Historia Del 1ero de Mayo de 1886
Historia Del 1ero de Mayo de 1886
Historia Del 1ero de Mayo de 1886
Introducción
1. Los derechos sociales ejercidos hoy en día son conquistas históricas del movimiento
obrero mundial, El Primero de Mayo conmemora uno de los eventos más dramáticos de
los albores del movimiento obrero, cuyas repercusiones se hicieron sentir en todos los
rincones del planeta. Cada Primero de Mayo es un recordatorio de esta lucha constante
contra el sistema económico que oprime al ser humano: el capitalismo; y de la necesidad
urgente de crear un internacionalismo proletario que termine con este orden de
explotación y abra la senda hacia un nuevo horizonte civilizatorio más digno y justo para la
humanidad.
2. ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir y ocho horas para la casa", ésta era la
reivindicación que miles de obreros solicitaban el 1 de mayo de 1886, cuando iniciaron
una huelga en todas las fábricas de Chicago para exigir a los empresarios una jornada
laboral de ocho horas. Pedían que su gremio fuera incluido en la Ley Ingersoll firmada por
el presidente Andrew Johnson en 1868 y que establecía una jornada de ocho horas para
todos aquellos empleados de oficinas federales y trabajadores de obras públicas, salvo
excepciones y en "casos absolutamente urgentes". Pero esta ley no contemplaba a los
obreros industriales cuyas extenuantes jornadas eran de más de once horas diarias porque
la clase capitalista los patronos.
Antecedentes
3. Las primeras protestas obreras en Estados Unidos surgen a principios del siglo XIX,
motivada por constructores y carpinteros de ribera y de construcciones urbanas en Nueva
York. En 1832 calafateadores y carpinteros convocaron a la primera huelga a favor de las
10 horas en Boston, seguidos por trabajadores industriales de Nueva York y Filadelfia. En
1845 se organizó una sociedad secreta para apoyar las reivindicaciones del proletariado
norteamericano. En Estados Unidos corre ya finales del siglo XIX. Los conflictos se suceden,
alternándose con derrotas obreras. En 1877 en Pittsburgh, se detienen los ferrocarriles:
sus obreros exigen las ocho horas. La huelga se prolonga, la furia crece con el hambre,
pero finalmente triunfan los que cuentan con el respaldo de las armas e imponen la paz
del régimen: los obreros son vencidos.
4. De esa manera se construyeron las bases de un poderoso movimiento obrero, con la
organización de la Liga de las Ocho Horas que adoptó el programa socialista; la orden
masónica Knight’s of Labor (Caballeros del Trabajo) en Filadelfia (1869) la Asociación
Internacional de los Trabajadores en Nueva York (1870-1871); Federación Americana de
Trabajadores (1880), que organizó el gran Congreso Obrero en Baltimore del que surgió el
Partido Nacional Obrero (1866). Esa formidable organización dirigió un movimiento para
terminar con “la explotación de niños menores de 15 años y niñas menores de catorce y
mujeres y muchachas de mayor edad” enrolados en “trabajos penosos, en almacenes,
tiendas y fábricas con catorce y diez y seis horas diarias, en un país donde la relación de los
niños menores de quince años ocupados en diferentes trabajos al número de obreros es
de 3 a 7 y de 2 a 5, casi la mitad, para suprimir de una vez todas estas infamias que matan
lentamente a los padres y a los hijos, a los adultos y a los muchachos, a las mujeres y a los
ancianos”.
5. Tras la celebración de su cuarto congreso en octubre de 1884, pudo constatar, desde la
primera sesión plenaria, el cambio producido en el espíritu de los dirigentes sindicales. Las
dilaciones y negativas con que contestaron a sus demandas los partidos políticos los
empujaron a buscar nuevas formas de acción, basadas en sus propias fuerzas. Su decisión
se fortaleció por la experiencia internacional conquistada por la clase obrera en aquellos
años y, sobre todo, por la del movimiento sindicalista inglés. esta última anunció que
reclamaría una jornada de ocho horas y que, en caso de no reconocerse ese derecho, sus
afiliados irían a huelga. Con ese fin se convocó a la Huelga General por las ocho horas, el 1°
de mayo de 1886, medida considerada como “único medio de luchar ventajosamente con
el coloso de la explotación”. La multimillonaria e insensible burguesía, en su afán de
aplacar la protesta, otorgó reducción de horas de trabajo y otras ventajas, favoreciendo a
más de 200.000 trabajadores, pero fue incapaz de detener la Huelga. La Cámara Sindical
de los carpinteros y ebanistas de la misma ciudad advirtió a los patrones, por carta
certificada, que el 1° de mayo debía iniciarse la “jornada normal” y comprometió a sus
miembros a detener absolutamente el trabajo en los talleres en que no se aplicasen las 8
horas.
Suceso
El movimiento se consolidó con una exitosa estrategia mediática empleando una red de
periódicos obreros: Uno de estos periódicos era escrito en alemán, el “Arbeiter Zeitung”,
que aparecía tres veces a la semana, dirigido por August Spies, de orientación anarquista,
y otro, “The Alarm”, en inglés, dirigido por el socialista Albert Parsons. Junto a ellos, un
brillante grupo de agitadores, periodistas y oradores de verbo encendido insuflaba el
ímpetu peculiar que caracterizaba la lucha obrera en ese Estado.
Por otra parte, la generalidad de los empleadores tenía una mentalidad de caníbales. Sus
periódicos escribían que el trabajador debía dejar al lado su “orgullo” y aceptar ser tratado
como “máquina humana”. El “Chicago Tribune” osó decir. “El plomo es la mejor
alimentación para los huelguistas... La prisión y los trabajos forzados son la única solución
posible a la cuestión social. Es de esperar que su uso se extienda”.
La orden del día, uniforme para todo el movimiento sindical era precisa: ¡A partir de hoy,
ningún obrero debe trabajar más de 8 horas por día! ¡8 horas de trabajo! ¡8 horas de
reposo! ¡8 horas de recreación!. Simultáneamente se declararon 5.000 huelgas y 340.000
huelguistas dejaron las fábricas, para ganar las calles y allí vocear sus demandas.
En Chicago, los sucesos tomaron un giro particularmente conflictivo. Los trabajadores de
esa ciudad vivían en peores condiciones que los de otros Estados. Muchos debían trabajar
todavía 13 y 14 horas diarias; partían al trabajo a las 4 de la mañana y regresaban a las 7 u
8 de la noche, o incluso más tarde, de manera que “jamás veían a sus mujeres y sus hijos a
la luz del día”. Unos se acostaban en corredores y desvanes; otros, en inmundas
construcciones semiderruidas, donde se hacinaban numerosas familias. Muchos no tenían
ni siquiera alojamiento.
Entonces, McCormik hijo de un burgués empleador contrató cientos de rompehuelgas a
través de los hermanos Pinkerton.
Cuando estalló la huelga general del 1° de mayo, McCormik seguía funcionando con el
trabajo de los rompehuelgas, y no tardaron en producirse choques entre los restantes
trabajadores de la ciudad y los “amarillos”. El ambiente ya estaba caldeado, porque la
policía había disuelto violentamente un mitin de 50.000 huelguistas en el centro de
Chicago, el 2 de mayo.
El día 3 se hizo una nueva manifestación, esta vez frente a la fábrica McCormik, organizada
por la Unión de los Trabajadores de la Madera. Estaba en la tribuna el anarquista August
Spies, cuando sonó la campana anunciando la salida de un turno de rompehuelgas.
Sentirla y lanzarse los manifestantes sobre los “scabs” (amarillos) fue todo uno. Injurias y
pedradas volaban hacia los traidores, cuando una compañía de policías cayó sobre la
muchedumbre desarmada y, sin aviso alguno, procedió a disparar a quemarropa sobre
ella. 6 muertos y varias decenas de heridos fue el saldo de la acción policial.
Los locales sindicales, los diarios obreros y los domicilios de los dirigentes fueron allanados,
salvajemente golpeados ellos y sus familiares, destruidos sus bibliotecas y enseres, escarnecidos y,
finalmente, acusados en falso de ser ellos quienes habían confeccionado, transportado hasta la
plaza de Haymarket y arrojado la bomba que desencadenó la feroz matanza. Ninguno de los
cargos pudo ser probado, pero todo el poder del gran capital, su prensa y su justicia, se volcaron
para aplicar una sanción ejemplar a quienes dirigían la agitación por la jornada de 8 horas. Los
sucesos de Chicago además costaron la vida de muchos trabajadores y dirigentes sindicales; no
existe un número exacto, pero fueron miles los despedidos, detenidos, procesados, heridos de
bala o torturados. La mayoría eran inmigrantes
europeos: italianos, españoles, alemanes, irlandeses, rusos, polacos y de otros países eslavos.
Ocho: Spies, Parsons, Fielden, Fischer, Engel, Schwab, Lingg y Neebe. Las irregularidades en el
juicio fueron muchas, violándose todas las normas procesales en su forma y fondo, tanto que ha
llegado a ser calificado de juicio farsa. Los juzgados fueron declarados culpables. Tres de ellos
fueron condenados a prisión y cinco a muerte, los cuales serían ejecutados en la horca.
pagaron con sus vidas, o la cárcel, el crimen de tratar de poner un límite horario a la explotación
del trabajo humano
Consecuencias
4. Derecho a la seguridad laboral: A partir de los sucesos del 1 de mayo, se reconocieron los
derechos de los trabajadores a trabajar en condiciones seguras y saludables. Esto llevó a la
implementación de medidas de seguridad en el trabajo y a la creación de sistemas de
protección social para los trabajadores.
Fortalecimiento del movimiento obrero: Los acontecimientos del 1 de mayo y los sucesos de la
Plaza Haymarket en Chicago contribuyeron a la consolidación del movimiento obrero y la creación
de sindicatos y organizaciones de trabajadores
Reformas laborales: Los sucesos del 1 de mayo y la lucha de los trabajadores llevaron a la
implementación de reformas laborales en muchos países, como la regulación de la jornada laboral,
la protección de la salud y la seguridad en el trabajo, y la creación de sistemas de protección social
para los trabajadores.
2. Creación de organismos de protección laboral: En muchos países del mundo, los sucesos
del 1 de mayo llevaron a la creación de organismos de protección laboral, como el
Departamento del Trabajo en Estados Unidos, que se encarga de promover y proteger los
derechos laborales de los trabajadores.