Ester Diaz
Ester Diaz
Ester Diaz
Esther Díaz comienza relatando el cuento del aprendiz de brujo que fue
realizado en película por Disney bajo el nombre de Fantasía, y lo presenta como
una metáfora del conocimiento científico convertido en tecnología, realizando una
analogía entre el hechicero y el científico moderno que anhela dominar la
naturaleza en función de los conocimientos que tiene sobre ella, y entre el aprendiz
de brujo y el técnico o empresario que se dedican a reproducir los logros
científicos.
Según la autora, el científico moderno se declara moralmente neutral con
respecto a los conocimientos que produce, y delega toda la responsabilidad a
quienes hacen uso de ellos, y éstos (técnicos o empresarios) tampoco se preocupan
por sus posibles efectos. Esta problemática comienza a hacerse notoria ya que,
aunque la modernidad apostaba al futuro, comenzaba a ser consciente de sus
propios excesos.
El tercer milenio se inició de la mano de la tecnología digital, presentando la
nueva versión de Fantasía llamada Fantasía 2000, acompañada en vivo por una de
las principales filarmónicas del mundo. “Éste es un claro ejemplo de la
multiplicidad de tiempos propio de la posmodernidad que, si bien apunta al futuro,
también rescata el pasado y trata de reafirmar el presente”[3].
Parece ser que estamos frente a una nueva época histórica: la
posmodernidad, ya que a partir de mediados del siglo XX no sólo se han producido
cambios cuantitativos en cuanto al aumento de la producción económica, la
manipulación de la naturaleza y la información, sino que han sido cambios
también de orden cualitativo (formas de producción, manipulación e información).
La ciencia como paradigma de la modernidad comienza a protagonizar una crisis,
al momento que empieza a ser el centro de reflexión de la recién surgida
epistemología que la reduce a conocimiento científico sin tomar en cuenta las
prácticas sociales. Esta epistemología es luego reemplazada por la denominada
postepistemología que amplía su estudio a lo histórico-social.
Esther Díaz utiliza el término posciencia, e intenta definirlo como la
representación de un cambio de paradigma a nivel conocimiento y práctica
científica, una ruptura de lo que entendió la modernidad por ciencia, donde la
tecnología[4] deja de ser secundaria a la ciencia para ocupar el papel principal.[5]
Este cambio tan importante en que la tecnología pasa a ocupar el lugar
prioritario que antes pertenecía a la ciencia se produjo durante la Segunda Guerra
Mundial, cuando el primer prototipo de computadora digital dio pie a la
fabricación de la bomba atómica. La informática, que apareció directamente como
tecnología, atraviesa todas las disciplinas científicas, y sin ella jamás habrían
llegado a tener el desarrollo y la potencia que han llegado a alcanzar.
Las sociedades se han dividido siempre entre los que tienen el poder y los
mas necesitados, entre los que tienen conocimientos y los ignorantes se puede
entonces hablar de posciencia comprendiendo a esta expresión como una nueva
forma de conocer y también de modificar o manipular la naturaleza y la sociedad.
Así es que la Ingenieríagenética, el desarrollo bélico y la tecnología consumista
obtienen más y mejores subsidios.
La autora nos dice que la razón moderna se consolidó excluyendo, y que
para esto se valió de leyes científicas, morales y del buen orden burgués. Haciendo
uso de ellas discriminaba, encerraba o castigaba a todos aquellos que no se
encontraban dentro de los parámetros considerados normales. La idea de episteme
como un saber desinteresado fue gestada por los señores que detentaban el poder
que les permitía imponer la verdad. Por esta razón con el comienzo de la
modernidad, la verdad científica y la reflexión ética quedan fuertemente
separadas.
La modernidad engendró su propio final, y la ciencia perdió su lugar de
verdad-poder, que fue ocupado por la tecnología, en función de la cual se realiza
más del noventa por ciento de las investigaciones. Hoy se habla de un conocimiento
sólido dependiente de la técnica y potenciado a la vez por ella, y se valida a partir
de su eficacia medida en parámetros económicos establecidos por las leyes del
mercado multinacional.
Conclusión
Alrededor del siglo XVII la ciencia ocupa su lugar más significativo como la
más luminosa de las estrellas, capaz de explicar el mundo llevándole a los hombres
el saber y por ende la libertad. Pero esta libertad no llega sola, sino que está
atravesada por el poder que otorga el saber científico.
Esa realidad que parecía eterna se vio conmocionada por el surgimiento de
la tecnología, que marcó al final de la modernidad y el comienzo de los tiempos
posmodernos, y con ello la llegada de la posciencia, como el resultado de un cambio
en el paradigma del conocimiento. A partir de los cambios acaecidos, la tecnología
tomó el lugar de poder que antes sólo le correspondía a la ciencia, marcando un
nuevo rumbo en las investigaciones, que ahora se encuentran orientadas a la
aplicación inmediata a la realidad.
Este cambio de poder no sólo puede observarse en ese punto, sino que se ve
también en el cambio de los parámetros con que se mide la eficacia de las
investigaciones, que pasaron de ser jurídicas, morales o científicas a las del
mercado. La tecnología se ha transformado en una nueva herramienta de
exclusión que no responde a valores éticos, sino a los puramente económicos.
Bibliografía
Desde este sentido amplio e histórico de ciencia podemos hablar de tres grandes
modelos apócales o paradigmas
Paradigma premoderno antigüedad y edad media (siglo VI A.C. hasta siglo XV).
Da origen a la cultura occidental y da inicio al proyecto racionalista y luego ilustrado.
El concepto clave es el logo, este se refiere a discurso explicativo y demostrativo que
descansa en la fundamentación y se contraponía al Mito, discurso que no requiere
demostración.
Otro opinión para rastrear nuestro concepto de ciencia tiene lugar entre la Doxa
(Opinión, es acrítica, asistemático, saber no fundamentado, espontaneo) y la Episteme
(Saber, Pura Racionalidad, es crítico, sistemático, fundamentado, requiere reflexión y
esfuerzo.
La Comprensión científica del mundo premoderno a porta a nuestra tradición lo
derivado también de la concepción cristiana de la vida, en términos de un orden divino.
• Geocentrismo (la tierra es considerada como el centro)
• Orden jerárquico (la escala va desde la suma perfección a lo mas imperfecto)
• Orden teleológico (todo en universo tienen hacia el fin (telos)
• Finitud del espacio (universo cerrado y finito, con límites)
Paradigma moderno (surge con la revolución científica de los siglos XVI y XVII y se
extiende hasta el XX) la modernidad alude a un giro profundo y esencial de
pensamiento que va desde el teocentrismo medieval a la centralidad de los problemas
mundanos.
La esencia de la modernidad esta dada por el ideal de una racionalidad plena. Esto
implica las siguientes creeencias
1. Orden matemático
2. Confianza en el poder de la razón
3. Conocimiento universal y necesario del mundo y la formulación de una ética de
validez universal
4. Creencia en el progreso social como consecuencia del desarrollo de ciencia
Estos son los fundamentos filosóficos del paradigma científico que se genera a partir de
la revolución de los siglos XVI y XVII y que perdura hasta las primeras décadas del
XX. Bajo el influjo de sus ideas comienza a engendrarse la tradicional clasificación de
las ciencias y el problema de la relación entre las verdades y lo histórico.
El autor retoma los aportes que caracterizan al campo científico, realizados por Pierre
Bourdieu. Primero proporciona un mapeo del campo científico, donde reconoce
espacio-territorio, límites, fronteras, puntos culminantes, accidentes y luego pretende
establecer una estructura del campo y sus actores con sus estrategias y recursos.
Bourdieu esboza los rasgos fundamentales de la sociología de la ciencia,
concentrándose en la noción de campo científico. Este sostiene que el campo científico
es el lugar de lucha por el monopolio de la competencia científica y la lucha por
apropiación de la autoridad científica, además de aspectos relativos a lo metodológico, a
la fundamentación de las teorías, a su justificación y validación
América Latina ejerce su capacidad de ver y de hacer desde una nueva perspectiva. Es
el
enunciador y el lugar del enunciado de estas nuevas formas.
Este artículo producido por esos "otros", indígena del Ecuador, intenta evidenciar las
luchas epistemológicas como social y políticas que actualmente están en juego y los
procesos organizativos y estratégicos en torno a ellas, con el fin de desafiar el
disciplinamiento de la subjetividad y críticamente considerar: ¿Qué conocimiento?
A modo de conclusión
A pesar de que el Ecuador se autodefine como país pluricultural, las estructuras
dominantes de la sociedad, del campo académico, promueven una hegemonía
monocultural. es necesario descolonizar (y en sí politizar) el conocimiento porque es
ello lo que ayuda estructurar, legitimar y justificar el poder dominante y la
subalternidad. Eso requiere una desconstrucción de los regímenes de verdad, al conjunto
de representaciones que (re)producen y las articulaciones de poder presentes dentro de
ellos, tanto en sus ideologías locales como universales/globales.
También requiere una (in)corporación de formas alternativas y distintas de concebir,
producir y utilizar "conocimientos", el disciplinamiento de la subjetividad que sigue
caracterizando a la Región, como también las relaciones en torno y dentro de ella,
enmascara esta producción y más aún de los pueblos indios, quienes siguen siendo
estudiados, investigados y hasta definidos por los "científicos" sociales (léase
noindígenas), rara vez considerados como sujetos y productores del conocimiento, sino
sólo el 'saber' folclórico/ancestral. Considerar el pensamiento generado por el
movimiento indígena como teóricamente válido y útil para comprender la situación
histórica, social y política del país y de la región permite volver del revés las
geopolíticas de conocimiento a consecuencias descolonizantes. Además, al pensar que
los nuevos marcos epistemológicos deberían ser de todos, anima la transformación
institucional más allá de la universidad en sí y hacia la interculturalización crítica de qué
entendemos, qué difundidos y qué (re)producimos como conocimiento(s).
Como los temas del feminismo son: la diferencia de género pensada tradicionalmente no como
complementaria sino como antagónica, y cómo esta manera de pensar ha incidido en el mundo en que
vivimos, esta teoría aprovechó el desarrollo de las investigaciones de la sociología de las ciencias y
se dedicó al estudio de las ciencias naturales o “duras”, para ver si hallaba allí alguna clave que le sirva
como respuesta. De este análisis lo primero que surgió fue la clásica división que pone, por un lado, lo
masculino: razón/mente/objetividad y por otro, lo femenino sentimiento /naturaleza/ subjetividad. Esta
división entre femenino y masculino implica, obviamente una escisión, “un desgarramiento del
género humano que nos afecta a todas y a todos”,una separación entre subjetivo/objetivo, entre
amor/poder. Las investigaciones realizadas ponen de manifiesto cómo esta estructuración dicotómica
tiene una influencia decisiva en el modo en que la ciencia surgió y en cómo se fue desarrollando. A la
vez que muestran la incidencia que ha tenido la ciencia en aumentar la polarización de estas diferencias.
Según esta teoría hay una estrecha relación entre lo personal, la ciencia y lo público, por lo cual esta
estructuración dicotómica básica tendrá repercusiones en todos los ámbitos. En esta teoría, (y con esto
va a cubrir el hueco dejado por los estudios sociales de la ciencia) ,se va a revalorizar lo personal.
Esta inclusión de “lo personal” tiene implicancias muy importantes. Pues sugiere, entre otras cosas, que
las “leyes de la naturaleza”, no sólo no son fruto de la objetividad del conocimiento, (como se creía antes
de Khun), sino que su concepción está determinada tanto por factores sociales (como sostenían los
estudios sociales de la ciencia), como por factores personales, (como sostienen las feministas).Lo
que la autora quiere señalar es
a. que, en el mundo de la ciencia, los juicios sobre qué fenómenos vale la pena estudiar,
cuáles son los datos que van a ser tenidos en cuenta y sobre cuáles son las mejores
teorías que los explican dependen de la práctica social, lingüística y científica de
quienes hagan los juicios en cuestión.
b. que en la búsqueda de conocimiento científico hay una cantidad de hábitos mentales,
inconscientes, que inciden en él, que implican una estrechez mental y que determinan
una manera de pensar.
c. que la manera que se tiene de concebir al género tiene una incidencia muy importante
sobre el conocimiento científico, (y sobre el conocimiento en general),:“que la red
de asociaciones de género que se da en el lenguaje característico de la
ciencia no es natural ni autoevidente, sino contingente y aterrador”,
(p.20).La parte positiva que una puede sacar de todo esto es que si esta manera de
pensar es contingente puede ser cambiada.
Para ilustrar un poco todo esto, leeremos la descripción que hace Einstein del mundo de la ciencia:
“que las científicas y científicos que se ven llevados a escapar de la existencia personal
para dedicarse al mundo de la observación y comprensión objetiva adhieren,-incluso
eligen-, a una descripción de la realidad como algo tan impersonal y carente de valores
humanos como las reglas de la aritmética”,
(p. 18).
Entonces, si Fox Keller tiene razón y esta manera de pensar es contingente, unaen lugar de ponerse
a llorar piensa, (una vez más), que hay mucho por hacer. En esta primer parte que vamos a ver se
analiza desde un punto de vista histórico esta intrincada red de asociaciones y cómo las metáforas
sexuales que se usaron no eran simples recursos retóricos sino que estaban profundamente arraigadas en
la ideología científica.
En las primeras líneas de la "Introducción", la autora disipa cualquier equívoco que el título de este
blog podría contener: un estudio sobre género y ciencia no estudia a la mujer per se, sino que,
partiendo del reconocimiento de que género y ciencia son categorías construidas socialmente, enfoca
el análisis en las dinámicas de las fuerzas cognitivas, sociales y emocionales que crean y reproducen
a los hombres, a las mujeres, y a la ciencia. En consecuencia, Keller se interesa por cómo la
construcción social de las mujeres y los hombres ha afectado la formación de la ciencia.
La autora explica que sus dudas han podido dar fruto gracias a la conjunción de dos corrientes
académicas más o menos separadas: por un lado, los estudios sociales sobre la ciencia, y por otro, la
teoría feminista moderna. Como es bien sabido, la primera de estas corrientes propone que el avance
científico no está determinado únicamente por el progresivo perfeccionamiento de la lógica interna
de las teorías científicas, sino que otros factores que no necesariamente tienen que ver con evidencia
empírica o necesidad teórica juegan un papel decisivo en el proceso. La segunda corriente aborda,
específicamente en relación con las ciencias naturales, la "mitología popular según la cual la
objetividad, la razón y la mente están asociadas a lo masculino, mientras que la subjetividad, el
sentimiento y la naturaleza lo están a lo femenino" (p. 5). Más, las propuestas feministas le permiten
a Keller aplicar el lema "lo personal es político" para invertir las suposiciones que sustentan esta
mitología, y retar de una manera radical las pretensiones de objetividad absoluta de la ciencia
moderna.
Conocimientos situados
haraway
Conocimientos Situados La cuestión científica en el feminismo y el privilegio de la
perspectiva parcial
En este capítulo de su libro Ciencia, Donna Haraway argumenta a favor de tomar un
enfoque desde un punto de vista objetivo feminista en los estudios sobre las ciencias.
Haraway examina las perspectivas metodológicas principales bajo las que se realizan
los estudios científicos, y argumenta a favor de tomar un punto de vista situado, en
donde se incluya el contexto social, económico y político, así como la especificidad
histórica de que determina la posición tanto del investigador como del sujeto de
estudio, cambiando de la relación sujeto/objeto a una en la que se desarrolle un
diálogo entre ambas partes, permitiendo de este modo decodificar, deconstruír y
reinterpretar los discursos dominantes, adaptándolos a la particularidad del
posicionamiento crítico de cada ente que entre en la producción de conocimiento. En
primera instancia, analiza críticamente las implicaciones que ha tenido para los
estudios científicos y la configuración de las relaciones de poder que de allí se derivan,
el hecho de ejercer un enfoque totalitarista en los estudios científicos, enfoque bajo el
cual se pretende plantear una teoría general para explicar fenómenos particulares.
Según Haraway, en el campo científico las perspectivas totalitaristas representan
actitudes de poder, en donde no se ve privilegiada ninguna perspectiva interna, dado
que los actores sociales-dominantes que están involucrados en éste están conscientes
de que el conocimiento es una forma de poder objetivo. Como una alternativa a la
perspectiva totalitarista, la autora presenta un argumento construccionista social, el
cual resalta la diferencia entre lo que “dicen que hacen” los científicos de acorde a las
ideologías oficiales, y lo que “en realidad” hacen. El principal argumento de este
enfoque es que la ciencia es retórica, ya que los actores sociales que participan en
ésta se han percatado del poder en la configuración de las relaciones sociales que
tiene el establecimiento de un discurso dominante en la sociedad. Según el
construccionismo, la ciencia está compuesta de artefactos y de hechos, y la interacción
entre éstos está enfocada hacia la práctica, y la práctica consiste en persuadir, hecho
que en última medida vuelve a la ciencia como un acto retórico. Haraway afirma que se
necesita un método que muestre la especificidad histórica, y por ende la
contestabilidad de las construcciones científicas y tecnológicas, ya que los enfoques
dominantes actuales ignoran los contextos y las contingencias que influyen en la
producción de conocimiento. Estas demandas se ven abordadas por el enfoque
denominado por Harding “Ciencia del sucesor”, en donde se pretende establecer una
relación crítica y reflexiva con las prácticas de dominación de diferentes grupos
sociales. Esta ciencia del sucesor se ha visto influida en primera medida por
posiciones marxistas, las cuales ofrecían herramientas para las críticas de la
hegemonía, sin relativismos ni positivismos limitadores de poder. Pero para Haraway el
fin de una perspectiva objetiva feminista tiene que ir más allá de mostrar la
contingencia histórica radical y los modos de producción para todo. Se debe idear un
modelo alternativo al de la universalidad que reconozca las propias tecnologías
semióticas del sujeto, que haga una insistencia posmoderna en la diferencia
irreductible y en la multiplicidad de los conocimientos locales. La clave de este modelo
alternativo debe ser la capacidad de traducir las diversas formas de conocimiento entre
diferentes comunidades que se encuentren diferenciadas debido a las relaciones de
poder.
1. 2. La importancia de la vista La autora pone de manifiesto mediante la descripción
de una edición especial de la revista National Geographic cómo el discurso
científico dominante se ha encargado de apropiarse del sentido de visión del sujeto
para distanciarlo de la experiencia del conocimiento, instalando “prótesis” visuales
que nos dejan ver el mundo del modo que los discursos dominantes quieren que
los veamos, hecho que demuestra el argumento del construccionismo nombrado
anteriormente: la ciencia es retórica, y su práctica consiste en persuadir. Por lo
tanto, es preciso acentuar nuestra visión para no caer en trucos visualizadores,
Haraway afirma que “Necesitamos aprender en nuestros cuerpos cómo ligar el
objetivo a nuestros escáneres políticos y teóricos, para nombrar en dónde estamos
y dónde no”, ya que sólo una perspectiva parcial promete una visión objetiva. Esto
significa que para alcanzar una perspectiva objetiva feminista es necesario
encarnar en la perspectiva misma del sujeto su experiencia particular y específica.
Para lograr este cometido, se plantea el término de Conocimientos Situados,
argumentando que la producción de conocimiento se deriva de las diferentes
experiencias específicamente elaboradas, hecho que convierte a los conocimientos
situados como otro objetivo de la objetividad feminista, ya que los ojos son
sistemas perceptivos activos, pues construyen traducciones y maneras específicas
de ver. La cuestión de los conocimientos situados implica poder mirar desde la
periferia adecuadamente. El peligro de mirar desde abajo, Haraway señala, es que
se pueda llegar a romantizar y/o apropiarse de la visión de los menos poderosos,
por lo que es pertinente tener en cuenta que estas alternativas formas de ver el
mundo no deben estar exentas de re examen crítico, de descodificación, de
deconstrucción ni de interpretación. Otro riesgo que se corre al intentar abordar
conocimientos situados es el de caer en el peligro del relativismo. La autora indica
que esta perspectiva es una manera de no estar en ningún sitio mientras se
pretende estar en todas partes. Al igual que el totalitarismo, ésta perspectiva es
una mirada totalizante, pero desde otro extremo, ya que ambas niegan la
localización, la encarnación y la perspectiva parcial. “Ambas impiden ver bien”.
¿Qué se necesita para no caer en los peligros del totalitarismo ni del relativismo?
Una alternativa que incluya conocimientos parciales, localizables y críticos, en
donde se permita la contestación, la deconstrucción y las conexiones entrelazadas,
en miras de la transformación de los sistemas de conocimiento. Haraway señala
que también es perjudicial para la búsqueda de un objetivismo feminista caer en
reduccionismos, esto es principalmente, clasificaciones binarias y esquemas
dicotómicos que pretenden encasillar fenómenos sociales en dos extremos
opuestos, lo que presenta una ilusión de asimetría: hace que cada posición
aparezca como una alternativa, y como mutuamente excluyente. Para esto
Haraway sugiere analizar los hechos sociales mediante mapas de tensiones y
resonancias, en donde se estudie las influencias que fuerzan intercambios y
traducciones desiguales. Apertura de Sujetos Otro tópico inquieta a Haraway en su
búsqueda de una objetividad feminista: el problema de la autoidentidad, cómo el
sujeto se identifica a sí mismo, y por ende, cómo se sitúa éste en el mundo. La
autora dice que para el “conocimiento de una misma” se requiere una tecnología
semiótica que enlace los significados con los cuerpos. También señala que el yo,
siempre es un yo dividido y contradictorio, hecho que permite interrogar los
posicionamientos debido a las multiplicidades heterogéneas. Esta característica del
yo, como un yo no terminado y remendado de manera imperfecta, es un hecho que
permite que sea “capaz de unirse a otro, de ver junto al otro sin pretender ser el
otro”,
2. 3. lo que constituye el ideal de la objetividad: la posibilidad de abordar al sujeto y
no de la identidad, ya que la identidad no produce ciencia, pero el posicionamiento
crítico sí. “Ocupar un lugar nos hace responsable de nuestras prácticas”. Objetos
como actores Otro inconveniente presente en los estudios empiristas es el hecho
de abordar el mundo como un objeto pasivo e inerte. A esta situación en donde el
mundo se objetifica como cosa mas no como un agente dinámico. Zoe Sofoulis le
asignó el nombre de “Recursar”, y según Haraway, el Recursar es el resultado de
una vasta influencia que se remonta hacia la tradición aristotélica, y más
recientemente, como producto de un , lo cual resultó en el hecho de transformar
todo en un recurso apto para ser apropiado, en donde un objeto del conocimiento
no es más que materia prima para el poder seminal del que conoce. Como
alternativa para no caer en esta relación en la que es el sujeto que se apodera del
mundo como un objeto para extraer, entre otros, conocimiento, la autora destaca la
ventaja de las ciencias sociales en este aspecto, ya que en este caso, los sujetos
de estudio son seres igual de humanos al investigador, por lo que las versiones del
mundo real no se dan mediante lógicas de “descubrimiento”, sino mediante una
relación social de . Añadido a esto, también está una alternativa complementaria
desde el Ecofeminismo, en donde el mundo se aborda como un sujeto activo,
concientizándose en la intervención de éste en la generación de conocimiento.
Esta activación de lo que se consideraban anteriormente pasivas categorías de
objetos de conocimiento, junto con la problematización de distinciones binarias, en
donde se presenta una nueva manera de percibir el mundo y el cuerpo, conduce a
una nueva manera de abordar la diferencia, en donde ésta es teorizada
biológicamente como situacional, y no como intrínseca. Este hecho conduce al
último concepto abordado por Haraway en el capítulo, el de “aparato de producción
corporal”, en donde básicamente se considera el cuerpo como un objeto activo de
conocimiento y como generador de significados. Resumiendo todas las críticas y
debilidades que Haraway ha planteado en el capítulo contra una perspectiva
epistemológica totalizadora, y principalmente, argumentando a favor de una
perspectiva parcial feminista en la cuestión científica, se podría decir que el
objetivismo que se busca alcanzar debería ser Un modelo que incluya la
especificidad histórica, que permita la contestabilidad de construcciones científicas,
mediante la traducción de diversas formas de conocimiento, señaladas como
conocimientos situados. De esta manera se pueden generar construcciones y
conversaciones entre diferentes maneras específicas de ver, abordando el mundo
y el cuerpo mismo como sujetos generadores de conocimiento material y
semiótico.