De Vuelta A La Clase y Al Estatus
De Vuelta A La Clase y Al Estatus
De Vuelta A La Clase y Al Estatus
La sociedad post Segunda Guerra Mundial, estuvo llena de paradigmas que fueron
teorizados desde varios aspectos incluidos los económicos y sociales. Como producto
de este acontecimiento, las brechas sociales se hicieron más evidentes y profundas,
teniendo la expectativa de que estas se irían acortando conforme pasara el tiempo y la
sociedad encontrara un punto de equilibrio para luego repuntar, lo que ahora tenemos
la certeza que no se dio.
Según Milanovic ( 2016 ) la desigualdad ha repuntado y esto se debería ver como una
segunda curva de Kuznets, de esta época. En este mundo globalizado el avance
tecnológico es vertiginoso y desplaza cada día a la mano de obra que, ha perdido
progresivamente su capacidad de organizarse. Tenemos una clase media cada vez
menos visible, que se debate en disimular la pérdida de estatus o transparentar su
situación y así ser beneficiario de las políticas del estado.
Latinoamérica es la región mas inequitativa del mundo. Tal vez aquí es necesario
teorizar más allá de la distribución inequitativa de los bienes y servicios y, pensar más
en las personas, como centro del accionar socio político y como parte de un contexto
histórico. En el caso de Ecuador, los cambios en la estructura de clases estarían dados
por la aparición y desarrollo a partir del nuevo milenio, de una poderosa burguesía,
asociada en los denominados “grupos económicos” que, según el Servicio de Rentas
Internas, pasaron de 17 a 215 entre el 2007 y 2017. La clase terrateniente tradicional
sustentada en el sistema de hacienda y en el trabajo indígena de servidumbre,
prácticamente ha desaparecido, dando paso a una burguesía agraria, que abastece a las
ciudades de productos (Fernández, 2019). En este recorrido podemos ver como el
estatus, hasta cierto punto, transversaliza las clases sociales.
Las políticas sociales para combatir la pobreza extrema están presentes desde los
planes de gobierno de los candidatos, hasta cuando estos llegan al poder y emiten la
respectiva política pública, la cual contempla subsidios y deja un tanto de lado la
universalización de servicios básicos. El caso latinoamericano es muy estudiado y se
cuenta con diversos resultados sobre “medición de la pobreza”, que finalmente se
convierten en datos de estratificación social. Comparto aquí lo dicho por Jorge Arzate
Salgado (2009), quien dice que la carencia económica se da dentro de una distribución
inequitativa natural de los recursos económicos, situación producida por el mercado.
Este principio origina la teoría funcionalista de las clases sociales moderna: las clases
sociales son necesarias en un sistema que necesita de la diferenciación económica, para
subsistir y regenerarse, por lo tanto las clases y la desigualdad son necesarias. (Davis y
Moore, 1986).
Por otra parte, tenemos que fijarnos en que como consecuencia de la globalización, nos
vemos enfrentados a nuevos factores de desigualdad y de exclusión, además de cambios
sociales, ya que el desarrollo de elementos sociales asociados a la globalización no son
distribuidos de manera equitativa en la población, por lo tanto es más distributiva antes
que generadora de beneficios. Esto posibilita la movilización de clases. El colectivo
humano llamado clase dominante, viene a ser el que está mejor posicionado y tiene una
mayor posibilidad de apropiamiento de los recursos materiales, simbólicos y sociales,
categorizados y legitimados de acuerdo a los valores de la cultura dominante.
“La clase cobra existencia cuando algunos hombres, de resultas de sus experiencias
comunes (heredadas o compartidas), sienten y articulan la identidad de sus intereses a
la vez comunes a ellos mismos y frente a otros hombres cuyos intereses son distintos y
habitualmente opuestos a los suyos”. (Thompson, 1989, p. 14).
Bibliografía
Mills, Charles ( 1957 ). Las clases medias en Norteamérica: White collar. Aguilar.
Madrid, 93 – 103.
Rivas, R. (2008). Dos enfoques clásicos para el estudio de la estratificación y las clases
sociales, Espacio Abierto , julio-septiembre, vol. 17(3)