La Reconciliación Con Dios, Consigo Mismo y Con Los Demas

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MATERIAL INSTRUCTIVO

ÁREA: EDUCACIÓN RELIGIOSA


ESTUDIANTE……………………………… …………………………………..……….
AÑO Y SECCIÓN……………………………Nº DE ORDEN………………………..
DOCENTE: FECHA…………….………………

LA RECONCILIACIÓN: Con Dios, Consigo mismo y con


los demás
INTRODUCCIÓN
Los cristianos estamos llamados a la santidad; para ello hay que vivir en gracia de Dios; pero
podemos perder la gracia bautismal por el pecado mortal, que mata la vida sobrenatural del
alma y rompe la amistad y la comunión con Dios. El pecado, como explica el Papa Juan
Pablo II, es un acto suicida, porque ante todo, el hombre se daña a sí mismo, destruyendo
toda obra buena. El Señor Jesús ha instituido el sacramento de la penitencia, que se llama
también y muy adecuadamente "Sacramento de la Reconciliación" o Confesión, para
perdonar los pecados cometidos después del Bautismo y abrirnos así la puerta a la
reconciliación con Dios.
Jesucristo, por ser Dios, tiene poder para perdonar los pecados, y dio este poder a los Apóstoles y sus
sucesores en el sacerdocio, quienes actúan "en la persona de Cristo"; o sea que, de hecho, es el mismo
Jesucristo el que perdona por el misterio del sacerdote.

Veamos que nos dice la Palabra de Dios:


Lee e interpreta: Lc.18,9-14; Mt.5,38-48; Mt.18,23-35; Lc.15,11-32.

¿Qué es
Reconciliación?
Imagina dos amigos que tienen una pelea o discusión. La buena relación que una vez disfrutaron está
tirante al punto de romperse. Ellos dejan de hablarse; la comunicación se considera demasiado incómoda.
Los amigos gradualmente se convierten en extraños. Tal distanciamientos solo puede ser revertido por la
reconciliación. Ser reconciliado es ser restaurado a la amistas o armonía. Cuando dos viejos amigos
resuelven sus diferencias y restauran su relación, ha ocurrido la reconciliación.
2° Cor.5,18-19 declara, “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos
dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.”
La Biblia dice que Cristo nos reconcilió con Dios (Rom.5,10; 2° Cor.5,18; Col.1,20-21). El hecho de que
necesitemos la reconciliación, significa que nuestra relación con Dios estaba rota. Puesto que Dios es santo,
somos nosotros los de la culpa. Nuestro pecado nos alejó de Él. Rom. 5,10 dice que éramos enemigos de
Dios: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más,
estando reconciliados, seremos salvos por Su vida.”

Reconciliación con Dios


Reconciliarse con Dios significa primeramente reconocer que algo no ha andado bien en nuestras
relaciones con Él en el pasado. Significa además que hay un interés en restablecer buenas
relaciones con Dios en el presente y para el futuro.
Reconciliarse con Dios es un camino necesario para alcanzar la paz. ¿Cómo podemos vivir
peleados con la fuente de nuestra misma existencia?¿Cómo vivir rechazando al mismo Amor?

Esta reconciliación con Dios se da por su amor derramado en nuestros


corazones por el Espíritu Santo (Hech.2,1-13). Cuántos hoy en día pueden
testificar esta hermosa experiencia de salvación. Que habiendo sido
pecadores, enemigos de Dios, ahora somos reconciliados con Dios, gracias al
sacrificio de nuestro Señor Jesucristo en la cruz. Él murió por nuestros
pecados, por nosotros, rebeldes a la voluntad de Dios. Su sacrificio no tiene
imitación alguna, es la gracia perfecta de Dios. Ahora somos justificados y
reconciliados con Dios por su sangre; somos salvos de toda ira divina y de
condenación eterna.
A través de la historia podemos encontrar muchos ejemplos de personas que habiendo vivido a
espaldas de Dios, encontraron - en algún momento de sus vidas - la oportunidad de reconciliarse
con el Señor. La mujer samaritana, María Magdalena, la mujer adúltera, el ladrón en la cruz,
Pablo, y muchos otros más, son ejemplos reales de dicha reconciliación. Sus vidas son
verdaderos testimonios de la acción de la gracia de Dios.
 
Reconciliación con uno mismo
 En el pasaje bíblico de Mt.9,46: "si tu ojo derecho es ocasión de pecado arráncalo", no es una
llamada a mutilarse, sino una llamada La reconciliación con Dios trae como primera consecuencia
la reconciliación consigo. La reconciliación con a convertirse. Una llamada a cambiar el punto de
vista sobre los otros y sobre uno mismo, cambiar la mirada sobre sí mismo y sobre los demás. En
esta llamada a la reconciliación podemos notar que Jesús no dice solamente "si tienes algo contra
tu hermano, ve a reconciliarte con él" (Mt.5,23-24), sino que dice "si tu hermano tiene algo que
reprocharte, tiene una queja contra quien sea, deja tu ofrenda allí mismo y ve antes a reconciliarte
con tu hermano".
Este proceso de reconciliación que emprendemos hoy es de verdad un reto de la fe, un acto de fe.

Para nuestra Reconciliación:


En primer lugar, se trata de cambiar o transformar lo que se pueda y deba
ser cambiado, como los hábitos de pecado, pensamientos, sentimientos o
conductas anti-evangélicas. Se trata de ingresar de lleno en el dinamismo
del despojarse-revestirse.
En segundo lugar, tenemos que aceptar lo que no se pueda cambiar. No
se trata de una aceptación resignada y fatalista de los problemas o
defectos, sino de una apertura sincera y humilde ante la verdad objetiva.
Hablamos de una aceptación de lo bueno y lo malo que habita en nuestro
interior. Una mirada a lo esencial permite trascender las faltas de
aceptación y el absurdo que ellas implican.
Por último, debemos perdonar el daño cometido a nosotros mismos o a otras personas. Aprender
a perdonar a los demás o perdonarnos a nosotros mismos es una tarea que puede tomar tiempo,
pero implica un crecimiento en libertad que vale el esfuerzo.

Reconciliación con los demás


Los cristianos deberían comprometerse a reconciliar a la gente con Dios. En
Corintios 5:18-20 Pablo nos dice que Dios nos ha dado el ministerio de la
reconciliación. Nos llama ‘embajadores de Cristo’ para compartir el mensaje de
reconciliación con los demás. Este es nuestro llamado a dar testimonio a los
que aún no están reconciliados con Dios por medio de la cruz. En la Biblia, la
reconciliación con los demás acompaña la reconciliación con Dios. Nuestra
respuesta a la gracia salvadora de Dios se expresa a través de nuestra
respuesta a los demás.
La Biblia muestra que la ruptura de las relaciones es la causa de la pobreza, la marginación y el
conflicto. Vivimos en un mundo donde la rebelión contra Dios ha dado como resultado el
egocentrismo que, a su vez, origina la exclusión, falta de confianza, codicia e injusticia. El
propósito de Dios es la reconciliación y la comunidad. Hay muchos pasajes en el Nuevo
Testamento donde se enfatiza la unidad cristiana; además, se proporcionan pautas sobre cómo
vivir en paz con los demás.
Si yo me reconcilio con el otro, me reconcilio con Dios, y no puedo reconciliarme con Dios si no
me reconcilio con el otro.

ACTUAR:
1. Identifica los pasos para una verdadera reconciliación en un cuadro
sinóptico, desde la parábola del “Hijo Pródigo”.
2. Valora las exigencias de la reconciliación elaborando un compromiso
de respetar a sus compañeros y lo expresa con un gesto.

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