4.1 Etiología de Las Siguientes Patologías

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ETIOLOGÍA DE LAS SIGUIENTES PATOLOGÍAS:

1. Síndrome de Down.
El síndrome de Down es causado por un error aleatorio en la división de las
células que tiene como resultado la presencia de una copia extra del cromosoma
21.
A este tipo de error se le llama no disyunción. Por lo general, cuando una célula se
divide en dos, los pares de cromosomas se separan de modo que un cromosoma
va para una célula y el otro para la otra célula. En la no disyunción ocurre un error
y ambos cromosomas del par van a la misma célula y la otra célula no recibe
ningún cromosoma de ese par.
La mayoría de las veces, esto ocurre por un error aleatorio durante la formación
del óvulo o del espermatozoide. Hasta la fecha, no se conoce ningún factor
ambiental o del comportamiento de los padres que se sepa pueda causar el
síndrome de Down.
Tras una amplia investigación sobre estos errores en la división de las células, los
investigadores descubrieron que:
• En más del 90% de los casos, la copia extra del cromosoma 21 viene del
óvulo de la madre.
• En aproximadamente el 4% de los casos es el padre el que provee la copia
extra del cromosoma 21 a través del espermatozoide.
• En el resto de los casos, el error ocurre luego de la fertilización, mientras el
embrión crece.
Cambios cromosómicos que pueden causar el síndrome de Down
Los estudios muestran que hay tres tipos de cambios cromosómicos que pueden
causar el síndrome de Down.
• Trisomía 21 completa. En este caso, un error durante la formación del
óvulo o del esperma hace que uno de los dos tenga un cromosoma extra.
Por lo tanto, luego de que el óvulo y el espermatozoide se unen, las células
resultantes también tendrán tres copias del cromosoma 21. La copia
completa del cromosoma 21 extra se encuentra en todas las células de esa
persona —es decir, hay una trisomía completa. La trisomía 21 completa es
la causa de aproximadamente el 95% de los casos de síndrome de Down.
• Trisomía 21 mosaico. Las células del cuerpo no son exactamente iguales.
En alrededor del 1% de los casos de síndrome de Down, la mayoría de las
células del cuerpo tienen el cromosoma extra, pero algunas no lo tienen. A
esto se le llama "mosaicismo". La trisomía 21 mosaico ocurre cuando el
error en la división celular sucede en una etapa temprana del desarrollo
pero luego de la unión entre un óvulo y un espermatozoide normales.
También puede ocurrir durante una etapa temprana del desarrollo cuando
algunas células pierden un cromosoma 21 extra que estaba presente al
momento de la concepción. Los síntomas de una persona con trisomía 21
mosaico pueden ser diferentes de los de las personas con trisomía 21
completa o trisomía 21 por translocación, según la cantidad de células en
las que haya un cromosoma extra.
• Trisomía 21 por translocación. En este tipo de cambio cromosómico, las
células tienen solo una parte de la copia extra del cromosoma 21. La parte
extra del cromosoma "se pega" a otro cromosoma y se transmite a otras
células a medida que las células se dividen. Este tipo de cambio causa
aproximadamente el 4% de los casos de síndrome de Down. Las personas
con trisomía 21 por translocación no tienen características cognitivas o
médicas específicas que las diferencien de las personas con trisomía 21
completa.

A veces, un padre que no tiene síndrome de Down puede ser portador de


una translocación en el cromosoma 21 que puede transmitir a sus hijos y
causar el síndrome de Down. Estudiar los cromosomas de los padres
permite saber si esta es la causa del síndrome. Un asesor genético podría
ayudar a las familias afectadas por la trisomía 21 por translocación a
comprender el riesgo de transmitir el síndrome en embarazos futuros.
2. PARÁLISIS CEREBRAL INFANTIL
La parálisis cerebral infantil (PCI) es causada por el desarrollo anormal del cerebro
o daño al cerebro en desarrollo que afecta la capacidad del niño para controlar sus
músculos. Hay varias causas posibles del desarrollo anormal o del daño al
cerebro. Antes se pensaba que la causa principal cerebral era falta de oxígeno
durante el proceso de parto. Pero ahora los científicos creen que esto causa solo
una pequeña cantidad de los casos.

El daño al cerebro que provoca parálisis cerebral infantil puede ocurrir antes del
nacimiento, durante el parto, dentro del primer mes de vida o durante los primeros
años de vida del niño, cuando su cerebro todavía se está desarrollando.

Parálisis cerebral infantil congénita

La parálisis cerebral relacionada con daño cerebral que ocurre antes del
nacimiento se llama parálisis cerebral infantil congénita. La mayoría de los casos
de parálisis cerebral (85-90 %) son congénitos. Sin embargo, no se sabe qué la
causa en muchos de ellos.

Factores de riesgo de parálisis cerebral congénita

Algunas cosas aumentan las probabilidades de que un niño presente parálisis


cerebral. Estas cosas se llaman factores de riesgo. Es importante recordar que
tener uno de estos factores de riesgo no significa que el niño tendrá parálisis
cerebral. Algunos de estos factores de riesgo son:

• Peso bajo al nacer. Los bebés que pesan menos de 5½ libras (2500
gramos) al nacer, y especialmente los que pesan menos de 3 libras 5 onzas
(1500 gramos) están en mayor riesgo de presentar parálisis cerebral.
• Nacimiento prematuro. Los bebés que nacieron antes de la semana 37 de
embarazo, especialmente si nacieron antes de la semana 32, están en
mayor riesgo de presentar parálisis cerebral. Los cuidados intensivos para
los bebés prematuros han mejorado mucho en las últimas décadas. Los
bebés que nacen mucho antes de tiempo tienen ahora muchas más
probabilidades de vivir; sin embargo, muchos tienen problemas médicos
que pueden ponerlos en riesgo de presentar parálisis cerebral.
• Parto múltiple. Los gemelos o trillizos y los bebés que nacen de otros partos
múltiples están en mayor riesgo de presentar parálisis cerebral,
especialmente si muere el gemelo o uno de los trillizos antes o poco
después de nacer. Parte, pero no todo este aumento en el riesgo se debe al
hecho de que los bebés de embarazos múltiples frecuentemente nacen
antes de tiempo o con bajo peso.
• Tratamiento para la infertilidad por medio de tecnología de reproducción
asistida (ART, por sus siglas en inglés). Los bebés que nacen como
resultado del uso de algunos tratamientos para la infertilidad están en
mayor riesgo de presentar parálisis cerebral. Este aumento en el riesgo se
debe mayormente a partos prematuros, múltiples, o ambos, porque son
más comunes entre los bebés concebidos mediante el uso de tratamientos
para la infertilidad con ART.
• Infecciones durante el embarazo. Las infecciones pueden provocar un
aumento de ciertas proteínas llamadas citocinas que circulan en el cerebro
y la sangre del bebé durante el embarazo. Las citocinas causan
inflamación, lo cual puede dañar el cerebro del bebé. También puede
producirse este problema si la madre tiene fiebre durante el embarazo o el
parto. Algunos tipos de infección que se han vinculado a la parálisis
cerebral infantil incluyen infecciones virales, como la varicela, la rubéola
(sarampión alemán) y el citomegalovirus (CMV), e infecciones bacterianas,
como las infecciones de la placenta o de las membranas fetales, o las
infecciones pélvicas maternas.
• Ictericia y kernícterus. La ictericia es el tono amarillento que se ve en la piel
de muchos recién nacidos. Se presenta cuando se acumula una sustancia
química llamada bilirrubina en la sangre del bebé. Cuando se acumula
demasiada bilirrubina en el cuerpo de un recién nacido, la piel y el blanco
de los ojos pueden adquirir un color amarillento. Esta coloración amarillenta
recibe el nombre de ictericia. Cuando la ictericia grave se deja sin tratar
durante demasiado tiempo, puede provocar una afección llamada
kernícterus. Esto puede causar parálisis cerebral y otras afecciones. A
veces, el kernícterus es causado porque el grupo AB0 o el factor Rh de la
sangre de la madre y el bebé son diferentes. Esto hace que los glóbulos
rojos de la sangre del bebé se descompongan demasiado rápido y
provoquen ictericia grave.
• Afecciones de la madre. Las madres con problemas de tiroides,
discapacidad intelectual o convulsiones tienen un riesgo ligeramente mayor
de tener un hijo con parálisis cerebral.
• Complicaciones durante el parto. El desprendimiento de la placenta, la
rotura del útero o los problemas con el cordón umbilical durante el parto
pueden interrumpir el suministro de oxígeno al bebé y provocar parálisis
cerebral.

Parálisis cerebral infantil adquirida


En un pequeño porcentaje de casos de parálisis cerebral la causa es daño
cerebral ocurrido más de 28 días después del parto. Esto se llama parálisis
cerebral infantil adquirida y por lo general se asocia a una infección (como
meningitis) o a una lesión en la cabeza.
Causas
Algunas de las causas de la parálisis cerebral adquirida son:
• Infecciones del cerebro como, por ejemplo, meningitis o encefalitis durante
la primera infancia.
• Lesiones. Lesiones cerebrales como, por ejemplo, por lesiones a la cabeza
causadas por un accidente vehicular o maltrato infantil.
• Problemas con la irrigación sanguínea al cerebro. Por ejemplo,
por accidentes cerebrovasculares o sangrados en el cerebro asociados a
problemas de la coagulación, vasos sanguíneos que no se formaron
adecuadamente, defectos del corazón presentes al nacer o enfermedad de
células falciformes.

Prevención de la parálisis cerebral


En muchos casos, no se sabe bien qué es lo que causa la parálisis cerebral
congénita y, por consiguiente, es poco lo que se puede hacer para prevenirla. Los
casos de parálisis cerebral relacionados con causas genéticas no son prevenibles.
Sin embargo, se pueden tomar ciertas medidas antes y durante el embarazo, así
como después del nacimiento del bebé para ayudar a reducir el riesgo de que
tenga problemas del desarrollo, incluida la parálisis cerebral.
Tomar medidas para ayudar a asegurar un embarazo saludable puede ayudar a
prevenir los problemas del desarrollo, incluida la parálisis cerebral. La parálisis
cerebral adquirida se relaciona frecuentemente con infecciones o lesiones, y
algunos de estos casos se pueden prevenir.

Antes del embarazo


• Esté lo más saludable que pueda antes del embarazo. Asegúrese de que
cualquier infección que tenga esté tratada y cualquier afección, bajo control,
idealmente antes de quedar embarazada.
• Vacúnese contra ciertas enfermedades (como la varicela y la rubéola) que
podrían afectar al bebé en desarrollo. En el caso de muchas de estas
vacunas, es importante que las reciba antes de quedar embarazada.
• Si usa un tratamiento con tecnología de reproducción asistida para quedar
embarazada, tenga en cuenta las maneras de reducir las probabilidades de
tener un embarazo múltiple (de gemelos, trillizos o más), como transferir un
solo embrión a la vez.
Durante el embarazo
• Infórmese sobre cómo tener un embarazo saludable.
• Reciba atención prenatal en forma temprana y con regularidad, tanto para
su salud como para la salud del bebé en desarrollo.
• Lávese las manos con agua y jabón frecuentemente para ayudar a reducir
el riesgo de contraer infecciones que podrían afectar al bebé.
• Comuníquese con su proveedor de atención médica si se enferma, tiene
fiebre o presenta cualquier otro signo de infección durante el embarazo.
• Una vacuna contra la influenza es la mejor forma de protegerse contra
infecciones graves por la influenza. Una vacuna contra la influenza puede
proteger a la mujer embarazada y al bebé en gestación, tanto antes como
después del parto. Las vacunas contra la influenza no han mostrado causar
daño a las mujeres embarazadas ni a sus bebés.
• Si el grupo sanguíneo de la madre es diferente al del bebé o el factor Rh es
incompatible, esto puede causar ictericia y kernícterus. Las mujeres deben
saber el grupo sanguíneo que tienen y hablar con el médico sobre cómo
prevenir los problemas. Los médicos pueden tratar a la madre con
inmunoglobulina Rho(D) (“Rhogam”) a las 28 semanas de embarazo y
nuevamente poco después del parto para prevenir el kernícterus.
• Hable con el médico sobre cómo prevenir problemas si usted está en riesgo
de tener un parto prematuro. Las investigaciones han mostrado que tomar
sulfato de magnesio antes de un parto prematuro reduce el riesgo de
parálisis cerebral en los bebés que sobreviven. (1,2
Después de que nazca el bebé
• Infórmese sobre cómo ayudar a que su bebé se mantenga seguro y sano
después de nacer.
• A cualquier bebé le puede dar ictericia. La ictericia grave que no se trata,
puede causar un daño cerebral llamado kernícterus. El kernícterus es una
de las causas de parálisis cerebral potencialmente prevenibles. Para
determinar si su bebé tiene ictericia, se lo debe examinar en el hospital y
nuevamente dentro de las 48 horas de haber salido del hospital. Pregúntele
al médico o enfermera sobre la prueba de bilirrubina para detectar la
ictericia. Además, se pueden tomar medidas para prevenir el kernícterus
causado por la incompatibilidad entre el factor Rh de la madre y el bebé.
• Asegúrese de que su hijo esté vacunado contra las infecciones que pueden
causar meningitis y encefalitis, incluidas la Haemophilus influenzae tipo B
(vacuna contra Hib) y el Streptococcus pneumoniae (vacuna
antineumocócica).
• Tome medidas para prevenir las lesiones:
o En el automóvil, sujete a su hijo en un asiento de seguridad para
bebés o niños, en un asiento elevado o con el cinturón de seguridad
(de acuerdo con su estatura, peso y edad).
o Haga que las áreas de estar de su casa sean más seguras para
niños; instale rejas en las ventanas para evitar que los niños
pequeños se caigan de las ventanas abiertas y coloque rejas de
seguridad en la parte superior e inferior de las escaleras.
o Asegúrese de que el suelo del patio de juegos de su hijo esté hecho
de un material amortiguador, como virutas de madera o arena.
o Supervise a los niños pequeños en todo momento alrededor de las
bañeras, las piscinas (grandes y pequeñas) y los cuerpos de agua
naturales. Los adultos que estén supervisando a los niños cerca de
agua deben evitar las actividades que causen distracciones como
usar una computadora o dispositivo portátil, leer o hablar por
teléfono.
o Asegúrese de que su hijo use siempre casco para las actividades
como andar en bicicleta.
o Nunca golpee, sacuda, arroje ni lastime a un niño.
3. AUTISMO
El trastorno del espectro autista es una afección relacionada con el desarrollo del
cerebro que afecta la manera en la que una persona percibe y socializa con otras
personas, lo que causa problemas en la interacción social y la comunicación. El
trastorno también comprende patrones de conducta restringidos y repetitivos. El
término «espectro» en el trastorno del espectro autista se refiere a un amplio
abanico de síntomas y gravedad.

El trastorno del espectro autista comprende afecciones que anteriormente se


consideraban independientes, como el autismo, el síndrome de Asperger, el
trastorno desintegrativo infantil y una forma no especificada de trastorno
generalizado del desarrollo. Algunas personas aún utilizan el término «síndrome
de Asperger» que generalmente se considera que está en el período final leve del
trastorno del espectro autista.

El trastorno del espectro autista comienza en los primeros años de la infancia y, a


la larga, provoca problemas para desenvolverse en la sociedad, por ejemplo, en
situaciones sociales, en la escuela y el trabajo. Los niños suelen presentar
síntomas de autismo en el primer año. Un número reducido de niños parecen
desarrollarse de forma normal en el primer año y luego pasan por un período de
regresión entre los 18 y los 24 meses de edad, cuando aparecen los síntomas de
autismo.

Si bien no existe una cura para los trastornos del espectro autista, un tratamiento
intensivo y temprano puede hacer una gran diferencia en la vida de muchos niños.

Síntomas

Algunos niños presentan signos del trastorno del espectro autista en la primera
infancia, como menor contacto visual, falta de respuesta cuando los llaman por su
nombre o indiferencia ante las personas responsables del cuidado. Otros niños
pueden desarrollarse normalmente durante los primeros meses o años de vida,
pero luego repentinamente se vuelven introvertidos o agresivos o pierden
habilidades del lenguaje que habían adquirido. En general, los signos se observan
a los 2 años.
Es probable que los trastornos del espectro autista tengan un patrón de
comportamiento y un nivel de gravedad únicos en cada niño, desde un
funcionamiento bajo hasta uno alto.

Algunos niños con trastornos del espectro autista tienen dificultades de


aprendizaje y algunos presentan signos de inteligencia inferiores a lo normal.
Otros niños con este trastorno tienen una inteligencia entre normal y alta,
aprenden rápido, aunque tienen problemas para comunicarse, aplicar lo que
saben en la vida diaria y adaptarse a situaciones sociales.

Debido a la combinación única de síntomas que presenta cada niño, a veces,


puede ser difícil determinar la gravedad. En general, se basa en el nivel de
deterioro y en cómo afecta la capacidad de desenvolverse.

A continuación, se presentan algunos signos frecuentes que tienen las personas


con trastornos del espectro autista.

Comunicación e interacción social

Un niño o un adulto con trastorno del espectro autista puede tener problemas con
la interacción social y las habilidades de comunicación, incluso presentar
cualquiera de los siguientes signos:

• No responde a su nombre o, en ocasiones, parece no escucharte

• Se resiste a los abrazos y las caricias; además, parece que prefiere jugar
solo y se abstrae en su propio mundo

• No suele hacer contacto visual y carece de expresión facial

• No habla o tiene un desarrollo tardío del habla, o bien pierde la capacidad


que tenía para decir palabras u oraciones

• No puede mantener ni iniciar una conversación o, tal vez, inicia una


solamente para pedir algo o nombrar elementos
• Habla con tono o ritmo anormal y es posible que utilice una voz cantarina o
que hable como un robot

• Repite palabras o frases textuales, pero no comprende cómo usarlas

• No parece entender preguntas o indicaciones simples

• No expresa emociones ni sentimientos y parece no ser consciente de los


sentimientos de los demás

• No señala ni trae objetos para compartir sus intereses

• Aborda interacciones sociales de forma inadecuada comportándose de


manera pasiva, agresiva o perturbadora

• Tiene dificultad para reconocer señales no verbales, como la interpretación


de las expresiones faciales de otras personas, las posturas corporales o el
tono de voz

Patrones de comportamiento

Un niño o un adulto con trastorno del espectro autista puede tener intereses,
actividades o patrones de comportamiento repetitivos y limitados, e incluso
presentar cualquiera de los siguientes signos:

• Realiza movimientos repetitivos, como balancearse, girar o aletear con las


manos

• Realiza actividades que podrían causarle daño, como morderse o golpearse


la cabeza

• Desarrolla rutinas o rituales específicos y se altera con el mínimo cambio

• Tiene problemas con la coordinación o muestra patrones de movimientos


extraños, como ser torpe o caminar en puntas de pie, y muestra un lenguaje
corporal extraño, rígido o exagerado
• Se deslumbra con los detalles de un objeto, como las ruedas que giran en
un auto de juguete, pero no entiende el propósito general o el
funcionamiento del objeto

• Es más sensible que lo habitual a la luz, el sonido o el contacto físico, pero


puede ser indiferente al dolor o la temperatura

• No participa en juegos de imitación o de simulación

• Se obsesiona con un objeto o una actividad con una intensidad o


concentración anormales

• Tiene preferencias específicas con respecto a los alimentos, como comer


solamente unos pocos alimentos o no comer alimentos con una
determinada textura

A medida que maduran, algunos niños con trastornos del espectro autista
socializan más con otras personas y muestran menos alteraciones del
comportamiento. Algunos, generalmente los que tienen problemas menos graves,
con el tiempo pueden llevar una vida normal o casi normal. Sin embargo, otros
siguen teniendo dificultades con el lenguaje o las habilidades sociales y, en los
años de la adolescencia, sus problemas de comportamiento y emocionales
pueden empeorar.

Cuándo consultar al médico

Cada bebé se desarrolla a su propio ritmo, y muchos no siguen la cronología


exacta que se encuentra en algunos libros sobre crianza. Sin embargo, los niños
que padecen trastornos del espectro autista no suelen manifestar signos de
retraso en el desarrollo antes de los 2 años.

Si te preocupa el desarrollo de tu hijo o sospechas que puede tener trastornos del


espectro autista, coméntale tus inquietudes al médico. Los síntomas de estos
trastornos también pueden estar vinculados con otros trastornos del desarrollo.
Los signos del trastorno del espectro autista normalmente aparecen en las
primeras etapas del desarrollo cuando se observan retrasos evidentes en las
habilidades del lenguaje y las interacciones sociales. El médico podría recomendar
pruebas de desarrollo para determinar un posible retraso en las habilidades
cognitivas, del lenguaje y sociales de tu hijo si:

• No responde con una sonrisa o una expresión de felicidad a los 6 meses o


antes.

• No imita sonidos o expresiones faciales a los 9 meses o antes

• No balbucea ni hace gorgoritos a los 12 meses o antes

• No hace gestos, como señalar o saludar, a los 14 meses o antes

• No dice palabras simples a los 16 meses o antes

• No juega a juegos «de simulación» o imitación a los 18 meses o antes

• No dice frases de dos palabras a los 24 meses o antes

• Pierde las habilidades del lenguaje o sociales a cualquier edad

Causas

Los trastornos del espectro autista no tienen una única causa conocida.
Considerando la complejidad del trastorno y el hecho de que los síntomas y la
gravedad varían, probablemente haya muchas causas. La genética y el medio
ambiente pueden influir.

• Genética. Varios genes diferentes parecen estar relacionados con los


trastornos del espectro autista. Para algunos niños, los trastornos del
espectro autista pueden estar asociados con un trastorno genético, como el
síndrome de Rett o el síndrome del cromosoma X frágil. Para otros, los
cambios genéticos (mutaciones) pueden aumentar el riesgo de padecer
trastorno del espectro autista. Más aún, otros genes pueden afectar el
desarrollo del cerebro o el modo en que se comunican las neuronas
cerebrales, o pueden determinar la gravedad de los síntomas. Algunas
mutaciones genéticas parecen ser hereditarias, mientras que otras suceden
de manera espontánea.

• Factores ambientales. Actualmente, los investigadores estudian si


factores, como las infecciones virales, los medicamentos, las
complicaciones durante el embarazo o los contaminantes del aire,
desempeñan un papel en el desencadenamiento del trastorno del espectro
autista.

No existe ningún vínculo entre las vacunas y los trastornos del espectro
autista

Una de las controversias más importantes del trastorno del espectro autista reside
en si existe un vínculo entre este trastorno y algunas vacunas de la niñez. A pesar
de la vasta investigación, ningún estudio confiable ha demostrado que exista dicho
vínculo entre el trastorno del espectro autista y las vacunas. De hecho, el
primer estudio que comenzó el debate años atrás fue retirado debido a un diseño
deficiente y métodos de investigación cuestionables.

No vacunar a tu hijo en la niñez puede ponerlo tanto a él como a otros en peligro


de contagiarse y transmitir enfermedades graves, como la tos ferina (pertusis),
paperas o sarampión.

Factores de riesgo

La cantidad de niños que reciben un diagnóstico de trastornos del espectro autista


está aumentando. No está claro si esto se debe a una mejor detección e informe,
a un aumento real de la cantidad de casos o a ambos.

Los trastornos del espectro autista afectan a los niños de todas las razas y
nacionalidades, pero determinados factores aumentan el riesgo de padecerlos.
Estos pueden ser:
• El sexo de tu hijo. Los niños tienen cuatro veces más probabilidades de
padecer un trastorno del espectro autista que las niñas.

• Antecedentes familiares. Las familias con un niño con trastorno del


espectro autista tienen un mayor riesgo de tener otro hijo con este
trastorno. También es frecuente que los padres o familiares de un niño con
trastorno del espectro autista tengan problemas menores con las
habilidades sociales y de comunicación, o ciertas conductas típicas de este
trastorno.

• Otros trastornos. Los niños con ciertas afecciones tienen un riesgo mayor
de lo normal de presentar un trastorno del espectro autista o síntomas
parecidos a los del autismo. Algunos ejemplos son el síndrome del
cromosoma X frágil, un trastorno hereditario que causa problemas
intelectuales; la esclerosis tuberosa, una enfermedad en la que se forman
tumores benignos en el cerebro; y el síndrome de Rett, una enfermedad
genética que se produce casi exclusivamente en las niñas y que provoca un
crecimiento más lento de la cabeza, incapacidad intelectual y pérdida del
uso útil de la mano.

• Bebés extremadamente prematuros. Los bebés que nacen antes de las


26 semanas de gestación pueden tener un mayor riesgo de padecer un
trastorno del espectro autista.

• Edad de los padres. Puede haber una conexión entre los niños nacidos de
padres mayores y el trastorno del espectro autista, pero se necesita más
investigación para establecer este vínculo.

Complicaciones

Los problemas con las interacciones sociales, la comunicación y la conducta


pueden dar lugar a lo siguiente:

• Problemas en la escuela y de aprendizaje

• Problemas laborales
• Incapacidad para vivir de forma independiente

• Aislamiento social

• Estrés en la familia

• Victimización y ser objeto de intimidaciones

Prevención

No hay manera de prevenir el trastorno del espectro autista, pero hay opciones de
tratamiento. El diagnóstico e intervención tempranos son lo más útil, y pueden
mejorar el desarrollo del lenguaje, las habilidades y la conducta. Sin embargo, la
intervención es útil a cualquier edad. Si bien, en general, los niños no dejan de
tener los síntomas del trastorno del espectro autista cuando crecen, pueden
aprender a desempeñarse adecuadamente.
Referencias:

1. Sociedad Nacional del Síndrome de Down (NDSS por sus siglas en inglés)
(s/f). What causes Down syndrome? Obtenido el 11 de junio de 2012

de https://www.ndss.org/Down-Syndrome/What-Is-Down-Syndrome/
2. Parker, S. E., Mai, C. T., Canfield, M. A., Rickard, R., Wang, Y., Meyer, R. E., et
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in the United States, 2004–2006. Birth Defects Research. Part A, Clinical
and Molecular Teratology, 88, 1008–1016.
3. Centro de Información sobre Enfermedades Genéticas y Raras (GARD por sus
siglas en inglés) (2012). Down syndrome. Obtenido el 11 de junio de 2012
de http://rarediseases.info.nih.gov/GARD/QnASelected.aspx?diseaseID=10247
4. Doyle LW, Crowther CA, Middleton P, Marret S. Antenatal
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systematic review. Obstet Gynecol. 2009 Jun;113(6):1327-33.
5. Magnesium sulfate before anticipated preterm birth for
neuroprotection. Committee Opinion No. 455. American College of
Obstetricians and Gynecologists. Obstet Gynecol 2010;115:669–71.

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