensación
con formación sustitutiva, que cobra sentido en el contexto en que se encuentra y sólo a posteriori
nos da el sentido correcto. (Pág.15) La abreviación entre las palabas familiar y millonario, es lo que
permite expresar el pensamiento contenido del chiste, “Rothschild me trató como a uno de los
suyos, de manera por entero familiar {familiär}, o sea como lo hace un millonario {Milionär}”

¿Qué es lo que convierte en un chiste al dicho de Hirsch-Hyacinth? Una de dos cosas: o lo que lleva
en sí el carácter de lo chistoso es el pensamiento expresado en la frase, o el chiste adhiere a la
expresión que lo pensado halló en la frase.

En este ejemplo, el carácter de chiste no adhiere a lo pensado. Es una observación correcta y aguda
que Heine pone en boca de su Hirsch-Hyacinth, una reflexión de inequívoca amargura, harto
comprensible en ese hombre pobre frente a la gran riqueza. Pero no nos atreveríamos a llamarla
chistosa.

Entonces, si el carácter de chiste de nuestro ejemplo no adhiere al pensamiento mismo, se lo ha de


buscar en la forma, en el texto de su expresión.

Ahora bien, ¿en qué consiste la «técnica» de aquel chiste? ¿Qué obró sobre el pensamiento, por
ejemplo en la versión que nosotros le dimos, para convertirlo en el chiste que nos hace reír tan de
buena gana?

En primer lugar, se ha producido una considerable abreviación.

La palabra «familiär» («familiarmente») de la expresión no chistosa del pensamiento fue


trasmudada en «famillionär» («famillonarmente») en el texto del chiste, y justamente de este
producto léxico dependen sin duda su carácter de chiste y su efecto risueño. La palabra neoformada
coincide al comienzo con «familiär» de la primera frase, y en sus sílabas finales, con el «Millionär» de
la segunda; por así decir, subroga al elemento «Millionär» de la segunda frase, y por lo tanto a toda
esta, habilitándonos así para colegir esta segunda frase omitida en el texto del chiste.

Famili är
Milionär
Familionär
Pero el proceso mismo que trasportó el pensamiento al chiste puede figurarse del siguiente modo:

«R. me trató de manera por entero familiär,


o sea, todo lo que puede hacerlo un Millionär».

Ahora imaginemos que una fuerza compresora actuara sobre estas frases y supongamos que por
alguna razón la frase consecuente sea la de menor resistencia. Esta es entonces constreñida a
desaparecer, en tanto su componente más importante, la palabra «Millionär», que fue capaz de
rebelarse contra esa sofocación, es introducido a presión, por así decir, en la primera frase,
fusionado con el elemento de esta tan semejante a él, «familiär»; y es justamente esta posibilidad,
debida al azar, de rescatar lo esencial de la segunda frase la que favorecerá el sepultamiento de los
otros componentes de menor importancia. Así nace entonces el chiste:

«R. me trató de manera por entero famili on är»

Si prescindimos de esa fuerza compresora, por cierto desconocida para nosotros, podemos describir
la formación del chiste, y por tanto la técnica del chiste en este caso, como una condensación con
formación sustitutiva; en nuestro ejemplo, la formación sustitutiva consiste en producir una palabra
mixta. (Pág. 21)

“En 1900 he publicado un libro (La interpretación de los sueños) que, como lo indica su título,
procura esclarecer lo enigmático del sueño presentándolo como retoño de una operación anímica
normal. Allí encuentro motivos para oponer el contenido manifiesto del sueño, a menudo extraño, a
los pensamientos oníricos latentes, pero enteramente correctos, de los cuales aquel deriva; y me
interno en la indagación de los procesos que crean al sueño a partir de los pensamientos oníricos
latentes, así como de las fuerzas psíquicas que han participado en esa trasmudación. Al conjunto de
los procesos trasmudadores lo llamo trabajo del sueño, y como una pieza de este último he descrito
un proceso de condensación que muestra la máxima semejanza con el empleado por la técnica del
chiste y que, lo mismo que él, lleva a una abreviación y a formaciones sustitutivas de igual carácter”.
(Pág. 29)

Freud realiza la comparación de la técnica del chiste con el sueño, refiriendo que se componen de
formaciones sustitutivas, siendo ambas formaciones del inconsciente. Dice con respecto a ello: “Los
procesos de la condensación con formación sustitutiva, que hemos discernido como el núcleo de la
técnica para el chiste en la palabra, nos remiten a la formación del sueño en cuyo mecanismo se han
descubierto estos mismos procesos psíquicos (…) el desplazamiento, la falacia, el contrasentido, la
figuración indirecta, la figuración por lo contrario”. (Pág. 84)

B. Parte sintética

1.

Freud se pregunta por la ganancia de placer en la formación del chiste. Utiliza para esto
principalmente, el uso de los chistes tendenciosos, es decir, aquellos que se presentan de forma
hostil u obscena y el placer que generan en tanto a través del lenguaje expresan su contenido.
“En el chiste tendencioso, el placer es resultado de que una tendencia recibe una satisfacción que de
otro modo sería interceptada. No hace falta demostrar que semejante satisfacción es una fuente de
placer. (Página 113)”

Es decir que habría contenidos que hasta ese momento se mantenían obstaculizados por fuerzas
internas o externas pero que a través de la ejecución del chiste logran su satisfacción.

La energía psíquica antes empleada para mantener reprimido esos contenidos ahora puede
ahorrarse y junto a esto dar lugar a cierta ganancia de placer por vía del chiste.

“No creemos recurrir en demasía a la especulación aseverando que tanto para establecer como para
conservar una inhibición psíquica se precisa de un «gasto psíquico». Y si junto a esto resulta que en
los dos casos de empleo del chiste tendencioso se obtiene placer, será natural suponer que esa
ganancia de placer corresponda al gasto psíquico ahorrado.”(pag.114)

En otras palabras la ganancia de placer se da por este pasaje de energía que antes se utilizaba para
mantener dichas inhibiciones, atenúa la tensión que ejerce la crítica. Del ahorro de determinado
gasto psíquico se obtiene placer de proporcional intensidad. Un ejemplo de esto se encuentra en el
fenómeno de desinhibición alcohólica, que al igual que en el chiste, ocurre “un ahorro de gasto
psíquico” que de otra manera seria empleado por la auto sanción moral.

“Su psicogénesis nos ha enseñado que el placer del chiste proviene del juego con palabras, o de la
liberación de lo sin sentido, y que el sentido del chiste solo está destinado a proteger ese placer para
que la crítica no lo cancele” (pag. 126)

2.

Al haber ya delimitado el ahorro de gasto psíquico y la ganancia de placer, como fuerzas


motivadoras para la formación del chiste; Freud comienza a preguntarse por el aspecto social del
chiste, podríamos decir las variantes históricas y culturales. Ya que no tendría sentido realizar un
chiste de actualidad dentro de 20 años, como también posiblemente fracase un chiste que se realice
tomando aspectos propios de determinada cultura en otra.

“El otro hecho que nos invita a indagar el condicionamiento subjetivo del chiste es la experiencia,
notoria para todos, de que nadie puede contentarse haciendo un chiste para sí solo.” (137)

Entendiendo que para Freud la subjetividad es el resultado de determinadas inscripciones psíquicas


que se dan a lo largo de la existencia del sujeto. Podríamos decir, la historia del sujeto, cual siempre
se da en relación a otros, juega un papel crucial en el desciframiento del sentido oculto de los
chistes. Lo que nos lleva necesariamente a pensar en determinadas condiciones subjetivas puestas
en juego para posibilitar la formación del chiste.

Para dar cuenta de esto es que Freud recurre nuevamente al clásico chiste de Heinrich Heine.
Movido, podemos pensar, por el hecho de que famillonario tiene aún mucho que ofrecer al
esclarecimiento de los mecanismos de la formación del chiste.

Dirá Freud que es a través del personaje Hírsch-Hyacinth que Heine habla, sin saberlo, de un saber
que se le escapa acerca de sí mismo, de esa historia personal sin la cual no podríamos preguntarnos
por el significado oculto del chiste. Freud al poner en nuestro conocimiento la historia familiar de
Heine logra reconstruir hipótesis acerca de lo que se esconde tras de los enunciados del personaje,
el personaje ficticio toma la palabra del Heine.

Heine nació en el seno de una familia judía de comerciantes. Al no contar con un patrimonio lo
suficientemente holgado como para pagar sus estudios e intereses pasó a estar bajo la protección de
su tío paterno, Salomón Heine, de quien obtuvo apoyo financiero. Heinrich Heine siempre quiso
establecer matrimonio con su prima Amélie porque la amaba y también para estrechar los vínculos
familiares; y dejar así de sentirse despreciado, considerado como perteneciente a la parte pobre de
la familia Heine. Entonces Freud al dar cuenta de estos datos de la biografía juvenil de Heinrich nos
muestra cuales son las condiciones subjetivas del surgimiento de ese Famillonario, como una
formación del inconsciente.

“.. . Tomé asiento junto a Salomón (nombre del tío rico) Rothschild y él me trató como a uno de los
suyos, por entero famillonarmente (familiar-millonario)…” es decir como un familiar millonario.

La palabra condensada cobra un nuevo sentido a partir del contexto y genera el efecto de risa. Pero
conocer las condiciones del surgimiento de famillonario es lo que nos permitiría colegir algún que
otro sentido, alojado en el chiste, pero no sabido para Heine. Rodeos dados por el inconsciente para
ver satisfechas las necesidades de reproche hacía la figura del tío y su familia 1, resultados de la
negación a la concreción de cierto deseo de reconocimiento. Deseo aun latente para el autor a pesar
del paso de los años.

Famillionario es utilizado en este capítulo por Freud para dar cuenta de que los posibles sentidos a
descifrar en el análisis de las formaciones del inconsciente no deben ser separados de una lectura de
las condiciones subjetivas de las que toman su fuerza creadora, dirá que “ha crecido en el suelo de
una profunda emoción subjetiva” (pag. 135).

A través del análisis de estas condiciones subjetivas se posibilita el recorrido de un camino a las
realidades subjetivas que conforman la cultura.

Finalmente se refiere al carácter comunicativo del chiste. El efecto del chiste, compartido, integra al
otro para aumentar la ganancia de placer y permitir cierto escape a la crítica social. De alguna
manera aquellos a quienes se cuenta el chiste permiten a través de su aprobación una ganancia de
placer compartido, hacer lazo.

“El proceso sobrevenido en la primera persona del chiste produce placer por cancelación de una
inhibición, rebaja del gasto local; sólo que no parece aquietarse hasta alcanzar el alivio general
mediante la descarga, por la mediación de la tercera persona interpolada.” (150)

C. Parte teórica 

Los procesos de condensación con formación sustitutiva y sin ella, de desplazamiento, de figuración
por un contrasentido y por lo contrario, de figuración indirecta, etc. que según hallamos cooperaban

1
Incluiríamos posiblemente a Amelie a través de otro de sus poemas. El Yo romántico de Heine transmite estos
sentimientos claramente en 'Affrontenburg', donde expresa su angustia tras haber sido rechazado por su prima Amelie:
«¡Jardín dañado! Oh,/ No había ningún lugar/ Donde mi corazón no fue herido,/ Donde mi ojo no hubiera llorado». Pero
con una fuerte referencia seguramente a la reedición del dolor por el rechazado, en relación a la familia rica.
en la producción del chiste, muestran muy amplias coincidencias con los procesos del «trabajo del
sueño». Este designa la íntegra suma de los procesos trasmudadores que trasportaron los
pensamientos oníricos latentes hasta el sueño manifiesto. 

Transmutación en algo figurable: Una ensambladura de pensamientos, las más de las veces muy
complicada, que se edificó en el curso del día y no fue llevada a su tramitación —un resto diurno—,
retiene aún durante la noche el monto de energía —el interés— que reclamaba y amenaza perturbar
el dormir. El trabajo del sueño muda ese resto diurno en un sueño volviéndolo inocuo para el
dormir. 

Condensación: Sus puntos de partida son las relaciones de comunidad presentes en el interior de los
pensamientos oníricos por casualidad o en virtud de su contenido; y como por regla general ellas no
bastan para una condensación extensa, en el trabajo del sueño son creadas nuevas relaciones de
comunidad, artificiales y pasajeras, y a ese fin se aprovechan de preferencia palabras en cuya
fonética coinciden varios significados. Las comunidades de condensación recién creadas entran en el
contenido manifiesto del sueño como representantes de los pensamientos oníricos, de suerte que
un elemento del sueño corresponde a un punto nodal y de entrecruzamiento de aquellos, con
referencia a los cuales se lo debe llamar, en términos generales, «sobredeterminado». 

Desplazamiento: Se exterioriza en que lo que está en situación central en el sueño manifiesto y


emerge con gran intensidad sensorial, en los pensamientos oníricos era periférico y accesorio; y a la
inversa. De esa manera el sueño aparece desplazado {descentrado} respecto de los pensamientos
oníricos, y justamente a este desplazamiento se debe que se presente ajeno e incomprensible a la
vida anímica despierta. Para que se produjera semejante desplazamiento debería ser posible que la
energía de investidura pasara de las representaciones importantes a las no importantes sin
inhibición alguna, lo cual en el pensar normal susceptible de conciencia sólo provocaría la impresión
de una «falacia». 

Cabría distinguir tres estadios en la formación del sueño: primero, el traslado de los restos diurnos
preconscientes a lo inconsciente, en lo cual no pueden menos que colaborar las condiciones del
estado del dormir; segundo, el genuino trabajo del sueño en lo inconsciente, y tercero, la regresión
del material onírico así elaborado hasta la percepción, en calidad de la cual el sueño deviene
conciente.

Como fuerzas que participan en la formación del sueño se puede discernir: el deseo de dormir, la
investidura energética que los restos diurnos siguen poseyendo aun tras su degradación por el
estado del dormir, la energía psíquica del deseo inconsciente formador del sueño, y la fuerza
contrarrestante de la «censura» que gobierna la vida de vigilia, aunque no es cancelada por
completo durante el dormir. Tarea de la formación del sueño es sobre todo vencer la inhibición
impuesta por la censura, y justamente esa tarea se soluciona mediante los desplazamientos de la
energía psíquica dentro del material de los pensamientos oníricos. 

Respecto del chiste: dos estadios de la formación del sueño (la caída de un pensamiento
preconsciente hasta lo inconsciente y la elaboración inconsciente) nos brindarían, si los
supusiéramos en la formación del chiste, exactamente el resultado que podemos observar en este.
Decidámonos entonces por el supuesto de que este es el proceso de la formación del chiste en la
primera persona: Un pensamiento preconsciente es entregado por un momento a la elaboración
inconsciente, y su resultado es aprehendido enseguida por la percepción candente. 

El chiste posee aun otro carácter que concuerda satisfactoriamente con nuestra concepción, oriunda
del sueño, sobre el trabajo del chiste. Y es que se dice: uno «hace» el chiste, pero siente que su
comportamiento es allí diverso de cuando formula un juicio o hace una objeción. El chiste posee, de
manera sobresaliente, el carácter de una «ocurrencia involuntaria». 

En la formación del chiste uno abandona por un momento una ilación de pensamiento, que luego de
repente aflora como chiste desde lo inconsciente. 

Procuremos reunir ahora los caracteres del chiste que se puedan referir a su formación en lo
inconsciente. Tenemos sobre todo su peculiar brevedad, un rasgo por cierto no indispensable de él,
pero enormemente singularizador. Cuando lo hallamos por primera vez nos inclinamos a
considerarlo una expresión de tendencias al ahorro, pero enseguida desvalorizamos esta concepción
mediante unas objeciones naturales. Ahora nos parece más bien signo de la elaboración
inconsciente que el pensamiento del chiste ha experimentado. En efecto: a su correspondiente en el
sueño, la condensación, no podemos acordarlo con otro factor que la localización en lo inconsciente,
y tenemos que suponer que en el proceso del pensar inconsciente están dadas las condiciones,
faltantes en lo preconsciente, de esas condensaciones.'' Cabe esperar que en el proceso de
condensación se pierdan algunos de los elementos a él sometidos, mientras que otros, que se hacen
cargo de la energía de investidura de esos, se edifiquen por la condensación fortalecidos o
hiperintensos. La brevedad del chiste sería entonces, como la del sueño, un necesario fenómeno
concomitante de las condensaciones sobrevenidas en ambos; en los dos casos, un resultado del
proceso condensador. A ese origen debe también la brevedad del chiste su particular carácter, no
más definible, pero llamativo a la sensación. 

Sabemos que en el trabajo del sueño los desplazamientos señalan la injerencia de la censura propia
del pensar consiente, y, de acuerdo con ello, cuando tropecemos con el desplazamiento entre las
técnicas del chiste nos inclinaremos a suponer que también en su formación desempeña algún papel
un poder inhibidor. Y sabemos ya, además, que esto es así universalmente: el afán del chiste por
ganar el antiguo placer obtenido en el disparate o en la palabra es inhibido, en un talante normal,
por la objeción de la razón crítica; y en cada caso es preciso vencer esa inhibición.

Pero en la manera como el trabajo del chiste resuelve esta tarea se muestra una honda diferencia
entre chiste y sueño. En el trabajo del sueño la regla es que se la solucione mediante
desplazamientos, eligiéndose representaciones que la censura deja pasar porque se hallan a
suficiente distancia de las objetadas, no obstante lo cual son retoños de estas, de cuya investidura
psíquica las ha posesionado una plena trasferencia. Por eso los desplazamientos no faltan en ningún
sueño y son muy proficuos; no sólo los desvíos de la ilación de pensamiento, sino todas las
variedades de la figuración indirecta, deben incluirse entre los desplazamientos, en particular la
sustitución de un elemento sustantivo, pero chocante, por otro indiferente, pero que a la censura le
parece inocente y se relaciona con aquel como remotísima alusión: la sustitución por un simbolismo,
un símil, algo pequeño. No cabe desechar que fragmentos de esta figuración indirecta aparezcan ya
en los pensamientos preconscientes del sueño (p. ej., la figuración por símbolos o por símiles), pues
de otro modo tales pensamientos ni siquiera habrían alcanzado el estadio de la expresión
preconsciente.

Figuraciones indirectas de esta índole, y alusiones cuyo vínculo con lo genuino" es fácil de descubrir,
son por cierto medios de expresión permitidos y muy usados en nuestro pensar consiente. Pero el
trabajo del sueño exagera más allá de todo límite el empleo de esos medios de la figuración
indirecta. Bajo la presión de la censura, todo nexo es bueno para servir como sustituto por alusión;
se admite el desplazamiento desde un elemento sobre cualquier otro.

Muy llamativa y característica del trabajo del sueño es la sustitución de las asociaciones internas
(semejanza, nexo causal, etc.) por las llamadas externas (simultaneidad, contigüidad en el espacio,
homofonía). Todos esos medios de desplazamiento intervienen también como técnicas del chiste,
pero cuando ello sucede las más de las veces respetan los límites trazados a su empleo en el
pensar conciente; además, pueden estar por completo ausentes, aunque el chiste deba tramitar
regularmente una tarea de inhibición.

Comprenderemos que los desplazamientos sean así relegados en el trabajo del chiste si recordamos
que todo chiste dispone de otra técnica: el chiste no crea compromisos como el sueño, no esquiva
la inhibición, sino que se empeña en conservar intacto el juego con la palabra o con el disparate,
pero limita su elección a casos en que ese juego o ese disparate puedan parecer al mismo tiempo
admisibles (chanza) o provistos de sentido (chiste), merced a la polisemia de las palabras y la
diversidad de las relaciones entre lo pensado. Nada separa mejor al chiste de todas las otras
formaciones psíquicas que su bilateralidad y duplicidad.

Dado el predominio sin excepciones de esa técnica peculiar del chiste para superar sus inhibiciones,
podría hallarse superfino que además se sirviera, en casos individuales, de la técnica del
desplazamiento; no obstante, por un lado, ciertas variedades de esta última siguen poseyendo valor
para el chiste como metas y fuentes de placer, como por ejemplo el desplazamiento en sentido
propio (desvío respecto de lo pensado), que sin duda comparte la naturaleza del disparate; y, por
otro lado, no hay que olvidar que el chiste en su estadio más alto, el del chiste tendencioso, a
menudo tiene que vencer dos clases de inhibiciones, las propias de él y las que contrarían su
tendencia, y que las alusiones y desplazamientos son idóneos para posibilitarle esta segunda tarea. 

El chiste es un juego desarrollado. El sueño, a pesar de su nulidad práctica, mantiene su conexión


con los grandes intereses vitales; busca satisfacer las necesidades por el rodeo regresivo de la
alucinación y debe su admisión a la única necesidad que se mueve durante la noche, la de dormir. En
cambio, el chiste procura extraer una pequeña ganancia de placer de la mera actividad de nuestro
aparato anímico, exenta de necesidades; luego procura atraparla, como una ganancia colateral, en el
curso de la actividad de aquel, y así alcanza, secundariamente, unas funciones vueltas hacia el
mundo exterior, que no carecen de importancia. El sueño sirve predominantemente al ahorro de
displacer; el chiste, a la ganancia de placer; ahora bien, en estas dos metas coinciden todas nuestras
actividades anímicas. 

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