Zegarra Arce Carmen
Zegarra Arce Carmen
Zegarra Arce Carmen
Escuela de Posgrado
Maestría en Derecho Empresarial
Lima – Perú
Marzo de 2016
ii
LA PENA PRIVATIVA DE LA LIBERTAD EN
MATERIA DE LIBRE COMPETENCIA EN EL
PERÚ
iii
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN ...................................................................................................1
CAPÍTULO I: ASPECTOS GENERALES ENTORNO A LA EVOLUCION Y
DESARROLLO DEL CONCEPTO JURÍDICO DE LIBRE
COMPETENCIA…………………………………………………………………..3
1.1 La naturaleza y justificación de la competencia ..................................... 3
CAPÍTULO II: FORMAS DE PROTECCIÓN DE LA LIBRE COMPETENCIA.
EL MARCO GENERAL DE PROTECCIÓN EN EL SISTEMA JURÍDICO
PERUANO ................................................................................................................5
2.1 De la protección a la libre competencia: Aspectos generales ................. 6
2.2 Protección de la libre competencia limitada al derecho administrativo
sancionador ................................................................................................... 6
2.3 Protección de la libre competencia limitada al derecho penal................ 7
2.4 Protección conjunta de la libre competencia .......................................... 7
2.5 La protección administrativa de la libre competencia en el Perú: La Ley de
Represión de Condustas Anticompetitivas ................................................... 8
2.5.1 De los tipos de conductas anticompetitivas que recoge el Derecho
Legislativo N° 1034……..............................................................................10
2.5.1.1 Abuso de posición de dominio (APD)…………………………… 10
2.5.1.2 Prácticas Colusorias Horizontales (PCH)…………………………12
2.5.1.3 Prácticas Colusorias Verticales (PCV)…………………………… 13
2.5.2 De las prohibiciones relativas y absolutas que distingue el Decreto
Legislativo N° 1034………………………………………........................ 16
2.5.2.1 Prohibiciones absolutas………………………………………...… 16
2.5.2.2 Prohibiciones relativas…………………………………………… 17
2.5.3 De las sanciones administrativas que contempla el Decreto Legislativo
N° 1034…………………………………………………………………… 18
2.6 La protección penal de la libre competencia en el Perú: El Código Penal
................................................................................................................. .19
CAPÍTULO III: ¿CUÁL DEBERÍA SER LA FORMA IDEAL DE
PROTECCIÓN A LA LIBRE COMPETENCIA EN EL PERÚ? EL
DIAGNÓSTICO.......................................................................................................22
iv
3.1 Argumentos a favor de implementar la sanción de Pena Privativa de la
libertad para colusiones horizontales en materia de libre competencia…....23
3.2 Argumentos en contra de implementar la sanción de Pena Privativa de la
libertad para colusiones horizontales en materia de libre competencia……25
3.3 Comentarios finales……………………………………………………26
CONCLUSIONES ...................................................................................................29
RECOMENDACIONES .........................................................................................31
REFERENCIAS .......................................................................................................32
BIBLIOGRAFÍA .....................................................................................................34
v
ÍNDICE DE FIGURAS
vi
Para Alberto
vii
INTRODUCCIÓN
1
Finalmente, precisamos que nuestra propuesta no surge como una posición
“anti-sistema” ni es una discusión “del pasado”: Legislaciones como Chile, sin ir muy
lejos, se encuentran desde hace algunos meses en fuertes debates sobre si debería
cambiar su legislación y países como Estados Unidos de América ya contemplan esta
idea. Esto evidencia que el tema que proponemos, además de ser multidisciplinario y
muy discutible, está en plena vigencia; es decir, constituye una preocupación tangible
en la actualidad.
Esperamos otorgar a nuestros lectores una visión general de este importantísimo
tema y, además, generar en cada uno de ellos, si no, una adhesión a lo que proponemos,
al menos una comprensión y sensibilidad respecto a la importancia de proteger la libre
competencia de la mejor forma posible.
2
CAPÍTULO I: ASPECTOS GENERALES ENTORNO A LA
EVOLUCIÓN Y DESARROLLO DEL CONCEPTO
JURÍDICO DE LIBRE COMPETENCIA
3
Un pionero de innegable realce es Adam Smith quien acuñó la expresión ‘mano
invisible’ con el fin de hace referencia a que mientras los individuos y las empresas
están interesados exclusivamente en la satisfacción de sus propios intereses, a través de
la competencia siempre se verán llevados – como si existiera una ‘mano invisible’ – a
promover el interés público.
Con el paso de los años, ha quedado, pues, evidenciado en la teoría y en la
práctica de varios países que es la competencia la que ocasiona que los precios se
reduzcan hasta casi el costo de producción, sin dejar de generar ganancias a sus
productores. Con esto, tendremos consumidores beneficiados, competidores
beneficiados, proveedores beneficiados y, en general un mercado eficiente.
Como bien señalan Figari Costa y Pineda Galarza (2009):
El factor principal que fundamenta la competencia es la dinámica que esta (sic) genera
dentro del mercado, ya que de la competencia se desprende la libre interacción entre
oferta y demanda, lo que, a su vez, redunda en mayor calidad y precio más bajo, los
cuales finalmente se ven reflejados directamente en el bienestar de los consumidores y
su libertad para elegir. (p. 95)
Becker (2002) acertada y muy claramente sostiene que:
La competencia es en realidad la sangre vital de cualquier sistema económico dinámico.
Más aún, la competencia es el fundamento de la calidad de vida y está vinculada a los
aspectos más trascendentes de la existencia humana desde el punto de vista
educacional, civil, religioso, cultural y además económico. Esta es la herencia
intelectual de los debates que han ocurrido en los últimos siglos con miras a explicar las
consecuencias benéficas de la competencia, el mayor descubrimiento de este milenio”.
(p. 61)
Continuando con lo que Becker señala, importante es precisar que:
La competencia también beneficia a las personas en áreas de tanta trascendencia como
la educación, la religión, la caridad, la cultura, la información y la oferta monetaria. La
competencia es, en este sentido, no sólo la esencia del sistema económico, sino también
el fundamento de la calidad de vida de los individuos”. (Becker, 2002, p. 55)
De lo hasta acá señalado, queda más que claro porqué la competencia merece ser
protegida. Su protección se justifica por los amplios beneficios que genera para todos
los agentes económicos involucrados.
En las siguientes líneas analizaremos cuáles son, o deberían ser las formas de
protección para la misma.
4
CAPÍTULO II: FORMAS DE PROTECCIÓN DE LA
LIBRE COMPETENCIA. EL MARCO GENERAL DE
PROTECCIÓN EN EL SISTEMA JURÍDICO PERUANO
Desde la primera perspectiva, queda claro que quien tiene la capacidad de producir un
bien o prestar un servicio, debe acceder al mercado en condiciones autodeterminativas
(sic), esto es, sin que nadie (ni el Estado ni el resto de agentes económicos) pueda
impedir o restringir dicha participación.
5
Desde la segunda perspectiva, es evidente que, tras haberse accedido al
mercado, se debe gozar de la suficiente capacidad de autodeterminación para competir
conforme a las propias condiciones y variables económicas impuestas por la llamada
ley de la oferta y la demanda. (Sentencia N.° 3315-2004-AA/TC)
Para descubrir cuáles son esos mecanismos, se hace imprescindible analizar los
distintos modelos de protección que la doctrina recoge y que experiencias de otros
países rescatan.
Una protección como ésta implica que, ante atentados contra la libre competencia, los
cuales configurarían infracciones, el ordenamiento jurídico dispondrá exclusivamente
sanciones administrativas para los que resulten responsables de las mismas.
6
Aquí no hay intervención de jueces para determinar la responsabilidad de
agentes económicos de conductas anticompetitivas ni tampoco hay intervención del
Ministerio Público. Ahora bien, para que pueda mantenerse un sistema de protección
limitado al Derecho administrativo sancionador, se hace necesario un alto grado de
eficiencia por parte de la autoridad administrativa competente, de manera tal que se
haga innecesaria la intervención penal o, cuando menos, su ausencia sea socialmente
tolerable. (García Cavero, 2015, p. 43)
7
Acá hay dos formas de protección para la libre competencia, una administrativa
y otra penal, lo cual es un rasgo que puede considerarse común en los ordenamientos
jurídicos modernos. Ahora, puede pensarse que el principal problema de este modelo
radicaría en la potencial superposición o colisión entre ambos ámbitos de protección, lo
cual nos podría llevar a excesos en la función punitiva del Estado o, yendo al otro
extremo, a casos de impunidad (García Cavero, 2015, p. 44); ante ello, consideramos
que hay ahí una gran tarea por parte del legislador quien deberá evitar caer en alguno de
los dos extremos mencionados procurando que todas las normas que componen el
ordenamiento jurídico del país sean consecuentes y apunten a un mismo frente sin
colisionar una contra la otra.
Adelantamos a nuestro lector que el modelo de protección de la libre
competencia adoptado por el ordenamiento jurídico peruano es el de protección
conjunta: Una protección administrativa dada por el Decreto Legislativo N° 1034 y una
protección penal dada por el Código penal (1991). En las líneas siguientes analizaremos
estos dos tipos de protección.
La lógica de la LRCA2, como nueva ley que controla las conductas contrarias a la libre
competencia, se encuentra en sintonía con el Capítulo Trece del APC con EEUU sobre
Política de Competencia (…). Esta sintonía afianza la conciencia acerca de que el libre
1
Esta última afirmación constituye la finalidad del Decreto Legislativo N° 1034. En concreto,
puede ser encontrada en su Artículo 2.
2
‘LRCA’ hace referencia a la Ley de Represión de Conductas Anticompetitivas. A lo largo de su
artículo de opinión, el autor usa esta forma abreviada para referirse a dicho dispositivo legal.
8
comercio y el estímulo de las inversiones tienen por efecto intensificar el proceso
competitivo en los mercados de los Estados que celebran un acuerdo comercial. A
mayor flujo comercial, se produce mayor competencia por eficiencia, lo que, a su vez,
aumenta el excedente de los consumidores, quienes pueden elegir entre bienes o
servicios que pugnan por ofrecerles las mejores combinaciones de precio y calidad. (p.
310)
La Ley asume como premisa básica que, si se logra la eficiencia económica en los
mercados, la sociedad en su conjunto se verá beneficiada. Ello es consistente con el
mandato constitucional de vigilar y facilitar la libre competencia, pues es ella la que
produce los resultados deseados de bienestar social. (Tovar Mena, 2009, p. 169)
Entrando ya a lo que es el contenido de la norma, ésta establece cuáles son las formas
de conducta que han de ser consideradas anticompetitivas en el país; estas son 3 y las
señalamos a continuación:
Figura 2. 1
Formas de conductas consideradas anticompetitivas en el país
Abuso de
posición de
Dominio
Prácticas Prácticas
Colusorias Colusorias
Horizontales Verticales
Para estas tres formas de conducta, se contemplan sanciones administrativas las cuales
tienen dos ejes para su determinación, el primero de ellos son los topes de multa
indicados en Unidades Impositivas Tributarias (UITs) de acuerdo a la gravedad de la
conducta que se evidencia; y el segundo son los reguladores individuales de multa
indicados como topes sobre las ventas o ingresos brutos del infractor, los que tienen
como objetivo evitar que una multa resulte desproporcionada o de una magnitud tal que
9
sea capaz de eliminar a los agentes económicos del mercado. (Stucchi López Raygada,
2010, p. 327)
10
las acciones (prácticas) de quien la ostenta y que le permite afectar el libre juego de la
oferta y la demanda” (p. 96-97).
Teniendo claro esto, conviene referirnos al Artículo 10 del Decreto Legislativo
N° 1034, el cual expresamente señala que:
se considera que existe abuso cuando un agente económico que ostenta posición
dominante en el mercado relevante utiliza esta posición para restringir de manera
indebida la competencia, obteniendo beneficios y perjudicando a competidores reales o
potenciales, directos o indirectos, que no hubiera sido posible de no ostentar dicha
posición.
Como se puede apreciar, lo que se sanciona no es tener posición de dominio en el
mercado y ejercerla sin afectar a competidores reales o potenciales – eso sería, a nuestro
criterio, injusto dado que esa posición dominante lo más seguro es que es el resultado
de los esfuerzos del agente por ofrecer un producto y/o un servicio de calidad que cubra
las necesidades de los consumidores – sino que se sanciona el abusar de dicha posición
Adicionalmente, la misma Ley hace referencia a que el Abuso de posición de
dominio (APD) en el mercado podrá consistir en conductas de efecto exclusorio tales
como:
a) Negarse injustificadamente a satisfacer demandas de compra o adquisición,
o a aceptar ofertas de venta o prestación, de bienes o servicios;
b) Aplicar, en las relaciones comerciales o de servicio, condiciones desiguales
para prestaciones equivalentes que coloquen de manera injustificada a unos
competidores en situación desventajosa frente a otros. No constituye abuso
de posición de dominio el otorgamiento de descuentos y bonificaciones que
correspondan a prácticas comerciales generalmente aceptadas, que se
concedan u otorguen por determinadas circunstancias compensatorias, tales
como pago anticipado, monto, volumen u otras que se otorguen con carácter
general, en todos los casos en que existan iguales condiciones;
c) Subordinar la celebración de contratos a la aceptación de prestaciones
adicionales que, por su naturaleza o arreglo al uso comercial, no guarden
relación con el objeto de tales contratos;
d) Obstaculizar de manera injustificada a un competidor la entrada o
permanencia en una asociación u organización de intermediación;
e) Establecer, imponer o sugerir contratos de distribución o venta exclusiva,
cláusulas de no competencia o similares, que resulten injustificados;
11
f) Utilizar de manera abusiva y reiterada procesos judiciales o procedimientos
administrativos, cuyo efecto sea restringir la competencia;
g) Incitar a terceros a no proveer bienes o prestar servicios, o a no aceptarlos; o,
h) En general, aquellas conductas que impidan o dificulten el acceso o
permanencia de competidores actuales o potenciales en el mercado por
razones diferentes a una mayor eficiencia económica.
Finalmente, precisamos que la Ley determina que las conductas que se configuran
como APD constituyen prohibiciones relativas, concepto que más adelante
desarrollaremos.
12
h) Obstaculizar de manera concertada e injustificada la entrada o permanencia
de un competidor a un mercado, asociación u organización de
intermediación;
i) Concertar injustificadamente una distribución o venta exclusiva;
j) Concertar o coordinar ofertas, posturas o propuestas o abstenerse de éstas en
las licitaciones o concursos públicos o privados u otras formas de
contratación o adquisición pública previstas en la legislación pertinente, así
como en subastas públicas y remates; u,
k) Otras prácticas de efecto equivalente que busquen la obtención de beneficios
por razones diferentes a una mayor eficiencia económica.
Sobre el particular, Stucchi López Raygada (2010) sostiene que:
La prohibición de conductas de este tipo determina que la relación entre los
concurrentes en el mercado debe mantener una tensión competitiva, en cuanto éstos
deben luchar por la preferencia de los demandantes (…).
Los agentes económicos no solamente tienen el derecho a competir, sino que,
esencialmente, tienen el deber de hacerlo y de no restringir o eliminar la competencia
entre sí. (p. 322)
Las prácticas colusorias horizontales pueden constituir prohibiciones absolutas o
prohibiciones relativas, dependiendo del tipo de conducta que se lleve a cabo. Así pues,
como se indica en el numeral 11.2 del Artículo 11 del Decreto Legislativo N° 1034
recientemente modificado por el Decreto Legislativo N° 1205 (2015):
Constituyen prohibiciones absolutas las prácticas colusorias horizontales inter marca
que no sean complementarias o accesorias a otros acuerdos lícitos y que tengan por
objeto: a) Fijar precios u otras condiciones comerciales o de servicio; b) Limitar la
producción o las ventas, en particular por medio de cuotas; c) El reparto de clientes,
proveedores o zonas geográficas; o, d) Establecer posturas o abstenciones en
licitaciones, concursos u otra forma de contratación o adquisición pública prevista en la
legislación pertinente, así como en subastas públicas y remates.
Las PCH distintas a las que previamente se mencionan, por descarte, constituyen
prohibiciones relativas.
13
La figura de la colusión vertical definida expresamente por la LRCA es una novedad en
nuestro sistema de defensa de la libre competencia3. Esta ley exige, como es razonable,
que al menos uno de los agentes económicos que desarrollan la colusión vertical ostente
una posición de dominio. Caso contrario, dicha conducta no tendría, de modo verosímil,
efecto negativo alguno sobre la competencia o el bienestar de los consumidores, al tener
estos últimos otras alternativas para escoger en el mercado. (p. 324)
Remitiéndonos a la norma pertinente, veremos que el Artículo 12 del Decreto
Legislativo N° 1034 señala que:
Se entiende por prácticas colusorias verticales los acuerdos, decisiones,
recomendaciones o prácticas concertadas realizados por agentes económicos que operan
en planos distintos de la cadena de producción, distribución o comercialización, que
tengan por objeto o efecto restringir, impedir o falsear la libre competencia.
Las conductas ilícitas verticales podrán consistir en los supuestos tipificados a modo de
ejemplo en los numerales 10.2 del Artículo 10 y 11.1 del Artículo 11 de la presente
Ley, según corresponda. A continuación, presentaremos cuáles son dichas conducta.
Figura 2. 2
Conductas ilícitas verticales a la luz del Decreto Legislativo N° 1034
Art. 11 – numeral 11.1
Art. 10 – numeral 10.2
(Artículo que regula las PCH)
(Artículo que regula el APD)
a) La fijación concertada, de forma directa
a) Negarse injustificadamente a satisfacer
o indirecta, de precios o de otras
demandas de compra o adquisición, o a
condiciones comerciales o de servicio;
aceptar ofertas de venta o prestación, de
bienes o servicios;
b) La limitación o control concertado de la
b) Aplicar, en las relaciones comerciales o
producción, ventas, el desarrollo técnico o
de servicio, condiciones desiguales para
las inversiones;
prestaciones equivalentes que coloquen de
manera injustificada a unos competidores
en situación desventajosa frente a otros.
No constituye abuso de posición de
dominio el otorgamiento de descuentos y
bonificaciones que correspondan a
prácticas comerciales generalmente
aceptadas, que se concedan u otorguen por
determinadas circunstancias
compensatorias, tales como pago
anticipado, monto, volumen u otras que se
otorguen con carácter general, en todos los
casos en que existan iguales condiciones;
c) El reparto concertado de clientes,
c) Subordinar la celebración de contratos a
3
La define como novedad en comparación con su antecesora, el Decreto Legislativo N° 701.
14
la aceptación de prestaciones adicionales proveedores o zonas geográficas;
que, por su naturaleza o arreglo al uso
comercial, no guarden relación con el
objeto de tales contratos;
d) La concertación de la calidad de los
d) Obstaculizar de manera injustificada a
productos, cuando no corresponda a
un competidor la entrada o permanencia
normas técnicas nacionales o
en una asociación u organización de
internacionales y afecte negativamente al
intermediación;
consumidor;
e) La aplicación concertada, en las
e) Establecer, imponer o sugerir contratos
relaciones comerciales o de servicio, de
de distribución o venta exclusiva,
condiciones desiguales para prestaciones
cláusulas de no competencia o similares,
equivalentes, que coloquen de manera
que resulten injustificados;
injustificada a unos competidores en
situación desventajosa frente a otros;
f) Concertar injustificadamente la
f) Utilizar de manera abusiva y reiterada
subordinación de la celebración de
procesos judiciales o procedimientos
contratos a la aceptación de prestaciones
administrativos, cuyo efecto sea restringir
adicionales que, por su naturaleza o
la competencia;
arreglo al uso comercial, no guarden
relación con el objeto de tales contratos;
g) La negativa concertada e injustificada
g) Incitar a terceros a no proveer bienes o
de satisfacer demandas de compra o
prestar servicios, o a no aceptarlos; o,
adquisición, o de aceptar ofertas de venta
o prestación, de bienes o servicios;
h) Obstaculizar de manera concertada e
h) En general, aquellas conductas que
injustificada la entrada o permanencia de
impidan o dificulten el acceso o
un competidor a un mercado, asociación u
permanencia de competidores actuales o
organización de intermediación;
potenciales en el mercado por razones
diferentes a una mayor eficiencia
económica.
i) Concertar injustificadamente una
distribución o venta exclusiva;
j) Concertar o coordinar ofertas, posturas
o propuestas o abstenerse de éstas en las
licitaciones o concursos públicos o
privados u otras formas de contratación o
adquisición pública previstas en la
legislación pertinente, así como en
subastas públicas y remates; u,
k) Otras prácticas de efecto equivalente
que busquen la obtención de beneficios
por razones diferentes a una mayor
eficiencia económica.
15
Figura 2. 3
Conductas anticompetitivas y Tipos de prohibición de acuerdo al Decreto Legislativo
N° 1034
16
Como se puede evidenciar, las prohibiciones absolutas denotan qué conductas
son y deben ser consideradas como las más reprochables en y por nuestra sociedad; las
más graves contra la libre competencia y el libre juego de la oferta y la demanda,
elementos claves en una economía social de mercado.
Figura 2. 4
Vista comparativa de los niveles de prohibición que distingue el Decreto Legislativo N°
1034
Prohibición Prohibición
absoluta Para verificar la relativa Para verificar la
existencia de infracción existencia de infracción
administrativa, la administrativa, la
autoridad de competencia autoridad de competencia
deberá probar: deberá probar:
La existencia de la
conducta; y
La existencia de la Que ésta tiene, o podría
conducta (basta con esto). tener, efectos negativos
para la competencia y el
bienestar de los
consumidores
17
2.5.3. De las sanciones administrativas que contempla el Decreto Legislativo N°
1034
El tipo de sanción que reciben las conductas anticompetitivas previamente analizadas,
según el inciso 43.1 del Artículo 43 del Decreto Legislativo N° 1034 (2008)4, consisten
en multas sobre la base de Unidades Impositivas Tributarias (UIT). Dependiendo si la
infracción cometida califica como leve, grave o muy grave, dichas multas podrán
variar.
El artículo siguiente de dicha norma señala expresamente cuáles son, entre otros,
los criterios que permitirán a la autoridad de competencia determinar la gravedad de la
infracción y, así, poder graduar la multa; a saber:
Como se indicó previamente, las sanciones administrativas tienen dos ejes para su
determinación, uno de ellos está dado por los topes de multa que acabamos de explicar;
y el otro lo constituyen los reguladores individuales de multa indicados como topes
sobre las ventas o ingresos brutos del infractor.
4
Este artículo ha sido modificado también tras la entrada del Decreto Legislativo 1205 (2015) pero sólo
en su inciso 43.6
5
Las medidas correctivas se encuentran en el Artículo 46 del Decreto Legislativo N° 1034, el cual
también ha sido modificado por el Decreto Legislativo N° 1205. Lo que en el presente trabajo se
menciona se basa en la modificación del 2015.
18
Si la finalidad es la primera, las medidas correctivas a imponer podrán consistir
en:
Serán reprimidos con pena privativa de libertad no mayor de tres años o con
ciento ochenta a trescientos sesenta y cinco días-multa quienes practiquen las siguientes
acciones:
19
La versión originaria del Código Penal de 1991 desplegó una protección penal
en los tres ámbitos esenciales de la competencia: La libertad, la lealtad y la propiedad
industrial. Esta protección se hizo de manera sistemáticamente desordenada, pues las
diversas conductas contrarias a la ordenación básica de la competencia no se
encontraban agrupadas en un único título del Código Penal o en una ley penal especial
de defensa de la competencia, sino que estaban esparcidas, más bien, en diversos títulos
y capítulos del Código Penal. Pese a esta falta de sistematización, la protección penal de
la competencia era amplia. Sin embargo, el Decreto Legislativo N° 1034 del 25 de junio
de 2008 derogó prácticamente todos los delitos contra la libre competencia y también el
delito de competencia desleal, recortando sustancialmente el esfuerzo penal al
funcionamiento adecuado de la competencia. En la actualidad, los delitos contra la
competencia se limitan al delito de manipulación en licitaciones y a los delitos contra la
propiedad industrial. (García Cavero, 2015, p. 40)
6
Debemos recordar que uno de los límites al Ius Puniendi (o facultad sancionadora del Estado) está
delimitado por el Principio de Ne bis in idem, el cual establece la prohibición de persecución
sancionatoria múltiple y la prohibición de sanción múltiple cuando existe identidad de sujeto, hecho y
fundamento.
20
CAPÍTULO III: ¿CUÁL DEBERÍA SER LA FORMA
IDEAL DE PROTECCIÓN A LA LIBRE COMPETENCIA
EN EL PERÚ? EL DIAGNÓSTICO
7
Entendiendo como cártel a un grupo de competidores que llegan a un acuerdo con el fin de restringir la
competencia entre ellos mismos afectando de esta forma a los consumidores, a la libre competencia y al
libre juego de la oferta y la demanda como el que determinará finalmente el precio de los bienes y/o
servicios que se ofertan en el mercado.
21
3.1 Argumentos a favor de implementar la sanción de Pena privativa de la libertad
para colusiones horizontales en materia de libre competencia
¿Lograría una sanción penal disuadir a las empresas de llevar a cabo acciones que
atenten contra la Libre competencia? En nuestro país un Proyecto de Ley vuelve a
poner sobre la mesa esta pregunta; en Chile también este tema está en pleno debate y en
países como Estados Unidos de América ya se vive esa realidad.
A propósito del gran debate en Chile, hacemos nuestras las palabras del profesor
Agostini (2015) quien sostiene que:
La cárcel es un gran disuasivo para la colusión (…). Incorporar cárcel efectiva como pena para
delitos de colusión, excepto para el primer miembro del cartel que se acoge a delación
compensada, fortalecería la defensa de la libre competencia y un buen funcionamiento de los
mercados. (p. 3)
Para Agostini, es innegable que el peso de las pruebas para las causas penales es más
alto que el hay hoy día en materia de libre competencia. Ante ello, en los casos que
tienes ‘prueba dura’ y que es indesmentible que hubo colusión, no debería haber
impedimento para sancionar con pena de cárcel a los que se coluden.
Esto último es muy relevante en la medida que el derecho administrativo se guía
mucho por indicios; en cambio, el derecho penal requiere certeza plena para que pueda
derribarse la presunción de inocencia que ampara a toda persona y, de esta forma,
determinar su responsabilidad; es decir, no son meros indicios sino pruebas concretas y
determinantes las que harán que se dicte una sanción en materia penal.
Por otro lado, el también profesor chileno González (2015) manifiesta lo
siguiente:
No considero que la prisión sea la solución universal para todos los delitos; sin embargo, (…)
considero correcto incluir la sanción penal para la cartelización. En primer lugar, dentro de las
faltas a la libre competencia, la cartelización es la más grave. Ella priva a los consumidores de
contar con mercados competitivos que le permitan pagar precios justos por los bienes y
servicios que adquieren. Este mal no ha logrado ser completamente erradicado de las economías
de mercado (…).
La sanción penal tiene un alto poder disuasivo. Las sanciones monetarias pueden ser diluidas
entre los accionistas de las empresas o ser aseguradas por terceros. Por el contrario, la prisión es
un costo privado no traspasable por el afectado. (p. 10).
Esto último cobra especial importancia ya que, en muchos casos, las multas impuestas
por la autoridad cuando se determina la existencia de una infracción (administrativa)
22
contra la libre competencia, son pagadas por las empresas (personas jurídicas), pero sus
directivos (personas naturales) quienes fueron los que cometieron el ilícito, no pagaron
su culpa. Se crea pues una forma especial de “impunidad” que no desincentiva en lo
absoluto nuevas ‘infracciones’.
Ante un escenario como el descrito, el peruano Calderón (2015) sostiene que “la
sanción penal sí tendría un efecto disuasivo mayor que la sanción administrativa, pues
recae sobre las personas que realizan las conductas y no sobre las empresas, como
sucede con las infracciones administrativas”. (como se citó en Gálvez, 2015, párr. 10)
Siguiendo con la opinión de exponentes nacionales, Caro Coria (2015), por su
parte, destaca la importancia de sancionar con pena privativa de la libertad solamente
los casos más graves que restringen la libre competencia, mas no conductas como, por
ejemplo, el abuso de posición de dominio dado que las sanciones penales son mucho
más perjudiciales que las administrativas. (como se citó en Gálvez, 2015, párr. 10)
Interesante es también la opinión de García Cavero (s.f.) quien, a propósito de la
despenalización que trajo consigo la entrada en vigencia del Decreto Legislativo N°
1034 (2008), señaló que “una multa administrativa no sólo tiene una virtualidad
intimidatoria muy limitada, sino que le da a la infracción un carácter neutral que lo libra
de reproche social que merece este tipo de conductas”. (como se citó en Peña Cabrera
Freyre, 2013, p. 257)
Continúa el análisis arriba indicado mencionando el autor que:
Muy al margen de que se pueda dudar acerca de los efectos ‘preventivos-generales de la pena’
no puede decirse lo mismo de la persecución penal efectiva de estos delitos, cuando al final del
Proceso penal, el juzgador impone como pena, la privación de libertad y fija, como reparación
civil una suma cuantiosa de dinero. Dichas consecuencias, inciden en la persona del condenado
y en la psique del resto de ciudadanos. Empero, si el delincuente económico sabe que su
conducta infractora será sancionada con una multa pecuniaria de S/. 50,000 nuevos soles, y que
su proceder ilícito le reporta S/. 150,000 nuevos soles, es lógico que no tendrá ningún reparo en
reincidir en dicha actividad ilegal; desencadenando una sustancial disminución hacia la tutela
del bien jurídico protegido, Esto es lo que se denomina como el cálculo del ‘coste-beneficio’
que se adscribe perfectamente en el ámbito de la Criminalidad Económica. (como se citó en
Peña Cabrera Freyre, 2013, pp. 257-258)
Finalmente, por su parte, para Peña Cabrera Freyre (2013):
El territorio patrio se ha constituido a la fecha en tierra fecunda de comisión de conductas que
atentan contra las normas de una economía social de mercado, en mérito a la imposibilidad de
nuestros Tribunales de imponer una sanción punitiva a todos aquellos que incurren en este tipo
23
de comportamientos, a lo más, la sanción administrativa develará una expresión de carácter
‘simbólico’. (p. 261)
24
obtener una exención de responsabilidad. Sea de una u otra forma, acá jugará mucho a
favor o en contra de la colaboración por parte del infractor una serie de factores que no
serán los mismos en todos los casos. Es un tema discutible.
Continuando con el análisis de los argumentos en contra, como bien manifiesta
Alan Castillo (2015), para muchos el derecho penal es concebido como “una especia de
varita mágica o interruptor de emergencia que solucionará todos nuestros problemas
cotidianos, que van desde delitos de hurto hasta asesinatos u homicidios.” (p. 112)
Sobre este último punto, señala el mismo autor que:
Es cierto que la función punitiva del Estado se organiza para dichos fines, pero
también es cierto que existen principios que limitan esta labor – mínima intervención o
última ratio – dejando de lado aquellas conductas humanas carentes de relevancia penal
a fin de que sean sometidos al control o disciplina de otros mecanismos estatales menos
lesivos o de menor injerencia. (p. 112)
Finalmente, sobre el principio de mínima intervención o última ratio, el derecho
penal ha de reducir su intervención a aquello que sea estrictamente necesario en
términos de utilidad social general – vale decir, sólo para proteger bienes jurídicos
fundamentales como lo son la vida, la salud, el patrimonio, la administración de
justicia, etc. – y, en nuestra opinión, es estrictamente necesario proteger la libre
competencia. ¿Cuál es el bien jurídico fundamental que ahí se estaría protegiendo? El
orden económico.
Inicialmente, el Artículo 241 del Código Penal tenía un tercer numeral que hacía
referencia a concertación de precio – [Conciertan] entre sí con el objeto de alterar el
precio –; sin embargo, éste fue derogado tras la entrada en vigencia del Decreto
Legislativo N° 1034, en virtud del cual se derogaron casi la totalidad de delitos contra la
Libre Competencia, como ya hemos desarrollado a lo largo de la presente investigación.
Luego de haber analizado distintas opiniones, no sólo de juristas y expertos
peruanos, sino también de otros países, confirmamos nuestra posición, la cual habíamos
expresado al inicio del presente capítulo y es que deberíamos, como país, volver al
sistema de penalización para los actos de colusión que atentan contra la libre
competencia.
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Estos delitos, que ahora y desde el 2008 llamamos infracciones administrativas,
son bastante graves como para no recibir una sanción penal. Sin temor a equivocarnos,
consideramos que estos actos de colusión configuran una suerte de estafa masiva:
defraudados los consumidores, defraudado el mercado como institución que se rige por
el libre juego de la oferta y la demanda, defraudado el Estado y sólo uno o dos
ganadores: los coludidos.
En el Perú, según el Artículo IX del Título Preliminar del Código Penal, la pena
tiene función preventiva, protectora y resocializadora.
a) La primera de estas, la función preventiva, representa “un tipo de coerción que se
anticipe a la consumación de la lesión. Una coacción de tal naturaleza que sólo puede ser de
índole psicológica”. (Navarro Castillo, 2002, p. 211)
La función de prevención de las penas busca:
2.5.3 Persuadir a todos los miembros de un determinado ordenamiento jurídico de no
cometer delitos por medio de la intimidación, la amenaza o el miedo a sufrir la pena.
Esta función, pues, busca neutralizar posibles tendencias criminales que surgirían
dentro del marco social (Función de prevención general negativa).
2.5.4 Prevenir la comisión de delitos tratando de reforzar, mediante la aplicación de
la pena, la confianza colectiva en la norma, en todo el sistema normativo (Función de
prevención general positiva).
b) Y la segunda, la función protectora y resocializadora, busca que quien cometió un
ilícito penal se reinserte en la sociedad, luego de cumplir su pena, con la idea de no volver a
delinquir en el futuro; es decir, se reinserte en la sociedad como un elemento positivo en la
misma.
Adicionalmente, también existe la retribución – esto, por naturaleza, asiste a todo
sistema penal – pero de manera expresa el Título Preliminar recoge como finalidades de
la pena las 2 que arriba indicamos.
Al desarrollar aquí las finalidades de la pena hemos querido evidenciar que lo
que se busca con la penalización de los atentados contra la libre competencia (a nuestro
criterio, sólo aplicable para los atentados más graves, a saber, las colusiones) sí se
puede lograr: sancionar a los responsables de atentados contra la libre competencia y
desincentivo para futuros atentados. Nuestro sistema penal, al menos en teoría, está en
la capacidad de responder a esa necesidad. Ahora bien, concluir que con la penalización
habremos acabado con los carteles y los deseos de colusión en el mercado, claramente
no sería posible; sin embargo, sí creemos que, en estadísticas, de acá a unos pocos años
veríamos interesantes resultados (positivos, claro está).
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Finalmente, queremos cerrar este capítulo mencionando que hace pocos meses,
en estricto en septiembre del año pasado, se aprobó el Decreto Legislativo N° 1205 –
Decreto Legislativo que modifica el Decreto Legislativo N° 1034, que aprueba la Ley
de Represión de Conductas Anticompetitivas; sin embargo, en él no se hace ninguna
mención al tema central de la presente investigación, motivo por el cual sólo hemos
hecho mención al mismo cuando correspondía analizar situaciones vinculadas con
regulación del derecho de la competencia que han sufrido cambios tras su entrada en
vigencia. Esperemos que, en una siguiente modificación legislativa, novedades
vinculadas al tema de la presente investigación nos sorprendan gratamente.
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CONCLUSIONES
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defiende que la mejor forma para sancionar las conductas anticompetitivas es a
través de pena de cárcel para los responsables; sin embargo, para otros lo más
adecuado es seguir considerando a dichas conductas como meras infracciones
administrativas.
A nuestro criterio, la existencia de una protección conjunta (tanto administrativa
como penal) es la forma ideal de protección para un país como el nuestro; sin
embargo, sí consideramos que la fijación concertada de precios, de condiciones
comerciales y servicios debe ser considerada (nuevamente) como delito y, en virtud
a esa valoración, ser pasible de recibir una sanción penal.
Los actos de colusión son conductas gravísimas; dañan fuertemente a la figura de la
libre competencia y distorsionan el funcionamiento del mercado que originalmente
debe regirse por el libre juego de la oferta y la demanda. Estos delitos, que ahora y
desde el 2008 llamamos infracciones administrativas, son bastante graves como para
no recibir una sanción penal. Sin temor a equivocarnos, consideramos que estos
actos de colusión configuran una suerte de estafa masiva: Defraudados los
consumidores, defraudado el mercado como institución que se rige por el libre juego
de la oferta y la demanda, defraudado el Estado y sólo uno o dos ganadores: los
coludidos.
La pena en el Perú tiene función preventiva, protectora y resocializadora (esto en
virtud a lo que expresamente señala nuestro Código penal). Adicionalmente, también
está la retribución, la que por naturaleza asiste a todo sistema penal. Esta finalidad de
la pena va en línea con la necesidad que hemos manifestado de penalizar los actos de
colusión en materia de libre competencia.
Tenemos claro que con la mera penalización no habremos acabado con los carteles y
los deseos de colusión en el mercado; sin embargo, sí creemos que, en estadísticas,
de acá a unos pocos años veríamos interesantes resultados (positivos, claro está).
A finales del año pasado, se aprobó el Decreto Legislativo N° 1205 – Decreto
Legislativo que modifica el Decreto Legislativo N° 1034, que aprueba la Ley de
Represión de Conductas Anticompetitivas; sin embargo, en él no se hace ninguna
mención al tema central de la presente investigación, motivo por el cual sólo hemos
hecho mención al mismo cuando correspondía analizar situaciones vinculadas con
regulación del derecho de la competencia que han sufrido cambios tras su entrada en
vigencia. Esperemos que, en una siguiente modificación legislativa, novedades
vinculadas al tema de la presente investigación nos sorprendan gratamente
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RECOMENDACIONES
Deberíamos, como país, volver al sistema de penalización para los actos de colusión
que atentan contra la libre competencia como el que teníamos hasta antes de la
entrada en vigencia del Decreto Legislativo N° 1034 en el tercer numeral del
Artículo 241 del Código Penal (1991) – [Conciertan] entre sí con el objeto de alterar
el precio –
Debe tomarse con precaución este “deseo de penalización” dado que, como hemos
visto a lo largo de la presente investigación, hay argumentos en contra de la sanción
de pena privativa de la libertad en materia de libre competencia que tienen sustentos
interesantes y claramente válidos que, de saber capitalizar, podremos adoptar un
sistema de forma racional, que sea eficiente y efectivo a la vez.
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