Trastornos Esquizoide, Esquizotípico y Paranoide
Trastornos Esquizoide, Esquizotípico y Paranoide
Trastornos Esquizoide, Esquizotípico y Paranoide
Esquizoide,
Esquizotípico y
Paranoide
Grupo 1
◆ Madeline Andrea Castellanos Velasquez 20171000488
"Lo trajimos por lo que le ocurrió a Lyonel. Se parecían tanto, y estábamos preocupados”.
La madre de Lester se sentaba con cuidado en el sofá del consultorio. "Después de que
Lyonel fue arrestado, lo decidimos".
A los 20 años, Lester Childs era en muchos sentidos una copia fiel de su hermano mayor.
Nacido con varias semanas de premadurez había pasado las primeras semanas de su
vida en una incubadora. Pero había ganado peso con rapidez y pronto alcanzó los
valores normales para su edad.
Camino, habló y controló esfinteres a las edades usuales. Quizá debido a que los dos
trabajaban tan duro en la granja o quizá porque no había otros niños pequeños para que
Lester y sus hermanos jugaran con ellos, sus padres no observaron nada anormal hasta
que Lester ingresó al primer año de primaria. En el transcurso de unas cuantas semanas
su maestra llamó por teléfono para hacer una cita.
Lester parecía brillante, se les dijo; su trabajo escolar no estaba en
cuestión. Pero su capacidad para socializar era casi nula. Durante el
recreo, cuando los otros niños jugaban a la pelota o las rondas, él se
quedaba en el salón de clases dibujando. Rara vez participaba en
las discusiones de grupo y siempre se sentaba a algunos
centímetros por detrás de los otros en el círculo de lectura. Cuando
llegó su turno para hacer una presentación oral se mantuvo de pie,
en silencio, frente a la casa durante algunos momentos, y luego sacó
el hilo de un papalote de su bolsillo y lo dejó caer en el piso. Luego se
sentó.
Casi todo su comportamiento era muy similar al de Lyonel, de tal manera que los
padres no se habían preocupado demasiado. Incluso así, lo llevaron a ver al médico
familiar, quien aceptó que eso podría ser normal en la familia y que "lo superaría". Pero
Lester no lo hizo. Sólo creció. Ni siquiera participaba en las actividades familiares. En
Navidad, abría un regalo, se lo llevaba a una esquina y jugaba con él a solas. Ni
siquiera Lyonel hacía eso.
Cuando Lester entró en la habitación resultó indudable que no consideraba que la cita
le importara mucho. Llevaba pantalones de mezclilla con una rodilla rota, tenis viejos y
una camiseta que en alguna ocasión, sin duda, había tenido mangas. Durante gran
parte de la entrevista se mantuvo hojeando una revista sobre astronomía y matemáticas.
Después de esperar más de un minuto para que Lester dijera algo, el entrevistador
comenzó: "¿Cómo te sientes hoy?"
Timothy Oldham
"¡Pero es mi bebé! ¡No me importa lo que él tuvo que ver con eso!" Con un embarazo
avanzado y sintiéndose destrozada, Charlotte Grenville estaba sentada en la oficina del
entrevistador y lloraba con frustración. Había acudido a solicitud del juez que presidía una
batalla sobre los derechos de visita a su hijo aun no nacido.
La identidad del padre nunca estuvo en duda. La semana que siguió a su segundo periodo
menstrual faltante, Charlotte había visitado a un ginecólogo y luego le había llamado a
Timothy Oldham para darle la noticia. Había considerado amenazarlo con una demanda
para que diera una pensión para el bebé, pero eso no había sido necesario. Ganaba una
buena cantidad de dinero instalando alfombras y no tenía más dependientes. Ofreció una
pensión mensual generosa, que comenzó de inmediato. Pero deseaba ayudar con la
crianza de su hijo. Charlotte había rechazado la idea de inmediato y había puesto una
demanda. Con una sala llena, el caso se había prolongado casi tanto como el embarazo
de Charlotte.
"¡Lo que quiero decir es que él es realmente raro!”
"¿Qué es lo que quiere decir con 'raro'? Déme algunos ejemplos."
"Bueno, lo conozco desde hace mucho tiempo-varios años, en todo caso. Tenía una
hermana que murió; habla sobre ella como si aún estuviera viva. Y hace cosas
extrañas. Como por ejemplo, cuando estábamos haciendo el amor, justo a la mitad
comenzó a balbucear algo sobre 'amor divino', y a dedicar su semilla. Eso me puso
fría. Le dije que se detuviera y se bajara, pero era demasiado tarde. Quiero decir,
¿usted quisiera que su hijo creciera con alguien así como padre?"
"Si es tan peculiar, ¿cómo es que se involucró con él?"
Pareció abatida. "Bueno, sólo lo hicimos una vez. Y yo pudiera haber estado un poco
borracha en el momento".
Timothy no sólo estaba tranquilo, estaba casi inmóvil. Un rubio larguirucho cuyo pelo
caía
sobre la frente hasta casi alcanzar las cejas, permanecía sentado en silencio en la
silla de entrevista.
Relató su historia en un tono monótono que no revelaba la más mínima emoción.
Timothy Oldham y su hermana gemela, Miranda, se habían quedado huérfanos
cuando teníancuatro años de edad. No tenía memoria de sus padres, excepto por
una impresión vaga de que pudieran haber vivido de una granja de marihuana en
el Norte de California. Los dos niños habían sido acogidos por tíos-unos Bautistas
del Sur- que, decía él, hacían que la pareja de granjeros en la obra American
Gothic de Grant Wood pareciera alegre en comparación. "Esa pintura... son ellos.
Tengo una copia en mi recámara. A veces casi puedo ver a mi tío moviendo el
trinche hacia atrás y adelante haciéndome señales".
Timothy sólo tenía unos cuantos amigos, ninguno de ellos cercano. Él y Charlotte
habían pasado sólo unas cuantas horas juntos. En respuesta a una pregunta, habló
sobre su hermana. Miranda y él habían sido cercanos, lo que era comprensible; ella
era la única amiga verdadera que él había tenido. Había muerto por un tumor cerebral
cuando tenían 16 años, y Timothy quedó devastado.
"Estábamos unidos cuando nacimos. Yo juré junto a su tumba que eso nunca dejaría
de ser así".
Todavía sin inflexión de voz alguna, Timothy explicó que estar "unidos" era algo con lo
quese nacía. Él y Miranda seguían unidos. Era una misión cristiana y ella lo estaba
dirigiendo desde más allá de la tumba para tener una bebita. Él dijo que sería como
tener a Miranda de vuelta. Sabía que la bebé en realidad no sería Miranda, pero sabía
que sería una niña. "Es sólo uno de esos sentimientos. Pero sé que tengo razón".
Timothy respondió con negativas a las preguntas usuales en torno a las
alucinaciones, las ideas delirantes, los estados de ánimo anormales, el
consumo de sustancias y problemas médicos como lesión cefálica y
trastornos convulsivos. Luego, se levantó de su silla y salió del
consultorio sin decir una palabra
03
Trastorno de la
personalidad Paranoide
(TPP)
F60.0 [301.0]
Trastorno de la
Personalidad
Paranoide
Los pacientes con trastorno de la personalidad paranoide sospechan
de otros. Estas sospechas son injustificadas, pero por su temor de ser
explotados no confían en aquellos que por su comportamiento
tendrían que merecer su confianza. En cambio identifican significados
ocultos en los comentarios e interpretan los eventos como
consecuencia de una acción precipitada. Son conscientes de su rango
y poder que con frecuencia se les ve dificultad para tratar con sus
superiores.
Características del Trastorno
de la Personalidad Paranoide
• En muchas situaciones estos pacientes demuestran desconfianza
de la lealtad y la confiablidad de otros.
• Sospechan que otras personas desean traicionarlos, lastimarlos o
explotarlos y cuestionan en compartir información personal.
• Sospechas injustificadas a la fidelidad del cónyuge o pareja, o
incluso las percepciones (erróneas) de contenidos ocultos en los
hechos cotidianos o el lenguaje, pueden inducir al rencor o a una
respuesta rápida de ira o ataque.
• Estos individuos tienden a ser rígidos y prejuiciosos, y pueden tener
una necesidad en particular intensa de ser autosuficientes.
• Pueden mostrarse tensos y tener dificultad para relajarse durante
una entrevista.
Caso clínico
Dr. Schatzky
El Dr. Schatzky, profesor de dermatología de un hospital universitario, nunca había consultado a un
profesional de la salud mental. Sin embargo, era bien conocido por el personal del centro moderno
médico y resaltaba entre sus colegas. Uno de ellos, el Dr. Cohen, aportó la mayor parte de la
información para este caso clínico.
El Dr. Schatzky había estado en el hospital durante varios años. Se le conocía como un buen
investigador y un excelente clínico. Trabajaba duro y supervisaba a becarios de dos proyectos, y se
hacía cargo de más actividades de las que derivaban de sus obligaciones de enseñanza. Uno de los
becarios de su laboratorio era un médico de apellido Masters. Era un hombre joven brillante y capaz,
cuya carrera en la dermatología académica parecía destinada a sobresalir.
Uno de los becarios de su laboratorio era un médico de apellido Masters. Era un hombre joven brillante y
capaz, cuya carrera en la dermatología académica parecía destinada a sobresalir. Cuando el Dr. Masters
recibió una oferta de Boston para convertirse en profesor asistente y tener su propio espacio en un
laboratorio, le dijo al Dr. Schatzky que lo sentía, pero que se iría al final del semestre. Además, deseaba
utilizar parte de los datos que habían obtenido ahí. El Dr. Schatzky se sintió más que alterado. Le respondió
al Dr. Masters diciendo que “lo que ocurría en el laboratorio se quedaba en el laboratorio”. No permitiría que
alguien le “robara”, y le comentó al Dr. Masters que lo reportaría si trataba de publicar documentos con base
en sus hallazgos. Además, el Dr. Schatzky le ordenó que se mantuviera alejado de los estudiantes hasta que
se fuera. Esto produjo ira en el resto de los dermatólogos.
El Dr. Masters era uno de los profesores jóvenes más populares en el departamento y la indicación de que
no debería tener contacto alguno con los estudiantes pareció punitivo a todos y poco menos que un ataque
a la libertad académica. Los otros dermatólogos discutieron la situación en una reunión del departamento,
mientras el Dr. Schatzky estaba fuera del pueblo. Uno de los profesores de mayor edad se ofreció como
voluntario para tratar de persuadirlo para que permitiera al Dr. Masters enseñar de cualquier manera. En
forma subsecuente, el Dr. Schatzky se rehusó con la respuesta siguiente: “¿Qué es lo que le he hecho?”
Ahora parecía pensar que el otro profesor estaba contra él.
Este profesor le dijo al Dr. Cohen que en realidad no se sentía sorprendido. Conocía al Dr. Schatzky desde la
universidad y siempre había sido suspicaz. “No confía en nadie que no firme un juramento de lealtad”, fue la
frase que utilizó el otro profesor. El Dr. Schatzky parecía pensar que si decía algo agradable de alguna
manera se utilizaría contra él. La única persona en la que parecía confiar por completo era en su esposa,
una persona que quizá nunca había estado en desacuerdo con él en toda su vida.
En la reunión, alguien más sugirió que el jefe del departamento hablara con el Dr. Schatzky y tratara de
“alegrarlo un poco”. Pero él tenía poco sentido del humor y “la memoria más larga para el rencor en toda la
faz de la Tierra”. En la memoria colectiva de todo el personal, el Dr. Schatzky nunca había tenido cambios del
estado de ánimo o psicosis y en las comidas del departamento no bebía. “Nunca perdía el contacto con la
realidad, sólo era desagradable”, dijo el Dr. Cohen
¡Muchas gracias
por su atención!
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