CRC Dictamen Niña Per CRC C 93 D 136 2021 35528 S
CRC Dictamen Niña Per CRC C 93 D 136 2021 35528 S
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Original: español
2 El artículo 119 del Código Penal del Estado parte (Decreto Legislativo núm. 635) dispone que “no es
punible el aborto practicado por un médico con el consentimiento de la mujer embarazada o de su
representante legal, si lo tuviere, cuando es el único medio para salvar la vida de la gestante o para
evitar en su salud un mal grave y permanente”.
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área legal y, posteriormente, al jefe del área de obstetricia, quien emitió dictamen el 20 de
enero de 2018 ―a saber, transcurrido más de un mes―, por el que se solicitaba un informe
médico que certificara el riesgo para la salud y la vida de la gestante y una ecografía que
diera cuenta de la edad gestacional. Camila señala que nunca obtuvo una respuesta final a su
solicitud ni le fue notificado el dictamen médico referido a pesar de que el hospital contaba
con sus datos de contacto.
2.10 El 14 de diciembre de 2017, Camila y su madre elevaron la solicitud de interrupción
voluntaria del embarazo a la Fiscal a cargo de la investigación penal por violación sexual
para que se designara un centro de salud que evaluara la concurrencia de los presupuestos
establecidos en el Código Penal para dicha interrupción. Sin embargo, no obtuvieron
respuesta a dicha solicitud.
2.11 El 19 de diciembre de 2017, Camila acudió al hospital Guillermo Díaz de la Vega a
las 4.00 horas de la madrugada debido a fuertes dolores abdominales. Allí le mantuvieron en
espera hasta las 9.00 horas, cuando fue ingresada al presentar amenaza de aborto. Se le
proporcionaron medicamentos para evitar la pérdida del embarazo. Cinco horas después, se
le diagnosticó “ruptura espontánea de membranas ovulares con eliminación de abundante
líquido amniótico y sangrado transvaginal”. Dado que se trataba de un “aborto incompleto”,
tuvieron que realizarle un legrado uterino de emergencia y fue dada de alta dos días después.
Al no existir un protocolo que regulara la disposición de los restos de un aborto, dichos restos
fueron entregados a la madrina de Camila, quien los enterró en el patio de su casa.
2.12 Ese mismo día, un equipo del centro de salud de Huanipaca ―no informado del aborto
espontáneo― acudió nuevamente al domicilio de Camila para realizar controles prenatales.
Dado que esta se negó a ser visitada, el equipo acudió nuevamente al día siguiente a su
domicilio acompañado de personal policial. Al negarse nuevamente a ser examinada, se
levantó acta en la que se disponía que debía presentarse al centro médico al día siguiente. El
24 de diciembre de 2017, un equipo del centro de salud acudió nuevamente al domicilio de
Camila y se registró que había sido atendida el 19 de diciembre en el hospital Guillermo Díaz
de la Vega por una pérdida de embarazo.
2.13 A resultas de las repetidas visitas del equipo de salud y personal policial al domicilio
de Camila, se intensificó la presión comunitaria sobre ella, siendo culpabilizada de la pérdida
del embarazo y la violencia sexual. Los miembros de la comunidad empezaron a hacer
comentarios humillantes sobre el comportamiento de Camila y sobre los motivos por los que
era buscada por la policía. Ante esta situación, Camila se sintió estigmatizada y dejó de asistir
a la escuela.
2.14 El 31 de diciembre de 2017, Camila acudió al centro de salud por encontrarse con
dolor abdominal y se le diagnosticó posible retención de restos fetales. En enero de 2018,
Camila acudió al hospital Guillermo Díaz de la Vega para consulta psicológica, quedando
constatado que sufría persecución y hostigamiento por parte del centro de salud de Huanipaca
y maltrato de su madre y hermano a resultas de la violación sexual. Se constató depresión
infantil, indicios de abuso psicológico, situación familiar inestable y trastorno de estrés
postraumático. Se iniciaron sesiones de psicoterapia, que fueron interrumpidas tras tres
sesiones, a pesar de que el tratamiento estaba incompleto.
3 NTS N.130/2017/MINSA.
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tanto un término de ocho meses para la investigación preliminar. Camila manifiesta que no
fue informada por la Fiscalía o la Policía acerca de su derecho a interrumpir la gestación.
2.20 El 20 de diciembre de 2017, dos integrantes del equipo del Programa de Asistencia de
Víctimas y Testigos realizaron una visita domiciliaria a Camila. Al no encontrarla en casa, el
equipo acudió a la escuela y entrevistó al director.
2.21 Por orden de la fiscal, una trabajadora social acudió al hospital Guillermo Díaz de la
Vega el 27 de diciembre de 2017 y entrevistó al personal médico, realizando una
“investigación con el personal” sobre la pérdida de embarazo de Camila. El 29 de diciembre
de 2017, la Fiscal remitió copias del expediente con todas las actuaciones para que se iniciara
una investigación por delito de autoaborto4, con base en las declaraciones vertidas por Camila
en relación con el hecho de no desear el embarazo. A pesar de que ya se había iniciado una
investigación penal contra Camila en la justicia de familia, la Fiscal, excediéndose del ámbito
de su investigación, siguió realizando diligencias entre enero y abril de 2018 para determinar
la existencia de autoaborto, entre las que se incluyeron: una solicitud de los resultados de la
evaluación ginecológica, una solicitud de declaración de la madrina de Camila acerca del
destino de los restos fetales, tres solicitudes de declaración testimonial del ginecólogo que
atendió a Camila en el aborto espontáneo, una solicitud de una nueva inspección del lugar de
los hechos, una nueva cita para Camila a comparecer “bajo apercibimiento de desacato”5, una
solicitud de exhumación y necropsia de los restos fetales y una nueva toma de muestras de
ADN a Camila.
2.22 El 16 de abril de 2018, se remitió a la Fiscal un informe psicológico basado en una
comunicación telefónica con Camila en el que se señalaba que esta se mudó a Abancay a
vivir con su tía por la presión comunitaria sufrida.
2.23 La primera actuación sobre el imputado no tuvo lugar hasta el 27 de abril de 2018,
cuando se solicitó su perfil psicosexual. El informe refleja que este aceptó haber mantenido
relaciones sexuales con Camila, señalando sin embargo que fueron de mutuo acuerdo y que
ella no era su hija.
2.24 El 1 de agosto de 2018, Camila solicitó la exclusión de la Fiscal de la causa señalando
las repetidas actuaciones ilegales, solicitud que fue declarada improcedente.
2.25 El 10 de agosto de 2018, se decretó una prórroga de cuatro meses en la investigación,
rechazándose la oposición de Camila. El 29 de octubre de 2018, se imputó al agresor como
presunto responsable de un delito de violación sexual de menor, resultando condenado por
sentencia de 7 de mayo de 2019 a cadena perpetua y el pago de 50.000 soles (unos
14.000 dólares) como indemnización a Camila. El recurso de apelación de Camila por el que
solicitaba una reparación de 500.000 soles fue desestimado el 27 de septiembre de 2019.
4 El delito de autoaborto se encontraba regulado por el artículo 199 del Código Penal peruano al momento
de los hechos (actual artículo 114): “La mujer que causa su aborto, o consiente que otro [lo] practique,
será reprimida con pena privativa de libertad no mayor de dos años o con prestación de servicio
comunitario de [cincuenta y dos] a ciento cuatro jornadas”.
5 La autora señala que esa citación contraviene lo establecido en la Guía de Procedimiento de Entrevista
Única a Víctimas en el marco de la Ley núm. 30364 para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra las Mujeres y los Integrantes del Grupo Familiar; y, a Niños y Adolescentes Varones Víctimas
de Violencia, así como el artículo 25 de la Ley 30364 de protección contra la violencia, que prohíbe la
reconstrucción de los hechos con la presencia de la víctima menor de 14 años.
6 El artículo 120 del Código Penal tipifica el aborto sentimental en los siguientes términos: “El aborto
será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de tres meses: 1. cuando el embarazo sea
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Denuncia
3.1 La autora alega ser víctima de una violación de su derecho a la salud previsto por el
artículo 24 de la Convención, leído solo y conjuntamente con su derecho a la vida (artículo 6).
Tanto la mala calidad de la atención médica recibida como la falta de acceso al aborto
terapéutico, así como la omisión de brindarle información sobre el grave riesgo que
presentaba el embarazo para su vida y salud y sobre su derecho a la interrupción legal del
embarazo constituyeron una violación de su derecho a la salud. Sostiene que los profesionales
y autoridades sanitarias actuaron sin considerar sus necesidades como niña ni su interés
superior. Señala que la atención prenatal recibida incumplió la normativa interna que exige
la atención por un médico especialista, en tanto que fue atendida en nueve ocasiones por una
enfermera. Asimismo, no se le garantizó el acceso a la información sobre la salud
reproductiva, y se vulneró su derecho a ser oída y participar significativamente en las
decisiones sobre su salud. Señala que el personal médico incumplió asimismo la normativa
interna, al desconocer el procedimiento para la autorización del aborto terapéutico y omitir
la notificación a la autora de toda decisión tomada para autorizarlo, lo que volvió inaccesible
un servicio esencial y urgente para proteger su salud y la expuso a una emergencia obstétrica
―el aborto espontáneo―, por la que además fue judicializada y revictimizada.
3.2 La autora señala que tanto el embarazo forzado como la judicialización del aborto
espontáneo afectaron su salud mental y social, que la llevaron a sufrir síntomas compatibles
con la depresión, ansiedad e ideaciones suicidas durante el embarazo por el rechazo a la
gestación y a una maternidad producto de la violencia sexual perpetrada por su padre
biológico. Señala que no recibió un tratamiento adecuado para su salud mental, ya que recibió
solo tres sesiones de atención psicológica a pesar de necesitar tratamiento de larga duración
y especializado dado que la violencia sexual, la gestación forzada, el aborto espontáneo y la
judicialización tuvieron consecuencias de larga duración en su vida, que requerían
rehabilitación mental y física. Señala que tuvo que abandonar su casa y mudarse a otra ciudad
debido al hostigamiento y estigmatización de la comunidad y la falta de apoyo adecuado del
sistema sanitario y educativo. Añade que actualmente reside con su tía, quien la apoyó para
seguir sus estudios, y que lucha por recomponer su relación con su madre y hermano, para lo
cual no ha recibido ayuda alguna.
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3.3 La autora sostiene que la normativa vigente es inadecuada para garantizar el acceso al
aborto seguro para niñas y adolescentes como grupo especial de protección. Señala que la
Guía Técnica, emitida en 2014 para mejorar el acceso al aborto terapéutico ―legal desde
1924―, no contempla el caso particular de niñas y adolescentes que cursan embarazos
forzados, cuya salud física, mental y social está en mayor riesgo que las mujeres adultas.
Dicha Guía dispone que “solo cuando el diagnóstico médico evidencie que está en riesgo la
vida de la gestante, o para evitar en su salud un mal grave y permanente, se considerará la
posibilidad de la interrupción voluntaria por indicación terapéutica del embarazo menor de
veintidós (22) semanas, con consentimiento informado de la gestante”. Esta disposición ha
favorecido una interpretación restringida del aborto terapéutico que ha conllevado un alto
índice de muertes maternas en menores de 19 años, siendo las niñas de entre 10 y 14 años las
que tienen cuatro veces más riesgo de morir durante el parto7. En el caso de Camila, esta
omisión normativa tuvo consecuencias devastadoras, exponiéndola a mayor riesgo para su
salud y vida y favoreciendo la judicialización y revictimización y la alteración de su proyecto
de vida. Asimismo, la falta de perspectiva intercultural de la Guía Técnica favoreció que el
personal de salud la ignorara en cuanto niña indígena y rural y no le notificara la situación de
riesgo ni respondiera a su solicitud de aborto terapéutico.
3.4 La autora sostiene que el Estado parte vulneró su derecho a la vida, la supervivencia
y el desarrollo al exponerle, dada su edad, a un riesgo real, personal y previsible de mortalidad
por posibles complicaciones en el embarazo y parto, y de muerte por suicidio. Señala que las
autoridades y profesionales de salud no tomaron ninguna medida para prevenir dicho riesgo
y garantizar su derecho a la vida.
3.5 La autora alega que tanto la violencia sexual a la que fue sometida como el embarazo
forzado sin acceso al aborto terapéutico constituyeron formas de tortura, en violación del
artículo 37 de la Convención. Señala que la violencia sexual le produjo un sufrimiento intenso
tanto físico como mental, con consecuencias graves y permanentes en su salud mental y
social, acentuado por su edad (al haber sido víctima desde los 9 años), la situación de
vulnerabilidad y dependencia del agresor, y el embarazo resultante. Al ser víctima de incesto,
sufrió una forma particularmente deshumanizante de violencia sexual que desestabilizó sus
relaciones familiares y le creó una situación de desamparo profunda. Asimismo, tanto la falta
de información ofrecida por parte de las autoridades sanitarias y judiciales acerca del aborto
terapéutico como la obstrucción que llevaron a cabo a su acceso constituyeron una forma de
tortura o de tratos crueles, inhumanos o degradantes. La falta de respuesta definitiva para la
solicitud de la autora de interrupción del embarazo la expuso a un embarazo de riesgo y a su
incriminación. Añade que el uso de la intervención policial para presionarla a continuar con
el embarazo le causó mucha angustia y temor, así como humillación por parte de su
comunidad.
3.6 La autora alega que se violó su derecho a la vida privada (artículo 16 de la
Convención), leído solo y conjuntamente con su derecho a la protección especial como niña
(artículo 2) y su derecho a participar significativamente en las decisiones concernientes a su
vida (artículo 12). Sostiene que no le fue garantizado el acceso a servicios de salud sexual y
reproductiva, siendo obligada a seguir un embarazo forzado cuando era una decisión relativa
a su autonomía reproductiva, componente del derecho a la vida privada. Añade que expresó
que no quería el embarazo desde que se enteró de su estado e intentó ejercer su derecho al
aborto. No obstante, las autoridades no consideraron su opinión y le negaron información
sobre las opciones legales disponibles para proteger su salud y su vida. Asimismo, el personal
médico y policial la hostigó para que siguiera con el embarazo mediante visitas domiciliarias,
vulnerando su derecho a la privacidad al alertar a la comunidad sobre su situación, lo que
motivó la culpabilización y el rechazo social y la forzó a abandonar la comunidad.
3.7 La autora sostiene que el Estado parte violó su derecho al acceso a la información
reconocido en el artículo 17 de la Convención, y en particular, a buscar y recibir información
sobre la salud sexual y reproductiva y sobre los servicios de salud a su disposición para poder
tomar decisiones informadas y reivindicar sus derechos. Señala que no recibió información
sobre salud sexual y reproductiva ni como parte de su educación formal ni durante el
7 Véase http://incidenciainternacional.promsex.org/wp-
content/uploads/ProtocoloAbortoTerapeutico.pdf.
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embarazo. Alega que la ausencia de dicha información, en particular de los riesgos asociados
al embarazo, constituyó un incumplimiento del Estado parte de su deber de actuar con la
debida diligencia. Dada su vulnerabilidad como niña víctima de violencia sexual, dicha
información debía haberse proporcionado de forma adecuada, considerando su origen étnico-
cultural y su edad, respetando sus deseos y pidiendo su consentimiento.
3.8 Por último, la autora alega ser víctima de una violación de su derecho a no ser
discriminada (artículo 2 de la Convención), leído conjuntamente con su derecho a no ser
revictimizada durante el proceso judicial tanto como víctima de violencia sexual (artículo 39)
como en calidad de presunta autora de un delito (artículo 40). Sostiene que en el proceso
penal por violencia sexual no se adoptaron las medidas de protección reforzada de la niñez.
La Fiscal encargada de la investigación la hostigó debido al infundado convencimiento de
que había provocado el aborto, desviando la investigación para concentrarse en recabar
pruebas sobre la posible comisión del delito de autoaborto a pesar de que ello no solo no era
competencia de la Fiscal, sino que atentaba contra los derechos de la autora como niña
víctima de violencia sexual. En este sentido, la Fiscal ordenó diligencias como el
reconocimiento del lugar de los hechos con la presencia obligatoria de la víctima, las
reiteradas solicitudes de testimonios y pericias o la utilización de declaraciones de Camila
para incriminarla. Asimismo, la extensión de la investigación preliminar por violación sexual
a pesar de las pruebas suficientes sobre la responsabilidad penal del padre tuvo por objetivo
la persecución penal de Camila, contraviniendo su interés superior y las garantías procesales.
Señala que el Poder Judicial se convirtió en un “segundo agresor”, que terminó incluso
inculpándola por el delito de autoaborto, causándole daños directos como la pérdida de su
lugar de arraigo, de su círculo social y la afectación de su proyecto de vida. Asimismo, su
condena en primera instancia, dictada sin considerar las excepciones relativas a la atipicidad
de la conducta o la inexistencia de prueba alguna y sin siquiera hacer referencia a la conducta
que habría provocado el aborto intencional, constituye una actuación discriminatoria y un
atentado contra su dignidad e interés superior, violando además la garantía de la presunción
de inocencia.
3.9 La autora señala que ha agotado las vías judiciales y administrativas sin que estas
puedan considerarse recursos efectivos para la reparación del daño. Señala la inexistencia de
recursos efectivos para la interrupción legal del embarazo. La Guía Técnica no establece
recursos expeditos y oportunos para impugnar decisiones negativas sobre la procedencia de
la interrupción voluntaria del embarazo, ni recursos frente a las vulneraciones del
procedimiento estandarizado, ni para la indemnización de las víctimas. A pesar de ello, agotó
el procedimiento administrativo, sin que la responsabilidad de las instituciones responsables
fuera reconocida plenamente y sin que hasta el momento se hayan hecho efectivas las
sanciones impuestas.
3.10 La autora solicita como medidas de reparación: a) compensación material por el daño
sufrido y por los gastos incurridos en la atención y pérdida del embarazo; b) acceso a
servicios de salud integral, incluida la salud mental; c) asistencia para el acceso a la educación
secundaria y superior; d) revisión de la legislación nacional para garantizar la prevención de
la violencia sexual y el acceso a servicios sociales, de salud y educación adecuados para niñas
víctimas de violencia sexual, incluido el aborto legal y seguro, y e) eliminación de las
barreras de acceso al aborto terapéutico, como la falta de información sobre este derecho.
8 El artículo 427 del Código Procesal Penal establece que “1. El recurso de casación procede contra las
sentencias definitivas […] expedid[a]s en apelación por las Salas Penales Superiores. […] 3. Si la
impugnación se refiere a la responsabilidad civil, cuando el monto fijado en la sentencia de primera o
de segunda instancia sea superior a cincuenta Unidades de Referencia Procesal o cuando el objeto de
la restitución no pueda ser valorado económicamente. 4. Excepcionalmente, será procedente el recurso
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denuncias individuales al buscar la revisión de un proceso penal interno para obtener una
reparación internacional que le genere un mayor beneficio económico. En este sentido, el
recurso de casación le hubiera permitido impugnar el monto de responsabilidad civil.
4.2 En cuanto al fondo, el Estado parte señala la existencia de políticas e incremento
presupuestario que han resultado en una disminución de la mortalidad en la niñez del 76 %
entre 1990 y 2012. El Estado parte cita normativa interna, en particular la Ley General de
Salud y el Código de los Niños y Adolescentes, que garantiza el derecho a la salud, vida,
desarrollo y supervivencia de la niñez, el derecho a la defensa y a la intimidad. Añade que la
Constitución Política y la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública reconocen
el derecho a la información pública acorde con los estándares internacionales.
4.3 El Estado parte sostiene que el objetivo de la Guía Técnica es garantizar el ejercicio
de todos los peruanos y peruanas ―incluidas las menores― de sus derechos sexuales y
reproductivos de manera responsable, asegurando que el personal de salud cumpla el objetivo
de proteger la vida de la gestante y del feto. Solo cuando el diagnóstico médico evidencie un
riesgo para la vida de la gestante o un mal grave y permanente en su salud se considerará la
posibilidad de interrupción voluntaria en un embarazo menor de 22 semanas. La Guía tiene
alcance general y no está únicamente dirigida a personas con escasos recursos, a población
indígena o a víctimas de violencia sexual, por lo que no es discriminatoria. La Guía establece
asimismo el procedimiento para obtener el consentimiento informado de la gestante, así como
la posibilidad, en caso de emergencia, de que el jefe de guardia de emergencia convoque
inmediatamente una Junta Médica y tome las acciones necesarias para evitar la muerte de la
gestante o un mal grave y permanente.
4.4 El Estado parte sostiene que, debido a la propagación de la enfermedad por
coronavirus (COVID-19), se decretó el estado de emergencia entre el 15 de marzo de 2020 y
el 31 de septiembre de 2021, suspendiéndose labores y plazos procesales y administrativos e
influyendo en el normal funcionamiento de las entidades concernidas. El 16 de marzo de
2021, la Procuraduría General del Estado solicitó a la Dirección Regional de Salud del
gobierno regional de Apurímac información sobre los procedimientos de atención médica y
disciplinarios, y sigue a la espera de respuesta. Informa que, mediante resolución de 8 de
septiembre de 2021, la Superintendencia Nacional de Salud impuso una multa al hospital
Guillermo Díaz de la Vega por “postergar injustificadamente el acceso a prestaciones de
salud”, y absolvió al Centro de salud de Huanipaca de dicho cargo, pero le impuso una
amonestación escrita por no cumplir con las disposiciones vigentes sobre el contenido de la
historia clínica. El Estado parte señala que la apelación de la autora contra dicha resolución
administrativa fue admitida a trámite el 1 de septiembre de 2021, y sigue pendiente.
4.5 En cuanto a la investigación y proceso penal, el Estado parte hace notar la condena
del padre de Camila a cadena perpetua y a pagar una multa como reparación civil, habiendo
sido desestimada la apelación de la autora por la que solicitaba una reparación que cubriera
el daño físico y psicológico, así como el daño emergente. Dado que la autora no interpuso
recurso de casación, se entiende que la decisión quedó consentida. Por otra parte, la autora y
su madre fueron incorporadas como beneficiarias del Programa de Asistencia a Víctimas y
Testigos del Ministerio Público. Sin embargo, se cerró la carpeta de asistencia por conclusión
del proceso penal.
4.6 El Estado parte sostiene que las autoridades estatales tomaron en cuenta las opiniones
de Camila, respetando su intimidad y la confidencialidad de la información durante el proceso
penal, limitando sus intervenciones durante el juicio y su exposición al público y adoptando
las medidas necesarias para evitar su sufrimiento. El Estado parte concluye que el proceso
penal contra Camila fue conforme a la legislación interna y a los principios de legalidad,
debido proceso y presunción de inocencia.
4.7 Finalmente, el Estado parte informa de que, mediante resolución de 11 de julio de
2019, se abrió un procedimiento administrativo disciplinario contra la magistrada de la Sala
Mixta de Abancay por incumplimiento del deber de emitir auto de vista dentro del término
de casación en casos distintos de los arriba mencionados cuando la Sala Penal de la Corte Suprema,
discrecionalmente, lo considere necesario para el desarrollo de la doctrina jurisprudencial”.
9
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Intervención de terceros
6. El 10 de febrero de 2022 y el 22 de agosto de 2022, el Centro de Derechos Humanos
de París y la Clínica de Derecho Internacional d’Assas, y la red jurídica del Consorcio
Latinoamericano Contra el Aborto Inseguro (CLACAI)9 presentaron sendas intervenciones,
cuyo contenido se encuentra resumido en el anexo I. Los comentarios de las partes acerca de
dichas intervenciones figuran asimismo en el anexo referido.
9 Adhieren a dicha intervención: Equality Now, Ipas Latinoamérica y el Caribe, Optio, UNASSE, A.C.,
Centro Ecuatoriano de la Promoción y Acción de la Mujer CEPAM-Guayaquil, Bolena, Católicas por
el Derecho a Decidir (Argentina), Women’s Link Worldwide, Mujeres x Mujeres, Ipas Bolivia, Líbera
Abogacía Feminista, ELA, Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de
las Mujeres (CLADEM), Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), Corporación Miles
y Católicas por el Derecho a Decidir (Estado Plurinacional de Bolivia).
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Examen de la admisibilidad
7.1 Antes de examinar toda reclamación formulada en una comunicación, el Comité debe
decidir, de conformidad con el artículo 20 de su reglamento en relación con el Protocolo
Facultativo, si la comunicación es admisible en virtud del Protocolo Facultativo.
7.2 El Comité toma nota del argumento del Estado parte relativo a que la comunicación
es inadmisible por falta de agotamiento de los recursos internos. El Comité recuerda que el
propósito de la norma de agotamiento de los recursos internos es permitir que las autoridades
nacionales se pronuncien sobre las reclamaciones de los autores 10. El Comité recuerda
asimismo que los autores deben hacer uso de todas las vías judiciales o administrativas que
les ofrezcan expectativas razonables de reparación11. Ante alegaciones prima facie
sustanciadas de que se ha cumplido con lo dispuesto por la norma de agotamiento de los
recursos internos, el Estado parte debe indicar qué vías concretas de recurso no ejercieron los
autores, que estuvieran disponibles y fueran eficaces para remediar las violaciones alegadas
ante el Comité12.
7.3 En el presente caso, el Comité toma nota del argumento del Estado parte de que la
autora no interpuso recurso de casación contra la decisión de 27 de septiembre de 2019, que
desestimó el recurso de apelación contra el fallo condenatorio por abuso sexual (véase el
párr. 4). Según el Estado parte, dicho recurso habría permitido a la autora impugnar el monto
de responsabilidad civil, fijado en 50.000 soles y confirmado en segunda instancia (véase el
párr. 2.25). Sin embargo, el Comité advierte que, según lo señalado por la autora y no
refutado por el Estado parte, el recurso de casación no habría permitido una reparación
efectiva a la autora por las violaciones alegadas ante el Comité, basadas en la falta de
información y acceso a los servicios de aborto y en su enjuiciamiento por autoaborto.
Asimismo, el Comité toma nota de las afirmaciones de la autora, no refutadas por el Estado
parte, en el sentido de que no existían otros recursos disponibles en el Estado parte que le
hubieran permitido impugnar la falta de acceso al aborto terapéutico, ni obtener una
reparación integral por las violaciones sufridas.
7.4 En cuanto a los procedimientos administrativos para determinar la responsabilidad
administrativa de los operadores de salud y judiciales, el Comité toma nota de lo señalado
por el Estado parte en el sentido de que, mediante resolución de 8 de septiembre de 2021, se
impuso una multa al hospital Guillermo Díaz de la Vega por el retraso en el acceso otorgado
a prestaciones de salud y una amonestación al centro de salud de Huanipaca por
incumplimiento de las disposiciones relativas al contenido del historial clínico, y que sigue
pendiente la apelación de la autora contra dicha resolución (véase el párr. 5.4). Sin embargo,
el Comité observa que la resolución citada, que rechazó la queja de la autora relativa a la falta
de información y acceso a los servicios de aborto se habría dictado tres años y medio después
de presentada la queja administrativa de la autora y tras repetidas solicitudes de
pronunciamiento por parte de esta (véase el párr. 2.15), y que la apelación seguiría aún
pendiente, sin que el Estado parte haya justificado dichas dilaciones. En consecuencia, el
Comité considera que dicho procedimiento se habría prolongado indebidamente. Asimismo,
el Comité toma nota de lo señalado por el Estado parte en el sentido de que, mediante
resolución de 18 de noviembre de 2020, se impuso una multa a la magistrada de la Sala Mixta
de Abancay por incumplimiento en la emisión de auto de vista dentro del término legal. Sin
embargo, el Comité toma nota de lo señalado por la autora de que dicha sanción no se habría
ejecutado y de que su apelación de la resolución de la Oficina de Control Interno contra la
Fiscal a cargo de la investigación penal por violación sexual seguiría pendiente, sin que
tampoco se haya justificado dicho retraso, por lo que también se habría prolongado
indebidamente.
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7.5 A la luz de todo lo anterior, el Comité concluye que el artículo 7 e) del Protocolo
Facultativo no constituye un obstáculo a la admisibilidad de la presente comunicación.
7.6 El Comité considera que la autora ha fundamentado suficientemente las alegaciones
basadas en los artículos 2, 6, 12, 16, 17, 24, 37 a), 39 y 40 de la Convención, relacionados
con la falta de información y acceso al aborto terapéutico y la judicialización del aborto
espontáneo. El Comité considera asimismo que las denuncias de la autora también suscitan
cuestiones en virtud de los artículos 13 y 19 de la Convención. En consecuencia, declara la
comunicación admisible y procede a su examen en cuanto al fondo.
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familiar y comunitario, así como de otros factores que puedan repercutir en su salud mental,
incluidos el hecho de ser víctima de violación sexual, incesto, o factores de vulnerabilidad
socioeconómicos y culturales.
8.6 En el presente caso, el Comité observa que la propia normativa interna reconoce que
los embarazos de niñas y adolescentes son de alto riesgo (véase el párr. 2.15). Sin embargo,
durante las visitas médicas de la autora tanto al centro de salud de Huanipaca como al hospital
Guillermo Díaz de la Vega, el personal de salud, aun conociendo la edad y el origen del
embarazo de la autora, no le informó en ningún momento de dicho riesgo ni de la posibilidad
de acceder al aborto terapéutico e ignoró sus reiteradas solicitudes de terminar su embarazo,
obligándola a seguir un plan de parto prestablecido. Asimismo, la posterior solicitud de la
autora de interrumpir voluntariamente el embarazo con base en la Guía Técnica nunca obtuvo
respuesta definitiva, en contra de los requisitos previstos en dicha Guía, según fue confirmado
por la Intendencia de Protección de Derechos en Salud (véase el párr. 2.16), por lo que le fue
denegado de facto el acceso al aborto.
8.7 Teniendo en consideración los hechos descritos anteriormente y, en particular, el
riesgo que el embarazo conllevaba para la vida y la salud de la autora, por razón de su edad
(13 años al momento de los hechos), el Comité considera que tanto el hecho de no haber
facilitado a la autora información sobre los servicios de interrupción voluntaria del embarazo
como no haberle proporcionado el acceso efectivo a dichos servicios la expusieron a un riesgo
real, personal y previsible de mortalidad, que la forzó a llevar el embarazo a término, con
riesgos claros y previsibles para su vida, desarrollo y salud, y que desencadenó una
emergencia obstétrica. A ello se sumó su condición de víctima de violación sexual por parte
de su padre, lo cual agravó aún más las consecuencias del embarazo sobre su salud mental.
El Comité concluye que los hechos descritos revelan una violación de los derechos de la
autora reconocidos en los artículos 6 y 24 de la Convención. Asimismo, la falta de
consideración a las reiteradas solicitudes de la autora de poner término al embarazo violó su
derecho a que se tuviera debidamente en cuenta su opinión en un asunto que la afectaba tan
directamente, como es el embarazo, en violación del artículo 12, párrafo 1, de la Convención,
leído conjuntamente con los artículos 6 y 24.
8.8 El Comité toma nota de la afirmación de la autora sobre las afectaciones que la
violencia sexual, el embarazo forzado y la judicialización del aborto espontáneo tuvieron
sobre su salud mental, como fue reflejado en los episodios de llanto descontrolado e ideas
suicidas durante sus visitas prenatales. A pesar de ello, y del diagnóstico de depresión infantil
y estrés postraumático, la autora no recibió atención psicológica adecuada y las sesiones de
psicoterapia, que tuvieron lugar solamente tras el aborto espontáneo, fueron interrumpidas
tras tres sesiones, a pesar de que la autora requería tratamiento continuado.
8.9 En cuanto a la falta de especialización del personal médico que la atendió en nueve
ocasiones en el centro de salud de Huanipaca, el Comité observa que ello revela la falta de
accesibilidad de la atención en materia de salud sexual y reproductiva, incluido personal
calificado y material adecuado, al encontrarse el hospital más cercano a dos horas y media
en bus. En este sentido, el Comité considera que los establecimientos, la información y los
servicios de salud relacionados con la atención de la salud sexual y reproductiva deben ser
accesibles a todas las personas con capacidad de gestar, e incluir especialistas en pediatría o
ginecología infantil para el tratamiento de niñas y adolescentes. Ello incluye la accesibilidad
física, especialmente a las personas pertenecientes a grupos desfavorecidos y marginados,
incluidas las personas que, como la autora, viven en zonas rurales y remotas 17. El Comité
observa que la falta de atención especializada de la autora contravino asimismo la normativa
interna según lo confirmado por el informe de la Intendencia de Protección de Derechos en
Salud (véase el párr. 2.16).
8.10 A la luz de lo anterior, el Comité concluye que la falta de atención psicológica
adecuada y la falta de accesibilidad de personal y equipos médicos especializados relevan a
su vez una violación del derecho de la autora al disfrute del más alto nivel de salud reconocido
por el artículo 24 de la Convención.
17 Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, observación general núm. 22 (2016), párrs. 15
y 16.
13
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8.11 El Comité toma nota de las alegaciones de la autora de que tanto la violencia sexual
sufrida como la falta de acceso al aborto terapéutico constituyeron formas de tortura o tratos
crueles, inhumanos o degradantes. El Comité recuerda que los tratos prohibidos por el
artículo 37 a) de la Convención incluyen actos de violencia contra un niño para castigarlo
extrajudicialmente por conductas ilícitas o indeseadas u obligarlo a realizar actividades
contra su voluntad, cometidos por instituciones y personas que tienen autoridad sobre el
niño. El Comité recuerda asimismo que las víctimas de dichos actos son a menudo niños
marginados, desfavorecidos y discriminados que carecen de la protección de los adultos
encargados de defender sus derechos y su interés superior18. En materia de derechos sexuales
y reproductivos, el Comité observa que otros órganos de tratados han establecido que la
negación del acceso al aborto por parte de los Estados partes son formas de violencia por
razón de género contra la mujer19 y puede constituir un trato cruel, inhumano o degradante20.
El Comité considera que, al analizar posibles violaciones de la prohibición de tortura o tratos
crueles, inhumanos o degradantes, debe tenerse nuevamente en cuenta la especial afectación
de la negación del aborto en niñas, así como otros factores adicionales de vulnerabilidad,
como ser víctima de violencia sexual.
8.12 En el presente caso, el Comité observa que, según ha quedado acreditado (véanse los
párrs. 2.5 a 2.14), la autora sufrió daños físicos y psicológicos graves como resultado de no
poder acceder en la práctica a la interrupción del embarazo. Ello la sumió en un estado de
depresión profundo con ideas suicidas, especialmente al ser víctima de violación sexual por
parte de su padre. El Comité observa asimismo que la autora fue revictimizada en distintos
niveles: a) por parte del personal médico que desatendió su solicitud de aborto terapéutico y
la presionó para proseguir con el embarazo; b) por parte del personal policial, al personarse
agentes de policía a su casa con el fin de intimidarla y presionarla a proseguir con el embarazo
forzado, y c) por parte del personal judicial, que la enjuició por la pérdida de embarazo,
exponiéndola a repetidos actos de revictimización, y la condenó por autoaborto. El Comité
señala la especial gravedad del enjuiciamiento y condena de la autora por autoaborto, lo cual
exacerbó y prolongó su sufrimiento. El Comité observa asimismo la especial afectación de
los hechos descritos en la salud mental de la autora teniendo en cuenta su particular
vulnerabilidad en cuanto niña indígena, rural y pobre víctima de violencia sexual, con una
madre con discapacidad y un padre agresor. Esta condición agudizó el sufrimiento de la
autora causado por la imposibilidad de poner término al embarazo y frente a su
enjuiciamiento. El Comité concluye que los hechos anteriormente descritos revelan la
existencia de una serie de actos y omisiones atribuibles al Estado parte, que constituyeron
tratos prohibidos por el artículo 37 a) de la Convención, en violación de dicha disposición.
8.13 Habiendo concluido que la falta de acceso de la autora al aborto seguro violó sus
derechos reconocidos en los artículos 6, 24 y 37 a) de la Convención, el Comité no considera
necesario examinar si los mismos hechos constituyen asimismo una violación del artículo 16,
párrafo 1, de la Convención. Sin embargo, el Comité toma nota de las alegaciones de la autora
en el sentido de que las visitas domiciliarias de personal médico, en ocasiones acompañadas
de personal policial, para forzarla a continuar con el embarazo, constituyeron injerencias
arbitrarias en su vida privada, lo que ocasionó la estigmatización comunitaria hasta el punto
de forzarla a abandonar la escuela y, posteriormente, su familia y comunidad, lo que creó una
situación de desarraigo. A falta de información del Estado parte sobre este punto, el Comité
otorga el debido peso a las afirmaciones de la autora y concluye que las visitas del personal
de salud y policial constituyeron injerencias arbitrarias en la vida privada de la autora, en
violación del artículo 16, párrafo 1, de la Convención.
8.14 En cuanto a la alegación de la autora relacionada con su derecho a la información, en
especial aquella que tenga por finalidad promover su salud física y mental, el Comité
recuerda la necesidad de garantizar el acceso de niños y niñas a información apropiada para
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cada edad, que incluya información de base científica sobre la salud sexual y reproductiva 21.
En el presente caso, la autora alega no haber recibido información alguna sobre la salud
sexual y reproductiva para poder tomar decisiones informadas y reivindicar sus derechos. El
Comité observa, en particular, que el hecho de que la autora careciese de información sobre
la existencia de pruebas de embarazo (véase el párr. 2.3), que no recibiese información alguna
del personal médico tanto respecto a los riesgos del embarazo para su edad como de la
posibilidad de solicitar un aborto terapéutico y que la solicitud que presentó a la Fiscalía no
obtuviese respuesta derivaron en una emergencia obstétrica como fue el aborto espontáneo.
A falta de información del Estado parte sobre este punto, el Comité otorga el debido peso a
las afirmaciones de la autora, formuladas con base en el artículo 17. Sin embargo, el Comité
considera que estos hechos revelan más directamente una violación del derecho de la autora
a buscar y recibir información, reconocido por el artículo 13, párrafo 1, de la Convención, y
concluye que se violó dicho artículo.
8.15 El Comité toma nota de las alegaciones de la autora de que fue discriminada durante
la investigación penal por violación sexual. El Comité observa, en particular, las afirmaciones
de la autora de que la Fiscal a cargo de la investigación por la violación sexual de que fue
víctima la hostigó, desviando la investigación para concentrarse en recabar pruebas
incriminatorias de un supuesto delito de autoaborto, ordenando actuaciones fuera de su
competencia y revictimizantes, que tenían por objetivo la persecución penal de la autora,
como son el reconocimiento del lugar de los hechos con la presencia obligatoria de la víctima
y del imputado, los reiterados llamados de la autora a declarar, las reiteradas pericias
practicadas ―como la toma de ADN―, la utilización de declaraciones de la autora para
incriminarla y la prórroga injustificada de la investigación preliminar por violación sexual a
pesar de la existencia de pruebas suficientes sobre la responsabilidad penal del imputado. El
Comité observa que la autora, una niña indígena y rural víctima de violación sexual, fue
repetidamente revictimizada asimismo en sede policial y en los centros de salud, al ignorarse
repetidamente su solicitud de aborto, y realizarse incursiones en su domicilio y escuela,
propiciando a su vez el hostigamiento familiar y comunitario hacia la autora. Finalmente, el
Comité considera que la falta de acceso de la autora al aborto seguro y su posterior
criminalización por autoaborto constituyeron en sí un trato diferencial basado en el género
de la autora, pues se le denegó el acceso a un servicio esencial para su salud22 y fue castigada
por no cumplir con estereotipos de género sobre su función reproductiva 23. A la luz de todo
lo anterior, el Comité concluye que los hechos ante sí constituyeron una discriminación de la
autora por razones de edad, género, origen étnico y situación social, en violación del
artículo 2 de la Convención.
8.16 Habiendo llegado a dicha conclusión, y dado que la autora nunca debería de haber
sido acusada de un delito de autoaborto, el Comité no considera necesario examinar si el
enjuiciamiento de la autora violó asimismo el artículo 40 de la Convención.
8.17 Por último, el Comité hace notar la alta vulnerabilidad de la autora por su condición
de niña víctima de violación sexual por parte de su padre. En este sentido, observa que, lejos
de recibir la protección requerida, la autora fue sujeta a revictimización y criminalización que
en sí mismas constituyeron una forma de violencia y resultaron en su condena por autoaborto.
El Comité concluye, en consecuencia, que el Estado parte incumplió su obligación de
proteger a la autora frente a la violencia y de promover su recuperación física y psicológica
y reintegración social en cuanto víctima de abuso, en violación de los artículos 19 y 39 de la
Convención.
8.18 El Comité, actuando en virtud del artículo 10, párrafo 5, del Protocolo Facultativo
relativo a un procedimiento de comunicaciones, dictamina que los hechos que tiene ante sí
ponen de manifiesto una violación de los artículos 2, 6, 13, párrafo 1, 16, párrafo 1, 19, 24,
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Anexo I
Intervención de terceros y comentarios de las partes a dichas
intervenciones
Intervención de terceros
1. En su intervención de 10 de febrero de 2022, el Centro de Derechos Humanos de París
y la Clínica de Derecho Internacional d’Assas sostienen que criminalizar, denegar o limitar
el aborto para niñas, independientemente de las circunstancias, es una violación de los
derechos reconocidos en la Convención y una forma de discriminación y violencia basada en
el género, ya que impide que las niñas ejerzan control sobre sus propios cuerpos y vidas. Las
niñas, y en particular las pertenecientes a comunidades rurales, indígenas u otras minorías
étnicas, presentan factores interdependientes de vulnerabilidad que contribuyen a la violencia
reproductiva y les impiden acceder a servicios de salud reproductiva. La restricción o
denegación de servicios de aborto conducen a las niñas a embarazos forzados o a realizar
abortos no seguros, ambos con graves riesgos para su salud y vida. Los embarazos en niñas
conllevan mayores riesgos de complicaciones y consecuencias agravadas para su salud
mental. Las intervinientes invitan al Comité a reconocer que la denegación de servicios de
aborto es una violación de la prohibición de tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanos
o degradantes contra las niñas al tratarse de una forma de violencia basada en el género que
causa sufrimiento físico y mental. La intencionalidad en dicho tratamiento se cumple siempre
al ser un acto cuyo propósito es siempre subordinar a las mujeres y niñas al controlar sus
cuerpos como instrumentos reproductivos. Las intervinientes sostienen que la denegación de
acceso al aborto para niñas constituye una forma de práctica nociva. Sostienen que la
denegación de servicios de aborto y la criminalización del aborto cumplen con los criterios
de prácticas nocivas fijados por el Comité en su Comentario General conjunto Núm.18 (párr.
16b) al ser prácticas no guiadas por el interés superior de la niña sino por valores
socioculturales que reducen a las niñas a la función reproductiva, privándoles de su
autonomía y libertad de controlar sus propios cuerpos y reforzando los roles de género y los
sistemas patriarcales de relación de poder.
2. En su intervención de 22 de agosto de 2022, la Red Jurídica de CLACAI 24 recuerda
que diversas interpretaciones autorizadas de las normas internacionales de derechos humanos
establecen que negar a mujeres y niñas el acceso al aborto constituye una forma de
discriminación y viola varios derechos humanos25. El caso de Camila ejemplifica los
numerosos obstáculos de niñas para acceder al aborto legal, incluida la judicialización de
estos casos, estigmatización y maltrato por profesionales de salud y la interpretación
restrictiva de la causal del aborto terapéutico, limitada al riesgo inminente para la salud física
de la gestante. Las intervinientes señalan que el riesgo de madres menores de 15 años en
países de ingresos bajos y medios es dos veces mayor al de las mujeres adultas y las
complicaciones del embarazo y el parto son la principal causa de muerte entre niñas y jóvenes
de 15 a 19 años26. La tasa de abortos inseguros es cuatro veces mayor en países con leyes
sobre aborto restrictivas que en países donde está legalizado27. Cuando el aborto está
autorizado legalmente, los Estados deben garantizar el acceso sin trabas y oportuno a ese
servicio de salud, debiendo capacitar al personal médico y eliminar los obstáculos de
procedimiento, como el requisito de aprobación por un comité, entre otras medidas. Las
intervinientes señalan que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha determinado
que no puede entenderse al embrión como persona a los efectos de la Convención Americana
24 Adhieren a dicha intervención: Equality NOW, Ipas Latinoamérica y El Caribe, Optio, UNASSE, A.C.,
Centro Ecuatoriano de la Promoción y Acción de la Mujer Cepam-Guayaquil, Bolena, Católicas por el
Derecho a Decidir Argentina, Women’s Link Worldwide, Mujeres x Mujeres, Ipas Bolivia, Líbera
Abogacía Feminista, ELA, CLADEM, GIRE, Miles y Católicas por el Derecho a Decidir Bolivia.
25 Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas, Serie de información sobre salud y derechos
sexuales y reproductivos. https://www.ohchr.org/en/women/information-series-sexual-and-
reproductive-health-and-rights
26 OMS, Mortalidad materna https://www.who.int/es/news/item/19-09-2019-more-women-and-children-
survive-today-than-ever-before-un-report.
27 OMS https://www.who.int/es/news/item/28-09-2017-worldwide-an-estimated-25-million-unsafe-
abortions-occur-each-year
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de Derechos Humanos y que, por tanto, la protección de la vida antes del nacimiento no debe
prevalecer sobre los derechos de la gestante.28 Asimismo, el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos estableció que si el no nacido tiene un derecho a la vida, éste está implícitamente
limitado por los derechos e intereses de la madre.29 Las intervinientes señalan que la
criminalización del aborto en el Estado parte en casos de violencia sexual expone a las
víctimas a la violencia obstétrica e institucional. Asimismo, la ausencia de programas sobre
sexualidad y reproducción científicos e integrales, y de violencia sexual, junto a la falta de
redes de apoyo institucional en la escuela, limitaron la posibilidad de identificar y prevenir
la violencia sexual y el embarazo de Camila.30 El Estado parte tampoco garantiza la
disponibilidad para las adolescentes de servicios e información confidenciales sobre la salud
reproductiva y la asistencia psicológica. Tampoco existe un enfoque interseccional del
sistema de salud, que no tomó en cuenta el contexto social de Camila, su realidad cultural, su
idioma ni la condición de discapacidad de su madre. Por último, las intervinientes señalan
que el presente caso visibiliza la situación de discriminación y exclusión social de las
comunidades indígenas en el Estado parte, quienes viven en zonas apartadas y empobrecidas
y se enfrentan a barreras culturales.
28 Artavia Murillo c Costa Rica, sentencia de 28 de noviembre de 2012, párr. 259 y 264.
29 Tysiac c Polonia, sentencia de 20 de marzo de 2007.
30 Señalan que el Programa Nacional de Educación Sexual no fue operativo hasta 2008 y su actualización
en 2021 no ha sido implementada.
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Anexo II
1. We fully support the views of the Committee in this matter. On one aspect, we would
have gone further. The author raised a violation of article 40 of the Convention. The
Committee decided that this claim was sufficiently substantiated for the purposes of
admissibility. However, in paragraph 8.16, the Committee concluded that, as it had found
that the prosecution for self-abortion amounted to discrimination, and given that the author
should never have been charged with an offence of self-abortion, the Committee did not
consider it necessary to examine whether the prosecution of the author also constituted a
violation of article 40. We agree that the author should never have been charged for this
allegation in the first place. Furthermore, we note that the State Party is criminalising an act
that was allegedly committed by a person below the minimum age of criminal responsibility
as recommended by our Committee in its General Comment 24 on children’s rights in the
child justice system. We also note that the prosecutor who initiated the proceedings did not
give consideration to diversion or any other non-judicial measure, as envisaged by article
40(3)(b) of the Convention.
2. The factual reality, however, is that she was charged on 1 March 2018 – the process
was delayed, causing Camila to file, on 10 July 2018, an amparo action before the Second
Family Court of Abancay for the unjustified delay of the procedure, and also for lack of
confidentiality of her identity as legally required. On 16 August 2018, the amparo was
declared inadmissible. One the same day, Camila was convicted of the crime of self-abortion.
She appealed this conviction on the day that it was handed down and, after further delay of
almost a year, the Mixed Chamber of Abancay of the Superior Court of Justice of Apurímac
declared the appeal well-founded and revoked the conviction on 17 June 2019.
3. In our view, therefore, Camila’s rights under article 40 were violated on the following
grounds: Firstly, Camila was treated as an offender and not first and foremost as a victim.
She was not treated in a manner consistent with the promotion of her sense of dignity and
worth, and the officials of the State party did not take into account the assumption of a
constructive role for her in society, as required by article 40(1). Secondly, Camila’s rights in
terms of 40(2)(b)(iii) to have her matter determined without delay was breached by the fact
that the appeal from her conviction took almost a year, a delay that we consider as too long
in the context of this case that kept her in contact with the harmful effects of the criminal
justice system. Thirdly, Camila’s rights under art. 40(2)(b)(iv) have also been breached in
view of the pressure exerted on her to plead guilty to the lesser crime of sentimental self-
abortion.
4. Camila also complained about the fact that her privacy was not protected within the
framework of the procedure, and this was one of claims that she complained of in the amparo
brought on 16 August 2018. However, she did not provide sufficient information to
substantiate this claim, and we are thus unable to find a breach of article 40(2)(b)(vii).
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