Alteraciones Genitourinarias
Alteraciones Genitourinarias
Alteraciones Genitourinarias
La epididimitis aguda se define como el proceso inflamatorio agudo localizado en el interior del
epididimo. El mayor número de casos tienen lugar en adultos jóvenes siendo su incidencia entre la
población pediátrica muy pobre. Los microorganismos productores del cuadro llegan al epididimo
principalmente a través del conducto deferente y sólo en contadas ocasiones lo hacen por vía
hematógena o linfática.
ETIOLOGIA
La epididimitis tiene como origen la diseminación retrógrada de una infección uretral o del aparato
urinario hacia el epididimo, por lo tanto, son los mismos microorganismos que causan la uretritis (ver
guía correspondiente) o la infección de vías urinarias. En los pacientes más jóvenes y sexualmente
activos, predominan los cuadros secundarios a un patógeno trasmitido sexualmente ( Neisseria
gonorrhoeae y Chlamydia trachomatis ), mientras que en los pacientes de edad más avanzada
predominan los patógenos urinarios ( Escherichia coli, Pseudomona aeroginosa). Es frecuente la
afectación testicular (epididimoorquitis), aunque puede ser difícil de poner en evidencia a nivel
clínico.
DIAGNOSTICO
Signos y síntomas. El escroto es doloroso, aparece eritematoso y los signos y síntomas son casi
siempre unilaterales. En los casos más graves se produce fiebre. La aparición del cuadro puede ser
gradual o súbita. En los procesos transmitidos sexualmente existe a menudo disuria. En aquellos
pacientes en los que la etiología no está relacionada con un antecedente venéreo, a menudo existen
simultáneamente síntomas de infección del aparato urinario o prostatitis. El dolor en el epididimo
debe diferenciarse de la torsión testicular y de la torsión del apéndice testicular.
Ayudas diagnósticas. Si existe antecedente venéreo está indicada la tinción de Gram del exudado
uretral para la detección de la uretritis y N. gonorrhoeae. Si por el contrario se sospecha una
etiología no venérea, se solicita el uroanálisis para la detección de piuria y bacteriuria y cultivo de
orina para confirmar la existencia del patógeno.
Si es pertinente, se solicita Doppler para descartar una torsión. También deben considerarse los
tumores y los traumatismos.
TRATAMIENTO
En primer lugar se aplican las medidas oportunas para aliviar el dolor y disminuir el malestar del
paciente: elevación del escroto, reposo en cama, aplicación de bolsas de hielo y administración de
analgésicos y antiinflamatorios (diclofenaco sódico, 50-100 mg/día durante 3 días). El tratamiento
antimicrobiano específico debe basarse en el antibiograma. Sin embargo, se siguen las siguientes
pautas generales:
Se entiende como retención aguda de orina la imposibilidad para llevar a cabo la micción y en
consecuencia el vaciamiento vesical, a pesar del deseo y los esfuerzos que realiza el paciente para
hacerlo.
ETIOLOGIA
En los adultos la retención se observa en las mujeres (tumores pélvicos), varones ancianos
(enfermedad prostática), diabéticos (vejiga neurogena) y en paciente con patología retroperi-toneal,
cálculos o retención urinaria funcional (Cuadro No.1).
Obstrucción anatómica
1. Crecimiento prostático
2. Tumores vesicales
3. Tumores pélvicos
4. Litiasis
5. Estenosis uretral
Obstrucción funcional
1. Vejiga neurógena
2. Toxicidad por drogas o alcohol
3. Histeria
4. Dolor (retención nociceptiva)
DIAGNOSTICO
La exploración física revela una vejiga grande que se manifiesta por una masa firme adyacente a la
sínfesis del pubis, que produce matidez a la percusión. Debe practicarse el examen de la próstata y
buscar masas, hipertrofia, hipersensibilidad o desplazamiento (Cuadro No. 2).
Cuadro No. 2
TRATAMIENTO
Si el paciente necesita un catéter suprapúbico fijo, tiene síntomas sistémicos (fiebre, escalofrío) o
requiere procedimientos diagnósticos y terapéuticos adicionales se hospitaliza y se solicita
interconsulta con el urólogo.
DIAGNOSTICO DIFERENCIAL
Es obligatorio hacerlo en aquellos pacientes que no pueden orinar y no tienen vejiga palpable. Por
tal efecto se consideran los siguientes cuadros:
Enfermedad renal intrínseca
Enfermedad pre-renal oculta
Obstrucción vesical oculta del orificio de salida
Uropatía obstructiva supravesical
Para la confirmación diagnóstica se practica una ecografía renal para valorar tamaño de riñones y
vejiga y se hacen los estudios químicos sanguíneos pertinentes: glicemia, creatinemia, nitrógeno
uréico y electrolitos en sangre.
La torsión testicular es un proceso que compromete la circulación del órgano como consecuencia del
arrollamiento del conducto espermático. Se considera una emergencia quirúrgica por el riesgo que
representa para la gónada. El resultado de la torsión es una obstrucción aguda del flujo venoso con
edema secundario que evoluciona hacia la obstrucción arterial y la necrosis del órgano.
INCIDENCIA
ETIOLOGIA
Por lo general, la torsión ocurre por la presencia de un mesenterio testicular muy corto del cordón al
testículo y al epidedimo lo que facilita que el testículo se caiga hacia adelante y pueda rotar sobre su
eje. Este hecho explica el porqué el testículo púber sea más propenso a la torsión comparativamente
con el pre-púber, ya que con la pubertad aumenta su volumen de 5 a 6 veces.
DIAGNOSTICO
El síntoma inicial de presentación suele ser un dolor intraescrotal intenso de aparición brusca, si bien
hay casos en los que se presenta con carácter insidioso. El momento de aparición del dolor puede
coincidir con la realización de una actividad física o durante el sueño. El paciente se despierta con el
dolor que puede irradiarse a la región inguinal y asociarse a náuseas y vómito.
La ultrasonografía con imágenes de flujo de color es otra prueba no invasiva, disponible para el
diagnóstico de torsión testicular.
TRATAMIENTO
En caso de torsión testicular, se solicita interconsulta con el urólogo y se prepara al paciente para
cirugía inmediata. En la intervención quirúrgica se deshace la torsión y para colaborar al
restablecimiento de la circulación, es aconsejable realizar irrigaciones de suero fisiológico tibio. En
todo caso, si después de haber transcurrido un período de observación, el testículo continúa
isquémico, está indicado la orquiectomía, después de la cual se realiza la orquipexia del testículo
contralateral.
GENERALIDADES
La litiasis del sistema urinario es una patología que afecta aproximadamente al 1% de la población
total. Más o menos el 15-20% de los pacientes con cálculos son hospitalizados debido al dolor, la
obstrucción, o al desarrollo de infección.
ETIOPATOGENIA
Los cálculos renales son el resultado de la formación y aglomeración de cristales en una orina
supersaturada. Dos factores priman en la formación de los cálculos. 1) la concentración
anormalmente elevada de iones en la orina y 29 el desequilibrio entre los factores que favorecen y
los que inhiben la cristalización urinaria (Tabla No. 1).
Tabla No. 1
Esto supone la ausencia de algunos péptidos (perofostatos) o iones (citratos, magnesio) o existencia
de promotores cuyo origen o naturaleza no se conocen a cabalidad.
Los cálculos de oxalato y fosfato pueden desarrollarse en los pacientes con hipercalciuria que puede
cursar sin o con hipercalcemia. La hipercalciuria absortiva es el hecho más común, resultante de un
incremento en la absorción intestinal de calcio, lo que conduce a hipercalcemia transitoria y
supresión simultánea de la hormona paratiroidea; el calcio sérico se mantiene en niveles normales
por la hipercalciuria compensatoria. La etiología de este desequilibrio se encuentra en la producción
excesiva de vitamina D o una hiper-respuesta de la mucosa intestinal a cantidades normales de la
vitamina.
Los cálculos de ácido úrico son debidos a la hiperuricosuria y la persistencia de un pH urinario bajo.
La hiperuricosuria y la formación de litos de ácido úrico pueden deberse a la ingestión aumentada de
purinas, al incremento de su recambio, como ocurre en la gota primaria, o a un recambio celular
acelerado, como acontece en los cuadros de hemolisis o en el síndrome de lisis tumoral. La
persistencia de un pH urinario bajo se observa en la mayoría de los pacientes con cálculos de ácido
úrico; los cristales aumentan de tamaño y se forman cálculos. La diarrea crónica es una causa
importante de pH urinario persistentemente bajo y, por lo tanto, de formación de cálculos de ácido
úrico. La deshidratación y la pérdida de bicarbonato por heces, reducen el volumen urinario,
incrementan la excreción ácida neta y disminuyen el pH urinario. Otra causa de pH urinario
persistentemente bajo es una ingesta aumentada de proteínas, lo que causa una mayor excreción
neta de ácido y por ende, una disminución en el pH de la orina.
MANIFESTACIONES CLINICAS
El dolor de tipo cólico en la fosa nasal y en el flanco del lado afectado con irradiación a los genitales
es la presentación clínica más frecuente. El dolor se origina por el aumento de la presión y la
consiguiente dilatación del riñón y del sistema colector. Suele comenzar en forma súbita, alcanzar a
los 30 minutos su máxima intensidad y luego permanece constante, con algunos intervalos de
intensificación dolorosa. La hematuria, la polaquiuria, las náuseas y el vómito son otras
manifestaciones del paso de los cálculos. Algunas veces, pueden asociarse síntomas de infección;
en otras, el paciente puede tener poco dolor o permanecer asintomático.
DIAGNOSTICO
Uroanálisis. El hallazgo principal es la hematuria. Es importante recordar que los cilindros hemáticos
conforman enfermedad glorumelar. La leucocituria, infección del tracto urinario o del riñón. Los
cálculos renales por sí solos no producen proteinuria importante, pero ésta puede ser producida por
alguna de las causas del cálculo (nefropatía tubular intestinal debida a hipercalcemia).
Urografía excretora. Cuando existe obstrucción ocasionada por un cálculo, la aparición del
nefrograma está retardado en el lado afectado. Las placas tardías ayudan a establecer el sitio exacto
de la obstrucción. Los cálculos radiolúcidos pueden verse como defectos de llenado.
TRATAMIENTO
El objetivo primordial del tratamiento es aliviar el dolor e inhibir la formación de nuevos cálculos.
El alivio de dolor puede lograrse con antiespasmódicos, el más usado de los cuales es el bulil
bromuro de lioscaína, aplicado por vía intramuscular. La alternativa son los opiáceos, meperidina o
morfina, y tienen excelente acción analgésica.
El clorhidrato de meperidina suele formularse en dosis de 50-100 mg cada cuatro horas por vía
intramuscular. Se presenta en ampolletas de 100 mg/2 ml.
Las náuseas y el vómito se alivian con metoclopramida (10 mg IV o IM cada 8 horas). Se canaliza
vena periférica y se ordena lactato de Ringer (120-150 ml/hora).
Si el paciente mejora, se instaura dieta blanda más líquidos y se inicia medicación por vía oral. Se
debe dar indicaciones para filtrar la orina para recoger el cálculo expulsado.
La insuficiencia renal aguda es un síndrome clínico caracterizado por la alteración súbita del
funcionamiento del riñón con una brusca reducción de la velocidad del filtrado glomerular. Las más
significativas son la azohemia y la oliguria de progreso rápido que aparecen en personas cuyo
estado previo de salud era normal o como complicación grave de ciertas afecciones crónicas de este
órgano.
La insuficiencia renal aguda no oligúrica es la reducción menos intensa de la función renal, con una
filtración glomerular de unos 5-10 ml/min y volúmenes de orina superiores a los 500 ml/24 horas.
CLASIFICACION
La insuficiencia renal aguda se clasifica como pre-renal, renal o post renal, pero en general se
prefiere calificarla como aguda sólo en aquellos casos en que evoluciona con enfermedad
parenquimatosa y cambiar los términos de insuficiencia pre-renal o post -renal por el de retención
nitrogenada de origen pre-renal o post-renal, ya que en ambas situaciones sólo se encuentran
alteraciones funcionales sin lesión parenquimatosa y, por lo tanto, son rápidamente reversibles si se
corrigen las causas que las desencadenan (Tabla No.1).
DIAGNOSTICO
b) Análisis de laboratorio
Entre los análisis de laboratorio, los más importantes son el uroanálisis, los electrolitos en sangre y
orina, la creatinina sérica y el nitrógeno uréico sanguíneo (comúnmente denominado BUN, blood
urea nitrogen).
La presencia de hematíes en la orina indica la existencia de glomerulonefritis; la detección de
cilindros glomerulares de color castaño y de células epitaliales orienta el diagnostico hacia una
necrosis tubular; un sedimento probre en elementos debe hacer pensar en la posibilidad de una
obstrucción.
Tabla No.1
Una concentración urinaria de sodio baja y una relación elevada de la relación creatinina
orina/plasma indican compromiso pre-renal. Por el contrario, en los cuadros de necrosis tubular
aguda e insuficiencia renal crónica se observa una relación de creatinina orina/plasma baja y una
elevada concentración de sodio en orina (Na o). No obstante, el cálculo de la excreción fraccional de
sodio (FENa) constituye el método más seguro y fiable para diferenciar la insuficiencia pre-renal de
la intrarenal (Tabla No.2).
TRATAMIENTO
Si hay hipovolemia por hemorragia aguda, la pérdida se corrige con transfusiones sanguíneas; si es
debida a deshidratación de otro origen, se repone el volumen vascular con solución salina normal,
lactato de Ringer o soluciones coloidales. Si después de haber corregido la hipovolemia no se
obtienen volúmenes urinarios adecuados (más de 30 ml/hora) se administra furosemida en dosis
inicial de 20 mg IV.
Cuando la retención nitrogenada se asocia con bajo gasto cardíaco el manejo se dirige hacia la
corrección de la causa que puede ser insuficiencia cardíaca congestiva, shock cardiogénico, arritmia
severa o taponamiento cardíaco. Algunos fenomenos vasculares como el aneurisma abdominal, la
trombosis de arteria o vena renales también ameritan tratamiento dirigido a corregir la causa.
Su origen se encuentra en la obtrucción, a cualquier nivel, del aparato urinario. Su detección debe
ser precoz, ya que pasadas 36 horas existen grandes posibilidades de evolucionar hacia IRA. La
obstrucción se debe sospechar cuando hay anuria o cuando los volúmenes urinarios varían
intermitentemente y sin relación con los líquidos administrados. El manejo se dirige a eliminar la
obstrucción .
El objetivo del tratamiento es corregir la causa y las manifestaciones inherentes a las alteraciones
homeostáticas secundarias a la falla renal.
Manejo nutricional. Se da un alto aporte de calorías para evitar el catabolismo protéico (100 - 150 g
de carbohidratos al día); las proteínas se restringen a 0.5 g/kg/día y los lípidos se administran de tal
manera que aporten 25 a 40 kcal/día. Esto se logra por vía oral, parenteral o por sondas enterales.
Manejo de electrolitos. Si existe hiperkalemia se aplican 300 ml de dextrosa al 10% en A.D. con 5
unidades de insulina cristalina en un lapso de 30 minutos.
Manejo hídrico. Se instaura un estricto control de líquidos administrados durante las 24 horas
siguiendo el esquema:
Manejo anti-infeccioso. La infección es la causa principal de muerte en los enfermo con IRA. Se
sospecha cuando se detecta hipotensión, existe leucocitosis persistente e hipercatabolismo.Su
manejo debe ser precoz y enérgico basado en el uso racional y conveniente de los antibióticos.
La hematuria es la manifestación de muchas enfermedades locales del riñon y del tracto urinario, así
como el hallazgo constante en un número significativo de procesos patológicos difusos de origen
renal. La distinción entre una hematuria local y una hematuria debida a una enfermedad renal difusa
es muy importante y necesaria. Ciertas características clínicas y microbiológicas permiten
diferenciarlas: por ejemplo, la hematuria local debe ser lo suficientemente profusa para producir un
cambio en la coloración de la orina, mientras que el examen microscópico revela la presencia de
eritrocitos con mínimos cambios morfológicos. En cambio, la hematuria que compromete al
glomérulo casi siempre se acompaña de cilindros hemáticos y los eritrocitos exhiben una notoria
distorsión en su forma, como son las células crenadas. La proteinuria puede acompañar las
hematurias de origen local si ésta es severa, pero siempre se detecta en las hematurias secundarias
a enfermedad difusa renal.
DEFINICION
Se define como hematuria la presencia de sangre durante la micción (macroscópica). Se dice que
hay hematuria microscópica cuando se detectan dos o más eritrocitos por campo en por lo menos
dos exámenes del sedimento urinario. Es un signo de alerta tanto para el paciente como para el
médico, ya que es indicio de enfermedad que puede ir desde una simple cistitis hasta una neoplasia
maligna.
Cuando la hematuria se asocia con dolor lumbar, disuria, urgencia urinaria y malestar suprapúbico el
origen del sangrado debe investigarse en el tracto urinario inferior. Cuando la hematuria se detecta
al inicio o al final de la micción, la uretra y vejiga pueden estár comprometidas. La hematuria
asociada con dolor renal tipo cólico se debe, con mucha probabilidad, a nefrolitiasis.
Examen físico. Palpación renal (verificar tamaño), examen de los órganos genitales, auscultación de
la región aorto-renal.
Examen del sedimento urinario. Detectar cilindros hemáticos, glóbulos rojos crenados, leucocituria y
proteinuria.
Exámenes de laboratorio. Cuadro hematico con recuento y morfología plaquetaria, creatinina sérica,
pruebas de coagulación, tuberculina, anticuerpos antinucleares, pruebas de función hepática y
crioglobulinas.
Tabla No.1
Arteriografía. Está indicada cuando los exámenes precedentes son negativos y existe duda en
relación a un tumor renal. Permite evidenciar un angioma, un aneurisma arteriovenoso o un infarto.
Ecografía renal. Facilita la confirmación del tamaño de los riñones, la presencia de hidronefrosis y la
presencia de cálculos.
La mayoría de las veces una buena historia clínica, un sedimento urinario, una urografía IV y
eventualmente una cistoscopia permiten establecer el diagnóstico en el 85% de los casos. Si se
sospecha una glomerulonefritis es perentoria la biopsia renal que no sólo confirma el diagnóstico
sino que proporciona también indicación pronóstica de la enfermedad renal. Esto es particularmente
cierto cuando no hay evidencia de enfermedad sistémica asociada, dado que revela el diagnóstico
de glomerulonefritis idiopática rápidamente progresiva.
TRATAMIENTO
La hematuria masiva se trata en el servicio de urgencias. Se entiende por hematuria masiva aquella
que forma coágulos, o bien cuando causa retención urinaria. En estos casos debe instalarse una
sonda vesical tanto para lavar la vía urinaria como para vigilar la magnitud del sangrado. Muchos
sangrados se detienen espontáneamente. El tratamiento específico depende del diagnóstico
definitivo y debe ser realizado por personal especializado.
e. Hematuria inducida por drogas: cualquier droga sospechosa de producir hematuria
debe ser suspendida inmediatamente