Derechos Culturales

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A) ¿Qué son los Derechos Culturales?

derecho a la ciencia y el derecho a la protección de los intereses de autoría

B) ¿Cuáles son los Derechos Culturales que se reconocen en la Declaración de


Friburgo?
Son fundamentalmente derechos humanos para asegurar el disfrute de la
cultura y de sus componentes en condiciones de igualdad, dignidad humana
y no discriminación.
Son derechos relacionados con el arte y la cultura, entendidos en una amplia
dimensión.
Son derechos promovidos para garantizar que las personas y las
comunidades tengan acceso a la cultura y puedan participar en aquella que
sea de su elección.
Son derechos relativos a cuestiones como la lengua; la producción cultural y
artística; la participación en la cultura; el patrimonio cultural; los derechos de
autor; las minorías y el acceso a la cultura, entre otros.
Son derechos relacionados con la identidad individual y colectiva.
C) Menciona una obligación derivada de Los derechos culturales.
Son fundamentalmente derechos humanos para asegurar el disfrute de la
cultura y de sus componentes en condiciones de igualdad, dignidad humana
y no discriminación.
D) Escribe el concepto de ciudadanía.
Ciudadanía se refiere al conjunto de derechos y deberes a los cuales el
ciudadano o individuo está sujeto en su relación con la sociedad en que vive.
E) Escribe los tipos de ciudadanía que hay.
Ciudadanía formal, Ciudadanía sustancial, La ciudadanía en la emigración etc.
¿Cómo se construye la ciudadanía cultural?
La ciudadanía es un status, es decir, un reconocimiento social y jurídico por el
cual una persona tiene derechos y deberes por su pertenencia a una
comunidad, en general, de base territorial y cultural. Los "ciudadanos" son
iguales entre ellos, en la teoría no se puede distinguir entre ciudadanos de
primera, de segunda, etc. En el mismo territorio, sometidos a las mismas
leyes, todos deben de ser iguales. La ciudadanía acepta la diferencia, no la
desigualdad.

La ciudadanía se origina en las ciudades, caracterizadas por la densidad, la


diversidad, el autogobierno, las normas no formales de convivencia, la
obertura al exterior,... Es decir, la ciudad es intercambio, comercio y cultura.
No es solamente "urbs", es decir, concentración física de personas y edificios.
Es "civitas", lugar del civismo, o participación en los quehaceres públicos. Es
"polis", lugar de política, de ejercicio de poder.

Sin instituciones fuertes y representativas no hay ciudadanía. El status, los


derechos y deberes reclaman instituciones públicas para garantizar el
ejercicio o el cumplimiento de los mismos. La igualdad requiere acción
pública permanente, las libertades urbanas soportan mal las exclusiones que
generan las desigualdades económicas, sociales o culturales. La ciudadanía va
estrechamente vinculada a la democracia representativa para poder realizar
sus promesas.

Pero la ciudadanía no se refiere solo a los grandes asuntos del Estado sino y
sobre todo a los problemas cotidianos, a la participación en la regulación del
uso del espacio público, a la normalización justa de las relaciones del Estado
con los ciudadanos.

En una palabra, la ciudadanía pasa por la construcción y el fortalecimiento de


la civilidad, de la sociedad civil. "El ciudadano se construye en la participación
política sobre el destino de la sociedad. Sin una participación en la vida
pública no es posible construir la ciudadanía: el ciudadano debe, como
pensaba Aristóteles, ser aquel que es capaz de gobernar y de ser gobernado.
Por consiguiente el proyecto de ciudad debe tener como eje articulador la
construcción de una nueva ciudadanía"(1)

Esto se concreta en la participación, por diversos mecanismos, en la toma de


decisiones sobre cuestiones de interés común: “La autonomía política de los
ciudadanos debe expresarse en la auto-organización de una comunidad que
se da sus leyes mediante la voluntad del pueblo. La autonomía privada de los
ciudadanos debe por otra parte - señala Habermas – cobrar forma en los
derechos fundamentales que garantizan el dominio anónimo de las leyes”.(2)

Pero esta condición de ciudadano, bien sea formada en acto pedagógico o


desarrollo político en el escenario de la ciudad, hoy tiene que consolidar y
profundizar la democracia, la cohesión social, la equidad, la participación, en
suma, la moderna ciudadanía.

En los propósitos anteriores, podemos percatarnos de que el reto pedagógico


es enorme. Y no es otro que el de contribuir mediante procesos de
movilización social y política, entendidos también en clave educativa, a
formar sujetos políticos universales en tanto locales, con identidades
simultáneas y cambiantes.

No estamos ante un pre-requisito de ciudadanía política, es decir, no se trata


de construir primero las condiciones sociales y económicas para vivir con
dignidad y luego, ahí sí, ocuparse de los problemas de interés común.
Estamos ante un proceso simultáneo. En el acto de dotarse de las
condiciones referidas, de construir una ciudad más al alcance de su mano, se
constituyen los sujetos autónomos que ejercen una ciudadanía plena.
En definitiva, la consideración según la cual la política tiene un ámbito
autónomo y se ocupa solamente del control y dominio del poder público,
evade el hecho de que la participación de las comunidades, además de tener
un carácter histórico, tiene una función transformadora de la sociedad y por
ello es en esencia un ejercicio pleno de la política.

Es necesario por tanto abordar el tema de lo político y del ejercicio de la


política en su expresión más auténtica, tal como la plantea Castoriadis: Ahora
bien, la política no existe siempre y en cualquier lugar; la verdadera política
es la resultante de una creación histórico – social rara y frágil. Lo que existe
en toda sociedad es lo político: la dimensión - explícita, implícita o quizá casi
imperceptible - que tiene que ver con el poder, esto es la instancia o
instancias instituidas, que pueden emitir mandatos con autoridad, y que, al
menos, deben incluir siempre, de forma explícita, lo que denominamos un
poder judicial y un poder de gobierno.

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