Autolesiones Adolescentes
Autolesiones Adolescentes
Autolesiones Adolescentes
Aviso: este texto es únicamente para uso interno de los participantes del
departamento de psicopatología. No puede ser difundido, y muy
especialmente en lo concerniente a las viñetas clínicas que contiene
Si bien se trata de una práctica en general solitaria que no se hace para ser
mostrada y a menudo produce vergüenza y se oculta llevando ropa que
cubra las lesiones incluso en verano, por ejemplo, es cierto que en las
redes sociales se comparten a veces produciendo un efecto de contagio.
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bien es el signo de una dificultad para servirse del inconsciente, de la
incapacidad de producir sentido con los cambios que inevitablemente
llegan a una vida adolescente: el goce de la vida y el encuentro con la no
relación sexual, que en la infancia no estaban a su cargo.
Si bien podemos encontrar algún caso donde los cortes son una llamada al
otro, es decir, un acting en el marco de una neurosis, o donde tienen
algún significado metafórico que puede ser leído, lo cierto es que la
mayoría son sujetos que no cuentan con recursos simbólicos para
enmarcar y dar una salida al malestar. ¿Significa esto que todos los
adolescentes que se cortan son psicóticos? No necesariamente. El cutting
es un fenómeno transestructural y no homogéneo, ya que en cada caso
cumple una función diferente. Pero es cierto también que es un fenómeno
que da cuenta de la caída de la función paterna y la presencia de un goce
que se presenta como exceso, una inquietud extrema que es imperativo
calmar.
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del prepucio en la comunidad judía era el símbolo de la alianza con Dios.
En la comunidad cristiana, monjes y monjas se azotaban y mortificaban su
carne para alcanzar la pureza y expiar sus pecados. El vendaje de los pies
de las mujeres chinas o la ablación del clítoris en algunas comunidades
africanas son también intervenciones que representan una norma contra
el desarrollo “natural” del cuerpo, una amputación de una parte de lo
vivo, extirpación requerida para entrar en un pacto social. Estas prácticas
tienen una función estructural: extraer del cuerpo un goce que se supone
no limitado y, por tanto, contrario al vínculo social. Lo que hace
comunidad es lo fálico, lo que hace serie, lo contabilizable y limitado, que
siguiendo a Lacan llamamos lo masculino. Lo femenino, en tanto que
ilimitado, sería lo que va en contra de la comunidad. Con Lacan sabemos
que las mujeres participan de la lógica masculina y que lo femenino no
pertenece en exclusiva a las mujeres. Pero es un error común atribuir a las
mujeres esta modalidad de goce ilimitado y de ahí el énfasis en estas
prácticas que pretenden anestesiar el cuerpo de la mujer para que deje de
“gozar como una loca”. El fantasma de que la mujer está habitada por un
goce intratable materializa en estas prácticas inhumanas que conocemos
en algunas partes de África, y, en el resto del mundo, justifica todos los
malos tratos y feminicidios que lamentablemente son, cada vez más,
moneda corriente.
Lacan dirá que esta pérdida se da por la entrada en el lenguaje: tener que
pedir al otro introduce una falta en ser. Cuando pedimos algo lo que
obtenemos nunca es lo que pedíamos. Soportar esto es el precio que
tenemos que pagar para salir del autoerotismo, que aparece como un
exceso en el cuerpo. A esta operación de pérdida Lacan la llamará
extracción del objeto. Es una operación de naturaleza simbólica, pero
produce una pérdida real. Si esta operación no se da, si hay un rechazo o
una increencia en el discurso simbólico que organiza el cuerpo y la
sexualidad, estamos en la estructura psicótica, con un cuerpo
desorganizado habitado por un goce no localizado. Como pensamos con el
cuerpo, cuando esta operación de extracción y ordenamiento no se ha
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dado también el pensamiento se ve afectado y, como no, las relaciones
con los otros, que a falta de una regulación simbólica con frecuencia se
ven invadidas por un goce insoportable y fuera de control.
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La clínica del psicoanálisis nos enseña que ser humano necesita siempre
apropiarse simbólicamente de los procesos que ocurren en su organismo
para poder manejarse con su cuerpo, sus pensamientos y sus relaciones
con los otros. Alexander Stevens llama a la adolescencia síntoma de la
pubertad. Es decir, que la pubertad ha de ser sintomatizada en el ser
hablante. Se trata de anudar el goce al cuerpo y al lenguaje, y cada
civilización provee mejor o peor los medios adecuados para ello. Si bien la
pubertad es un proceso biológico, la adolescencia tiene que ver con la
asunción subjetiva de ese hecho biológico que es la pubertad. Metaforizar
la pubertad, darle un sentido era el propósito de los ritos de pasaje de las
sociedades arcaicas.
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En nuestras sociedades posmodernas han desaparecido los ritos o
facilitadores sociales que marquen este pasaje y los adolescentes se ven
empujados a inventar sus propios ritos y marcas de transición. El uso de
alcohol y drogas y las conductas de riesgo llevan varias décadas haciendo
la función de rito de paso. También los llamados nuevos síntomas, como
los trastornos alimentarios, violencias sin sentido contra los otros, y la
práctica del cutting y otras autolesiones han venido a añadirse al catálogo
de prácticas que tienen por objetivo la búsqueda de un límite, la solución
a una angustia existencial o la integración social y la búsqueda de una
identidad o una nominación
¿Qué quiere decir que el Otro no existe? En Lacan este sintagma significa
que, en el conjunto de los significantes, falta el que daría cuenta de mi
como sujeto. Sin embargo, aunque el Otro por estructura no exista si que
funciona como lugar que aloja todo lo que el sujeto desconoce de si
mismo. Un lugar que sostiene eso con lo que el sujeto puede leer su
pasado y dar un significado a su experiencia y por tanto enfrentar el
presente.
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evaluarse sin resto. El sujeto queda entonces reducido a una cifra y el
Otro, no es que desaparezca, al contrario, es un otro demasiado sólido y
sin falta, que no trasmite un deseo. No es un interlocutor que da una
posible explicación, una lectura del goce, sino que deja al sujeto solo con
su angustia, sin poder darse una explicación a su sufrimiento.
Cómo llevar adelante el movimiento de separación propio de esta época
de la vida cuando el Otro social ordena disfrutar sin límite, es decir, no
separarse del goce. Esta es el nudo ético y clínico al que nos confrontan las
adolescencias contemporáneas.
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Otra dimensión del cortarse es la degradación del cuerpo que a veces se
encuentra en algunas personas para las que su cuerpo carece por
completo de valor fálico. Las heridas y el maltrato dan cuenta de este
estatuto de desecho que tiene el cuerpo en algunos sujetos.
La identificación entre pares es otra dimensión que encontramos en el
cutting. Si bien es un acto realizado en solitario no es ajeno a la dimensión
del contagio por identificación con otros jóvenes. La solución no viene de
los mayores sino de los iguales, como resultado de la crisis de autoridad
de la cultura.
Viñetas clínicas
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determinado momento empezó a llorar mucho sin saber por qué y luego
empezaron los cortes sin razón aparente. Le digo que hay un dolor que es
importante localizar. Tiene una vida muy difícil, emigrada junto a una
madre sola, ya que su padre, al que no conoce, abandonó a su madre al
saberla embarazada. Dice que cree que debería sentir rabia, pero no
siente nada. Apenas tiene amigos. Está muy sola, pero “todo le da igual”.
Un día refiere una discusión muy fuerte con la madre y dice que sabe que
ella es la fuente de todos los problemas de su madre, quien tuvo que
emigrar al quedarse embarazada. Le digo que su madre es alguien que
tenía muchos problemas ya desde antes de nacer ella. Recuerda que una
vez le dijo que no abortó porque en su país era ilegal. Suavemente le digo
que su madre está mal, que jamás se puede decir eso a un hijo. Por
primera vez se quiebra su semblante impasible y le caen lágrimas por las
mejillas. A partir de esa sesión enuncia, “lo de mi padre me da igual, lo de
mi madre, no”. Empieza entonces, sesión tras sesión, a poner palabras a
todas las locuras y ataques de la madre y a defenderse de ello con la
palabra. Siente que puede estudiar verdaderamente por primera vez, se
apropia de las palabras y ya no tiene tantos problemas para hacer amigos.
Está contenta. “¿Los cortes?, ah, si, ya no lo hago hace tiempo…”
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siento ansiedad, entonces me corto. No siento enfado ni rabia ni miedo, ni
asco, ni celos ni cariño. Entonces, me corto”.
“Sola en casa un día, entré en pánico: las paredes de mi habitación se
acercaban y los libros se caían. Cogí el último libro y me puse a leer.
Entonces todo volvió a su sitio”
“No sentía nada, estaba muerta en vida, era más vacío que tristeza. Todos
los días antes de dormir me cortaba. Me dijeron que me haría sentir mejor
y era verdad”.
Cuenta que era una niña alegre y tuvo una infancia feliz. “A los 7 años
llegué a España y me vino muy mal: era la rara, se reían de mi, de mi
acento…. Me convertí en “la tonta”. Me hacían bullying, me decían
mentiras absurdas y me las creía todas, era muy ingenua. No tenía amigos:
“me dejaba tratar como un trapo para que me hicieran caso, y sigo
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haciéndolo.” “Tengo la sensación de que todos me van a dejar. Tengo
dudas con todo el mundo: ¿soy algo para ti? Estoy muy solita”. Echa
mucho de menos su país. Cuando la trajeron ella no entendió que era para
siempre, le dijeron que venía a ver la nieve.
No sabe dónde está el límite a lo que tiene que dar a los demás. Siempre
está estresada y confusa. El “cacao mental” es permanente. El objetivo
de la cura es ordenar el caos: sus intentos de ayudar a sus amigos
angustiados, cómo responder a los reproches de los padres, de su novio ...
Su padre, dice, es muy dramático, ella cree que no es feliz. Se pone muy
nervioso y grita mucho, la llama estúpida y luego se siente culpable.
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el Otro, y encuentra una consistencia en estos incidentes donde aparece
como tonta, se equivoca y pierde o rompe cosas. En su torpeza ella se
hace visible para el otro y captura algo de su propia imagen.
Hacer hablar a un sujeto que se corta, preguntarle por qué te has hecho
eso, qué quiere decir, puede suponer confrontarlo con un vacío de
significación, es un riesgo. Sin embargo, sí es fundamental que pueda
hablar de su angustia, de su sufrimiento, de su aburrimiento, de su
desorientación… Se trata de sostener la apuesta por la palabra y el tiempo
necesario para que esta pueda desplegarse y señalar lo innombrable que
lo inunda. Es esto lo que puede hacer que la práctica de cortarse sea
menos necesaria. Y es así como suele ocurrir: sin hablar de los cortes,
hablando del malestar e inventando nuevos diques a la angustia,
gradualmente los cortes desaparecen.
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Finalmente, de lo que se trata es de apostar a que el adolescente prefiera
una relación con el Otro de la palabra al autoerotismo de la autolesión.
Que prefiera hablar con otro de su sufrimiento, hacerlo reconocer,
acogerlo y expresarlo antes de continuar encerrado en la soledad
destructiva del goce sin Otro.
BIBLOGRAFÍA
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