Lafilosofiamatematicadehermannweyl
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Hermann Weyl (1885-1955) es ampliamente reconocido como uno de los matemáticos más
importantes e influyentes del siglo XX. Discípulo de David Hilbert en Gotinga – y por
tanto, como señala Frank Wilczek, “en la línea de descendientes intelectuales de Gauss,
Riemann, y Dirichlet” (Weyl, 2009: vii) – fue, al igual que su maestro Hilbert, un
verdadero polímata que puso el sello de su genio sobre diversas áreas de las matemáticas
(creando, a su paso, unas cuantas) y de las ciencias naturales. Como botón de muestra de la
influencia que ha tenido Weyl sobre las matemáticas de nuestro tiempo, valga lo que al
respecto ha dicho Michael Atiyah (2002: 1): “Los últimos 50 años han visto un notable
florecimiento de justamente aquellas áreas que inició Weyl. En retrospectiva, casi podría
decirse que definió la agenda y proporcionó el marco apropiado para lo que siguió.”
ambicioso estudio de las matemáticas, sino también por su filosofía. Aquí ofrezco un
esbozo de este último estudio, dividiéndolo en dos partes. La primera de ellas se ocupa de
muy importante, de tal modo que, al menos implícitamente, en nuestro proceder también
Antes de pasar a considerar dichos temas, es necesario decir algo sobre dos asuntos
que tienen que ver directamente con los propósitos expositivos de este trabajo.
2
Sobre la naturaleza de la filosofía de las matemáticas
La filosofía de las matemáticas y la lógica matemática tienen una cosa en común: sus
respectivos inicios son mucho menos conocidos que sus respectivos resultados ulteriores.
Para el caso de la lógica matemática existe una disputa no tanto de precedencia, sino de
lógico-matemáticos. Del lado de los booleanos destacan Hilary Putnam (1990) y George
Boolos (1999), mientras que del lado de los fregeanos destacan Willard Van Orman Quine
(1950), Jean van Heijenoort (1977) y, desde luego, el propio Gottlob Frege:
[…] quisiera subrayar que el objetivo de mi conceptografía es diferente del de la lógica booleana. Yo
deseaba completar el lenguaje de fórmulas de las matemáticas con signos para las relaciones lógicas
de modo tal que de ello resultase una conceptografía que hiciese innecesaria la inclusión de palabras
en el curso de una prueba y, gracias a ello, combinase el mayor grado de precisión con la mayor
brevedad posible. Para este propósito, los signos que introduje debían ser apropiados para fusionarse
íntimamente con los que se usan habitualmente en las matemáticas. Los signos de Boole (en parte
procedentes de Leibniz) no son en modo alguno apropiados para ello, lo que tampoco sorprende si se
tiene en cuenta su objetivo; deben representar únicamente la forma lógica, prescindiendo por
completo del contenido. Creo necesario anticipar esto con el fin de prevenirnos contra la falsa idea de
ocupó por primera vez de los genuinos problemas epistemológicos y lógicos que tienen las
ideas matemáticas.1 Pero, en realidad, los griegos ya se ocupaban de tales problemas: desde
1
Richard Rorty (2013: 142) sostuvo que Kant formuló el problema del conocimiento en términos de
supuestos componentes de las proposiciones, y no en términos de las relaciones entre proposiciones y su
grado de certeza.
3
el problema que para ellos supondría la irracionalidad de 2 hasta el problema relativo a
no a partir de sus pretendidos orígenes, sino a partir de i) su propósito general y ii) los
Con respecto al primer punto, Bertrand Russell dijo que, a diferencia de las
cada vez más la complejidad, en la filosofía matemática se procede hacia los principios y
las ideas más generales, alcanzando así una abstracción cada vez mayor (2010: 6) (Henri
Poincaré (2001: 487) criticaría este proceder porque estas abstracciones – que se
distingue un miembro x de la clase cuyo único miembro es x, y esta clase de la clase cuyo
único miembro es la clase cuyo único miembro es x, etcétera – no se cuentan entre las
¿Por qué la filosofía matemática alcanza “una abstracción cada vez mayor”? La
respuesta se encuentra en los temas que contempla, temas que determinan su proceder: los
dividirse en tres grandes escuelas: la logicista, que sostiene que los conceptos de las
2
Arquímedes contempló este problema en su Sobre el método. Véase Antiseri y Reale (1988: 259).
3
A menos que las pruebas matemáticas de las que se trata sean indirectas. Este importante punto es omitido
por Russell.
4
matemáticas pueden derivarse desde conceptos lógicos mediante definiciones explícitas y
que los teoremas de las matemáticas pueden derivarse desde axiomas lógicos mediante
deducciones puramente lógicas (Carnap, 1931); la intuicionista, que sostiene que las
matemáticas son una función natural del intelecto humano, una actividad libre y vital de su
de las matemáticas clásicas, no deben investigarse sus enunciados sino sus métodos de
prueba, cuyas condiciones – las tareas de la teoría de la prueba de Hilbert – han de ser i) la
enumeración de todos los símbolos que se emplean en las matemáticas y en la lógica; ii) la
métodos aritméticos finitarios pueden probarse por el proceso descrito en iii) si, y sólo si, la
1931).
(Hay una cuarta opción ante el “problema de los fundamentos de las matemáticas”:
sostener que no hay tal problema, que las matemáticas no requieren de fundamento alguno.
Dicha postura la adoptó Hilary Putnam en Mathematics without foundations (1967: 5), en
4
Un enunciado matemático significativo no es necesariamente verdadero. El enunciado “para cualesquiera
números x e y, x > y + 1” es significativo (en tanto que comprendemos perfectamente qué dice) y falso (tan
pronto como x = 3 e y = 4). Véase Alfred Tarski, 2014: 8.
5
donde sostuvo no solamente que no hay ninguna crisis en los fundamentos de las
dividir, grosso modo, a las posturas filosófico-matemáticas en aquellas que defienden una
como sucede con dichas distinciones para los casos de los nombres de clases naturales
(como para los casos “agua = H2O” y “temperatura = energía cinética molecular media”,
que son identidades nominalmente necesarias pero metafísicamente contingentes, según los
que significa que su validación no requiere de evidencia empírica. En otras palabras, ya que
recurrir a la evidencia empírica (Carl Hempel, 1945).6 La escuela realista, por otra parte,
sostiene que “algún día alcanzaremos suficiente claridad sobre los conceptos involucrados
5
En dicho trabajo, Putnam sostuvo que, además de las “matemáticas como teoría de conjuntos”, las
“matemáticas como lógica modal” también son una descripción posible del reino de los hechos matemáticos.
Sin embargo, de esta afirmación no debe derivarse un nuevo “ismo” (el “modalismo”) para las matemáticas.
Putnam niega categóricamente esta derivación.
6
Sobre esta postura hay dudas en cuanto a la (supuesta) estrecha relación entre nuestra lógica y nuestro
lenguaje natural (Timothy Williamson, 2016: 73-182), así como entre nuestro lenguaje y nuestro
conocimiento (Donald Davidson, 1967: 304-323).
6
verdad de alguna posición en la filosofía de las matemáticas” (Boolos, 1999: 119). (Hay,
En cuanto al tercer problema del que suele ocuparse la filosofía de las matemáticas,
más ardua que para los problemas relativos a los fundamentos de las matemáticas y a la
existencia de los objetos matemáticos. A continuación expondré dos ejemplos que dan
cuenta de ello.
verdad matemática, podría seguirse a Paul Benacerraf (1973: 661) y dividirlas en dos tipos:
1) la preocupación por tener una teoría semántica homogénea en la que la semántica para
las proposiciones matemáticas sea paralela a la semántica para el resto del lenguaje y 2) la
razonable. Estas dos preocupaciones tienen sus propios defectos, señalados por el mismo
conseguir conectar estas condiciones con cualquier análisis de las oraciones que muestre
cómo las condiciones asignadas son condiciones de su verdad” (1973: 662). En breve, el
dilema de Benacerraf viene a decir que “lo que parece necesario para la verdad matemática,
7
El dilema de Benacerraf, empero, puede “disolverse” y convertirse así en una inútil
Puede disolverse vía el platonismo liberal de Robert C. Stalnaker, según el cual “el
requiera interacción causal con ellos” (2003: 43), y vía el trivialismo platónico de Agustín
Rayo, según el cual no hay un espacio teórico entre el enunciado “no hay dinosaurios” y el
enunciado “el número de los dinosaurios es cero” porque, a pesar de sus distintas formas
gramaticales, ambos enunciados describen el mismo hecho. Alguien que no aceptara que
estos dos enunciados describen el mismo hecho podría plantear la siguiente pregunta: “Sé
que no hay dinosaurios. Lo que me gustaría entender ahora es si también es cierto que el
número de los dinosaurios es cero. Me gustaría entender, además, cómo es que podríamos
estar justificados para tener una opinión al respecto, dado que no gozamos de ningún tipo
simplemente que haya n Fs” (Rayo, 2015: 28) (Rayo concibe a “hay n F” como una
Segundo ejemplo. Así como el dilema de Benacerraf puede llegar a ser inútil
naturaleza de la verdad matemática, a continuación expondré una vía que, prima facie,
parece ser útil para tal propósito pero que, no obstante, una vez hecho un análisis de ella,
7
Una “pregunta incómoda” del tipo que, según Rayo, planteó Benacerraf.
8
puede llegar a ser igualmente infructífera. Esta vía se refiere a la distinción entre lo a priori
distinción es una distinción epistemológica. También existe una distinción lógica entre los
enunciados analíticos (aquellos cuyo predicado está contenido en el sujeto, que pueden
validarse sin recurrir a la evidencia empírica, etcétera) y los enunciados sintéticos (aquellos
Por último, hay una distinción metafísica (modal) entre los enunciados
en todos los mundos posibles11 o12 aquel cuyo contrario (no-p) es imposible13 o aquel que
equivale a la imposibilidad de no-p (John P. Burgess, 2009: 40) o aquel que concuerda con
todas las posibilidades de verdad (Frank P. Ramsey, 2013: 9) o aquel cuya negación
9
contrafácticamente implicado por su propia negación (Stalnaker, 1968: 98-112). Un
cuyo contrario es contingente o aquel que equivale a la no-necesidad de no-p o aquel que
concuerda con alguna posibilidad de verdad o aquel que no implica contrafácticamente una
falso) o aquel cuyo contrario es verdadero en todos los mundos posibles (no-p =
con “◊”, a “necesariamente” con “□”, a “no” con “ ¬ ”, y a “y” con “ ∧ ”, entonces es claro
verdadera es decir que dicha proposición concuerda con todas las posibilidades de verdad, y
que dicha proposición no concuerda con ninguna posibilidad de verdad, entonces es claro
14
Burgess, 2009: 40-70.
15
Ramsey, 2013: 1-61.
10
que el primer tipo de proposición es una proposición tautológica, mientras que el segundo
de verdad es:
Tradicionalmente, existía una íntima conexión (tanto que se pensaba como una
16
En la filosofía de las matemáticas de Ramsey, las tautologías y las contradicciones son respectivamente
asimilables a las proposiciones verdaderas y a las proposiciones falsas porque tanto las tautologías como las
contradicciones son proposiciones ordinarias en tanto que pueden tomarse como argumentos para funciones
de verdad.
11
que, por el otro lado, si una proposición es a posteriori, entonces es sintética y contingente.
(Así, en Gottfried W. Leibniz, si algo es tal que su contrario es imposible, entonces se debe
a una verdad de razón, mientras que si algo es tal que su contrario es posible, entonces se
debe a una verdad de hecho.) Kant disolvió el vínculo entre lo epistemológico y lo lógico al
(casi de un solo golpe) la asunción kantiana de que nuestro conocimiento del espacio no
deriva de la experiencia, y entonces es necesario y, por tanto, a priori (Barry Stroud, 1984:
149). Así, los positivistas lógicos pudieron fácilmente distinguir entre una geometría pura o
la geometría pura son a priori pero no sintéticos, mientras que los teoremas de la geometría
Por su parte, Saul Kripke (1978; 2005) disolvió el vínculo entre lo epistemológico y
17
En el sentido kantiano de lo a priori: un conocimiento es independiente de la experiencia sensible porque
no se origina en ella, y no porque no comience con ella. Para Kant, todo conocimiento comienza con la
experiencia sensible (Kant, 1900: 1).
18
Albert Einstein hizo esta misma distinción con otra terminología: los teoremas geométricos acerca de la
realidad (sintéticos) no son certeros (a priori), mientras que los teoremas geométricos certeros (a priori) no
son acerca de la realidad (sintéticos). Véase Carnap, 1995: 183.
12
paradigmático de este último tipo de proposiciones es la conjetura de Goldbach, que dice
que todo número par ≥ 4 es la suma de dos números primos.19 La verdad de esta conjetura
posteriori nos informaría ipso facto que dicha proposición es necesaria, pues “el carácter
peculiar de las proposiciones matemáticas es tal que uno sabe (a priori) que no pueden ser
Ahora bien, ¿qué tan cierta es la afirmación de que el carácter peculiar de las
proposiciones matemáticas es tal que uno sabe (a priori) que no pueden ser
ángulos internos de un triángulo es = 180°”? ¿Uno sabe (a priori), como sostiene Kripke,
que es necesariamente verdadera? Si así fuese, entonces no-p (= “la suma de los ángulos
internos de un triángulo no es = 180°”) sería una proposición falsa en todos los mundos
posibles o una cuyo contrario (p) sería verdadero en todos los mundos posibles o una que
posibilidad de verdad. Pero el simple hecho de que no-p sea una proposición no sólo
posible, sino incluso fácticamente verdadera (para la geometría elíptica, donde la suma de
los ángulos internos de un triángulo es > 180°), hace que la afirmación de Kripke sea
19
Hay dos razones para creer que la conjetura de Goldbach es verdadera: 1) la distribución aleatoria de los
números primos y 2) la evidencia numérica de los números pares hasta 1014, que pueden escribirse como una
suma de dos primos (Timothy Gowers (ed.), 2008: 69).
20
Aquí ya hay un débil argumento a favor de Kripke: si la verdad de la conjetura de Goldbach fuese
cognoscible a priori, no sería una conjetura, sino un teorema, es decir, “una verdad que se hace evidente
mediante un proceso de razonamiento llamado demostración” (Adrien-Marie Legendre, 2012: 12).
21
Esto contrasta con la postura de Ayer, para quien una cosa son las proposiciones de las matemáticas y de la
lógica y otra son las proposiciones sobre el comportamiento de las personas que se ocupan de las matemáticas
o de la lógica: las acciones de consultar una computadora o de preguntar a un matemático (estos ejemplos son
de Kripke) para conocer una verdad matemática no tienen que ver con la verdad (o la falsedad) de las
proposiciones matemáticas en cuanto tales (Ayer, 1981: 6).
13
incierta (también lo es para el caso de la geometría hiperbólica, donde la suma de los
¿Qué hay con respecto al carácter epistemológico de la proposición “la suma de los
Newton, Carl F. Gauss, y Bernhard Riemann han sostenido que la verdad o la falsedad de
necesaria o de razón. Entonces, dicho juicio no podría ser, según este criterio
incluso si pudiese serlo en algún grado, para algunos filósofos la distinción entre lo a priori
(Williamson, 2016: 226), es decir, oscurece patrones epistémicos más profundos en tanto
que, por ejemplo, una proposición particular a la que se le haya designado como “a priori”
sostener que la proposición “la suma de los ángulos internos de un triángulo es = 180°” es,
priori. Tal concepción es la de Frege (1980: 3), quien introdujo un criterio de distinción
entre lo a priori y lo a posteriori según el cual dicha distinción no tiene que ver con el
contenido de un juicio particular, sino con la justificación para hacer tal juicio: para que una
verdad sea a priori, debe ser posible derivar su prueba exclusivamente de leyes generales
que no necesitan o no admiten ninguna prueba, mientras que para que una verdad sea a
14
posteriori debe ser imposible construir una prueba de ella sin incluir una apelación a los
hechos.22
180°” puede ser a priori, a pesar de que no tenga que serlo: es posible derivar su prueba
exclusivamente de leyes generales que no necesitan ninguna prueba, aunque ello no quiere
decir que no admitan ninguna prueba. Esto porque, bajo esta concepción fregeana, un juicio
a priori es un juicio cuya verdad no requiere de una demostración fáctica (mientras que un
juicio a posteriori es un juicio cuya verdad requiere de una demostración fáctica). Bajo
fáctico en él. En breve: no interesa el contenido empírico de los juicios, sino la justificación
empírica para hacerlos. Esta definición de lo a priori es compatible con la tesis kripkeana
según la cual hay juicios que, a pesar de poder ser comprobados apriorísticamente, no
problemática.
22
Estas definiciones son plenamente concordantes con el anti-psicologismo de Frege. Compárese esto con la
crítica de Ayer (2014: 75 y ss.) a la perspectiva de John Stuart Mill de que las proposiciones matemáticas son
meramente generalizaciones inductivas.
15
A Weyl suele clasificársele como un intuicionista, en la línea de Luitzen Egbertus Jan
matemáticas, Ramsey (2013: 3) escribió a este respecto que, además del formalismo, “hay
Si bien es cierto que, al menos por algún momento de su carrera intelectual, Weyl
fue un intuicionista, no sólo sucede que dicho momento fue corto (Dirk van Dalen, 1995:
145), sino que también se adhirió (con mayor o menor fuerza) a otros principios o
matemática de Weyl, dando por supuesto – y esto no sólo aplica al caso de Weyl – que los
23
No es una práctica extraña el atribuir a Poincaré el nacimiento de la escuela intuicionista. Sin embargo, esto
me parece un error. El intuicionismo matemático de Poincaré tiene un carácter marcadamente psicológico, en
oposición al carácter marcadamente lógico-filosófico que tiene el intuicionismo matemático de Brouwer-
Heyting. El trabajo que pretendió probar que las matemáticas clásicas son traducibles a las matemáticas
intuicionistas fue Sobre el principio del tercero excluido (1925) de Andrei N. Kolmogorov (Hao Wang, 1977:
414-415).
16
toda la objetividad que uno podría demandar” (1951: 57)), mientras que las perspectivas
con objetos mentales de algún tipo – sí están filosóficamente comprometidas con ciertas
concepciones infinitistas de las matemáticas clásicas; por otra parte está el intuicionismo,
que hace que todo dependa de una intuición básica a priori de sucesión temporal” (1951:
5).
haber definido a las matemáticas como la ciencia de los sistemas formales, consigue asir la
raíz del asunto sin ningún compromiso previo (como la existencia real de los objetos
el sentido de que tanto los platónicos como los intuicionistas (y los logicistas, los
adoptar métodos formalistas sin que ello suponga un compromiso filosófico adicional.
este: un formalista puede adherirse a ciertos compromisos platónicos, por ejemplo, sin que
ello menoscabe su formalismo. Esta posibilidad resulta problemática para la tesis de Curry,
17
fuese, entonces la adherencia a ciertos compromisos platónicos convertiría
geómetra griego no consigue incluir ciertos postulados [necesarios], notamos que Euclides habla de
figuras a ser construidas, mientras que, para Hilbert, el sistema de puntos, líneas rectas, y planos
existe desde el comienzo. Euclides postula: uno puede unir dos puntos con una línea recta; Hilbert
establece el axioma: dados cualesquiera dos puntos, existe una línea recta sobre la cual ambos están
situados. “Existe” se refiere aquí a existencia en el sistema de líneas rectas. Este ejemplo muestra
desde ya que la tendencia de la que estamos hablando consiste en ver los objetos como aislados de
cualesquiera vínculos con el tema sobre el que se reflexiona. Ya que esta tendencia se afirmó
especialmente en la filosofía de Platón, permítaseme llamarla “platonismo” (Paul Bernays, 1935: 52-
53).
Ante esto, Curry (o cualquiera que lo siga en este punto) podría tener dos salidas. En
primer lugar, podría sostener que, en sentido estricto, a lo que Bernays se refiere en el
parágrafo anterior es a un platonismo matemático débil. Esto puede ser muy cierto, pero
ello no hace que, ipso facto, el compromiso con dicho platonismo matemático sea
igualmente débil. Por otra parte, si alguien se adhiere fuertemente a una versión débil de x
matemático como una doctrina que admite, en su seno, n ( n ≥ 2 ) variantes, siendo una lo
que Curry llama “hilbertismo” (formalismo matemático más las perspectivas de Hilbert con
18
respecto a la aceptabilidad) y otra lo que llama “formalismo empírico” (el formalismo que
defiende Curry). Pero esta salida sería una salida falsa, porque si bien es cierto que, según
es formalista.
los logicistas Frege y Russell24 adquirieron, igualmente, con el platonismo matemático, así
(1929: 3) escribió que uno “puede dividir a las filosofías en simpáticas y antipáticas,
aquellas en las que nos gusta creer y aquellas que instintivamente odiamos, y en sostenibles
e insostenibles, aquellas en las que es posible creer y aquellas en que no lo es. […] El
problema es encontrar una filosofía que sea tanto simpática como sostenible; no es
filosofías consideradas como sostenibles (al menos, a priori sostenibles o verosímiles), aun
cuando sean antipáticas. Un compromiso irresponsable sería aquel adquirido con una
filosofía que, no obstante fuese simpática, fuese insostenible. Para el caso de la filosofía de
las matemáticas (no estoy nada seguro de que pueda decirse lo mismo para el caso de la
filosofía en general), los compromisos suelen ser responsables. No obstante los traspiés de
24
Russell acabaría por abandonar el platonismo y por adoptar (quizá por la influencia de Rudolf Carnap) una
filosofía matemática lógico-sintáctica. Véase Russell, 1973: 295-306.
19
descaradamente a determinadas simpatías, sino a un criterio de sostenibilidad (en el sentido
Weyl tienen que ver con tres asuntos y sus mutuas relaciones: 1) los tipos de “definición”
que tienen lugar en las matemáticas, 2) los tipos de “prueba” que tienen lugar en las
matemáticas, y 3) la naturaleza del método que permite elaborar “una colección completa
de los conceptos básicos, así como de los hechos básicos, desde la que todos los conceptos
deducción” (Weyl, 2009: 18) (este método, como veremos más adelante, es el método
métodos a partir de los cuales se definen conceptos en términos de otros, así como por los
métodos a partir de los cuales ciertos enunciados matemáticos se infieren desde otros
20
La definición combinatoria se divide, a su vez, en el establecimiento de relaciones
básicas relativas a la geometría, y de una relación básica relativa al dominio de los números
naturales. Las relaciones básicas relativas a la geometría son tres (Weyl, 2009: 3): la
relación de incidencia (un punto yace sobre una línea, una línea yace en un plano, y un
punto yace en un plano), la relación de orden (un punto z yace entre los puntos x e y), y la
(2001: 25-28) hay dos relaciones más, la del axioma de las paralelas (dos líneas son
que tiene lugar entre un número n y el número n’ que sigue inmediatamente a n. Así, las
25
Enumerados y ejemplificados en Weyl, 2009: 5-8.
21
4) La relación de o.26 Ejemplo: a partir de P(xy), S(yx), puede construirse el
Weyl (2009: 6) proporciona dos ejemplos geométricos de estos principios, así como
relación de paralelismo entre una línea l y una línea l’. Dicha relación se denota mediante
“l || l’ ”, y se explica como sigue. Si “(xl)” significa que el punto x yace sobre la línea l,
primer axioma de incidencia de Hilbert (Hilbert, 2001: 3-4), que establece que para
cualesquiera dos puntos (x, y) existe una línea l que los contiene. Entonces: ΠyΠx((x = y) ∨
26
De acuerdo con Tarski (2014: 139), la palabra “o” pertenece a la lógica (en particular, al cálculo
sentencial), mientras que la palabra “disyunción” es un término metodológico, perteneciente a la metodología
de las ciencias deductivas. Lo mismo es cierto para la palabra “y” del principio 3) expuesto arriba, que
pertenece al cálculo sentencial y no es un término metodológico (como sí lo es la palabra “conjunción”).
27
Weyl añade que las combinaciones alcanzadas mediante el término “o” también pueden expresarse en
términos de las combinaciones de “ ¬ ” y de “ ∧ ” (y viceversa).
28
Hoy en día se utilizan signos distintos a los empleados por Weyl para dar cuenta de la cuantificación
universal y de la cuantificación existencial. Sin embargo, ya que tal cambio es insignificante para los
propósitos de este trabajo, he mantenido la simbología original empleada por Weyl.
22
Σl {(xl) ∧ (yl)}). El ejemplo aritmético de Weyl se refiere a la propiedad de un número p
de ser un número primo, que se define a partir de que no existan ningunos números x e y
¬ (x × y = p)).
cuales se crean nuevos objetos matemáticos, Weyl sostiene que, para propósitos
caso paradigmático de esta convicción tiene que ver con el concepto de “función
Nadie puede explicar qué es una función, pero en las matemáticas esto es lo que realmente importa:
“Una función f está dada siempre que con cualquier número real a esté asociado un número b
(como, por ejemplo, en la fórmula b = 2a + 1). Se dice entonces que b es el valor de la función f
para el valor del argumento a.” Consecuentemente, dos funciones, aunque definidas diferentemente,
son consideradas la misma si, para cada posible valor del argumento de a, coinciden los dos valores
correspondencia recíproca entre a y b. Rechazó, así, una definición del número cardinal à
la Russell, según la cual Num a = expresión compuesta por los símbolos precedentes. Por
su parte, Russell rechazó la definición por abstracción (así como la definición por
postulados) de Peano, y probablemente fue este rechazo “lo que lo condujo a la definición
23
de un número cardinal como una clase de clases” (Hubert Kennedy, 1973: 369). Sea como
fuere, Weyl estimó las definiciones por abstracción en la medida en la que de dos objetos a
y b es derivable, por abstracción, un nuevo dominio del objeto a partir del objeto original
siempre y cuando los objetos a y b sean distintos entre sí, esto es, siempre y cuando no
La definición por abstracción tiene lugar, por ejemplo, en la geometría (el concepto
Para Weyl, la lógica de la inferencia lógica se refiere al estudio de las condiciones por las
que una proposición es formalmente válida (o analítica): “la lógica de la inferencia tiene
como tarea caracterizar aquellas estructuras proposicionales que aseguran la validez formal
cuestión no está de ningún modo “atada” a los significados de sus conceptos: si se convierte
una proposición geométrica en un enunciado hipotético cuya premisa consista en todos los
método analítico fue el que siguió Hilbert en sus investigaciones geométricas. En sus
24
Fundamentos de la geometría ofreció la siguiente definición para los elementos
Considérense tres distintos conjuntos de objetos. Llámenseles puntos a los objetos del primer
conjunto y denóteseles por A, B, C,…; llámenseles líneas a los objetos del segundo conjunto y
denóteseles por a, b, c,…; llámenseles planos a los objetos del tercer conjunto y denóteseles por α, β,
γ,…. Los puntos también son llamados los elementos de la geometría de la línea; los puntos y las
líneas son llamados los elementos de la geometría plana; y los puntos, las líneas y los planos son
llamados los elementos de la geometría del espacio o los elementos del espacio. Se considera que los
puntos, las líneas y los planos tienen ciertas relaciones mutuas y estas relaciones son denotadas por
palabras como “yace”, “entre”, “congruente”. La descripción matemática precisa y completa de estas
accidentales, sí contingentes: a los objetos del primer conjunto podría habérseles llamado
“zaq”, a los del segundo conjunto “xsw”, y a los del tercer conjunto “cde”. Lo que importa,
desde el punto de vista matemático, son las relaciones que los objetos zaq, xsw, y cde
consistencia,29 esto es, que dicho sistema esté libre de contradicciones: “debe ser cierto que
la inferencia lógica nunca lleve, desde los axiomas, a una proposición a y al mismo tiempo
alguna otra prueba produzca la proposición opuesta ¬a. ” (Weyl, 2009: 20.) A partir de
Kurt Gödel (1930) se sabe que un sistema formal S compuesto por los axiomas de Peano,
29
Weyl (2009: 55) sostuvo que el propósito de Hilbert no fue asegurar la verdad, sino la consistencia, del
análisis matemático clásico.
25
prueba de consistencia para S. Los resultados metamatemáticos de Gödel, no obstante, no
dinamitan del todo los propósitos pedagógicos del método axiomático: dar cuenta de la
[E]l método axiomático tiene su piedra angular en la convicción de que no sólo no son las
matemáticas una concatenación de silogismos desarrollada al azar, sino que tampoco son una
colección de trucos más o menos “astutos” a los que se llegó por combinaciones afortunadas […]
[E]l método axiomático nos enseña a buscar las razones subyacentes de un descubrimiento […], a
encontrar ideas comunes a las teorías, enterradas bajo la acumulación de detalles propiamente
pertenecientes a cada una de ellas, a desenterrar estas ideas y a ponerlas en su luz propia (1950: 223).
del espacio real; ya no forma parte de las matemáticas puras, sino que, al igual que la
mecánica la solución de ese problema, y cuando está resuelto la geometría muestra la utilidad de lo
aprendido; y constituye un título de gloria para la geometría el hecho de que a partir de esos pocos
principios, recibidos de otra procedencia, sea capaz de producir tantas cosas. Por consiguiente, la
30
Piénsese en la teoría de la relatividad de Einstein.
26
geometría está basada en la práctica mecánica, no es sino aquella parte de la mecánica universal que
otrora nítida distinción entre las matemáticas y la lógica. Sin embargo, algunas antinomias
algunos filósofos, su carácter peculiar. Quine fue un filósofo que, a este respecto, encontró
alivio:
Decir que las matemáticas en general han sido reducidas a la lógica insinúa alguna nueva
consolidación de las matemáticas en sus fundamentos. Esto es engañoso. La teoría de conjuntos está
menos establecida y es más conjetural que la superestructura matemática clásica que puede fundarse
sobre ella. Estas flaquezas de la teoría de conjuntos son por sí mismas una buena razón para ver a la
Por otro lado, como señalan Richard Courant y Herbert Robbins (1996: 111), el
álgebra de conjuntos “tiene una estructura más simple que el álgebra de números”: todas las
reglas del álgebra de números que sean consecuencias de las leyes conmutativa, asociativa,
y distributiva son igualmente válidas en el álgebra de conjuntos, pero las leyes “A + A = A”,
31
Weyl, 2009: 62.
27
Weyl, por su parte, encontró alivio tanto en el intuicionismo como en el formalismo.
matemática), que impide que las matemáticas se conviertan en una gigantesca tautología al
(El problema de que las matemáticas sean una “gigantesca tautología” fue
formal y de que 2) las matemáticas son una ciencia deductiva sólo en apariencia (habida
matemáticas son una ciencia deductiva sólo en apariencia, ¿cómo es que pueden alcanzar
un rigor perfecto que no es desafiado por nadie? Y si, por otra parte, sus proposiciones son
derivables en orden mediante las reglas de la lógica formal, ¿cómo es que no se reducen a
Aquellos filósofos que, como Ayer (2014: 78), confieren sinteticidad únicamente a
las proposiciones cuya validez está determinada por los hechos de la experiencia, y
analiticidad únicamente a las proposiciones cuya validez sólo depende de las definiciones
alcanzar a ver que “el campo de construcción de la geometría es un continuo, y por tanto es
capaz de un tratamiento matemático exacto sólo hasta que haya sido hilado con una red de
división” (Weyl, 2009: 64). Esto está en concordancia con la perspectiva geométrica
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Las nociones de dimensionalidad y de sentido no están restringidas al espacio métrico euclidiano o al
espacio afín. Aplican a variedades continuas en general. Riemann fue el primero en analizar
continuamente sobre una región del espacio numérico n-dimensional, siendo los puntos del último
los n-tuplos de números reales (x1, x2,…, xn). Cualquier transformación uno-a-uno de las coordenadas
xk = ψk (y1,…,ym) (k = 1,…, n)
produce una nueva asignación de coordenadas adecuada para la representación de la misma vecindad
En cuanto al “error aritmético” (en realidad, un error con respecto a la naturaleza del
razonamiento aritmético) que cometen los filósofos que confieren sinteticidad únicamente a
las proposiciones cuya validez está determinada por los hechos de la experiencia, y
analiticidad únicamente a las proposiciones cuya validez sólo depende de las definiciones
de los símbolos que contienen, dicho error se refiere a lo siguiente. Es cierto que, con
es del todo claro que sean proposiciones sintéticas. Para el caso de la proposición “7 + 5 =
Para el caso de la proposición “91 × 79 = 7189”, puede fácilmente mostrarse que “7189” y
“91 × 79” son sinónimos mediante “un proceso de transformación tautológica, esto es, un
29
proceso por el que cambiamos la forma de las expresiones sin alterar su significado” (Ayer,
2014: 86).
resultado numérico de
1
12 + 22 + 32 + ... + 1002 = 100(100 + 1)(2 × 100 + 1)
6
1
12 + 22 + 32 + ... + n 2 = n(n + 1)(2n + 1) ?
6
1
12 + 22 + 32 + ... + 1002 = 100(100 + 1)(2 × 100 + 1)
6
1
12 + 22 + 32 + ... + 2002 = 200(200 + 1)(2 × 200 + 1) ?
6
evidentes; son una audaz construcción teórica y, como tales, lo opuesto a la evidencia auto-
32
El término “infinitas proposiciones” es de Hilbert (1926).
30
símbolos33 (manipulables según ciertas reglas) cuyo significado no es verificable ni
matemático nos enseña que el deseo idealista por representar lo trascendental, por dejar
atrás lo dado, sólo puede satisfacerse “con el símbolo y mediante la renuncia al error
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