Práctica 12 Tensión Arterial y Diuresis Fisiología Uaz
Práctica 12 Tensión Arterial y Diuresis Fisiología Uaz
Práctica 12 Tensión Arterial y Diuresis Fisiología Uaz
NOMBRE DE LA PRÁCTICA:
FISIOLOGÍA RENAL Y PRESIÓN ARTERIAL (actividad de integración)
PRACTICA 12:
Alumno: Mario Ulises Talavera Oyarzabal
2E
La sangre fluye unidireccionalmente desde sitios con mayor presión cercanos al sitio de eyección
(ventrículo izquierdo) a sitios más alejados del sitio de eyección del corazón con menor presión
sanguínea. La presión sanguínea disminuye conforme aumenta la distancia del ventrículo. La
sístole ventricular aumenta la presión para que la diferencia de presiones entre el punto inicial del
circuito (la salida del ventrículo) y el punto final (las aurículas) sea suficiente para generar un
adecuado flujo sanguíneo a pesar de la resistencia que oponen los vasos sanguíneos. Las arterias
tienen un papel muy importante en generar un flujo constante a pesar de que el corazón se
contrae de forma intermitente, los vasos sanguíneos poseen gran elasticidad, lo que les permite
funcionar como reservorios de la presión generada durante la sístole y al regresar a su diámetro
original mantienen una elevada presión sobre la sangre, a pesar de que la diástole ventricular esté
en turno.
La presión en las arterias varía con cada fase del ciclo cardiaco con valor máximo durante la sístole,
donde en función normal alcanza casi 120 mmHg (presión sistólica) y su valor mínimo durante la
diástole, valor aproximado de 80 mmHg (presión diastólica). La diferencia entre ambos valores se
establece como la presión de pulso. La presión de pulso es directamente proporcional al volumen
latido (el volumen expulsado por el ventrículo con cada sístole), e inversamente proporcional a la
distensibilidad de las arterias (que se acomodan para alojar un mayor volumen de sangre).
Se observan bajas presiones de pulso durante pérdidas de sangre, casos de insuficiencia cardiaca
congestiva, casos de obstrucción de flujo sanguíneo en el corazón o en casos de estenosis aórtica.
Asimismo, se encuentran casos de una mayor presión de pulso en casos de aterosclerosis o en
insuficiencia aórtica.
La presión arterial media (PAM) convierte matemáticamente una presión pulsátil (sistólica y
diastólica) en una presión continua que determina la velocidad promedio del flujo sanguíneo desde
el comienzo del circuito (VI) al final del mismo. Se considera que este parámetro refleja refleja la
perfusión que reciben los diferentes órganos. Se considera que una PAM mayor a 60 mmHg es
suficiente para mantener los órganos de la persona promedio bien irrigados Si la PAM cae de
este valor por un tiempo considerable, el órgano blanco no recibirá el suficiente riego sanguíneo y
se volverá isquémico.
La presión arterial media (PAM) está determinada por el gasto cardíaco (GC), la resistencia
vascular periférica (RVP) y la presión venosa central (PVC). La fórmula que relaciona estos
conceptos es: PAM = (GC x RVP) + PVC, Dado que la PVC es aproximadamente 0, la fórmula
queda: PAM ≈ (GC x RVP) Por lo qué cambios en el gasto cardiaco o en la resistencia vascular
periférica afectan la PAM. Si se aumenta el GC o la RVP aumenta la PAM
La relación entre PAM, GC y RVP son dependientes entre sí, al modificarse uno de ellos se
espera que los otros sufran cambios compensatorios. Por ejemplo, si el gasto cardíaco
aumenta, la resistencia vascular disminuye para mantener la presión arterial media.
En la práctica usamos una fórmula que refleja el hecho de que la PAM suele ser más baja
que el promedio de la presión sistólica y la presión diastólica. PAM ≈ 2/3 (presión
diastólica) + 1/3 (presión sistólica) Si el paciente tiene taquicardia, el cálculo es más
aproximado al promedio de estas presiones; ya que al aumentar la frecuencia cardíaca se
acorta la duración de la diástole en el ciclo cardíaco, y por consiguiente es menor la
duración de las presiones diastólicas durante el ciclo cardíaco.
Por otro lado el Sistema Renal es un conjunto de estructuras que independiente de sus
funciones primordiales como son la filtración, la reabsorción, la secreción y la excreción se
coordinan para controlar la presión arterial. Por ejemplo, si la presión arterial se eleva,
aumenta la eliminación de sal y agua, lo que hace descender el volumen de sangre y
normaliza la presión arterial. A la inversa, si la presión arterial disminuye, los riñones
reducen la eliminación de sal y agua; en consecuencia, el volumen sanguíneo aumenta y la
presión arterial retorna a sus valores normales. Los riñones también pueden incrementar la
presión arterial secretando una enzima denominada renina, que estimula la secreción de una
hormona llamada angiotensina que, a su vez, desencadena la liberación de aldosterona.