2-02 Hyman - 1981 - Introducción y Capítulo 1
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Una introducción marxista Una introducción marxista na
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En este libro, Richard Hyman presenta un enfo ¬
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control de los trabajadores sobre sus condicio
nes de trabajo, y como institución que al mis
mo tiempo se ve sometida a presiones exterio
res repercutidas bajo la forma de control sobre
los militantes de base.
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Richard Hyman es Senior Lecturer de Rela ¬
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Relaciones
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Una introducción marxista
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tel Indice
Prefacio 9
Introducció n II
1. ¿Qué son las relaciones industriales? 19
2. Estructura de los sindicatos 43
3. Pol ítica sindical y democracia sindical 79
4. El capital y las relaciones industriales 111
5. Ideología y estado 139
6. Organización y acció n de las bases sindicales 169
7. Conflicto y pacto: la dialéctica de las relaciones industriales 205
Gu ía de lecturas complementarias 225
Bibliograf ía 231
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PREFACIO
ft publicación.
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to (cuando proceda ) con la página, o páginas citadas En la Bibliograf ía se proporcionan detalles de la
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a los de Lenin , Luxemburgo , Trotsky, Lukács, Gramsci y muchos otros; a INTRODUCCION
las discusiones con muchos buenos camaradas a ¡o largo de la serie de
años que llevo dentro del movimiento socialista ; y a las lecciones de los
propios trabajadores comprometidos en la lucha. La mayor parte de ¡o que
sé acerca de las relaciones industriales en Gran Bretaña, me lo han
enseñado profesores, colegas, estudiantes y sindicalistas. Ya que en este
libro trato muchos puntos en los que tenemos mutuos desacuerdos , es opor¬
tuno que recuerde lo mucho que debo a Hugh Clegg , cuyos amplios conoci¬
mientos e inexorable ojo critico me han ayudado mucho a lo largo de los
años en la tarea de hacer más penetrantes mis planteamientos sobre cues¬
tiones controvertidas. Al escribir este libro me he beneficiado de las criti¬ .
cas de un buen número de colegas , muchos de los cuales no están de acuer ¬ i Hasta hace poco tiempo, las Relaciones Industriales, han sido general ¬
do con el argumento básico del mismo. mente consideradas como una de las á reas menos interesantes de la inves -
En la pretensión de desarrollar un enfoque marxista a nivel introducto¬ .
tigación social Hacía falta que ocurriera una importante crisis entre
rio, me he enfrentado con dos problemas que no estoy seguro de haber
resuelto satisfactoriamente. El primero es que el marxismo está lejos de
j — —
patronales y sindicatos y esto distaba de ser habitual para que la prensa
j y la televisión mostraran interés por el proceso de negociación colectiva,
ser algo monolítico; pero la mayor parte de las diferencias de interpreta¬ j Dejando aparte a las personas que desde un punto de vista profesional
ción y sutilezas de análisis, he tenido que omitirlas en este libro. El segun¬ 1
estaban implicadas en las relaciones industriales, los estudiosos serios del
do es conceptual. Las categorías que forman el marco habitual del análisis , tema eran pocos y aislados, y a menudo sus colegas académicos les con¬
académico y del discurso corriente ( y no sólo en relaciones industriales ), templaban con cierta perplejidad.
son a menudo superficiales, y no permiten la realización de análisis ade¬ En los últimos a ños esta situación ha cambiado, por varias razones,
cuados de los procesos y relaciones sociales fundamentales. Por esta algunas de las cuales se discutirá n más adelante. Los profesionales de las
raz ón, los marxistas han desarrollado unos conceptos y una terminología relaciones industriales sol ían quejarse de la falta de atención de los medios
que muchas veces resultan extraños e incluso incomprensibles para los no de comunicación hacia sus actividades, hoy tienden m ás bien a quejarse
iniciados. Dado que este libro tiene un nivel introductorio, he intentado de una atención excesiva. Las relaciones entre los sindicatos, los patronos
emplear el lenguaje corriente en la medida de¡lo posible ; y por esta razón,
algunos marxistas podrían acusarme de simplificación excesiva. La guia -
| y el Estado han sido elevadas al rango de cuestión político social funda
| mental. Han renacido los departamentos universitarios de relaciones
-
de lecturas complementarias al final del libro contiene material en el que
se tratan muchos de los temas referidos en el texto desde un planteamiento —
[ industriales. En cursos de sociología y economía a nivel de Licenciatura,
i Diploma o incluso en el Bachillerato-, se presta una atención creciente a
marxista más variado y avanzado. j I este tema. Este libro pretende proporcionar una introducción breve y fácil
Este libro puede llegar a ser superfluo dentro de poco: en primer lugar , de leer a las relaciones industriales para ese creciente n ú mero de estudian ¬
por el estímulo que puede representar para más y mejores obras marxistas tes. Al mismo tiempo, se dirige al lector en general , y particularmente a
sobre relaciones industriales; en segundo , y mucho más importante lugar , aquellos cuyas actividades en la fábrica, el taller o la oficina proporcionan
por la abolición de las «relaciones industriales» tal y como existen hoy a el objeto que otros analizan e investigan.
través de la lucha de la clase trabajadora. .
El objetivo de este libro es expl ícitamente teórico Quizá esta afirma¬
ción necesita una explicación, ya que « teor ía» es, en cierto modo, un tér¬
mino «sucio» en el Reino Unido. Los ingleses, escribió Tawney, «son
Conventry, febrero de 1975 : poco curiosos en torno a la teor ía, toman ios fundamentos como algo
10 ;
11
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1 '
s
j garantizado, y se interesan más por el estado de las carreteras que por su lentamente a pesar de la esplé ndida organización de los distintos sindica¬
jj localización en el mapa» (1961: 9). Contemplamos la teoría como un lujo tos» (1958: 652). Esto sigue siendo hoy verdadero en su mayor parte; y las
I
|
que se tolera a gentes sentadas en sillones o aisladas en torres de marfil, un
f lujo que los hombres prácticos no pueden permitirse. Pero una teoría no :
consecuencias, como se razona m ás adelante, pueden ser extremadamen-
te perjudiciales para el sindicalismo.
í I es algo divorciado de, o incluso opuesto a la acción ; sin teoría los hombres Incluso entre los analistas acad é micos de las relaciones industriales
f \ no pueden actuar, ya que una teoría es una manera de ver, de entender y existe una considerable renuencia a concentrarse expl ícitamente en la dis¬
j Vde planificar. El mundo real es tan complejo, comprende tantos fenóme¬ cusión teórica. La bibliografía proporciona un abundante conjunto de
nos, relaciones y acontecimientos, que ú nicamente limitando nuestro
campo de atención a unos cuantos aspectos e ignorando otros, podremos
detalles empíricos acerca de los sindicatos, las organizaciones empresaria
les, los sistemas de negociación, los procedimientos de determinación del -
comprenderlo. Generalizamos a partir de aquellos elementos de la vida .
salario, etc , pero el cuadro que emerge resulta tan complejo, que cual¬
social que conocemos, y buscamos interpretar y explicar lo desconocido a quier informe puramente empírico o descriptivo de las relaciones indus
la luz de estas generalizaciones. Hacemos predicciones acerca de la evolu ¬ ; tríales en Gran Breta ña es totalmente confuso para el estudiante La .
-
ción de los acontecimientos en el futuro, y a la luz de ellas elegimos un . mayor parte de la discusión teórica que se realiza, aparece centrada en
curso de acción en lugar de otro. En todos los casos, organizamos y selec¬ j áreas limitadas de este campo de estudio: el efecto de los sistemas de re-
cionamos sobre la base de algunos principios, de algú n marco analítico; y muneración en el desarrollo de los conflictos, por ejemplo, o los determi¬
es precisamente esto lo que quiere decir la palabra teoría. Aquellos que se nantes del crecimiento de las organizaciones sindicales. Sin embargo, los
glorian de su pragmatismo e insisten en que son inmunes a la teoría, son
simplemente inconscientes de sus propias preconcepciones y presuposi¬
i intentos de desarrollar
, ,
_
un marco teórico integrado y global para el an á lisis
de las relaciones industriales como un todo son comparativamente poco
ciones. Emplean la corazonada como método; el conjunto de sus ideas y frecuentes.JLos ensayos acerca de la teoría general de las relaciones indus¬
creencias, al estar formado por una serie de lugares comunes, no lo exa¬ triales, cuando existen , casi invariablemente se centran en la noción de
minan cr íticamente, simplemente lo consideran « mero sentido comú n » * . sistema de relaciones industriales, concepto éste que ha constituido una
Pero estos supuestos dados como válidos no son siempre la mejor base moda durante loTultimoTaños. He escrito este libro convencido de que
para la acció n , particularmente en un mundo que est á cambiando este enfoque teó rico dominante no es demasiado esclarecedor, y que de
constantemente y en el que las ideas tradicionales, por tanto, se vuel¬ hecho, distorsiona u oculta aspectos importantes de las relaciones indus
ven obsoletas. En contraste, la discusió n teó rica expl ícita y los argu ¬ ' tr íales ; igualmente creo que es posible establecer un marco teórico m ás-
mentos, que tratan de localizar acontecimientos individuales dentro satisfactorio. Por todo ello, el libro comienza con una discusión teórica de
de un contexto m ás amplio, pueden informar y aclarar la acción , con ¬ carácter general, la cual proporciona el contexto para los an álisis m ás
virtié ndose de este modo en una actividad altamente práctica. específicos que se realizan en los capítulos siguientes.
El recelo hacia la teorización abierta es particularmente frecuente en el El enfoque adoptado es explícitamente marxista. Esta definició n necesi-
campo de las relaciones industriales. Muchos directivos ante cualquier ta una cierta aclaració n . El uso que se hace de la noción del marxismo es,
punto del análisis teórico reaccionan con una crítica obvia e inmediata. a menudo, en un extremo impreciso y falto de contenido, o en el otro
Los sindicalistas, cualquiera que sean §us diferencias en otras cuestiones, extremo estrecho y dogm ático. Durante el medio siglo anterior a su muer¬
en su mayoría est á n de acuerdo en este aspecto. « La indiferencia hacia la te ocurrida en 1885, Marx escribió muchas páginas intentando proporcio¬
teoría » , escribió Engels hace un siglo, «es una de las razones principales nar un análisis global y una explicación de la vida social y econó mica. Se
que explica por qu é el movimiento de la clase obrera inglesa avanza tan trataba de una tarea monumental, y Marx fue capaz de terminar sólo una
parte del trabajo que había proyectado. No obstante, la potencia y convic¬
1 A menudo se
cita el comentario de Keynes: « Los hombres prácticos, que creen estar libres de ción de las teorías que Marx desarrolló, no solamente influyeron profun ¬
dectual , generalmente son esclavos de alg ú n economista difunti
toda influencia intelectual .
uto» (1936: 383) damente sobre sucesivas generaciones de pensadores, sino, lo que es más
12
13
i
I importante, movieron a los hombres a la acción. Con todo, al convertirse
el marxismo en' un movimiento, el término marxismo ha aparecido
A la hora de explicar el cambio social, la noción de contradicción es de
,
—
realidad trabajan juntos en la producción de bienes y servicios como
trabajadores manuales directos o indít'éctos, como técnicos, o realizando 4
—
otros trabajos de oficina sufren esta contradicción en una serie de for¬
mas variadas que será n analizadas en el capítulo siguiente. En consecuen¬
cia, ellos tienen un interés claro en crear nuevas estructuras de dirección
industrial y social que reflejen el carácter sociat-dé lá actividad econó mica
_ ,
.
1 ¿QUE SON LAS RELACIONES INDUSTRIALES?
crítica. Esta situación es malsana para el autor e in útil para el estudiante i Normas de distintas clases impregnan claramente el mundo del trabajo y
que se introduce en este campo. < empleo, y las Instituciones que idean y hacen efectiva esta red de nor¬
del
El enfoque é mpirista está lejos de ser universal entre los autores que mas son de importancia primordial para el estudio de las relaciones indus¬
tratan este tema ; unos cuantos se han preocupado verdaderamente de la triales. Pero definir su objeto exclusivamente en términos de normas es i
|teoría de una manera consciente, buscando un fundamento teórico expl í- demasiado restrictivo, y contiene desgraciadamente tonos valorativos. ;
' cito para sus estudios. El más conocido de estos tratadistas
es Dunlop,
cuya obra Industrial Relations Systems (1958) ha atraído considerable¬
Implica que la tarea de las relaciones industriales es lograr el manteni /
miento de la estabilidad y la normalidad en la industria. La atenció n se/
-
mente la atención en los ú ltimos a ños. El punto focal del an álisis de Dun
¬ centra en có mo se contiene y controla un conflicto, más que en los proce¬
lop es lo que é l denomina la red de normas que gobiernan el.centro de tra ¬ sos a través de los que se generan los desacuerdas y los conflictos. Desde
bajo y la colectividad laboral ; el carácter de estas reglas y la manera en esta perspectiva,<la cuestión de si la estructura de propiedad y control
que son formuladas, administradas y alteradas. Dunlop aplica este enfo¬ vigente en la industria es una fuente inevitable de conflicto se deja de
que para definir más claramente la noción dejústema de relaciones indus
fijajes, que había sido utilizada precisamente de manera vaga por otros
- lado, considerá ndola como externa al estudio de las relaciones industria¬
les, las cuales deben ocuparse exclusivamente de cómo los empresarios,
autores: « todo el conjunto de normas que gobiernan el centro de trabajo los sindicatos y otras instituciones hacen frente a tales conflictos De ah í
.
es... primordial para un sistema de relaciones industriales» (p 5). Dunlop
afirma que ha dado coherencia teórica a las relaciones industriales al defi¬
^
qué aceptar la definición de las relaciones industriales como la reglamen ¬
tación del trabajo es compartir el enfoque que hacen los sociólogos con ¬
nirlas como el estudio de « las reglas del sistema y su variación en el tiem¬ servadores del « problema del orden »: lo interesante es saber cómo se
po» (p. 383). estabilizan las pautas existentes de relación social, más que averiguar los
Este an álisis ha sido posteriormente desarrollado por Flanders, quien efectos que sobre ellas ocasionan los desafios a la estructura social imperante.
20 21
I
Esta tendencia conservadora aparece reforzada cuando sé emplea la redefinición pueden parecer obscuras, pero su significado quedará claro
( noció n de sistema de relaciones industriales para sugerir que ios procesos m ás adelante.
j act ú an en el sentido de mantener la estabilidad y el equilibrio; que las Esta discusión abstracta sobre los «sistemas de relaciones industriales»
/ diferentes instituciones y procedimientos son compatibles y presentan una puede parecer académica| , en el peor sentido de la palabra, a los no inicia¬
buena integración ; y que el conflicto por consiguiente, se autorresjlelve. dos. ¿Qu é tiene que ver todo esto con el mundo real de los jefes de taller,
Dunlóp se declara a favor de esta posición , con el argumento (que de nue¬ los directores de personal, los líderes sindicales, los portavoces de la CBI
vo refleja la influencia del pensamiento sociológico conservador), de que (Confederación de la Industria Brit á nica), y los ministros del gobierno?
las creencias y valores de los actores de las relaciones industriales consti ¬ Repitiendo la l í nea argumenta! de la introducción, el propósito de un
tuyen una fuente automática de orden. « Un sistema de relaciones indus¬ enfoque expl ícitamente teórico es proporcionar un marco dentro del cual
triales crea una ideología o un cuerpo de ideas y creencias ampliamente podamos organizar y comprender los complejos detalles del mundo real ; y
compartido con relación a la interacción y a los papeles de los actores, el el resto de este libro intenta demostrar có moT<definiendo las relaciones
cual ayuda a que los diferentes elementos del sistema permanezcan uni¬ industriales en términos de procedimientos de control , puede alcanzarse
dos... La ideolog ía de un sistema de relaciones industriales presenta una este objetivo de comprensión ?
estrecha relació n con la ideología de la sociedad industrial de la cual él
constituye un subsistema» (1958: 383, 18). Pero si el sistema de relaciones
^
Aunque antes será ú til que consideremos cómo Dunlop pretende unir
su noción de sistema de relaciones industriales al mundo real. El realiza
industriales es tan armonioso, y si los objetivos y valores de los que forman esta conexión caracterizando las relaciones industriales como la interac¬
¿
parte de él son tan sumamente concordantes por qué se producen con¬ ció n de tres grupos de actores dentro del sistema. Dunlop define así estos ,
victos laborales? Desde una perspectiva que*define las relaciones indus¬ actores: « una jerarqu ía de directivos y de sus representantes en las tareas i
triales exclusivamente en términos de reglamentació n del trabajo, esta de supervisión » , « una jerarqu ía de trabajadores (no directivos) y algunos (
pregunta no puede responderse?’
De aqu í se sigue que este enfoque del tema, por muy influyente que sea,
-
delegados», y «agencias del gobierno especializadas... en cuestiones relati >
vas a trabajadores, empresas y sus relaciones» (1958: 7 j. Dunlop sostiene (
es unilateral e inadecuado. La implicación de ello es doble. En primer que estos actores interact ú an dentro de un contexto determinado por fac- j
lugar, la noción de sistema de relaciones industriales como ya se indicó
—
en la Introducció n- tiene validez anal í tica en la medida en que incorpora J
tores tecnológicos, económicos y políticos, a la luz de su ideología dominante.
Aunque la definició n de Dunlop es en té rminos de directivos y trabaja¬
la existencia de procesos y fuerzas contradictorias, y a partir de aqu í con - dores, es significativo que gran parte de la discusión detallada que hace, sé
. sidera que tanto la estabilidad como la inestabilidad tienen igual transcen ¬ refiere principalmente a las organizaciones implicadas en las negociacio¬
dencia en cuanto ambas constituyen « resultados del sistema » . En segundo nes y que suscriben los convenios colectivos. A este respecto sigue un
lugar, y por consiguiente, la definición en términos de regulación del tra¬ enfoque tradicional en el estudio de las relaciones industriales. Al menos
bajo debemos de ampliarla para tener en cuenta los orígenes adem ás de hasta hace poco tiempo, la mayoría de los cursos y de los libros de texto se
las consecuencias del conflicto laboral. La definición adoptada en este centraban casi exclusivamente en las instituciones de las relaciones indus¬
f libróles la siguiente: las relaciones industriales estudian los procesos de triales: asociaciones empresariales y patronales, sindicatos y federaciones
control sobre las relaciones de trabajo y entre estos procesos revisten de sindicatos, órganos gubernamentales, Estas organizaciones tienen
í particular importancia aquellos que se refieren a la organización v acción obviamente gran importancia y merecen una atención detallada ^ ero el'^ >
^
\ colectivasdeJos trabajadoies. En este momento lasconsecuenciasdeesTa enfoque institucional orienta al estudiante exclusivamente hacia los aspec¬
tos formales u oficiales de las relaciones industriales: comités negociado¬
1
Esla definición incluye «la reglamentación del trabajo» corno caso particular. La reglamentació n
-«acción y efecto de reglamentar », esto es, de «sujetar a reglamento un instituto o una materia deter¬ res, procedimientos de negociació n y conflicto, convenios colectivos,!
minada», de acuerdo con el diccionario de la Academia- es simplemente una de las formas posibles estatutos de los sindicatos, la maquinaria de la intervención gubernamen ¬
.
de control en la industria tal. Esto da lugar a una peligrosa tendencia que concibe el objeto de estu-
22 23
7
de dos grupos de métodos y á reas de actividad separados.<És más apropiado hablar de un sistema de
( este tipo de contacto, ello es probablemente indicativo de la naturaleza
• liones importantes.
de su relación acerca de cues - relaciones industriales con aspectos formales e informales, que en parle son complementarios y en
' parte contradictorios.
7
24 25
el hecho de que ciertas relaciones estructuradas de una manera informal y
J citeólasn impersonal se comporta como un agente social, cuando son solamen-
poco precisa tend ían a cualificar, complementar o incluso contradecir las t personas quienes act ú an.
decisiones tomadas en el seno de las instituciones oficiales de á mbito A veces el té rmino «el sindicato» se utiliza para referirse a los distintos
.
nacional * La discusió n acad émica contemporá nea refleja igualmente una trabajadores que forman parte de la organización en cuestió n. Pero esto
toma de conciencia creciente de que muchos de los procedimientos de no es satisfactorio, ya que no es infrecuente que se adopten políticas o fir¬
control m ás importantes sobre las relaciones de trabajo no fluyen a través men acuerdos sin participació n de la masa de afiliados al sindicato. A la
de canales oficiales, institucionalizados; y que basar el estudio de las rela ¬ inversa, la noció n «el sindicato» se puede aplicar a las acciones o decisio ¬
ciones industriales exclusivaménte en los procedimientos y organizaciones nes de los portavoces oficiales del sindicato, representantes o líderes, o a
formales, equivale a imponerse unos l í mites inaceptablemente estrechos, las actividades de los miembros que ellos inician o aprueban . Pero esto
1Í La obra de Ciegg, System of tampoco puede satisfacernos, ya que si un sindicato no es simplemente la
Industrial Relations in Great Britain Q9 .0),
ejemplifica este tipo de enfoque: el libro comienza con una discusiJón suma de sus miembros, tampoco es nada más que una propiedad de sus
acerca del impacto de las relaciones informales en ios grupos de trabajo, I íderes ídentif ícar un sindicato con sus dirigentes implica que no es nece¬
<
haciendo é nfasis en la importancia de «la costumbre y la práctica » extrao¬ sario diferenciar a éstos del conjunto de los afiliados Pero a la inversa .
ficiales a la hora de controlar muchos aspectos de la organización del tra¬
bajo y del empleo. Esto supone un neto contraste con la obra de Flanders
— anticipando un planteamiento que se desarrollará en el Capítulo 3— Jas.
situaciones de los dirigentes sindicales difieren de manera significativa de
y Clegg del mismo t ítulo (1954), que adoptaba casi exclusivamente un las de los afiliados a quienes representan ; y esto da lugar a su vez a dife¬
planteamiento institucional. rencias en las actitudes, intereses, objetivos y concepciones de lo que es
(" El sindicalismo proporciona un buen ejemplo de cómo una aproxima ¬ bueno para los miembros y para «el sindicato» * .
ció n puramente institucional puede ser peligrosa y conducir a conclusio¬ Cualquier análisis de las relacionesjndustriales que tome como punto
nes erróneas. Es muy com ú n tropezar con afirmaciones como ésta: «el ji de partida los sindicatos y otras instituciones formales, dif ícilmente puede
sindicato ha llegado a un acuerdo con los empresarios» ; pero, ¿qué quiere í evitar el fracaso ante problemas como éste. Así que el enfoque adoptado
decir esto, en forma precisa?; un sindicato es en muchos aspectos una for¬ i en este libro es el de prestar atención no sólo a los sindicatos en cuanto
ma de organización muy peculiar. Su tarea más importante no supone la i organizaciones, sino tambié n a los trabajadores y sus problemas y aspira -
producción de bienes o servicios identificábles, sino más bien intentar ! j clones. Los que está n empleados en la industria o el comercio o la Admi -
influir sobre acciones y decisiones de otros: empresarios y legisladores,
por ejempíoTSólo u ña pá rté de la organización y actividad de un sindicato
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’ nistración Pú blica diseñan estrategias que les permitan satisfacer sus aspi
ración es o remediarlasTñ justicias a queest á n sometidos, y esas estrategias
-
está representada por empleados con plena dedicación que trabajan en i süpoñeñTaTmenos en parte, el Intento de controlar las relaciones de tra -
una oficina del sindicato; el sindigalismo «existe» en cualquier parte en I yj
~
/ hajo en las que está n implicados. La acció n del sindicato coñstituye a
gran parte del sistema product i vcTes de propiedad privada, que adem ás
rdenes y super¬
visió n constantes.
En casi todos los casos, algunas de las aspiraciones de los trabajadores
_
est á concentrada en un n ú mero muy pequeñade manos 8 ; que el beneficio
se pueden expresar fácil y claramente, mientras que en otros son
-los rendimientos econ ómicos que persiguen los propietarios- es la varia¬
ble clave que influye sobre la política de la empresa (tanto si la alta direc¬
y tal vez casi ni se identifican de una manera consciente. El confusas ción posee de hecho una participación financiera en la sociedad como si
modelo de
expectativas ante el trabajo que tiene la gente, tiende a verse no) ; y que el control sobre la producció n se ve reforzado hacia abajo por
el carácter de su profesión, su entorno social, y factores
afectado por
similar
amplio conjunto de influencias sociales configura igualmente estas es . Un agentes y funcionarios de los propietarios, que constituyen la direcció n 9.
expec¬ En la mayoría de los países, ciertamente, el Estado posee un sector cre¬
tativas. All í donde los hombres y las mujeres son estimulados -por ciente de la industria; pero casi siempre, la actuación de este sector sigue
medio
de valores culturales generales y de costosos y sofisticados medios de ¬
suasión de masas (como la publicidad en TV)- a desear todos per
los m ás i
|
<laboral
’ La, importanc ia relativa de los motivos económicos y no económicos como fuentes del conflicto
aparece tratada en Hyman 1972: cap. 5. y
modernos artículos de consumo, no es extra ñ o que con frecuencia se
ceda al salario la m ás alta prioridad , que muchos trabajadores parezca con¬ •En Gran Breta ña, encuestas realizadas al efecto, han demostrado que sólo el 4 por 100 de la po-
menos interesados por lo que les ocurre durante el horario de trabajo quen
, blación adulta posee acciones de sociedades industriales o comerciales, mientras que el I por ciento
posee el 81 por 100 de todas las acciones en manos de particulares. Alcanzando los beneficio
s brutos
por lo que sü actividad productiva les permite comprar fuera del un 20 por 100 aproximadamente de la renta nacional.
centro de 9 Algunos
autores han exagerado el significado del crecimiento de la dirección profesional, argu ¬
mentando que altera el carácter capitalista de la industria moderna. Para un examen de estas teor ,
ías
1
.
Para una discusión de algunas deesas cuestiones, ver Fox 1971 | ver Nichols 1969.
28
29
!
el modelo del capitalismo privado, tanto en términos de jerarqu ía de con ¬
lizació n inmediata se les declara superfiuos: in ú tiles, innecesarios, excesi ¬
trol como de mantenimiento del beneficio. (Se podría discutir si en Euro¬
vos con relación a las necesidades. A lo largo del tiempo en el que perma¬
—
—
pa del Este donde la propiedad de la industria por parte de! Estado es.
casi total se mantienen estas mismas características del capitalismo.
necen empleados, su estrecha esfera de utilidad domina su experiencia
Posiblemente ello ayudaría a explicar muchos aspectos de sus relaciones
-
laboral. Criterios utilitaristas pueden ordenar la ejecució n de tareas exce-
í sivamente agotadoras o degradantes, o tan monótonamente repetitivas
industriales. Pero esta es una cuestión demasiado amplia para tratar aqu í.) que eliminen cualquier posibilidad significativa de realizació n en el traba¬
Un medio capitalista tiene consecuencias con implicaciones importan ¬
jo. Las consecuencias atrofiadoras de la persecució n capitalista de un
tes para la naturaleza de las relaciones industriales. La fundamental es que
objetivo de «eficiencia » definido con estrechez, fueron expuestas con
,
el trabajo tiene la consideración de trabajo asalariado. Los empleos se amargura por Ruskin en el siglo pasado: « Hemos estudiado y perfeccio¬
negocian en el mercado de trabajo ; el futuro trabajador debe de encontrar
nado mucho recientemente ese gran invento de la civilizació n que es la di¬
un empresario que quiera pagarle un sueldo o salario a cambio de la utili¬ visió n del trabajo. Sólo que le hemos dado un nombre inadecuado. No es
zación de su técnica, conocimiento o esfuerzo f ísico. La capacidad para propiamente hablando el trabajo lo que se divide, sino los hombres, hom¬
trabajar es, por tanto, comprada y vendida, al igual que las frutas y las ver¬
bres divididos en meros segmentos de hombres, rotos en pequeños frag¬
duras (aunque a diferencia de las frutas y las verduras, los trabajadores .
pueden asociarse, y a veces resistir y luchar).
mentos y migajas de vida. .» (Clark 1964: 282-3). El mismo principio que
descompone tanto trabajo en tareas rutinarias y carentes de sentido, hace
Del hecho de que el trabajo sea tratado como una mercancía surgen que la dirección deba organizar y coordinar estas actividades fragmen¬
muchos de los conflictosfundaméhtá lés enla industria. Lossalarios y con ¬ tadas en un esfuerzo colectivo, dando órdenes e instrucciones y eliminan ¬
diciones que el trabajador busca de ú na manera natural como medio para do de paso cualquier oportunidad real de que la mayor parte de los
poder llevar una vida decente, son un coste para el empresario, que dismi ¬
empleados pueda controlar su propio trabajo. Las relaciones de amistad
nuye por tanto sus beneficios, y él, también de manera natural, resistirá la
entre los trabajadores se toleran sólo en la medida en‘que no obstruyan las
presión para conseguir mejoras. (Es cierto que los empresarios normal¬ prioridades utilitarias del beneficio. Lo mismo puede decirse de las medi¬
mente reconocen que son necesarios unos salarios y condiciones m ínimas das de protección contra los accidentes de trabajo y las enfermedades
para poder reclutar y retener la mano de obra, y para mantener la
profesionales: se estima que el trabajo en la industria britá nica mata a
« moral » , considerada esencial para estimular el que se trabaje con interés.
3.000 hombres y mujeres al año, y hiere a muchos miles más; pero los empre ¬
Pero esto da normalmente a los empresarios sólo un motivo limitado para sarios, a menudo, se resisten tenazmente a la puesta en práctica de las medidas
ser generosos.) Ya que el empresario tiene que considerar el trabajo como
que podrían reducir este horrible nú mero de víctimas (Kinnersly 1973).
un coste a minimizar, es interesante para él retener a un trabajador sólo si
le resulta beneficioso hacerlo. Esto significa que los empleos de los traba¬
-
La- estructura capitalista de la industria y del trabajo asalariado está í nti
jadores está n siempre a merced de las oscilaciones económicas o tecnoló ¬
í mamente relacionada con el modelo de división en clases de la sociedad.
gicas. Si se produce un descenso en la demanda de los bienes o servicios 1
' La riqueza está muy concentrada en Gran Bretañ a: el 5 por 100 de la
• població n posee bastante m ás de la mitad de la riqueza total. Los ingresos
producidos, o si surgen nuevas técnicas que permiten que los mismos pue¬ son desiguales en grado similar. En 1974, la mitad de los adultos en Gran
dan ser producidos de manera m ás barata y beneficiosa, habrá hombres y Breta ñ a ganaban 37 libras o menos antes de impuestos, y la cuarta parte
mujeres que pierdan su empleo.
—
menos de 27 libras sólo un poco más de la que se considera oficialmente
Dentro de la industria capitalista, los trabajadores son tratados m ás
como factores de producción deshumanizados que como hombres y
— —
« l í nea de la pobreza » para una familia media . Las mujeres predomina¬
ban entre los perceptores de bajos salarios en media ganaban poco más
mujeres con sus propias necesidades y aspiraciones. Su educació n e ins¬
trucció n a menudo está dedicada primordialmente a convertirles en algo
útil, en un campo restringido, para el empresario. En ausencia de una uti
—
de la mitad de lo que ganaban los hombres . La desigualdad se manifiesta
en la diferencia entre trabajadores manuales y no manuales: los primeros
- ganaban en media 42 libras, los segundos 54 libras; y la diferencia sería
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a ú n mayor si considerá ramos el hecho de que las personas dedicadas a estructura de la desigualdad ante las presiones para su reforma, su carác¬
ocupaciones manuales trabajan en promedio ocho horas por semana m ás ter autoperpetuante ln. (Este punto tiene consecuencias en la apreciación
que los empleados de oficinas. Por otra parte, este ú ltimo grupo est á lejos del papel del Estado en la sociedad capitalista, y en particular del signifi¬
de ser homogé neo: los trabajadores dedicados a tareas administrativas y cado de la propiedad estatal y de su intervención en la vida econó mica ;
técnicas de rutina reciben poco m ás, o incluso menos, que el trabajador aspectos éstos que se examinan m ás adelante, en el capí tulo 5.) w
manual medio. Son los altos directivos y los profesionales quienes disfru ¬ ‘C Hechos como éstos constituyen el fondo del razonamiento marxista /
tan de sueldos de cinco, e incluso seis cifras*; y este mismo grupo social Aacerca de la divisió n en clases de las sociedades capitalistas. El grueso de P
recibe a veces ingresos no ganados a ú n mayores. [jj.a población ño posee propiedades importantes, y para ganarse la vida '
Las diferencias salariales aparecen í ntimamente ligadas a otras desi ¬ de.ben vender su propia capacidad de trabajo. El salario o el sueldo que
gualdades laborales. Los perceptores de m ás altos salarios normalmente perciben son bastante más peque ños que el total de la riqueza que produ ¬
disfrutan de condiciones de trabajo agradables, horario flexible, largas cen colectivamente. El excedente pasa a manos de la pequeña minoría
vacaciones, abundantes pensiones y subsidios de enfermedad, empleo que ostenta la propiedad de los medios de producción ; ú na parte la rein¬
seguro. Los peor pagados a menudo están expuestos de modo particular a vierten a fin de lograr beneficios en el futuro, utilizan el resto para su grati ¬
accidentes y enfermedades y a inseguridad en las retribuciones y en el ficación personal. El control que esta minoría ejerce sobre el sistema pro¬
empleo, tienen los horarios de trabajo m ás largos, muchas veces tienen ductivo necesariamente conlleva el control sobre las personas a quienes
que trabajar a turno y en horas poco convenientes, y generalmente disfru ¬ / emplean . Por tanto, existen dos agrupaciones o clases
I tales. Por una parte, los que trabajan en variedad de ocupaciones manua--
sociales fundamen
tan de pocas ventajas supletorias. Normalmente también tienen que fichar
al entrar y salir del centro de trabajo y est á n sometidos a un conjunto de I les, en puestos administrativos, como técnicos o en posiciones de supervi ¬
reglas y condiciones que subrayan su posición inferior. La relación entre sión secundarias: hombres y mujeres que realizan una obvia contribución
las jerarqu ías salariales y de control es muy estrecha: en general, los traba¬ a la producción , que no se refleja adecuadamente en su salario y condicio¬
jos con menor autonom ía formal , en las posiciones m ás subordinadas, nes. (Cuando los marxistas utilizan la noció n de «clase obrera » , se refieren
I reciben los ingresos m ás bajos. A medida que aumenta el grado de control al
j conjunto de esta categoría , y no exclusivamente a los trabajadores
_
jsobre los sybprdinados, y que disminuye la supervisión estrecha del jefe, j manuales y sus familias.) Por otra parte, está n aquellos cuyas propiedades
normalmente los ingresos orecen . En el l í mite, los que son suficientemente les permiten vivir del trabajo de losdemásTyToTnivelesaltos de dirección ,
ricos como para vivir confortablemente de sus rentas no ganadas, pueden que, tanto si poseen importantes intereses como accionistas de las socie¬
'
elegir un trabajo (en el caso de que decidan trabajar algo), en el que no dades que controlan, como si no, se pagan a sí mismos sueldos que exce¬
exista subordinación de ninguna clase. den con mucho la contribución que puedan hacer al proceso productivo.
Las desigualdades económicas impregnan el resto de la vida social. El (Existen también grupos sociales marginales que no pueden encuadrarse
nivel de mgresordelme Tas tosibilidades generalestlé calidad de vida de
^ en ninguna de estás dos categorías; pero éstos, no alteran excesivamente
'
una familia , dando lugar a empobrecimiento o enriquecimiento material y el cuadro descrito “ .) Entre estas dos clases existe un conflicto de intere-
cultural. La salud y la esperanza de vida varían directamente con los 1 ses radical, que impregna todo loqueocurre en ¡as relaciones industr í alas
ingresos y la posición en la pirá mide profesional . Los hijos de los ricos dis¬
frutan de privilegios en la educació n , y por ello est á n en buena situació n
—
\ A los ojos de la ley y de muchos defensores del sistema económico
para tener el mismo éxito profesional que sus padres. La influencia políti¬ 19 Este punto se desarrolla con mayor detalle en Hyman 1974 a. Ver tambié n Field 1974.
ca ejercida por los poderosos del dinero y de la industria es desproporcio¬ " Grupos extraindustriales como los pequeñ os propietarios agrícolas, los profesionales indepen ¬
nadamente grande, lo cual ayuda a explicar la resistencia que muestra la dientes o los peque os
ñ comerciantes quedan al margen de la estructura de clases básica. Dentro de la
industria, la posición de los directivos medios es ambivalente: algunos está n cerca del poder de deci¬
sión de la alta dirección, y tal vez pretendan conseguirlo con el tiempo; otros apenas tienen más auto¬
.
* N del T. En libras, naturalmente. nom ía que un capataz normal.
32 33
i
L
’
empresario son enormes, es al mismo tiempo dependiente de una fuerza A menudo se distinguen dos aspectos del poder, a los que nos podemos
de trabajo. Los sociólogos han sostenido que incluso instituciones como referir como el « poder para» y el « poder sobre ». En el primer caso,
posible concebir eTpoder principalrngote cgmo un recurso utilizado
es
las cá rceles o los manicomios pueden funcionar con eficacia sólo si los -
servicio de intereses colectivos. Un grupo de labradores, por ejemplo, pue
al
den asociarse para compartir el uso de un tractor, comprar semillas y abo-
internos est á n preparados para consentir y cooperar en alguna medida. En
} nos en grandes cantidades obteniendo descuentos, racionalizar el tama ño-
las organizaciones productivas, la necesidad de compromiso e iniciativa
por parte de los empleados es inmensamente mayor . Cuanto más sofisti ¬
cado técnicamente es el proceso productivo, o más estrat égicas son las de sus explotaciones e introducir algú n tipo de especialización en lo que
funciones de los trabajadores, tanto más vulnerable es el empresario ante cada uno produce , y para comercializar sus productos de modo cooperati
¬
'i acciones hostiles de tos mismos. De aqu í que en todos los.centros de tra¬ vo. Podemos decir que, de este modo, han aumentado su poder ,
sobre el entorno natural como sobre el mercado; todos los miembros
tanto
bajo exista una frontera invisible de control que reduce algunos de los
poderes formales del empresario: una frontera que se define y redefine a grupo pueden producir y ganar m ás; su aumento de poder se utiliza del
beneficio de todos. Pero cuando existen relaciones de ennfiirtn , el pnrW
en
través de un proceso continuo de presió n y reacción , conflicto y adapta ¬
v generalmente lo ejerce un individuo o un grupo sobre otros
ció n , lucha abierta y t ácita.
( empleador se funda7efTeFectó, éñ la sumisión délos emplead. os
”
El poder del
j Una incesante lucha por el poder es por consiguiente un fenómeno fun¬ bajadores pueden imponer su propio control , solamente a expensas
; y ios tra¬
damental de las relaciones industriales. Los sociólogos destacan la noción del
del poder por los problemas analíticos y empí ricos asociados a ella n. En empresario. En la sociedad capitalista, a causa de los múltiples conflictos de
intereses que existen, las relaciones de poder son generalmente de esta clase u
este libro el concepto tiene un significado preciso: la capacidad de un indí - .
15 Para una discusi ó n provechosa sobre algunos de eslos problemas, ver Lukes 1974.
14
Por esta razón, se mencionó antes el ejemplo, algo extra ,
un ejemplo similar dentro de la linea central de evolució n de laño de los labradores. Es dif ícil encontrar
sociedad capitalista.
36
37
i
/ Incluso cuando unos cuantos individuos sg JtóocijpT para aumentar su econ ómico del sindicalismo. Ya que la aptitud del hombre para trabajar
\ poder colectivo («poder~para»), esta asociación va normalmente dirigi- es, en el capitalismo, tratada como una mercancía, él argumentó que su
( da hacia una relació n de conflicto con un tercero ( « poder sobre» ) 15. Los precio se determina , como el de cualquier otra mercancía , por medio de
L sindicatos)constituyen un ejemplo obvio: los trabajadores desarrollan su ias fuerzas de mercado: específicamente, depende de los costes de pro¬
I poder colectivo precisamente para contrarrestar el poder aú n mayor del ducció n.
empresario.
Ya que los intereses de empresarios y trabajadores está n en conflicto de Los salarios aumentarán y disminuirán de acuerdo con la relación entre
una manera tan radical y sistemá tica , las relaciones de poder entre ellos oferta y demanda , - de acuerdo con el giro que tome la competencia entre los
son tambié n necesariamente conflictivas. La frontera de control en un compradores de la fuerza de trabajo, los capitalistas y los vendedores de ia
momento determinado representa un compromiso insatisfactorio para fuerza de trabajo, los trabajadores. Las fluctuaciones en los salarios se corres¬
ambas partes, y podemos esperar que se realicen intentos para modificar ponden en general con fluctuaciones en los precios de los bienes . Dentro de
esta frontera siempre que una de las dos partes piense que las circunstan ¬ estas variaciones, sin embargo, el precio del trabajo se determinará con el cos¬
cias est á n a su favor. El conflicto y el cambio son por tanto inseparables to de producció n . .. ¿Qué es entonces el coste de producción de la fuerza de
trabajo? Es el coste en que se incurre para mantener al trabajador como tal
de las relaciones industriales. trabajador y para convertirle en trabajador ( 1958: 88).
El conflicto en la industria convencionalmente aparece centrado en la
distribución de lo producido, en el nivel de sueldos y salarios. El grueso de
las negociaciones formales se refiere a cuestiones salariales, y esta misma Sin embargo, Marx negó la existencia de una «ley de bronce de los sala ¬
preponderancia aparece reflejada en las estad ísticas de causas de conflic¬ rios» que har ía infructuosa la acció n sindical 17. El insistió en que el nivel
de salarios era ú nicamente determinado por la continua lucha entre capi ¬
tos. Esto era de esperar, ya que como se sugirió anteriormente, fuertes
tal y trabajo, el capitalista tiende constantemente a reducir los salarios
presiones sociales animan a los trabajadores a expresar sus quejas y aspira¬
ciones en términos económicos, más que en forma de demandas de con ¬ al m í nimo de subsistencia, mientras que el trabajador presiona constante¬
trol y creatividad en el trabajo (aunque claro est á, a veces tales demandas mente en la direcció n opuesta » (1958: 443). El sindicalismo proporciona
una cierta protección, e incluso un medio de avance ; no obstante, «en la
son expresadas abiertamente). Los procedimientos institucionales de las acción meramente económica el capital es la parte más fuerte» (p. 444).
relaciones industriales refuerzan estas previsiones: los aumentos salariales
se negocian en seguida , ya que proporcionan un amplio espectro de posi¬ Adem ás, Marx creyó que el desarrollo industrial aumentar ía el desequili ¬
bilidades de negociación y compromiso; mientras que las peticiones no brio: la mecanización crear ía una creciente masa de desempleados que
salariales implican a menudo cuestiones de principio en las que el com¬ minar ía la fuerza del sindicato 18.
promiso es mucho más dif ícil. Los negociadores sindicales, enfrentados al A primera vista, la negociación salarial contemporá nea es inexplicable
poder del capital, se encuentran normalmente mucho más a gusto tratan ¬ en tales términos. Con todo, el análisis marxista contin úa siendo posible,
do de conseguir peticiones que ofrezcan perspectivas razonables de solu ¬
ción pacífica; de ah í que hasta las propias organizaciones de los trabajado¬ " El concepto de «ley de bronce», introducido por el socialista alemán Lassalle, fue criticado con
dureza por Marx. Sin embargo, y de modo sorprendente, algunos «entendidos» le atribuyen la pater
res refuercen el sesgo hacia los aspectos salariales ,s. nidad de esta absurda doctrina. ¬
¿Qué influencia pueden ejercer los trabajadores colectivamente sobre “ Una tesis mencionada a veces por Marx predecía la progresiva depauperación de la clase obrera
a medida que el capitalismo se desarrollara: su significado ha sido debatido con calor desde
el nivel de salarios? Marx nos previno contra la exageración del impacto A veces, Marx verdaderamente hizo la previsión un descenso real en los salarios, ya que supuso
entonces.
>» Esto es en parte verdadero incluso en el caso del colectivo de labradores: en la medida en que su
extensión de la mecanización expandiría continuamente el «ejé rcito de reserva de los paradosque ». En
la
otras ocasiones supuso que.el crecimiento de la productividad permitir ía que los
salarios
objetivo es aumentar su poder de mercado y ello se logra a expensas del que poseen otros participan ¬ pero que la mencionada depauperación consistir ía en una explotació n m ás intensiva del aumentaran,
tes en el mercado. trabajo ( pre¬
dicción que no ha resultado equivocada). Algunas veces sugirió tambié n que otros cambios
sociales
“ Para una exposición detallada de este sesgo, ver Hyman 1972 cap. 5. .
podrían contrarrestar la « ley » de la depauperación
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r
una vez que tengamos en cuenta los cambios en el contexto ocurridos des¬ una concepció n clara de los estilos de vida de otros estratos sociales, y sus
de la época en que escribió Marx , El «ejército de reserva de los parados» , ideas acerca de los niveles de vida tolerables se ven necesariamente afec¬
aunque histó ricamente constituye una importante fuente de debilidad del tadas. De ello resulta naturalmente una presió n al alza de los salarios.
movimiento obrero, ha tenido una significació n mucho menor durante las Este mismo factor ayuda a explicar las diferencias entre los ingresos de
tres ú ltimas décadas (por razones que se examinará n en un capítulo poste¬
rior). De este modo las organizaciones sindicales son inmensamente m ás
—
los diferentes grupos profesionales diferencias que muestran una consi ¬
derable estabilidad histórica, y que a menudo son el origen de conflictos
fuertes y m ás grandes que cuando Marx escribió: con relación a la fuerza industr í ales- Marx observó que «ya que los costes de producció n de
de trabajo, la sindicació n probablemente se ha multiplicado por más de fuerzas de trabajo de distintas calidades difieren, así tambié n deben diferir
diez. La competencia entre trabajadores ya no fuerza ios salarios a la baja los valores de las fuerzas de trabajo empleadas en distintas ocupaciones»
como ocurría en el siglo XIX ; más bien , las fuerzas de la oferta y la (1958: 426). Puesto que Marx estaba interesado en los salarios en general
demanda aparecen mediatizadas por una abierta relación de poder entre más que en los de ocupaciones específicas, no prosiguió el estudio en
el capital monopolista y el « monopolio laboral » que constituyen los sindi ¬ detalle de esta cuestión ; supuso (como muchos economistas modernos)
catos. Adicionalmente, la inflación de precios proporciona una base para que las diferencias salariales eran ampliamente atribuibles a diferencias en
ejercer con éxito presión en demanda de salarios m ás altos; aunque, por lo las cualificaciones y por tanto en los costes de formació n . Sin embargo, las
mismo, no son fácilmente conseguibles aumentos significativos en los sala¬ variaciones en «el nivel de vida tradicional» influyen claramente tanto
.
rios reales sobre los niveles salariales absolutos como sobre los relativos Como se .
Tambié n de importancia clave es un factor reconocido por Marx, pero observó durante el siglo XIX, los « niveles acostumbrados de gasto» apa¬
que no ha sido analizado sistemáticamente. «A diferencia... de otros bie¬ recen asociados con diferentes estratos profesionales; y éstos son, «dentro
nes, entra en la determinación del valor de la mano de obra un elemento de un determinado intervalo de variación, reconocidos tanto por los
hist ó rico y moral » (1959: 171). El mantenimiento de un trabajador o traba ¬ empleadores como por los empleados» (Webb y Webb 1897: 332). Existe,
jadora y su familia no depend ía exclusivamente de las necesidades de sub ¬ en efecto, una jerarqu ía social de ocupaciones, con unas ideas amplia¬
sistencia f ísica: «adem ás de este elemento meramente f ísico, el valor del mente aceptadas de niveles de vida (y por tanto de niveles de ingresos)
trabajo aparece determinado en cada país por un cierto nivel de vida tradi¬ apropiados para cada una. Se ha argumentado con frecuencia que tales
cional. No se trata simplemente de una mera vida f ísica, sino de la satis¬ ideologías de valoración profesional ejercen una influencia considerable
facción de ciertas necesidades surgidas de las condiciones sociales en las en los procedimientos de determinación de sueldos y salarios (ya que afec¬
que viven y se desarrollan las personas» (1958: 442). En otra parte Marx tan tanto a lo que los trabajadores está n preparados a aceptar como a lo
escribió que «el rápido crecimiento del capital productivo ocasiona un que los empresarios consideran razonable conceder). Estas legitimaciones
crecimiento igualmente rápido de la riqueza, el lujo, las necesidades socia¬ de las diferencias de ingresos, a su vez, aparecen íntimamente engranadas
les, las diversiones sociales... Nuestros deseos y placeres nacen de la socie¬ con toda la estructura de desigualdad entre las clases y la distribución de
dad ; los medimos, por consiguiente, en relación con la sociedad y no por poder social que ésta incorpora. Procesos de poder, prestigio e ideología
los objetos que sirven para su satisfacción . Ya que son de naturaleza ! interact ú an de este modo íntimamente en el mercado de trabajo ,9.
social , son de naturaleza relativa (1958: 94). Este análisis (que incorpora la Todo lo anterior sirve para indicar que el mercado de trabajo es algo
noción de lo que los modernos sociólogos denominan « privación relati¬ m ás que un foro en el que se desarrollan procesos estrictamente econ ómi ¬
va » ) es extraordinariamente apropiado para explicar las tendencias en los cos de oferta y demanda: en él aparecen implicadas relaciones de poder y
salarios habidas desde que Marx escribió su obra. Ya que el nivel general control. (Esto fue evidente para Marx: insistió en que el mercado era un
de la producción ha aumentado, las definiciones convencionales del sala ¬ mecanismo de poder, pero el carácter aparentemente «impersonal » del
rio de subsistencia han crecido concordantemente. Además, los modernos
medios de comunicación han posibilitado que los trabajadores tengan hoy '* Este punto se desarrolla con mayordetalle en Hyman y Brough 1975.
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f
mecanismo de los precios enmascaraba este hecho.) Por esta razó n , las
negociaciones de sueldos y salarios pueden comprenderse apropiadamen ¬ :
te dentro del marco analítico desarrollado m ás arriba. i
¡ 2. ESTRUCTURA DE LOS SINDICATOS
CONCLUSION
¡ -factores que configuran inevitablemente el carácter de las relaciones El tema principal del capítulo anterior indica por qué la acció n colectiva
de los trabajadores ocupa un lugar central en el estudio de las relaciones
entre empresarios, trabadores y sus organizaciones-. En segundo lugar,
el énfasis en las instituciones conlleva un peligro densificació n: se con- industriales. Hemos definido la materia en términos de procesos de
control sobre las relaciones de trabajo; pero en la b úsqueda del ejercicio
£ f vierte en algo sencillo ignorar a los hombres y mujeres reales, activos,
vV* cuyas actividades son las relaciones industriales / Por ú ltir&o, la noci
/
I del control sobre sus ocupaciones, sus condiciones de empleo y sus prácti¬
ón de cas de trabajo cotidianas, los trabajadores entran inevitablemente en con ¬
) regulación encubre el carácter central que tienen el poder, el conflicto y
. p
( lá inestabilidad en los procesos de relaciones industriales. flicto con los fines e intereses de sus empleadores. Dado que el poder
i¡ —
La definició n adoptada en este libro en té rminos de procesos de con-
i trol sobre las relaciones de trabajo- evita estas dificultades. Proporciona
—
econ ómico del capital reforzado por una serie de sanciones legales- es
tan grande, el grado de control que los trabajadores en tanto que indivi¬
í un criterio para excluir del campo de estudio de las relaciones «meramen- duos pueden ejercer es extremadamente limitado. Sólo cuando se asocian
|
j
te personales» en la industria mientras que incluye esos procesos informa- actuando conjuntamente, pueden comenzar a poner en peligro seriamen ¬
j
1 les de control que tratadistas recientes de relaciones industriales se han te la dominació n del empresario.
visto obligados á tener en cuenta. Subraya la fluidez del proceso de con¬
.
La organización en sindicatos es la base más obvia de tal actuación
trol; una relació n continua y cambiante que nunca puede ser inmovilizada com ú n . Engels, colaborador de Marx a lo largo de toda su vida, percibió
eficazmente étTuha norma formal. Y finalmente, ayuda a indicar que la la transcendencia de las formas primitivas de. acción colectiva utilizadas
1
.
fcóñ tiñüáTélaciÓn dé coniTictóTabierto o soterrado resulta de un conflicto
de intereses en la industria y la sociedad el cual est á íntimamente ligado a
por los trabajadores britá nicos en la década 1840-49.
j la operación de tendencias contradictoíiasen ei sistema económico capí - Lo que proporciona a estos sindicatos y a las huelgas que surgen de ellos un
| talista. Estos argumentos explican ei alcance propio de este libro, que bus¬ significado real es el hecho de que constituyen el primer intento de abolir la
competencia entre los trabajadores. Suponen el reconocimiento del hecho de
ca proporcionar no el estrecho aná lisis institucional de «regulación de tra¬
bajo» que puede encontrarse en otra parte, sino una economía política de que la supremac ía de la burguesía está totalmente basada en la competencia
de los trabajadores entre ellos, esto es, en su falta de cohesión . Y precisamente
las relaciones industriales. porque los sindicatos se orientan contra el nervio vital del orden social actual ,
por muy unilateralmente o por muy estrecho que sea el modo en que lo hagan
son tan peligrosos para este orden social . Los trabajadores no pueden atacar a
la burguesía, y con ella a todo el orden existente en la sociedad, en un punto
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