La Odisea

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LA ODISEA

Partida Llegada Partida Llegada Llegada


de a de a los a
Troya Calipso Telémaco Feacios Itaca

¡ Oyeme Poseidón si en
verdad tú te glorias de
ser mi padre, concédeme
que Odiseo no vuelva
nunca a Itaca!

La Odisea es un campo de luchas: entre las inclemencias de la naturaleza y el hombre audaz, entre los peligros
físicos y morales y el hombre inteligente y astuto de la épica griega. Odiseo no se deja arrastrar por un destino
fatal o por la superstición. Hacer frente al destino, al destino que Héctor consideraba como inmutable para los
hombres. Y hace frente al destino, a los peligros a las catástrofes con paciencia con la prudencia y con el ingenio
que le hacen madurar. La tenacidad, la energía frente a las dificultades, es la cualidad más sobresaliente de éste
héroe en el que los griegos veían sin duda a un prototipo de la decisión y del coraje. Pero a la vez destaca su
inteligencia y rapidez de reflexión con la que inventa argucias, y la sabiduría de sus consejos y de sus consejos y
decisiones consiguiendo siempre su propósito.

Tema Central: Las vicisitudes de Odiseo por


diez años, en su afán de regresar a Itaca, su
ciudad natal, al término de la guerra de Troya.

Género: Épico

Especie: Epopeya
Personajes Arquetipos:
 Odisea : Astucia
 Penélope : Fidelidad
 Eumeo y Argos : Lealtad

Inicio de la Odisea: Concilio de Dioses

Fin de la Odisea: Las paces


Personajes

 Odisea  Néstor  Atenea


 Penélope  Menelao  Hermes
 Telémaco  Antinoo  Eolo
 Eumeo  Argos  Poseidón
 Euriclea  Nausica  Polifemo
 Laertes  Zeus  Calipso

Todo lo que teja hoy lo


voy a deshacer en la
noche, para no casarme
con uno de esos
horribles pretendientes,

Penélope labora en su telar


Características:
 La obra está dividida en 24 cantos.
 Reúne 12 110 versos.
 Se inicia con la liberación de Odiseo de la Isla de Calipso (Ogigia).
 Finaliza con el reencuentro de Odiseo con Penélope y con su pueblo.
Argumento:
Los dioses se encuentran reunidos en asamblea y deciden
liberar a Odiseo de Calipso y hacerlo volver a Itaca. Después de
ésta, Atenea transformada en Mentes, rey de los Tracios, llega al
palacio de Odisea y conversa con su hijo Telémaco, aconsejándole
que vaya en busca de noticias de su padre a Pilos y a Esparta.
Atenea desaparece, entonces Telémaco sospecha que sea una
divinidad.
Telémaco cita a los pretendientes de su madre a una
asamblea, en la que éste se queja de ellos y les invita a abandonar el palacio. Los pretendientes
tratan de justificar sus acciones y obligan a Telémaco a enviar a Penélope (su madre) con su
padre Icario.
Después Telémaco pide un barco con remeros para ir a Esparta y a Pilos en busca de noticias
de su padre.
Telémaco, dirigido por Minerva,
busca a su padre

Se vuelve a presentar Atenea, pero esta vez transformada en


Mentor y le promete ayuda a Telémaco. Llenan el barco de
provisiones y al llegar la noche se hacen a la mar.
Llegan a Pilos donde encuentran a Néstor celebrando un sacrificio. Lleva a Telémaco a su
palacio y le cuenta lo que les ocurrió a los aqueos en la guerra de Troya. Néstor ofrece a Telémaco
un carro conducido por su hijo Pisistrato para que vaya a Lacedemonia. Parten y a los dos días
llegan a Lacedemonia, donde son recibidos por Menelao, que está celebrando las bodas de sus
hijos. Telémaco le cuenta los problemas con los pretendientes de su madre, y a cambio Menelao le
cuenta todo lo que sabe sobre la vuelta de Troya de los aqueos y las predicciones del oráculo de
Proteus, que les había hecho saber la llegada de Odisea al lado de Calipso.
Mientras tanto, los pretendientes de Penélope discuten sobre la forma de asesinar a
Telémaco.
Nausicaa conoce a Ulises
Zeús manda a Hermes que le ordena a Calipso que libere a Odisea. Calipso obedece y ayuda a
Odisea a marchar. Después de dieciocho días navegando. Poseidón rompe su barco, pero no le da
un velo para salvarlo. Después de infinitos sufrimientos. Odisea llega a la isla de los reacios donde
encuentra un lugar para descansar.
Entre tanto, Atenea se aparece en sueños a Nausica, hija del rey de los reacios, Alcinoo, y le
ordena que vaya a lavar sus ropas y las de sus hermanas al río con sus esclavas. Nausica obedece y
van al río a lavar la ropa al día siguiente, y mientras Nausica jugaba con sus esclavas, Odisea se
despierta por el ruido que están haciendo y se presenta a Nausica, a la que pide ayuda.
Le conduce al palacio de su padre y Odisea le cuente todo lo que ha pasado desde que salió de
Ogigia hasta que llegó allí. Pasa la noche en el palacio y al día sigiente Alcinoo reúne a los reacios,
y se equipa un barco para que conduzca a Odisea a su tierra.
Después de un banquete. Odisea les narra muchas de las aventuras y quién es en realidad,
empezando por su llegada a la isla de los cíclopes donde habitaba Polifermo y de cómo se comió a
sus compañeros, y la astuta manera que tuvo para cegar al cíclope y lograr escapar de su cueva y
de su isla.
Desde allí, Odisea parte a la isla de Eolia regida por Eolo, quien le da vientos metidos en un odre, y
este odre es abierto por sus compañeros mientras él dormía, creyendo que estaba lleno de oro,
dejando escapar los vientos que les llevan de vuelta a Eolia, y esta vez Eolo se niega a recibirlos.
Se alejan de ella y llegan a Lestrigonia y son atacados por los
lestrigones. Odisea divide a los hombres en dos grupos para que se
vaya a investigar la isla. El grupo que estaba regido por Euríloco le
toca ir a investigar, mientras que el suyo se queda y el de Euríloco
es convertido en cerdos por Circe, todos menos Euríloco. Odisea se
entera y va a buscarlos. Recibe de parte de Hermes una planta para
curarlos. Se marchan de allí y van donde les ha ordenado Circe, a
los infiernos. Odisea cuenta a los reacios el viaje a los infiernos y Amigos de Ulises son convertidos
en cerdos.
los consejos que le dio Tiresias para que pudiesen salvarse, la gente
que allí vio…
También les cuenta como escapó de los cantos de las sirenas, de
Caribdis y de Escila. Relata como el Sol les castigó haciendo
naufragar el barco, muriendo todos menos Odisea, y de cómo
agarrado a un mástil llegó a la Isla de Calipso.
Asombrados Alcinoo y su corte amontona de regalos en su barco y embarcan a Itaca.
Llegan a Itaca y dejan a Odisea dormido en la playa. Cuando despierta, Atenea le explica como
tiene que matar a los pretendientes de Penélope, lo convierte en anciano y va a casa de Eumeo.
Atenea se presenta en sueños y le ordena que regrese a Itaca. Telémaco parte de Feres y de allí
llegan a Pilos donde Telémaco embarca hacia Itaca. Llega a casa de Eumeo y Telémaco le pide a
éste que vaya a avisar a Penélope de su llegada. Mientras Atenea devuelve a Odisea su aspecto
normal y es reconocido por su hijo.
Más tarde Odisea llega a palacio e intenta averiguar los sentimientos
de cada príncipe. Un mendigo pretende echarlo de allí y pelean, vence
Odisea y es felicitado por los pretendientes. Penélope se presenta
ante ellos que la colman de regalos y vuelve a sus habitaciones
mientras que los pretendientes celebran un banquete.
Después de irse los príncipes, Odiseo espera el momento de ir hablar
con Penélope. Cuando llega, Penélope recuenta como ha sido su vida
desde que se fue su marido, y éste le cuenta que él lo recibió.
Penélope no le cree y pide que se lo describa.
Penélope ordena que lo bañe y Euriclea lo reconoce Odiseo le pide que no lo diga, Penélope y
Ulises se venga de los príncipes.
él vuelven a hablar de cómo ella va a tener que casarse. A la vista de la imposibilidad del retraso
de la boda, ella propone por inspiración de Atenea que los príncipes demuestren su habilidad con el
arco y el vencedor se casará con ella. Los pretendientes aceptan y Telémaco pide participar y así
conservar a su madre, y al igual que los otros pretendientes no consigue vencer.
Antes de acabar la prueba Odiseo participa y resulta ganador. Los príncipes se sientes
amenazados y los príncipes los atacan descubriendo la identidad de los pretendientes. Matan a los
más valientes con la ayuda de los pastores que siempre les son fieles. Muertos los príncipes.
Odiseo decide castigar a las esclavas por su deslealtad.
Euríclea despierta a Penélope transmitiendo la vuelta de Odiseo y ella tras contarle durante
una noche sus padecimientos, va a ver a su padre acompañada de Telémaco, Alertes, que con gran
júbilo reconoce a su hijo.
El pueblo de Itaca se reúne y se ordena el entierro de los príncipes. El padre de Antinoo pide
venganza y el pueblo dividido se fracciona entre los de Alertes y los Antinoo. Alertes mata al
padre de Antinoo y Atenea consigue que el pueblo junto con Odiseo cese en su lucha y firma la
paz.

¿Sabías que Argos se


GLOSARIO muere al reconocer al

Alcinoó : Rey de Feacios


Odiseo?
Nausicaa : Hija del Alcinoó
Eumeo : Porquerizo de Itaca
Euriclea : Sirvienta de Odiseo
En el segundo libro de la Iliada cataloga el poeta las huestes contendientes, en el caso de los
griegos por los nombres de sus jefes principales y por el número de navíos que cada uno de ellos
llevaba. “A la muchedumbre no podría enumerarla ni nombrarla, aunque tuviera diez lenguas y diez
bocas”. La lista comprende 1 186 navíos, lo cual significa un mínimo de unos 60 000 hombres, cifra tan
digna de crédito como los 400 000 sarracenos de La Canción de Rolando. El mundo de Odiseo era
pequeño en lo que a número de gentes se refiere. No hay estadísticas ni modo alguno de hacer buenas
conjeturas; pero los poblados en ruinas de los arqueólogos de unas dos hectáreas de superficie,
juntamente a lo que se sabe de los siglos posteriores, no dejan duda alguna de que las poblaciones de
las comunidades individuales no pasaban de cuatro cifras, con frecuencia hasta de tres, y de que los
números que hay en los poemas, sean navíos o de rebaños, de esclavos o de nobles, no tienen realidad e
invariablemente son inexactos que otros permanecieron en sus hogares. Entre estos últimos estaba
Mentor, a cuya mirada vigilante confió Odiseo a su joven esposa, Penélope, que vino desde otras
tierras, y a su hijo único, el recién nacido Telémaco, cuando él mismo partió. Por espacio de veinte años
hubo un extraño hiato en la dirección política de Itaca. El padre de Odiseo, Alertes, no vuelve a ocupar
el trono a pesar de que todavía vive. Penélope no podía gobernar, por ser mujer. Mentor no era
guardián en ningún sentido legal; era simplemente una figura bienintencionada e ineficaz, y no ocupó el
cargo de regente.
Por espacio de diez años prevaleció una situación análoga en todo el mundo griego, mientras que
los reyes, con pocas excepciones, estaban en la guerra. Con la destrucción de Troyay el grandioso
regreso de los héroes a la patria, la vida recobró su marcha normal. Los reyes muertos fueron
reemplazados; algunos que volvieron, como Agamenón, cayeron en manos de usurpadores y asesinos; y
los demás volvieron a sus sedes de poder y a sus tareas. Más para Odiseo, el destino fue diferente.
Habiendo ofendido al dios Poseidón, tuvo que vagar por otros diez años antes de ser rescatado, en gran
parte por invención de Atenea, y de poder volver a Itaca. Fue esta segunda década la que dejó perplejo
a su pueblo. Nadie en toda la Hélade sabía qué había acaecido a Odiseo, sea que hubiese muerto en su
viaje de regreso desde Troya, sea que estuviera vivo en algún lugar del mundo exterior. Esta
incertidumbre estableció la base del segundo tema del poema, la historia de los pretendientes.
Nuevamente hay una dificultad con los números. No menos de 108 nobles, 56 de Itaca y de otras
islas gobernadas por Odiseo, y 52 de un reino de la vecina tierra continental, dice el poeta, estuvieron
haciendo la corte a Penélope. Ella se veía forzada a elegir entre ellos al sucesor de Odiseo. No fue
aquello un galanteo común, ni al estilo antiguo ni al moderno. Excepto que continuaban durmiendo en sus
propias casas, los pretendientes habían tomado plena posesión de la morada del ausente Odiseo y
estaban siempre comiendo y bebiendo a costa de sus vastos almacenes; “ni juntando veinte hombres la
[hacienda] suya pudieran igualar”, según decía el porquero Eumeo. Durante los tres años se defendió
Penélope mediante tácticas dilatorias, mas su poder de resistencia fue disminuyendo. El incesante
poder de resistencia fue disminuyendo. El incesante alboroto en la mansión, la certidumbre creciente
de que Odiseo no regresaría jamás, y la abierta amenaza de los pretendientes, hecha públicamente a
Telémaco, de que sus “bienes y riquezas serían devorados”, iban produciendo su efecto. Justamente
cuando Odiseo volvía disfrazado de mendigo vagabundo. Empleando toda su habilidad y su valor, así
como unpoco de magia, consiguió matar a los pretendientes y, mediante la intervención final de Atenea,
restableció su posición como jefe de su casa y como rey de Itaca.
En el extranjero, la vida de Odiseo fue una larga serie de luchas con brujas, gigantes y ninfas,
pero no hay nada de esto en la historia de Itaca. En la isla nos hallamos solamente frente a la sociedad
humana (incluyendo a Atenea omnipresente, desde luego; pero en cierto sentido los dioses griegos
siempre formaban parte de la sociedad humana, actuando a través de sueños, profecías, oráculos y
otro signos). Lo mismo ocurre en la Iliada. Para la historia de los pocos días que pasan entre el insulto
de Agamenón y la muerte de Héctor a manos de Aquiles, al igual que para la trama principal del tema de
Itaca, la nobleza aporta todos los caracteres. La Odisea presenta otras gentes de la isla; pero en gran
medida sólo como accesorios de la escena o como tipos sociales: Eumeo el porquero, la vieja nodriza
Euricleia, Femio el bardo, los anónimos “cortadores de carne” no nombrados, los marinos y doncellas y
diversos dependientes. La intención del poeta es clara: tanto en el campo de batalla como en la lucha
por el poder, que es el tema de Itaca, solamente los aristócratas desempeñan un papel.
Una profunda separación horizontal marcaba el mundo de los poemas homéricos. Encima de la línea
estaban los aristoi, literalmente “la mejor gente” los nobles hereditarios que poseían la mayor parte de
la riqueza y todo el poder, en la paz como en la guerra. Debajo estaban todos los demás, para los cuales
no había palabra técnica colectiva: eran la multitud. El abismo entre los dos raramente era salvado,
excepto por las inevitables incidentes de guerras e incursiones. La economía funcionaba de tal suerte
que la creación de nuevas fortunas, y por tanto de nuevos nobles, era completamente imposible. El
matrimonio estaba estrictamente limitado por la clase, de manera que la otra puerta que da paso al
avance social estaba asimismo firmemente cerrada.

¿Sabías que el número


de pretendientes de
Penélope era de 108
nobles?

IX

“Desde allí continuamos la navegación con ánimo afligido y


llegamos a la tierra de los cíclopes soberbios y sin ley; quienes
confiados en los dioses inmortales, no plantan árboles, ni labran
los campos, sino que todo les nace sin semilla y sin arado (trigo,
cebada, y, vides que producen vinos de unos grandes racimos) y
los hace crecer la lluvia enviada por Zeus. No tienen ágoras donde
se reúnan para deliberar; ni leyes tampoco, sino que viven en las
cumbres de los altos montes, dentro de excavadas cuevas; cada
cual impera sobre sus hijos y sus mueres y no se entrometen los
unos con los otros”.
Delante del puerto no muy cercano ni a gran distancia
tampoco de la región de los cíclopes, hay una islota poblada de
bosques, con una infinidad de cabras montesas, pues no las
ahuyenta el paso de hombre alguno, ni van allá los cazadores que
se fatigan recorriendo las selvas en las cumbres de las
montañas.
No se ven en ellas ni rebaños ni labradíos, sino que siempre el terreno está sin sembrar y sin arar,
carece de hombres y crían bastantes cabras. Pues los cíclopes no tienen naves de rojas proas, ni
poseen artífices que se as construyan de muchos bancos (como las que transportan mercancías en los
frecuentes viajes que los hombres efectúan por mar, yendo los unos en busca de los otros) los cuales
hubieran podido hacer que fuese muy poblada aquella isla que no es mala y daría a su tiempo frutos de
toda especie, porque tiene junto al espumoso mar, prados húmedos y tiernos y allí jamás la vid se
perdería. La parte interior es llana y labradera; y podrían segarse en la estación oportuna mieses
altísimas, por ser el suelo muy pingüe. Posee la isla un cómodo puerto, donde no se requieren amarras, ni
es necesario echar áncoras ni atar cuerdas; pues en aportando allí, se está salvo cuando se quiere,
hasta que el ánimo de los marineros les incita a partir y el viento sopla. En lo alto del puerto llena una
fuente de agua límpida, debajo de una cueva alrededor han crecido álamos. Allá pues nos llevaron las
naves y algún dios debió de guiarnos en aquella noche oscura en la que nada distinguíamos; pues la niebla
era cerrada alrededor de los bajeles, y la luna brillaba en el cielo, que cubrían los nubarrones. Nadie vio
con sus ojos la isla ni las ingentes olas que se quebraban en la tierra, hasta que las naves de muchas
bancas, hubiera abordado. Entonces amainamos todas las velas, saltamos a la orilla del mar y
entregándonos al sueño, aguardamos que amaneciera la divina aurora.
No bien se descubrió la hija de la mañana, la aurora de rosáceos dedos, anduvimos por la isla muy
admirados. En esto las ninfas, prole de Zeus que lleva la égida, levantaron montaraces cabras par que
comieran mis compañeros. Al instante tomamos de los bajeles los corvos arcos y los venablos de largas
puntas, no distribuimos en tres grupos, tiramos y muy presto una deidad nos facilitó abundante caza.
Doce eran las naves que me seguían y a cada una le correspondieron nueve cabras, apartándose diez
para mí solo, y ya todo el día, hasta la puesta del sol, estuvimos sentados comiendo carne en abundancia
y bebiendo dulce vino; que el rojo licor no faltaba en la nave, pues habíamos hecho una gran provisión
de ánforas al tomar la sagrada ciudad de los cícones. Estando allí echamos la vista a la tierra de los
cíclopes, que se hallaban cerca y divisamos el humo y oíamos las voces que ellos daban y los balidos de
las ovejas y de las cabras. Cuando al sol sobrevino la oscuridad, nos acostamos en la orilla del mar. Más
así que se descubrió la hija de la mañana, la aurora de rosáceos dedos los llame a junta y les dije estas
razones:
ODISEO: Quedaos, aquí!, mis fieles amigos, y yo con mi nave y mis compañeros iré allá y
procuraré averiguar que hombres son aquéllos; si son valientes, violentos, salvajes e incultos, u
hospitalarios; y temerosos de las deidades.
Cuando así hube hablado, subí a la nave y ordené a los compañeros que me siguieran y desataran
las amarras, ellos se embarcaron al instante y, sentándose por orden en los bancos, comenzaron a batir
con los remos el espumoso mar. Y tan luego como llegamos a dicha tierra, que estaba próxima, vimos en
uno de los extremos y casi tocando al mar una excelsa gruta, a la cual deban sombra algunos laureles:
en ella reposaban muchos atos de ovejas y de cabras, y en contorno había una alta cerca labrada con
piedras profundamente hundida, grandes pinos y encima de elevada copa. Allí moraba un varón
gigantesco, solitario, que entendía en apacentar rebaños, lejos de los demás hombres, sin tratarse con
nadie; y apartado de todos, ocupaba su ánimo en cosas inútiles. Era un monstruo horrible, y no se
asemejaba a los hombres que viven de pan, sino a una selvosa cima que entre altos mantos se
presentase aislada de las demás cumbres.
Entonces ordene a mis fieles compañeros que se quedasen a guardar la nave; escogí los doce
mejores y juntos echamos a andar, con un pellejo de cabra lleno de negro y dulce vino que me había
dado Marón.
Pronto llegamos a la gruta; mas no dimos con él, porque estaba apacentando pingües ovejas.
Entramos y nos pusimos a contemplar con admiración una por una todas las cosas: Había zarzos
cargados de quesos, los establos rebosaban de carneros y cabritos, hallándose encerrados
separadamente los mayores, medianos y los recentales, y goteaba el suero de todas las vasijas, tarros
y barreños, de que se servía para ordeñar. Los compañeros empezaron a suplicarme que nos
apoderásemos de quesos y nos fuéramos; y que luego sacando de los establos supuestamente los
cabritos y corderos y conduciéndolos a la velera nave surcáramos de nuevo el salobre mar, más yo no
me dejé persuadir (mucho mejor hubiera sido seguir su consejo), con el propósito de ver a aquél y
probar si me ofrecería los dones de la hospitalidad, pero su venida no había de serles grata a mis
compañeros.
Encendimos fuego, ofrecimos un sacrificio a los dioses, tomamos algunos quesos, comimos y le
aguardamos sentados en la gruta hasta que volvió con el ganado, traía una gran carga de leña seca para
preparar su comida y descargó dentro de la cueva con tal estruendo que nosotros llenos de temor nos
refugiamos apresuradamente en el hondo de la mina. Luego metió en el espacioso antro todas las
pingües ovejas que tenía que ordeñar, dejando en la puerta, dentro del recinto de altas paredes los
carneros y los bucos. Después cerró la puerta con un pedregón grande y pesado que llevó a pulso y que
no hubiese podido mover del suelo veintidós sólidos carros de cuatro ruedas. ¡Tan inmenso era el
peñasco que colocó en la entrada! Sentase enseguida, ordeñó las ovejas y las baladoras cabras, todo
como debe hacerse, y a cada una le puso su hijito a la hora, haciendo cuajar la blanca leche la amontonó
en canastillos de mimbre y vertió la restante en unos vasos para bebérselas y así le serviría de cena.
Acabada con prontitud tales faenas, encendió fuego, al vernos nos hizo estas preguntas:
POLIFEMO: ¡Oh forasteros! ¿quiénes sois? ¿de donde llegasteis navegando por húmedos caminos?
¿Venis por algún negocio o aventura como los piratas que divagan, exponiendo su vida y produciendo
daño a los hombres de extrañas tierras?
ODISEO: Somos aqueos a quienes extraviaron al salir de Troya, vientos de toda clase que nos
llevan por el gran abismo del mar. Deseosos de volver a nuestra patria llegamos aquí por otra ruta, por
otros caminos porque de tal suerte debió ordenarlo Zeus, cuya gloria es inmensa, debajo del cielo, y
venimos a abrazar tus rodillas por si quisieras presentarnos los dones de la hospitalidad o hacernos
otro regalo como es costumbre entre los huéspedes. Respeta, pues, a los dioses, varón excelente; que
nosotros somos ahora tus suplicantes. Y a suplicantes y forasteros los venga Zeus hospitalario el cual
acompaña a los venerados huéspedes. Así le hablé y respondióme enseguida con ánimo cruel:
POLIFEMO: ¡Oh forastero! Eres un simple o vienes de lejanas tierras cuando me exhortas temer
a los dioses y guardarme de su cólera que los cíclopes no se cuidan de Zeus que lleva la égida ni de los
bienaventurados númenes porque aún les ganan en ser poderosos; y yo no te perdonaría ni a ti a tus
compañeros por temor a la enemistad de Zeus, si mi ánimo me lo ordenase. Pero dime en qué sitio, al
venir dejaste la bien construida embarcación: si fue por ventura, en lo más apartado de la playa o par
un paraje cercano, a fin de que yo lo sepa.
Así dijo para tentarme, pero su intención no me pasó inadvertida a mí, que sé tanto, y de nuevo le
hablé con engañosas palabras.
ODISEO: Poseidón, que sacude la tierra, rompió mi nave llevándosela a un promontorio y
estrellándola contra las rocas en los confines de vuestra tierra, el viento que soplaba de frente se la
llevó y pude salvarme, junto con éstos, de una muerte terrible.
Así le dije. El cíclope con ánimo cruel no me dio respuesta, pero levantándose de súbito, echó mano
a los compañeros, agarró a dos y cual si fueran, cachorrillos los arrojó con tamaña violencia que el
encéfalo afluyó al suelo y mojó el piso. De contado despedazó los miembros, se aparejó una cena y se
puso a comer como montaraz león, no dejando ni los intestinos ni la carne ni los medulosos huesos.
Nosotros contemplábamos aquel horrible espectáculo con lágrimas en los ojos, alzando las manos a
Zeus; pues la desesperación se había enseñoreado de nuestro ánimo. El cíclope tan luego como hubo
llenado su vientre devorando carne humana y bebiendo encima leche sola, se acostó en la gruta
tendiéndose en medio de las ovejas.
Entonces formé en mi magnánimo corazón el propósito de acercarme a él y sacando la aguda
espada que colgaba de mi muslo, herir el pecho donde las entrañas rodean el hígado palpado
previamente; más otra consideración me contuvo. Habríamos en efecto parecido allí de espantosa
muerte, a causa de no poder apartar con nuestras manos el grave pedregón que el cíclope colocó en la
alta entrada. Y así dando suspiros aguardamos a que apareciera la divina aurora.
Polifermo
¡Qué mala
puntería que
tienes!

ACTIVIDAD

I. Contesta:

1. ¿Quién es Odiseo?

2. ¿Cuál es el nombre romano de Odiseo?

3. Actualmente donde podemos ubicar a Itaca.

II. Completa:

4. El tema de la Odisea es _____________________________

5. El Padre de Odiseo se llama _____________________________

6. La Odisea tiene _____________________________ versos

7. Vive en la Isla de Ogigia _____________________________

8. Rey de los Feacios _____________________________ y su hija

___________________________
III. Relacionar:

9. La Iliada ( ) La Odisea

10. Odiseo ( ) Hijo de Odiseo

11. Presenta 24 cantos ( ) Homero

12. Polifemo ( ) Cíclope

13. Telémaco ( ) Astucia

IV. Señale verdadero (V) o falso (F)

V F
14. La Iliada pertence a la especie ODA ( ) ( )

15. Penélope se casa con Antinoo ( ) ( )

16. Polifemo es hijo de Poseidón ( ) ( )

17. Eumeo y Argos simbolizan la fidelidad ( ) ( )

18. La madre de Odiseo es Afrodita ( ) ( )

V. Ubique los personajes de la Odisea:

 Odiseo A T W I Z E P O L E N E P
 Calipso O E K H O G H F O U A T O
 Minerva M L S T D W E E A M U Q S

 Polifemo E E J X Z D S V C Z S C E

 Penélope F M R N T I R U R B I X I
I A P Z D E U J S K C S D
 Telémaco
L C Q O N F L T N Y A E O
 Poseidón
O O M T U W I X A W A G N
 Nausicaa
P W M B L Ñ O S P I L A C

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