Análisis de Rubén Darío
Análisis de Rubén Darío
Análisis de Rubén Darío
Términos Generales
El antiimperialismo es una posición política surgida a finales del siglo XIX que se caracteriza por
una categórica oposición al imperialismo. El pensamiento antiimperialista está estrechamente
vinculado al cuestionamiento de los mecanismos de dependencia neocolonial caracterizados por
mecanismos de sujeción económicos y financieros, así como a los llamados procesos de liberación
nacional.
El nacionalismo es una ideología y movimiento sociopolítico que surgió junto con el concepto de
nación, propio de la Edad Contemporánea en las circunstancias históricas de la llamada era de las
Revoluciones (Revolución industrial, Revolución burguesa, Revolución liberal) desde finales del
siglo XVIII.1 También puede designar al sentimiento nacionalista y a la época del nacionalismo.
El concepto de latinoamericanismo tiene un fundamento más sólido, pues significa algo así como
la comprensión en un mismo haz de todos los pueblos que hablan lenguas que derivan del latín, y,
si lo valoramos en las relaciones de sus pueblos con América, tendremos que descomponerlo en
hispanoamericanismo, lusoamericanismo, francoamericanismo e italoamericanismo.
Se conoce por modernismo a la forma hispánica de la crisis universal de las letras y del espíritu,
que se manifiesta en el arte, la ciencia, la religión y la política. En ciertos aspectos su eco se
percibe en movimientos y en corrientes posteriores. En las raíces del Modernismo hay un
profundo desacuerdo con la civilización burguesa. En ciertos sentidos, se trata de una corriente
heredera del Posromanticismo decimonónico, al que da una especie de salida, y en las demás
artes esta estética se plasma en las formas del art nouveau (en Bélgica y Francia), Modern Style (en
Inglaterra), Sezession (en Austria), Jugendstil (en Alemania y Países Nórdicos), Liberty (en Estados
Unidos), Floreale (en Italia), y Modernismo artístico (en España e Hispanoamérica).
Tal concepto ilustra la voluntad de Roosevelt para realizar negociaciones y pactos con sus
adversarios internos y externos, pero siempre mostrando la posibilidad de una actuación
violenta como modo de presión. Aplicada a la política de Estados Unidos en América
Latina, la frase mostraba que el régimen de Roosevelt podía presionar a los países
latinoamericanos, particularmente los ribereños del Mar Caribe con una intervención
armada.
La Doctrina Monroe, sintetizada en la frase «América para los americanos», fue elaborada
por John Quincy Adams y atribuida a James Monroe en el año 1823. Establecía que
cualquier intervención de los Estados europeos en América sería vista como un acto de
agresión que requeriría la intervención de Estados Unidos. 1 La doctrina fue presentada por
el presidente James Monroe durante su sexto discurso al Congreso sobre el Estado de la
Unión. Fue tomado inicialmente con dudas y posteriormente con entusiasmo. Fue un
momento decisivo en la política exterior de los Estados Unidos. La doctrina fue concebida
por sus autores, especialmente John Quincy Adams, como una proclamación de los Estados
Unidos de su oposición al colonialismo en respuesta a la amenaza que suponía la
restauración monárquica en Europa y la Santa Alianza tras las guerras napoleónicas.
¿Quién era nimrod?
Contexto
Este poema Rubén Darío lo escribió estando en España en 1912. Fue su voz contra la
intervención de EEUU a Nicaragua en ese año (Nicaragua es el segundo país mas
intervenido militarmente por los EEUU en Latinoamérica con 12 intervenciones en nuestra
historia). Rubén se empapo en la mitología Griega desde temprana edad y la refleja en la
mayoría de sus escritos a través de sus dioses y divinidades.
Darío escribió la Oda a Roosevelt (1903) en España, cuando vivía en Málaga con la
española Francisca Sánchez; cuatro años después de la Guerra hispano-estadounidense, que
resultó en la pérdida, por parte de España, de sus colonias insulares asiáticas y americanas;
el mismo año que Roosevelt adquiere la Zona del Canal después que Panamá se separó de
Colombia; en el tiempo que Darío era amigo de Isaac Arias, cónsul de Colombia. En este
poema Darío vocifera contra los Estados Unidos, que firmemente continúa defendiendo
todo intento de colonización europea en América. Aquí el poeta hace una sofisticada,
severa caricatura del presidente Theodore Roosevelt a quien presenta como carente de Dios
y como futuro invasor del Sur.
Aquí nos preguntamos por qué si el sentimiento de Rubén tenía sus bases contra toda
política invasora, su postura fuera aguerridamente orgullosa de la herencia Ibérica y del
heráldico, rampante “León Español”, como cita en el poema. Y quién pudiera decir cuántos
grados de separación de Dios tenía Roosevelt cuando le fue otorgado el Premio Nobel de la
Paz
por negociar el fin de la guerra Ruso-Japonesa. O cuando fue baleado por un anarquista al
comenzar un discurso, el cual terminó al momento en que se desplomó y en el hospital se
determinó la imposibilidad de extraerle la bala con la que vivió incrustada en un pulmón el
resto de su vida.
Guerra Hispano-EE.UU
Al final del conflicto España fue derrotada y sus principales resultados fueron la pérdida
por parte de esta de la isla de Cuba (que se proclamó república independiente pero quedó
bajo tutela de Estados Unidos) así como de Puerto Rico, Filipinas y Guam, que pasaron a
ser dependencias coloniales de Estados Unidos.
Los cisnes
¿Qué signo haces, oh Cisne, con tu encorvado cuello
al paso de los tristes y errantes soñadores?
¿Por qué tan silencioso de ser blanco y ser bello,
tiránico a las aguas e impasible a las flores?
Y los he visto a esos yankees, en sus abrumadoras ciudades de hierro y piedra y las horas
que entre ellos he vivido las he pasado con una vaga angustia. Parecíame sentir la opresión
de una montaña, sentía respirar en un país de cíclopes, comedores de carne cruda, herreros
bestiales, habitadores de casas de mastodontes. Colorados, pesados, groseros, van por sus
calles empujándose y rozándose animalmente, a la caza del dollar. El ideal de esos
calibanes está circunscrito a la bolsa y a la fábrica. Comen, comen, calculan, beben whisky
y hacen millones. Cantan ¡Home, sweet home! y su hogar es una cuenta corriente, un banjo,
un negro y una pipa. Enemigos de toda idealidad, son en su progreso apoplético, perpetuos
espejos de aumento; pero su Emerson bien calificado está como luna de Carlyle; su
Whitman con sus versículos a hacha, es un profeta demócrata, al uso del Tío Sam; y su Poe
(3), su gran Poe, pobre cisne borracho de pena y de alcohol, fue el mártir de su sueño en un
país en donde jamás será comprendido. En cuanto a Lanier (4), se salva de ser un poeta
para pastores protestantes y para bucaneros y cowboys, por la gota latina que brilla en su
nombre.
"¡Tenemos -- dicen -- todas las cosas más grandes del mundo!" En efecto, estamos allí en el
país de Brobdingnag (5): tienen el Niágara, el puente de Brooklyn, la estatua de la Libertad,
los cubos de veinte pisos, el cañón de dinamita, Vanderbilt, Gould (6), sus diarios y sus
patas. Nos miran, desde la torre de sus hombros, a los que no nos ingurgitamos de bifes y
no decimos all right, como a seres inferiores. París es el guignol (7) de esos enormes niños
salvajes. Allá van a divertirse y a dejar los cheques; pues entre ellos, la alegría misma es
dura y la hembra, aunque bellísima, de goma elástica.
Miman al inglés -- but English you know? -- como el parvenu (8) al caballero de distinción
gentilicia.
Tienen templos para todos los dioses y no creen en ninguno; sus grandes hombres como no
ser Edison, se llaman Lynch, Monroe, y ese Grant cuya figura podéis confrontar en Hugo,
en El año terrible (9). En el arte, en la ciencia, todo lo imitan y lo contrahacen, los
estupendos gorilas colorados. Mas todas las rachas de los siglos no podrán pulir la enorme
Bestia.
No, no puedo estar de parte de ellos, no puedo estar por el triunfo de Calibán.
Por eso mi alma se llenó de alegría la otra noche, cuando tres hombres representativos de
nuestra raza fueron a protestar en una fiesta solemne y simpática, por la agresión del
yankee contra la hidalga y hoy agobiada España.
El uno era Roque Saenz Peña, el argentino cuya voz en el Congreso panamericano opuso al
slang fanfarrón de Monroe una alta fórmula de grandeza continental (10), y demostró en su
propia casa al piel roja que hay quienes velan en nuestras repúblicas por la asechanza de la
boca del bárbaro.
Saenz Peña habló conmovido en esta noche de España, y no se podía menos que evocar sus
triunfos de Washington. ¡Así debe haber sorprendido al Blaine (11) de las engañifas, con su
noble elocuencia, al Blaine y todos sus algodoneros, tocineros y locomoteros!
En este discurso de la fiesta de La Victoria (12) el estadista volvió a surgir junto con el
varón cordial. Habló repitiendo lo que siempre ha sustentado, sus ideas sobre el peligro que
entrañan esas mandíbulas de boa todavía abiertas tras la tragada de Tejas; la codicia del
anglosajón, el apetito yankee demostrado, la infamia política del gobierno del Norte; lo útil,
lo necesario que es para las nacionalidades españolas de América estar a la expectativa de
un estiramiento del constrictor.
Sólo una alma ha sido tan previsora sobre este concepto, tan previsora y persistente como la
de Saenz Peña: y esa fue -- ¡curiosa ironía del tiempo! -- la del padre de Cuba libre, la de
José Martí. Martí no cesó nunca de predicar a las naciones de su sangre que tuviesen
cuidado con aquellos hombres de rapiña, que no mirasen en esos acercamientos y cosas
panamericanas, sino la añagaza y la trampa de los comerciantes de la yankería. ¿Qué diría
hoy el cubano al ver que so color de ayuda para la ansiada Perla, el monstruo se la traga con
ostra y todo?
En el discurso de que trato he dicho que el estadista iba del brazo con el hombre cordial.
Que lo es Saenz Peña lo dice su vida. Tal debía aparecer en defensa de la más noble de las
naciones, caída al bote de esos yangüeses, en defensa del desarmado caballero que acepta el
duelo con el Goliat dinamitero y mecánico.
Los que habéis leído su última obra (14), concentrada, metálica, maciza, en que juzga al
yankee, su cultura adventicia, su civilización, sus instintos, sus tendencias y su peligro, no
os sorprenderíais al escucharle en esa hora en que habló después de oírse la Marsellesa. Sí,
Francia debía de estar de parte de España. La vibrante alondra gala no podía sino maldecir
el hacha que ataca una de las más ilustres cepas de la vena latina. Y al grito de Groussac
emocionado: "¡Viva España con honra!" nunca brotó mejor de pechos españoles esta única
respuesta: "¡Viva Francia!"
Por Italia el señor Tarnassi. En una música manzoniana, entusiasta, ferviente, italiana,
expresó el voto de la sangre del Lacio; habló en él la vieja madre Roma, clarineó
guerreramente, con bravura, sus decasílabos. Y la gran concurrencia se sintió sacudida por
tan llameante "squillo di tromba (15)".
Pues bien; todos los que escuchamos a esos tres hombres, representantes de tres grandes
naciones de raza latina, todos pensamos y sentimos cuán justo era ese desahogo, cuán
necesaria esa actitud y vimos palpable la urgencia de trabajar y luchar porque la Unión
latina no siga siendo una fatamorgana (16) del reino de Utopía, pues los pueblos, sobre las
políticas y los intereses de otra especie, sienten, llegado el instante preciso, la oleada de la
sangre y la oleada del común espíritu. ¿No veis como el inglés se regocija con el triunfo del
norteamericano, guardando en la caja del Banco de Inglaterra, los antiguos rencores, el
recuerdo de las bregas pasadas? ¿No veis como el yankee, demócrata y plebeyo, lanza sus
tres ¡hurras¡ y canta el God save the Queen, cuando pasa cercano un barco que lleve al
viento la bandera del inglés? Y piensan juntos: "El día llegará en que, los Estados Unidos e
Inglaterra sean dueños del mundo."
De tal manera la raza nuestra debiera unirse, como se une en alma y corazón, en instantes
atribulados; somos la raza sentimental, pero hemos sido también dueños de la fuerza. El sol
no nos ha abandonado y el renacimiento es propio de nuestro árbol secular.
Desde Méjico hasta la Tierra del Fuego hay un inmenso continente en donde la antigua
semilla se fecunda, y prepara en la savia vital, la futura grandeza de nuestra raza; de
Europa, del universo, nos llega un vasto soplo cosmopolita que ayudará a vigorizar la selva
propia. Mas he ahí que del Norte, parten tentáculos de ferrocarriles, brazos de hierro, bocas
absorbentes.
Esas pobres repúblicas de la América Central ya no será con el bucanero Walker con quien
tendrán que luchar, sino con los canalizadores yankees de Nicaragua; Méjico está ojo
atento, y siente todavía el dolor de la mutilación; Colombia tiene su istmo trufado de hulla
y fierro norteamericano; Venezuela se deja fascinar por la doctrina de Monroe y lo
sucedido en la pasada emergencia con Inglaterra, sin fijarse en que con doctrina de Monroe
y todo, los yankees permitieron que los soldados de la reina Victoria ocupasen el puerto
nicaragüense de Corinto; en el Perú hay manifestaciones simpáticas por el triunfo de los
Estados Unidos; y el Brasil, penoso es observarlo, ha demostrado más que visible interés en
juegos de daca y toma con el Uncle Sam.
Cuando lo porvenir peligroso es indicado por pensadores dirigentes, y cuando a la vista está
la gula del Norte, no queda sino preparar la defensa.
Pero hay quienes me digan: "¿No ve usted que son los más fuertes? ¿No sabe usted que por
ley fatal hemos de perecer tragados o aplastados por el coloso? ¿No reconoce usted su
superioridad?" Sí, ¿cómo no voy a ver el monte que forma el lomo del mamut? Pero ante
Darwin y Spencer no voy a poner la cabeza sobre la piedra para que me aplaste el cráneo la
gran Bestia.
Behemot (17) es gigantesco; pero no he de sacrificarme por mi propia voluntad bajo sus
patas, y si me logra atrapar, al menos mi lengua ha de concluir de dar su maldición última,
con el último aliento de vida. Y yo que he sido partidario de Cuba libre, siquier fuese por
acompañar en su sueño a tanto soñador y en su heroísmo a tanto mártir, soy amigo de
España en el instante en que la miro agredida por un enemigo brutal, que lleva como enseña
la violencia, la fuerza y la injusticia.
"Y usted ¿no ha atacado siempre a España?" Jamás. España no es el fanático curial, ni el
pedantón, ni el dómine infeliz, desdeñoso de la América que no conoce; la España que yo
defiendo se llama Hidalguía, Ideal, Nobleza; se llama Cervantes, Quevedo, Góngora,
Gracián, Velázquez; se llama el Cid, Loyola, Isabel; se llama la Hija de Roma, la Hermana
de Francia, la Madre de América.
¡Miranda preferirá siempre a Ariel; Miranda es la gracia del espíritu; y todas las montañas
de piedras, de hierros, de oros y de tocinos, no bastarán para que mi alma latina se
prostituya a Calibán!
Diez años antes del nacimiento de Rubén Darío, se escenificó la Guerra Nacional con el
filibustero William Walker 1857. El Coronel Félix Ramírez, su “papa Félix”, fue
protagonista de esa guerra que desoló Nicaragua, por lo que siempre escuchó muchas
anécdotas de la misma. Sin embargo, al referirse a Walker, como analista con métodos
científicos, Rubén se distanció de las posiciones de los partidos Liberales y Conservadores
y lo juzga en su justa dimensión:
“William Walker era ambicioso, más el conquistador nórdico no llegó solamente por su
propio esfuerzo, sino que fue llamado y apoyado por uno de los partidos en que se dividía
el país y llega Walker a imperar en Granda y tuvo partidarios nicaragüenses y hasta algún
cura celebró sermón a su favor”.
“Un senador americano dijo un día en unos de sus discursos: “Si Nicaragua nos conviene,
tomémosla”, esto fue en 1854 y el senador era de apellido Brown.
En Paris en 1902 expresó: “ Desde 1895 los Estados Unidos no se preocupaba por la
América Latina… Atacaron México y se anexionaron Texas en 1835, y en 1848, Nuevo
México y California.” Y continúa: “ Buchanan proyectaba el establecimiento de un
protectorado sobre las provincias mexicanas septentrionales y pidió al Congreso el derecho
de entrar en caso necesario en territorios de México, Nicaragua y Nueva Granada, para
defender a las personas y los bienes de los ciudadanos americanos, si el Congreso hubiera
cedido el Presidente de los Estados Unidos hubiera sido pronto el dictador de América
Central.”
Como Corresponsal del Diario La Nación de Argentina en España y París, entonces cuna de
la cultura Mundial Darío, en su Prosa Periodística y connotadamente política, se dedicó a
denunciar las tropelías norteamericanas en México, Advirtiendo a Nicaragua y Nueva
Granada (Colombia), de las maniobras imperialistas por posiciones y expresiones vertidas
en el Congreso de los Estados Unidos y el interés por el Canal por Panamá, convirtiéndose
en un Ideólogo del antimperialismo y defensor de Latinoamérica. Su concepto de
Antimperialismo incluye no solo los aspectos militares, sino, los Económicos lo que aborda
en su artículo “El triunfo del Calibán” en el que expresa:
“No, no puedo, no quiero estar de parte de esos buitres de dientes de plata, son enemigos
míos, son los aporreadores de la sangre latina, son los barbaros…el ideal de esos calibanes
está circunscrito a la bolsa y la fábrica, comen cálculos, beben whisky y hacen millones
enemigos de todo ideales… tiene tiempo para todos los dioses y no creen en ninguno… en
el arte, en la ciencia, todo lo inundan y contradicen no, no puedo estar de parte de ellos, no
puedo estar por el triunfo de Calibán”.-
* Manuel Noguera – Benito Lacayo
Otra Información
El éxito del libro contrasta con las dificultades que debió enfrentar Darío para su
publicación. Por más de un año sus amigos, los poetas Juan Ramón Jiménez y Gregorio
Martínez Sierra, por encargo de Darío, buscaron inútilmente un editor sin encontrar
ninguno que manifestara interés por el libro. Pero sucedió que, a principios del año 1905,
Rubén recibió un cheque por 6,000 francos del Gobierno de Nicaragua, la mayor suma que
de su gobierno recibió Darío en toda su vida, por el desempeño del cargo de miembro de
la Comisión nicaragüense que en Madrid defendió los derechos de Nicaragua en el litigio
de fronteras con Honduras. En ese entonces, Darío era cónsul de Nicaragua en París. Nos
cuenta don Edelberto Torres en La dramática vida de Rubén Darío , que con ese dinero
Darío decidió publicar sus Cantos de vida y esperanza . El costo de la edición de 500
ejemplares fue de 816.15 pesetas. Rubén costeó la edición de su propio bolsillo.
El joven poeta Juan Ramón Jiménez tuvo a su cuidado la edición, pero fue Rubén quien
dijo la última palabra en cuanto a los poemas que se incorporaron y las secciones del libro.
El libro está dedicado “A Nicaragua. A la República Argentina”. La sección de Cantos de
vida y esperanza está dedicada a José Enrique Rodó. La sección Los Cisnes a Juan Ramón
Jiménez y Otros poemas al doctor Adolfo Altamirano”. Esta sección es la más numerosa
con 41 poemas. El doctor Altamirano fue quien logró arrancarle al presidente José Santos
Zelaya el nombramiento de Darío como cónsul en París, tras siete años de insistencia. Esta
es la breve historia editorial de un libro que hoy está considerado como una de las obras
maestras de la literatura española y universal.
Hay dos aspectos fundamentales en Cantos de vida y esperanza que cabe destacar. El
primero de ellos comprende lo que podríamos llamar los poemas cívicos, donde Rubén se
nos presenta como poeta de la raza, poeta de América y de España, verdadero vate que
profetiza sobre el destino y el porvenir de las “ínclitas razas ubérrimas”. Tales son los
extraordinarios poemas Salutación del Optimista , escrito en sonoros y heroicos
hexámetros; Al Rey Oscar , Cyrano en España , la Marcha Triunfal , Los Cisnes y A
Roosevelt . Estos cantos representan “el momento cenital de la lírica de Rubén”. Hay en
ellos una verdadera profesión de fe en el destino de los pueblos iberoamericanos, que en
nuestros días adquiere nueva vigencia y actualidad. Porque, en un contexto diferente,
siguen siendo válidas las ideas claves que inspiraron estos magníficos poemas de Darío.
Los pueblos iberoamericanos encontrarán en la relectura de estos formidables poemas,
un nuevo evangelio de esperanza, una reiteración en la necesidad de afirmarnos en
nuestra identidad de pueblos mestizos, en nuestras raíces culturales, en nuestros propios
valores, cuya dimensión universal Rubén cantó con maestría sin par.
La otra veta que encontramos en los Cantos es la intimista, la del “hombre que siente”,
como lo subrayó el propio Rubén. Es la angustia vital, las confidencias que aparecen en el
poema con que se inicia el libro (“Yo soy aquel que ayer no más decía”), verdadera
“autobiografía espiritual del poeta”, según Oliver Belmás; y “una alta nota de la poesía en
lengua española”, según Ernesto Mejía Sánchez; los Nocturnos , Canción de otoño en
primavera , que Andrés González-Blanco considera como “una de esas composiciones
definitivas que solo se encuentran en número de dos o tres en la obra de todo gran
poeta”. La obra concluye con el célebre poema Lo fatal , que Gabriel García Márquez
consideraba como la mejor poesía escrita en español y en cualquier otro idioma.
Si Darío hubiese escrito únicamente este libro portentoso, Cantos de vida y esperanza ,
sería suficiente para consagrarlo como el más alto poeta en lengua española de todos los
tiempos
Apreciamos en la poesía de Rubén Darío una notoria influencia francesa; su estilo literario supuso
el inicio de nuevas formas de escritura y la renovación del lenguaje poético.
Este poema está compuesto por cincuenta y un versos ordenados en cinco estrofas irregulares;
son todos versos de arte mayor y rima libre. Gracia a su métrica Rubén Darío consigue que el
lector encuentre una historia, una narración dentro del poema; ofreciendo, además, muchos datos
históricos aunque, eso sí, de una manera muy subjetiva.
Podemos dividir el poema en dos grandes partes. La primera parte se encuentra desde el verso
número uno hasta el verso veintinueve, es decir, las tres primeras estrofas. En esta primera parte
describe el poeta aquello que para él es Estados Unidos y todo lo que caracteriza la “personalidad”
de este Estado. Rubén Darío muestra resentimiento hacia este país del que habla y le atribuye una
serie de calificativos fuertes y atrevidos. Es para nuestro poeta E.E.U.U. un cazador (verso 2), un
invasor (verso 6) y un país primitivo a pesar de todo lo moderno que cree ser (verso 3). Darío se
decanta más por la América indígena, a la que califica de ingenua (verso 7) y de la que destaca su
religión: Jesús, y su lengua: español (verso 8). La segunda parte del poema, desde el verso número
treinta hasta el final, viene introducida y claramente diferenciada por la conjunción “mas”.
Si bien al principio del poema ha atacada a E.E.U.U. y lo ha descrito como el opresor e invasor de
pueblos, y a la América indígena la ha considerado la víctima, ahora da lugar a la descripción de
todo lo importante y relevante que posee esta otra América que no es Estados Unidos. Enumera
una serie de méritos y logros sobre todo culturales de la América original: clásicos poetas que allí
nacieron (verso 31), una escritura propia (verso 33), conocimientos de Astrología y Geografía
(verso 34); además de los aspectos culturales que la salvan de ser “la América ignorante” resalta la
importancia de la humildad de su pueblo, el cual halla la felicidad en la luz del día, el calor y el
favor del fuego o el amor (verso 37). Contrapone la “América española” a la América invadida por
los ingleses (verso 44); y amenaza al pueblo invasor con que algún día podría cambiar la situación
(verso 47). En el último verso el poeta añade que E.E.U.U., a pesar de toda la fuerza que posee, no
llegará nunca a contar con la ayuda de Dios.
Rubén Darío nombra a lo largo del poema muchos personajes históricos que hacen del texto una
rica fuente cultural, destacamos a Alejandro (Alejandro Magno) y a Nabuconodosor (personaje del
Antiguo Testamento); así como aporta elementos religiosos en general (Dios) y católicos en
particular.
Antítesis en el verso 3: se atribuye a E.E.U.U. al mismo tiempo estos dos adjetivos: primitivo y
moderno. Enumeración de adjetivos: soberbio, fuerte, culto y hábil (versos 9 y 10). Hipérbole
cuando dice el autor en el verso 15 que la vida es incendio. En el verso 16 podemos leer una
metáfora con la que se afirma que “el progreso” es “erupción”; y en el verso 47 se compara al aún
inmaduro y sorprendido pueblo víctima de Estados Unidos con muchos cachorros de león.
Seguramente en su día este poema causara muchas controversias. No obstante, la poesía siempre
será una de las más bellas formas de libertad de expresión.
Hijo de un rico comerciante. Educado por tutores privados, más adelante cursó estudios en
Harvard, donde se graduó en 1880, año en que se casa con Alice Hathaway, hija de un
banquero.
En el año 1884 apoya la candidatura presidencial de James Blaine. Los dos años siguientes
vive en un rancho de Dakota, escribiendo artículos para revistas.
En 1886, regresa a Nueva York y reinicia su carrera política, escribe tres libros y se vuelve
a casar con Edith Kermit Carow. Se presentó para alcalde de Nueva York, hizo campaña
para ser candidato por el Partido Republicano en 1888 y fue director de la Comisión del
Servicio Civil (1889-1895) y de la policía de Nueva York (1895). Tras presentarse
nuevamente como candidato a la presidencia por su partido en 1896, fue secretario
adjunto de Marina (1897), organizando la flota de guerra estadounidense en los
momentos previos a la Guerra Hispano-estadounidense. Fundó el Rough riders, cuyo
ataque en la batalla de San Juan, en Cuba (julio de 1898), fue la hazaña más celebrada de la
guerra.
Su política exterior fue denominada Big Stick (política del 'Gran Garrote'). Apoyó la
revolución de 1903 en Panamá que permitió a Estados Unidos adquirir el territorio del
canal, intervino militarmente en la República Dominicana y Cuba para controlar las
economías de ambas, con el fin de favorecer los intereses estadounidenses. Hizo uso de los
canales públicos y privados cuando medió en la Guerra Ruso-japonesa en 1905 lo que le
hizo ganar el Premio Nobel de la Paz, el primero otorgado a un estadounidense.
Casado con Alice Hathaway Lee Roosevelt de 1880 a 1884, y con Edith Kermit Carow
Roosevelt de 1886 a 1919. Fue padre de Theodore Roosevelt, Jr., Alice Roosevelt
Longworth, Kermit Roosevelt, Quentin Roosevelt, Archibald Roosevelt y Ethel Roosevelt
Derby.
Abandonó las filas del Partido Republicano para presentarse como candidato por el Partido
Progresista recién constituido, aunque fue el candidato demócrata, Woodrow Wilson el
vencedor de las elecciones. Abandonó el Partido Progresista en 1916 para apoyar al
candidato republicano contra Wilson, y parecía ser el máximo favorito para las elecciones
de 1920, cuando falleció el 6 de enero de 1919 en Oyster Bay (Nueva York).
Cargos
Contraste
1
Por ejemplo, para Ángel Rama, la denuncia de Darío en Azul de la desigualdad es parabólica: “la pobreza
sarcástica junto a la opulencia, el poeta al servicio del señor ignorante, la crueldad del poderoso en ‘Estival’,
la injustica del orden presuntamente natural en ‘Ananke’, poemas estos en que, a medida que Darío se
distancia del dato concreto, se instauran parábolas que interpretan una sociedad o incluso un país, a partir
de un desvelamiento de la contradicción […] los poemas artísticos ofrecen más fértil campo para comunicar
la situación misma, para que se haga patente y actúe directamente en la conciencia del lector, incluso para
que sean recibidos […] construyen ese mundo en su misma contradicción, las magnifican y distorsionan
hasta alcanzar un alto grado de teatralidad y logran que sus significados sólo se resuelvan en la conciencia
del lector” (“Prólogo” xx-xxi).
que el progreso es erupción;
El afán de probar las credenciales criollistas ya tiene sus antecedentes, como hemos visto, en Rodó
y los devotos del americanismo literario. En un artículo publicado en el número aniversario de
Nosotros en 1927 (vol. 57: 219-220), y recopilado en R.F. Giusti y R.A. Arrieta, La
profesionalización de la crítica literaria, Álvaro Melián Lafinur repasa la crítica argentina hasta
aquel entonces, estableciendo un linaje que va desde Juan María Gutiérrez, “patriarca de la
historia y la crítica literarias en el país”, pasando por Santiago Estrada y Carlos Guido y Spano,
hasta Miguel Cané, Martín García Mérou y Norberto Piñero que, junto con Cané y otros, fundaron
2
En el “El rey burgués” (Azul, publicado en 1888), se le presenta al lector una fábula alegórica y
aleccionadora sobre la necesidad de respetar y apreciar las artes creativas. Darío se mofa del rey filisteo en su
palacio, rodeado de objetos culturales de todas partes del mundo. Al no tener sensibilidad artística, el rey no
aprecia el pleno valor de sus posesiones artísticas –es un mero coleccionista. A este mundo llega un poeta
hambriento. Le dice al rey: “Señor, no he comido.” “Habla y comerás”, responde el rey. El poeta da un
discurso largo en el cual invoca los ideales de la creatividad artística, critica los jarabes que pasan por poesía e
impugna a los críticos ignorantes de su arte: “el zapatero critica mis endecasílabos y el señor profesor de
farmacia pone puntos y comas a mi inspiración”. El consejero del rey le dice que deben mandar al poeta al
jardín a darle vueltas al manubrio de una caja de música, símbolo del arte industrial repetitivo: “Pieza de
música por pedazo de pan”, declara el rey. 29-34.
la Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad de Buenos Aires en 1896 (109-110). Allí brillan
por su ausencia los modernistas como Rubén Darío y Leopoldo Lugones. El artículo es como una
obra de revisionismo histórico, la revancha de un vocero de los nacionalistas contra el reto a la
hegemonía cultural de parte de los modernistas. Melián destaca y elogia a Ricardo Rojas, Emilio
Becher, Manuel Ugarte y Ernesto Quesada, “un cultor autorizado” (de hecho enemigo de los
modernistas). Elogia igualmente y sin ironía a Calixto Oyuela: “Por su seria consagración a este
género, por el rigor y valentía [...] es de las que más se singularizan en el cuadro de nuestra crítica
literaria” (111), juicio que contrasta marcadamente con el de Roberto Giusti en sus sus propios
recuerdos literarios de Oyuela: “Ese crítico dogmático”; “su casticismo intransigente” (Momentos
59, 60). Paul Groussac, que se encontraba entre la voz oficial de la tradición y los modernistas,
recibe un mesurado halago de parte de Oyuela (ver Oyuela, citado en Melián Lafinur 111), sin
duda porque estaba todavía vivo y era un crítico de temer, y porque había sido muy ambivalente
hacia el modernismo.
Melián no sólo hace caso omiso a la erupción de los modernistas, tampoco hace referencia a las
literatas de aquella época que coexistían al lado de los hombres de letras, descuido que se repite
50 años después cuando Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo declaran que el campo literario
bonaerense del período en cuestión estaba basado en “una amistad exclusivamente masculina”
(44). Pero veinte años antes habían afirmado Héctor Lafleur y otros en Las revistas literarias
argentinas 1893-1967 (1962) que unos días después de la fundación del Ateneo, las literatas de
Buenos Aires fundaron la Sociedad Proteccionista Intelectual, “cuyo objeto era ‘proteger a las
personas que se dedican al trabajo intelectual’”:
La fundación de esta sociedad de damas, indica que la mujer participaba activamente en el
movimiento literario de la época, circunstancia que merece ser destacada. En una conferencia
pronunciada por Clorinda Matto de Turner en el Ateneo de Buenos Aires el 14 de diciembre de 1895,
por invitación de su entonces presidente, Carlos Vega Belgrano, se despliega con amplitud el parnaso
femenino de entonces: Juana Manuela Gorriti, Eduarda Mansilla de García (“La fantástica Eduarda”),
Josefina Pelliza de Sagasti [...] Juana Manso [...] Ana Pinto [...] Amalia Solano [y 16 mujeres más] (15).
Luego Lafleur y otros añaden seis nombres más de literatas “que hemos espigado en las revistas
de la época” (16). El discurso de Matto de Turner se publicó en el primer número de El búcaro
americano de febrero de 1896, revista dirigida por la peruana misma. ¿Será que los críticos e
historiadores literarios no hayan prestado suficiente atención a las escritoras por el hecho de que
no tomaban parte en los conflictivos debates sobre los méritos artísticos y políticos del
modernismo? De todos modos la omisión es significante.
De sumo interés es la postura de Paul Groussac, otro crítico que emitió juicios ambiguos y a veces
severos sobre la obra de Darío y de los modernistas en general. En Paul Groussac: un estratega
intelectual, opina Paula Bruno sobre la manera en que ejercía Groussac el poder cultural:
Seleccionar los escritos, escribir los comentarios bibliográficos y redactar los “medallones” le permitía
impulsar o censurar trayectorias, establecer límites entre lo aceptable y lo prescindible del mundo de
las producciones culturales, señalar quiénes eran para él protagonistas destacados de la
intelectualidad argentina y quiénes, decididamente, no lo eran. (79).
En la edición de la revista La Biblioteca de julio de 1896, Groussac elogia a Darío, el “poeta de
imaginación exótica con extrañas magnificencias, y de factura novedosa y exquisita: un cincelador
a lo Moréas y Régnier” (Groussac citado en A. Imbert 71). Pero ya en noviembre del mismo año
dice de Los raros de Darío lo siguiente: “Tenemos ahora al señor Darío convertido en heraldo de
pseudo-talentos decadentes, simbólicos, estetas” (“Los raros” 152); “El arte americano será
original –o no lo será. ¿Piensa el señor Darío que su literatura alcanzará dicha virtud con ser el eco
servil de rapsodias parisienses ...?” (156). Y de Prosas profanas:
La mayor y mejor parte de Prosas profanas no difieren exteriormente de las formas ya conocidas en
castellano –sino por lo acabado de la cinceladura y, sobre todo, por el licor exótico e inquietante que
en ellas nos sirve. Por mi parte, y en dosis prudente, la bebida no me perturba ni disgusta; pero
comprendo que otros estómagos no la soporten: esta doble forma de la tolerancia es un privilegio del
espíritu crítico. (Prosas profanas 160).
Y de hecho lo es. Groussac es ya un crítico moderno por, en palabras de Ángel Rama, “los
elementos de independencia crítica, de provocación en el juicio” (Rubén Darío 92).
Al fin el modernismo en Argentina fue gradualmente opacado por el fervor nacionalista con las
celebraciones que se acercaban de 1910, el centenario de independencia. El conflicto entre el
nacionalismo cultural y el cosmopolitismo surge, entonces, debido a un supuesto (pero falso)
antagonismo entre las exigencias de la consolidación nacional y la afirmación y de hecho la
inevitable influencia de otras culturas en la modernidad, especialmente dado el legado cultural del
colonialismo europeo y los avances en los viajes y la comunicación modernos hacia fines del siglo
XIX, que necesariamente ponían a los latinoamericanos en contacto más estrecho con Europa, en
particular los circuitos de consumo cultural modernos. 3 Entonces es cuestión de contexto y grado.
Darío mismo fue tildado de afrancesado, de dilettante cosmopolita y así evasivo y no auténtico. Sin
embargo era un cosmopolita “arraigado”, arraigado en la lengua castellana y esos aspectos de la
cultura hispánica-latina que unían a la mayoría de los latinoamericanos (y a los españoles también)
por encima de las divisiones nacionales sin que esa mancomunidad cultural equivaliera a alguna
auto-evidente subjetividad orgánica, o destino en común. El hecho de que Darío predicaba la
autonomía artística y el abrirse a los cuatro vientos le ganó el título de herético en el monasterio,
pero como insiste Ángel Rama:
No postuló una evasión, ni podía hacerlo, en la medida en que al contrario asumió la situación
histórica nueva con un ingente esfuerzo de comprensión y adecuación a sus veloces imposiciones [...]
ninguna poesía moderna puede prescindir de la aportación del modernismo, que estableció las bases
de una creación autónoma y vigente; nutre la poesía posterior, le permite vivir y desarrollarse. ( Rubén
124-125).
3
En Darío, según Ángel Rama, la modernidad corría pareja con el “cosmopolitismo”: “Era ésta la palabra
clave del progresismo de la época y aun el adolescente Martí subtitula su primer periódico patriótico:
‘Democrático y Cosmopolita`.” (“Prólogo” xviii).
Sin duda. Sin embargo, al tratar el poema “Yo persigo una forma” en Las máscaras del
modernismo, Rama declara que el anhelo desesperado de la forma […] se puede leer como
la historia de la frustración de un proyecto de la solución intermedia de que lo proveyó el
simbolismo, a modo de compensación del fracaso” (54-55).
¿Pero no será que el anhelo de forma del poema no sea más que la proyección alegórica de
parte de una conciencia artística que se transmita al lector de manera doblemente figurativa:
una meditación sobre el arte dentro del arte (aquí la forma poética)? No necesariamente
equivale a un sentimiento de fracaso o frustración: Darío simplemente expresa la naturaleza
necesariamente incompleta del arte (lo que define parte de lo que el arte es). Es un juego de
distanciamiento del artista de su ser creativo, un leitmotiv bastante común en el arte (casi un
clisé). El sujeto meditador evocado en el contenido del poema no es un hecho sociológico –
el Darío “real”– sino una proyección creativa. El artista tiene el derecho al desdoblamiento
psicológico-artístico en sus obras.
Bernard McGuirk hace algo parecido a Rama en su ensayo sobre la relación cuasi-
freudiano entre Darío y Mallarmé en términos de influencia, especialmente los “poemas-
cierre” de Prosas profanas (Darío) y Poesíes (Mallarmé): “tomo el caso de ‘Yo persigo una
forma’ para sugerir que el poema de Darío constituye una ‘deslectura’ creativa del soneto
de Mallarmé ‘Mes bouquins refermés sur le nom de Paphos’” (281). El ensayo se parte de
dos ejes: uno que es estético-filosófico –el principio mallarmeano de “peindre non la chose
mais l’effet qu’elle produit” (“pintar la cosa no tal como es, sino como el efecto que
produce”) (Mallarmé, citado en McGuirk 283)–; y otro que es crítico-filosófico y que viene
de Harold Bloom –“El significado de un poema fuerte es otro poema fuerte, el poema de un
precursor que se mal interpreta, revisa, corrige, evade, tuerce, hace sufrir la parcialidad que
es la propiedad del poema posterior y del poeta precursor” (Bloom, citado en McGuirk 280-
281; traducción mía, J.B.)–. McGuirk hace una comparación de los dos poemas para
mostrar como una limitación estético-filosófica inherente al arte poético de Darío le impide
seguir a Mallarmé hasta la conclusión lógica: el lenguaje gesticula hacia una ausencia no
representable. Parecería, a primera vista, que Darío es incapaz de aceptar ni la trayectoria ni
las implicaciones no-teológicas de la estética mallarmeana. Arguye McGuirk:
Mientras el poema de Mallarmé tiene como objetivo la destrucción irónica de la noción de que la
forma poética puede expresar un contenido como presencia, el soneto de Darío, en su primer verso,
re-establece la forma como objetivo de aquella búsqueda constantemente negada, frustrada sólo por
lo inadecuado de un estilo personal. La ausencia, por consiguiente, no constituye una condición
necesaria, ni mucho menos el objetivo mismo, porque el soneto de Darío implica ya, desde su primer
verso, la persecución de una trascendencia que, cada vez más en su poesía posterior, asumirá la forma
de un logocentrismo desesperado, por no decir una total teleología ética. (285).
Bibliografia
http://www.poemas.de/roosevelt/
http://www.poemas-del-alma.com/a-roosevelt.htm
http://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/5293/Theodore%20Roosevelt
http://www.laprensa.com.ni/2015/11/09/columna-del-dia/1933261-cantos-de-vida-y-esperanza-
obra-cumbre-de-dario
http://grupocondorvenezuela.blogspot.com/2014/07/salutacion-al-aguila-poema-de-ruben.html
https://el-anaquel.com/2012/10/04/cantos-de-vida-ruben-dario/
https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_hispano-estadounidense
http://www.laprensa.com.ni/2014/06/03/opinion/196959-entre-oda-y-salutacion
http://www.laprensa.com.ni/2015/11/09/columna-del-dia/1933261-cantos-de-vida-y-esperanza-
obra-cumbre-de-dario