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La interculturalidad y su incidencia en los sistemas de educación inclusiva.

La interculturalidad ha venido siendo un tema de gran relevancia durante los últimos años
tanto a nivel global como regional, sacando a flote las complejas y conflictivas relaciones
socioculturales que sirven como indicadores en los constantes debates sobre la definición y el
carácter de un estado o población, de la misma manera incide sobre el desarrollo y progreso
de la sociedad civil en un país pluriétnico y pluricultural.

Al hablar de interculturalidad en la educación nos lleva inevitablemente a hablar de una


escuela inclusiva, que indaga en las relaciones activas y positivas entre todos los actores
implicados en el activo proceso educativo, lo que involucra a planificar de manera conjunta
las mejores estrategias de enseñanza para todos los estudiantes, determinando qué contenidos
se quiere enseñar y hacia dónde se quiere encaminar a los alumnos.

En el estudio de Calvo et al., (2016), se habla de una educación inclusiva que consiste
específicamente en que todos los actores del proceso educativo participen activamente, con el
fin de transformar la escuela en base a los principios de normalización e igualdad de
oportunidades, y donde prime el respeto a la pluriculturalidad y diversidad de pensamiento.
Dentro de este principio de acción, la familia y escuela tienen roles diferentes pero
complementarios y dirigidos a un objetivo común, pues son las dos caras de la misma
moneda.

Dentro de nuestra posición como docentes y en representación de la academia sabemos que


incluir la pluriculturalidad dentro de la escuela no es una tarea fácil, sin embargo, puede llegar
a ser mucho más sencillo lograr buenos resultados y mejorar la calidad de vida del alumnado
mediante la inclusión y un trabajo colaborativo entre todos los actores del sistema educacional
como lo es la familia, escuela y comunidad.

El presente trabajo busca conocer las diferentes limitantes del desarrollo de una educación
inclusiva dentro de un sistema educativo basado en la multiculturalidad propia de un país
pluricultural y multiétnico, con el fin de buscar una solución a corto plazo para las diferentes
problemáticas que se originan en la práctica docente habitual.
El tema que se va a desarrollar gira en torno al impacto que ha generado la globalización
sobre la cultura propia de una sociedad o de una población, sobre todo en base a las prácticas
culturales y de consumo que han sido “importadas” desde las naciones capitalistas y de gran
desarrollo económico. Esta influencia negativa que se ha generado sobre la cultura local ha
incidido sobre el comportamiento de los estudiantes y ha mermado la expresión cultural
propia de los jóvenes ecuatorianos.

Teniendo presente este escenario, Paya (2010) describe que la concepción sobre la educación
inclusiva debe ser parte de los sistemas educativos ordinarios, pero para que esto ocurra se
debe contextualizar esta idea en una política educativa inclusiva mediante los dispositivos
legales y la normativa vigente de los países de la región, sumando también la recopilación de
principios, ideales o aspiraciones de las declaraciones o convenciones internacionales,
tomando a la educación como derecho humano fundamental y como principio indispensable
la no discriminación y el acceso universal a la educación.

Po otro lado, Corral et al., (2014) establece que el ejercicio del derecho a la educación por
parte de los niños, niñas y adolescentes en América Latina, se ve claramente influenciado por
las condiciones geopolíticas, culturales, socioeconómicas o ambientales en las que se
desenvuelven los actores del sistema educativo. Partiendo de este punto, se considera que la
educación inclusiva no podría darse desde la promulgación de una ley de estado, sino más
bien, debe incentivarse desde la voluntad propia de cada uno de los participantes de la
comunidad educativa en base a un trabajo coordinado.

Lamentablemente en los tiempos actuales, el sistema de educación inclusiva muchas veces es


vista como una carga extra al proceso pedagógico, muy lejos de ser apreciada como una
oportunidad para aportar al proceso de la construcción de una sociedad más equitativas, no
obstante, a nivel global se sigue teniendo problemas con el concepto de interculturalidad
debido a su polisemia. Según afirma Rodríguez, (2018) a nivel europeo, esta terminología
sigue siendo interpretada en términos de integración de los inmigrantes y de las minorías
étnicas al sistema educacional, sin necesidad de diferir de las tradicionales políticas
asimilacionistas y multiculturalistas.
Frente a esta problemática, Ecuador ha realizado importantes avances en temas relevantes a
favor de la inclusión social dentro del marco jurídico, sobre todo en temas de la educación
inclusiva, impulsando la movilidad de recursos financiero, materiales y humano con la
finalidad de reducir las brechas existentes en materia de desigualdad educativa pluricultural.

En el caso histórico de nuestro país, Rodriguez, (2018) establece en su investigación que en


Ecuador se nombra como el centro histórico de las exigencias indígenas el derecho a la tierra
y al territorio, sin embargo, a partir de la década de los 60’s y especialmente durante la 70´s,
éstas exigencias pasaron a ser replanteadas en términos de la especificidad étnica, llevando a
un replanteamiento por parte de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador
(CONAIE) donde implementaron incorporar el concepto de la interculturalidad en sus
discursos y reivindicaciones, pero de una manera íntimamente vinculada con la educación y el
bilingüismo, buscando la conservación de las lenguas ancestrales y culturas propias, hacia el
fin de las relaciones de dominación colonial.

Desde aquel entonces se ha publicado múltiples programas con la finalidad de desarrollar un


sistema de educación inclusiva, observándose en su contenido múltiples propuestas para
inducir innovaciones de forma y fondo, edificadas a lo largo de muchas décadas de luchas y
resistencias sociales que articularon varias ideas desde los empresarios hasta los trabajadores,
incluyendo a los indígenas, los campesinos, las personas que viven en las ciudades, los
estudiantes, los maestros, también los ecologistas así como las mujeres, jóvenes y los
ancianos, personas que tienen algo en común, buscar el progreso y la igualdad.

De acuerdo a lo expresado por Villagómez y Cunha de Campos, (2014), el estado durante el


año 2008, establece en la Constitución ecuatoriana un programa que incluye y expresa las
ideas del Buen Vivir o Sumak Kawsay como catalizador de cambios estructurales en el país,
mediante la construcción de una “nueva forma de convivencia ciudadana, en diversidad y
armonía con la naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el sumak kawsay”. Para el estado, este
programa es mucho más que alcanzar un estado de bienestar y desarrollo convencional, si no
que su logro implica la génesis de una sociedad nueva, donde por su puesto, la educación
juega un papel fundamental para alcanzarla.
En este aspecto, la definición de la interculturalidad entonces debe implicar el
reconocimiento, la interacción, la comprensión y el diálogo prolífero entre las culturas
presentes dentro de un mismo sistema tanto social como político. De acuerdo a lo expresado
por Higuera y Castillo, (2015), en nuestro país, esta noción de interculturalidad que se emplea
asume un significado demasiado limitado a una educación intercultural bilingüe, orientada
casi exclusivamente a sector de la población indígena; mientras que, por otro lado, sirve como
referencia de las costumbres y cultura específica de los pueblos y nacionalidades indígenas,
los grupos afro ecuatorianos y montubios, dejando a un lado las numerosas culturas y
subculturas que forman parte de la realidad ecuatoriana, como un producto del fenómeno
migratorio que ha sufrido el país durante los últimos años.

Gran parte de los problemas que giran en torno al tema se basan en una cultura tradicional de
rechazo o racismo hacia otras personas de pensamiento, etnia o género diferente al concebido
por la sociedad como normal, demostrando su incidencia en el problema. Por esta razón, la
participación de la sociedad y la familia en la educación de sus hijos que ha pasado por
distintos periodos, desde la nula participación o en ocasiones puntuales, hasta su alcance
activo actual, está demostrando buenos resultados en respuesta a los procesos y proyectos
implementados en los centros educativos tanto a nivel organizacional, como también gracias
al cambio de mentalidad de los actores implicados.

Actualmente, el sistema educativo busca desarrollar nuevos niveles de interculturalidad e


inclusión para responder a los retos que la globalización ofrece en materia de la educación
inclusiva. Una de las formas para establecer una relación intercultural dentro del sistema
educativo local es mediante la promulgación de reglamentos en los centros educativos y la
sociedad en sí, con la finalidad de limitar todo tipo de acciones que establezcan relaciones de
poder verticales, la subordinación, que establezcan estereotipos racistas o normas que
justifiquen y refuercen la violencia en todas sus formas. Esta construcción de una cultura de
paz resultaría fundamental para disminuir, prevenir, erradicar y desaprender todo tipo de
formas de desaprobación étnico, social y generacional que pueda evidenciarse dentro del
sistema educativo.
Dentro de una sociedad es trascendental la educación para la paz, viéndolo como un proceso
que permita transformar o incidir en las personas y las realidades concebidas, para que cada
actor asuma la paz como una práctica en sus relaciones cotidianas en pro a mejorar la
aceptabilidad y tolerancia hacia sus semejantes.

Bibliografía

Calvo, M. I., Verdugo, M. Á., & Amor, A. M. (2016). La Participación Familiar es un


Requisito Imprescindible para una Escuela Inclusiva. Revista latinoamericana de
educación inclusiva, 10(1), 99-113. https://doi.org/10.4067/s0718-
73782016000100006

Corral, K., Saulo, J., & Bravo, S. (2014). Realidad y Perspectiva de la Educación Inclusiva de
Ecuador: Percepciones de los Actores Directos al 2014. Investigación Cualitativa en
Educación, 2, 583-587.
https://www.proceedings.ciaiq.org/index.php/ciaiq2015/article/view/320/315

Higuera, E., & Castillo, N. (2015). La interculturalidad como desafío para la educación
ecuatoriana. Sophía: colección de Filosofía de la Educación, 18(1), 147-162.
https://doi.org/10.17163/soph.n18.2015.08

Paya, A. (2010). Políticas de educación inclusiva en América Latina: Propuestas, realidades y


retos de futuro. Revista Educación Inclusiva, 3(2), 125-142. https://www.ujaen.es

Rodríguez, M. (2018). Construir la interculturalidad. Políticas educativas, diversidad cultural


y desigualdad en el Ecuador. Íconos - Revista de Ciencias Sociales, 1(60), 217-236.
https://doi.org/10.17141/iconos.60.2018.2922

Villagómez, M. S., & Cunha de Campos, R. (2014). “Buen vivir” and education for practicing
interculturalism in Ecuador. Other pedagogical practices are necessary. Alteridad,
9(1), 35-42. https://doi.org/10.17163/alt.v9n1.2014.03

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