Modulo Diversidad DTP - Introducción
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Modulo Diversidad DTP - Introducción
Aprendizaje
Virtual
Formación Género y
Diversidad para un abordaje
de protección integral
Jefatura de Secretaría de Innovación Ministerio de las Mujeres,
Gabinete de Ministros Tecnológica del Sector Público Géneros y Diversidad
PLAN DE FORMACIÓN PARA
DISPOSITIVOS TERRITORIALES
DE PROTECCIÓN DE PERSONAS
EN SITUACIÓN DE VIOLENCIA
DE GÉNERO
Módulo I
Perspectiva de Género y Diversidad
para el abordaje integral en
Dispositivos Territoriales
de Protección
Contenidos conceptuales en género y
diversidad para el abordaje integral de
las violencias por motivos de género
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Autoridades Nacionales
Presidente de la Nación
Dr. Alberto Ángel Fernández
Vicepresidenta de la Nación
Dra. Cristina Fernández de Kirchner
Equipo de Trabajo:
Rocío Zuviria
Florencia Ferreira
Romina Sckmunck
Jimena Lacorazza
Gisela Giamberardino
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Índice
● Introducción
● Capítulo I: Cisexismo y Heteronormatividad
o Los discursos sobre el género
o Heteronormatividad
o Cisexismo
o Una mirada crítica del binomio sexo-género
o Norma Corporal
o Colonialidad
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o Hacia la DEScriminalización
o Los Principios de Yogyakarta
o La Ley de Identidad de Género: dimensiones centrales para el abordaje en los
DTP
o Identidad de Género y derechos
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Introducción
En el presente módulo abordaremos las ideas centrales de lo que comprendemos como una
perspectiva teórico-práctica fundamental que debe asumir el Estado para el desarrollo e
implementación de políticas públicas y particularmente para el abordaje de las violencias por motivos
de género. Adoptar una perspectiva de género y diversidad es necesario para comprender los
modos en que se regulan las relaciones entre las personas en razón de su identidad de género y su
orientación sexual, generando desigualdades estructurales dejando espacio para la reproducción de
las violencias.
La incorporación de la perspectiva de la diversidad al diseño, implementación y monitoreo de las
políticas públicas, ha sido una cuenta pendiente histórica del Estado en materia de géneros, tal como
señala el Plan Nacional de Acción Contra las Violencias por Motivos de Género 2020-2022. La noción
de transversalizar esta perspectiva implica, no sólo identificar de manera específica las
necesidades, opresiones y violencias que atraviesan Lesbianas, Gays, Maricas, Bisexuales,
Trans, Travestis, Transgénero, Transexuales, Intersexuales y No binaries, sino también
reconocer de qué modo las políticas que se formulan sin una perspectiva de diversidad pueden
reproducir las desigualdades. Es decir, partimos de la caracterización de que la perspectiva de
diversidad no busca invitar a las existencias LGBTI+ a participar de una ciudadanía con derechos
garantizados, sino que invita a repensar críticamente un sistema político heterocentrado.
Las relaciones de poder desiguales limitaron y limitan el acceso de lxs LGBTI+ a derechos
fundamentales como la salud, la vivienda y el trabajo, entre otros, en el marco de contextos
atravesados por la desigualdad y la Violencia Institucional. Es a partir de este diagnóstico que
nos proponemos avanzar en líneas de acción transversales que procuren transformar los
patrones estructurales de exclusión que provocan una reducción dramática de las expectativas de
vida y fomentan la instalación de contextos de violencias extremas vinculadas a la orientación
sexual, identidad y expresión de género1.
Asimismo cuando pensamos en construir una mirada de la perspectiva de género desde la diversidad,
partimos de la noción de interseccionalidad como principio rector. En primer lugar porque
entendemos que un eje articulador que atraviesa las condiciones de vida y existencia
desiguales es la pobreza estructural, y por lo tanto un análisis transfeminista no puede obviar las
dimensiones de clase, “raza” y territorialidad. En segundo lugar, porque partimos de la base de que
los efectos de las violencias y las posibilidades de resistencia a ellas se articulan de manera distinta en
cada contexto y en cada territorio, vinculadas con particularidades que pueden complejizar una
situación de vulnerabilidad de mujeres, lesbianas, trans, travestis, gays, maricas y no binaries. El
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Las diferencia entre estas categorías son abordadas en el capítulo II, mientras que la forma en que muchas de las de las manifestaciones de
violencias se encuentran motivadas por el intento o deseo de “castigar” a identidades, expresiones, comportamientos o cuerpos que difieren de
las normas y roles de género tradicionales, o que son contrarias al sistema binario hombre/mujer será abordada en el capítulo IV.
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abordaje de las violencias por motivos de género debe dimensionar su impacto diferencial en relación
con opresiones preexistentes2.
En este sentido, la modificación del paradigma binario vigente implica desandar ideas y prácticas
arraigadas en la sociedad que también han impregnado históricamente las políticas públicas. Así como
el espacio público es un escenario altercado donde el acceso de la ciudadanía está atravesado por
asimetrías en relación a la identidad, también la construcción de conocimiento periodístico, académico
e institucional es un espacio de disputa de sentidos atravesado por relaciones de poder, que puede
profundizar o intentar revertir las desigualdades. Es por ello que la presente formación, enmarcada en
políticas públicas de protección para personas en situación de violencia por motivos de género, es uno
de los ámbitos privilegiados al que le atañe una responsabilidad particular de desmontar las jerarquías
sexo-genéricas3.
Este material de formación invita a problematizar las expectativas sociales que imaginan una relación
lineal entre el cuerpo, el género y el deseo, distanciándose de aquellos paradigmas que construyeron
lecturas de la identidad en claves biológicas o esencialistas. En este sentido, revisamos y destacamos
las históricas agendas desatendidas de la población travesti-trans, asumiendo la urgencia de luchar
contra las violencias en las infancias. Sabemos que el horizonte de posibilidades de acción en este
campo es amplio y que se da en el marco de una historia de intervenciones estatales que han ejercido,
inevitablemente, selecciones y desplazamientos atravesados por intersecciones de clase, “raza”,
territorio y género.
En este sentido, vale decir que el Estado ha intervenido históricamente sobre la sexualidad,
nombrando, regulando y produciendo saberes normalizantes que buscaron ordenar y establecer las
fronteras de ciudadanía entre lo aceptable y lo criminalizable. En este sentido vale la pena mencionar
que el Estado no comenzó a pensar en la diversidad sexual a partir de las últimas dos décadas y a raíz
de La Ley de Matrimonio Igualitario y de la Ley de Identidad de Género.
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Tales como la edad, la condición socioeconómica, la discapacidad, la corporalidad, la situación habitacional, la orientación sexual, la identidad de
género, la religión, la pertenencia étnica, la situación de privación de la libertad, la ruralidad, la salud mental, la condición migrante o de refugiade,
la nacionalidad, la identidad indígena, afrodescendiente y la marronidad, entre otros.
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Cuando decimos jerarquías sexo-genéricas nos referimos a un sistema que establece jerarquías entre las personas y distribuye privilegios y
violencias de forma desigual, basándose en la premisa de que el género debería reflejar al “sexo”. La categoría “sexo” no debe ser aquí entendida
como una categoría válida para clasificar a las personas en función de su cuerpo o sus características biológicas, sino como un complejo histórico-
cultural desde el cual se han pensado e intervenido los cuerpos.
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A lo largo de este texto, utilizamos la letra “x” como herramienta clave del lenguaje inclusivo, proponiendo así salir del binarismo reduccionista
de “varones” y “mujeres”, como así también incluir identidades de género diversas. Asimismo, se ha respetado en las citas el formato de
lenguaje inclusivo utilizado por lxs autorxs. Por ello, en algunos casos, se emplea el símbolo “*” en lugar de la “x”, teniendo el mismo alcance y
representación.
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Con esta categoría nos referimos al hecho de que las personas heterosexuales detentan privilegios respecto de las personas LGBTI+. Esto se
debe a que, como veremos en el siguiente apartado, la heterosexualidad es una institución política y como tal configura relaciones de poder. En
este sentido las personas cuya identidad y orientación sexual no coinciden con las expectativas que el sistema (heterocisexual) exige, se
encuentran en condiciones de desigualdad en distintas dimensiones de su vida.
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El presente instrumento de formación recoge el desafío de atravesar las políticas de protección para
el abordaje de las violencias desde una perspectiva género y diversidad, sabiendo eso puede implicar
irrumpir con muchas lógicas institucionales. Buscamos desarticular la eficacia de los discursos y
prácticas que sostienen y reproducen el patriarcado, entendidos como dispositivos de regulación que
ejercen operaciones de poder legal y extra-legal. Nos proponemos, entonces, reflexionar acerca del
vínculo entre la sociedad civil, los activismos y el Estado, así como también acerca de los modos de
subjetivación. Recuperamos las luchas por el reconocimiento y la redistribución de privilegios y
derechos, siempre en relación a un horizonte de acción y transformación social en pos de la
construcción de espacios de existencia más vivibles.
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Ministerio de las Mujeres,
Géneros y Diversidad de la Nación
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inclusión
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