Escritos de Morazan Casa

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CARLOS MELÉNDEZ CHAVERRI

ESCRITOS
DEL GENERAL
FRANCISCO MORAZÁN

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© Para esta primera edición
Banco Central de Honduras Tegucigalpa,
Honduras, C.A.

Prohibida la reproducción total o parcial


de este texto, sin la autorización de los Editores

Levantamiento de texto:
Rosa María de Valladares

Diagramación:
Rosa María de Valladares
Hektor Varela

Diseño de carátula:

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PRÓLOGO

P ara la Secretaría de las Culturas, las Artes y los Patrimonios de


los Pueblos de Honduras es una honra presentar a nuestro pueblo la
reedición de una obra tan destacada, tanto por el importante sujeto histórico
que trata como por el rigor académico con que fue elaborada, como lo es
la recopilación de la correspondencia y otros textos de Francisco Morazán,
editada por el doctor Carlos Meléndez.
Nuestro deber hacia el pueblo hondureño tiene como elemento
imprescindible mantener viva la memoria de los máximos referentes que
a través de nuestra historia formularon la identidad de nuestra nación,
nuestros próceres patrios, y promover por todos nuestros medios el acceso al
conocimiento sobre sus logros, sus propósitos y sus vidas, que han inspirado
en todas las épocas el avance de nuestra sociedad, aún pese a las enormes
dificultades que ello ha supuesto para Honduras, y que seguirán animando
y dando temple a ese mismo espíritu de progreso en nuestras generaciones
futuras. Por ello, es muy satisfactorio para la SECAPPH ofrecer al público
el fruto de este magistral trabajo de recolección de Meléndez Chaverri, el
cual debe estar disponible en nuestras bibliotecas como material de estudio
y referencia.
Además de sus sublimes logros como político y militar, Francisco
Morazán fue el máximo exponente del pensamiento progresista en la
República Federal de Centroamérica. Empeñó toda su destreza como líder al
servicio de la democratización de la región, en un tiempo todavía dominado
por las obsoletas instituciones coloniales, que era imprescindible desmantelar
para alcanzar la visión morazánica de un Estado fundado en la libertad y la
igualdad de sus conciudadanos. El ideario de Morazán, que se vio templado
y moderado en el ejercicio del poder por su respeto a los derechos cívicos
de sus adversarios, se manifestó con claridad y sin inhibiciones en su vida
privada y en el pensamiento que nos lega por medio de sus escritos. Es así
que fue la familia Morazán Quezada la primera de Centroamérica en liberar
a sus esclavos, mucho antes de que esta práctica fuese abolida por el Estado,
provocando en ese entonces el escándalo público, al igual que encararon
posteriormente una férrea hostilidad sus posturas en pro de la universalidad
de la educación, la libertad de expresión y la separación entre Iglesia y Estado.
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Morazán terminó pagando el más alto costo por oponerse a las fuerzas
conservadoras que se beneficiaban de sostener una estructura social altamente
excluyente y que por ello lo combatieron encarnizadamente; en nuestra
región frecuentemente ha sido el caso que la iniciativa en pro del progreso,
por imprescindible que esta sea, enfrente semejante violencia, y tal como lo
demuestra la historia reciente, nuestro país sigue agoviado por la conflictividad
de parte de las fuerzas que buscan suprimir el ejercicio democrático. Pese a
esta dura realidad histórica, el tiempo ha reivindicado plenamente el sueño
de Morazán y su legado mantiene viva la esperanza de la prosperidad para el
pueblo hondureño, indisociablemente ceñida a los ideales que defendió y al
tesón que demostró nuestro excelso prócer.

Annarella Vélez Osejo


Tegucigalpa, M.D.C., junio de 2023

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UNA VISIÓN INTEGRAL DE MORAZÁN1

Ramón Oquelí

Con Escritos del General Francisco Morazán, el Banco Central de Hon-


duras aumenta su ya larga lista de publicaciones indispensables para conocer
aspectos fundamentales de nuestra realidad. La que ahora presenta permite
seguir la trayectoria de nuestro héroe desde sus inicios en la vida pública has-
ta su muerte, tal como refleja en sus propias palabras.
A partir de estos textos, se puede construir una visión integral de Mo-
razán, con sus frases lapidarias. “La tolerancia debe ser la primera virtud del
republicano”; con su preocupación porque no resultasen perjudicados los la-
bradores, la de dividir los terrenos municipales en iguales porciones, la edu-
cación sencilla del pueblo, los negocios públicos y particulares, y la frustrada
ilusión mantenida todavía dos meses antes de su ejecución, cuando proyec-
taba una Asamblea Constituyente Centroamericana y en su defecto, anuncia
una nueva campaña militar en la que, “el poder irresistible de la opinión pú-
blica sabrá trazar a nuestras armas el camino que nos conduzca a la victoria,
y proporcionar a los centroamericanos un gobierno de leyes, que les dé paz,
libertad y civilización”.
Utilizando fuentes impresas y manuscritos, después de varios años de
investigación, el doctor en Historia Carlos Meléndez Chaverri (Nacido en
Heredia el 23 de junio de 1926, exembajador en España, Premio Nacional
de Cultura Magón 1993), nos ayuda a comprender mejor una figura cuya
vigencia es resaltada por el mismo compilador. “El hecho que haya sido un
costarricense quien la emprendiera, viene a significar que desde nuestra patria
hemos aprendido a admirar su figura, de indiscutible proyección centroame-
ricana. El error de mis compatriotas ha sido el de juzgar a Morazán por sus
cinco meses, en Costa Rica, y no por toda su trayectoria política centroame-
ricana, próxima a los cuatro lustros... Vivió por y para la causa de Centroamé-
rica. De allí que todavía hoy su nombre sigue vivo en la memoria de nuestros
pueblos del istmo; la causa de la unidad y la integración, es todavía hoy la
preocupación de muchos ‘hombres de nuestra tierra ístmica y así seguramen-
te habrá de serlo también para las generaciones del mañana”.

1. Esta presentación pertenece a la primera edición de 1996 realizada por el Banco Central
de Honduras.

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Dentro de la extensa y valiosa obra del doctor Meléndez, los lectores
hondureños, pueden tener especial interés en conocer la antología de Valle
publicada por la OEA en 1981, así como su biografía de José María Mon-
tealegre, uno de los médicos que presenciaron la exhumación de los restos de
Morazán a fines de 1848, e hijo de don Mariano, el acaudalado hacendado
y funcionario, que acompañó a su amigo en los días de poder y en las horas
anteriores y posteriores a su muerte; a quien Morazán obsequió su cigarrera
de plata y encomendó la suerte futura de su hijo Francisco. El compilador de
esta obra, enlaza con estos antecedentes de generosa amplitud y caballerosi-
dad.

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PRIMERA ETAPA

Inicios de su vida Pública

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PALABRAS INTRODUCTORIAS

Un importante diplomático norteamericano en Centroamérica, don


Ephraim George Squier, publicó por vez primera en 1852 un valioso libro
sobre Nicaragua. Al final de su obra, agregó en siete capítulos, una “Breve
Historia Política de América Central”, esencialmente volcada a la carrera de
Francisco Morazán. Para tan acucioso observador de nuestro proceso político.

“Francisco Morazán (está) destinado a resaltar como la figura más pró-


cer en muchos aspectos y (ha sido) el más capacitado en todo de los
hombres hasta hoy nacidos en la América Central”.

Pese a la trascendencia de tan relevante personaje, nadie que sepamos


ha hecho el esfuerzo de recoger en un solo volumen todos sus escritos. Estos
por lo tanto, se hallan muy dispersos, por ejemplo en la “Reseña Histórica
de Centro América” la principal obra del doctor Lorenzo Montúfar su gran
admirador y seguidor, y la del doctor Eduardo Martínez López, uno de los
primeros en estudiar a profundidad la vida y obra de Morazán (1899), para
hacer cita sólo de dos de los autores del siglo XIX. Muchas revistas, tal el caso
de la Sociedad de Geografía e Historia de Honduras, del Archivo General
de Centroamérica en Guatemala y del Archivo Nacional de Costa Rica, han
divulgado valiosa documentación inédita sobre el tema. La obra más reciente
que brinda un significativo aporte documental, es la del Dr. Miguel R. Ortega.
El curioso lector puede verificar en las listas de nuestras fuentes si desea
adquirir un conocimiento más detallado de la procedencia de los documentos
que aquí se reproducen.
En la presente recopilación se recogen alrededor de doscientos docu-
mentos, de un modo u otro salidos o ligados a la pluma del General Morazán.
Comprenden breve parte de su escasa correspondencia personal, ya que la
mayoría de sus escritos se ligan a su carrera pública. Se han incluido unos po-
cos documentos que no son precisamente suyos, pero se relacionan de modo
estrecho a su pensamiento y acción.
Hay algunas pistas para la localización de varios de esos escritos, las que
no queremos dejar de mencionar. Sabemos por don Rafael Heliodoro Valle
que la nota de Morazán al Gobierno, al separarse de la Jefatura del Estado
de El Salvador, que tiene “fecha 3 de abril de 1840”, se encuentra publicada
en el periódico El Comercio de Lima del 30 de julio de 1840. El historiador

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Alejandro Marure en folleto suyo de 1839, cita las proclamas de Morazán
de 10 de Marzo, 1 de Abril, 4 de Mayo y 9 de Mayo, todas del año 1838,
que no hemos podido tener a la vista. El bibliógrafo guatemalteco Gilberto
Valenzuela menciona para ese mismo año una hoja suelta, de la que no da la
fecha, que se titula “Presidente de la República, General en Jefe del Ejército
Federal, a la división de Los Altos”. El doctor Mario Rodríguez en su obra
sobre Chatfield, refiere la existencia de dos cartas de Morazán a Frederick
Chatfield, una de fecha 8 de agosto de 1836, la otra de 17 de enero de 1839,
y cita un impreso del 12 de enero de 1839 del mismo Morazán. David Vela
nos menciona una carta del General Morazán fechada en su Cuartel general
de Santa Isabel el 27 de marzo de 1838, dirigida a varios comisionados y
publicada en el Alcance N. 8 de El Noticioso Guatemalteco de fecha 1 de
mayo de 1838.
Somos conscientes por estos detalles mencionados, de que este primer
esfuerzo es desde ya incompleto y por ende parcial. No pretendemos haber
agotado todas las fuentes disponibles, aun cuando lo hemos procurado con-
seguir. Nuestra intención es más bien la de hacer un llamado de atención
para que con la ayuda de otras personas interesadas y colaboradoras, se pueda
llegar al mayor acopio documental sobre este gran personaje de la historia
centroamericana.
Pensamos además que la cronología que aportamos puede ser para este
efecto, bastante útil. El hecho de saber por dónde anduvo y en qué fechas,
facilitará al investigador el aprovechamiento de las fuentes coetáneas. Pensa-
mos que en especial en la información que se lograría mediante la cuidadosa
lectura de los periódicos que se editaban en la época en los distintos estados
de la Federación. Obra en nuestro poder un esmerado listado que hemos
elaborado acerca de esos periódicos, pero la posibilidad de su consulta no ha
resultado ser fácil hoy día; hay colecciones que parecen haber desaparecido,
y en algunos casos se conocen de ellos sólo unos pocos ejemplares sueltos.
Además, sería preciso ir país por país recopilando este tipo de información,
y ello significan elevados costos financieros y gran disponibilidad de tiempo.
¿Habrá además personas que conserven alguna carta del prócer, cuyo
contenido no ha sido hasta hoy dado a conocer? El hecho bien puede ser
posible y no cabe ser desechado a priori.
El doctor William J. Griffith ha publicado en 1977 los documentos del
archivo personal de Morazán que se conservan actualmente en la Universi-
dad de Tulane, en Nueva Orléans, Estados Unidos. Nosotros los hemos apro-

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vechado bastante para esta obra. Ha destacado además Griffith que aquellos
que publicó en 1954 el señor Miguel Angel Gallardo en El Salvador, y que
se encuentran hoy en su conocida biblioteca de Santa Tecla, son complemen-
tarios en dicha colección. ¿Cómo llegaron esos papeles a sus actuales pro-
pietarios? ¿Podrían existir otros papeles más en alguna otra parte? Siempre
es grato soñar en estas posibilidades, nada perdemos y además nos resulta
excitante sólo el pensarlo.
Es de lamentar, evaluadas ambas fuentes, que el llamado archivo de Mo-
razán resulte ser más bien bastante pobre, y que por lo tanto el aporte al co-
nocimiento personal del personaje a través del mismo, sea bastante modesto
en cuanto a alcances y en contenidos. Pero eso se explica por razón de la vida
tan inestable e inmersa en tantos conflictos y luchas, corno fue la que Mora-
rán tuvo que vivir, la que le llevó necesariamente a una pérdida irreparable de
sus papeles personales. Además fue en aquella época una práctica corriente
la de eliminar o quemar archivos y papeles, pues los soldados contendientes
de ambos bandos formaban una extensa masa de analfabetos. Además la ma-
yoría de nuestros Archivos Nacionales tienen grandes lagunas documentales,
no sólo por la desidia o el desinterés que para conservarlos hubo en el pasado,
sino por el abandono al que muchas veces han estado sometidos. Tampoco
debemos olvidarnos que el Archivo Federal, que desde tiempos de Morazán
fue traslado de Guatemala a San Salvador, se quemó en esa ciudad el año
de 1889, en el incendio del Palacio Nacional en donde se ubicaba. Copias
de algunos de esos documentos relativos a Morazán se salvaron, gracias al
esfuerzo del doctor Martínez López, quien trabajó allí en su investigación
sobre este personaje antes de ese nefasto y lamentable incendio.
Sería de mucho interés el que pudiésemos hoy conocer la exposición
escrita que hizo por Morazán ante el Coronel José Justo Milla a raíz de su
prisión en Ojojona en 1827, o la correspondencia cruzada entre Morazán y
el Coronel Francisco Domínguez, pasados unos pocos días, ya que ambos
escritos se citan en los “Apuntes sobre la revolución de (18)29”.
No conocemos tampoco todos los escritos de Morazán como Presidente
Federal, los que llegaron sin lugar a dudas a circular en forma impresa. Quizás
con alguna suerte puedan ser localizados y reposen hoy en una biblioteca o
archivo, en espera del investigador que los rescate para la posteridad.
Un testimonio de lo afirmado, lo constituye un volumen publicado en
1992 bajo el título de Obras (Volumen 1. La organización Estado de Hondu-
ras) de Francisco Morazán. Apareció en Tegucigalpa bajo el patrocinio de

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la Secretaría de Cultura y la Comisión Española del Quinto Centenario. La
mayor parte de esa documentación proviene de investigaciones específicas
realizadas en el Archivo Nacional de Honduras por varias personas, en los
años de 1990 y 1991. Ese volumen lo consideramos desde ya como comple-
mentario a nuestra obra, dado que no dudaríamos en tomar de allí alrededor
de cuarenta documentos, dado que dos de ellos sí los hemos agregado a nues-
tra recopilación, como puede observarse en las fuentes de nuestra obra.
Otro testimonio de lo expresado lo hallamos en un viejo artículo de don
Rafael Heliodoro Valle, recientemente reeditado (1992), titulado “Bibliogra-
fía de Morazán”. Valle utilizó la colección del periódico de Guatemala que
nosotros no hemos podido ver, titulado “Gaceta Federal”. Allí encontró el
Discurso del General Francisco Morazán al prestar juramento prevenido por
la ley para presidir la República de Centro América”, de fecha 16 de Setiem-
bre de 1830, incluido en la Gaceta del 12 de Octubre siguiente; el “Discurso
pronunciado por el Presidente de la República en el acto de cerrarse las se-
siones extraordinarias del Congreso Federal”, incluido en la Gaceta del 18
de Enero de 1831; el “Discurso del Presidente de la República de Centro
América, al cerrar sus sesiones ordinarias el Congreso” el 12 de julio, incluido
en la Gaceta del siguiente 22 de Julio de 1831; “El Presidente de la Repú-
blica a las Divisiones de los Estados que forman el Ejército Federal”, el 5 de
Marzo, publicado siguiente 17 de Abril de 185; “El Presidente de la Repú-
blica, actualmente General en Jefe del Ejército Federal de Operaciones, a los
soldados que lo componen”, dicho en San Salvador el 3 de Abril, y publicado
en la Gaceta del 17 de Abril de 1832; “El Comandante general del Ejército
Federal de operaciones avisa al Ministerio de Guerra de la Federación sobre
la ocupación de la población de Omoa por Terrelonge, en la campaña contra
la facción de Domínguez” , fechado en San Salvador el 9 de Mayo y publi-
cado en la Gaceta del 18 de Mayo de 1832 y finalmente “El Comandante
general del Ejército Federal en Operaciones, al Ministro de Guerra de la
Federación”, documento fechado en San Salvador el 24 de mayo y publicado
el 24 de Mayo de 1832 en la citada Gaceta. Ninguno de ellos va transcrito
aquí, dado que hasta el momento no hemos utilizado esta fuente.
El ejemplo es de suyo ilustrativo, pues nos pone en la pista de más docu-
mentos morazánicos, hecho que nos habrá de llevar a adquirir una dimensión
muy enriquecedora de esta figura singular de Centroamérica.
Queda pues todavía una tarea grande por realizar, dado que nosotros
apenas hemos intentado aquí un primer esfuerzo de recopilación.

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Es más, nos sentiremos muy halagados y contentos en el momento en
que alguna persona nos señale la ubicación de un nuevo documento o nos
aporte una nueva pista que conduzca a la ampliación del material documental
aquí incluido.
Debemos hacer además una indicación en cuanto al método que hemos
empleado en esta recopilación. Había diversos caminos para distribuir estos
materiales, por caso ordenándolo de un modo temático. O sea mediante la
separación de las cartas personales de las oficiales; puestos por separados los
partes de guerra de las proclamas y alocuciones; independientes los mensajes,
y éstos apartes de los contratos, etc. Nos pareció conveniente finalmente es-
coger el simple ordenamiento cronológico, el que al menos ofrece varias evi-
dentes ventajas. En primer lugar ese sistema hace más fácil su ordenamiento;
a la vez permite mostrar las distintas fases del proceso de su desenvolvimiento
de la vida pública del prócer, a partir de su ciudad natal, después en su pro-
yección dentro de su Estado y más tarde dentro de la Patria Grande. Puede
con ello el lector llegar a ver el proceso global de la evolución de sus ideas, de
sus distintos estados de ánimo y de las constantes de su singular personalidad.
Son las huellas que nos permiten seguirle casi paso a paso, ver sus múltiples
y heterogéneas tareas y realizaciones, conocer las diversas manifestaciones de
una personalidad que fue en mucho, evidentemente, serena y reflexiva, pero
sobre todo profundamente humana. Esto no le impidió el cometer errores y
tener más tarde que hacer frente a las dificultades, para adoptar de seguido las
necesarias correcciones, tomadas éstas muchas veces sobre la marcha. Fue de
esta misma manera como en su vida militar pudo cosechar triunfos y éxitos,
así como fracasos y derrotas.
Pertenece a la última etapa (1841), pero se la ha colocado al final, su
memoria sobre los hechos de 1829. Dado el carácter de la misma ubicación
de ese escrito en la etapa de su estancia en David, Chiriquí, no nos pareció
la más adecuada. Aunque incompleto, es un texto único y singular, que de
haberlo concluido, pudo haber llegado a plasmarse en un libro, motivo por el
cual consideramos que está mejor ubicado donde se encuentra. Es parte de su
defensa, que nunca llegó a redactar en forma completa, y que corresponde a
su tardía respuesta a los ataques que en su contra se hallan en las Memorias
de don Manuel José Arce.
Pero pensamos que esta tarea que empezamos con el presente volumen,
debe continuarse con otros empeños similares que busquen recoger por caso,
toda la legislación morazánica. Esta faceta viene a ser necesariamente com-

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plementaria y por lo mismo enriquecedora, pues servirá para que se pueda
adquirir una aproximación más completa a la comprensión de sus actos, a su
ideario y a sus objetivos políticos. El licenciado don Cleto González Víquez
realizó en dos volúmenes publicados en 1937 y 1947, y que tituló Compila-
ción de las Leyes no insertas en las Colecciones Oficiales, un importante aporte.
A nuestro juicio el título correcto debió haber sido Colección de Leyes de la
República Federal de Centroamérica (1823-1831). Sería cosa de llevar ade-
lante esta tarea, aún cuando es preciso reconocer que este esfuerzo es lento y
difícil. Cuando se lo haga completar, dado que llegaría hasta el año de 1840,
la obra habrá de permitirnos profundizar en los detalles de su compleja tarea
como gobernante. Don Cleto nos dejó ya realizada buena parte de esta tarea.
Cuando la misma se complete, existirá ya el medio para poder determinar el
grado de sus aciertos como legislador, en la realidad del pequeño mundo que
era la Centroamérica de entonces. Sin embargo, no debemos olvidarnos que
el mismo Morazán llegó a reconocer que buena parte de sus problemas como
gobernante, derivaron de un cuerpo de legislación poco afortunado, realizado
por los diputados federales centroamericanos. Ramón Oquelí en un reciente
artículo, cita una carta del sabio Valle, en el que quizás dicho autor carica-
turiza un poco las cosas, pero hay mucho de verdad. Creemos que resulta
oportuno reproducir aquí uno de sus párrafos más específicos:
“En los decretos y órdenes hay igual volubilidad. Una legislatura dicta
una, la que sigue acuerda la contraria, y su sucesora varía las dos. Las con-
secuencias son naturales. Los que tienen juicio rehúsan empleos porque no
quieren ser hoy palmoteados y mañana silvados. Las leyes no son respetadas
porque al momento de su acuerdo se preveé el de su nulidad. Los funcio-
narios no logran jamás tener el tino de la experiencia porque son relevados
cuando ésta comienza a darles luces. Nada llega sazón o madurez. Todó mue-
re o se marchita cuando está todavia Tierno, o comienza a existir”.
Es importante también que se recojan y sistematicen los papeles coetá-
neos que muestren los diferentes juicios que sobre él se formaron sus contem-
poráneos, tanto los de aquellos que le vieron con ojos favorables, así como de
los que le combatieron. De este modo se podrán evaluar y definir con mayor
precisión, los alcances de su personalidad y de su obra. Para comenzar, están
allí los textos de Liberato Moncada, los que cita don Ramón Rosa, quien los
llama Recuerdos del General Manuel Escobar, los Apuntamientos de don José
Antonio Vijil, los fragmentos de las Memorias de García Granados, parte
de las así, llamadas Memorias del General Rafael Carrera, las Memorias de

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Manuel Montúfar etc., etc. Es asimismo de interés la recolección de la prosa,
poesía y lo poco de teatro que hay —recordamos aquí dos de las más conoci-
das, la “Tragedia de Morazán”, obra en verso del poeta salvadoreño Francisco
Díaz (Managua, 1894), y la de Luis Andrés Zúniga que se titula “Los Cons-
piradores” (Tegucigalpa,1915). Está además escrito en su elogio y evocación,
o en odio y ataque hacia su persona. Muchos de estos escritos tienen sufi-
cientes méritos, y bien merecen, por lo mismo, su rescate y perduración. Han
de existir además poesías tradicionales, decires y cantares de la época, que de
divulgarse constituirían un verdadero deleite tanto para los folkloristas como
para el público llano y común. ¿Por qué no iniciar tales esfuerzos alrededor
de todos estos temas que giran en torno a tan interesante personaje centro-
americano?. El bicentenario del natalicio de Morazán constituye en verdad
la singular oportunidad para contribuir al mejor conocimiento de su obra
y destino, para hacer perdurar su mensaje y mantener viva su memoria, no
únicamente la del héroe al que se exalta, sino la del hombre que tuvo en sus
manos la suerte y el destino de esta tierra tan nuestra, la de Centroamérica.
Pensamos que con la recopilación que hemos realizado, será de ahora en
adelante posible profundizar mejor en el pensamiento global de Morazán.
Y no es que ignoremos que otros no lo han intentado e incluso logrado me-
ritoriamente. Es bastante probable sin embargo, que más de un documento
aquí reproducido, resulte enriquecedor e importante, pues algunos han per-
manecido prácticamente desconocidos desde los tiempos en que estuvo vivo
el General Morazán.
No sobrevaloramos esta recopilación, pero tampoco dudamos de su utili-
dad e importancia, por no decir necesidad que existía de que se hiciera.
Quedan sentadas aquí las bases para nuevos enfoques sobre nuestro per-
sonaje, y lamentamos no poder hacer aquí, por no corresponder, ese estudio
en torno a su ideario.
Morazán como sujeto histórico, vivió la transición de la época de la Ilus-
tración a la del Liberalismo, causa esta última de la que fue uno de los prin-
cipales abanderados. Fue persona de espíritu moderado, como se desprende
con claridad de la mayoría de sus escritos. Incluso su liberalismo resulta bas-
tante pragmático, aun cuando sus detractores lo hacen aparecer como radical.
La Independencia trajo para Centroamérica la crisis de la soberanía, que
en algunos casos llegó a fragmentarse en un espíritu aldeano y localista, que
permaneció bastante tiempo vigente durante el siglo XIX en nuestro suelo.
Mucha de la influencia independentista tuvo raíces filosóficas francesas.

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La Independencia nos llevó al rompimiento político total con España, pero
en lo intelectual, ello nos llevó a que nos volviéramos ideológicamente afran-
cesados.
La idea del federalismo surgió en nuestro suelo como un modo de man-
tener las autonomías regionales, en contra del tradicional centralismo gua-
temalteco. Sin embargo en Guatemala nunca pensaron en llegar a perder
su elevada posición hegemónica, por lo que burlaron al sabio Valle, quien
había prácticamente resultado electo Presidente de la República, para colocar
uno en su lugar, que creyeron podría ser más fácil de manipular. Fue este
el salvadoreño don Manuel José Arce, quien inicialmente se alió con ellos
para gobernar. Las veleidades de Arce e incluso las mudanzas de opinión
muy propias de la época, dieron poca estabilidad al nuevo gobernante, quien
paulatinamente fue perdiendo su poder y su prestigio, e incluso el apoyo de
su estado de origen. Las guerras civiles que empezaron tras nuestra emanci-
pación, siguieron adelante con la federación y por ello Arce hubo de tornarse
en militar.
Las debilidades de la Constitución Federal de Centroamérica, y el auto-
cratismo de Arce, desembocaron en luchas casi constantes dentro y entre los
mismos estados que la constituían.
Esa fue la herencia que Morazán recibió, de la que no pudo liberarse. Su
causa era la del pueblo, pero la pasión que imperaba y el antagonismo exis-
tente entre los conservadores, en particular los de Guatemala, y los liberales
tanto de Guatemala como de las provincias, hicieron de toda forma de vida
política un caos. Además los aristócratas de Guatemala nunca le perdonaron
a este provinciano la afrenta de haber ocupado la ciudad capital. De este
modo Morazán nunca fue comprendido por el pueblo de Guatemala, dado
que éste fue manipulado tanto por los aristócratas de allí, como por los sa-
cerdotes que desde el púlpito falseaban y manipulaban todas sus acciones.
La rebelión de Rafael Carrera, quien gozó de gran apoyo popular entre las
masas de indios y campesinos guatemaltecos, es el triunfo de los opositores a
Morazán en Guatemala.
Morazán contó siempre con el apoyo popular en Honduras y El Salva-
dor, e incluso de una parte del de Nicaragua. En Costa Rica fue bien recibido
en su primera visita de 1834 y 1835, e incluso cuando en 1842 vino a derrocar
al dictador licenciado don Braulio Carrillo. La recluta y las contribuciones
forzosas le restaron luego el apoyo dado que el pueblo no quería involucrarse
en la aventura militar que venía sobre Nicaragua y los otros estados de la des-

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articulada federación. Los levantamientos de septiembre de 1842 que ocu-
rrieron en la ciudad de San José, fueron en su esencia movimientos populares.
El acto de su fusilamiento, obedeció a este mismo impulso popular.
La lección que sacarnos de todo ello, nos lleva a que para Morazán fue
el pueblo la causa mayor de sus desvelos como líder centroamericano, pero
a la vez una parte de ese mismo pueblo, por caso el de Guatemala y Costa
Rica, fue la que le llevó hasta el fracaso político y a la muerte. Ironía evidente
de la vida, al fin y al cabo, es ésta de que quien se mete a redentor, termina
crucificado.
Para concluir, deseamos explicar algunos de los criterios que hemos em-
pleado en esta recopilación. En primer lugar, hemos pensado en la conve-
niencia de presentar los textos depurados de las entonces usuales faltas de
sintaxis, de ortografía y de puntuación, con el objeto de hacerlos más com-
prensibles al lector común. También se han corregido las faltas en que se
incurrió al citar nombres de autores o personas, sobre todo del extranjero, con
las que no siempre se estaba bien familiarizado en la época. Al omitirse al-
guna palabra, el sentido se hacía en ocasiones confuso; por ello los agregados
clarificadores se han puesto entre paréntesis, para que se entienda que faltan
en los textos originales.
A lo largo de más de quince años que hemos empleado en la recopilación
de estos materiales, por supuesto que con largos períodos de letargo y reposo,
han sido muchas las personas que han ayudado al buen desempeño de este
esfuerzo. Debo reconocer el interés y apoyo que me brindó en su momento el
Dr. William J. Griffith, por largos años meritísimo profesor en la Universidad
de Tulane y quien vive hoy en retiro en Lawrence, Kansas. Un listado de sus
papeles e impresos de su colección personal, que paran hoy en la Universi-
dad de Kansas, nos puso en la pista de algunos textos que aquí se incluyen.
Ello ha sido posible gracias a la colaboración del Dr. Charles L. Stansifer,
gran centroamericanista y buen amigo. En Honduras debo citar a don Julio
Rodríguez Ayestas, quien se ha mostrado siempre dispuesto a ayudarme, y
para el propósito ha puesto en mis manos importantes libros sobre historia
de Honduras, varios de ellos solicitados por mí para el propósito de esta obra.
El ha sabido guardar muy bien, durante una década, el texto macanografiado
originalmente original de esta obra, que ahora ha sido ampliada significati-
vamente. El profesor Francisco A. Flores A., no dudó en desprenderse de
la primera edición de la biografía de Morazán, escrita por el doctor Ramón
Rosa, para hacerla llegar a nuestras manos. El catedrático Ramón Oquelí

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de la Universidad Nacional de Honduras, ha sido siempre muy receptivo y
aún cuando no nos conocemos personalmente, se ha mostrado colaborador
asiduo en la ayuda para poder obtener yo el mejor conocimiento del pasado
de su país. El hizo que llegara a mis manos el primer volumen de las Obras
de Morazán. Vayan pues hacia el profesor Oquelí. nuestros agradecimientos
más sinceros.
Debemos además expresar nuestro reconocimiento sincero hacia la Bi-
blioteca Doctor Miguel Angel Gallardo de Santa Tecla, El Salvador, por
habernos remitido oportunamente la fotocopia de las “Páginas Históricas”,
tomo I, 1954, en donde se reproducen documentos del archivo de Morazán.
Palabras especiales de reconocimiento merece el Banco Central de Hon-
duras en Tegucigalpa, por su interés en dar a la luz pública esta recopilación.
El hecho de que haya sido un costarricense quien la emprendiera, viene
a significar que desde nuestra patria hemos aprendido a admirar su figura,
de indiscutible proyección centroamericana. El error de mis compatriotas ha
sido el de juzgar a Morazán por sus cinco meses en Costa Rica, y no por toda
su trayectoria política centroamericana, próxima a los cuatro lustros.
Morazán vio y vivió por y para la causa de Centroamérica. De allí que
todavía hoy su nombre sigue vivo en la memoria de nuestros pueblos del ist-
mo; la causa de la unidad y la integración, es todavía hoy la preocupación de
muchos hombres de nuestra tierra ístmica. Y así seguramente habrá de serlo
también para las generaciones del mañana.
Para concluir, no debemos olvidamos que Morazán en su testamento
expresa:
“Declaro que mi amor a Centro América muere conmigo”.

Dr. Carlos Meléndez Ch.


Heredia, 28 de Abril de 1993

22
-1-
Representación del Síndico al Muy Noble Ayuntamiento de Tegucigalpa, acerca de
ciertos perjuicios que sufren los labradores y sobre la necesidad que tiene la
Ciudad de un Maestro.
Tegucigalpa 16 de Abril de 1823.

“Muy Noble Ayuntamiento. Como Síndico de esta corporación, hago


a Vuestra Señoría la representación siguiente, que se reduce a dos asuntos
que deben llamar toda su atención. El Cuervo privilegiado de labradores, me
ha manifestado los graves perjuicios que se les originan por la diferencia de
medidas que hay para comprar y vender sus granos en el Cabildo y algunas
tiendas “de regatones”. Sírvase Vuestra Señoría, poner remedio a tal desor-
den, pues es una de las primeras atenciones de Vuestra Señoría el proteger
una clase tan recomendada por las Leyes y principalmente en un asunto en
que se interesa tanto el bien público. No es la plata ni ninguno de los metales
preciosos los que enriquecen un Reino: es la Agricultura. Aquella no es más
que el precio de todas las cosas y el móvil de las disensiones, cuando esta es, el
origen de la abundancia y de todas las virtudes. La escuela que desgraciada-
mente no ha podido ponerse en práctica en esta ciudad, es aún más interesan-
te. No hay pueblo por pequeño y miserable que sea que no tenga un Maestro
para la Educación de la Juventud. ¿Y se podría creer que la rica Tegucigalpa,
llena de tantos vecinos patriotas, no la tenga?
No puedo creer más que hay manos ocultas que fomentan la rusticidad
de este pueblo y ¿no será una vergüenza tan débiles trámites? ¿No se hará
cargo a Vuestra Señoría de indiferente por un pueblo que le ha confiado sus
intereses y ha depositado en Vuestra Señoría su autoridad para que defienda
sus derechos? Yo me guardaría de responder a cargos tan incontestables”.
“La medida más acertada en mi concepto para que tenga la escuela el
éxito que se desea, es únicamente la que voy a proponer”.
“No faltan más que 180 pesos para completar el sueldo de 25 pesos del
maestro. Para esto, excitase al patriotismo de tantos sujetos pudientes que
pueden contribuir sin perjudicarse, contándose con las generosas ofertas del
Señor Alcalde 2° y Don Esteban Guardiola; la la. de 6 pesos y la 2a. de 25
pesos y se asegurará un fondo estable, se evitarán faltas que hallen los pobres
que ofrecen y no pueden cumplir, por no ser sus circunstancias iguales a sus
deseos.”

23
“Si no adopta esta medida, no le queda otra a ese Ayuntamiento para
dotar al Maestro de Escuela. Sin ésta no habrá jamás ilustración: no habrá
buenas costumbres; no habrá igualdad ni en las personas ni en los intereses
ni en los bienes; y estamos expuestos a que caiga sobre nosotros un yugo que
no lo podamos sacudir jamás.”
“Pido toda la atención de Vuestra Señoría en estos asuntos, en que se
interesa tanto el bien público.
(f ) FRANCISCO MORAZAN.”

24
-2-
Comunicación hecha al Ministro de Estado de Costa Rica, sobre la instalación
en ese Estado del Congreso Legislativo.
Tegucigalpa 9 de Junio de 1825.

Ministerio del Estado de Honduras


Departamento de Relaciones

Al Ciudadano Ministro del Estado de Costa Rica

Dí cuenta al Jefe Supremo de este Estado con su nota del último 18 de


Abril que comprende el decreto de la Asamblea ordinaria de ese Estado de
18 del mismo, en que se declara legítimamente instalado el Congreso Legis-
lativo.
Este es el fruto de la constancia y celo con que han trabajado las autori-
dades, en favor del sistema. Mi Gobierno felicita al suyo por estos progresos.
Sírvase usted ponerlo en su conocimiento y recibir mi consideración y res-
peto.
Dios,Unión, Libertad.
Francisco Morazán

25
-3-
Comunicación hecha al Gobierno de Costa Rica, sobre el acuerdo de traslado de
sede de Tegucigalpa a Comayagua, aprobado por la Asamblea Constituyente de
Honduras.
Tegucigalpa 19 de Julio de 1825.

Ministerio general del Gobierno del Estado de Honduras


Departamento de Relaciones

Al Ciudadano Ministro general del Gobierno del Estado de Costa Rica

La Asamblea constituyente de este Estado ha acordado: que el Jefe Su-


premo del mismo, se traslade de esta Ciudad a la de Comayagua, y en toda
esta semana tendrá efecto su marcha.
De su orden lo digo a usted para que se sirva elevarlo al conocimiento del
Jefe Supremo de ese Estado, para los fines que puedan convenir.

Dios,Unión, Libertad.
Francisco Morazán

26
-4-
Carta al Secretario de Estado y del Despacho de Hacienda acerca de los
alcances del dictamen de la Comisión de Hacienda Federal para que se
franqueen los 25 mil pesos solicitados por la Asamblea Constituyente de
Honduras para ese Estado.
Comayagua 24 de Diciembre de I825.

Ministro General del Gobierno Supremo del Estado de Honduras. Al


Secretario de Estado y del Despacho de Hacienda.

Con la nota de Ud., fechada a 7 del presente, ha recibido el Jefe Supremo


de este Estado, 40 ejemplares del dictamen de la Comisión de Hacienda de
7 de noviembre próximo pasado, emitido con motivo de la solicitud de la
Asamblea Constituyente de este Estado, para que se le franqueasen por la
Federación veinticinco mil pesos. Ha visto también la orden del Congreso
Federal de 11 del mismo mes, en que manda se imprima y circule dicho dic-
tamen en el número preciso de ejemplares para su circulación en lo interior
de la República.
Mi Gobierno ha decretado su cumplimiento sin embargo de considerar
que, aun cuando sólo se circule el dictamen de la comisión en lo interior de la
República, no será fácil que pueda evitarse su extracción a países extranjeros,
ya sea por los muchos hijos de otras naciones que hay, o ya por los mismos
hijos de ella que por inadvertencia o malicia la han desacreditado otras tantas
veces, lo cual cederá en grave perjuicio del descrédito nacional.
Cuando la Asamblea de Honduras acordó que con salidas de reintegro se
tomasen algunos fondos de las rentas federales, dando aviso a las autoridades
de la Federación, como se verificó fue porque este Estado que ha tenido que
vencer mayores dificultades que ningún otro, se hallaba próximo a su disolu-
ción por falta de Hacienda, y porque esta disolución hubiera acarreado a toda
la República males muy graves, y para su remedio habrían causado erogacio-
nes que también lo fuesen. Fue, porque finalmente el Estado es respectiva-
mente el que más ha sufrido en la época anterior en materia de Hacienda, y
en medio de sus escaseces es tal vez el que más ha contribuido a los gastos de
la Federación, pues sin contar con diversas cantidades que se han remitido de
la Tesorería de Comayagua y de otros puntos, de los puertos de Omoa y Tru-
jillo, sin enumerar las sumas pertenecientes a las rentas del mismo Estado que

27
en dichas plazas se han consumido, y sin hacer cuenta del entretenimiento
de la plaza y tropa veterana y de otros varios gastos considerables, sólo lo que
se ha extraído de la Tesorería de Tegucigalpa, para objeto de la Federación,
asciende a más de veinticinco mil pesos.
Mi Gobierno desearía que en la resolución que sobre el particular re-
caiga del Congreso Federal, y en las que el Gobierno Supremo tenga a bien
dictar en la materia, se tuvieran presentes los datos que se han expuesto, y las
circunstancias en que la Asamblea Nacional Constituyente del Estado dictó
el acuerdo de que se ha hecho mérito, que propiamente fue arrancado por la
necesidad y a pesar del respeto con que siempre ha visto las decisiones de la
Federación. Que cuando ésta tenga presente todos los datos que se le remiti-
rán oportunamente, hará el Estado de Honduras la justicia a que es acreedor,
y nadie podrá dudar del honor y delicadeza de sus procedimientos.
Le digo a Ud. todo de orden del Gobierno, para conocimiento del Su-
premo de la Federación. -Dios, Unión, Libertad,- Comayagua; diciembre 24
de 1825. - FRANCISCO MORAZAN.”

28
-5-
Comunicación al Ministro de Gobierno de Costo Rico
sobre los detalles de un empréstito fallido que promovió
el Gobierno de Honduras,
Comayagua 29 de Diciembre de 1825.

Ministerio General del Gobierno del Estado de Honduras

Al Ministro del Gobierno Supremo del Estado de Costa Rica

La Asamblea Constituyente de este Estado decretó un empréstito de un


millón y medio de pesos, (el) que se aprobó con una casa extranjera, hipote-
cando las rentas del mismo Estado.
Incidentes ocurridos posteriormente han embarazado su realización, se-
gún se manifiesta en los impresos que acompaño a usted su orden de mi
Gobierno.
A éste le ha parecido conveniente tenga conocimiento de todo el Jefe
de ese Estado. Con este objeto lo manifiesto a usted y le acompaño cuatro
ejemplares de los impresos que se indican, ofreciéndole mi consideración y
respeto.

Dios, Unión, Libertad.


Francisco Morazán

29
-6-
Nota a destinatario no establecido, relativa a su nombramiento como Consejero
del Estado y del ciudadano don Liberato Moncada
como Secretorio interino.
Comayagua 5 de Abril de 1826.

Ministerio de Gobierno del Estado de Honduras.

Habiendo sido electo Consejero del Estado, de cuyo destino debo tomar
posesión mañana, que tengo el honor de ofrecer a usted ahora, el Gobierno
del mismo Estado se ha servido nombrar internamente Secretario de Estado
y del Despacho general al ciudadano Liberato Moncada, que suscribe ésta
conmigo, para conocimiento de su firma.
De orden del mismo Gobierno lo digo a usted para que se sirva ponerlo
en noticia del suyo.

Dios,Unión, Libertad.
Francisco Morazán

30
-7-
Carta al Ciudadano Francisco Márquez sobre la incursión a Honduras de los
tropas jefeadas por Milla
y del hecho de que deja a su familia en Ojojona sin auxilio alguno.
Texíguat 17 de Mayo de I 827.

Ciudadano Francisco Márquez.

Amigo querido: ahora mismo ha llegado un correo de Choluteca con el


que da parte a estos Alcaldes que por conducto fidedigno sabe que ha llegado
a Langue el derrotero de las tropas de Milla y que infiere que esas vendrán
con el objeto de batir las tropas de Ordóñez, posesionarse de Choluteca y
cortar comunicaciones entre Nicaragua y El Salvador. El oficio que requiere
esos pormenores es fechado a las 11 del día de ayer.
Está muy en el orden que Milla trate de destruir toda fuerza que pueda
oponérsele o aumentarse, y no está fuera de él que se nos busque donde crea
podremos estar obrando contra los intereses del Presidente. Esto nos obliga a
salir hoy mismo de este pueblo.
Mi familia queda en Ojojona sin auxilio alguno; ha salido de Comayagua
con sólo lo encapillado, y no tiene esperanza de hacer uso de los intereses
que tiene en Comayagua y el Valle. Esto me obliga a suplicarle a Ud. se sir-
va entregarle a Benito las monedas de Tegucigalpa y Ojojona (con algunas)
que tengan, y me ha ofrecido por cuenta de Gutiérrez en su carta fechada
ayer. Esta moneda aun corre en Tegucigalpa y Ojojona con alguna dificultad.
Tenga Ud. la bondad de dispensar esta molestia a que me obligan las circuns-
tancias en que se halla mi familia. Aunque las mías son idénticas, si en ellas
puedo servirle, ocupe a su afectísmo amigo. —FRANCISCO MORAZAN.

31
-8-
Porte que dirige al Ministro General del Gobierno del Estado de
El Salvador, sobre la batalla que se libró en el Espíritu Santo.
Hacienda del Espíritu Santo 6 de Abril de 1828.

“El enemigo que se hallaba en Sesori, según comuniqué a Ud. en nota de


ayer, como a las ocho de la noche lanzó el todo de sus fuerzas2 sobre una de
nuestras avanzadas y después de un vivo fuego por más de una hora, fue re-
chazado con graves pérdidas dejándonos como 50 fusiles y treinta prisioneros.
En este encuentro fueron gravemente heridos el Jefe de Estado Mayor coronel
Narciso Benítez, capitán Murillo de la sección de cazadores y otros soldados.”
“El enemigo se mantuvo toda la noche a corta distancia de nuestro campo,
y como a las diez de la mañana de hoy, emprendió un ataque general sobre
nuestras posiciones, atacadas y defendidas con el mayor vigor y obstinación.
El combate ha sido tan empeñado, cual pocas veces se ve en tropas colecticias.
Las nuestras obtuvieron sobre las de Honduras y Nicaragua el más brillante
triunfo. Hasta ahora no se ha podido hacer un escrupuloso reconocimiento
del campo. Existen ya sin embargo como cuatrocientos fusiles, treinta cajas de
parque, ocho cajas de guerra y varios instrumentos de banda, tres banderas, una
pieza de artillería, piedras de chispa y varios equipajes. Hay vistos en el campo
más de cien muertos enemigos, entre ellos, el teniente coronel Tercero3 y se
asegura estar heridos el coronel Francisco Ferrera y Comandante Quijano.”4
“Se ha perseguido al enemigo a más de dos leguas, tomándole gran nú-
mero de prisioneros. El coronel Trinidad Cabañas ha sido herido, y muerto el
oficial Villagrán, e ignoramos cuál es nuestra pérdida.”
“Felicitamos entre tanto al Supremo Gobierno del Estado por la com-
pleta victoria que han obtenido las armas del Salvador, sobre los enemigos del
orden, la ley y la paz de los pueblos, ofrezco a Ud. Ciudadano Ministro5 las
consideraciones de mi aprecio más distinguido.”
Dios,Unión, Libertad.
FRANCISCO MORAZÁN

2. Seiscientos hombres fueron del ejército nicaragüense, según afirmaciones de ellos mis-
mos, y del coronel Quijano.
3. Aquel Jefe no murió entonces, pues el año de 1842 vino con fuerzas de Honduras contra
el general Morazán.
4. Estos Jefes salieron ilesos de la batalla.
5. General.

32
-9-
Parte sobre lo derrota del enemigo en la Hacienda del Gualcho.
San Miguel 8 de Julio de 1828.

Viva la Patria y el General en Jefe Moraran, a los Ciudadanos Alcaldes


de los pueblos del margen.

Del Ministerio General del Gobierno Supremo del Estado con fecha 14
del corriente se me ha dirigido la nota que a la letra es la siguiente:
Ahora que son las dos de la tarde ha recibido el ciudadano Vice-Jefe
Supremo del Estado nota oficial del Ciudadano Francisco Morazán General
en jefe del ejército combinado de Honduras y dada en San Miguel a 8 del
presente, que a la letra copio: “El día 6 a las 7 de la mañana fue derrotado
el enemigo, completamente en las llanura. ; de la Hacienda de Gualcho de
donde había marchado nuestro ejército con el Objeto de proteger la llegada
de los salvadoreños y vicentinos, los que vienen en Otro auxilio, y llegaron
después de la acción; esta fue de las más sangrientas que ha habido en nues-
tra República por precipitado a una cuadra de distancia y concluído a tiro de
pistola sin más parapeto por una y otra parte que los pechos de los soldados;
entre heridos y muertos han quedado de parte de los enemigos cerca de 200
y más de setenta prisioneros; quinientos y tantos fusiles y un cañón y todo
el porque que llevaba. El ejército enemigo se componía de 1.000 hombres y
entre ellos seiscientos cincuenta veteranos; la dispersión ha sido grande en
término que a las cinco, o seis cuadras de donde se dió la acción no se ha
encontrado dos infantes juntos, sino es únicamente algunos pequeños trozos
de caballería, con que huyó escoltado el coronel Domínguez la que persiguió
a distancia de tres leguas sin ningún auxilio por no haber podido dar alcance;
nuestra pérdida consistió en 12 muertos, y treinta heridos. Aun no se puede
dar un parte detallado de la acción porque no se ha acabado de reconocer
el campo; no se han traído todos los heridos y prisioneros aprehendidos en
distintos pueblos; se hará cuando se reúnan todos los datos necesarios es muy
digno recomendar a usted la valentía con que han peleado los oficiales y sol-
dados del ejército, y particularmente la compañía de granaderos y fusileros de
ese Estado. Esta jornada a la par que ha dado tantas ventajas al partido de los
federalistas, hará conocer su posesión al enemigo, y entrar en razón. Nuestro
ejército se ha aumentado a un número considerable, se compone en el día de

33
mil seiscientos hombres y hay armas y brazos para hacerlo ascender a dos mil,
de los cuales he dispuesto que salgan inmediatamente 300 a destruir la fac-
ción que se ha asegurado se fomenta en Gracias y a castigar de muerte a todos
aquellos residentes que han abusado del buen trato que se les ha dispensado
de parte de las autoridades de ese Estado.” Al hacer Usted esta comunicación
Ciudadano Vice-Jefe tengo el honor de protestarle mí Consideración y apre-
cio.- De orden del Ciudadano Vice-Jefe Supremo tengo el honor de comu-
nicarlo a Usted tan interesante nota para que se sirva trasmitirla a los pueblos
de su mando para su debida satisfacción. Reitero a Usted Ciudadano Jefe las
expresiones de mi aprecio y estimación. —Liberato Moncada. Y lo comunico
a Ustedes para que lo hagan publicar y circular en los pueblos de su distrito
celebrándose con todo júbilo y alegría que tan plausible noticia merece.

Dios, Unión, Libertad.


Tegucigalpa, Julio 13 de 1828.
JOSE MARIA GUTIERREZ

34
-10-
Oficio que dirige al Ministro general del Gobierno del Estado de El Salvador, acerca
de la derrota de los hombres jefeados por Rosa Medina y del retiro del
llamado Jefe de Honduras Jerónimo Zelaya.
Tegucigalpa 28 de Agosto de 1828.

Señor Ministro General del Gobierno del Estado de El Salvador, -Al


mismo tiempo que se ha organizado el ejército, se han destruído las facciones
que existían en este Estado y ocupaban la atención del Gobierno. La que se
hallaba en Comayagua, en número de doscientos y tantos hombres al mando
de Rosa Medina, ha sido sorprendida y desarmada por las tropas que manda-
ba el Coronel Ciudadano J. Antonio Márquez, quedando muertos sus prin-
cipales cabecillas. Se les tomaron noventa fusiles y trece barriles de pólvora.
Este suceso ha puesto a los opotecas en el mejor sentido, y se han prestado
voluntariamente tomar las armas en número de cien hombres. Los hijos de
esta plaza han seguido su ejemplo, y han entregado sesenta y tantas carabinas
y un número considerable de municiones.
A la sola noticia de este triunfo, se ha retirado a Los Llanos el llamado
Jefe de Honduras, Jerónimo Zelaya, llevando únicamente los pocos soldados
derrotados que le presentó el oficial Muñoz. La dirección de Zelaya, según las
noticias más ciertas, es a Guatemala, esto da idea que ha perdido las esperan-
zas de mandar en Honduras, y ha conocido que no se puede ya. como en otro
tiempo, hacer obedecer a los pueblos de Gracias por la fuerza.
Tengo la satisfacción de comunicar a Ud. estas ventajas que se han adqui-
rido en favor de nuestra causa, las que estoy seguro que, aunque son pequeñas
en sí, son grandes por las consecuencias que han producido.
Sírvase Ud. elevarlo todo al conocimiento de este digno Jefe, y protes-
tarle las consideraciones más sinceras de mi aprecio. - Dios, Unión, Liberta-
d,-FRANCISCO MORAZÁN

35
-11-
Nota al Ministro general del Gobierno del Estado de El Salvador, acerca de la
derroto sufrida por el Jefe Prem.
Goascorán 2 de Octubre de 1828.

Comandancia General del Ejército de Honduras. Cuartel General en


Goascorán, octubre 2 de 1828. Ciudadano Ministro General del Gobierno
del Estado de El Salvador. El Comandante de vanguardia me remitió al ca-
mino, la nota que usted se sirvió dirigirme y las que me mandó el Jefe Político
de San Vicente, dándome la plausible noticia de la derrota última hecha por
el Jefe Prem y de estar avenido el Coronel Montúfar a pasar por las propo-
siciones que le hizo ese digno jefe, por no perecer. Sucesos tan plausibles, al
paso que han salvado a la Patria, han llenado de gloria al ejército vencedor y a
ese digno Jefe, que ha sabido allanar con su constancia y acertadas providen-
cias, todos los obstáculos que se le han presentado.
Sírvase usted ciudadano Ministro, felicitar a su Gobierno por los triunfos
adquiridos y aceptar usted las consideraciones de mi aprecio,

Dios,Unión, Libertad.
Francisco Morazán

36
-12-
Capitulación del Jefe del Ejército Federal ciudadano Antonio de Aycinena,
celebrada en la Hacienda de Gualcho.
Hacienda de Gualcho 9 de Octubre de 1828.

Comandancia General del Ejército Defensor de la Ley.

En el pueblo de Chepelteque día ocho del que corre, tuve noticia que
el enemigo se movía del pueblo de Guarapa al de Lolotique. Al momento
mandé una partida de caballería (para) que ocupara éste, y a (que) pusiese
(algunos soldados) encima de la loma, para que creyese el enemigo que
estaba tomada. En seguida me puse en marcha hacia el mismo pueblo; a la
legua del camino se me informó que estaba en Jalapa (e iba) con dirección a
éste de San Antonio; redoblé la marcha con el objeto de ocuparlo primero y
dejarlo sin la salida de Sasore, (el) que se intentaba tomar (por la) vía recta
a Gracias. Lo logré el mismo día a las cinco y media de la tarde; después
(que) mi vanguardia rechazó con rapidez y de nuedo, la del contrario, (el)
que se empezaba a situar en el portillo y (a la) altura (de) sus costados. El
fuego se prolongó (por) tres cuartos de hora por las guerrillas, y cesó al
punto que disponía la acción, por haber comenzado (la) lluvia y entrado
la noche. El sargento mayor Espíndola me manifestó desde el campo que
ocupaba el enemigo, que su General estaba dispuesto a transigir; luego pasó
a donde yo estaba y con él mismo le dirigí un pliego, proponiéndole que
si quería entrar en una capitulación y evitar de ese modo la destrucción de
su ejército, que era inevitable me lo manifestase. El día siguiente contestó,
pidiendo que tuviésemos una conferencia en el intermedio de los dos ejér-
citos, la que tuvo por resultado la capitulación que tengo el honor de adjun-
tarle, en copias celebrada en la casa principal de la hacienda San Antonio, a
donde vino el Comandante general Aycinena.
Aún no se ha recogido los fusiles de los enfermos que están en Tecapa6,
Chinameca y Usulután; no (tenemos) los que se han llevado doscientos sol-
dados de este Departamento que desertaron del campo, y por esto no se pue-
de hacer una relación exacta de toda las armas que rindió el enemigo. Todo
presagia un término feliz; no ha quedado un solo enemigo que vencer en este
Estado; y los pueblos de este Departamento están dispuestos a prestar con

6. Llamada hoy Alegría.

37
gusto sus servicios al gobierno de quien dependen. Sírvase usted felicitar a su
gobierno por acontecimientos tan plausiles, entre tanto regreso para hacerlo
personalmente.

Dios, Unión, Libertad.


Francisco Morazán.

38
-13-
Carta al Ministro general del Supremo Gobierno del Estado de El Salvador, por
el que agradece las manifestaciones de lo Municipalidad y vecindario de San
Salvador.
Conjutepeque 2I de Octubre de 1828.

“Comandancia General del ejército de Honduras, defensor de la ley. Al


Ciudadano Ministro General del Suprema Gobierno del Estado de El Salva-
dor. En los momentos de llegar a este pueblo me ha entregado el Ciudadano
Capitán Manuel Arellano, la estimable comunicación de Ud., de 16 del pre-
sente. En ella me manifiesta los deseos de ese digno Jefe, y de los de la Muni-
cipalidad y honrado vecindario de esa ciudad. Yo aprecio en gran manera las
demostraciones honrosas Mil que se me quiere distinguir, por unos pequeños
servicios con los que no he hecho más que llenar, en una mínima parte, mi
obligación como centroamericano; y desearía se omitiese todo aquello que
puede ser molesto o gravoso a unos ciudadanos de cuyos sentimientos y bon-
dad estoy íntimamente penetrado. Yo salgo de este pueblo mañana al amane-
cer, y si no llego a Soyapango a la hora que desea ese Supremo Jefe, pasaré en
dicho pueblo todo el día.
Sírvase Ud. manifestarlo así, y aceptarlas consideraciones del distinguido
aprecio que me merece.

Dios,Unión, Libertad.
Francisco Morazán

39
-14-
Proyecto de Paz perpetua y Conciliación que los estados proponen al Vice
Presidente de la República y al Jefe del Estado de Guatemala.
San Salvador, 14 de Noviembre de 1828.

Proyecto de Paz Perpetua, que los Estados, unidos, proponen al Vicepre-


sidente de la República y al Jefe (de Estado) de Guatemala.
1. Cesarán las autoridades actuales de Guatemala.
2. El Ejecutivo del Estado de Guatemala será ejercido desde luego por el
Consejero más antiguo de los que funcionaban el año de 1826, o por
el más inmediato, mientras los pueblos verifican con plena libertad las
elecciones de sus Supremas Autoridades.
3. Este individuo no tendrá más facultarles que las que señala la Constitu-
ción.
4. El Vicepresidente tampoco tendrá otras facultades que las que le prescri-
be la misma Constitución.
5. Luego que los pueblos de Guatemala se hallen en absoluta libertad para
ejercer el soberano poder electivo, procederán a las elecciones de las Su-
premas Autoridades del Estado, con arreglo a la Constitución.
6. Posesionadas estas autoridades de sus destinos, sin necesidad de otra
convocatoria que el Decreto dado por el Vicepresidente en (el) 7 de
Setiembre último, se procederá a renovar las Federales en su totalidad,
arreglándose absolutamente, en las elecciones, a la Constitución de la
República.
7. El Congreso Nacional se instalará en la villa de Ahuachapán y allí deter-
minará el lugar de su residencia.
8. Dentro de once días, contados desde esta fecha en que se hacen las pre-
sentes proposiciones al Vicepresidente y Jefe (del Estado) de Guatemala,
los gobiernos aliados deberán recibir de éstos una contestación termi-
nante, ya prestando su anuencia, ya negándola a dichas proposiciones, sin
alterar ni añadir cosa alguna.
9. Durante este período continuarán las operaciones militares, como si no
hubiese pendiente ninguna proposición.
10. En el caso que las autoridades de Guatemala protesten su avenimiento
a los artículos 1 y 2, y los gobiernos unidos sean informados de que se
han puesto en ejecución cesarán las hostilidades por parte del Ejecutivo

40
Federal y Estados beligerantes; se restablecerán las relaciones políticas
entre los gobiernos, y las relaciones mercantiles, como estaban antes de
abrirse la campaña.
11. Los Gobiernos co (a) ligados, garantizan (el respeto y seguridad de) las
personas propiedades.

Mariano Prado Francisco Morazán

41
-15-
Proclama a los ciudadanos del Departamento de Olancho, observándoles que
los enemigos son los nobles
y godos de Guatemala.
Cuartel general en Marcha 22 de Noviembre de 1828.

EL JEFE PROVISIONAL,
GENERAL DEL EJERCITO DE HONDURAS
A LOS HABITANTES DEL DEPARTAMENTO DE OLANCHO:

Conciudadanos! Cuando creía ir a disfrutar de los inmensos bienes que


proporciona el reposo, me veo en la precisión de emprender una nueva expe-
dición contra vosotros. Cuando a la vista solo de los Ejércitos de El Salvador
y Honduras, todas las fuerzas enemigas han pedido rendidamente la paz, que
se les ha concedido con bastante generosidad, vosotros provocáis una nueva
guerra. Tristes serán sin duda sus resultados y desgraciada la suerte de voso-
tros directores.
Conciudadanos! ¿No conocéis que éstos son vuestros enemigos, que se
valen de vuestra bondad para engañaros? Que abusan de vuestra inocencia
para obligaros a trabajar contra los derechos más sagrados de los pueblos?
Ellos os dicen que debéis ser neutrales para no dar dinero ni hombres que
sostengan la libertad ultrajada por los nobles y godos de Guatemala. Pero
ellos, al mismo tiempo, os aconsejan que debéis tomar las armas para soste-
ner esa neutralidad contra el Gobierno legítimo del Estado que ha detenido
siempre vuestros derechos. Examinad cuáles son los bienes que os brindan
esos directores, y encontraréis en lugar de ellos los mayores males.
Quieren que no toméis las armas contra la nobleza de Guatemala, por-
que ellos pertenecen a aquel partido. Quieren que no déis dinero para sos-
tener la libertad, porque tratan de esclavizaros. Quieren que obréis contra el
Jefe legítimo del Estado, sin tener elementos ningunos para vuestra defensa
porque desean veros perecer, ya que no pueden tiranizamos; porque quieren
de este modo embarazar las providencias de un Gobierno que se ha dedicado
siempre a sostener las leyes.
Conciudadanos! Calculad el cúmulo de males que va a producir vuestra
resistencia, y desistid de semejantes proyectos: examinad el delito que comete
un pueblo, sustrayéndose a la obediencia de la legítima autoridad, y volved a
poneros bajo su protección.
42
Yo creo no remitiréis a vuestras débiles fuerzas lo que se puede terminar
por la razón. Me persuado que ésta hará en vosotros lo que debía hacer el
Ejército que marcha a mis órdenes. Estoy convencido que evitaréis con tiem-
po los males que Os anuncio, y que un sincero arrepentimiento, una nueva
conducta me obligará a abrazaron como amigos, en lugar de trataros como
rebeldes.
Directores enemigos de los habitantes de Olancho! Se aproxima vuestro
término vais a pagar muy pronto los males causados a esos inocentes. El va-
liente ejército que ha vencido en los campos de Gualcho y triunfado en las
llanuras de San Antonio, marcha sobre ese Departamento. Nada tienen que
temer sus sencillos habitantes, que engañados han obrado contra sus propios
intereses.
Vosotros debéis aguardar toda clase de males si no restablecéis la quietud
a esos pueblos y abandonáis vuestras miras ambiciosas de dominación.

Cuartel General en marcha, noviembre 22 de 1828.


Francisco Morazán

43
-16-
Comunicación al Jefe Político Departamental, sobre que reúna dineros para
atender la tropa y así evitar la deserción.
Ahuachapán 1 de Enero de 1829.

Al Jefe político de este Departamento.

Hace dos días que la división del Centro no es socorrida por falta de
dinero, y esto ha causado un descontento general en los soldados y una con-
siderable deserción.
Mi crédito se haya empeñado con varios vecinos particulares que han
franqueado algunas cantidades invertidas en socorrer a la tropa, y no encuen-
tro ya sujetos que puedan hacer nuevos suplementos.
Varias veces he manifestado al Gobierno esta necesidad y hasta ahora no
se ha dignado remitir cantidad alguna.
Si continúa, estoy seguro que la división se disuelve, y el resultado a más
de inutilizar todos los sacrificios hechos hasta ahora, será funesta para la Re-
pública, y para todos aquellos que han tomado una parte activa en sostener
guerra provocada por el enemigo.
Sólo Usted Ciudadano Jefe puede evitar este funesto mal, dictando las
providencias más activas y enérgicas a fin de que, si es posible, hoy mismo se
reúna una cantidad de dos o tres mil pesos para socorrer una necesidad tan
urgente, pues de lo contrario me veré precisado a hacer retirar la tropa y a dar
cuenta al Gobierno Supremo de los motivos que me han obligado a tomar
esta medida. Sus resultados serán funestos, pero yo no seré responsable, des-
pués de haber manifestado a la Autoridad que puede remediar la falta que me
obliga a tomar esta providencia.
Me valgo de esta ocasión para reiterar a Usted las consideraciones más
afectuosas de mi distinguido aprecio.

Dios,Unión, Libertad.
Francisco Morazán

44
-17-
Proclama a los habitantes de la Ciudad de Guatemala
para que no teman de su tropa, pues va a hacer la guerra
a quienes son sus tiranos.
Cuartel general (en marcha) 7 de Enero de 1829

A la Capital (de Guatemala) y a los pueblos en que sea necesario su au-


xilio, no lo temáis si la tropa, que tengo el honor de mandar, ha dado pruebas
de valor en nuestros triunfos no interrumpidos por ningún suceso desgracia-
do, no las ha dado menores de moderación y de generosidad. Pregunta(d) a
vuestros compatriotas cuál ha sido nuestra conducta cuando han quedado en
nuestro poder; faltos de todo recurso, los hemos abrazado como hermanos,
les hemos dado libertad, los hemos socorrido y protegido en su marcha.
Pueblos de Guatemala, no es a vosotros a quienes (se) hace la guerra, es
a vuestros tiranos; es a los que os oprimen y a los que han atacado vuestra
libertad y derechos A esos vándalos, que después de arrebataros el fruto de
vuestros sudores y el pan de vuestras familias, se conducen atados como bes-
tias, (llevados) a ser sacrificados, (sic por cimentar) sobre vuestros cadáveres
el dominio que (ellos) han usurpado.
Repetidas veces les hemos brindado la paz; no hemos querido sacar de
ello ninguna ventaja para nosotros. Nuestras pretensiones se han limitado a
exigir que los pueblos de Guatemala sean libres para sufragar en las eleccio-
nes; pero estos hombres, a quienes importa poco la sangre centroamericana,
y que miran con fría indiferencia la destrucción de la República, a todo se
niegan; jamás entrarán por tratado alguno que no sea el de perpetuar su do-
minación tirana, el de apoderarse de todos los destinos, el de disponer a su
antojo de la propiedad, de la vida, del honor de sus ciudadanos; húndase la
República, perezca la nación entera; nada importa a estos bárbaros, con tal de
que ellos puedan reinar sobre sus escombros y ruinas.
Habitantes de Guatemala: nos acercamos a vuestros hogares, no
como enemigos, sino como amigos que vienen a aliviaros de los males
que habéis sufrido por espacio de dos años; ni la venganza ni el saqueo, ni
el robo nos atraen; no venimos a destruir al Estado, sino a restablecer en
él la Constitución; a hacer respetar la ley que hemos jurado (obedecer);
a dar la paz a la República. He aquí nuestro único objeto; he aquí todas
nuestras miras; he aquí el motivo que nos puso (a tomar) las armas en la
mano; nada es (cierto) de lo (que) se os ha dicho para animaros contra
45
nosotros. Se os engaña para esclavizarnos, y para haceros tomar parte de
una guerra fratricida.
Eclesiásticos seculares y regulares: el Ejército es(tá) compuesto de cris-
tianos Católicos, Apostólicos y Romanos; lo mismo que vosotros, (nosotros)
amamos la Santa religión que profesamos, y veneramos a sus ministros; ellos
viven alimentados, respetados y queridos en nuestros pueblos. Tenemos tem-
plos y altares (en los) que consagramos nuestro culto al verdadero Dios. ¿Para
(por) qué nos teméis? En qué se opone la religión de Jesucristo al deseo de
restablecer la ley que hemos jurado (obedecer) los verdaderos (seguidores) de
la religión; (sus enemigos) son los que quebrantan sus juramentos, los que
abusan de ella para destruir la libertad de los pueblos, los que obligan a los
Ministros de (la) paz y de (la) concordia a predicar la guerra, el incendio y la
muerte, ya ( sic por para) que de este modo se echen sobre sí la odiosidad de
la nación.
Españoles: los centroamericanos no son los enemigos de los que han
nacido en la península, sino de los que les hacen la guerra y atacan su liber-
tad; sea cual fuera su origen, la Ley de Asilo dada por la Asamblea Nacional
Constituyente protege a todos los que quieran vivir entre nosotros; el artículo
diecisiete de la Constitución concede (el) derecho de ciudadanía a los espa-
ñoles que al tiempo de nuestra independencia la hubiesen jurado; el ejército
no quebrantará las leyes que defiende. Si algún escritor se ha expresado (en)
contra de los españoles, ha emitido su propia opinión y no la de los gobier-
nos y habitantes de los Estados. En El Salvador y en el de Honduras, viven
pacíficos los que no se ha(n) manifestado enemigos de la patria. Si no lo
sois (y) queréis ser tratados como tales, abandona(d) sus (sic por tus) inicuas
pretensiones.
Propietarios: la ley protege la propiedad y el Ejército Protector de la
Ley no la atacará, estad seguros de mi palabra; la propiedad de los ciudada-
nos constituye la riqueza de una nación; los que aman ésta, los que desean
su prosperidad; los que pelean por su felicidad, no destruirán la fuente de
donde nacen estos bienes. Los ciudadanos industriosos, los honrados padres
de familia, los que trabajan por satisfacer sus necesidades, tienen derecho a
conservar lo que poseén con tan honroso título. Si la necesidad ha obligado
alguna vez a tomar la propiedad de algún individuo, ha sido en justa represa-
lia; (la que se ha tomado) ha sido solamente la de los que nos hacen la guerra,
(que) han sido después nuestros enemigos; nos dieron el ejemplo funesto de
su inmoralidad, robando, saqueando, talando, incendiando y cometiendo toda

46
clase de crímenes. Soldados del Estado de Guatemala: harto tiempo habéis
sido instrumentos ciegos de la ambición y de la tiranía de vuestros propios
opresores; habéis derramado vuestra sangre para defender intereses mezqui-
nos de un puñado de hombres que os miran con el más alto desprecio; que
se enriquecen en la guerra y que os dejan perecer. Venid a las banderas de la
patria. Venid a participar del honor, de la gloria y de los triunfos de vuestros
compañeros de armas.
Guatemaltecos: he aquí expresados por mi voz, los sentimientos del ejér-
cito y de los pueblos de los Estados; yo os garantizo su cumplimiento. De
vosotros depende, y sólo de vosotros, evitar los horrores de la guerra. No
dejaremos las armas de la mano, hasta no ver restablecido el orden en toda su
extensión; los que se opongan a él, los que en lo sucesivo auxilien a nuestros
enemigos, los que después de esta solemne manifestación continúen hacien-
do la guerra a la patria, serán tratados sin excepción como traidores. Serán
ellos (los responsables) de la sangre que se derrame; caerá sobre ellos la ver-
güenza que tan justamente han merecido.

Francisco Morazán

47
-18-
Carta al ciudadano Femando Antonio Dávila, comisionado para negociar la paz entre
los Estados.
Cuartel general en Pínula 14 de Febrero de 1829.

Comandancia General de los Ejércitos Aliados Protectores de la Ley. Al


ciudadano Fernando Antonio Dávila.

A los señores Generales don N(icólás) Bravo y don Miguel Barragán he


manifestado que hallándome plenamente facultado por el Gobierno de El
Salvador, para ajustar con usted, como Comisionado por la Asamblea actual
de ese Estado un tratado de paz y conciliación, me impedían el concurrir
desde luego a las previas conferencias sobre ese asunto, la enfermedad que
actualmente padezco y las graves ocupaciones de que me hallo rodeado; y
que para meditar con detenimiento las voces y artículos del acomodamiento,
se interesasen con usted a fin de que me las proporcione por es6rito, y en su
contestación me aseguran estar usted de lleno (sic por lleno?) a hacerlo, des-
pués de verificado el canje formal de poderes.
Y para manifestar a usted la disposición en que me hallo de celebrar la
paz y de que un asunto tan interesante a los pueblos no padezca ninguna
demora, les incluyo a los Señores Generales los poderes que me han dado por
(parte de) el Gobierno de El Salvador, para que si se tienen por bastantes, se
canjeen con los de usted.
Renuevo a usted, Señor Comisionado, las protestas de mi consideración
y respeto.

Dios,Unión, Libertad.
Francisco Morazán

48
-19-
Parte oficial sobre la victoria alcanzada por el Comandante Jonama
y la consiguiente derrota sufrida por Irisarri en el pueblo de
San Andrés Metabac.
San Salvador 3 y 12 de Marzo de 1829.

Al Ministro de Guerra y Hacienda de El Salvador.

En este momento acabo de recibir parte del comandante Jonama fecha-


do en el pueblo de San Andrés Metabac en donde se hallaba la vanguardia
de Irisará, que derrotó completamente, tomándole cincuenta fusiles y dos
cajones de parques.
En esta acción han caído muchos prisioneros y entre ellos los jefes polí-
ticos Dr. Solís, y Ballesteros, con el fraile hermano de éste.
Jonoma me dice en su parte que todos los pueblos del tránsito lo han
recibido con demostraciones de júbilo y entusiasmo y que siete pueblos de los
más lejanos le han mandado a ofrecer sus auxilios para concluir con la facción
de Irisarri y ocupar a Quezaltenango.
Sírvase Usted, Ciudadano Ministro, ponerlo en conocimiento del Jefe
Supremo, aceptando las consideraciones de mi alto aprecio.

Dios,Unión, Libertad.
Francisco Morazán

Y en una carta particular escrita al que suscribe por el mismo General


está un párrafo que dice así:
“Si la opinión ha decidido siempre de la suerte de los pueblos, ésta se ha-
lla en nuestro favor, y se aumenta cada día más, porque los lugares en donde
he estado se ha observado la mejor moderación y buen trato, y en el momento
que me he separado de ellos el enemigo los ha tratado con la mayor dureza.
Los departamentos de Chimaltenango, Sololá, Totonicapán y la mayor parte
de Quezaltenango se han pronunciado abiertamente contra la capital, en tér-
minos que han derrotado dos partidas que mandó Irisarri a exigirles contri-
buciones. Este ha aumentado su disgusto incendiando varias poblaciones en
donde han perecido familias enteras que no han podido salir con prontitud”.

Molina
49

50
SEGUNDA ETAPA

Jefe de Estado de Honduras

51
52
– 20 –
Porte sobre la victoria de los Ejércitos aliados, alcanzada en el llano de
San Míguelíto.
San Salvador 7 de Marzo de 1829.

Comandancia general de los ejércitos aliados protector de la ley. Al Ciu-


dadano Ministro de guerra del Supremo Gobierno de El Salvador.
La victoria preside hoy las armas de los Estados aliados; y el terror, el
espanto, la angustia y el desconsuelo son los genios que vagan alrededor de
los cortos restos de las armas enemigas - Antes de ayer salió de la capital
casi toda la fuerza disponible que en ella existía consistente en unos 1200
hombres al mando del coronel Pacheco, y se aproximaron a esta Ciudad con
el fin de llamar la atención por un punto y pasar por otro a Quezaltenango
para proteger a Irisarri, y batir la fuerza del comandante Jonama que iba sobre
él —Y para examinar el movimiento enemigo destaqué el batallón de Hon-
duras número 2 y al escuadrón que comandaba el intrépido teniente coronel
Enrique Terrelonge.
Esta sola fuerza atacó al enemigo en el llano de San Miguelito, y lo
hizo pedazos - El escuadrón despreciando sus fuegos arrojó sobre él con un
denuedo sin ejemplo, y decidió la victoria después de un reñido combate en
que se ocupó casi todo el día- Las resultas son que los enemigos que no han
quedado muertos en el campo de batalla, son prisioneros o existen en fuga, y
dispersos por las montañas, sin que puedan ya entrar en la capital con ningu-
no de estos soldados.
Es imposible calcular las infinitas ventajas que esta victoria ofrece a la
República- lo considero en este momento a los enemigos en la mayor an-
gustia, y desesperación porque todos sus recursos están agotados, y las for-
tificaciones en que hoy se esconden son ya muy débiles porque no tienen la
fuerza suficiente para defenderlas y porque el valor y entusiasmo del ejército
aliado ha llegado al último grado de exaltación con la victoria que acaba de
conseguir.
El ejército ocupa a Mixco, y hoy mismo marcha la artillería al mismo
punto, al cual me dirijo yo también, para adoptar las medidas más adecuadas
a la situación en que existimos. Cuando se acabe de explorar el campo y se
reúnan los despojos de guerra que el enemigo ha dejado abandonados, daré
un parte más circunstanciado de la acción.
El comandante Jonama que marchó sobre Quezaltenango, ha batido
53
también la fuerza del coronel Irisarri, que se le oponía, y a esta fecha lo con-
sidero ocupando la Ciudad
Tengo la honra Ciudadano Secretario de Participar a Usted estos prós-
peros sucesos para que se sirva elevarlos a noticia de su gobierno, con las
protestas de mi más alto respeto y consideración.

Dios, Unión, Libertad


Francisco Morazán

54
—2I—
Frustrado convenio de paz entre los Estados de Guatemala y los de El Salvador
y Honduras. Celebrado en la Labor de Ballesteros
el 27 de Marzo de I829.

El general Morazán, comisionado por los funcionarios que componen el


Consejo Representativo del Estado el año de 1826, reunidos en la Antigua y
el Ciudadano Manuel F. Pavón, comisionado por la actual Asamblea Legis-
lativa del mismo Estado, con el objeto de cortar las desavenencias y establecer
la unión entre los ciudadanos del propio Estado, han acordado el siguiente
convenio:
Artículo 1.- Admitiéndose la renuncia que ha hecho repetidas veces el
Jefe de Estado, y que repetirá, siendo siempre dispuesto a ello, conviniendo
al interés público, la Asamblea nombrará para que ejerza el gobierno provi-
sional del mismo, (a) una persona que inspire confianza y garantice a ambos
partidos.
Artículo 2.- Luego que esto se verifique, tendrá efecto la total renovación
de autoridades en el Estado, conforme al decreto expedido en 21 de octubre
de 1828, empezándose a hacer de nuevo las elecciones en su totalidad.
Artículo 3.- El Jefe provisional ejercerá sus funciones conforme a la
constitución del Estado: nombrará jefes para los Departamentos, y le asistirá
un consejo compuesto de dos individuos del actual, y dos del que se halla
reunido en la antigua, nombrados por las mismas corporaciones.
Artículo 4.- Las fuerzas de El Salvador y Honduras que se hallan en el
territorio del Estado, lo evacuarán desde los puntos en que estén situados.

Casa de Ballesteros, etcétera

55
- 22-
Transcripción que hace el Ministro de Guerra don Manuel Julián Ibarra de una
corta relativa al tratado que se negocia.
Aceituno 29 de Marzo de 1829.

Ministerio de Guerra
Señor Ciudadano Ministro de Hacienda
El General en Jefe, con fecha de ayer, dirige al Ministerio de mi cargo la
nota siguiente:
“Esta tarde se concluyen las sesiones de los comisionados del Vicepresi-
dente y Jefe (del Estado) de Guatemala, sin lograrse en mi concepto el objeto
por que se promovieron. Se niegan absolutamente a admitir las principales
bases del tratado que puede afirmar la paz de un modo estable, y quieren que
se celebre ésta de una manera que respete sus intereses, sin acordarse que
nuestras armas terminarán en breve la cuestión, de modo que haga desapare-
cer esos mismos intereses, que ya no pueden sostener con las bayonetas. Por
esto creo necesario obrar lo más pronto posible sobre la plaza. Para lograrlo,
he dado orden a ese comandante, para que quedándose con cien hombres
para guardar (a) los prisioneros y hacer respetar las providencias del Gobier-
no, ponga la fuerza restante, artillería y parque, a disposición del comandante
Villacorta”.
“Deseo que ese Gobierno apruebe esta providencia y se sirva cooperar
a que venga el mayor número de hombres, pues ha llegado ya el momento
de obrar decididamente sobre la capital. Sírvase usted ciudadano Ministro,
ponerlo todo en conocimiento de su Gobierno, y aceptar de nuevo las expre-
siones más sinceras de mi consideración y aprecio”.

Dios, Unión, Libertad


Francisco Morazán

De orden del Gobierno, lo transcribo a usted, para los efectos


(con) que debe obrar en el Ministerio a su cargo.
Dios, Unión, Libertad.
Antigua libre, Marzo 30 de 1829.
Manuel Julián Ibarra

56
- 23 -
Carta al Ministro de Guerra de Guatemala, sobre la necesidad
de proceder a vestir a los soldados.
El Aceituno 5 de Abril de 1829.

Comandancia general de los Ejércitos aliados protectores de la ley -Al


Ministro de guerra del Gobierno de este Estado.
Cada día es mayor la desnudez de una gran parte del Ejército, llegando
al extremo de no salir a formar algunas compañías por hallarse enteramente
desnudos.
Me es sensible hacer estas indicaciones a ese Gobierno Supremo, de cuyo
celo y actividad estoy muy penetrado, pero estando informado que en esa
Ciudad existen cuatro mil varas de jerga remitida para el jefe departamental
de Totonicapán, yo espero Ciudadano Ministro, se dará a esta necesidad la
atención que demanda, procediendo desde luego a la fábrica de vestuarios, y
remitiendo a este Cuartel general los que se vayan haciendo con el objeto de
cubrir los soldados más desnudos.
Sírvase Ciudadano Ministro manifestarlo al jefe Supremo, y aceptar Us-
ted las expresiones de mi amistad y aprecio.

Dios, Unión, Libertad


Francisco Morazán

57
-24-
Carta al Ministro de Guerra de Guatemala sobre el canje
de prisioneros patriotas.
El Aceituno 6 de Abril de 1829.

Comandancia general de los Ejércitos aliados protectores de la ley - al


Ministro de Relaciones del Gobierno legítimo de este Estado.
Es en mi poder la lista de los prisioneros patriotas que existen presos en
la Capital. Dictaré mis providencias para un nuevo canje pues si hasta ahora
no lo he hecho ha sido porque creía que los prisioneros de Estado, no podrían
canjearse por los de guerra.
De los primeros hay muchos en esa Ciudad reducidos a prisión por la
policía, y sería conveniente que canjeasen por los que ellos nos han tomado,
pero esto creo sería difícil pues se han negado terminantemente a canjear al
Ministro Eduardo reclamado por mí; esto no obstante, si el gobierno aprueba
esta medida puede Ud, avisármelo para proponer lo de la Capital y dar mis
órdenes para que regresen los prisioneros de esta clase que han sido remitidos
a El Salvador.
Sírvase Usted Ciudadano Ministro ponerlo en conocimiento de su Go-
bierno y aceptar las repetidas insinuaciones de mi amistad y aprecio.
Dios, Unión, Libertad Francisco Morazán

58
- 25 -
Carta que dirige a don Mariano de Aycinena, en respuesta a otra suya
en que éste propone un arreglo de capitulación.
Vecindades de Guatemala 11 de Abril de 1829.

“Señor General: Acabo de recibir la estimable nota de usted en la cual, al


manifestarme haber cumplido hasta hoy con su obligación, defendiendo este
listado y su Capital, me propone suspensión de hostilidades, para arreglar una
capitulación, a cuyo efecto vendrán los Jefes por su parte, al punto que señale.
La posición en que me hallo no me permite perder un momento, ni convenir
en otra cosa que no sea la rendición de la plaza, ofreciendo que se garantiza-
rán las vidas y propiedades de cuantos existen en ella.
“Creo, Señor General, que esto en los intereses de Usted, y de cuantos
se hallan a sus órdenes, el adoptar esta proposición, pues estoy seguro de que
los nuevos esfuerzos no harán más que multiplicar víctimas y desmejorar su
situación. Tengo el honor de ofrecer a usted mis respetos y consideración.

Dios, Unión, Libertad


Francisco Morazán

Esta carta contesta la previa de Aycinena que a la letra dice:

“-Al ciudadano Francisco Morazán, General en Jefe de los Ejércitos


Aliados de El Salvador y Honduras. Señor General: Creo haber llenado mis
deberes, defendiendo el Estado y la Capital, hasta donde me ha parecido
razonable. Ahora propongo a usted se suspendan las hostilidades, ínterin se
arregla una capitulación, para lo que estoy dispuesto y espero se sirva usted
decirme el punto a que deben concurrir los Jefes que anunciaré al efecto. Ten-
go el honor de ofrecer a usted mis respetos y consideraciones.

Dios, Unión, Libertad


Mariano de Aycinena

59
— 26 —
Carta que dirige a don Mariano de Aycinena en respuesta
a otra de este, en la que propone una conferencia para lo entrega
de la plaza de la ciudad de Guatemala.
Cerca de Guatemala, 11 de Abril de 1829.

“Al Ciudadano Mariano Aycinena. - Cuando usted se sirva decirme que


conviene en lo que le he propuesto en mi nota de hoy, estaré pronto a admitir
los comisionados que deben arreglas la capitulación y entonces se suspende-
rán las hostilidades por el tiempo que sea necesario.
“Señor General: los males de la guerra que afligen a Centro América,
pesarán sobre los autores de ellos y nunca sobre aquellos que lo han hecho
por defenderse y por sostener los derechos del pueblo. Tengo el honor de
protestar a usted mis respetos y alta consideración.
Dios, Unión, Libertad
Francisco Morazán

Esta carta es en respuesta de la nota siguiente de Aycinena:

“Señor General: Al excitar a usted para una conferencia en la que pu-


diesen fijarse las bases, bajo las cuales pudiera ser ocupada esta plaza, no he
tenido otro objeto que evitar la efusión de sangre y ahorrar víctimas a nuestra
patria.
“Veo con sentimiento que se desecha este medio tan necesario para arre-
glar puntos demasiado interesantes a ambas partes y que me da la satisfacción
de haber agotado mis recursos a fin de impedir la prolongación de los males
consiguientes a la guerra.
“Aún es tiempo. Ciudadano General, de poner término a estos desastres,
cuya responsabilidad no puede ya pesar sobre el Gobierno que es a mi cargo.
La conferencia sería indispensable, aun cuando la plaza se hallase en el caso
de una rendición, y no veo los inconvenientes que puedan impedirla, así como
tampoco alcanzo que esta llegue a verificarse sin una suspensión momentá-
nea de hostilidades por ambas partes.
“Tengo el honor de repetir a usted las seguridades de mi aprecio.”

Dios, Unión, Libertad


Mariano de Aycinena
60
— 27 —
Carta al Ministro general del Gobierno Supremo del Estado de Costa Rica,
en la que brindo noticias de la toma de la ciudad de Guatemala.
Guatemala 12 de Abril de 1829.

COMANDANCIA GENERAL DE LOS EJÉRCITOS


UNIDOS PROTECTORES DE LA LEY

AL MINISTRO GENERAL DEL GOBIERNO


SUPREMO DEL ESTADO DE COSTA RICA

El 30 del último enero ocupé los puntos de Pínula, Aceituno y la Anti-


gua con el Ejército de mando, y después de haber acabado de organizarlo, al
mismo tiempo que hacía la guerra de barrios al enemigo, tomé a viva fuerza el
9 del presente los edificios de San Francisco, Colegio Seminario, La Merced,
El Carmen y Santo Domingo, después de haber forzado la primera y segunda
línea de fortificación.
El 10 y 11 abrí brecha por diferentes puntos, y estreché el sitio hasta
ocupar las manzanas inmediatas de la plaza, y hoy, que estaba todo preparado
para dar un asalto, el enemigo me ha invitado para una capitulación que fue
celebrada a las 11 de este día en los términos que manifiestan los impresos
que le incluyo.
Y sírvase Usted Ciudadano Ministro ponerlo todo en conocimiento de
SU. Gobierno, y aceptar las consideraciones de mi distinguido aprecio.

Dios, Unión, Libertad


Cuartel General en la Nueva Guatemala. Abril 12 de 1829.
Francisco Morazán

61
— 28 —
Capitulación en la ciudad de Guatemala, celebrada con el General Manuel Arzú
y el General Manuel Francisco Pavón.
Guatemala 12 de Abril de 1829.

“Art. 1o. — Desde esta hora habrá una suspensión de armas, y tanto el
ejército del General Morazán, corno el que se halla en la plaza, recogerán sus
partidas a los puntos que ocupan, evitando todo acto de hostilidad.
2o. — Mañana a las diez del día entrará el ejército sitiador a la plaza
principal de esta ciudad.
3o .— Las tropas sitiadas se replegarán antes de este acto a sus cuarteles,
y se depositarán en la sala de armas todas las existencias en la plaza mayor.
4o. — El General Morazán, si lo tuviere por conveniente, incorporará a
su ejército los individuos de las fuerzas capituladas que no quisieren ser li-
cenciados, ya sean de las milicias del Estado, o de la fuerza federal que exista
unida a ellas.
5o.— Cuatro comisionados del ejército sitiador pasarán mañana a las 8
del día a la plaza, para asegurarse del cumplimiento del artículo 3o., y luego
que se hayan recibido formalmente de todos los elementos de guerra y armas
que existan en la plaza, darán aviso de ello, para la ocupación de la misma
plaza.
6o. — El General Morazán garantiza las vidas y propiedades de todos los
individuos que existan en la plaza.
7o. — Les dará pasaporte, si lo tuviere por conveniente, para que salgan
a cualquier punto de la República o fuera de ella.
8o. — El General Morazán y los comisionados a nombre del Jefe que
representan, ofrecen, bajo su palabra de honor, cumplir esta capitulación en
la parte que les toca.
En Guatemala, a 12 de abril de 1829.

Francisco Morazán
Manuel Arzú
Manuel Francisco Pavón.”

62
— 29—
Comunicación al Ministro general del Gobierno del Estado de Costa Rica,
indicando que la guerra civil ha terminado hoy y para que hagan venir a la
mayor brevedad o los representantes de ese Estado, para que ocupen los
asientos en que los colocaron los pueblos.
Guatemala 13 de Abril de 1829.

La guerra Civil que decretó en fines de 26 el Presidente de la República,


contra los listados de la Unión, ha terminado el día de hoy a esfuerzos de las
armas que con tantos sacrificios empuñaron los libres para defender la Cons-
titución que habían jurado los pueblos.
triunfo de la ley no sería completo, ni la Constitución quedaría vindicada,
si el Cuerpo legislativo y Conservador que fungían en aquella época desgra-
ciada, y que fueron disueltos por el influjo de un funcionario atrevido que
quiso sobreponerse a las leyes, no se reunieran inmediatamente bajo los aus-
picios de la victoria conseguida por el ejército protector para elegir la persona
que debe ejercer el Poder Ejecutivo de la República, con arreglo al artículo
108 de la misma Constitución, por ser los principales autores de la guerra
Civil el Presidente y Vice-presidente.
Es por esto Ciudadano Ministro que acuno a Usted para que se sirva
manifestar a su gobierno la necesidad que hay de acordar las más activas pro-
videncias a fin de que haga venir a esta Capital, a la mayor brevedad posible,
a los representantes de ese Estado, a ocupar los asientos en que los colocaron
los pueblos, y dictar las medidas convenientes para la reorganización de la
República.
Sírvase Ciudadano Ministro ponerlo todo en conocimiento de ese digno
Jefe y aceptar expresiones sinceras de mi consideración.

Dios, Unión, Libertad


Francisco Morazán

63
— 30 —
Proclama a los habitantes de Centro América,
sobre la ocupación ayer de la capital por sus tropas y que con ello
la paz ha hecho su arribo a Guatemala.
Nueva Guatemala 14 de Abril de 1829.

“EL GENERAL EN JEFE DEL EJÉRCITO ALIADO DEFEN-


SOR DE LA LEY, A LOS HABITANTES DE CENTRO AMÉRICA:
“Conciudadanos:
“El Estado de Guatemala, que ha sido por tanto tiempo la propiedad de
los tiranos, ya pertenece a los libres, de su administración a las autoridades
legítimas.
“Ayer ha ocupado la Capital de la República el Ejército que tengo el
honor de mandar; allanando antes con sus armas las fortificaciones que los
enemigos creyeron inexpugnables, y hoy se ve humillada y abatida, a solo el
peso de sus propios crímenes, esa cerviz altanera de la aristocracia que insul-
taba al hombre libre y le presagiaba los males de su futura suerte.
“El deseado día de la paz ha llegado; el sagrado código de nuestras ins-
tituciones que ha conservado el patriota a costa de su sangre, lo presenta
como un don precioso para los pueblos, y a su vista desaparece el tiempo de
las desgracias.
“A este tiempo de ruinas y de horrores, de devastaciones y de crímenes,
se sucederá el del orden, y en el tendrá su trono la justicia y la ley, que osaron
destruir los tiranos de Centro América.
“Los poderes de la Federación del Estado de Guatemala, que he convo-
cado, volverán en breve a ocupar los asientos de que fueron arrancados por
la violencia del Primer Mandatario de la República, y a esta triste lección,
desaparecerán las esperanzas de sus cómplices, y las miras ambiciosas del
usurpador.
“Cuando el orden constitucional esté restablecido; cuando el que deba
servir el Poder Ejecutivo de la Nación sea electo por el Congreso Federal,
según las leyes, restituirá el Ejército Protector a sus respectivos Estados; y
yo iré a dar cuenta de todo a sus Gobiernos, llevando la gran satisfacción de
haber llenado sus deseos y cumplido con mis obligaciones.

Francisco Morazán

64
— 31—
Carta al Doctor don Pedro Molina sobre su proyecto de nombrar
a Barrundia Jefe del Estado de Guatemala
y de la necesidad de formar un Cuerpo Federal.
Ciudad de Guatemala 14 de Abril de 1829.

Ciudadano Pedro Molina


(en San Salvador)
Guatemala, abril 14 de 1829

Estimado amigo:

Escribo a Usted en la Secretaría de Relaciones, después de haber entrado


ayer a esta plaza con lodo el Ejército.
Ayer mismo puse preso en una casa decente al Presidente, (al) Vice Presi-
dente , (al) Jefe Aycinena, y (a) Sosa. Cordobita y Domínguez se me han ido.
Voy a comunicar a Usted mi proyecto. Pienso que Barrundia venga a servir
el Poder Ejecutivo del Estado, y lo he llamado. Si éste se rehusa con impedi-
mento legítimo, se reunirá la Asamblea con el objeto de elegir entre los Con-
sejeros el que deba gobernar el Estado, y con el de dar el decreto de elecciones.
Para estos dos actos convoco a los Diputados del Congreso Federal, pues según
la Constitución, en falta del Presidente, y (del) Vicepresidente, sólo éste puede
elegir entre los senadores al que gobierne la República. Con este objeto van
esos pliegos al Ministro de Relaciones. Espero que Usted haga se obligue a los
diputados que estén en ese Estado, a venirse inmediatamente, en la inteligencia
(de) que aquí hay 16 que estarán reunidos cuando esos vengan.
Sólo Espinosa me ayuda, Deseo que Usted se venga para que obremos,
pues hay mil cosas que hacer, que no se pueden dejar al tiempo. Este me falta
para escribir a Usted más largo.
Como es necesario formar un Cuerpo Federal, espero que Usted agote
los recursos para que se me remitan quinientos hombres de ese Estado, los
que si es posible deberán ser solteros, pues como Usted sabe, estos son los
propios para una fuerza permanente.

A Vigil pido igual número.

Desea verlo muy pronto su apreciado amigo que besa sus manos,
F. Morazán
65
—32—
Comunicación que dirige al Ministro de Guerra de Guatemala sobre
las necesidades de recursos para pagar a sus soldados.
Guatemala 17 de Abril de 1829.

Comandancia general de los Ejércitos aliados protectores de la ley-Al


Ministro de guerra del Gobierno de este Estado.
A pesar de los triunfos conseguidos en San Miguelito, y Las Charcas
experimenté una deserción escandalosa en Aceituno y después de agotado
sin fruto varios recursos para evitarla, ofrecí a los Sargentos, Cabos, y Solda-
dos del Ejército un mes de sueldo luego que fuere ocupada esta Ciudad. Ha
llegado este caso; los Soldados reclaman, y sus relevantes servicios a la causa
de Centro-américa, son acreedo. es a esta pequeña gratificación. Yo me hallo
comprometido a darla, y no hay dinero en la Tesorería. Si retarda algunos días
esta gratificación muchos soldados entrarán en desconfianza, y la deserción
será el resultado de ella, en circunstancias que necesitamos el Ejército para
acabar de afianzar los intereses de la República.
Sírvase Usted manifestarlo a su Gobierno para que mande poner a dis-
posición del Tesoro la cantidad de dinero necesaria con este objeto, y aceptar
Usted las consideraciones de mi aprecio.

Dios, Unión, Libertad


Francisco Morazán

66
– 33 –
Declaratoria de nulidad de la capitulación de 12 de Abril, por los
incumplimientos en que ha incurrido lo contraparte.
Guatemala 20 de Abril de 1829.

Comandancia general de los ejércitos aliados protectores de la ley, en la


ciudad de Guatemala a 20 de abril de 1829. -Vista la información sumaria
mandada instruir con el objeto de averiguar la conducta que observó el jefe
de las fuerzas enemigas que se hallaban et la plaza mayor de esta capital el día
12 del corriente después que ésta se rindió a los ejércitos aliados por la capi-
tulación celebrada en el mismo día; deduciéndose por el mérito de lo actuado,
que varios jefes y oficiales influyeron activamente a vista de su general para
que los soldados se retirasen con sus armas a los pueblos de Los Altos; con-
siderando que las deposiciones de los testigos intachables que han declarado
son confirmadas con el hecho de no haberse entregado más que 431 fusiles
de los 1500 que existían entonces en manos de los que se hallaban en la pla-
za, como lo acreditan los estados del día 8 de este mes; advirtiendo también
que esto lo hace más indudable las actuales vejaciones que experimentan los
que transitan los caminos de estas inmediaciones, en donde varias partidas
de infantería y caballería se hallan asesinando y robando; estando al mismo
tiempo demostrada la ocultación de armas, por haberse entregado al jefe del
estado mayor un número considerable de ellas después de reducidos a prisión
los jefes que existían en esta plaza, sin haberse podido lograr antes, a pesar
del bando publicado el 13 del corriente; y observando por último que fueron
inútiles las diferentes reconvenciones que con este objeto se hicieron a varios
sujetos que tenían un interés en que se cumpliese la capitulación, he tenido a
bien declarar y declaro:
1°-La capitulación celebrada con los comisionados del jefe Aycinena en
concepto de comandante de armas de esta plaza, es en todas sus partes nula
y de ningún valor y efecto.
2 °— Que en consecuencia se haga publicar y circular esta declaratoria
para los efectos convenientes.

Francisco Morazán

67
— 34 —
Carta al Ministro de Hacienda del Gobierno del Estado de Guatemala,
acerca de la falta de dineros para que el Ejército pueda subsistir.
Guatemala 24 de Abril de 1829.

Comandancia general de los Ejércitos Unidos Protectores de la Ley

Al Ministro de Hacienda del Gobierno del Estado.

En este momento me dá parte por el Comisario de Guerra, que por falta


de dinero no ha sido socorrido el Ejército (durante) dos días y que a pesar de
las manifestaciones que he hecho a usted, no se han ofrecido más que seis-
cientos pesos, cantidad con que no se puede cubrir el sueldo íntegro de un día.
Este incidente es más desagradable para mí, porque gradúo las conse-
cuencias funestas que debe producir, al mismo tiempo que me es sensible no
poder compensar los servicios de unos soldados cuyas virtudes admiran hasta
los enemigos, siquiera con que no falte su sueldo diario. Si los enemigos me-
ditaran un modo de disolver el Ejército, no encontrarán uno más a propósito
que retardarles el prest, y yo estoy en el caso de agotar cuantos recursos sean
a mi alcance para no darles ese placer.
El Gobierno tiene multitud de caudales cuyos dueños no merecen nin-
guna consideración, y existe un Ejército dispuesto a hacer respetar sus pro-
videncias, no dudo que (usted) las dictará en el momento; y si creé que no
podrán tener efecto, espero se sirva manifestármelo, para obrar directamente
según lo exigen las circunstancias.
Me es sensible Ciudadano Ministro, que haya llegado el caso de hacer
a usted esta insinuación, pero el Ejército no puede subsistir sin sueldo, y la
República necesita de soldados que hagan respetar las providencias de sus
funcionarios.
Sírvase aceptar las protestas de mi consideración y aprecio.

Dios, Unión, Libertad


Guatemala, a las dos de la tarde.

Francisco Morazán

68
— 35 —
Carta al Ministro de Guerra del Estado de Guatemala, en respuesta a otra suya,
relativa al nombramiento del jefe Político de Quezaltenango.
Guatemala 25 de Abril de 1829

Comandancia general de los Ejércitos Aliados Protectores de la Ley.

Al Ministro de Guerra de este Estado.

Por la apreciable nota de usted de(l) 19 del corriente, quedo impuesto


de que el Jefe Supremo interino ha nombrado al Ciudadano Antonio Corzo,
Jefe Político y Militar del Departamento de Quezaltenango, para contener la
anarquía en que se hallan aquellos pueblos.
Las virtudes que adornan a Corzo, me hacen esperar que inmediatamen-
te que se posesione de aquél destino, cesará el desorden y serán sofocadas las
sediciones que intentan los enemigos de la tranquilidad pública.
Reitero a usted las protestas de mi singular aprecio.

Dios,Unión, Libertad.
Francisco Morazán

69
— 36 —
Carta al Doctor don Pedro Molina acerca de sus conversaciones con el
Arzobispo de Guatemala para el nombramiento de clérigos en los curatos y la
diaria deserción de los soldados.
Guatemala 26 de Abril de 1829.

Ciudadano Pedro Molina


(en San Salvador)
Guatemala, Abril 26 de 1829

Mi verdadero amigo:

Todo lo que me dice en su ultima apreciable, lo creo conveniente para


que la República no vuelva a tener un nuevo trastorno. He dado un paso ya
con ese objeto, para facilitar el que debe darse después. Privadamente he con-
venido con el Arzobispo, para que en término de veinte días vengan a estos
conventos todos los frailes que sirven curatos, en cumplimiento de las reales
cédulas que lo mandan. He convenido igualmente en que se remuevan de sus
curatos (a) todos los clérigos enemigos del sistema y afectos a las autoridades
intrusas. Ayer he mandado una lista como de sesenta clérigos y frailes, buenos
y regulares, para que sean colocados en el lugar de los malos. Principio por
Alcayaga para Vicario General. ¿Logrado este paso, no creé Usted que se
facilita el otro?
De oficio, digo que pueden ponerse en libertad los oficiales y soldados
insignificantes, reservándome únicamente los de la lista que le incluyo, los
que pueden ir a hacer daño a otra parte. Creo que ese Gobierno debe dar
igual paso con los que tiene a su disposición. Montúfares y españoles deben
salir de la República. Si Usted cree que ese Jefe no dará ese paso, influya para
que se ponga a mi disposición.
Los deseos de nuestros soldados en volver a sus casas después del triun-
fo, forman una baja diaria de mucha consideración. Del día que entré a esta
ciudad a la fecha, se han desertado trescientos y tantos. Si se me pudieran
mandar de ese Estado cuatrocientos hombres, aunque no tuvieran las cuali-
dades que dije a Usted anteriormente, con el objeto de hacer la guarnición
de esta Ciudad por cuatro o seis meses, sería utilísimo. Como ya no tienen
que pelear, me persuado que habrá muchos que vengan voluntariamente si
se les ofrece que no les faltará el prest, que se les vestirá, y no saldrán de la
70
ciudad. Espero que esos pliegos que van para Honduras, se sirva dirigirlos
inmediatamente.
De oficio, pido. al Gobierno, varios oficiales y principalmente al Teniente
Coronel Ordóñez. Sírvase no omitir medio alguno para que vengan sin de-
mora con la mayor seguridad.

Francisco Morazán

71
— 37 —
Carta al Ministro general del Gobierno del Estado de Guatemala,
sobre el reconocimiento o los méritos del Consejero Mariano Centeno.
Guatemala 1 de Mayo de 1829.

Comandancia general de los Ejércitos aliados protectores de la ley.- Al


Ministro general del Gobierno de este Estado,
Quedo enterado de su estimable nota de ayer en la que se sirve mani-
festarme que se ha separado de su destino el Ciudadano Consejero Mariano
Centeno, por haberlo ocupado el Ciudadano Juan Barrundia.
La pureza con que se ha comportado el Ciudadano Mariano Centeno en
el tiempo que ha servido la jefatura, y los relevantes servicios que ha prestado
a la causa pública, su entereza y valor en las desgracias lo hacen acreedor a que
los hijos de este Estado recuerden con placer el tiempo de su administración,
y a que yo le de las más expresivas gracias a nombre de los gobiernos de El
Salvador y Honduras por los particulares servicios que ha dispensado al ejér-
cito que pusieron aquellos a mis órdenes.
Sírvase Usted manifestarlo así al Ciudadano Centeno, protestándole las
consideraciones de mi distinguido aprecio.

Dios,Unión, Libertad.
Francisco Morazán

72
— 38 —
Carta al Ministro general del Gobierno de Guatemala, sobre el feliz término de
los males que afligían al Estado.
Guatemala 1 de Mayo de 1829.

Comandancia general de los Ejércitos aliados protectores de la ley.- Al


Ciudadano Ministro general del Gobierno de este Estado,
He leído con el mayor placer su estimable nota de ayer en la que me
manifiesta que el Ciudadano Juan Barrundia ha tomado asiento de orden del
Cuerpo Legislativo porque en ella veo logrados los deseos de los amigos de
la Constitución y terminados felizmente los males que afligían este Estado.
Sírvase Usted felicitar a su gobierno por este suceso, y manifestarle que
por mi parte encontrará toda la diferencia necesaria, y la medida que pusie-
ron aquellos a mis órdenes que dicté en favor de la felicidad de este Estado,
tengan el éxito que se proponga.
Al contestar a Usted su nota ya citada me cabe la satisfacción de renovar-
le las consideraciones de mi aprecio.

Dios, Unión, Libertad


Francisco Morazán

73
— 39 —
Carta de respuesta a la del Ministro general del Gobierno Supremo del Estado
de Guatemala, relativa a la conducta adoptada por el Cura de Totonicapán.
Guatemala 4 de Mayo de 1829.

República Federal de Centro América Comandancia general del Ejército


Aliado Protector de la Ley.
Al Ministro general del Gobierno Supremo del Estado de Guatemala.
En vista de la estimable nota de usted fechada el día de ayer, en que me
acompaña copia de la comunicación del Jefe Departamental de Totonicapán,
relativa a los procedimientos de aquél, padre Cura, ahora mismo invito al
que se ha designado para dicho pueblo, con el fin de que verifique su marcha
inmediatamente, y con el (propósito) de evitar de ese modo los males que está
causando el que existe actualmente allí.
Pero si esa providencia no fuere bastante, ese Gobierno puede dictar la
que crea conveniente, pues en nada se opone a las reformas que de acuer-
do con el Padre Arzobispo se estén haciendo. Sírvase Ciudadano Ministro,
manifestarlo así a su digno Jefe, y aceptar de nuevo las insinuaciones de mi
distinguido aprecio.

Dios, Unión, Libertad.


Francisco Morazán

74
— 40 —
Carta al Ministro general del Gobierno del Estado de Guatemala, sobre la falta
de armas y de disciplina en las tropas del Estado.
Guatemala 10 de mayo de 1829.

República Federal de Centro-América.

Comandancia general de los Ejércitos aliados protectores de la ley. -Gua-


temala, 10 de mayo de 1829.- A: Ministro General del Gobierno Supremo
de este Estado,
He recibido la estimable nota de Usted, fechada 16 del presente, en la
que al manifestarme que por falta de armas no se levantan ni disciplinan al-
gunos Cuerpos de tropa en el Estado; me dice que su Gobierno desea en vista
de esta necesidad que yo pongo a su disposición un número de fusiles capaz
de cubrirlo, y que si no lo hay en estado de servicio sería un arbitrio oportuno
disponer la reposición de las que admitan fácil, indicándome al mismo tiem-
po que el Gobierno desearía contar con un número competente de lanzas al
menos para un escuadrón.
En consecuencia sírvase manifestar a ese Jefe supremo; que he pedido
el estado general de las armas desocupadas para ver el número que puedo
poner a su disposición; que por lo respectivo a las lanzas están prontas las
necesarias para armar un Escuadrón; - que debe estar entendido que en Chi-
quimula existe una cantidad considerable de fusiles, y que en poder de los
jefes departamentales de Totonicapán, y Quezaltenango hay también más
300 disponibles.
Al contestar a Usted Ciudadano Ministro le reitero los sentimientos del
aprecio y estimación que me merece.

Dios,Unión, Libertad.
Francisco Morazán

75
— 41 —
Carta al Ministro general del Gobierno Supremo del Estado de Guatemala,
relativa a la sustitución de un importante numero
de curas por otros liberales.
Guatemala 11 de Mayo de 1829

República Federal de Centro América Comandancia general del Ejérci-


to Aliado Protector de la Ley.
Ciudadano Ministro general del Gobierno Supremo de este Estado.
Desde que ocupé esta ciudad, me dediqué a buscar el modo de evitar la
influencia que han tenido varios curas en los negocios públicos, seduciendo
a los incautos y obligándolos a prestar servicios en favor de las autoridades
intrusas del Estado.
Con este objeto hablé con el Padre Arzobispo y le manifesté la necesidad
de remover estos curas, y poner en su lugar a los que comprende la lista que
tengo el honor de acompañar a usted 7.
El Arzobispo se ha prestado a todo y al efecto ha librado sus órdenes.
Para que éstas tengan efecto, y para que los curas removidos no entorpez-
can la posesión de los nombrados, espero que si su Gobierno lo tiene a bien,
dé órdenes a los Jefes Políticos, para que allanen cualesquier obstáculo que
adviertan, tanto con respecto al Arzobispo, como a los curas cesantes.
Como éstos deben pasar a la Antigua Guatemala, con el objeto de existir
allí todo el tiempo que lo exijan las circunstancias, y habitar en casas par-
ticulares, en un convento, o en un lugar que ese Gobierno les designe en
dicha ciudad, y como los que a juicio del mismo Gobierno no tengan como
subsistir, debe señalárseles una pensión mensual de los fondos del Estado, me
ha parecido conveniente ponerlo también en su conocimiento por el órgano
de usted.
Me valgo de esa ocasión para renovar a usted los testimonios de mi apre-
cio.

Dios, Unión, Libertad.


Francisco Morazán
— 42 —

7. No se incluye la nómina de los curas cesantes y nombrados, por ser bastante extensa y
además porque no interesa a los fines de esta obra. Puede sin embargo verse, en la obra de
donde se copia este documento. c. m.

76
Lista de los sujetos que están presos en el edificio del convento
de Belén de la ciudad de Guatemala.
Guatemala 26 de Mayo de 1829.

“Comandancia de los Ejércitos Aliados Protectores de la ley.-Guatemala,


26 de mayo de 1829.- Al Ministro General del Gobierno del Estado de Gua-
temala.- Es adjunta la lista de los sujetos que hasta la fecha entraron presos
en el edificio de Belén, que se sirve pedirme de orden del gobierno en nota
del 24 que contesto. - Al hacerlo, renuevo a usted las seguridades del aprecio
que me merece.

Dios, Unión, Libertad


Francisco Morazán

LISTA
Miguel González Saravia Francisco Vijil
Juan Chavarría José Santos Milla
Juan Emeterio Echeverría Mariano Córdova
José Piloña Manuel Zea
José Petit Francisco Cáscaras
Francisco Solivera Manuel Meza
Juan Monge Ingeniero Barly
Angel Trevillas Mariano Asturias
Mateo Subieda Juan de Dios Castro
Miguel Nistal Basilio Porras
Juan del Valle Pedro Arrasola
Luis Basagoistía Jorge Ubico
Ramón Pacheco Antonio Villar
Francisco Quevedo Luis Pedro Aguirre
Antonio Batres Asturias Juan Ignacio Irigoyen
Antonio Batres Nájera José Velasco
Francisco Arrivillaga Pedro Menocal
José Francisco Valdez Blas García
Manuel Pavón José Bernardo Sagaceta
Luis Batres Rafael García Sirtiaga

77
J, Vicente García Granados Juan Ernesto Milla
Agustín Prado José Justo Milla
Domingo Payés Francisco Beteta
Juan Francisco Lanruaga Fernando Prado
Manuel Arzú José Antonio López
Juan Piñol Manuel Vargas
José María Beltranena Manuel González
Ignacio Larrazábal José Antonio Ariza
Pedro Aycinena Manuel Ramírez
Juan F, Pavón Pedro González
Manuel Beteta Calixto Sánchez

78
— 43 —
Carta dirigida al Ministro general de Gobierno Supremo del Estado
De Guatemala, relativa a las observaciones hechas por ese Gobierno, acerca de
las últimas promociones y remociones de Curas.

Guatemala 26 de Mayo de 1829.

República Federal de Centro América. Comandancia general del Ejérci-


to Aliado Protector de la Ley.
Al Ministro general del Gobierno Supremo del Estado.
He visto la amable comunicación de usted, fechada el 24 del último
mayo, relativa a manifestarme las observaciones que su Gobierno ha tenido a
bien hacer con respecto a las provisiones de Curatos y remociones acordadas
por la autoridad eclesiástica a excitación mía.
Yo aprecio como debo, la franqueza de ese digno Jefe en imaginarme sus
sentimientos en esa parte, y siendo conforme con mis deseos por el mejor
servicio de la causa pública, sírvase usted manifestarle que voy a poner en
práctica de acuerdo con el Prelado Metropolitano, las observaciones que se
sirve indicarme.
Aprovecho Ciudadano Ministro esta ocasión, para renovarle las conside-
raciones de mi aprecio.

Dios, Unión, Libertad


Francisco Morazán

79
— 44 —
Carta dirigida al ciudadano Secretario de Gobierno del Estado de Costa Rica,
sobre el feliz suceso de haberse constituído e instalado el Congreso Federal.
Guatemala 23 de Junio de 1829.

Al Ciudadano Secretario del Gobierno del Estado de Costa Rica.

Los Ciudadanos diputados, Secretarios del Congreso Federal, me comu-


nican en nota de ayer la fausta noticia de haberse declarado legítimamente
constituído e instalado el mismo Congreso con todas las formalidades pres-
critas por la Constitución y por el acuerdo de la última Junta preparatoria;
que los Representantes nuevamente electos han prestado el juramento de
Ley al incorporarse con los que quedan del año de 1826 y que en conformi-
dad con lo prevenido en el Reglamento se ha hecho ya el anuncio del día se-
ñalado para la apertura de las sesiones, habiendo acordado el mismo Consejo
Legítimo que la noticia de tan feliz suceso se comunique sin demora a los
Gobiernos de los Estados de la Unión.
Tengo la satisfacción de participarlo a Usted para que se sirva elevarlo
a noticia de su Gobierno renovándose las consideraciones y aprecio que me
merece.

Dios, Unión, Libertad


Francisco Morazán

80
— 45 —
Carta que dirige al Ministro general del Gobierno Supremo del Estado
de Guatemala. en la que hace petición para conseguir el pago a los
soldados en servicio.
Guatemala 25 de junio de 1829

Ciudadano Ministro general del Gobierno Supremo del Estado.


Hace dos días que no tiene sueldo el ejército; muchos cuerpos se han
quejado de un modo alarmante y esto puede traer malas consecuencias.
Como los soldados son de un país extraño, no tienen relaciones, y el día
que les falta el prest, dejan de comer, pues como usted sabe, los soldados no
guardan lo que les dan, para el día siguiente.
Deseo que (este hecho) lo ponga en conocimiento de su Gobierno, para
su pronto remedio, sirviéndose usted aceptar las consideraciones de mi apre-
cio.

Dios, Unión Libertad.


A las siete de la noche
Francisco Morazán

81
— 46 —
Carta al Ministro general del Supremo Gobierno de Guatemala, por la
que comunica que el Senador José Francisco Barrundia ejerce
interinamente la Presidencia de la Federación.

Guatemala, 26 de Junio de 1829

República Federal de Centro América. Comandancia general del Ejérci-


to Aliado Protector de la Ley.
Al Ciudadano Ministro general del Gobierno Supremo de este Estado.
Ayer se ha servido el Congreso Federal, nombrar al Senador, Ciudadano
José Francisco Barrundia, para que sirva interinamente el Poder Ejecutivo de
la Nación, y hoy ha prestado el juramento de Ley ante el mismo Congreso,
tomando posesión y empezando a ejercer sus funciones.
Tengo el honor de comunicarlo a usted, para su inteligencia y fines consi-
guientes, acompañándole competente número de ejemplares de la orden que
con tal objeto se sirvió emitir el Congreso.
Sírvase ponerlo todo en conocimiento de ese digno Jefe, y aceptar de
nuevo mis consideraciones.

Dios, Unión, Libertad.


Francisco Morazán

82
— 47 —
Carta al Ministro general del Estado de Costa Rica, sobre la expulsión del
Arzobispo y de otros religiosos de Guatemala.
Guatemala 13 de Julio de 1829.

Al Ministro General del Gobierno del Estado de Costa Rica.

No se oculta a ese Supremo Gobierno la parte que tomó el Padre Arzo-


bispo y todos los religiosos er, la guerra que terminó felizmente con la ocu-
pación de esta plaza. Nada habrían podido hacer los funcionarios enemigos,
si no hubieran sido sostenidos por ellos, ni la guerra se habría ensangrentado
tanto, si ellos mismos no le dan un carácter religioso.
No les fue bastante influir con su prestigio, ni reducir a los incautos; no
les fue suficiente el diseminarse en las poblaciones y predicar contra las ins-
tituciones del pueblo, excitándolo para que fuese a ser víctima al campo de
batalla; también tomaron las armas e hicieron funciones de soldado.
Una conducta semejante les persuadió que la ocupación de Guatemala
sería el momento en que se ejecutase su castigo; ellos lo merecían y debían
aguardarlo. Mi obligación era hacer desaparecer hasta los más pequeños ves-
tigios de la revolución, compensando de este modo la sangre vertida en tantos
combates y los sacrificios hechos por los verdaderos centroamericanos. Sin
embargo quise apurar todos los medios de moderación y de política; y los
principales autores de la guerra, los conciliadores del pueblo inocente, los
autores del asesinato del Vice Jefe Flores, y de otros muchos no sólo fueron
tolerados por mi, sino que les dispensé toda clase de protección, creyendo que
esto bastaría para que entrasen en su deber, y que por lo menos ocultarían sus
ideas criminales en lo sucesivo.
Luego me desengañé de que eran unos enemigos irreconciliables - invité
al Arzobispo para que nombrase un provisor, concentrase los fusiles, y pusiese
en los curatos sacerdotes adictos a nuestras instituciones; y si la necesidad le
obligó a convenir en esta medida, sus disposiciones al ejecutarlas nada deja-
ron que dudar con respecto a sus miras, pues supuso que esta providencia se le
exigía por la fuerza, y la violencia, para alarmar al pueblo. Le manifesté igual-
mente la necesidad de arreglar la Iglesia de El Salvador, y los males que cau-
saría si continuaba en la situación que hasta aquí tenía, y siempre se resistió a
dar una providencia que no fuese la de elegir un gobernador que dependiese
83
de él, excusándose con que carecía de facultades para lo demás. Al mismo
tiempo que se negaba a todo aquello que podía disminuirle su autoridad y
hacerle perder el prestigio que deseaba conservar para usar de él cuando lle-
gare el momento de obrar contra la libertad del pueblo; difundida por medio
de sus agentes, especies que alarmaban continuamente a los incautos. Tal el a
la de que lo querían expulsar, cuando no se había aun pensado en ello, y esto
obligó a que el pueblo concurriese todos los domingos a confirmar, en tanto
número, que era necesario se celebrase este acto en la Catedral.
Los frailes de los conventos no dejaban un momento de trabajar en el
pueblo por cuantos medios le sugerían su perversidad, hasta tener la audacia
de expresarse en el púlpito de un modo que desacreditaba al partido vence-
dor. Sus conversaciones privadas, y sus más pequeños pasos solo se dirigían
a disponer los ánimos, preparando así la opinión para que al fin estallase una
revolución.
Nada me quedaba que aguardar de unos hombres que la indulgencia les
obligaba a cometer nuevos crímenes y que cada día aumentaban el descon-
tento, y se disponían para dar un golpe mortal a las instituciones del pueblo.
Este peligro se aumentó a un grado eminente cuando lograron extraviar
la opinión de algunos jefes y oficiales del ejército induciéndolos a que forma-
sen una revolución con el fin de asesinar a los españoles y nobles, y tomarse
las propiedades.
Aunque la mayor parte de estos entraron en semejante plan sin prever sus
consecuencias y muchos de ellos por creer que hacían un bien a la República;
un jefe de los ingeridos por el, tenía seguramente ideas muy diversas, y si se
examinan sus íntimas relaciones con los enemigos del sistema y la odiosidad
que había contraído con los que lo separaron del ejército por su mala con-
ducta, principalmente en el manejo de la hacienda pública, persuade que éste
obraba de acuerdo con aquellos.
El que la revolución se hiciese contra los españoles y nobles y que esos
tuviesen una parte en el plan, parece inconcebible. Pero si se examina que el
único medio que podían encontrar para seducir al ejército, era el persuadirlo
que se trataba de dejar impunes los delitos de los enemigos y que era preci-
so que el mismo ejército los castigase por su mano, se conoce la necesidad
de esta medida que ellos habrían eludido, si en realidad estaban mezclados
en revolución, haciendo se ocultasen aquellos contra los que se debía obrar,
ocultando igualmente sus intereses, y de este modo lograban que el ejército
desobedeciese las autoridades, y se comprometiese de un modo que tenía ne-

84
cesariamente que seguir la suerte de los conspiradores, sin que los enemigos
sufriesen ni en sus personas ni en sus intereses.
En circunstancias tan apuradas, era necesario dictar una providencia
enérgica que hiciese desaparecer para siempre a todos los autores de los ma-
les que llora la República, puesto que no había valido con ellos el buen trato
y consideraciones que se les dispensó, y esto mismo se obligó a hacer salir por
el sur a los prisioneros que existían en esta ciudad desde que la ocupé, y por
el norte a los Religiosos de San Francisco, Santo Domingo y la Recolección e
igualmente el Arzobispo, con el objeto de remitirlos a La Habana.
Esta providencia ha sido aprobada por las autoridades que existen en esta
capital.
El pueblo no ha hecho la menor demostración que pueda alterar el orden
público, y el ejército se ha manifestado en esta vez con la mayor energía, eje-
cutando con placer una providencia, cuyos buenos resultados están al alcance
del último soldado.
Sírvase Usted Ciudadano Ministro, proveerlo todo en conocimiento de
su Gobierno, y aceptar las insinuaciones de mi aprecio y deferencia.

Dios,Unión, Libertad.
Francisco Morazán

85
— 48 —
Carta al Ciudadano Ministro del Estado de Guatemala, por la que le
comunica estar facultado por el Ejecutivo, para la defensa de lo
República, ante la amenaza de una invasión española.
Guatemala, 24 de Julio de 1829.

Al Ciudadano Ministro del Estado (de Guatemala).


Al facultarme el Supremo Poder Ejecutivo para tomar todas las provi-
dencias que exige la seguridad de la República, y poder repeler en caso nece-
sario la invasión de españoles que se anuncia, (se) me ha manifestado que ha
hecho las excitaciones convenientes a su Gobierno, para que por su parte, se
sirva facilitar los recursos necesarios con este objeto.
Siendo a mi juicio una de las medidas principales que deben tomarse,
el arreglo de los cuerpos de milicias en las poblaciones próximas a los puer-
tos que pueden ser atacados, y particularmente en Chiquimula, donde hay
soldados y la mayor facilidad para su organización; si ese Gobierno lo cree
conveniente, mandaré que hoy en aquél Departamento, levanten uno o dos
batallones, y si tuviere a bien que vayan a otros puntos, con su aviso marcha-
rán al momento.
Sírvase Ciudadano Ministro, ponerlo así en su conocimiento, y aceptar
de nuevo mis consideraciones.

Dios, Unión, Libertad.


Francisco Morazán

86
— 49 —
Manifiesto a los hondureños a la vuelta a su tierra. Los invita a la paz
y a superar las discordias.
Tegucigalpa 4 de Diciembre de 1829.

“Hondureños:

Heme aquí entre vosotros. He vuelto después de haber hecho cuanto es-
taba de mi parte para llenar vuestros deseos y corresponder a la confianza con
que me honrásteis. He obrado únicamente por vosotros y en vuestro nombre.
Vuestros enemigos, los enemigos de la Patria, fueron vencidos y humilla-
dos: han desaparecido, y no queda uno solo que pueda infundir temores. La
paz, la reposición de las legítimas autoridades, el restablecimiento del orden
constitucional que proclamásteis y jurásteis, han sido el fruto de los heróicos
sacrificios de los pueblos. Ellos os han cubierto de gloria; vosotros sóis libres,
y yo me veo bastante compensado con la aprobación que mi conducta ha
merecido de sus habitantes.
Cuando me disponía a venir a dar cuenta de ella a los Estados que me
confiaron su suerte, el Supremo Gobierno Federal me comisionaba para pa-
cificar los pueblos disidentes de éste y coadyuvar a la pacificación de los de
Nicaragua, desgraciadamente alterados unos y otros por equivocaciones, por
errores y por seducción de los eternos enemigos del nombre americano y de
sus instituciones.
Con tan importantes objetos he tomado las riendas del Gobierno Supre-
mo de este Estado: he dictado activas providencias para aumentar el ejército,
para arreglar la hacienda pública y darle la mayor publicidad a su inversión,
estoy dispuesto a obrar en consonancia con las órdenes del Gobierno Gene-
ral, con mis deberes sagrados, y con el voto de todos los buenos que aman la
paz, y que han hecho tantos sacrificios por conseguirla.
Pero he creído que antes de dar el primer paso en la grande obra que voy
a emprender, debo manifestar a todos franca y sencillamente los sentimientos
de que estoy penetrado, y los principios que deben servirme de guía en mis
operaciones.
HONDUREÑOS: No vengo a hacer la guerra a los pueblos. Conozco
muy bien los motivos que los extravían y las causas que impulsan a los unos a
obrar en sentido contrario a los otros. He defendido sus derechos, he obrado

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por su voluntad, y no querría manchar mi conducta con acciones que desmin-
tiesen los principios que hasta ahora la han dirigido.
Siento vivamente cuanto ha sucedido entre vosotros; no está en mi
mano evitarlo pero sí está el proponeros medios honrosos antes de llegar
a los extremos, y en la vuestra el adoptarlos, y hacer que sean unas escenas
tan horribles, en que sea cual fuera el partido triunfante pierden siempre los
americanos, y sólo pueden ganar los españoles, causa primera de nuestras
discordias.
COMPATRIOTAS: Yo os invito a la paz, yo os la ofrezco por mi parte;
yo os ofrezco bajo mi palabra, la garantía más firme de vuestras vidas, de
vuestras propiedades, de vuestra seguridad individual. Nadie será perseguido,
ni por sus opiniones ni por su conducta política anterior, con tal que de bue-
na fe se sometan a la ley, y que en lo sucesivo no de lugar a que por sil causa
vuelva a entenderse la guerra civil. Jamás he faltado a mis promesas; las he
cumplido religiosamente aun cuando he sido provocado por la falta de fe de
los enemigos; no tienen de mí un motivo justo de queja. Los que depusieron
las armas; los que no intentaron una nueva reacción, no han tenido de que
arrepentirse. En nada han sido molestados y gozan en el seno de sus familias
de la paz y de la seguridad más inviolable.
CONCIUDADANOS: Las ideas de persecución, de intolerancia, de fa-
natismo político, de sangre y de destrucción, están lejos de mí. Jamás han sido
abrigadas ni alimentadas en mi pecho, que solo amo la concordia, la unión
y la paz, y que por conseguirlas he expuesto tantas veces mi vida, y lo que es
aun más caro, mi honor. Penetrado de estos sentimientos, el primer uso que
he hecho de las facultades que se me han concedido por el Supremo Gobier-
no Federal, por la Asamblea Legislativa del Estado, es conceder amnistía o
indulgencia general a todos los que quieran deponer las armas y someterse al
imperio de la ley; he decretado suspender los efectos de la de diez de julio; y
ofrezco a todos protección y seguridad.
CONCIUDADANOS: Yo me presento a vosotros, sin excepción ningu-
na, con el olivo, símbolo de la paz y de mis sentimientos, en una mano, y con
la espada vengadora de la justicia y de la patria en la otra. Elegid: vosotros
sóis árbitros de vuestra suerte. O dad a la Nación un día en gloria haciendo
cesar los males que la afligen, y asegurando al mismo tiempo vuestras vidas,
las de vuestras esposas, el respeto a las propiedades y derechos, pues todo lo
conserva la paz; o continuad una guerra fratricida, que, dando muerte a la
patria, destruye cuanto nos es amable y precioso, y devora todos los bienes de

88
que el hombre puede gozar bajo la influencia de una sociedad ordenada y de
la más benéfica legislación.
Las discordias civiles de Honduras están llamando la atención de los
Estados, no menos que la de las autoridades federales. Todos a porfía, sin
excepción ninguna de opiniones ni de partidos, ofrecen a este Gobierno re-
cursos para terminar una guerra devorante y destructora, que, tiene objeto de
utilidad conocida para nadie, y que sólo sirve para disponernos a todos a las
cadenas que nos prepara el más cruel de los tiranos, Fernando VII. Yo haré
uso de los recursos que se me ofrecen, si después de esta franca manifestación
hay quien no valiéndose de la seducción, del engaño o de la fuerza, quiera
continuar asesinando a la patria. Cuando vea yo los errores que los pertinaces
han atraído sobre sí y sobre sus hermanos, tendré el consuelo de decir: he
hecho cuanto estaba de mi parte para evitarlo.
Valientes vencedores de la Trinidad, de Gualcho, de San Miguelito, de
Las Charcas y de Guatemala: La patria os llama por mi boca. Venid a defen-
der sus banderas; venid a concluir la obra grande que comenzó vuestro valor,
y que os ha colmado de laureles; venid a dar la paz a vuestros hermanos de
Honduras. Yo estaré con vosotros y marcharé a vuestro frente; dividiremos los
riesgos y los sacrificios, y el lauro será todo vuestro.

Francisco Morazán

89
— 50 —
Manifiesto a los habitantes de la República, sobre las amenazas a la
paz, las actividades en contra de ellas del ex-presidente Arce, y la
lucha que hay que librar en contra de los enemigos de la República.
Tegucigalpa 21 de Diciembre de 1829.

FRANCISCO MORAZÁN A LOS HABITANTES


DE LA REPÚBLICA:

CONCIUDADANOS: terminada felizmente la guerra emprendida


para sostener la ley, y vuestros derechos, el Gobierno Supremo Federal tuvo a
bien comisionarme para pacificar los pueblos disidentes de Honduras, Vine
a este Estado con el objeto de llenar tan importante deber; tomé las riendas
del Gobierno que la voluntad de los pueblos me confiriera. Mis primeras
providencias han sido dirigidas a examinar los motivos de queja que pueden
tener los pueblos que han tomado las armas contra el Gobierno y el objeto
que se han propuesto en hacer la guerra más devastadora, más desastroza, y
más cruel que se ha visto aun entre las naciones bárbaras.
Yo creo que es un deber mío el manifestar a todos los pueblos del centro
el resultado de mis observaciones sobre unos acontecimientos, que aunque
actualmente pasan en una de las extremidades de la República, su trascen-
dencia se extiende a todos los ángulos de ella, y amenaza por una parte su
independencia, y por otra, las instituciones que hemos jurado, nuestros de-
rechos más sagrados, nuestras vidas, nuestras propiedades, y la continuación
de una guerra, que se presenta ya bajo un carácter mil veces más funesto que
la que acaba de terminarse por los esfuerzos y sacrificios de los libres de El
Salvador, y de Honduras, y de sus ilustres cooperadores de Nicaragua y de
Guatemala.
Más de un año a que a esfuerzos de la intriga y de la seducción que
había trastornado a la República, dió principio la guerra civil de Olancho, co-
menzando por deponer a sus autoridades locales, desconocer a las Supremas
del Estado, y conservarse, según decían, independientes hasta que se viese el
desenlace de la guerra que el Ex-Presidente Arce, y las autoridades intrusas
de Guatemala, hacían directamente a los Estados de El Salvador y Hondu-
ras, y de un modo indirecto, aunque no menos temible a los de Nicaragua, y
Costa Rica. No valieron los recursos que se tentaron desde el principio para
aquietar los ánimos de aquellos disidentes, y ocupado el Estado en auxiliar a
90
El Salvador, y hacer la guerra a Guatemala, le fue difícil mandar una fuerza
capaz de pacificar a Olancho. La guerra fue tomando cada día un carácter
más feroz: no respetaba ya ningún género de propiedad, ni estaba segura la
vida del anciano, ni la del niño, ni la de la mujer. Llegó el caso de mantenerse
la facción incomunicada con el Gobierno, porque asesinaban al correo que
iba a dejarle pliegos, lo mismo que al Oficial encargado de parlamentar; y los
que no se atrevían a batirse en el campo, robaban las chozas infelices, violaban
las vírgenes, y quitaban la vida a cuantos vivían en aquellas, ni el caminante
indefenso estaba seguro, ni los mismos que iban a tratar con ellos, y les lle-
vaban para vivir.
Tanta fuerza no era creíble entre centroamericanos, que se han distingui-
do siempre por la dulzura de su carácter, y por sus sentimientos humanos. Era
preciso que hubiera entre ellos, hombres de otro temple, que mantuviesen su
tenacidad, y excitasen continuamente su ferocidad. Así es que ha sabido des-
pués, que tenían relaciones con los españoles de Trujillo y de La Habana; que
recibían incesantemente consejos de ellos, auxilios de armas, y pertrechos, y
ofertas de toda especie para que se mantuviesen firmes mientras venía una
división española a engrosar su fuerza y a emprender cosas mejores... Si la
intentona que los españoles hicieron en México, y la deposición de varios
fugos y desertores, no confirmasen la verdad de lo que se ha dicho, bastaría
la tenacidad con que obran los sediciosos para probarlo, pues a pesar de los
reveses que han sufrido, de las seguridades que se les han dado, y de las ofer-
tas generosas que se les han hecho por parte del Gobierno, ellos continúan
haciendo la guerra, alegando para ella pretextos muy frívolos, y negándose a
todo acomodamiento y conciliación sin querer siquiera manifestar pretensio-
nes y deseos.
Posteriormente han entrado en relaciones con los facciosos de otros pun-
tos de la República; han hecho invitaciones a diversos pueblos; han acogido,
y abrigado a los emigrados de este y otros Estados; han llamado a varios de
los Jefes que dirigían la facción que terminó en Guatemala, y algunos de
estos se hallan ya entre ellos, se han unido a una nueva facción levantada en
Trujillo, en donde la destreza de los españoles ha sabido unir los intereses
del fanatismo religioso, con los del tirano Fernando, a cuya frente se haya
un Fraile, mandado expeler de la República por anti-independiente desde el
año de 1825, bastante conocido en ella, y que al disimulo y destreza reúne la
actividad, y recursos de su hábito, y mantiene correspondencia subterránea
con muchos eclesiásticos mal avenidos con el triunfo que han conseguido la

91
libertad, y derechos de los pueblos, e intenta tenerla con otros para alucinar-
los, y mezclarlos en sus planes liberticidas, a pesar de los buenos sentimientos
de que están animados.
Entretanto el Ex-Presidente Arce que parece nacido con el destino de
encender la guerra civil, y causar males a los pueblos que han fingido servir
la causa de estos, cuando no defendía sino la suya propia que si trabajó en
la Independencia fue para engrandecerse; que ofreció a Iturbide entregarle
el Estado de El Salvador, bajo la condición de quedar él mandándolo; que
entregó cobardemente la plaza de la Capital del mismo Estado al General
Filísola; que por conseguir los votos de Nicaragua, dejó en él todos los ele-
mentos de la discordia halagando a los dos partidos; cuando él mismo se
nombró Comandante de la División pacificadora y que finalmente colmado
de honores y autoridad por los pueblos de Centro América, quiso tiranizarlos
y oprimidos, holló sus leyes constitucionales; disolvió y persiguió a sus auto-
ridades legítimas, atacó a su misma patria y fue el primer autor de la guerra
civil, y de las desgracias que se han experimentado en Centro América por
más de dos años; ha querido ahora renovarlas, y promueve nuevas revolucio-
nes, sembrando por todas partes la discordia; manteniendo la esperanza de
los descontentos y valiéndose de los recursos que le prestan sus antiguas re-
laciones. De sus cartas originales que se han mandado imprimir se ve que ha
intentado seducir a las autoridades, y habitantes de Ornoa y Trujillo; que se
vale hasta de los resortes del fanatismo; que quiere reasumir de nuevo el man-
do que la ley, la voluntad de los pueblos, y la victoria de los libres le quitaron
de las manos, y no contento con la sangre que por su causa se ha derramado,
quiere inundar nuevamente el suelo de la República, con la de los mismos que
lo elevaron, a la de los que corriendo un velo a sus iniquidades, lo indultaron
y dejaron con vida para desgracia de la patria.
Estos datos manifiestan claramente los riesgos que amenazaban a toda la
República, las dobles miras de la facción de Olancho, en perjuicio de la inde-
pendencia o de la Libertad, y que en varios puntos cuenta la misma facción,
y el Ex-Presidente Arce con malcontentos que lo auxilien, y apoyos que lo
sostengan, pues de otro modo era imposible que aquella no hubiese sucumbi-
do o entrado por un acomodamiento razonable, y que el intentase promover
otra guerra civil, cuando en la primera, estando al frente de los negocios, y au-
xiliado por una facción poderosa, experimentó un resultado tan desgraciado.
PUEBLOS DE CENTRO AMERICA: Mi carácter franco y vuestro
interés, me hacen manifestaros la tormenta que se prepara contra vosotros,

92
y los riesgos de que os véis rodeados. A vosotros toca descubrir a vuestros
enemigos interiores, y a mi ofreceros nuevamente el sacrificio de mi vida y de
mi reposo. Mantenéos unidos; alejad de vosotros las discordias, y el espíritu
de partido; precabéos contra la seducción, y el engaño, y contra las maquina-
ciones de todos aquellos que intenten sembrar desconfianza contra los verda-
deros patriotas. Ellos y estos son ya bastante conocidos, y la revolución los ha
puesto a todos al descubierto, para que no podáis equivocaros. Preparaos, que
el triunfo sería indudablemente vuestro, a costa de mis pequeños sacrificios.
Yo cuento con los auxilios de los Estados, a cuyos Gobiernos me dirijo en
esta fecha.
Quedo entretanto organizando un Ejército respetable, y equipándolo de
cuanto es necesario, en medio de la penuria de un Estado que fue el prime-
ro en sentir los efectos de la guerra civil y que aun todavía no ha cesado de
sufrirlos.
Marcharé pronto a encontrarme con los enemigos de la República, y creo
poderos ofrecer la victoria contra todos ellos, contando con la cooperación de
los demás Estados, con la justicia de la causa que se defiende, y con el valor
de las tropas que tengo el honor de mandar.
CENTROAMERICANOS: si el riesgo es grande, no es menos glorioso
ni menos seguro el triunfo de nuestras armas. Yo invito a todos los libres
a que vengan a tener parte en él, contribuyendo cada uno como pueda al
perfecto restablecimiento del orden, a la seguridad y paz de la República,
manantial de su prosperidad, y objeto de todos mis deseos.

Francisco Morazán

93
—51 —
Carta al ciudadano Ministro de Guerra y Marina de la Federación, acerca de las ne-
cesidades de defensa de lo República.
Morocelí 28 de Diciembre de 1829.

“Al Ciudadano Ministro de Guerra y Marina de la Federación. Con fe-


cha 23 del presente me dice el Ciudadano Coronel José Antonio Márquez,
lo que copio:

“Después de haberle contestado su apreciable de 14, y es lo que en ella


le tengo comunicado, tuve parte el 21, y se me ha repetido hasta ahora por
distintos conductos, es que el enemigo está reunido y dispuesto a atacarme
por diversos puntos; es que no se aguarda para esta operación, que debe ser
el lunes próximo, más que la llegada del Coronel Domínguez a este departa-
mento, quien se halla en el de Yoro y está en estrecha correspondencia con los
insurgentes de Agalta y Zapote, y aun se asegura que trae pertrechos y arma-
mento. También se dice que Domínguez ha estado mucho tiempo dentro del
departamento de San Miguel y en relaciones con los enemigos que existen en
el Estado de El Salvador.
Qué se yo si se quiera exagerar, pero también se me dice que trae alguna
tropa armada del citado departamento de Yoro, que se ha pronunciado en su
favor, inclusive algunos morenos de Trujillo, Yo no creo esta especie, aunque
se me ha asegurado igualmente que las relaciones de comercio entre esta fac-
ción y el vecindario de Trujillo siguen como siempre, pues que actualmente se
arrean para aquella ciudad dos partidas de novillos de alguna consideración, y
hay venidos de ella al pueblo de Zapote, un vecino del citado pueblo, Clímaco
Martínez, y otro comerciante con varios efectos de ropa, aguardiente, etc.
Los catacamas han estado en la hacienda de la “Herradura” antes de ayer,
y ahora, cuando el mayordomo de dicha hacienda venía para acá, dejaba in-
cendiados por los citados, las barracas y atrincheramientos que en dicha ha-
cienda formó la división del Coronel Herrera.
Por otros varios antecedentes, que los forman una porción de peque-
ñeces, soy en creer que la fuerza enemiga se ha querido aparentar que está
en el valle de arriba, se ha fingido el disgusto y deserción de los catacamas,
y todo es con la mira de cogerme descuidado para-atacarme, o interponer
las fuerzas para cortarme toda comunicación y auxilios con el supremo Go-
bierno.
94
La presencia de Domínguez ha animado necesariamente la facción, y
será organizada en poco tiempo; todo se puede creer de la actividad y polí-
tica de éste. Un incidente semejante va a dificultar la pacificación del depar-
tamento de Olancho, porque los rebeldes cuentan con la protección de un
hombre que a su juicio puede dirigirlos con buen éxito; por que éste sabrá
seducir a los pueblos sencillos que no sabrían formar un plan, y que habían
dirigido todos sus esfuerzos a ludir el castigo de los que se substrajeron a la
obediencia del Gobierno, y marcharán hoy por el que les trace Domínguez; y
este seguramente será el de formar una reacción general en la República para
que la aristocracia vuelva a poner en práctica sus miras de opresión.
De todo se deduce que la suerte de la República se empeora cada día
más: que la reacción se aumenta en este Estado, y que de un momento a otro
se experimentará en los otros el contagio de este funesto mal. Nicaragua tiene
pueblos desafectos, y sus directores han sido unidos a la aristocracia en todo
el periodo de la revolución, sea cual fuere la conducta que observan en el día.
En el Estado de El Salvador hay departamentos que, siempre unidos a los
enemigos que han hecho la guerra a su capital. El de Guatemala está plagado
de este vicio, y seguramente será el primero que se pronuncie a favor de los
disidentes. Pero aún se puede evitar el trastorno general que nos amenaza
si se me auxilia por el supremo Gobierno, o interpone su influjo para que
lo haga el Estado de Guatemala, que es tan interesado como los demás en
conservar el orden.
Sírvase Ciudadano Ministro, ponerlo todo en conocimiento del Senador
Presidente, y aceptar las consideraciones del alto aprecio que me merece.

Cuartel general en marcha, a las 4 de la mañana


Francisco Morazán

95
-52-
Respuesta dada al Jefe del Estado de Guatemala, acerca de la pretensión de España
de invadir a Centro América.
Guatemala, sin fecha, pero de 1829.

“He recibido la copia que Usted se ha servido acompañar a su estimable


nota del 12 del presente. Ella comprende la noticia que se ha dado al Vicejefe
del Estado de Nicaragua por la autoridad militar del distrito de Magdalena,
en la República de Colombia, sobre invadir la de Centro América por el
puerto de Omoa. Comprende igualmente la nota de la Asamblea, en que
manifiesta su buena disposición para preparar todos los auxilios necesarios.
El mismo Vicejefe de Nicaragua me remitió hace días igual copia, y desde
entonces dicté las providencias que me parecieron convenientes para asegurar
los puertos del Norte, y poner en estado de defensa sus plazas, dando orden
al mismo tiempo para que se arreglen las milicias de Gracias, Santa Bárbara,
Sula, Yoro, Olancho y Sulaco, y que auxilien a los Comandantes de Omoa y
Trujillo. En virtud de estas providencias, han salido ya para Omoa 100 hom-
bres de Gracias y 100 de Sula.
Tenga Usted la bondad de ponerlo así en conocimiento de ese digno
Jefe y manifestar al Cuerpo Legislativo, que aprecio en el grado que debo, su
buena disposición para proporcionar los recursos del Estado de Guatemala
contra la invasión a la patria, y lo satisfactorios que me son sus sentimientos
en un negocio de tanta importancia.”

96
-53-
La expulsión de los Regulares de Centro América. Réplica al padre Reyes
escrita por “Un militar”8
Tegucigalpa, 1830.

LA EXPULSIÓN DE LOS REGULARES DE


CENTRO AMERICA

Se ha dado al público un papel escrito por el Padre Reyes con motivo de


habérsele interceptado una carta.

No me prometo contestarlo en todos sus conceptos, porque me expondría


a incurrir en las mismas faltas que vitupero. Pero los justamentos resentidos;
los funcionarios agraviados en lo más sensible, que es el honor, no probarán
con su silencio las calumniosas imputaciones de su detractor, así como el mío
no acreditará de injusta la expulsión de los Regulares, ni la utilidad que les
atribuye el Padre Reyes. Voy a justificar las providencias que se han dictado
contra ellos, y a presentar con imparcialidad la conducta que han observado
en todos los tiempos, la que ha causado su exterminio en otras partes, y la
que los ha hecho acreedores a su expatriación en Centro América, para que
la censure el pueblo imparcial.
No es ya una cuestión si esta familia (dice el Padre Reyes hablando de
Regulares) fue o no criminal, como el genio de la calumnia pretendía hacer
creer. Bien notorio es en Tegucigalpa que fue preciso recurrir a un horrendo
perjurio para dar algún colorido al crimen de su expulsión injusta y cruel. Voy
a demostrar lo contrario.
Cuando la filosofía había roto las cadenas con que fue uncida la Europa
muchos siglos al carro de la ignorancia y de la superstición religiosa, los ame-
ricanos daban las gracias a sus opresores, porque les compraban su libertada
a cambio de mortajas usadas y de sandalias rotas. Pero una pequeña ráfaga de
aquella luz penetró el mar de Colón, y vino a sacarlos de las tinieblas en que
se hallaban sepultados; y desde entonces pudieron conocer a sus opresores
y descubrir al otro lado del océano, la mano del tirano, que había fijado sus
tristes destinos, y el primer eslabón de la cadena que arrastraron por más de

8. CRUZ Lozano, Secretario privado de Morazán aseguró en 1887 que esta réplica fue
escrita por Morazán. Así lo escribe el Dr. Eduardo Martínez López, biógrafo de Morazán.

97
tres siglos atado al trono de los Borbones y sostenido por los regulares que
venían de España en lugar de soldados, y por los desnaturalizados que entre
nosotros, haciendo con ellos causa común, se iniciaban en los misterios del
engaño.
Este feliz descubrimiento llenó de horror e indignación a los americanos,
y de un terror de pánico a los frailes que estaban encargados de mantenerlos
en la ignorancia de sus derechos. Aquellos comenzaron a trabajar en mejorar
su suerte con la Independencia, y éstos pusieron en ejercicio sus abundantes
recursos para evitarlo. Ellos negaron la absolución a los penitentes que mani-
festaban sus deseos de ser libres y los denunciaron revelando el secreto de la
confesión. Ellos los cargaron de maldiciones en los púlpitos, como conspira-
dores contra el Gobierno español, y les fulminaron anatemas como enemigos
de la religión; ellos en fin, nada omitieron que les pudiese hacer odioso ante
el sencillo pueblo y en nuestra República llegó el atrevimiento hasta el grado
de preparar la apoteosis de una fingida santa (cuyos hechos callo por pudor)
que, engañando a los incautos con sus falsos milagros prevenía la opinión en
favor de los enemigos de la Independencia. Pero ésta se juró, y el Arzobispo y
los Regulares se cubrieron de luto; La opinión general declarada de un modo
fuerte e irresistible les impuso un mudo silencio, y sus gritos fueron ahogados
por entonces en lo más oculto de sus claustros y en lo interior de las bóvedas
subterráneas de sus templos. Ellos vieron en la independencia la ruina del
Soberano con quien habían identificado sus intereses, y en las consecuencias
de este suceso la propagación de la filosofía y la destrucción de sus abusos.
Qué resorte han dejado de tocar para minar este grandioso edificio que veían
elevarse sobre sus mismas ruinas? No han conmovido la Nación y la han sem-
brado de cadáveres; no han abierto los infiernos y mandado allí a los amigos
de la libertad; no les han cerrado las puertas de los cielos. Pero por fortuna
de los americanos, estos esfuerzos sólo han servido para precipitar su caída.
Si la Independencia puso en tanta consternación al Arzobispo y Regu-
lares, la Constitución les descubrió el abismo en que iban a sepultarse sus
fueros y derechos, sus gustos y placeres…, y creyéndose perdidos se olvidaron
de las armas del disimulo, de su aparente moderación, y se presentaron en la
arena a combatirla, resistiéndose a prestar el juramento que se les exigía. Pero
las autoridades, apoyadas en los pueblos que sostenían esta sagrada Carta, los
hicieron entrar en su deber, y esos mismos esfuerzos que sirvieron para jus-
tificar su oposición, los denunciaron ante la opinión pública. En Guatemala
fue necesaria la fuerza para hacerlos prestar el juramento. En Nicaragua se

98
burlaron algunos de las bayonetas…, y el Padre Reyes, prelado de los Recole-
tos, fue expulsado de la República.
Si los Regulares que ofrecieron en público guardar la Constitución ju-
raron su destrucción en secreto, qué protestas harían los que dieron en su
resistencia la mejor garantía de su desaprobación…? La Constitución fue
por algún tiempo el objeto de sus más profundas meditaciones; y el fallo de
muerte fue la obra de su cálculo. Era necesario comenzar por desacreditarla y
acabar por destruirla; pero la opinión puso baluarte inexpugnable a sus miras,
hasta que hallaron en la ambición de un gobernante, y de una nobleza resen-
tida, el mejor apoyo de sus ideas y el instrumento a propósito para poner en
práctica sus planes. No contentos con hacer uso de todos los recursos de su
hábito para obligar al pueblo con sus consejos que fuese a morir al campo de
batalla, le dieron también ejemplo con sus obras, alistándose como soldados, y
tomando las armas para sacrificar a los amigos de la libertad, y esta conducta
dio a la guerra un carácter religioso y produjo la violación de todos los dere-
chos que ha establecido la ilustración.
Muchos de los excesos que se cometieron en las guerras sagradas de la
edad media, se repitieron entre nosotros en el siglo XIX, y los empolvados
altares del fanatismo abandonados y proscritos tanto tiempo por la filosofía,
han sido lavados con la sangre de mil víctimas inocentes.
La ocupación de la plaza de Guatemala por las armas de los Estados
aliados, puso término a estos males, y el Arzobispo y todos los Regulares
recibieron de sus vencedores el tratamiento que no merecían. Pero ésta con-
ducta solo sirvió para alentarlos a cometer nuevas faltas, que acercaron el día
de su expulsión.
¿Quiénes habrán recurrido a un perjurio: los Regulares que han jurado la
Independencia y la Constitución con una mano, para destruirla con la otras;
o los que, cansados de sufrir semejante conducta, han decretado su expatria-
ción?
Dice en otra parte el Padre Reyes “que ha visto renovarse los tiempos de
Nabucodonosor y del impío Ativéo, en el uso que se ha hecho de las alhajas
que pertenecen a los Regulares… Que las temporalidades de éstos han sido
adquiridas por su trabajo y por las voluntarias oblaciones de los fieles… y que
podían cederlas a quien les diese su gana.
Voy a justificar la falsedad de esta aserción.
En los primeros tiempos del Monacato, cuando los prelados San Serapio
de Arcione y San Pacomio, contaban 60 mil monjes en los áridos desiertos

99
del Egipto y de Palestina, separados de las poblaciones, entregados a una vida
contemplativa, alimentándose con el trabajo de sus manos, sin molestar a
los fieles con excesivas limosnas; en tiempo que fueron tratados los Entique
y Masalienses como herejes, por haber querido suplicar con la oración el
trabajo de sus manos, según San Cipriano, los monjes no podían ser perju-
diciales a la sociedad, y sus pequeñas posesiones eran bien adquiridas. Pero
después que predicaron que la religión no podía existir sin sacrificios, y que
esta necesidad exigía ante todas las cosas el de los bienes y riquezas; que esta
máxima proclamada por los oráculos del pueblo y recibida por la ignorancia
y la superstición de un siglo bárbaro como la ley del cielo, conmovió hasta
el corazón de los mismo reyes, que les entregaron lo que habían usurpado a
los pueblos; que las ofrendas y donaciones que produjo su publicación fue-
ron luego acogidas como contribuciones necesarias para lavar los pecados del
alma, y llegaron a ser por este artificioso medio los mayores propietarios de
Europa, las sociedades sintieron en la miseria todo el mal que les había cau-
sado su imprudente condescendencia, y los Monarcas mismo temblaron por
su existencia y trataron del remedio conciliando la pobreza de sus Estados, y
la escasez de sus rentas, con el interés de conservar a los Regulares que sos-
tenían sus tronos, en posición que no pudiesen llegar a ser con el tiempo sus
usurpadores; y acordaron disminuir su número y despojarlos de sus riquezas.
El Emperador Justiniano fue el primero que dictó reglas con este objeto, las
que fueron aprobadas por San Benito y el Papa San Gregorio, y Carlomagno
siguió el mismo ejemplo. En el año 1592 fueron reformados en un solo día
los monasterios de los Canónigos de Cataluña, y sus bienes aplicados a otros
destinos. Los Reyes don Fernando VI y don Carlos III reconocieron la nece-
sidad de seguir este ejemplo, y dictaron las pragmáticas que se leen como le-
yes en el título 27, libro 1º de la Novísima Recopilación, y la misma Potestad
Eclesiástica quiso poner término a este abuso escandaloso. Las disposiciones
de San Basilio: las del Concilio agatense del año 1506 celebrado en tiempo
de Alarico II y las de Inocencio III escritas en el Concilio Lateranense del
año 1215 son una prueba de esta verdad. Pero a pesar de tantas prohibiciones
desde este tiempo hasta el en que se celebró el Concilio Tridentino que pa-
saron 200 años, aparecieron 24 institutos nuevos y un excesivo aumento en el
número y riquezas de los antiguos: y las Cortes Españolas desde el año 1523
hasta el de 1649 se ocuparon en acordar los medios de suprimirlos, despoján-
dolos de los grandes caudales que habían acumulado.
Las religiones de América son idénticas en todo a las de la Penínsulas

100
Española, y a las de toda Europa, y sus riquezas han sido adquiridas del mismo
modo. Será, pues, justa su adquisición? No tendrán igual derecho a los Go-
biernos de América a hacer de ellas el uso que los Reyes de otras Naciones?
Es, acaso, lo mismo que la propiedad de un particular la de un cuerpo
moral, que se han enriquecido por los medios que todos saben; qué existe
en una Nación por su consentimiento y que deja de existir cuando ésta lo
cree nocivo y perjudicial a los intereses generales? Y podrán negarse a dar
sus tesoros, cuando la Nación tiene un derecho de exigírselos, y se halla en
necesidad de tomárselos, los que han renunciado por Jesucristo no sólo cuan-
to tienen, sino cuanto pueden tener? Las doctrinas de diferentes publicistas
que dan este derecho a la Nación y a las autoridades que la representan, han
justificado el uso que se ha hecho de las temporalidades de los Regulares de
Centro América.
Continúa el Padre Reyes “que las comunidades religiosas han sido útiles
a las naciones; que han libertado de su total ruina las ciencias, y que no han
hecho igual servicio los filósofos, y cita a Mr. Bergier en su apoyo. Voy a dar
una idea de lo que se les debe.
Las comunidades religiosas, bajo las reglas que han estado hasta hoy son
en todos conceptos perjudiciales, principalmente en una sociedad de hom-
bres libres en donde no se conoce más ley que la razón ni más equidad que
la justicia. Ellas perjudican en lo económico, en lo político y en lo religioso.
En lo económico, perjudican a la agricultura privándola de tantos brazos
útiles; a los propietarios, acumulando en uno solo las riquezas de muchos; a
la población con un celibatismo a veces temerario; a las artes y a la industria,
oponiendo trabas insuperables a estas fuentes de la riqueza pública. En lo
político, esas grandes corporaciones, esas verdaderas monarquías, cuyas leyes
se escriben en los Cielos, que tienen tanto poder e influjo en el orden civil y
religioso, incorporadas en las sociedades, son capaces de muchos males, y los
han causado aún en las monarquías que tienen un interés en sostener. ¿Qué
será pues en la República, que en lugar de encontrar apoyo sus exenciones y
privilegios desaparecen a presencia de la igualdad legal? Esas grandes dis-
putas de la antigüedad sostenidas por muchos siglos que han arruinado los
Estados, y han comprometido la Iglesia; que han confundido la doctrina,
obscureciendo las luces ocupado los entendimientos con ideas abstractas, han
sido sostenidas la mayor parte por los Monjes, como los Entiquianos, los
Nestorianos, los Monotelitas, los Patripacianos y otras tantas sectas que no
pudieron sostenerse tanto tiempo si no es por un espíritu de corporación. En

101
el orden religioso, según los principios de la Teología mística, para perfec-
ción de las virtudes no pueden hallarse en la multitud porque lo perfecto es
siempre lo más raro, y la Escritura dice: que son muy pocos los que andan por
este camino tan estrecho como justo, cuya verdad ha acreditado el tiempo, y
confirmado la experiencia que se tiene de los muchos vicios que se han refu-
giado en esas grandes comunidades religiosas que ha creado la superstición.
No han sido menos perjudiciales los Regulares a la ilustración por un
principio de interés personal. Hechos a vivir de la ignorancia, han tenido
especial cuidado de conservarla en los pueblos, acostumbrados a sacar las ma-
yores ventajas de la superstición, la han sostenido por muchos siglos, contra
los ataques de la filosofía a costa de millares de víctimas. Este monstruo hijo
de la ignorancia ha privado al mundo de los mejores sabios, persiguiéndolos o
asesinándolos. Sócrates fue sacrificado en Atenas, Demetrio Falerio desterra-
do, y encadenado Anaxágoras. Bacon fue perseguido en Inglaterra, y Servet
fue acusado en Francia, como mágico. Pero la superstición ha sido proscrita,
y la Religión, que por muchos siglos había sido desacreditada, y manchada
por el fanatismo con la sangre de un millón de pueblos sacrificados a su furor
ha vuelto a ser, como en su primitivo origen, el iris de la paz y el más firme
apoyo de las virtudes.
Sin embargo, se puede decir con justicia: que desde el siglo V hasta el
XIV, que las letras casi desaparecieron de la patria de los Sénecas, de los Lu-
canos, de los Trajanos, de la de Recine, Newton, Cervantes y otros, y se vio
poblada por hombres que hicieron llamar Héroes, y escribir con sangre las
proezas de sus expediciones militares; cuando Roma fue ocupada y saqueada
por los Godos, Vándalos, Lombardos y Soldados de Belisario, incendiados
en Constantinopla los más bellos monumentos literarios de la antigüedad,
y destruida la famosa Biblioteca de Alejandría por el Califa Omar, cuyo he-
cho bárbaro fue explicado en parte por Aarón Alraschid, que restableció las
ciencias en el Oriente. En tiempo que los esfuerzos del genio sublime de
Carlomagno y del grande Alfredo, no pudieron lograrlo en el Occidente, las
letras hallaron acogida en los Monjes, de las que hicieron muy poco, un uso
generoso, que fue en muchas partes inútil por el tráfico vergonzoso que de
ellas hicieron los otros. Pero los nombres de los Regulares que vinieron de
España a América, no se hallan inscriptos en los primeros, y son muy raros
los que no están comprendidos en el número de los segundos.
Yo no sé, pues, cuáles son las ciencias que han trasmitido los órdenes
religiosos en España y en América. Si se deben tener por tales los que éstos

102
conservaron hasta la Edad Media, cuando el Clero secular iba a la guerra con
sus obispos, y bastaba saber para ordenar latina riter cantare, ¿cómo podrán
comprenderse los males que han causado a la humanidad con la conservación
de esta elegante algarabía que se pudo haber encomendado a los papagallos?
Me reasumo: no es ya, pues, una cuestión, siguiendo la alocución del
Padre Reyes, si los regulares de Centro-América han sido expatriados injus-
tamente, como el genio de la calumnia pretendía hacer creer, ni si carecían
de facultaos los que decretaron su expulsión y ocuparon sus temporalidades,
después de haber demostrado la mala conducta que observaron los unos y el
derecho de que hicieron uso los otros. Ni los grandes males que los frailes
han causado a la humanidad son un problema, desde que el buen sentido ha
podido penetrar el denso velo de la superstición que ocultaba sus misterios
a los ojos del sencillo pueblo. La pequeñez de la Imprenta, y mis deseos de
dejar una materia que sólo he tocado por necesidad, no me ha permitido dar
toda la extensión a mis ideas. Si soy excitado para ello, a pesar de mi aversión,
las desarrollaré a presencia del público apoyándolas con los mejores auto-
res eclesiásticos y en los más acreditados publicistas: citaré infinitos hechos
particulares en que abunda la historia, que pondrán al descubierto lo que la
multitud ha ignorado hasta ahora.
Pero haría una injusticia a los verdaderos religiosos si no concluyese con
su apología. Esos pocos que han conservado hasta hoy intactas las buenas
costumbres en medio de la corrupción, y ocultado en su corazón los senti-
mientos más puros de la sana moral; que ha resistido a los atractivos de la
licencia, al mal ejemplo de sus prelados, y a las más fuertes excitaciones de
sus compañeros: debían existir en los lugares que han merecido aquellos que
teniendo acaso menos obstáculos que combatir, la fortuna y sus méritos han
colocado en medio de los Santos.

UN MILITAR

Francisco Morazán

103
104
TERCERA ETAPA

Presidente de la República Federal

105
-54-
Capitulación llamada de las “Vueltas de Ocote”, concertada con los habitantes del
Departamento de Olancho para lograr su pacificación.
Vueltas de Ocote 21 de Enero de 1830.

CAPITULACIÓN
Los pueblos de Silca, Jano, Laguata, Manto, Zapota, Gualaco, Yocón,
Catacamas, El Real, Juticalpa y reducciones de Guayape y Palo Atravesado,
obedecen al Gobierno Supremo del Estado bajo las bases siguientes:
1a.- Los habitantes del Departamento de Olancho y los de fuera de él que se
hayan mezclado en la guerra del mismo departamento, volverán a ocupar
sus casas y a hacer uso de sus propiedades.
2a.- Se garantizan las personas de los estantes y habitantes del Departamento
de Olancho y de fuera de él, que hayan tomado parte en la guerra que se
ha hecho en el mismo departamento, sea cual fuese la conducta que han
observado en ella, y estas garantías serán ratificadas por la Asamblea del
Estado entre ochos días contados desde la presente fecha.
3a.- Para reponer las pérdidas que han sufrido los expresados pueblos, se les
señala por cuatro años las rentas de alcabalas, aguardiente, tabacos y diez-
mos.
4a.- Por el término de tres años queda inhibidos absolutamente de todo ser-
vicio público, pecuniario y personal, y sólo prestarán este último en caso
que sea atacada la independencia nacional o por una potencia extranjera.
5a.- Para que sea gobernado este Departamento nombra el General Morazán
por Jefe Político de él, a ciudadano Gregorio Canelas, y por Comandante
de Armas del mismo, al ciudadano Concepción Cardona.
6a.- Estas autoridades deberán existir en el pueblo de Manto.
7a.- La autoridad militar del Departamento nombrará los Comandantes lo-
cales de cada pueblo, los que le estarán subordinados.
8a.- Los pueblos de Silca, Jano, Laguata, El Real, Juticalpa, Manto, Zapota,
Gualaco, Catacamas, Yocón y reducciones de Guayape y Palo atravesado
pondrás todas las armas que tengan a disposición del Comandante Gene-
ral del Departamento, y éste las depositará en una pieza del pueblo a que
pertenezcan, quedando inmediatamente a las órdenes del Comandante
local del mismo pueblo.
9a.- Las armas que existen en los Dos Ríos, el Rucio, Lepaguare y Guayape,
quedarán en Palo Atravesado, siendo facultad del Comandante General

106
del Departamento el nombramiento del Comandante local que se haga
cargo de ellas para que las deposite.
10.- Los pueblos de Silca, Jano, Laguata, Manto, Zapota, Gualaco, Cataca-
mas, Yocón, El Real, Juticalpa y reducciones de Guayape y Palo Atrave-
sado prestarán su obedicencia al Gobierno Supremo del Estado de Hon-
duras, tan luego como sea ratificada por la Asamblea esta capitulación, y
en dicho tiempo repetirán este acto de obediencia las Municipalidades de
éstos, por medio de actas.
11. El individuo que reconvenido por su respectivo Comandante, no quiera
entregar las armas de fuego que porte, quedará excluido de esta capitula-
ción.
12. No tendrá lugar en el Departamento de Olancho, ni en aquellos pueblos
fuera de él, que se hayan mezclado en la guerra que se ha hecho en el
mismo departamento el Decreto de la Asamblea del Estado de 10 de
Junio último, y el General Morazán pedirá de la misma Asamblea, su
renovación en esta parte.
13.- El General dejará libre el Departamento de tropa, tan luego como en-
cuentre bagajes.
14.- El individuo que insulte de palabra a otro por el resentimiento que haya
hecho nacer la guerra, será castigado con un año de presidio en el Castillo
de San Felipe.
15.- El que lo agraviare de obra, hiriéndole o maltratándole, quedará sujeto a
las penas señaladas por las leyes.
16.- Este convenio será ratificado por la Asamblea en el término de ocho días,
contados desde esta fecha y en el de seis por los respectivos pueblos del
Departamento.
17.- La infracción de cualquier de los artículos de este convenio por las partes
contratantes, lo hará nulo y de ningún valor. -VUELTAS DEL OCOTE.

Firmado. -Francisco Morazán. -Concepción Cardona, comisionado por


Gualaco. Vicente Martínez. Juan Cardona, comisionado por Manto. - Des-
iderio Escobar, comisionado por Catacamas. -Francisco Meza, comisionado
por Zapota. - Pablo Urmeneta, comisionado por Silca. - Santiago Zelaya,
comisionado por Guayape y Palo Atravesado. - Por el comisionado Gregorio
Matute, de Jano, Vicente Martínez.

Conforme fecha tu retro.


Francisco Morazán
107
-55-
Manifiesto a los habitantes del Departamento de Olancho
llamándolos a la reconciliación.
Tegucigalpa 6 de Febrero de 1830.

FRANCISCO MORAZÁN
A los habitantes del Departamento de Olancho

CIUDADANOS: al asegurar la paz de esos pueblos he cumplido con mi


deber y he llenado vuestros deseos. No he querido valerme de vuestra desven-
tajosa situación para sellarla con el peso de condiciones gravosas, que al paso
que se admiten por necesidad y se rompen a la primera ocasión: no hacen más
que fomentar las llamas del resentimiento que ocultan bajo las apariencias de
un corazón tranquilo y convencido, y más bien habré traspasado los justos
límites de la generosidad con mis ofertas que los altos poderes del Estado se
han dignado ratificar con gusto. He hecho más: os he permitido aún aquello
que no os atrevíais a pedir por la dificultad de que se os concediera; todo con
el objeto de haceros sentir los bienes que puede proporcionar un Gobierno
benemérito y paternal, y dar a éste nuevos títulos de justicia para que descar-
gue todo el peso de su poder sobre aquellos que abusen en lo sucesivo de su
generosidad.
CONCIUDADANOS: de los hechos se forma la ciencia donde apren-
den los pueblos a conocer lo que les aprovecha; y los del Departamento de
Olancho han recibido en la revolución una de las más fuertes lecciones que
da la experiencia a los que ciegos desprecian la opinión general. Si en las gue-
rras civiles se tiene por enemigos a los neutrales en las que se da la Nación,
se sobreponen a las Leyes y se quieren erigir en los tiranos del pueblo, deben
tenerse por delincuentes.
COMPATRIOTAS: vuestra ruina hubiera sido completa si aún conti-
nuárais obstinados en no obedecer al Gobierno. Ved los inmensos perjuicios
que os ha causado esta conducta, y no olvidéis quienes son sus autores.
Si aún no se han extinguido entre vosotros los enemigos del orden y los
seductores de la inocencia, no deís oídos a sus perversas proposiciones; con-
testad a los que os la hagan: “Acabamos de ocupar nuestras casas que hemos
levantado a costa de grande sacrificios y trabajos y aún existe el fuego en los
fragmentos de las que se dieron a las llamas, que nos habían costado no me-

108
nos sacrificios: ¿y ya queréis nuevamente el incendio sobre nuestras recientes
habitaciones y obligarnos a ir a habitar otra vez con las fieras? Aun no se han
enjugado nuestras lágrimas, no se ha enfriado la sangre de nuestros hijos
sacrificados por vuestra causa;? y ya queréis que se sacrifiquen nuevamente
los únicos que nos han quedado, al monstruo horrendo de la guerra, obli-
gándola a levantar sus armas contra el autor de la felicidad que disfrutamos?
Aun se quejan nuestras familias de las enfermedades que contrajeron en la
intemperie de las estaciones; ¿y ya queréis que adquieran otras nuevas en los
desiertos? Aun no alcanzan los pocos bienes que poseemos para alimentarlas,
¿y ya queréis que los abandonemos y nos sujetemos a la mendicidad? Aun
suena todavía en nuestros oídos el solemne juramento de obediencia dimos a
un Gobierno, que olvidándose de los extravíos a que nos condujeron vuestros
consejos nos concedió más de lo que deseamos, ¿y queréis ya que con nuestro
perjurio hagamos levantar sobre nuestras cabezas la espada vengadora de la
justicia de que está armado el brazo del que vamos a insultar con nuestros
crímenes? ¡No! Monstruos, enemigos del hombre en sociedad; no seduciréis
otra vez nuestra inocencia; no alteraréis más nuestra quietud; no atraeréis ya
sobre nosotros los males de la guerra; nosotros denunciaremos vuestros deli-
tos y el Gobierno sabrá castigarlos”.
PUEBLOS: He aquí la conducta que podéis observar si deseáis una paz
sólida y duradera; tal es el lenguaje de que debéis usar con los enemigos de
vuestra quietud; este es el verdadero modo de castigar a los trastornadores
del orden público, y el que asegurará vuestra felicidad, afirmará la paz que
os ha costado tantos sacrificios y os hará acreedores a la consideración del
Gobierno.

Francisco Morazán

109
-56-
Carta al Excelentísimo señor don Lucas Alamán, Secretario de Estado y del Despa-
cho de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos Mexicanos, sobre la necesidad de
unión entre los países para atajar la posible expedición española hacia América.
Comayagua 18 de Marzo de 1830.

NO CABE ya ninguna duda de que se prepara una nueva y fuerte expe-


dición contra la América, alentados sus enemigos seguramente, por las tris-
tes desavenencias que han trastornado su orden interior. Ellos calcularon su
primera tentativa sobre la división en que creyeron encontrar esa República;
y aunque el fracaso debió habérseles hecho conocer que, cuando se trata de
defender su independencia comprada a costa de Sangre y dolorosos sacrifi-
cios, los mexicanos, olvidando todo sentimiento, no tienen otra pasión que la
libertad de su Patria, sus enemigos son incapaces de penetrarse de esa verdad
aunque la han palpado muy a su costa.
Persuadido, pues, mi Gobierno, de que la unión entre las dos repúblicas
las hará más inaccesibles a la fuerza española, ofrece desde luego, al de esa
nación, en el caso de ser atacado, todos los auxilios de que puedan ser sus-
ceptibles los recursos de Centro América y aunque resentida todavía por la
guerra civil que acaba de sufrir y la que hizo retroceder en su marcha política,
mi Gobierno está en aptitud de reunir sus fuerzas a las de esa República para
sostener su cara independencia.
Sírvase aceptar las consideraciones más distinguidas que me merece y
con que soy de Ud. su atento servidor.

Francisco Morazán

110
-57-
Oficio dirigido al Ministro general del Supremo Gobierno de Honduras sobre el casti-
go empleado sobre los opotecas y la necesidad de refrenar a los que irrespetan las leyes.
Comayagua 20 de Marzo de 1830.

“Comandancia General del Ejército pacificador. Ciudadano Ministro


General del Supremo Gobierno de Honduras.

Los opotecas fueron los primeros que en el año de 1825 dieron el grito
de rebelión, y negaron la obediencia a las autoridades legítimas del Estado,
uniéndose al Comandante Milla, agente de la aristrocracia de Guatemala,
para cometer bajo los auspicios de la fuerza de su mando el incendio y sa-
queo de esta ciudad. La mala conducta de Milla le quitó prestigio que había
adquirido entre sus partidarios, y los esfuerzos de los amigos del pueblo que
supieron inflamar el espíritu de los descontentos, y excitar el patriotismo de
los oprimidos les proporcionó una fuerza con que pudieron otra vez levantar
el estandarte de la libertad. Y los apotecas que se hallaban con las armas en
las manos, corrieron la suerte de su caudillo, y habrían sufrido el castigo que
merecieran encontrado la impunidad de sus crímenes en la benignidad de
los nuevos gobernantes que les garantizaron sus personas e intereses, y les
dispensaron las consideraciones que no merecían.
Pero esta conducta, que en otro hubiera excitado la gratitud y el reco-
nocimiento, y les habría recordado continuamente su deber y su juramento,
produjo en ellos lo que en los delincuentes la impunidad; la repetición de
sus antiguos crímenes, y la perpetración de otros nuevos, o lo que la indul-
gencia influye en las almas mezquinas, que no conocen la gratitud, y ven
siempre el buen trato que se les dispensa, como el resultado del miedo o de
la debilidad.
Los opotecas, olvidándose de sus compromisos, levantaron por segunda
vez la armas contra el Gobierno, cuando éste hacía cobrar las suyas en punto
más interesantes. El buen éxito le desembarazó de enemigos más temibles, y
pudo dirigirse a castigarlos. Pero después de vencidos hicieron olvidar a las
autoridades con especiosas protestas de sumisión, el deber que les imponían
las leyes, por atender a los impulsos de su generoso corazón. Los opotecas
fueron indultados, y su fingido arrepentimiento duró el tiempo que se halla-
ron en la impotencia de obrar. Sus insultos y amenazas descorrieron otra vez

111
el velo que ocultaba su perfidia; y el Gobierno por un exceso de generosidad
dejó sus delitos impunes con la repetición del indulto.
Semejante conducta persuadía que muy pronto darían otra prueba de su
ingratitud, y los hechos confirmaron esta verdad. Los opotecas por la cuarta
vez desconocieron a la primera autoridad del Estado, sin esperanza de que sus
excesos fuesen olvidados con el triunfo del partido a que pertenecían, porque
ya había desaparecido. No se contentaron con esto, ni con repetir sus malda-
des; cometieron otras nuevas, que dieron a conocer el verdadero motivo de su
reincidencia; y a la nota de rebeldes que justamente merecían, añadieron la de
ladrones a que se hicieron acreedores por su comportamiento.
Ellos robaron varios cargamentos de comerciantes de este Estado y del
de El Salvador a pretexto de interceptar la pólvora que conducían; ellos sa-
quearon a los indefensos vecinos de esta ciudad más de cuarenta mil pesos, y
no se escaparon a su codicia ni los miserables pueblos del Valle, que habían
manifestado su adhesión al Gobierno en otro tiempo: ellos asesinaron a va-
rios de sus hijos: y amenazaron con el incendio y la muerte a los de otros pue-
blos, que no quisieron cooperar a sus siniestras miras; ellos, en fin, cometieron
otros excesos, que daban a conocer que una mano amaestrada en el delito, y
familiarizada con el crimen, dirigía sus pasos, e influía en sus acciones. Esta
era la del Padre Rivas, cómplice en el asesinato intentado con el ex Jefe Ciu-
dadano Dionisio de Herrera y su inocente familia, según varios datos, que no
dejan nada que dudar, e inventor de otros vicios nada comunes que se han
ejecutado bajo sus órdenes.
¿Quién habría vacilado un momento en obrar hostilmente contra los
opotecas después de haber observado una conducta semejante? Solo el Go-
bierno de Honduras. Este quiso por última vez agotar todos los medios que le
sugirió la prudencia, y hacer uso de su generosidad convidándolos con la paz,
y ofreciéndoles garantías de seguridad. Sin embargo, los opotecas a todo se
negaron, y quisieron remitirse a la decisión de las armas, por ver si el triunfo
les ponía a cubierto sus maldades, y les proporcionaba la ocasión de cometer
otras nuevas. Pero la suerte, cansada de protegerlos, fue esta vez enteramente
contraria a sus deseos, y sufrieron una derrota completa, y el exterminio de
todos los graneros que tenían para alimentarse, pues trataban de defenderse
confiados en lo inaccesible de su posición, y en la indulgencia del Gobierno.
Este, que había aprendido por una corta experiencia a conocerlos, quiso
que no quedasen impunes sus delitos, para satisfacer a los justamente agra-
viado y para dar una idea de la suerte que correrían los pueblos que en lo

112
sucesivo quisieran trastornar el orden público, y particularmente los que se
atrevan a reincidir.
Cuarenta y un hijos de Opoteca y de otros pueblos de la circunferencia,
de los más delincuentes, han sido sentenciados a prestar sus servicios milita-
res por cinco años en el Castillo San Felipe, y el Padre Rivas ha sido destina-
do al mismo punto por igual tiempo en calidad de reo. Todos han marchado
ya a su destino y en breves días se hallarán sufriendo su castigo, en que tiene
menos parte la justicia que la humanidad.
Yo deseo que los pueblos del Estado, no olvidándose de la suerte que ha
tocado a los opotecas por sus delitos, se preciaban de merecerla, poniéndose
en derredor de un Gobierno que ha sabido distinguirse por su prudencia,
moderación y justicia, y que en los sucesivo hará sentir todo el peso del Poder
que le dan las leyes, a los que abusan de su generosidad.
Al dar a Usted este parte del modo como he cumplido con mi deber, y
con los deseos del Supremo Gobierno y del uso que he hecho de las faculta-
des extraordinarias que se me han concedido para pacificar el Estado, que se
servirá elevar al conocimiento del ciudadano Consejero encargado del Ejecu-
tivo, le suplico se digne admitir las consideraciones de mi afecto y deferencia.

Dios, Unión, Libertad.


Francisco Morazán

113
— 58 —
Manifiesto a los habitantes de los pueblos de Honduras, acerca del
cumplimiento de las leyes, de la defensa de la paz por el pueblo y de las
contribuciones de los ciudadanos para el sostén del Estado.
Tegucigalpa, 4 de Mayo de 1830.

Nuestra gloriosa revolución de independencia volvió a la Provincia de


Honduras la libertad de que la habían despojado, y a sus habitantes el dere-
cho de constituirla en estado independiente bajo un sistema federativo.
El ha sido acordado, no por el capricho de La déspota, ni por las ambi-
ciosas miras de una facción, sino por el voto libre y espontáneo del pueblo
soberano, expresado por el órgano de sus representantes, autores de la Cons-
titución que nos rige.
Esta carta fundamental, que manda respetar los derechos más sagrados
del hondureño, designa al mismo tiempo los que deben velar sobre su conser-
vación, y establece entre las autoridades y el pueblo una obligación recíproca.
Exige de las primeras el cumplimiento de las leyes, que garantizan la
libertad, la igualdad, la seguridad, y la propiedad del ciudadano. Demanda del
segundo, obediencia a estas mismas leyes, sus brazos, y una pequeña parte de
lo que posée. Los brazos se ocupan en tomar las armas cuando es atacada la
independencia Nacional por enemigos exteriores, cuando una facción ame-
naza al Soberano, o a las autoridades elegidas por éste. Las contribuciones
se destinan a satisfacer los moderados sueldos de los funcionarios que están
encargados de llenar las necesidades del pueblo, de cuidar sus derechos, y del
aumento de sus riquezas.
Si todas las autoridades faltan a su obligación, la libertad peligra y los
que componen la sociedad se hallan en el caso de recobrar la facultad que
delegaron en los que han abusado del poder.
Si el pueblo niega sus brazos, y no paga las contribuciones, los funciona-
rios dejan de existir, la ley es hoyada, el ciudadano no tiene quien haga respe-
tar sus derechos, el malvado comete impunemente toda clase de crímenes, el
orden se trastorna, el pacto se disuelve, y la patria desaparece.
Es necesario, pues, que cada ciudadano contribuya, si desea vivir en paz,
y quiere gozar de garantías en su persona y propiedad. El dar una pequeña
parte de ella es un interés particular suyo, porque ésta moderada cantidad con
que contribuye, se emplea en los que sostienen el orden público. El negarse
a franquearla, es obrar sin conocimientos; es preparar los materiales que van
114
a ocasionar su ruina; es trastornar este mismo orden que asegura lo que más
aprecia el hombre honrado. La guerra será sin duda el funesto resultado de
esta conducta, y el que ha cooperado a ella con negar en tiempo a la autoridad
una mezquina parte de lo que posee, verá pasar el todo de sus bienes a manos
del tirano ambicioso, o del charlatán aspirante.
La Asamblea Ordinaria queriendo prevenir estos males, ha acordado que
los habitantes del Estado den una sola contribución anual. Este sacrificio que
exige el Cuerpo Legislativo al pueblo hondureño, es muy moderado. Si él
llenara las necesidades actuales: si produjera la cantidad que baste a satisfa-
cer la lista de empleados civiles y militares, que según la ley decretada por la
Asamblea Constituyente en 22 de Noviembre de 1825, asciende a 792.294
pesos anuales, y el cupo con que debe contribuir el Estado a la Federación,
nada había que desear. Pero la Asamblea no pudo reunir los datos necesarios
al decretarla, en circunstancias que el Estado se hallaba a peligro de disolverse
por falta de hacienda y que las rentas antiguas, criadas bajo un sistema com-
pliado; y monstruoso, se habían hecho insignificantes. Por estas razones, la
contribución que se va a exigir, es suceptible de un aumento proporcionado a
llenar el déficit que se advierta entre lo que ella produzca, y lo que se necesite
para cubrir los gastos generales.
Tanto menos gravosa es la contribución decretada, cuanto mayor es la
cantidad que dejan de satisfacer los hondureños, con la abolición de las rentas
de tabaco, aguardiente, alcabala interior y papel sellado.
Por la alcabala interior se exigía al propietario el 4 por ciento cada vez
que introducía nuevos artículos en el Estado; y por la única contribución
sólo se le señala el uno cada año. Por la libra de tabaco se pedía a este, al
artesano, y jornalero, 6 reales, cuatro por la botella de aguardiente, y de
cuatro reales hasta 16 pesos por el pliego de papel sellado: y por la única
contribución sólo se les asignan 2 pesos anuales al artesano, y al jornalero
uno quedándoles a todos la libertad de comprar el tabaco, el aguardiente, y
papel común, a los precios más cómodos, o de sembrar el primero y sacar
el segundo.
Es decir que las contribuciones indirectas, que se han exigido hasta hoy
en la alcabala interior, tabaco, aguardiente, y papel sellado, obligaban a pagar
al ciudadano más pobre del Estado; lo menos diez pesos anuales; y la úni-
ca contribución decretada por la Asamblea sólo exige 8 reales en el mismo
tiempo, quedándole a beneficio de su casa 9 pesos para emplearlos en sus más
urgentes necesidades.

115
Conocidas en los pueblos las ventajas que se van a reportar con la abo-
lición de las rentas antiguas, y establecimiento de la nueva, solo resta que los
jefes intendentes, y municipales, penetrados de ellas, cooperen por su parte a
que se cobre con exactitud la contribución decretada por el Cuerpo Legislati-
vo en 28 de abril del año pasado, como la única que va a cubrir las necesidades
que en el día afligen al Estado. Me persuado que todos los ciudadanos que
han sido testigos de los males que ha causado en las propiedades la guerra que
acaba de concluir, se interesarán en asegurar la paz, dando a las autoridades
lo que necesitan para conservar el orden y afianzar sus derechos más caros.

Francisco Morazán

116
— 59 —
Ley sobre la protección de los establecimientos de enseñanza pública.
Tegucigalpa 9 de junio de 1830.

EL JEFE SUPREMO EN QUIEN RESIDE EL PODER EJECUTI-


VO DEL ESTADO DE HONDURAS UNO DE LOS FEDERADOS
DE LA REPUBLICA DE CENTRO AMERICA.

CONSIDERANDO

Primero: que la propagación de las letras es uno de los principales y más


interesantes objetos que llaman su atención y cuidado, protegiendo los esta-
blecimientos de enseñanza pública por cuantos medios estén a su alcance y
las circunstancias permitan, hasta ponerlos en un estado capaz de producir
los hombres ilustrados que deben dictar leyes al pueblo centroamericano, di-
rigir los destinos de la patria, dirigir las diferencias domésticas de sus hijos y
comandar sus tropas, destinadas a defender la independencia, la integridad de
la nación y las libertades públicas;
Segundo: que para conseguirlo es necesario comenzar por arreglar las es-
cuelas de primeras letras sistemando su enseñanza de una manera que pueda
producir los efectos benéficos con que se establecieron:
Tercero: que esto sólo puede lograrse por medio de un plan general que
al mismo tiempo que destruya los funestos abusos que ha introducido la ig-
norancia, se señalen en él los libros en que debe adquirir la juventud sus
primeras ideas., y
Cuarto: que éstas deben comunicarse por hombres aptos, de buenas cos-
tumbres y adictos al sistema; DECRETA
1°- Pídase por medio de los Jefes Intendentes una relación exacta del
número de escuelas de primeras letras que existan en cada departamento, de
los pueblos que no las tienen y sus causas: del método con que se enseña en
donde las hay; de los fondos con que se cuenta para los gastos y pago de los
maestros, y de las cantidades señaladas a cada una de ellas.
2°- Póngase todo en conocimiento de la legislatura, haciendo las obser-
vaciones convenientes en virtud de los datos que reúnan los jefes políticos.
3°- Entre tanto se reúne el Cuerpo Legislativo y se ocupa de acordar el
mejor arreglo de las escuelas de primeras letras, el gobierno dictará con este

117
interesante fin todas las providencias que estén en sus facultades y convengan
a su perfección.
Lo tendrá entendido el señor Ministro General para su puntual cumpli-
miento y hará se publique y circule.
Dado en Tegucigalpa, a 9 de junio de 1830 —Francisco Morazán. —Al
ciudadano Liberato Moncada.

118
— 60 —
Contestación al Presidente del Congreso Federal, en el acto de tomar posesión
del Poder Ejecutivo,
Guatemala 16 de Septiembre de 1830

“Los centroamericanos han practicado uno de los actos más dignos de su


soberanía, nombrando el que debe colocarse en el Poder Ejecutivo Federal,
y yo tengo el honor de haber sido el depositario de su confianza. Confianza
tanto más respetable y sagrada para mí, cuanto es de grande y temible a los
celosos ojos de la Nación. Después de los inmensos peligros a que se vio ex-
puesta en las manos del primer elegido del pueblo.
No era posible prometerme en las varias posiciones en que me colocaron
los diversos acontecimientos de la revolución que terminó en 1829, que mis
pequeños servicios llegasen a merecer la confianza con que me han honrado
los Estados prefiriéndome a sus hijos más beneméritos.
Cuando abracé la causa común, no existía un solo principio de esperanza,
si no es para aquellos que desean morir en defensa de la ley. La República se
hallaba envuelta en una guerra insensata y fratricida, desacreditando el nom-
bre centroamericano, sin mancilla hasta entonces, pronunciando después con
desprecio por los enemigos de su engrandecimiento, y próximo a sepultarse
en las ruinas de la patria ese puñado de valientes defensores de la libertad,
que, arrastrando toda clase de peligros para salvarla, supo arrancar con la pal-
ma de la victoria a los enemigos, y reivindicar el honor nacional.
Estos hijos predilectos existen entre nosotros, en unión de otros muchos,
cuyo mérito conocido e ilustración acreditada en diversos tiempos, ha justifi-
cado que son más dignos que yo de merecer la confianza que se me dispensa,
y capaces de gobernar, principalmente en tiempos peligrosos.
Esta satisfacción, la mayor a que puede aspirar el ciudadano que se in-
teresa en la felicidad de su patria, será siempre muy lejos del que se halle
colocado en mis circunstancias. Aun aquellos que poseen los profundos co-
nocimientos que constituyen la difícil ciencia del gobierno, han desacreditado
muchas veces esos descubrimientos que pasan ya como verdades, cuando no
han consultado con la experiencia para su aplicación. El pueblo soberano,
sin embargo, me manda colocarme en el más peligroso de sus destinos, y
debo obedecer sus respetables preceptos, y cumplir el solemne juramento que
acabo de prestar en vuestras manos. En su observancia ofrezco sostener a
todo trance la Constitución Federal que he defendido como soldado y como
119
ciudadano. Ella establece como una de sus bases la Santa Religión de Jesu-
cristo. Esta ha triunfado del fanatismo que la desacreditaba, y muchos de
sus ministros excitaban en su nombre a la matanza y a la destrucción, han
justificado con su conducta, la providencia que los separó de la República, y
han descubierto, desde el lugar de su destierro, las miras criminales del tirano
español a quien servían. La religión se presenta hoy entre nosotros con toda
su pureza, y sus verdaderos enemigos que la tomaban en sus labios para des-
acreditarla no la harán aparecer ya como el instrumento de las venganzas. Yo
procuraré que se conserve intacta, y que proporcione a los centroamericanos
los inmensos bienes que brinda a los que la profesan. Las comunicaciones que
van a establecerse con la Silla Apostólica, aquietarán las conciencias de los
verdaderos creyentes, y harán cesar la orfandad en que se halla nuestra iglesia.
Las relaciones exteriores se conservarán y aumentarán en razón de su
utilidad, procurando siempre que el orden interior, y los progresos del sistema
hacia su perfecta consolidación, faciliten las que deben tener por resultado el
reconocimiento de la independencia, el aumento del comercio, de la riqueza
y de la población. Con este interesante fin, nuestras leyes llaman al hombre
ilustrado e industrioso, sin examinar su origen, ni su religión el centroameri-
cano lo recibe con sus brazos abiertos, y el Gobierno lo protege.
La alianza de los pueblos americanos, aunque se ha frustrado hasta aho-
ra, no está lejos el momento de ser puesta en práctica esta combinación admi-
rable. Ella hará aparecer el nuevo mundo con todo el poder de que es suscep-
tible por su ventajosa posición geográfica e inmensas riquezas, por la justicia
de los gobiernos y por la identidad de sus sistemas: por su crecido número de
habitantes y, sobre todo, por el común interés que los une.
El ejército que debe conservar el orden interior y defender la integridad
de la República, procuraré que sea capaz de llenar estos dos objetos grandes.
Se perfeccionarán las fortalezas de los puertos y se pondrán éstas en el mejor
estado de defensa.
La hacienda pública ha podido cubrir hasta ahora la pequeña suma a
que ha sido reducida la lista civil y militar, en el tiempo que ha gobernado
mi digno antecesor, el Senador Ciudadano José Barrundia. Todo es debido
al sacrificio voluntario que a su generoso ejemplo han hecho de una parte de
sus sueldos el ejército. Pero no será posible que satisfaga en lo sucesivo los
gastos más precisos, si al mismo tiempo que se cree la fuerza que debe soste-
ner la independencia, se amortiza la deuda extranjera, origen en mucha parte
de nuestras desgracias, y se paga lo que ha sido necesario contraer para dar

120
la paz a la República. El arreglo de este ramo interesante exige la ocupación
exclusiva de los legisladores.
La instrucción pública que proporciona las luces, - destruye los errores
y prepara el triunfo de la razón y de la libertad, nada omitiré para que se
propague bajo los principios que la ley establezca. Por desgracia, hasta ahora
mucha parte de la juventud se ve entregada en manos de la ignorancia y de la
superstición. Los funestos vicios del sistema colonial se trasmiten entre no-
sotros, de padres a hijos, y el trastorno y las revoluciones que se han repetido
en los Estados desde su independencia, son la escuela en donde aprende a
conocer sus derechos esa desgraciada y preciosa porción de la República que
es la destinada a consolidar el sistema que nos rige.
Los diversos obstáculos que se han opuesto hasta ahora a las miras be-
néficas de los que han intentado dar a la industria la protección que merece,
es tiempo ya de removerlos; nada omitiré, que se halle en mis facultades, para
mejorar es te ramo interesante y para darle impulso al mismo tiempo que a
todo lo que sea de utilidad general.
Tal es la apertura del canal en el Istmo de Nicaragua. Esta obra grandiosa
por su objeto y por sus resultados, tendrá el lugar que merece en mi consi-
deración, y si yo logro destruir siquiera los obstáculos que se opongan a su
práctica, satisfaceré en parte los deseos de servir a mi patria.
Cuando una nación llega a sufrir grandes revoluciones y trastornos en su
orden interior, sus más celosos hijos se dedican a examinar la causa que los
produjo; y los centroamericanos, animados de tan sublimes sentimientos, se
ocupan hoy en investigar el origen de los males que han afligido a la Repú-
blica.
A los legisladores toca removerlos y destruir los obstáculos que se opo-
nen a la consolidación del sistema. Desde Costa Rica hasta Guatemala, una
sola es la opinión, unos los sentimientos y deseos que animan a los centroa-
mericanos. Todos tienen fijas sus esperanzas en el primer poder de la Nación.
Todos, sin excepción, esperan que los ilustrados patriotas que lo componen
harán la felicidad general.
Los Representantes de la Asamblea Nacional Constituyente, al deter-
minar el carácter y fisonomía política del Gobierno que nos rige, trazaron
una senda segura a sus sucesores y proporcionaron al Congreso de 1830 la
gloria inmarcesible y pura de dar la última mano a la grande obra de nuestra
legislación. Los sucesos lamentables e inopinados que han privado de este
honor a sus antecesores, al paso que obligan a hacer recordaciones sensibles

121
y dolorosas, presentan al mismo tiempo lecciones importantes, escritas en el
libro de una costosa experiencia. Si de ellos saben aprovecharse los legisla-
dores, evitarán en lo sucesivo su triste repetición, y fijando para siempre los
destinos de la patria, levantarán también un monumento hermoso del honor
y gloria a que son acreedores.
La independencia que se halla amenazada por el enemigo común, reci-
birá nuevas garantías y seguridades. Los pueblos que han sabido sostener la
libertad, cuando el pacto social se veía disuelto a esfuerzos de las intrigas y
maquinaciones de los enemigos del orden, sin regla fija que pudiese dirigir
sus pasos, y abandonados a sus propias opiniones y recursos, sabrán también
sostener la integridad de la República, bajo los auspicios de tan beneméritos
representantes, protegidos por este código sagrado, objeto de sus fatigas.
Si los centroamericanos logran satisfacer sus vehementes deseos, gozarán
sin duda del precioso fruto que les ha proporcionado sus desvelos. Y si yo soy
el elegido por la Divina Providencia para ejecutar los decretos que aseguren
la libertad y sus derechos de un modo estable, serán cumplidos mis ardientes
votos. Una ciega obediencia a las leyes que he jurado, rectas intenciones para
buscar el bien general, y el sacrificio de mi vida para conservarlo, es lo único
que puedo ofrecer en obsequio de tan deseado fin. Cuento para ello con los
consejos de mis amigos, con el voto de los buenos, y con la cooperación de
esos pueblos, cuyas virtudes cívicas y valor acreditado en las circunstancias
más difíciles, han formado ya una patria para los verdaderos centroamerica-
nos, y han dado lecciones tristes a sus enemigos, de que no se atenta centra
ella impunemente. Subo, pues, a la silla del ejecutivo, animado de tan lison-
jeras esperanzas.

Francisco Morazán

122
-61-
Carta a su amigo el ciudadano Presbítero Francisco Márquez, sobre asuntos de
curas y sucesos de Europa y México.
Guatemala 20 de Noviembre de 1830.

“Según usted me dice, la Asamblea hará las elecciones de Jefe. Ustedes,


pues, deben interesarse en que ésta sea buena.
“Me alegro que haga progresos la ley de casamientos de clérigos. Aquí el
Senado propuso al Congreso que la áeordase, pero en este poder no ha mere-
cido ningún lugar en la escala de los asuntos que deben tratarse.
“Sale por Trujillo el clérigo Alber. Es joven, de buenas maneras; lleva el
carácter de capellán; Usted le dará el de cura.
“La Europa se ha conmovido con el suceso de París. Los soberanos del
mundo antiguo se hallan en la dura alternativa de imitar a la Francia ha-
ciéndose constitucionales o de declararse la guerra. La situación de éstos y el
espíritu del siglo creo que los obligarán a adoptar, a su pesar, lo primero.
“México sigue en partidos. El del Gobierno sufrió un gran revés última-
mente, en el que murió el General Armijo. Colombia, la capital, está sitiada y
vuelve Bolívar a triunfar de sus enemigos.

Francisco Morazán

123
— 62 —
Carta a su amigo el ciudadano Presbítero Francisco Márquez, sobre ternos
políticos hondureños, rentas y conducta inculta de Mejía.
Guatemala 7 de Diciembre de 1830.

Mi querido amigo, contesto su grata de 24.


Es sensible que no se haya reunido la asamblea si los pliegos de elec-
ciones de jefe se abren por la ordinaria y a ella concurren los Diputados que
Usted me anuncia han salido electos, tal vez no representan a la mayoría de
los votos que tenga Rivera, ni otro que se le parezca. Este es un mal que es
preciso evitar, si aún se puede reunir la asamblea - Lindo, es, me parece, com-
prendido en el decreto de expatriación, no puede ser diputado.
Por todas partes veo elementos que se oponen a la consolidación del
sistema. Todos hablan de ellos, y ninguno da un paso para removerlos - Nos
hallarnos sobre un volcán cuya superficie pintoresca nos hace olvidar la reu-
nión de materias combustibles que se acumulan en sus entrañas próximas a
agitarse y a ser envueltos en su explosión.
Millón y medio de pesetas necesitan los Estados y la Federación para
existir económicamente: las rentas de unos y otros no llegan a la mitad, y es
necesario, o que reduzcamos nuestros gastos a nivel de las rentas que existen,
lo que es imposible, con el número de empleados que son necesarios en este
sistema, o que aumentemos las rentas hasta cubrir el déficit que se advierte,
lo que también es difícil, por la miseria en que se hallan nuestros pueblos, y
por las resistencias que oponen los aspirantes. Es necesario, o salir de esta
posición, o perecer.
He visto la inculta nota que pone a Usted Mejía a nombre del Arzobispo;
yo suplico a Usted que lejos de quedarse callado, la conteste en los términos
que merece o por lo menos que la ponga en conocimiento del gobierno para
que él acuerde lo conveniente; Usted sabe que desde que salió el Arzobispo
de la República, expiraron sus facultades, y que a la fecha que recibió Usted
dicha comunicación, ya se había declarado vacante la mitra arzobispal. En las
circunstancias en que se halla Honduras, si Yrias volviera a gobernar, causaría
indudablemente un trastorno, y nosotros seríamos los responsables.
Continúan muy buenas las noticias extranjeras. España, El Piamonte, y
la Holanda, han seguido el ejemplo de París, aunque sus reyes no han venido
abajo. En la Habana han causado una gran sensación.

124
La comunicación que se le remitió a Usted por el arzobispo, está fecha-
da en el mismo tiempo que la de Alcayaga; esta carta si habría venido a un
servil, la habría remitido a Usted en el momento, por el placer que tenía de
verlo a Usted depuesto. Yo creo que este documento ha estado en manos de
un liberal y que su fanatismo le ha obligado a remitirlo ahora después de las
ocurrencias de los matrimonios de los clérigos.
La María Josefa saluda a Usted y yo me repito su verdadero amigo que
besa su mano.

Francisco Morazán

125
— 63 —
Mensaje presentando al Congreso Federal,
al abrir las sesiones ordinarias.
Guatemala 12 de Marzo de 1831.

CIUDADANOS REPRESENTANTES:

Este es un día de gloria para la patria, y de luto, para los enemigos de su


engrandecimiento. En él abre sus sesiones la Representación Nacional y co-
mienza a perfeccionar la obra de sus dignos antecesores. Y este nuevo acto de
vida para los pueblos, llena de las más lisonjeras esperanzas a los que aguar-
dan de su sabiduría la consolidación de un sistema que va a poner el sello a la
felicidad de dos millones de habitantes.
Yo os felicito, ciudadanos Diputados, porque la confianza que habéis me-
recido de vuestros comitentes, os abre un vasto campo a la gloria; felicito a la
patria con la expresión más pura de placer; y me felicito a mí mismo como el
ejecutor de vuestras acertadas disposiciones.
Las épocas legislativas que han precedido a la guerra civil, son fecundas en
hechos, y abundan en sucesos que debieran borrarse de la historia de nuestra
gloriosa revolución. Pero ella las presentará a la posteridad con sus caracteres
distintivos, y denunciará los nombres de los que aparentando en sus labios de-
fender la libertad, han encendido hogueras en sus corazones para aniquilarla.
El tiempo que os ha tocado a vosotros, ciudadanos representantes, es el más
feliz que han disfrutado los pueblos desde su independencia: examinadlo.
La Asamblea Nacional Constituyente, para allanar el difícil camino de la
libertad a un pueblo que lo apreciaba ya como por instinto. y que acababa de
sacudir las cadenas del despotismo y de la tiranía: para levantar los primeros
fundamentos del edificio social, y abrir la senda de la inmortalidad a los repre-
sentantes dichosos que perfeccionasen la obra de nuestra regeneración política,
encontraron obstáculos difíciles de vencer, opiniones envejecidas que combatir
y una vigorosa resistencia en esos mismos elementos del sistema absoluto.
El mérito que contrajeron los primeros legisladores del pueblo, constitu-
yendo esta patria vacilante e incierta y dándonos el actual sistema de Gobier-
no, es acreedora a nuestra gratitud. Y es justo que alguna vez, en el santuario
augusto de las leyes donde se discutió y sancionó ese código sagrado, bajo
cuyos auspicios se reúne hoy la representación nacional, se honre la memoria

126
de sus dignos autores. -No es la exageración la que aviva los colores que em-
pleo en honor de sus virtudes y en obsequio de su mérito. No es la adulación
la que me obliga a consagrar estas páginas en su grata memoria. No es la voz
de la lisonja, ni la degradante apología de un esclavo arrancada por la tiranía
de su señor en elogio de las mismas cadenas que lo oprimen y martirizan.
Es la sincera expresión de la gratitud que no olvida los beneficios que recibe:
es la voz de la justicia que sabe apreciar y conocer el verdadero mérito: es el
grito de la libertad reconocida, que no es indiferente a los sacrificios de los
que se han dedicado a su servicio. Los que prestaron estos padres de la patria,
presentando el pacto solemne que organiza nuestra existencia social a la san-
ción del Congreso de 1825, estará siempre grabado en los corazones de los
centroamericanos.
Los Diputados del primer Congreso Federal, menos afortunados que sus
antecesores, vieron desaparecer el precioso tiempo de sus sesiones, sin que el
partido de oposición que se creó en su mismo seno, les permitiese llenar en
el todo sus primeros deberes. Y el triunfo que consiguieron algunos de sus
representantes sancionando la carta constitucional, fue el presagio triste de
una guerra que ha producido frutos de muerte a sus autores y ha anegado en
sangre a la República.
Los representantes de 1826, vieron analizados y detallados los males
que amenazaban a la nación. Pero lejos de intimidar corazones republicanos,
despertaron al contrario, la indignación, el entusiasmo y virtud de los que
quisieron mejor dejar de existir que humillar su frente ante sus orgullosos
adversarios y sacrificar los intereses de la patria. Y este Salón, que ha sido el
templo de la justicia y de la libertad, en donde se han discutido y sancionado
los derechos más caros del pueblo, se convirtió en una fuente fecunda de
males para la República. Agitadas las pasiones que se habían formado en los
debates de 1825, no tardaron en producir la sangrienta catástrofe que causó
males incalculables a la Nación y ocasionó la desgracia de sus autores.
Este mismo Congreso, restaurado por los heroicos esfuerzos del pueblo,
dio ejemplos de justicia, de virtud y de moderación. El, perdonando las vidas
de los que habían sacrificado a los más acreditados patriotas, aplacó sus ma-
les con este acto de generosidad que ellos habían repetido tantas veces en el
campo de batalla. Sin embargo, no han faltado plumas enemigas del orden
y de la felicidad general que han querido desacreditar sus servicios. Pero no
por esto son menos positivos sus actos generosos, de que son una prueba sus
mismos detractores, y los grandes bienes que ha hecho a la Nación, haciéndo-

127
la marchar tranquila a despecho de las pasiones y de las resistencias políticas
intestinas.
Si se comparan las épocas que acabo de referir con el actual estado de la
República, se advertirán grandes progresos en su marcha política; pero aun son
mayores los que presenta si nos referimos a sus últimas convulsiones intestinas.
Centro América, que desde 1827 hasta 1829 fue el teatro de la guerra
civil y ofreció en varios puntos de su territorio un apoyo a los autores de sus
desgracias, hoy es la mansión del orden y la patria de los amigos de la libertad.
Centro América, que en el mismo tiempo apareció como sorda a 1os gritos
de la razón, olvidada de sus deberes, y ocupada en sacrificios vergonzosos,
hoy se dedica a restablecer la confianza pública y el honor nacional. Centro
América, que extraviada del sendero de las leyes, e insensible a sus propias
desgracias, parecía destinada a ser el teatro de la venganza de los enemigos de
sus instituciones, y el oprobio de sus defensores, hoy se ocupa en conservar
los principios republicanos, y hará esfuerzos para consolidar su Gobierno. -
Si los autores de tantos males no hubiesen cedido al triunfo de la opinión
armada, la República habría perecido. Pero ella ha establecido al fin su noble
solio sobre las ruinas del despotismo y de la tiranía, haciendo desaparecer los
obstáculos y resistencias que originaron sus desgracias.
A vosotros, representantes dichosos, estaba reservada la gloria de coger
los hermosos frutos con que os brinda la experiencia de ocho años de infor-
tunios y vicisitudes. Examinad los males que han precedido a tan preciosa
adquisición, procurando obviarlos en lo sucesivo; y será tan útil para la Re-
pública, como honroso a vosotros mismos haberos sabido aprovechar de las
lecciones de la revolución.
A ese pueblo que todo lo ha sacrificado por conservar la Constitución
Federal que presento en este mismo santuario en señal de su triunfo, es a
quien vais a dar leyes. El sólo exige de vosotros que perfeccionéis la que se
dio en su Gran Convención Nacional, de un modo análogo a sus necesidades.
Su voz no es engañosa; sus deseos me son bien conocidos: sus sacrificios, su
constancia, sus triunfos y el objeto de ellos, ¿dejaría alguna cosa que dudar?
El cuadro de mi administración del tiempo que sirvo el Ejecutivo, os
dará idea del estado de la República. Vosotros sabréis conciliar la situación
del pueblo a quien vais a dar leyes, con sus más caros intereses, puesto que es
vuestra la obligación de conciliar su existencia política.
La gran Dieta Americana es el objeto exterior que merece un lugar dis-
tinguido por todos los que conocen el valor de esta concepción sublime del

128
genio colombiano; y ella será la que pongo con preferencia en vuestra consi-
deración.
El despotismo, para evitar su reunión y oponerse a los progresos de la
libertad, se ha disfrazado en el sacerdote de esta Diosa. Profanando su culto,
y destruyendo sus altares, se le ha visto muchas veces dirigir a un fin funesto
los destinos de las nuevas Repúblicas. Promoviendo las discordias domésticas
entre los ciudadanos, excitando la ambición en unos y el interés en otros, ha
prostituído su inocencia, y ha extraviado sus buenos sentimientos; ha querido
convertir en un crimen los nobles esfuerzos del pueblo por la libertad; y ha
llevado la anarquía y la desolación a las Repúblicas que han procurado darse
buenas leyes. ¿Pero que distinta hubiera sido la marcha de los Estados ameri-
canos si la gran confederación hubiese continuado en. Tacubaya sus sesiones
interrumpidas en Panamá? Entonces sus dignos representantes, desde el ele-
vado asiento en que les colocarán sus destinos, habrían sostenido los sagrados
derechos de las nuevas sociedades, presentando una muralla inexpugnable a
los enemigos de su independencia, habrían ocurrido a sus, necesidades, reu-
niendo en un punto común los intereses nacionales. Y constituyéndose jueces
mediadores en sus desavenencias externas y amigables pacificadores en sus
convulsiones y guerras intestinas, habrían destruído con sabiduría y pruden-
cia los obstáculos que se han opuesto a su marcha política, y hoy admiraría el
mundo los grandes resultados de esta feliz combinación.
Si estos son de tanto interés para los americanos, no deben arredrarnos
los obstáculos que nos han privado hasta ahora de sus goces. Y sería de de-
searse, que así como Centro América fue la primera que secundó las miras
del Gobierno colombiano en la reunión de esta célebre Asamblea, fuese tam-
bién la que excitase a todas las nuevas Repúblicas para que cooperasen a su
restauración.
Nuestras relaciones con el Rey de los Países Bajos son de mucho interés
para la República. El enviado por aquel Monarca cerca de este Gobierno, ha
manifestado los buenos sentimientos de su Soberano en favor de la prospe-
ridad de la Nación y sus vehementes deseos de proteger la apertura de un
canal en el Istmo de Nicaragua. Al efecto que se han establecido ya bases para
celebrar el contrato, y el agente que se va a nombrar con este objeto marchará
muy pronto a llenar su misión.
La imaginación más fecunda, el genio acostumbrado a calcular con exac-
titud grandes resultados, no podrá fijar los que va a producir la unión de los
dos océanos. El Monarca que desea proteger esta admirable empresa de interés

129
general, dará una idea al mundo de los sentimientos filantrópicos que lo dis-
tinguen de los que sólo aspiran a reinar para oprimir y esclavizar a los pueblos.
Con el mismo enviado por el Rey de los Países Bajos, se van a extender
las bases de un tratado de amistad, comercio y navegación sobre principios
de reciprocidad.
Existe en la República un Cónsul General nombrado por el Rey de In-
glaterra. Y sin embargo de que hasta ahora no se han celebrado ningunos
tratados con aquella Nación, nuestra política, que no nos inspira miras como
a enemigos de los Gobiernos que aun no se prestan a concedernos los fue-
ros de una Nación, admitirá sin repugnancia en su seno los Cónsules que
quieran enviarnos, puesto que nuestros puertos están abiertos a todo el que
quiera frecuentarlos y especular sobre las ricas producciones en que abunda
nuestro suelo. Así de hecho tendremos relaciones de un interés recíproco con
la grande e ilustrada Nación Inglesa y demás del antiguo Continente, y se es-
trecharán los, vínculos de amistad que el comercio tiene el don de establecer
entre pueblos diversos. El cambio que ha tenido la política en Europa y la
situación actual de la España, aleja los temores de una invasión de nuestros
antiguos dominadores en nuestro territorio. Y si aprovecharnos estas felices
circunstancias, ocupándonos en conservar la paz y en consolidar un Gobierno
que dé garantías y seguridades al sabio, al comerciante, sin humillaciones, el
reconocimiento de nuestra independencia.
Hace pocos meses que el heroico pueblo francés reconquistó sus dere-
chos usurpados por el poder y rompió los lazos que oprimían a varios pueblos
de Europa. Desde entonces concibió esperanzas el Ejecutivo de que esta gran
Nación protegiese la independencia de los nuevos Estados Americanos, y lo
manifestó el Congreso en 1830. Los resultados correspondieron a su confian-
za. Cuando se disponía la pronta salida del Enviado que debe pasar a Francia,
el Rey de los franceses ha hecho, por medio de un comisionado que ha tocado
en el puerto de Trujillo, la generosa declaratoria de reconocer nuestra inde-
pendencia y de estar dispuesto a celebrar un tratado de amistad, comercio y
navegación con esta República. La pronta salida del que se nombre con este
objeto, proporcionará a aquel Gobierno el hacer efectivos sus ofrecimientos
generosos, y a Centro América las ventajas de estrechar sus relaciones con
una nación que ha conmovido a la Europa con sus triunfos, y ha comunicado
el sagrado fuego de libertad a sus habitantes.
El Ejecutivo se promete los mejores resultados de las relaciones que se
van a establecer con la Silla Romana. Ellas tienen por objeto ajustar un tra-

130
tado que asegure los derechos de nuestra iglesia, y tienda a conservar en toda
su pureza la Religión Santa de Jesucristo, que tanto influye en la buena moral
que es el sostén de los Gobiernos republicanos.
Las relaciones de amistad y comercio con la República de los Estados
Unidos del Norte, no han padecido ninguna alteración. Y es de esperarse
que se aumenten cada día más, por la identidad del sistema de Gobierno que
han adoptado ambos pueblos, y las estreche el interés de sostener una causa
común. El Gobierno de aquella República mandó un Cónsul General que
ha dejado encargados en varios puntos de ella. El Ejecutivo ha nombrado un
Cónsul General que debe pasar a Estados Unidos de América.
Aún no se ha terminado la cuestión pendiente sobre límites con la Repú-
blica mexicana. Pero de los buenos sentimientos que animan a su Gobierno,
debemos prometernos una transacción amigable y justa.
La elección que este mismo Gobierno ha ofrecido hacer de un Ministro
Diplomático cerca del de Centro América, es la indicación más satisfactoria
que puede darnos de sus miras leales y amistosas.
Con el Gobierno de Colombia también tenemos pendientes el señala-
miento de los límites que dividen a ambas Repúblicas. Y por el tratado de
Amistad, Alianza y Comercio celebrado con aquella Nación, que ha sido
observado con religiosidad, debe terminarse amigablemente. Circunstancias
imprevistas lo han evitado hasta ahora; pero ellas van desapareciendo, y el
Ejecutivo, que conoce la importancia de este negocio, nada omitirá por su
parte para conseguirlo.
En las demás Repúblicas de América no se han establecido hasta ahora
convenios de ninguna especie. Pero las relaciones que se han tenido con unas,
y la paz que se ha conservado con todas, da una verdadera idea de los buenos
sentimientos de que se hallan animados sus respectivos Gobiernos.
Volved ahora, legisladores, vuestras miradas a la situación interior de la
República.
Si esta no tuviese enemigos que la desacreditasen en lo exterior, yo ex-
cusaría el hablaros de la paz, cuando vosotros mismos sois testigos de que la
disfrutan los centroamericanos. Pero es necesario satisfacer a las naciones,
presentándoles este acto augusto de vuestra instalación, como el feliz resul-
tado de una paz perfecta e invariable, que desmiente a nuestros detractores y
descubre sus siniestras intenciones.
No quisiera hablar de la educación de la juventud, si no es para presen-
tárosla en toda la perfección de que es susceptible. Pero uno de los mayores

131
males que ha ocasionado la guerra, ha sido el olvidarse de la más preciosa
parte de la República. Esta porción escogida para regir en algún tiempo los
primeros destinos de la Nación, se le ha visto muchas veces abandonada a su
propia suerte.
Lejos de adquirir virtudes republicanas, ha tenido ejemplos funestos en
esos monstruos de desorden, que nacen y mueren con las revoluciones.
Pero luego que desapareció la que ha afligido a Centroamérica, se ocupa-
ron sus autoridades de este interesante objeto. En San Salvador, en Honduras
y en Nicaragua se ha abierto diversas clases de enseñanza, y en Guatemala
y Costa Rica continúan las antiguas. En todas partes se establecen escuelas
de primeras letras, y en esta ciudad ha hecho grandes progresos la que se ha
creado bajo las reglas del admirable sistema de enseñanza mutua. Una ley que
arreglase la educación bajo unos mismos principios, influiría en sus progresos
y destruiría los obstáculos que se oponen a su perfección.
La falta de códigos que señalen a los jueces un modo sencillo y pronto
de juzgar a los delincuentes, y que establezcan al mismo tiempo penas pro-
porcionadas a los delitos, será siempre un grande obstáculo para administrar
la justicia.
Algunas de las leyes de circunstancias que se han dictado en varios Es-
tados, unidas a muchas de las españolas que aun rigen por nuestro mal, solo
han servido para oponer mayores obstáculos al justo magistrado. Haciendo
más difícil y complicada nuestra legislación, han cooperado a la impunidad
de los crímenes, y han prestado nuevos ensanches a la venalidad del mal fun-
cionario. Pero a pesar de esto, el orden y moralidad que se advierte en todos
los pueblos, da una verdadera idea de las virtudes de sus habitantes, y acredita
la probidad, prudencia y tino de los encargados de distribuir la justicia.
El Ejecutivo ha cooperado a la traducción del Código Livingston que
se está imprimiendo actualmente. Los Estados encontrarán en el un modelo
digno de imitarse en lo que no se oponga a nuestra ley fundamental, y se
acomode a las costumbres, hábitos y educación de nuestros pueblos.
Pero el establecer las bases de estos códigos sólo debió reservarse a los
legisladores de la Nación. Dejar a los Estados la facultad de formarlos sin
fijar los principios generales de que deben partir, es exponerlos a caer en
contradicciones que producirán vicios tal vez más perjudiciales que los que
se quieren evitar.
El decreto que dio la legislatura del año de 29, sobre expatriación de los
que fueron parte activa en la pasada revolución, ha hallado en la tolerancia del

132
Gobierno un óbice a su perfecto cumplimiento, y ya no es tiempo de que lo
tenga. No fue el bárbaro placer de la venganza el que lo dictó; fue la pruden-
cia y moderación de un Congreso generoso, tal vez ofendido, separándose de
la ley que señala el castigo que merecen los trastornadores del orden público;
fue la imperiosa necesidad de alejar por algún tiempo a los enemigos de la
República, para que no pudiesen repetir en ella sus sangrientas escenas. Y si
algunos de los comprendidos en este decreto, que existen entre nosotros, han
inspirado confianza al Gobierno con su buen comportamiento, deben conti-
nuar en el seno de sus familias, gozando de todas las garantías que conceden
las leyes a los centroamericanos, y abolirse en esta parte la que los condenaba
a expatriación.
Ha desaparecido ya el tiempo en que la necesidad de salvar a la patria hizo
verter tantas lágrimas; ha llegado la hora de enjugarlas a unos y se aproxima
la de otros. Haced que llegue pronto para todos, Ciudadanos Representantes,
consolidando antes la República de manera que los más acérrimos enemigos
de sus instituciones, perdiendo las esperanzas de trastornarla, se decidan de
buena fe a tributar su respeto a las leyes y a hacer sacrificios en su defensa.
La existencia de las autoridades federales en el mismo lugar en que resi-
den las del Estado, ha sido tal vez una de las causas que influyó en la guerra
civil, y será siempre un motivo fecundo en discordias. No basta la prudencia
para evitar el mal cuando tiene su origen en las leyes, ni alcanza a prevenir sus
funestos resultados una degradante condescendencia; son necesarias medidas
de otra especie que remuevan las causas que lo producen.
Al mismo tiempo que las leyes dan al Gobierno del Estado una absoluta
independencia en su régimen interior, encomiendan al Jefe de la Nación la
conservación del orden público en el lugar de su residencia. Estas autorida-
des independientes entre sí e investidas de una misma facultad, no están de
acuerdo por lo regular en el modo de ejercerla; su oposición produce contes-
taciones alarmantes, y resistencias de toda especie, y casi siempre se concluye
por trastornar ese mismo orden que se quiere conservar.
No son menores los males que causan a cada paso las fuerzas indepen-
dientes de la Federación y del Estado. Heridas y muertes son comunmente
los resultados de sus continuos choques; y si la prudencia de los Jefes militares
no hubiese mediado alguna vez en las riñas de los soldados, un rompimiento
general entre ambos cuerpos, habría ya demostrado, de un modo sensible, la
necesidad de colocarlos en poblaciones diversas. No son ideales los males que
manifiesto; una triste experiencia ha justificado su realidad.

133
Sólo el señalamiento de un distrito, en el que ejerzan exclusivamente su
autoridad los poderes de la Federación, podrá evitar estos males en lo suce-
sivo. Los experimentados hasta ahora han generalizado la opinión en favor
del distrito, y algunos de los Gobiernos de los Estados han manifestado ya
sus deseos de que se adopte. Pero sería de desearse que la adopción de esta
medida de interés común, fuese obra del convencimiento general.
El ejército se halla reducido en el día a un pequeño número, porque
la fuerza, que es el sostén de otros gobiernos, se hace insignificante y aun
perjudicial en una República que se conserva por la opinión general de sus
habitantes.
Las guarniciones de los puertos y fronteras también se han disminuido,
porque la situación hostil en que se halla la España, la hace olvidarse de su
soñada reconquista y da nuevas garantías a nuestra independencia.
Se ha creído conveniente poner una pequeña escolta en la isla de Roa-
tán para inspirar confianza a los pobladores. El número de estos se aumenta
considerablemente y la mano del labrador ha cogido por la primera vez los
abundantes frutos que le brinda este suelo privilegiado por la naturaleza.
En la boca del Río Ulúa existe también una guardia con el objeto de ce-
lar el contrabando, y el comandante de ella, que hace algún tiempo conserva
relaciones con los indígenas de la costa, ha logrado que más de cincuenta
familias vayan a poblar las márgenes del mismo río. Estos indígenas tan re-
comendables por su amor a la independencia, que se han burlado de todo el
poder de los españoles, prefiriendo la miseria a la esclavitud, hoy se presentan
voluntariamente a formar una sola familia con los centroamericanos, para
poder disfrutar de los bienes de la libertad, porque ellos han hecho ya tantos
sacrificios.
Cuando estaba amenazada la independencia por la desgraciada expedi-
ción española, que apareció en las costas del norte de México, el Ejecutivo
dio patentes de corso a dos buques extranjeros. Los beneficios que reportaba
entonces la República con esta medida son bien conocidos. Era necesario
hostilizar a los invasores, y tener noticia de sus movimientos y operaciones:
y este fue el objeto. Pero derrotada la expedición y pareciendo ya perjudicial
la continuación de los dos corsarios, tanto porque inspiraban desconfianza al
comercio, como por otros motivos no de menos consideración, el Ejecutivo
tuvo a bien recogerles las patentes.
Estos buques se sustituyeron con dos guarda-costas, que se ocupan en
celar el contrabando que se introduce a la República por ambos mares. Y los

134
que han hecho hasta ahora este comercio clandestino por los puntos despo-
blados que abundan en nuestras costas, no defraudarán ya impunemente los
derechos de la Hacienda Pública.
Las economías y mejoras que ha recibido ésta en el tiempo que sirvo el
Ejecutivo, son de bastante consideración, y serán mayores cuando se experi-
menten los buenos efectos que debe producir el nuevo plan de Hacienda. Sus
productos y los de algunos pequeños recursos extraordinarios, han bastado
hasta ahora a satisfacer la lista civil y militar, y a cubrir una parte considerable
del crédito nacional.
Pero cuando el gobierno tenga que aumentar sus gastos, ya sea por la
necesidad de levantar una fuerza mayor que la que existe actualmente, ya por
acabar de satisfacer la cuarta parte de los sueldos de empleados civiles, que
generosamente han dejado de percibir, o ya por pagar la deuda que ha con-
traído la República, echará menos la renta del tabaco que en algunos Estados
se han reducido a la más completa nulidad y advertirá la falta de estos en
remitir sus respectivos cupos.
Pero esta falta de los Estados no la ocasiona una resistencia a llenar en la
parte que les toca los gastos federales. Tiene precisamente su origen en que
los sacrificios que les ha causado la guerra civil, han disminuido sus rentas y
aumentado sus erogaciones. Muchos de sus contribuyentes han sido víctimas
de la revolución, otros han visto desaparecer su propiedad: y algunos que
llevaban antes las cargas del Estado reciben hoy de este las cantidades que se
les han señalado por inválidos.
Es de esperarse que cuando los gobiernos de los Estados hayan organi-
zado sus rentas, satisfagan religiosamente, a la Federación, las cantidades con
que deben contribuirle.
La deuda que ha contraído ésta con el extranjero es digna de la conside-
ración del Congreso. Ella asciende en el día a más de un millón de pesos, y
progresivamente se aumentará en razón del interés que devengue anualmen-
te. El gobierno se halla en el caso de mandarla liquidar, y examinar las faltas
que ha habido por parte de la casa prestamista, para que con conocimiento de
ellas, pueda el Congreso acordar el pago de la cantidad que sea legítimamente
reconocida y destine fondos productibles con este objeto.
La exportación de tabaco fuera de la República facilitaría sumas consi-
derables para cubrir este crédito. En la costa del Norte, y particularmente en
las márgenes del Río Ulúa, en donde ya se cultiva esta planta por el contra-
bandista, se podría establecer una nueva dirección de siembras o trasladarse

135
la de Los Llanos de Santa Rosa. El tabaco que produce aquel fértil territorio
es superior al de lztepeque y Copan, a pesar de la imperfección de su cultivo;
promete mayores ganancias al cosechero y no causa ningún flete de tierra en
su exportación a países extranjeros.
Ciudadanos Legisladores: os he dado ya cuenta del tiempo de mi admi-
nistración; los secretarios del Despacho os la darán detallada de todo el que
ha corrido desde la instalación del congreso de 1830. 
No encontraréis en ella proyectos grandiosos que sólo servían para des-
lumbrar aquellos que los examinasen a largas distancias. Porque a más de que
necesitan un genio privilegiado, ni serian practicables en las actuales circuns-
tancias de la República, ni existen facultades en el ejecutivo para decretarlos.
El primer deber de un gobierno que acaba de renacer de entre los escombros,
y ruinas de la anarquía, debe ser el de conservar la paz para que esta fuente
fecunda en bienes sociales, fertilice los campos devastados por la guerra civil;
y el de centro América tiene la dulce satisfacción de haberlo conseguido.
Vosotros, Legisladores supremos, proporcionaréis a los pueblos el goce de sus
preciosos frutos.
He cumplido con las obligaciones que me impone la ley como funciona-
rio público. Permitidme ahora descender de este lugar respetable, y recobrar
por un momento los sagrados derechos de hombre libre. Concededme unir
mis votos a los de ese numeroso pueblo que manifiesta en su semblante el
placer que disfruta en acto tan solemne, y lo que aguarda de vosotros.
“No queremos presentaros el cuadro triste de los males que ha sufrido la
patria, ni pedimos venganza contra sus enemigos. No deseamos que devolváis
por ahora sus tesoros al despojado propietario, ni aun su pequeña fortuna al
desgraciado padre de la familia que gime en la miseria. No exigimos que res-
tituyáis el esposo a la desconsolada viuda, ni el tierno hijo a los brazos de su
afligida madre. Solo os pedimos con plegarias infinitas, leyes inexorables que
aseguren el cumplimento de la Constitución; que repriman los abusos del po-
der, y los excesos de las anarquías, y que hagan efectiva la libertad del pueblo”.
|Nada quedará entonces que desear a los centroamericanos; ellos serán
felices y dichosos vosotros en haberlo conseguido. 

Francisco Morazán

136
-64-
Proclama a los habitantes de la República sobre el acuerdo del 
Congreso dándole al Gobierno Federal el Patronato Eclesiástico.
Guatemala 22 de agosto de 1831.

CONCIUDADANOS:

El Congreso ha declarado al Gobierno Federal, en el decreto adjunto,


el Patronato Eclesiástico, cuyo ejército le ha sido y es inherente en todos los
países católicos.
El presidente de la República va a hacer de este Poder el uso que exige
imperiosamente el estado de las cosas. Para ello oirá el voto de personas vir-
tuosas, y versadas en la ciencia canónica; protesta respetar los límites de la po-
testad de la Iglesia, y darle la protección que debe como gobernante cristiano.
El deber de conservar el orden lo guía; cuenta con la opinión de los pue-
blos a quienes promete desvelos, prudencia y firmeza para evitar toda escisión
en la disciplina externa de la Iglesia.
Palacio Nacional; en Guatemala a 22 de agosto de 1831.

Francisco Morazán 

137
-65-
Canto a Su Excelencia el Vicepresidente de los Estados Unidos Mexicanos en
 ejercicio del Supremo Poder Ejecutivo (don Anastasio Bustamante), sobre haber
acreditado ante ese gobierno como Encargado de Negocios de la República 
Federal de Centro América al ciudadano José del Barrio y Larrazábal.
Palacio de Gobierno Federal en Guatemala,
a 17 de Noviembre de 1831

Grande y Buen Amigo: 

    Tengo el placer de informaros que coincidiendo en los mismos deseos


que os animaron y os servísteis manifestarnos cuando os dignásteis mandar
cerca de Nos un Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario, hemos
resuelto para facilitar el logro de los importantes y útiles objetos que os pro-
pusísteis por la prosperidad y engrandecimiento de ambas naciones, nombrar
Encargado de Negocios al ciudadano José del Barrio y Larrazábal para que
resida cerca de Vos.
El nombrado conoce plenamente nuestros sentimientos, es digno de
nuestra confianza por su fidelidad acreditada y no dudo que será de vuestro
aprecio por sus demás buenas cualidades; y de ahí es que no tengo dificulta-
des en rogaros, como os ruego, que déis entera fe y crédito a cuanto os diga
en nuestro nombre, especialmente cuando os asegure nuestra amistad y ar-
dientes votos por vuestra felicidad, y por la prosperidad y gloria de la nación
que dignamente gobernáis.
La Divina Providencia os conserve en su santa y digna guarda. Grande y
Buen Amigo, Vuestro muy obediente servidor.
                                                                                                              
Francisco Morazán

                         Ministro de Relaciones Exteriores 


                       Pedro Molina

138
-66-
Proclama a los habitantes de la República, sobre la facción de Arce
y de Domínguez. Guatemala 20 de Diciembre de 1831.

A sus habitantes:

Centroamericanos: los autores de vuestras desgracias pasadas no han po-


dido ver con indiferencia la marcha tranquila de la República y pretenden de
nuevo trastornarla.
Arce y Domínguez que sólo pueden vivir en el desorden, han formado
el proyecto quimérico de revolucionar a los pueblos y destruir el sistema fe-
deral.- Aun no se han marchitado los laureles que cogísteis en el campo de
batalla, y ya los vencidos, cuyas vidas perdonasteis por una pura generosidad,
atentan de nuevo contra las vuestras, y quieren poner otra vez en práctica sus
planes fratricidas.- Pero apenas se han pronunciado sus nombres criminales,
cuando los Gobiernos de los Estados han ofrecido y prestado sus recursos
al Gobierno Federal; los Ciudadanos vuelan de todas partes a colocarse en
rededor de sus autoridades, y la opinión pública que se ha declarado del modo
más solemne, prepara ya a los valientes la palma de la victoria, si fuese nece-
sario hacer uso de las armas contra los rebeldes.
Centroamericanos: publicando vuestros sentimientos en favor de las le-
yes, y vuestra decisión a sostenerlas con esa republicana fiereza que ha aterra-
do siempre a los tiranos, habéis dado una triste lección a nuestros enemigos,
y un nuevo paso hacia la consolidación de un sistema que os cuesta ya tantos
sacrificios.- Si los trastornadores del orden público, olvidándose de vuestros
triunfos y de su oprobio, encendiesen de nuevo la guerra en la nación, yo
estaré como siempre al lado de vosotros para admirar vuestro valor y ceñiros
el laurel de la victoria.

Francisco Morazán

139
-67-
Primer Manifiesto del presidente de la República Federal de Centro América,
sobre la facción de Arce y de Domínguez,
 los problemas de la residencia de las autoridades federales en Guatemala, la 
necesidad de reformas a la Ley Fundamental 
y su marcha y traslado a San Salvador. 
Jalpatagua 2 de enero de 1832.

Autorizado por el Congreso nacional para poder trasladar el gobierno


fuera de la ciudad de Guatemala, que ha sido desde la erección de la Repúbli-
ca, el de su agradable residencia, sólo la idea imperiosa del bien general, pudo
estimularme a decretar trasladase a la ciudad de San Salvador, y hallándome
en marcha hacia ella, debo publicar los motivos de esta medida extraordina-
ria, que algunos pueden acaso graduar de inoportuna, otros de inconducente,
y los genios díscolos de hostil contra alguno de los Estados. Debo también
hacer público el modo con que se ha portado la Asamblea de El Salvador en
este caso.
Arce y Domínguez levantando el estandarte de la rebelión contra la Re-
pública, que los había expelido de su seno por sus crímenes, han puesto en la
necesidad de alarmarse al Estado de Guatemala a quien he suministrado las
pocas fuerzas que tenía a mis órdenes para que formando con ellas la van-
guardia del ejército que debe preservar la nación de un trastorno general, los
demás Estados formasen una respetable reserva a mi dirección inmediata, y
en caso necesario bajo de mi mando. La ejecución de este plan requería, pues,
mi residencia en un punto céntrico, de donde con energía y brevedad pudiese
obrar, emitiendo con más inmediación las órdenes conducentes a todos los
Estados, que aún no se hallan bastante preparados para resistir a un enemigo,
que, aunque débil, quizá cuenta con la pérdida de algunos descontentos o
amigos de novedades. Poco talento se necesita para comprender la necesidad
de la traslación del gobierno por la enunciada causa, y lo mismo se puede
decir de las que seguiré exponiendo. 
La residencia de las autoridades federales en Guatemala ha sido el con-
tinuo pretexto de quejas y de desavenencias entre estas, y el Estado de El
Salvador: la habitual resistencia que este ha opuesto a las leyes emitidas por
el Congreso, se ha fundado en la errónea opinión de sus hijos de que todo se
hace en Guatemala por la intriga, por el influjo inmediato de los guatemalte-
cos, y por su espíritu de capitalismo, usando de la expresión de un distinguido

140
salvadoreño. Públicas y notorias son las resistencias que motivan actualmente
la discordia; no basta la existencia de sus diputados en el Congreso, porque
se alega su diminuta representación, y la preponderancia de la de Guatemala,
no obstante que haya muchos representantes por este Estado oriundos de
los otros; no basta que los otros estados obedezcan habitualmente las leyes
sin replica, San Salvador sólo ha de prevalecer oponiéndose a las que los
demás aprueban. Era precisa pues, para remover esta causa de discordia, que
el gobierno hiciese el sacrificio de trasladarse a San Salvador mismo, y ver si
podía reunirse en aquella ciudad el próximo Congreso; de cuya manera los
salvadoreños se hallarían en posesión del influjo que atribuyen a los guate-
maltecos sobre el cuerpo legislativo nacional, y la representación del Estado
de Guatemala se disminuiría, en proporción que se aumentaría la de los otros
Estados cuanto la distancia, y los obstáculos físicos y morales disminuyesen
para sus representantes, y se aumentasen para los de aquel.
Se ha hablado continuamente de la necesidad de reformas en la ley fun-
damental, y parece que hacer lagunas en el orden que la misma ley previene,
no sería inconducente; San Salvador las reclama para ver de ser obediente a
las autoridades nacionales; empero se dice que en Guatemala no se oyen sus
reclamos, y era necesario, contemplando su delicadeza trasladarlas cerca, para
que su voz sea más perceptible y atendida. Los méritos del heroico pueblo
salvadoreño, su eminente patriotismo, y la esperanza de que removidos los
obstáculos que embarazan su perfecta unión y armonía con las autoridades
nacionales, ninguno habrá más feliz, ni más leal en el cumplimiento de sus
deberes republicanos, tal consideración demandaba de parte del Ejecutivo
agotar todas las medidas que juzgase convenientes para establecer la con-
cordia, y siendo una de las más adecuadas su traslación, hubo de resolverla
también por esta causa.
Yo estoy seguro de que todo hombre animado del puro sentimiento del
patriotismo aprobará los motivos expuestos; el orden, la paz, y la seguridad
de la República deben ser los objetos primarios de un gobernante, y no hay
interés personal que no deba ser postergado a ellos. De aquí es que separán-
dome del lado de mi familia, y abandonando las comodidades de una capital
digna de serlo de la República, he venido hacia San Salvador, y continúo mi
marcha a aquella ciudad sin arredrarme lo que su Asamblea se ha atrevido a
decretar, y es el colmo de la ignorancia de los diputados que la componen; a
no ser que sus procederes anteriores les hayan inducido el temor pánico que
manifiestan al acercarme a ellos.

141
La Asamblea reunida extraordinariamente por el Consejo ha decretado:
1° Que suspenda mi marcha a aquel Estado., y 2o Que si no la suspendo se
desconozca mi autoridad, y se me expela fuera del territorio por medio de la
fuerza. ¿Qué es lo que quiere pues esta autoridad? ¿Qué es lo que intentan
los diputados de El Salvador cuando al mismo tiempo niegan los auxilios que
el jefe había ofrecido y decretado a los Estados de Guatemala y Honduras?
Mi justo resentimiento contra ellos no me hará adelantar como un hecho las
obvias conjeturas que obliga formar el proceder de la Asamblea salvadoreña.
Su autoridad es nula para prescribir órdenes a las autoridades nacionales;
pero esta corporación se cree omnipotente en su concepto; ella no representa
más que un Estado, pero no conformándose con lo que los otros adoptan, no
respetando a las autoridades de la nación, quiere ser federal con tal que se les
deje imperar y disponer de la suerte de la República: obedecer, o no, según
les place, conservar y romper aun mismo tiempo el pacto federativo. Así ha
sido siempre.
Yo marcho entre tanto sin que me arredren sus decretos. Desarmado voy
como todo el mundo sabe; no se diga que la amenaza de una, que en el caso
no es autoridad, me ha hecho retroceder, y abandonar mis intentos benéficos.
Perpetre en hora buena la Asamblea de El Salvador el crimen que anuncia en
mi persona, resista mi entrada, y arrójeme de su territorio; no es a mí, es a la
nación a quien ofende, y a ella confío su desagravio.

Francisco Morazán

142
-68-
Nota del Doctor Pedro Valenzuela al General Vicente Villaseñor, por haberse
 éste opuesto al traslado de las autoridades federales a
El Salvador9 Santa Ana 5 de Enero de 1832.

“Ciudadano Vicente Villaseñor. Es recibida en este momento la comu-


nicación que Ud. dirige al señor Presidente de la República, intimándole las
órdenes que trae de su gobierno que ninguna de las autoridades federales
entre en el territorio del Estado, oponiéndole la fuerza en caso necesario. El
Ciudadano Presidente me ha ordenado, para que usted lo comunique a su
Gobierno, que accede a la fuerza que se le opone, porque ha venido en paz y
con el único objeto de promover el bien de la República, y en consecuencia,
no debiéndose frustrar sus miras benéficas por la oposición gratuita de las
autoridades de este Estado, ha acordado trasladarse al de Nicaragua, dando
cuenta en sus próximas sesiones ordinarias.

Dios, Unión, Libertad 

VALENZUELA.

9. Se incluye por haber sido escrita a nombre de Morazán, y por reflejar en consecuencia
su pensamiento.

143
-69-
Segundo Manifiesto del presidente de la República Federal de Centro América,
acerca de los procedimientos de las autoridades de
El Salvador. Con notas adicionales. 
Chiquimula 14 de enero de 1832.

No es el odio ni el espíritu de venganza el que me inspira a dar al público


este segundo manifiesto; soy bastante inclinado a la tolerancia para no dejar-
me seducir de las pasiones, especialmente cuando mis más ardientes deseos
han sido conservar la paz, y que por su medio se consolidara el gobierno: es
una necesidad la que me obliga a publicar los documentos que acreditan las
violencias gratuitas de las autoridades de El Salvador contra mi persona re-
vestida con la autoridad que la nación me ha conferido de primer magistrado
de la República, respecto a que en mi primer manifiesto sólo se relaciona en
estracto el contenido del decreto de resistencia de la Asamblea de El Salva-
dor a la traslación del Poder Ejecutivo a dicho Estado, y es menester que el
público lo vea todo (1) y la contestación que di al jefe (2). Cuando di aquel
manifiesto dudaba de la ejecución del decreto, esperando que la Asamblea
reconocería pronto su error; no fué así: una fuerza de más de cien hombres
apostada en Coatepeque se opuso a mi tránsito, y su comandante me intimó
por nota dirigida a mi persona que saliese del territorio (3). En contestación
le manifesté que había acordado trasladarme a Nicaragua (4), pues no cons-
tando del decreto de la Asamblea que se me debiese negar el tránsito por el
Estado, no debía esperar que aun para esto hubiese oposición. Sin embargo,
las notas sucesivas del comandante al secretario de la guerra (5) prueban que
la desmoralización de las autoridades salvadoreñas había llegado a su colmo.
Después de haber ultrajado así a uno de los poderes nacionales, creyó sin
duda el Jefe del Estado de El Salvador precaver las consecuencias que debiera
tener un procedimiento tan escandaloso enviando comisionados cerca del
Ejecutivo Federa la exponer los motivos de la conducta hostil de las autorida-
des salvadoreñas, y los comisionados manifestaron desde el camino el objeto
de su comisión (6) a que debió contestárseles, como se hizo, repeliéndolos,
porque semejante medida era añadir un nuevo insulto a los anteriores: (7) su
objeto era ya inoportuno y extemporáneo.
La Asamblea de El Salvador reunida extraordinariamente sólo para co-
nocer del decreto de traslación dado por el Ejecutivo Federal, se revistió aho-
ra más que nunca de la facultad desorganizadora que siempre se ha atribuido
144
de dar o no pase a las disposiciones de las autoridades de la nación: (primer
carácter que distingue al gobierno salvadoreño en favor del sistema que nos
rige) y sobreponiéndose de hecho a ellas juzgó que sin su consentimiento no
le era dado al presidente trasladarse al punto que le pareciese mejor aún con
el sagrado objeto de organizar la defensa de la República. Los considerandos
de la Asamblea que no le tocaba hacer en un asunto que no le correspondía,
descubren un segundo carácter altamente federativo del gobierno salvadore-
ño. Si es no obedecer el primero, es el segundo no dar, eximiéndose de este
deber siempre y cuando bien le parece, y el decreto de levantar un emprés-
tito de doscientos mil pesos en la República, en que tocaban a El Salvador
treinta y cinco mil, es uno de los motivos en que se funda la Asamblea para
oponerse a la traslación del Poder Ejecutivo Federal, no fuese que obtuviese
del vecindario alguna parte de este cupo para mantener el ejército. Ella ha-
bía desconocido la facultad con que el Senado había convocado a sesiones
extraordinarias al Congreso luego no debía dar empréstito para la defensa
de la Nación, ni permitir que el presidente la fuese organizar donde mejor
le pareciese según aparece de su primer considerando. El segundo se apoya
en la opinión pública, quizá del Estado, que se ha manifestado abiertamente
contra la medida de traslación, y este es el fundamento más sólido en que
pudiera apoyarse la Asamblea, si hubiese sido cierta y general la oposición ,
pero la Asamblea ha acordado contra el parecer del Consejo Representativo
y del Poder Ejecutivo, que no vieron está abierta oposición: ha acordado sin
noticia de la mayor parte de los departamentos del Estado, y de sus pueblos,
que han visto con sorpresa su escandaloso acuerdo y por último ha acordado
contra los sentimientos de la mayoría del mismo San Salvador, que espera-
ba se moderasen las violentas medidas de opresión que experimenta de sus
autoridades, por el respeto y mediación del gobierno federal, empero así le
convenía acordar por lo mismo, y éste ha sido el más fuerte motivo de resis-
tencia a la traslación que ha tenido la Asamblea; El tercer considerando de
ésta, parece que viene en suplemento de la prudencia que faltó al Ejecutivo
Federal al acordar su traslación, porque a él sólo le correspondía preveer los
embarazos y dificultades que tendría que vencer en el seno de un Estado,
erigido en fiscal de las acciones del gobierno nacional. La razón en que se
funda el cuarto considerando, es tan infundada que casi no merece se haga
mención de él. El Estado de Guatemala es el más populoso y el que ofrece
más recursos para la defensa de la República; es una verdad, y así es que se
ha puesto a la vanguardia en su defensa; pero por ventura es a él solo a quien

145
corresponde hacerla? El impide actualmente, él paraliza con fuerzas respe-
tables los intentos de un pérfido salvadoreño. Si se necesita más fuerza para
arrojar de Omoa al extranjero Domínguez colaborador de Arce ¿Quién duda
que los demás Estados deben prestarse a las disposiciones del presidente de
la República a quien la constitución encarga su defensa? Sólo la Asamblea
de El Salvador lo duda y niega los auxilios que se le han pedido, y se opone
a la traslación del Ejecutivo a San Salvador por lo que éste pudiera pedirle.
En fin, declara de hecho la guerra a las autoridades federales desconociendo
su autoridad y oponiéndoles la fuerza armada. Tales procedimientos son sin
duda un poderoso auxilio de hecho para los enemigos de la nación, armados
en las fronteras, cualquier cosa que por
otra parte publiquen las autoridades de El Salvador. Son las obras, y no
las palabras las que descubren la mente de los hombres. Su mal proceder obli-
ga ahora a estas mismas autoridades a emplear todos sus recursos de hombres
y dinero para hacerse fuertes contra el pronunciamiento que la República
puede hacer para el restablecimiento del orden en el Estado. Aún a presencia
del Ejecutivo la fuerza del gobierno de San Salvador conducía hombres ama-
rrados a los cuarteles, de Sonsonate, ¿Ahuachapán y Santa Ana, se renovaban
trincheras, se fortificaban los cantones y se procedía como si hubiese estado el
enemigo al frente. Si, las autoridades de El Salvador por sostenerse, y sostener
sus desacuerdos negaran y sacrificaran a un pueblo eminentemente patriota,
y digno de mejor suerte. Si por una casualidad lograsen sus designios, ven-
ciendo las fuerzas de los demás Estados, Arce y Domínguez, no serían ellos
los que lo librasen de la tiranía que vendrían a establecer en la República. Son
muchos los amigos de un cambio político retrógrado los que influyen ahora
en el gobierno de El Salvador; devotos del gobierno español; clérigos ultra-
montanos, que promueven el obscurantismo que los hace dueños del haber
de los pueblos; y partidarios del gobierno desgraciado que condujo a la Repú-
blica a la guerra civil; he aquí los elementos aciagos de que se compone; y si
los demás Estados no ven por sí mismos, si los leales salvadoreños no ven por
su futura suerte, nuevas desgracias agobiarán a la República, de que después
será difícil se reponga. Es una facción, no es un pueblo el que las promueve,
y los que quieran oír la voz del gobierno nacional, serán los libertadores de
la nación.
El Jefe de Estado de El Salvador a quien había comunicado mis desig-
nios de trasladarme a su capital, se manifestó anuente con una medida, que
a su concepto, debía salvar la República. Ignoro por qué motivo se convocó

146
extraordinariamente a la Asamblea, no siendo de su resorte examinar las ra-
zones que debieron impulsarme a tomarla, ni menos oponerse a ella: pues no
hay ley que la autorice a hacerlo, ni a mí que me lo prohíba, autorizado por
el Congreso, pero hay tantas cosas contradictorias en este suceso, que no es
posible descifrarlo por las reglas corrientes de la razón humana. La facción
misma dominante no pudo temer la presencia del Poder Ejecutivo desarma-
do ¿Pues que temió? El restablecimiento del orden que tanto clama? ¡Ah!
Jamás habrá orden ni paz donde domine el capricho.
En ninguna parte se ha declamado más por las reformas constitucionales
convenientes, y cuando pudiera haberse acordado entre las autoridades de El
Salvador y el Poder Ejecutivo Federal acerca de los medios legales de lograr
este objeto, se niega la Asamblea a su traslación, y decreta un crimen para
impedirla. Esto viene a ser lo mismo que su espíritu federal tan decantado.
Alegan los disgustos que los cuerpos representativos les han causado, y se
niegan a buscar los medios de prevenirlos en lo sucesivo, si es que tienen su
origen en algunos defectos del sistema. En suma, no se puede adivinar qué
es lo que quieren los funcionarios de El Salvador. Dar la ley en la República,
y no subministrar a sus erogaciones: tal es su sistema manifiesto por ahora.
Juzgue la Nación que deberá hacerse: es a los Estados que la componen: es a
los representantes de la República a quienes corresponde pronunciar. Hágase
respetar la ley o no la haya. Hágase respetar a las autoridades de la Nación, o
no las haya. No hay un término medio.

Francisco Morazán

147
(NOTAS)*

N° 1. Carta del Ministro General del Gobierno del Estado de El Sal-


vador (Isidro Reyes), fechada en San Salvador en diciembre 31 de 1831. En
ella notifica que la Legislatura del Estado no ha aceptado el traslado del go-
bierno federal a El Salvador, por cuanto ese estado no ha reconocido la cons-
titucionalidad de la convocatoria dada por el Senado a la reunión ordinaria
del Congreso Federal, y por lo tanto tampoco reconocen como legítimos los
actos acordados en él, entre ellos la traslación del gobierno federal. También
dejan entrever la carga económica que significaba la presencia del gobierno
federal en San Salvador. Por lo tanto, si “el Gobierno continuase su marcha
y se introdujese en este territorio (salvadoreño), queda por el mismo hecho
desconocido, y el Gobierno le resistirá y repelirá con la fuerza”.

No 2. Carta fechada en Jalpatagua en Enero de 1832, suscrita por don


Pedro Molina, Ministro de Relaciones de la federación. Está dirigida al Jefe
del Estado de El Salvador; acusa recibo de la nota del mismo, de fecha 29
de diciembre de 1831, en que desaprueba el traslado del gobierno federal a
ese Estado. Pone en su conocimiento que el Ciudadano Presidente (Mora-
zán), ha acordado responder diciendo: “que lo decretado por la Asamblea
no le hará retroceder un paso, y que continúa su marcha a efecto de que la
autoridad que se ha creído competente para embarazar sus miras y deter-
minaciones, las impida, de hecho, con la fuerza armada, lo que le será muy
fácil verificar, no llevando otra en su apoyo, el Ciudadano Presidente, que la
moral que le da su representación en la República. Por lo demás, es a ésta a
quien compete de derecho, juzgar si la Asamblea de ese Estado, excedién-
dose de los límites de sus atribuciones, y oponiendo obstáculos al Ejecutivo
nacional en sus planes de defensa de la República, y otros objetos de interés
común, ha cometido un crimen digno de escarmiento. Todos los males que
un tal atentado acarrea tras de sí, se imputarán entonces con razón a los
Representantes de ese Estado, y ellos deberán responder al mismo Estado
de su conducta”.

No. 3. Carta fechada en Coatepeque en enero 5de 1832, y suscrita por


Vicente Villaseñor. Está dirigida al Presidente de la República. Le señala
que acaba de llegar a dicha población, para hacer cumplir lo resuelto por la
Asamblea del Estado de El Salvador. Previene al Presidente de que “como

148
soldado del gobierno del Estado”, debe obedecer sus órdenes y le pide “no dé
lugar, acaso, a un paso inevitable por mi parte y talvez funesto a la República”.

No 4. Nota, fechada en Santa Ana a Enero 6 de 1832, suscrita por Va-


lenzuela, Ministro de Guerra federal, y dirigida a Vicente Villaseñor. Indica
haber recibido la nota anterior, ya punta “que el Ciudadano Presidente me ha
ordenado decirle para que Usted lo comunique a su gobierno, que cede a la
fuerza que se le opone, porque ha venido de paz, y con el único objeto de pro-
mover el bien de la República, y en consecuencia no debiéndose frustrar sus
miras benéficas por la oposición gratuita delas autoridades de ese Estado, ha
acordado trasladarse al de Nicaragua, dando cuenta de lo acaecido al cuerpo
conservador, jara que si lo estima conveniente, reúna extraordinariamente al
Congreso, o le de cuenta en sus próximas sesiones ordinarias”

N° 5. (Documento a). Nota, fechada en Santa Ana en Enero 6 de 1832,


suscrita por Vicente Villaseñor, en la que expresa al Ministro de Guerra, que
espera haga efectivo al Presidente de la República, su regreso y evacuación
del territorio del Estado de El Salvador, bajo órdenes terminantes. Agrega
que su fuerza marchará a su retaguardia y que puede contar con ella, “para
que le preste el servicio que necesite hasta verificar la salida del territorio del
Estado”

No 5. (Documento b). Carta de Vicente Villaseñor, desde Santa Ana,


en la misma fecha, dirigida al Ministro de Guerra Federal. Reconocen haber
venido el Comandante de dicha plaza, Ciudadano Francisco Gómez, a co-
municarle de parte del Ciudadano Presidente, que “ahora no podía salir por
hallarse algo enfermo, y (a) más de ésto, (que) yo no tenía facultades para
hacerlo regresar”. Expresa tener órdenes estrictas de su gobierno, y cree “no
haber faltado al respeto ni aun a la consideración del Ciudadano Presidente
de la República. Acepta no salgan ese día las autoridades federales, pero agre-
ga que no dudaría en cumplir las órdenes de su gobierno, y “que el Ciudadano
Presidente de la República sabía muy bien que la divisa del soldado es la
subordinación y el exacto cumplimiento de las órdenes de sus superiores”.
Indica que deben salir en el siguiente día.

N° 6. Carta de los Comisionados en marcha (representantes del Go-


bierno de El Salvador, cerca del Supremo de la Federación) fecha en Opico

149
a Enero 5 de 1832, a las nueve de la noche, suscrita por Mónico Manzano y
Tomás Alfaro. Confiesan éstos que el Ejecutivo del Estado está animado de
los más vivos deseos de proteger al Estado de los peligros y amenazas exter-
nas e internas, derivadas sobre todo del traslado de los funcionarios federales
a El Salvador. Solicitan suspender la marcha, y que se haga una entrevista
para armonizar las relaciones

N° 7. La respuesta a la anterior petición, está fechada en Santa Ana en


Enero 6 de 1832, y contiene en parecer del Presidente, de que “toda conferen-
cia y medida dictada por el espíritu de concordia, no debe ser presidida por
el desacato y el ataque con fuerza armada al Primer Magistrado dela Nación,
ultrajando así su autoridad suprema e impidiéndole los designios que su de-
ber le impone tomar, para la conservación del orden público y la seguridad
de la patria que hoy mismo se halla sitiado por la fuerza de El Salvador y
esperando se le intime por su Comandante, su expulsión del territorio, lo que
no se verificará a la verdad con un extranjero, a no ser que se le considerase
enemigo. En esta virtud, el Ciudadano Presidente opina que siendo inútil
toda conferencia, Ustedes deben evitar la molestia de venir hasta aquí con
este objeto”.

150
-70-
Proclama a los habitantes del Estado de Nicaragua,
acerca de las facciones de Arce y de Domínguez e indicándoles que se ha
 separado del mando, para salvar la República,
 por lo que les pide apoyo para librarla de la tiranía. 
Cuartel general en marcha, Febrero de 1832

CONCIUDADANOS: El suelo de la libertad, regado tantas veces con


vuestra sangre, ha sido profanado por los enemigos del sistema que pretenden
hacer la última prueba de vuestro valor y sufrimiento. 
En varios puntos del territorio de la República han sido alterados el or-
den y la paz de que gozábamos, y la mano de la tiranía se empeña en todas
partes para destruir el edificio de la libertad comenzando por desconocer
a los Supremos Poderes que lo sostenían.
Los Estados de Honduras y Guatemala se ocupan ya en sofocar las fac-
ciones que Arce y Domínguez han promovido en sus respectivos territorios,
y yo me prometo que vosotros no seréis unos espectadores indiferentes de los
males que amenazan a esta Patria que os cuesta tantos sacrificios. 
NICARAGUENSES: Con el único objeto de salvar a la República me
he separado del Gobierno Federal y he venido a colocarme en medio de
vosotros. Marchad a uniros con el ejército que el Gobierno del Estado de
Guatemala ha puesto ya a mis órdenes y con las tropas que se han reunido
en Honduras, corred a prestar a la República los servicios que reclama de
vosotros. Volad a libertarla de las manos de la tiranía. La fortuna aún no se
ha cansado de proteger la causa de los libres, ni ha abandonado jamás a los
valientes; vamos, pues, a merecer de nuevo los laureles que nos esperan en el
campo de batalla y el aprecio de vuestros conciudadanos.

Francisco Morazán

151
-71-
Proclama del Presidente de la República n los habitantes de ella, sobre las
 facciones de Arce y de Domínguez y los problemas para el traslado a El
 Salvador del Gobierno Federal.
Cuartel general en marcha, 28 de Febrero de 1832.

“Proclama: El Presidente de la República, a sus habitantes. Desde el mo-


mento en que la República se vio amenazada en el exterior por el expulso
Manuel José Arce y sus agentes, y expuesta en el interior por las continuas
resistencias del Estado de El Salvador, a obedecer las leyes federales, bajo el
pretexto de que eran dictadas por el influjo del partido que desde Guatemala
dirigía los destinos de la Nación, sólo pensé en buscar remedio a los males
que amenazan a ésta. Creía haberlo encontrado en la facultad que se dió al
Ejecutivo para poder trasladar el Gobierno al punto que lo creyese conve-
niente y traté de hacer uso de ella, trasladándolo a la ciudad de San Salvador.
Me persuadí que iba a proporcionar al Ejecutivo Nacional, los recursos nece-
sarios para obrar contra Arce y Domínguez, luego que estuviera colocado en
medio de un pueblo que se ha distinguido siempre en defensa de las liberta-
des públicas, y que al mismo tiempo destruiría los temores que manifestaban
de aquel Estado con la existencia del gobierno federal en Guatemala, si estos
eran de buena fe, o descubriría sus miras, si sólo se tomaban como un pretex-
to para poder transformar el sistema. Sin embargo, de los bienes que en mi
concepto iban a reportarse con la traslación del Gobierno Federal a San Sal-
vador, quise consultarla antes con las autoridades de aquel Estado, para quitar
todo motivo que pudiese entorpecer una medida que creí tan benéfica como
ventajosa a la causa pública, lo que puse en conocimiento del Jefe José María
Cornejo. Este, después de aprobarla en los términos más expresivos, asegura
que es la medida salvadora de la República y pide que no se ejecute con fuerza
armada para no inspirar desconfianza a los descontentos. Una. contestación
semejante satisfizo completamente mis deseos, y me aseguró de los bienes
que iba a reportarse con la traslación. No tuve ya ningún obstáculo en llevarla
a efecto y sólo pensé en mi marcha con la prontitud que exigían las circuns-
tancias. En las inmediaciones de Jalpatagua recibí el Decreto de la Asamblea
de San Salvador, en el que se resistía la entrada de las autoridades federales a
aquel Estado, y se mandaba repeler con fuerza armada, si llegaban a pisar el
territorio. Si fue escandaloso este atentado cometido por una Asamblea des-
autorizada, en circunstancias que agravaban el mal público, fue mucho más
152
escandalosa todavía la conducta que observó el Jefe de aquel Estado. Aprobar
la traslación de las autoridades federales a San Salvador, para tener después el
placer de ejecutar el Decreto que resistía; aconsejar que no fuese con fuerza
armada el Ejecutivo Nacional, para oponerse en seguida a su entrada en el
Estado, haciendo uso de las bayonetas, es un hecho que pone al descubierto
las miras de aquel funcionario y dan una idea exacta de su carácter. Resisti-
da en Santa Ana con fuerza armada la traslación del Gobierno Federal a la
ciudad de San Salvador, en los términos que lo he dicho al público en pri-
mero y segundo Manifiesto, la decreté al Estado de Nicaragua. Pero como el
verdadero motivo de esta oposición era el de disolver los Poderes Federales,
poniendo al Ejecutivo en impotencia de obrar contra los trastornadores del
orden público, también se opusieron a que continuase mi marcha para Ni-
caragua, obligándome a regresar al Estado de Guatemala. Estos hechos es-
candalosos no podían sostenerse si no es con otros más escandalosos todavía.
El plan de las autoridades de El Salvador ya estaba descubierto y revelado
el misterio con que habían ocultado por tanto tiempo sus verdaderas miras
a los pueblos. Era necesario, pues, dar el último paso que tenía meditado de
antemano en favor de los enemigos del sistema y acordaron: que no se diese
ningún auxilio al Gobierno Federal ni a los Jefes de los Estados para obrar
contra Arce y Domínguez, desconociéndose al mismo tiempo a los Supremos
Poderes Nacionales, evitar todo lo que pudiese influir en la destrucción de los
enemigos del sistema, disolver el pacto federativo, rompiendo el lazo que une
a los Estados con la Federación y sumir a la República en el desorden y la
anarquía, es lo que han pretendido las autoridades de El Salvador, para poder
levantar sobre las ruinas de la Patria; ese sistema opresor de que han hecho ya
un funesto ensayo en los pueblos que tienen la desgracia de obedecerles. Sus
hechos lo acreditan, y sus papeles lo manifiestan de la manera más consciente.
Las opiniones que han expresado siempre muchos de los que están colocados
en los primeros destinos de aquel Estado, y la conducta que han observado
en todo tiempo los que rodean a estos, han descubierto sus miras de un modo
inequívoco. La abierta oposición del benemérito pueblo salvadoreño contra
unos funcionarios que no respetan las leyes que juraron obedecer, no deja
nada que dudar de su constancia y decisión en defender la Carta Fundamen-
tal. Tales son los hechos que han trastornado el orden en algunos puntos de
la República y que amenazan en el día de su existencia política. La opinión
general se ha declarado ya de un modo decidido contra sus autores, y el de-
ber que me imponen las leyes como Primer Magistrado de la Nación me ha

153
obligado a colocarme a la cabeza del Ejército que han puesto a mis órdenes
los gobiernos de los Estados de Nicaragua, Honduras y Guatemala, con el
único fin de conservar la paz y sostener el Sistema Federal. He aquí el objeto
más sagrado, el interés más grande que puede presentarse en la República y
el único que ha llamado la atención de todos los habitantes; y yo protesto a la
faz de los pueblos cuya causa sostengo, que el Ejército que tengo el honor de
mandar, sabrá defender la ley fundamental a costa de su sangre y sostener los
sagrados derechos consignados en ella. Gozarán de libertad los centroameri-
canos; será efectiva la igualdad de los ciudadanos; tendrán seguridad los ha-
bitantes de la República, y sus propiedades serán respetadas religiosamente.

Francisco Morazán

154
-72-
Carta del Comandante del Ejército Federal al Gobierno de Nicaragua,
 indicándole que se ha abierto con éxito la campaña en Jocoro, 
con apoyo de la división de Nicaragua. 
Jocoro 14 de Marzo de 1832.

Con esta fecha digo al Secretario de Guerra del Supremo Gobierno Na-
cional lo siguiente:
Hoy se ha abierto la campaña de una manera feliz, contra las perturba-
ciones de la tranquilidad pública. El enemigo situado en este pueblo con más
de 600 hombres ha sido en la madrugada completamente derrotado. Desde
que salí de Goascorán el 12 del corriente me propuse, adquirir una ventaja
sobre esa fuerza evitando en lo posible la efusión de sangre, y a este efecto
hice forzar la marcha en dos jornadas, lo que se ejecutó lográndose impedir
la reunión de la caballería mandada por el asesino del Estado de Nicaragua,
Francisco Espinoza a la división enemiga. A las once de la noche de ayer
entré en el camino que guía de aquel pueblo a este de Jocoro y continué
mi marcha hasta el portillo de este nombre donde creí que el enemigo tu-
viese por lo menos una avanzada fuerte por ser punto defendible; pero sea
por suma ignorancia o por carecer de partes exactas sobre mi marcha, no se
aprovechó de esta ventaja y yo pude entrar sin oposición a las llanuras del
pueblo. A las dos de la mañana una de nuestras descubiertas dio con una
avanza da enemiga y nuestros soldados demasiado impacientes por batirse
contestaron un fusilazo con un tiroteo vivo. Descubiertos ya, fue preciso cu-
brir la retaguardia del enemigo, temiendo se retirase sin esperar el ataque y
en el momento hice tomar posición por la derecha del pueblo a 300 hombres
del Batallón n°1 de la División de Nicaragua; 10 de igual cuerpo de la de
Honduras y una compañía de caballería del Escuadrón que pertenece a esta
división, cuya fuerza fue puesta a las órdenes del teniente coronel graduado
Juan Munguía; y entretanto amanecía, para reconocer el campo y disponer el
ataque, el resto del ejército quedó sobre el camino recto. En esta disposición y
como a las tres y media de la mañana se rompió un fuego vivo por la derecha
que cesó después de una hora y continuando antes de amanecer por el mismo
punto me disponía a dar el ataque cuando el enemigo se pasó en completa
fuga a los primeros tiros de la primera compañía del Batallón n° 2 de la
misma División de Nicaragua que fue conducida al ataque por el Coronel
jefe de dicha división Román Balladares. Fueron perseguidos los derrotados
155
hasta el portillo de Santa Ana, donde ordenó contra marchaje el ejército, por
estar sumamente estropeado. La pérdida del enemigo entre muertos, heridos,
prisioneros y dispersos es de 500 hombres, consistiendo la nuestra en tres
muertos y cinco heridos, entre estos el capitán José Bustillos comandante del
puerto de la Libertad que recibió una herida en una pierna. En otro parte
daré a Usted noticia de los útiles de guerra que se tomaron porque aún no ha
podido reconocerse el campo. Es indecible el valor que manifestó la tropa que
batió al enemigo y el ardimiento del resto del ejército por tener parte en el
ataque. Yo recomiendo estos valientes a la consideración del Ejecutivo Nacio-
nal. Ciudadano Ministro, hemos comenzado a triunfar y creo no dejaremos
de ser felices en el curso de la campaña, porque los rebeldes y los soldados que
los siguen conocen bastante su crimen y huyen despavoridos de la presencia
del ejército general que sostiene el sistema y el orden.
Y lo inserto a Usted para que se sirva ponerlo en conocimiento de su
Gobierno, prestándole mis consideraciones y respetos.

 Dios Unión Libertad

 Francisco Morazán

156
   - 73 -
Carta de la Comandancia general del Ejército Federal general del Gobierno Supremo
del Estado de Costa Rica, sobre las acciones militares libradas en defensa de la Federa-
ción cerca de San Salvador.
San Salvador 31 de Marzo de 1832.

“Al Ciudadano Secretario de Estado y del Despacho de Guerra del Go-


bierno Supremo Nacional con esta fecha digo lo siguiente: 

“El 28 del presente dí a Usted parte de la ocupación de esta plaza, y hoy


tengo el honor de poner en su conocimiento lo pormenores de una acción
que ha salvado a la Republica y ha puesto en completa nulidad a sus ene-
migos. A las once de la mañana del 27 ocupé Pueblo de Soyapango con la
División de Nicaragua y Honduras. El enemigo se hallaba colocado en las
trincheras de su primera línea, y trabajaba a mi presencia por mejorarlas. Para
evitárselo, dispuse atacarlo al amanecer el 28 y di orden al Comandante de la
División del Estado de Guatemala para que abrase en combinación conmigo
desde Apopa, en donde lo creía situado, según se lo había prevenido desde
Cojutepeque. Pero este aun había tenido lugar de cumplirla, y fue necesa-
rio diferir el ataque para el (día) 29. Como éste debía darse por Soyapango,
San Esteban y Milingo, era necesario llamar la atención del enemigo a otros
puntos. Con objeto salí el 28 a las nueve y media de la mañana del Cuartel
General con la primera Brigada de Infantería perteneciente a la División de
Nicaragua, al mando mi Ayudante de Campo Teniente Coronel Ciudadano
N. Benítez y con la Segunda de la misma armada correspondiente a la Divi-
sión de Honduras a las órdenes del de igual clase Ciudadano C. F, Domín-
guez, compuestas ambas de cerca de cuatrocientos hombres, y me dirigí sobre
ellas, sobre las fortificaciones de la Chácara. Llegué sin obstáculo a menos de
tiro de fusil, y pude examinar muy bien la posición del enemigo por aquella
parte. Cuatro trincheras mal colocadas, sin fosos guardadas por sesenta hom-
bres y dos cañones que sólo podían dañar al aire con sus tiros, componían la
primera línea de defensa en aquel punto. Unas fortificaciones tan débiles y
mal defendidas no podían menos de excitar los deseos de tomarlas. Al mis-
mo tiempo que pensaba en hacerlo, recordaba cual era la verdadera posición
del enemigo y deducía de ella que desde antes de batirlo se hallaba en una
completa derrota. Una pequeña fuerza de ochocientos hombres diseminada
en una línea de cuatro leguas no podía replegarse a la segunda línea antes
157
de que yo lo atacas, como sucedió en efecto. Estas consideraciones, y el no
perder la ocasión favorable que se me presentaba para tomar las trincheras
que estaban a mi vista, me decidió a obrar. Con este fin mandé al Teniente
Coronel Ciudadano F. Domínguez que llamara la atención del enemigo por
la izquierda hacia la frente de una trinchera que estaba colocado un cañón se
a cuatro, y previne al de igual clase Ciudadano Narciso Benítez que avanzase
por la derecha sobre otra que se hallaba situada en una pequeña altura. Este
cumplió exactamente con mis órdenes y lo siguió el Ayudante de la primera
Brigada del División de Nicaragua Ciudadano Perfecto Valenzuela con se-
senta soldados pertenecientes a la misma Brigada.
Al mismo tiempo mandé al Teniente Coronel F. Domínguez que atacase
por la izquierda; lo ejecutó con prontitud, y las posiciones que ocupaba el
enemigo fueron tomadas simultáneamente. Como el Teniente Benítez luego
que ocupó una de las trincheras de la Chacára, sobre la línea de la derecha
tuve que suspender mi movimiento hacia la ciudad, porque no sabía cuál era
el lugar que ocupaba. Los fuegos me sacaron de esta incertidumbre y me
dieron a conocer que se había aproximado a la plaza y que se hallaba com-
prometido. Entonces marché a protegerlo y dí orden para que el resto del
Ejercito viniera a ocupar la Garita de San Sebastián, lo que ya había verifica-
do el Coronel Comandante de la Primera División de Nicaragua Ciudadano
Román Valladares, batiendo las partidas que se opusieron a su paso, desde
que se observó nuestro movimiento. Éste se continuó sobre la plaza de la
Parroquia de esta ciudad con bastante oposición, porque lo enemigos hacían
una vigorosa resistencia en las calles y casas que ocupaban., Pero todo cedió a
la intrepidez de nuestros soldados, y los sitiados fueron reducidos a sus atrin-
cheramientos en donde siguieron defendiéndose. Se continuó el ataque sobre
estos por dos puntos que fueron sostenidos con valor por más de una hora, a
causa de haber llegado a los instrumentos necesarios para romper la casa que
enfrenta con la trinchera que está al lado de la iglesia de San Francisco pero
que habiéndolo logrado el coronel ciudadano Román Valladares hizo subir
sobre su techo algunos tiradores que la dominaban. Al mismo tiempo que
estos rompieron el fuego marcho de frente la mayor parte de una compañía
de la cuarta Brigada de la División de Nicaragua y algunos soldados de la pri-
mera y tercera Brigada que lograron forzar la trinchera después de una fuerte
resistencia. Este movimiento fue secundado por el Comandante de la cuarta
Brigada Capitán C.N. Lacayo que ocupó inmediatamente la trinchera que
se halla ala izquierda de la Iglesia Parroquial. Los enemigos que no creyeron

158
a nuestras tropas capaces de un arrojo semejante huyeron despavoridos por
diversas direcciones u dejaron la plaza en nuestras manos después de tres ho-
ras de fuego. Yo los perseguí por el camino del puerto de la Libertad don un
piquete de caballería de la División de Honduras, y otro que había pertene-
cido al enemigo y se me había presentado al mando del Oficial F. Malespín,
cuando tomé la primera línea, pero las noticias que recibía continuamente
me dieron a conocer que se habían dispersado, y por esto regresé dando ór-
denes a mi Ayudante de campo mayor de la Federación Ciudadano Miguel
Cubas para que continuase hasta el Puerto. Pero cuando este llegó a el ya se
habían embarcado algunos de cuyo nombre Gerónimo Paiz, V. Villaseñor y
Carmen Salazar. La sorpresa que recibieron los enemigos por habérseles ata-
cado cuando menos lo esperaban ha economizado la sangre americana. De la
división de Nicaragua hubo dos soldados muertos y diez heridos, cortándose
en este número al valiente Subteniente Manuel Orozco. De la División de
Honduras murieron un Sargento 2° y un soldado y fueron heridos dos de esta
clase. También han sido Heridos el Teniente Coronel Ciudadano Narciso
Benítez y mortalmente el Subteniente dela federación Ciudadano Francisco
Ríos, que hacía tres días se había presentado con pliegos del Gobierno. El
Comandante de la primera Brigada Teniente Coronel Benítez y el dela se-
gunda de igual clase, Ciudadano J. Domínguez que obraron por la Chácara,
así como los oficiales y soldados de una y otra pelearon con mucho valor.
El Comandante de la cuarta Brigada Capitán Ciudadano N. Lacayo, y sus
oficiales y tropa que entraron en acción, han peleado con el mismo valor que
han manifestado los demás oficiales y soldados pertenecientes al as divisio-
nes de Nicaragua y Honduras, y no es posible recomendar particularmente a
ninguno porque todos se han distinguido y son acreedores a la consideración
Supremo de ese Gobierno. También son dignos de recomendación los Jefes,
Oficiales y tropa de La Fuerza federal y División de Guatemala, que aunque
no pelearon por la distancia en que se hallaban, ardían en deseos de partir con
los leoneses y hondureños los riesgos y la gloria del triunfo, cuyo objeto luego
que recibieron mis órdenes hicieron una marcha de cinco leguas en tres horas
por un camino malísimo. 
Tales son los pormenores Ciudadano Ministro que ofrecí poner en su co-
nocimiento con el fin de que elevases a la consideración del Supremo Poder
Ejecutivo Nacional, sirviéndose Usted igualmente asegurarle que la opinión
de estos pueblos declarada del modo más decisivo contra sus opresores nos
ha abierto las puertas de esta Ciudad”.

159
Y lo transcribo a Usted para que se sirva ponerlo en conocimiento de
su Supremo Gobierno ofreciendo a Usted entre tanto mi consideración y
aprecio. 

Dios, Unión, Libertad


Francisco Morazán 

160
- 74 -
Informe a los Secretarios del Estado de Costa Rica y al de Guerra de la Federación,
sobre varias acciones militares en las vecindades  de San Salvador. 
San Salvador 9 de Abril de 1832.

«Comandancia General del Ejército Federal de Operaciones. Al Ciu-


dadano Secretario del Gobierno Supremo del Estado de Costa Rica. -Al
Ciudadano Secretario de Estado y del Despacho de Guerra del Gobierno
Supremo Nacional.- Con esta fecha digo lo siguiente: El 29 del presente dí
a usted parte de la ocupación de esta plaza, y hoy tengo el honor de poner en
su conocimiento los pormenores de una acción que ha salvado a la República
y ha puesto en completa nulidad a sus enemigos. A las once de la mañana
del día 27 ocupó el pueblo de Soyapango con la división de Nicaragua y
Honduras. El enemigo se hallaba colocado en las trincheras de su primera
línea y trabajaba a mi presencia por mejorarlas. Para evitarlo dispuse atacar
al amanecer, el 28, y dí orden al Comandante de la División del Estado de
Guatemala para que obrase conmigo desde Apopa, en donde lo creía situa-
do, según se lo había prevenido desde Cojutepeque. Pero este aún no había
tenido lugar de cumplirla, y fue necesario diferir el ataque para el 29. Como
éste debía darse por Soyapango, San Esteban y Milingo, era necesario llamar
la atención del enemigo a otros puntos. Con este objeto salí el 28 a las nueve
y media de la mañana del Cuartel General con la primera brigada de Infan-
tería, perteneciente a la división de Nicaragua, al mando de mi ayudante de
Campo, Teniente Coronel, Ciudadano Narciso Benítez y con la segunda de
la misma arma, correspondiente a la División de Honduras, a las órdenes
del de igual clase Ciudadano F. Domínguez, compuestas ambas de cerca de
cuatrocientos hombres, y me dirigí con ellas sobre las fortificaciones de “La
Chácara”. Llegué sin obstáculos a menos de tiro de fusil, y pude examinar
muy bien la posición del enemigo por aquella parte. Cuatro trincheras mal
colocadas, sin fosos, guardadas por sesenta hombres y dos cañones que sólo
podían dañar al aire con sus tiros componían la primera defensa en aquel
punto. Unas fortificaciones tan débiles y mal defendidas no podían menos
de excitar los deseos de tomarlas. Al mismo tiempo que pensaba en hacer-
lo, recordaba cual era la verdadera posición del enemigo, y deducía de ella
que, desde antes de batirlo, se hallaba en una completa derrota, Una pequeña
fuerza de ochocientos hombres diseminada en una línea de cuatro leguas no
podía replegarse a la segunda línea antes de que yo la atacase, como sucedió
161
en efecto. Estas consideraciones, y el no perder la ocasión favorable que se
me presentaba para tomar las trincheras que estaban a mi vista, me decidió
a obrar. Con este fin mandé al Teniente Coronel Ciudadano F. Domínguez
que llamara la atención del enemigo por la izquierda, hacia el frente de una
trinchera en que estaba colocado un cañón de a cuatro, y previne al de igual
clase Ciudadano N. Benítez que avanzase por la derecha, sobre otra que se
hallaba situada en una pequeña altura. Este cumplió exactamente con mis
órdenes, y lo siguió el Ayudante de la Primera Brigada de la División de
Nicaragua, Ciudadano Perfecto Valenzuela, con sesenta soldados pertene-
cientes a la misma brigada. Al mismo tiempo mandé al Teniente Coronel,
Ciudadano F. Domínguez que atacase por la izquierda, lo cual ejecutó con
prontitud, y las posiciones que ocupaba el enemigo fueron tomadas simultá-
neamente. Como el Teniente Coronel Benítez, luego que ocupó una de las
trincheras de “La Chácara” se dirigió sobre la línea de la derecha, tuve que
suspender mi movimiento hacia la ciudad, porque no sabía cuál era el lugar
que ocupaba. Los fuegos de la tropa que estaba a sus órdenes, me sacaron de
esta incertidumbre y me dieron a conocer que se había aproximado a la plaza
y que se hallaba comprometido. Entonces marché a protegerlo y dí órdenes
para que el resto del Ejército viniese a ocupar la garita de San Sebastián, lo
que ya había verificado el Coronel Comandante de la División de Nicaragua,
Ciudadano Román Valladares, batiendo las partidas que se opusieron a su
paso, desde que observó nuestro movimiento. Este se continuó sobre la plaza
de la parroquia de esta ciudad, con bastante oposición, porque los enemigos
hacían una vigorosa resistencia en las calles y casas que ocupaban. Pero todo
cedió a la estrepidez de nuestros soldados, y los sitiados fueron reducidos a
su último atrincheramiento, en donde siguieron defendiéndose. Se continuó
el ataque sobre estos por dos puntos que fueron sostenidos con valor por más
de una hora, a causa de no haber llegado los instrumentos necesarios para
romper la casa que enfrenta con la trinchera que está al lado de la Iglesia
de San Francisco. Pero habiéndolo logrado el Coronel Ciudadano Román
Valladares, hizo subir sobre su techo a algunos tiradores que la dominaban.
Al mismo tiempo que estos rompieron el fuego, marchó de frente la mayor
parte una Compañía de la Cuarta Brigada de la División de Nicaragua y
algunos soldados de la primera y tercera Brigada que lograron forzar la trin-
chera después de una seria resistencia. Este movimiento fue secundado por
el Comandante de la Cuarta Brigada, Capitán Ciudadano N. Lacayo, que
ocupó inmediatamente la trinchera que se hallaba a la izquierda de la Iglesia

162
parroquial. Los enemigos, que no creyeron a nuestras tropas capaces de un
arrojo semejante, huyeron despavoridos por diversas direcciones y dejaron
la plaza en nuestras manos, después de tres horas de fuego. Yo los perseguí
por el camino del puerto de La Libertad, con un piquete de caballería de la
División de Honduras y otro que había pertenecido al enemigo, y se me había
presentado, al mando del Oficial F, Malespín, cuando tomé la primera línea;
pero las noticias que recibía continuamente, me dieron a conocer que se ha-
bían dispersado. Y por ésto me regresé, dando orden a mi Ayudante de Cam-
po, Mayor de la Federación Ciudadano Miguel Cubas, para que continuase
hasta el puerto. Pero cuando éste llegó a él, ya se habían embarcado algunos,
de cuyo número son: Gerónimo Páiz, Vicente Villaseñor y Carmen Salazar. 
La sorpresa que recibieron los enemigos por habérseles atacado cuando
menos lo esperaban ha economizado la sangre americana. De la División de
Nicaragua, hubo dos soldados muertos y diez heridos, contándose en este
número al valiente Sub-Teniente Manuel Orozco. De la División de Hon-
duras murió un Sargento Segundo y un soldado, y fueron heridos dos de esta
clase. También han sido heridos el Teniente Coronel Ciudadano N. Benítez,
y mortalmente, el sub-Teniente de la Federación, Ciudadano Francisco Ríos,
que hacía tres días se me había presentado con pliegos del Gobierno. El Co-
mandante de la Primera Brigada, Teniente Coronel Benítez, y el de la segun-
da de igual clase, Ciudadano F. Domínguez, que obraron por “La Chácara”,
así como los Oficiales y soldados de una y otra, pelearon con mucho valor.
El Comandante de la Cuarta Brigada, Capitán Ciudadano N. Lacayo, sus
Oficiales y tropas que entraron en acción, han peleado con el mismo valor. No
ha sido menos el valor que han manifestado los demás oficiales y soldados,
pertenecientes a las Divisiones de Nicaragua y Honduras, y no es posible re-
comendar particularmente a ninguno, porque todos se han distinguido, y son
acreedores a la consideración del Supremo Gobierno. También son dignos de
recomendación los Jefes, Oficiales y tropas de la Fuerza Federal y División
de Guatemala, que aunque no pelearon por la distancia en que se hallaban,
ardían en deseos de partir con los leoneses y hondureños los riesgos y la gloria
del triunfo, con cuyo objeto, luego que recibieron mis órdenes, hicieron una
marcha de cinco leguas en tres horas, por un camino malísimo. Tales son
los pormenores, Ciudadano Ministro, que ofrecía poner en conocimiento de
usted, con el fin de que los elevase a la alta consideración del Supremo Poder
Ejecutivo Nacional, sirviéndose usted igualmente asegurarle, que la opinión
de estos pueblos, declarada del modo más decisivo contra sus opresores, nos

163
ha abierto las puertas de esta ciudad. Y lo transcribo a usted para que se sirva
ponerlo en conocimiento de ese Supremo Gobierno, sirviéndose usted entre
tanto, admitir mi aprecio y consideración.

Dios, Unión, Libertad 


Francisco Morazán.

164
- 75 -
Carta al Jefe de Estado de Guatemala, por virtual de la el Ministro Pedro J. Valen-
zuela transcribe obra de Morazán, relativa a su marcha por Honduras, y sobre la necesi-
dad de sus equipamiento.
Guatemala, 16 de Abril de 1832.

Al Ciudadano Jefe de este Estado.


Palacio del Gobierno Federal, Guatemala 16 de Abril de 1832.

El Presidente y General en Jefe del Ejército Federal en operaciones, con


fecha 7 del corriente, me dice lo que sigue:
“Hoy ha marchado para Honduras, por el camino de Gracias el Ejército
compuesto en parte de la División de Guatemala, de la de Nicaragua y la
de Honduras. La segunda tiene un vestuario que ha usado desde León, y la
última ninguno. Estos soldados van a hacer una campaña cruda, y es preciso
vestirlos y equiparlos bien. En este Estado no se encuentran géneros para lo
primero, y las fornituras son sobrecaras, en el supuesto de que puedan con-
seguirse”
“Por estas razones me he decidido dirigirme al Gobierno Supremo de la
Federación, con el fin de que tenga a bien disponer se construyan y se me re-
mitan 600 vestuarios completos de camisa, pantalón y chaqueta, 50 monturas
con porta-carabina y sin estribos, y 4 muleros.
Por acuerdo del Vicepresidente de la República, tengo el honor de circu-
larla a usted, para que persuadiéndose de la necesidad que hay de completar
el número necesario de vestuarios, sobre los 400 pesos que se ha dignado
usted remitir, se sirva hacerlo por cuenta de la Federación, si pudieran, para
proporcionarlo.

Dios, Unión, Libertad


Valenzuela

165
- 76 -
Carta al Jefe de Estado de Guatemala, en la que el Ministro Valenzuela
transcribe otra de Morazán, relativa al incremento de hombres en la tropa que
se mandó a Honduras y en particular a Ornoa

Palacio del Gobierno Federal, 25 de Abril de 1832.

Al Jefe de este Estado.

El Presidente y General en Jefe del Ejército, con fecha 16 del corriente,


me dice entre otras cosas lo que sigue:
«Los esfuerzos que se han hecho para aumentar la tropa que marchó a
Honduras al mando del Coronel Terrelonge, y el habérseme tomado la que
guarnecía esta ciudad con este objeto, sin quedar en ella más que el escuadrón
permanente, han puesto a la División en un pie respetable, pues se compone
en el día de 1044 hombres”.
 «Como este número es suficiente para obrar contra las fuerzas de Do-
mínguez, he dado orden a Terrelonge para que a jornadas, marche a colo-
carse entre el enemigo y Omoa, con el fin de cortarlo. Pero como su buena
situación no nos permite aventurar ninguna acción de guerra, creo todavía
conveniente que la compañía federal y las tropas que están reunidas en   Chi-
quimula, a cuyo Jefe Político se han pedido directamente en número de 200 o
más hombres, que marchen a la retaguardia de Terrelonge, con el fin de unirse
a él y ponerse a sus órdenes.
A pesar de que el Vicepresidente está enterado de que con anticipación
se han dado las órdenes necesarias para que tenga efecto lo que ahora mani-
fiesta el General Presidente con respecto a la Compañía Federal y la fuerza de
Chiquimula, me previene lo manifieste a usted, para que se sirva reiterarlas.
Así tengo el honor de verificarlo, protestándole mi respeto y estimación.

Dios, Unión, Libertad


Valenzuela

166
- 77 -
Certificación sobre el traslado de la capital federal a San Salvador
Guatemala 10 de junio de 1832.

«Francisco Morazán, Presidente de la República dc Centro América.


Certificó que el ex-Jefe Ciudadano José María Cornejo aprobó la traslación
las autoridades federales a la ciudad de San Salvador cuando yo se la consulté
privadamente, manifestando que debía hacerse ésta sin ningún aparato mili-
tar para evitar temores y que era la medida que podría salvar a la República.
Que en Jalpatagua recibió las dos cartas que van rubricadas por mí bajo el
número 1° y 2°, y que a la primera le contesté que debía sostenerse; y que de
la fuerza que me repelió en Santa Ana no recibí otro insulto. Y a pedimento
del interesado, doy el presente en Guatemala a 10 de Junio de 1832.

Francisco Morazán

167
- 78 -
Proclama del Presidente del Republica a los habitantes del Estado de El  Salvador,
por la que les ofrece cooperar en los goce de la paz en dicho estado. 
Guatemala 7 de Marzo de 1833

Salvadoreños:
Os anuncié el nombramiento de comisionados, y en efecto éstos fueron a
explorar los motivos de vuestras inquietudes para trasmitirme vuestros votos;
mas antes de hallarse en aptitud cumplir su misión, que encontró obstáculos,
he sabido por medio del Vice Jefe de ese Estado, que es hoy, a mi juicio, con-
ducto legal y seguro dc vuestras opiniones y deseos, que éstos son, de que haya
una renovación total de las autoridades.
Las que existen son legítimas, y (está) vigente la ley que las constituyó;
no era posible obsequiar aquella solicitud sin someterlas antes a su responsa-
bilidad, y sin que fuesen, los que han fungido judicialmente, declarados reos,
para ser depuestos.
Mas esta grande dificultad ha desaparecido en parte por el generoso des-
prendimiento del Ciudadano Mariano Prado, en renunciar de (a) su destino;
y desaparecerá del todo, porque igual disposición me prometo encontrar en
los Consejeros y Diputados, contando con el ofrecimiento que me han hecho
ya algunos de estos.
Véis pues, secundadas por todas partes vuestras pretensiones. No resta
más que la ejecución en que deben observarse las fórmulas establecidas, para
que el desenlace sea legal y de resultados felices.
Si yo puedo cooperar al logro de este objeto, no debo ni quiero perma-
necer pasivo guardando una reprensible indiferencia, muy ajena de los senti-
mientos que me animan hacia el pueblo Salvadoreño. Si él se agita y sufre, yo
no descansaré hasta restablecerle sus goces. Voy pues a tomar una inmediata
intervención en sus negocios, sin más apoyo que la confianza ofrecida por sus
virtudes, y sin otra garantía que la pureza de mis intenciones.
He dejado el Gobierno y paso a Ahuachapán. Allí se reunirá la Asam-
blea; tomará en consideración y admitirá la renuncia del Jefe, que tengo ya en
mi poder y conduciré (hasta allí).
Dimitirán en seguida los diputados, porque los sucesos han debido he-
cerles conocer lo oneroso de la carga, y les falta las recompensas necesarias
para quererla llevar por más tiempo. Puedo por tanto aseguraros de que el

168
decreto de convocatoria a nuevas elecciones será dado, y con él cerrará el
Cuerpo Legislativo sus sesiones en Ahuachapán, Mi permanencia después en
el Estado será acordada con vuestro Gobierno particular de modo que aleje
todo recelo, y calculada para que gozéis de absoluta libertad en las elecciones,
quedando fuera de los puntos en que las ejerzáis, la fuerza y cualquier otro
motivo de coacción.
Practicable y afortunadamente bien fácil es a la manera que se os presenta
para salir del laberinto en que os halláis. El hilo os lo dá la ley; si lo rompéis,
si por sospechas vulgares e infundadas dejaís el camino que os he trazado, y
tomáis ligeramente el sendero que los incautos o mal intencionados os sugie-
ran, os exponéis a mil peligros. Con las notas de ilegítimas, de intrusas u otras
(palabras) tan infamantes, serán azoradas las nuevas autoridades que de otra
manera establezcáis y las reacciones continuarán agitándoos hasta completar
total ruina. ¡Cómo podría yo ser indiferente a esta inmensidad de males!
Salvadoreños: Considerad en las posibilidades de estos anuncios que me
arranca el sentimiento de vuestra desgracia. Penetráos de la sinceridad de mis
observaciones y ocupáos en la obra de vuestra felicidad, cooperando conmigo
a que tenga efecto el pensamiento que os dejo indicado, el único, acaso, que
puede salvaros. Yo os protesto a la faz del mundo, que ésta es la única mira
que me conduce a ese Estado. Ni las calumnias de mis enemigos, ni las des-
confianzas que tratan de infundiros, me harán variar mis principios, Si que-
réis que se pongan en práctica, no déis oídos a los que desean vuestra ruina.
Conciudadanos: ha llegado el momento de que fijéis para siempre la
suerte de ese Estado, En vuestras manos está su felicidad o su desgracia.
Unidos y firmes conseguísteis la Independencia y libertad; unidos y fir-
mes volveréis a adquirir el poder que habéis perdido por vuestra división.
Borrad para siempre de vuestra memoria el nombre odioso de (los) partidos;
uníos de buena fe todos los que os halléis divididos por opiniones políti-
cas; olvidad vuestros resentimientos; abrazáos como hermanos; recobrad el
nombre glorioso que adquirísteis cuando aun no se había encendido entre
vosotros la negra tea de la discordia y practicad vuestras elecciones con toda
libertad. 
 
Estos son los deseos de vuestro amigo.
Francisco Morazán.

169
- 79 -
Discurso del Senador Presidente de la Republica Federal don Gragorio Salazar, al
abrir sus sesiones el Congreso Federal,
Guatemala 8 de Marzo de 1833

Ciudadanos Representantes:

La reunión del Cuerpo Legislativo en la época designada por la Ley


Fundamental, indica seguramente la marcha regularizada de un Gobierno
libre y la estabilidad de sus instituciones. Por esto es, Ciudadanos Repre-
sentantes, que el Ejecutivo se congratula con vosotros, lleno del placer más
puro, tanto más que en la actualidad hubiera sido muy peligrosa la falta de la
Representación Nacional, al verse amenazada la República de males de grave
trascendencia.
Esta disfrutaba de los beneficios de la paz, después de haberse reducido
al orden un Estado rebelado y destruído completamente la facción capita-
neada por un hijo bastardo de Centro América y un extranjero fugo de su
patria. Este triunfo verdaderamente nacional, debió afirmar sólidamente el
orden interior de la República y restablecer su crédito exterior. Pero el genio
del mal, que desde el año de 1826 ha cubierto de cadáveres el suelo hermoso
de Centro América, renaciendo de sus ruinas, vuelve otra vez disfrazado en
diferentes formas, a encender sus apagadas teas.
El mismo Estado que en el año anterior fuera víctima de una revolu-
ción, es hoy el teatro de nuevas agitaciones, olvidando los que las promueven,
que aquellos pueblos no han podido ser engañados por mucho tiempo. Esta
consideración y la de que aquel benemérito Estado no querrá marchitar los
laureles que tan gloriosamente ha adquirido en defensa de la independencia
y libertades públicas, hace creer al Gobierno que muy pronto será restablecida
la paz en aquella parte de la República, conmovida además con violencia por
los proyectos de reformas a la Constitución.
El Ejecutivo está persuadido que aunque hay muchos patriotas de buena
fe que trabajan por ellas, es indudable que también son el pretexto ostensible
de la mayor parte de los desórdenes que se han cometido.
Si es cierto que las reformas son necesarias, no lo es menos que éstas
deben ser cl resultado de profundas combinaciones, y que deben darse des-
pués de haber examinado con detenimiento el origen de nuestros males. Mas

170
para alejar cualquier pretexto a los enemigos del reposo Ejecutivo juzga de la
mayor importancia, que si el proyecto emitido por el Congreso en las últimas
sesiones extraordinarias sancionado por los Estados, os ocupéis inmediata-
mente opinión pública designa, como análogas a nuestras circunstancias.
En el resto de la República no ha padecido ninguna alteración importan-
te la tranquilidad; y el Gobierno confía en el buen sentido de la mayoría de
los Estados, que hasta ahora se han mantenido fieles al pacto, que continuará
siendo el modelo de la sensatez y buen juicio a que deben la prosperidad y
bienestar de que disfrutan. Así es que terminadas las desavenencias momen-
táneas que han aparecido en algunos puntos de la República, marchará ésta
sin obstáculos al engrandecimiento a que es llamada por los variados elemen-
tos de riqueza que posee.
Las relaciones exteriores se hallan establecidas de un modo satisfactorio.
La República se halla en paz con todas las naciones; sus puertos son
frecuentados por buques de todas ellas, a excepción de los de la nación espa-
ñola, cuyo Gobierno obstinado en los principios de su falsa política, no dejará
de ser el enemigo más implacable de nuestra gloriosa independencia. Sin
embargo, los efectos de aquella nación se introducen en nuestros puertos en
buques amigos o neutrales.
El ciudadano Próspero Herrera ha existido en París con el carácter de
Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República cerca
de aquél Gobierno; ha concluído un Tratado de Amistad y Comercio, que
pronto pasará al Congreso para su aprobación.
La grandiosa empresa de la comunicación de los dos mares que bañan
los costados de la República, el Pacífico y el Atlántico, que por sí sola debe
producir el engrandecimiento de nación se había entorpecido por causas
que deben estar al alcance del Cuerpo Legislativo. Más ahora que se han
removido todos los obstáculos que lo impidieran, espera el Gobierno que
se verificará muy pronto. El ciudadano Diego Vigil se ha puesto en marcha
para la Holanda con este interesante encargo y no duda el Ejecutivo que
será desempeñado por este patriota de la manera más ventajosa a la Repú-
blica.
La mejor armonía existe con el Gobierno de los Estados Unidos del
Norte. Los tratados celebrados con esta nación se han observado escrupulo-
samente, y esta conducta nos conserva la buena amistad de una gran nación
continental, cuya respetabilidad es un garante más de nuestra absoluta inde-
pendencia.

171
Con nuestra vecina y hermana República de los Estados Unidos Mexi-
cano sino hay motivo alguno para que pueda ser alterada la buena armonía
que ha existido, pues aunque hasta ahora no ha podido concluirse un tratado
que hay pendiente, tiene fundadas esperanzas el Ejecutivo, que habiendo sido
removidos los obstáculos que lo han embarazado, todo será expedito hoy que
la Administración más franca e ilustrada se halla al frente de aquella nación.
Arreglándose el Ejecutivo a una disposición del Cuerpo Legislativo ha
tratado de entrar en relaciones con el Rey de los Mosquitos; cuya nación
limítrofe podrá ser algún día al menos una fiel aliada nuestra. El comandan-
te de Trujillo, ciudadano Juan Galindo, ha mandado uno de los buques de
guerra de la República con aquél interesante objeto, y pronto espera saber el
Gobierno los buenos resultados de aquella misión.
Las crecidas erogaciones que tuvo que hacer el Gobierno para reprimir
las facciones que por diferentes puntos de la República amenazaron su exis-
tencia, no han permitido que, después de aquella época, sean suficientes para
cubrir todas las atenciones de la Administración Pública; y se ha visto en
la necesidad de emitir algunas cantidades en libranzas de aduana, con cu-
yos recursos y los corvos ingresos en numerario, están satisfechos todos los
empleados hasta fin del mes de enero próximo anterior. El Gobierno espera
que restablecida la confianza como se halla, el comercio recibirá un grande
impulso, y que esto refluirá en el aumento de los derechos marítimos con los
cuales habrá para cubrir las más urgentes atenciones del Gobierno.
La renta de tabacos en tiempos anteriores ha sido una de las más pro-
ductivas al Erario; y por la forma que se dió, debía ser más que suficiente
para llenar el objeto a que ha sido destinada; sin embargo sus productos en
este año no han alcanzado a cubrirlo. Bien que no era posible que fuese de
otra manera, en atención a que ha sido preciso crearla casi nuevamente, por
la desorganización en que se hallaba, recargada además con una considerable
deuda a los cosecheros del ramo, habiendo suministrado también gruesas
cantidades para atenciones de la guerra. Pero es muy probable que en este
año corriente que hay hecho un acopio de tabacos, y que por consiguiente,
sus gastos no deben ser tan crecidos como el año anterior, sus rendimientos, a
más de cubrir aquellos a que se han destinado, deje(n) un sobrante suficiente
(par)a satisfacer completamente las cargas del Gobierno, si por parte de los
Estados no fuere atacada su existencia.
El Ejército de la República, compuesto de la fuerza federal permanente y
de las milicias de los Estados, ha sido un modelo de todas las virtudes milita-

172
res. Vencedor por todos los ángulos de la República, ha quedado reducido en
la parte veterana, a un número que no es bastante para cubrir todos los puntos
que deben guardarse, y que por lo mismo se hace indispensable su aumento.
Las repetidas acciones de guerra, los combates y últimamente el clima mor-
tífero de la costa del Norte y (en) el asedio al castillo de Omoa, han perecido
una mitad de los valientes defensores de la patria; y los que regresaron de
este último punto, ha sido con las dolencias consiguientes a la intemperie,
a la falta de habitaciones en un país lluvioso, y en fin, a las privaciones de
todo género, El Ejecutivo os recomienda esta parte del Ejército, compuesta
toda de héroes que han dado gloria a la República, y terribles lecciones a sus
enemigos, Todos los puertos se hallan guarnecidos competentemente; y sus
fuertes y baterías en buen estado de defensa. Además se halla guardada la
costa por dos buques de guerra, que están en continua vigilancia para estorbar
el comercio siempre se ha hecho en las costas del Norte.
          Ya habéis oído, ciudadanos Representantes, el estado de la cosa
pública. El Ejecutivo no os molesta con pcdiros nuevas leyes para sostener la
Administración; las existentes son suficientes, si cl pacto es observado fiel-
mente; y si no lo es, cualquiera medida seria nula e insignificante. Solamente
os pide que os ocupéis en sostener la unión federativa, A vuestra sabiduría
y prudencia corresponde ahora dictar medidas que remuevan los obstáculos
que se presentan al restablecimiento del orden. La República en espectación
lo espera todo de sus Representantes. Corresponded a la confianza que ha
depositado en vosotros la nación; y vuestra memoria quedará grabada en el
reconocimiento público.

Gregorio Salazar

173
- 80 -
Parte enviado al ciudadano Secretaría del Estado y del Despacho de Guerra del Go-
bierno Federal sobre la derrota de Benítez y su oferta de Sacrificio de su vida en defensa
de la patria.
Ahuachapán 15 de Marzo de 1833.

«Al Ciudadano Secretario de Estado y del Despacho de Guerra del Go-


bierno Federal.-Ahuachapán, 15 de marzo de 1833.En este momento ha
llegado un espía que se mandó a San Salvador y refiere que el Coronel Nar-
ciso Benítez ha sido derrotado completamente en la ciudad de San Vicente,
y que había disposición de venir sobre esta villa a atacar la fuerza que se halla
hoy a mis órdenes, y antes a las del Coronel Menéndez. Ni lo uno ni lo otro
es dudoso porque el aliento que han tomado los facciosos con motivo de las
noticias exageradas que los presos de San Francisco han venido a esparcir,
de que el Estado de Guatemala estaba en disposición de auxiliarlos, no es
significable; mientras que los patriotas se han acobardado ya por aquellas
mismas noticias, o ya porque han visto retardarse cuanto no esperaban los
auxilios que tanto tiempo ha tienen pedidos, Son estas razones precisamente
las que han contribuido a derrotar al Coronel Benítez, y serían las mismas
las  que originarían igual suerte a esta fuerza. Por mi parte sabré significar al
Gobierno, que no debiendo dudarse un solo momento que seré atacado, pues
es bastante ostensible la mala fe con que obran los facciosos de El Salvador,
y que ellos son los mismos precisamente que se sublevaron el año anterior;
mi posición es extremadamente crítica. Doscientos hombres se hallan a mis
órdenes; de éstos sólo están disciplinados los federales, lo que equivale a decir
que ésta es la única fuerza con que puedo contar. En tales circunstancias,
la prudencia demanda que yo me retire a un punto donde yo pueda recibir
auxilios de hombres y dinero para poder presentarme, si no con una fuerza
igual, por lo menos no con la interior que existe bajo mis órdenes. Retirado
a este punto yo esperaré en él quinientos hombres que el supremo gobierno
podrá servirse pedir en auxilio al del Estado de Guatemala, para obrar con
ellos de la manera que juzgue más conveniente al mismo supremo gobierno;
advirtiendo, por supuesto, que dicha fuerza ya deberá ser de la disciplinada.
Toca al Señor Presidente de la República y al Jefe del Estado de Guatemala
observar las circunstancias y las personas que están victoriosas y con las armas
en la ciudad de San Salvador. Si ambos funcionarios convienen en que la
libertad y las leyes corren peligro, en su mano está el auxilio que con justicia
174
reclaman los patriotas y autoridades legítimas de El Salvador, y que yo creo
indispensables para poder obrar.
El sacrificio de mi vida no será la primera vez que lo ofrezco a la patria;
pero no quiero perder aquella sin ninguna utilidad para ésta, como sucedería
indefectiblemente, si hubiese de obrar con ochenta hombres de que consta la
fuerza federal, contra una que podrá aumentarse, cuanto no es creíble, des-
pués del triunfo que ha adquirido y lo que lo halagan los ofrecimientos que,
aunque yo los creo falsos, son bastante lisonjeros para los hombres que no
conocen su falsedad.
Ocasión es aun, de evitar el mal si se cree que existe, sin mayores sacrifi-
cios para los pueblos. Doscientos hombres veteranos colocados hace dos me-
ses en la capital de este Estado, habrían sido bastantes para que hoy el Estado
estuviese tranquilo. Quinientos al presente serán sobrados para conservar la
República en el reposo y tranquilidad de que tanto necesita. Me es indispen-
sable hacer esta indicación para que el Ejecutivo Federal y el del Estado de
Guatemala no la pierdan de vista al resolver sobre esta comunicación.
  Sírvase Ud., como Secretario, poner lo expuesto en conocimiento del
Ejecutivo Nacional y aceptar mi aprecio y consideración.

Dios, Unión, Libertad


Francisco Morazán

175
- 81 -
Comunicación al jefe Supremo del Estado Costa Rica, y un anexo más sobre una
propuesta para la pacificación de El Salvador.
Metapán 29 de Marzo de 1833

          Al Ciudadano Jefe Supremo del Estado de Costa Rica.


          Tengo el honor de acompañarte a Ud. Una copia de lo que con esta
fecha de propuesto al Vice-Jefe de este Estado como puntos absolutamente
indispensables en que debemos convenir al logro de la pacificación.
          Me es muy satisfactorio dar conocimiento a Ud. de este paso dado
por mi para que se advierta que fiel al proyecto que concebí para pacificar a
El Salvador no trato si no de cumplirlo en los términos y de la misma manera
que lo he publicado a la nación.
          Cuando el Ciudadano Vice-Jefe haya convenido en los artículos
que expresa dicha copia tendré la honra de ponerlo en noticia de Ud. Entre
tanto ofrezco a Ud. las respetuosas consideraciones con que su atento servi-
dor.

Dios, Unión, Libertad


Francisco Morazán

Texto anexo
Proyecto para la pacificación de El Salvador.

Siendo necesario fijar los objetivos de que debe ocuparse la Asamblea y


Consejo Representativo del Estado en su próxima reunión y los medios que
deben adoptarse para que las elecciones de nuevos representantes se practi-
quen con toda libertad en la inmediata renovación caso que la Asamblea emi-
ta el decreto de convocatoria como se espera, el Presidente de la República y
el Vice-Jefe del Estado convienen en los artículos siguientes.
1°      La Asamblea y Consejo se reunirán en la Villa de Metapán.
2°      Estos cuerpos se ocuparán únicamente de admitir la renuncia que
haga el Jefe y Vice-Jefe del Estado y la que hagan los mismos diputados
y consejeros de expedir en consecuencia el decreto de convocatoria para la
renovación total de los Supremos Poderes del Estado, de dar una amnistía
general para que bajo ningún pretexto se persiga a los que hayan tomado

176
parte directa o indirectamente en la actual revolución del   Estado.
3°      Como admitida la renuncia al Vice-Jefe y Consejeros, autoridad
legítima que gobierne el Estado, continuará el Jefe asociado de la persona que
nombre el Gobierno Federal.
4° Estos dos empleados interinos cuya autoridad será igual, gobernarán
al Estado con arreglo a las leyes, y mantendrán el orden, y tranquilidad de
los pueblos. Procurarán también que las elecciones sean absolutamente libres,
tomando al efecto todas las medidas que crean convenientes y cuando éstas
estén echas darán posición a los nuevamente electos.
5 ° Estos dos empleados provisionales acordarán el número de fuerza
que debe quedar en el Estado y el lugar donde deba colocarse, así como el de
la residencia de dichos gobernantes.
6° Durante la Asamblea y Consejo actual estén reunidos, las fuerzas
del mismo Estado se concentrarán en la Ciudad de San Salvador y las del
Presidente de la República existirán en la Villa de Metapán o en cualesquiera
otro punto del Departamento de Sonsonate, y ni unas ni otras podrán mo-
verse a otro punto sin previo consentimiento del ViceJefe y Presidente de la
República.

Francisco Morazán

- 82 -
Nota al Vicejefe del Jefe del Estado de El Salvador acerca de su plan de pacificación
de dicho Estado.
Mita, 30 de Marzo de 1833

Al Vicejefe del Estado en ejercicio del Poder Ejecutivo. Tengo el disgus-


to de referirme a Usted para hacerle una reclamación de que me creía libre, en
atención a la conducta que he seguido desde que ingresé al Estado de El Sal-
vador y a la franqueza y buena le con que han sido marcadas mis operaciones.
 Retirado de Chalchuapa para evitar un encuentro sobre cuyas funestas  
consecuencias no era posible calcular, y firme de mi plan de pacificación, me
situé en Metapán, a donde como Usted sabe bien, convoqué la Asamblea, No
presumía que, sabedor como se halla ese Gobierno del objeto que me ocupa,
y sin experimentar de mi parte la más pequeña hostilidad, se intentase atacar 
mi escolta, comprometiendo así, más de lo que está, la tranquilidad del Esta-
177
do y me lisonjeaba que en la expresada villa, quedarían satisfechos mis deseos
y asegurada la paz de los pueblos de El Salvador; pero he visto burladas mis
esperanzas con un movimiento rápido que se hizo por las tropas de Santa
Ana, sin otro objeto que el de sorprenderme. Mi obligación era la de sostener
el decoro y dignidad de las armas nacionales y sentí el disgusto de retirarme
por segunda vez por el convencimiento de que un choque dificultaría el ob-
jeto de mi misión. Para hacerla, tuve que reprimir los impulsos de mi amor
propio, el de los jefes que me acompañan y aun el de los soldados que me
escoltan; y resolví, al fin, fiel a mis propósitos de no ensangrentar el, pueblo
salvadoreño, retirarme a este punto donde aguardo una contestación franca,
decisiva y dictada por la buena fe.
Quiero saber de ese Gobierno si mi plan de pacificación que tiene ad-
mitido aún es de su agrado, si sus miras continúan siendo hostiles, y si debo
renunciar a la esperanza de hacer la pacificación sin la intervención de las
armas, como me he propuesto y dado pruebas evidentes de quererlo,
Veo que es difícil esta conservación, porque si he de hablar con la debida
ingenuidad, discurro, o que el Gobierno de Usted carece de respetabilidad y
de obediencia, o de que está observando una conducta que no debe inspirar
confianza.
Si es obedecido, ¿cómo da órdenes para que se me ataque cuando le son
patentes mis intenciones, y han merecido su atención mis proyectos? ¿Cómo
obra hostilmente al propio tiempo que sus comunicaciones oficiales me dicen
que se quiere la armonía y la pacificación? Por tales observaciones yo creía
que Usted no tiene toda la autoridad necesaria, puesto que no debiendo du-
darse acerca del contenido de sus comunicaciones oficiales, la tropa de Santa
Ana ha intentado sorprenderme. No se aleguen para justificar éste hecho
escandaloso, los vanos pretextos de que se quieren ser entregados los Coro-
neles Menéndez, Benítez y Angulo; que es forzosa la disociación de la fuerza
que reunió el primero; que es necesario recoger las armas del Estado, etc…,
etc…, porque sobre todo esto hay contestaciones pendientes con el Ejecutivo
Nacional y Usted mismo. Además, ¿No median asimismo comunicaciones
con Usted, de que se espera la pacificación? ¿No he remitido a ese Gobierno,
para su aprobación, algunos artículos que le va a promover necesariamente?
¿El Secretario de ese Gobierno y el mío no debieran tener una entrevista que
Usted y yo creeríamos indispensable? ¿Cómo, pues, en medio de todo esto
se intenta atacarme? Cómo el Comandante de Santa Ana detiene preso al
sargento que conducía de parte de mi Secretario un pliego al de ese Gobier-

178
no participándole su llegada a Texis, y excitándole a que abreviase la suya?
Yo no puedo creen que en tal estado de cosas, el Ejecutivo a quien me dirijo
haya dispuesto un rompimiento. Para ello ha debido comprometer su crédito,
faltar a la buena fe y hacerse acreedor a la más severa responsabilidad, ya bien
resultasen sus fuerzas vencidas o ya victoriosas, y creo por tanto que la de
Santa Ana se ha movido discrecionalmente,
Más, de cualquiera manera, yo quiero saber lo que hay de positivo. Re-
clamo contra el proceder, cualquiera que sea su emanación. Pido se me de la
satisfacción correspondiente por la tropelía intentada. Exijo se me diga con
franqueza a qué debo atenerme para en lo sucesivo,
Urge, Ciudadano Vice-Jefe, la contestación de Usted, yo le suplico no
quiera demorármela y que me hable con la ingenuidad que solicito.
Entretanto, sírvase aceptar las consideraciones que me merece y con que
soy de Usted su atento servidor.

Dios, Unión, Libertad.


Francisco Morazán

Santa Ana ha intentado sorprenderme. No se aleguen para justificar éste


hecho escandaloso, los vanos pretextos de que se quieren ser entregados los
coroneles Menéndez, Benítez y Angulo; que es forzosa la disolución de la
fuerza que reunió el primero; que es necesario recoger las armas del esta-
do, etc…, etc, porque sobre todo esto hay contestaciones pendientes con el
Ejecutivo Nacional y Usted mismo. Además, ¿No median asimismo comu-
nicaciones con Usted de que se espera la pacificación? ¿No he remitido a ese
gobierno, para su aprobación algunos artículos que le van a promover nece-
sariamente? ¿El Secretario de ese Gobierno y el mío no debieran tener una
entrevista en el pueblo de Texis, para ciertas explicaciones importantísimas,
entrevista que Usted y yo creeríamos indispensable? ¿Cómo, pues, en medio
de todo esto se intenta atacarme? ¿Cómo el comandante de Santa Ana detie-
ne preso al sargento que conducía de parte de mi Secretario un pliego al de
ese Gobierno participándole su llegada a Texis, y excitándole a que abreviase
la suya? Yo no puedo creer que en tal estado de cosas, el Ejecutivo a quien me
dirijo haya dispuesto un rompimiento. Para ello ha debido comprometer su
crédito, faltar a la buena fe y hacerse acreedor a la más severa responsabilidad,

179
ya bien resultasen sus fuerzas vencidas o ya victoriosas, y creo por tanto que
la de Santa Ana se ha movido discrecionalmente.
Más, de cualquiera manera, yo quiero saber lo que hay de positivo. Re-
clamo contra el proceder, cualquiera que sea su emanación. Pido se me de la
satisfacción correspondiente por la tropelía intentada. Exijo se me diga con
franqueza a qué debo atenerme para en lo sucesivo.
Urge, Ciudadano Vice-Jefe, la contestación de Usted, yo le suplico no
quiera demorármela y que me hable con ingenuidad que solicito.
Entretanto, sírvase aceptar las consideraciones que me merece y con que
soy de Usted su atento servidor.

Dios, Unión, Libertad


Francisco Morazán.

-84-
Carta al ciudadano Secretario general del Gobierno de Costa Rica por la que agra-
dece carta de felicitación por la derrota de Arce en Soconusco y triunfo de las armas de
la República por todas partes. San Salvador 15 de Mayo de 1832.

Sírvase Usted Ciudadano Secretario manifestar a su Gobierno el alto


aprecio con que he visto la felicitación, que Usted me transmite en su nota
de 18 de Abril último, por el triunfo que sobre los facciosos de este estado se
alcanzó en 28 de marzo anterior, y por la destrucción completa de Arce y su
gavilla en Soconusco.
Las armas de la República han triunfado en todas partes y últimamente
en Honduras sobre los puertos del Norte y sobre la facción de Opoteca capi-

180
taneada por Domínguez. Tales sucesos deben ser gloriosos para todo centro-
americano amigo del sistema, del orden y del buen nombre de la República
como lo son para ese digno gobierno a quien tengo el placer de manifestar
que vuelve a brillar en nuestra nación la aurora saludable de la paz.
Nada me será tan grato como secundar sus deseos en orden al castigo
de los delincuentes en este Estado, y yo procuraré tanto por la indicación de
ese gobierno, como por mis sentimientos propios conciliar la justicia con la
unidad y la seguridad de la república.
Al dar Usted cuenta a su gobierno con que esta nota, sírvase hacerle pre-
sente la consideración que le profeso y aceptar Usted protesta de aprecio con
que soy su atento servidor.

Dios, Unión, Libertad


Francisco Morazán

-85-
Convenio celebrado con el Vicejefe de Estado de El Salvador, por la que el Presiden-
te de la República vuelve a Guatemala y la Asamblea pasa a Metapán y que no habrá per-
secuciones a militares ni civiles, mientras la Asamblea promulga un decreto de amnistía.
Lugar no determinado. 6 de Abril de 1833.

El convenio celebrado fue el siguiente 1-° —Se retirará el presidente de


la República a la capital de Guatemala, con su fuerza federal y disolverá la
del Estado de El Salvador, que pusieron a sus órdenes, Menéndez, Benítez y
Angulo y devolverá las armas que éstos tres sacaron de San Salvador, Santa
Ana, Sonsonate y Ahuachapán, mandándose al efecto un comisionado que
las reciba. 2-° —La Asamblea se reunirá en Villa de Metapán. Su guardia lo
formará una fuerza del Estado de Guatemala, pidiéndola por medio de su
comisionado. El objeto de su reunión será únicamente el de dar el decreto de
renovación de autoridades, 3-° —Se reconcentrarán las fuerzas salvadoreñas a
la capital del Estado. Su número será el preciso para mantener la tranquilidad.
No se moverá sino es con el objeto de hacer guardar el orden en el caso que
lo demande la situación de algún pueblo, todo con el fin de que las elecciones
se hagan con más libertad; 4-° — En caso de venir algún comisionado por el
Gobierno Nacional, se cuidará de que sea de la confianza de los salvadoreños.
Sus atribuciones serán hacer las reclamaciones convenientes al Vice-Jefe, si
no ejerciere el Gobierno conforme a la constitución y las leyes vigentes y
181
5-°— Se reservará a la nueva Legislatura, el decreto de amnistía. Entre tanto
el Gobierno se compromete a no perseguir a los militares y particulares que
hayan tomado parte directa o indirectamente en los actuales trastornos, que-
dando en libertad de reclamar a los Coroneles Benítez, Angulo y Menéndez
y de no permitir que pisen el territorio del estado. El comprometimiento
del Gobierno, no comprende a los que hayan cometido delitos puramente
comunes.
Francisco Morazán

-86-
Proposiciones al Congreso Federal en favor de reformas constitucionales, plan de
amnistía y la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Jutiapa 16 de abril de 1833.

CONGRESO NACIONAL:

La opinión pública se ha declarado en favor de las reformas constitucio-


nales, y muchos enemigos del bien general trabajan en establecer de hecho
la Confederación, sistema funesto que acabará de arruinar a la República
disolviendo el lazo federal, y multiplicando los obstáculos que se han opuesto
hasta ahora a la consolidación del Gobierno.
El Congreso animado de los mejores sentimientos ha decretado las re-
formas que en su concepto podrán salvar a la Nación; pero en medio del grito
tumultuario de las pasiones y de los intereses privados, su voz no ha sido bas-
tante fuerte para hacerse oír, y los pueblos continúan en agitación. El fuego
de la discordia ha encendido en todas partes su funesta tea: las desconfianzas
se avivan, el espíritu de partido y de localismo no conoce límites; el Gobierno
ha perdido su nacionalidad; el egoísmo ha tomado el lugar del patriotismo, y
una fría indiferencia de los males públicos es el triste presagio de los sacrifi-
cios que aún esperan los centroamericanos.
En tan difíciles circunstancias, en momento tan críticos ¿A quién deben
acudir los pueblos si no es a sus representantes? Ellos tienen la obligación de
procurar su bien, y un derecho para imponer a los partidos y fijar la suerte de
la República acordando una medida grande y nacional que se halle en conso-
nancia con la opinión pública.
Esta se ha declarado en favor de una Asamblea Constituyente; la ma-

182
yoría de los estados la solicitan en el Congreso, y los pueblos la esperan con
impaciencia.
Si ya es necesario satisfacer sus deseos, el Congreso se haya en la obliga-
ción de hacerlo, si no quiere que la República continúe expuesta a los males
de la guerra civil y la funesta dirección de los enemigos de los principios
liberales.
Animado de estos sentimientos, convencidos de los males que amenazan
a los pueblos, y satisfecho de los patrióticos deseos de que están poseídos
los dignos Representantes a quienes me dirijo, yo me atrevo a proponer al
Congreso:
1°. Que se sirva dar una amnistía general para todos aquellos centroame-
ricanos que por sus principios repúblicanos y por su amor la libertad de los
pueblos puedan cooperar de buena fe a simplificar el sistema adoptado, o a
establecer el que más convenga a la Nación.
2°. Que se digne expedir la convocatoria para una Asamblea Constitu-
yente con igualdad de representación por cada estado.
3°. Que tenga a bien acordar que la reunión de este Cuerpo sea en uno
de los pueblos pertenecientes a El Salvador, Nicaragua u Honduras, con el fin
de que sus representantes se hallen libres del influjo de los partidos y puedan
emitir sus opiniones con toda libertad.
Al hacer estas proposiciones sólo me anima el interés púbico. Ellas son
el resultado de una larga experiencia adquirida en las revoluciones que han
afligido a mi Patria, y del conocimiento que tengo de los pueblos y de sus
directores.
Creo haber adquirido un derecho para que no se dijese que mis opinio-
nes abrigan un interés oculto o están afectadas del espíritu de partido. Yo las
elevo a la alta consideración del Congreso al propio tiempo que he puesto
en sus manos mi renuncia a la Presidencia a que he sido llamado por el voto
público en circunstancias que mi amor propio aún se resiente de la conducta
que ha observado conmigo el partido a que pertenecen los centroamericanos
que en mi concepto deben volver a la República y cuando no carezca de
elementos para hacer la guerra con buen éxito a los que se abstienen a obrar
contra los intereses nacionales.
Sea cual fuese la carta que tengan mis opiniones en la que buscan pretex-
tos para desacreditarme nada temo cuando se trata de salvar a la República:
he expuesto por ella muchas veces mi vida, mi honor más apreciable que ésta
tocaba; he sido ya el blanco de mis enemigos: pero mis pequeños servicios

183
han sabido desmentir a éstos, y cooperando a la salvación de aquella. Y la que
prestare en lo sucesivo será la mejor garantía de las sanas intenciones con que
me dirijo a los representantes del pueblo.

Francisco Morazán

-87-
Carta dirigida al Ministro general del Estado de Guatemala, en la que propone a ese
Gobierno un negocio de tabacos.
Tegucigalpa 11 de Noviembre de 1833.

Ciudadano Ministro general del Gobierno del Estado de Guatemala.


Puedo disponer de veinte a veintiocho mil pesos en tabaco Copán en la
próxima cosecha del mes de Abril, con licencia de este gobierno. En los meses
de Mayo, Junio y Julio del año entrante de 1834, entregaré en esa ciudad de
veinte a veinte y ocho mil pesos carga. Ese gobierno me facilitará el dinero
necesario para pagar los fletes, y la cantidad restante hasta el total pago de
la deuda; la satisfará dándome diez mil pesos cuando haya entregado todo el
tabaco, y mil quinientos pesos (en) cada mes.
Sírvase poner en conocimiento del Supremo Gobierno mi propuesta,
y avisarme su resolución, que se lo agradecerá su más afectuoso y apurado
servidor.

Francisco Morazán

184
-88-
Considerandos y acuerdo tomado por el presidente de la República Federal, en
oportunidad de la muerte de Máximo Menéndez por las fuerzas de San Martín. Guatemala
14 de Mayo de 1834.

“El Presidente de la República, considerando:

Que el acontecimiento sucedido en El Salvador la madrugada del 11 del


actual, comunicado por el Vicejefe de ese Estado, dá una verdadera idea de la
posición en que se ha visto el mismo Vicejefe y el Estado entero.
Que la expedición de un caso semejante, con otro éxito, podría tal vez
comprometer la dignidad del Gobierno Federal, y exponerlo a una disolución
opuesta a la República, por falta de medios para hacerse respetar , sin que
pudiera evitarlo el Estado por la misma causa.
Que este acontecimiento inesperado, trascedente a toda la Nación, habría
sido más funesto en circunstancias (en) que el completo restablecimiento del
orden, la consolidación de la paz y las reformas que den estabilidad a nuestras
instituciones, se aguardan de la representación legislativa de la República, en
quien únicamente tiene fijadas los pueblos sus esperanzas.
Que el gobierno de El Salvador ha pedido auxilios al ejecutivo Nacional
para obrar en el caso de aumentarse los trastornos que desgraciadamente se
repiten a cada paso en este estado.
Y que para poder prestar dichos auxilios cuando lo exijan las circunstan-
cias, carece de recursos que no puede proporcionarse en su actual posición, sin
contar con los demás estados. Acuerda:
1o. Que se excite a los Gobiernos de éstos, por correos expresos, a fin
de que, en caso necesario, presten los auxilios de hombres y dinero que haya
menester el Ejecutivo.
2o. Que se ponga este acuerdo en conocimiento del Congreso con los
antecedentes que lo motivaron, a efecto de que se sirva trazar al Gobierno
185
la marcha que deba seguir en este asunto, y la manera en que podrán prestar
dichos auxilios cuando se le pidan por el de este Estado.
3o. Que no habiendo aún emitido el Senado en lo principal el dictamen
que le pidió el Ejecutivo acerca de este asunto, se manifieste al Vicejefe de El
Salvador, en contestación a la nota que se refiere (a) las enunciadas ocurren-
cias del 11, y pide auxilios, caso de necesitarlos en lo sucesivo, que el gobierno
espera la resolución del Congreso, cuyo conocimiento ha mandado elevar de
toda preferencia con los antecedentes de la materia 10.
Francisco Morazán

-89-
Parte del Coronel Isidoro Saget al jefe Provisional del Estado Federal don Carlos Sa-
lazar, sobre la batalla que se libró en San Salvador 11 San Salvador 24 de Junio de 1834.

República Federal de Centro América. Ejército de Operaciones. Estado


Mayor General. San Salvador: junio 24 de 1834. Ciudadano Senador Carlos
Salazar, Jefe Provisional del Estado y General en Jefe del Ejército.
Ayer, como a la seis y media de la mañana, el oficial de la avanzada apos-
tada en el camino de San Jacinto, dio parte de haber avistado al enemigo.
Poco después se oyeron los tiros con que la misma avanzada sostenía los
fuegos de aquél, marchando en retirada a la plaza. Ellos fueron suficientes
para que los cuerpos se colocasen con prontitud y orden en los puestos que,
de antemano, se les tenía designados, sin necesidad de otra señal. El enemi-
go, apoyando su derecha en la iglesia de La Merced, destacó una nube de
tiradores que rodearon la plaza desde la esquina de Santo Domingo hasta
la de la Presentación. Trataron de aturdirnos con sus ataques repetidos: pero
constantemente fueron contenidos por los fuegos de la plaza, y las cargas de
nuestra caballería los obligaban, cuando escapaban de la lanza a replegarse o
tomar la fuga por los barrancos. Entretanto, su cuerpo principal con su reser-
va, se adelantó a colocarse en la calle de Delgado, y nuevas partidas fueron
destacadas para apoderarse de todas las casas que rodean la plaza por aquel

10. Menéndez fue muerto dentro de la cárcel donde se hallaba confinado.


11.* Se incluye por corresponder a una acción bélica ligada directamente con Morazán

186
lado. De las ventanas de éstas se nos hacía un fuego mortífero, y por la casa
de las López, lograron introducirse hasta la de Patiño. Este fue el momento
en que el enemigo creyó haber adquirido algunas ventajas, más nuestros sol-
dados, advertidos del riesgo, se introdujeron por una tronera bastante elevada
por la que no cabía más que un individuo, y al momento que se reunieron
unos pocos dentro desalojaron a los cobardes que se ocultaban para asegurar
el éxito de un ataque que ya no podían continuar.
Por todas partes se obró con igual intrepidez, y hasta una parte de caba-
llería echó pie a tierra, y con lanza en mano, los desalojó de otra casa. La fuga
y la dispersión de los enemigos, fue la señal de una carga general, que sembró
el terror y la muerte en las calles y caminos por donde huían despavoridos.
Se les persiguió en todas las direcciones a tres o cuatro leguas de esta ciudad,
tomándoseles diez barriles de polvera, una multitud de prisioneros, carabinas
y otros elementos de guerra. La caballería enemiga se presentó por Santo
Domingo amagando nuestras partidas; pero tan luego que una de éstas le
cargó, volvió caras y se disolvió completamente. La pérdida de los facciosos
es considerable.
El Coronel José Dolores Castillo que dirigía la acción, el teniente Coro-
nel Pedro Velázquez, comandante de cuerpo, el Mayor Felpe Canal, el Capi-
tán Nicodemus, el Teniente Paisnaleño y otros cuatro o cinco oficiales que no
ha sido posible reconocer, han quedado en el campo: otros van heridos. No se
ha podido averiguar, a punto fijo, el número de soldados que han muerto: pero
hasta ahora se sabe que pasan de setenta. A los prisioneros tomados se les ha
dado ya libertad, y los heridos son asistidos en los hospitales con el mismo
esmero y cuidado que los nuestros. De nuestra parte tenemos pérdidas muy
sensibles. Los valientes capitanes Francisco Salazar y Vicente Cucufate, y los
ayudantes Pedro Castillo y Mariano Henríquez y veinte individuos de tropas
fueron muertos. El benemérito General Francisco Morazán, los Tenientes
Coroneles Vicente Hueso, José Yáñez, Francisco Madrid, los Subtenientes
Miguel Bran, J. Tomás Arrivillaga y 59 individuos de tropa han sido heridos.
La mayor parte de los demás jefes y oficiales han perdido sus caballos. El
fuego duró cinco horas: los jefes, oficiales y tropa, llenaron su deber. Las tres
armas han rivalizado entre sí, y sería difícil decir quienes son los que se han
distinguido. Ud., Ciudadano General, que todo lo ha presenciado, sabrá si los
individuos que componen la división que ha dado una nueva vida a la causa
de la libertad, son dignos de ser recomendados a sus respectivos gobiernos.
Entretanto, me es muy satisfactorio poder asegurar a Ud., que las propiedades

187
han sido respetadas, y que no obstante que las puertas de la casa de las señoras
López han sido abiertas al enemigo y haberse encontrado en la del señor Be-
nito Patiño, donde también estuvo aquél, prevenciones de hilas y demás cosas
que no estaban hechas para nosotros; el soldado no ha allanado más piezas
que aquellas de donde se nos hacía fuego, sin tomar nada de ellas. Tengo el
honor, Ciudadano General, de ofrecer a Ud. mis respetuosas consideraciones.

Dios, Unión, Libertad

ISIDORO SAGET

-90-
Arenga a los soldados en San Jacinto. Julio 23, 1834.

¨Valientes soldados: dentro de breves instantes seremos atacados por el


enemigo. Es necesario que no vayáis hoy a desmentir vuestro valor. Allá (se-
ñalando al enemigo) está la muerte; aquí (mostrando la espada) está la gloria.
El que no quiera pelear que lo diga con franqueza, porque jamás se puede
obtener un triunfo con hombres forzados¨.

188
-91-
Carta al ciudadano Ministro de Estado y del Despacho de Relaciones del Gobierno
Federal, en respuesta a la notificación de haber sido declarado electo popularmente Pre-
sidente de la República. Tegucigalpa 14 de Marzo de 1835.

Ciudadano Ministro de Estado y del Despacho de Relaciones del Go-


bierno Supremo Nacional.
Es en mi poder su estimable nota del 20 del pasado febrero, en que me
comunica haberme el Congreso declarado Presidente de la República, electo
popularmente, en el decreto que se sirve usted acompañarme. Es tanto más
satisfactoria para mi esta elección, cuanto que los pueblos que me honran hoy
con sus votos, han conocido ya en cuatro años que he servido la presidencia,
mis pocas aptitudes y vehementes deseos por el bien de esa patria, a quien
le he ofrecido varias veces con gusto mi existencia; pequeño sacrificio a la
verdad para lo mucho que se le debe, pero el único que he podido ofrecerle.
Ella, sin embargo de este conocimiento al escogerme segunda ves entre
tanto ciudadano distinguido, de más méritos y aptitudes que yo, se ha confor-
mado, digámoslo así, con lo poco que puede hacer en su favor, y he aceptado
el sacrificio de mi vida que de nuevo le ofrezco, por sostener sus derechos, su
dignidad y el sistema que nos rige. A este fin me presentaré lo más pronto
posible a prestar el juramento de ley, y a tomar posesión del Gobierno, como
lo desea el Ciudadano Vicepresidente, a quien espero se sirva usted avisarlo.
Esta ocasión me proporciona la de repetir a usted que soy con el mayor
afecto, su muy atento y apasionado servidor,

Francisco Morazán

189
-92-
Contrato con Mr. Marcial Bennett y el Gobierno de Honduras, para la explotación de
maderas en la Costa Norte, con el objeto de poder adquirir un cuño. Comayagua, Abril 14
de 1835

El Jefe Supremo del Estado, autorizado por orden de la Asamblea del 13


de Mayo de 1830 para establecer una Casa de Monedas, usando de todos los
recursos que le preste el Estado, menos la exacción de empréstitos forzosos,
ha convenido con el General Ciudadano Francisco Morazán, en la contrata
siguiente:
1. Este, haciendo suya la contrata de Míster Marcial Bennett celebrada
con el Gobierno, por lo que asegura no hará aquél reclamo alguno, ofrece
entre ocho meses contados desde hoy, o un año a lo más, poner en uno de los
puertos del norte que le señale el Gobierno, a disposición de éste, un cuño
que amonede en un día natural veinticuatro mil pesos, con todos los utensi-
lios que expresa la lista que se agrega, rubricada por las dos partes contratan-
tes, por el valor de treinta mil pesos.
2. Esta cantidad quiere el vendedor que se le satisfaga: Primero. Con
toda la madera de caoba y Brasil que entre doce años pueda cortar en toda
la extensión de la costa norte, que abraza desde el pueblo de San Pedro Sula,
hasta el de Yoro en el Departamento de este nombre, en que están com-
prendidos los lugares ríos de Chamelecón y Ulúa, Estero Salado, Papalotepe,
Guaymoreto, Aguán, Valle de Olanchito, y otros puntos que contienen di-
chas maderas en la extensión referida; es decir, desde los 88 grados 45 mi-
nutos, hasta los 88 grados 15 minutos Longitud Oeste, y su fondo desde la
costa 15 grados Latitud Norte, entendiéndose que el tiempo debe correrse
desde el día en comience a trabajarse en cada punto, y que quedan excluida
de este contrato las maderas que corresponden a terrenos particulares; pero
el ciudadano Morazán podrá usar esta clase de maderas que necesite para la
construcción de sus benques y otras cosas que le sean necesarias para esta-
blecer los cortes, quedando también fuera de esta contrata el terreno que hay
desde el río Tinto que divide (con) el Estado de Guatemala, hasta San Pedro
Sula, y desde Yoro hasta confinar con Segovia, en cuyas dos extensiones hay
abundancia de maderas.
Segundo. Con catorce mil pesos que se le pagarán: (a). Con el producto
de las tierras de Areatao. Estas se medirán, valuarán y subastarán con arre-

190
glo a la ley. Si no hay compradores, se solicitará a la Asamblea que rebaje su
precio y permita que se venda a una o (a) muchas personas. En ambos casos
se dará su producto al vendedor del cuño. (b). Con el cuño en Tegucigalpa y
todo sus útiles, si cuadra su precio al ciudadano Francisco Morazán. (c). Con
lo que se adeuda el gobierno de El Salvador al de este estado, desde antes de
la Independencia. (d). Con lo que igualmente adeuda la factoría (de tabacos)
de Costa Rica; deduciendo las libranzas que contra ella se han girado hasta
ahora. (e). Y lo que lo falte para el completo (para completar) de los catorce
mil pesos, si no se realizasen los recursos señalados, o el expresado Morazán
no tomase algunos de ellos; se le pagará en tabaco de buena calidad, a dos
reales la libra, puesto en los llanos de Santa Rosa. Pero si antes de recibir este
fruto, o de que el gobierno haya empleado una cantidad para comprarlo, en-
contrase el citado Morazán otros recursos extraordinarios en créditos activos
o en tierras u otros objetos que correspondan al Gobierno, se obligará éste
a realizarlos y entregarle su producto si el vendedor del cuño no lo quisiera
tomar a su cuenta.
3. Si se cobrasen las libranzas que se dan al Ciudadano Francisco Mora-
zán contra el gobierno de El Salvador y (la) Factoría Costa Rica, devolverá
inmediatamente el exceso pagado, que sea de los catorce mil pesos.
4. Se obliga además al vendedor del cuño a traer de Europa un director
de la máquina, que se concertará por el precio más equitativo, cuyo sueldo
será de cuenta del Gobierno desde el día que salga de su residencia. Además
se le darán por el mismo gobierno al director, seiscientos pesos de buena
moneda, los que se entregarán al ciudadano Francisco Morazán dos meses
después de firmada esa contrata. Esto debe entenderse en el caso de que el
citado Morazán no cobre dicha cantidad de los recursos que expresa esta
contrata en el término señalado.
5. Quedan sin ningún efecto la contrata de maderas que el mismo ciuda-
dano ciudadano Francisco Morazán celebró con el Gobierno en 10 Noviem-
bre de 1834, y el corte emprendido en este concepto seguirá en cumplimiento
de este convenio.
6. Las maderas que se extraigan en el cumplimiento de este contrato, y las
maquinas que se introduzcan precisamente para facilitar el corte, no sufrirán
derecho alguno de los que puede imponer el Estado durante (el tiempo que
el) General Morazán mantenga el corte.
7. Queda en libertad el vendedor del cuño, de asociar esta contrata a las
personas que tenga a bien, siendo el mismo vendedor responsable al (del)

191
cumplimiento de ella.
8. El Gobierno se obliga solemnemente, en uso de sus facultades que le
ha dado la Asamblea y de las suyas propias, a cumplir con exactitud y pun-
tualidad la presente contrata, y el ciudadano Francisco Morazán ofrece por
su parte no faltar a ella, y a su cumplimiento obliga sus bienes habidos y por
haber.
9. El Gobierno se obliga además a proteger los cortes de maderas, y evitar
que sean perjudicados o molestados los dueños de ellos.
10. Sin embargo de que el Gobierno celebra esta contrata en uso de
las facultades que le ha concedido la legislatura en el orden citada de 13 de
Mayo de 1830, de que es útil al Estado la máquina del cuño, equitativo su
precio y fácil su pago, se pondrá en conocimiento de la misma legislatura en
sus próximas sesiones, para su aprobación, sin perjuicio de que la contrata
comience a tener efecto desde esta fecha, por hallarse el Ejecutivo autorizado
para celebrarlo.
11. De esta contrata se sacarán dos copias. La una quedará en la secre-
taría y la otra se dará al ciudadano Francisco Morazán. Será dicha contrata
firmada por éste y el Ejecutivo y autorizada por el Secretario General.

Joaquín Rivera Francisco Morazán


El que (funge) de Secretario
José Antonio Castañón

192
-93-
Proclama del Presidente de la República a los habitantes del Distrito Federal, sobre
la nueva perturbación de la paz en El Salvador y haber el ciudadano Nicolás Espinosa
promovido la guerra. San Salvador 5 de Diciembre de 1835.

La paz del Estado de El Salvador ha sido segunda vez turbada por los
enemigos de la quietud pública y burlada la fe de los compromisos más sa-
grados por los que tienen más obligación de respetarlas. Yo había guardado
silencio hasta ahora por no faltar en cierto modo a estos compromisos o más
bien por cumplirlos de la manera más amplia, aún después de haber sido
rotos así por los amigos del desorden, Pero no es ya posible.
La guerra más atroz y sanguinaria, la más hostil y destructora que se ha
presentado en la República, amenaza hoy a todo el cuerpo de la nación y en
particular a los pacíficos habitantes del estado de El Salvador y del distrito fe-
deral. El magistrado Atanacio Flores, a la cabeza de un número considerable
de sencillos indígenas, ha dado el grito de rebelión contra el Gobierno. No es
ya en vanos temores sino en auténticos testimonios en los cuales la opinión
pública se apoya para acusar al Jefe de El Salvador Ciudadano Nicolás Espi-
nosa de haber promovido la división de clases, y una guerra entre ellas, con el
fin de destruir el gobierno federal por medio de la fuerza.
Más de cuatrocientos rebeldes con las armas en mano lo acreditan, y los
documentos que se imprimen para noticia de la nación lo justifican de un
modo indudable.
La ley y mi deber me obligan por lo mismo a dejar hoy el mando para
ponerme a la cabeza de los valientes destinados a restablecer el orden el Es-
tado de El Salvador; y el Vice-Presidente de la República tomará entretanto
a su cargo las riendas del Gobierno.
Ciudadanos: colocáos todos a su derredor y prestadle los servicios que
demanda la conservación de la paz y el crédito de Centro América. No dejéis
encender la horrible y devastadora guerra que la más atroz perfidia ha tra-
mado en secreto bajo el sagrado auspicio de la amistad más sincera, y deseáis
tener una patria y que vuestros hijos no deploren su pérdida en medio de
un vasto incendio y de las cenizas bajo las cuales sería sepultada sin vuestros
esfuerzos en el abismo de la impostura.

Francisco Morazán.

193
-94-
Compañía de comercio fundada con don Cruz Lozano en El Salvador, con
capital de diez mil pesos. San Salvador 26 de Enero de 1836.

Francisco Morazán y Cruz Lozano se convienen en formar una compa-


ñía de comercio bajo las condiciones siguientes:
1. El primero pone el capital de diez mil pesos (en) moneda nacional,
el que aumentará sucesivamente hasta completar la suma que le sea posible;
y el segundo pone su trabajo personal, y en este concepto se obliga a manejar
dicho capital con entera libertad.
2. Las ganancias que produzca el susodicho capital, serán partibles por
mitad a voluntad de ambos socios, deducidos los gastos que tengan las nego-
ciaciones.
3. Cuando cualquiera de los dos socios quiera deshacer la compañía, el
otro deberá prestarse a ello.
4. El que maneja los fondos deberá llevar un libro de cuentas corrientes
de compras y ventas, y presentará al año un balance general que dará idea
exacta del estado de los negocios de la compañía y de los aumentos que tenga.
5. Ambos socios se obligan al cumplimiento del presente convenio, con
sus bienes habidos y por haber. Firmando dos de un (mismo) tenor en San
Salvador,

Francisco Morazán
Cruz Lozano

-95-
Nota que dirige a don Cruz Lozano, relativa a asuntos de la sociedad comercial con
él. San Salvador, 18 de Marzo de 1836.

Mi querido Cruz.
He recibido tu carta del (día) 11 y quedo enterado de cuanto me dices.
Yo escribo para que pague Cobos, y tú insta a (en) mi nombre a Muñoz
para que le cubra dicha cantidad, por ser condición precisa el satisfacerla de

194
la primera acuñación.
He recibido la libranza de cien pesos que se me ha ofrecido cubrir. Con
sólo mil pesos que me mandes con Herrera tengo para mis gastos.
Es mejor emplear todo el dinero en grana, que deja una utilidad conoci-
da. Háblate con Cobos para saber el modo de hacer este negocio con utilidad
y seguridad y avísame por el correo inmediato, manifestándome al mismo
tiempo qué cantidad poco más o menos, se ganará en este negocio, y si para
que tenga buen resultado es necesario escribirle a algunas personas, recomen-
dándote manifestarme sus nombres.
Ve si me consigues género para un pabellón de la cama de bronce, que
sea transparente y de un color a propósito. Dice María que te hables para esto
con la niña Nela González.
Es tu apasionado,

Francisco Morazán

-96-
Mensaje anual del Ejecutivo al Congreso Federal, acerca de la labor realizada
San Salvador 21 de marzo de 1836

“Ciudadanos Representantes.

Los pueblos libres calculan los años de su vida social por la existencia
de sus poderes representativos. El de Centro América tiene hoy la gloria de
contar en la reunión del Congreso de 1836, el noveno período de su gobierno
constitucional, y el quinto triunfo adquirido sobre los que han osado entor-
pecer la marcha de sus libres instituciones.
A despecho de las pasiones y de las resistencias políticas intestinas cuyo
objeto tendiera a embarazar este acto augusto de la soberanía del pueblo, yo
tengo la honra y la más viva satisfacción de presentarme ante la diputación
nacional para darle cuenta de las operaciones del gobierno, durante el año que
acaba de transcurrir, en cumplimiento de un deber tanto más sagrado para mí
195
cuanto que emana de la ley.
Nuestras relaciones exteriores no han padecido ninguna alteración. Sin
desatender las establecidas con los gobiernos de Europa, el Ejecutivo ha pro-
curado estrecharlas del modo más íntimo con República de América que,
unidas, por decirlo así, a nosotros con vínculos de familia, han abrazado una
misma cauda y adoptado instituciones análogas.
El gobierno de Norte América nos da cada día nuevas muestras de sus
sentimientos amistosos, y nos prueba con hechos positivos sus nuevos deseos
en favor de la prosperidad de este país. El enviado de aquella nación cerca
de este gobierno ha reproducido estos mismos sentimientos de la manera
más sincera. Yen los deberes del Ejecutivo, como en los intereses del pueblo,
ésta corresponderá a esas consideraciones, acreditando un Ministro cerca del
Gabinete de Washington.
A solicitud del Ministro Plenipotenciario de esta república cerca de la
Corte de México, el gobierno mandó expedirle su carta de retiro. Mas, cuan-
do cesen las convulsiones políticas que afligen a aquella nación, el Ejecutivo
se ocupará de nombras a otro que lo sustituya, investido de igual carácter.
Allanados los obstáculos que habían entorpecido por algún tiempo la
realización de la Agencia decretada cerca del gabinete de La Haya, se pre-
sentó otro más poderoso todavía en falta de salud del individuo nombrado
con aquel fin, motivo que ha impedido su marcha hasta ahora. La apertura
del canal de Nicaragua, ha sido el primer objeto de esta misión interesante.
Noticias privadas, pero fidedignas, de las causas que embarazaron al presente
a los holandeses ocuparse de esta grandiosa empresa, han alejado las esperan-
zas del gobierno y producido un verdadero sentimiento en el ánimo de los
centroamericanos amigos de la gloria y engrandecimiento de su patria.
Aun no ha podido llevarse a efecto el tratado que se halla encargado de
celebrar el señor Cónsul General de Inglaterra residente en esta república.
A pesar de los vivos deseos que el gobierno ha tenido de estrechar de
este modo sus relaciones comerciales y de amistad con aquella nación, un
incidente fundado en la necesidad y urgencia de fijar los límites y duración
del establecimiento de Belice, se ha opuesto, por ahora, a sus miras. Por ahora
digo, porque estoy seguro de que la Corte de Londres no pondrá en cues-
tión el derecho indisputable que Centro América tiene sobre aquel pequeño
territorio. Su ilustrado gobierno, que tantos testimonios ha dado las nuevas
repúblicas americanas de su política franca y generosa, no dudo se prestará
gustoso al arreglo que se desea. Cumpliendo con este acto de justicia, obrará

196
también en favor de los intereses del pueblo inglés, de ese gran pueblo que
ha cifrado siempre su gloria y su riqueza en la libertad del comercio y en la
independencia de las naciones.
Parece haber llegado ya la deseada época en que el pueblo español debe
recobrar sus derechos, y la oportunidad también de fijar la interesante cues-
tión sobre el reconocimiento de la independencia de América. El gobierno
que dignamente rige los destinos de aquella nación, ha expresado en favor de
este reconocimiento los mejores deseos y remitido su decisión a la voluntad
de las Cortes.
Por los papeles públicos de Europa y de América se sabe, que los Minis-
tros de la República de México y del Perú han sido bien recibidos por aquel
gabinete. Si esto es así, parece ya urgente el nombramiento de un enviado
que, representando los derechos de la nación, solicite al mismo tiempo, con
arreglo a las convenientes instrucciones, el reconocimiento de su indepen-
dencia.
Los sucesos ocurridos en el interior de la república, y la difícil posición
en que se halla el gobierno por falta de medios para llenar lo gastos de la
administración general, demandan toda la atención del Congreso y piden el
más pronto remedio.
El orden, juntamente con la paz que por tantos años habían disfrutado
sin interrupción Costa Rica, por un corto período de tiempo desapareció de
aquel suelo, en el cual sus habitantes han sufrido los males y consecuencias de
una guerra tan inesperada como sangrienta.
El Ejecutivo Nacional, del modo que le permiten la distancia y sus ac-
tuales facultades, procuró evitar sus progresos. Según las últimas noticias, la
tranquilidad se ha restablecido en dicho Estado; pero las providencias dicta-
das con tal objeto, han aumentado la animosidad de los partidos, colocando al
gobierno en una posición bien difícil. Por el Ministro respectivo se pondrán
en conocimiento del Congreso los documentos que acreditan el origen de
esta revolución.
También fue amenazada la paz y alterado el orden en el de El Salvador
por el ex-jefe Licenciado Nicolás Espinoza. Despreciando este funcionario el
voto libre del pueblo que lo elevara a la silla del Ejecutivo, quiso buscar en el
injusto derecho de la fuerza un título más digno de sus miras opresoras. Los
primeros síntomas revolucionarios que se observaron en algunos pueblos de
aquel Estado, y el terrible anuncio de una guerra de clases, con que se ame-
nazaba a la república entera, descubrieron toda la extensión del mal que iba a

197
causar la barbarie armada en secreto por una mano pérfida.
Afortunadamente el autor de este criminal proyecto, encontró más de un
obstáculo a su ejecución en los buenos sentimientos de una inmensa mayoría
del pueblo, y las desgracias que procuró a su patria desaparecieron con el de
este suelo, cobrando otra vez la paz su imperio entre nosotros.
Pero este feliz desenlace, al paso que han llenado simultáneamente los
deseos del gobierno y la expectación del público, acabó de agotar los recursos
con que contaba para cubrir en parte los gastos de la administración. Redu-
cido únicamente a la alcabala marítima y a las pequeñas rentas del distrito,
cuyos puntos no bastan a satisfacer las más precisas erogaciones: gravados,
como se hallan, estos fondos, con una crecida deuda que cada día sube en
proporción al aumento de nuevos e indispensables empeños, agotados los
recursos extraordinarios que en los años anteriores han proporcionado al Eje-
cutivo considerables sumas, y sin columbrar la más leve esperanza de que
los Estados cubran el valor e los cupos que les asigna la ley los funcionarios
del gobierno, con o diez meses de sueldo devengados, sin satisfacerse, y la
pequeña guarnición de esta ciudad careciendo del prest treinta y seis días ha;
desatendido los objetos de beneficencia en el distrito, por falta de fondos; es
imposible que el Ejecutivo, paralizado así en todos sus movimientos, pueda
dar un solo paso que no lleve el sello de la debilidad y poca duración.
Reducido por estas causas el ejército a un puñado de antiguos veteranos
que han sobrevivido a los mayores peligros, sufriendo con heroica firmeza
toda clase de privaciones y miserias, el Ejecutivo tiene que buscar un apoyo
en los partidos para conservar la paz interior y la seguridad externa, o que
exponer lo más caros intereses de la república a los azares de una guerra
desigual, y la suerte de estos valientes soldados a una muerte inevitable y sin
fruto, por su pequeño número.
En el distrito se ha restablecido enteramente la confianza. Sus habitan-
tes, prescindiendo de las opiniones que los dividieron, se han colado alre-
dedor del gobierno, que les protege sin distinción alguna, y le acreditan con
hechos positivos cada día su amor al orden y sus sentimientos pacíficos.
La seguridad de que disfrutan ha hecho renacer en ellos el deseo de ocu-
parse en útiles trabajos; y los campos que las discordias domésticas habían
teñido con sangre salvadoreña y cubierto de malezas, se ven hoy otra vez
brindando ricas producciones a la mano que los cultiva. Las artes, la agricul-
tura y la industria, han vuelto a recobrar los brazos que antes estaban armados
de la espada que las destruye, y reciben un nuevo impulso en la protección

198
que ha podido el gobierno dispensarles.
A medida que es ya tan urgente el establecimiento de todas las autorida-
des judiciales que por la ley debe hacer en esta ciudad, no ha podido lograrse.
Superiores a los esfuerzos del Ejecutivo, son los obstáculos que han impedido
hasta ahora la traslación a ella de la Alta Corte de Justicia, con indecible daño
de los súbditos del distrito y de la hacienda pública.
La amortización de la moneda provisional que corría en este territorio,
dificultaba el cambio de los demás valores en perjuicio del comercio, se ha
efectuado de un modo compatible con la escasez del erario e interés de los
tenedores, sin haber producido la menor sensación en el pueblo. Esta me-
dida, por desgracia, no ha alcanzado a cimentar del todo la confianza pues
habiendo una considerable cantidad de moneda clandestina, fabricada dentro
y fuera de la república, diseminada en ella, debe despareces cuanto antes sea
posible de la circulación, para que el crédito de la nacional se restablezca. Y
es tanto más difícil de lograrse este objeto, cuanto la habilidad de sus autores
se esmera en ocultar su crimen en la misma perfección dela moneda que
falsifican llegando está por su identidad, a confundirse con la legítima, no es
fácil descubrir el cuerpo de su delito, y pueden continuar burlándose impune-
mente, como hasta aquí, de la buena fe de los pueblos y de vigilancia del go-
bierno-. Este funesto abuso, que afectado los intereses de la sociedad entera
es origen de males que solo pueden calcularse por sus efectos perniciosos, ne-
cesita de un pronto y eficaz remedio. Entre las resoluciones patrias, ninguna
ley existe que imponga penas contra los falsos monederos, y las españolas, que
reprimían este crimen con castigos los más severos, no rigen en la república.
La milicia se ha organizado de la manera posible, pues la falta de recursos
no ha permitido darle el arreglo que se merece.- Empero esta falta, que en
otro pueblo hubiera sido obstáculo insuperable para obtener buenos solda-
dos el Gobierno, en el distrito no se siente. Instruidos ya sus habitantes en
el manejo de las armas se presentan gustosos, y al primer toque de alarma,
marchan denodados a sellar con sangre su adhesión al Gobierno Federal, y
acreditar con su muerte que saben corresponder a la elevada confianza de la
nación, que ve en cada uno de ellos un muro inaccesible a los enemigos de su
independencia, y a un defensor de su gloria, de sus instituciones y de sus altos
poderes constitucionales.
La educación de la juventud, de esa porción escogida para regir en algún
día los destinos de la república, ha merecido muy particularmente la atención
de gobierno. Un pueblo que, rompiendo las cadenas de la esclavitud, se arroja,

199
digámoslo así, de repente en el camino de la libertad, no puede machar sin
tropiezos por él, sino buscando en la educación el cultivo de su inteligencia e
instruyéndose en el cumplimiento de sus deberes. No hablo aquí de la edu-
cación culta y esmerada que exige grandes establecimientos literarios, y se
acomoda tan bien a toda clase de gobierno; hablo de la sencilla educación po-
pular, que, sin tener por objeto las ciencias exactas, que han dado celebridad
a muchos hombres, es el alma de las naciones libres. Humilde en sus deseos
y simple en sus aspiraciones, la juventud se contenta con saber leer, escribir y
contar. Algunas nociones de moral y de política y unos pocos conocimientos
en otras materias, que faciliten el de las artes y oficios, es todo lo que necesita
un pueblo para su dicha y libertad, y esta es la clase de instrucción que el go-
bierno procura a los habitantes del Distrito con el mejor éxito.
Tal es, Ciudadanos Representantes, el cuadro de la república, que estimo
haber trazado con la fidelidad que debo, presentándonos los males que ame-
nazaron al gobierno. Atacarlos en su origen, reformando la Constitución Fe-
deral, es el único medio de prevenirlos y el modo más seguro de evitar que se
reproduzcan en lo sucesivo. Pero de esta Forma tan necesaria como deseaba
de todos los amigos de la felicidad general, no se podrá ocupar el actual Con-
greso. Pendiente como está dela Asamblea del Estado de Honduras la que se
decretó en 1835, veremos pasar todavía el precioso tiempo de sus sesiones sin
tratar de este asunto interesantísimo, si no se exige el cumplimiento de la ley
que atribuyó a aquel Cuerpo de la facultad de sancionarla.
De este paso importante pende de la suerte de la república, es la áncora
de esperanza para los hombres conocedores del verdadero origen de nuestros
males, y la única tabla de salvación para todos los que ven como inevitable el
naufragio que amenaza a la patria.
Elegidos por la libre voluntad del pueblo para mejorar su suerte, medi-
tando entre los escombros y ruinas que han dejado las guerras pasadas los
medios de evitar otras nuevas; para buscar en las cenizas de los que pere-
cieron en ellas, las chispas que sirven de inflamar el corazón de los hombres
virtuosos; para enjugar las lágrimas que se derraman aún sobre los restos ve-
nerables de tan ilustres víctimas; para romper y pulverizar, en fin, esa funesta
cadena de revoluciones y de desastres, forjada por la mano de la venganza,
por el mezquino interés privado, por el monstruo implacable que preside a
los partidos, y principalmente por las pasiones innobles de los que no ven en
el orden actual de cosas sino la rutina y exterminio de sus antiguo privilegios;
es a vosotros a quienes pertenece emprender con energía y firmeza esta obra

200
digna de vuestras luces y patriotismo, y dar al pueblo en la mejora de sus ins-
tituciones, dicha, reposo y gloria.
Séame permitido concluir esta exposición con un acto de justicia debi-
do al mérito de los primeros legisladores de nuestro país. La Constitución
abunda en principios altamente luminosos; en su formación excedieron sus
dignos autores las esperanzas del Centroamericano, estableciendo esta patria
vacilantes e incierta bajo el sistema de gobierno que nos rige; pero doce años
de aguardar entre infortunios y vicisitudes ese fututo de prosperidad, tantas
veces prometido, ha inspirado a los pueblos el justo deseo de una reforma ra-
dical, y revelado al hombre pensador los vicios de que adolece, al considerarla
semejante a un árbol hermoso que trasplantado a un clima exótico se mar-
chita y decae a poco tiempo, sin haber producido los frutos que se esperaban.

Francisco Morazán

-97-
Nota que dirige a don Cruz Lozano en Guatemala, relativa a asuntos de la
sociedad comercial que tenía con él.
San Salvador 29 de abril de 1836.

Mi querido Cruz.

He recibido tu carta de (1 día) 23.


Intereso de nuevo al Jefe para el pago del dinero que debe entregarse, y
lo mismo el de Cobos. Pero en el caso de que no haya esperanza, después de
haber hablado con Gálvez, le presentarás la orden que te incluyo del Gobier-
no de El Salvador, para que tanto lo que se adeuda a Cobos como lo que a vos
entregársete, se les satisfaga en plata fundida con la ley que tiene la de azogue,
a razón de ocho pesos un real el marco. Esta medida nos acarrea el mal de no

201
poder emplear las granas pero en el último caso cuando ya no quede esperan-
za, es necesario hacer uso de ella.
Paga la libranza de veinte pesos en favor de Castillo.
Todos te saludan afectuosamente y yo me repito tu amigo.

Francisco Morazán

-98-
Carta al Secretario General del Gobierno del Estado de Honduras, sobre problemas
que han surgido con los cortes de madera en ese Estado y el compromiso que se ha
contraído para financiar la traída del cuño.
San Salvador, 26 de mayo de 1836.

Los alcaldes auxiliares de los pueblos de Tiuma y Santiado se han pro-


metido exasperas a los cortadores de maderas, comprometiendo de este modo
mi crédito y los intereses de ese Gobierno.
El alcalde de Tiuma ha exigido doscientos pesos al inglés Cummings, a
pretexto de supuestos agravios hecho a una mujer, y al inglés Oscher, después
de tener (éste) ya cortados treinta brazos en las inmediaciones del mismo
pueblo, le ha prohibido continuar el corte, usando de los mayores ultrajes y
valiéndose para (cometer) estas tropelías, del nombre de ese Gobierno, y de
que había traspasado Osher los límites de mi contrata.
El ciudadano José Francisco Zelaya ha mandado vender por un ínfimo
precio las maderas comprendidas entre Amapa y El Palenque, asegurando
que ese gobierno acordó ponerle en posesión de ellas.
Son tantos más sensibles estos procedimientos, cuanto que los límites del
terreno que se ha cedido para que corte las maderas que en él se comprenden,
están marcados en la contrata de una manera precisa porque en ella se nom-
bran los puntos más interesantes como (el de) Chamelecón, Ulúa, Esterosala-
dao, Apaloteca, Guaymoreto, etc., (como) porque allí mismo se indican igual-
mente los grados de longitud y latitud que denotan dichos límites, y porque
expresamente se señalan los lugares abundantes en madera que quedan fuera
de la contrata celebrada con ese Gobierno. Por una parte se me exige el valor
202
del cuño antes de su salida de Londres, en tanto que se me entorpece(n) por
otra, de diversos modos, los cortes establecidos para pagar aquella suma. Y si
se examina el número de árboles que se han cortado hasta la fecha, se vendrá
en conocimiento que su valor apenas alcanzará para cubrir la cuarta parte
de lo que ha constado la máquina de amonedar, y que yo tengo que cubrir el
resto con mis intereses particulares.
Pero sea cual fuese la suerte de este negocio, yo cumpliré con la obliga-
ción que he contraído, y el cuño será entregado a ese Gobierno entre pocos
meses, ya que la oscuridad de uno de los artículos de la contrata, que ha sido
necesario, yo daré a este fin las seguridades que se me pidan, presentaré fiado-
res que garanticen mi palabra, o pondré a disposición de ese Gobierno bienes
bastantes para acallar las desconfianzas que pueda suscitar el interés privado,
y para poner los resultados de la contrata a cubierto de cualquier desgracia.
Todo lo haré al primer aviso del Ejecutivo de ese Estado, aunque no estoy
obligado, pero es necesario al mismo tiempo que él también por su parte se
digne evitarme los compromisos en que me han puesto sus autoridades sub-
alternas y protegerme en el libre uso de la propiedad de las maderas que se
me consideraron por la contrata.
A este fin, no dudo que el Gobierno dará las órdenes más expresivas y
enérgicas, para que los cortadores de madera, lejos de ser molestados como
hasta aquí (ha sucedido), sean protegidos por sus autoridades subalternas y
principalmente por las de Tiuma y Santiado, y que las primeras satisfagan los
gastos hechos por el señor Osher, puesto que ellas han ocasionado con sus
arbitrariedades y a mí se reclama su indemnización.
Para que lo sucesivo no se repitan iguales exceso, yo espero que el ( Jefe
de?) ese Gobierno se servirá autorizar al comandante de Omoa, a fin de que
pueda evitarlos. porque si dichos alcaldes continúan hostilizando a los corta-
dores por sugestión del (otras) personas, cuyos nombres son ben conocidos,
el cumplimiento de la contrata del cuño no podrá tener afecto con erario del
Estadio por las faltas que cometen sus súbditos.
Espero se sirva usted ponerlo todo (en) conocimiento de ese mismo Go-
bierno, como se lo suplica su afectísimo servidor.

(Francisco Morazán)

Anexo
Contrata y a disposición de ese Gobierno.

203
Si el río Ulúa está comprendido en los primeros (contratos), bajo los
conceptos (establecidos), ni los Tiumas puede prohibir los cortes que se esta-
blezcan a sus márgenes, sin faltar a lo estipulado, ni esa intendencia (puede)
dar en venta a Zelaya de los lugares de Amapa y (El) Palenque, que están a
(en) las márgenes del mismo río, sin comprometer a ese Gobierno.
No sólo estos puntos de Ulúa están incluidos en el documento de venta
comprendidos, sino también todos aquellos que se encuentran bajo los grados
de longitud y latitud que se especifican en él. No es necesario mucho (detalle)
para convencerse de esta verdad; dese una ligera ojeada al mapa de Centro
América y se verá que aún los pueblos de las inmediaciones de Opoteca están
comprendidos en los quince grados de latitud norte, y se observará al propio
tiempo que (aún) Comayagua… se haya situado a los quince grados y catorce
minutos.
De modo que fuera del terreno en que debo emprender mis cortes, no
hay más maderas que las expresada en la contrata, y ese Gobierno ha estado
convencido de esta verdad cuando la celebrada (la contrata). Sin embargo
todo esto no ha bastado para que se entorpezcan mis cortes de madera por
los alcaldes de Tiuma y San Pedro, y para que el Intendente de ese Estado
enajene las que se encentran en parte del río Ulúa.
Como el inglés Oshes, que se retiró a Belice con sus cortadores, me recla-
ma los gastos hechos inútilmente a causa de los avances del alcalde de Tiuma,
yo me hallo en necesidad de pedir a ese Gobierno que haga satisfacer a los
culpados dichos gastos, como es de justicia.
Son muchos, ciudadano Secretario, los disgustos y compromisos que me
ha caudado ya (dicha situación?)… (documento incompleto y sin firma).

204
-99-
Nota dirigida a don Cruz Lozano en Guatemala, relativa a cuestiones de la sociedad
comercial que tenía con él.
San Salvador 3 de junio de 1836.

Mi querido Cruz.
He recibido tu carta de (1 día) 26, y quedo enterrado de lo que me dices
con respecto al excesivo valor de la grana. Si ella no baja a un precio cómodo,
no debes comprarla.
Puedes completar al maestro de Chico (Francisco Morazán hijo) el suel-
do de un año sobre la cantidad que has dado, y si el mismo maestro no quiere
encargarse de él, sería mejor ponerle un tutor. A Valenzuela, que ha entrado
al Gobierno, le encargo de nuevo que se interese para que se pague la canti-
dad que te corresponde y la que toca a Cobos y para que se cubra el valor del
tabaco.
No alcanzaron las dos piezas que mandaste para el pabellón, y es nece-
sario que me mandes otras tres, para lo que te remito un retazo, con el fin de
que sean iguales.
Es tu apasionado.

Francisco Morazán

-100-
Nota dirigida a don Cruz Lozano en Guatemala, relativa a cuestiones de la sociedad
comercial que tenía con él.
San Salvador 24 de junio de 1836.

Mi querido Cruz.
He recibido tu grata de (1 día) 16 y quedo enterado de cuanto me dices.
Tú, que debes hacer la negociación de (la) grana, debes practicar lo que más
convenga. Lo que yo quiero es que con todo el dinero que he mandado poner
a tu disposición, o con los frutos que compres con él, viajes continuamente a
Belice, y si es posible vendas (al) por mayor en Trujillo, Omoa o Izabal, para
que de este modo, repitiéndose las negociaciones, pueda yo pagarme en otros

205
siquiera alguna parte de todo lo que se me adeuda. Tú tomarás de las ganan-
cias líquidas las dos terceras partes y yo la una.
Reservado. Vete con Máximo Cordero, y si se efectuare bajo las condicio-
nes que le digo la pareja que (se) ha ajustado, de manera que haya seguridad
en que no se retracten en el pago de lo que se apueste, avísame para mandar
el caballo. Si hay seguridad en el pago, puedes apostar hasta mil pesos, pero
reserva la especie.
Es tu apasionado amigo.

Francisco Morazán.

-101-
Nota dirigida a don Cruz Lozano en Guatemala, relativa a cuestiones de la sociedad
comercial que tenía con él.
San Salvador 28 de junio de 1836.

Mi querido Cruz.
Espero que pases al momento a Costa Rica con el fin de traerme 13.871
pesos que tengo (allí) en poder del ciudadano M(ariano) Montealegre, a cuyo
fin te incluyo esa carta, y 461 pesos que cobrarás de esa libranza que te in-
cluyo.
En la unión está un buque que va a aquél Estado, y debes irte antes (de)
que se vaya. Si cuando llegues (a la Unión) no lo encuentras (al barco), pasa a
El Realejo, que allí hay siempre buques.
Demming te dará en La Unión dinero viejo con esa carta.
En Puntarenas, en el almacén de (0’) Lamson, están dos espejos grandes
que te los pueden vender hasta 29 pesos cada uno.
Cómpramelos y tráemelos, y si hay algunas sillas, cómprame una docena.
Si (está) un caballo (1) que te hablaba el ciudadano Manuel Aguilar y lo
vende por 390 pesos, tráemelo.
Si como creo (que) en Putarenas encuentras algunas cosas qué emplear,
en que puedas ganar algo, toma mil quinientos con este fin.

206
Te mandaré a Juan a la Unión, para que te acompañe. Si se porta mal
échalo.
pesar de lo que te digo, debes arreglarte a la liquidación que te dé el
mismo Montealegre, porque no recuerdo si hay que recoger alguna pequeña
comisión.
Es tu apasionado.

Francisco Morazán.

-102-
Carta dirigida a don Cruz Lozano en Guatemala, relativa a cuestiones de la sociedad
comercial que tenía con él.
San Salvador 7 de julio de 1836.

Mi querido Cruz.
He visto la que dirigiste a nuestro amigo Cobos y convengo contigo en
que no se puede comprar ya grana al precio de once pesos y (un) cuartos. Los
diez y nueve tercios que has comprado, mándalos a Izabal, Ipualari u Omoa,
escogiendo el punto done sea menos costosa la conducción y más fáciles de
exportar. Si te decides a mandarlos al primer punto, recomiéndaselos a mi
nombre al administrados Sebastián Bulmer; si al segundo, encárgales al ciu-
dadano Mariano Dorantes; si al tercero, pídele al mismo Dorantes que te las
conduzca a Omoa, y escríbele a Cobos para que los mantenga en su poder.
Debes tener cuidado en mandar los tercios para que no se cambien, pues mu-
cha grana que sale de esa va mezclada con la menuda de Amaltitlán y tiene
menos precio.
Luego que hayas dirigido tercios y recibido todo el dinero (por) valor de
las platas que introdujiste con el tanto por ciento de aumento, y el completo
de los nueve mil pesos de Cobos; debes venirte con doscientos (pesos de)
mucha cantidad, para ver si aquí sacas un número considerable de tinta para
aumentar el negocio de la grana. Con ese objeto háblale a Espada y Piloña, o
ve que lo haga nuestr amigo Cobos, a fin de ver a qué precio te dan cerca de
cuarenta tercios de añil que te den en la Libertad, y me avisas con un propio,
mandándome la numeración de otra tinta con el correo ordinario, para que
no se rompan (los panes).
Si no me hubiese remitido antes el señor Bennet unos candiles o quin-
207
qués, traémelos o mándamelos con persona segura, con mucho cuidado para
que no se rompan.
En favor de Cobos y contra el Gobierno de este Estado, giro una libranza
de cuatro mil pesos, que deberá recibir en caso de que la paguen, y escribo al
señor Valenzuela para que active un cobro.
Va esa libranza perteneciente a Juan Márquez, que espero te intereses
mucho en cobrarlo.
Va esta otra carta para el Señor Binchon, que entregarás en mano propia.
Es tu apasionado amigo.
Francisco Morazán
Adición.
Te incluyo esa carta para la niña Juana Jáuregui, a quien le entregaras el
dinero que pida, para dos vestidos de montar.

-103-
Compañía comercial convenida con don Francisco Orellana en la Ciudad de San
Salvador.
San Salvador 23 de septiembre de 1836.

Nosotros, los ciudadanos Francisco Morazán y Francisco Orellana, he-


mos convenido en arreglar en compañía el siguiente negocio.
El primero introduce de su parte, la cantidad de diez mil pesos, y el se-
gundo la de cinco mil pesos, siendo a cargo de éste correr con todo el trabajo
que presente los negocios de la compañía.

208
Las ganancias, así como efectos y pérdidas, serán partibles por mi. Obra-
rán de acuerdo cuando las circunstancias lo permitan, y ausentes, tiene el
segundo toda la libertad que juzgue necesaria, a fin de aumentar el caudal.
Los créditos que el segundo llegue a contratar en beneficio de la compa-
ñía serás aprobados y reconocidos por el primero, y cubiertos por muerte o
ausencia, del segundo, de los fondos de la compañía.
Podrán cuando gusten, dar más extensión a los negocios dela compañía,
introduciendo nuevos fondos, a más de los expresados. Cuando el primero
necesite alguna parte de los fondos de la compañía, el segundo los pondrá
a sus órdenes, y aquellos devolverá a la compañía en la mejor oportunidad.
Son por cuenta de la compañía todos los gastos indispensables invertidos
en sus mismos negocios por el segundo, y no los suyos particulares. Cuando
convenga a las partes disolver la compañía, cada uno tomará con igualdad, la
mitad de las existencias que hubiese.
El segundo, llevará su libro de cuentas corrientes de compras y ventas,
y presentará al año un balance general que dará idea del estado de los nego-
cios. Ambos obligan al cumplimiento del presente convenio, todos sus bienes
presentes y futuros, y porque así lo han de cumplir, firmados de un (mismo)
tenor.

Francisco Morazán Francisco Orellana

209
-104-
Carta dirigida a don Cruz Lozano en Guatemala, relativa a cuestiones de la sociedad
comercial que tenía con él.
San Salvador 1 de noviembre de 1836.

Mi querido Cruz.
He recibido tu carta y la numeración de la tinta del señor Rondizzoni,
que te devuelvo. El mismo Rondizzoni, a quien le e hablado, dice que se arre-
glará contigo en esa, a donde llegará el sábado. Pero puedes inmediatamente
acabar de enfadar los doce tercios de tinta, llevando si es posible los cueros se
San Vicente, para que no se vuelva polvo en el camino; y en seguida hacerla
salir para Izabal con las demás que hayas comprado. Pero antes no dejes de
tomar razón del número de tercios de los de Rondizzoni que están mezcla-
dos, y cuál es su clase más baja, teniendo presente que el examen de muestras
no es tan exacto como a la vista de los tercios. Para que tengas, pues, más
seguridad de las calidades de los de Rondizzoni, hazlos examinar por peritos
de tu confianza en Zacatecoluca, o si no traerlos sin encuerar a San Vicente
para hacerle allí la operación.
El padre Salazar salió de aquí hoy, con el objeto de mandarte a esa el
tercio de tinta. Cornay dice que en todo el mes entregará los seis tercios, y de
consiguiente no debe llevarlos el mismo arriero que conduce los demás.
Mi objeto es que te vayas a Belice con Orellana y que traigas para la
feria de Esquipulas el valor de la grana empleado en géneros. Con el mismo
Orellana te irás en seguida al Norte con la tinta comprada y la que yo compre
aquí después. Por esto debes venirte aquí, en cuanto hayas despachado toda la
tinta y decirme en (la) primera ocasión, si te ha sobrado algún dinero.
Es tu apasionado.

Francisco Morazán.

210
-105-
Mensaje del Presidente de la República al Congreso Federal, en ocasión de la aper-
tura de sus sesiones.
San Salvador 15 de marzo de 1837.

En medio de los votos de un pueblo que ve en vuestra existencia un


presagio de dicha, y en vuestros sabios acuerdos una garantía de la paz y
libertad que disfruta, abrís las sesiones de 1837 para acreditarle que es bien
fundada su esperanza. Los centroamericanos que os han visto ocurrir a sus
grandes necesidades, y evitar cuando es posible que se repitan los males que le
causaron las turbaciones pasadas, sienten la importancia de vuestra reunión,
y aguardan llenos de la más alta confianza que os ocuparéis con suceso de su
felicidad venidera.
Con tan interesante fin me será grato, al daros cuenta del estado de la
administración pública, poder presentaros los objetos que deben llamar de
preferencia vuestra atención.
Nuestras relaciones subsisten en el mismo pie de armonía que el año
anterior de 1836. De algunos Estados con quienes las teníamos establecidas,
hemos recibido testimonios de sus sentimientos amistosos.
El Rey de los franceses ha enviado un Consúl general a esta república, se
hallan n el ejercicio de sus funciones.
Otro, nombrado por el gobierno de Washington, las ejerce igualmente en
el puerto de Trujillo, y otro en la Unión por el del Ecuador.
Motivos de pura economía obligaron al Presidente de Chile a relevar de
su destino al Agente de aquella nación que en calidad de Cónsul general re-
sidió por algún tiempo en ésta; pero las relaciones de amistad subsisten como
siempre entre ambos países.
La Corte de Madrid no ha reconocido aun la independencia de los nue-
vos gobiernos americanos. Los incesantes cuanto sensibles sacudimientos
que de algunos años acá sufre la península española, y los frecuentes cambios
del Ministerio, han entorpecido hasta hora la conclusión de este interesante
negocio. Repetidas instancias de los Plenipotenciarios americanos residentes
en Madrid, obligaron a la Reina gobernadora a nombrar una comisión para
expusiese su parecer sobre el medio más propio de terminar las negociaciones
entabladas. El resultado de esta medida fue favorable al reconocimiento de
la independencia, propuesto sin condición ni exigencia alguna depresiva a la
América; pero la Reina quiso oír, y consultó la opinión de los Estamentos.
211
Los papeles públicos de Europa sobre el último estado de la guerra de
España, suministran noticias poco satisfactorias a la causa de la Reina, y es
de temerse que la continuación de este aspecto lamentable de cosas sirva de
un nuevo obstáculo al reconocimiento de los Estados Americanos. Por seme-
jante causa se ha diferido el nombramiento y envío de un Ministro cerca del
gabinete español, mientras se presenta la oportunidad de que en la negocia-
ción promovida y activada por los Plenipotenciarios de México y Venezuela
pueda, uniendo sus votos al de estos altos Agentes, obtener el resultad que es
de esperarse.
Sin haberse terminado la disputa sobre límites territoriales con la Repú-
blica Mexicana, se nos suscita otra ya, de igual naturaleza por el Gobierno
de la Nueva Granada respecto de la Bahía del Altamirante. Por el Ministerio
que corresponde se reúnen todos los datos y documentos capaces de poner
en claro el asunto, y no dudo que a vista de ellos se terminará de una manera
justa y amistosa esta importante cuestión.
La paz que ha disfrutado y disfruta actualmente la República fue desgra-
ciadamente alterada en la Ciudad de León por algunos momentos el 25 de
enero último. Un pequeño número de hombres descontentos que se suble-
varon contra el gobierno, sorprendieron la guarnición que existía en aquella
ciudad, desataron las cadenas a varios reos que aguardaban en los calabozos
el justo castigo de sus delitos, y poniendo en sus manos manchadas con la
sangre de sus pasados crímenes, las armas destinadas a la defensa del Estado,
les proporcionaron el medio de cometer nuevas maldades, asesinando al Jefe
del Estado, a dos Diputados y a un Ciudadano particular que habían sido re-
ducidos a prisión por los mismos sublevados. El Vice-jefe del Estado se hizo
cardo del gobierno en el propio día, mandó fusilar inmediatamente al prin-
cipal ejecutor de este horrible atentado, y el orden se restableció al instante, y
ha continuado hasta ahora sin interrupción.
Las escaseces del tesoro público se han disminuido considerablemente.
Los rendimientos de las rentas en el último año, han producido lo necesario
para amortizar casi en su totalidad las libranzas de Aduana y certificaciones
que existían en circulación para cubrir en su mayor parte la deuda atrasada
de los empleados; y han quedado algunos fondos de cuatro meses acá para
pagar en más de las dos terceras partes la lista civil y militar. Yo espero que
a favor de las reformas que se han hecho en la ley orgánica de hacienda, en
los aranceles de Aduanas y tarifas de aforos, los productos de las rentas en el
presente año bastarán a cubrir lo que aún se adeuda, y satisfacer los gastos de

212
la administración pública.
En los ramos de guerra y marina no se han hecho ningunas alteraciones
sensibles. Las guarniciones de esta ciudad y las de los puertos y fronteras,
continúan en el mismo estado que tenían el año pasado de 1836; pero los
atrasos de sueldo que sufría la primera están casi pagados.
Son incalculables los bienes que han producido la paz y orden que goza
la república. Por todas partes se siente la mano poderosa de estos agentes de
prosperidad universal reparando los males que nos causaron los anteriores
trastornos y abriendo por donde quiera nuevos canales de riqueza. El comer-
cio se ha aumentado extraordinariamente. Son grandes introducciones de
géneros extranjeros que se han hecho en el año precedente, y a su valor se ha
satisfecho con los productos de la industria agrícola. El de la grana y del añil
ha sido de mucha consideración. Ambos objetos necesitan de la protección
de las leyes, ambos son libres de derechos en su exportación, y aunque nin-
gún gravamen tiene la grana en donde se cultiva, no así el añil que paga una
contribución territorial, que desalienta el comercio en el Estado donde más
se produce, y forma uno de los principales ramos de riqueza.
La moneda ha dejado de ser un objeto de extracción entre nosotros, des-
de que los demás valores permutables del país son iguales a los del extranjero
que se consumen en la República. En el último año se ha importado tanta
cantidad de metálico que ya no se siente la falta de moneda que produjo la
amortización de la provisional del Estado de El Salvador, y el descrédito en
que continúa la de Honduras. Este hecho hace que la mejor apología del
comercio libre, es la contestación más victoriosa que puede darse a los que
acumulan sus leyes restrictivas.
Paso ahora a daros cuenta del uso que he hecho de la autorización que en
20 de junio inmediato os servisteis conferirme.
La ley orgánica de hacienda, el arancel y tarifa de Aduanas han sufrido
reformas importantes. En la primera se ha suprimido la intendencia, y se ha
dado al Ministro de Hacienda la dirección inmediata de todos los ramos. Las
facultades de los demás empleados se han dividido con oportunidad, y sus
funciones son precisas y detalladas. La acción del gobierno es por esto más
expedita y directa, la administración más simple y económica, y los intereses
públicos están mejor asegurados y garantizados.
Dos son las principales alteraciones que se han hecho en el arancel. La
primera, que aumenta el número de puertos habilitados, fu reclamada por
los gobiernos de la Unión; y la segunda, que extingue el cobro de derechos

213
impuestos bajo el nombre de alcabala interior a los efectos extranjeros, fue
preciso dictarla para combinar así la exigencia de aquella medida con los
intereses del gobierno nacional.
La tarifa de aforos se han reducido a precios muy moderados, y el dere-
cho que deben exigirse a todo género extranjero es el de un veinte por ciento.
Podrá tal vez parecer en extremo moderado este derecho, pero la experiencia
ha acreditado que es el único medio de evitar los frecuentes fraudes que se co-
meten. En una nación como la nuestra, bañada por dos océanos, con infinitos
puertos accesibles a toda clase de buques, no bastarían todos los hombres que
pueden llevar armas en ella para cubrir la inmensa línea por donde es fácil
hacer el contrabando. Tampoco serían suficientes cuatro buques guardacostas
aun cuando el gobierno tuviera los fondos necesarios para costearlos. Se-
mejantes medidas han sido siempre peores que el mal que se requiere evitar
cuando el tráfico clandestino presta grandes alicientes al interés privado por
los crecidos derechos, y abre la puerta a la inmoralidad de los empleados del
gobierno. En la república es ésta ya una verdad demostrada por una larga y
costosa experiencia. Si se buscan en los archivos de hacienda los motivos que
han aumentado o disminuido alternativamente los productos de la alcabala
marítima desde el año de 1824 hasta la fecha, se encontrarán en las leyes que
han subido más o menos los derechos a las introducciones extranjeras. Fun-
dado en este argumento de demostración incontestable, el gobierno ha redu-
cido los derechos de alcabala marítima a términos que el interés del comercio
no halle incentivo alguno en defraudar los que corresponden a la hacienda
pública.
También se ha reformado la ley que centraliza la renta del tabaco según
lo han exigido las circunstancias. Pero los obstáculos consiguientes a la li-
bertad en que se hallaban este fruto, han dificultado hasta ahora su completa
organización. Serpa de muy poca monta en el presente año sus rendimientos,
más en el venidero ascenderán a una cantidad considerable.
Se ha sistemado el modo de expedir pasaportes a las personas que salen
de la república de una manera compatible con los intereses de estás y la se-
guridad del gobierno.
Del modo más conveniente y económico se han arreglado con el Agen-
te británico las comunicaciones entre esta república y el establecimiento de
Belice; pero nada ha podido hacerse respecto de las de Veragua, por no tener
fondos en Costa Rica para ocurrir con prontitud a los gastos de correo.
No se ha podido liquidar la deuda extranjera por falta de algunos

214
documentos y noticias que se han considerado indispensables para proceder
con exactitud a una operación por su naturaleza delicada. Más no por eso se
ha olvidado del gobierno de proveer los medios de satisfacerla. Interesado
como se halla en acreditar de un modo positivo a los prestamistas los deseos
que tiene de cumplir con este deber de gratitud y dolor nacional, los que por
otra parte se animan de darse a sus repetidos como justos reclamos la satis-
facción que merecen y es posible, atendidas las circunstancias de la república
ha señalado la mitad del producto líquido del tabaco para cubrir aquel cré-
dito. Si se observa que está renta producía al gobierno español anualmente
cuatrocientos cincuenta mil pesos líquidos, se verá que la suma asignada es
suficiente para amortizar en pocos años la deuda extranjera.
Por los respectivos ministerios se podrán en vuestro conocimiento de las
leyes reformadas con los informes necesarios acerca de ellas.
Son notables las mejoras que ha experimentado el distrito en todos sus
ramos. El comercio ha tenido un incremento igual a la seguridad y confianza
que sienten los especuladores. La sin traducciones y extracciones hecho du-
rante el último año por el puerto de libertad, exceden en un duplo a las que
hubo en los años anteriores. Un cambio de rueda hacia aquel puerto dismi-
nuiría el valor de los transportes que han sido este año excesivos. No faltar
a una compañía que se encargue de su apertura, si se aumenta el pasaje que
concede el artículo 1º. Del decreto de 19 de mayo de 1832.
No son menores los progresos que hace la agricultura.
Los ensayos del café y de la grana han tenido los mejores resultados.
Pero tanto estos frutos como el del añil que se cultiva en los pueblos de esta
Zacatecoluca, el de la azúcar y otros que puede producir el fértil terreno del
distrito, necesitan de la protección del Congreso. Sus habitantes disfrutan de
paz y seguridad. Sólo desean una ley que divida a los terrenos municipales en
iguales porciones, y de en propiedad a cada individuo lo que hoy pertenecen
indistintamente a todos los vecinos de un pueblo, o a sólo los que fueron sus
fundadores.
Se han aumentado las escuelas Establecidas bajo el sistema de Lancaster
en el Distrito, y la educación primaria se difunde con rapidez en todos los
pueblos. A principios del año 1835 apenas había esta ciudad un estableci-
miento de enseñanza con ochenta niños: En el día existen diez y ocho escue-
las en diversas poblaciones y el número de sus alumnos llega a mil ochenta
y seis.
En medio de este prospecto de esperanzas, la justicia, objeto grande y

215
más importante del pacto es el único ramo de la administración que marcha
todavía bajo la influencia perniciosa de la legislación colonial. Al constituir-
nos dictamos instituciones eminentemente liberales; pero hemos olvidado
ponerlas en armonía con la justicia ¿Qué importa que los defensores de los
derechos del pueblo, asociando su nombre al de los respetables amigos del gé-
nero humano, proclamen en la tribuna los principios más liberales, al mismo
tiempo el Magistrado invoca y consulta en el tribunal las ciegas cuanto odio-
sas decisiones de nuestros antiguos opresores, distribuye con arreglo a ellas la
justicia y falta contra e honor, contra la propiedad y la vida de los ciudadanos?
Esta incesante lucha entre la verdad y el error, entre la libertad y la tiranía:
esta perpetua contradicción de principios, y esta confusa mezcla de partes
incoherentes y de elementos heterogéneos, formas un contraste el más cho-
cante y ridículo, y el estado más violento y abyecto en que puede presentarse
pueblo alguno de la tierra. Por la Constitución federal toca a los gobiernos de
los Estados dictar esta reforma interesante. El de Guatemala, haciendo frente
a mil obstáculos y sobreponiéndose a viejas preocupaciones, la ha decretado
ya, adoptando el código penal de Livingston, que los guatemaltecos han re-
cibido con extraordinario entusiasmo, y es factible recojan el precioso fruto
tan sabia legislación. Es a los dignos representantes de 1837 a quienes está
reservada la gloria de emitir iguales reformas en el Distrito Federal, donde
no hallarán grandes dificultades que superar. Una población de sesenta y seis
mil habitantes que ha dado tantas pruebas de adhesión a las instituciones
patrias, como de odio a la tiranía, colocada en un terreno de sesenta y siete
lenguas cuadradas eminentemente feraz, como una juventud numerosa que
recibe las mejores ideas de libertas y moral, son elementos muy a propósito
para efectuar tan saludable reforma. Si a esto se añade que de los fondos del
Distrito queda anualmente un sobrante de diez y ocho mil ciento trece pesos
cuatro reales, que puede destinarse a los gastos que demanda obra tan útil, se
verá allanando el mayor obstáculo que puede presentarse.
El sistema municipal merece también algunas reformas.
La multitud de facultades que la ley atribuye a estos cuerpos son, en el
mayor parte de los pueblos, superiores a las capacidades de los individuados
que los componen, y quedan por esta causa sin efecto. Disminuir su número
y ponerlos a nivel de sus conocimientos, debe ser a mi juicio el objeto de la
reforma que se haga.
El producto de las rentas del Distrito de en el año anterior subió a treinta
y tres mil novecientos noventa y nueve pesos cuatro reales. Sus erogaciones

216
ascendieron en el mismo año a quince mil ochocientos diez y seis pesos. De
consiguiente ha quedado un sobrante de diez y ocho mil ciento trece pesos
cuatro reales. Deduciéndose de la primera cantidad algunas introducciones
extraordinarias y otros derechos que no deben considerarse como producto
del Distrito, Queda reducida por un cálculo aproximado a veinte y ocho mil
quinientos noventa y nueve pesos cuatro reales, y la tercera a diez mil cuatro-
cientos ochenta y seis pesos. Dividida la suma que pagar anualmente la tota-
lidad de los vecinos del Distrito, resulta que cada uno contribuye al Gobierno
con tres reales y cuarenta y seis centavos cada año. Serán pocos los pueblos
que tengan un gobierno tan barato y apenas se podrá encontrar uno solo que
contribuya con una cantidad tan moderada. Si se atiende a los sobrantes que
resultan, parecerá que no debe aumentarse el valor de las contribuciones; pro
si se consideran todas las obras de utilidad común que es necesario empren-
der para mejorar las poblaciones y la condición de sus individuos, para elegir
buenos establecimientos de caridad, para impulsar por medio de máquinas la
industria agrícola y fabril, para reparar los caminos, fundar colegios y multi-
plicar las escuelas de educación primaria en todos los pueblos para acomodar
el sistema judicial a los principios liberales, y mejorar el de cárceles existentes,
antiguo resto de la tiranía colonial, se palpará la necesidad de aumentar las
indirectas. Invoco pues por lo mismo vuestra atención a este objeto del más
grande interés. Si por reservas indebidas, por una tímida diferencia, o por
ideas seductoras de una aparente e imaginaria conveniencia del bien público
no lo hiciera, faltaría al más sagrado de mis deberes, y ofendería vuestros sen-
timientos y la rectitud y justicia de vuestras sabias miras. Las de, Magistrado
de un pueblo libre no deben ser otras que las de sacrificar ventajas ilusorias
y del momento a todo lo que tenga un carácter de solidez, y esté fundado en
los principios de orden, en el buen crédito del país y en los progresos de la
civilización.
Permitidme ahora llamar vuestra consideración sobre la suerte de los
delincuentes políticos que están fuera de la república.
El deber sagrado de salvar a la patria, y un sentimiento de humanidad en
favor de los que la despedazaban con sangrientas revoluciones os obligó a dar
el decreto de 22 de agosto, en el año de 1829
La paz y el orden se han restablecido en la república.
La experiencia ha acreditado que la marcha de las instituciones liberales
no es fácil, ya que pueda ser turbada o detenida por ataques impotentes con-
tra un gobierno apoyado en los intereses de la generalidad y en las simpatías

217
nacionales.
Los sentimientos que hoy animan a los expatriados, permiten hacer una
extensa e imparcial aplicación del derecho de indulto. Pero esta gracia no
debe ser a mi juicio tan general ni tan indistintamente aplicada que compren-
da a la vez, al arrepentimiento de los males que ha causado a su patria, y al
criminal que la amenaza con nuevas desgracias. Al que sumisamente solicita
perdón, y al culpable que desafía e insulta aún a la justicia. Esto sería confun-
dir a los hombres que han sufrido su suerte con resignación, con los rebeldes
reincidentes, y debilitar todo el efecto moral de una medida que justifican sus
mismos resultados.
La clemencia es uno de los más hermosos atributos de la representación
nacional. Yo os pido que la ejerzáis en todos aquellos que arrepentidos de sus
faltas pasadas soliciten volver a la república a indemnizarla con sus servicios
de los males que hayan podido causarla.
Ciudadanos Representantes: los centroamericanos elevan de nuevo su
voz al congreso para pedirle la reforma de la Constitución federal. La libertad
y el orden que disfrutan no pueden considerarse bastantemente asegurados si
la ley fundamental no recibe las saludables mejoras que necesita. Los restos
de la antigua tiranía y del fanatismo que sufrieron nuestros padres, duermen
y no están enteramente extinguidos. La anarquía levanta aun por momentos
su horrible aunque impotente cabeza para volverla a sepultar en seguida, lle-
vando siempre tras sí algunas víctimas y dejando por todas partes las señales
de sus sangrientas huellas.
No nos alucinemos con el presente estado de cosas, ni calculemos por él
los resultados de un porvenir feliz. La nave del Estado marcha en el día con
viento favorable; pero carece del poder y energía necesarios para sobreponer-
se a las tempestades que puedan ocasionarle alternativamente esos elementos
destructores de la libertad y del orden social.
Vosotros sois los llamados a meditar asiduamente en los medios de pre-
venir tamaños males. La obra es grande y digna de vuestra sabiduría. La
gloria de fijar por una juiciosa reforma la suerte de los centroamericanos,
está asociada a los respetables nombres de los legisladores que la decreten.
Sed vosotros ciudadanos Representantes los que llenando así uno de vuestros
sagrados deberes la merezcáis, ciñendo vuestras síenes de la corona cívica, que
es el premio más distinguido el más digno de los servicios a la patria.
Francisco Morazán

218
– 106 – 
Carta al ciudadano Gregorio Juárez,
Acerca de la reunión del próximo congreso.
San Salvador 11 de Enero de 1838.

Muy Señor mío de mi aprecio. He recibido su carta de 2 del presente.


He visto el decreto de facultades dadas al gobierno por legislatura, y me es
muy satisfactorio saber los términos en que aquel funcionario ofrece hacer
uso de él. Los que conocen en todo su valor la libertad de la palabrea y la de
la Imprenta, sabrán hacer el elogio de esta medida que tanto honra a su autor.
Hay ya quince diputados en esta ciudad y siete que deben venir de Gua-
temala de un momento a otro, completarán el número que exige la ley para
que haya congreso. Aquellos estarán dispuestos a ocuparse en las reformas,
u decididos a dejar a los Estados en libertad de constituirse sin todas las
restricciones consignadas en el artículo constitucional que nos rige. Libre ya
de la indisposición que me privó de escribir a Usted en el correo pasado con
la extensión que deseaba, tengo la satisfacción de repetirle que soy su muy
atento y obediente servidor.

Francisco Morazán

219
-107 –
Nota a don Cruz Lozano, en donde se halle, relativa a asuntos sobre 
la sociedad comercial que tenía con él.
San Salvador 30 de Enero de 1838

Amado Cruz.
Tengo en mi poder tus dos cartas. Es lo mejor que has podido hacer el
continuar tu viaje; tu salud es primero que todo para mí.
Tegucigalpa será el mejor lugar para curarme, porque el temperamento te
asentará; pero si quieres hacerlo en esta Ciudad, (en) Sonsonate o Guatemala,
encontrarás en donde quiera todos los auxilios que te pueden proporcionar
mis extensivas recomendaciones.
Apenas tengo cien pesos de Belice. Con algún dinero que tengo en Gua-
temala, aumentaré esta cantidad y te mandaré el libramiento que me pides.
Paulina iba sin novedad hasta San Miguel; no la hay en casa.
Te escribiré a Tegucigalpa. Toma el mercurio, único remedio de tu en-
fermedad. Que te restablezcas y que pronto te vea bueno. Son los deseos de
tu apasionado.

Francisco Morazán.

220
- 108 -
Respuesta a los comisionados para la pacificación de las fuerzas de 
Rafael Carrera.
Guatemala 5 de Febrero de 1838

“El informe verbal y por escrito, que ustedes se han servido darme en
esta fecha, me ha impuesto del resultado de la comisión que con tan decidido
empeño y sanas intenciones, se prestaron a realizar. Es muy sensible para
mí que personas de tanta respetabilidad, crédito y prestigio en la República,
hayan sido desoídas, insultadas gravemente y aún expuestas a un horroroso
asesinato; más era preciso que a todo esto se sujetase el patriotismo de uste-
des en momentos tan críticos para el rico y poderoso Estado de Guatemala”.
“Mis constantes deseos porque el restablecimiento del orden se efectuase
en él, sin derramar sangre y aun sin que se sufriera la menor desgracia, me
obligaron a exigir de ustedes un servicio que ustedes y no más, han podido
prestar. Tal vez no ignoraban el mal éxito de su encargo y aun el riesgo que
iban a correr y no obstante no han vacilado en aceptar mi nombramiento
y venir a hacer todos los esfuerzos que me son patentes. Yo doy a ustedes
en nombre del Gobierno Nacional, las más rendidas gracias por cuanto han
ejecutado en esta vez, para evitar males, que al fin, muy a mi pesar, van a ser
indispensables. La guerra de la barbarie contra la civilización, los exigen de
una manera que positivamente contrista. Sin embargo, a ustedes lo mismo
que a mí, les acompañará siempre la dulce satisfacción de haber hecho cuanto
estaba a nuestro alcance, no sólo para salvar a estos pueblos, sino al mismo
bandido y sus hordas, hasta el grado de humillarnos, entendiéndose con aquél
y guardándole consideraciones que nunca mereciera”.
“Tengo la honra de suscribirme de ustedes, con la más alta consideración,
su amigo y servidor.

Dios, Unión, Libertad


Francisco Morazán.

221
-109-
Parte sobre las acciones militares del General Morazán en Mataquescuintla,
suscrito por el Brigadier Isidoro Saget.
Mataquescuintla 5 de Abril de 1838

Ciudadano Secretario de Estado y del despacho de la guerra del Supre-


mo Gobierno Nacional.
Tengo la honra de poner en conocimiento de Ud., que, en cumplimiento
de las órdenes del Presidente de la República, General en Jefe del Ejército, el
26 del pasado se levantó el campo de la hacienda de Santa Isabel y se trasladó
el Cuartel general a la del Potrero, donde se reunieron varios fusiles naciona-
les que tenían los habitantes de esta hacienda, y algunas piezas de ropa que
por informe de los mismos, pertenecían a familias de la Ciudad de Guatema-
la. Dichas piezas se hallaban en unos cofres que con anticipación se habían
ocultado en el campo. En esta misma hacienda se encontró también el lugar
donde existió la fragua en que los facciosos componían sus armas.
Al amanecer del 27 se mandó a practicar un fuerte reconocimiento sobre
este pueblo que se halló abandonado por vecindario y hordas enemigas, y sin
más habitantes que el padre Cura y su Familia.
El 28, este pueblo fue ocupado por el Ejército destacando antes la sección
de cazadores de la división de vanguardia a las órdenes del Teniente Coronel
Caballo, para que por el camino de la laguna de Ayarza pasase a reforzar la
del norte que estaba situada en Ixalapa, con prevención de obrar en deter-
minado día sobre el enemigo por su retaguardia. Lo encontramos desierto
como el día anterior, y el padre Cura aseguró que Carrera y los suyos habían
abandonado su fuerte posición para marchar sobre la capital de este Estado.
222
Semejante parte, que ya había obligado al General en Jefe a tomar las corres-
pondientes medidas para defenderla, fue inmediatamente desmentido por los
exploradores de vanguardia, que pusieron en precipitada fuga una partida de
los facciosos que se hallaba emboscada en las orillas de este pueblo, la cual se
replegó a la cumbre del monte que apareció coronada en breves momentos
por las hordas de Carrera y flameando una bandera de negro y encarnado.
La posición que aquel ocupaba era ciertamente militar.
En la cordillera es quizá la más fuerte, puesto que a tanta elevación reúne
abundancia de aguas, trojes de maíz, y ganado, y por qué el camino es un
precipitado caracol de cerca de una legua, que cualquiera que tuviese, no co-
nocimientos militares, sino un mediano arrojo o valor, lo defendería a palmos
causando graves daños a la fuerza que la atacase. En este convencimiento,
por la tarde se desplegó el ejército con todo el aparato militar al pie del cerro;
mientras que oficiales inteligentes reconocían sus avenidas y senderos. Entre
tanto el enemigo hizo varios tiros, pero la elevación en que se hallaban sus
tiradores, dio lugar a que no produjeran efecto alguno.-Practicando el reco-
nocimiento, el ejército se replegó a la plaza.
El 29 se fortificó la torre de la Iglesia y azotea de la sacristía, colocando
en ella nuestra artillería, con el objetivo de inspirar confianza al enemigo, ha-
cerle creer que su posición era inexpugnable, y distraerlo de los movimientos
que debían ejecutarse por la división del norte.
El 30 señalado para que esta división cayese a la espalda del enemigo, el
Presidente de la República mandó que al amanecer se llamase la atención de
éste por medio de guerrillas sin comprometerlas, lo que fue ejecutado; más
por la tarde ordenó se inquietase seriamente a los rebeldes, y en consecuencia
se destacaron dos compañías de la tercera división al mando de sus edecanes,
tomaron el camino de las flores, prolongado en su movimiento todo el frente
de la posición y amenazando su derecha. Una hora después se nombraron
cuatro guerrillas de oficiales escogidos y soldados voluntarios para que por
el frente y costado izquierdo subiesen con arma a discreción a arrojar a los
facciosos de los puntos que ocupaban. El tiroteo se emprendió con alguna vi-
veza; más nuestras guerrillas con la mayor intrepidez, obligaron a los rebeldes
a replegarse a la cumbre.- Se notó entonces una oscilación grande en la fuerza
que coronaba el cerro, que indicaba hallarse aquella en la mayor tribulación e
inquietud.- Advirtió entonces el General en Jefe, que movimientos tan des-
ordenados debían causarlos la fuerza que amenazaba su derecha, y dispuso
que el ejército marchase al cerro, lo que verificó al paso de ataque, y en medio

223
de las aclamaciones de viva la República que sofocaban a gritos o aullidos de
los salvajes. A poco cesó el fuego; y nuestras guerrillas se posesionaron de la
cumbre. La del costado izquierdo se lanzó precipitadamente sobre el campo
del enemigo; incendió sus ramas, y a su regreso trajo una porción de caballos
ensillados.- La del centro hizo dos prisioneros que inmediatamente fueron
puestos en libertad. Un cañonazo fue la señal de retirada, y el ejército contra-
marchó en el mejor orden.
Al replegarse el destacamento que obró sobre la derecha, dio parte de
haber avistado al enemigo en cima del otro cerro; pero que estando separado
por una barraca bien profunda, no pudo sino desplegarse, en cuya posición
los facciosos le dispararon un tiro de cañón con bala rasa. Este parte confirmó
más al General en Jefe que el punto primero estaba abandonado, sin duda por
el temor de que la división del norte los cortase. En tal persuasión se decidió a
que se moviese todo el ejercito el día siguiente, destacando la tercera división
al mando del general Carlos Salazar para que atacase de frente y por la dere-
cha al enemigo, mientras que el mismo General en Jefe tomaba posesión con
todo el ejército del cerro abandonado la víspera, para penetrar el flanco de los
facciosos, o abatirlos por retaguardia, según lo permitiera el terreno que más
allá del cerro era desconocido para nosotros.
El ejército por fin ocupó el acampamento abandonado: se encontraron
en él dos cajas de guerra, cinco fusiles, una red con 36 llaves de esta arma,
muchos tornillos y muebles, un quintal de plomo y varios papeles que aún no
están inventariados.
Continuó la marcha atravesando la montaña para pernoctar en el lugar
llamado de Morales, cuyas casas encontramos quemadas. La tropa durmió
formada en cuatro, observando el mayor silencio y disciplina.
Al amanecer el 1° del que rige, una de las centinelas emboscadas sor-
prendió a un hombre armado de fusil, que confesó ser oficial de Carrera, y
que este se hallaba en total dispersión. El General advirtiendo que la división
del norte aún no había llegado, mandó tomar posesión en aquel punto a la
compañía de cazadores de Nahuizalco para cubrir nuestra retaguardia, hacer
prisioneros y entregar al comandante de dicha división la orden de conti-
nuar sin marcha hasta este pueblo, de modo que internándose el ejército para
buscar a los dispersos y reunirse con la tercera, se describió un círculo que
envolvió toda la montaña.
En breves momentos de haber salido del ejército del campo de Mo-
rales para penetrar en la montaña, nuestra descubierta dio con una partida

224
enemiga de la cual se tomaron tres prisioneros armados del fusil, quienes
confirmaron las noticias dadas por el primero. La columna siguió su marcha,
y una compañía de cazadores que caminó toda la noche dio parte al amane-
cer [el 2] que la tercera división se hallaban sin ninguna novedad. Reunidos
con el Comandante de ella, informó éste haber encontrado varias partidas
de dispersos, pero que le había sido imposible aprehenderlos: que la valija
del correo ordinario de Izabal, interceptada por las hordas pocos días antes,
la había encontrado una de sus partidas en el interior de la montaña, cuya
correspondencia se dispuso a marcharse al Gobierno de Guatemala.
Se resolvió que la misma división permaneciese en el punto que ocupaba,
y que la vanguardia y segunda, siguiesen su movimiento hasta este cuartel
general, donde ya se hallaba la del norte.
Nadie podía creer, Ciudadano Ministro, que estas hordas de bandidos,
que con audacia rehusaron el perdón ofrecido con tanta generosidad que voci-
feraban no dejar las armas antes de haber saciado su sed de sangre y de pillaje,
hubieran huido tan despavoridos, con solo el tiroteo de nuestras descubiertas,
en una dispersión tan compleja que no han podido retirarse ocho hombres
juntos y que para escapar con más prontitud y ligereza, han tenido que arrojar
sus armas en los lugares donde se creían amenazados; siendo lo más admi-
rable, la cobardía e ignorancia brutal del cabecilla, que a pie y acompañado
únicamente de su familia y la de su suegro, se han internado en la obscuridad
de la montaña, donde la persecución de nuestras tropas, el hombre y el hielo,
castigarán sus horrorosos crímenes y miras salvajes. El ejército cubre toda la
montaña, los cabecillas son perseguidos, las armas se recogerán y la paz del
Estado de Guatemala se halla asegurada. ¡Loor eterno al digno General en
jefe, cuyas sabias disposiciones todo lo preveen y concilian! ¡Loor eterno a
los valientes jefes Oficiales y Soldados que con sus sufrimientos y admirable
subordinación e intrepidez han aterrorizado a los bárbaros que creían que los
veteranos de la libertad temían el hielo, cansancio y miseria. Ellos han sido lo
que siempre serán, amigos del pueblo y terror de los malvados. Recomendar
a alguno de ellos sería hacer un insulto a los demás, supuesto que todos han
rivalizado en celo por lograr el fin que se propusieron al separarse del seno
de sus familias.
Me es tanto más satisfactorio Ciudadano Ministro dar este parte, cuan-
to que la Patria no tiene en esta vez que llorar la sangre de ninguno de sus
buenos hijos. El triunfo se debe a las maniobras. Sólo el bravo Capitán Rojas
ayudante del Estado Mayor general, fue cobarde y vilmente asesinado al des-

225
empeñar una comisión pocos días antes del ataque.
Con el más profundo respeto me suscribo de Usted, Ciudadano Minis-
tro, su más atento servidor.

Dios, Unión, Libertad.


Isidoro Saget.

—110 –
Decreto sobre la pacificación del Estado de Guatemala, Matescuintla
5 de abril de 1838

1°. Que luego que toqué en el territorio de este Estado, en consecuencia


del llamamiento que para su pacificación, me hizo el Vice Jefe encargado del
Poder Ejecutivo Dr. Pedro Valenzuela, mis intenciones no han sido otras, que
las de conseguir aquella, por medio de la persuasión y la prudencia, y sin que
tuviese lugar la más pequeña desgracia.
2°. Que tales conatos me han inducido a dar repetidos pasos, a fin de que
las autoridades, así civiles como militares de los distritos de Chiquimula y de
Mita, pusieran a mi disposición todos los recursos con que contaban. 
3°. Que así como de las autoridades del primero, he recibido la contesta-
ciones más satisfactorias y los auxilios en todo género, más positivos y efica-
ces; de los pueblos del 2°, a cuya cabeza se hallaba el perverso Rafael Carrera,
he tenido pruebas de hallarse todos en una verdadera rebelión.
4°. Que sin embargo de no haber dado ningún resultado feliz mis gene-
rosos ensayos, y del decreto del Vice Jefe de Estado de 14 del próximo mes
pasado, en que declara traidor al mismo Carrera y a los que lo acompañaban,

226
quise hacer el último, nombrando una comisión de los ciudadanos Diputados
José Francisco Barrundia, Doctor y Vicario Capitular Antonio Larrazábal,
Canónigo José María Castilla, Doctores José Matías Quiñones y Basilio Ze-
ceña y Presbítero Francisco Ortíz, personas respetables en todos conceptos,
para que patentizasen al jefe de los facciosos, y aun a estos mismos, la teme-
ridad de su empresa, el funesto éxito que tendría y lo ventajoso que era en
términos, bajo que debían someterse, aún considerados con respicencia a su
interés individual.
5°. Que dicha comisión en vez de ser atendida por los facciosos, estuvie-
ron los individuos que la componían en inminente riesgo de ser asesinados,
informándose los mismos, que no quedaban ni aún remotas esperanzas de
que Carrera y los suyos volvieran a la obediencia, sino era obligados por la
fuerza; y que la necedad de sus pretensiones unían el insulto a las autoridades
legítimas y a la amenaza a toda propiedad.
6°. Que en tal concepto fue preciso y de absoluta necesidad obrar sobre
ellos, y que aunque en consecuencia de estos, en los días 30 y 31 del pasado
han sido arrojados de la disposición que ocupaba y completamente disper-
sas, no ha sido posible recoger todas las armas que sacaron de la ciudad de
Guatemala a principios de último de febrero. Cuya circunstancia lo pone en
capacidad de reunirse en pequeñas partidas para robar y asesinar los viejos
indefensos y las haciendas de los particulares.
7°. Que el restablecimiento del orden y el complejo triunfo de la civiliza-
ción amenazada por la barbarie, demandan imperiosamente de la autoridad
nacional obrar con energía que corresponde.
8°. Que no obstante como siempre conviene la clemencia para aquellas
infelices que seducidos u engañados por la malignidad, a la vez pueden de
buena fe volver a la obediencia, y acaso ser útiles a la República; he tenido a
bien decretar lo siguiente:
Artículo 1° Todos los pueblos del distrito de Mita y los demás del Estado
de Guatemala que se han sometido a auxiliar en esta vez al traidor Rafael
Carrera, se hallan en el caso de que habla en el artículo 35 de la ley del 17 de
noviembre de 1832; y en consecuencia serán regidos y juzgados los culpables
de la manera que el precipitado artículo dispone:
Artículo 2° Los jefes y oficiales que hayan servido últimamente a las ór-
denes de Carrera y presenten los primeros treinta fusiles, y los segundos diez
recibirán por cada uno de ellos, el premio de tres pesos, y además una boleta
de seguridad que los exima de todo cargo. Igual premio se dará a las clases y

227
soldados y también a los particulares de los pueblos por cada uno de los que
exhiban al propio tiempo que sus respectivas boletas: más ésta no podrá emi-
tirse en favor de los que sean acusados de delitos comunes.
Artículo 3° Tampoco podrá darse por ningún motivo al traidor Rafael
Carrera, José María Álvarez y su hermano Mariano, a Cecilio Lima (alias)
Zarco gallo, a Francisco Cornejo (alias) Sapo, a Fernán Álvarez, a Macario
Mangandí, a Felipe Maldonado, al Coronel Amaya, a Pascual N. (alias) Chua,
a Francisco Rueda y a Luis Chavarría quienes deben ejecutarse al juicio que
corresponde. Las autoridades tanto civiles como militares, y los particulares
mismos que oculten a estos individuos; los auxilien, no los capturen o denun-
cien sabiendo donde permanecen, serán acreedores a la misma pena de ellos,
sin que pueda excusarles pretexto alguno.
Artículo 4° La presentación de los fusiles puede hacerse en cualquier
comandancia de los destacamentos que al efecto quedan autorizadas para
emitir las boletas y satisfacer el premio de que habla el artículo precedente,
llevando un libro donde asentarán los nombres de los que ocupan.
Artículo 5° Cesan los efectos del artículo 2° a los ocho días contados
desde la publicación de este decreto, y los individuos que después de este
término, se encuentren con armas, las oculten o no denuncien a los que las
poseen, serán tratados y castigados como traidores.
Artículo 6° El presente decreto se imprimirá y publicará para que llegue
a noticia de todos los habitantes a quienes comprende.
Dado en el cuartel general de Mataquescuintla a los 5 de abril de 1836.

Francisco Morazán.

—111 –
Carta a los ciudadanos de los secretarios de la Asamblea Legislativa
Acerca de la exposición firmada por 187 vecinos de la ciudad de Guatemala.
Guatemala 17 de abril de 1838

“Ayer ha puesto en mis manos el Licenciado A. Marure una exposición


firmada por 187 vecinos de la ciudad, que llevan el nombre de propietarios y
que los son en efecto, en que se me pide reasuma yo el gobierno de Estado. 
228
Al entregármela, me manifestó que una comisión compuesta de personas
de bastante crédito y notabilidad estaban nombradas por el numeroso con-
curso de ambos sexos que lo seguía, para sobre la citada exposición, hacerme
explicaciones importantes a la tranquilidad de esta capital y al interés de to-
dos los pueblos del Estado.
“Llamado en enero último por el gobierno de éste, para destruir la fac-
ción que amenazaba la vida y propiedades de los habitantes de Guatemala.
Llamado por segunda vez en la semana pasada por el mismo gobierno que
me aseguraron representar a todos los que existen en esta ciudad, para que vi-
niese a ella a observar cuanto pasaba, y a contener sucesos que podrían ser de
las más graves trascendencias, me apresuré a oír a la citada comisión, de quien
esperaba noticias útiles, y si se quiere, saludables consejos en circunstancias
tan difíciles como las actuales, y porque no siendo otra mi misión y otros mis
votos, que los de pacificar otros pueblos, quiero escuchar a todo ciudadano
que guste informarse, sobre los acontecimientos e indicarme alguna medida
salvadora.
“Por desgracia en la que se ha fijado la comisión de que dejo hecho mé-
rito y la que contiene la exposición de que antes he hablado, no me parece
absolutamente libre de embarazos que se aumentarían si yo la adoptase por
una vía de hecho, estando reunida la asamblea, a cuya sabiduría no debe ocul-
tarse la peligrosísima crisis en que se encuentra el Estado y ocupando la silla
del gobierno la misma persona que me ha llamado en auxilio de los guate-
maltecos.
“Es verdad que varios hechos han gastado de algún tiempo a esta parte
el prestigio de que han gozado y debieran gozar los supremos poderes y que
su constante repetición ha hecho gravarse el temor y la desconfianza en el
corazón de más guatemaltecos y particularmente en las clases de propietarios.
“Una tropa sublevada y dirigida por sargentos ebrios y algunos indivi-
duos que jamás han acatado la moral pública. Inmensas hordas de salvajes sin
freno alguno que pudiera contenerlas, han amenazado en distintas ocasiones
la vida de estos habitantes, sus propiedades y lo que es más caro aun, el honor
de sus inocentes familias y la autoridad en ninguna de ella, es preciso decirlo
con franqueza desplegó la energía que demandaba su institución.
“Esta experiencia ha influido sin duda en que haya venido a mí directa-
mente en la exposición indicada sin contar antes con el Cuerpo Legislativo
que tiene en sí los elementos necesarios para hacer el bien y que puede y debe
contar con la libertad más amplia en sus urgentes e importantes deliberacio-

229
nes. Yo que conozco la ilustración de los individuos que la componen, que me
son constantes sus patrióticos sentimientos, no puedo menos que dirigirme
a él por el honroso conducto de Ustedes, manifestándole que el pueblo de
Guatemala aguarda con ansiedad y aun desesperación una medida que le
vuelva su antiguo reposo, y que asegure la vida y propiedades de sus habitan-
tes. Jamás ha podido ocuparse la Asamblea de Guatemala de un asunto tan
delicado y de mayor trascendencia, y jamás tampoco han estado tan fijas las
miradas del pueblo sobre la resolución que hoy dicte. Yo la excito pues para
que viendo las cosas bajo su verdadero aspecto, con la calma y detenimiento
que corresponde tranquilice a multitud de familias que vagan en la incer-
tidumbre y desconsuelo y salve de los horrores de la anarquía a la primera
población de la república. Para objetos tan puros como sagrados debe contar
con mi cooperación y mi existencia, que complacer sabré sacrificar en cum-
plimiento de mi deber, y para corresponder a la confianza que ha depositado
en mí el gobierno del Estado y los habitantes de esta hermosa ciudad que no
abandonaré entra tanto la paz, el orden y la mejor armonía no vuelva a resta-
blecerse entre las familias.
Ruego a ustedes ciudadanos secretarios eleven a la consideración de la
asamblea cuanto dejo expuesto y admitan las consideraciones con que soy de
ustedes.
Atento servidor
Dios, Unión, Libertad 
Francisco Morazán

230
—112 –
Comunicación dirigida al secretario de Estado en el Despacho de Guerra, sobre las
operaciones militares contra los facciosos de Rafael Carrera
Guatemala 23 de abril de 1838

Después de mi última comunicación en que muy extensamente participo


a Usted para conocimiento del Senador Presidente, el giro de mis operaciones
militares, y la política que seguía en los pueblos ocupados, habrá Usted recibi-
do dos partes oficiales (a) del Jefe de Estado mayor general que de mi orden
puso a este Ministerio, en que daba el pormenor de las acciones que hasta la
fecha fueron extendidos se había logrado sobre los enemigos. Consiguien-
temente cuando ahora digo debe contraerse a los ocurridos posteriormente.
Agotadas de mil maneras las medidas de generosidad que empleé con los
facciosos, aun después de haberse roto las hostilidades y conseguido los prin-
cipales triunfos sobre ellos, me fue preciso ocurrir a otras en sentido opuesto
para poder lograr el objetivo de mi misión. Dicté pues el decreto de 6 del que
rife, de que tengo la honra de acompañar a Usted dos ejemplares, declarando
a todos los pueblos del distrito Mita, y a los demás del Estado que se hubie-
sen sometido y auxiliado al traidor Rafael Carrera, en el caso de que habla
en el artículo 35 de la ley de 17 de noviembre de 1832, con lo demás que
contiene el mismo decreto.
Cuando emití éste, los facciosos habían sido arrojados de la montaña,
cuyos importantes puntos quedaban cubiertos por partidas del ejército, lo
mismo que todos aquellos pueblos de donde ellos sacaban sus recursos y eje-
cutaban sus horrorosos crímenes: más nada ha bastado para examinar del
todo la facción cual era las desearse. Pequeñas partidas que se dispersan a la
vista de las nuestras, y se reúnen después para robar y asesinar en los caminos
y haciendas, han quedado causando gravísimos daños. No obstante, yo tam-
bién he dispuesto de manera el ejército, que encuentren nuestras partidas aun
en aquellos puntos en que menos las esperan; y hasta ahora no hay otra di-
ferencia que la guerra que ellos hacen es a muerte, mientras que yo no puedo
impartir iguales órdenes a los jefes y oficiales de nuestras tropas. 
231
Para satisfacción del Supremo Gobierno debo manifestar a Usted que
cuantas veces los facciosos se encuentran con nuestras fuerzas, sufren una
lección severa. El ocho del presente en el valle del Chaparrón, osaron atacar
al Teniente Coronel Joaquín García Granados y su audacia fue escarmentada
como correspondía, dejando en el campo treinta muertos, tres prisioneros y
doce fusiles, sin que por nuestra parte hubiese ocurrido la menor desgracia. 
El 11, el comandante de la 4° división Manuel Carrascosa logró hallarlos
en el pueblo de Comapa reunidos como en número de 200, y les hizo 25
muertos, entre los cuales se contaban dos cabecillas principales, y 13 prisione-
ros. Además se les tomaron en este encuentro 38 fusiles, muchas armas blan-
cas, y algunas fornituras y caballos. La inmediación a los barrancos salvó el
resto de los bandidos, y nuestra pérdida consistió en un muerto y dos heridos.
El 12, el Comandante del 2do. Batallón Manuel Gonzales Cerezo los
ha dispersado en el pueblo de Jutiapa, haciéndoles ocho muertos, seis pri-
sioneros, y quitándoles ocho fusiles, dos fornituras con sus correspondientes
parques, dos caballos, algunas prendas de vestuario y una caja de guerra.
El 16, el coronel Bonilla los dispersó igualmente en el pueblo de Chi-
quimulilla, tomándoles once caballos ocho lanzas una carabina y cuatro pri-
sioneros.
Sobre estas derrotas han ocurrido otras varias de menor consideración
en diferentes puntos, que por su pequeñez e insignificancia no juzgo del caso
referir. Por la imbecilidad y abandono de dos oficiales, los rebeldes han logra-
do una sola ventaja sobre nosotros, tanto más sensible cuento que fue debida
a una sorpresa que estos dieron al Teniente Coronel Francisco Herrarte que
mandaba el escuadrón la paz de la Antigua.
En este momento acabo de recibir parte del teniente Coronel José An-
tonio Carballo, al cual me incluye dos del sargento mayor Ignacio Pérez co-
municándome que en Tulumape los facciosos tuvieron el atrevimiento de
echarse sobre una de nuestras partidas. El oficial Rivas que estaba de avanza-
da a dos cuadras del campo de batalla se retiró sin cumplir con sus deberes,
regando en el camino la noticia de haber sido derrotado nuestras fuerzas, y
aun asegurándomelo a mí mismo. El capitán Sanchéz a los primeros tiros
hizo otros tanto sobre Salamá, y solo Pérez y 26 veteranos de la federación
bastaron para escarmentar y castigar la osadía de los rebeldes que en número
de 100 hombres intentaron sorprenderlo. Quedaron en el campo 8 muertos
y un prisionero, ocho fusiles, y varios machetes. Después se ha sabido que
murió en la acción el cabecilla Quintanilla que los mandaba, y su segundo;

232
y que el día siguiente que registró en el campo pasaba de treinta los muertos
que sacaron de la montaña. La acción fue a la bayoneta, y Pérez ha llenado
su deber a toda mi satisfacción lo mismo que la valiente tropa que mandaba.
Con respecto a los intereses saqueados en esta capital, nada ha podido
recogerse, pues, aunque con posteridad a mi salida de Mataquescuintla pare-
cieron los cofres de Carrera, el General Salazar me dice haberse encontrado
vacíos sin más que la correspondencia de aquel, que juzgo interesante; pero
que hasta la fecha no ha podido salir lo que contiene por estar pendiente mi
regreso de un momento a otro a dicho punto.
A mí me fue posible pasar a esta capital con motivo de que una comisión
del gobierno y otra del comercio fueron a exigírmelo en los términos más
positivos, y además el tener datos seguros de que estaba para trastornarse
el orden, tal vez sangrientamente en esta población, para que calmarse los
partidos. El conciliarlos pues, si me era posible, u la necesidad de reparar los
recursos y elementos necesarios para concluir la guerra que se prolonga y es
preciso continuar en el invierno, me decidí a pasar a ella. Tan pronto como
llene tales objetos volveré a establecer el cuartel general en Santa Rosa, o en
el punto más aparente.
Los rumores que se han corrido aquí de haber habido una pequeña aso-
nada de Ahuachapán, me han obligado a remitir al Coronel Angulo cantidad
de fusiles, e igualmente el escuadrón del mismo Ahuchapán, y así aquellos
como este van a la disposición del gobierno Nacional, aunque a las inme-
diatas órdenes del susodicho Ángulo encargado de conservar el orden en
el departamento de Sansonate. El haberme desprendido de esta fuerza, y el
designio que tengo de llenar con gente de este Estado algunas bajas que han
sufrido el ejército con motivo de la deserción que es difícil evitar en tropas
milicianas de las cuales consta la mayor parte del ejército, me obliga a pedir al
Gobierno el envío de 100 a 200 hombres, aunque sean sin armas.
Por último, debo manifestar a usted que el pueblo de Mataquescuint-
la está desarmado, que sus vecinos han vuelto la obediencia del gobierno, a
ocupar pacíficamente sus casas, y que han recogido solo en este pueblo sobre
doscientos fusiles.
Sírvase Usted Ciudadano Secretario poner en conocimiento del Senador
Presidente todo lo opuesto, y aceptar los sentimientos de aprecio con que soy
de usted atento servidor.
Francisco Morazán

233
—113 –
Proclama a los habitantes del Distrito de Guatemala, acerca de los males de la gue-
rra contra los rebeldes que jefea Rafael Carrera.
Guatemala 24 de abril de 1838

“El Presidente de la República Federal de Centro América, General en


Jefe del ejército, a los habitantes del Distrito de Guatemala, Conciudadanos:
El 21 del actual, ha decretado la Asamblea ponernos bajo mi gobierno
e inmediata protección. El estado de guerra en que desgraciadamente se en-
cuentran en estos pueblos, ha dado lugar a semejante medida. Su resultado
será el de que mis operaciones militares sean más rápidas y surtan en conse-
cuencia, todos sus efectos.
El completo exterminio de los bárbaros, la cesación de tantos males y la
vuelta en orden de la paz y la seguridad general, será la prueba que muy pron-
to rinda a la Asamblea de haber llenado sus benéficos deseos. La empresa es
fácil, si como creo, vosotros haréis también un gran esfuerzo. El interés es de
todos y la gloria también para todos.
Guatemaltecos: En todas circunstancias os conviene la unión y más en
las actuales os es absolutamente indispensable. Si deseáis que vuestro Estado
vuelva a ser modelo de los demás de la Federación, deponed vuestros senti-
mientos particulares y reconciliáos sinceramente. Guatemala reúne todos los
elementos necesarios para su prosperidad. En vuestras manos está todos los
elementos necesarios para su prosperidad. En vuestras manos está removerla.
Querráis negar el sacrificio de vuestras pasiones a seiscientos mil habitantes?
La tolerancia debe ser la primera virtud del republicano. Yo la exijo de voso-
tros. Enemigo de la persecución, solo la admito contra los rebeldes que han
rehusado constantemente toda medida conciliatoria y despreciada con audaz
altanería los ofrecimientos más generosos, que nunca merecieran y cuyos pro-
cedimientos salvajes los ponen fuera de la lealtad.
Compatriotas: antes era sólo mi deber el que me llamaba a defender a
los pueblos del Estado de los males horrorosos que sufren y los amenazan.
Hoy se une a aquel, la confianza que ha depositado en mí, vuestras autorida-
234
des y las repartidas solicitudes y manifestaciones de aprecio con que parti-
cularmente vosotros me habéis honrado. Tantos motivos si no aumentan mi
eficacia han gravado en mi alma, sentimientos de gratitud que serán etenos. 

Francisco Morazán

—114 –
Proclama a los vencedores de Amatitlán de la facción de Carrera que destruye a
Guatemala.
Guatemala 9 de mayo de 1838

¡Soldados! Los caudillos de la facción que todo lo tala y destruye en el


Estado de Guatemala, habían decretado la ruina de la hermosa Amatitlán. 
Carrera, Rueda, Herrera, Parras, Gallo, Manyandi y Santa Rosa, unieron
sus partidas para sorprender aquella población, y se habían ya repartido de
ante mano las grandes riquezas que se encuentran allí acumuladas por las
manos del industrioso comerciante y del agricultor laborioso.
Desde las alturas que dominan el Valle de Guatemala, se arrojaron sobre
sus presas como fieras salvajes sedientas de sangre y de tesoro. Pero ellos ig-
noraron que allí existían los veteranos, que en diez años de guerra han ador-
nado sus cabezas con los laureles de tantas victorias sin que jamás haya sido
humillada su frente por la desgracia.
¡Soldados! Siempre os he apreciado como valientes; pero en la gloriosa
jornada de ayer, en donde cada uno de vosotros tuvisteis que vencer ocho ene-
migos armados y decididos a consumar su crimen, os habéis portado como
héroes. Yo os saludo a nombre de la patria con este honroso título. Seguid
mereciéndolo, y evitaéis que el nombre de nuestro hermoso país sea para
siempre borrado por las manos de los salvajes, del número de los pueblos
civilizados.
235
Francisco Morazán

—115 –
Reconocimiento al jefe y los Oficiales que hicieron que la defensa de la ciudad de
Amatitlán
Guatemala 10 de abril de 1838

Ciudadano Secretario del Estado y del Despacho de la guerra del Supre-


mo Gobierno Nacional.
Deseoso de premiar al Jefe y Oficiales que tan heroicamente hicieron la
defensa de la ciudad de Amatitlán en el ataque que tuvo lugar el 8 del que
rige, de que separadamente he dado a usted conocimiento, he dispuesto dar
a reconocer, como se ha verificado en efecto, de teniente coronel efectivo al
que lo era graduado Ciudadano Manuel Antonio Laso, de teniente coronel
graduado Mariano Saravia, y de Sub Teniente graduado al Sargento 1° Sixto
Cubas. 
Lo que participo a usted para que se sirva ponerlo en conocimiento del
Senador Presidente para la confirmación de aquellos nombramientos y remi-
sión de los respectivos despachos.
Soy de usted atento servidor.
Dios, Unión, Libertad
Francisco Morazán.

236
—116 –
Nota al jefe del Estado mayor general, en que pone en sus manos las causas de
varios reos para que sean juzgados.
Cuartel general de Guatemala 17 de mayo de 1838

Ejército Federal.
Ciudadano Jefe del Estado Mayor general.
Con sus correspondientes causas, pongo a la disposición de usted, a los
reos Francisco Lobo, Valentín Moto, Atanasio García, Juan Secundino y
Francisco Durón, y María Josefa Mendoza, para que sean juzgados conforme
corresponda.
Dios, Unión, Libertad.
El General en Jefe.
Francisco Morazán.

— 117 —
Nota que dirige a don Cruz Lozano, relativa a asuntos ligados a la sociedad
comercial que tenía con él.
Guatemala 20 de mayo de 1838.

Mi querido Cruz.
He recibido tus dos últimas cartas y las que me incluiste de los estados.
Había tenido algunos días de salud, pero esta la he perdido*12. La afec-
ción de nervios se me ha (intensificado?) con fuerza, debido al excesivo calor
y (a los) movimientos militares.
Si yo pensara dilatarme en este Estado, te diría que te vinieras; pero
conclúyase o no la guerra, yo estaré en este Estado a los más tarde dentro de
veinte días.

12. En nota de Abril de 1836 le había escrito “estoy sumamente enfermo”

237
Creo en camino a Diego; por esto no le escribo. Seguramente (que) aquí
te curen. Molina me lo ha asegurado mucho.
Es tu apasionado amigo.

Francisco Morazán.

— 118 —
Proclama a los quezaltecos, en apoyo a los guatemaltecos en la lucha en
defensa de la Federación,
Antigua Guatemala 28 de mayo de 1838.

“Quezaltecos: Venid a sellar con vuestra sangre la amistad que siempre


habéis profesado a los guatemaltecos.
Haceos acreedores a tan honrosas distinciones y mereceréis la gratitud
de los centroamericanos, y una protección decidida por parte del gobierno
nacional”.
Francisco Morazán

238
— 119 —
Orden enviada al comandante del Distrito de Guatemala, para
el envío de un destacamento hacia Jutiapa.
Cuartel General en Amatitlán. 31 de mayo de 1838.

Ejército Federal.
Al comandante del Distrito de Guatemala
Pondrá usted a disposición de(l) Estado Mayor general, la tropa necesa-
ria para el destacamento que de esa (ciudad) capital debe marchar a Jutiapa.
La que vino de aquél punto con el Teniente Coronel Joaquín García Grana-
dos, debe quedar en esa guarnición.

Dios, Unión, Libertad. El General en Jefe. Francisco Morazán.

239
— 120 —
Carta a don Cruz Lozano en San Salvador, relativa a asuntos comerciales de la
compañía que tenía con él.
Villa Nueva, 2 de Junio de 1838.

Mi querido Cruz,
He recibido tus cartas de 16, 18 y 23 del último Mayo.
Es justa tu observación con respecto a que los caudales del Sur estarán
tal vez en camino. Aguardemos pues cartas de la Casa, para que sepamos lo
cierto. Esta medida es más acertada que la de marchar a Valparaíso en busca
de fondos que tal vez estarán para llegar a uno de nuestros puertos. Entre
tanto obtenemos dichas cartas, tú te acabaras de sanar y yo llegaré a esa.
Siento el incidente que me indicas; no volverá a suceder.
Yo escribo a José María sobre el negocio de maderas; la carta que te
incluyo (es) para que la mandes a Jorge, o a otro si él hubiese salido para
Belice. Escribe tú a una persona de confianza, para que en el momento que
la Asamblea rescinda el contrato de maderas, mande copia del acuerdo en el
momento con un propio.
Entre pocos días tendrá el gusto de abrazarte; tu apasionado amigo.

Francisco Morazán.

240
— 121 —
Nota dirigida al Comandante del Distrito de Guatemala, notificándole quedar
enterado de la marcha con su División hacia Jutiapa, del Teniente Coronel Joaquín
García Granados.
Cuartel General en Villa Nueva, 5 de Junio de 1838.

Al Ciudadano Comandante del Distrito de Guatemala.


Por la nota de usted (de) fecha de ayer, quedo impuesto de que el 3 del
actual marchó para Jutiapa el Teniente Coronel Joaquín García Granados
con su División, sufriendo ésta la baja de diez hombres.

Dios, Unión, Libertad.


El General en Jefe
Francisco Morazán.

241
— 122 —
Nota a Cruz Lozano, en San Salvador, relativa a asuntos comerciales de la compañía
que tenía con él.
Villa Nueva 6 de Julio de 1928.

Mi querido Cruz.

Te remito esa nota, para que la mandes al Jefe (del Estado de) Honduras
por el primer correo ordinario.
Hace cinco días que te escribí con el Coronel Osejo. Después se han
dado tres golpes muy fuertes al faccioso Carrera, en que ha perdido ciento
diez hombres, en cuenta un hermano (suyo).
Yo sigo bien en este temperamento, pero no dilataré muchos días aquí,
porque ya se va a emprender el movimiento general sobre los pocos enemigos
que han quedado, y yo estaré expedito para ir a esa. Entre tanto es tu apasio-
nado.
Francisco Morazán.

Al dueño de la libranza.
Decime si la recibiste. Solo tengo gusto cuando me ocupo de escribirte,
porque sólo a tí te puedo decir lo que siente mi corazón.

242
— 123 —
Carta al Comandante del Distrito de Guatemala, sobre el estado delas causas
de facciosos que existen en esa Ciudad.
Cuartel General de Villa Nueva, 8 de Junio de 1838.

Al Ciudadano Comandante del Distrito de Guatemala.


He recibido la nota de usted de fecha 6 del que rige, y las listas que expre-
san el estado de las causas de dos facciones que existen en esa ciudad.
Es de la mayor importancia la terminación de dichos procesos, por las
razones que no se ocultaran a la penetración de usted, y por consiguiente yo
espero que redoble su celo y actividad, a efecto de que los bandidos tarden
el menor tiempo posible en sufrir la pena que la ley impone a sus atroces
crímenes.
Con este objeto y para evitar las demoras que producen las diligencias
sometidas a los alcaldes de los pueblos, para el examen y comparendo de los
testigos, prevengo a usted que todas estas se dirijan a las autoridades milita-
res, en los puntos donde las haya.
Para cerciorarme que los sumarios se instruyen con la celeridad de la
Ordenanza General del Estado, hará usted que por su medio me eleven los
jueces fiscales, cada cuatro días, un estado del que tengan la causas que sigan,
con las especificaciones necesarias, cortando en los sucesivo el que el nombra-
miento de defensores recaiga en personas que obtengan destinos de elección
popular, pues a estos no puede compelerles por medios coactivos el pronto y
legal desempeño de dicho cargo.
Al mismo tiempo prevengo a usted que la mayor posible brevedad, haga
tomar declaración e instruir el sumario correspondiente, a los doce presos
con quienes, según usted me informa, no se han practicado estas diligencias.

Dios, Unión, Libertad.


El General en Jefe.
Francisco Morazán.

243
— 124 —
Carta al Comandante del Distrito de Guatemala, sobre no haberse reunido allí
la asamblea a sesiones extraordinarias.
Cuartel General en Amatitlán, Junio 13 de 1838. A las diez de la noche.

Comandante del Distrito de Guatemala.

A esta hora recibo el oficio de usted de este mismo día, en que me parti-
cipa lo ocurrido con el Vicejefe del Estado, con motivo de no haberse reunido
la Asamblea en sesiones extraordinarias, según disponía el decreto que la
convocó; y en su vista me apresuro a prevenir a usted, que mañana mismo voy
a poner en ejecución un expediente que facilite aquél acto, con el objeto de
que se cumpla el convenio privado que se apuntó el 21 de Abril último; y que
entretanto no dé usted el auxilio que se le ha pedido para obligar por la fuerza
a los Diputados a que concurran al edificio de las sesiones, entendiéndose
ésto, sin perjuicio de cumplir con el artículo final de las instrucciones que
tengo dadas a usted sobre que haga guardar al Gobierno del Estado el decoro
y consideraciones que se merece.

Dios, Unión, Libertad.


El General en Jefe.
Francisco Morazán.

244
— 125 —
Nota dirigida al Comandante del Distrito de Guatemala, con lo que le remite el
proceso que se siguió en tiempos del Dr. Mariano Gálvez
al presbítero Ciriaco Jirón.
Cuartel General de Villa Nueva, 14 de junio de 1838.

Ciudadano Comandante del Distrito de Guatemala.

Con treinta y ocho fojas útiles, remito a usted el proceso que en tiempo
que gobernaba el Doctor Ciudadano Mariano Gálvez, se instruyó contra el
presbítero Ciriaco Jirón, que usted me pide en su oficio de 12 del presente.
Los antecedentes contra Tomás Grajeda, que igualmente me manifiesta
ser necesarios en esa oficina, los pido en esta fecha al Coronel Manuel Bo-
nilla.

Dios, Unión, Libertad.


Francisco Morazán.

245
— 126 —
Proclama a los soldados del Ejército al partir hacia el Estado de El Salvador con
el objeto de firmar la paz.
Cuartel general de Cuajiniquilapa 28 de Junio de 1838.

El presidente de la República General en Jefe a los soldados del ejército.


¡Soldados! Marcho al estado de El Salvador con el objeto de firmar la paz
de aquellos pueblos. Traeré los recursos pecuniarios de que carecéis y los sol-
dados que deben relevaros. Entre pocos días estaré con vosotros. Durante este
tiempo, obedeced las órdenes de vuestros jefes y dadme una nueva de vuestra
constancia, permaneciendo en los puestos que ahora guardáis. En ellos muy
pronto os buscará para saludaros vuestro amigo.

(f )Morazán. (Rúbrica)— 128 —

246
— 127 —
Nota a don Cruz Lozano, relativa a asuntos comerciales de la
compañía que con él tenía.
San Salvador, 9 de Septiembre de 1838.

Amado Crucito.

He recibido tu carta del 1 (de Setiembre).


Es positivo el artículo del decreto que me citas. Tú mismo lo escribiste y
varias veces hablamos de él; sé por qué no se puede variar. Pero él no es más
que un pretexto para querer (eludir?) las certificaciones. Lo que te aseguro es
que no se emitirán otras, y los comerciantes tendrán que comprar las tuyas
a su pesar, porque el Senador Presidente (así lo) acordó, que todos los em-
pleados que recibieron sueldos del dinero que se remitió a esa Aduana, no
tuvieren (el) derecho a sacar certificaciones. No hubo uno, sin excepción del
Vice Presidente, que no tomase una paga; de consiguiente ninguno podrá
sacar certificaciones. Si no te las compran a 99 (pesos), déjalas recomendadas
al Administrador Don J. Arce, para (que) las venda a 97 (pero a) nada menos.
Yo le escribo sobre el particular. De modo que puedes venirte cuando gustes.
Va el pelo, para que mandes hacer el cordón en los términos que te digo
en mi (nota) anterior.
No me compres láminas ni reloj.
Si puedes vender algunas libranzas, trae el dinero, pero no (las vendas)
por menos de 99 (pesos).
Va esa libranza de 99 pesos contra Benuca, para ver si puedes encontrar
quién te de dinero en esa.
Adelita 13, se quemó una mano. Hemos tenido este sentimiento, pero ya
está mejor.
Es tu apasionado.
Francisco Morazán.

13. Hija de Morazán

247
— 128 —
Decreto sobre la facción de Rafael Carrera, que declara al Estado
de Guatemala bajo el régimen militar.
Guatemala 24 de Octubre de 1838.

“Francisco Morazán, Presidente de la Republica y General en Jefe del


ejército Federal”.
Considerando:
Que la facción que acaudilla el criminal Rafael Carrera, se ha hecho ex-
tensiva a la mayor parte de los pueblos que componen el Estado de Guate-
mala y en especial a los de este Departamento, el de Chiquimula y Verapaz
en que el desorden y la anarquía, han tomado un incremento incalculable;
atendiendo a que si no se ponen en uso todos los medios que la Constitución
y las leyes de la República previenen para reprimir estos males, los Estados
todos serían en breve envueltos en lo que hoy sufre el de Guatemala y en con-
secuencia desapareceríamos del número de las naciones civilizadas. En vista
de lo dispuesto en el Art. 35 de la Ley de 17 de noviembre de 1832 y usando
de las facultades que me ha concedido el Supremo Gobierno Nacional, a
virtud de la autorización que le dio el Congreso para pacificar el Estado de
Guatemala, ha tenido a bien emitir el siguiente Decreto.
1° Se declara que el Estado de Guatemala está en el caso del Art. 35 de
la Ley de 17 de noviembre de 1832 y que en consecuencia se halla bajo el
régimen militar;
2° La anterior declaratoria tendrá efecto desde luego en todos aquellos
pueblos en que a juicio del General en Jefe del ejército Federal, sea necesa-
rio el gobierno militar para la conservación del orden y
3° El presente decreto se pondrá en conocimiento de quienes corres-
ponda y se hará imprimir, publicar y circular.

Francisco Morazán.

248
— 129 —
Nota dirigida al Comandante del Departamento de Guatemala,
sobre el envío de indios provenientes de Sacatepéquez, y del totoposte y
aguardiente para el Ejército.
Cuartel General en Corral de Piedra, 4 de Noviembre de 1838.

Ejército Federal.
Al Comandante del Departamento de Guatemala.
Hará usted venir inmediatamente al Cuartel General (a) los indios que
debe haber remitido a esa (ciudad) capital, el Comandante de Sacatepéquez,
y si no la ha verificado, se los reclamará usted sin pérdida de momento, diri-
giéndolos por el camino de Ixpaco a Chiquimulilla, y los mismos indígenas
traerán todo el totoposte y (el) aguardiente para el Ejercito.
Este convoy lo hará usted custodiar con una partida de tropa, y que los
mozos vengan con sus machetes y algunas barretas que usted les proporcio-
nará.

Dios, Unión, Libertad.


El General en Jefe.
Francisco Morazán.

249
— 130 —
Carta al Comandante del Departamento de Guatemala sobre el triunfo del
Coronel Carballo en Chiquimulilla el día 4 anterior y sobre la necesidad del
pronto envió de víveres y dinero.
Cuartel General en Corral de Piedra 6 de Noviembre de 1838.

Ejército Federal.
Al Comandante del Departamento de Guatemala.
El Coronel José Antonio Carballo batió completamente a los facciosos el
4 del corriente en Chiquimulilla y ayer y hoy sus restos han sido activamente
perseguidos por las divisiones que existen en el Cuartel General y las del Ge-
neral Guzmán. Aun continuamos sobre sus pasos y será difícil que se escapen
de caer en nuestras manos.
Los víveres y el dinero que he pedido a Ud. para el Ejército, ya no los
remitirá a la Hacienda de la Vega, sino al pueblo de Cuajiniquilapa de donde
les darán su dirección. Espero que activará Ud. cuanto le sea posible la venida
de aquellos objetos cada día más urgentes.

Dios, Unión, Libertad.


El General en Jefe.
(f ) Morazán.
(Rúbrica)

250
— 131 —
Carta al Comandante del Departamento de Guatemala
sobre el triunfo del Coronel Carballo en Chiquimulilla
y de la falta de dinero que padecen.
Cuartel general de Santa Rosa 8 de Noviembre de 1838.

Ejército Federal.
Ciudadano Comandante del Departamento de Guatemala.
Batido el enemigo en Chiquimulilla por la División del subjefe del Esta-
do mayor Coronel J. Antonio Carballo, dispersados sus restos por las tropas
existentes en el Cuartel General y por la de la 3a División cuya caballería tuvo
un encuentro con la del enemigo en que le hizo once muertos y la redujo a
retirarse en pequeñas partidas y pudieron salvarse a merced de su gran cono-
cimiento del terreno.
Estos triunfos obtenidos sobre el enemigo a costa de tantos sacrificios y
padecimientos del ejército, no han producido todas las ventajas de que son
susceptibles en razón de que la falta de dinero no ha permitido el hacer salir
inmediatamente los pequeños recursos que sacamos de esa Capital y si Ud.
no puede venirse con la prontitud que las circunstancias demandan, yo lo
hago responsable si por su falta continúa la inacción del ejército, en un tiem-
po en que un pequeño esfuerzo puede producir el término de la guerra actual.

Dios, Unión, Libertad.


(f ) Morazán
(Rúbrica)

251
— 132 —
Nota a Don Cruz Lozano, en San Salvador, relativa a asuntos políticos y a los
comerciales de la compañía que tenía con él.
(Lo de) Diéguez, 16 de Noviembre de 1838.

Mi querido Cruz.

He recibido tu carta de 25 del último Octubre, menos el apuntamiento


de lo ocurrido en esa Ciudad, que me aseguras (me) incluyes.
Si no vienen los caudales que están en el Sur, será sin duda debido a algu-
na ocurrencia que yo no puedo alcanzar. En este caso es necesario que vayas
allá para recogerlos, llevando el añil que puedas reunir, si hubiere esperanza
de una regular venta.
Carrera está recluido a la nulidad. Entre dos meses no quedará ni señal
de revolución en este Estado, y antes de ese tiempo creo poder regresar a esa
Ciudad.
No hay novedad particular.
Con todo afecto se repite tu apasionado amigo.
Francisco Morazán.

252
— 133 —
Carta al Consejero Jefe del Estado de Guatemala, acerca del término de su
período constitucional y del problema de no haberse podido convocar a
elecciones.
Cuartel General de Santa Inés Petapa 5 de Diciembre de 1838.

Al Consejero Jefe del Estado de Guatemala.


Me he impuesto de la estimable comunicación de usted de (1 día) 4 del
corriente, en que me manifiesta que el 1° de Febrero del año entrante con-
cluye el período constitucional, y con él la mayor parte de las autoridades que
fungen en el Estado, y que no habiendo dado lugar las circunstancias políticas
a practicar elecciones, consulta si llegado el día referido desaparecerán de
hecho las propias autoridades, o si podrá mandar se proceda a elegir (a) las
personas que deben sucederles.
Si ese Gobierno tiene alguna responsabilidad en no mandar hacer las
elecciones en el tiempo designado por la ley a causa de hallarse en un comple-
to trastorno más de las dos terceras partes del Estado, no se salvará de ella con
la opinión que yo emita en el particular, pues como usted sabe muy bien, no
hay una disposición que lo exima de los cargos que se le hagan, si se confor-
ma con mis decisiones. La Ley Federal de 17 de Noviembre de (1)832 creó
expresa en uno de sus artículos lo que debe practicarse cuando un Estado se
gobierna militarmente, y si usted lo tuviese a bien puede servirse consultarla,
y observar lo que previene para el caso sobre que (se) me pregunta.
Tengo el honor Ciudadano Consejero Jefe de repetirle mi aprecio y con-
sideración.
Dios, Unión,
Libertad.
Francisco Morazán.

253
— 134 —
Carta a un amigo no determinado, relativa a la campaña que se libra contra
Carrera y a la actitud del gobierno de Guatemala.
Lugar no indicado, a principios de 1839.

“Si el Gobierno de Guatemala ha de faltar a la fe de los tratados, yo le


agradecería que mandase a Carrera a invadir a este Estado con sus hordas.
Mientras más se interne, la lección será más fuerte y los salvadoreños conta-
rán con menos enemigos. No creo que el Gobierno de Guatemala obre contra
sus propios intereses. Le conviene la paz porque está rodeado de diplomáticos
que se aturden al primer fusilazo, pero si apetece la guerra, él conocerá, aun-
que tarde, que no puede hacerla con buen éxito con hordas armadas. Y hago
una guerra defensiva porque así lo exigen mi deber y mis compromisos, y no
porque me falten jefes y soldados para hacer un paseo militar sobre Guate-
mala. ¿Hasta cuándo los guatemaltecos que quieren dirigir los destinos de la
República, se convencerán de su incapacidad para establecer el Gobierno que
apetecen sin contar con los que ellos llaman sus contrarios? Si ellos quieren
establecer un Gobierno que haga la felicidad de la Republica encontrarán por
todas partes cooperadores; pero si apetecen vengarse al mismo tiempo de sus
enemigos, sólo hallaran obstáculos, que no es permitido vencer a hombres de
su temple”.

254
— 135 —
Alocución que el General Presidente dirige a la Asamblea Legislativa
del Estado de Guatemala, sobre las actividades militares y la crisis que
viven los estados de la Federación.
Recomienda la aprobación del convenio de paz, la adopción de reformas
legislativas y la protección a los militares y a los deudos de los muertos en
campaña.
Guatemala 27 de Enero de 1839.

Cumpliendo con los deseos de la Legislatura y Gobierno de este Estado,


y satisfaciendo los que me animaban para auxiliar a Guatemala, me separé el
9 de Octubre último del ejercicio del Supremo Gobierno Nacional, y con una
división numerosa reunida con grandes esfuerzos y costosos sacrificios, vine
a este Estado para encargarme de nuevo de la dirección de la guerra que por
tanto tiempo ha sufrido. Me es sumamente grato verla hoy terminada por
la ejecución y cumplimiento del convenio que tengo el honor de acompañar
ejemplares impresos, para conocimiento de los representantes del Estado.
Restablecida en éste la paz, mi primer cuidado y el objeto de mis desve-
los ha sido encontrar los medios de hacerla efectiva y sólida. La Asamblea,
a quien únicamente atribuye la Constitución la facultad de dictar las provi-
dencias necesarias, se hallaba en receso. El Consejo Representativo, el solo
cuerpo que podía convocarla se disolvió a (sic por) virtud de la declaratoria
que dieron sus individuos en 23 de Octubre último, de haber caducado sus
poderes, cuya resolución me fue comunicada con las copias adjuntas: (No. 1
y 2)*.
En tales circunstancias, y cuando no se entreveía ni aún la más ligera
esperanza de lograr que se reuniese de nuevo; cuando las autoridades del
Estado iban a disolverse por haber fenecido su período constitucional, según
me lo manifestó el Consejero encargado del Gobierno en la nota que apa-
rece de (sic por en) la copia número 3*; cuando el Estado todo existe bajo
el régimen militar, por el decreto que expedí en 25 de Octubre, y no siendo
por lo mismo posible, conforme a la ley de 17 de Noviembre de 1832, hacer
en él las elecciones de representantes para la Asamblea Constituyente, hasta
que el Congreso, y en su falta el Senado, haya declarado a los habitantes de
él restablecidos al goce de sus derechos efectivos; cuando la desorganización
de ambas cámaras y en especial de la última, que no se había logrado reunir
a pesar de mi excitación a los senadores de Guatemala, hacía interminable la

255
existencia de aquél régimen; no encontré otro recurso, para evitar los graves
males que produciría la total disolución del Estado, que el llamar yo mismo
a sus representantes para que se reunieran en Asamblea. Esta medida, a que
me autorizaban las circunstancias extraordinarias en que aquel se halla, y la
facultades de que estoy investido para pacificarlo, se funda principalmente en
el decreto que os servísteis dictar en 5 de Agosto próximo pasado.
La República entera se encuentra en una crisis peligroso, en la que la
han colocado los pronunciamientos de hecho de los Estados de Costas Rica,
Nicaragua y Honduras, y sólo las reformas que decretó el Congreso en sus
últimas sesiones sobre reunir una convención de Estados, medida sancionada
ya por la opinión pública, podrá salvarla de la anarquía que la amenaza. Di-
chas reformas no han obtenido aún el pase de la legislatura de Guatemala, y
ésta es la principal causa por que se emitió el citado decreto que dispone la
manera de reunirla.
Me es sumamente satisfactorio el que los diputados de los pueblos, con-
vencidos de la urgencia de proveer a la seguridad y bienestar de sus comiten-
tes, haya secundado con su concurrencia los ardientes votos que yo formo por
su felicidad. Me es también plausible el que vuestra reunión se verifique bajo
los auspicios de la paz; y a vuestra sabiduría y prudencia, toca el hacer que los
pueblos gocen de una manera estable este don precioso que es la primera y
mayor de sus necesidades.
Las medidas que a mi juicio deben dictarse en las actuales circunstancias,
y que someto a la deliberación de la Asamblea para que se ocupe de ellas, si
las juzga oportunas, son las siguientes:
1. Aprobar el convenio celebrado para obtener la paz, con el objeto de
que la sanción del Cuerpo Legislativo acabe de restablecer la confianza en los
pueblos, y preste mayores seguridades a los que los han dirigido en la guerra
que felizmente acaba de terminarse.
2. El examen de las reformas que acordó el Congreso, y en caso que la
premura no permita la discusión de todas ellas, que se dé preferencia debida
a la que convoca una convención de Estados.
3. Que no siendo posible lograr la organización del Senado, que con
arreglo a la ley debía restablecer a los habitantes de Guatemala al goce de
sus derechos efectivos, la Asamblea decrete la medida que juzgue oportuna,
a efecto de que no se retarde por más tiempo la instalación de la Constitu-
yente, tomando asimismo las precauciones necesarias para que la elección de
diputados en los distritos que acaban de volver a la obediencia del Gobierno

256
no produzca nuevos trastornos que alteren la paz que se ha conquistado con
tantos sacrificios, pues tampoco sería justo ni político reunir aquél cuerpo sin
la concurrencia de dichos distritos.
4. Mediante a haber caducado los poderes del Consejero encargado
del Gobierno, y no haber otro que legalmente pueda reemplazarlo, designar
quién le suceda provisionalmente en el ejercicio del Poder Ejecutivo. El nom-
bramiento de esta persona, de cuya administración depende en gran parte la
suerte presente y futura del Estado, debe ser el objeto de vuestra más cuida-
dosa solicitud. El que obtenga vuestros sufragios, necesita hallarse revestido
de la opinión y demás cualidades que exige actualmente el ejercicio del poder.
5. Hacer una recordación honrosa en favor de todos los jefes, oficiales
y soldados de las milicias de este Estado, que han prestado tantos y tan re-
iterados servicios en defensa de Guatemala, y, sin perjuicio de recomendar,
como es justo, a las autoridades de sus respectivos estados, a los jefes, oficiales
y tropa de los de El Salvador y los Altos, no puedo menos que manifestar a
la Legislatura de Guatemala, que el General Ciudadano Agustín Guzmán,
que tan distinguidos esfuerzos ha hecho en favor de la paz, es acreedor al
reconocimiento público14.
6. Las viudas, madres e hijos de los militares muertos durante esta gue-
rra, deben también ocupar vuestra paternal atención. La humanidad, la jus-
ticia y gratitud, así los reclaman, y yo no puedo menos que recomendaros el
que procuréis hacer lo posible para disminuir los males que padecen.
Al terminar la presente alocución, yo protesto a la Asamblea Legislativa
de Guatemala los sentimientos que me animan por su prosperidad y engran-
decimiento, y confío en que los representantes de los pueblos, que conocen
sus necesidades y las circunstancias difíciles en que hoy se encuentra el Es-
tado para quienes deben legislar, penetrados de la importancia de su misión,
sabrán llenarla, dirigiéndolos por el sendero que nos ha trazado una dolorosa
experiencia.
Francisco Morazán.

14 (*) Textos no incluidos


Alude Morazán al convenio o tratado de “El Rinconcito” celebrado entre Guzmán y Ca-
rrera el 27 de Diciembre anterior El Rinconcito se halló en los llanos del Departamento de
Santa Rosa en Guatemala.

257
– 136 –
Carta enviada por el ministro de Relaciones don Miguel Álvarez, con
instrucciones de Morazán, relativa a los problemas de falta de armonía entre los estados
de la Federación.
Casa de Gobierno de San Salvador 8 de Febrero de 1839.

Al jefe de Estado de Guatemala, General de División Ciudadano Car-


los Salazar.
De orden del Presidente de la República, acompaño a usted un ejemplar
impreso del tratado de amistad y alianza que los Gobiernos de Honduras y
Nicaragua, con autorización de sus respectivas Asambleas Constituyentes,
celebraron el 18 de Enero próximo pasado.
El pretexto de que se valen estos Gobiernos para levantar fuerzas y co-
locarlas en las fronteras de El Salvador y Guatemala es, como usted verá por
el artículo 5° del tratado, proteger la libertad de la Asamblea de El Salvador,
la de ese Estado y la de los Altos, suponiendo existente e interminable la
guerra que acaba de terminarse, nacida de intereses de partidos políticos que
la alimentan ahí, y que esta guerra eterna paraliza la marcha de los estados
pronunciados (en) contra la ley fundamental; por eso los países fieles a la
Constitución, conviene se dirijan como espera el Presidente lo hará el de
Guatemala, el de Los Altos y el de El Salvador, a los gobiernos de Honduras
y Nicaragua, manifestándoles que gozan en su régimen y acción interior de
la más plena libertad; que no (se consigue con) una intervención armada ni
(con) la protección de la fuerza, sino (con) la conservación del reposo y paz
que disfrutan, y que se lleve a efecto la Convención de Estados decretada
por el Congreso, es lo que necesitan por ahora únicamente para su felicidad
y bienestar; y que en tal concepto el Gobierno de Guatemala excita al de
Honduras y Nicaragua a fin de que disuelvan las tropas que han levantado, y
se ocupen de hacer marchar cuanto antes (a) los Diputados de la Convención,
para que pueda realizarse el objeto de sus deseos, y los estados y la República
entera se salven de la disolución y trastornos que la amenazan.
Tal es el motivo con que el Presidente de la República me ha ordenado
dirigir a usted la presente comunicación, cuya respuesta espero se sirva diri-
girme con expreso lo más pronto posible, mientras tengo el honor, Ciudada-
no Jefe, de reiterar a usted la seguridad de mi aprecio.
Dios, Unión, Libertad.
(Miguel) Álvarez (Castro).
258
– 137 –
Parte relativo a la batalla del Espíritu Santo, que dirige al Vicejefe del Estado de El
Salvador don Timoteo Menéndez.
Hacienda del Espíritu Santo 6 de Abril de 1839.

El enemigo se encontraba en Sesori, según comuniqué a usted en nota


de ayer; como a las ocho de la noche lanzó el todo de sus fuerzas sobre una
de nuestras avanzadas, y después un vivo fuego por más de una hora, fué
rechazado con grandes pérdidas, dejándonos como 50 fusiles y treinta prisio-
neros. En ese encuentro fueron gravemente heridos, el Jefe del Estado Mayor
Coronel Narcizo Benítez, (el) capitán Murillo de la sección de Cazadores y
otros soldados.
El enemigo se mantuvo toda la noche a corta distancia de nuestro campo,
y como a las diez de la mañana de hoy emprendió un ataque general sobre
nuestras posiciones, atacadas y defendidas con el mayor vigor y obstinación.
El Combate ha sido empeñado cual pocas veces se ve en tropas colectivas
(sic). Las nuestras obtuvieron sobre las de Honduras y Nicaragua el más bri-
llante triunfo. Hasta ahora no se ha podido hacer un escrupuloso reconoci-
miento de campo. Existen ya sin embargo como cuatrocientos fusiles, treinta
cajas de parque, ocho cajas de guerra y varios instrumentos de banda, tres
banderas y una pieza de artillería, piedras de chispa y varios equipajes. Hay,
vistos en el campo, más de cien muertos enemigos, entre ellos el Coronel
Tercero, y se asegura estar heridos el Coronel Francisco Ferrara y (el) Co-
mandante Quijano.
Se ha perseguido al enemigo más de dos leguas, tomándole gran número
de prisioneros. El Coronel Trinidad Cabañas ha sido herido, y ha muerto
el oficial Villagrán, e ignoramos cuál es nuestra pérdida. Felicitando entre
tanto al Supremo Gobierno del Estado por la victoria que han obtenido las
armas de El Salvador sobre los enemigos del orden y la paz de los pueblos,
ofrezco a usted, Ciudadano Ministro, las consideraciones de mi aprecio más
distinguido.
Dios, Unión, Libertad.
Francisco Morazán

259
– 138 –
Arenga que dirigió a los prisioneros después de la batalla
del Espíritu Santo.
Hacienda del Espíritu Santo 6 de Abril de 1839.

“Queridos hijos de la Patria: se os ha engañado, conduciéndoos a esta


lucha fratricida, cuyos estragos deben caer como una maldición sobre vues-
tros fatales conductores, quienes empleando medios vedados al honor os han
hecho creer que veníais a luchar por vuestros derechos y por una justa causa;
y yo os digo que no ha tenido más móvil que sus propias y desenfrenadas
ambiciones. Se os ha presentado a mi persona perfilada con el tinte negro de
sus odios y llena de ambición que desconozco, a no ser aquella en que se finca
la unidad y grandeza de Centro América.
Se os ha hecho creer que mi espada es una constante amenaza para la
paz y tranquilidad de sus Estados, cuando precisamente sólo la he desenvai-
nado cuando sus libertades y derechos los he visto amenazados de muerte y
cuando sus pueblos se han visto comprometidos y ultrajados por los facciosos
y partidos; y por último para traeros aquí con todo el coraje y valor con que
habéis peleado contra este pequeño Estado, cuya defensa estaba reducida no
más que a los ocho centenares de soldados que son vuestros hermanos; se os
ha dicho y asegurado que yo, solo, soy la causa de tantos males y tan dilatadas
como sangrientas luchas que aniquilan y sangran a la Patria... ¡No! Yo pro-
testo ante vosotros y a la faz de Centro América por tan injustos y criminales
cargos, vertidos así tan inicuamente contra la pureza de mis ideales que no
he burlado nunca, ni traicionaré jamás. Por ellos , por esos ideales que viven
identificados con mi vida y que me llevarán hasta el sepulcro, sin dejar en
el trayecto de mis luchas no acabadas, ninguna sombra: Por ellos combatí
en Comayagua y La Maradiaga, luchando contra los incendiarios y terribles
asesinos de las libertades hondureñas; por ellos y por devolver la libertad a
nuestros pueblos ultrajados y comprometidos en su independencia, luché en
la Trinidad, Gualcho, San Antonio, Las Charcas y Guatemala y por ellos
volví a combatir en El Salvador, Honduras y Guatemala contra la reacción y
el salvajismo que quiso e intenta siempre volvernos a las sombras del pasado
y por ellos, en fin, me tenéis aquí defendiendo el Estado más pequeño de la
Federación. ¡No! Yo me título y reconozco vuestro amigo y vuestro hermano,
porque no aspiro sino a que vivamos como una gran familia esparcida en todo
260
el istmo centroamericano, cobijados por un mismo pabellón y amparados
por las mismas leyes, cuyos fines son precisamente los que hoy me mueven
a defender en esta lucha desigual, en la que me veo reducido a las escasas
fuerzas de este pequeño Estado que hoy, identificado, como siempre con mis
principios, sabrá sostener muy en alto la gloriosa Bandera Nacional. Bajo sus
sagrados pliegues y a su sombra bienhechora, quiero tener también a todos
vosotros, como he tenido a vuestros hermanos y a vosotros mismos, en otras
gloriosas campañas. Tenedme pues, como vuestro hermano y como vuestro
sincero y leal amigo, que no desea sino la concordia de la familia centroame-
ricana y el concurso de todos sus buenos hijos para hacer de esta tierra privi-
legiada, de este istmo ubérrimo y singular, nuestra gran Patria, libre y fuerte
por la unión de sus Estados”.

Francisco Morazán.

261
– 139 –
Informe oficial sobre la acción bélica en la hacienda del Espíritu Santo suscrita por el
Coronel Miguel González Saravia15.
Hacienda del Espíritu Santo 8 de Abril de 1839.

Ejército federal — Cuartel General en la hacienda del Espíritu Santo,


abril 8 de 1839—. Al Ciudadano Secretario de Estado y del Despacho de
Guerra y Marina del Gobierno Nacional. En el momento mismo que las
armas del Gobierno Supremo acababan de obtener el más brillante triunfo
sobre los ejércitos de Honduras y Nicaragua, tuve el honor de participarlo a
Usted, para conocimiento y satisfacción del Ciudadano Vicepresidente de la
República y de todos los buenos centroamericanos. Entonces le ofrecí co-
municar los detalles de las acciones del 5 y 6 del actual según los informes
presentados por el Estado Mayor General.
El enemigo se movió de la hacienda de Gualcho el día 3, con dirección
al pueblo de Sesori, frente del cual llegué a las seis de la tarde del 4; y tanto
por lo avanzado de la hora como porque en las alturas inmediatas a aquel
pueblo, no había ni agua para la tropa, mal comida y fatigada de las continuas
y penosas marchas que había hecho desde el 24 del pasado por caminos en su
mayor parte casi intransitables, me dirigí a esta hacienda, la que ocupamos en
la madrugada del cinco.
En la mañana de dicho día mandé al campo enemigo a mi edecan el
Teniente Coronel Ciudadano José María Morales con el objeto de arreglar
el canje de los prisioneros hechos en Jiboa por los que nos tomaron en San
Francisco. El Teniente Coronel Morales no regresó, y después he sabido que
por una violación más escandalosa de las leyes de la guerra, fue reducido a
prisión y despojado de sus armas, caballo y vestuario, ignorándose hasta ahora
la suerte que haya corrido, pues no se ha acusado por el General enemigo, ni
el simple recibo de los pliegos que conducía.
A las seis de la tarde del 5 tuve noticias de que las fuerzas todas que se
hallaban en Sesori, se movían con dirección a este Cuartel General, o a la
hacienda de Corlantique pues podían tomar cualquiera de los dos caminos.
Dicté las providencias necesarias para impedir su marcha a Corlantique, y
dispuse lo conveniente a la defensa del Cuartel General. En efecto, como a las
ocho de la noche rompieron sobre nuestro frente un fuego vivo y sostenido

15.Se incluye por haber sido escrito a nombre de Morazán, que se encontraba herido.

262
por más de una hora empeñándose el combate en términos de confundirse
nuestros soldados con los enemigos. Ocurrí entonces al lugar de la refriega, y
pude hacer prisionero a un soldado de Tegucigalpa, a quien obligué a llamar
por sus nombres a los otros que con él venían; de manera que pasando la voz
se presentaron a más de éste 29 prisioneros, retrocediendo el enemigo en el
mayor desorden y confusión, pues la oscuridad de la noche era tal que a dos
pasos de distancia, apenas se distinguían los objetos. En este encuentro fue
herido de una cuchillada que recibió en el bajo vientre el Teniente Coronel
Narcizo Benítez, Subjefe de Estado Mayor que mandaba el puesto atacado,
el Capitán Graduado Juan Murillo y tres soldados de la sección de Cazadores
lo fueron igualmente de bala. El enemigo tuvo pérdidas considerables, más de
ocho muertos, treinta prisioneros y sobre 50 fusiles.
El enemigo se mantuvo toda la noche en las lomas inmediatas a esta
hacienda, y después de varias escaramuzas que practicó con una parte de su
fuerza cargó con toda ella simultáneamente sobre todas nuestras posiciones,
atacándolas vigorosamente y una de sus columnas que estaba apoyada por
la pieza de artillería que situó en la altura inmediata, logró desalojar nuestra
tropa del corral que se halla en el flanco izquierdo de la hacienda. Al mo-
mento acudí a dicho punto con la sección de cazadores, y obligué al enemigo
a retroceder.
La acción empeñada sobre todas nuestras posiciones se prolongó por
más de dos horas, hasta que flanqueados los contrarios por su izquierda en-
traron en una completa dispersión, dirigiéndose hacia la cima de la altura, en
que estuvieron antes del combate. Entonces, seguido de unos pocos solda-
dos, marché para el mismo lugar, y en el tránsito encontré como 100 nicara-
güenses formados en ala, que rindieron todos las armas dándose prisioneros
después de un corto tiroteo; más uno de que ellos sin duda me conocía per-
sonalmente, me hizo un tiro a quema ropa hiriéndome ligeramente el brazo
derecho. Nuestra infantería continuó sobre el enemigo con la mayor decisión
y le persiguió por más de dos o tres leguas, en términos que huye despavorido
por todas direcciones en pequeñas partidas.
Se han enterrado hasta ahora, que no está todo el campo prolijamente
reconocido, 227 muertos, del enemigo, y entre ellos el Teniente Coronel José
Julián Tercero, que funcionaba de Jefe de Estado Mayor de la División de
Nicaragua. Hay 4 oficiales y 92 soldados prisioneros, de los que algunos están
heridos. Se han tomado 480 fusiles, 23 carabinas cortas, 25 lanzas, 22 cajas
de guerra y varios instrumentos de música: 3 banderas, 2 de Honduras y 1 de

263
Nicaragua: 37 cajones de parque de fusil, 17 barriles de pólvora fina, y otro
idem de balas sueltas de fusil; una pieza de artillería calibre de a media, mon-
tada en su cureña, con una caja de parque; más de diez mil piedras de chispa,
varias piezas de una fragua de herrería, los archivos de la Comandancia del
Ejército de Honduras y los de la de Nicaragua y los papeles de la Comisaría
de guerra; y finalmente multitud de equipajes que se repartieron los soldados
en la persecución del enemigo.
Nuestras pérdidas son pocas, pero muy sensibles. Murieron el Subte-
niente Simón Villagrán, un Sargento 1° y 14 Soldados. El Coronel José Tri-
nidad Cabañas, los capitanes Luciano Quintanilla y Domingo Asturias y el
Subteniente Exequiel Salavarría, un sargento 2°, dos cabos 1° y 2° y 9 solda-
dos salieron heridos.
El Coronel Benítez expiró en la madrugada del día 6, y su muerte ha
sido muy deplorada de todo el ejército.
La fuerza que presentó el enemigo parecía como de 900 a 1.000 hom-
bres; más por un estado que se tomó a este entre los papeles del Coronel
Francisco Ferrara, sabe que ascendía la víspera de la acción a 1.258 hombres.
Nosotros apenas teníamos 700, incluso muchos enfermos, y de este número
no todos entraron en el combate.
El Teniente Coronel Enrique Rivas ha marchado con una división has-
ta las fronteras del Estado, a efecto de pacificar y dar seguridad a todos los
pueblos del departamento de San Miguel. De cuanto ocurra daré a Usted
oportunos avisos: suscribiendo el presente mi Secretario Teniente Coronel
Miguel Saravia, pues las ligaduras que tengo sobre el brazo herido no me
permiten el hacerlo.
Ofrezco a Usted las consideraciones de mi más distinguido aprecio,

Dios, Unión, Libertad


Miguel Gonzáles Saravia

264
– 140 –
Carta al jefe provisional del Estado de Guatemala, sobre el triunfo de Espíritu
Santo y la consiguiente pacificación de la República.
Cuartel general en Marcha. San Vicente, 15 de Abril de 1839.

Ejército Federal
Al Jefe provisional del Estado de Guatemala.
Después de la victoria adquirida en la Hacienda dcl Espíritu Santo sobre
las tropas de Honduras y Nicaragua, cuyos detalles se comunicaron a usted
oportunamente, deseaba dirigirme a los gobiernos de los Estados, con el fin
de que mandasen a la ciudad (capital) federal, (a) los individuos que deben
representarlos en la convención acordada por el Congreso en 18 de Julio
último.
La herida que recibí en aquella ocasión no me permitió por entonces
extender la referida circular, y ahora, restablecido de mi salud, lo verifico por
medio de la presente.
Creo innecesario manifestar a usted los bienes que producirá a la nación
el que el cuerpo de sus delegados se reúna de una manera legal. La República
entera se halla ya pacificada y es por lo mismo urgente que se ocupe de re-
formar sus instituciones. Destruidas las fuerzas de los estados de Honduras
y Nicaragua, cambiada como está la administración de ambos (estados) por
el ingreso al primero del Jefe Constitucional Justo Herrera, y por haberse
encargado del Ejecutivo del segundo (estado), el Vicejefe Ciudadano Joaquín
Cosío, ningún obstáculo se presenta para que se cumplan los votos de los
buenos centroamericanos.
Los míos siempre se han encaminado hacia este fin, y hoy que me hallo
a la cabeza de un Ejército vencedor y lleno de disciplina y entusiasmo, quiero
dar la última prueba de aquella verdad, dictando, en uso de las facultades
con que estoy autorizado por el Supremo Gobierno Nacional, la medida que
tengo el honor de oficiar a usted.
Quiera usted, Ciudadano Jefe, aceptar las protestas de mi aprecio más
distinguido.
Dios, Unión, Libertad.
El General en Jefe.
Francisco Morazán

265
– 141 –
Proclama a los salvadoreños sobre los sacrificios hechos por el Gobierno para evitar
la guerra y en particular las incursiones desde Honduras hechas por el Comandante Fe-
rrera.
San Vicente, 30 de julio de 1839.

“EL JEFE SUPREMO DEL ESTADO”


A sus habitantes:
Salvadoreños: Los esfuerzos y sacrificios que durante cuatro meses ha
hecho el gobierno para evitar la guerra, han sido infructuosos. El comandan-
te de las fuerzas de Honduras situadas en nuestras fronteras, sin respetar la
suspensión de hostilidad acordadas entre éste y aquel gobierno, se han man-
tenido desde largo tiempo vejando a los súbditos de El Salvador.
La moderación y la prudencia han sido las armas usadas por nuestra
parte, para contener los avances del que se ha impuesto la destrucción de este
hermoso Estado.
El ha completado el catálogo de sus crímenes violando nuestro territorio
y arrebatando del seno de sus familias a dos ciudadanos honrados, confiscan-
do la propiedad y poniéndola a rescate.
Las tropas del gobierno supieron escarmentar a los que sin respetar la
fe de los tratados, nos traen los horrores de la guerra y los crímenes que ella
produce, cuando los que la hacen se separan de los principios de la moral, de
la justicia y civilización.
En su despacho, lejos de recibir como una advertencia saludable esta
nueva de su impotencia, intentan segunda vez sus planes.
El Comandante Ferrera, con todas las fuerzas que ha podido reunir, en
tanto que su gobierno hacía las protestas más solemnes de amistad al de este
Estado, acaba de ocupar el pueblo de Santa Rosa, y su conducta hostil ha
acreditado a los demás pueblos lo que deben esperar y temer de hombres
sedientos de sangre y de riquezas.
Conciudadanos: es pues, ya llegado el tiempo de auxiliar al gobierno. En
dos clases puede considerarse dividida la población del Estado: propietarios
y proletarios.
Estos son llamados a defender la Patria con las armas, y aquellos a contri-
buir a los gastos de la guerra, en proporción a sus haberes. Los unos abando-
266
nan sus familias y desafían la muerte en el campo de la batalla, y los otros sin
sufrir las mismas privaciones, ni exponerse a tantos peligros, dan al gobierno
una parte de sus bienes para que les conserve la otra. Yo no dudo de que cum-
pliréis con vuestras respectivas obligaciones; pero si, aunque no es de esperar-
se, hay algún traidor entre vosotros, que se niegue a prestar los servicios que
se le exijan para la defensa del Estado, es necesario que deje de insultar con su
presencia a los conciudadanos; que huya de su suelo que no quiere defender, y
de la cuchilla de la ley, que los buscará en todas partes para castigarlo.
Se trata de sostener la independencia y soberanía del Estado; la dignidad
de su gobierno, la libertad, la propiedad y los objetos más caros que poseemos.
¿Y seréis indiferentes a los males que os amenazan y a las humillaciones que
os preparan los que han burlado la buena fe del gobierno con fingidas ofertas
de paz, en tanto que meditaban vuestra ruina y destrucción en secreto? No;
los salvadoreños que han visto incendiar sus casas y talar sus campos, con esa
frialdad republicana que todo lo sacrifican por defender la libertad, que ni los
halagos, ni las amenazas, ni los peligros les han hecho doblar la cerviz ante
los opresores de la Patria, se levantarán hoy en masa contra los que intentan
de nuevo esclavizarla, y les sabrán acreditar que aún existen los vencedores en
Gualcho, en San Antonio, en Mexicanos y en otras tantas acciones gloriosas,
cuyos laureles no han podido marchitar el tiempo, ni arrancar de sus síenes
la desgracia.
Francisco Morazán

267
– 142 –
Nota dirigida a Cruz Lozano en San Salvador, relativa a asuntos políticos y a los co-
merciales de la empresa que tenía con él.
San Vicente, 7 de agosto de 1839.

Mi querido Cruz.
He recibido tu carta que contesto
Ese Gobierno me debe 600 pesos que di a Domínguez para traer (a) los
emigrados de Guatemala y veinte gastados en correos con el mismo objeto.
Me adeuda también mis sueldos de la última campaña y gastos de escritorio.
Tengo además tres mil y tantos pesos en vales de la segunda mensualidad, que
deben pagarse en su totalidad en los puertos de Guatemala, pero que habien-
do acordado aquél Gobierno que entren en Caja la mitad de los derechos,
no tendrán ya efecto dichos libramientos, y el Gobierno Nacional está en la
obligación de mandarlos cubrir en los puertos de este Estado. Ve pues a Vigil,
para que te abone cualesquiera de otras cantidades.
Resérvales sólo a dos. Es necesario no exponer los intereses y traer a esa
Ciudad los muy necesarios, dejando los demás en el Puerto. Averigua cuando
vuelve el buque en que fue Mora a Champerico, y ve si te lo fleta (n), para lle-
var los guerreros a Los Altos, si fuere necesario. Avísame lo que te contesten,
sin cerrar el contrato.
Es tu apasionado.

Francisco Morazán

Estoy bueno y te ama tu apasionado.

268
– 143 –
Instrucciones dadas al Brigadier Trinidad Cabañas, relativas a la ejecución de un plan
militar de acción sobre el río Lempa y otras partes de Honduras.
San Vicente 11 de Agosto de 1839.

Instrucciones para el Brigadier Ciudadano Trinidad Cabañas.


1o. Marcharán con tres compañías con el objeto ostensible de cuidar
las canoas que existen a las orillas del (río) Lempa, en el Departamento de
Cuscatlán, y de cortar el paso al enemigo que se halla en Erandique, y hacer
la recluta en el mismo Departamento.
2o. Si de aquí a la orilla del río sufriese bajas en sus fuerzas, las reempla-
zará con la guarnición de Suchitoto, previniendo al Jefe del Departamento
(a) que reclute soldados, para reponer (a) los que él le diere.
3o. A pretexto de que todas las canoas deben estar con sus respectivos
bogas para bajarlas al paso de Jocón, en donde debe pasar el Ejército, reunirá
a éstos inmediatamente, y pondrá en cada una lo que necesite.
4o. Cuando todo esté preparado, pasará el Lempa, a pretexto de ir al Par-
tido de Chalatenango y de uno de sus pueblos, y se introducirá a Honduras
por una marcha forzada, tomando el camino más corto, con dirección a Gra-
cias, si hubiese alguna fuerza que batir en dicha ciudad o sus inmediaciones,
o fusiles que tomar, y si no marchará directamente a Comayagua. Al paso
nombrará en Gracias un Jefe Político y Militar, otro en Santa Bárbara, así
como en los demás Departamentos del Estado (de Honduras).
5o. En el Departamento de Gracias dejará, si lo creyere necesario, una
compañía al mando del Coronel José María Cacho, con el objeto de reunir
armas del mismo Departamento, (para) aumentar la fuerza y marchar a su
auxilio si fuese necesario.
6o. Sin demorar su marcha, y a jornadas forzadas, ocupará Comayagua
y Tegucigalpa, procurando antes de poner espías y ver si logra por medio de
buenos agentes, hacer pronunciarse (a) dichas poblaciones y ocupar las armas
que haya en ellas. Si esto no fuere posible, procurará sorprenderlas, para no
dar tiempo a que oculten los fusiles.
7o. En todo el camino desde que pase el Lempa, difundirá que Ferrera
ha sido derrotado, y mandará los mejores espías hasta Guascorán, para saber
los movimientos de éste. En el caso de que Ferrera se mueva sobre sus fuer-

269
zas y no hubiese podido aumentar éstas, buscará un pueblo de opinión y de
una regular disposición militar, para defenderse. Pero si no fuese posible la
defensa, por el pequeño número a que está reducida su fuerza, obrará según
lo exijan las circunstancias, y llamando la atención a Ferrera desde Texíguat
y Curarén, ya retirándose a cualquiera de los Departamentos de Honduras
donde encuentre opinión, o regresando a este Estado. Este último paso sólo
podrá darlo cuando no pueda mantenerse en Honduras.
8o. Procurará por todos los medios posibles, que los Departamentos de
aquél Estado desconozcan al actual gobernante.
Llamará al Jefe de Estado Ciudadano Justo Herrera para que sirva al
Gobierno, y entre tanto colocará en él al Consejero Ciudadano José María
Aguiluz.
9o. Recibirá de la Tesorería General (entre) 500 y mil quinientos (pesos)
del Receptor de Cuscatlán, pero si a su llegada a Suchitoto sólo encontrase
reunidos mil pesos, y se dificultase (el) recaudar el resto, marchará sin embar-
go con dicha cantidad, porque cualquier demora puede ser perjudicial al buen
éxito de su comisión.
10o. Dará partes repetidos de todo lo que ocurra, en pequeños papelitos,
que hará ocultar muy bien a los conductores (de los mismos).

Francisco Morazán

– 144 –
Carta que dirige al General Trinidad Cabañas, con sus instrucciones acerca de la
incursión que ha de hacer dentro de territorio de Honduras.
San Vicente 12 de Agosto de 1839.

Mi querido Cabañas.
Si sin demorarte un momento puedes hacer alguna recluta en esos pue-
blos, ocúpate de ello.
Va ese borrador de una nota que pondrás al Gobierno de Nicaragua el
día que ocupes Comayagua.
No pierdas un momento. Ve que todo depende de doblar las marchas y
llegar a Comayagua con la velocidad posible. Temo que tus compañeros de
viaje entorpezcan tu marcha; pero en este caso es necesario o abandonarlos o

270
regresar a esta ciudad, desistiendo de la empresa, porque seguramente ésta se
destraciaría llegando Ferrera antes que tú a Comayagua. Estos temores son
tanto más fundados, cuando que ya aquí se sospecha que te diriges a aquél
punto, y esto llegará muy pronto a noticias de Ferrera. Vuelvo a repetirte que,
o marchas a jornadas forzadas sin demorarte en ninguna parte, o te regresas.
Tu apasionado amigo.

Francisco Morazán

– 145 –
Nota que dirige a don Cruz Lozano en San Salvador, relativa a asuntos
financieros con el Gobierno y a los comerciales de la compañía
que tenía con él.
San Vicente 13 de Agosto de 1839.

Mi querido Cruz.
He recibido tu carta del diez (de Agosto).
(Con respecto a) el pago de los derechos, ve que entren en primer lugar
mis sueldos y gastos de escritorio devengados como General en la campaña
en que fui herido. La liquidación debe hacerse desde el día (en) que me hice
cargo de las fuerzas federales en esa ciudad, hasta el en que entré a servir la
Jefatura de este Estado. Cáceres debe certificar como Tesorero si me dio o no
algún sueldo, para que en su vista liquide el Contador.
Las cosas van hasta ahora bien. Dentro de ocho días podemos saber su
desenlace.
Si te parece, puedes traer el cacao del puerto si lo consideras más seguro
en esa. Sólo en caso de haber un buque de qué disponer, se pod(r)ía convenir
que continuara allá.
Tengo los más vivos deseos de verte, y te espero en el tiempo que tú me
indicas
Es tu apasionado amigo.
Francisco Morazán

271
– 146 –
Proclama a los soldados salvadoreños sobre la presencia del enemigo en el
Departamento de San Miguel. Los excita a marchar para arrojarlos del suelo
de ese Estado.
San Vicente 14 de Agosto de 1839.

El General en Jefe del Ejército Salvadoreño, a los valientes que lo com-


ponen.
Soldados: el enemigo permanece en el Departamento de San Miguel,
causando toda clase de vejaciones a sus pacíficos habitantes, y es necesario
que marchemos a librarlo de los males que experimentan.
La fuerza que amenaza nuevamente al Estado, se compone de los prisio-
neros hechos en la memorable jornada del Espíritu Santo, que tan genero-
samente libertasteis de los cobardes fugitivos a quienes perdonasteis en ella
la vida y de un Jefe que no supo entonces ni vencer ni morir. ¿Y permitiréis
que estos mismos vencidos vengan hoy a dar la ley a los vencedores, presen-
tándose de nuevo a insultaros en vuestro propio suelo? - Acordáos que en el
Espíritu Santo cupieron tres enemigos a cada salvadoreño, y que ahora van a
pelear dos salvadoreños contra un enemigo, si es que se puede dar este nom-
bre a los que solo merecieron aquella vez nuestra compasión.
Soldados: marchemos sobre los temerarios que se han atrevido a invadir
nuestro territorio. - Vamos a acreditarles que si hemos procurado la paz no es
porque temamos la guerra. Vamos otra vez a arrojarlos de un sueldo que hace
pocos meses fue el teatro de vuestros triunfos, y el sepulcro de los enemigos
del Estado.
Francisco Morazán.

272
– 147 –
Nota dirigida al General Trinidad Cabañas. Le indica que no hay que temer a
Carrera y que en el Departamento de Gracias quedan algunas tropas de Ferrera
y le solicita sin demora llegar hasta Comayagua.
San Vicente 16 de Agosto de 1839.

Mi querido Cabañas: acabo de recibir tu carta del 15.


Nada hay que teme- de Carrera, purgue éste ha contestado a Ferrera
que no lo auxiliará (esto lo sé a no dudarlo). Y el gobierno de Guatemala ha
ratificado los tratados celebrados con éste. La posición de Ferrera es, pues,
sumamente difícil, y es necesario aumentar su conflicto, volando a ocupar
a Comayagua y Tegucigalpa. Si en el Departamento de Gracias quedan al-
gunas tropas de Ferrera, avísamelo para mandar fuerza a batirlas; pero no
demores un momento tu marcha. - No mandes al gobierno de Nicaragua la
nota que en copia te remití con Cacho. - Va reformado, o por mejor decir,
variado el artículo 6° de tus instrucciones. Lo he redactado en estos términos
porque el gobierno de Guatemala, con quien ya nos liga el tratado, no tome
por pretexto, para hacernos la guerra, que yo he infringido el derecho de no
intervención que se establece, y se alarme el de Nicaragua con este motivo.
Sin embargo, sin dar ninguna prenda, tu puedes obrar de la manera que con-
viene. No he recibido el derrotero de que me hablas ni otra carta tuya, más
que la que contesto. Mira no la hayan interceptado para mandarla a Ferrera.
No te fíes de nadie, y cuando me escribas, que venga un Texiguat o Curarén
con orden que solo a mi entregue tus cartas. Esta comunicación la lleva el
Capitán Ciero, y va con el sello de Saravia. Siento que hayan extraviado el
camino por buscar una partida que debe despreciarse, y marchar sin demora
hasta Comayagua, si no quieres que Ferrera se adelante. Esta es común a
Cacho a quien no escribo y Por falta de tiempo. Si quedase alguna fuerza en
Gracias que vencer, que se vuelva Cacho a Chalatenango a donde le mandaré
una fuerza para que la bata o disuelva. En el momento que repase Ferrera el
río de Guascorán con sus tropas, irá a su retaguardia una fuerza, y sea cual
fuere el punto en que te coloques, dirige tus comunicaciones al Comandante
de ella que lo encontrarán por la dirección de Nacaome o Guascorán.
Es tu apasionado amigo.

Francisco Morazán
273

– 148 –
Decreto que autoriza el tratado de amistad y alianza firmado en Quezaltenango por
el Licenciado José Antonio Aguilar por el Gobierno de Los Altos y el Ciudadano Doroteo
Vasconcelos por el Salvador.
San Vicente 8 de Septiembre de 1839.

Ministerio general del gobierno del Estado de El Salvador.


El Jefe Supremo del Estado de El Salvador
CONSIDERANDO:
Que el tratado de amistad y alianza ajustado el 10 del próximo pasado
agosto en la Ciudad de Quezaltenango por el Ciudadano Licenciado José
Antonio Aguilar Comisionado por el Supremo gobierno del Estado de los
Altos y el Ciudadano Doroteo Vasconcelos por el de este Estado, se halla
en sus principales artículos arreglado a las instrucciones que este Supremo
gobierno dio a su comisionado en 16 de julio anterior, y que aunque los ar-
tículos 8 y 9 del referido tratado se versan sobre asuntos cuyo conocimiento
corresponde a juicio de este gobierno a la representación general de los Es-
tados, disponiéndose por el artículo 11, que lo estipulado en el 10, no será
obligatorio ni tendrá ningún efecto hasta que sea convenio y aceptado por los
Representantes de los demás Estados de la Unión, y que el artículo 9 de dicho
convenio se halla conforme con el 8 del decreto expedido por la Asamblea
Constituyente de El Salvador en 9 de agosto último, el gobierno no contrae
ningún compromiso que exceda la órbita de sus atribuciones; - Que no estan-
do reunida la Asamblea a quien el artículo 29 de la Constitución atribuye la
facultad de ratificar los tratados que celebre el Ejecutivo en uso la que le con-
cede el párrafo 7° del artículo 40 de la misma carga fundamental, mientras
aquel alto Cuerpo se halla en receso los pueblos del Estado no deben carecer
de las ventajas que les proporciona el referido convenio,
DECRETA:
Artículo 1° Se aprueba el tratado de amistad y alianza que celebraron en
la ciudad de Quezaltenango el 10 de agosto del presente año el comisionado
del Supremo Gobierno del Estado de los Altos Ciudadano Licenciado José
Antonio Aguilar, y el de El Salvador Ciudadano Doroteo Vasconcelos.
Artículo 2° En consecuencia, ya estando dicho convenio aprobado y ra-
tificado por el Supremo Gobierno de los Altos en Decreto de 12 del mismo
274
agosto, por parte de El Salvador se observará y cumplirá con una. Ley del
Estado desde la fecha de la publicación del presente Decreto.
Artículo 3° Dicho tratado se pondrá en conocimiento de la Asamblea tan
luego corno se reúna.
Lo tendrá entendido el Jefe de Sección encargado del despacho general,
y dispondrá se imprima, publique, y circule.
Francisco Morazán
El Jefe de Sección - Rafael Mirand

— 149 —
Carta que dirige al General José Trinidad Cabañas, relativa a su expedición
hacia Chalatenango y San Miguel.
San Vicente 9 de Septiembre de 1839.

Mi querido Cabañas:
Una sola carta tuya no he recibido hasta ahora, y de consiguiente ignoro
el éxito de tu expedición. Ferrera con pérdida de mucha parte de su fuerza, ha
llegado el (día) 7 (de septiembre) de Mapulaca y se dirige para Chalatenango,
con el fin de pasar a Santa Ana a unirse con Carrera. Para impedírselo he
mandado al río Sumpul dos compañías, y la demás fuerza toda ha marchado a
Santa Ana, porque Carrera ha declarado la guerra a este Estado y viene sobre
el Departamento de Sonsonate. Razón (por la) que formada su vanguardia,
fue derrotada en la misma ciudad de este nombre.
Conviene pues que organices una división, en (con) el mayor número
posible (de soldados) y que vengas a auxiliarnos a marchas forzadas por el
camino de Gracias a Chalatenango, o mejor será por el de San Miguel, en
razón a la mayor seguridad y más víveres para la tropa. Tu dispondrás de lo
que mejor convenga. Cacho, que quedó en Los Llanos con 180 fusiles, puede
haber sido atrapado por Ferrera, si no recibió a tiempo la comunicación que le
dirigí, previniéndole que marchara a unirse contigo, llevándote todos los fu-
siles. Cuánto mejor hubiera sido que se hubieran conducido a su retaguardia.
Si la fuerza que traes es de alguna consideración, es mejor venirse por
Gracias, por si acaso Ferrera no puede pasar el (río) Sumpul y se regresa para
Comayagua, vacíalo en el camino. Este apenas tendrá quinientos hombres y
lleva consigo un cargamento (de armas) de los desertores.
275
Escríbeme, que es grande la ansiedad en que me hallo.
Salúdame a Joaquín y manda a tu apasionado.
No dejes de mandar a Nicaragua algún espía, para saber cómo se halla
aquél gobierno.

Francisco Morazán

276
— 150 —
Arenga que dirigió a los soldados de San Pedro Perulapán antes de entrar en
batalla.
San Pedro Perulapán 25 de Septiembre de 1839.

“¡SOLDADOS VALEROSOS!
Llegó el instante en que demostrar debemos si el número mayor del
enemigo será para acobardarnos o para darnos valor.
Desde La Trinidad a las Charcas y de Gualcho al Espíritu Santo, mis
soldados, inferiores en número, siempre han dado la victoria. Toca ahora a
vuestro valor no desmentido nunca, corresponder a la consigna de vencer así
en este mismo campo de batalla, de donde habéis de recoger el baldón de la
derrota que nos perderá o el laurel de la victoria, que os dará la gloria de salvar
al Estado por el esfuerzo poderoso de vuestro brazo vencedor.
ADELANTE.
pues, y arremeted valientes, al enemigo que ya se apresta a la ofensiva”!.

277
— 151 —
Carta que envió a un amigo, sobre la conducta torcida y equivocada del
Gobiemo de Guatemala.
San Salvador a fines de Septiembre de 1839.

“Aunque he tenido cartas de Santa Ana, nada me dicen de Carrera. En


Sonsonate se que halla Rascón con un puñado de facciosos.
“Si el gobierno de Guatemala ha de faltar a la fe de los tratados, yo le
agradecería que mandase a Carrera a que invadiese este Estado con su hordas.
Mientras más se interne, la lección será más fuerte y los salvadoreños conta-
rán con menos enemigos. No creo que el gobierno de Guatemala obre contra
sus propios intereses. Le conviene la paz porque está rodeado de diplomá-
ticos que se aturden al primer fusilado, pero si apetece la guerra él conocerá
aunque tarde que no puede hacerla con buen éxito con hordas armadas. Yo
hago una guerra defensiva, porque así lo exige mi deber y mis compromisos y
no porque me falten jefes y soldados para hacer un paseo militar por Guate-
mala. ¿Hasta cuándo los guatemaltecos, que quieren dirigir los destinos de la
República, se convencerán de su incapacidad para restablecer el gobierno que
apetecen sin contar con los que ellos llaman sus contrarios? Si ellos quieren
restablecer un gobierno que haga la felicidad de la República encontrarán en
todas partes cooperadores; pero si apetecen vengarse al mismo tiempo de sus
enemigos, sólo hallarán obstáculos que no es permitido vencer a hombres de
su temple”.
Francisco Morazán

278
— 152 —
Carta enviada al General Trinidad Cabañas, acerca de su incursión dentro del
territorio de Honduras y referente a otros hechos
que se ligan a sus actividades militares del momento.
San Salvador 5 de Octubre de 1839.

Mi querido Cabañas.
He recibido tu carta del 21 (de Septiembre) y leído lo que dices a Ba-
rrios. Es urgente seguir a Ferrera en el Departamento de Gracias, a donde se
asegura llegó herido de gravedad en unión de Espinosa y (de) uno que otro
oficial, pues los soldados que no quedaron muertos o prisioneros, se disper-
saron dejando todas las armas en nuestro poder. En este Departamento hay
200 fusiles que es necesario que tomes.
La persecución de Ferrera le obligará a huir, no podrá curarse y es proba-
ble que no sane de la herida, si es que aún vive.
Aún cuando el Gobierno de Nicaragua llegare a mandar algunos sol-
dados en auxilio de ese, es necesario batirlos, aunque creo que no llegará el
caso donde sepan el triunfo de Perulapán. No hay que arredrarse por nada.
La revolución se ha desenlazado en nuestro favor, y es necesario vencer los
últimos obstáculos que nos quedan.
Orellana marcha hoy para unirse contigo y lleva instrucciones de lo que
debe hacerse. En tanto llega, si el Gobierno incurre en tratados, dile que has
pedido instrucciones para celebrarlos, o se te ha manifestado que las tienes,
ponle por condición para hacer la paz, el que depositen en persona segura
sesenta mil pesos para que respondan de los gastos de la guerra que han obli-
gado a hacer al Gobierno de El Salvador, de las exacciones y cobros hechos
a los particulares de este mismo Estado por las tropas de Honduras y de las
pérdidas causadas por las ultimas tropas al Gobierno, de quien dependían
a los particulares hijos de Honduras, cuyos bienes han sido confiscados o
saqueados.
Vuelvo a repetirte que la ocupación de Gracias es urgentísima con cual-
quier número de soldados. Yo no les he podido hacer porque la tropa que
marchó en persecución de Ferrera ya encontró el (río) Sumpul crecido, y sin
ahulado los soldados estaban mojadísimos.
Carrera sigue con su herida. El Gobierno de Guatemala, creyendo que
este Estado, se había sublevado contra el Gobierno, y que Ferrera lo ocupa-
ría infaliblemente, se ha declarado contra el de este Estado. Después de los
279
triunfos conseguidos, creo que su lenguaje será distinto, porque el Gobierno
de Los Altos le llamará la atención por aquella parte. Yo aproximo fuerzas a
Santa Ana.
Escríbeme con frecuencia, pues la carta que contesto es la única que he
recibido.
Salúdame en la orden del día los salvadoreños de tu división, y dámeles
las gracias por su buen comportamiento.
Salúdame igualmente a Rivera y manda a tu apasionado amigo.

Francisco Morazán

280
— 153 —
Carta dirigida a don Máximo OreIlana y al General Trinidad Cabañas, acerca de
las actividades militares dentro de El Salvador y Honduras.
Cojutepeque 29 de Noviembre de 1839.

Ciudadanos Máximo Orellana y Trinidad Cabañas


Duplicado.

Estimados amigos:

Se han introducido mil fusiles y cien quintales de pólvora a Guatemala.


Los volcaneños en la ausencia del General Rivas, se echaron sobre los cua-
renta y tantos hombres que habían quedado de guarnición en Santa Ana,
(y) se tomaron todas las armas, parque, (y) vestuarios e inutilizaron los ca-
ñones. Rivas volvió a Ahuachapán, donde estaba con su fuerza, (la) que ha
quedado reducida a ciento cuarenta hombres a causa de la deserción, pero ya
no encontró a los facciosos, porque se habían diseminado en el volcán. En-
seguida se introdujo Rascón en el Departamento con alguna tropa, se unió
a los volcaneños y al organizarlos, atacó al mayor Serapio Rivas que estaba
en Sonsonate, en donde se defendió con ocho soldados, de los que murieron
seis y el mismo Rivas, uno quedó herido y el otro salvo. Rascón continúa con
trescientos hombres en el Departamento, y es seguro que Carrera venga a
protegerlo, aunque hasta ahora no he recibido ningún parte.
De (los) trescientos hombres que salieron de aquí para ir a Gracias, Ile-
garon 110 a la aldea de Petacas, y así es seguro que a Gracias hubiera llegado
la mitad. La expedición de aquél Departamento estaba anunciada, y Lindo
había ofrecido entrar en algún avenimiento para evitarla.
Si hubiera podido tener efecto, se habría desoído su propuesta, pero en la
necesidad de retirar su tropa, fue necesario entrar en un convenio, (del) que
ustedes verán la copia.
Había además otro poderoso motivo, que aun temo explicar, a pesar de
la seguridad con que lo hago; los desertores, que han sido en gran número, se
han llevado las paradas, y en las acciones se ha acabado de consumir el parque,
y no tenemos un grano de pólvora, ni ha sido posible conseguirla. En San
Salvador se construye mala y lentamente, y únicamente en el Departamento
de Gracias se encuentra este precioso útil.

281
Para sacarlo era preciso allanar los obstáculos que se presentaban por un
arreglo amistoso, ya que no podía hacerse con las bayonetas por aquella causa.
Después de hacer numerosas reclutas, apenas tenemos quinientos cincuenta
hombres disponibles, porque la deserción es espantosa a pesar de las pre-
cauciones que se toman. Para la expedición a Guatemala se necesitan (por)
lo menos mil hombres, y quinientos para defender la frontera, porque de
otro modo Carrera se introduciría al Estado cuando se atacara aquella ciudad
y (estaría) causando los mayores daños, (si estuviese) encontrando en estos
pueblos quienes lo siguieren.
Es necesario al mismo tiempo un buen jefe que quede aquí si yo voy. o
para que marche con al expedición si me quedo. Salazar, que era el calculado,
sin saber(se) por qué, se ha retirado y va a salir del Estado. De lo que deduci-
rán ustedes cuál es nuestra verdadera posición. Deben tenerla presente para
sus operaciones.
Si Carrera no apoya a Rascón, yo lo echaré del Departamento, y en este
caso podré auxiliar a ustedes; pero si sucede lo contrario, no aguarden ningún
recurso. Entre tanto, manténganse en la ventajosa posición que han adquiri-
do, de la que podrán sacar alguna ventaja aumentando la fuerza y proporcio-
nados recursos pecuniarios. Si se les dificulta lo primero, es porque hay una
verdadera opinión en contra, y en este caso, sea cual fuere el número de la
tropa que tengan, su posición será precaria y difícil. No se diga que aumen-
tándola con soldados de aquí, podría variar, porque éstos se desertan, como
lo han hecho los migueleños y cojutepeques; y aún cuando así no sucediera,
siempre se verían en embarazos y dificultades. No veo que el pequeño núme-
ro a que está reducida su división sea la causa de que no se pronuncien en su
favor los pueblos. Esto podrá suceder antes de saber lo que valen sus soldados;
pero después de tantos triunfos: como los que han conseguido, esos mismos
pueblos están seguros de que continuarán consiguiéndolos, por la razón sen-
cilla de que los vencedores ganan al crédito y recursos, lo que no pueden los
vencidos, y si no les pertenecen los pueblos, es porque les son desafectos.
Entre tanto veo si puedo auxiliarlos, pueden iniciar arreglos de paz, sin
concluir ninguno, adquiriendo siempre las ventajas militares que les propor-
cionen las circunstancias, y poniéndose del mejor modo, posible a cubierto
con el Gobierno de Nicaragua.
Esto lo hace una nota expresiva y amistosa, acompañada de documentos
que inculpen al Gobierno de Honduras. En esta ciudad, encontrarán decla-
rantes, puesto que ninguno ignora su capciosa conducta.

282
En el caso (de) que sea necesario concluir su tratado con ese Gobierno,
ya que no pued(e)n dar en dinero el valor de la indemnización que se le(s)
pide, lo podrá(n) satisfacer con fusiles, y de este modo se les quita lo que
tiene(n), y con ganado de todas edades, exigiéndoles siempre una cantidad
innumerable.
Obren ustedes según las circunstancias. No vean aisladamente los su-
cesos sino en su conjunto, para que puedan juzgar con exactitud y salgan
airosamente de la posición en que (los) puedan colocar estos mismos sucesos.
La medida de nombrar un gobierno provisional, retirando antes (a) los
oficiales y tropa que tienen el nombre de salvadoreños, será muy útil si las
cosas de la República van bien para nosotros, pero esta medida, que siempre
se creerá sugerida por el Gobierno de El Salvador, podrá producir, si las cosas
van mal en lo sucesivo, efectos tanto más funestos cuanta (mayor) sea la des-
confianza que inspiren (en) contra (de) aquél funcionario. Es necesario, pues,
obrar con pasos seguros y no comprometerse sin tener la certeza del buen
resultado, para lo que no deben verse las cosas aisladamente.
Santa Bárbara secundará el paso de Gracias. Si se logra que lo hagan
espontáneamente los demás departamentos, el Gobierno desaparece, y éstos
mismo podrán entonces, por la necesidad, nombrar un Gobierno provisorio,
sin que aparezca obrando la mano del Gobierno de El Salvador, ni la de
su gente; no hay que arredrarse con el estado presente de las cosas. Tengan
siempre presente que si nosotros, que hemos triunfado, encontramos tantos
obstáculos, los que experimenten los vencidos serán mucho mayores.
Marchemos adelante, obrando con prudencia y decisión.
Es su apasionado amigo.

Francisco Morazán

283
— 154 —
Carta al ciudadano Gerardo Barrios, por la que le acusa recibo de otra suya que
le entera de la derrota de Cabañas y le expresa la necesidad de apoyo que
tiene de los soldados Curarenes y Texíguats.
Cojutepeque 7 de Febrero de 1840.

Ciudadano Gerardo Barrios


Estimado amigo:
Hasta ayer (no) he recibido su carta, a la que me acompaña una rela-
ción de la derrota que sufrió Cabañas. Este incidente ha ocurrido en los
momentos mismos en que iba a comenzar la revolución por la ocupación
(de la ciudad) de Guatemala, en donde sólo han quedado unos pocos
soldados.
No era necesario un triunfo, bastaba que hubiera entretenido a los ene-
migos, como le digo a Cabañas en carta que por duplicado le dirigí, y (que)
acaso no llegaría a sus manos. Pero no hay que recordar nada de lo pasado, y
es necesario ver, tratando de reparar los daños que ha ocasionado aquél des-
agradable incidente.
Por desgracia ignoro lo que más deseo saber. Si es probable que llegaran
otros (refuerzos) después. Si es posible que los curarenes y texígua(t)s ven-
gan con las armas a San Miguel, y hasta qué número, calculan, que pueden
presentarse. Todo ésto deseo saber, igualmente a qué número podrán atender,
por (para) un cálculo (de) las tropas que pueden venir de ese Departamento
armados de fusil, y si es posible poder continuar desde Texíguat y Curarén,
haciendo una guerra de montaña para entretener a los enemigos, en tanto que
aquí se obra sobre Guatemala y se recogen las armas y municiones que allí
han quedado abandonadas a muy pocos soldados, y aún si obrase Carrera, que
está a la fecha en Quezaltenango.
Escriban a los texígua(t)s y curarenes para que vengan, pero que sea con
sus armas. Mande usted (un correo) expreso, dándole cualquier oro para saber
(de) los movimientos del enemigo, y procure por cuantos medios sea posible,
adquirir noticias de éste. Dénme (todas) las noticias y deseo saber con un
oficial bien montado, y (ver) si es posible que venga un Jefe que esté bien
informado de todo.

284
Sirva ésta para Cabañas y Orellana, diciendo al primero que no he reci-
bido (de él) una sola carta, ni de usted, desde el (día) 19 (de enero). Con todo
afecto es su apasionado amigo.
Francisco Morazán

(Anexo)
Al ciudadano Gerardo Barrios. San Miguel.
Van esas proclamas para texíguats y curarenes. Vea que lleguen pronto y
que les indiquen que vengan ellos con fusiles, porque aquí no hay.

285
— 155 —
Nota a don Cruz Lozano en Moncagua, relativa a asuntos comerciales de la
compañía que tenía con él.
Cojutepeque, 17 de Diciembre de 1839.

Mi querido Cruz.
Decíme si necesitas a más de Juan Pablo, (a) otra persona de confianza
que se encargue de tus negocios en San Miguel.
Ayer te escribí diciéndo que quería verte para que arregláramos otros
(negocios) que pudieran producir alguna utilidad, pero si tu salud no te lo
permitía pronto venir, lo harías después en Santa Ana o Ahuachapán, a don-
de he pensado trasladarme.
María ( Josefa) manda a las niñas cajetas, chocolates y unas ciruelas.
Lo ocurrido en Santiago Nonualco fue una borrachera, y te lo aviso por
si acaso han llegado las cosas abultadas.
A este mozo le darás cuatro pesos si te entrega la encomienda. Es nece-
sario tener mucho cuidado para cortar una recaída.
Es tu apasionado.
Francisco Morazán

Con dos encomiendas.

286
- 156 –
Proclama a los valientes soldados de Honduras, Texíguats y curarenes. Les invita a
venir a San Miguel con sus armas y a unirse a los salvadoreños, pues nos se debe olvidar
que Manuel Quijano es el enemigo que hay que vencer.
Para conquistar la paz en Honduras.
Cojutepeque 7 de Febrero de 1840.

“El General en Jefe del ejército, a los valientes Texíguat y Curarenes,


Soldados: La fortuna se ha declarado por estos, empero vosotros habéis cum-
plido con vuestro deber y habéis dejado con honor el campo de batalla. En
sensible este suceso, pero puede repararse fácilmente. Venid a San Miguel con
vuestras armas. Allí encontraréis una respetable división que os auxilie y jefes
valientes y decididos que os conduzcan a la victoria.
“La fuerza enemiga embriagada, no tardará en perseguiros en vuestros
propios hogares. No olvidéis que Quijano es el que manda, nombre que os
recordará los infinitos males que os ha causado y hará prever los que os pre-
para para lo sucesivo, si no venís a uniros a los salvadoreños para conquistar la
paz del Estado de Honduras, el reposo de vuestras familias y vuestra propia
seguridad.
Francisco Morazán

287
-157-
Carta dirigida a don José María Lozano, relativa a las actividades que se ligan a pro-
blemas que se han dado con la contrata de explotación de maderas en la Costa Norte de
Honduras. San Salvador 8 de Marzo de 1840.

Mi querido José María Lozano:


He recibido tus cartas de 9 y 11 del último Enero, y quedo enterado de
cuanto me dices; es necesario que tú te ocupes de arreglar el negocio de made-
ras, para que produzca las mejores utilidades posibles; propónme las condicio-
nes con que debes dedicarte a este trabajo, seguro de que yo las aprobaré; pero
desde luego comienza a obrar. Con este objeto te mando la adjunta para Camo-
yano, en la que le digo que sustituya en tí mi poder y te dé las instrucciones que
le he remitido. Allí verás que Bennett tiene una tercera parte de los productos
líquidos, después de sacado el valor del Cuño, y que (por lo) consiguiente, las
maderas que he mandado a Europa, no deben considerarse por el valor que te-
nía en la Costa, sino por el en que allá se vendieron. Aunque no tengo a la vista
la contrata con el Gobierno de Honduras, porque mis papeles los mandé con
María ( Josefa Lastiri, su esposa), que se embarcó hace ocho días con dirección
a Costa Rica, o a una de las repúblicas del Sur, estoy seguro que los límites por
la parte de Omoa son (el río) Chamelecón, y de consiguiente las maderas que
estén entre este río y Omoa no están comprendidas en dicha contrata; pero si
tú puedes arreglar ésto del modo que me dices, obra con entera libertad. Lo que
conviene es sacar de este negocio todas las ventajas posibles. A Camoyano he
escrito para que siga sosteniendo a Esteban en Londres, y aún para que lo haga
cuando (éste) vaya a Francia. Es necesario tú no te olvides de ésto. También se
llevó María todas las cuentas que ha presentado Bennett, en las que consta que
se han vendido árboles por valor de 29.000 pesos. No llegará a 2.000 pesos lo
que he recibido de Bennett en dinero, lo demás ha sido en muebles que valen
muy poco. Según la contrata el Gobierno de Honduras debió pagar (a) los que
vinieron a poner el Cuño. Si Bennett continuó cubriendoles sus sueldos, yo no
se lo mandé, y tú no debes (dejar) pasar... esto. Haz que los albaceas presenten
luego la cuenta, en la que deben acreditar con recibos míos, lo que Bennett me
ha dado. Como el día que al Gobierno de Honduras se le antoje, puede mandar
que no se corte madera y anular la contrata, es conveniente que aparezcan ven-
didas a algún extranjero todas las maderas que me pertenezcan, para que éste a
su vez, pueda hacer los reclamos correspondientes. Tomasita está buena aquí, y
no tiene novedad ni peligro. Es tu apasionado.
Francisco Morazán.
288
-158-
Carta al Secretario general del Supremo Gobierno del Estado de Guatemala,
mediante la cual solicita un arreglo pacífico con ese Estado, ante el rechazo hecho a
un Comisionado, y a los aprestos de Rafael Carrera para marchar con sus tropas hacia El
Salvador.
Cuartel general en marcha, Corral de Piedra 16 de Marzo de 1840.

Ejército Salvadoreño

Ciudadano Secretario general del Supremo Gobierno del Estado de


Guatemala.

Excitado por el Cuerpo Lesgislativo de El Salvador para ponerme a la


cabeza de su Ejército, y en cumplimiento del decreto que el Vicejefe Supre-
mo se sirvió emitir en (el día) 8 del corriente, mandando ocupar este Estado,
por los poderosos motivos que en otro acuerdo se expresan, el cual fue opor-
tunamente dirigido a esa Secretaría, he marchado con las fuerzas que existen
a mis órdenes, hasta ocupar esta hacienda, desde donde, y con la mira de
evitar la efusión, siempre sensible, de sangre centroamericana, ha creído con-
veniente escribir a usted ésta, como lo verifico, recabando de ese Gobierno un
acomodamiento pacífico y conciliador.
Tres son, ciudadano Ministro, los principales puntos del citado decre-
to, y otros tantos objetos que el Gobierno de El Salvador me ha ordenado
efectuar con las fuerzas que confió a mi dirección. El primero y principal de
ellos, es que el Estado de los Altos se restablezca a su ser político, al goce de
su soberanía de que fue violentamente despojado por las tropas del Brigadier
Carrera, Jefe de las armas del Gobierno de Guatemala.
El no debe desconocer las poderosas razones que asisten al de El Salva-
dor para hacer este reclamo. Si es una obligación de todos los gobiernos de
las secciones de la República de Centro América, el sostener único dogma
político que actualmente prevalece en ellas, y en el de la absoluta indepen-
dencia y libertad de los Estados cómo echar un velo sobre semejante cri-
men, cuya magnitud resalta aún todavía más, en los pronunciamientos que
ese Gobierno asegura ha habido en muchos de los pueblos de Los Altos, en
favor de su nueva agregación a Guatemala, en los acto de terror y violencia
con que aquellos se arrancaron, en las horribles matanzas y depredaciones
que a la sombra y con la autorización del Brigadier Carrera, se ejecutaron
289
contra toda persona que no le era afecta, en todo el que no secundase sus
bárbaros planes?.
Como podrá considerarse nunca un acto libre y espontáneo y espontáneo
el que se ejecuta bajo la influencia de tropas cuya divisa es el desorden y la
inmoralidad? pero aún cuando así fuere, quién ha facultado al Gobierno de
Guatemala para aceptar una cesión que no viene por. el órgano de los repre-
sentantes del pueblo? no los tenía acaso los de Los Altos?. Si habían perdido
la confianza de sus comitentes, con renovarlas habría bastado, facultándolos
expresamente para oir la voluntad del sexto Estado, cuya separación de Gua-
temala fue vivamente aplaudida por todos los demás (estados) de la Unión,
que no miraban indiferentes semejante avance que levanta la máscara a los
que con falsas protestas de buscar un perfecto federalismo, verdaderamente
aspiran de segunda vez a la centralización del poder, pero la ilusión no puede
ya prolongarse, y los Gobiernos todos de los demás Estados, conociendo a
los constantes enemigos de su felicidad, sabrán combatirlos y sostener sus
propios derechos.
El de El Salvador también ha recibido ofensas directas del Gobierno de
Guatemala, cuya satisfacción en vano se ha exigido hasta ahora, de una ma-
nera amistosa, y éste es el segundo punto a que me he referido. No entraré en
la presente nota al por menor de aquellos agravios sobre los cuales bastante se
ha dicho a ese Gobierno por el de El Salvador, en diversas comunicaciones.
Sólo restarme añadir a ellos los nuevos auxilios que el Presidente de Guate-
mala ha prestado a los facciosos del Departamento de Sonsonate, los que en
sus recientes derrotas han hecho confesiones que aclaran, aún todavía más,
cuanto antes de ahora se sabía, sobre la protección que ese Gobierno les ha
dispensado.
Y a mi tránsito por los pueblos de Guatemala, he podido confirmar la
manera con que se forjó por el Presidente de este Estado, la atroz impostura
del asesinato del General Carrera atribuído a las fuerzas de El Salvador.
La negativa de ese Gobierno a admitir el Comisionado que se nom-
bró con el fin de establecer un arreglo que transigiese tan desagradables y
ruinosas cuestiones, cerraron la puerta a todo medio de futura inteligencia;
sometió a las armas la decisión de ellas, pero el Gobierno de El Salvador se
había sin embargo rehusado a usarlas hasta que el deber de la propia defensa
y seguridad le obligó a repeler la agresión que sobre su territorio proyectaba
hacer el ejército de ese Estado, mandando al suyo tomar la iniciativa en las
operaciones militares.

290
Como hablo a usted, Ciudadano Ministro, en el teatro mismo en que el
Brigadier Carrera hacía sus aprestos de marcha y sus reclutamiento, para ata-
car a El Salvador, juzgo inoficioso molestar a usted con las pruebas que acre-
ditan aquel propósito, descubierto de antemano por algunas de las proclamas
de los jefes de las tropas del Brigadier Carrera, cuyas continuas amenazas e
insultos a los salvadoreños, terminan el tercer artículo de esta reclamación,
para precaverlos en lo sucesivo de males idénticos a los que en esta vez tra-
taban de causarlos, exigiendo desde luego la debida indemnización por los
que ya les han inferido los facciosos, a quienes dicho Brigadier ha auxiliado al
efecto. Sír-vase usted ciudadano Secretario elevar lo expuesto a conocimien-
tos del Presidente de Guatemala y manifestarle que las repetidas infracciones
del Derecho de la guerra que se han cometido en la presente revolución, me
hacen no remitir éste como es debido, por algunos de sus subalternos.
Soy de usted, atento servidor,
El General en Jefe.

Francisco Morazán.

291
— 159 —
Orden del Día que dirige a sus jefes y Oficiales, en que manifiesta las amenazas
provenientes de Guatemala sobre el estado de El Salvador, los excita a que
cumplan con su deber y amenaza con la aplicación de la pena de muerte a los
desertores.
Lugar no señalado. marzo 1840?

Orden del Día

Los Jefes y Oficiales manifestarán a la tropa que el Gobierno de Guate-


mala intenta hacer de El Estado de El Salvador un Departamento, para agre-
garlo a aquél Estado, como lo ha hecho con el de Los Altos, nuestro amigo
y aliado. Que el infame Carrera que por una infame traición ocupó Quezal-
tenango, en donde ha derramado torrentes de sangre de hombres indefensos,
asesinando a todos los prisioneros y combatiendo toda clase de delitos, que
intenta invadir este Estado y se asegura que ha marchado ya con sus hordas.
Que es necesario ahorrarle una parte del camino, y acreditarle que los salva-
doreños que lo han vencido en cien combates, aún existen para derrotarlo de
nuevo y salvar la República.
A todos los Jefes y Oficiales que cumplan con su deber distinguiéndose
en las acciones de guerra, se les dará un grado, y serán severamente castigados
los que falten a sus obligaciones. A la tropa se le dará después del triunfo,
diez pesos en premio de sus servicios, y los sargentos, cabos y soldados que se
distingan, serán ascendidos.
De hoy en adelante se castigará la deserción irremisiblemente con la
muerte.
Los Jefes y Oficiales serán responsables de los soldados que se deserten,
y prevendrán a los sargentos y cabos que hagan fuego a todo aquél que en la
marcha se separe de la línea sin permiso de su inmediato jefe.
Se dará a reconocer por edecán del General en Jefe al Teniente Coronel
José Cáceres, y de alta en clase de subteniente al ciudadano Antonio Aguilar.

Francisco Morazán

292
— 160 —
Patriótica exposición hecha ante la Junta de Notables. Les expresa su
decisión de retiro, no por cobardía sino por la defensa de la
integridad y salvación de Centroamérica.
San Salvador 5 de abril de 1840.

“No sería jamás la sola exigencia del enemigo la que podría obligarme a
dar este paso; es algo más sagrado y elevado lo que me obliga a ello; es la in-
tegridad y la salvación de Centroamérica; mi ausencia no sólo del Estado que
me comprende si no del todo de la patria que me fragmenta y se desquicia, la
creo necesaria y de urgente necesidad. Los enemigos de su unidad y su gran-
deza, tomaron primero como arma de combate las reformas de sus leyes y
ahora es mi persona y mi presencia aquí en esta sección que tanto amo la que
le molesta y les desvela. Ellos no descansan ni dejarán jamás de perseguirme
mientras me vean al frente de los destinos de este pueblo que siempre me ha
pertenecido, y he sido fiel a mis principios; y yo, no debo corresponder nunca
mal a tanta abnegación y sacrificio. Si por el firme propósito que siempre he
tenido de sostener la unidad e integridad de la Patria, me he puesto tantas
veces a las miras y fines criminales de los reaccionarios, castigándolos con la
derrota en tantos campos de batalla; ahora que sólo mi persona parece ser el
blanco de sus iras, no debo permitir, no, que de nuevo se sacrifique este pue-
blo valiente y abnegado, empurpurando con su sangre el suelo de la Patria”.
“Me alejo, pues; no por cobardía, sino por el mismo sagrado deber con
que el destino tiene atado el hilo de mi existencia al porvenir de Centroamé-
rica. Allá en mi destierro voluntario, sabré esperar el tiempo necesario, para
que los enemigos demuestren con los hechos la sinceridad de sus propósitos
de reconstruir bajo mejores bases la unidad de Centroamérica.
Yo, mientras tanto, sobre otras playas y bajo otro cielo velaré por el des-
tino de esta patria que llevo dentro de mi corazón, como algo que le es in-
separable y que no puede finar sino con la muerte. Si mi destierro la pudiere
engrandecer tal como la he soñado en mis delirios, queden en buena hora
los que me persiguen al frente de sus destinos mientras mis mortales res-
tos descansan en extranjeras playas. Pero si mi ausencia tan deseada por tan
implacables enemigos, solo sirviese para prolongar más aún el reinado de
las sombras, el martirio de los pueblos y para perpetuar la obra inicua y di-
solvente de los perversos; entonces, no podré, no permaneceré indiferente a
esa obra de pervención y, de nuevo, volveré a tocar a estas playas de mi amor,
293
para llevar a feliz término la nueva cruzada de redención que habrá de darnos
Patria, asegurando nuestros derechos y libertades interiores, así como nuestra
independencia y respeto en el exterior”.
“Dejo en éste y en los demás Estados innúmeros amigos que perfecta-
mente identificados con los ideales que sustento. sabrán velar como yo en mi
ausencia, para que en la hora de llamada general, estemos todos en el puesto
que el deber nos tenga señalado. Mientras tanto, os dejo la promesa de vol-
ver, o no, a este suelo queridísimo según el bien de la patria lo necesite: yo
respetare su voz sagrada, y con mi palabra, os dejó aquí la expresión cincera
de mi eterna gratitud para este pueblo, cuyo amor me llevaré a la tumba si no
vuelvo a verlo...”

Francisco Morazán

294
— 161 —
Nota ciudadano Secretario general del Supremo Gobierno del Estado
de Costa Rica, en solicitud de asilo para varios de sus hombres.
Fondeadero de Punta Arenas, a bordo de la goleta naciona! “Izalco”,
22 de abril de 1840

“Separado del ejercicio del gobierno de El Salvador en los términos y


por las razones que se expresan en la nota de que acompaño a usted ejem-
plares impresos, igualmente que de la batalla dada en Guatemala el 18 y el
19 del pasado, a que dicho documento se refiere, me embarque en La Liber-
tad, con destino a unas de las Repúblicas del Sur, en unión de las personas
cuyos nombres se contienen en la lista adjunta. Entre ellas hay algunas que
desean permanecer en este Estado y con el objeto de recabar de ese Supremo
Gobierno, el correspondiente permiso es por lo que ahora tengo la honra de
dirigirme a usted”.
“Los individuos que solicitan dicha licencia, son aquellos que menos par-
ticipio han tenido en la dirección de los negocios políticos del Estado de El
Salvador y puedo asegurar a usted que emigran únicamente por sustraerse de
los estragos de la Anarquía y de los primeros peligros de un cambio violento”.
“Las Constituciones vigentes en los Estados de Centroamérica, decla-
ran que sus respectivos territorios, son un asilo sagrado para todo el que
desee recibir en ellos y esta hospitalidad de nuestras leyes, aun para los
hijos de otros país, debe ser más obligatorio y franca para los que, como
súbditos de una misma república, quieren trasladarse a residir a unos de los
pueblos miembros de la gran familia centroamericana, cuyo pacto de unión
no puede nunca declararse disuelto, por más relajado que se hallen los lazos
que lo forman”.
“Muchos ejemplos de esta verdad han dado los salvadoreños a los hijos
de Costa Rica que expulsos y emigrados a su vez por cada uno de los partidos
que han triunfado en las diferentes contiendas que este Estado ha sufrido,
recibieron en el de El Salvador, asilo generoso y franca hospitalidad”.
“Algunos de los emigrados circunscriben sus deseos de que se les permita
esperar en el puerto o en Esparza, la llegada de otro buque en que continuar
su viaje, sin los incovenientes que presenta en hacerlo en uno tan pequeño y
tan recargado de pasajeros, como es el en que hasta aquí a venido y otros en
fin demandan que se les conceda el transitar hasta el puerto de Matina, para
embarcarse en el Atlantico”.
295
“No es para mí, ciudadano Ministro, para quien invoco la protección
de las Instituciones que rigen a este Estado y que dicta la humanidad; es en
beneficio de unos cuantos de nuestros conciudadanos que sin delito, juicio ni
sentencia, no deben sufrir una pena por la privación del goce de un derecho
que les pertenece de justicia”.
“Soy de usted atento y obediente servidor.

Dios, Unión, Libertad


Francisco Morazán

296
CUARTA ETAPA

En el Exilio y en Costa Rica

297
298
-162-
Carta a destinatario desconocido, pero educador, relativa a la educación de sus
hijastros Esteban Travieso (borrador).
Datada en David, provincia de Veraguas, República de la Nueva Granada con fecha
delo 14 de agosto de 1840

Señor:
Uno de (los) tantos trastornos que sufre la América española, debidos
únicamente a que sus legisladores consideran a estos pueblos, no como son,
sino en su concepto como debieran ser, me han obligado a separarme volun-
tariamente de mi familia de Centro América, y establecerme por ahora en
este pueblo perteneciente a la provincia de Veraguas, en la Republica de la
Nueva Granada.
Como ignoro las noticias que habrán circulado mis enemigos con respec-
to a mi salida de aquél país, y como estoy seguro que lejos de serme favora-
bles pueden ser motivo de desagrado para el joven Esteban Travieso, de cuya
educación se haya usted encargado, me tomo la libertad de escribir a usted
incluyéndole esa carta para el mismo Esteban y otra pasa su tutor, que espero
tendrá la bondad de mandar a entregar.
Aunque yo había mandado orden a Míster Marcial Bennett para que
supiese a Esteban en uno de los colegios de Francia, como tengo motivos
para creer que no verificó, (por lo que) me ha parecido asegurar a usted que,
teniendo fondos suficientes en poder de dos albaceas del mismo Bennett, no
dudo que éstas habrán puesto los necesarios a disposición del tutor de Este-
ban, para satisfacer los gastos que éste haga en el colegio.
Pero si por incidente inesperado no hubiese así sucedió, y por esta causa
se le adeuda alguna cantidad, debe estar usted seguro de que le será satisfecho
por mi apoderado, don Francisco Camoyano o don José María Lozano que
existe en Belice.
Me tomo la libertad de pedirle a usted me informe sobre los adelanta-
mientos de Esteban, su capacidad, inclinaciones, y lo demás que usted crea
que pueda satisfacer mis deseos.
Concluyo expresando a usted mi gratitud por la buena educación que
se interesa en darle a Esteban, y espero que continuará tratándolo con las
mismas consideraciones que hasta aquí lo ha hecho, seguro de que será ente-
ramente reconocido.

299
Las contestaciones de esta carta y de las que le incluyo, espero sirva remi-
tirlas por las misma vía que reciba la presente, para que pueda venir a la bahía
de Almirante y de allí llegar con seguridad a este pueblo.
Con toda consideración soy de usted atento servidor.

Francisco Morazán

300
-163-
Carta a destinatario desconocido en Europa, relativa a su exilio,
la suerte de sus negocios y a sus hijastros Esteba. (Borrador)
David, provincia de Veraguas, República de Nueva Granda.
14 de agosto de 1840

Señor:
Las convulsiones políticas de América Central me han obligado a tras-
ladarme voluntariamente con mi familia a este pueblo perteneciente a la
provincia de Veraguas, en la república de la Nueva Granada. Los últimos
incidentes ocurridos en aquél país son de una naturaleza tan grave y afectan
tanto a intereses de la sociedad, que no es posible conocer el término al cal-
cular su desenlace. Las masas de los bárbaros que inundan el país, unidos al
fanatismo que han afligido en otro tiempo la Europa y ha venido a refugiarse
por desgracia en América, son las que dirigen en el día de los destinos de la
República Central, y esto precisamente debido a que los legisladores de estos
pueblos no los consideran como son, sino como debieran ser, y por desgracia
los que conocemos esta falta y combatimos tales errores, no hemos recibido
otra misión de estos mismos pueblos, que la de ejecutar aquellas leyes que
causan su desgracia y nuestro descrédito.
No dudo que el espíritu de venganza y de partido desfiguren los hechos,
para acriminar mi conducta política. Los mismos que me han prodigado elo-
gios en otro tiempo, son hoy los empeñados en desacreditarme, porque no ha
querido cooperar a sus miras, estableciendo en mi país un gobierno teocrático
y haciendo el patrimonio excluido de un puñado de nobles sin título y sin
virtudes.
No será extraño que el cónsul de esta nación se valga de negros colores
para dar sombra al cuadro de los hechos que aquellos me imputan, porque
este señor, que negó salvar la vida a mi inocente familia, olvidándose de la
neutralidad que exige su destino, es uno de los más activos partidarios de los
que deshonran hoy a la América Central.
He creído conveniente hacer usted la esta relación, aunque no lo es el
principal objeto de esta carta, para el caso que lleguen a sus oídos las imputa-
ciones de mis enemigos, conozca el espíritu que las ha dictado y las miras que
tienen en deshonrarme los que jamás han podido vencerme como soldado ni
olvidarme a cooperar a sus inicuos planes.

301
Entro ahora a tratar del asusto que tienen esta carta por principal objeto.
La muerte del Señor Bennett ha causado tal trastorno en mis intereses,
que necesito algún tiempo para arreglarlos, y mi intempestiva salida de Cen-
tro América no me permitió escribir a usted como deseaba, para asegurarle,
puesto que usted se ha servido encargar de hacer los gastos que exige la edu-
cación del joven Esteban Travieso, que a más que tengo fondos en poder de
los que albaceas del mismo Bennett, he encargado también a los señores don
Francisco Camoyano y don José María Lozano existentes en Belice, para
que proporcionen a usted los necesarios con aquél objeto. Yo podré al mismo
tiempo, con el aviso de usted, desde este mismo punto, remitirle si aquellos
no lo hacen, las cantidades necesarias por la vía de Jamaica. El no haberme
manifestado nunca el señor Bennett el nombre de usted, me obliga a no po-
nerlo en esta carta, pero no por esto estoy menos agradecido a los servicios
que usted ha servido dispersamente cooperando a la educación de Esteban.
Esta carta la recibiera usted de manos del maestro mismo de Esteban, a
quien pido un informe de sus adelantamientos.
Espero se servirá usted cooperar a que se remitan, ya sea que continúe
en el colegio de Mister Walton o que haya pasado a París, como se lo pedí al
señor Bennett.
Espero se digne usted a escribirme por la vía de Jamaica, dirigiendo sus
cartas al administrador de correos (en) la bahía del almirante, en la República
de Nueva Granada, distante sesenta leguas de este pueblo, en done continua-
ré con mi familia por algún tiempo.
En el negocio de maderas que hacíamos con el señor Bennett en el Golfo
de Honduras, éste (ob)tenía una tercera parte de sus productos líquidos, y
como creo a usted bien instruido de la cantidad de estas mismas maderas que
se han vendido en esa ciudad y otros puntos, deseo si usted lo tienen a bien, se
encargue de admitir mi poder para arreglar este negocio. Si usted se conviene,
podría también encargarse de la misma negociación, bajo las condiciones (en)
que lo haría el señor Bennett, en la seguridad que le producirá considerables
utilidades.
Cuando yo pueda dejar bien establecida mi familia en esta república,
pienso hacer un viaje a Europa, y entonces tendré el honor de expresar a usted
personalmente las consideraciones con que suscribo, su atento servidor. La
(misma) fecha.

Francisco Morazán

302
-164-
Carta a su hijastro Esteban Travieso, residente en Europa,
relativa a los trastornos políticos de Centro América y a su forzado
exilio. David, provincia de Veraguas, República de la Nueva Granada,
14 de Agosto de 1840.

Querido Esteban:
Tú que conoces los continuos trastornos que desde la Independencia
hasta esta fecha sufre nuestro país, no extrañarás que te escribamos desde
este pueblo perteneciente a la Nueva Granada, en donde permaneceremos
por todo el tiempo que la circunstancia lo exija(n).
Carrera no tiene siquiera el valor y talento de un jefe de salvajes, y que
apareció usando la funesta plaga del cólera morbus (que) afligía a los habitan-
tes de nuestra república, queriendo persuadir a los ignorantes, que el gobierno
envenenaba las aguas; ha sido alternativamente protegido por los partidos
como instrumento propio para llevar adelante sus miras. Los que
dirigían la opinión del Estado de Guatemala, protegieron primeramente
su entrada a aquella ciudad para deponer al doctor Gálvez. Y los que han es-
crito tanto contra este hecho y pintado a Carrera con sus verdaderos colores,
presentándolo como uno de aquellos monstruos que nacen y mueren con la
revolución, son hoy los que le prodigan elogios porque, abriéndose camino
entre mil víctimas que ha asesinado con su propia mano, contribuye hoy a
establecer el gobierno teocrático que cuatro nobles sin título, sin talento, y sin
virtudes, unidos a un puñado de fanáticos, quieren establecer(se) en Centro
América.
Como siempre, he combatido estas ideas por todo el segundo período de
mi mando, y continué después defendido los derechos del pueblo, en tanto
lo podía hacer con honor. Últimamente ocupé la plaza de Guatemala, donde
estaba refugiado Carrera, pero la pérdida del parque que llevaba, no me per-
mitió continuar en posesión de aquella ciudad, y tuve que retirarme, dejando
cien heridos entre jefes, oficiales y soldados que no me fue posible conducir,
los que fueron asesinados por la mano del mismo Carrera, al mismo tiempo
que yo protegía como es debido, a los prisioneros enemigos. Este horrendo
crimen me acredita la desventaja con que hacía la guerra, y me obligó retirar-
me con María, Paulina, Ramona y Adelita a este pueblo, en donde disfruta-
mos de completa salud.
303
Con esta misma fecha escribimos a tu maestro y tutor asegurándoles
que no les faltarán los fondos necesarios para...
(incompleto)

Francisco Morazán

304
-165-
Al pueblo de Centro América, llamado además manifiesto de David. Está dirigido a
los enemigos de la libertad y la Independencia en Centro América, en particular en contra
de Aycinena y de Rafael Carrera, sus verdugos. David, provincia de Veraguas, República
de Nueva Granada
el 16 de Julio de 1841.

Cuando los traidores a


las patrias ejercen los
primeros destinos, el
Gobierno es opresor
MONTESQUIEU.

“¡Hombres que habéis abusado de los derechos más sagrados del pueblo
por un sórdido y mezquino interés!, con vosotros hablo, enemigos de la in-
dependencia y de la libertad. Si vuestros hechos para procuraros una patria,
pueden sufrir un paralelo con los de aquellos centroamericanos que perseguís
habéis expatriado, yo a su nombre os provoco a presentarlos. Ese mismo pue-
blo que habéis humillado, insultado, envilecido y traicionado tantas veces, que
os hace hoy los árbitros de sus destinos, y nos proscribe por vuestros consejos;
ese pueblo será nuestro juez.
“Si la lucha que os propongo es desigual, todas las ventajas de ella están
de vuestra parte.
“Tenéis en vuestro apoyo:
“Que os halláis colocados en el poder, y que nosotros nos encontramos
en la desgracia.
“Que podéis hacer uso de vuestra autoridad para procurarnos acusadores,
y que nosotros no encontraremos tal vez ni un testigo.
“Que os habéis constituido en nuestros jueces, y declarado que somos
vuestros reos.
“Que nuestra voluntaria retirada de los negocios públicos, con un objeto
más noble que el que ha podido caber jamás en vuestros corazones, la habéis
interpretado como fuga.
“Que vosotros que nos os atrevísteis nunca a vernos cara a cara, no. insul-
táis atrozmente en vuestra imprenta, y añadiendo el escarnio a la venganza,
habéis tomado la mano misma que os ha envilecido para trazar los caracteres

305
de un hombre funesto que no podemos pronunciar sin oprobio, y nuestra
expatriación se han decretado.16
“Y en fin, para complemento de vuestro triunfo, todas las apariencias
acreditan que el pueblo que nos va a juzgar os pertenece. Pero no importa,
nosotros tenemos la justicia. Vamos a los hechos.
“Cuando vosotros disfrutábais de una patria, no podíamos nosotros pro-
nunciar este dulce nombre. Recordadlo. Vosotros habéis gozado muchos años
de los bienes de esa patria que buscáis hoy en vano. ¿Encontraréis en la Repú-
blica de Centro América algunas señales de ella? No. Aunque le dáis hoy este
nombre, más extranjeros sóis por vuestros propios hechos en el pueblo que os
vio nacer, que nosotros en México, en el Perú y en la Nueva Granada. Por la
identidad de nuestros principios con los que sirven de base a los gobiernos de
estas Repúblicas, nosotros hemos hallado en ellas simpatías que vosotros no
encontraréis en el propio suelo de vuestros padres (que ya no os pertenece)
desde el momento mismo que se descubran vuestros engaños. Pero si aún
queréis buscar vuestra patria, la hallaréis sin duda por la señales que voy a
daros. Oid y juzgad.
“En vuestra patria, los nombres del Marqués de Aycinena y su familia...
se hallaban colocados en los primeros empleos del gobierno absoluto, y los
nuestros se ocultaban en la multitud.
“En vuestra patria, estos mismos nombres se inscribían en los registros
de la nobleza, y los nuestros se colocaban y confundían en los padrones del
pueblo.
“En vuestra patria cometíais culpas que se olvidaban por unas monedas y
a nosotros se nos exponía a la vergüenza pública.
“En vuestra patria perpetrábais los más atroces delitos, a los que se les
daba el nombre de debilidades para dejarlos sin castigo, y nosotros sufríamos
la nota de infames hasta nuestra quinta generación.
“En vuestra patria ejecutábais crímenes que siempre se quedaban impu-
nes, porque vosotros mismos erais los jueces; y nosotros perdíamos la salud
en los calabozos y la vida en los cadalsos.
“En vuestra patria ostentábais los honrosos títulos de tiranos, y nosotros
representábamos el humillante papel de esclavos.
“En vuestra patria teníais la gloria de apellidaros los opresores del pueblo,

16. En un convenio que últimamente celebró Carrera con el encargado del Estado de El
Salvador, se consignó un artículo expatriando a todos los que habíamos salidos de la Repú-
blica, el que aparece frimado por Carrera sin saber ni leer. (Nota de Morazán)

306
y gemíamos nosotros bajo la opresión.
“Y cuando en vuestra patria ensanchando la escala de los opresores, des-
cendíais hasta los infames oficios de carceleros y de verdugos, a nosotros se
nos exigían los reos y las víctimas.
“Y para que nada faltase a vuestra dicha ya nuestra desgracia, en la tierra
como en el cielo ¡hasta los santos sacabáis de vuestras propias familias!, y los
malvados, a vuestro juicio, solo se encontraban en las nuestras.
“Vosotros oíais continuamente en sus revelaciones, la felicidad que os
aguardaba, en tanto que a nosotros solo se nos anunciaban desgracias.
“Vosotros dirigíais con confianza vuestra súplica al pie de los altares, por-
que hacíais propicios a sus sacerdotes con las riquezas que exigías al pueblo,
en tanto que este temía elevar sus plegarias, por no poder acompañarlas con
ofrendas.
“Y por último para llevar la medida de vuestro poder y de nuestro infor-
tunio. Aún más allá de la tumba, en tanto que las almas de nuestros padres
vagaban sin consuelo en derredor nuestro, para demandaros los medios de
lograr su eterno descanso vosotros comprabais el cielo que no habíais mereci-
do, con los tesoros que os proporcionaban las leyes, de un infame monopolio.
“He aquí vuestra patria. Recordadla. Pero si aun insistiéreis en dispu-
tarnos la que por tantos títulos nos pertenece, exhibid vuestras pruebas que
nosotros daremos las nuestras, y si resultase un solo hecho en vuestro favor
contra mil que presentemos nosotros, consentiremos gustosos en ser a los
ojos del mundo, lo que hoy somos a los vuestros.
No es vuestra patria:

“Porque en 1812, que por la primera vez se ventilaron los derechos de


los americanos, vosotros hacíais de injustos jueces, de viles denunciantes y de
falsos testigos contra los amigos de la independencia del gobierno absoluto.

Es nuestra patria:

“Porque en la misma época nosotros nos la procurábamos, difundiendo


ideas de libertad y de independencia en el pueblo, sin que vuestras amenazas
nos arredrasen ni nos intimidase la muerte, ya sea que se nos presentase en la
copa de Sócrates, que la encontrásemos al cabo del dogal que quitó la vida al
Empecinado, o que pronunciasen en vuestros inicuos tribunales.

307
No es vuestra patria:

“Porque cuando triunfaron las ideas de libertad en la metrópoli, cuan-


do los patriotas españoles quitaron algunos eslabones a la pesada cadena de
nuestra esclavitud, revelándonos de este modo lo que éramos y lo que po-
dríamos ser, vosotros conspirasteis contra el gobierno constitucional que se
estableciera en toda la monarquía. Como enemigo de las luces, cooperásteis
con aquellos que pretendieron entonces independizarse del gobierno de las
cortes y trasladar a la América, el gobierno absoluto de los Borbones.

Es nuestra patria:

“Porque en el mismo tiempo hicimos resonar el grito de independencia


en todo el reino de Guatemala. Todo aquel que tenía un corazón america-
no, se sintió entonces electrizado con el sagrado fuego de la libertad. Por
una disposición de la providencia, los amigos del gobierno absoluto de los
Borbones, enemigos de la dependencia de España constitucional, se unieron
con los independientes de ambos gobiernos, y proclamaron la separación de
la antigua metrópoli el 15 de septiembre de 1821. Y de este modo vuestros
nombres figurarán en la historia al lado de los reyes Luis IX, Luis XI y otros
muchos que trabajaron sin pensarlo, en favor de la democracia, sistema que
hoy gobierna en la república de Centro América.

No es vuestra patria:

“Porque en 1821 acreditásteis con un hecho, que es a los ojos del mundo
un grave crimen, vuestro tardío arrepentimiento, por haber cometido otro
crimen que no es menos grave a los vuestros.
“Los remordimientos de vuestra conciencia por haber cooperado a la
independencia de un pueblo indócil, que convirtió en su provecho lo que era
destinado al vuestro, quisisteis aquietarlos sacrificando a un gran conspirador
los derechos de este mismo pueblo; y en lugar de un viejo monarca, nos dis-
teis un nuevo usurpador: en lugar de la tiranía de los Borbones, nos dísteis el
escándalo de un emperador de farsa, más opresor porque era más inepto, y su
opresión mil veces más sensible, porque la ejercía sin títulos, sin tino, con sus
iguales y por la primera vez.

308
Es nuestra patria:

“Porque cuando vosotros al lado del general mexicano, don Vicente Filí-
sola, hicisteis los mayores esfuerzos por conservar la dominación del empera-
dor Iturbide en los pueblos que habíais subyugado por la intriga, aunque sin
éxito, nosotros procuramos evitarla. Cuando muchos de nosotros a retaguar-
dia de aquel General, erais testigos de los últimos esfuerzo heroico pueblo
salvadoreño, que mal defendido y cobardemente abandonado por su Jefe en
el momento mismo del peligro17, sucumbió noblemente y con más gloria que
la pudo caber a sus vencedores; nosotros por este mismo tiempo, en el propio
teatro de la guerra, en Guatemala, Honduras y Nicaragua, corríamos la suerte
de los vencidos, por la identidad de nuestras opiniones.
“El pueblo salvadoreño, sin armas, y abandonado a su propia suerte, hizo
impotente a la negra intriga, que se formara en su seno con innobles miras 18.
Defendió por largo tiempo la más hermosa de todas las causas, adquiriendo
por digna recompensa de sus grandes hechos, la inmarcesible gloria de dar
al mundo el grandioso espectáculo de un pueblo libre que se regenera, obte-
niendo en su propia derrota, la reivindicación de los mismos derechos que se
la ocasionaran; en tanto que, sus injustos agresores pierden todas las ventajas
que les diera su malhadado triunfo.
“Por un distinguido favor de la Providencia, los últimos cañonazos que
quitaron la vida a los mejores hijos de El Salvador y completaran en el reino
de Guatemala, la dominación de Iturbide, eran contestados por los que se
disperaban en México, para celebrar la completa destrucción de un imperio,
que sólo apareció al mundo para aprobio de sus autores. Y por justo resultado
de estos hechos, del reino de Guatemala libre del dominio del emperador
Iturbide, en donde habíais creado vuestra nueva patria, se formó la nuestra
bajo un sistema democrático, con el nombre de República Federal de Centro
América.
“Si ya no podéis negar estos hechos, que todo el pueblo ha presencia-
do, pretendiéreis en vuestro despecho, arrojar de nuevo vuestra acusación

17. El general Arce que mandaba a los salvadoreños los abandonó, por enfermo en los
momentos que Filísola iba a atacar la plaza, y sin embargo su salud le permitió huir hasta
la República de los Estados Unidos. (Nota de Morazán)
18. El general Arce quería entregar a Filísola la plaza de El Salvador, bajo la condición de
contar el mando como gobernador de la provincia. El pueblo excitado por los ciudadanos
Juan Manuel Rodríguez, por el general Espinoza y el coronel Cerda se opuso, y fueron
expatriados por Arce los dos últimos. (Nota del mismo)

309
favorita, a saber: Que muchos de nosotros nos hemos enriquecido defendiendo
la independencia y la libertad; no pretendo dejaros ni este miserable recur-
so.
“Tal como es para mí falsa e insultante la proposición, yo la levanto del
suelo, en donde la ha colocado el desprecio público, con la fundada esperanza
de tirárosla a la cara con doble fuerza. Si se puede llamar riqueza, la que obtu-
vieron algunos de vuestros jefes militares, en el sitio de mexicanos, por medio
de un mezquino monopolio — estamos todos de acuerdo. Pero si los bienes
de los regulares, componen la única riqueza que se ha podido encontrar en
Centro América, levante la mano el más atrevido de vosotros, y clave en19
nuestra frente la nota de infame, a los que la hubiéremos merecido, por este
hecho u otro semejante.
“Volvamos al asunto. Después de la caída de Iturbide ¿cuál ha sido la
conducta à que habéis observado? Yo os la recordaré.
“Vuestra debilidad os hizo firmar la Constitución federal en 1824, y
combatirla vuestra perfidia, en 826, 27 y 28.
“Con este interés, dísteis vuestros sufragios de presidente al señor Arce;
y este mismo interés, os hizo despojarlo, cuando ya había llenado, en parte,
vuestras miras, porque le fuera adversa la suerte, en el momento mismo de
exterminar a vuestros enemigos.
“Vuestra razón de estado, llevó segunda vez la guerra a muerte a los pue-
blos de El Salvador, que perpetuaron vuestros jefes por interés. Vuestra ven-
ganza iluminó mucho tiempo, las oscuras noches de estío, con el incendio
de poblaciones indefensas, para que la rapaz y mezquina codicia de vuestros
militares que se ejercitaba a media noche, encontrase alumbrado el camino
por donde se condujeran, a vuestro campo, los miserables despojos que ha-
bían librado de las llamas....
“Esta devastación, esta ruina, que sólo habría terminado con la domina-
ción a que aspirábais, y que se os escapara de las manos, por la imbecilidad
y cobardía de vuestros guerreros, desapareció con los triunfos de Gualcho,
Mexicanos y Guatemala: y los liberales vencedores acreditaron con la com-

19. (2) El general Arce que mandaba a los salvadoreños los abandonó, por enfermo en los
momentos que Filísola iba a atacar la plaza, y sin embargo su salud le permitió huir hasta la
República de los Estados Unidos. (Nota de Morazán).
(3) El general Arce quería entregar a Filísola la plaza de El Salvador, bajo la condición de
continuar el mando como gobernador de la provincia. El pueblo excitado por los ciudada-
nos Juan Manuel Rodríguez, por el general Espinoza y el coronel Cerda, se opuso, y fueron
expatriados por Arce los dos últimos. (Nota del mismo.)

310
pleta reorganización de la República, que eran dignos de regir los destinos de
un pueblo libre.
“Vuestra venganza jamás satisfecha, y vuestros deseos de dominar, nunca
extinguidos, trajeron otra vez la guerra a la República, para dar un nuevo tes-
timonio al mundo de vuestras miras, y a los centroamericanos una prueba de
todo lo que debieran esperar y temer de sus enemigos.
“El coronel Domínguez que defendiera vuestra causa con tanto empeño
en 1828, invadió los puertos del norte en 1831, se introdujo con fuerzas en el
Estado de Honduras, para presenciar sus derrotas, y encontró por último la
muerte en la ciudad de Comayagua.
“El expresidente Arce, que apareció en el mismo tiempo por Escuintla
desde Soconusco, con tropas mexicanas que habían destruido la independen-
cia nacional, fue completamente batido por el valiente general N. Raoul. No
pudiendo aquel desgraciado Jefe imitar a Moreau, que murió combatiendo
contra su país natal con un valor que atenuará su crimen, ni a Coriliano que
obligado a retirarse de las puertas de Roma por las súplicas de lo que lo lle-
vara en su vientre, acreditó que no le faltaban virtudes, siguió el ejemplo de
tantos griegos que se unieran con los enemigos de su patria para combatirla,
y sufrió, como ellos, el digno castigo en su propia derrota, y en las dobles
maldiciones de los mercenarios extranjeros vencidos, y de sus conciudadanos
vencedores.
“Esta injusta guerra se terminó con la ocupación del castillo de San Fer-
nando de Omoa, en donde el malvado Guzmán que sirviera en vuestras filas,
como soldado en 1828, enarboló la bandera española. Después de una lucha
obstinada de cinco meses que diezmara nuestro ejército y de la epidemia que
lo quitara, fue abatida esa señal oprobiosa de nuestra antigua esclavitud por
el valiente y sufrido general Guzmán, que hizo rendir la fortaleza. Y para dar
al mundo un testimonio de los extremos opuestos a que pueden conducir
vuestras opiniones y las nuestras, en el mismo campo en donde está colocada
la cabeza de un traidor hijo de la República, y de vuestro partido, que elevara
sobre la muralla del castillo, el símbolo de nuestra opresión, existen los sepul-
cros de mil centroamericanos, del nuestro, que lo despedazaran.
“No pretendo asegurar que todos vosotros hayáis aplaudido aquel cri-
men; sí puede afirmarse que hubiese algunos de vosotros que lo vieran con
indignación, permítaseme preguntar a los demás, si tiene alguna analogía con
a la rendición de la plaza de El Salvador en 1823? ¿Si Fernando VII y la ban-
dera española, tienen algo de común con la del imperio mexicano y Agustín

311
I? ¿Si las garras de la joven águila que se ven pintadas en ésta, oprimen o hie-
ren con más fuerza que las del viejo león Hircano que se miran en las armas
de aquellas que dominara la América por tres siglos?
“Esta guerra tan fecunda en hechos que ilustraron las armas del gobierno
nacional, que no fue menos abundantes en sucesos que justificaron más y más
la causa de los liberales vencedores, arrojó sin embargo elementos funestos
de discordia. A esto se unió el descontento, que naturalmente debió producir
una administración de diez años, continuamente contrariada por los hábitos
que dejara el gobierno absoluto cuyos resortes tocásteis como oportunidad
para preparar la revolución de 840.
“Vosotros apoyados en el fanatismo religioso, destruísteis en el Estado de
Guatemala, las obras que los demócratas consagraron a la libertad; en tanto
que los bárbaros las hoyaron con su inmunda planta.
“La profesión de los derechos del pueblo— la ley de libertad de impren-
ta— la que suprimió las comunidades religiosas— las que crearan la acade-
mia de ciencias, en que se enseñaban los principales ramos del saber humano,
repuesta por vosotros por la antigua universidad de San Carlos— la del ha-
beas corpus — los códigos de pruebas de procedimientos y de juicios, cobra
del inmortal Livingston, adoptados con el mejor éxito y tantas otras, fueron
al momento derogadas por vosotros, y el vacío que dejaran estos monumentos
del patriotismo, lo llenasteis con nombres odiosos, que recordarán al pueblo
su antigua esclavitud y sus tiranos.
“En los Estados de Nicaragua y Honduras, los justos deseos de reformas
o satisfechos con las que hiciera el Congreso en 1831 y 35, fueron de nuevo
excitados por dos folletos que escribió el ex marqués Aycinena. En ellos pre-
tendía este probar que no estábamos bien constituidos, porque los Estados
cono en Norte América, no fueron antes que la nación; y porque la Constitu-
ción Federal es más central que la de aquella República.
“Proposiciones en su origen insidiosas, risibles en su aplicación y que han
merecido el desprecio de los hombres sensatos.
“Pretender que las constituciones de nuestros estados debieran existir
antes que la general, es pedir un imposible porque los españoles que nunca
fueron ni tan ilustrados ni tan generosos como los ingleses con sus colonos,
no nos permitieron otra ley que la voluntad del soberano.
“Asegurar que por esta falta no estamos bien constituidos y somos des-
graciados, es ignorar las causas que han contribuido a la felicidad de aquel
pueblo afortunado.

312
“Afirmar que la constitución federal de Centro América es más central
que la de otros Estados Unidos del Norte, es un insulto que no podrá sufrir
con paciencia el que haya hecho una comparación de estas leyes.
“En fin, atreverse a asegurar ante el público tantas falsedades juntas, es
abusar demasiado de sus sencillez y buena fe, y del silencio que han observa-
do los centroamericanos ilustrado, que conocen que ni los norteamericanos
pudieron hacer su felicidad copiando las constituciones democráticas que
habían servido a otros pueblos, ni el de Centro América, en su actual estado,
hará la suya, adoptando la ley fundamental de aquella República, sino puede
trasplantar al mismo tiempo el espíritu que le da vida.
“Pero Aycinena sólo ha tenido por mira, el propagar estas doctrinas, pro-
ducir una revolución. ¡Ojalá sea más afortunado en esta vez, que lo fuera con
su familia en la del imperio mexicano que defendieron con tanto ardor!
“Si el duque de Orleans encontró en la guillotina el castigo de haber
anarquizado el pueblo francés aparentando para subir al trono ideas liberales
que no profesara, descendiendo de lo grande a lo pequeño debe temer igual
suerte Aycinena, que usa de los mismos medios para recobrar sus honores.
“NI EL ORO DEL RIO GUAYAPE, NI LAS PERLAS DEL GOL-
FO DE NICOYA, VOLVERAN A ADORNAR LA CORONA DEL
MARQUES AYCINENA, NI EL PUEBLO CENTROAMERICANO
VERA MÁS ESTA SEÑAL OPROBIOSA DE SU ANTIGUA ESCLA-
VITUD; PERO SI ALGUNA VEZ BRILLASE EN SU FRENTE ESTE
SIMBOLO DE LA ARISTOCRACIA, SERA EL BLANCO DE LOS
TIROS DEL SOLDADO REPUBLICANO.
“Y para que nada faltase de ignominoso y de funesto a la revolución que
habéis últimamente promovido, apareció en la escena el salvaje Carrera, lle-
vando en su pecho las insignias del fanatismo en sus labios la destrucción de
los principios liberales, y en sus manos el puñal que asesinara a todos aquellos
que no habían sido abortados como él, de las cavernas del Mataquescuintla.
Este monstruo debió desaparecer con el cólera morbus asiático que lo pro-
dujo. A lado de un fraile y de un clérigo20 se presentó por primera vez revo-
lucionando los pueblos contra el gobierno de Guatemala, como envenenador
de los ríos que aquellos conjuraban, para evitar, decían, el contagio de la peste.
Y contra este mismo gobierno, fue el apoyo de los que, en su exasperación,
le dieron parte en la ocupación de la ciudad de Guatemala. Fue su peor ene-
migo, cuando estos quisieron poner término a sus demasías y vandalismo- y
20. Lobos cura de Santa Rosa y Aqueche de Mataquescuintla. (Nota de Morazán)

313
su más encarnizado perseguidor y asesino, cuando el salvaje se uniera con
vosotros.
“Es necesario que no se ignore la conducta de este insigne malvado que
ha excedido con sus crímenes a todos los tiranos sin conocerlos. Su vida for-
ma una cadena no interrumpida de delito, acompañada de circunstancias ho-
rrendas.
“El fusilamiento de varios jueces de circuitos, en cuyo número se cuenta
el ciudadano F. Zapata, que ejercía sus funciones en Jalpatagua, es de este
número.
“Como en todos los pueblos, lo primero que hizo Carrera fue incendiar
en la plaza, la ley que establecía el juicio por jurados, y los códigos que eran
el espanto de los malvados, porque se habían sentenciado en pocos días, con
arreglo a ellos, reos de muchos años.
“Enseguida hizo colocar al juez Zapata en el lugar destinado al suplicio
a tiempo que pasaban de camino para la ciudad de El Salvador, las señoritas
Juana y Guadalupe Delgado. Juzgando, sin duda el malvado asesino que to-
dos tenían un corazón que se complaciera como el suyo con la muerte de la
inocente víctima, las obligó a presenciar la ejecución a pesar de sus súplicas
y lágrimas para evitarla, y de sus esfuerzos para separarse de aquella escena
de horror.
“El rapto, entre tantos raptos de una joven doncella, que vivía con sus
padres en la hacienda de la laguna de Atescatempa, fue acompañado de cir-
cunstancias que no deben ignorarse.
“Carrera que había visitado a esta honrada familia, y de ella recibido di-
versas insinuaciones de cariño, quiso retribuirlas con un crimen, como acos-
tumbra.
“Para ocultar el malvado su perfidia, a la que era el objeto de sus torpes
deseos, recurrió a otro crimen que pudo producir peores consecuencias por el
gran compromiso en que puso a su gobierno.
“Hizo disfrazar a un oficial para que a la cabeza de algunos soldados que
debieran suponerse salvadoreños, y de consiguientes enemigos, ocupasen en
la noche la casa de la hacienda. A pretexto que los dueños de ella hicieran
servicios a Carrera, tenía orden de reducirlos a prisión y conducir a la joven
hacia el Estado de El Salvador. El bandido con un considerable número de
soldados, debía encontrarse con ellos en el camino, y estos contestar al ¿quién
vive? El Salvador libre. A esta palabra de guerra se convinieron en hacerse
mutuamente fuego las dos fuerzas, sin usar de las balas, dispersarse los fin-

314
gidos salvadoreños enseguida, y dejar en sus manos la causa inocente de tan
maldad para exigirle su deshonra en pago de haberla salvado.
“Todo se habría ejecutado a satisfacción, de Carrera, si la divina provi-
dencia no hubiera destinado en justo castigo, una bala que se le introdujera en
el pecho cuando se batian en apariencia las dos partidas. Esta bala en concep-
to de algunos, se puso por casualidad en el fusil; pero otros creen haber sido
dirigida por la venganza del oficial que había sido en otro tiempo maltratado
por Carrera; lo cierto es, que se le condujo preso a Guatemala, con los solda-
dos que lo acompañaban para cumplir las órdenes de su general.
“La gravedad de la herida que lo obligara a sacrementarse, no le hizo
olvidar el único trofeo de su infernal campaña, que condujo por la fuerza a
su cuartel general de Jutiapa. La joven tuvo el profundo sentimiento de que
su criminal raptor sanase de la herida, y su desgraciada familia sufrió su des-
honra sin quejarse.
“La noticia de este hecho obligó a separarse del gobierno al presiden-
te del Estado de Guatemala, ciudadano Mariano Rivera Paz, para andar
27 leguas de mal camino, con el único fin de expresar al malvado, el senti-
miento que le causara ver derramarse la sangre preciosa del caudillo adorado
de los pueblos. Sangre que, con estas mismas palabras tuvo el descaro de
reclamar al gobierno del Estado de El Salvador, llevando adelante para
paliar al crimen cometido por Carrera, la infame trama que este urdiera
para ocultarlo.
“La muerte del diputado Cayetano Cerda que lo obligara Carrera a cenar
a su mesa en señal de amistad y lo mandara a asesinar en seguida por el mis-
mo centinela que lo guardaba.
“La muerte que dio con su propia lanza a un elector de Cuajiniquilapa,
que se negó a prestarle su voto.
“El asesinato de todos los heridos el 19 de marzo en la plaza de Guate-
mala ocupada a la bayoneta, evacuada después rompiendo la línea enemiga,
por falta de municiones, y por no haber encontrado los auxilios que ofrecie-
ron los liberales. Asesinato tanto más criminal, cuanto que se le había tratado
con las debidas consideraciones al oficial Montúfar 21 y 35 soldados que se
tomaron prisioneros en la acción, y respetando al padre obispo y canónigos
que se encontraron en la catedral confundidos con los soldados enemigos que
se batieron con los nuestros dentro del mismo edificio.

21. Era Manuel Montúfar, sobrino del autor de la Memorias de Jalapa. (Nota del doctor
Montúfar.)¿

315
“La muerte que dio a cuarenta de los más distinguidos ciudadanos de
Quezaltenango, en cuyo número se cuentan las autoridades municipales, des-
pués de haber rescatado a muchos de ellos la vida, sus esposas y hermanas,
con grandes sumas de dinero, que Carrera recibió, son los menores delitos
que ha cometido este malvado.
“A este monstruo estaba reservada la invención diabólica de acompañar
con su propia guitarra los movimientos del señor Lavangnini, que obligaba a
danzar, y los últimos ayes de las cuarenta víctimas que asesinó el 2 de abril en
la misma plaza de Quezaltenango para acostumbrar así, los oídos del pueblo
y prepararlo a nuevas matanzas.
“A este monstruo estaba reservado el acto de mayor inmoralidad y perfi-
dia que ejecutó en la propia ciudad de Quezaltenango. Habiendo prevenido
al pueblo que se presentase en la plaza a una hora señalada, bajo la pena de
muerte, cuando se encontraba ya reunida, mandó saquear a su tropa toda la
ciudad, que contiene 25.000 habitantes”.
“A este monstruo estaba también reservado enterrar a los vivos, como lo
ejecutó con un vecino respetable del pueblo de Salamá, porque le faltaban mil
pesos, en que había valorado su vida. A pesar de que su familia le presentó
alhajas en doble valor, lo introdujo, sin embargo, en la sepultura que le había
obligado a cavar, y lo cubrió de tierra hasta la garganta; dándole después
grandes golpes en la cabeza que le produjeron la muerte, lo abandonó a su
inocente familia, que en su desolación derramaba lágrimas sobre el cadáver,
cargando en seguida al bandido con el vil precio de su infame asesinato.
“A este monstruo estaba reservado..........................................................
...............................................................................................................
“Pero ¿cuál es el delito que no ha podido perpetrar ese malvado? Existe
uno, ¡quién lo creyera! que solo estaba reservado a vosotros, ¡dar a Carrera,
en premio de tanto crimen, el poder absoluto que hoy ejerce en el Estado de
Guatemala por vuestros votos!!!
“Que nuestros conciudadanos que han presenciado todos estos hechos,
desde las prisiones de Belén en 1812, hasta las matanzas de Carrera en la
ciudad de Quezaltenango en 1840, juzguen y decidan ahora, si tenéis algún
título para llamaros centroamericanos, y cuáles son los nuestros. Y sí, como
esperamos la justicia decide en nuestro favor, si los pueblos patriotas de que
se componen los Estado de Nicaragua, Honduras, El Salvador, Los Altos y
parte del de Guatemala han descubierto ya vuestras pérfidas miras, preparáos,
no sólo a abandonar la República, sino a andar errantes como los hijos de

316
Judea. tras la patria de los tiranos, que buscaréis en vano. Sí en vano, porque
la libertad que habéis combatido tantas veces, derramando la sangre de sus
mejores defensores, ha recobrado el imperio del orbe que, por don del cielo,
ejercía en los primeros tiempos. Los pueblos de ambos mundos, profesan ya
su culto, los gobiernos del nuevo, son obra suya, y los del antiguo caen y se
precipitan a su voz para no reaparecer más sobre la tierra.

Francisco Morazán.”

317
-166-
Contrato con don Pedro Bermúdez, suscrito en la ciudad de Lima, sobre un emprés-
tito personal por dieciocho mil pesos.
23 de noviembre de 1841

Sea notorio como yo, don Francisco Morazán, natural de la República


de Centro América y al presente de tránsito en ésta otorgo que me obligo a
dar y pagar a don Pedro Bermúdez o a quien legítimamente lo represente, en
esa ciudad o en cualquiera otra parte que sea y (que) de mis bienes se hallen,
la cantidad de dieciocho mil pesos, que he recibido en moneda corriente y
a mi satisfacción; los mismos que le devolveré en el término de seis meses,
que empezarán a correr y contarse de la fecha de esta escritura en adelante,
cumplido el cual si no los hubiese devuelto, me obligo también a pagarle el
interés del uno y medio por ciento mensual, hasta la total y efectiva paga de
los dieciocho mil pesos, a cuya seguridad, paga, y cumplimiento, obligo mis
bienes, habidos y por haber, (por) derechos y acciones; y doy poder a las jus-
ticias y jueces de esta república (del Perú) o de cualquiera otros países donde
me encuentre, o mis bienes se hallen, para que a ella me efectúen, compelan
y apremien, como por sentencia pasada consentida y no apelada en autoridad
de cosa juzgada, pues por tal recibo y renuncio las leyes, fueros y derechos a
mi favor, y la que designa que el actor deba seguir el fuero del reo y la general
que lo prohíbe.
Que es hecha en Lima, (en) noviembre veintitrés de mil ochocientos
cuarenta uno. Y el otorgante a quien yo el presente escribano conozco que
doy fe; así lo digo y firmo, siendo testigos don Félix de la Torre, don Manuel
Ayllón y don José Meneses.

Francisco Morazán

Ante mí, José de Zelaya, Escribano Público


Pasó ante mí y en fe de ello lo signo y firmo en el día de su fecha.
José de Zelaya
Escribano Público.

318
-167-
Exposición a los gobiernos de la Unión a través del Señor Presidente
del Estado de El Salvador. Explica su presencia allí por la amenaza española lo
mismo que inglesa sobre Centro América. Excita a un arreglo amistoso con
esos países, para honra de la República.
Bahía de la Unión 16 de febrero de 1842.

“Exposición. - Señor Presidente del Estado de El Salvador-

Ese sentimiento inextinguible, el amor a la Patria, avivado por la prohi-


bición de volver a ella, me hizo olvidar muy pronto mis sufrimientos pasados
y prescindir de toda injerencia en su futura suerte.
Si alguna vez los papeles públicos me instruían de que mi voluntaria
separación de la República en nada había cambiado su suerte, temí que las
buenas intenciones que para mejorarla a ella me condujesen, si bien pudiera
servir para justificarme con las personas que conocían mis opiniones y desig-
nios, no bastarían a desmentir las inculpaciones que se me dirigiese por otros
que los ignorasen, si el éxito no correspondía a mis deseos; y me contenta-
ba por esto con hacer votos por su prosperidad. Sacrificaba gustoso a este
sentimiento el derecho que la naturaleza y las leyes nacionales me dan para
intervenir en la reorganización de mi patria, porque me alimentaba la idea de
que los nuevos Directores de la cosa pública, más afortunados que sus prede-
cesores, podrían establecer un gobierno de leyes que hiciesen la felicidad de
los Centroamericanos.
Ni los males que estos padecían, ni las persecuciones de mis amigos, ni
las excitaciones continuas de los que eran perseguidos en el interior de la
República, habían podido variar la conducta neutral que ha observado en los
veinte y dos meses de mi espontáneo destierro. Esta conducta habría sido
invariable en mí, si un suceso tan inesperado como sensible no me hubiese
hecho mudar de resolución, en fuerza de los nuevos deberes que me lo pres-
cribían, y ese sentimiento nacional irresistible para aquellos que tienen un
corazón para su patria.
Desde que llegó a mí noticia que la República estaba amenazada por un
pueblo bárbaro, que sólo había excitado hasta entonces la compasión de los
que saben apreciar los nobles motivos que lo hicieron preferir la ignorancia
y miseria en que se halla, a la esclavitud que le ofrecían los conquistadores
españoles, en recompensa de su sumisión al gobierno absoluto de los Borbo-
319
nes, yo no podía manifestarme indiferente sin participar de la humillación
nacional.
Pero cuando estas noticias fueron confirmadas por la proclama que con
fecha 22 del próximo pasado agosto expidió el Supremo Director del Estado
de Nicaragua, y con el aviso de su Ministro, de 4 de octubre último, que recibí
en Lima en los momentos mismos de embarcarme con dirección a la Repú-
blica de Chile, me decidí a unir mi suerte con la de sus defensores.
Fue tan grande la impresión que en mí hizo la lectura de estos docu-
mentos en que se llama a una parte de los centroamericanos a tomar las
armas para defender la integridad de su territorio, con el atentado que había
obligado a dictarlos.
La energía y decisión con que se habla en ello al pueblo nicaragüense
excitó de tal modo el amor patrio de los centroamericanos que se hallaban
conmigo, qué borró en ellos hasta la más pequeña idea que les recordarse los
motivos por que nos encontrábamos a tanta distancia del suelo que nos pro-
poníamos defender. Desde entonces ya sólo vivimos en él amigos decididos
a unir su suerte con la nuestra para salvar el honor nacional. Ningún centro-
americano dejó de participar de este deseo, y puedo asegurar en favor suyo
que su actividad y decisión han contribuido a proporcionarme el honor que
hoy tengo de ofrecer al Supremo Gobierno de este Estado, un buque armado
con las municiones de guerra que se encuentran a bordo, así como nuestros
pequeños servicios en concepto de soldados voluntarios.
Señálesenos el lugar que debemos ocupar y el jefe a quien obedecer, y
la manera con que cumplamos las órdenes de los gobiernos de los Estados,
será la mejor garantía de las sanas intenciones que nos han conducido a la
República.
Pero si no fuese esto bastante, si alguno de esos mismos gobiernos quisie-
se poner a prueba nuestro amor patrio, nos proporcionará con esto un nuevo
medio de acreditarles la pureza de nuestras intenciones, si con el honor puede
conciliarse el sacrificio que se nos exija.
La ocupación de una parte de la Costa Norte por un pueblo extraño
como el de los moscos, no podrá verse nunca con indiferencia, porque equi-
vale a perder para siempre un terreno que será con el tiempo a la República
de grande utilidad, y porque la tolerancia de un hecho de tanta magnitud
prepararía otros de igual naturaleza, y de mayor trascendencia para lo suce-
sivo; pero la ocupación del puerto de San Juan del Norte, ejecutada por este
mismo pueblo, es un golpe de muerte para la República, porque a mi modo

320
de ver está cifrada su existencia nacional, la consolidación de un gobierno y
su bienestar, y grandeza, en la apertura del gran canal oceánico por el propio
puerto de San Juan.
Con iguales motivos a los que han servido para usurpar este punto po-
drían más tarde ocuparse las capitales de los Estados, porque la codicia no
conoce límites cuando encuentra un débil pretexto en que fundar sus preten-
siones y un apoyo en la arbitrariedad de un gabinete poderoso.
Si consultamos la historia, veremos en ella que el derecho de las grandes
naciones se ha fundado en algún tiempo en causas de tal naturaleza, que sólo
habían excitado la burla y el desprecio si no hubiesen sido sostenidas con
las armas, y este abuso funesto para los pueblos débiles que la ambición ha
sancionado tantas veces y legitimado el derecho del más fuerte, se ha repetido
por desgracia en nuestros días.
Si más de tres siglos de posesión nunca interrumpida no nos han dado un
derecho al puerto de San Juan, ¿Cuál es el en que fundan el suyo tantas nacio-
nes que por los mismos medios han adquirido los inmensos territorios que hoy
poseen?. La nación que nos niegue la legalidad de nuestros títulos a aquel puer-
to ha roto los suyos; títulos que le recuerdan su antigua pequeñez y miseria, y
que son hoy la única base de su poder y el origen de su prosperidad y grandeza.
Lejos de mi idea de que se obre militarmente antes de haber dado todos
los pasos que las leyes exigen y prescribe la prudencia para pedir que se nos
haga justicia. Las armas son medios usados por los que carecen de razón, y
la que tienen los centroamericanos en la cuestión presente, no puede admitir
duda ni por aquellos que se han posesionado impunemente de una parte de
nuestro territorio.
Si me es lícito expresar mis opiniones, no para que las adopte ese Supre-
mo Gobierno, sino para que vea en ellas los sentimientos que me animan, me
permitiré el consignarlas solemnemente el terminar esta exposición. Sería de
desear:
Que se nombrase un Ministro que procurase arreglar la cuestión sobre
territorio de una manera amistosa y digna de la nación que va a representar:
Que se ponga entretanto en estado de defensa la República:
Que se satisfagan los justos reclamos que por indemnización y emprés-
titos exigen los extranjeros, señalando a este fin los productos líquidos de la
alcabala marítima.
Este acto de justicia revelará a las naciones extranjeras la existencia de
un gobierno que quiere y puede satisfacer sus compromisos, dando al mismo

321
tiempo con este hecho una prueba de su estabilidad y poder y de los sanos
principios en que está basada su política.
Semejante conducta serviría, a mi concepto, a los gobiernos de Centro
América para que se les atendiese en los justos reclamos que deben hacer,
puesto que ellos mismos habían dado ya el ejemplo administrando cumplida
justicia a los acreedores extranjeros.
Pero si, contra lo que debe esperarse como resultado de esta conducta y
de estos hechos, no se pudiese lograr una transacción honrosa para la Repú-
blica, quedará por lo menos a los centroamericanos, la satisfacción de haberla
procurado y de acreditar al mundo entero que si se les coloca entre la humi-
llación y la guerra, elegirán siempre el último partido, aun cuando tengan la
certeza de no poder salvar más que el honor.
Me suscribo, del señor Presidente, con toda consideración, su atento, se-
guro servidor.

Francisco Morazán

322
— 168 —
Anexo a la carta que dirigió al Señor presidente del Estado de
El Salvador, sobre el apoyo que ha recibido de un grupo de
salvadoreños.
Bahía de La Unión 16 de febrero de 1842.

Al fin de los documentos póngase lo siguiente:

De Acajutla y después de haber, en las salinas de Micata, recibido a bordo


de los buques a una porción de salvadoreños, que solicitaban en ellos asilo
para escudarse de la persecuciones del gobierno de aquel Estado, el convoy se
dirigió para La Unión; más sabedor el General Morazán a su arribo de Chi-
quirin que en San Aleje había una pequeña división de tropas leonesas, no
quiso saltar en tierra, por no verse en el doloroso caso de empeñar con ellos
un encuentro, que alejase la ansiada reconciliación de todos los centroameri-
canos y muy especialmente que pudiera alterar la armonía que ha procurado y
procurará Mantener con los nicaragüenses, por lo que después de manifestar-
lo así oficialmente al jefe de sus fuerzas marchó para la Isla de Martín Pérez,
punto de donde partió la expedición sobre Costa Rica.
Si se necesitasen nuevas pruebas sobre la conducta observada por el go-
bierno de El Salvador y el Comandante en Jefe de sus fuerzas, bastará re-
cordar que el Sr. Joaquín Eufrasio Guzmán, gobernador del Departamento
de San Miguel, que si bien debe colocarse en el número de sus primeros y
más honrados propietarios, no puede ciertamente clasificarse entre las per-
sonas que prestaron entonces servicios distinguidos al General Morazán, ha
sido perseguido de muerte, y se ve hoy fugo del Estado de El Salvador sin
otro crimen que haber procurado conservar el orden y tranquilidad pública,
cediendo a la opinión general de todos los habitantes, que como es notorio
habrán hecho un pronunciamiento tumultuario, contra el gobierno, si se hu-
biese pretendido contrariarlo o si el Sr. Guzmán, el General Morazán y otras
personas influyentes no lo hubiesen inspirado. Comparéis este hecho, con los
honores y premios concedidos por el gobierno de El Salvador, al jefe militar,
que después de haber fracturado a fuerza de tormentos, los brazos del octo-
genario y respetable patriota Señor Juan Angel Arias, hizo fusilar su cadáver
y se tendrá el testimonio más inequívoco de lo que los centroamericanos
pueden prometerse de un gobierno, que castiga las virtudes y otorga el crimen
más horrendo, señaladas recompensas. De uno u otro extremo del Estado de
323
El Salvador humea aun la sangre de las víctimas inocentes sacrificadas a la
persecución más injusta y feroz y entre mil no menos dignas del sentimiento
público, no es posible silenciar al honrado Señor Bahamonde, Alcalde Prime-
ro de San Miguel, que ni en este concepto, ni en el de hombre privado hizo
otra cosa durante la permanencia del General Morazán en aquella ciudad,
que consagrase a mantener la paz y quietud del pueblo.

Centroamericanos: estos son los hechos; juzgadlos.

Francisco Morazán

324
— 169 —
Circular a las municipalidades del Departamento de San Miguel y otras del
Estado de El Salvador, sobre el apoyo que ha recibido en ese Estado y las
razones de su regreso.
San Miguel 18 de febrero de 1842.

La integridad e independencia de Centroamérica se hallan en peligro;


lo supe en el lugar de mi destierro, desde ese destierro que voluntariamente
me impuse por la quietud y paz de los salvadoreños; y no vacilé un mo-
mento en venir a unir mi suerte a la de mis compatriotas, para engrosar sus
filas en la defensa del Honor Nacional vulnerado, y para procurar el orden
y regularidad interna y la obediencia y sumisión a las leyes, sin las cuales no
puede adquirirse la respetabilidad en el exterior, hoy más que nunca nece-
saria para nosotros. Los centroamericanos todos que conmigo se hallaban
en el extranjero, participando de mis mismos sentimientos, son los únicos
soldados que me acompañan; mis servicios y los suyos, un buque armado
de guerra, las armas y municiones que he podido reunir con no pequeños
esfuerzos y sacrificios, todo lo he ofrecido al Gobierno Supremo del Estado,
para auxiliar una causa tan sagrada como la de que depende nuestra exis-
tencia social. No ha llegado hasta ahora su contestación, pero a juzgar por
el júbilo y el entusiasmo con que he sido recibido por todos y cada uno de
los habitantes de los pueblos por donde he transitado, que abrazándonos
como hermanos y amigos, nos ha dado una prueba evidente de que hacen
justicia a mandatarios del Estado, respetando la opinión de los pueblos, no
se nieguen a concurrir por su parte a la grande obra de la reconciliación y
fraternidad general, que sólo el genio funesto de la discordia podría com-
placerse en turbar, en una época en que es la única capaz de darnos días
de prosperidad y gloria, salvando a la República de la horrorosa anarquía
y los desastres consiguientes. Entre tanto, yo no cesaré de encarecer a cada
uno de mis conciudadanos, (acerca de) la urgente necesidad en que nos
hallamos de deponer ante las aras sagradas de la patria, (por) cualesquiera
motivos de odio o resentimiento, que tiendan a turbar la buena inteligen-
cia y armonía; y espero por lo mismo, que esa Municipalidad, influída por
idénticos principios, trate de cooperar a la consecución de los fines y al
sostenimiento del orden, desmintiendo especies que para turbarlo, pueda
la calumnia sugerir. Al dirigirme a ustedes esta vez, Lores Municipales, me

325
cabe la honra de reiterarles que el amor y decisión por los salvadoreños son
los afectos más profundos de su atento servidor.

Francisco Morazán

Se omite publicar las contestaciones de las Municipalidades, porque en


el sistema de terror que prevalece en aquél Estado, podría comprometer alta-
mente a los patriotas que las dictaron, pues todas ellas en general se expresan
para defenderla en los días de peligro. Me repito de usted Señor Ministro,
atento servidor
Francisco Morazán

Señor Ministro General del Supremo Gobierno del Estado de...


San Miguel, febrero 24 de 1842.

Por la adjunta copia que (va) con la presente nota, (y que) espero se digne
elevar a conocimientos del Supremo Director del Estado, se impondrá de los
motivos que me obligan a reembarcar en unión de los jefes, oficiales y solda-
dos que me acompañan. Como no dudo que ese Supremo Gobierno tendrá
las comunicaciones que le he dirigido al Senador Presidente de El Salvador,
(que son) la prueba más inequívoca de cuanto se contiene en mi citada nota;
me limitaré a añadirle que no habiendo recibido hasta ahora contestación
alguna de ese Ministerio, así de las de Honduras y Guatemala, a la que yo
les escribí con fecha del 15 (de febrero), he resuelto, para evitar cualesquiera
siniestra interpretación, dar aquel paso que espero se sirvan mirar como una
prueba de la sinceridad de mis intenciones. Soy de usted Señor Ministro, con
la mayor consideración, atento (y) obediente servidor.

F. M.

326
— 170 —
Carta al Secretorio general del Supremo Gobierno del Estado de Nicaragua,
acerca de su regreso a Centro América y de lo fugo y captura del comandante
Aguado, de la tropa salvadoreña.
San Miguel 20 de febrero de 1842.

“San Miguel, 20 de Febrero de 1842. Señor Secretario General del Su-


premo Gobierno del Estado de Nicaragua. Un suceso en sí mismo harto des-
agradable, pero que lo es doblemente para siniestra inteligencia que pudiera
dárseles en perjuicio de los grandiosos objetos que me han conducido a la
República y que tuve la honra de comunicar a ese Supremo Gobierno en mi
exposición fecha 15 del actual, es el que hoy me obliga a dirigirme a usted
de nuevo con el fin de que el Supremo Director de Nicaragua, plenamente
enterado de los hechos, pueda hacer justicia a la sinceridad de mi conducta.
Al desembarcar yo en La Unión la madrugada del 15 no se encontraba
en aquel puerto, su Comandante Teniente Coronel José María Aguado; pero
pocos momentos llegó a él, e ignorando cuanto ocurría, hasta las primeras
casas de la población, no le fue posible retroceder, ni creo que hubiese nunca
tenido intención de hacerlo, puesto que vino inmediatamente a presentarse.
Después de haberle yo informado de los motivos y fines de mi regreso al país,
le hice presente que en manera alguna tenía el propósito de trastornar, ni
en lo más pequeño, el orden de cosas establecido en el Estado, y que por lo
mismo podía continuar en el desempeño de sus funciones, como lo hizo hasta
mi salida de dicho puerto para esta ciudad. Antes de verificarla, y deseando
salvar al señor Aguado de todo compromiso, le hice presente: que si él creía
contraer alguno con permanecer en el puerto, por mi parte no encontraría
embarazo para obrar como se lo dictase su honor, agregándole: que me sería
más agradable verlo colocado en las filas de los que me hiciesen la guerra (en el ines-
perado caso de que se prefiriese tratarme como enemigo, a aceptar mis ofrecimientos)
que el que me prestase sus servicios, por importantes que ellos me fuesen, si juzgaba
que al verificarlo traicionaba sus deberes.
Quedó pues en el puerto, y allí mismo la guarnición que antes existía, con
todas sus armas, sin que de los individuos que me acompañan permaneciese
en el puerto más que el General Cabañas con su Jefe de Estado Mayor, pues
expresamente les ordené que continuasen a bordo los demás militares que
existen en el buque de guerra, dando con este acto de confianza una prueba
inequívoca de la buena fe de mis operaciones; pero el Comandante Aguado,
327
al siguiente día de mi marcha, sirviéndose de los propios soldados que yo dejé
a sus órdenes, preparó un bongo para fugarse con ellos y otros a quienes había
armado, con dirección a ese Estado. Retuvo, hasta después de verificado su
embarque, en la casa de la comandancia, al General Cabañas y al mencionado
Jefe de Estado Mayor que le acompañaba; y desentendiéndose de todas las
reflexiones que el mismo General le hacía sobre una conducta tan extraña,
emprendió su viaje después de haber hecho uso de la fuerza para impedir que
se llevase el buque noticia de lo ocurrido.
Tan luego como el General Cabañas por la partida del Comandante
Aguado quedó en Libertad de proceder según lo exigían las circunstancias,
considerando que la fuga para ese Estado de dicho Comandante con la tropa
salvadoreña que estaba a su mando, sería interpretada como la consecuencia
de algún acto hostil de nuestra parte, y un motivo de alarma que turbase la
armonía y concierto, cuyo establecimiento es el objeto preferente de nuestros
esfuerzos, se dirigió a bordo del “Cruzador” y mandando echar al agua los
botes y lanchas del buque con los soldados y marineros necesarios, se puso a
darle alcance, como lo verificó a las pocas millas, y al ordenar que se abordase
al bongo, el señor Aguado dijo que se rendían sin resistencia, por lo cual,
todos volvieron al puerto, colocando antes al mismo Aguado, como una pre-
caución indispensable, a bordo del “Cosmopolita”, que también he tomado y
armado para el servicio de la República, y allí se le trata con las consideracio-
nes y atención debidas.
Recelando el General Cabañas que si este hecho se difundía sin que
antes se hiciesen las explicaciones convenientes, acaso podría maliciosamente
desfigurarse, mandó suspender la salida de las embarcaciones que se hallaban
próximas a partir para los puertos de Nicaragua, interin dándome cuenta de
lo ocurrido podía yo escribir, como ahora lo hago, a ese Supremo Gobierno,
presentándole una sucinta y verídica relación de lo ocurrido, aunque no con
la prontitud apetecible, a causa de que cuando el correo conductor de dichas
noticias llegó a esta ciudad, me encontraba en las inmediaciones del Lempa.
El Comandante Aguado, será puesto en tierra y remitido al Gobierno
Supremo de El Salvador, tan luego como en La Unión se reciban la órdenes
que al efecto voy a dirigir, dando con este hecho al mismo Gobierno de El
Salvador, una muestra de mi reconocimiento a la manera amistosa y franca
con que aquí se me ha acogido.
Prevengo también ahora al General Cabañas que satisfaga como lo hará
inmediatamente, todos los perjuicios que por la tardanza se hayan ocasionado

328
a los comerciantes e hijos de Nicaragua demorados en La Unión, los cuales
quedan en libertad de salir del puerto cuando gusten.
Debo decir a usted en conclusión y en obsequio de la justicia, que no
creo que el Comandante Aguado haya procedido en esta vez de acuerdo con
sus propios sentimientos, sino que ha sido influído por extrañas instigaciones
de personas mal intencionadas, pues el señor Aguado, que en concepto, de
prisionero ha estado otra vez en nuestro poder, creo no podrá tener motivo
alguno para dudar del buen tratamiento que se le daría en circunstancias y
conceptos tan diversos, cuando según se me ha dicho con reiteración, se com-
placía antes de ahora en hacer justicia a mi manejo con respecto a él.
Dígnese usted, señor Secretario, aceptar las distinguidas consideraciones
de aprecio con que soy de usted, atento obediente servidor.

Francisco Morazán

329
— 171 —
Comunicación que dirige a los Supremos directores de los Estados de Centro
América, que acompaña a la explicación de los motivos de su presencia en
estas tierras.
San Miguel, febrero 24 de 1842.

Señor Ministro General del Supremo


Gobierno del Estado de ...
Por la adjunta copia, que con la presente nota espero se digne de elevar
a conocimiento del Supremo Director de ese Estado, se impondrá de los
motivos que me obligan a reembarcarme en unión de los Jefes, Oficinales y
soldados que me acompañan.
Como no dudo que ese Supremo Gobierno tendrá las comunicaciones
que le ha dirigido el Senador Presidente de El Salvador, las pruebas más
inequívocas de cuanto se contiene en mi citada nota, me limitaré a añadirle,
que no habiendo recibido hasta ahora contestación alguna de ese Ministerio,
así de las de Honduras y Guatemala, a la que yo les escribí con fecha del 15,
he resuelto, para evitar cualquier siniestra interpretación dar aquel paso que
espero se sirvan mirar como una prueba de la sinceridad de mis intenciones.
Soy de Usted, Señor Ministro con su mayor consideración, atento y obe-
diente servidor.

Francisco Morazán.

330
— 172 —
Anexo. Comunicación al Secretario General del Supremo Gobierno del Estado de
El Salvador y que extiende a los demás Estados de Centro América, en la que
explica los motivos de su presencia en estas tierras.
San Miguel 24 de febrero de 1842.

Señor Secretario General del Supremo


Gobierno de el Salvador

La contestación que de orden del Senador Presidente del Estado se sirve


Usted dar a la nota que yo le escribí en los momentos de mi arribo al puerto
de La Unión, me acredita que no me equivoqué sobre el verdadero patriotis-
mo y amor nacional de los centroamericanos, al decidirme regresar a la Re-
pública, cuando un próximo e inminente riesgo amenaza su independencia
e integridad; puesto que haciéndose en ella la debida justicia a la sinceridad
de mis ofrecimientos, se me manifiesta que serían desde luego aceptados, si
para verificalo no fuese indispensable, en virtud de los pactos que ligan a El
Salvador con los otros estados, recabar el allanamiento de sus respectivos
gobiernos, objeto con que desde luego asegura usted, se dirigía a ellos, ese
Ministerio.
Los términos en que aparece dictada dicha respuesta, las protestas que
(en) ella se contienen, y en nombramiento de comisionados, que según Usted
me anuncia serían los intérpretes de los benévolos sentimientos del gobierno,
así como el órgano por donde se proponía trasmitirse varias noticias sobre
cosas cuya naturaleza no permite que se comprendan dentro de los límites
de una comunicación escrita; todo me hizo concebir por entonces la lisonjera
idea de que no serían infructuosos mis afanes y sacrificios por la buena armo-
nía y reconciliación general de los centroamericanos.
Más a pesar de que cerrando los dos a toda especie que tendiese a des-
truir aquella creencia, me he resistido a dar crédito a multiplicadas noticias,
que instantáneamente se me reiteran, sobre los preparativos hostiles de que
ese Gobierno se ocupa, y que exclusivamente se dirigen contra mí y las per-
sonas que me acompañan, y no obstante de que hasta la fecha he esperado
inútilmente la venida de dichos comisionados, cuya tardanza confirma lo que
con bastante generalidad se repite; que al anunciarme su envió, no se tuvo
otra mira que ganar tiempo, en razón de la debilidad en que el Gobierno se
encuentra para prepararse a obrar militarmente; yo aún trataría de hacerme la
331
ilusión de suponermSenador Presidente reclama y exige de los gobiernos de
Honduras y Nicaragua, tropas para atacarme, por no conceptuar bastante el
efecto, las pocas de que puede disponer, me hallo en el doloroso caso de ceder
al pleno convencimiento que arrojae exagerados y falsos estos hechos(tales
son mis deseos de evitar los graves males que de ellos serán la indispensable
consecuencia), pero no siéndome posible dudar de que el n de sí, pruebas tan
evidentes.
Sin entrar al examen de esta conducta,-pues no cabe en mis miras alu-
sión alguna que tienda a fomentar la exaltación de los ánimos- me permi-
tiera ese Supremo Gobierno el recordarle que le debería ser bien notoria la
manera con que me han recibido los pueblos de este Departamento, y aún
todos los del Estado, desde cuyos extremos vienen diariamente a saludarme
y ofrecer sus servicios los soldados que han militado a mis órdenes. Sabe
también el mismo gobierno que tengo en mi poder elementos de guerra,
que para la defensa de la República puse a su disposición, y sabe por último
que nunca han dado pruebas de temor los veteranos cuya sangre ha corrido
tantas veces, por la libertad de sus conciudadanos. Con tales antecedente,
no podrá pues juzgar ni menos persuadir a los salvadoreños ni a los demás
centroamericanos, que la debilidad o la cobardía influyen en mi presente
resolución.
Fiel a la promesa que he hecho a los gobiernos de los Estados en mi nota
circular de 15 del que expira, yo voy a cumplirla, presentándoles un nuevo
testimonio de mi completa abnegación, de todo otro propósito que no sea el
bienestar y felicidad de mi patria. Junto con los Jefes, oficiales y soldados que
en crecido número me acompañan, voy a colocarme a bordo de los buques
que tengo en La Unión, el lugar de mi permanencia; no inspirará ya el Se-
nador Presidente, las falsas alarmas que le ofuscan, y exento de todo recelo,
podrá deliberar lo que más convenga a los intereses del Estado, o lo que le
sugieran sus propios sentimientos.
Durante mi mansión en este departamento, no he tenido otro participio
en su régimen u gobierno, que auxiliar a las autoridades en él existentes, para
que se conservase el orden y tranquilidad pública, que se hallaban en peligro
a causa de la fuga de la tropa que aquí había con tal objeto, y que sus oficiales
obligaron a salir de la ciudad, antes de mi llegada a ella, y me complazco de
asegurar a Usted, que mi regreso a la República no ha causado otras lágrimas,
que las que su adhesión y entusiasmo han arrancado a nuestras vistas, a mis
antiguos compañeros de armas.

332
Tengo también la dulce satisfacción de que los pueblos todos, sabrán
hacer justicia a los nobles motivos que me conducen a su seno, y calificar con
sus propios estoques, a los que pretenden borrarme del número de los centro-
americanos, así como a otros muchos hijos de la República que reclaman sus
derechos, para defenderla en los días del peligro.
Me repito de Usted, Señor Ministro , su atento servidor,

Francisco Morazán

333
— 173 —
Carta al Señor Presidente del Estado de El Salvador, en la que explica
la pureza de sus intenciones en su presencia de nuevo a tierras
de Centro América.
Acajutla 9 de marzo de 1842.

Ministro de Hacienda y Guerra


del Supremo Gobierno del
Estado de El Salvador.

“Señor Presidente del Estado de El Salvador.

Las dos comunicaciones que he tenido la honra de dirigir a ese gobierno


de San Miguel, explican bastantemente las intenciones con que he vuelto a la
República y mi final resolución tomada en aquella misma ciudad. Mi arribo
y desembarco en este puerto no dudo que sirva a mis enemigos para producir
en mi contra crueles acusaciones, atribuyéndome miras que no caben en mi
corazón ni en mis principios. Tanto como deseo que Centro América conser-
ve su honor e integridad territorial, anhelo por que su paz no sea, bajo ningún
pretexto, alterada.
Mi arribo a este puerto ha tenido dos objetos: hacerme de varias cosas
que urgentemente necesitan mis buques, de cuya colectación se me privó
en La Unión por una hostilidad no merecida y la esperanza de recibir de
ese gobierno una contestación clara y terminante, ya fuese por escrito o ya
por medio de los comisionados que Ud. tuvo la bondad de anunciarme. Le-
jos de mi otro motivo ni pretensión. Pudiera rendir a ese gobierno muchas
pruebas acerca de la pureza de mis intenciones, pero me basta indicar la de
que, convencidos los pueblos de ellas han volado a ofrecerme su cooperación
para poner a la República en estado de defensa, que yo mientras presumí
que mis servicios serían aceptados, admití los de aquellos, así como rehu-
sé los ofrecimientos de una multitud, tan luego como comencé a sospechar
que no faltaban unos pocos que me pintasen como conspirador. Testigo de
esto, es todo el departamento de San Miguel. Sin embargo, en los primeros
presentados existen muchos conmigo, y tanto estos como la mayor parte de
los pueblos de este Departamento, que incesantemente se me presentan, so-
licitan de mi los auxilios para defender el Estado de la próxima invasión de
que está amenazado por el General Carrera. Tristes y dolorosos recuerdos los
334
hacen entrever que se repetirán en su honor, familias y propiedades, escenas
de horror y de vergüenza que el transcurso del tiempo no podrá borrar jamás.
En tales circunstancias, mi posición es hasta el extremo difícil. La humani-
dad y el patriotismo exigen por una parte mis servicios, el gobierno por otra,
reclama mi consideración, a quien acaso podrían inspirarle ideas equívocas
acerca de mis buenas intenciones. Armar a estos hombres sería a la verdad el
partido más fácil para mí, así por que puedo hacerlo, como por que alejaría
toda sospecha contra mí. Más a nada me resolveré sin haber antes arreglado
con ese gobierno lo que sea más útil y conveniente al interés de todos los
salvadoreños. Con este único fin propongo a Ud. mandar un Comisionado
de toda la confianza de ese gobierno, para que arregle con él, o la persona
que se sirva mandar, lo que sea más provechoso al Estado y a la seguridad de
multitud de salvadoreños que se hallan en este puerto. Dicho Comisionado
marchará sin pérdida de momento al punto que ese gobierno me indique, y
en sus instrucciones llenará la de informarle extensamente señores cuanto in-
teresa a la actual administración no se efectúe en El Salvador la introducción
de tropas de otro Estado, mucho menos cuando dejará bien pronto de existir
el pretexto de que se valen los invasores para subyugarlo, y acaso para hacerlo
desaparecer. Mi reembarque tendrá lugar en el acto mismo que se arregle el
negocio expresado. Soy con toda consideración de Ud. señor Presidente, su
más alto servidor.

Francisco Morazán

335
— 174 —
Carta que dirige al Comandante general del Ejército de El Salvador, acerca de
su desembarco realizado en el puerto de Acajutla.
Acajutla 9 de marzo de 1842.

Señor Comandante general del Ejército de El Salvador.

Por mis comunicaciones dirigidas al Gobierno de este Estado, supongo


a usted instruído de las intenciones con que he vuelto a la República y de mi
igual resolución tomada en la Ciudad de San Miguel.
Varias cosas que urgentemente necesito a bordo de mis buques, me han
obligado a desembarcar en este Puerto, y el deseo de recibir la contestación
que por momentos aguardo del Señor Presidente del Estado, me obliga a
acercarme a la Capital.
Si con motivo de esta marcha, de nuevo se repiten contra la fuerza de
mi mando los mismos hechos hostiles que tuvieron lugar en el puerto de La
Unión, en los momentos de mi reembarque, dispuesto con el único fin de dar
última prueba de la pureza de mis intenciones, declaro a usted que a la tropa
que se me oponga le haré entender que soy fuerte y que puedo vencer.
En tan sensible caso no soy responsable de la sangre que corra, y sólo lo
será el Jefe que abuse de mi sufrimiento y patriotismo.
Soy con toda consideración, de usted atento servidor.

Francisco Morazán.

336
— 175 —
Proclama de Caldera, dirigida a los costarricenses, en la que les expresa que
viene a liberarlos de la dictadura del Licenciado don Braulio Carrillo, tras
escuchar el llamado de libertad de su pueblo.
Caldera 9 de abril de 1842.

“Francisco Morazán, a los habitantes del Estado de Costa Rica. Costa-


rricenses: Han llegado a mi destierro vuestras súplicas, y vengo a acreditaros
que no soy indiferente a las desgracias que experimentáis. Vuestros clamores
han herido por largo tiempo mis oídos, y he encontrado al fin los medios
de salvaros, aunque sea a costa de mi propia vida. Compatriotas: El día de
la libertad ha llegado; venid a recibir de mis manos este grandioso presente,
de estas manos que han sido mutiladas tantas veces por defenderlo; venid a
saludar la bandera de los libres, que vuelve a flamear de nuevo sobre el suelo
costarricense, después de tantos años de esclavitud y opresión; venid a colo-
caros en derredor de este hermoso emblema de vuestra regeneración política,
al lado de tantos compatriotas vuestros, dispuestos a sacrificarse en defensa
de vuestros derechos; venid a tomar las armas y municiones que abundan
en nuestro campo y marchemos en seguida contra el tirano, porque todo el
tiempo que éste abuse de la libertad del pueblo, será de oprobio, de sangre y
de luto para vosotros. Costarricense: No más prisioneros sin causa; no más
destierros y confinaciones sin motivo; no más trabajos forzados sin objeto;
no más víctimas inocentes, sacrificadas a la venganza sin ninguna forma de
juicio; no más arbitrariedad y tiranía!
Ya no se verán en lo sucesivo los maridos y padres de familia arrancados
del hogar doméstico con sus esposas e hijos para ir a perecer en los caminos
de Puntarenas y Matina. Al peso de un ímprobo trabajo y al influjo de una
atmósfera mortífera, han sucumbido allí centenares de costarricenses, y los
restos de los cadáveres insepultos, que no han sido el pasto de las fieras, yacen
hoy colocadas en las sinuosidades de un terreno que la barbarie y la ignoran-
cia de un déspota, han querido hacer transitable. No veréis ya vuestras tierras
ocupadas y vendidas, destruídas vuestras casas, segadas vuestras sementeras
sin ninguna indemnización, sólo con el fin de hermosear los lugares en donde
el tirano medita nuevos medios de esclavizaros.
Bajo la égida de la ley, de esta ley que vosotros mismo habéis dictado y
que hoy yace escarnecida y hollada por el tirano que os oprime, estarán en
adelante vuestras vidas, vuestras personas y las de vuestras caras esposas y
337
tiernos hijos, y el encargado de ejecutarla, será desde hoy elegido por vosotros,
porque vosotros sois el soberano.
Un déspota que si tiene unos pocos servidores por el temor, carece de un
solo amigo que haya asociado su causa a la del que ha destruído la libertad de
sus conciudadanos.
Guerra contra Carrillo: libertad del pueblo costarricense; garantías posi-
tivas para todos sin ninguna excepción, es nuestra divisa.
Respeto a la ley, a la moral, a la santa religión y sus Ministros, es el sen-
timiento más íntimo de vuestro compatriota.

Francisco Morazán

338
— 176 —
Pacto del Jocote. Firmado en las vecindades de Alajuela por el General
Francisco Morazán y el Brigadier Vicente Villaseñor, por virtud del cual se
depone al Licenciado don Braulio Carrillo, quien saldrá del territorio en término
perentorio.
El Jocote, vecindades de Alajuela, 11 de abril de 1842.

Ratificado en el siguiente día.

“Reunidos en el paraje de El Jocote los Generales Francisco Mora-


zán, General en Jefe del ejército nacional, por una parte, y el Brigadier
Vicente Villaseñor, General del Ejército del Gobierno, por la otra parte,
con el objeto de lograr un avenimiento entre ambas fuerzas beligerantes
que se hallan a la vista, e impedir que se derrame inútilmente la sangre
centroamericana.
Considerando: que la opinión de los pueblos del Estado, bien pronuncia-
da contra su actual Gobierno, resiste abiertamente su continuación por care-
cer de legitimidad que sólo puede emanar de la libre elección de los mismos
pueblos, han convenido en los artículos siguientes:
Artículo 1° Ambos ejércitos se reunirán en un solo, dándose un abrazo
fraternal, en símbolo de la identidad de sentimientos de que se hallan ani-
mados.
Artículo 2° Se convocará una Asamblea Constituyente, para que organi-
ce el Estado conforme lo demandan sus verdaderos intereses y lo prescriba la
voluntad de los pueblos. Entretanto el mismo Estado será regido por un go-
bierno provisorio que ejercerá el General Francisco Morazán, y en su defecto
el Brigadier Vicente Villaseñor.
Artículo 3° El Licenciado Braulio Carrillo que actualmente se halla en
el mando, lo entregará tan luego como se ponga en su noticia el presente
convenio, y saldrá del territorio de la República en el perentorio término que
se le disigne, garantizándosele su familia y propiedades, que en nada le serán
perjudiciales.
Artículo 4° Si dicho Licenciado Carrillo rehusare cumplir con lo dis-
puesto en el artículo anterior, quedará fuera de la protección del presente
convenio cuyo cumplimiento lo garantiza el mismo ejército reunido, y se ten-
drá por válido y obligatorio tan luego como se haya firmado por ambas partes
contratantes.
339
En fe de lo cual, lo hacen por duplicado, con los jefes y oficiales de sus
respectivas fuerzas en el paraje dicho, a 11 de abril de 1842
Francisco Morazán, Vicente Villaseñor, el General de División Isidoro
Saget, el General de Brigada J. Miguel Saravia, id. Francisco Ignacio Rascón,
Coronel Nicolás Angulo, id. Manuel Bonilla, id. A. Escalante, id. Máximo
Cordero, el Sargento Mayor J. Alvarado, el Capitán Vicente Aguilar, id. José
Benavidez, id. Antonio López, id. Florentino Alfaro, Coronel B. Brusual,
id. M. Merino, Teniente-Coronel E. Aqueche, León Ramírez, D. Ciriaco
Bran, id. Tomás Olivares, id. J. Solórzano, id. Domingo Guzmán, id. M. M.
Choren, id. M. I. Zepeda, Anastasio Mora, Isidoro Melara, Capitán Juan
J. Luna, J.M. Espinar, id. Joaquín R. Gómez, Capitán J. M. Zamora, Pedro
Iglesias, Teniente Julián Echadi, por el Teniente Pedro Monge y por mí, José
Ramón Ortiz; id. Pedro García, id. José Alvarado, Capitán Teodoro Henrí-
quez, id. Juan Pulque, id. Francisco Rovira, id. Juan Pablo Osorio, id. Juan J.
Herrera, id. Francisco Guerrero, id. Estanislao Valenzuela, Ramón Soriano,
id. Gordiano Ulloa, graduado Venancio Iruta, Teniente Seferino Escalante.
Magdaleno Berríos, id. Silverio Muñoz, id. Juan Ranos, id. Vicente Navarro,
Vicente Platero, Subayudante Fulgencio Ocaña, Teniente Juan M. Carazo,
id. Francisco Madriz, id. Pedro Porras, id. M. de Jesús Montoya, Pedro Mo-
rales, Subteniente Miguel Granados, Subteniente Cruz Acosta, id. Manuel
Abarca, Subteniente Gabriel Pacheco, Subteniente Mercedes Araya, Tenien-
te Santa Ana Zelaya, Juan J. Osegueda, Coronado Parracia, Candelario Cor-
tés, Antonio Valencia, Subteniente Manuel J. del Río, id. Tiburcio Elena, id.
Juan Vicente Castro, id. Pioquinto Serrano, Manuel Hidalgo, Teniente Pío
J. Hernández, Subteniente Jesús de la Mata, Subteniente Zenón Mayorga,
Subteniente Manuel Esquivel, Subteniente José Sotero Soto, Subteniente
Bruno Arguello, Subteniente Miguel Herrera, Subteniente Cayetano An-
gel, id. Basilio Muñoz, J. Onofre Selva, Estanislao Joyel, id. Vicente Oliva,
id. Martín Abelardo, Vicente Balverdo, id. Santos Valencia, id. José María
García, id. Baltazar Arias, por cinco oficiales texíguats que no saben firmar, lo
hago yo, José Solórzano”.
Carrillo lo ratificó como sigue: “Reunidos en la ciudad de San José, el
señor Licenciado Braulio Carrillo, Jefe del Estado de Costa Rica, por una
parte, y el General de Brigada señor José Miguel Saravia, como comisionado
al efecto por el General en Jefe del ejército nacional, señor Francisco Mora-
zán, y el General de Brigada, Vicente Villaseñor, General de las fuerzas del
mismo Estado de Costa Rica, en virtud de los plenos poderes que al efecto

340
le han expedido dichos Generales Morazán y Villaseñor; habiéndose presen-
tado al referido Jefe Supremo el convenio que aquellos celebraron el día de
ayer en el paraje de El Jocote para los efectos que en él expresan, y deseando
el mismo Jefe hacer algunas alteraciones al precitado convenio, han acordado
los artículos siguientes:
Artículo 10: El actual Jefe Supremo del Estado de Costa Rica aprueba
por su parte, el convenio celebrado el 11 de abril del presente año en el paraje
de El Jocote, entre los señores Generales Francisco Morazán y Vicente Villa-
señor, con las modificaciones que expresan los artículos siguientes:
Artículo 2° El Gobierno provisorio que debe establecerse en el Estado,
en virtud del artículo 2° del citado convenio, deberá garantizar a los costarri-
censes, sea cual fuere su clase y condición, el pleno ejercicio de sus garantías
individuales, tanto a sus personas como en sus propiedades.
Articulo 3° Los Jefes, oficiales y soldados que se hallan actualmente en
esta plaza, serán considerados en sus respectivos empleos y garantizados en
sus personas y propiedades, y quedarán desde luego incorporados en el ejér-
cito nacional, si voluntariamente deseaban verificado.
Artículo 4° El señor Licenciado Braulio Carrillo, que actualmente se ha-
lla en el mando, lo entregará tan luego como se haya aprobado el presente
convenio, saldrá de esta capital para el puerto de Puntarenas, el día de maña-
na, acompañado del Jefe que nombre el General Morazán, permaneciendo en
dicho puerto el tiempo necesario para encontrar un buque que lo transporte
al punto que le convenga fuera del Estado, y podrá volver al país después de
transcurridos dos años, contados desde la fecha del presente convenio; de-
biendo, después de expirado dicho término, recabar del Gobierno de Costa
Rica, para internarse al Estado, el correspondiente pasaporte, que en ningún
caso podrá negársele. La persona del Licenciado Carrillo, su familia y pro-
piedades, tendrán toda especie de garantías, y por lo mismo en nada serán
perjudicadas.
Artículo 5° La persona, familia y propiedades del señor Manuel Antonio
Bonilla, segundo Jefe del Estado y Comandante General, gozarán también
de toda garantía.
El presente convenio será ratificado por los Generales Francisco Mora-
zán y Vicente Villaseñor, llevándose a pleno y debido efecto tan luego como
se cumpla aquel requisito. En fe de lo cual, lo firman ambas partes contratan-
tes, en el lugar antes dicho, a 12 de abril de 1842. Braulio Carrillo.-J. Miguel
Saravia”.

341
Morazán, ya en camino para San José, ratificó en Heredia las adiciones
que Carrillo hizo en estos términos:
“Cuartel General en Heredia, abril 12 de 1842. Hallándose los anteriores
artículos arreglados al tenor de las instrucciones dadas al General J. Miguel
Saravia, se aprueban en todas sus partes, serán desde luego, puesto en ejecu-
ción y cumplimiento.

Francisco Morazán — Vicente Villaseñ

342
-177-
Segunda circular a los gobiernos de los Estados (es borrador de la que sigue), di-
rigida al Señor Secretario del Gobierno de El Salvador, por lo que explica su regreso a
Centro América. Tiene dos fechas. Una en San Miguel a 25 de Febrero de 1842 y la otra
en Alajuela el 8 de Marzo (ha de ser 11 de Abril) de 1842. 

Al Señor Secretario del Gobierno de El Salvador

La comunicación que con fecha 24 del próximo pasado (febrero) tuve


la honra de dirigir a usted en momentos de mi salida de la ciudad de San
Miguel, contesta anticipadamente la que usted me escribió el 23 del mismo;
y que no recibí hasta el 28 en La Unión, y en circunstancias de hallarse ya
a bordo los jefes, oficiales y soldados que me acompañan; sin que permane-
cieran en tierra otras personas de mi comitiva, más que yo y dos o tre jefes,
puesto que previene de aquella…
Yo habría respuesto (sic por dado respuesta) a ella desde luego si no hu-
biera llegado a mis manos, en circunstancias de hallarme a bordo, a donde me
trasladé para verificarlo con los jefes, oficiales y soldados que me acompaña-
ban, llegando entre tanto al puerto de las fuerzas de ese Gobierno, las cuales
sin previa declaratoria alguna ni otro género de explicación, rompieron el
fuego sobre unas pocas personas de nuestra comitiva que se hallaban todavía
en tierra para traer varios comestibles que habíamos dejado en almacenes.
Este acto de hostilidad (del que nos resultaron hicieran algunos heridos),
así como el que se ejecutó después a nuestro paso paso por la playa de Chi-
quirima, donde (estaba) una partida de tropa apostada para impedirnos que
hiciésemos aguada, supo, viéndonos faltos de aquél elemento, (e) hizo varias
descargas sobre nuestros buques; a su paso me pusieron en la imposibilidad
de comunicar(me) por tierra, sin emplear al efecto la fuerza, cosa que absolu-
tamente he deseado, no obstante los reiterados actos con que se me provoca, y
aún cuando tengo la certeza de (que podía) lograr por medio de ella un triun-
fo seguro sobre los doscientos hombres que vinieron al puesto, pues según
habrán informado a usted sus mismos agentes, tengo abordo de los tres bu-
ques que se hallan a mis órdenes, más de quinientos soldados, cuya decisión y
ardimiento me ha costado (no) poco esfuerzo el contener. Partiendo pues de
ese hecho , cuya autenticidad me excusa debe ser notoria para el Senador Pre-
sidente así como a todos los pueblos; comenzaré por decir a usted que si me
trasladé de La Unión San Miguel, fue precisamente como lo ha acreditado el
343
tiempo, con el sólo objetivo de moderar la exaltación que produjo en muchas
personas la noticia de mi llegada, que les habrá hecho concebir el proyecto,
ya otras veces anunciado, de asaltar las armas, para allanarme el camino hasta
la capital del Estado, lo cual sobre contrariar abiertamente las miras que me
propuse a mi regreso al país, habría causado en otros puntos trastornos de
la misma naturaleza (de los) que siempre se me imputaron por aquellos que
se complacen en tomar como pretextos para hacerme la guerra; los hechos
mismos acreditan que no deseo sino la reconciliación y fraternidad de todos
los centroamericanos. He dicho usted en minota de 25 de febrero (y) me
complazco en repetirlo, que mi conducta durante mi permanencia en la ciu-
dad de San Miguel es el testimonio más inequívoco de la sinceridad de mis
sentimientos, a que la manera de obrar del (sic), y ahora puedo añadirle que
en la manera hasta el extremo sufrida y tolerante con que he sobrellevado los
insultos de hecho, que han… (proferido). Así es que no me sorprende el que
se me atribuya haber mandado un oficial al Departamento de La Paz, con
el fin de revolucionarlo, cuando la única misión que tuvo el Capitán Mayor
Ignacio Zepeda, que sin duda es a quien usted se refiere, ya que marchó al in-
terior con pasaporte de las autoridades de San Miguel, expedido andes de mi
llegada a dicha ciudad; (él) fue (a) entregar a ese Ministerio el pliego que yo
le enviaba anunciando mi arribo a La Unión, y manifestar al mismo tiempo a
mis amigos y a las demás personas que me favorecen con su confianza, que  yo
deseaba a toda costa se mantuviese inalterable el orden y régimen existente en
el Estado, como lo demuestra la circular que he dirigido Municipalidades, y
que acompaño en copia. Si el Mayor Zepeda no cumplió con la primera parte
de su encargo, como lo hizo con la última, el Senador Presidente encontrará la
causa de los justos temores que inspiraron a otro oficial, (y a) las animosidad
y efervescencia desplegadas por algunos de los agentes que rodean al Gobier-
no. Dije a usted de mi nota del 24 y repito ahora, que de todos los extremos
del Estado venían a reunirse hombres decididos a tomar las armas; oficiales,
soldados y paisanos, que cruzan sin garantías de parte del Gobierno. Tengo
aún que repetirle, que la opinión pública es la que ha formado las reclutas,
que usted supone como resultado de mis esfuerzos, y en esta última conside-
rable reunión de hombres, verificada en cortos días desde puntos distantes,
muchos de ellos ocupados por fuerzas del Senador Presidente, podrá él ver
la conveniencia que le resulta que sustraídos otros hombres de la gran masa
de descontentos, se hallen colocados en un punto desde donde no puedan
absolutamente inspirarle recelos. Yo no los he acogido (en lo) absoluto (a) los

344
mismo, fundado (en lo) que debían inspirarme los preparativos hostiles del
Gobierno, sino cuando no podría abrigar la menor duda sobre la realidad de
aquellos, y eso solamente en cuanto se refiere a la seguridad de las personas.
(Ellas) precaven tomar las seguridades y precauciones en tal caso necesarias
para la propia defensa y la de los soldados que me acompañan. Un suceso que
la malevolencia habrá sabido sin duda interpretar en el sentido de sus deseos,
tal vez se tomará como una causa que corrobora los que agitan al Gobierno
de El Salvador;y es la fuga y detención del Comandante José María Agua-
do, cuya conducta pérfida, abusando de la plena libertad que yo le dejé a mi
salida de La Unión, en el libre ejercicio de sus funciones oficiale, me hizo
conocer que sus miras, al embarcarse furtivamente con la guarnición de dicho
puerto para el Estado de Nicaragua, se dirigían exclusivamente a alarmar su
gobierno y habitantes sobre el objeto de mi venida, lo que en ningún modo
debía yo permitir; y por los mismo lo retuve a bordo para ponerlo en tierra
al momento de zarpar de La Unión, lo que ya no pudo verificarse sin peligro
suyo, bajo los fuegos de las tropas del Gobierno. Sírvase usted manifestarle
todo lo expuesto y añadir, por último, que firme hasta ahora en el propósito
de agotar por mi parte todos los medios que hasta ahora en el propósito de
agotar por mi parte todos los medios que existían a mi alcance y (que) sean
compatibles con el honor, para obrar en consecuencia con los que dije a usted
en precipitada bota del 15 (de febrero). 
Espero aún la resolución que el Senador Presidente me ofrece comuni-
car, tan luego como reciba la de los gobierno de los otros Estado, pues ya ha
transcurrido más del tiempo necesario para recibir sus respuestas. 
Me prometo que si los sentimientos que de su orden me expresó usted en
su carta oficial del 18 (de febrero), no fueron más que un ardid para engañar-
me, como tengo sobrado derecho para juzgarlo, en vista de la conducta que
hasta ahora ha observado ese Gobierno, no me hará aguardar largo tiempo
su contestación, protestándole solemnemente que si antes de que ella llegue a
mis manos, se cometiese por parte de sus tropas cualquier acto de hostilidad,
haré uso de la fuerza para repelerlo, pues la moderación y la prudencia deben
reconocer límites, que ya he traspasado en demasía, no siendo por lo mismo
responsable de cualquiera consecuencias que de un rompimiento se originen.
Soy de Vuestra Señoría con toda consideración, atento, obsecuente servidor, 

Francisco Morazán

345
-178-
Circular a los Gobiernos de los Estados de Centro América, suscrita por el Ministro
don José Miguel Saravia, por la que explica las razones de su regreso a Centro América y
lo ocurrido en Costa Rica, San José de Costa Rica 20 de Abril de 1842.

Administración del General Francisco Morazán. 

La comunicación que con fecha 16 del pasado febrero dirigido desde la


Unión del General Francisco Morazán, a ese Supremo Gobierno, lo habrá
informado plenamente de los motivos que obligaron a regresar a la Repú-
blica, junto con los jefes y oficiales que le acompañaban y cuyos servicios así
como los suyos tuvo entonces la honra de ofrecer a todos los gobiernos de
Centro América; igualmente que el buque armado en que el buque armado
en guerra que los condujo a estas playas y el armamento y pertrechos que con
lo pequeños sacrificios compró en las repúblicas de Sur para que se emplacen
en sostener la integridad de nuestro territorio y el decoro y honor nacional.
Notorios deben ser también a los Supremos Gobiernos de los Estados, los
términos en que el mismo general fue acogido por la opinión y entusiasmo
de los pueblos de El Salvador desde los momentos de su desembarque en
dicho Puerto de La Unión y la conducta observada por el Gobierno de aquel
Estado, quien al miso tiempo que manifestaba al General Francisco Mora-
zán el sumo placer con que verá un acto de tan distinguido patriotismo de
su parte y la satisfacción que le causaría el poder de aceptar desde juegos su
ofrecimientos, si para verificarlo no necesitase el acuerdo de los otros gobier-
nos, con quien se hallaba ligado por medio de tratados solemnes, y cuando
se comprometía formalmente a recabar el allanamiento de estos, y a enviar
cerca del citado general dos comisionados de su mutua confianza para que
fuesen los intérpretes de sus benévolos sentimientos, mandó las pocas fuerzas
de que podía disponer para atacar al mismo general a quien le habría sido en
extremo fácil encarmentarlas si tales hubiesen sido sus miras, pues todos sa-
ben que en aquella fecha contaba ya con un considerable número de patriotas,
soldados voluntarios y decididos que en todas partes venías a reunírsele, Mas
prefiriendo abandonar el campo reembarcándose con las tropas que tenía a
sus órdenes, el ver de nuevo derramarse inútilmente la sangre, para él precio-
sa, de sus conciudadanos, lo hizo presente al referido gobierno de El Salvador,
agregándoles, a vista de tal paso no vacilarían en reconocer la sinceridad y
pureza de sus intenciones; pero biend lejos de que así sucediese y recompensa
346
de un comportamiento tan generoso y franco, el Jefe de sus fuerzas vino hasta
la propia playa, y rompiendo el fuego sin ninguna explicación ni otra previa
declaratoria, sobre uno de nuestro botes que se hallaba en tierra, nos privó
de todo medio de comunicación, que no fuese abierto por la punta de las ba-
yonetas, alejando de este modo hasta la más remota idea de un avenimiento
que se buscó también en vano desde La Libertad y Acajutla a donde sucesi-
vamente arribó el convoy con aquel fin, viéndose obligado a recibir y asilar a
bordo a los buques en otros puertos y en las Salinas de Misata a multitud de
salvadoreños exasperados por el sistema de terror e intolerancia que prevalece
en aquel Estado.
Estos hechos y las fusilaciones arbitrarias, asesinatos y atrocidades
cometidas por el Jefe de las mismas fuerzas del gobierno con su autori-
zación y toleración, en el departamento de San Miguel y otros pueblos
de El Salvador completan el largo catálogo de las robustas pruebas que
el General Morazán presentará en breve al público centroamericano, po-
niéndose a su vista documentos irrefragables y auténticos que actualmen-
te se hallan en prensa. 
Refiriéndose entre tanto a lo que los mismos hechos explican por sí solos,
y sin hacer sobre ellos otros comentarios que una muy sencilla observación
que nace de su simple examen; ese Supremo Gobierno no podrá desconocer
que el General Morazán a la cabeza de una numerosa y decidida división
compuesta de antiguos soldados, y a sus órdenes de diestros y expertos jefes
con abundantes recursos, con una escuadrilla de cinco busques para transpor-
tarla fácilmente a donde lo exigiesen las operaciones de la guerra, aclamado
por el voto unísono de los pueblos, con las armas y municiones necesarios
para ponerlos en Estados de defensa, tenía una gran superioridad para com-
batir a la actual administración de El Salvador por grandes que fuesen los au-
xilios que tratasen de presentarle con los otros Estados; pero sí por una parte
afectaban profundamente su ánimo las desgracias y horribles sufrimientos de
aquel pueblo benemérito, por otra, no lo era dable decidirse a destruirse con
un combate por pequeño que fuese la lisonjera esperanza de la reconciliación
general. 
Cediendo, pues, a esta consideración y no poco incluido por la de no ha-
ber recibido hasta entonces respuesta alguna de los otros gobiernos a quienes
dirigió la citada circular, y sabedor además, de que algunos de ellos se esforza-
ban en hacer aprestos de guerra para hospitalizarlos, creyó conveniente darles
con su retirada de las costas de El Salvador, el tiempo necesario para que

347
pensando con más calma y detenimiento en los verdaderos intereses del país,
volviese por sus propios paso, conformándose con la opinión bien conocida
de la gran mayoría de los centroamericanos que en muchos puntos de los di-
versos Estados, aun en aquellos en donde la fuerza trataba de sofocar su libre
expresión, la han hecho sentir de un modo positivo. 
La suerte de Costa Rica demandaba entre tanto los desvelos de todos los
buenos centroamericanos. Regido por la absoluta y única voluntad de un solo
hombre, destrozadas sus leyes fundamentales, desconocida en su ejercicio su
soberanía del pueblo sin garantías políticas ni individuales, sin representa-
ción ni participio en el manejo y arreglo de sus propios manejos, segrega-
do del todo de los otros Estados de la Unión Centroamericana, negándose
absolutamente a concurrir con ellos al reconocimiento de un nuevo pacto,
renunciando hasta el pabellón y armas de la República, tal era su situación
en que este pueblo moral y laborioso se ha encontrado por largo tiempo, sus
quejas aunque sofocadas por reprensiones de muerte, cadalsos y condenas a
trabajos forzados en climas mortíferos y por una policía y por un espionaje.
Los más convencidos y rigurosos, llegaban sin embargo con reiteración al
General Francisco Morazán en solicitud de sus auxilios, y convencidos de que
la independencia sobre tamaños males era un verdadero crimen, así como un
monumento de oprobio y de vergüenza, para la República la prolongación de
semejante régimen, vino al puerto de Caldera con la división de su mando,
y desde la primera choza a que entró el Ejército a sus desembarque, hasta
su capital del Estado que ocupó el 13 del presente abril, su marcha ha sido
triunfal, en medio de la unísona aclamación de los pueblos y de las muestras
más pronunciadas de su gratitud y afecto. 
Dos mil trescientos soldados que el Ex-Jefe Carrillo reunió para defen-
derse, uniendo sus armas a las del Ejército que mandaba el General Mora-
zán, dieron a aquel Jefe, y había desde mucho antes acopiado un numeroso y
escogido armamento y pertrechos de guerra en tanta abundancia, cual tal vez
no lo ha tenido antes de ahora ninguno de los Estados de Centro América,
el terrible desengaño de que tan solo opinión constituye la fuerza efectiva
de los gobiernos. Los convenios celebrados en el paraje del Jocote u en esta
Ciudad los días 11 y 12 del corriente, y de que le acompaño ejemplares im-
presos, impondrán a Ud. de los plausibles términos en que se han efectuado
la regeneración de los costarricenses y de los genuinos títulos que colocan por
la libre y espontánea elección de aquellos, al General Morazán al frente de
su gobierno. 

348
Cometería una gran injusticia si al informar a los otros Estados de este
importante acontecimiento, omitiese significarles que no habiéndose dispa-
rado ni un solo tiro, ni una sola lágrima; ni una sola gota de sangre no se han
vertido en esta vez, debido en gran parte al patriotismo de los pueblos y del
ejército costarricense y civismo de su General, Jefes y Oficialidad. 
En consecuencia de dichos convenios el señor Carillo se han embarcado
el 17 y en la goleta, salió hoy de La Libertad, con destino a los puertos del
Perú; y los artículos de la referida estipulación, cumpliéndose religiosamen-
te, mantienen al Estado en la más perfecta paz y tranquilidad, y no ha sido
turbada ni aún por el más pequeño desorden de aquellos que las más veces
acompañaban los grandes cambios políticos del Estado.
El Departamento del Guanacaste tan luego como supo el arribo del Ge-
neral Morazán a Calderas, se levantó en masa y pronunciandose simultánea-
mente contra la administraci´n del Ex-Jefe Carrillo; puso sobre las armas
sus milicias y a las órdenes de dos distinguidos Jefes demandó para que se
incorporase al mismo General una columna de cuatrocientos infantes y cien
caballos, al que después de dark las expresivas gracias, que merece un acto de
tanto patriotismo, el Gobierno (la) andado regresar a dicho departamento,
por no tener ya objeto en estos sus servicios. 
Tal es, Señor Ministro la sencilla y verídica relación de cuanto ha ocu-
rrido y que Ud.podrá confirmar con los documentos públicos que tengo la
honra de incluirle. En ellos se encuentran consignados los principios de to-
lerancia y olvido que forma el programa que se propone a aseguir la actual
administración de Costa Rica en su gobierno interior, así como las medidas
que con urgencia han demandado las circunstancias para ocurrir en lo posible
a remedio de los inclusos males que aquejaban a sus habitantes. 
Con respecto a las relaciones con los otros Estados de la República, la
Política del gobierno de Costa Rica será la que convenga p0ara establecer y
estrechar los lazos de amistad unión que por tantos títulos deben existir en-
tre todos los pueblos de la República, como partes integrantes de la Nación
centroamericana; y con este fin se halla dispuesto a concurrir a todos aquellos
actos que atiendan a procurarlas. Finalmente, me ha ordenado el General Jefe
provisorio, manifieste a Ud., para conocimiento de su Gobierno, que si como
hombre privado, y desde el lugar de voluntario destierro que se impuso por la
paz y quietud del país, no puedo ser indiferente a los ultrajes que sufría y al
menoscabo de su integridad y honor, como encargado del Ejecutivo de Costa
Rica, uniendo sus votos a los de todos sus hijos, ofrece de nuevo sus servicios,

349
y a los habitantes del Estado, y los inmensos elementos de guerra que en él
existen para la defensa de una causa tan sagrada. 
Tengo el honor Sr. Ministro de suscribirme de Ud. con toda considera-
ción, atento Servidor. 

J. Miguel Saravia

350
-179- 
Mensaje del Jefe Provisorio del Estado, que dirige a la Asamblea Constituyente de
Costa Rica, en la que explica su conducta en este Estado y les señala las responsabilida-
des que han asumido para restablecer la Nación, San José 10 de Julio de  1842.
 

Ciudadanos Representantes:

Las excitaciones continuas de los costarricenses, oprimidos por un go-


bierno hasta hoy sin modelo en la historia de la revolución de la América
Española, que espero no tendrá imitadores, me obliga a desembarcar en estas
costas con los militares que acompañaban, y la libre y espontánea opinión del
pueblo me colocó en el mando supremo del Estado. Las providencias dicta-
dos en los pocos días de mi Administración, de que se os dará conocimiento
por el Ministerio, se hallan consignadas a la prensa y grabadas en la memoria
de los buenos costarricenses. En ellas encontraréis un testimonio fiel de los
verdaderos y justos motivos que me condujeron a este Estado, y una nueva
prueba de mi adhesión a sus honrados y pacíficos habitantes. Si algo he-
mos hecho mis compañeros de armas y yo, vuestra reunión es nuestra mejor
recompensa. Y si desde el lugar en que os ha colocado el voto de vuestros
conciudadanos, contempláis la triste y lamentable situación del desgraciado
pueblo que compuso en otro tiempo la República de Centro América, y de-
cididamente cooperáis al restablecimiento de sus derechos, hollados bajo el
santo nombre de la libertad, llenaréis el primero y más sagrado de vuestros
deberes, y satisfaréis nuestros más ardientes votos. 
No deben decidir las armas una cuestión, sostenida por el interés de unos
pocos contra la opinión pública, que proclaman la unidad nacional. En el pre-
sente siglo, en que la razón ilustrada se ha colocado en el lugar que ocupara en
otro tiempo en otro tiempo la fuerza, la necesidad de un triunfo solo puede
encontrarse en la ciega obstinación de los que lo provoquen; porque siempre
la huella del soldado vencedor deja manchas sangrientas, que no pueden bo-
rrar ni el tiempo ni las lágrimas de todo un pueblo. 
La conducta que he observado desde que toqué en el primer puerto de
la República, es el resultado de este convencimiento. En obsequio de la paz y
de la reconciliación de los partidos, he renunciado con el más vivo placer de
todas las ventajas que me habría proporcionado la guerra aunque desgracia-
damente hasta ahora el sacrificio de mi amor propio es el único efecto que
han producido mis repetidos, cuatro sinceros ofrecimientos, dirigidos a los
351
gobiernos de los Estados. Algunos de estos han hecho de ellos el tema de
tantas producciones que se han prodigado por la prensa, mientras que han
merecido una favorable acogida en la inmensa mayoría de los centroamerica-
nos sirviéndoles de enseña para acabar de informar la opinión. 
Este feliz resultado, que borró la desagradable impresión que había he-
cho en mi ánimo aquella conducta, me decidió a nombrar dos comisionados
cerca del Jefe del Estado de Nicaragua, ampliamente autorizados para hacer
la paz y acordar amistosamente los medios de poner término al desorden.
A pesar de los vivos deseos del pueblo nicaragüense expresados en diversos
modos en favor de esta medida, los comisionados no fueron admitidos por
aquel gobernante bajo pretextos que solo puede justificar el ciego espíritu de
partido. 
Si han sido por ahora burladas mis esperanzas, nunca serán las de la pa-
tria. La opinión armada vencerá, en este caso, las pequeñas resistencias que se
le opongan y se salvará la República. 
Un pueblo que ha recorrido la inmensa escala de la anarquía, recogiendo
sólo frutos de la muerte y exterminio, encuentra siempre los medios de mejo-
rar su suerte, en la destrucción de los que ha conducido a la desgracia. 
Las lecciones de una costosa experiencia, adquirida en el funesto teatro
del desorden, dieron libertad a Roma, instituciones en Francia y estabilidad
a los gobiernos de Chile y Venezuela. Estos dos últimos pueblos, que acaban
de sufrir, como nosotros, los males de la anarquía, hoy disfrutan de paz y
civilización. Resolviendo así el problema de la posibilidad de establecer sis-
temas republicanos en la América española, nos han dado al mismo tiempo
un ejemplo que debemos imitar, si queremos que algún días Centro América
reaparezca entre las naciones. 
Ciudadanos. Representantes; si son grandes vuestros deberes, son ma-
yores las esperanzas de los que han sufrido la alternativa de inmensos males
ocasionados por una tiranía exagerada o por una libertad sin límites. Los
centroamericanos, que todo lo aguardan de vuestra ilustración y patriotismo,
tienen fijas en vosotros sus miradas. Recordad, Legisladores, que la desorga-
nización de la República atrajo sobre Costa Rica los males de un poder arbi-
trario y despótico, y que el Ejército destinado a salvar esta misma República
hoy, le ha dado la libertad leyes. Si este Estado Si este Estado, pues, ha de
continuar unido a aquella, para que no vuelva a ser la presa de un ambicioso,
que encontró en la insidiosa y risible independencia que proclamara a aluci-
nar a los incautos, los medios de oprimirlos sin responsabilidad, antes de ocu-

352
paros de constituirlo, todas vuestras miras, todos vuestros conatos, esfuerzos y
sacrificios debéis dirigirlos al restablecimiento de la Nación.
Contad para esto con el Ejército que se halla dispuesto a salvarla o pe-
recer. Tal es el solemne juramento que a su nombre tengo la honra de prestar
el día mismo de vuestra instalación. Juramento, que hago con tanta más con-
fianza, cuanto que este acto augusto de la soberanía del pueblo es el mejor
testimonio que puedo presentaros de nuestra decisión para cumplirlo.

Francisco Morazán.

353
-180-
Proclama que dinge a los Pueblos de Centro América, en la que explica que ha
reunido a una Asamblea Constituyente en este Estado, llamada a la obra de la
regeneración de la República.
Les expresa que si fuesen desoídos en Centro América sus llamados, “nuestras
armas trazarán el camino a la victoria”
San José 29 de Julio de 1842.

El General Jefe Supremo Provisorio del Estado de Costa Rica Francisco


Morazán, por sí y por el Ejército de su mando, a los habitantes de Centro
América.
El remedio de los males públicos exigía una medida grande y nacional,
deducida del sistema representativo, que tuviese su origen en el pueblo y que
fuese apoyada en la opinión. —Esta es sin duda, la que comprende el decreto
de 20 del presente expedido por los dignos legisladores de este Estado, en el
que respetando el principio de la soberanía del pueblo, excita a éste para que
se ocupe por el mismo de su suerte futura.
La Asamblea Nacional Constituyente, que en dicho decreto se propone,
compuesta de representantes elegidos directamente por este mismo pueblo,
es un poder que concilia todos los intereses, que une todas las voluntades de
los que sinceramente apetecen la prosperidad de su país, porque miran en este
acuerdo eminentemente liberal y popular, la única tabla en que puede salvarse
la nación del naufragio que la amenaza.
¿Quién será aquel centroamericano que ose oponerse a que todos los
pueblos se ocupen hoy, de la grande obra de su regeneración política?
¿Quién será aquel que todavía insista en sostener esa convención impo-
pular, concebida por los que ahora la defienden, en el seno de pasiones
innobles, creada por un ciego espíritu de partido, y sostenida por los in-
tereses mezquinos de hombres, que aun para hacer el mal no han podido
ponerse de acuerdo? ¿De esa convención decimos, que nos recuerda los
oscuros siglos del feudalismo; decretada por los gobiernos de los esta-
dos; compuesta de representantes elegidos, pagados e insu-uidos por es-
tos mismos gobiernos, para que se ocupen únicamente de sostener, bajo
pretexto de una absoluta independencia y soberanía, el despotismo que
desconoce las leyes y lo esclaviza todo por la fuerza? ¿De esa convención,
repetimos, envuelta en los misterios de una insidiosa y oscura política,
cuya dudosa existencia anunciada por dos años, nos obligaría a colocarla

354
entre los hechos fabulosos de la mitología, si la historia no reclamara, con
justicia los inmensos males que han causado sólo su nombre, a los centro-
americanos? Si los verdaderos autores de ella, confiesan su ineficacia con
la misma franqueza y buena fe con que la sostuvieran en otro tiempo, en
vano insisten y se esfuerzan en defenderla, los que pretenden hoy hacerla
servir a sus miras antisociales.
Dos años de anarquía, de sangre, de muerte y de luto para los centroame-
ricanos, abundan en hechos demasiado elocuentes, contra los que nada pue-
den los miserables subterfugios con que pretenden sus autores disculparse.
Dos años ha que la República de Centroamérica fue borrada de la lista de las
naciones; porque desapareció el gobierno que le daba nombre y representa-
ción, al influjo de unos pocos demagogos que la oprimen y tiranizan. Hace
dos años que esa llamada convención debió darle una nueva forma, tantas ve-
ces ofrecida e inútilmente esperada hasta ahora. Apenas se puede concebir la
idea de que un Estado compuesto de un millón y seiscientos mil habitantes,
pudiese existir tanto tiempo sin gobierno. No hay un solo ejemplo de ese he-
cho escandaloso, que desconocen la historia de todos los siglos. Donde quiera
que ha habido hombres en sociedad, jamás ha faltado un Jefe que los mande
a nombre de la ley o de la fuerza. Solo a Centro América estaba reservado
presentar al mundo este fenómeno político, como resultado de la incapacidad
de los que al presente se apellidan sus directores.
Invocando éstos el santo nombre de libertad para profanarlo, se han
apoderado de los destinos que deshonran y de la dirección de la República,
que han hecho desaparecer. Sentados hoy, sobre las ruinas de la desventurada
patria, amenazan aun con ellas a los que pretenden restablecer sus derechos
y dignidad social. Al paso que se niegan a admitir las proposiciones que se
les hacen para salvarla, insisten y se obstinan en llevar adelante los medios
que tan eficazmente han empleado en destruirla. Su propia nulidad los irrita
y exaspera, y el odio y la venganza los arrastra a perecer con ella, antes que
unirse con sus verdaderos defensores.
A par de este puñado de hombres, que han desacreditado en todas partes
la causa de la libertad, se encuentran ciudadanos honrados, distinguidos pa-
triotas y sujetos de conocido mérito y de acreditada ilustración, que conven-
cidos de lo inadecuado de nuestras instituciones de buena fe se empeñaron en
mejorarlas. Si se equivocaron en los medios de conseguirlo esta es la común
suerte de los innovadores, que antes de transigir con el partido de oposición,
se echan en brazos de hombres, que dirigiendo la revolución en su provecho,

355
solo se acuerdan de la patria para ensangrentarla, y de las leyes para conver-
tirlas en el ciego instrumento de bajas y mezquinas pasiones.
Aquellos pertenecen a la causa de la regeneración de la República. Si sus
compromisos actuales y el lugar en que se encuentran colocados los separa
de nosotros, confundiéndolos con los verdaderos enemigos del pueblo, sus
manos no están manchadas con sangre y su corazón arde en sentimientos que
hacen honor a su ilustración y civismo. Víctimas de la confianza con que se
entregaran a los autores de los males públicos, ansían por que llegue el mo-
mento de acreditar, que no se ha extinguido en su pecho el amor patrio que
los lanzara en un trastorno que no les ha sido posible contener.
La experiencia de nuestros propios yerros, la que de los hombres, y de las
cosas hemos podido adquirir en una revolución dc veinte años, y la ventajo-
sa posición en que nos colocan los recursos con que contamos y la opinión
pública que secunda nuestros esfuerzos, son suficientes motivos par que se
persuadan estos honrados ciudadanos de la sinceridad con que hoy les exten-
demos nuestros brazos y brindamos nuestra amistad.
En garantía de estos desinteresados ofrecimientos, presentamos a todos
los centroamericanos, la convocatoria de una Asamblea Nacional Constitu-
yente, compuesta de Representantes elegidos populosamente, como el único
poder capaz de dar nueva vida a la República, el más grande y digno de un
pueblo libre, y el más honroso título para que todos olvidemos generosamen-
te lo pasado, y no nos acordemos más que dc la patria.
Pero si desgraciadamente fuesen desoídos nuestros votos si no encontrá-
semos en el seno de la amistad, ni en el interés de una franca reconciliación,
los medios de salvarla, el poder irresistible de la opinión pública sabrá trazar a
nuestras armas el camino que nos conduzca a la victoria, y proporcionar a los
centroamericanos un gobierno de leyes, que les de paz, libertad y civilización.

Francisco Morazán.

356
-181-
Decreto de la Asamblea Nacional Constituyente del Estado de Costa Rica, sobre
la reconstrucción de la República Federal. Queda autorizado el Poder Ejecutivo a obrar
como convenga a fin de que tenga efecto la reorganización de la República. San José 21
de Julio de 1842.

1o. Que la posición topográfica de Costa Rica, sus intereses, relaciones y


simpatías lo llaman a ser parte integrante de Centro América, como lo
ha sido desde antes del glorioso pronunciamiento de independencia ab-
soluta de la dominación española.
2o. Que por tan justas consideraciones concurrió con los demás Estados a
acordar el pacto de 1824, por el cual se proclamaron y constituyeron en
Nación soberana, libre e independiente acordando las bases para un go-
bierno que los representara en el exterior y conservase la unidad nacional,
y para darse instituciones análogas a sus necesidades e intereses, en la ca-
pacidad de Estados independientes entre sí y ligados por la Constitución
general.
3o. Que si los vínculos de asociación política de los mismos Estados apare-
cen rotos por las vías de hecho, el pueblo de Costa Rica no ha descono-
cido la conveniencia de  el imperio de las leyes, darle vida a la República
y consolidar la paz que tanto interesa al honor, respeto y bienestar de la
misma.
4o. Que una triste experiencia adquirida con inmensos sacrificios convence
que la dislocación de los Estados los ha comprometido en sus relaciones
exteriores y puesto a merced de las disensiones intestinas.
5o. Que Costa Rica no habría sufrido la calamidad con que le afligiera el
tirano, si a la sombra de un gobierno de leyes en la República sus votos
no hubiesen sido sofocados por las facciones que eran consiguientes a la
completa desorganización de aquellos; y
6o. Que para evitar nuevas y dolorosas consecuencias en la marcha política
del Estado, es no sólo conveniente y necesario, sino de la más urgente
necesidad, promover por cuantos medios sean al alcance la reorganiza-
ción general de la República y el establecimiento en ella de un gobierno
liberal, sólido y fuerte, con unanimidad de votos, decreta: 
Artículo 1o. El Estado de Costa Rica, que, por una mano atrevida y cri-
minal, fue sustraído de las leyes y autoridades nacionales creadas a virtud del
pacto general, pertenece a la República de Centro América, y es y será parte
357
integrante de ella, según lo expresa la Ley Fundamental de 21 de enero de
1825.
Artículo 2o. El Estado de Costa Rica requiere decididamente la reorga-
nización de la República a que pertenece, y excita para tan grandioso objeto,
e interesa el patriotismo de todos los centroamericanos.
Artículo 3o. El Estado de Costa Rica, concurrirá con los demás Estados
por medio de sus representantes, electos directamente por el pueblo con am-
plios poderes, a un gran Congreso o Asamblea Constituyente, que se ocupará
de la formación dc un nuevo pacto bajo bases sólidas que hagan la prosperi-
dad pública y den una verdadera seguridad interior y exterior; y
Artículo 5o. El Poder Ejecutivo del Estado queda autorizado para obrar
como convenga a fin de que tenga efecto la reorganización de la República y
establecimiento de la unidad nacional, que reclaman altamente los deseos e
intereses de los centroamericanos.
Comuníquese al Poder Ejecutivo para su cumplimiento y publicación.
Dado en la ciudad de San José, a los veinte días del mes de julio de mil ocho-
cientos cuarenta y dos. José Francisco Peralta, Diputado Presidente, Joaquín
Bernardo Calvo, Diputado Secretario, Félix Sancho, Diputado Secretario.
Por tanto: ejecútese, circúlese y publíquese. Casa de Gobierno, San José,
julio 21 de mil ochocientos cuarenta y dos.

Francisco Morazán

358
- 182 -
Vicario de Costa Rica, el Presbítero José Gabriel del Campo, relativa a la recupera-
ción de los restos del General Lomar, ex-presidente del Perú, para ser repatriados. San
José 2 de septiembre de 1842.

Señor Vicario del Estado José Gabriel del Campo. 


Señor de mi mayor estimación y amistad:

Desde que salí del Perú, contraje el compromiso de mandar los restos del
ilustre General Lamar, que están depositados en ese panteón (de Cartago).
Entre las muchas personas distinguidas que me hicieron este encargo,
se encuentra el General P(edro) Bermúdez, a quien debo la mejor amistad.
No dudo, pues, que usted contribuirá por su parte a que pueda cumplir
el ofrecimiento de justicia y de gratitud. A este fin se escribe a usted por el
Ministerio (General) y yo me tomo la satisfacción de acompañar la copia del
acta que debe celebrarse en los términos que se acostumbra en tales casos.
Me es muy satisfactorio, Señor Vicario, tener esta ocasión para repetirle
que soy con la mejor amistad, su muy apasionado y atento servidor, que besa
sus manos,

Francisco Morazán.

359
-183-
Presbítero José Antonio Castro acerca de la sublevación del día 11 de Septiembre
en la que manifiesta la debilidad de la sublevación y su tolerancia, sólo para ahorrar san-
gre y víctimas al país. San José 12 de Septiembre de 1 842, A las 4 de la tarde.

“Señor presbítero José Antonio Castro.


San José, Septiembre 12.
A las 4 de la tarde de 1842. 
Muy señor mío:

Acabo de recibir la de usted de esta fecha, a la que contesto que como


me son del todo desconocidos los proyectos y miras de los soldados que se
sublevaron ayer, nada puedo proponerles, hasta que usted, poniéndome al co-
rriente de unos y otras, se sirva significar a los pronunciados que todo arreglo
debe comenzar porque nombren una persona con quien conferenciar sobre
el particular.
Desde ayer aguardaba la respuesta de usted al encargo que le hice a nues-
tras vistas y su falta me había hecho mantenerme a la defensiva. Hablo a
usted con toda franqueza: si no he batido a las pocas guerrillas que tirotean la
plaza, es porque deseo en lo posible economizar sangre. No se me oculta que
carecen de parque y aun el que queman en sus débiles ataques revela por su
clase la suma escasez en que se hallan. Se también que heredianos en su ma-
yor parte se devolvieron y lo sé todo. Tengo soldados, municiones y artillería
numerosa, y sobre todo mucha decisión ; pero aun más que todo tengo un
vivo interés en ahorrar sangre y víctimas al país.
Creo que usted abunda en idénticos sentimientos, y que por lo mismo
espero de su actividad me conteste lo más pronto posible, en la inteligencia
de que cuanto se acuerde debe ser exclusivo para el departamento de San
José, pues respecto al de Alajuela hice ayer manifestaciones a sus autoridades,
que me acreditan han sido admitidas (por) los buenos comportamientos de
sus habitantes, en su gran mayoría. A los heredianos desde ayer les ofrecí por
medio de su comandante que ya no marcharán en el ejército .
Soy de usted afectísimo atento servidor,

Francisco Morazán.

360
-184-
Carta que dirige al General Isidoro Saget, en la que le indica que debe rendir las
armas, dado que yo muero dentro de tres horas.
San José 15 de Septiembre de 1842.

Sr. General Isidoro Saget.

Del momento rendirá Ud. las armas, poniéndolas a disposición del Co-
mandante General de Costa Rica, Sr. Antonio Pinto, sin omitir entregar to-
dos los elementos de guerra que hayan salido a Puntarenas, Guanacaste, etc.,
con todo lo destinado para la guerra naval.
Estoy preso con varios de mis Oficiales, de los pocos que quedan vivos
en la terrible derrota que he sufrido, habiéndose principiado la guerra por un
pronunciamiento el domingo 11 y concluido antes de anoche, fecha 14, a las
cuatro y media de la mañana, con considerable pérdida de hombres que me
auxiliaban.
El ejército de los cuatro pueblos pronunciados a la vez, consta de más
de cinco mil hombres que sólo presentan un semblante investido del furor
propio del más valiente guerrero. No hay fusil, rifle, lanza, etc., que no esté en
mano para obrar contra Ud. en su caso.
Yo muero dentro de tres horas de este día y estoy cierto que mi familia
también perecerá en manos de pueblos llenos de calor, como están todos los
aliados. Ud. y la tropa de su cargo serán víctimas sin alguna duda si opone la
menor resistencia; así es que la existencia de mi desgraciada familia, como la
de ud. y Oficiales, depende forzosamente del rendimiento de Ud., a quien en-
carecidamente suplico como amigo y ordeno como su Jefe, ejecute esta orden.
No omito decirle que las garantías para mi familia, Jefes, Oficiales, etc.,
que a Ud. acompañan, son ciertas y seguras, al paso que quedarían fuera de la
Ley si de algún modo hubiese oposición y entonces mi triste familia será la
primera que sigue al sepulcro.
Soy de Ud. como siempre afectísimo amigo y servidor,

Francisco Morazán

361
- 185-
Testamento de Francisco Morazán. En él declara que no ha merecido la muerte y
protesta que únicamente ha intentado defender el Departamento del Guanacaste desde
Nicaragua. Declara que su amor a Centro América muere con él.
 San José 15 de Septiembre de 1842.

DÍA DEL ANIVERSARIO DE LA INDEPENDENCIA, CUYA


INTEGRIDAD HE PROCURADO MANTENER
“En el nombre del Autor del Universo en cuya religión muero,
“DECLARO que soy casado v dejo a mi mujer por única albacea.
“Declaro que todos los intereses que poseía míos y de mi esposa, los he
gastado en dar un gobierno de leyes a Costa Rica, lo mismo que 18,000 $ diez
y ocho mil y sus réditos, que adeudo al Sr. General Pedro Bermúdez.
“Declaro que no he merecido la muerte, porque no he cometido más falta
que dar a Costa Rica, y procurar la paz a la República. De consiguiente, mi
muerte es un asesinato, tanto más agravante, cuanto que no se me ha juzga-
do ni oído. Yo no he hecho más que cumplir las órdenes de la Asamblea, en
consonancia con mis deseos, de reorganizar la República
“Protesto que la reunión de soldados que hoy ocasiona mi muerte, la he
hecho únicamente para defender el departamento del Guanacaste, pertene-
ciente al Estado, amenazado según las comunicaciones del comandante de
dicho departamento, por fuerzas del Estado de Nicaragua. Que si ha cabido
en mis deseos el usar después de algunas de estas fuerzas para pacificar a la
República, sólo era tomando de aquellos que voluntariamente quisieran mar-
char, porque jamás se emprende una obra semejante con hombres forzados.
“Declaro que al asesinato se ha unido la falta de palabra que me dió el
comisionado Espinach de Cartago, de salvarme la vida.
“Declaro que mi amor a Centro América muere conmigo. Excito a la
juventud que es llamada a dar vida a este país, que dejo con sentimiento, por
quedar anarquizado, y deseo que imiten mi ejemplo de morir con firmeza,
antes que dejar abandonado al desorden en que desgraciadamente hoy se
encuentra.
“Declaro que no tengo enemigos, ni el menor rencor llevo al sepulcro
contra mis asesinos, que los perdono, y deseo el mayor bien posible.
“Muero con el sentimiento de haber causado algunos males a mi país,
aunque con el justo deseo de procurarle su bien; y este sentimiento se aumen-
ta porque cuando había rectificado mis opiniones en política, en la carrera de
362
la revolución, y creía hacerle el bien que me había prometido, para subsanar
de este modo aquellas faltas, se me quita la vida injustamente.
“El desorden con que escribo, por no habérseme dado más que tres horas
de tiempo para morir, me había hecho olvidar que tengo cuentas con la casa
de Mr. M. Bennett de resultas del corte de maderas en la costa del norte, en
las que considero alcanzar una cantidad de diez a doce mil pesos, que perte-
necen a mi mujer, en retribución a las pérdidas que ha tenido en sus bienes
pertenecientes a la hacienda de Jupuara, y tengo además otras deudas que no
ignora el Sr. Cruz Lozano.
“Quiero que este testamento se imprima en la parte que tiene relación
con mi muerte y los negocios públicos”.

Francisco Morazán.

363
364
ANEXO
“Apuntes sobre la Revolución de (1)829”
(Memorias de David).

365
366
Anexo 1.

-186-
“Apuntes sobre la Revolución de (I) 829”. Conocidos además como “Memorias de
David”.  Escritos en la ciudad de David, provincia de Veraguas, República de Nueva Gra-
nada en 1840-41

“Para escribir la vida de los hombres públicos que han figurado en tiem-
pos pacíficos bajo un Gobierno constitucional, basta conocer los hechos y las
leyes, y ser exacto e imparcial en las observaciones Para conocer la de los que
han figurado en tiempo de revolución y anarquía, cuando no ha existido más
ley que la salvación de la patria no es suficiente hallarse impuesto de los suce-
sos, conocer sus causas ostensibles y pesar las circunstancias que influyeran en
ella; es también necesario buscar el verdadero espíritu que los ha dictado en
los secretos del corazón humano; sin dejarse seducir por los que aparentando
imparcialidad, se constituyen en intérpretes de éste, con la mira de satisfacer
sus bajas y mezquinas pasiones.
“Una misma acción puede ser, o aconsejada por el interés común, o su-
gerida por una atroz venganza, y merece en aquel caso la aprobación pública,
por ser en este reputada por un delito imperdonable.
“La muerte de César habría sido un crimen a los ojos de los romanos, si
éstos no hubieran conocido los motivos que obligaron a Bruto a ejecutarla—
y no se atribuyera hoy, al Gobierno inglés el deseo de abreviar  los días de la
vida de Napoleón, se hubiera justificado las causas que le obligaron a colocar-
le bajo la mortífera atmósfera de la isla de Santa Helena.
“No es menos cierto, que el espíritu de partido ha podido engañar mu-
chas veces al escritor imparcial, y transmitir, por este artificioso medio a la
posteridad, como verdades históricas, lo que sólo era obra de la venganza y
de la adulación. Pero esta falta no pertenece exclusivamente a los que nos
han dado a conocer lo que ha ocurrido en el antiguo mundo: lo es también
de los que se dedican a instruir a las generaciones venideras de lo que pasa en
el nuevo, en donde han adquirido numerosos estímulos las pasiones, por el
abuso que se hace de la imprenta.
“No se crea por esto que yo desee que se limite por una censura previa.
Cualesquiera que se establezca para destruir un vicio, que es inherente a la
libertad de publicar los pensamientos, llevaría consigo el germen que también
367
destruyese esta saludable institución, que si ha sido el mejor sostén de los go-
biernos monárquicos moderados, es, sin disputa, el alma de las instituciones
democráticas.
“Si, varias veces, se ha abusado de ella contra mí para insultarme, y pro-
testo a los centro-americanos a quienes me dirijo, quc lejos dc disputar a mis
enemigos la posesión de este miserable recurso, procuraré no traspasar los
límites de la moderación y del decoro.
“No escribo para exaltar pasiones, y menos para revelar faltas y decir in-
jurias de Jalapa y México —sólo tomo la pluma para vindicarme-— sólo este
sentimiento ha podido vencer la resistencia que siempre ha tenido para hablar
de la Nación, aún en favor de mi propia causa, porque ni nunca me he conside-
rado con la disposición que se requiere en aquel caso, ni con la humildad que
se necesita en éste para mendigar un defensor, pues siempre he creído que él
no aspira a engañar debe presentarse al pueblo con sus propios colores.
“En los ocho años que serví la primera “Magistratura”, muchos de mis
enemigos obtuvieron destinos públicos, sin detenerse a examinar la legalidad
de mi elección, ni los motivos que me conservaron en el poder; y a otros que
me prodigaban injurias, siempre les acredité con mi silencio, que no deseaba
hacer uso para desmentirlos de las -ventajas que me daba mi posición.
“Más cuando observé que en la desgracia hasta algunos de mis amigos
me juzgaban, me decidí a escribir mi vida pública...
“No pudiendo fiar a la memoria todos los acontecimientos ocurridos en
una revolución de catorce años, pedí los documentos necesarios a Centro
América—Pero entretanto estos llegan, el tiempo pasa, mis enemigos dan
una siniestra interpretación a mi silencio, arrojan sobre ni nuevas calumnias, y
no se hallan al alcance de todos mi conducta pública que los desmienta —Es
por esto que me veo obligado ahora a hablar siquiera de una manera sucinta
de los principales acontecimientos ocurridos en la revolución de 828, que han
sido maliciosamente desfigurados por unos, o censurados injustamente por
otros —Procuraré apoyarlos en documentos dignos de toda fe, y en testigos,
que a la calidad de intachables, por el buen crédito que merecen, reúnan la
panicular circunstancia de contarse ellos en el número de mis enemigos —La
relación íntima que tienen algunos de los hechos que voy ahora a referir,
acaecidos antes de la guerra de 1828, con la materia de que me ocupo, no me
permite pasar aquellos en silencio.
“La elección de presidente de la República hecha por el Congreso en el
ciudadano Manuel José Arce, contrariando el voto de los pueblos que dieron

368
sus sufragios al ciudadano José del Valle fue, en mi concepto, el origen de las
desgracias de aquella época. Dos partidos concurrieron a ella—En el uno
se hallaban los más ardientes defensores de la independencia y los mejores
amigos de la libertad. Estos le dieron sus votos para que sostuviese la Cons-
titución federal, que era obra suya. Sc encontraban cn cl otro los enemigos dc
esta Constitución los amigos de la dependencia española y los que unieron la
República al Imperio Mexicano. Estos le dieron sus sufragios con la esperan-
za que cooperáse a la variación del sistema,
“Ambos bandos tenían motivos de confianza en su candidato. Aquel cita-
ba en su apoyo la conducta que el ciudadano Manuel José Arce había obser-
vado en favor de la independencia. Este tenía por garantías la opinión que el
mismo Arce manifestó desde México al lado Obispo Delgado, con respecto
al sistema que convenía a Centro-América, y las que conservó siempre contra
el federalismo; que no daban a la verdad las mejores seguridades de su buen
modo de proceder en el gobierno.
“Puede, sin descrédito, un ciudadano, sacrificar sus opiniones particulares
al cumplimiento de sus deberes como hombre público; esto es posible. Pero
no puede voluntariamente colocarse, sin mancillar su reputación, en la difícil
alternativa de faltar a sus juramentos, o causar las desgracias de su patria, y
esto hizo Arce.
“El admitió la primera Magistratura de un gobierno contrario a sus opi-
niones, prestó el solemne juramento de ejecutar y hacer cumplir una cons-
titución que, según lo repite tantas veces en su memoria de 830 impresa en
México, sistema la anarquía, y autoriza el desorden.
“Si esta conducta no puede conciliarse con la que debiera observar el pa-
triota y el alto funcionario, ella sin embargo descubre los verdaderos motivos
que le obligaron a apoyar sus repetidas infracciones de la Constitución, en un
partido que al deseo de variarla, añadían algunos de sus principales directores,
la halagüeña esperanza de encontrar en Arce el héroe que le hiciese olvidar la
sensible pérdida del emperador Iturbide.
“No podría ciertamente reconocerse en este modo de proceder, al hom-
bre agradecido por la alta distinción con que lo honrarán los pueblos llaman-
da regir sus destinos, si el deseo de ser a los ojos de estos mismos pueblos el
bienhecho del primer lustro de libertad, o por lo menos, el primer patriota de
la época no vinieran en su auxilio a disculparlo. 
¡Funesta presunción que tantos males ha causado a la República!

369
“Si el ciudadano Manuel José Arce se hubiera negado a admitir la pre-
sidencia, se habría excusado del doble compromiso que sus opiniones con
respecto a la Constitución, le habían sin duda prever. No hubieran entonces
tenido lugar sus temores de anarquizar las República, si cumplía con las leyes
que autorizaban en su concepto el desorden; ni sus juramentos habrían sido
violados con las infracción de aquellas, agravando con este hecho los mismos
males que pensaba evitar. 
“Tan noble conducta hubiera librado a Centro-América de mil desgra-
cias, y al presidente de ella de un tardío y estéril arrepentimiento que le fue
arrancado por un acto de la más negra ingratitud, que lo despojara del ejer-
cicio de la magistratura y vino en socorro del pueblo cuando se hallaba ya
dividido y destruido por la guerra civil y la anarquía. 
“Yo acababa (dice el presidente Arce) de estudiar en Washington y en
los principales Estados anglo-americanos, el sistema federal; había penetrado
su origen: había expulsado sus enlaces. Me enteré de sus ventajas, y me hice
cargo de sus defectos”... y todo esto, es necesario decirlo, se obró pocos días y
sin el menor conocimiento del idioma inglés.
“No podía decir más el sabio e infatigable Mr- Alejo de Tocqueville, a
quien debemos su preciosa obra titulada -De la democracia en la América
del Norte. 
“Desgraciados Centro-americanos! Vuestros males se pueden lamentar;
pero consolaos con este esteril sentimiento, porque no es posible, en concien-
cia, hacer responsable de ellos a su autor! Si todas las opiniones que he refe-
rido son bastantes a hacer conocer la parte que esperaba a Centro-América,
yo no las presento al público sin como las precursoras de grandes hechos, que
hablan al corazón imparcial un idioma tanto más conveniente, cuanto que
está fundado en las mismas leyes, argumentos y raciocinios aducidos por el
Ex-Presidente Arce en su propio defensa. 
“Dos partidos se presentaban a éste y sus amigos, en opinión para va-
rias las leyes. objeto único de sus miras, de sus fallas, de su descrédito y de
su desgracia. O el que se emplea regularmente en la República con el fin
de obtener el triunfo en las elecciones y, de consiguiente, el influjo que se
deseara en las Cámaras para reformar o variar la Constitución, o el de la
fuerza. 
“Aunque el primero era más sencillo y legal, exigía mucho tiempo su
ejecución, y además, carecía de trofeos y de gloria. Si podía haber alguna en
persuadir, sería a los ojos del Presidente Arce, tan obscurecida por las intrigas

370
que se emplean en semejantes casos, como el color de los vestidos diplomáti-
cos de las personas que debieran ejecutarlo. 
“No siento este recurso acomodado al genio del Presidente, y menos a sus
intereses, eligió el segundo partido. Dos motivos le obligaron a obrar de esta
manera. Seguir las huellas de los héroes conquistadores para poder adquirir
esa gloria, guerrera, tanto más noble, cuanto son grandes los obstáculos que
vence, y los peligros que corre el jefe militar que obtiene la cabeza de sus
soldados vencedores, fue sin duda el objeto primero. Afirmar para lo futuro
en los hombros de estos mismos soldados en la silla del poder, en que no se
creía bien seguro, por la inconstancia de los diplomáticos que lo colocaron en
ella, era la mira del otro. Esta inconsciencia que comenzaba ya a experimen-
tar, le fue muy pronto funesta por la vez primera en el Cuartel General de
Jalpatagua. Allí logrando Don Antonio Aycinena y Don Manuel Domínguez
introducirse, digámoslo así, disfrazados con las insignias militares que arran-
caran el mérito del soldado, y obtener un triunfo con el auxilio de la táctica
diplomática, que tuvo por trofeos la deposición del Comandante Perks y el
despojo de todo el influjo que tenía el Presidente Arce en el ejército. 
“El escandaloso suceso ocasionado por que unos pocos empleados del
gobierno del Estado de Guatemala no concurrieran en un mismo edificio
con el Presidente de la República, a la función cívica del 15 de Septiembre
de 826; que otras circunstancias sólo hubiera comunicado el pincel algunos
personajes de actitudes propias a una caricatura, produjo entonces malísimos
resultados. 
“Todos los elementos de discordia que se habían ya acumulado por los
que apetecían un cambio, se agitaron de tal modo que ocasionaron muy pron-
to la completa desorganización del estado de Guatemala, que abandonado
y sin defensa quedó en mano del Presidente de la República, el que por un
abuso escandaloso de su autoridad también redujo a prisión a su primer Jefe
Ciudadano Juan Barrundia, desarmó las milicias del mismo estado. “Este
desenlace, se dice en la memoria de Jalapa escrita contra mí por Don Ma-
nuel Montúfar, Jefe de estado mayor del ex-Presidente Arce, cuya opinión es
irracional, hizo ridículo todo lo que antes le había parecido un golpe maestro
de aquellos que afirman el orden; todos los que se habían comprometido co-
menzaron a temer, y desconfiaron en lo sucesivo. El Presidente publicó pocos
días después una exposición documentada de los motivos que impulsaron al
arresto de Barrundia; todas erna conjetura, razones de congruencia y docu-
mentos diversos, débiles unos, ridículos otros, y todos capaces de persuadir

371
en lo privado que existía una conspiración; pero no para convencer en juicio!. 
“Semejante suceso, que por las circunstancias de que fue acompañado,
pareció a algunos un ensayo de las armas del poder, y que en realidad fue
el resultado de una combinación que preparara, como se vio después, igual
suerte a todos los Jefes de los demás Estados que no supieron defenderse,
inspiró en estos una fundada y justa desconfianza- Aunque se quiso disculpar
el hecho asegurando que aquel funcionario había provocado con la conducta
al Jefe de la nación, y obligado a éste hacer uso de la facultad que le concede el
artículo 175 de la Constitución, que nada previene para un caso tan singular;
la conduct observada por el Vice Jefe Flores, que el mismo Presidente colocó
en el gobierno por la confianza que le inspiraba, les acreditó que éste sólo
buscaba en las autoridades de los Estados agentes sumisos y protos a ejecutar
sus voluntades. 
“Pero Flores se portó comuna dignidad y firmeza que no se esperaba,
resistiéndose a cumplir el orden de desarmar al Capitán Cerda, y negándose
a admitir la fuerza federal que le ofrecía el Presidente, la que con pretexto de
hacer respetar la autoridad del Estado y conservar el orden de los pueblos,
debía completar la función de éstos , y la humillación de aquel funcionario.
Conducta tanto más honrosa y meritoria, cuanto que ella produjo la catás-
trofe que le aguardaba en la misma Iglesia Quetzaltenango, en donde, puesto
en manos de un feroz populacho, instigado por las funestas ideas que el in-
culcaron los sacerdotes, pereció al pie de las imágenes de los santos a la vista
de sus inicuos jueces y en la presencia de la eucaristía, que estos cubrieran
para acreditar sin duda., que muchos de los que se llaman religiosos entre
nosotros, no creen en el Dios de los verdaderos cristianos. Y de este modo
los empolvados altares del fanatismo que estaban ya olvidados en el presente
siglo, fueron de nuevo levantados por sus dignos Ministros, y enrojecidos con
la sangre inocente del desgraciado Vice Jefe Cirilo Flores. 
“Para que no se crea que exagero hablando de la sumisión que el Presente
exigía de los Jefes de los Estado, copiare lo que dice aquel funcionario en la
página 42 de sus Memorias. 
“Sin pérdida de instante se puso en el conocimiento del Vice Jefe Ciuda-
dano Cirilo FLores, el arresto del Jefe Burrundia, previniéndole que tomase
el mando del Estado en razón de ser llamado por la ley a ejercerlo en casos
semejantes; franqueándole al propio tiempo la tropa veterana para que la
emplease en la conservación del orden y en el servicio de su persona y de la
Asamblea. También se le previno que mandara desarmar el Capitán mayor

372
Cayetano Cerda, que permanecía en el Departamento de Chiquimula albo-
rotado los pueblos y perturbando la tranquilidad con la tropa con que atacó a
Espíndola; Flores se encargó de la Jefatura pero se negó a obedecer al Gobierno
en todo lo demás, y particularmente en el punto tan esencial de desarmar a
Cerda…….
“En la foja siguiente se expresa en estos términos. “Como en tiempos
de revolución todo es delirio, no ha faltado entre nosotros quien se atreva a
proferir la blasfemia política, de que los Jefes de los Estados no son súbditos
del Presidente de la República, y es así que me veo en la necesidad de ha-
blar de esta impertinencia. La Constitución del artículo 123 dispone: Que el
Presidente prevenga a los Jefes de los Estados lo conveniente en todo lo que
concierna al servicio de la federación. 
“Sea cual fuese de sus acepciones la que le de al verbo prevenir, nunca
será al de mandar u ordenar al superior al súbito que ejerzo alguna cosa. El Pre-
sidente en uso de este artículo pudo prevenir, advertir, informar o avisar a los
gobiernos de los Estados lo conveniente al servicio de la federación, pero no
pudo mandarles en concepto de los subordinados. 
“Si el artículo en cuestión exigiese de los Jefes de los Estados, la abso-
luta subordinación al Presidente de la República, que deben los súbditos
a sus superior, no merecía ciertamente el nombre dle federal de la Consti-
tución de Centro-América; y si el Presidente Arce hubiera conocido me-
jor nuestro sistema y su propio idioma, habría cometido una falta menos
en su conducta administrativa, y quitado a la venganza de sus partidarios
un motivo más para llevar la guerra en su nombre a todos los Estados de
la Unión. 
“Cada uno de los Estados que componen la federación, es libre e inde-
pendiente en su gobierno y administración interior (artículo 10) y les co-
rresponde todo el poder que por la Constitución no estuviese conferido a las
autoridades federales”. 
“A la vista de este artículo, ¿cómo habría podido sostener el Presidente
Arce semejantes pretensiones? Y ¿Cómo sin pasar por la humillación de que
una autoridad extraña se ingiriese a título de superior en el régimen interno
del Estado, podía el Vice-Jefe Flores, por las órdenes de aquel, tomar pose-
sión del gobierno: desarmar al Capitán Cerda; y lo que es aún más grande,
admitir a su servicio fuerzas federales, por que no convenía a los intereses
del Jefe de la Nación que usase de las del Estado que había ya éste disuelto,
teniendo en su poder el armamento?

373
“Pero aún hay más. Sobre el poder que da el citado artículo 10 a los
gobiernos de los Estados; aparece otro mayor, que si han pasado en silencio
los legisladores, no por esto han podido evitar que exista, y menos que se
ejerciese de una manera positiva por los Estados en el momento mismo que
se buscaban pretextos para humillarlos y se invocaban las leyes para reducir a
sus Jefes a la humilde condición de subalternos. 
Hablo de la parte de la supremacía que corresponde a los Estados. Su-
premacía más eficaz que la de la federación, puesto que se ejerce como se vio
entonces al arrimo inmediato del pueblo, en lugar que otra sólo tiene por
apoyo la ley y el convencimiento de unos pocos ciudadanos a quienes su ilus-
tración los eleva sobre las localidades, y sus honrosos precedentes los llaman
a servir los primeros destinos de la federación. SI esta es una falta, que causa
algunas veces males, y principalmente a los gobiernos nuevos, ella nace de un
vicio inherente al sistema federal, que divide en fracciones al pueblo; y por lo
mismo exige para evitar sus males consecuencias al mayor tino y prudencia
de parte del primer funcionario. 
“Si este convenio pudo hacer más moderado y circunspecto al Presidente
Arce, el conocimiento que adquirió del sistema federal en la República de
Norte-América le debió descubrir la complicación de su teoría y las dificul-
tades en su aplicación. Dificultades que debiera considerar mayores en Cen-
tro-América, puesto que no podía aguardar que se encontrasen en el pueblo,
ni el conocimiento regular de aquel sistema, ni el hábito de gobernarse por
sí mismo. 
“Debió tener presente, que como Jefe de la República, era el primer res-
ponsable de la paz. Se había hecho cargo de los defectos del sistema federal.
Había estudiado el de la República que gobernaba; conocía los hombres que
estaban a la cabeza de los negocios, y no ignoraba los hábitos y educación del
pueblo. Tenía este, pues muchos títulos para aguardar de la capacidad y expe-
riencia de sus Presidente, lo que no podía esperar de la ilustración y buenos
deseos que animaban a sus mejores ciudadanos. Todas las miradas estaban,
por esto, pendientes de las conductas que observaría el Supremo Magistrado.
De él aguardaban todos el bien de la República. Nadie le podía disputar el
alto honor de haberlo conseguido ni menos puede hoy dividir con otro la res-
ponsabilidad de los males que ocasionó con la guerra que pudo y debió evitar. 
“No teniendo ya nada que temer el Presidente Arce en el Estado de
Guatemala, que por consecuencia de los hechos que acabo de referir sus au-
toridades legítimas había ya desaparecido, mandó hacer nuevas elecciones,

374
que por influjo de las bayonetas, recayeron en aquellos hombres más notables
de su partido. 
“Reorganizado en este modo el Estado de Guatemala, dirigió el Presi-
dente sus miradas a los de Nicaragua y Honduras. En el primero, por una
anomalía propia de la revolución, se encontraban en un mismo tiempo go-
bernando el Jefe Cerda y el Vice-Jefe Arguello, y eran ambos obedecidos por
sus respectivos partidos. Como el de Argüello pertenecían a los liberales, y las
opiniones de este funcionario eran contrarias a las del Presidente de la Repú-
blica, la política demandaba la protección decidida que éste le prestó a Cerda
remitiéndole una cantidad considerable de fusiles, que condujo el ciudadano
Policarpo Bonilla. Este auxilio llamó la atención de Arguello y no pudo pro-
teger a Honduras donde buscaba motivos el Presidente para desorganizarla. 
“A este fin mantenía correspondencia con los más desacreditados enemi-
gos del jefe de aquel Estado el ciudadano Dionisio de Herrera, y daba otros
pasos, que si eran menos deshonrosos, no parecían propios del que aparen-
taban un profundo respecto a las leyes, si no del que buscaba el triunfo sin
escrupulizar los medios de conseguirlo.
“El Teniente Coronel de la federación Ignacio Córdova, que por licen-
cia del Supremo Poder Ejecutivo, envía la Comandancia local de la Ciudad
de Tegucigalpa, con nombramiento del mismo Jefe Herrera; cuando fue
separado por éste se negó abiertamente a obedecer, alegando que había
obtenido igual nombramiento del Jefe de la nación. La Ciudad de Tegu-
cigalpa se halla situada en la cordillera a más de dos mil metros de altura
sobre el nivel del mar, y distante de éste cuarenta leguas por la parte más
inmediata. No es, pues. ni una frontera, ni un puerto, para que el Presidente
se creyese facultado para nombrar allí un Comandante; a no ser que haya
pensado hacer después navegable el río de aquella Ciudad en las doscientas
leguas que corre antes de desaguar en el Pacífico. Este escandaloso avance
de la autoridad, ejecutado con la mira de sostener el partido que hacía la
revolución a Herrera en Honduras, produjo la acusación que éste dirigió al
Congreso contra el Presidente Arce, acompañando todos los documentos
que esclarecían el hecho.
Despechado los enemigos del Jefe Herrera con el mal resultado que tu-
vieran los medios que habían empleado hasta entonces para trastornar el or-
den,. se hicieron quitarle la vida. A media noche los asesinos dirigieron sus
tiros por dos balcones a otras tantas camas colocadas al frente. Los malvados
ignoraban cual de ellas pertenecía al Jefe Herrera; pero sabían muy bien que

375
una era ocupada por su esposa. SIn embargo, ant4es quisieron triplicar las
víctimas agravando su crimen con la muerte de la madre inocente y el hijo
tierno que aquella tenía en sus brazos en el fatal momento, que permitir se
les escapase la que era objeto de la venganza de aquellos que habían estimu-
lado su sórdido y mezquino interés. Pero por una feliz casualidad las balas se
introdujeron en el colchón de la cama en que se hallaba la señora de Herra
y otras rompieron una columna del catre en que dormía ésta, sin haberles
causado daño alguno. Los asesinos presentaron en su precipitada fuga las
señales positivas de su crimen. En aquella misma noche, si ser perseguidos,
desaparecieron de la Ciudad de Comayagua. 
“El escribano Ciriaco Velázquez, y Rosa Medina, quien después acreditó
en la destrucción de las mejores casas de Comayagua, mandadas ejecutar por
el Coronel Milla cuando sitiaba aquella Ciudad; que era también incensario,
como torpes asesinos. 
“A los pocos días de haberse intentado este crimen se introdujo en el
Estado de Honduras el batallas federal N°2, al mando del Coronel Milla, con
el pretexto de custodiar los tabacos que existían almacenados en la Villa de
Los Llanos perteneciente al Estado de Honduras, y distante sesenta leguas
de la Capital de Comayagua, que era entonces la residencia del Jefe Herrera. 
“Este, que tenía mil motivos para temer un atentado del Presidente de
la República, y que no veía el riesgo que corrían los tabacos existentes en el
Departamento de Gracias, se persuadió que él era el único objeto de aquella
fuerza. Tomó en consecuencia, algunas precauciones, y reunió varias compa-
ñías de milicias. 
“Para observar la tropa federal destinada a cuidar los tabacos, que por
diversos avisos se sabía haber órdenes del Presidente de la República para
marchar sobre COmayagua, se mandaron cuarenta hombres a las órdenes del
Oficial Casimiro Alvarado, que llegó, hasta el pueblo de Intibucá, distante
treinta leguas de la Villa de los Llanos. Allí supo Alvarado que el Coronel
Milla se había puesto en marcha al Oficial Ciudadano Francisco Ferrera con
diez hombres. En el pueblo de Yamaranguila, distante dos leguas de Intibucá,
se encontró Ferrera con la División Federal, y para memoria de un hecho
heroico se batió con sólo sus diez soldados, logrando detener por algún tiem-
po la marcha de la División Milla. Obligado el fuego a reiterarse, como era
regular, se dio parte a Alvarado de lo que había ocurrido, el que al instante
contramarchó con sus cuarenta hombres, y fue a ponerlo todo en en conoci-
miento del gobierno en cumplimiento de su comisión. 

376
“Para justificar la marcha del Coronel Milla sobre Comayagua, dice el
Presidente Arce en sus Memorias, que fue ocasionada por el acto hostil que
recibió este Jefe en Yamaranguila de parte de las milicias del Estado. Pero su
se observa que Herrera tenía seiscientos hombres, y que podía disponer de
todos ellos para dirigirlos sobre Milla, porque no había otro enemigo en el
Estado que le llamase la atención que los cuarenta hombre que mandó obser-
vación a Intibucá a eran pocos para atacar las fuerzas de aquel Jefe, pero bas-
tante para llenar el objeto a que se le habría destinado; que los tabacos, única
mira que había traído a Milla con su batallón a Honduras, se hallaban en los
Llanos, distantes sesenta leguas de Comayagua, 28 del pueblo de Yamaran-
guila donde lo encontró la descubierta de diez hombres del oficial Ferrera, y
treinta del pueblo de Intibucá, en donde se hallaba igual número de soldador
en observación, a que pertenecían los de Ferrera; se vendrá en conocimiento
que no hubo ninguna clase de provocación de parte del gobierno del Estado,
que en uso de las facultades que le daban las leyes, bien pudo dirigir las mili-
cias a cualquiera de los pueblos del nuevo Estado. 
“Si todos estos hechos comprueban que el Presidente Arce fue el primer
agresor en la guerra de Honduras, sin ninguna provocación parte de sus auto-
ridades, la nota reservada que dirigió al Coronel Milla fechada el 7 de Mayo
en el Cuartel general de Apopa, y firmada por su Jefe de Estado Mayor el
Coronel C. Manuel Montúfar, en que los previene sustancialmente: que pon-
ga término a los males que causa el Jefe de Herrera en Honduras, haciendo
uso de armas, y que proteja a los que éste persiga, pone en punto de vista más
claro aquel hecho; descubre los únicos culpables de la guerra, y justifica la
resistencia que los hondureños hicimos en las armas. 
“Después de publicado este documento creo que el Ciudadano Coronel
Manuel Montúfar no podrá desmentir (como lo hizo en sus memorias de
Jalapa) el hecho a que él se refiere —ni el Ciudadano Manuel José Arce se
resistirá a confesar (como se ve en sus memorias de México) la responsabili-
dad que tiene por los males que ocasionara a Honduras. Tampoco se atreverá
a negarlos el Coronel Milla, que no querrá pasar per un militar desobediente,
y lo que es peor por un hijo ingrato, que llevó injustamente la guerra la su
patria, para castigar agravios que no había recibido de sus conciudadanos y en
recompensa de los votos que éstos le dieran para el Vice Jefe de aquel Estado.
“Milla, sin encontrar en el camino ninguna resistencia, llegó a la Ciudad
de Comayagua el 4 de Abril, y estableció su Cuartel general en la Iglesia de
San Sebastián.

377
“Unas trincheras mal construidas un Jefe militar traidor, eran dos obs-
táculos de fácil acceso para los sitiadores, si la vigilancia de los soldados pa-
triotas no hubiera hecho impotentes por largo tiempo las maquinaciones de
la intriga así como los diversos ataques que se dieron a la plaza. Estos no
tuvieron otro resultado que el saqueo de la Ciudad., que se hallaba fuera de
trincheras, y el inútil incendio de sus edificios con que se vengara la cobardía,
ofendida de la tenaz resistencia que le opusiera el valor de un puñado de sol-
dados hondureños y leoneses.
“En tanto que tenían lugar estos sucesos, la fuerza enemiga se aumentaba
en razón que se disminuía a la de la plaza —Los víveres faltaban ya en esta
y muchas veces era mayor la sangre que se derramaba, que el agua que se
tomaba en el río defendido por los contrarios.
“La esperanza de un pronto auxilio hacía, sin embargo, sufrir estos ma-
les con resignación; pero esta desapareció muy luego cuando se supo en la
plaza que la tropa auxiliar se había disuelto en la hacienda de la Maradiaga
después de haber rechazado la División que la atacara al mando del Te-
niente Coronel Hernández- EL desaliento se apoderó del ánimo de los
cobardes. 
“La perfidia del Comandante tuvo en ello un apoyo, y la plaza se rindió el
7 de mayo de 1847 por una capitulación en que todo lo sacrificaba el traidor
por la conservación de su empleo, al jefe que no había podido lograr ninguna
ventaja sobre los sitiados- y para que nada faltase a este documento vergon-
zoso, la firmeza con que había el Jefe Herrera rechazado las proposiciones
de rendirse que se le hicieran, fue castigada dejándolo a merced del vencedor
como prisionero de guerra. 
“El Presidente de la República que pocos mese antes, queriendo acreditar
su respeto a la ley, puso al Jefe del Estado de Guatemala, en el término de
tres días, a disposición de la Asamblea que debería juzgarlo, hizo conducir a
Herrera preso a la Capital de la República, ciento sesenta leguas distante de
la Ciudad de Comayagua, a donde debiera reunirse la legislatura para cono-
cer de su causa, si aquel Magistrado hubiera tenido esta vez el deseo de ser
un religioso observantes de la Constitución-. Pero se olvidó entonces de ella
por no convenir a sus dobles miras de humillar al Jefe Herrera dándole por
prisión, en mucho tiempo, la misma casa que él habitaba, y de acreditar a sus
contrarios el desprecio que hacía de las leyes. 
“Cuando un funcionario público trata de encubrir con las formas judicia-
les la satisfacción de los personales agravios, aún existen la esperanza de que

378
vuelva al sendero de la ley; pero cuando el descaro se asocia a la venganza, la
esperanza desaparece, porque entonces, el espíritu de Sila obra en la voluntad
del gobernante. 
“Aún cuando el Presidente Arce no hubiera expresado sus opiniones con-
tras estas mismas leyes antes de posesiones del ejecutivo federal, ni se apoyará
después en el partido que apetecía un cambio de gobierno, eran  muy repeti-
das las infracciones para que no fuesen voluntarias, y vitales los golpes que di-
rigiera al sistema, para que no envolviesen la dañada intención de destruirlo. 
“El supo anular la resistencia que le opusiera el Senado, influyendo para
que dos senadores amigos suyos, se negasen a concurrir a las sesiones para
disolviese el Cuerpo por falta de número. 
“El logró, que varios diputados también amigos suyos, que no concu-
rrieron a las sesiones extraordinarias del Congreso, en donde debía exigir la
responsabilidad con arreglo de la ley, por no haber acreditado, en las sesiones
ordinarias la justa inversión de los caudales públicos, entre otros motivos no
menos poderosos. 
“Al paso que anulaba de este modo la representación nacional, se erigía
en Juez de los que tenían derecho para juzgarlo, y usaba de facultades que ni
la misma representación había obtenido del pueblo. El convocó a su manera,
la reunión de un Congreso extraordinario.
“Arrogándose las atribuciones del Congreso, él interpretaba la ley según
sus miras y reducía a prisión al Jefe de Guatemala en concepto de ser súbdito
suyo. En este mismo concepto ordenaba al Vice Jefe que sucediese a aquel
en el gobierno: que desarmara las milicias del mismo Estado; y que tomase
a su servicio las federales. EL nombraba Comandantes locales en el centro
de los Estados, como lo hizo en la ciudad de Tegucigalpa. El daba órdenes al
Coronel Milla para que hiciese la guerra al Estado de Honduras. El, en fin,
jugaba de este modo con las leyes, y se burlaba del pueblo que le confiera su
ejecución. 
“Al recordar la conducta que observó el Presidente Arce en el gobierno,
no ha cabido en mí el mezquino deseo de herir su amor propio, ni la innoble
mira que dirigiera su su pluma al escribir las memorias que publicó en Mé-
xico.
“La mía tiene un objeto más honroso y justo. Acreditar con todos estos
hechos que fue legal la resistencia que opusieron los gobierno de los Estados
al Presidente de la República, y necesaria la guerra que llevaron los pueblos a
la Capital de la misma República, y necesaria la guerra que llevaron los pue-

379
blos a la Capital de la misma República; esto lo único que me he propuesto
probar, y creo haberlo conseguido.
“Ahora trataré únicamente de mis hechos como funcionario público.
Pero como no pretendo escribir mi apología, sólo citaré en mi defensa, como
lo he ofrecido al principio, aquellos de que se haya hablado con injusticia, o
que convenga a mi propia justificación. 
“Como uno de los Jefes de la fuerza que se disolvió en La Maradiaga,
marché en busca del auxilio que mandaba el Vice Jefe del Estado de El
Salvador. Pero este auxilio, que llegó a Tegucigalpa después de haberme
rendido la plaza de Comayagua, era tan pequeño,que tuvo que retirarse
hacia el Estado de Nicaragua. Los Coroneles Díaz, Márqeuz, Gutiérrez y
yo, buscamos en él nuestra seguridad y acompañamos al jefe que lo man-
daba. Un incidente desagradable, que podía comprometer nuestro honor,
nos obligó a separarnos de él en la Villa de Choluteca, y a pedir garantía
al Coronel MIlla para permanecer en Honduras. Nuestros deseos fueron
satisfechos por este Jefe, mandándonos el pasaporte con el mismo correo
que condujo la solicitud. 
“Al instante marché al pueblo de Ojojona para disfrutar en unión de
mi familia de la gracia que se concediera. Por un presentimiento, que jamás
cupo en la confianza que me inspiraba la palabra de Milla, dichos Jefes no
corrieron la suerte que se nos aguardaba en aquel pueblo, y yo, víctima de mi
credulidad, conocí, aunque tarde, lo poco que debe confiarse en los que defi-
nen una mala causa. 
“Diez horas después de haber llegado al pueblo que había señalado
para mi residencia, fui reducido a prisión por el Teniente Salvador Landa-
verri de orden del Mayor Anguiano Comandante local de Tegucigalpa, y
conducido a aquella Ciudad. A pesar de haber presentado a este Jefe mi pasa-
porte, me hizo poner en la cárcel pública. La seguridad de que en semejante
atentado no tuviera parte el Coronel Milla, me hizo dirigirle una exposición
en que le expresaba con bastante energía los males que me ocasionaban sus
ofrecimientos. La contestación de este Jefe me dio a conocer el lazo que había
tendido a mi confianza, y sólo procuré entonces los medios de evadirme de la
cárcel.
“Después de haber sufrido veintitrés días una estrecha y penosa prisión,
pude burlar la vigilancia de mis carceleros, y retirarme a la Ciudad de San
Miguel. De allí pasé a la de León en busca de auxilios para volver sobre
Honduras.

380
“En mi tránsito por el puerto de La Unión hablé por primera vez con el
ciudadano Mariano Vidaurre, que como Comisionado de gobierno del Esta-
do de El Salvador, pasaba al de  Nicaragua con el objeto de procurar un ave-
nimiento entre el Jefe y Vice Jefe de aquel Estado, que mutuamente se hacían
la guerra. Vidaurre se interesó mucho por que se me auxiliase por este último.
“Entretanto, el Coronel Ordóñez, que llegó preso a León, pudo formar
una revolución contra ei Vice Jefe Argüello, que tuvo por resultado la deposi-
ción de este funcionario, y el auxilio que se me dio de los militares que le eran
más adictos, ciento treinta cinco, entre ellos jefes y oficiales, componían mi
pequeña fuerza. La fidelidad al gobierno a que habían pertenecido, me ins-
piraba la mayor seguridad, y la fundada esperanza de reunir los descontentos
hondureños, que produjeron las persecuciones de Milla y sus agentes, ponía
de nuestra parte todas las probabilidades del triunfo.
“En la Villa de Choluteca, con el auxilio que mandó el gobierno de El
Salvador, pude organizar una considerable división, y en el campo de La
Trinidad, acreditar a los hondureños que era llegada la hora de romper sus
cadenas. Milla fue allí completamente batido, dejando en nuestro poder los
elementos de guerra que había acumulado, y la correspondencia oficial de que
ya ha hecho mérito. La vanguardia sola consiguió este triunfo, en el que se
distinguieron los Coroneles Pacheco, Balladares y Díaz.
(Entre) los de igual clase, Márquez que había quedado malo en Pespire,
Gutiérrez que en unión de Osejo y el Capitán Ferrera conducían las retaguar-
dias, no les fue posible encontrarse en la acción.
“Libres ya los pueblos de sus enemigos, me dediqué a la reorganización
del Estado.
“El Consejo se reunió en la Ciudad de Comayagua, y me encargó del
Ejecutivo con arreglo a la ley, en concepto de Consejero, por la falta de Jefe y
Vice Jefe del Estado.
“Luego que el Presidente dc la República tuvo noticia de estos sucesos,
hizo marchar al Coronel Domínguez sobre Honduras. Yo tuve entonces que
separarme del gobierno para tomar el mando de la fuerza, y establecí mi
Cuartel en el pueblo de Texiguat.
“Domínguez hizo una ligera incursión por los pueblos de la costa, y re-
gresó a San Miguel, sin haberse atrevido a atacarme.
“Por este tiempo el General Merino, del sur, después de haber estado al
servicio del gobierno de El Salvador, se embarcó en Acajutla para retirarse a
Guayaquil, de donde era natural. Habiendo tocado el buque que lo conducía

381
en el puerto de la Unión, fue capturado a bordo por el Coronel Domínguez
que ocupaba el Departamento de San Miguel con fuerzas federales, sin res-
petar la bandera chilena, ni atender a los reclamos que le hiciera su Capitán.
“A Merino no debía traérsele como prisionero de guerra, porque no se
le tomaba con las armas en la mano; no era ya un soldado, porque se había
separado el teatro de la guerra no podía considerársele como enemigo, porque
no tenía la intención de ofender, puesto que se retiraba a su patria, ni siquiera
pisaba ya el territorio de la República, y se hallaba bajo la protección de una
nación amiga. No había, pues, ni un pretexto para reducirlo a prisión, y me-
nos para fusilarlo pocos días después en la ciudad de San Miguel, faltando
al derecho sagrado de la guerra, y a los principios establecidos en los pueblos
menos civilizados. Este asesinato sin ninguna mira política; esta víctima sa-
crificada a venganza ajena, cerró todos los medios de conciliación entre Do-
mínguez y yo, rompiendo la correspondencia que habíamos establecido con
este objeto: presagió la suerte que correríamos los que fuésemos prisioneros
de semejantes enemigos, y acabó de uniformar la opinión pública.
“En pocos días conseguí organizar una fuerza compuesta de hondureños
y nicaragüenses, que aunque muy inferior en número a la de Domínguez, se
componía en su mayor parte de soldados voluntarios y decididos a morir en
defensa de su patria; pero carecía de recursos pecuniarios.
“El que conozca que las rentas del Estado de Honduras nunca han basta-
do a cubrir su lista civil, y que haya sido entonces testigo de las grandes sumas
que exigiera Milla a los pueblos para sostener tanto tiempo su división, se
persuadirá fácilmente de las escaseces que sufría la que estaba a mis órdenes.
Marchaba sin ninguna caja militar, y el prest que se le daba a la tropa, era
necesario exigirlo en los pueblos del tránsito.
“Las dificultades que naturalmente se presentaban para esto, producían
mil privaciones en el soldado, que se agravaban con lo malo del clima y el
rigor del otoño, abundante en lluvias aquel año. Su número se disminuirá de
consiguiente, en términos que apenas llegaron a las inmediaciones de San
Miguel las dos terceras partes de los soldados reunidos en Choluteca; en
tanto que el Coronel Domínguez abundaba en recursos, y tenía a sus órdenes
una numerosa tropa veterana, que había triunfado varias veces de sus enemi-
gos. “La esperanza del auxilio que me había ofrecido el gobierno del Estado
de El Salvador para engrosar mi pequeña división, mc obligó a colocarla en el
pueblo de Lolotiquc, fuerte por su localidad, y por su posición aparente para
proteger la llegada de los salvadoreños.

382
“El Coronel Domínguez, con todas sus fuerzas, vino a situarse a distancia
de una legua en el pueblo de Chinameca.
“Hizo varias tentativas para forzar las guardias avanzadas colocadas en
los desfiladeros que conducían a la altura que yo había ocupado; y aunque
siempre fue rechazado con pérdidas, logró, sin embargo, ver desplegarse la
fuerza, y se enteró de número. La confianza que le inspiró este conocimien-
to, la acreditaron sus hechos posteriores. Domínguez pudo muy bien contar
nuestros soldados; pero pronto conoció por una costosa experiencia, que no
es dado calcular a un jefe mercenario el valor de hombres que defiendan su
patria y sus hogares.
“Once días se pasaron, sin ocurrir nada de notable entre las fuerzas. Al
duodécimo recibí una comunicación del Teniente Coronel Ramírez, jefe de
la tropa auxiliar tanto tiempo esperaba. me aseguraba que al siguiente día
pasaría con alguna dificultad el Lempa, por falta de barcas.
‘’La facilidad con que el enemigo podía descubrir la aproximación de
aquel jefe, y destruir su pequeña fuerza, me decidió a protegerlo. A las doce
de la noche emprendí mi marcha con este objeto; pero la lluvia me permitió
doblar la jornada, y me vi obligado a guardar en la hacienda de Gualcho a que
mejorase el tiempo.
“Entretanto Domínguez, que había sabido mi movimiento y marchaba
por mi izquierda, detenido también por la lluvia fue igualmente obligado a
situarse una legua distante de aquella hacienda, sin que hubiera podido des-
cubrir su movimiento hasta entonces.
“A las tres de la mañana que el agua cesó, hice colocar dos Compañías de
Cazadores en la altura que domina la hacienda, hacia la izquierda, en razón
de ser el único lugar por donde podía presentarse el enemigo.
A las cinco supe la posición que este ocupaba, y pocos minutos después,
el jefe de una partida de observación aseguró que se hallaba a tiro de cañón
de las dos Compañías de Cazadores.
“No podía yo retroceder en estas circunstancias, porque una retirada con
tropas que no son veteranas, tiene peores consecuencias que una derrota, sin
la gloria de haber peleado con honor.
“No era ya posible continuar mi marcha sin grave peligro por una inmen-
sa llanura, y a presencia misma de los contrarios. Menos podía defenderse en
la hacienda, colocada bajo una altura de más de doscientos pies, que en forma
de semicírculo domina a tiro de pistola el principal edificio, cortado por el
extremo opuesto con un río inaccesible, que le sirve de foso. Fue necesario

383
aceptar la batalla con todas las ventajas que había alcanzado el enemigo, co-
locado ya en aptitud de batirse a tiro de fusil de nuestros Cazadores.
“Conociendo el tiempo que debía gastar la división en salvar la altura que
se hallaba entre el campo y la hacienda, hice avanzar a los cazadores sobre
el enemigo para detener su movimiento, el que, conociendo lo crítico de mi
posición, marchaba contra éstos a paso de ataques.
“Entretanto subía la fuerza por una senda pendiente y estrecha, se rom-
pió el fuego a medio tiro de fusil, que luego se hizo general. Pero ciento se-
tenta y cinco soldados bisoños hicieron impotentes por un cuarto de hora los
repetidos ataques de todo el grueso del enemigo.
“Este, obligado por un instinto a tributar el respeto que se le debe al valor,
no se atrevió a hollar la línea de cadáveres a que quedó reducido el pequeño
campo que ocupaban los cazadores, para detener la marcha de la división que
marchaba en su auxilio.
“El entusiasmo que produjo en todos los soldados el heroísmo de estos
valientes hondureños, excedió al número de los contrarios. Cuando la acción
se hizo general por ambas partes, fue Obligada a retroceder nuestra a la dere-
cha, y ocupando la artillería ligera que la apoyaba; pero la reserva obrando en-
tonces por aquel lado, restableció nuestra línea, recobró la artillería, y decidió
la acción, arrollando parte del centro y todo el flanco izquierdo que arrasaron
en su fuga, al resto del enemigo, dispersándose después en la llanura.
“Entre los muchos prisioneros que se hicieron, se encontraron algunos
vecinos del Departamento de San Miguel, que vinieron en gran número a ser
testigos de nuestra derrota. Tal era la seguridad que tenían en la táctica, en la
disciplina y en el número de nuestros contrarios.
“Los salvadoreños auxiliares, que abreviaron su marcha al ruido de la
acción con el deseo de tomar parte en ella, llegaron a tiempo de perseguir a
los dispersos.
“Cediendo a un sentimiento de justicia, he descendido a por menores
que no a todos podrán ser agradables; pero ofrezco omitir adelante lo que
pertenecen a los sucesos ocurridos hasta la conclusión de la guerra.
Mi deseo ha sido el de honrar la memoria de los patriotas hondureños y
nicaragüenses que pelearon aquel día, cuyo valor se ha querido poner en duda
porque no han sido tan afortunados otras veces. Es el de fijar los hechos que
tuvieron lugar en aquella jornada, desfigurados después por la malicia o la ig-
norancia. Es el de dar a conocer la importancia que merece este hecho de ar-
mas. Si él fue en sí bien pequeño produjo, sin embargo, los mejores resultados,

384
porque economizó la sangre que inútilmente se derramaba por tanto tiempo
en las trincheras del El Salvador, facilitando la rendición de mexicanos, que
abrevió el desenlace de la revolución de 828, revolución que tan abundante
como después, fue en acciones de guerra ganadas por nuestros soldados, todas
ellas se deben considerar como consecuencia de este triunfo.
“De Gualcho me dirigí a la ciudad de San Miguel en busca de recursos
para pagar sus haberes atrasados a los soldados, vestirlos, y darles la gratifica-
ción de un mes de sueldo que se le había ofrecido. 
“En el camino se presentó una Comisión de los principales vecinos de
aquella Ciudad; para suplicarme fuese a proteger las propiedades, que a pre-
texto de pertenecer a los enemigos del gobierno, eran amenazados por un
puñado de malvados. Pude llegar a tiempo de evitar el saqueo de muchas
casas, aunque ya estos habían tomado de la de Barriere, algunos objetos de
comercio.
“En uso de la facultad que me había concedido el gobierno del Estado
de El Salvador mandé exigir un empréstito forzoso de diez y seis mil pesos. 
“Este se distribuyó en un pequeño número de propietarios que más ser-
vicios habían prestado al enemigo.
“La noticia que se difundió en la Ciudad de que el General Arzú había
salido para atacarme, de Mexicano, produjo una fuerte resistencia en algu-
nos prestamistas que se negaron a pagar bajo diversos pretextos su contin-
gente. 
“Cuando se confirmó la noticia que el enemigo se aproximaba al Lempa,
expedí una orden para que el no quiera prestar sus servicios como propietario,
se le obligara a hacerlo como soldado, presentándose en el cuartel de Caza-
dores. Todos pagaron a esta intimidación sólo el Ciudadano Juan Pérez, pri-
mer propietario del Departamento, quiso tomar las armas. Pero pocas horas
después de hallarse sufriendo en el Cuartel todos los castigos y privaciones
de un soldado recluta, entregó los cinco mil pesos que le fueron asignados, y
volvió a su casa.
“La cantidad recaudada fue distribuida a los soldados en medio de la
plaza, a presencia de los jueces municipales, de los ciudadanos Gregorio Avila
que contribuyó con el género suficiente para dos mil vestuarios, Pedro Gotay,
y otros muchos de los principales de aquella Ciudad, que aun existen hoy en
ella para comprobar esta verdad.
“Como este fue el último empréstito, y el único de alguna consideración
que yo asigné hasta la conclusión de la guerra, y como algunos han exagerado

385
su valor y tratado de tiránicas las medidas que se tomaron para realizarlo, no
me ha sido posible pasar en silencio estos pormenores. 
“Si hubo alguna severidad contra Pérez, fue provocada por su misma
resistencia; lo exigía, además, el orden público amenazado por los soldados
leoneses cansados ya de sufrir escasez, y de esperar el día que está cesasen,
tantas veces prometido; y lo demandaba la necesidad de marchar a disputar
el paso del Lempa al enemigo.
“El único atentado que yo supiese y pudiese remediar, fue cometido
por el Capitán Cervantes que arrancara del cuello a una Señora prestamista
su cadena de oro, y por el cual fue sentenciado a pena de muerte, y fusilado
en la plaza del El Salvador.
“Los soldados leoneses, que no pertenecían a ningún gobierno, y que vo-
luntariamente se habían puesto a mis órdenes, expresaron de diversos modos
sus deseos de regresar a Nicaragua. Al Coronel Valladares, que se propuso
evitarlo, lo amenazaron haciendo uso de sus armas, y yo solo pude lograr que
sesenta soldados continuasen en el servicio.
“Entretanto el Coronel Arzú llegó al Lempa con una fuerte división.
Al momento marche a evitarle el paso de este río, y lo habría conseguido, si
el Teniente Coronel José del Rosario López Plata no hubiera descuidado el
punto donde logró desembarcar.
“Disminuida mi fuerza por la defección de los leoneses, tuve que retirar-
me a Honduras para organizarla.
“El enemigo que marchaba a mi retaguardia, llegó hasta la ciudad de Na-
caome, y no atreviéndose a perseguirme por el camino de la sierra, que había
ya fortificado, regresó a San Miguel.
“El General Arzú ocupaba entonces esa ciudad, que por una marcha for-
zada amenace atacar. Como aquel no quería comprometer una acción, se re-
tiró por la vía de Usulután para atravesar después el llano de la Pava, y tomar
el camino del Departamento de Gracias, con el objeto de pasar a Guatemala.
Yo, que calculaba esta retirada, me coloqué por movimiento de flanco en
aquel llano al tiempo mismo que la vanguardia enemiga tomaba posesión en
la margen izquierda de un arroyo profundo.
Era su mira disputarnos este paso, para poder evitar la ubicación de la
hacienda de San Antonio, en la que comienza a elevarse la sierra por donde
había pensado retirarse. Pero fue arrollada y arrojada hacía el llano en donde
estaba formaba su retaguardia, dejando en nuestro poder un cañón.

386
“La hacienda fue enseguida ocupada por nosotros, y los contrarios pasa-
ron la noche deliberando.
“Al amanecer se me aseguró que se deseaban capitular. Al efecto hable
con el Teniente Coronel E. Antonio Aycenena, que había sucedido en el
mando del Coronel Arzú. Me ofreció el jefe entregar las armas, y quedar
prisionero con sus principales soldados; pero no a disposición del gobierno
del Estado de El Salvador.
“La capitulación que redacté, fue firmada inmediatamente, y con sor-
presa vieron los enemigos que cuando ellos habían convenido ya en ser mis
prisioneros de guerra, se les dejaba en libertad para volver a Guatemala, su-
ministrándoles, además el dinero necesario para el prest del soldado, y conce-
diéndoles por una gracia todo lo que solicitaron.
“Aunque nunca me arrepentí de haber observado esa conducta, pocos
días después tuve el disgusto de saber que el enemigo saqueaba los pueblos
del tránsito y había cometido un asesinato en pago de la generosidad con que
se le trato, violando así la capitulación que se acababa de firmar, en la que se
había conseguido un artículo a la seguridad de estos pueblos.
“Un jefe militar del El Estado de El Salvador que con dos compañías
ocupaba Ocotepeque por donde aquellos debieron pasar, recibió de los pue-
blos iguales quejas, y redujo algunos oficiales a prisión, por orden de su go-
bierno a quien yo había dado conocimientos de aquellos hechos.
“Aunque siempre he creído que el jefe Aycinena no los mando a ejecutar,
él es, sin embargo, único responsable de ellos, por haber abandonado la tropa
a su propia suerte, forzando sus marchas para llegar pronto a Guatemala con
todos sus jefes y oficiales allegados.
“La Fortuna, que jamás protege a los que huyen de los peligros de la gue-
rra para poder disfrutar de las ventajas del triunfo, castigó a los que sitiaban
la plaza de San Salvador, haciéndolos por una capitulación prisioneros de los
sitiados y premiando de este modo el valor que con estos defendieron por
tanto tiempo su patria y sus hogares.
“Este desenlace se debió a la constancia con que el pueblo Salvadoreño,
sin armas y sin jefes, sostuvo el sitio por largo tiempo.
“Al patriotismo y generosidad de las mujeres del pueblo, que alentaban al
soldado con su valor, lo alimentaban con el trabajo de sus manos; a la firmeza
con que el gobierno se negó siempre a admitir las proporciones desventajosas
que le hiciera el enemigo para rendirse; y al General Juan Prem que disciplino
algunas compañías, y colocándose con ellas a la retaguardia del enemigo, le

387
interceptaba los convoyes, y aprisionaban los reclutas que venían de Guate-
mala: batía las fuerzas que salían del cuartel general de los sitiadores en busca
de víveres, y alentando con todos estos hechos al pueblo, hizo a los soldados
concebir esperanzas, de un próximo triunfo, y creer al Coronel Montúfar jefe
del ejército sitiador, que se hallaba sitiado, cuando dijo en uno de sus escritos
que no puede sostenerse por mucho tiempo plaza que no es socorrida y me-
nos cuando la atacan enemigos muchos y porfiados.
“De la hacienda de San Antonio me dirigí a San Salvador pasé, ensegui-
da, a la villa Ahuachapám, para organizar ahí el ejercito que debía marchar
sobre el Estado de Guatemala.
“Pocos días después de haber llegado a aquella villa, recibió el jefe políti-
co del departamento Ciudadano Juan Manuel Rodríguez, orden del Ministro
para hacer salir del Estado al Presidente Arce, que despojado ya del gobierno,
existía en la Ciudad de Santa Ana, porque su permanencia en ella era perju-
dicial al orden público.
Una persona afecta al Presidente Arce me suplico evitase a este jefe el
disgusto de ser conducido hasta el rio de Paz por una partida de soldados que
tenía ya preparada el jefe político.
“No quise perder la ocasión de acreditar a Arce, que había olvidado ya
la memoria que hizo de mí en la lista que dirigió al Coronel Milla, para que
en unión de otros, me remitiera preso a Guatemala, a pesar del salvoconduc-
to que me dio este jefe. Con aquel objeto mande al Coronel Gutiérrez que
comunicase al Presidente la orden del Gobierno, y le expresase mis deseos
de evitarle el compromiso en que podía colocarlo su permanencia por más
tiempo en Santa Ana.
“Pero este hecho lo tuvo Arce como un agravio, según se expresa en
sus memorias, aunque yo lo consideraba cono un servicio, puesto que le
suplicaba lo que podía mandarle, con el mismo derecho que él quiso se
me condujese preso a Guatemala. Con el mismo derecho digo, porque el
uso de la fuerza para obrar contra mí, no estando autorizado por la ley, y
yo podía haber usado de esta fuerza en justa represalia cuando me tocaba
mi vez.
“Luego que el ejército recibió una disciplina, marché sobre la Ciudad
de Guatemala, y di orden al General Prem, que obraba que Obraba en el
Departamento de Chiquimula con una división, de que ocupase la hacienda
de Aceituno distante una legua de aquella ciudad, el mismo día que yo debía
situarme a dos leguas de ella, en el pueblo de Pinula. Mi orden fue cumplida

388
por el Coronel Enrique Terrelonge, que había sucedido en el mando a aquel
jefe que permanecía enfermo en Chiquimula.
“En la Hacienda de Corral de Piedra se nos unió un escuadrón de patrio-
tas antigüeños al mando del general Isidoro Saget, que fue de mucha utilidad
en la campaña. En Pinula supe que la fuerza del estado se había concentrado
toda en la ciudad.
“Para evitar la introducción de víveres y agua en la plaza mande situar
una división en el pueblo de Mixco al mando del Coronel Cerda, con orden
de fortificarse inmediatamente. Pero este jefe a quien solo conocía por la re-
comendación que de él se había hecho, se confió en un valor de que carecía.
Ni quiso fortificarse, ni tuvo la presencia de ánimo y arrojo que se necesita
para defender un puesto que es sorprendido por el enemigo.
“Cerda acreditó en esta derrota su ineptitud y cobardía, y el enemigo
su crueldad con el asesinato de los vencidos. En lugar de marchar inme-
diatamente sobre el Cuartel general de Pinula. Aprovechándose de mi
permanencia en la Antigua Guatemala, donde había ido con el fin de
organizar provisional, volvió a concentrarse a sus trincheras, y yo regrese
a Pinula.
“Al día siguiente concentre todas las fuerzas en este pueblo, y marche con
ellas a la Antigua Guatemala para reponer las bajas y pedir recursos a nuevo
gobierno.
“El General Raoul, antiguo veterano del ejercito de Napoleón, que hoy
ocupa un lugar distinguido en el ejército francés, entró al servicio en concepto
de Jefe del Estado Mayor.
“A la experiencia y conocimientos militares de éste jefe (el más instruido
que ha venido a Centro América) de los que siempre ha hecho uso en lo que
ha estado a mi alcance, debo en gran parte no haber sido sorprendido, ni su-
frido jamás una derrota en trece años de guerra casi continua, provocada por
los desafectos a la Republica.
“El enemigo envalentonado con el triunfo de Mixco, salió segunda vez
de sus trinchera para atacarme en aquella ciudad.
“Yo marche inmediatamente a su encuentro; pero las noticias de los es-
pias me persuadieron que no los encontraría en el camino que yo llevaba, me
regrese por esto a la ciudad, dejando a las órdenes del coronel Torrelonge un
batallón y un escuadrón para que explorase el campo.
“En San Miguelito, una legua distante de la ciudad, se encontró este
jefe con el enemigo; y se batió con tal ardor, que la infantería que había sido

389
rodeada por aquel, y se defendía a la bayoneta, de tal modo se confundió con
los contrarios, que se le consideraba ya muerta o prisionera.
“En este momento utilizando su arrojo acostumbrado el Teniente Coro-
nel, Comandante del Escuadrón, con cuarenta dragones cargó sobre el ene-
migo con tan buen éxito, que llegó a tiempo de salvar nuestra infantería, que
todavía peleaba sin quererse rendir.
“Aquel retrocedió asombrado, y una segunda carga completó su derrota.
“Cuando recibi el parte que el Coronel Torrelonge se hallaba frente al
enemigo, marché con el resto del ejército.
“Las descargas seguidas que se oían en el camino me acreditaba que
aquel jefe se había comprometido en una acción con tan poca tropa; pero
todos mis esfuerzos por tener parte en ella, fueron inútiles.
“Solo llegue al campo de batalla para premiar el valor, socorrer a los
heridos, proteger a los prisioneros. Perseguí el resto del enemigo hasta
Sumpango, y pase al día siguiente al pueblo de Mixco, en donde permanecí
algún tiempo.
“Allí se me manifestaron por medio del ciudadano Juan Antonio Alva-
rado, los deseos que tenia de mediar en nuestras desavenencias el Ministro
de los Países Bajos y de tener, a este fin, una conferencia conmigo. Esta tuvo
lugar a los pocos días, en la hacienda de Castañaza, aunque sin ningún resul-
tado por entonces.
“De Mixco marché a situarme en la hacienda Aceituno. Antes de llegar
a la de las Charcas, se me aseguro, que el enemigo se aproximaba a la misma
hacienda.
“Cuando llegue a ella observe que venía en marcha a distancia de un
cuarto de legua.
“Entonces conocí que quería aprovechar para atacarme, el momento en
que se había disminuido el ejército con la marcha de la primera división sobre
le Departamento de Los Altos al mando del Teniente Coronel Jonama, con
el objeto de perseguir una fuerza enemiga que obraba sobre aquellos pueblos
a las órdenes del Coronel Irisarri.
“Al momento formé la fuerza para guardar al enemigo, que en triple nú-
mero se presentaba en la llanura. Todo el valle se veía cubierto de caballería,
que se aumentaba a la vista con una multitud de espectadores. Esta caballería
se formó fuera de los tiros de nuestra artillería ligera. El de fusil no alcanzaba
al grueso de infantería. Sólo una parte de ésta, en número de quinientos sol-
dados, se aproximó formada en batalla a menor distancia, y rompió el fuego

390
del mismo tiempo que las guerrillas de Cazadores que hizo desplegar. Los
nuestros lo contestaron a pie firme.
“Cansado de aguardar que se aproximase el resto de la infantería y toda
la caballería enemiga, que continuaba a la distancia en que se había colocado
desde el principio, hice marchar dos compañías de cazadores por el flanco
derecho, y tirar algunas bombas. Estas causaron muchos estragos en la ca-
ballería, y a las primeras descargas que aquellas hicieron avanzando siempre
sobre el enemigo que peleaba, este huyó, y el resto siguió su ejemplo, sin
haber hecho un solo tiro. La Caballería lo imitó volviendo caras, y la nuestra,
aunque en pequeño número, cargó sobre esta confusa masa de hombres que
huían sin motivo, haciendo un horrible estrago en todo el valle, y centenares
de prisioneros.
“Los que no fueron, entraron en la plaza en gran desorden; y no hice
un esfuerzo para ocuparla aquel día, por aguardar que se me incorporase la
división que obraba en Los Altos.
“Al siguiente día marché de la hacienda de las Charcas a la Aceituno, en
donde permanecí hasta la llegada de la tropa que se hallaba en Quezaltenan-
go, de la que se reorganizaba en la Antigua Guatemala, y se reclutaba en el
Estado de El Salvador.
“Pocos días después me dio parte el Coronel Jonama haberse echado el
pueblo del Barrio sobre los enemigos, y entregándole prisionero a los princi-
pales jefes. Pero esta noticia, que no podía ser más satisfactoria añadía otras
sumamente desagradables. Me aseguraba que el Teniente Coronel Menéndez
había sublevado contra él la división a pretexto de obrar de acuerdo con los
enemigos, por el buen trato que diera, en cumplimiento de mis instrucciones,
al Coronel Irisarri y demás prisioneros, y que la viruela maligna, que había
comenzado a propagarse en los soldados le obligaba a regresar al Cuartel
general.
‘Temiendo que muy pronto cundiese esta epidemia en todo el ejército,
tomé varias precauciones para evitarlo, aunque no quedé satisfecho, por no
haber encontrado la vacuna.
“Con la mediación del Ministro de los Países Bajos de que ya he habla-
do, se reunieron en el sitio de Ballesteros para tratar de la paz, por el Vice
Presidente de la República los Ciudadanos Arbeu y Pavón, por el gobierno
del Estado de Guatemala, el general Espinoza por el de El Salvador, y yo por
los de Honduras y Nicaragua. Las proposiciones que por una y otra parte se
hicieron fueron desechadas; y los Comisionados se retiraron.

391
“Pero mis deseos de una transacción eran tan vivos, como fundados los
temores que tenía de que se disolviese el ejército por la epidemia de viruelas.
Volví por esto a excitar al general Verveer, Ministro de los Países Bajos para
una nueva conferencia, a la que concurrieron los mismo Comisionados. El
general Espinoza y yo les presentamos la proposición siguiente.
“10 Que se establecería un gobierno provisorio en el Estado de Guate-
mala, compuesto del mismo jefe Ciudadano Mariano Aycinena, del Ciuda-
dano Mariano Prado, y yo.
“20 Que los dos ejércitos debían reducirse al número de mil hombres, y
componerse en iguales partes, de salvadoreños y guatemaltecos.
“30 Que el gobierno provisorio debía instalarse en Pínula, y entrar des-
pués a Guatemala con aquella fuerza para dar respeto.
“40 Un olvido general por lo pasado.
”Tan satisfecho estaba yo que sería admitida sin discutirse esta propo-
sición, porque conocía la debilidad a que se hallaba reducida la plaza, como
grande fue mi admiración verla desechada.
“Si el enemigo ignoraba la causa de tanta generosidad, sabía muy bien
que no era acreedor a ella por la conducta observada con los gobiernos y pue-
blos de El Salvador y Honduras en circunstancias menos difíciles para éstos.
Sabía además, que, si su posición actual, la más desventajosa en que pudo
colocarse, ni sus futuras esperanzas, puesto que no aguardaba ningún auxilio,
ni la moral de la tropa, conocida ya en la acción de Las Charcas, pudieron.
hacerle esperar un mejor desenlace.
“Pero todavía aparece más ventajosa esta proposición, si se compara con
las que hicieron a los salvadoreños para que rindieran la plaza, tan fuerte en-
tonces, que lejos de alcanzar la mejor ventaja, concluyeron los sitiadores por
rendirse a los sitiados.
“Y siempre merecerá el nombre de generosa, porque se hizo en la segu-
ridad de que la plaza de Guatemala se rendiría con poca resistencia, como
sucedió diez días después, que fue entregada bajo las condiciones que le im-
pusiera el vencedor.
“La plaza fue ocupada el siguiente día y yo me alojé en la casa del
gobierno. Pasados algunos minutos se me presentó el Ministro de rela-
ciones del gobierno federal, y me entregó una nota del Vice Presidente de
la República Ciudadano Mariano Beltranena, en la que me preguntaba si
debería continuar en el ejercicio del Poder Ejecutivo. Los que recuerden
que el Vice Presidente apoyado en ejército dcl Estado dc Guatemala,

392
había usurpado el mando al Presidente dc la República, burlándose de
los repetidos reclamos que éste le hizo para obtenerlo; que era uno de
los más poderosos motivos dc la guerra que llevé hasta la Capital dc la
República a nombre de la mayoría de los gobiernos dc los Estados que
componen la federación, se persuadirá fácilmente que mi contestación fue
por la negativa.
“En el mismo día mandé reducir a prisión al Presidente y Vice EYeside-
2te de la República a los Ministros dc éste dc Hacienda y Relaciones, y al jefe
del Estado dc Guatemala. Esta medida, ejecutada en cumplimiento de las
órdenes que había recibido de los gobiernos de los Estados, estaba en conso-
nancia con mi opinión de reducir el número de los presos al menor número
posible; y tenía también por objeto poner en absoluta incapacidad de obrar, a
los principales jefes que había hecho la guerra a los Estados.
‘Cuando se exigió, en cumplimiento de la capitulación, la entrega de to-
dos los objetos de guerra, apareció menos una cantidad considerable de fu-
siles. La reclamé por medio del señor Manuel Pavón, demostrándole aquella
falta con el estado del armamento entregado y el que se encontró en la Co-
mandancia de los enemigos hecha tres días antes de haberse rendido la plaza.
Pavón me dio una contestación evasiva, y yo me consideraba en la obligación
de respetarla por la mía.
“Aunque hasta entonces no creía que se obraba en mala fe, vino luego a
sacarme de mi error la orden del mismo día en que se ocupó la plaza, autori-
zada por el Secretario del gobierno del Estado de Guatemala en concepto de
Jefe de Estado Mayor.
“En ella se permitía salir a los soldados de la plaza, contrariando el
Artículo 40 de la capitulación, en el que se ofrecía que continuarían en sus
cuarteles; para que ese modo pudiese tener efecto el artículo 40 de la misma
capitulación.
“Muchos de los soldados que salieron a virtud de aquella orden, lleva-
ron sus fusiles, y los excesos que cometieron en algunos pueblos inmedia-
tos, tal vez exagerados por los que querían acreditarse con los vendedores,
produjo temores de una reacción en el ánimo de los cobardes, y dio un
nuevo y fundado motivo para creer lo poco que respetaban los vencidos sus
compromisos.
“No habiendo tenido mis reclamos de que se observase la capitulación
ningún resultado favorable, expedí un decreto, en el que manifestaba los mo-
tivos que tenían para no cumplirla por mi parte.

393
“El señor Arce ha querido inculparme por este hecho en sus Memorias;
en ellas pretende demostrar con los mismos estados que yo cito, el no haber
habido alguna falta de parte de los vencidos.
“Si en dichos dos estados aparece un número de armamento casi igual, es
por que en el uno se comprendieron las armas inútiles que había en el Alma-
cén, en tanto que en cl otro sólo figuraban los fusiles útiles que se hallaban en
manos del ejército enemigo.
“Varias pruebas podría aducir para poner en un punto de vista más cla-
ro el hecho a que me refiero, si cl tiempo, que todo lo descubre, no hubiera
venido a justificar la conducta que observé en aquel tiempo, presentando
como una prueba irrefragable cl armamento que de las bóvedas de la Ca-
tedral de Guatemala sacó Carrera a la vista dc todos, el mismo que en el
año 829 fue cl objeto de mis reclamos, y la causa por que se anuló la capi-
tulación. Mis hechos posteriores acreditan que no tuve otras miras. Por el
artículo 60 de dicha capitulación se garantiza la vida y propiedades de todos
los individuos que existían dentro de la plaza. Esta era la única seguridad
que se les deba.
‘’A nadie se castigó con la pena de muerte, ni se le exigió por mi parte
ninguna clase de contribución. La capitulación fue religiosamente cumplida,
aun después de haberse derogado. L/a obligación cedió entonces su lugar a la
generosidad, y no tuvo que arrepentirse. Y no se diga que faltaba sangre que
vengar, agravios que castigar y reparaciones que exigir. Entre otras muchas
víctimas sacrificadas, los generales Pierzon y Merino fusilados, el uno sin
ninguna forma judicial y arrancado el otro de un buque extranjero para ase-
sinarlo en la Ciudad de San Miguel, pedían entonces venganza, así como los
incendios y saqueos de los pueblos de El Salvador y Honduras demandaban
una justa reparación.
“Si el gobierno de Guatemala señaló, para sostener el ejército, contribu-
ciones forzadas a los propietarios que pertenecían al partido vencido, además
de que estaba en sus facultades esta medida, la necesidad de pagar sus haberes
al soldado vencedor lo exigía, y la política demandaba no sacar estos fondos
de los que no habían prestado buenos servicios.
Además, la capitulación celebrada en uso de las facultades que me da-
ban, la leyes militares no podía comprometer del mismo modo al gobierno
del Estado de Guatemala, que si se hubiera ajustado al tratado propuesto en
Ballesteros en cumplimiento de las instrucciones que se me habían concedido
al efecto.

394
“A pesar de que mi opinión el número de los presos debían ser el menor
posible, como lo había acreditado reduciendo a cinco individuos de los más
notables, la de los pueblos, así como la de los gobiernos de los Estados, y la
del ejército, era enteramente contraria. El gobierno del Estado de El Salvador
por medio de sus comisionados Ciudadano José Ma. Silva, el de Honduras
y Nicaragua por las exposiciones que se publicaron entonces por la prensa,
pedían el castigo de todos los culpables; y yo, que no desconocía la justicia de
estos reclamos, y que debía cumplir las órdenes de los jefes que habían depo-
sitado en mí su confianza, me vi obligado a reducirlos a prisión.
“Pocos días después se comenzó a difundir en la Ciudad la noticia de
que se intentaba…………………………..

CRONOLOGÍA DEL GENERAL FRANCISCO MORAZÁN

1792 3 Octubre Nace en la Villa dc San Miguel de Tegucigalpa. Su padre


Eusebio Morazán tenía 21 años y su madre Guadalupe
Quesada 27 años.
1792 16 Octubre El niño es bautizado en la Iglesia parroquial de la misma
villa, por el presbítero Juan Francisco Márquez. Fue su
madrina dona Gertrudis Ramirez de Reconco.
20 Octubre Nace en Tegucigalpa María Josefa Lastiri, su futura es-
posa, hija del matrimonio de don Juan Miguel Lastiri,
español, y doña Margarita Lozano.
1795 12 Junio Compran sus padres por 450 pesos, la propiedad y casa
del edificio que se encuentra frente al Teatro Variedades
de Tegucigalpa, razón por la que se duda que allí hubiese
nacido el prócer.
1804 Estudia Gramática Latina en el convento de San Fran-
cisco, con fray Jose Antonio Murga.
1808 A sus diez y seis años acompaña a su padre a Morocelí,
donde desempeña por algún tiempo su actividad en el
comercio.
1818 María Josefa Lastiri contrae matrimonio con Esteban
Travieso.

395
1819 Se organiza y funciona en Tegucigalpa la primera es-
cuela pública. Aparece Morazán como defensor de José
León Cabrera, procesado por homicidio en la persona
de Jose Leandro Cabrera. Defiende luego en otra causa
a Ramón Flores.
1821 Enero-Marzo En el censo de población que se hizo en Tegucigalpa,
se registró al comerciante Eusebio Morazán de 50 años,
casado con doña Guadalupe Quesada, con 4 hijos: Fran-
cisco, Marcelina, Cesárea y Benito.
1821 28 Septiembre Aparece por vez primera en la vida pública, cuando junto
con otras personas más, se incorpora al grupo de los in-
surgentes al firmar en Tegucigalpa el acta de esta fecha.
5 Octubre Aparece firmando una acta del Ayuntamiento de Tegu-
cigalpa, reunida en la Casa Nacional de Rescates, junto
con su señor padre.
Noviembre Es nombrado capitán de las Milicias Patrióticas, organi-
zadas voluntariamente para enfrentarse a las tropas del
Gobernador de la Provincia Don José Tinoco de Con-
treras.
1823 16 Abril Como Síndico del Ayuntamiento dc Tegucigalpa, hace
una representación sobre la necesidad dc un maestro en
la población para educación dc la juventud, Es éste su
primer escrito conocido.
24 Junio Forma parte de la Comisión de la Asamblea Constitu-
cional de Centro América, para que dictamine sobre los
Estados que debían ser miembros, y sobre la base del
poder elector/ dc la República.
1824 16 Septiembre El Congreso Constituyente del Estado de Honduras
elige al primer Jefe del Estado de Honduras a Don Dio-
nisio de Herrera
25 Septiembre Es nombrado Secretario general del Gobierno de Hon-
duras que preside su tío político.
1825 30 Diciembre Contrae matrimonio con María Josefa Lastiri, viuda de
Esteban Travieso. Será hija de este matrimonio doña
Adela Morazán, nacida en 1828 Doña María
Josefa falfeci6 el año de 1846.
24-25 Octubre Como Secretario del Gobierno, informa al Federal acer-
ca de las gestiones sobre un préstamo extranjero a Hon-
duras.

396
11 Diciembre La Asamblea Constituyente de Honduras decreta la
adopción de Carta Fundamental del Estado. Le toca al
Jefe de Estado y al Secretario general, la sanción y publi-
cación del documento.
1826 6 Abril Es electo presidente del Consejo Representativo (Poder
Moderador del Gobierno), con sede en Comayagua.
10 Mayo Nace en Tegucigalpa José Antonio Ruíz, como hijo le-
gítimo de Eusebio Ruíz y Rita Zelayandía. Más tarde
Morazán lo reconocería como su hijo natural. Murió el
27 de Noviembre de 1883).
1827 29 Abril Junto con su columna de tropas, hace fente a las milicias
de José Justo Milla, en la Madariaga.
10 Mayo Las tropas de Milla ocupan, por capitulación, la plaza de
Comayagua, tras 36 días de asedio. Allí es hecho prisio-
nero el Jefe de Estado, don Dionisio de Herrera.
5 Junio Llega Morazán al pueblo de Ojojona, en unión de algu-
nos amigos. Ese mismo día es hecho prisionero y el día 7
es trasladado a la cárcel pública de Tegucigalpa.
28 Junio Es excarcelado bajo fianza. Se a San Salvador disfrazado
de sacerdote o de mujer y pasa luego a León de Nicara-
gua. Allí obtuvo del Vice Jefe Juan Arguello el auxilio
que necesitaba para que junto con el proveniente de San
Salvador, le servirá para enfrentar a Milla.
28 Septiembre Las tropas salvadoreñas, con refuerzos provenientes del
Estado dc Honduras, son batidas por la división federal
al mando de José Justo Milla, en Sabanagrande.
4 Octubre Nace en Tegucigalpa Francisco Morazán, hijo bastardo
reconocido por el General, habido con doña Francisca
Moncada. Falleció este en Chinandega, Nicaragua en
1904.
11 Noviembre En las inmediaciones del Cerro de la Trinidad, en el ca-
mino entre Tegucigalpa y Sabana Grande, son deshe-
chas las tropas federales, por una división de leoneses y
salvadoreños, al mando del Teniente Coronel Remigio
Díaz. Allí tomó parte activa Morazán, y en su carácter de
Consejero, se hizo luego cargo del Gobierno del Estado.
12 Noviembre Ocupó la ciudad de Tegucigalpa, y fue recibido con júbi-
lo por sus habitantes.

397
26 Noviembre Ocupa sin resistencia la ciudad de Comayagua, y en su
carácter de Consejero más antiguo, se le designa Jefe del
Estado. En la misma fecha toma posesión del cargo.
18 Diciembre Aprueba el cobro de los ramos fiscales de propios, alca-
balas y aguardientes.
1828 25 Junio Llega al pueblo de Lolotique con sus tropas, punto situa-
do a 24 Kms. de la ciudad de San Miguel, en El Salvador.
30 Junio Deposita el mando de Jefe de Estado en el Vicejefe Ge-
neral Diego Vigil. Su propósito fue el de acudir en au-
xilio del gobierno salvadoreño, sitiado en su capital por
tropas guatemaltecas destacadas por Arce.
6 Julio Batalla del Gualcho, a orillas del río Lempa, Departa-
mento de San Miguel, librada entre hondureños y gua-
temaltecos. En esta jornada quedó totalmente deshecha
la división al mando del Coronel Domínguez, la que se
hallaba hasta el momento victoriosa. Fué esta la primera
acción de guerra en la que Morazán figura como Ge-
neral. Fue una batalla sangrienta y tuvo un decisivo en
el éxito de la lucha entre los estados de El Salvador y
Guatemala.
2 Septiembre Al frente de 1200 hombres, sale de Tegucigalpa con
rumbo a El Salvador, por la ruta de Goascorán.
8 Octubre Sus tropas derrotan en San Antonio del Gualcho a las
federales, que iban ya en retirada. Así termina la tercera
incursión en territorio salvadoreño de las tropas fede-
rales.
9 Octubre Se firma en la hacienda de Gualcho, la capitulación con
el General en Jefe del Ejército Federal, ciudadano An-
tonio Aycinena.
23 Octubre Con su ejército, se le recibe de modo entusiasta en San
Salvador.
11 Noviembre Junto con Prado, propone un arreglo al Gobierno Fede-
ral, el que no aceptó las condiciones.
22 Noviembre Emite su proclama a los ciudadanos del Departamento
de Olancho.

398
1829 Compra en Guatemala, a solicitud de la Municipalidad
de Tegucigalpa, un cuño. Se encargó de su conducción
y montaje el Coronel Felipe Floripe, quien lo dejó ese
mismo año instalado en Tegucigalpa.
Febrero Sale de San Salvador, con rumbo a Guatemala.
5 Febrero A la cabeza de más de 2.000 hombres provenientes
tanto de Honduras como de El Salvador, el que tomó
la denominación de Ejército aliado Protector de la
Ley. dá principio al asedio de la plaza de Guatemala,
embistiéndola por el lado de la Garita del Golfo, de
donde fue rechazado tras recio tiroteo.
18 Febrero Las tropas de la guarnición de Guatemala hacen una sa-
lida y destrozan en Mixco a una gruesa división del Ejer-
cito de Morazán, por cuyo motivo se dió a aquel pueblo
el título de Villa de la Victoria. Compra en Guatemala
una imprenta a Santiago Machado y la remite a Hondu-
ras. Fue la primera imprenta habida en ese país.
5 Marzo Lacuarta Legislatura de Honduras le declara electo Jefe
del Estado, mientras Morazán se hallaba en la campaña
de Guatemala.
6 Marzo Acude al lugar nombrado San Miguelito, situado a 4
kms. de la Antigua, en auxilio dc las tropas comandadas
por Enrique Terrlonge. Allí, juntos, derrotan a las tropas
dc Guatemala que los habían atacado. Para perpetuar la
memoria de este triunfo, se le dió a San Miguelito cl
título de San Miguel Morazán.
10 Marzo El Jefe de Estado de Guatemala nombra a Morazán Co-
mandante general de las Armas, con el grado de Tenien-
te General.
15 Marzo En las inmediaciones de la hacienda llamada Las Char-
cas, derrota a las tropas guatemaltecas al mando del Co-
ronel Prado, hecho que contribuyó a acelerar la toma y
rendición de la ciudad de Guatemala.
9 Abril Se inicia el asalto por las tropas morazanistas de la ciu-
dad de Guatemala.

399
12 Abril Después de más de dos meses de asedio, la ciudad de
Guatemala capitula, con lo que termina la revolución
que comprende los años de 1826 a 1829. Así comienza
la época nombrada de la Restauración. Asume el poder
como dictador, y lo ejerce hasta el 25 de junio siguiente.
30 Abril La Asamblea del Estado de Guatemala acuerda conde-
corarle con una medalla de oro, cuyo nombre debía apa-
recer en la leyenda, precedida del dictado de Benemérito.
25 Junio Entrega el mando al designado por el Congreso Fede-
ral, el Senado Francisco Barrundia. Al día siguiente sale
con rumbo a El Salvador. A mediados del año remitió
al Consejo Representativo del Gobierno de Honduras
un pliego cerrado, para que éste conociera su contenido
y dictara algunas medidas de seguridad.
9 Julio La Asamblea de Guatemala decretó la expulsión del
Arzobispo y de los frailes, enemigos del Gobierno. Mo-
razán ordenó su salida entre el 10 y 1 1 de Julio, envián-
dolos hacia La Habana, Cuba.
Noviembre Sale de Guatemala con rumbo a San Salvador, a donde
pasa en solicitud de hombres y recursos financieros.
Noviembre A fines de este mes se regresa a Honduras.
4 Diciembre Asume la Jefatura del Estado de Honduras, cargo para
el que fue electo dc modo constitucional el 5 dc mar-
zo anterior. Con tal motivo publica un manifiesto a los
hondureños, invitándolos a la paz.
14 Diciembre Hace entrega dcl poder al Senador Juan Angel Arias.
1830 Enero Sale de Tegucigalpa con sus tropas hacia Juticalpa, por
mandato del gobierno federal.
21 Enero Consigue la plena pacificación del Estado dc Honduras.
Lo consigue por medio de un tratado se ajustó con los
sublevados del Departamento de Olancho, firmado en el
paraje nombrado Las vueltas del Ocote.
6 Febrero Manifiesto a los habitantes del Departamento de Olan-
cho.
19 Febrero Derrota a los opotecas, facción en Honduras del Coro-
nel Vicente Domínguez, la cual se dirigía en contra del
gobierno constituído.
22 Abril Reasume la Jefatura del Estado de Honduras.

400
4 Mayo Manifiesto a los habitantes de los pueblos de Honduras.
25 Mayo El Congreso de Honduras aprueba la ley por virtud de
la cual se declara herederos forzosos a los hijos naturales
de los clérigos. A Morazán le correspondió ponerle el
ejecútese.
28 Julio Entrega la jefatura del Estado a su Consejero José San-
tos del Valle, por haber sido elegido Presidente de la Re-
pública Federal de Centro América, por el voto popular.
Sale, vía San Salvador, hacia Guatemala.
14 Setiembre Arriba a la ciudad de Guatemala, para hacerse cargo de
la Presidencia de Centro América.
16 Setiembre Toma posesión del cargo de Presidente de la República
Federal de Centro América.
1831 12 Marzo Presenta al Congreso Federal su Mensaje como Presi-
dente de la República, en ocasión del inicio del período
de sesiones ordinarias.
23 Abril Se separa del mando y deposita el poder en manos
23 Junio del Vicepresidente Mariano Prado.
20 Diciembre Proclama a los habitantes de la República sobre la fac-
ción de Arce y de Domínguez.
2 Enero Primer manifiesto del Presidente, dado en Jalpatagua. Se
refiere al traslado de las autoridades federales San Sal-
vador.
12 Enero Asume la jefatura del ejército y deposita el mando en el
Vicepresidenta Prado
14 Enero Desde Chiquimula, lanza un manifiesto acerca de los
procedimientos Gobierno de El Salvador.
Febrero Proclama a los habitantes del Estado Nicaragua, sobre la
facción de Arce y Dompinguez.
28 Febrero Proclama los habitantes cle la República, sobre las difi-
cultades surgidas establecer cl Gobierno Federal en San
Salvador.
14 Marzo Las tropas bajo su mando, derrota en Jocoro, Depar-
tamento de San Miguel, a las que comandaba Vicente
Villaseñor. Tras este triunfo, encuentra abierto cl camino
para su marcha sobre San Salvador.
22 Marzo Sale de Soyapango con rumbo a San Salvador.

401
28 Marzo Ocupa por la fuerza la plaza de San Salvador y obliga
al Jefe del Estado D. José María Cornejo a renunciar.
Remite a las autoridades depuestas a Guatemala, para
que fueran juzgadas.
3 Abril Asume por decreto, la Jefatura del Estado de El Salva-
dor, mientras era Presidente Federal. Incontinenti hizo
que se reuniera la Asamblea del Estado de El Salvador.
5 Mayo Queda destruida la última facción de los Opotecas. Do-
mínguez fue aprehendido y pasado por las armas en Co-
mayagua, el 14 de setiembre de este mismo año.
6 Mayo Da inicio a su viaje de regreso hacia la ciudad de Gua-
temala.
2 Junio Reasume el mando como Presidente Federal en la ciu-
dad de Guatemala.
27 Junio Por razones de enfermedad, deposita el mando en el Se-
nador Gregorio Salazar.
24 Julio Reasume el mando presidencial.
1833 16 Febrero Se separa del Ejecutivo, para marchar hacia San Salva-
dor con propósito de su pacificación.
8 Marzo Pronuncia D. Gregorio Salazar su mensaje, al abrirse las
sesiones del Congreso Federal.
1834 5 Febrero Se verifica el traslado de las Supremas Autoridades Fe-
derales a Sonsonate, las mismas que en el siguiente mes
dc junio se establecerán en San Salvador.
2 Junio Sc convoca a nuevas elecciones para Presidente dc la Fe-
deración, por muerte dcl electo, cl Lic. José Cecilio del
Valle.
17 Junio Se separa del mando en San Salvador.
21 Junio El Vicepresidente decreta el traslado de sus Secretarías y
Senado a Santa Ana.
16 Setimbre Concluye su período constitucional como presidente de
la República Federal.
29 Setiembre El Vicepresidente Federal D. Gregorio Salazar le confie-
re el grado de General de División.

402
18 Diciembre Llega a Puntarenas en la goleta Teresa. El objeto de su
visita a Costa Rica, es recibir cierta cantidad de tabacos,
comprados por el Gobierno de la Federación por la suma
de 34 mil pesos.
23 Diciembre Llega a la ciudad de Alajuela, lugar de residencia del Jefe
de Estado de Costa Rica, don José Rafael Gallegos.
27 Diciembre Llega a la ciudad de San José, en donde se realizan una
serie de actos en su honor.
1835 Enero Escribe una serie de notas acerca del cobro que realizó
en Costa Rica para la Federación.

Hace amistad en Cartago con el militar peruano don


Pedro Bermúdez.
Febrero Envía nota acerca de la entrega de 17.450 libras de ta-
baco.
2 Febrero Es reelecto por el Congreso, por mayoría de votos, como
Presidente de la República Federal de Centro América.
7 Febrero Las Cámaras Legislativas erigen al Departamento de
San Salvador como Distrito Federal, rango que conservó
hasta el 30 de Junio de 1839. Lo había sido de hecho,
desde el 29 de Mayo de 1834.
4 Junio Toma posesión del cargo de Presidente de la República
Federal de Centro América, en segunda oportunidad.
5 Diciembre Proclama a los salvadoreños sobre nueva turbación de
la paz.
1836 Dispuso, de acuerdo con el Senado, comisionar al ciu-
dadano Juan Mora Fernández y al excelentísimo señor
don Pedro Bermúdez, con el objeto de mediar la paz de
Costa Rica, ante la rebelión promovida en ese Estado
por el coronel Manuel Quijano. Hizo despachar a un
oficial del Ejército, con la orden de aconsejar a Quijano a
deponer las armas. A la vez envió varias comunicaciones
a las autoridades del distrito de Nicoya, para que apre-
hendieran a Quijano.
21 Marzo Presenta ante el Congreso Federal reunido en San Sal-
vador, su Mensaje corno Presidente de la Federación.
26 Mayo Presenta un Mensaje ante cl Congreso de la Federación.
14 Julio Firma la Ley que reglamenta el comercio del tabaco.

403
1837 Nombra una comisión formada por los ingenieros Bai-
ley y Bates, para la realización dc un estudio completo
dcl Canal por Nicaragua. El estudio acerca dc su costo y
viabilidad no quedó concluido sino después de la muerte
del prócer.
27 Febrero Firma el decreto dc Ley Orgánica de la Hacienda Fede-
ral de la República dc Centro América.
15 Marzo Mensaje dirigido al Congreso Federal, en oportunidad
de la apertura de sus sesiones ordinarias.
15 Junio Una gruesa división de tropas del Gobierno de Gua-
temala, ataca y dispersa en las inmediaciones de Mata-
quescuintla, a los disidentes de Mita. Con este ataque da
principio a un largo ciclo de violencia que se prolongará
por 18 meses.
1838 2 Febrero Se separa de la Presidencia para marchar desde San Sal-
vador a pacificar a Guatemala.
9 Marzo Con 1.300 salvadoreños sale de Santa Ana sobre Gua-
temala.
13 Marzo Ordena a Carrera a que se incorporara a sus tropas en
Cuajiniquilapa, pero éste no atendió a lo solicitado.
20 Marzo Abre su primera campaña contra los pueblos disidentes
del distrito de Mita. Comienza atacándolos en el cerro
de Mataquescuintla pero tras tres meses de combates y
de todo género de maniobras, se ve forzado a replegarse
a la capital de Guatemala, sin haber adelantado nada en
la obra de la pacificación. Esto señala el éxito creciente
de la revolución acaudillada por Rafael Carrera.
14 Abril Hace su entrada en la ciudad dc Guatemala, la que le
recibe con manifestaciones de Júbilo.
24 Abril Proclama dirigida a los habitantes del Distrito de Gua-
temala, llamándolos a la conciliación.
9 Mayo Proclama a los vencedores en Amatitlán.
28 Junio Proclama a los soldados dcl Ejercito, dada en el Cuartel
de Guajiniquilapa.
Agosto Tras vencer en los llanos de Jalapa a los ejércitos enemi-
gos, Rafael Carrera amenaza la capital de Guatemala a
principios de setiembre.

404
Setiembre Con mil salvadoreños y con autorización del Congreso
Federal, se propuso pacificar el Estado de Guatemala.
Setiembre Amediados del mes, deposita el cargo de Presidente Fe-
deral en su Vicepresidente Diego Vigil.
1839 1 Febrero Termina su período como Presidente de la República
Federal de Centro América. “Desde esta fecha debe con-
siderarse disuelto el pacto federal y fenecida la misión
legal de los encargados del Poder Ejecutivo de la Repú-
blica (Marure).
Febrero A principios de este mes, realiza su regreso a San Sal-
vador.
24 Marzo El General Carrera hace un pronunciamiento en Mata-
quescuintla, por el que desconoce todos los actos de la
Asamblea que convocara Morazán.
Abril A principios de este mes, sale de Cojutepeque al frente
de una columna. Va al encuentro de los hondureños y
nicaragüenses.
5 Abril En la madrugada de este día, la columna mandada por
Morazán ocupa la estancia del Espíritu Santo. Envía al
campo contrario a su edecán José Morales, con el pro-
pósito del canje de prisioneros. Este propósito se hizo
efectivo.
6 Abril Batalla del Espíritu Santo, lugar a orillas del río Lempa.
Se dió entre las fuerzas aliadas de Honduras y Nicara-
gua, a las órdenes del General Francisco Ferrera, y las del
Estado de El bajo su mando. Estas últimas consiguieron
el triunfo completo. Morazán recibe una seria herida y
fractura en su brazo derecho.
13 Abril Carrera ocupa sin resistencia alguna, la ciudad de Gua-
temala E impone como gobernante al Consejero Ma-
riano Rivera Paz.
17 Abril El Jefe de Estado dc Guatemala declara disuelto el Pacto
Federal, por lo que ese Estado asume su soberanía plena.
8 Julio Se le declara dc nuevo electo Jefe dcl Estado de El Sal-
vador.
11 Julio Toma posesión de la Jefatura del Estado de El Salvador,
cargo en el que permanecerá hasta el 5 de abril de 1840.

405
30 Julio Proclama dirigida a los salvadoreños, dada en San Vicen-
te. Alude a los constantes hostigamientos provenientes
desde Honduras, y que realiza el Comandante Ferrera.
28 Agosto El Brigadier Trinidad Cabañas a la cabeza de tropas fe-
derales penetra hasta Tegucigalpa, y tras varios encuen-
tros armados la ocupa el día 6 de Setiembre.
15 Septiembre Sale de San Salvador al frente de 300 hombres con des-
tino a Suchitoto.
16 Septiembre Sale de San Salvador para llegar al anochecer a San Pedro
Perulapán. Allí bate una a fuerza doble de hondureños
y nicaragüenses, al mando del General Ferrera, la que se
encaminaba a San Salvador con el propósito de destituir
al Gobierno Federal que funcionaba allí. Su mujer e hija
son capturadas por el enemigo como rehenes, pero se
rescataron ilesas tras la liberación de la ciudad.
1840 31 Enero Es batida la división federal, al mando dt Cabañas, en la
hacienda Potrero, por las fuerzas combinadas de Hon-
duras y Nicaragua, al mando de Manuel Quijano. Esto
puso punto final a la aventura de Cabañas en Honduras,
y facilitó el regreso de las autoridades a la capital del
Estado.
Marzo Con 900 hombres emprende desde El Salvador, su expe-
dición a Guatemala.
17 Marzo A las cuatro de la tarde descendía con sus tropas por la
cuesta de Pínula, para situarse en la sabana de “La Cule-
bra”, ubicada entre Guadalupe y los “Arcos de la Aurora”.
18 Marzo Se posesiona de la ciudad de Guatemala, luego de derro-
tar a sus defensores, capitaneados por el Coronel Vicente
Cruz. Sin embargo, ante el ataque de Carrera y sus se-
guidores, Morazán y su tropa fueron perdiendo terreno.
19 Marzo En la mañana, a las cuatro, inician los morazanistas su
retirada de la ciudad, para llegar a las once de la mañana
a Antigua Guatemala, con 1300 hombres. Esta derrota
tuvo una decisiva influencia, pues marca el fin de la he-
gemonía de los diez años de Morazán, que le obligará a
tomar el camino del exilio.
24 Marzo Con su diezmada falange llega hasta Ahuachapán a las
cuatro de la tarde.

406
27 Marzo Entra con sus tropas derrotadas, a la ciudad de San Sal-
vador.
8 Abril Embarca en el puerto de La Libertad, a bordo de la go-
leta Izalco.
22 Abril A bordo de la goleta Izalco, hace su arribo al puerto de
Puntarenas, en donde solicita al Gobierno asilo, pero el
Jefe de Estado Lic. Braulio Carrillo se lo niega.
Mayo Llega a Chiriquí, para radicar en la ciudad de David.
16 Julio Da a conocer el “Manifiesto de David”, dirigido a los
centroamericanos.
Agosto A finales de este mes embarca en Chiriquí y toma rumbo
al Perú.
4 Octubre Recibe un comunicado del Gobierno de Nicaragua, el
que le solicita su ayuda, por haber sido ocupado por los
ingleses el puerto de San Juan del Norte, y por haberse
rebelado los indios mosquitos.
23 Noviembre Suscribe en Lima con don Pedro Bermúdez, un emprés-
tito por valor de 18.000 pesos, el que le permitirá finan-
ciar su regreso a Centro América.
Diciembre Toma en arriendo en el puerto del Callao el bergantín
Cruzador.
1842 Enero Zarpa del Callao y hace escala en la isla de Puná y en el
puerto de Guayaquil.
Febrero A principios del mes arriba a Chiriquí, para visitar a su
familia residente en David.
8 Febrero El bergantín ‘Cruzador” echa anclas en Tárcoles, al sur
de Puntarenas, para recoger agua y afirmar su orienta-
ción para continuar la navegación.
15 Febrero El “Cruzador” amaneció anclado en la bahía y frente al
puerto de La Unión
Abril A principios de este mes, arriba al puerto de Caldera en
Costa Rica, en donde desembarca sin hallar resistencia. 
10 Abril Carrillo le escribe una carta proponiéndole una entrevis-
ta. La respuesta se dio, pero hoy no se conoce.
11 Abril Por virtud del “Pacto del Jocote”, obtiene la rendición del
Jefe del Estado Carrillo; éste, de inmediato prepara su
salida hacia el exilio.

407
12 Abril Asume la Jefatura provisional del Estado de Costa Rica
en Heredia, por virtud del convenio del Jocote. 
13 Abril Entra victorioso en la ciudad de San José.
14 Abril Nombra Ministro general del Gobierno al Licenciado
José Miguel Saravia.
15 Abril Vicente Villaseñor es nombrado Jefe del Ejército.
19 Abril Dicta medidas enérgicas encaminadas a moralizar al
Ejército.
22 Abril Decreta el aumento de las fuerzas militares en Costa
Rica.
23 Abril Decreta una serie de medidas que buscan la reorganiza-
ción del Ejército e incorpora al Estado Mayor del Co-
mando en Jefe, a varios individuos.
30 Abril Dicta severas medidas en contra de los alborotadores.
Abril Afines de este mes, realiza una visita a la ciudad de Car-
tago.
3 Mayo Dispone un aumento por 5.000 pesos, en las rentas pú-
blicas.
18 Mayo Deroga la let que establece como día festivo el 17 de
Mayo (de 1839), que celebraba Carrillo.
23 Mayo Se deroga la ley que declara que corresponde a la capital
el armamento existente en ella.
29 Mayo Se produce una conspiración popular en contra de Mo-
razán y su ejército y se ataca el cuartel de Heredia.
30 Mayo Decreta el estado de Guerra.

Decreta que se tiene como enemigo del Estado a todo


aquel que posea un fusil. Se gratificará a los denunciantes
y se perdona a aquellos que se entreguen, entre los que
participaron del asalto al cuartel de Heredia.
11 Junio Queda en suspenso el estado de Guerra.
20 Junio Se entrevista con el teniente Guadalupe Lagos, quien
denuncia un complot para derrocarle.
23 Junio Aprueba la nulidad del acuerdo para fusilar a Cecilio
Carmona, por haber participado en una acción provoca-
tiva en contra del Gobierno.
14 Julio Decreta de nombre a un Jefe provisorio para la Asam-
blea, a un Vicejefe y a un suplente. 

408
15 Julio La Asamblea lo declara “Libertador de Costa Rica”.
20 Julio La Asamblea de Costa Rica declara que este Estado for-
ma parte integrante de la República.
27 Julio La Asamblea acuerda una declaración de reconocimien-
to hacia todos aquellos que participaron en la caída del
Jefe Carrillo.
1 Agosto La Asamblea Constituyente acuerda que la Secretaría de
la Asamblea debe dirigirse por oficio, al Ministro general
del Gobierno, Licenciado José Miguel Saravia, ordenán-
dole dar inmediata publicidad y circulación al decreto de
15 de julio anterior.
8 Agosto Entra en vigencia el decreto por el que se le declara Li-
bertador de Costa Rica.
12 Agosto La Constituyente acuerda restablecer las municipalida-
des de Costa Rica.
27 Agosto Se declara nula la Ley de Bases y Garantías promulgada
por Carrillo.
28 Agosto Tuvo informes acerca del infortunado suceso en que
perdió su vida en Guanacaste el General Enrique Rivas,
evento ocurrido seis días antes. 
1 Setiembre Se reforma el Código General promulgado por Carrillo.
2 Setiembre El Gobierno decreta la organización de cuatro batallo-
nes de milicias, las que tendrán como sede las ciudades
de Cartago, Alajuela, Heredia y San José.
3 Setiembre Se comisiona al Teniente coronel Gerardo Barrios para
apresar en Heredia a las familias de los soldados fugilivos
y confiscar sus bienes.
5 Setiembre Se decreta la creación del Colegio de San Luis Gonzaga
en Cartago.

La Asamblea Constituyente acuerda en esta fecha, sus-


pender sus sesiones.
10 Setiembre Realiza junto con un séquito de sus oficiales, un reco-
rrido a caballo por las calles de San José. Una mujer del
pueblo le arrojó una piedra en la cara, la que le hirió le-
vemente. 
13 Setiembre Fue sitiado en San José por cinco mil rebeldes, hecho
que le obligó a refugiarse con su gente en el Cuartel
Principal.

409
14 Setiembre En horas tempranas de la mañana y aprovechándose de
un fuerte aguacero, abandona la ciudad de San José, para
dirigirse con su gente hacia la ciudad de Cartago.

Arriba a la casa del Comandante de la Plaza de Cartago,


don Pedro Mayorga, en procura de ayuda, pero éste se
esconde.

Morazán es hecho prisionero en Cartago y guarda pri-


sión en la casa de Mayorga
15 Setiembre Es visitado en la mañana por el Presbítero Gabriel del
Campo, Vicario de Cartago, con quien se confiesa.

Más tarde es conducido hacia San José, a donde entra a


la una de la tarde.

Avanzada la tarde, es fusilado en el costado suroeste de la


Plaza Principal de San José.

Revisión. Marzo 9, 1993

410
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(20). Ibídem
(21). Copia mecanográfica, Fuente no establecida
(22). Ortega, Miguel R. 1988-91, II:394-396
(23). Martínez López, Eduardo 1931:62-63
(24). Op. cit., p.63
(25). Op. cit., p. 77
(26). Op. cit. p. 77-78
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(36). Mencos Franco, Agustín, 1982:274-275
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(38). Op. Cit., p. 85
(39). Ortega, Miguel R., 1988-91,II:433-434
(40). Martínez López, Eduardo 1931:84-85
(41). Ortega, Miguel R. 1988-91, II:436-438
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(43). Ortega, Miguel R., 1988-91, II:456-457
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(45). Ortega, Miguel R. 1988-91, II:498-500
(46). Op. cit. 469-471
(47). AN-CR, Federal 127 (manuscrito original)
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(130). BAGG-G, Tomo II, N. 2 (Enero de 1937):268
(131). Ibídem
(132). Gallardo, Miguel Ángel 1854, I:157-158
(133). Copia mecanográfica. Referencia no indicada
(134). Martínez López, Eduardo 1931:251-252
(135). Valenzuela, Gilberto 1961, IV:170-171
(136). Ortega, Miguel R. 1988-91, I:276-279
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(138). Montes, Adolfo 1958:240
(139). RABN-H, Tomo VII, (1929): 40
(140). Ortega, Miguel R. 1988-91, I:308-311
(141). Martínez López, Eduardo 1931:242-243
(142). Gallardo, Miguel Ángel 1954, I:158-159
(143). Ortega, Miguel R. 1988-91, I:476-481
(144). Op. cit., I:308-311
(145). Gallardo, Miguel Ángel 1954, I:159
(146). Cevallos, José Antonio 1961-65, I:309
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(149). Copia mecanográfica. Fuente no indicada
(150). RABN-H, Tomo XXI (1942):150
(151).  Reyes, Rafael 1923:52
(152). Ortega, Miguel R. 1988-91, I:571-573
(153). Op. cit., I:496-503
(154). García, Miguel Ángel 1954-62, I:162
(155). Ortega, Miguel R. 1988-91, I:232-235
(156). Montes, Arturo H. 1958:262
(157). Griffith, William J. 1977:283-284
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Estado. 1843. Editada por el apoderado de la Albacea, don Cruz Lozano, AN-
CR

416
Abreviaturas

ACM-CR Archivo de la Curia Metropolitana, San José, Costa Rica


AN-CR Archivo Nacional. San José, Costa Rica
BAGG-G “Boletín del Archivo General  del Gobierno”, Guatemala, Ciudad de
Guatemala
BDC-H “Boletín del Distrito Central”, Tegucigalpa D. C., Honduras
KU-SC Kansas University, Department of Special Collections.
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RABN-H “Revista del Archivo y Biblioteca Nacional”, Tegucigalpa D. C.,
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1956-57 Barrundia ante el espejo de su Tiempo. Editorial Universitaria,
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1947  Morazán un representativo de la democracia americana. Ediciones Botas-
México. México D. F. 438 pp.

421
ÍNDICE DE LA OBRA

1. Palabras Introductorias. Por Carlos Meléndez Ch.


2. Acervo documental:

Primera Etapa
INDICIOS DE SU VIDA PUBLICA

1. Representación del Síndico al Muy Noble Ayuntamiento de Tegucigalpa, acer-


ca de ciertos perjuicios que sufren los labradores y sobre la necesidad que tiene
la ciudad de un Maestro.
Tegucigalpa 16 de Abril de 1823
2. Comunicación hecha al Ministro de Estado de Costa Rica, sobre la instalación
de ese Estado del Congreso Legislativo.
Tegucigalpa 9 de junio de 1825.
3. Comunicación hecha al Gobierno de Costa Rica, sobre el acuerdo de traslado
de sede de Tegucigalpa a Comayagua, aprobado por la Asamblea Constituyen-
te de Honduras.
Tegucigalpa 19 de Julio de 1825
4. Carta al Secretario de Estado y del Despacho de Hacienda acerca de los alcan-
ces del dictamen de la Comisión de Hacienda Federal para que se franqueen
los 25 mil pesos solicitados por la Asamblea Constituyente de Honduras para
ese Estado.
Comayagua 24 de Diciembre de 1825.
5. Comunicación al Ministro de Gobierno de Costa Rica sobre los detalles de un
empréstito fallido que promivió el Gobierno de Honduras.
Comayagua 29 de Diciembre de 1825.
6. Carta a destinatario no establecido, relativa a su nombramiento como Conseje-
ro del Estado del ciudadano don Liberato Moncada como Secretario interino.
7. Carta al Ciudadano Francisco Márquez sobre la incursión a Honduras de las
tropas jefeadas por Milla y del hecho de que deja a su familia en Ojojona sin
auxilio alguno
Texiguat 17 de Mayo de 1827.
8. Parte que se dirige al Ministro General del Gobierno del Estado de El Salva-
dor, sobre la batalla que se libró en el Espíritu Santo.
Hacienda del Espíritu Santo 6 de Abril de 1828.

422
9. Parte sobre la derrota del enemigo en la Hacienda del Gualcho.
San Miguel 8 de Julio de 1828.
10. Oficio que dirige al Ministro general del Gobierno del Estado de El Salvador,
acerca de la derrota de los hombres jefeados por Rosa Medina y del retiro del
llamado Jefe de Honduras Jerónimo Zelaya.
Tegucigalpa 28 de Agosto de 1828.
11. Nota al Ministro general del Gobierno del Estado de El Salvador acerca de la
derrota sufrida por elJefe Prem.
Goascorán 2 de Octubre de 1828.
12. Capitulación del Jefe del Ejército Federal ciudadano Antonio de Aycinena,
celebrada en la Hacienda de Gualcho.
Hacienda de Gualcho 9 de Octubre de 1828.
13. Carta al Ministro general del Supremo Gobierno del Estado de El Salvador,
por el que agradece las manifestaciones dela Municipalidad y vecindario de
San Salvador
Cojutepeque 21 de Octubre de 1828.
14. Proyecto de Paz perpetua y Conciliación que los estados proponen al Vicepre-
sidente de la República y al Jefe del Estado de Guatemala.
San Salvador, 14 de Noviembre de 1828.
15. Proclama a los ciudadanos del Departamento dc Olancho, observándoles que
los enemigos son los nobles y godos de Guatemala.
Cuartel general en Marcha 22 de Noviembre de 1828
16. Comunicación al Jefe Político Departamental, sobre que reúna dineros para
atender la tropa y así evitar la deserción.
Ahuchapán 1 de Enero de 1829.
17. Proclama a los habitantes de la Ciudad dc Guatemala para que no teman de su
tropa, pues va a hacer la guerra a quienes son sus tiranos.
Cuartel general (en marcha) 7 de Enero de 1829.
18. Carta al ciuadadano Fernando Antonio Dávila, comisionado para negociar la
paz entre los estados.
Cuartel general en Pínula 14 de Febrero de 1829.
19. Parte oficial sobre la victoria alcanzada por el Comandante Jonama y la consi-
guiente derrota sufrida por Irisarri en el pueblo dc San Andrés Metabac. San
Salvador 3 y 12 de Marzo de 1829.

423
Segunda etapa
JEFE DE ESTADO DE HONDURAS

20. Parte sobre la victoria de los Ejércitos aliados, alcanzada en el llano de San
Miguelito. San Salvador 7 de Marzo de 1829
21. Frustado convenio de paz entre los estados de Guatemala y los de El Salvador
y Honduras. Celebrado en la Labor de Ballesteros el 27 de Marzo de 1829.
22. Transcripción que hace el Ministro de Guerra don Manuel Julián Ibarra de
una carta relativa al tratado que se negocia.
El Aceituno 29 de Marzo de 1829.
23. Carta al Ministro de Guerra de Guatemala, sobre la necesidad de proceder a
vestir a los soldados. El Aceituno 5 de Abril de 1829.
24. Carta al Ministro de Guerra de Guatemala sobre el canje de prisioneros pa-
triotas. El Aceituno 6 de Abril de 1829. 
25. Carta que dirige a don Mariano de Aycinena en respuesta a otra suya en que
éste propone un arreglo de capitulación. Vecindades de Guatemala 11 de Abril
de 1829.
26. Carta que dirige a don Mariano de Aycinena en respuesta a otra de éste, en la
que propone una conferencia para la entrega de la plaza de la ciudad de Guate-
mala. Cerca de Guatemala, 11 de Abril de 1829
27. Carta al Ministro general del Gobierno Supremo del Estado de Costa Rica, en
la que brinda noticias de la toma de la ciudad de Guatemala. Guatemala 12 de
Abril de 1829.
28. Capitulación en la ciudad de Guatemala, celebrada con el General Manuel
Arzú y el General Manuel Francisco Pavón. Guatemala 12 de Abril de 1829.
29. Comunicación al Ministro general del Gobierno del Estado de Costa Rica, in-
dicando que la guerra civil ha terminado hoy y para que hagan venir a la mayor
brevedad a los representantes de ese Estado, para que ocupen los asientos en
que los colocaron los pueblos. Guatemala 13 de Abril de 1829.
30. Proclama a los habitantes de Centro América, sobre la ocupación ayer de la
capital por sus tropas y que con ello la paz ha hecho su arribo a Guatemala.
Nueva Guatemala 14 de Abril de 1829.
31. Carta al Doctor don Pedro Molina sobre su proyecto de nombrar a Barrundia
Jefe del Estado de Guatemala y de la necesidad de formar un Cuerpo Federal.
Ciudad de Guatemala 14 de Abril de 1829.
32. Comunicación que dirige al Ministro de Guerra de Guatemala sobre las nece-
sidades de recursos para pagar a sus soldados. Guatemala 17 de Abril de 1829.

424
33. Declaratoria de nulidad de la capitulación de 12 de Abril, por los incumpli-
mentos en que ha ocurrido la contraparte. Guatemala 20 de Abril de 1829.
34. Carta al Ministro de Hacienda del Gobierno del Estado de Guatemala, acerca
de la falta de dineros para que el Ejército pueda subsistir. Guatemala 24 de
Abril de 1829.
35. Carta al Ministro de Guerra del Estado de Guatemala, en respuesta a otra
suya, relativa al nombramiento del Jefe Político de Quetzaltenango. Guatemala
25 de Abril de 1829.
36. Carta al Doctor don Pedro Molina acerca de sus conversaciones con el Arzo-
bispo de Guatemala para el nombramiento de clérigos en los curatos y la diaria
deserción de los soldados.
37. Carta al Ministro general del Gobierno del Estado de Guatemala, sobre el
reconocimiento a los méritos del Consejero Mariano Centeno. Guatemala 1
de Mayo de 1829.
38. Carta al Ministro general del Gobierno de Guatemala, sobre el feliz término
de los males que afligían al Estado. Guatemala 1 de Mayo de 1829
39. Carta de respuesta a la del Ministro general del Gobierno Supremo del Estado
de Guatemala, relativa a la conducta adoptada por el Cura de Totonicapán.
Guatemala 4 de Mayo de 1829.
40. Carta al Ministro general del Gobierno del Estado de Guatemala, sobre la
falta de armas y de disciplina en las tropas del Estado. Guatemala 10 de Mayo
de 1829.
41. Carta al Ministro general del Gobierno Supremo del Estado de Guatemala,
relativa a sustitución de un importante número de curas por otros liberales.
Guatemala 11 de Mayo de 1829.
42. Lista de los sujetos que están presos en el edificio del convento de Belén de la
ciudad de Guatemala. Guatemala 26 de Mayo de 1829.
43. Carta dirigida al Ministro general del Gobierno Supremo del Estado de Gua-
temala, relativa a las observaciones que ha hecho ese gobierno, acerca de las
últimas promociones y remociones de curas. Guatemala 1 de Junio de 1829.
44. Carta dirigida al ciudadano Secretario de Gobierno del Estado de Costa Rica,
sobre el feliz suceso de haberse constituído e instalado el Congreso Federal.
Guatemala 23 de Junio de 1829.
45. Carta que dirige al Ministro general del Gobierno Supremo del Estado de
Guatemala, en la que hace petición para conseguir el pago a los soldados en
servicio. Guatemala 25 Junio de 1829.
46. Carta al Ministro general del Supremo Gobierno del Estado de Guatemala,

425
por la que le comunica que el senador don José Francisco Barrundia ejerce
interinamente la Presidencia Federal. Guatemala 26 de Junio de 1829.
47. Carta al Ministro general del Estado de Costa Rica, sobre la expulsión del
Arzobispo y de otros religiosos de Guatemala. Guatemala 13 de Julio de 1829.
48. Carta al ciudadano Ministro general del Estado de Guatemala, por la que le
comunica estar facultado por el Ejecutivo para la defensa de la República, ante
la amenaza de una invasión española. Guatemala 24 de Julio de 1824.
49. Manifiesto a los hondureños a la vuelta a su tierra. Los invita a la paz y a supe-
rar las discordias. Tegucigalpa 4 de Diciembre de 1829.
50. Manifiesto a los habitantes de la República, sobre las amenazas a la paz, las
actividades en contra de ellas del expresidente Arce, y la lucha que hay que
librar en contra de los enemigos de la República. Tegucigalpa 21 de Diciembre
de 1829.
51. Carta al ciudadano Ministro de Guerra y Marina de la Federación, acerca de
las necesidades de defensa de la República. Morocelí 28 de Diciembre de 1829.
52. Respuesta dada al Jefe del Estado dé Guatemala, acerca de la pretensión de
España de invadir a Centro América. Guatemala, sin fecha, pero de 1829.
53. La expulsión de los Regulares de Centro América. Réplica al Padre Reyes.
Escrita por “Un militar”. Tegucigalpa, 1830.
54. Capitulación llamada de las “Vueltas de Ocote”, concertada con los habitantes
del Departamento de Olancho para lograr su pacificación. Vueltas de Ocote 21
de Enero de 1830,
55. Manifiesto a los habitantes del Departamento de Olancho, llamándolos a la
reconciliación. Tegucigalpa 6 de Febrero de 1830.
56. Carta al Excelentísimo señor don Lucas Alamán, Secretario de Estado y del
Despacho de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos Mexicanos, sobre la
necesidad de unión entre los países, para atajar la posible expedición española
hacia América. Comayagua 18 de Marzo de 1830.
57. Oficio dirigido al Ministro general del Supremo Gobierno de Honduras so-
bre el castigo empleado sobre los opotecas y la necesidad de refrenar a los que
irrespetan las leyes. Comayagua 20 de Marzo de 1830. 
58. Manifiesto a los habitantes de los pueblos de Honduras, acerca del cumpli-
miento de las leyes, de la defensa de la paz por el pueblo y de las contribucio-
nes de los ciudadanos para el sosten del Estado. Tegucigalpa 4 de Mayo de
1830.
59. Ley sobre la protección de los establecimientos de enseñanza pública. Teguci-
galpa 9 de Junio de 1830.

426
Tercera Etapa
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA FEDERAL
60. Contestación al Presidente del Congreso Federal, en el acto de tomar posesión
del Poder Ejecutivo. Guatemala 16 de Septiembre de 1830.
61. Carta a su amigo el ciudadano Presbítero Francisco Márquez, sobre asuntos de
curas y sucesos de Europa y México. Guatemala 20 de Noviembre de 1830.
62. Carta a su amigo el ciudadano Prebítero Francisco Márquez, sobre asuntos de
curas y sucesos de Europa y México. Guatemala 7 de Diciembre de 1830.
63. Mensaje presentado al Congreso Federal, al abrir las sesiones ordinarias.
Guatemala 12 de Marzo de 1831.
64. Proclama a los habitantes de la República, sobre el acuerdo del Congreso, dán-
dole al Gobierno Federal el Patronato Eclesiástico. Guatemala 22 de Agosto
de 1831.
65. Carta a Su Excelencia el Vicepresidente de los Estados Unidos Mexicanos
en ejercicio del Supremo Poder Ejecutivo (don Anastasio Bustamante), sobre
haber acreditado ante ese Gobierno como Encargado de Negocios de la Re-
pública Federal de Centro América al ciudadano José del Barrio y Larrazábal.
Palacio del Gobierno Federal en Guatemala a 17 de Noviembre de 1831.
66. Proclama a los habitantes de la República, sobre la facción de Arce y de Do-
mínguez. Guatemala 20 de Diciembre de 1831.
67. Primer Manifiesto del Presidente de la República Federal de Centro América,
sobre la facción de Arce y de Domínguez, los problemas de la residencia de las
autoridades federales en Guatemala, la necesidad de reformas a la Ley Funda-
mental y su marcha y traslado a San Salvador. Jalpatagua 2 de Enero de 1832.
68. Nota del Doctor Pedro Valenzuela al General Vicente Villaseñor, por haberse
éste opuesto al traslado de las autoridades federales a El Salvador. Santa Ana 5
de Enero de 1832.
69. Segundo Manifiesto del Presidente de la República Federal de Centro Améri-
ca, acerca de los procedimientos de las autoridades de El Salvador. Con notas
adicionales. Chiquimula 14 de Enero de 1832.
70. Proclama a los habitantes del Estado de Nicaragua, acerca de las facciones de
Arce y de Domínguez e indicándoles que se ha separado del mando para salvar
la República, por lo que les pide apoyo para librarla de la tiranía. Cuartel gene-
ral en marcha, Febrero de 1832.
71. Proclama del Presidente de la República a los habitantes de ella, sobre las fac-
ciones de Arce y de Domínguez y los problemas para el traslado a El Salvador
del Gobierno Federal. Cuartel general en marcha, 28 de Febrero de 1832.

427
72. Carta del Comandante del Ejército Federal al Gobierno de Nicaragua, indi-
cándole que se ha abierto con éxito la campaña en Jocoro, con apoyo de la divi-
són de Nicaragua. Jocoro, 14 de Marzo de 1832
73. Carta de la Comandancia general del Ejército Federal al Secretario general
del Gobierno Supremo del Estado de Costa Rica, sobre las acciones militares
libradas en defensa de la Federación cerca de San Salvador. San Salvador 31 de
Marzo de 1832.
74. Informe a los Secretarios del Estado de Honduras y al de Guerra de la Fede-
ración, sobre varias acciones militares en las vecindades de San Salvador. San
Salvador 9 de Abril de 1832.
75. Carta al Jefe de Estado de Guatemala, por virtud de la cual el Ministro Pedro
J. Valenzuela transcribe otra de Morazán, relativa a su marcha para Honduras y
sobre su necesidad de equipamiento. Guatemala 16 de Abril de 1832.
76. Carta al Jefe de Estado de Guatemala, en la que el Ministro Valenzuela trans-
cribe otra de Morazán, relativa al incremento de hombres en la tropa que se
mandó a Honduras y en particular a Omoa. Palacio de Gobierno Federal,
Guatemala 25 de Abril de 1832.
77. Carta al ciudadano Secretario del Gobierno de Estado de Costa Rica, sobre la
ocupación del puerto de Omoa por la división jefeada por Henrique Terrelon-
ge. San Salvador 1 de Mayo de 1832.
78. Carta al ciudadano Secretario general del Gobierno de Costa Rica por la que
agradece carta de felicitación por la derrota de Arce en Soconusco y el triunfo
de las armas de la República por todas partes.
79. Certificación sobre el traslado de la capital federal a San Salvador. Guatemala
10 de Junio de 1832.
80. Proclama del Presidente de la República a los habitantes del Estado de El
Salvador, por lo que les ofrece cooperar en los goce de la paz en dicho estado.
Guatemala 7 de Marzo de 1833.
81. Discurso del Senador Presidente de la República Federal don Gregorio Sala-
zar, al abrir sus sesiones el Congreso Federal. Guatemala 8 de Marzo de 1833.
82. Parte enviado al ciudadano Secretario del Estado y del Despacho de Guerra
del Gobierno Federal sobre la derrota de Benítez y su oferta de sacrificio de su
vida en defensa de la patria. Ahuachapán 15 de Marzo de 1833. 
83. Comunicación al Jefe Supremo del Estado de Costa Rica, y un anexo más
sobre una propuesta más para la pacificación de El Salvador. Metapán 29 de
Marzo de 1833.
84. Nota al Vicejefe del Estado de El Salvador acerca de plan de pacificación de

428
dicho Estado. Mita, 30 de Marzo de 1833.
85. Convenio celebrado con el Vicejefe de Estado de El Salvador, por la que el
Presidente de la República vuelve a Guatemala y la Asamblea pasa a Metapán
y que no habrá persecusiones a militares ni civiles, mientras la Asamblea pro-
mulga un decreto de amnistía. Lugar no determinado. 6 de Abril de 1833.
86. Proposiciones al Congreso Federal en favor de reformas constitucionales, plan
de amnistía y la convocatoria a una Asamblea Constituyente.  Jutiapa 16 de
Abril de 1833.
87. Carta al Ministro general del Estado de Guatemala, en la que propone a ese
Gobierno un negocio de tabacos. Tegucigalpa 11 de Noviembre de 1833.
88. Considerandos y acuerdo tomado por el Presidente de la República Federal, en
oportunidad de la muerte de Máximo Menéndez por las fuerzas de San Mar-
tín. Guatemala 14 de Mayo de 1834.
89. Parte del Coronel Isidoro Saget al Jefe Provisional del Estado Federal don
Carlos Salazar, sobre la batalla que se libró en San Salvador. San Salvador 24
de Junio de 1834.
90. Arenga dada a los soldados en San Jacinto. 23 de Julio de 1834
91. Carta al ciudadano Ministro de Estado y del Despacho de Relaciones del Go-
bierno Federal, en respuesta a la notificación de haber sido de nuevo declarado
electo popularmente Presidente de la República. Tegucigalpa 14 de Marzo de
1835
92. Contrato con Mister Marcial Bennett y el Gobierno dc Honduras para la
explotación de maderas en la Costa Norte, con el objeto de poder adquirir un
Cuño para el Gobierno. Comayagua 14 de Abril de 1835.
93. Proclama del Presidente de la República a los habitantes del Distrito Federal,
sobre la nueva perturbación de la paz en El Salvador y haber el ciudadano Ni-
colás Espinosa promovido la guerra. San Salvador 5 de Diciembre de 1835.
94. Compañía de comercio fundada con don Cruz Lozano en El Salvador, con
capital de diez mil pesos. San Salvador 26 de Enero de 1836.
95. Nota que dirige a don Cruz Lozano, relativa a asuntos de la sociedad comercial
que tenía con él. San Salvador 18 de Marzo de 1836.
96. Mensaje anual del Ejecutivo al Congreso federal, acerca de la labor realizada.
San Salvador 21 de Marzo de 1836.
97. Nota que dirige a don Cruz Lozano en Guatemala, relativa a asuntos de la
sociedad comercial que tenía con él. San Salvador 29 de Abril de 1836.
98. Carta al Secretario general del Gobierno del Estado de Honduras, sobre pro-
blemas que han surgido con los cortes de madera en ese estado y el compro-

429
miso que ha contraído para financiar la traída desde Inglaterra del Cuño.San
Salvador, 26 de Mayo de 1836.
99. Nota dirigida a don Cruz Lozano en Guatemala, relativa a cuestiones de la
sociedad comercial que tenía con él. San Salvador 3 de Junio de 1936.
100. Nota dirigida a don Cruz Lozano en Guatemala, sobre asuntos relacionados
con la sociedad comercial que tenía con él. San Salvador 24 de Junio de 1836.
101. Nota dirigida a don Cruz Lozano en Tegucigalpa, sobre asuntos relacionados
con la sociedad comercial que tenía con él. San Salvador 28 de Junio de 1836.
102. Carta dirigida a don Cruz Lozano en Guatemala, relativa a cuestiones de la
sociedad comercial que tenía con él. San Salvador 7 de Julio de 1836.
103. Compañía comercial convenida con don Francisco Orellana en la ciudad de
San Salvador. San Salvador 23 de Septiembre de 1836.
104. Carta dirigida a don Cruz Lozano en San Vicente, relativa a cuestiones de la
sociedad comercial que tenía con él. San Salvador 1 de Noviembre de 1826.
105. Mensaje del Presidente de la República al Congreso Federa, en ocasión de la
apertura de sus sesiones. San Salvador 15 de Marzo de 1837.
106. Carta al ciudadano Gregorio Juárez, acerca de la reunión del próximo Congre-
so. San Salvador 11 de Enero de 1838.
107. Nota a don Cruz Lozano, en donde se halle, relativa a asuntos sobre la socie-
dad comercial que tenía con él. San Salvador 30 de Enero de 1838.
108. Respuesta a los Comisionados para la pacificación de las fuerzas de Rafael
Carrera. Guatemala 5 de Febrero de 1838.
109. Parte sobre las acciones militares del General Morazán en Mataquescuintla,
suscrito por el Brigadier Isidoro Saget. Mataquescuintla 5 de Abril de 1838.
110. Decreto sobre la pacificación del Estado de Guatemala. Mataquescuintla 5 de
Abril de 1838.
111. Carta a los ciudadanos Secretarios del a Asamblea Legislativa acerca de la
exposición firmada por 187 vecinos de la ciudad de Guatemala. Guatemala 17
de Abril de 1838.
112. Comunicación dirigida al Secretario de Estado en el Despacho de Guerra, so-
bre las operaciones militares contra los facciosos de Rafael Carrera. Guatemala
23 de Abril de 1838.
113. Proclama a los habitantes del Distrito de Guatemala, acerca de los males de la
guerra contra los rebeldes que jefea Rafael Carrera. Guatemala 24 de Abril de
1838.
114. Proclama a los vencedores de Amatitlán de la facción de Carrera, que destruye
a Guatemala. Guatemala 9 de Mayo de 1838.

430
115. Reconocimiento al jefe y los Oficiales que hicieron la defensa de la ciudad de
Amatitlán. Guatemala 10 de Mayo de 1838. 
116. Nota al Jefe del Estado Mayor general, en que pone en sus manos las causas de
varios reos para que sean juzgados. Cuartel general de Guatemala 17 de Mayo
de 1838.
117. Nota que dirige a don Cruz Lozano, relativa a asuntos ligados a la sociedad
comercial que tenía con él. Guatemala 20 de Mayo de 1838.
118. Proclama a los quetzaltecos, en apoyo a los guatemaltecos en la lucha en defen-
sa de la Federación. Antigua Guatemala 28 de Mayo de 1838.
119.        Orden enviada al Comandante del Distrito de Guatemala, para el envío
de un destacamento hacia Jutiapa. Cuartel general de Amatitlán 31 de Mayo
de 1838.
120. Carta a don Cruz Lozano en San Salvador, relativa a asuntos comerciales de la
compañía que tenía con él. Villa Nueva 2 de Junio de 1838.
121. Nota dirigida al Comandante del Distrito de Guatemala notificándole quedar
enterado de la marcha de su División hacia Jutiapa al mando del Teniente Co-
ronel Joaquín García Granados. Cuartel general de Villa Nueva 5 de Junio de
1838.
122. Nota a don Cruz Lozano en San Salvador, relativa a asuntos comerciales de la
compañía que tenía con él. Villa Nueva 6 de Junio de 1838.
123. Carta al Comandante del Distrito de Guatemala, sobre el estado de las causas
de los facciosos que existen en esa ciudad. Cuartel general de Villa Nueva 8 de
Junio de 1838.
124. Carta al Comandante del Distrito de Guatemala, sobre no haberse reunido
allí la Asamblea a sesiones extraordinarias. Cuartel general de Amatitlán 13 de
Junio de 1838. A las diez de la mañana.
125. Nota dirigida al Comandante del Distrito de Guatemala, con la que remite
el proceso que se siguió en tiempos del Doctor Mariano Gálvez al Presbítero
Ciriaco Jirón. Cuartel general de Villa Nueva 14 de Junio de 1838.
126. Proclama a los soldados del Ejército al partir hacia el Estado de El Salvador
con el objeto de firmar la paz. Cuartel general de Cuajiniquilapa 28 de Junio
de 1838.
127. Nota a don Cruz Lozano, relativa a asuntos comerciales de la compañía que
tenía con él. San Salvador 9 de Septiembre de 1838.
128. Decreto sobre la facción de Rafael Carrera, que declara al Estado de Guatema-
la bajo el régimen militar. Guatemala 24 de Octubre de de 1838.

431
129. Nota dirigida al Comandante del Departamento de Guatemala, sobre el envío
de indios provenientes de Sacatepequez, y del totoposte y aguardiente para el
Ejército. Cuartel general en Corral de Piedra 6 de Noviembre de 1838.
130. Carta al Comandante del Departamento de Guatemala sobre el triunfo del
Coronel Carballo en Chiquimulilla el día 4 anterior y sobre la necesidad del
pronto envío de víveres y dinero. Cuartel general en Corral de Piedra 4 de
Noviembre de 1838.
131. Carta al Consejero Jefe del Estado de Guatemala, acerca del término de su
período constitucional y del problema de no haberse podido convocar a elec-
ciones. Cuartel general de Santa Rosa 8 de Noviembre de 1838.
132. Nota a don Cruz Lozano en San Salvador, ralativa a asuntos políticos y a los
comerciales de la compañía que tenía con él. (Lo de) Diéguez 16 de Noviem-
bre de 1838. 
133. Carta al Consejero Jefe del Estado de Guatemala, acerca del término de su
período constitucional  y del problema de no haberse podido convocar a elec-
ciones. Cuartel general de Santa Inés Petapa 5 de Diciembre de 1838.
134. Carta a un amigo no determinado, relativa a la campaña que se libra contra
Carrera y a la actitud del Gobierno de Guatemala. Lugar no indicado a princi-
pios de 1839.
135. Alocución que el General Presidente dirige a la Asamblea Legislativa del Esta-
do de Guatemala, sobre la actividades militares y las crisis que viven los estados
de la Federación.
Recomienda la aprobación del convenio de paz, la adopción de reformas legis-
lativas y la protección a los militares y a los deudos de los muertos en campaña.
Guatemala 27 de Enero de 1839.
136. Carta enviada por el Ministro de Relaciones don Miguel Alvarez, con instruc-
ciones de Morazán, relativa a los problemas de falta de armonía entre los esta-
dos de la Federación. Casa de Gobierno de San Salvador 8 de Febrero de 1839.
137. Parte relativo a la batalla del Espíritu Santo, que se dirige al Vicejefe del Esta-
do de El Salvador don Timoteo Menéndez. Hacienda del Espíritu Santo 6 de
Abril de 1839.
138. Areaga que dirigió a los prisioneros después de la batalla del Espíritu Santo.
Hacienda del Espíritu Santo 6 de Abril de 1839.
139. Informe oficial sobre la acción bélica en la hacienda del Espíritu Santo suscrita
por el Coronel Miguel González Saravia. Hacienda del Espíritu Santo 8 de
Abril de 1839.
140. Carta al Jefe provisional del Estado de Guatemala, sobre el triunfo de la ha-

432
cienda del Espíritu Santo y la consiguiente pacificación de la República. Cuar-
tel general en marcha, San Vicente 15 de Abril de 1839.
141. Proclama a los salvadoreños sobre los sacrificios hechos por el Gobierno para
evitar la guerra y en particular las incursiones desde Honduras hechas por el
Comandante Ferrera. San Vicente 30 de Julio de 1839.
142. Nota dirigida a don Cruz Lozano en San Salvador, relativa al asuntos políticos
y a los comerciales de la empresa que con él tenía. San Vicente 7 de Agosto de
1839.
143. Instrucciones dadas al Brigadier Trinidad Cabañas, relativas a la ejecución de
un plan militar de acción sobre el río Lempa y otras partes de Honduras. 
144. Carta que dirige al General trinidad Cabañas, con sus instrucciones acerca de
la incursión que ha de hacer dentro de territorio de Honduras. San Vicente 12
de Agosto de 1829.
145. Nota que dirige a don Cruz Lozano en San Salvador, relativa a asuntos finan-
cieros con el Gobierno y a los comerciales de la compañía que tenía con él. San
Vicente 13 de Agosto de 1839.
146. Proclama a los soldados salvadoreños sobre la presencia del enemigo en el De-
partamento de San Miguel. Los excita a marchar para arrojarlos del suelo de
ese Estado. San Vicente 14 de Agosto de 1839.
147. Nota dirigida al General Trinidad Cabañas. Le indica que no hay que temer a
Carrera y que en el Departamento de Gracias quedan algunas tropas de Ferre-
ra y le solicita sin demora llegar hasta Comayagua. San Vicente 16 de Agosto
de 1839.
148. Decreto autoriza el tratado de amistad y alianza fimado en Quetzaltenango
por el Licenciado José Antonio Aguilar por el Gobierno de los Altos y el ciu-
dadano Doroteo Vasconcelos por El Salvador. San Vicente 8 de Septiembre de
1839.
149. Carta que dirige al General José Trinidad Cabañas, relativa a su expedición
hacia Chalatenango y San Miguel. San Vicente 9 de Septiembre de 1839.
150. Arenga que dirigió a los soldados de San Pedro Perulapán antes de entrar en
batalla. San Pedro Perulapán 25 de Septiembre de 1839.
0. Carta que envió un amigo, sobre la conducta torcida y equivocada del Gobier-
no de Guatemala. San Salvador a fines de Septiembre de 1839. 
0. Carta enviada al General Trinidad Cabañas, acerca de su incursión dentro del
territorio de Honduras y referente a otros hechos que se ligan a sus actividades
militares del momento.  San Salvador 5 de Octubre de 1839.
0. Carta dirigida a don Máximo Orellana y al General Trinidad Cabañas, acerca

433
de las actividades militares dentro de El Salvador y Honduras. Cojutepeque 29
de Noviembre de 1839.
0. Carta al ciudadano Gerardo Barrios, por lo que le acusa recibo de otra suya que
le entera de la derrota de Cabañas y le expresa la necesidad de apoyo que tiene
de los soldados Curarenes y Texíguats. Cojutepeque 7 de Febrero de 1840.
0. Nota a don Cruz Lozano en Moncagua, relativa a los asuntos comerciales de la
sociedad que con él tenía. Cojutepeque 17 de Diciembre de 1839.
0. Proclama a los valientes soldados de Honduras Texíguats y Curarenes. Les
invita a venir a San Miguel con sus armas y a unirse a los salvadoreños pues no
se debe olvidar que Manuel Quijano es el enemigo que hay que vencer, para
conquistar la paz en Honduras. Cojutepeque 7 de Febrero de 1840.
0. Carta dirigida a don José María Lozano, relativa a las actividades que se ligan
a problemas que se han dado con la contrata de explotación e maderas en la
Costa Norte de Honduras. San Salvador 8 de Marzo de 1840.
0. Carta al Secretario general del Supremo Gobierno del Estado de Guatemala,
mediante la cual solicita un arreglo pacífico con ese Estado, ante el rechazo
hecho a un Comisionado, y a los aprestos de Rafael Carrera para marchar con
sus tropas hacia El Salvador. Cuartel general en marcha, Corral de Piedra 16
de Marzo de 1840.
0. Orden del Día que dirige a sus Jefes y Oficiales, en la que manifiesta las ame-
nazas provenientes de Guatemala sobre el Estado de El Salvador; los excita a
que cumplan con su deber y amenaza con la aplicación de la pena de muerte a
los desertores. Lugar no señalado, Marzo de 1840?
0. Patriótica exposición hecha ante la Junta de Notables, les expresa su decisión
de retiro, no por cobardía sino por la defensa de la integridad y salvación de
Centro América. San Salvador 5 de Abril de 1840.
0. Nota al ciudadano Secretario general del Supremo Gobierno del Estado de
Costa Rica, en solicitud de asilo para varios de sus hombres. Fondeadero de
Puntarenas, a bordo de la goleta nacional “Izalco”, 22 de Abril de 1840.

Cuarta Etapa
EN EL EXILIO Y EN COSTA RICA

0. Carta a destinatario desconocido, pero educador, relativa a la educación de su


hijastro Esteban Travieso (borrador). Datada en David, provincia de Veraguas,

434
República de la Nueva Granada y con fecha del 14 de Agosto de 1840.
0. Carta a destinatario desconocido en Europa, relativa a su exilio, la suerte de
sus negocios y a su hijastro Esteban Travieso (borrador).  David, provincia de
Veraguas, República de la Nueva Granada, 15 de Agosto 1840?
0. Carta a su hijastro Esteban Travieso, residente en Europa, relativa a los tras-
tornos políticos de Centro América y a su forzado exilio. David, provincia de
Veraguas, República de la Nueva Granada, 14 de Agosto 1840?
0. Al Pueblo de Centro América, llamado además Manifiesto de David. Está
dirigo a los enemigos de la libertad y la Independencia en Centro América, en
particular en contra Aycinena y Rafael Carrera, sus verdugos. David, provincia
de Veraguas, República de la Nueva Granada el 16 de Julio de 1841.
0. Contrato con don Pedro Bermúdez, suscrito en la ciudad de Lima, sobre un
empréstito personal por dieciocho mil pesos. Lima 23 de Noviembre de 1841.
0. Exposicióna los gobiernos del a Unión a través del Señor Presidente del Esta-
do de El Salvador. Explica su presencia allí por la amenaza española lo mismo
que inglesa sobre Centro América. Excita a un arreglo amistoso con esos paí-
ses, para honra de la República. Bahía de La Unión 16 de Febrero de 1842.
0. Anexo a la carta que dirigió al Señor Presidente del Estado de El Salvador, so-
bre el apoyo que ha recibido de un grupo de salvadoreños. Bahía de La Unión
16 de Febrero de 1842. 
0. Circular a las municipalidades del Departamento de San Miguel y otras del
Estado de El Salvador, sobre el apoyo que ha recibido en ese Estado y las razo-
nes de su regreso. San Miguel 18 de Febrero de 1842.
0. Carta al Secretario general del Supremo Gobierno del Estado de Nicaragua,
acerca de su regreso a Centro América y la fuga y captura del Comandante
Aguado, de la tropa salvadoreña. San Miguel 20 de Febrero de 1842.
0. Comunicación que dirige a los Supremos Directores de los Estados de Centro
América, que acompaña a la explicación de los motivos de su presencia en estas
tierras. San Miguel 24 de Febrero de 1842.
0. Anexo. Comunicación al Secretario general del Supremo Gobierno del Estado
de El Salvador y que extiende a los demás estados de Centro América, en la
que explica los motivos de su presencia en estas tierras. San Miguel 24 de Fe-
brero de 1842.
0. Carta al Señor Presidente del Estado de El Salvador, en la que explica la pu-
reza de sus intenciones en su presencia de nuevo a tierras de Centro América.
Acajutla 9 de Marzo de 1842.
0. Carta que dirige al Comandante general del Ejército de El Salvador, acerca

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de su desembarco realizado en el puerto de acajutla.  Acajutla 9 de Marzo de
1842.
0. Proclama de Caldera, dirigida a los costarricenses, en la que les expresa que
viene a liberarlos de la dictadura del Licenciado don Braulio Carrillo, tras es-
cuchar el llamado de libertad de su pueblo. Caldera 9 de Abril de 1842.
0. Pacto del Jocote. Firmado en las vecindades de Alajuela por el General Fran-
cisco Morazán y el Brigadier Vicente Villaseñor, por virtud del cual se depone
al Licenciado don Braulio Carrillo, quien saldrá del territorio en término pe-
rentorio. El Jocote, vecindades de Alajuela, 11 de Abril de 1842. Ratificado en
el siguiente día.
0. Segunda circular a los gobiernos de los Estados (es borrador de la que sigue),
dirigida al Señor Secretario del Gobierno de El Salvador, por la que explica su
regreso a Centro América.
Tiene dos fechas. Una en San Miguel a 25 de Febrero de 1842 y la otra en Alajuela
el 8 de Marzo (ha de ser 11 de Abril) de 1842. 
0. Circular a los Gobiernos de los Estados de Centro América, suscrita por el
Ministro don José Miguel Saravia, por la que explica las razones de su regreso
a Centro América y lo ocurrido en Costa Rica. San José de Costa Rica 20 de
Abril de 1842.
0. Mensaje del Jefe Provisorio del Estado, que dirige a la Asamblea Constituyen-
te de Costa Rica, en la que explica su conducta en este Estado y les señala las
responsabilidades que han asumido para restablecer la Nación. San José 10 de
Julio de 1842.
0. Proclama que dirige a los Pueblos de Centro América, en la que explica que
ha reunido a una Asamblea Constituyente en este Estado, llamada a la obra de
la regeneración de la República. Les expresa que si fuesen desoídos en Centro
América sus llamados, “nuestras armas trazarán el camino a la victoria”. San
José 29 de Julio de 1842.
0. Decreto de la Asamblea Nacional Constituyente del Estado de Costa Rica,
sobre la reconstrucción de la República Federal. Queda autorizado el Poder
Ejecutivo a obrar como convenga a fin de que tenga efecto la reorganización de
la República. San José 21 de Julio de 1842.
0. Carta que dirige al Vicario de Costa Rica, el Presbítero José Gabriel del Cam-
po, relativa a la recuperación de los restos del General Lamar, expresidente del
Perú, para ser repatriados. San José 2 de Septiembre de 1842.
0. Carta que dirige al Presbítero José Antonio Castro acerca de la sublevación del
día 1 1 de Septiembre en la que manifiesta la debilidad de la sublevación y su

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tolerancia, sólo para ahorrar sangre y víctimas al país. San José 12 de Septiem-
bre 1842. A las 4 de la tarde.
0. Carta que dirige al General Isidoro Saget, en la que le indica que debe rendir
las armas, dado que yo muero dentro de tres horas. San José 15 de Septiembre
de 1842.
0. Testamento del General Francisco Morazán. En él declara que no ha merecido
la muerte y protesta que únicamente ha intentado defender el Departamento
del Guanacaste, amenazado desde Nicaragua. Declara que su amor a Centro
América muere con él. San José 15 de Septiembre de 1842.

Anexo I
0. “Apuntes sobre la Revolución de (1) 829”. Conocida además como “Memorias
de David”
Escritas en la ciudad de David, provincia de Veraguas, República de Nueva Grana-
da en 1840 y 1841.

Anexo 2
Cronología de la vida del General Francisco Morazán
Fuentes y Bibliografía 

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