Capitulo 4 Desobediencia Paralegal

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 16

CAPÍTULO CUARTO

DESOBEDIENCIA PARALEGAL

Con el nombre de “desobediencia paralegal” designamos una serie de


“quebrantamientos conscientes e intencionales de una norma jurídica,
de carácter público, colectivo, en principio pacífico, que apelan a princi-
pios éticos y cuyos autores aceptan voluntariamente la sanción”. En esa lí-
nea se encuentran las actuaciones de Mohandas Karamchand Gandhi en la
India, de Martin Luther King en Norteamérica o de Thoreau, también en
los EEUU. A estos fenómenos se ha venido denominando como casos de
desobediencia civil. Dichos supuestos no deben nunca confundirse con
otros ejemplos de desobediencia a la ley, de carácter claramente ilegal, al
margen de la ley. Tal es el caso de la desobediencia revolucionaria, el te-
rrorismo, la resistencia extrema, la rebelión, la guerrilla, la insurrección o
los delitos comunes. Resulta evidente que cuando nos referimos a la de-
sobediencia paralegal estamos aludiendo a aquélla no a estas formas de
infracción del ordenamiento. Sobre la desobediencia civil llevamos tra-
bajando bastante tiempo.185 Aquí de lo que se trata es de explorar un as-

185 Este capítulo es una conclusión del estudio que sobre la desobediencia civil lleva-
mos a cabo como becarios del MEC en la Universidad de Harvard, durante los meses del
verano de 1994 y, como “visiting schollar” en la Boalt Hall School of Law de la, en te-
mas de desobediencia civil, tan célebre, Universidad de Berkeley en California en el ve-
rano de 1995. La investigación se prolongó con posterioridad en Alemania con la beca
del MEC en las Universidades de Colonia y Frankfurt, y en el Max-Planck-Institut für
Europäische Rechtsgeschichte de esta última ciudad en los meses del verano de 1998, así
como en estancias más cortas, como la realizada como becaria en la Universidad “La Sa-
pienza” de Roma, bajo la dirección de Sergio Cotta y Bruno Romano, en junio de 1996.
El resultado de esta actividad investigadora fue el extenso trabajo publicado bajo el título
La desobediencia civil en 2000 en Madrid por la Editorial Marcial Pons, con prólogo de
Garrido Falla, Fernando, que ha sido traducido al inglés por el doctor Peter Muckley y
publicado en 2004, la primera parte, Civil Disobedience, en Boston-Leiden, Martinus
Nijhoff, con prólogo de Martti Koskenniemi, y la segunda, A History of Civil Disobe-
dience, en Ginebra, Editions Diversités. En dicho trabajo se encuentra una exhaustiva re-
ferencia bibliográfica sobre el tema. Por lo que se refiere a nosotros, nos han servido en

111
112 ESTUDIOS DE FILOSOFÍA JURÍDICA Y POLÍTICA

pecto particular del fenómeno, su carácter paralegal o paracivil: legal en


cuanto civil, ilegal en cuanto desobediencia.
En efecto, para que exista desobediencia civil tiene que producirse una
conducta ilegal, pero se trata de una ilegalidad sui generis, que muestra
un cierto respeto por el sistema jurídico en su conjunto. Examinaremos la
desobediencia civil como acto ilegal, analizando por separado, por un la-
do, las normas jurídicas como “objeto” de la infracción y, por otro, la
“forma” de la infracción, que da lugar a dos tipos de desobediencia civil:
la directa y la indirecta.
La desobediencia civil es un “quebrantamiento” de una norma jurídi-
ca, de carácter omisivo más que comisivo. Dice Bobbio que consiste en
no hacer lo que se ordena más que en hacer lo que está prohibido, aun-
que otros piensan lo contrario186 o contemplan ambas posibilidades como
desobediencia civil.187
En cuanto quebrantamiento de normas jurídicas, la desobediencia civil
es ilegal.188 Las acciones legales, aunque se realicen como actos de protes-

su elaboración nuestros trabajos sobre la desobediencia civil y algunos otros relacionados


con temas conexos, publicados en revistas españolas y extranjeras. Para mayor detalle
véase, entre otros, los siguientes, Falcón, María José, “Algunas consideraciones acerca de
la desobediencia civil”, varios autores, Guerra, moral y derecho, Madrid, Actas, 1994,
pp. 215-257. “Should We Obey the Unjust Law? The Question of Civil Disobedience”,
Indian Socio-Legal Journal, XXIII, 1997, pp. 11-37. “La désobéissance civile”, Revue
Interdisciplinaire D’Études Juridiques, 39, 1997, pp. 27-67. “Los precedentes de la deso-
bediencia civil en el mundo griego”, Revista de la Facultad de Derecho de la Universi-
dad Complutense de Madrid, 90, 1998, pp. 67-87. “Principal Realist Theories of Efficacy
and Obedience to the Law”, Indian Socio-Legal Journal, XXV, 1 y 2, 1999, pp. 21-41.
“Legal Validity and Obedience to the Law”, Indian Socio-Legal Journal, XXV, 1 y 2,
1999, pp. 89-101. “La desobediencia civil como derecho”, Cadernos de Direito da
UNIGRANRIO (Universidade do Grande Rio), Brasil, 1999, 1, pp. 15-29.
186 Campbell, A. H., “La morale della disubbidienza alla legge”, Rivista Internaziona-
le di Filosofia del Diritto, 1967, pp. 657 y 658, distingue tres supuestos: que la ley prohí-
ba, que la ley permita y que la ley ordene. La inobservancia de cada uno de ellos daría
lugar, según el autor, a la desobediencia, la oposición ilegal, o la resistencia. Según
Campbell la desobediencia civil sería hacer lo que está prohibido.
187 Bayles, Michael, “The justifiability of civil disobedience”, en Review of Metaph-
ysics, septiembre, vol. XXIV, 1 Issue, 93, 1970, pp. 4-11.
188 Betz, Joseph, “Can Civil Disobedience be Justified?”, Social Theory and Practice,
I, 2, otoño 1970, pp. 13 y 14. Morris D. Forkosh, “Attacks on the Constitution, Violence
and the Necessity for Disobedience”, Fordham Law Review, XXXV, 1966-1967, pp.
102-107. McKay, Robert B., “Protest and Dissent, Action and Reaction”, Utah Law Re-
view, 10, 1, julio de 1966, p. 25. García Inda, Andrés, “Estado y desobediencia civil (No-
DESOBEDIENCIA PARALEGAL 113

ta, no constituyen desobediencia civil. Existen algunos casos fronterizos


como, por ejemplo, cuando una persona viola una ley con el fin de cues-
tionar su constitucionalidad. Estas situaciones son conocidas como pleitos
de ensayo, causas instrumentales, test cases en el lenguaje anglosajón, y de
ellas nos ocuparemos detenidamente más adelante, limitándonos aquí a ha-
cer algunas consideraciones generales al respecto. Si el desobediente gana
su caso, si su reto a la ley por él considerada inconstitucional sale victo-
rioso ¿cabe afirmar que su acción no constituye desobediencia civil? A
nuestro juicio en estos supuestos hay ilicitud en sentido formal, pero no
ilegitimidad en sentido material. Y para aquellos para quienes la ley in-
justa no es derecho, ni siquiera existiría ilicitud, nunca hubo ilegalidad,
al no haber tampoco ley.
No obstante, ¿no peca un poco de falta de realismo despojar “re-
troactivamente” a un acto que subjetivamente fue realizado como un reto
a la ley de su carácter de desobediencia civil, sólo porque finalmente se
le de la razón al desobediente?, ¿no es tal postura más adecuada al dere-
cho de los libros que al derecho en acción? Dice Freeman que la cues-
tión es un asunto que depende de la intencionalidad o miras mentales de
la persona que se ve envuelta en la desobediencia y si ella considera que
ha violado la ley para retarla, eso sería desobediencia civil, aunque pos-
teriormente se determine que dicha ley debe ceder ante un principio a
ella superior. Además restringir la desobediencia civil por definición a los
casos de violaciones de una ley válida no es tan fácil, porque el carácter
de válido o inválido está normalmente en disputa en el momento de la
decisión. Por eso tal vez sería mejor definir la desobediencia civil como
“un acto que o es en el momento presente efectivamente ilegal o es ‘tra-
tado como’ si fuese ilegal”.189

tas para una aproximación al tema)”, en Macía Manso, Ramón (ed.), op. cit., nota 175, p.
260. Walzer, Michael, Obligations. Essays on Disobedience, War and Citizenship, Cam-
bridge (Massachusetts), Harvard University Press, 1970, pp. 241-249. Freeman, H. A.,
“Moral Preemption, Part I, The Case for the Disobedient”, The Hastings Law Journal,
17, 1965-1966, pp. 429, 430 y 425. Malem Seña, Jorge Francisco, Concepto y justifica-
ción de la desobediencia civil, op. cit., nota 177, p. 150.
189 MacGuigan, M. R., “Democracy and Civil Disobedience”, Canadian Bar Review,
49, 1971, pp. 255 y 256. Freeman, Harrop A., “The Right of Protest and Civil Disobe-
dience”, Indiana Law Journal, 41, 2, invierno 1966, pp. 235 y 236. Matthew Lippman,
op. cit., nota 167, pp. 235 y 236. Force, R., “Civil Disobedience, a Conglomerate Re-
view”, cit., pp. 31-34, considera que la desobediencia civil se encuentra entre el reto a la
ley —civil challenge— y el ejercicio de un derecho constitucional.
114 ESTUDIOS DE FILOSOFÍA JURÍDICA Y POLÍTICA

Quizá lo más adecuado sería considerar que la desobediencia civil no


es ni completamente legal, como algunos mantienen, ni completamente
ilegal, como argumentan muchos otros: la legalidad y la ilegalidad no
son contradictorias, sino contrarias —los dos extremos de un mismo gé-
nero—. De hecho sería útil pensar en grados de legalidad (o, a la inversa,
de ilegalidad). En este sentido un acto de desobediencia civil es una ile-
galidad benigna o bien, se podría decir, una ilegalidad técnica, pero no
una ilegalidad sustancial. MacGuigan expresa esta situación intermedia
entre la legalidad y la ilegalidad reconociendo un nuevo ámbito de “para-
legalidad” (empleando el prefijo griego “para”, que significa “al lado de”
o “próximo a”). Lo paralegal es algo menos que lo completamente legal,
pero algo más que lo claramente ilegal, pues participa de los caracteres
de ambas, la legalidad y la ilegalidad. El desobediente civil estaría así en
el ámbito de lo paralegal. En consecuencia, aunque no podría perdonár-
sele por completo (pues su acción es en cierto modo ilegal), tendría dere-
cho a una sentencia más benigna de lo normal (pues su acción es en cier-
ta medida legal).190
En la desobediencia civil se trataría de perseguir fines morales por
medio de acciones ilegales, con lo que la legitimidad/ilegalidad estaría al
50%.191 Es la diferencia entre que la desobediencia civil sea correcta, jus-
ta materialmente —to be right— y que exista un derecho —to have a
right— formal, como tal derecho, a desobedecer civilmente.192 En reali-
dad, en la desobediencia civil se producen conflictos de normas entre,
por ejemplo, una ley nacional y una ley internacional, o entre una ley po-
sitiva y un principio suprapositivo, de tal manera que lo que conforme a
aquella ley es correcto, conforme a la otra no lo es. De ahí que en los ac-
tos de desobediencia civil se pueda hablar al mismo tiempo de legalidad
e ilegalidad.193

190 MacGuigan, M. R., op. cit., nota 189, pp. 258-260.


191 Cosi, G., op. cit., nota 166, p. 71.
192 Alton, S. R., “In the Wake of Thoreau. Four Legal Philosophers and the Theory of
nonviolent Civil Disobedience”, Loyola University of Chicago Law Journal, 24, 1, otoño
de 1992, p. 47.
193 Ch. Bay, “Civil disobedience, prerrequisite for democracy in mass society” (Tra-
bajo preparado para el Annual Meeting of the American Political Science Association,
New York City, del 6 al 10 de septiembre de 1966), en Spitz, David (ed.), Political
Theory and Social Change, Nueva York, Atherton Press, 1967, pp. 163-183, y en
Murphy, J. G., Civil Disobedience and Violence, Belmont, California,Wadsworth Publis-
hing Company, 1971, p. 78, Lippman, M., op. cit., nota 167, pp. 235 y 236.
DESOBEDIENCIA PARALEGAL 115

En el tema de la ilicitud de la desobediencia civil cabe hacer algunas


matizaciones más. En realidad la ilegalidad de un acto depende de las au-
toridades que califican el mismo como tal, no de los desobedientes civi-
les, que pueden considerar dicho acto como legal. Es más, no sólo es pre-
ciso que quienes realicen los actos de desobediencia consideren su
conducta ilegal, sino ni siquiera que lo hagan las autoridades, que en
principio pueden formular acusaciones contra ellos con un mero fin re-
tardatorio. Quizás sean entonces estas autoridades, y no el desobediente
civil, quienes actúan ilegalmente. Lo que sí debe entrañar la desobedien-
cia civil es la violación de una norma que, aunque considerada obligato-
ria por las autoridades locales, esté sujeta a invalidez por los tribuna-
les.194 De hecho lo que se produce en la figura es un conflicto de inter-
pretaciones,195 cuya última palabra la tiene el Tribunal Supremo. Pero no
acaba tampoco con sus resoluciones la desobediencia civil, pues las mis-
mas pueden ser erróneas y, por otro lado, no vinculan definitivamente,
pudiendo el propio Tribunal Supremo cambiar su línea jurisprudencial.
Además, los códigos y constituciones son cuerpos petrificados, que a
menudo hacen necesaria su actualización a través de una reforma que
provenga de fuera, como en el caso de la desobediencia civil. No olvide-
mos que el derecho, como el sábado, está hecho para las personas y no
éstas para el derecho. Pero es que, además, aunque jurisprudencialmente
se dé la razón al desobediente civil, reconociendo sus derechos, eso no
basta. Éste ha de estar en condiciones de ejercerlos y disfrutarlos efecti-
vamente.196
Ya hemos analizado el carácter de “quebrantamiento” de la desobe-
diencia civil. Se hace preciso ahora referirnos al objeto del que se predica
ese quebrantamiento: las normas jurídicas. La desobediencia civil, en
cuanto es una violación normativa, se refiere a “normas jurídicas”, pero a
través de actos jurídicos. La diferencia entre ambos conceptos, el de nor-
ma y el de acto jurídico, es que, mientras las primeras son estáticas, los
actos jurídicos son dinámicos, pudiendo incidir sobre las normas creán-
dolas, modificándolas o extinguiéndolas.
194 Zashin, Elliot M., Civil Disobedience and Democracy, Nueva York, The Free
Press,1972, pp. 110, 111 y 114.
195 Smart, Brian, “Defining Civil Disobedience”, Inquiry, 21, 1978, p. 267: el desobe-
diente lo que hace es “un desafío deliberado a la interpretación oficial de la ley”.
196 Acinas, Juan Claudio, “Sobre los límites de la desobediencia civil”, Sistema, 97,
julio de 1990, pp. 105-107.
116 ESTUDIOS DE FILOSOFÍA JURÍDICA Y POLÍTICA

Por otra parte, hay que distinguir la desobediencia civil, en cuanto


violación de una norma jurídica, de la violación de una norma no jurídi-
ca, como puede ser una norma moral o un mero uso social. De hecho a
menudo la desobediencia civil no sólo no desobedece el precepto moral,
sino que tiene en su observancia su propia razón de ser. Frente a esta
idea, Bay197 considera la norma a desobedecer, aunque por lo general una
norma jurídica, en todo caso cualquier norma que acarree un castigo, ol-
vidando quizás que esta nota de la imposición de un castigo en caso de
incumplimiento es precisamente la nota clave que distingue lo jurídico,
frente al castigo intangible o ultraterreno de la moral y frente a la no
aceptación o exclusión del grupo social del que se forma parte, en los
usos sociales.
Por otro lado, como observa Malem Seña,198 puede calificarse de de-
sobediencia civil la trasgresión de “normas de grupos subsidiarios del
Estado, como por ejemplo disposiciones dictadas por las universidades u
otros entes o asociaciones de carácter público o privado”. Es el caso de la
violación deliberada de los reglamentos de un colegio, un club u otras re-
gulaciones que no tienen la sanción de la autoridad civil como soporte.
El castigo de la desobediencia de esas normas puede, sin embargo, en
ciertas circunstancias ser bastante severo —por ejemplo, la expulsión de
una Universidad—. Por eso, podría justificarse el tratamiento de las vio-
laciones deliberadas de esas reglas como casos marginales de desobe-
diencia civil o como supuestos cercanos a la desobediencia civil. En su
sentido estricto, sin embargo, la desobediencia civil entraña la violación
de las normas de la ciudadanía, de la ley de la comunidad política —ciu-
dad o país— de las cuales es miembro el propio desobediente civil.199
Más difícil es saber cómo catalogar aquellas situaciones en las que es
el Estado mismo el que actúa ilegalmente y quizás también consciente-
197 Bay, Christian, voz “desobediencia civil”, Enciclopedia Internacional de las Ciencias
Sociales, vol. 3, Madrid, Aguilar, 1974, p. 634. Del mismo autor con Walker, Charles, véase
Civil Disobedience. Theory and Practice, Montreal, Black Rose Books, 1975.
198 Malem Seña, J. F., op. cit., nota 177, p. 61.
199 Cohen, Carl, Civil Disobedience. Conscience, Tactics and the Law, Nueva York-
Londres, Columbia University Press,1971, pp. 8-10. Hay autores que consideran la de-
sobediencia a normas de una autoridad que no sea el Estado como desobediencia civil.
En estos casos se acuña la expresión de desobediencia para-civil. Aquí puede citarse a
Walzer, Michael, en “Civil Disobedience and Corporate Authorithy”, que es el capítulo
2 de su Obligations, Essays on Disobedience, War and Citizenship, Simon and Schuster,
Nueva York, 1971, pp. 24 y 25.
DESOBEDIENCIA PARALEGAL 117

mente. Coffin y Morris sostienen que el Estado y el gobierno caen en si-


tuaciones de desobediencia civil con gran frecuencia, señalando como
ejemplos algunas de las actuaciones ilegales de los miembros de la Ad-
ministración de los Estados Unidos durante el mandato de Nixon.200 A
nuestro juicio, en estos supuestos habría que distinguir entre la actuación
de dichas personas a título personal y su actuación como representantes
de una función pública. En los casos de desobediencia a las normas esta-
tales se consideraría que el que las infringe es el ciudadano en cuanto in-
dividuo y no en cuanto representante del Estado. Los actos inmorales se
imputan a las personas, no al Estado.
Por tanto, se puede afirmar que mientras el individuo debe obedecer
todas las normas jurídicas sin excepción, el Estado puede elegir entre
obedecer o no y no existen sanciones ulteriores para el caso de desobe-
diencia. Aunque esperamos que el gobierno, al igual que el individuo,
esté vinculado por todas las normas jurídicas, esto a menudo es sólo
eso, una expectativa, mientras que respecto a los individuos es un he-
cho. El gobierno y el ciudadano no se encuentran en un plano de igual-
dad en este tema. El gobierno coge y elige entre las normas que aplica y
aquellas que ignora. Aunque no lo haga directamente, hay muchos cau-
ces indirectos a través de los que esto es posible. Además, cuando es el
gobierno el que viola la ley —por ejemplo, una nación violando los tra-
tados internacionales y cometiendo asesinatos en masa— no necesaria-
mente existe un órgano sobre él para imponerle una sanción, como ocu-
rre con el ciudadano.201
En estos casos quizá sea útil distinguir entre la desobediencia al poder
y la desobediencia a la ley. Aunque a menudo ambas vayan de la mano, y
la desobediencia a la ley implique a la vez desobediencia al poder que
impone esa ley, y viceversa, en el ejemplo que nos ocupa —la infracción
de normas jurídicas por los representantes del Estado— no sería así.
Realmente estaríamos ante una situación en la cual se viola una ley pero
desde el propio poder. También cabría la situación inversa —de desobe-
diencia sólo al poder—, por ejemplo, los chilenos que murieron en sep-
200 Coffin, W. S. y Leibman, M. I., Civil Disobedience, aid or Hindrance to Justice?,
Washington, American Enterprise Institute for Public Policy Research, 1972, p. 61. We-
ber, David R., Civil Disobedience in America, a Documentary History, Ithaca-Nueva
York, Cornell University Press, 1978, capítulos 43 y 44.
201 Zinn, Howard, Disobedience and Democracy. Nine Fallacies on Law and Order,
Nueva York, Vintage Books, Random House, 1968, pp. 23 y 24.
118 ESTUDIOS DE FILOSOFÍA JURÍDICA Y POLÍTICA

tiembre de 1973 por obedecer la ley, lo cual supondría la desobediencia


al poder, que no acataba esa ley.202
Para ver quién puede desobedecer la ley hay que analizar primero
quienes son los destinatarios de esa ley. Aunque a este respecto hay pos-
turas innovadoras, como la de Ross, que señalan que la ley se dirige pri-
mariamente al juez, pues es él el que impone la sanción en el caso de
violación normativa, según la tesis tradicional los destinatarios primarios
de las normas son los ciudadanos, y los jueces y tribunales son sólo des-
tinatarios secundarios, en caso de infracción de una norma primaria o de
conducta. En este sentido, la desobediencia civil se predica primariamen-
te de la ciudadanía, del “cives”, siendo más cuestionable si cabe la deso-
bediencia civil de los jueces y tribunales203 —no en cuanto ciudadanos,
pues esto es claro que sí cabe, sino en cuanto representantes del Poder
Judicial—. En cualquier caso, conviene destacar que la desobediencia ci-
vil tal y como normalmente es entendida se limita al primer supuesto.204
Lo anteriormente dicho se refiere a los sujetos capaces de desobedien-
cia civil —al ámbito subjetivo o personal de la figura—. Pero, volviendo
a la cuestión material u objeto de la desobediencia civil, las normas jurí-
dicas, parecería a primera vista que si el que desobedece civilmente es el
ciudadano, la norma a desobedecer civilmente será una norma a él dirigi-
da, es decir, una norma de conducta o norma primaria, y no una norma
sancionadora o norma secundaria, pues ésta va dirigida a los jueces y
tribunales. Pero ¿cabe la desobediencia civil respecto de todas las nor-
mas de conducta? Ya hemos hecho una primera matización al referirnos
a las normas de ámbito no estatal u oficial como objeto indirecto de la
desobediencia civil, siendo las normas de corporaciones por debajo del
Estado, por ejemplo una Universidad, sólo indirectamente objeto posi-
ble de la desobediencia civil. A esta precisión respecto al objeto mate-
rial, a los tipos de normas susceptibles de desobediencia civil, cabe
añadir algunas otras.
202 Hace esta distinción entre desobediencia a la ley y desobediencia al poder Álva-
rez, Norberto, “La ‘desobediencia civil’. Delimitación conceptual”, Anuario de Filosofía
del Derecho, VII, 1990, p. 527.
203 Seguimos en el desarrollo de este punto la aportación de Asís Roig, Rafael de,
“Las tres conciencias”, en varios autores, Ley y conciencia. Moral legalizada y moral crí-
tica en la aplicación del derecho, edición a cargo de Gregorio Peces-Barba Martínez,
Madrid, Universidad Carlos III de Madrid, Boletín Oficial del Estado, 1993, especial-
mente pp. 27-31.
204 N. Alvarez, op. cit., nota 202, pp. 527-528.
DESOBEDIENCIA PARALEGAL 119

En primer lugar, hay normas que no requieren o prohíben la realiza-


ción de ningún acto en absoluto y, por tanto, no pueden ser desobedeci-
das. Por ejemplo, las leyes que hacen inválido un testamento si no se ob-
servan en él determinados requisitos formales. Una ley de este tipo
obviamente no impone obligación alguna de realizar testamento. En caso
de incumplimiento de los requisitos formales exigidos para hacer testa-
mento lo más que ocurre es que dicho testamento es nulo. Tal es el caso
también de aquellas leyes que imponen ciertas obligaciones legales, pero
cuyo incumplimiento no supone actuación ilegal alguna y, por consi-
guiente, tampoco desobediencia civil. Por ejemplo, es el supuesto de in-
cumplimiento de alguna de las obligaciones derivadas de un contrato.
Para poder hablar de la desobediencia a la ley o de la obligación de obe-
decer la ley es preciso que estemos en presencia de una violación o deso-
bediencia a una ley penal.205 Esto no significa, sin embargo, que los des-
tinatarios de las normas objeto de desobediencia civil sean los jueces. En
realidad, como decíamos, tales destinatarios son los ciudadanos y lo que
realizan es una conducta, el objeto de la violación son normas de con-
ducta. Lo que pasa es que para que haya desobediencia civil tales normas
de conducta deben ir acompañadas de una segunda norma que imponga
una sanción para el caso de incumplimiento de la norma primaria. Si se
trata simplemente de conductas permitidas o de conductas indiferentes,
neutras jurídicamente, su incumplimiento no será un acto ilegal y no es-
taremos ante un supuesto de desobediencia civil. Es preciso que se trate
de normas obligatorias o de normas prohibitivas que vayan acompañadas
de sanción jurídica para el caso de incumplimiento.
También en cuanto al tema del objeto de la desobediencia civil, dice
Bedau que la misma puede dirigirse no sólo contra normas jurídicas, sino
también contra “programas o decisiones del gobierno”.206 En la misma lí-
nea, Acinas habla de violación de ley, disposición gubernamental u or-
den de la autoridad.207 Sin embargo no existe acuerdo absoluto sobre este

205 Wasserstrom, Richard A., “Disobeying the Law”, Journal of Philosophy, LVIII,
21, octubre 1961, pp. 642 y 643.
206 Recogido en Ruiz Murillo, Mayela, “Convergencias y divergencias en el concep-
to y la naturaleza de la desobediencia civil y la objeción de conciencia a partir de la
teoría de la justicia de John Rawls”, Tesina de especialización, Instituto de Derechos
Humanos, Facultad de Derecho, Universidad Complutense de Madrid, texto mecano-
grafiado, 1989, p. 154.
207 Acinas, J. C., op. cit., nota 196, p. 100.
120 ESTUDIOS DE FILOSOFÍA JURÍDICA Y POLÍTICA

punto y así, por ejemplo, Wyzanski insiste en que la desobediencia civil


debe entrañar la violación de una ley y no simplemente la de una política
gubernativa.208
En cualquier caso, la infracción o violación en que consiste la desobe-
diencia civil ha de poder referirse “en principio” a toda la legalidad estatal,
es decir, a cualquier norma dentro de ella, desde la Constitución (a salvo
siempre, eso sí, un mínimo consenso sobre los principios base) hasta las
ordenanzas y disposiciones municipales. Pero, “en concreto”, en cuanto ci-
vil, sólo es referible contra una o unas pocas normas determinadas209 y ra-
ramente contra la Constitución, a la que suele darse la adhesión.
En verdad, hay quienes han entendido esa lealtad constitucional como
adhesión o respeto a todos los preceptos de la Constitución, condición ne-
cesaria para poder hablar de desobediencia civil. Sin embargo, como dice
Marina Gascón Abellán, es dudoso que en la actualidad pueda considerar-
se adecuado este enfoque, aunque sólo sea porque de ser así estaríamos re-
quiriendo de los desobedientes un grado de adhesión al sistema que el pro-
pio sistema no exige de la generalidad de los ciudadanos. Aunque la
Constitución, como toda norma jurídica tenga vocación de obediencia por
parte de los ciudadanos, ello no significa que exija una adhesión moral a
todas sus prescripciones, ni que prohíba su crítica, ni, en fin, que excluya su
reforma. Lo que sí hay que respetar son las reglas del juego.210 Una socie-

208 Wyzanski, Jr., Charles E., “On civil disobedience and draft resistance”, Bedau,
H. A., Civil Disobedience. Theory and Practice, op. cit., p. 194. Originalmente en The
Atlantic Monthly, CCXXI, febrero, 1968, pp. 58-60.
209 Rodríguez Paniagua, José María, “La desobediencia civil”, Revista Española de
Derecho Constitucional, año 2, 5, mayo-agosto, 1982, p. 96. Del mismo autor ver el últi-
mo capítulo (pp. 181 y ss.) de sus Lecciones de derecho natural como introducción al de-
recho, 3a., Madrid, Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, 1988, y “El de-
ber jurídico y la obligación de obediencia al derecho”, Anuario de Filosofía del Derecho,
XIV, Madrid, 1969, pp. 67-83. Tb. en Macía Manso, Ramón (ed.), op. cit., nota 175, pp.
443-458.
210 De “respeto” a la Consti tución en el senti do expresado por Raz —co mo una ac -
titud compleja de lealtad y de identificación con la comunidad— habla Jesús Aquili-
no Fernández Suárez, “Algunas consideraciones sobre la obligación jurídica en la
Constitución española”, en Macía Manso, Ramón (ed.), op. cit., nota 175, pp. 201 y
202: “La conclusión a que lle gamos es que no es posible predicar la obligación moral
general de obediencia a la Constitución, aunque sí es posible el mantener una actitud
de respeto a la misma por razones de confianza y fi delidad al sistema político y a la
propia Constitución como base del sistema jurídico. Bien entendido que el respeto co-
mo tal es propio y particular de ca da ciudadano, por lo que es igualmente aceptable
DESOBEDIENCIA PARALEGAL 121

dad pluralista no debe excluir la defensa de ninguna concepción del Esta-


do; tan sólo puede exigir el respeto de las reglas de la convivencia, del
principio de la mayoría y la no imposición por la fuerza de ninguna doctri-
na.211 Y esto lo verifica la desobediencia civil, pues, aunque en el ordena-
miento jurídico español no se prevé explícitamente un derecho de resis-
tencia a nivel constitucional, hay una cierta diferencia entre no expresar
una voluntad y expresar una voluntad en contra. Aunque la desobedien-
cia civil no es un cauce legalmente previsto, negativamente tampoco es
un cauce legalmente excluido, pues tampoco se contempla un delito de
desobediencia civil.
Respecto a la cuestión de la falta de regulación legal de la desobedien-
cia civil, dice Agustín Pérez Carrillo:

Entre los datos de filosofía política-moral se encuentra la tradición de que


la desobediencia a las leyes injustas no está reglamentada. En una defini-
ción de desobediencia civil, una nota normalmente presente es la de cons-
tituir una violación a las normas jurídicas. En tal virtud, la alternativa de
legislar para tratar a través de los procedimientos legales los actos de de-
sobediencia civil es un regreso al infinito. En efecto, siempre existirá la
posibilidad de no estar de acuerdo con la decisión de última instancia, in-
cluso la emitida en un procedimiento para conocer los actos de desobe-
diencia civil.212

En resumen, el ámbito de la desobediencia “cualitativamente” se ex-


tiende en principio a cualquier norma jurídica, incluso la Constitución
—a salvo el bloque o núcleo central de constitucionalidad—, pero “cuan-
titativamente” se restringe a una/s determinadas. La desobediencia civil
se refiere a una norma en concreto, no al ordenamiento jurídico en su
conjunto.213 A esto es a lo que alude Bayles cuando califica la desobe-

que quien no posea esa actitud no encuentre ninguna razón para la obediencia. Incluso
es predicable que quien no comparta los valores y contenidos de la Constitución, desde
un punto de vista moral se encuentre abocado a la disidencia, es decir, a manifestar su
repulsa a la misma”.
211 Gascón Abellán, M., op. cit., nota 175, pp. 43-46.
212 Pérez Carrillo, A., Derechos humanos, desobediencia civil y delitos políticos, Mé-
xico, Instituto Nacional de Ciencias Penales, 1991, p. 159.
213 Serra, Teresa, Il disagio nel diritto. Stato punitivo e disobbedienza civile, Turín,
Giappichelli, 1993, pp. 196 y 201.
122 ESTUDIOS DE FILOSOFÍA JURÍDICA Y POLÍTICA

diencia civil de “selectiva”214 o Acinas cuando la conceptúa de parcial o


limitada.215
Pero ni siquiera aquí se agota el objeto de la desobediencia. La desobe-
diencia civil no sólo puede protestar contra una norma o política del Esta-
do o de entidades infraestatales, una norma inferior o incluso la Constitu-
ción en lo no esencial, sino que puede ir más allá y protestar contra la
“ausencia” de una ley, regulación o política en determinado sentido. Es de-
cir que la desobediencia civil funciona no sólo positivamente contra lo que
ya hay, sino que incluso lo hace negativamente cuando se echa en falta
una normativa que a juicio de los desobedientes debería existir.216
Cabe deslindar así la desobediencia civil del ejercicio de las por Rawls
llamadas “causas instrumentales” —test cases—, que podríamos traducir
como pleitos de ensayo destinados a verificar la interpretación de una
nueva ley o la legalidad de una actuación pública.217 Se trata del proble-
ma de si las inobservancias legales cometidas con el propósito de instar
la declaración de inconstitucionalidad de la ley violada constituyen en
sentido estricto un acto de desobediencia civil o no. Lo constituyen para
aquellos para quienes la ley violada sería tan eficaz como válida, al me-
nos hasta el momento de su declaración de inconstitucionalidad. Incluso
entonces lo más que habría sería anulabilidad, con efectos sólo ex nunc,
214 Bayles, M., op. cit., nota 187, p. 4.
215 Acinas, J. C., op. cit., nota 196, p. 101: “Por consiguiente, actos cuya finalidad
suele ser de carácter parcial o limitado, referida a una parte más que a la totalidad del or-
denamiento jurídico o del sistema político con el que, por lo demás, suele darse una iden-
tificación con sus fundamentos constitucionales”.
216 Bayles, M., op. cit., nota 187, p. 15.
217 Rawls, J., “Teoría de la desobediencia civil”, Dworkin, R. M., La filosofía del dere-
cho, México, Fondo de Cultura Económica, 1977, capítulo V, p. 175. Del mismo autor so-
bre el tema destacan también, “Two Concepts of Rules”, Philosophical Review, 64, 1955,
pp. 3-22. “Justice as Fairness”, Philosophical Review, 67, 1958, pp. 164 y ss. “Die Rech-
tfertigung bürgerlichen Ungehorsams”, en Otfried Höffe (ed.), John Rawls Gerechtigkeit
als fairness, Freiburg y München, 1977, pp. 3-18 y 165 y ss., y “The Justification of Civil
Disobedience”, Revolution and the Rule of Law, New Jersey, ed. por E. Kent y otros, Pren-
tice Hall Inc., Englewool Cliffs, 1971, pp. 30-45; también en Rachels, James, Moral Pro-
blems. A Collection of Philosophical Essays, Nueva York, Harper and Row, 1971, pp.
125-140; trabajo originalmente presentado a los Meetings de la American Political Science
Association en septiembre de 1966. Rawls, J., Justicia como equidad. Materiales para una
teoría de la justicia, Madrid, Tecnos, 1986, traducción castellana de M. A. Rodilla, espe-
cialmente el capítulo V, pp. 90-101. A Theory of Justice, Cambridge (Massachusetts), Har-
vard University Press, 1971, esp. secs. 55, 57 y 59; hay traducción castellana de González
Soler, María Dolores, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1993.
DESOBEDIENCIA PARALEGAL 123

para el futuro. No constituyen un acto de desobediencia civil para quie-


nes consideran que una ley inconstitucional no es una ley propiamente
dicha ni nunca lo ha sido, pues en esos casos se trata de una nulidad radi-
cal, que produce efectos de pasado, ex tunc o ab initio.
Rex Martin, refiriéndose al sistema jurídico norteamericano, dice que
si los que han promovido el desafío a la ley, tras haber agotado la vía ju-
dicial y haber llegado al tribunal jerárquicamente superior, acatan su de-
cisión, aunque ésta sea desfavorable, no serán desobedientes civiles, pero
si después de haber intentado el remedio judicial ante las más altas ins-
tancias y sin habérseles dado la razón, permaneciendo la ley contra la
que se dirigen intacta, siguen todavía desobedeciéndola, entonces están
desobedeciendo civilmente.218
La cuestión más dudosa, sin embargo, sería el caso en que el Tribunal
Supremo diese la razón a los desobedientes e invalidase la ley cuestiona-
da, decisión que, por supuesto, acatarían. En estos supuestos —de acata-
miento de una decisión favorable a la pretendida invalidez de la norma
desobedecida— se plantea la cuestión de si la nulidad de la ley tiene
efectos retroactivos, hacia el pasado, o sólo efectos cara al futuro. En el
primer supuesto no habría desobediencia civil, pues la ley es nula ab
initio —al no haber ley, tampoco habría habido violación de la ley—.
Por el contrario, si los efectos de la declaración de nulidad de la ley de-
sobedecida son únicamente hacia el futuro, la ley existía en el pasado co-
mo ley válida y, aunque luego se invalidase, sí que se habría producido
el acto de violación de la ley como una auténtica acción de desobedien-
cia civil.
Carl Cohen dice al respecto que, aunque a posteriori se le de la razón al
que invoca el test case, esto nunca puede significar que el acto sea “al mis-
mo tiempo” ambas cosas “ilegal” y “legalmente justificado”. La justifica-
ción legal anula cualquier rastro de desobediencia, y, a la inversa, la deso-
bediencia a la ley anula cualquier rastro de justificación legal. Cuando el

218 Rex Martin, “Civil Disobedience”, Ethics, 80, 2, enero 1970, p. 126; “Socrates on
Disobedience to Law”, The Review of Methaphysics, XXIV, 1, septiembre 1970, pp.
21-38; “Conscientious Actions and the Concept of Civil Disobedience”, en French, Peter
A. (ed.), Conscientious Actions. The Revelation of the Pentagon Papers, Massachusetts,
Schenkman Publishing Company, 1974, pp. 36-52; “Two ways of Justifying Civil Diso-
bedience”, en Caws, Peter (ed.), Two Centuries of Philosophy in America, Rowman and
Littlefield, Totowa, N. J., 1980, pp. 291-297; “Allegiance and the Place of Civil Disobe-
dience”, Rex Martin, A System of Rights, Oxford, Clarendon Press, 1993, pp. 185-217.
124 ESTUDIOS DE FILOSOFÍA JURÍDICA Y POLÍTICA

reto de la constitucionalidad —o de la aplicación constitucional— de una


ley no obtiene éxito, hay desobediencia a la ley, pero no justificación le-
gal. Cuando tal reto es exitoso, hay justificación legal, pero no desobe-
diencia. No se pueden dar ambas al mismo tiempo. Lo más que puede ha-
ber es legalización con posterioridad de un acto inicialmente nulo.219
Sobre este tema ya hemos hablado al referirnos a la “ilegalidad” co-
mo uno de los requisitos de la desobediencia civil, y al mismo nos he-
mos referido también con más detenimiento en otros trabajos sobre la
justificación de la desobediencia civil, intentando un ensayo de confi-
guración de la existencia de un derecho subjetivo a la desobediencia ci-
vil. Se trata de una cuestión que se encuentra estrechamente relacionada
con el tema de la validez del derecho, dependiendo la respuesta que se
dé de la concepción de la validez que se defienda. Así, no será lo mis-
mo mantener los postulados iusnaturalistas, que niegan a la ley injusta
la condición misma de ley, que la de un positivista, para el cual la ley aun-
que injusta es ley, siempre que haya sido correctamente promulgada, o la
de un realista, para el cual lo decisivo para determinar la existencia del de-
recho es que sea eficaz, es decir, obedecido por sus destinatarios. Por otro
lado, la respuesta a la cuestión es diferente en los sistemas de derecho an-
glosajón, por ejemplo en el estadounidense, y en sistemas continentales,
como el español.220 Omitimos el desarrollo en profundidad del tema, limi-
tándonos más bien al análisis de algunas cuestiones tangenciales que nos
permitan distinguir la figura de la desobediencia civil de las “causas ins-
trumentales”.

219 Cohen, C., “Civil Disobedience and the Law”, Rutgers Law Review, 21, 1, otoño de
1966, pp. 7-9; “Essence and Ethics of Civil Disobedience”, The Nation, 198, 16 de marzo
de 1964, pp. 257-562; “Law, Speech and Disobedience”, The Nation, 28 de marzo de 1966,
pp. 357-362. “Defending civil disobedience”, The Monist, 54, 4, octubre de 1970, pp.
469-487. Civil Disobedience. Conscience, Tactics and the Law, Columbia, Cambridge Uni-
versity Press, Nueva York-Londres, 1971. “Militant morality, civil disobedience and bioet-
hics”, Hastings Center Report, 19, noviembre-diciembre de 1989, pp. 23-25. Sobre el tema
también Freeman, Harrop A., “Civil Disobedience and the Law”, Rutgers Law Review, 21,
1, 1966, p. 18. Archibald Cox, “Direct Action, Civil Disobedience and the Constitution”,
Archibald Cox et al., Civil rights, the Constitution and the Courts, Cambridge (Massachu-
setts), Harvard University Press, 1967, pp. 8-11.
220 En el sistema de los EEUU de Norteamérica destacan, entre otros, los casos juris-
prudenciales “Keegan v. United States”(1945) y “Okamoto vs. United States” (1945). Pa-
ra un estudio de los mismos, C. P. Colby, “Civil Disobedience. A Case for Separate
Treatment”, Wayne Law Review, 14, 4, 1968, p. 1177.
DESOBEDIENCIA PARALEGAL 125

Una primera diferencia entre la desobediencia civil y las causas instru-


mentales es que el auditorio del desobediente es mayor que la sala de un
juzgado. Él quiere realizar cambios en el proceso político, mientras que
uno que eleva una causa instrumental lo que pretende es que el sistema
legal actúe.221 Una segunda diferencia entre las figuras en cuestión se re-
fiere al sujeto de tales acciones: mientras que en las causas instrumenta-
les basta con que uno las ponga en funcionamiento —eso sí, debe de ha-
ber al menos una persona que cuestione la ley, las causas instrumentales,
como es lógico, no se ponen en funcionamiento de oficio—, y no se re-
quiere que todo el conjunto de la población viole la ley, la desobediencia
civil es un acto colectivo, llevado a cabo necesariamente por un grupo de
personas.222 En tercer lugar, como destaca Kent Greenawalt, la gente que
pone en funcionamiento causas instrumentales tiene una motivación radi-
calmente diferente de la de aquellos que se comprometen en causas de
desobediencia civil.223
En el tema de la declaración de inconstitucionalidad de una ley, es de-
cir de los tests de inconstitucionalidad, surge una cuestión interesante
respecto a la relación de la desobediencia civil con la validez. Se trata del
problema de si las inobservancias legales cometidas con el propósito de
instar la declaración de inconstitucionalidad de la ley violada constitu-
yen, estrictamente hablando, un acto de desobediencia civil o no. En el
primer sentido se manifiestan April Carter y Ralf Dreier, para quienes la
Constitución no otorga a nadie el privilegio de violar la ley con el objeto
de probar su inconstitucionalidad; en el segundo sentido lo hacen Stuart
Brown y Archibald Cox. Según la primera teoría, la ley violada sería tan
eficaz como válida, al menos hasta el momento de su declaración de in-
constitucionalidad y, por lo tanto, resulta legítimo hablar de desobedien-
cia civil en el momento de su inobservancia legal. Por el contrario,
Brown y Cox consideran que una ley inconstitucional no es una ley pro-

221 Rosenberg, B. E., The Morality of Civil Disobedience in a Democratic State, The-
sis, Harvard University, 1981, inédita, p. 3.
222 Coffin, W. S. y Leibman, M. I., op. cit., nota 200, p. 49.
223 Greenawalt, Kent, “Justifying non Violent Disobedience”, en Bedau, H. A. (ed.),
Civil Disobedience in Focus, Routledge, Londres-Nueva York, 1991, p. 171, nota 2. So-
bre el tema, también Storing, Herbert J., “The Case Against Civil Disobedience”, Bedau,
H. A. (ed.), Civil Disobedience in Focus, op. cit., en esta nota, p. 87. Held, Virginia, “Ci-
vil Disobedience and Public Policy”, en Kent, Edward (ed.), Revolution and the Rule of
Law, Nueva York, Englewood Cliffs, 1971, pp. 94 y 95.
126 ESTUDIOS DE FILOSOFÍA JURÍDICA Y POLÍTICA

piamente dicha, ni lo ha sido nunca, puesto que en esos casos siempre se


trata de una nulidad radical, que produce efectos “ex tunc o ab initio. El
desacuerdo entre ambas opiniones radica en las diferentes concepciones
que se asumen acerca de la validez de las normas jurídicas. Así, la segun-
da postura se correspondería con una concepción material de la validez
del tipo de la iusnaturalista vista, según la cual el derecho injusto no es
derecho, o bien se vincularía a una concepción formal de la validez del
tipo de la kelseniana, en la que al identificarse validez, existencia y deber
de obediencia no existirían leyes inválidas. En cuanto a la primera postu-
ra, la misma encajaría en una teoría de la validez del tipo de la de Von
Wright, que al rechazar la triple equivalencia validez, existencia y deber
de obediencia considera que pueden existir normas inválidas y, por tanto,
nulas, inconstitucionales. En Kelsen, sin embargo, es una contradictio in
terminis hablar de una ley válida e inconstitucional, al menos hasta que
sea derogada. Lo más que podría haber sería normas anulables, teniendo
la anulación efectos sólo ex nunc, para el futuro.224

224 Malem Seña, J. F., op. cit., nota 177, pp. 206-212.

También podría gustarte