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Moderadora
Auris

Traductoras
Auris Nickie Anna Karol
-queen-ari- Jadasa LauuLr
Miry Alessandra Wilde Ivana
Renatte AnnyR’ Dannygonzal
Danita Julie

Correctoras
Pame .R. Danita
Auris AnnyR’
Jadasa Julie
Alessandra Wilde

Lectura Final
Auris

Diseño
Vane’
Sinopsis Epílogo
Capítulo 1: Sí o no Agradecimientos
Capítulo 2: Relajándome con mi mejor amigo Sobre la autora
Capítulo 3: Solo una de los chicos
Capítulo 4: Fue un fracaso
Capítulo 5: Tan poco confiable
Capítulo 6: Todo es mi culpa
Capítulo 7: Necesito unas vacaciones de mi vida
Capítulo 8: Asimilar la realidad
Capítulo 9: Hora de una ducha
Capítulo 10: Zona de amigos
Capítulo 11: Estabilizarse
Capítulo 12: Probablemente debí tocar primero
Capítulo 13: Es una gran idea
Capítulo 14: Te haré sentir mejor
Capítulo 15: No es lo que esperaba, pero me gusta
Capítulo 16: De vuelta a la acción
Capítulo 17: Nunca es demasiado de algo bueno
Capítulo 18: Averynturas
Capítulo 19: Por la boca muere el pez
Capítulo 20: Las malditas tortugas
Capítulo 21: Señorita independencia
Capítulo 22: Etiquetas complicadas
Capítulo 23: De vuelta al juego
Capítulo 24: Todas las formas de crear un desastre
Capítulo25: Vi el futuro y no era brillante
Capítulo 26: Cambio de marcha
Capítulo 27: Cruce horizontal
Capítulo 28: Un lugar favorito a la vez
Administrar Spark House, un hotel/espacio para eventos que ha
pertenecido a su familia durante años, ha sido el sueño de toda la vida
de Avery Spark. Después de años de trabajar duro y hacer sacrificios
personales, Avery y sus dos hermanas menores han convertido a Spark
House en el principal destino de Colorado Springs. Avery vive una vida
genial: trabaja con sus hermanas y ama cada minuto de ello, tiene un
gran grupo de amigos y vive en un fantástico apartamento con su mejor
amigo, Declan. Puede que no tenga ningún amor en su vida, pero es feliz.
Pero todo se detiene en seco cuando Avery sufre un accidente
automovilístico, dejándola inmóvil durante semanas. Después de casi
perder a Avery, Declan insiste en ser él quien la cuide mientras se
recupera. Sin embargo, cuando Declan se convierte en el cuidador de
Avery, las líneas comienzan a difuminarse.
Avery y Declan han sido mejores amigos desde la universidad y
siempre se sintieron atraídos el uno por el otro, pero cuando ella terminó
saliendo con Sam, el mejor amigo de él, lograron reprimir cualquier
sentimiento que pudieran haber tenido el uno por el otro. Ahora,
mientras pasan más tiempo juntos, ambos comienzan a preguntarse qué
habría pasado si ella hubiera salido con él en lugar de con Sam. Lo que
comienza como un amigo ayudando a otro amigo se convierte en un juego
previo y, antes de darse cuenta, reconocen cuán profundamente se
gustan el uno al otro. Pero cuando las cosas se ponen serias, su pasado
amenaza con destruir todo lo que han construido.
Sí o no
Traducido por Auris
Corregido por Pame .R.

Avery
Mi estado mental actual titubea entre la fascinación y la
incredulidad, acomodo mis lentes de sol y me giro ligeramente para que
el cálido sol de verano no brille directamente en mis ojos. Al otro lado del
campo, media docena de hombres adultos dirigen sus “caballos” hacia el
abrevadero de “alimentación”. Dos hombres chocan entre sí mientras se
aproximan al comedero, el cual se halla lleno de comida falsa, para sus
caballos falsos.
De niña quería un caballito de palo. De muy niña. Fue un breve
deseo añadido a mi lista de Navidad cuando tenía como tres años.
Probablemente porque vi uno en una película y pensé que era divertido.
Pero el caballito fue rápidamente remplazado por equipo de fútbol, porque
el fútbol se convirtió en mi pasión tan pronto como pude patear un balón.
Mi hermana menor, London, hace un sonido de ahogamiento a mi
lado cuando vemos a un hombre de cuarenta y tantos, acariciar la crin
de su caballo. Como el resto de los hombres aquí, lleva un equipo
ecuestre completo: botas de montar negras, pantalones de montar
marrones, chaqueta azul marino y una bufanda roja, que hace juego con
la crin de su caballo de palo, guantes negros y casco de montar. Apoya
su caballo contra el abrevadero, arrullando todo el tiempo la cabeza del
caballo de peluche atado a un palo de escoba.
Aparentemente, montar caballitos de madera es algo real, y
bastante significativo considerando que tenemos a más de cien
entusiastas jinetes de caballos de palo de todas partes de los Estados
Unidos practicando actualmente para su competición de doma de
caballos.
Al planificar para este evento que estamos organizando, he hecho
un poco de investigación sobre el deporte de “montar caballos de palos”
y descubrí que es, de hecho, un deporte bastante serio. Después de ver
videos de Youtube, erróneamente asumí que nuestros huéspedes serían
chicas adolescentes. Pronto descubrí que este deporte no está limitado
para adolescentes, o chicas, como evidencia el increíble número de
hombres ocupando todo el expenso campo de uno punto veintiún
hectáreas detrás de Spark House. Y este grupo de hombres es uno de los
más entusiastas, enérgicos y competitivos que hemos tenido hasta la
fecha, así que, ¿quién soy yo para juzgar?
Mis hermanas y yo dirigimos un hotel de eventos Spark House, el
cual heredamos recientemente de nuestra abuela. Definitivamente se ha
ganado su jubilación y actualmente se encuentra pasando los próximos
seis meses en Italia en unas muy merecidas y extensas vacaciones.
—¿Cómo vamos con los preparativos para la despedida de soltera
del siguiente fin de semana? —pregunta Harley. Se para a mi lado con su
cámara posicionada para una foto espontanea de un grupo practicando
su rutina.
—Estamos bastante listas para empezar. —Los ojos de London se
iluminan con alegría—. Le di los toques finales a la piñata en forma de
pene. Creo que va a ser todo un éxito con la novia.
—La vi esta mañana. Es casi una pena que la vayan a romper. —
Harley busca en su teléfono y me lo entrega.
Casi me ahogo con una tos ante la foto de London con una obra
maestra llena de brillo, dándole un abrazo de un solo brazo y
descansando su mejilla contra la polla. —Te has divertido mucho con
esto.
—Es totalmente cierto. Y estarás feliz de saber que fui capaz de
conseguir los sorbetes ecológicamente responsables en forma de pene.
Todo debería llegar el lunes, así que tenemos bastante tiempo para
instalar todo. —London saca su tableta de su bolso y pasa a través del
calendario—. Y tienes una reunión en tu alma mater esa mañana. Se
supone que Declan va contigo, ¿cierto?
—Sí, vamos a llevar su camioneta y dirigirnos allí el domingo por
la mañana para poder encontrarnos con unos amigos. Deberíamos estar
volviendo temprano el lunes por la tarde. —En mi gran plan para
expandir el alcance de Spark House, lo voy a presentar a la asociación de
exalumnos de mi alma mater para organizar eventos durante todo el año
y ver si posiblemente pueden patrocinarnos. Declan, mi compañero de
apartamento y mejor amigo desde la universidad, va a ir conmigo para
ver a todos los de nuestro equipo de fútbol interuniversitario.
—Perfecto. Harley y yo nos encargaremos de desmontar todo y el
martes podemos empezar a prepararnos para la despedida de soltera.
Creo que va a ser mi evento favorito del año. Me divertí mucho con los
centros de mesa. —Mueve las cejas. Todo para la fiesta de despedida de
soltera sigue el mismo tema de la piñata. Mi hermana ha tenido un día
de campo haciendo las decoraciones.
—Deberías considerar vender eso en Etsy o algún lugar así —
propone Harley—. Posteé una foto de uno de tus centros de mesa ayer en
nuestra historia y había como cincuenta personas preguntando donde
podían conseguir uno.
—Quizá ese puede ser mi negocio paralelo.
Un sonido nos interrumpe, así que todas miramos nuestros
teléfonos.
Resulta ser el mío. Hago una mueca en cuanto noto que es un
mensaje asociado a mi aplicación de citas. Es algo nuevo. London nos
hizo cuentas a las tres el mes pasado en un intento de reactivar nuestras
vidas sociales. Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo trabajando en
Spark House y pasando el rato juntas. Mi otro único pasatiempo es la
liga de fútbol recreativo que juego con mis amigos.
London ha estado saliendo con el mismo chico al menos media
docena de veces, incluso con nuestro ocupado horario. Harley es
excepcionalmente quisquillosa en cuanto a hombres, así que ya ha
rechazado a más de una docena de posibles citas.
Trato de meterme el teléfono en el bolsillo antes de que London
pueda ver, pero me lo arrebata de las manos y lee desde la
previsualización.
—¿Tienes una cita? ¡Se supone que compartas esa información!
—Sigo debatiendo si quiero ir o no. Es mañana en la noche y
debería estar aquí para la cena. Además, este tipo parece muy entusiasta
sobre las bebidas. —No soy muy fanática de depender de nadie más que
de mí misma para mi propia felicidad, así que usualmente cualquier cita
a la que voy tiende a ser casual, y los mensajes llenos de signos de
exclamación de Brock parecen ser una bandera roja.
—El entusiasmo usualmente es algo bueno, y nosotras podemos
encargarnos de la cena. —Sostiene el teléfono frente a mi rostro para
desbloquearlo y lo aleja antes de que pueda arrebatárselo de nuevo. Hace
clic en el mensaje y entra a su perfil—. ¡Oh, vaya! ¡Este tipo es
ridículamente caliente! —Se abanica el rostro dramáticamente al tiempo
que pasa por el perfil y lee en voz alta—: ¿Brock Stone? Suena como a
estrella porno. —En lugar de entregarme mi celular, lo lanza detrás de mí
hacia Harley, quien, a pesar de ser pequeña y no muy atlética, lo atrapa.
—¡Ooh! Metro ochenta y ocho, cabello castaño, ojos verdes, le
encantan los deportes. ¡Y es increíblemente caliente! —Sigue pasando por
su perfil—. ¿Jugó rugby universitario? Este es un ganador. London y yo
definitivamente seremos capaces de encargarnos del evento de la cena
mañana por la noche. Este chico es demasiado lindo como para no salir
con él.
—¿Están seguras? Puedo reprogramar. No sé en qué pensaba al
planear salir a beber un sábado por la noche. Le diré que tendremos que
hacerlo en otro momento. —Trato de agarrar mi teléfono de sus manos,
pero lo esconde detrás de su espalda.
—¡No lo harás! Te has centrado en Spark House veinticuatro siete,
y necesitas tener tiempo para ti misma. Incluso si es solo un par de horas.
Vas a ir por unos tragos, y si resulta convertirse en una cena, vas a
quedarte, disfrutar y no preocuparte. Nos podemos encargar de la cena
con estos tipos. —Hace un gesto hacia el campo.
—Concuerdo en que tienes que ir. ¿Cuándo fue la última vez que
fuiste a una cita? —pregunta London.
—No sé, ha pasado un tiempo. —Como bastantes meses.
—Exactamente. Necesitas salir por unos tragos. Con un caliente
jugador de rugby —aporta Harley.
—Probablemente solo será un par de horas, y pasaré por aquí antes
de ir a casa. De esa manera podré ayudar con la limpieza al final de la
noche.
—En serio, estaremos bien, pero sé que te vas a presentar de todas
maneras, porque no puedes evitarlo. —Me entrega mi celular—.
Respóndele el mensaje y dile que estás emocionada.
—Has agendado unos mimos para mañana antes de la cita, ¿cierto?
—London agarra mis manos y hace una mueca ante mis uñas, las cuales
no se encuentran en el mejor estado. Ella siempre está impecable. Ve a
su estilista cada seis semanas, va a la manicurista cada dos meses, se
depila con cera las cejas, junto con otras partes. Si yo recuerdo depilarme
las piernas una vez a la semana, es un milagro. Harley cae en una
categoría en el medio.
—Eh…
—Oh, vamos, Avery, ¿Cuándo fue la última vez que te depilaste las
cejas? —Le da un tirón a los pelos de la derecha y le alejo la mano de un
golpe—. Has estado pasando el rato con deportistas soleros por mucho
tiempo. ¿Siquiera has escogido un vestido? —Mueve una mano por el
aire—. ¿Sabes qué? No digas nada, ya sé la respuesta.
Imaginé que tomar algo en un bar deportivo significa vaqueros y
una camiseta, pero, aparentemente mi más refinada y moderna hermana
menor no concuerda. En los siguientes diez minutos, tengo una cita para
depilarme con cera y una manicura y pedicura agendada para esta tarde.
—Traeré vestidos mañana. Si te lleva a cenar, tienes que lucir como si
fueras el postre.
—Son bebidas. No cena —protesto.
—Las bebidas siempre se encuentran sujetas a cambiar. —Pelear
con London no me llevará a ningún lado. Además, mi guardarropa
consiste mayormente en ropa deportiva y exactamente cinco pares de
pantalones de vestir, dos pares de tacones y las camisetas de Spark
House que hicimos diseñar para evadir mi necesidad de, en realidad,
comprar ropa femenina.
London siempre luce profesional, y también Harley en una forma
más ligeramente casual y extravagante. Yo tiendo a vestirme buscando
comodidad, ya que soy yo la que planea todas las actividades físicas y en
grupo, las cuales muchas tienen lugar al aire libre. Usar tacones,
pantalones de vestir y blusas ciertamente no es apto para el salto con
barras de caballos de palos. Y sí, he corrido en uno de esos concursos.
Caballo de palo y todo. Es más difícil de lo que parece.
—Aceptaré la oferta de los vestidos, pero no puedo prometer que
usaré uno de ellos. —Los traerá al trabajo mañana de todas maneras, así
que decir que no, no tiene sentido.
—Vamos, Avery. Tienes un cuerpo espectacular, y siempre lo
escondes bajo pantalones de yoga y sudaderas con capucha.
—Porque son cómodos.
—Puedes olvidarte de la comodidad y pensar en el estilo por unas
pocas horas.
—Bueno. Pero es un lugar bastante casual, así que nada de tus
atuendos de “una noche en la ciudad”.
Me mira de reojo. —Me aseguraré de traer solo mis mejores vestidos
de domingo.
Estoy bastante segura que la última vez que entró a una iglesia fue
cuando nuestro tío, Mortimer, se casó… por cuarta vez. Y eso fue cuando
London aún seguía en la universidad.
Una conmoción al otro lado del campo llama mi atención. Dos de
los jinetes parecen estar en desacuerdo. Las manos en la caderas, las
cabezas inclinadas, la nariz con nariz me dan razones para creer que hay
un tipo de problema.
—Eso no se ve muy amistoso. —Asiento con la cabeza en su
dirección.
—Tal vez los caballos necesitan un descanso —murmura Harley.
La miro de reojo, y ella lucha contra una sonrisa.
—Oh-oh, tenemos manos y caballitos agitándose —comenta
London, llevando mi atención de vuelta al campo. La pelea parece estar
calentándose, no calmándose.
—Tienes que lidiar con eso. —Me da un empujón en el hombro. Es
increíble con las finanzas, y es genial conectándome con los proveedores
correctos, pero lidiar con conflictos no es su punto fuerte.
—¿No estás de humor para mediar con caballos de peluche? —Dejo
caer mi bolso en el suelo al lado de los pies de Harley y cruzo rápidamente
el campo mientras la pelea escala a gritos. Estoy a unos seis metros
cuando uno de los hombres corre y golpea al otro con su caballo.
—¡Guau! ¡Vaya! ¡Caballeros! Tiempo fuera. ¡Esa no es una
conducta muy deportiva! —grito.
Mi amonestación pasa desapercibida, y los dos hombres empiezan
a batirse a duelo con sus caballitos de madera. El más grande de los dos
hinca al otro en el estómago y le arrebata su caballo de palo cuando este
pierde el agarre.
—¡Caballeros! ¡Por favor! —grito, pero es difícil ser escuchada sobre
sus gritos y la recién formada multitud de entusiastas de caballos de
madera que se ha agrupado y ahora exclama a los peleadores.
Otros dos hombres le tiran sus caballos de palos al hombre que se
quedó sin el suyo y gritan—: ¡Patéale el trasero!
Y yo que pensaba que era un deporte tranquilo. Aparentemente
estoy muy, muy equivocada.
Los jinetes se enfrentan nuevamente, cada uno sosteniendo un
caballo de escoba entre sus piernas y otro como… ¿una espada, quizá?
Me recuerda a las justas medievales. Especialmente cuando empiezan a
estampar los pies, patear el suelo y brincar en sus sitios. Sé que las cosas
están a punto de escalar cuando sacuden las cabezas de un lado a otro,
rebuznando en voz alta y respirando por la nariz con resoplidos fuertes.
Entonces corren hacia el otro, mientras gritan. Incluso si se
golpean entre sí con caballos con cabeza de peluches, no me conviene
que nadie termine con una contusión.
Salto entre ellos antes de que choquen, es ahí cuando me doy
cuenta, un segundo muy tarde, que me puse en una posición muy
peligrosa. Como sea, el hombre a mi derecha se desvía al último segundo
y termina estrellándose en el comedero, derrumbándolo junto con, al
menos, media docena de caballos de madera “alimentándose”. El otro
hombre patina hasta detenerse a unos centímetros de mí, perdiendo el
balance y cayendo de espaldas al suelo. Llovió ayer, así que, aunque se
encuentra soleado y seco hoy, el suelo aún se halla blando y sucio. Y
resulta que aterriza en una muy seria y blanda pila de hierba lodosa.
También se las arregla para golpearse en las joyas de la familia con
el caballo de palo. Rueda de lado, agarrando la lodosa cabeza de caballo
y su polla. Es un gran espectáculo. Antes de que se convierta en un
absoluto caos, agarro el megáfono del maestro de ceremonias del grupo
y grito—: ¡Soooo, caballo! —como una idiota.
Como sea, funciona. Todos y cada uno de ellos se congela. —
¡Jinetes número diecisiete y veintitrés, quedan descalificados de esta
ronda por maltrato y uso inadecuado de sus caballos de palo! —Me estoy
inventando esto sobre la marcha, pero alguien tiene que tener a estos
tipos bajo control, y ellos no parecen ser capaces de manejarlo por su
cuenta.
El hombre que se golpeó en las bolas, el número veintitrés, se
levanta del suelo y cojea hacia la banca, la cual ahora se halla designada
a los jinetes descalificados. El número diecisiete se sienta de golpe en el
otro extremo con un resoplido.
Bajo el megáfono y me cruzo de brazos. —Se supone que esto sea
sobre integración de equipo y compartir algo que les apasiona. Si quieren
competir en una justa, les sugiero que: o se unan a un club o postulen
para un puesto en el teatro Medieval Times. —Hago un gesto entre ellos—
. Ahora discúlpense el uno con el otro.
Miran de mí hacia el otro y de nuevo a mí.
Levanto una ceja.
Murmuran entre dientes un “Lo siento”.
—Van a tener que hacerlo mejor si quieren ganarse el derecho a
competir de nuevo. Son adultos, no niños, y espero que se comporten con
clase y elegancia. —Hombre, estoy feliz de haber visto todos esos videos
de Youtube en preparación para esto.
—Siento haberte atacado con tu caballo —dice el número diecisiete.
—Y yo lamento haber llamado al tuyo una imitación barata. —El
número veintitrés parece apropiadamente disgustado por su insulto
juvenil.
Fuerzo una sonrisa. —Eso es. ¿No se sienten mejor ahora?
Honestamente, nadie creería las rarezas con las que lidio a diario.
Me quedo alrededor un rato para asegurarme de que la situación
se encuentre bajo control antes de dirigirme a la cita de manicura,
pedicura y depilación que London tan amablemente hizo por mí. No tengo
idea de cómo se las arregló para atraparme sin que me diera cuenta, pero
supongo que lo agradezco un poco.
Me siento un poquito mal por dejar a mis hermanas con todos esos
jinetes aparentemente muy nerviosos mañana por la noche, pero espero
haberlos avergonzado y que se comporten.
Una vez que estoy en la cita, me arrepiento casi instantáneamente.
No soy buena en quedarme quieta en el mejor de los casos. Añade la
incomodidad de que alguien me toque las uñas, las cejas y me arranque
vello de mis partes de chica (no estoy segura de cuál es el propósito de
eso, ya que hay cero posibilidades de que deje que Brock se meta en mis
pantalones en la cita número uno), y prácticamente estoy arañando las
paredes para cuando termino.
Sin embargo, tengo que admitirlo, mis uñas lucen lindas. No quería
nada demasiado vibrante ya que usualmente mantengo mis uñas
completamente desnudas, así que la mujer me convenció de hacerme una
manicura francesa. Y una vez que la rojez alrededor de mis cejas baje,
estoy segura de que también lucirán bien. Espero.
Relajándome con mi mejor amigo
Traducido por Miry
Corregido por Pame .R.

Avery
Son casi las ocho cuando llego a casa. Vivo en un complejo de
apartamentos de dos dormitorios en una zona bulliciosa en las afueras
de Colorado Springs con Declan. Nos conocimos durante nuestro primer
año en la universidad, y él, junto con nuestros otros dos amigos, Jerome
y Mark, formaron mi grupo principal de amigos mientras permanecimos
ahí, y nos hemos mantenido unidos a lo largo de los años. Ayuda que
todos nos mudáramos a la misma ciudad después de la escuela, a
diferencia de algunos de nuestros otros amigos que se dispersaron por
todo el país.
Tenemos reuniones semanales en las que pedimos pizza y vemos
deportes. Por lo general, es fútbol, el cual todos jugamos juntos en la
universidad, pero Jerome es un gran fanático del fútbol americano y a
Declan le encanta el hockey, así que, si hay un juego, cambiamos entre
ellos. Son mis amigos y siempre me han tratado como a uno de los chicos.
Mis hermanas forman el resto de mi círculo, pero ninguna de ellas
disfruta de los deportes, por lo que no participan en nuestras noches de
deportes y pizza.
Casi me tropiezo con los zapatos para correr de Declan cuando
entro por la puerta. Los pateo a un lado, me quito con los pies los míos,
los pongo el tapete y cuelgo las llaves. Echo un vistazo a la mesa lateral,
donde una figura de acción de Thor me saluda. Le doy al poderoso
superhéroe una palmadita en su cabeza de plástico, pero aun así grito—
: ¡Cariño, estoy en casa! —Antes de pasar por el pasillo hasta la sala de
estar.
Es un hábito que he adquirido desde que nos mudamos juntos,
para evitar estar expuesta a cosas que no quiero ver. Una vez no me
anuncié, entré y encontré a una de las amigas de Declan montándolo
desnuda en el sofá en tanto este medio prestaba atención al partido de
fútbol. Entré a la habitación mientras gritaba un “¡Joder, sí!” solo unos
segundos después descubrí que no tenía nada que ver con la mujer en
su regazo montando su palanca, sino porque nuestro equipo favorito
marcó un gol.
Después de eso, creamos nuestra propia Bati-Señal. Cuando la
figura de acción de Thor se encuentra mirando a la pared, es una señal
de que Declan tiene compañía. Durante un tiempo, Thor a menudo se
hallaba mirando a la pared, pero ha sucedido con mucha menos
frecuencia en los últimos meses.
—Gracias a Dios, necesito una cerveza. —Es la respuesta que
recibo al doblar la esquina.
Entro en la sala de estar, una mano ya en mi cadera y una réplica
maliciosa en la punta de mi lengua. Encuentro a mi compañero de
apartamento en el suelo. Lleva pantalones cortos de baloncesto azul
marino y no tiene camiseta. Está construido como un atleta. Sus
abdominales se ondulan cuando se dobla haciendo un abdominal. Una
gota de sudor le recorre la sien y cae sobre la alfombra.
—¿Qué haces?
—¿Qué crees?
—Sudando sobre toda la alfombra. —Su cabello oscuro se
encuentra húmedo en las sienes, volviéndolo casi negro. Su pecho brilla
y nuevas gotas de sudor se forman y viajan en lentos ríos entre sus
pectorales.
Este no es un espectáculo con el que no esté familiarizada, pero
generalmente no se encuentra sin camiseta, por lo que principalmente
puedo ver las manchas de sudor en lugar de todos esos músculos
definidos. Mi mejor amigo es agradable a la vista. Afortunadamente, he
tenido suficiente exposición a lo largo de los años a su cara bonita y su
cuerpo ridículamente impresionante, por lo que soy inmune.
Mayormente. Un poquito. De acuerdo, tal vez el sesenta y cinco por ciento
del tiempo.
—No pude ir al gimnasio esta mañana, así que pensé en hacer un
entrenamiento rápido antes de que regresaras a casa. Ganarme la comida
para llevar que estoy a punto de devorar. Diez más y luego estoy listo
para esa cerveza. —Sus ojos azules brillan con humor.
Le muestro el dedo medio. —Si alguien debería pedir que lo
atiendan, soy yo.
Cruzo la sala de estar y giro a la derecha por el pasillo hasta mi
dormitorio.
—¿A dónde vas? —me grita.
—Necesito ponerme algo más cómodo.
—Llevas pantalones de yoga y una camiseta. ¿Cuánto más cómoda
puedes sentirte?
—Déjame reformular. Necesito ponerme algo limpio. —Regreso dos
minutos después con pantalones grises para correr extra grandes con
agujeros y una camisa holgada.
Declan ha terminado su entrenamiento y usa una camiseta que
probablemente le quedaba mucho mejor en la universidad que ahora.
Supongo que se acerca el día de lavar. Hay una toalla desechada en el
suelo, probablemente usada para limpiar su rastro de sudor.
El hombre, siendo el compañero de apartamento a veces reflexivo
que es, me ha hecho un favor y me ha servido una cerveza. Me dejo caer
en el otro extremo del sofá con un gemido y me pasa el vaso lleno.
—Necesito esto más que aire en este momento, así que gracias.
Arquea una ceja y vuelve su atención al partido de fútbol. —
¿Debería siquiera preguntar cómo estuvo tu día?
Agarro mi teléfono y abro los mensajes grupales con mis hermanas
y hago clic en el video que Harley envió hace aproximadamente una hora,
mientras me arreglaba las uñas y me arrancaban el vello de mis partes
sensibles. Se lo lanzo y presiona reproducir. —¿Qué diablos estoy viendo?
—Una pelea de caballos de palo.
Se encoge ante el fuerte golpe, rebobina el video y se echa a reír. —
¿Están peleando con caballos de juguete?
—Sí.
—Dios, ¿quién ganó?
Me río. —Nadie, porque me ocupé de la situación.
—Eh, no puedo decidir si eso es decepcionante o no. —Reproduce
el video de nuevo, como lo hice mientras me arreglaba las uñas—. ¿Esto
es algo normal? No puedo imaginar que el montar caballos de palos sea
realmente popular.
—Te sorprendería la cantidad de personas involucradas en el
deporte.
—¿En serio? ¿Cómo es que nunca he oído hablar de esto? ¿Y
cuántas veces has realizado un evento de… salto de vallas con caballos
de juguetes?
—Este sería el primero para Spark House. Y posiblemente el último,
dependiendo de si hay más justas entre ahora y el domingo.
Me devuelve el teléfono y lo dejo en la mesa auxiliar.
—Sin embargo, parece que a mucha gente le gusta, así que tal vez
valga la pena el dolor de cabeza. ¿Es un deporte lucrativo? ¿La gente
apuesta en él como lo hacen en las carreras de caballos y las
competiciones? —Sus ojos se iluminan.
—No tengo idea, pero diré que probablemente no, así que sea cual
sea el plan que esté sucediendo ahí, puedes olvidarlo ahora mismo. —Me
acerco y toco su sien.
Declan trabaja en finanzas. De hecho, maneja la cartera financiera
de Spark House y trabaja con London para asegurarse que cumplamos
con todos nuestros objetivos financieros. Es excelente en lo que hace, y
no hay nadie en quien confíe más para mantener nuestras finanzas
seguras. En cualquier momento que necesite discutir adiciones,
renovaciones o expansiones potenciales, puedo ir a hablar con él. Trato
de no acosarlo por cosas así los fines de semana, pero le encanta hablar
de dinero e inversiones.
—Era solo una pregunta. Sé que han hablado de arreglar esa fuente
en honor a tu abuela esta primavera, y no será barato, ni realmente un
valor agregado.
—Solo lo haremos si podemos pagarlo, pero sería una sorpresa
genial si pudiéramos arreglarla antes de que regrese de Italia. —A los
ochenta y un años, abue todavía es vivaz e increíblemente activa. Ella
dirigió Spark House con mi abuelo, y luego, después de su muerte, con
la ayuda de mis padres. Cuando los perdimos en el accidente
automovilístico, se hizo cargo de nuevo a tiempo completo. Al menos
hasta que mis hermanas y yo estuvimos preparadas para asumir la
responsabilidad. Siempre me ha gustado Spark House y sabía que algún
día quería hacerme cargo de él. Y ahora eso es exactamente lo que
estamos haciendo.
Declan mueve un bolígrafo entre sus dedos. —Si montar un caballo
de madera es la mitad de lucrativo que las carreras de caballos reales,
las justas pueden valer la pena. En realidad, podrían ser incluso mejores
que el montar.
Pongo los ojos en blanco. —No toleraré que hombres adultos se
golpeen entre sí con caballos de peluche. Me aseguraré de que tengamos
el capital para arreglar la fuente antes de empezar a tirarle dinero a eso.
Se inclina en el respaldo del sofá y me da un apretón en el cuello.
—¿London todavía se halla indecisa al respecto?
—No quiere que nos metamos en eso de cabeza. Lo que entiendo.
Sé que no es un gasto necesario, pero aun así sería una gran sorpresa.
—Declan sabe lo importante que es la abuela. Es la que intervino y nos
crio a mis hermanas y a mí después de que nuestros padres murieran
cuando éramos adolescentes. La pérdida de nuestros padres creó un
agujero en el tejido de nuestra existencia, y mis hermanas y yo hemos
enmendado nuestros corazones lo mejor que hemos podido uniéndonos—
. Como sea, basta de eso. ¿Cómo estuvo tu día?
—No tan emocionante como el tuyo. Aunque conseguí un cliente
bastante estupendo, así que eso es algo.
—Oh, ¿sí? ¿Qué tipo de cliente?
—Súper metido en cosas ecológicas, tiene esta enorme compañía
que realmente está causando sensación, innovadora e inteligente. El tipo
solo tiene poco más de treinta años y está ganando más dinero del que
yo podría en las próximas tres vidas, pero no lloraré por los honorarios
de gestión.
—¡Felicidades! ¡Es increíble! ¿Eso significa que mañana comprarás
la pizza y las alitas? Porque si es así, me gustaría una con mucha carne,
extra grande y con corteza rellena.
—¿No tienes un evento?
—No demoraré.
—Cierto. Genial. Bueno, definitivamente puedo satisfacer la
solicitud de pizza, aunque probablemente signifique que necesitaré horas
extra en el gimnasio la semana que viene. —Acaricia su paquete de seis.
Puede comerse una pizza entera solo y nunca ganar un gramo.
Pongo los ojos en blanco. —Solo vas al gimnasio para poder ligar
con mujeres.
—Falso. Sé que es mejor no salir con mujeres que van a mi
gimnasio. Es lo mismo que salir con alguien con quien trabajas.
—O con alguien de tu grupo de amigos —murmuro. Me refiero a mi
segundo año cuando estúpidamente comencé a salir con Sam, uno de los
chicos con los que solíamos pasar el rato y el ex mejor amigo de Declan.
Sam era un año mayor y estudiante de tercer año cuando nos juntamos
por primera vez. En ese momento, Declan y yo nos habíamos hecho
buenos amigos. Como la mayoría de la población femenina de nuestra
universidad, yo no era totalmente inmune a su encanto. Rezumaba
carisma y era ridículamente ardiente. Pero sus padres se hallaban en
medio de un divorcio complicado y tenía la costumbre de dejar un rastro
de corazones rotos. Pensé que Sam era la elección de novio segura e
inteligente.
Resulta que no era ninguna de las dos cosas.
Declan siempre bromea diciendo que obtuve la custodia total de él
y los chicos en la separación. Pero la verdad es que Declan descubrió que
Sam me engañaba, y fue quien me lo dijo. Los chicos se pusieron de mi
lado y su amistad no sobrevivió a las consecuencias.
—Todo el mundo comete errores estúpidos en la universidad.
Además, la única razón por la que no salgo con las mujeres que van a mi
gimnasio es porque lo hice una vez y tuve que cambiar mi membresía a
otra sede.
—Ah, sí, Acosadora Sue. La recuerdo. Apareció aquí una vez
después de que rompieron. Casi me hizo pensar en conseguir mi propia
casa —bromeo.
—Tuve que comprar pizza la noche que te tocaba durante unos seis
meses para compensarlo. —Sonríe avergonzadamente.
Ambos definitivamente podríamos permitirnos vivir solos, pero me
gusta la compañía de un compañero de apartamento. Nunca he vivido
sola. Jamás. Pasé de mis padres a vivir con mi abuela, a los dormitorios
universitarios, a una vivienda fuera del campus con compañeros de piso,
de nuevo a vivir en casa de mi abuela y luego aquí con Declan. Podría
haberme mudado con mis hermanas, pero sentí que era mejor para mí
tener mi propio espacio, especialmente porque todas trabajamos juntas.
Y London y Harley tienen un vínculo especial. No es que yo no lo tenga,
pero me fui a la universidad poco después de que perdimos a nuestros
padres, y ellas se quedaron juntas en Colorado Springs.
Así que lo hice fácil para todas y me mudé con Declan. Es mucho
más fácil convivir con los chicos que con las chicas. Son sencillos y dicen
en serio lo que quieren decir cuando lo dicen. Llevamos dos años viviendo
juntos y nunca me he arrepentido de la decisión. Aparte de Acosadora
Sue, de todos modos.
Miro dentro de la caja de comida para llevar que se encuentra en
la mesa de café. —¡Oh, Dios mío! Eres literalmente el mejor. —Agarro la
mitad de un burrito de pollo búfalo y le doy un gran mordisco. En el salón
me dieron té y bizcochos sin sabor que me recordaron a las hostias de
comunión. No he comido desde el almuerzo, que fue una ensalada de
salmón deliciosa, pero no del todo abundante.
—Guau. Los buitres se ven más sexys dándose un festín con
animales atropellados que tú devorando ese burrito. —Declan tiene una
mirada entre diversión y disgusto.
—No he comido desde el mediodía.
—Puedo notarlo. —Devuelve su atención al juego en tanto me meto
el resto en la boca. La segunda mitad la como un poco más lento.
Mi teléfono suena con un recordatorio de la cita para mis llantas la
próxima semana. —¡Oh! Aún vendrás conmigo a la universidad el
domingo, ¿verdad?
—¿Eh? —Tiene la mirada pegada a la pantalla. Nuestro equipo
pierde por un gol y actualmente tienen el control del balón.
—Domingo. Se supone que debemos reunirnos con los exalumnos
del equipo de fútbol. Veremos un partido, ¿recuerdas? —Extendí la
invitación a Mark y Jerome, pero ambos se encuentran ocupados. Jerome
tiene una cita en la tarde planeada con su novia actual; tampoco está
seguro de si planea romper con ella o no. Por lo general, eso es una señal
de que está aburrido y listo para seguir adelante, pero realmente no me
corresponde decirlo. Mark va a pescar con su padre el fin de semana, así
que solo somos Declan y yo quienes haremos el viaje.
—Oh, joder, sí, por supuesto que todavía voy. —Deja caer los pies
y se inclina hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas—. ¡Vamos!
¡Espabílate, Donahue! ¡Estabas justo ahí!
—¿Y podemos llevarnos tu camioneta?
—Sí, seguro. Conduciré —dice.
Abro la aplicación del clima. —Bien, predicen lluvia intensa y no
puedo llevar mi auto para que le cambien las llantas hasta el martes.
—Te tengo cubierta, Ave. —Me da una palmada en la rodilla, luego
salta del sofá y grita la victoria cuando nuestro equipo logra pasar el
balón más allá del portero.
Espero hasta que vuelve a sentarse antes de preguntar—:
¿Necesitas que ponga una alerta en tu calendario?
—No. Ya la tengo programado aquí. —Se toca la sien—. Oh, es tu
turno con el crucigrama. Me dejé llevar e hice doce en lugar de diez. Lo
siento por eso. —Mira debajo de las cajas de comida para llevar hasta que
encuentra el crucigrama del periódico. Hay un par de manchas de grasa
y posiblemente un poco de salsa de pollo búfalo. Declan y yo siempre
compartimos el crucigrama semanal.
—Esperaba que fuera mi turno. —Agarro el papel y escaneo las
respuestas—. ¿Tuviste problemas con el dieciocho?
Me da una mirada de ¡Pero, por favor! y luego sonríe cuando se da
cuenta de que estoy bromeando.
Para la gran mayoría de las mujeres, se consideraría una sonrisa
baja bragas. Lo amo, pero tiene más equipaje que un avión lleno, y ya
recorrí ese camino una vez antes.
Solo uno de los chicos
Traducido por -queen-ari-
Corregido por Pame .R.

Declan
—Mark, estas deben ser para ti. —Dejo la caja con la etiqueta SIN
PICANTE en la mesa de café.
—No juzgues. Últimamente he tenido acidez estomacal. —La
recoge.
Mark nunca pasa de las alitas medio picantes, e incluso entonces,
tiene hipo y suda a mares. —¿Crees que eso podría atribuirse al hecho
de que has estado aquí por menos de una hora y ya te has bebido tres
cervezas? —Avery me quita la caja de alas extra picantes de las manos
antes de que pueda verificar que el contenido coincida con la etiqueta.
Hay un lugar en la calle que tiene la mejor pizza y alitas, pero a
menudo etiquetan mal las cajas, por lo que la mayoría de los alimentos
requieren una prueba de olfateo antes de consumirlos. Han etiquetado a
las alas extra picantes como SIN PICANTE en más de una ocasión en el
pasado. Una vez, Mark comió una supuestamente sin picar, sin la prueba
de olfato requerida, y pensamos que estaba teniendo un ataque al
corazón. Sudó toda su camisa y su rostro se puso rojo como una
remolacha. Procedió a beber medio galón de leche y al instante también
se arrepintió.
—Se trata de equilibrio —dice mi amigo a la defensiva. Saca un
paquete de antiácidos de tamaño económico de su mochila, abre la tapa
y se echa un montón directamente a la boca.
—¿Cuántas botellas de esas consumes en una semana? —pregunta
Avery.
—Eh, dos, ¿tal vez tres? —Nos las ofrece al resto de nosotros como
si fueran dulces, no antiácidos harinosos.
—Eso no es normal. —Jerome alcanza las alitas con ajo y miel.
—¿Quizás necesitas ver a un médico? —Avery arroja su primer
hueso de ala en el recipiente de descarte en el medio de la mesa y va por
los nachos. Se mete el pelo en el cuello de la camiseta y se inclina sobre
la caja al tiempo que se mete tres frituras cargadas de salsa en la boca,
una tras otra.
A pesar de que mi amiga creció en una familia increíblemente unida
que organizaba eventos familiares en un comedor con una mesa que
probablemente es tan larga como todo este apartamento, come como un
cerdo. A menos que esté en un restaurante. Entonces usa todos los
tenedores, cucharas y cuchillos adecuados y es muy delicada. Es
divertido de ver, porque esta mujer es todo lo contrario de delicada.
—No, he estado tratando de aumentar mi tolerancia a la salsa
picante durante el último mes, y solo necesito reducir mi rollo de
habanero.
El teléfono de Avery suena desde algún lugar de la mesa de café,
debajo de las bolsas desechadas y las cajas de comida para llevar.
Cuando finalmente lo encuentra, revisa la alerta y murmura “Oh,
mierda”. Agarra dos nachos más cargados de salsa, se los mete en la boca
y se levanta del sofá, corriendo por el pasillo.
—¿Qué fue eso? — pregunta Jerome.
—No sé. —Me encojo de hombros y como mis alitas. Avery siempre
tiene un millón de cosas que hacer, por lo que literalmente podría ser
cualquier cosa, pero por lo general está relacionado con el trabajo o los
deportes. El trabajo tiende a ser su enfoque principal, como lo es el mío,
aparte de noches como estas, de todos modos. Los cuatro siempre nos
juntamos para el Fútbol del Lunes por la Noche. Luego jugamos en una
liga de fútbol recreativo los miércoles por la noche, y cada dos fines de
semana, los chicos y yo pasamos el rato como esta noche. Avery trabaja
la mayoría de las tardes de fin de semana para cualquier evento que
organice, pero tal vez esta noche sus hermanas estén tomando el control
de las cosas. Por lo general, mi amiga es la que se encarga de todos los
aspectos relacionados con las personas de los eventos, ya que es más o
menos la cara de Spark House, no es que ella esté de acuerdo con ese
título en absoluto.
Me muevo hacia la esquina del sofá, que es el lugar de Avery, pero
en la noche de deportes, si te mueves, tu asiento siempre puede ser
tomado.
Un rato después, un extraño sonido aleja mi atención del juego. No
puedo ubicarlo hasta que Avery entre en la sala de estar. Ya no lleva
pantalones deportivos y una camiseta andrajosa y raída. En cambio, se
ha puesto un vestido negro ceñido que abraza cada una de sus curvas
atléticas. En todos los años que la conozco, y la conozco desde hace
muchos años, probablemente pueda contar con una mano la cantidad de
veces que la he visto con un vestido. Y nunca la había visto usar algo
tan... sexy.
Seré honesto. Me está asustando un poco, porque desde la
universidad, cuando empezó a salir con mi ex mejor amigo, Sam, yo
consideraba a Avery como una amiga; resulta que tiene pechos que por
lo general se aplanan en un uni-teta con un sostén deportivo. El hecho
de que su ex, Sam, la jodiera y casi provocara que nuestro grupo de
amigos se disolviera ayuda a mantenerla en la zona de amigos.
Excepto que en este momento es difícil no verla como la mujer
atractiva que es. —Vas un poco demasiado vestida para el fútbol y la
cerveza.
—Ja, ja. —Pone los ojos en blanco—. Voy a salir. Obviamente.
—¿Tienes un evento de Spark House o algo así? —Sé que mañana
tenemos esa cosa de los exalumnos, pero supuse que como se quedó en
casa esta noche significaba que no tenía adónde ir. Y no estoy seguro de
considerar ese atuendo apropiado para el trabajo, incluso si es un evento
de noche, especialmente porque esos tipos de los caballos de palo parece
que no socializan mucho más allá de comparar el tamaño de las cabezas
de sus caballos de peluche en palos.
—Mierda, Ave, estás ardiendo. —Silba ruidosamente Mark, lo que
también aleja la atención de Jerome del juego.
—¿Cuál es la ocasión especial? —Los ojos de mi amigo brillan, lo
que indica que se encuentra tan sorprendido como yo por el vestido.
Todos estamos acostumbrados a la Avery casual y con ropa
informal, no a esta versión peinada, maquillada y arreglada.
—Tengo una cita. —Sus mejillas se sonrojan y tira del dobladillo
del vestido.
—Guau. ¿Una cita? Amiga, debe ser bueno en la cama si estás
dispuesta a montar este espectáculo de humo. —Jerome gira el dedo—.
Veamos el reverso de este atuendo.
—Es una primera cita, así que no tengo ni idea de si es bueno. —
Se gira, tirando de su cabello sobre su hombro para exponer la parte de
atrás del vestido. Las correas son delgadas. Tan delgadas, de hecho, que
no hay forma de que pueda llevar sujetador. Sin mencionar que cae,
exponiendo una cantidad significativa de piel. El vestido también es
corto, llegando a la mitad de su muslo, mostrando sus piernas atléticas.
Habiendo vivido con Avery por un tiempo, estoy familiarizado con
sus preferencias de ropa interior. A veces, nuestra ropa se mezcla o tengo
que mover sus cosas de la secadora a la canasta. Es una mujer de
pantalones cortos de chicos y de cobertura total la mayor parte del
tiempo. Siempre colores básicos como el negro y el beige. Sin lujos, nada
atrevido. Sin embargo, no detecto las líneas de las bragas. Lo que significa
que o usa una de esas sin costuras, feas como la mierda de color beige
que he tenido la desgracia de encontrar atascados dentro de la pernera
de mis pantalones, o usa una tanga.
Por alguna razón, preferiría que fuera la primera en lugar de la
segunda.
—¿Entonces? ¿Qué piensan? ¿Es demasiado para una primera
cita? —Apoya un puño en su cadera y se muerde el labio inferior.
—Creo que si quieres saber si es bueno en la cama, ese es
definitivamente el vestido que debes usar —comenta Jerome.
Mark asiente con la cabeza.
Ella hace una mueca. —¿Creen que envía el mensaje equivocado?
—No, te ves increíblemente sexy. Lo luces. Él rogará por una
segunda cita. —Jerome choca el puño con Mark.
—Y por pagar la cuenta. —Mark finge hacer llover billetes de dólar.
—Pagaré mi propia bebida, pero es bueno saber que mostrar mis
piernas puede reducir mis gastos. —Sonríe Avery.
—¿Tienes otras opciones? ¿Quizás quieras mostrarnos otros y
podemos votar por un favorito? —sugiero—. ¿Qué hay de ese vestido
camisero verde militar?
—¡Oh! Sí. Bueno. London me prestó un par de vestidos más, pero
creo que podrían ser excesivos. Primero me probaré el vestido camisero.
Desaparece por el pasillo haciendo sonar sus tacones y yo vuelvo a
ver el partido. Excepto que puedo sentir a mis dos amigos mirándome
fijamente. —¿Qué?
—¿Por qué querrías que se cambiara eso? ¿Y qué diablos es un
vestido camisero? —pregunta Jerome.
—Solo por opciones, ¿saben? Por lo general, a las chicas les gusta
cambiarse cinco veces antes de una cita. Probablemente se puso lo
primero que encontró —Hay un silencio, pero evito a propósito mirar a
alguno de los dos.
—Sí, lo que sea, hombre.
Un minuto después reaparece, esta vez con el vestido camisero.
—Oh, sí, ese es perfecto. —Lamo la salsa de alitas de mi dedo y le
doy dos pulgares hacia arriba.
La expresión de Jerome grita ¿qué diablos? —No escuches a D, está
drogado o algo así. Ponte el negro.
—Avery se ve muy bien con este vestido —discuto. Además, este
vestido es holgado y prácticamente sin forma. El dobladillo termina en
sus rodillas y tiene mangas cortas, lo que significa que hay mucha menos
piel a la vista.
—Estoy de acuerdo con Jerome. Definitivamente deberías usar el
otro vestido —aporta Mark—. Parece que vas a una entrevista para un
puesto de profesora en la escuela primaria. —Da la casualidad de que
enseña en la escuela primaria, por lo que está familiarizado con la ropa
de maestro—. Y aunque no hay nada de malo con ese vestido en una
escuela primaria, definitivamente no grita caliente, sexy y soltera como el
otro vestido.
—Bien. ¡Gracias, chicos! —Y sale volando por el pasillo. Para volver
a ponerse el otro vestido. El que me gustaría pasar por una trituradora
de papel.
Cinco minutos después, regresa con el vestido negro. Lo ha
combinado con una chaqueta corta de mezclilla (debo asumir que
pertenece a alguna de sus hermanas, ya que nunca la había visto usarla
antes) y el bolso gigante que lleva a todas partes.
—Que tengan una buena noche, muchachos. —Se dirige a la
puerta principal.
Jerome y Mark la despiden con la mano, demasiado cautivados con
el juego como para preocuparse, supongo.
—Vas a enviar mensajes de texto cada dos horas con
actualizaciones, ¿verdad? —grito.
—¿Eh? —Tiene su teléfono en la mano, su atención fija allí.
Posiblemente enviando un mensaje a este tipo con el que va a salir.
—Vas a enviarme un mensaje para avisarme si planeas volver a
casa o lo que sea.
—¿En serio? —Deja de enviar mensajes de texto para poder arquear
una ceja.
Arqueo una en respuesta. —Eh, sí, en serio. Ni siquiera sabemos
cómo se llama este chico. ¿Dónde lo conociste? ¿Cuánto tiempo hace que
lo conoces?
Bufa. —Estás siendo ridículo, Declan.
—¿Lo soy? ¿Qué hay de ese hombre que respondió a un anuncio
clasificado para un encuentro y terminó desmembrado y decapitado?
Avery frunce los labios. —En primer lugar, nunca respondería a un
anuncio de citas de un clasificado. En segundo lugar, iré en mi propio
auto al restaurante y no tengo ningún plan de ir a casa con este tipo. Son
bebidas y eso es todo.
—Sí, pero...
Levanta un dedo. —London y Harley ya saben a dónde voy, y todas
tenemos una aplicación de rastreo en nuestros teléfonos para que
podamos localizarnos en caso de una emergencia.
—Oh. Bueno, tal vez también necesitemos obtener esa aplicación.
—Avery ha tomado clases de defensa personal y es atlética, pero saber
que no se halla encerrada en el maletero del auto de algún lunático al
azar es siempre una ventaja. No es como si no hubiera tenido citas antes.
Lo ha hecho muchas veces. Incluso ha tenido algunos novios a corto
plazo, pero por lo general no duran mucho. Nunca la había visto poner
tanto esfuerzo en una cita antes, especialmente no en una primera
maldita cita.
—Te enviaré un enlace. —No puedo decir si está siendo sarcástica
o no—. ¿También te gustaría que te brinde actualizaciones sobre las
líneas que él usa cuando me vaya al baño?
—¡Ooh, sí! ¡Podemos calificarlas basándonos en lo malas que son!
—Jerome y Mark vuelven a golpear sus puños.
Avery se ríe y abre la puerta. —Ustedes son los peores.
Y luego sale por la puerta.
Cambio mi atención al juego y bebo la mitad de mi cerveza, sin
gustarme la repentina inquietud en mi estómago.
Tan pronto como hay una pausa comercial, Jerome se aclara la
garganta y volteo para encontrarlos a ambos mirándome. —¿Qué?
—¿Cuál es el problema? —Mark arquea una ceja.
—¿El problema con qué?
—Ese vestido camisero era jodidamente horrible —comenta
Jerome.
—Se ve bien en ella. —Eso es una mentira. Soy muy consciente de
que es espantoso, lo que era el maldito punto.
Me miran con incredulidad.
Suspiro y hago rodar mi botella de cerveza entre mis palmas. —Era
la primera vez que escuchaba de este chico, y quiero asegurarme de que
esté a salvo. ¿Ustedes no?
—¿Supervisándola con una aplicación de localización?
—¿Y si el hombre es un desgraciado?
—Entonces enviará un mensaje y lo abandona. Puede cuidarse sola
—responde Jerome.
—Sé eso.
Pero eso no significa que no me preocupe por ella.
Incluso cuando nos mudamos juntos, ella estaba saliendo con
alguien casualmente, así que no había nada de qué preocuparse. Para
ese momento, había sido testigo de todos los estados de ánimo de Avery,
desde premenstruales hasta francamente hoscos. Habíamos pasado por
muchas cosas juntos y nunca quise poner en riesgo nuestra amistad.
Pero no puedo decir que me encanta que esté en una cita con un
tipo cualquiera cuyo nombre aún no conocemos, con un vestido que me
hace verla a través de una lente totalmente diferente. Necesito una
distracción.
—¿Quieren ir al bar?
Fue un fracaso
Traducido por Renatte
Corregido por Pame .R.

Avery
—He tenido conversaciones más estimulantes con un caballito de
palo.
Tanto London como Harley hacen muecas. Es sábado por la noche
y, como prometí, vine directamente de mi cita para ayudarlas a limpiar
después de la cena.
Ahora que terminó la cena de premiación de los caballitos de palos,
las tres estamos reunidas en la oficina, comiendo las sobras y charlando
sobre mi cita.
—Pero era tan caliente. —London se lleva una aceituna a la boca.
—Y eso, lamentablemente, es todo lo que tiene a su favor. Al menos
una de nosotras ha tenido éxito con esta aplicación. —Busco el perfil de
Brock en Instagram, ya que se aseguró de que lo siguiera a los dos
minutos de haberme sentado. Luego procedió a revisar cada foto y
explicar, con minucioso detalle, cuánto tiempo, esfuerzo y energía
dedicaba al entrenamiento para llegar a ser tan perfecto físicamente como
él mismo proclamaba ser. Dejo mi teléfono en la mesa frente a mis
hermanas, presentándoles toda la gloria de Brock Stone. Una maravilla
sin camisa con grandes músculos, pero que tiene la capacidad intelectual
de un mosquito—. Si hubiera tenido toda la información necesaria,
podría haber realizado la verificación de redes sociales necesaria antes
de la cita y evitar perder el tiempo.
Incluso mientras caminábamos hacia nuestros respectivos autos,
Brock continuó entreteniéndome con sus impresionantes estadísticas de
levantamiento de pesas. Dividimos la cuenta, aunque él no parecía
pensar que dejar una propina fuera necesario, así que seguí adelante y
abulté la mía para compensarla.
Harley y London estudian minuciosamente su perfil,
desplazándose por sus fotos, ambas con expresiones iguales de
indiferencia. Hay muchas fotos. Suyas. Posando frente a espejos en el
gimnasio. También hay algunas fotos de comida, pero todo lo demás son
prácticamente selfies.
—Cielos, nunca había visto a un tipo hacer cara de pato antes. Es...
—¿Se parece mucho a Acero Azul1? —agrego.
—¡Es verdad! —Harley se tapa la boca con la palma de la mano y
suelta una carcajada.
—Siento mucho haberte animado a salir con él. —London me
devuelve el teléfono y lo meto en mi bolso.
—Eh, podría haber sido peor. Debo admitir que fue fascinante
contar la cantidad de veces que miró su propio reflejo en la ventana. Al
final de la cita, se había mirado ciento setenta veces.
—Eso es más que excesivo. —Harley parece apropiadamente
sorprendida.
—¿Quieren escuchar la mejor parte?
—¿Lo mejor de lo peor? —pregunta London.
—Me invitó a volver a su casa y pareció legítimamente sorprendido
cuando dije que no. Honestamente, se quedó estupefacto y me preguntó
tres veces si estaba segura de que no quería ir a casa con él.
—¡No! —exclaman las chicas al mismo tiempo.
—Oh, sí, y luego me dijo que me estaría perdiendo una oportunidad
única en la vida y me preguntó si quería reconsiderarlo.
Harley se inclina hacia adelante en su silla. —¿Qué le respondiste?
—Que apreciaba su oferta, pero perder esa oportunidad única en
la vida era un riesgo que me hallaba dispuesta a correr.
London arquea una ceja perfecta. —Siento que ese no fue el final.
—Estarías absolutamente en lo correcto. —Me recuesto en mi silla,
recordando lo confundido que parecía—. Me dijo que no debería enviar
señales contradictorias y que mi vestido era una luz verde para pasar un
buen rato.
—No lo dijo. —London golpea la mesa, haciendo vibrar la tabla de
quesos y embutidos, haciendo que una uva suelta y varias almendras
cubiertas de chocolate rueden. Las cubre con la mano antes de que
puedan hacer un clavado sobre el borde de la mesa—. Por favor, dime

1Referencia a la famosa mirada que hacía Derek Zoolander (interpretado por Ben Stiller)
en la película Zoolander.
que lo confrontaste. Tenías que haberle dicho que se fuera a la mierda.
No hay absolutamente ninguna manera de que permitas que alguien te
diga algo así y se salga con la suya. Y ese vestido no es una luz verde
para nada más que verse sexy. ¿Y desde cuándo es un crimen tener unas
piernas estupendas y un cuerpo fabuloso y tonificado? —Resopla
indignada.
Amo a London. Las personas que no la conocen bien a veces
piensan que es pretenciosa, o tal vez incluso un poco engreída, pero en
realidad, está llena de fuego y es increíblemente protectora. Le gusta
mantener las cosas en secreto y, como resultado, es un poco más
reservada que yo o incluso que Harley. Ser la hija del medio en una
familia de tres chicas la pone en una posición extraña. Siempre ha sido
complaciente y una mediadora. Si nuestros padres sugerirían una
actividad después de la escuela, ella se inscribía. Si yo quería jugar al
fútbol después de la escuela, salía y se ponía de portera, aunque no le
guste practicar deportes. Y si Harley quería jugar a la niñera, siempre era
London quien interpretaba a la niña. Siempre se encontraba feliz de
asumir cualquier papel que fuera necesario. Y siempre estuvo ahí para
defendernos, al igual que ahora.
—Por supuesto que lo confronté, no es que haya servido de mucho.
Honestamente, creo que este tipo tenía tres células cerebrales
funcionales y todas se hallaban de vacaciones.
—¿Vas a intentarlo de nuevo? —pregunta Harley, untando queso
de cabra en una galleta y cubriéndolo con un higo fresco en rodajas—.
Obviamente no con La Roca Brock, ¿pero con alguien más? Tal vez
London y yo podamos ayudar a investigar a alguien nuevo y no basarnos
únicamente en el hecho de que es atractivo y practica deportes.
—No sé. Fue una gran pérdida de mi noche y me perdí un partido
realmente bueno. —Revisé el marcador en el baño dos veces y pasé una
buena parte de mi cita mirándolo en el reflejo de la ventana en tanto
Brock miraba su propio reflejo—. Tiene que haber una mejor manera de
conocer chicos fuera de las malditas aplicaciones de citas.
—¿Hay opciones que no estén en la zona de amigos en tu equipo
de fútbol recreativo? —pregunta Harley.
Me encojo de hombros. —No sé. ¿Quizás? Realmente nunca les he
puesto atención.
—Podría ser una buena idea —comenta London—. Al menos sabes
que tienen algo en común y puedes evaluar mejor su competencia
intelectual antes de acordar una cita. —Me encanta que así sea como
funciona su mente. Si alguna vez hubiera una persona que pudiera crear
una fórmula matemática para ayudar a encontrar la cita correcta, sería
ella. O Declan.
—Es una posibilidad. —Y una que, honestamente, no había
considerado antes, probablemente porque mi grupo de amigos dificulta
el coqueteo. También soy muy competitiva cuando se trata de deportes y
estoy muy concentrada en el juego, no en los jugadores.
El apartamento se halla silencioso y vacío cuando llego a casa. No
es inusual que Declan salga un sábado por la noche, pero pensé que se
quedaría esta noche ya que los chicos habían venido y tenemos que
levantarnos temprano. Tal vez fueron al club y decidieron fingir que
todavía son chicos de fraternidad de veintiún años.
Me preparo para ir a la cama, saco mi vibrador de confianza de la
mesita de noche, mi única cosa segura, y que me hace correr. Es la mejor
acción que he tenido en mucho tiempo, lo que no dice mucho
considerando la poca acción que obtengo. Es una lástima que no pueda
absorber parte de la prolífica vida sexual de Declan a través de ósmosis.
Trato de borrar ese pensamiento de mi cerebro porque lo último que
necesito es la imagen de mi amigo haciendo lo suyo con alguien al azar
mientras me voy a la tierra de los sueños.
Mi alarma suena a las siete y media. Salto de la cama y miro a
través de las persianas. El pronóstico era correcto; llueve a cántaros y,
según mi aplicación meteorológica, no se detendrá pronto. Al menos
usaremos la camioneta de Declan, que fue construida para este tipo de
clima, y para todo terreno.
Me dirijo a la cocina para preparar una taza de café antes de tomar
una ducha. Cuando abro la puerta del armario, casi piso una tanga de
encaje negro. Frunzo el ceño ante la ropa interior, consciente de que
significa una cosa: Declan trajo a alguien a casa anoche. Últimamente ha
estado haciendo mucho menos eso, así que esto me toma por sorpresa.
Sus padres se divorciaron cuando éramos estudiantes de segundo
año en la universidad y no terminaron en los mejores términos. Su
tumultuosa relación y el estar constantemente en medio de sus peleas
significa que odia las relaciones y es poco probable que siente cabeza
pronto, si es que alguna vez lo hace. No lo culpo; si hubiera estado
involucrada en su relación arruinada, probablemente tampoco querría
establecerme.
Preparo el café antes de agarrar un par de tenazas y recoger las
bragas desechadas que debe haber dejado su tiempo de diversión como
regalo de despedida. Al pasar por la sala de estar, noto una chaqueta de
mujer y un par de tacones de aguja negros de charol altísimos. Lo que
significa que quienquiera que trajo a casa anoche todavía se halla aquí.
Cuelgo las bragas en el pomo de la puerta y dejo las tenazas en el
suelo para que él se las arregle más tarde.
Llamo a su puerta. —Oye, Declan, ¿vendrás conmigo hoy?
Todo lo que obtengo es un gruñido ahogado y un gemido femenino,
seguido de una risita.
—Por el amor de Dios. —Regreso a mi habitación para ducharme y
prepararme.
Media hora después, estoy vestida con un par de pantalones
negros, una camisa aprobada por London, y tengo mi bolso empacado
para el viaje de una noche. Verifico que tengo mi computadora portátil y
todo lo que necesito para la presentación de mañana. Es claro que haré
este viaje por mi cuenta debido a la falta de respuesta y al hecho de que
no ha aparecido desde que llamé a su puerta. Me sirvo una taza de café
para el viaje, agregando el azúcar y la crema con más vigor del necesario.
El café se derrama por un lado y cae sobre la encimera. No me molesto
en limpiarlo.
Me pongo los zapatos, reviso dos veces mi maleta de viaje y el bolso
por última vez, y busco las llaves de Declan, pero no se encuentran en el
gancho. —Maldita sea.
No tengo ningún interés en encontrarme con una de sus aventuras
de una noche al azar esta mañana, o interrumpir algo que no podré
olvidar, pero tampoco quiero conducir mi auto en la autopista bajo la
lluvia. Suspiro, resignada, regreso pisando fuerte por el pasillo y golpeo
su puerta. —Necesito las llaves de tu camioneta. ¿Dónde están? —Sí, soy
una perra. Sí, creo que tengo derecho a serlo.
Hay muchos gemidos y gruñidos, seguidos de blasfemias.
—Deck, tengo que irme o llegaré tarde. ¿Dónde diablos están tus
llaves? —Comienzo a sentir un poco de pánico. No quiero llegar tarde esta
mañana, especialmente porque el juego comienza al mediodía y nuestros
amigos aseguraron asientos realmente geniales. También odio conducir
bajo la lluvia y es muy probable que afecte al tráfico.
La puerta de su dormitorio se abre. Tiene la cara enrojecida, el pelo
hecho un desastre y todo lo que lleva puesto es un par de bóxers.
Mantengo los ojos fijos por encima de su cuello. Según mi vista actual,
he interrumpido algún tipo de sexo matutino. Es otra razón para estar
enojada, ya que obviamente le dio más importancia a echar un polvo que
a poner su trasero en marcha para poder cumplir con su compromiso y
venir conmigo a Boulder.
Golpeo mi mejilla con la lengua, molesta de verdad y lista para
explotar. Contaba con tener su camioneta hoy y algo de compañía en este
maldito viaje.
Se pasa una mano por el pelo, flexionando los bíceps. Tiene los
labios hinchados y los ojos vidriosos. Cometo el error de mirar a la
derecha, lo que significa que capto el trasero desnudo de la mujer que
actualmente se halla tendida sobre sus sábanas oscuras.
Extiendo la mano. —Solo necesito las llaves y luego puedes volver
con tu amiga.
Hace una mueca. Una que no me gusta. —Mi camioneta no está
aquí.
—¿Qué quieres decir con que no está aquí? —Realmente no tengo
tiempo para esto.
—La dejé en el centro, anoche.
—¿Hablas jodidamente en serio?
—No iba a beber y conducir —murmura con brusquedad y señala
la pila de ropa en el suelo detrás de sí—. Puedo encontrar las llaves si
quieres ir ahí en Uber.
El centro se encuentra en la dirección opuesta a donde me dirijo, y
detenerme para recoger su camioneta llevará un tiempo que no puedo
permitirme perder. —No importa, no tengo tiempo para perder esta
mañana, a diferencia de ti, aparentemente. Gracias por ser confiable. Me
alegro mucho de poder contar contigo cuando te necesito, Deck. —Estoy
molesta y frustrada, no porque no tenga derecho a traer a alguien a casa,
sino porque puso a una mujer cualquiera por delante de nuestra amistad.
No es propio de Declan dejarme colgada. Y odio aún más estar
preocupada por hacer el viaje por mi cuenta debido al clima. Me hace
sentir débil e incompetente.
Me doy la vuelta y me agarra del brazo. —Ave, vamos.
Me libero de su agarre y camino por el pasillo, gritando—: Amigo,
hueles a cerveza rancia y condones usados. Espero que ella haya valido
la pena.
Tan poco confiable
Traducido por Danita
Corregido por Pame .R.

Avery
—¡No sé por qué me siento tan malditamente sorprendida! —
Enciendo los limpiaparabrisas a toda velocidad cuando pasa un camión
de transporte. El clima es una mierda, la lluvia hace que la visibilidad
sea mala, y mis neumáticos no se encuentran en la mejor forma.
Necesitaba cambiarlos hace un mes, pero mi horario ha estado ajetreado,
así que este jueves es el día más próximo que podría hacerlo funcionar.
Ahora estoy atorada en el carril lento, detrás de quien presumo es
un hombre mayor basado en el hecho de que hay una enorme camioneta
dorada en frente de mí. Quien sea que va detrás del volante va al menos
a dieciséis kilómetros por debajo del límite de velocidad, y no puedo
pasarlo a menos que haya un espacio sustancial en el tráfico.
No es que quiera pasarlo en realidad. Tengo una muy buena razón
para mi disgusto por conducir en la lluvia. Mis padres fueron asesinados
en un accidente automovilístico durante una horrible tormenta cuando
yo tenía dieciséis años. Mis hermanas y yo nos habíamos quedado a
pasar la noche con mi abuela (como era costumbre) y despertamos a la
mañana siguiente con las lágrimas de la abuela y su promesa de que
cuidaría de nosotras.
Nada te prepara para esa clase de pérdida. Y a pesar de que ha
pasado más de una década, todavía evito conducir en la lluvia cada vez
que puedo. Pero hoy, esa no es una opción, así que todo lo que puedo
hacer es apretar con fuerza los dedos sobre el volante todo el camino
hasta Boulder y tratar de no tener un ataque de pánico a lo largo del
camino.
—¿Crees que lo olvidó? —pregunta Harley.
Estoy en una llamada de conferencia con mis hermanas... a manos
libres, obviamente.
—No sé cómo podría. ¡Hablamos de eso dos veces en dos días!
¡Estoy tan jodidamente molesta de que salga con esta mierda!
—Lo lamento, Avery. Habría ido contigo —dice London, su voz llena
de empatía.
—Es tan frustrante. Hemos hablado de este viaje por un maldito
mes. Se encontraba tan eufórico por ver a todos los chicos de la
universidad, y entonces ahí va y pone una vagina al azar por delante de
mí y de sus amigos.
—Sin embargo, es un hombre. Piensan con sus pollas —responde
London como una cuestión de hecho.
Tiene razón, pero aun así me fastidia que mi mejor amigo no
pudiera ponerme por encima de alguien que no conoce o que no le
importa. —Me enfurece que tuviera que escoger la noche pasada de entre
todas las noches para rascarse la jodida comezón. ¿Y saben que más me
molesta? —No espero a que me respondan—. Que tuve una cita anoche
con la que podría haberme ido a casa si hubiera querido.
—Sí, pero tenía la personalidad de una bolsa de pelo —me recuerda
mi hermana.
—¿Por qué no puedo mirar la superficie y no preocuparme por lo
que hay dentro?
—¿Es una pregunta seria o solo divagas porque estás frustrada? —
pregunta Harley.
—No lo sé. ¿Ambas, tal vez? Sería muchísimo más fácil si las
habilidades para conversar no fueran importantes. Desearía ser una de
esas personas que no necesitan conectar emocionalmente con alguien
para acostarse con ellos.
—Estoy segura de que sería mucho más conveniente por el bien del
sexo sin sentido, pero no creo que te hiciera muy feliz dormir con gente
al azar. Tampoco estoy segura de que haga feliz a Declan —comenta
Harley.
—No sonaba muy infeliz esta mañana cuando follaba a su
compañera de pijamada —espeto. No he tenido sexo en como... ni
siquiera sé cuánto tiempo. La realidad es que yo no tengo relaciones
casuales. Necesito sentirme cómoda con mis parejas y eso toma tiempo y
conexión. Lo cual es otra cuestión que me cuesta bastante. La lluvia
disminuye un poco, así que ajusto la velocidad de los limpiaparabrisas
de hiper súper rápido a moderadamente frenético.
—Quizás necesitas ser un poco menos exigente si quieres el placer
de un ligue al azar —dice London—. Sin embargo, no estoy segura de que
Brock fuera la elección correcta para eso, sin importar qué. Parecía el
tipo de hombre que podría besar su propio bíceps mientras empuja y
posa, y después decirte que hay algo mal contigo si no eras capaz de tener
un orgasmo por mirar su increíble cuerpo.
Me río, porque honestamente eso fue lo que me imaginé cuando me
invitó a ir a su casa. También sentí que iba a entrar a una casa estilo
fraternidad, completa con un gimnasio armado en su sala de estar y un
montón de espejos en su dormitorio. —Ir a su casa en definitiva habría
sido una decisión mala y lamentable.
—¿Te puedo preguntar algo? —la voz de Harley tiene esa tranquila
actitud meditabunda que a veces me pone nerviosa.
—Claro.
Se ríe, seguro que porque mi tono revela mi inseguridad. —Aparte
de que La Roca Brock sea atlético y caliente, ¿qué te hizo querer salir con
él?
—Eh... —Tamborileo sobre el volante—. No lo sé. El atractivo y los
deportes fueron los que sellaron el trato, supongo.
—¿Así que te basaste solamente en lo atlético y el atractivo?
—Eso me hace sonar banal y superficial.
—Eso no es lo que trato de decir; sabemos que no eres ninguna de
esas cosas. ¿Pero no tienes que poner tus intereses en tu perfil? ¿No
hablaste con él en línea antes de salir? —presiona.
—Bueno, sí, claro que hablamos, pero fue en su mayoría sobre
cosas que tenemos en común. —Que eran los deportes. Puedo ver a
dónde va con esto—. Quizás soy superficial, porque obviamente fui
cegada por la belleza.
—O puede que escojas de forma intencional personas a las cuales
no te vas a apegar —dice con voz suave.
—No has tenido una relación seria desde que las cosas terminaron
con Sam —añade London.
—Una mala cita no significa que siga colgada de Sam. —Increíble,
y ahora estoy a la defensiva. Sam y yo estuvimos juntos desde mediados
de mi segundo año en la universidad hasta el principio de mi último año.
Fue la relación más larga que he tenido.
—Eso no es lo que estamos diciendo, Avery. Pero estuvieron juntos
por bastante tiempo, y desde entonces, cualquier relación en la que has
estado no ha sido muy profunda o durado más que unos pocos meses.
—No he encontrado alguien con quién conectar. —Es una verdad a
medias. Pero sé lo que no está diciendo: que evado a propósito apegarme
a alguien porque me siento demasiado asustada de poner exponer mi
corazón.
—Sabemos lo dura que esa separación fue para ti —responde
Harley—. Lo siento, probablemente no sea el mejor momento para hablar
de esto ahora que te diriges a Boulder.
—Está bien. Tal vez no me encuentro en el espacio mental
adecuado para salir con alguien.
Decir que me sentí devastada cuando Sam y yo terminamos es una
subestimación. Me hallaba tan enamorada de él. Pensaba que iba a ser
mi para siempre. Después de la universidad, se mudó a Aspen para
trabajar para el programa de parques y recreación. Las cosas se
desmoronaron después de eso. Él tenía una carrera, yo todavía seguía en
la universidad. Quería que funcionara, y probamos la cosa de larga
distancia por un tiempo. Todo el asunto implosionó a mitad de mi último
año cuando descubrí que me había estado engañando por meses. Y lo
habría seguido haciendo si Declan no me lo hubiera dicho.
No fue bonito. Me lancé hacia los deportes y el estudio, pasaba el
rato con los chicos, y no tuve citas por el resto de mi último año. Él había
sido el mejor amigo de Declan desde la secundaria, pero después de esa
separación, Declan lo alejó. Necesitaba su lealtad más de lo que quería
admitir. Y yo tomé el lugar de Sam como su mejor amiga.
Pero mi hermana podría tener razón, todavía no he superado del
todo lo mala que fue esa ruptura, y podría muy bien estar evitando una
relación seria porque no quiero que me vuelvan a lastimar así.
Más allá de eso, era demasiado dependiente de Sam, algo de lo que
no me di cuenta hasta que se mudó a Aspen. Siempre había vivido con
alguien, ya fuera en los dormitorios o con mi familia. Nunca antes había
estado por mi cuenta, y no supe cómo manejarlo.
Declan, Jerome, y Mark estuvieron para mí, amigos sólidos con los
que podía contar, pero esa dependencia pesaba sobre mí, y no quería
sentir esa clase de pérdida de nuevo. Se sentía como un eco de la muerte
de mis padres, y los agujeros en mi corazón eran demasiado grandes,
demasiado en carne viva, y demasiado dolorosos de soportar.
Fue un momento oscuro en mi vida. Me ejercitaba hasta el
agotamiento, evitando estar en casa, donde todo lo que sentía era el
enorme vacío que amenazaba con tragarme entera. Todo mi último año
fue una lucha, una que no deseo repetir jamás.
—Uno de esos chicos de los caballitos de palo preguntó por ti esta
mañana —comenta London, rompiendo mi tren de pensamiento.
Suelto una risa. —¿Era uno de las justas? —Me alegro del cambio
de tema. No quiero volver a ser succionada en la tristeza del pasado, en
especial porque me dirijo a la escena de ese crimen en particular. Boulder
tiene casi tantos buenos recuerdos como tristes. Otra razón por la que
era tan importante tener a Declan conmigo.
—¡Así es! Te llamó luchadora y preguntó si estarías alrededor hoy.
Por desgracia, tuve que decirle que no ibas a estar, pero su nombre es
Darby y me pasó su perfil de Instagram por si estás interesada en mirar
sus fotos. —Se ríe.
—Creo que voy a pasar, pero gracias. —La lluvia ha aumentado
otra vez, y va acompañada del brillo rojo de los frenos más adelante—.
Voy a dejarlas, chicas, pero les enviaré un mensaje cuando llegue.
—De acuerdo. Suena bien. Conduce con cuidado. El clima se ve feo
por allá hoy.
—Lo haré, ¡las amo!
—¡También te amamos!
Terminan la llamada, lo cual es estupendo, porque en verdad no
quiero apartar las manos del volante. Quedarme en el carril lento es lo
más inteligente, aún si eso significa que el viaje me va a tomar media
hora más de lo usual. Preferiría llegar temprano, pero con el tráfico,
apenas voy a llegar a tiempo.
Desaceleramos, arrastrándonos por el camino a veinticuatro
kilómetros por hora. Tengo que asumir que debe haber alguna especie de
accidente más adelante. Eso hace que mis palmas se humedezcan y mi
boca se seque, pero me siento demasiado nerviosa como para quitar las
manos del volante ni siquiera por un segundo. Diez minutos y tres
kilómetros después, la fuente de ralentización aparece. Un coche
deportivo se encuentra clavado en la zanja, dos grúas ya se hallan en la
escena.
El tráfico acelera, pero las personas están siendo cuidadosas.
Bueno, la mayoría de ellas. Hay un idiota en una camioneta blanca que
se siente claramente impaciente, porque él o ella está moviéndose entre
el tráfico detrás de mí. Mantengo los ojos en el automóvil frente a mí,
dejando espacio debido a mis neumáticos.
Me encuentro en medio de reprocharle a Declan mentalmente por
joderme esta mañana por andar follando con una persona al azar cuando
mi teléfono suena. —Hablando del mujeriego. —Me siento bastante
molesta por el giro de los acontecimientos esta mañana y no estoy
inclinada a dejarlo pasar en seguida, pero tampoco me gusta la forma en
que me fui.
Doy el comando de voz para responder la llamada mientras la
camioneta blanca se desliza entre el vehículo detrás de mí y yo. Levanto
el pie del acelerador, bajando la velocidad para crear espacio extra frente
a mí, y con la esperanza de hacerlo cambiarse de carril.
Parece que hay imbéciles por todas partes esta mañana.
Todo es mi culpa
Traducido por Nickie & Miry
Corregido por Auris

Declan
Me siento como una enorme bolsa de mierda, y no sólo porque bebí
demasiado anoche.
Sin embargo, esa es definitivamente una de las razones. De
muchas. La segunda se acaba de ir del apartamento. Me divertí con
Mindy, hasta que ya no fue así. No parecía entender que una vez que
Avery se marchó furiosa, no íbamos a terminar lo que empezamos.
Cuando se dio cuenta que la diversión se había acabado, se tomó
todo el tiempo del mundo recogiendo sus cosas. Incluso me dio un
sermón sobre el protocolo para ¨la mañana después¨ y parecía pensar
que debería haberle hecho el desayuno, ofrecido café y haberle pedido un
Uber.
Normalmente habría hecho alguna o todas esas cosas, pero me
sentía particularmente mal por fallarle a Avery. Especialmente porque
llueve y odia conducir cuando no hay condiciones climáticas ideales.
No sé lo que pensaba anoche, salvo que tomar chupitos parecía
una buena idea y también tener sexo. Parte de eso puede haber sido
resultado de la cita de Avery. No es que no debería tener citas, o que yo
no quiero que lo haga. Pero verla en ese vestido me volvió loco, y comencé
a pensar en ella en formas que no me gustan. Así que pensé que una
distracción era una buena idea. Y lo fue, hasta que me olvidé por
completo de que debía irme temprano en la mañana y jodí a Avery en el
proceso.
Ahora que la pastilla para el dolor de cabeza ha hecho efecto,
reconozco lo mucho que metí la pata. Miro por la ventana, contemplo el
lúgubre cielo de la mañana del domingo, cargado de nubes oscuras. La
lluvia golpea el cristal y me hace sentir aún peor.
Durante las últimas semanas, ha estado hablando y hablando
sobre comprar neumáticos nuevos porque su mecánico mencionó que las
llantas están gastadas. En mi opinión, el tipo trataba de sacar provecho
de su ansiedad, especialmente porque estamos a solo unos meses de la
temporada de neumáticos de nieve. Pero no estaba dispuesta a
arriesgarse en el viaje a la Universidad de Colorado. Es tranquila con la
mayoría de las cosas, pero definitivamente no con nada relacionado con
el auto, ya que perdió a sus padres en un accidente.
Cruzo la habitación, me dejo caer en el sillón y respiro profundo.
Avery es una de las mejores personas que conozco, pero nunca es bueno
estar en su lista negra, y actualmente estoy en primer lugar.
Marco su número, esperando que me mande directo al buzón de
voz, particularmente porque va conduciendo y tiene intenciones de
ignorarme.
Me sorprendo cuando responder al tercer tono, así que balbuceo
un poco. —Eh, oye, Ave, ¿estás en la carretera?
—Sip. —Su tono me dice que se encuentra bastante molesta por mi
desconsideración.
No me molesto en andar con rodeos. Avery y yo no funcionamos así
de todas formas. Si hay un problema, lidiamos con eso y seguimos
adelante, así que espero que no tarde mucho en perdonarme. —Lo siento.
No estaba pensando anoche cuando traje a alguien a casa. —Hubiera
sido mucho más fácil si fuera una videollamada, y pudiera usar lo que
Avery llama mis ojos de cordero degollado junto con mi voz de “lo siento
mucho”.
—Bueno, espero que se hayan divertido mucho. —Prácticamente
puedo sentir sus ojos poniéndose en blanco—. Y, por favor, asegúrate de
desinfectar la encimera de la cocina ya que encontré las bragas de tu
amiga en el piso, y asumo que no se cayeron por accidente.
Definitivamente se halla molesta y no se va a refrenar ni un poco.
Me estremezco cuando revivo algunos recuerdos. Mindy
prácticamente me atacó tan pronto como pasamos por la puerta. De
alguna manera terminamos en la cocina, creo que tal vez yo quería agua.
Aunque había tenido toda la intención de que nos moviéramos a la
habitación antes de que se desnudara por completo. —Lo siento por eso
también. Me siento como una mierda por dejarte colgada. Puedo ver si
hay un tren o algo, y alcanzarte esta tarde, luego podemos volver juntos
mañana.
—Sólo hay un tren los sábados y ya se fue.
—¿Segura? Puedo comprobarlo.
—Solía tomarlo todo el tiempo cuando visitaba a mi abuela. Se va
a las nueve y diez, y el próximo tren no sale hasta las seis de la mañana
de mañana.
—Mierda, es cierto. —A veces volvíamos juntos a Colorado Springs
cuando estábamos en la universidad—. Puedo pedir un Uber
Suspira. No puedo decir si siente enojada o qué. —Honestamente,
está bien. Le diré a los chicos que no te sentías bien o lo que sea. Dios,
desearía que este chico se apartara.
—¿Cuál chico? ¿Con el que saliste anoche?
—No, no es Brock. Tenía la personalidad de un plomazo. Preferiría
abrazar un puercoespín antes que salir de nuevo con él. El tráfico va lento
y es una mierda, y este tipo claramente se encuentra impaciente y me
pone nerviosa.
—¿Puedes ver su placa? Puedo reportarlo por ti. —Se pone muy
nerviosa cuando una camioneta termina detrás de su auto, y entiendo
totalmente el por qué cuando conduce ese auto de juguete. Básicamente
podrían utilizarla como un reductor de velocidad y seguir adelante.
Avery se tiene confianza para la mayoría de las cosas, pero evita a
toda costa la autopista cada vez que puede. Si hay caminos secundarios
que pueda tomar, lo hará, incluso si eso significa que el viaje durará más
tiempo.
—Nah, no puedo verla, llueve mucho. —Su voz titubea,
señalándome el hecho de que se siente muy nerviosa.
Quiero alejar su mente del tipo detrás de ella y las malas
condiciones de manejo. —¿A qué hora regresas mañana? Puedo cocinar
Resopla. —¿Me prepararás uno de tus famosos sándwiches de
queso fundido?
—Mejor que eso. Asaré carne y compraré esas papas rellenas de
ese lugar al final de la calle que tanto te gustan. Haré espárragos, aunque
el olor me desagrade.
Con eso me gano una risita, lo que significa que se está calmando.
He dominado algunos platillos a lo largo de los años y se me da muy fácil
cocinar a la parrilla. —¿Puedes pedir los camarones al ajillo gigantes
también?
—Claro. Incluso compraré el filete envuelto en tocino.
—Guau. Debes sentirte bastante mal si te encuentras dispuesto a
derrochar dinero en cosas caras.
Me paso una mano por el cabello. Necesito una ducha que elimine
las malas decisiones de anoche. —De verdad lo lamento, Ave. No sé lo
que pensaba.
—Me arriesgo a adivinar que tu pene pensaba por ti. —Y regresa a
ser mordaz.
—Sí, bueno, esta mañana cuando se aclaró la cabeza sobre mis
hombros, me di cuenta de que realmente metí la mata.
—¿Parecía mucho más atractiva cuando estabas borracho? —
Ahora suena entretenida
—Eh, más como que debería haber priorizado mejor mis
responsabilidades.
—Al menos uno de nosotros tiene suerte —murmura—. Mierda.
Este tipo es un idiota.
—¿El de la camioneta blanca?
—Sí. ¿Qué rayos hace? ¡Mierda!
Las bocinas suenan y los neumáticos chirrían, seguido por el
sonido del metal golpeando contra el metal. Hay un fuerte estallido y el
chillido de Avery hace que se ponga de gallina toda la piel de mi cuerpo.
Grito su nombre, pero hay tanto ruido de fondo, ninguno bueno, y
me asusta mucho. Es mucho peor cuando el sonido del metal
aplastándose se detiene y le sigue una calma dolorosa y aterradora.
—¿Avery? ¿Nena? ¿Estás ahí? —Mi voz tiembla.
Escucho con atención y oigo estática, las bocinas siguen sonando,
pero parecen distantes ahora. Y luego un suave quejido.
—¿Ave? ¿Te encuentras bien? ¿Puedes responderme? —Tengo que
llamar al novecientos once, pero me doy cuenta de que se halla en una
autopista, y eso significa que probablemente alguien más ya lo haya
hecho. Además, no tengo idea de dónde se encuentra exactamente, y
decirles a los servicios de emergencia que se encuentra en algún lugar
entre aquí y Boulder no es de ayuda—. ¡Tengo que llamar a London! —
prácticamente le grito al teléfono mientras salto del sofá.
No cortaré la llamada, no cuando no responde y no tengo idea de
si se halla bien o no. Abro la puerta de golpe, meto uno de mis zapatos
entre el marco para evitar que se cierre, y toco la puerta al otro lado del
pasillo.
Una mujer vive ahí. Me parto la cabeza para recordar su nombre.
Creo que trabaja en el campo de la salud. Siempre sonrío y digo hola,
pero tiene unos cincuenta años así que no he pasado mucho tiempo
hablando con ella, ya que se encuentra fuera de mi rango de citas por, al
menos, unos veinte años.
Abre la puerta, frunciendo el entrecejo, su cabello envuelto en una
toalla, tiene el resto del cuerpo cubierto por una bata con estampa animal
print. Por su cara lavada y la falta de maquillaje, recién salió de la ducha.
—¿Declan? —No tenía idea de que sabía mi nombre.
—Oye. Hola. ¿Puedo usar tu teléfono? Por favor.
Observa el que sostengo contra mi oído.
—Es una emergencia. Avery tuvo un accidente y no puedo colgar
porque estoy en la línea con ella, con Avery, pero necesito llamar a su
hermana. Se rastrean la una a la otra en sus teléfonos. Se encuentra en
la autopista y necesito saber dónde exactamente. Por favor. —Las
palabras salen forzadamente y es difícil pronunciarlas, ácidas y llenas de
culpa.
—Oh, por Dios. Claro —Se apresura a entrar, dejándome parado
en la puerta, sin saber si debería seguirla o no.
—Ave, voy a llamar a London —digo, aunque sé que no me ha
respondido con más que un gemido o quejido hasta ahora.
Me tiemblan las manos, lo que dificulta buscar el número de su
hermana. La he llamado un par de veces en diez años, la mayoría de las
veces en las raras ocasiones en las que Avery accidentalmente olvida su
teléfono en casa y necesito preguntarle algo, cómo donde puso las pinzas
o si se comió todo el tocino de nuevo. El miedo hace que mi estómago se
retuerza como una serpiente ante la posibilidad de que quizá nunca
pueda hacer eso de nuevo. Que nunca llegue a cocinarle el filete que le
prometí. Que esta pueda ser la última llamada que tengamos. Me
aterroriza hasta el alma.
Ha sido mi constante por años. Somos amigos hace mucho tiempo.
Y ese vínculo se volvió más fuerte cuando decidimos juntar recursos,
comprar un apartamento, y mudarnos juntos. Es la persona con la que
puedo contar antes que nadie, y le he fallado de una manera
imperdonable.
Tengo que agacharme en el pasillo porque de repente me siento
mareado. Mi garganta se cierra y me cuesta respirar, como si hubiera un
peso en mi pecho que no se levantará. Aparecen los pies en pantuflas de
mi vecina y se agacha conmigo.
Levanto mi teléfono. —¿Crees que puedes marcar el número por
mí, por favor?
—Por supuesto. Debes estar muy preocupado por tu novia. —
Marca los números, pulsa llamar y lo pone en el altavoz. No me importa
estar sentado en medio del pasillo, sobre el piso sucio. Necesito saber
dónde está y qué tan pronto puedo llegar a su lado. Y que una
ambulancia va en camino.
—¿Hola? —La voz dubitativa de London se filtra por el pasillo.
—London, soy Declan
—Será mejor que no me estés llamando desde el teléfono de tu
aventura de una noche —dice con un tono mordaz.
Obviamente, ya habló con Avery hoy. Me imagino que tan pronto
como se subió al auto llamó a sus hermanas y se quejó de como la había
dejado colgada.
—Es el teléfono de mi vecina. —Levanto la vista, le doy una sonrisa
de disculpa y apago el altavoz.
—¿Tu aventura de una noche era tu vecina? Dios mío, eres
literalmente de lo peor.
—No. Eso no es... le pedí prestado su teléfono. —Cierro los ojos y
me aclaro la garganta para decir lo que sigue—: Avery ha tenido un
accidente.
Sigue el silencio, tenso y espeso como el alquitrán. Cuando London
habla, todo el fuego se ha ido y en su lugar se encuentra la incredulidad
y el pánico. —No-no, no lo tuvo, acabamos de hablar. Hace como diez
minutos. Se encuentra bien.
—La llamé hace unos minutos. Aún estoy en la línea con ella; por
eso te llamo con el teléfono de mi vecina. —La culpa hace que las palabras
se sientan pesadas e imposibles.
El pánico se asienta y me lanza preguntas rápidamente—: ¿Se
encuentra bien? Dios mío, tiene que estar bien. Debí insistir en
acompañarla. ¿Qué sucedió? Por favor, dime que se encuentra bien.
¿Dónde fue el accidente?
—Una camioneta blanca estaba detrás de ella. No sé qué pasó
exactamente, y no sé si está bien en este momento, necesito que uses esa
aplicación de localización para que puedas decirme dónde se encuentra.
Para poder llamar a emergencias y darles una ubicación. Estoy seguro de
que la ambulancia va en camino, pero quiero saber a dónde la llevan.
—Oh, Dios mío. Oh, Dios. —Llama a Harley y tienen una
conversación ahogada mientras su hermana menor abre la aplicación y
descubre dónde se encuentra exactamente el accidente. Una vez que
señalan la ubicación, la pongo en un mapa. Se halla a una hora de
distancia. Y aun necesito conseguir mi auto.
—¡Se suponía que estuvieras con ella! —dice London—. ¡Y ahora se
halla sola en su auto y no tenemos ni idea de si se encuentra bien!
—Lo sé. Lo siento. Cometí un error.
—Harley y yo nos dirigiremos hacia el lugar del accidente. —
Prácticamente se atraganta con las palabras.
—Si averiguo a dónde la llevan, te lo haré saber.
—Si no está bien, no volveré a hablar contigo. —Y con eso, finaliza
la llamada.
Me apresuro a ponerme los zapatos, agarro la billetera y las llaves,
y pido un Uber. Hablo con Avery todo el tiempo y le digo que estoy en
camino al igual que London y Harley. Le prometo que se pondrá bien,
aunque no estoy seguro de que lo esté. ¿Por qué no responde? Odio que
esto haya pasado. Odio que debí haber estado a su lado y ahora no lo
estoy. Me preocupa que London y Harley viajen solas al hospital y lo
asustadas que deben estar.
El viaje para conseguir mi camioneta parece llevar una eternidad.
Para cuando por fin se escucha el débil sonido de las sirenas de fondo,
he permanecido hablando con Avery durante más de veinte minutos.
Justo cuando me deslizo detrás del asiento del conductor de mi
camioneta, escucho la voz de un paramédico.
—¿Señora? ¿Puede oírme? ¿Señora?
Escucho la voz de Avery, pero no puedo escuchar nada más allá del
viento y las voces débiles que no coinciden con la suya.
—Tenemos otra víctima aquí. Pulso débil. Se halla atrapada y
sangrando. Tenemos que sacarla y debemos movernos rápido.
Mi estómago se revuelve cuando imágenes que no me gustan pasan
por mi mente. Empiezo a gritar, con la esperanza de que, si puedo oírlo,
él también pueda oírme.
—¿Hola? ¿Hay alguien más en el auto? —La alarma llena su voz.
—Estoy al teléfono. Manos libres, debería estar en el tablero. —
Siempre es donde Avery guarda su teléfono cuando conduce—. Su
nombre es Avery Spark. Guarda su identificación en la parte posterior de
su teléfono. Tiene veintiocho años y tiene un plan médico. Tiene tornillos
en el tobillo debido a una fractura cuando era adolescente, pero no tiene
otros problemas médicos.
—¿Es usted su novio o esposo, señor?
—Es mi mejor amiga. ¿Va a estar bien? ¿Sabe a qué hospital la
llevarán?
—La llevaremos a Mountain General, en las afueras de Golden.
¿Sabe en dónde es?
Se encontraba en el último tramo del viaje, lo que me hace sentir
aún peor. —Puedo encontrarlo. Estoy de camino ahora. ¿Se encuentra
bien?
—Respira y haremos nuestro mejor esfuerzo. Necesito finalizar la
llamada ahora. Conduzca con cuidado, señor.
El teléfono se queda en silencio, cortando mi línea de vida con
Avery. Inmediatamente le digo a mi GPS que me lleve a Mountain General
y llamo a London para decirle que se dirija también ahí. Es la hora y trece
minutos más largos de mi vida. Pienso en la forma en que es Avery
cuando va en el asiento del pasajero y yo conduzco bajo la lluvia. Cómo
se muerde las uñas y levanta las rodillas hasta el pecho. Apoya la frente
sobre las rodillas para no tener que mirar lo que sucede fuera del auto.
Sube la música y pone una lista de reproducción relajada, una que se
sepa de memoria para poder cantar todas las canciones.
Siempre me burlo y le digo que debería haber intentado ir a
American Idol o algo así. Sin embargo, tiene una voz decente, de esas que
son perfectas para cantar canciones de cuna. Daría cualquier cosa por
escuchar eso de nuevo.
Cuando llego al hospital, encuentro a Harley y London en la sala
de espera, ambas llorando.
London se apresura hacia mí. —¡Esto es tu culpa! —Sus puños
conectan con mi pecho. El rostro de Harley se halla marcado por el miedo
y la tristeza. Se levanta de la silla, vacilante, con los ojos enrojecidos, pero
a la vez tan estoica mientras agarra el puño de London.
Niego con la cabeza. Merezco la ira de London y su enojo porque
tiene razón: soy la razón por la que Avery se halla aquí, en este hospital.
Soy la razón por la que conducía su auto y no mi camioneta, y soy la
razón por la que estaba sola.
Y soy la razón por la que reviven uno de los peores momentos de
sus vidas otra vez, excepto que no son sus padres quienes han estado en
el accidente esta vez, es su hermana mayor. La que ha estado ahí para
ellas a través de cada angustia y lágrima.
A pesar de que su abuela los acogió a las tres, aun así, Avery
asumió el papel de cabeza de familia después de la muerte de sus padres.
Es parte integral de los cimientos de su familia, y yo les quité ese
cimiento.
Dejo que London me golpee hasta que la lucha se agota y se apoya
contra mí, sollozando incontrolablemente. He estado en muchas
funciones familiares a lo largo de los años. He sido la cita para bodas de
respaldo de Avery en múltiples ocasiones, especialmente cuando no
quiere que le pregunten cuándo se asentará. Asistí a cumpleaños
familiares; conseguí que Avery se emborrachara en su vigésimo primer
cumpleaños y luego lidié con las secuelas, lo cual no fue agradable.
Incluso he estado en las fiestas familiares de Navidad y Acción de Gracias.
He pasado por muchos altibajos, he visto a Avery en los buenos y
malos momentos. Pero nunca, nunca me he sentido tan
devastadoramente responsable como lo que nos ha traído a todos aquí.
Envuelvo los brazos alrededor de London, empapándome de su
dolor. Pensé que me disgustaba a mí mismo esta mañana cuando la
borrachera se despejó, pero no es nada comparado con lo mucho que me
detesto en este momento.
—Lo siento. Lo siento mucho.
—Te odio tanto en este momento —solloza London en mi pecho. Es
alta, más alta que Avery, pero esbelta en lugar de fuerte. La sostengo,
soportando la mayor parte de su peso.
—No tanto como me odio a mí mismo —le prometo.
Se recompone y se aleja de mí. Volviéndose hacia las ventanas, se
seca los ojos con la manga de su suéter.
—¿Sabemos algo? —pregunto a Harley, que es la menos reactiva
emocionalmente de las hermanas de Avery, y también la menos propensa
a tener esto en mi contra por el resto de mi vida, incluso si debería
hacerlo.
—Se encuentra en cirugía ahora mismo. Dijeron que hay múltiples
fracturas, pero la mayoría se ven bastante limpias. Necesitará más
tornillos en la pierna y posiblemente un par en el brazo, pero aún no se
hallan seguros. También tiene algunas costillas rotas. Nos dijeron que
tiene suerte de estar viva y que hacen todo lo posible.
—¿Hacen todo lo posible? —repito, mi cerebro trata de absorber y
rechazar la miríada de lesiones que ha sufrido Avery. Múltiples fracturas,
costillas rotas, suerte de estar viva, me dan vueltas en la cabeza, haciendo
que se me revuelva el estómago.
—Les preocupa su pierna. Es la misma que resultó herida antes.
Estaba atascada. Tienen esperanzas. —La mirada de Harley es
angustiada, su barbilla tiembla. Solo tenía doce años cuando sus padres
murieron en ese accidente automovilístico. Lo suficientemente joven
como para seguir necesitando a su madre y lo suficientemente mayor
para entender lo que ya no tenía y lo que nunca tendría.
—Esperanzas. —Me siento en una de las sillas y paso las manos
por mi cabello, agarrándolo por la coronilla. Mi visión se vuelve borrosa—
. Tiene que estar bien. Tiene que estar completa. —Ni siquiera puedo
empezar a considerar cómo sería para Avery perder una extremidad.
Siempre busca aventuras. Es la primera en decir que sí a las cosas más
riesgosas, como escalar montañas o andar en bicicleta por la ladera de
una montaña real. Las cosas que hacemos para divertirnos son cosas que
la gente haría tal vez una vez en la vida. Es feroz, efervescente y llena de
vida.
Excepto que en este momento se halla en cirugía y no sabemos cuál
será el alcance del daño.
—¿Qué hay de lesiones en la cabeza? —Mi voz es áspera como un
camino de grava recién pavimentado.
—Aparte de los moretones y la hinchazón por el despliegue de la
bolsa de aire, no creen que haya ningún daño ahí.
—Gracias a Dios. —Puedo manejar a Avery y las lesiones físicas,
pero necesito saber que su hermosa e increíble mente no se verá alterada
después de esto.
Mientras esperamos, les envío un mensaje de texto a nuestros
amigos de la universidad con los que se suponía nos reuniríamos para el
juego, les doy una versión abreviada de lo que sucedió y les digo que los
actualizaré cuando sepa más. Llamo a Jerome y Mark para contarles lo
que sucedió. Me siento entumecido cuando repito la misma información
dos veces. Y dos veces recibo la pregunta: ¿No se suponía que debía estar
con ella? Como los chicos no querían salir, se fueron antes de que yo me
fuera al bar. Le envié un mensaje a un amigo del trabajo y lo encontré
ahí, pensando que no estaría de más ir a tomar una copa. Lo que se
tradujo en varios tragos y una pésima toma de decisiones.
Dos veces me encuentro en silencio después de explicar lo que
sucedió. Del tipo pesado que se encuentra lleno de preguntas sin
respuesta. Y comprendo que, si algo realmente malo le sucede a Avery,
podría perder mucho más que su amistad. Podría perder todo lo que es
importante para mí. Avery está en la parte superior de esa lista.
Necesito unas vacaciones de mi vida
Traducido por Jadasa & AnnyR’
Corregido por Auris

Avery
Me duele de formas que no tienen sentido. Se siente como si
hubiera corrido una maratón y luego subido a un ring de boxeo. Y
perdido. Me duele cada parte de mí y, al mismo tiempo, me siento pesada,
como si estuviera inmovilizada bajo el agua, pero aún puedo respirar.
Abro los ojos, los olores y sonidos no me resultan familiares.
Parpadeo un par de veces, adaptándome a la habitación con poca luz que
definitivamente no es mía. Intento moverme, pero aparecen puntos
blancos y negros en mi visión. Respiro jadeando a medida que el dolor
irradia por todo mi cuerpo, haciendo que sea imposible hacer otra cosa
más que luchar por respirar a través de él.
Una vez que la agonía vuelve a convertirse en un dolor casi
insoportable, lentamente, con cuidado, echo un vistazo a la habitación.
Una cosa crucial se vuelve clara a medida que proceso la información
visual acompañada del pitido rítmico y repetitivo: estoy en el hospital y
estoy muy malherida.
El pánico se apodera de mí, del tipo que no había experimentado
en una década. El mismo que sentí cuando bajé las escaleras tras una
noche de sueño intermitente y encontré a abue sentada en medio de la
sala de estar formal en el sofá que solo usaban los adultos cuando había
algún gran evento. Tenía las manos cruzadas sobre el regazo, sobresalía
una tela blanca, con las iniciales de mi abuelo bordadas en una esquina.
A pesar de que había muerto hace años, abue seguía usando sus
pañuelos. A medida que fui creciendo, me di cuenta de que solo los
sacaba en días especiales: su cumpleaños, el de él, su aniversario, el
aniversario de su muerte.
Esa mañana se me erizaron los vellos de la nuca y quise
desesperadamente darme la vuelta y correr. No sabía a qué lugar, pero
sabía que quería desaparecer. Irme a cualquier otro lugar. Para escapar
de algo que no podía ver, pero podía sentir.
Ella palmeó el lugar a su lado, y su expresión me dijo que con este
gesto me permitía sentarme en el sofá reservado para adultos, no era algo
que quisiera. Pero, de todos modos, me senté a su lado.
Me rodeó con el brazo y me abrazó. Una disculpa salió de sus
labios, lo murmuró como un mantra hasta que finalmente se apartó.
Y me dijo que mis padres tuvieron un accidente.
Que se habían ido.
Recordé la forma en que los abracé descuidadamente antes de que
salieran. El olor del perfume de mi mamá, el aroma de la colonia de mi
papá. Su mejilla áspera contra la mía cuando me dijo que cuidara a
Harley y me asegurara de que no se comiera una bolsa entera de galletas
antes de la cena. Recordé su guiño y su sonrisa.
Y cómo nunca más escucharía sus voces, ni sentiría sus brazos a
mí alrededor, jamás les podría decir por última vez que los amaba.
Mis hermanas seguían durmiendo, felizmente inconscientes de la
tragedia que nos sobrevenía.
Pero esa mañana me senté con abue y vi su brillo apagarse. Y ese
fue el momento en el que me di cuenta de que, aunque todas perdimos
algo ese día, una de nosotras tenía que asegurarse de que todas
pudiéramos brillar, al menos un poco.
Parpadeo varias veces y me encuentro de vuelta en la realidad, un
infierno personal y miro a la derecha. Declan se encuentra dormido
incómodamente en una silla colocada junto a mi cama. Basándome en el
rastrojo que adorna su barbilla y mejillas, lleva aquí un tiempo. Tiene el
cabello desordenado, aplanado en algunos puntos y despeinado en otros.
La gorra de béisbol en su regazo explica eso.
Abro la boca para hablar, pero es más un chirrido. Tengo la boca
seca, y todo lo que quiero es beber tres litros de agua. Sin embargo, se
me revuelve el estómago, por lo que no estoy segura de que sea una gran
idea, aunque me siento terriblemente reseca.
Carraspeo e intento mojar mi boca para que mi lengua no se sienta
como papel de lija. Ayuda, y esta vez puedo decir el nombre de Declan.
Es apenas más que un susurro, pero se estremece como si le hubieran
disparado. Su gorra de béisbol cae al suelo y sus ojos salvajes se posan
sobre mí.
—¿Ave? Oh, gracias a Dios. —Toma mi mano entre las suyas,
inclina la cabeza y presiona sus labios contra mi nudillo—. Estoy tan
contento de que estés despierta. No sabía con certeza... no pensé... lo
siento mucho. Lo siento muchísimo. Lo lamento tanto.
No entiendo de qué habla. O por qué se disculpa. No tengo muchos
recuerdos. Solo los sonidos que quiero bloquear y el dolor que me
dificulta pensar. Noto la aguja en el dorso de mi mano conectada a una
vía intravenosa junto a mi cama. Mi brazo derecho, el dominante, está
envuelto en un yeso hasta más allá de mi codo y tengo una férula de
tracción, manteniéndolo elevado e inmóvil. Mi pierna izquierda también
se encuentra enyesada, desde el pie hasta la parte superior del muslo.
El verdadero pánico golpea y las palabras salen llenas de miedo. —
¿Qué me pasó?
—Tuviste un accidente automovilístico. Gracias a Dios despertaste.
Han pasado casi dos días. —Su voz se quiebra por la emoción—. ¿Cómo
te sientes? ¿Qué te duele? ¿Qué puedo conseguirte?
—Sedienta. —Todo es demasiado abrumador como para poder
pronunciar más de una palabra.
Declan se pone de pie y casi se cae sobre la mesita de noche junto
a la cama. Toma un vaso de plástico con agua junto con una pajita y lo
acerca a mis labios. Quisiera ser capaz de hacerlo yo misma, pero no me
siento lo suficientemente fuerte para manejarlo. Tal como están las cosas,
apenas puedo reunir la fuerza para succionar el agua a través de la pajita.
Incluso inclinar la cabeza tres centímetros para encontrarme con
la pajita requiere una cantidad increíble de energía. Descanso contra la
almohada, procesando los diversos dolores y molestias. Estoy aturdida y
no siento que esté del todo conectada con mi cuerpo.
—¿Qué tan mal? —No necesito dar más detalles, considerando mi
estado actual.
Deja el vaso sobre la mesita de noche y toma mi mano izquierda en
la suya, sus ojos revolotean de mi cara a la vía intravenosa pegada a mi
mano. —Te quebraste el cúbito y el radio del brazo derecho, y te
fracturaste el codo. Tienes la tibia izquierda quebrada y se necesitó
tornillos para mantener todo en su lugar mientras sana. Tienes una
fractura en el peroné y el fémur. También una rótula dislocada, costillas
magulladas y algunos hematomas e hinchazón en la cara debido a que
se desplegó la bolsa de aire.
—Así que muy mal. —Al menos mi sarcasmo sigue intacto. Es una
desviación del terror que se apodera de mí. Pequeños fragmentos de
memoria se filtran. El sonido del metal raspando contra el metal.
Estallidos de dolor. Temor. La voz apagada de Declan. No puedo encajar
ninguna de las piezas, pero sé que debe ser el accidente lo que estoy
recordando.
—Debería haber estado contigo. No sé en qué pensaba. Si
hubiéramos estado en mi camioneta, la lluvia no habría sido un
problema. Lo siento mucho, Ave. —Se atraganta con las palabras e
inclina la cabeza, con los dedos todavía envueltos alrededor de los míos.
Quiero ser capaz de decirle que está bien, pero por lo que se ve y
cómo se siente, estoy muy mal. No se equivoca. Existe la posibilidad de
que no estuviera aquí si él no me hubiera dejado colgada. Pero al mismo
tiempo, quién sabe si estar en su auto habría marcado la diferencia.
Me quedo allí, respirando a pesar del dolor, intentando reconstruir
lo que sucedió y que me trajo aquí. —La camioneta blanca.
—¿Recuerdas el accidente? —Tiene los ojos muy abiertos por el
horror, y me pregunto qué ha visto y si hubo imágenes en las noticias.
Declan es muy bueno castigándose a sí mismo por sus errores.
Generalmente, se relacionan con el trabajo o los deportes… fallar un gol
o un pase, perder dinero en una inversión o no asegurar al cliente que
quería, pero no suele extenderse a las personas en su vida,
principalmente porque no es el tipo de persona que tiene relaciones.
Es un amigo muy leal y rara vez defrauda a alguien. Es el primero
en ayudar a alguien a mudarse, arreglar algo o pintar una habitación.
¿Necesitas una cita para una boda? Es un gran acompañante. ¿Necesitas
un amigo para hacer un viaje por carretera? Siempre está listo para la
aventura. Así que, el hecho de que me abandonara por un ligue al azar
duele más de lo que esperaba. Y ahora se va a castigar a sí mismo por
eso, porque el dolor no es solo emocional, estoy en un mal estado físico.
Del tipo que me dice que tengo suerte de estar aquí.
Recuerdo al tipo de la camioneta blanca, quien no podía soportar
quedarse atrapado detrás de nadie, se abrió paso entre el tráfico y usó el
carril de entrada para adelantarse cuando se cansó de mi conducción
cautelosa. Le cerró el paso a un auto pequeño delante de mí, y fue una
ráfaga de frenadas bruscas. Seguí su ejemplo, pero con mis neumáticos
y las condiciones resbaladizas, sabía que no iba a poder detenerme a
tiempo, por lo que me desvié hacia la cuneta, con la esperanza de evitar
el auto que tenía delante. Desafortunadamente, no fui la única persona
con esa idea, porque alguien se estrelló contra la parte trasera de mi auto,
lo cual hizo que me tambaleara hacia adelante.
Después de eso, hubo muchos giros y chirridos y mis propios
gritos. Los recuerdos son irregulares. Recuerdo estallidos de dolor del que
no pude escapar y la voz de Declan diciéndome que iba a buscar ayuda.
Y ahora estoy aquí. Indefensa. Y sigo sintiendo mucho dolor.
Declan llama a una enfermera, y esta revisa mis signos vitales,
haciendo todo tipo de preguntas que deberían ser simples, pero parece
que no puedo comunicarme por la agonía, que empeora a cada segundo.
Intento decirle esto, pero mis palabras son confusas y no tienen mucho
sentido.
Pulsa un botón, y Declan vuelve a sentarse a mi lado. Escucho su
disculpa y siento el calor de su mano en la mía antes de que el mundo se
oscurezca nuevamente.
La próxima vez que me despierto, Declan no se encuentra sentado
junto a mi cama, sino mis hermanas. La luz entra a raudales por la
ventana y el sol hace una línea a lo largo del final de mi cama, resaltando
mis uñas pintadas. Probablemente sean la única parte de mí que parece
medio decente. Noté una astilla en la uña del dedo gordo del pie, así como
moretones morados y azules.
—Hola. —Harley se levanta de la silla y aparta los cabellos sueltos
de mi cara. Puede que sea la menor, pero también es la más maternal. Si
alguien necesita ser atendido, es quien siempre toma la delantera.
London deja caer en el suelo el pedazo de papel que sostiene y se
para, pero se queda atrás mientras Harley me mima. —Nos diste un
verdadero susto, Ave. —Gira la cabeza y respira hondo, como si estuviera
tratando de controlar sus emociones.
Me lamo los labios. Como la última vez que desperté, estoy
sedienta. Harley, siendo Harley, parece darse cuenta de eso
inmediatamente y extiende el brazo hacia el agua al lado de mi cama.
Dejo que lo lleve hasta mi boca, consciente de que no tengo la fuerza ni
la coordinación para hacerlo yo misma. No tengo idea de cuánto tiempo
he estado durmiendo esta vez.
—¿Declan? —Mi voz es un susurro ronco.
London frunce los labios, su expresión se apaga. —Hace una hora
lo enviamos a casa a ducharse. Espero que vuelva pronto.
—No se ha apartado de tu lado desde que saliste de la cirugía —
agrega Harley.
—¿Cuánto tiempo he estado aquí? —Mi voz gana fuerza con el uso.
—Este es el tercer día. Te mantuvieron sedada durante las
primeras veinticuatro horas porque querían poder controlar tus niveles
de dolor y mantenerte inmóvil —explica Harley.
—¿Cuánto tiempo tendré que quedarme aquí? —No tengo tiempo
para largas estancias en el hospital—. Oh, Dios, me perdí la reunión con
la asociación de exalumnos.
Harley palmea mi mano para tranquilizarme. —Está bien. Nos
ocupamos de todo. —Señala un ramo de flores en la mesa junto a mi
cama. De hecho, hay varios ramos de flores—. Quieren que te recuperes
y nosotros también, así que no te preocupes por el trabajo. Tu nuevo
trabajo es descansar y dejar que tus huesos se unan y que sanen tus
moretones. —Su sonrisa es trémula, sus propios miedos se filtran a
través de sus palabras y su expresión. Si esto me trae recuerdos que
prefiero no enfrentar, estoy segura de que es lo mismo para ella.
Unos minutos después entra la doctora y les pide a London y Harley
que salgan mientras me revisan. Ninguna de las dos quiere irse, pero me
aseguran que estarán justo fuera de la habitación. Para cuando me han
evaluado, pinchado y monitoreado la sensación en los dedos de los pies
y mi capacidad para seguir su dedo con mis ojos sin mover la cabeza,
Declan ha regresado.
Se ve limpio pero exhausto cuando los tres regresan a la habitación
para discutir mi extensa curación y plan de tratamiento con la doctora.
—Una vez que pueda sentarse y pasar de la cama a una silla de ruedas,
podremos darle de alta. Sin embargo, necesitará mucho apoyo,
especialmente durante las primeras semanas.
—¿Así que puedo irme a casa pronto? —pregunto esperanzada.
—Dependiendo de cómo progreses, es una posibilidad, pero no
queremos apresurarnos.
—¿Qué tan pronto es pronto? —Quiero estar en casa, no en una
cama de hospital con todos los olores y sonidos desconocidos.
—Un paso a la vez, Avery. Las fracturas en tu brazo son limpias y
esperamos un tiempo de curación de seis semanas, pero tu pierna tiene
múltiples fracturas y, debido a la fractura de fémur, estimamos un
tiempo de recuperación más cercano a las ocho semanas. Las costillas
magulladas y las fracturas capilares significan que tendrás que tomártelo
con calma durante bastante tiempo y no podrás usar muletas hasta que
tus costillas hayan sanado. Podremos evaluar tu tiempo de recuperación
y cuáles serán los próximos pasos en un par de semanas.
Harley se acerca y desliza su mano en la mía mientras la
consternación comienza a apoderarse de mí. Semanas de descanso y
relajación pueden sonar como un sueño para algunas personas, pero
para mí es una pesadilla. Necesito estar ocupada, y ser físicamente activa
es parte de eso.
Recuerdo lo que fue cuando tuve que ponerme tornillos en el tobillo
cuando era adolescente, antes de que mis padres murieran. Dos meses
de estar sentada viendo televisión, sin poder hacer las cosas que amaba,
fue una tortura en ese entonces. Ni siquiera puedo empezar a imaginar
cómo será ahora.
Se siente como si no pudiera respirar. —¿Qué significa todo esto?
—Necesitarás que alguien esté contigo las veinticuatro horas del
día para ayudar con tus necesidades básicas y moverte durante las
primeras semanas para evitar posibles contratiempos. Tus lesiones
podrían haber sido mucho peores, y tuvimos mucha suerte de poder
tratarte tan rápido como lo hicimos; de lo contrario, el pronóstico podría
no ser tan positivo. Pero podrás volver a caminar y utilizar el brazo al
máximo.
—¿Podré caminar de nuevo? —La alarma es clara en mi tono—.
¿Qué pasa con los deportes? ¿Podré volver a jugar?
—Es posible que los deportes sin contacto sean aceptables, pero
tendremos que evaluar eso a medida que te recuperas.
—Correcto. De acuerdo. —Mi mente se siente como si estuviera
fuera de control. ¿Cómo me bañaré? ¿Cómo usaré el baño? ¿Cómo voy a
dormir? ¿Cómo voy a meterme en mi cama?
La doctora dice que volverá hoy más tarde, dándonos tiempo para
hablar sobre la bomba que me han arrojado.
—Oye, oye, está bien, solo toma un respiro. —Harley me aparta el
cabello de la cara y me doy cuenta de que estoy en modo de pánico total,
con la respiración entrecortada en ráfagas rápidas, náuseas que hacen
que me duela y se retuerza mi estómago.
—Obviamente vendrás a quedarte con nosotros mientras te
recuperas —dice London, toda autoridad, mirando mal a Declan.
Por lo general se llevan bien, pero ahora mismo puedo sentir la
animosidad que se gesta, y no estoy segura de lo que sucedió en los
últimos días, aparte de que terminé en mi estado actual.
—Vendrá a casa conmigo. Yo me ocuparé de Avery —dice Declan,
que se ha quedado atrás hasta ahora, con tranquila certeza, como si
cualquier otra opción fuera ridícula.
—Como el infierno que lo hará —espeta London—. Se suponía que
ibas a estar con ella cuando esto sucedió. —Señala con un dedo en mi
dirección, su expresión es feroz, pero su barbilla tiembla.
Declan se pasa una mano por el cabello y su mandíbula se aprieta
y relaja varias veces, como si estuviera tratando de componerse y
luchando por hacerlo. —Lo sé. Y desearía poder retroceder en el tiempo
y arreglarlo, pero no puedo. Ya le solicité tiempo libre a mi jefa y aceptó
dejarme trabajar desde casa. —Su mirada se desplaza hacia mí,
implorante—. Te dejé colgada y lo siento mucho por eso. Si quieres
quedarte con London y Harley, lo entiendo completamente, pero ya hice
arreglos en el trabajo y hablé con los médicos, así que sé exactamente lo
que necesito para que te sientas cómoda mientras te recuperas.
Su culpa se siente como otro cuerpo en la habitación.
—Harley y yo podemos ayudarte a recuperarte. Puedes quedarte
con nosotras —me asegura London.
—¿Cómo pueden hacer eso cuando ambas tienen que dirigir Spark
House? Alguien debe hacerse cargo de las responsabilidades de Avery. No
pueden hacer eso y cuidarla al mismo tiempo.
—Haremos que funcione. Contrataremos a un asistente de
enfermería si es necesario —argumenta London.
Declan aprieta los labios. —¿Van a hacer una entrevista para eso?
¿Cuándo tendrán tiempo? ¿Y cómo es mejor que un extraño ayude a
Avery a recuperarse?
—¿Qué tan confiable has demostrado ser? —London se agarra a la
barandilla de la cama y sus nudillos se ponen blancos—. ¿Qué pasa
cuando decidas que quieres salir? ¿Vas a arrastrar a Avery contigo? ¿La
dejarás sola en casa? Nosotras somos dos y tú eres solo uno. Creo que
somos la mejor opción aquí. Además, somos su familia. Al menos con
nosotros, ella sabe que es nuestra principal prioridad.
Levanto la mano que no se halla enyesada. —¿Podemos tomar un
descanso por un segundo?
Ambos aprietan sus mandíbulas y giran sus ardientes miradas en
mi dirección.
Lógicamente, quedarme con mis hermanas no tiene mucho
sentido. Tendrán que tomar el relevo por mí, y eso significa que tendrán
que estar en Spark House, incluso más de lo que ya lo hacen, y yo tendré
que trabajar de forma remota, con una mano y una pierna activa, y eso
es cuando realmente sea capaz de mantener los ojos abiertos durante
más de una hora a la vez.
Mi cabeza se siente como un revoltijo de información y
preocupaciones, y ni siquiera hemos tomado una decisión real todavía.
Todas mis cosas se hallan en mi casa. Moverlas todas a casa de Harley y
London sería un gran dolor de cabeza.
—Teniendo en cuenta las demandas que tendrán tú y Harley
mientras me recupero, y que Declan podrá tener horarios flexibles, lo más
lógico es que me quede en mi apartamento.
—No necesitas hacer eso. Harley y yo podemos hacer que funcione
—repite London, con preocupación en su voz.
—Pero ¿cómo? Ni siquiera tienen un dormitorio libre.
—Convertiremos la oficina, o Harley y yo podemos compartir una
habitación. —Se retuerce las manos.
Arqueo una ceja. —¿De verdad? ¿Ustedes dos van a dormir juntas?
Sé lo divertido que era cuando éramos niñas y tú y yo teníamos que
compartir habitación durante las vacaciones familiares. —Hago un gesto
entre London y yo—. No puedo imaginar que ninguna de nosotras se haya
vuelto más flexible con respecto a nuestros hábitos personales. Además,
no puedes relegar a una persona para que venga a cuidarme porque las
necesitarán a las dos en Spark House. Si Declan ya tiene tiempo libre
para ayudarme mientras me recupero, entonces es más lógico quedarme
en mi propia casa donde me siento más cómoda.
—He pedido todo lo que el personal de enfermería dijo que
necesitarías y la mayor parte ya la han entregado. Estoy reorganizando
la sala de estar, para que puedas moverte mucho más fácilmente cuando
estés lista para volver a casa —me dice Declan y luego se vuelve hacia
London—. Sé que estás enojada conmigo y entiendo por qué. Lo entiendo,
y sé que no tienes mucha fe en mis habilidades, considerando dónde
estamos, pero puedo estar allí, y Avery tiene razón. Van a necesitar tener
la libertad de gestionar eventos, ya que tienen una persona menos.
London finalmente da marcha atrás, pero seguro que no parece
feliz por ceder. —Bien. Pero Harley y yo pasaremos todos los días. —Toma
mi mano—. Y si cambias de opinión, puedes venir a quedarte con
nosotras. O podríamos pensar en algo en Spark House si realmente lo
necesitamos.
Lo último que quiero es estar en Spark House, postrada en cama y
viendo a mis hermanas trabajar el doble de tiempo mientras yo no puedo
hacer absolutamente nada para ayudar. Pero no quiero herir los
sentimientos de London ni incitar más ira, así que asiento concordando.
Asimilar la realidad
Traducido por -queen-ari- & Alessandra Wilde & Julie
Corregido por Auris

Avery
Paso una semana en el hospital. Siete días nunca se habían sentido
tan largos, y todo lo que quiero es mi cama y mi baño, y el uso de mi
brazo y mi pierna.
La primera vez que vi mi cara después del accidente, lloré.
Realmente no soy una persona vanidosa. No uso mucho maquillaje ni me
esfuerzo mucho en vestirme y ponerme elegante como a veces lo hace
London. En el mejor de los casos, soy el tipo de mujer de brillos de labios
y rímel. Pero ver los moretones debajo de mis ojos y en el puente de mi
nariz, el labio partido que se va curando y los rasguños en mi mejilla
debido a la ventana del lado del conductor destrozada fue una gran
llamada de atención.
Porque, aparte de los huesos rotos y la cara golpeada, podría haber
sido mucho peor.
Podría haber sido uno de los cuatro amigos que estaban en el auto
detrás de la camioneta blanca. Iban en un sedán, y cuando la camioneta
les cortó el paso, frenaron, pero no lo suficientemente rápido, y
terminaron chocando contra la parte trasera de la camioneta. El
conductor y el pasajero en el frente murieron en el impacto, y los dos
amigos en la parte de atrás fueron trasladados al hospital. Solo uno de
los cuatro sobrevivió.
Así que tengo que recordarme a mí misma que los moretones
desaparecen y los huesos rotos sanan. Soy afortunada de estar viva,
incluso si el tiempo entre estar rota y sentirme normal de nuevo va a
parecer una eternidad.
El día que me dan de alta del hospital, mis hermanas están allí,
junto con Declan. Dios no quiera que London le permita llevarme a casa
solo. Se ha convertido en una mamá osa. Lo mando a la camioneta con
mi bolso para poder estar un minuto a solas con mis hermanas.
Tomo la mano de London en la mía y le doy un apretón. —Oye, sé
que todavía te encuentras enojada con Declan, y lo entiendo, pero si
puedes fingir ser cortés esta mañana, te lo agradecería mucho. Ir a casa
es realmente estresante, y que Harley tenga que mediar mientras miras
con furia a Declan y discuten sobre lo que es mejor para mí, aunque es
algo entretenido, no es tan útil. Además, ya se siente bastante mal.
London deja caer la cabeza y suspira. —Quiero asegurarme de que
estés bien y cuidada, pero no puedo hacer eso cuando vas a vivir en tu
casa y no en la nuestra.
—Lo sé y lo agradezco, pero esto tiene más sentido. Declan tiene la
oportunidad de tomarse un tiempo libre y está mejor equipado para
ayudarme físicamente. Además, me lo debe, así que déjalo hacer esto, y
si no funciona, serás la primera en saberlo.
—Lamento si he sido autoritaria. Solo... verte así es difícil. —Tiene
los ojos llorosos y aprieta las manos con fuerza por delante, como si
luchara por mantenerlas quietas.
—No eres autoritaria en absoluto. Sé que te sientes preocupada y
lo entiendo completamente. Creo que todas sentimos lo mismo,
pensamos mucho en mamá y papá, y en cómo esto podría haber sido de
una manera muy diferente. Pero necesito que tú y Harley se concentren
en Spark House y dejen que Declan se concentre en mí.
Exhala un suspiro. —Bien. Pero promete que, si las cosas no van
bien, nos lo dirás. Haremos que funcione, pase lo que pase. Tú eres
primero.
Le doy a su mano otro apretón tranquilizador. —Lo prometo.
Declan regresa unos minutos después y me llevan a la puerta
principal del hospital. Salir de la cama y sentarme en una silla de ruedas
es una cosa, meter mi trasero en la parte trasera de una camioneta es
totalmente otra. Necesito ayuda, mucha.
Declan envuelve un brazo alrededor de mi cintura y pasa mi brazo
bueno sobre su hombro mientras saltamos cojeando hacia la puerta
abierta. Ni siquiera puedo subirme al vehículo porque mis costillas
todavía se hallan sensibles y estoy muy débil.
Se necesita un poco de planificación y maniobras, pero finalmente
me las arreglo para sentarme en el asiento trasero mientras London se
queda detrás de Declan con los brazos cruzados y los labios fruncidos.
Esta será una recuperación larga si no puede perdonarlo.
Harley entra por el otro lado y me ayuda a ajustar mi posición para
que me sienta semi cómoda. Una vez que Harley me asegura el cinturón
de seguridad, ella y London me abrazan incómodamente e insisten en
que las llame tan pronto como me instale. London quería seguirnos a
casa, pero tienen una reunión en una hora y necesitan regresar a Spark
House, otra razón más por la que es lógico que Declan cuide de mí.
Cierro los ojos cuando este pone la camioneta en marcha y sale del
estacionamiento. Es la primera vez que estoy en un vehículo desde el
accidente y la ansiedad es abrumadora.
—¿Estás bien allá atrás? —pregunta, sus ojos revolotean entre el
espejo retrovisor y la carretera cada vez que nos detenemos en un
semáforo.
Abro un parpado —Hasta aquí, todo bien. Siento lo de London. Sé
que no ha sido fácil tratar con ella.
Sus nudillos se ponen blancos mientras sus manos se aprietan en
el volante. —No necesitas disculparte. Solo hace lo que una hermana
debe hacer, y tiene todo el derecho a estar enojada conmigo,
considerando que soy la razón por la que te encuentras en este estado.
—El tipo de la camioneta blanca es la razón por la que estoy en este
estado. —Según las noticias, tenía veintiún años. Chocó contra un
camión de transporte y no sobrevivió al choque que causó. No sé si es
mejor que no tenga que vivir con las consecuencias de sus acciones y
todas las personas a las que lastimó como resultado o no.
Independientemente, es triste que haya tenido que morir por un
descuido, es un recordatorio de que la vida es frágil.
La parte difícil de estar involucrada en un accidente que fue bien
documentado por las noticias, es que puedo revisar las imágenes con
regularidad si así lo deseo. Se ha convertido en una obsesión poco
saludable, un recordatorio constante de que podría haber sido mucho
peor. Y probablemente lo hubiera sido si no me hubiera desviado cuando
lo hice.
Es difícil respirar correctamente de camino a casa, el miedo se abre
camino debajo de mi piel. El sonido del metal contra el metal se siente
como mucho más que un recuerdo. —¿Puedes hablar, por favor? —le
pregunto a Declan.
—Seguro. Sí. ¿Te sientes bien? —Su mandíbula se flexiona junto
con sus manos en el volante.
—Sí. No. Solo recuerdos del accidente. Necesito una distracción.
—De acuerdo. Bien. —Toca el volante como si estuviera buscando
algo de qué hablar y que no vaya a empeorar mi ansiedad—. Mark salió
con una mujer que conoció a través de una aplicación de citas el fin de
semana pasado.
Mark es bastante anticuado sobre todo el asunto de las citas.
Prefiere conocer gente de forma orgánica, pero no le gustan nada más
que bares deportivos y los deportes. Y aunque es uno de los pocos
maestros varones de escuela primaria, no sale con nadie con quien
trabaje, así que ese es otro obstáculo para él. —¡Oh, guau! ¿Cómo le fue?
—Eh, bueno, empezó muy bien, pero se fue a pique bastante
rápido.
—¿Por qué? ¿Qué sucedió? ¿Lo engañó con cómo se veía o usó una
imagen de hace una década?
—No y no. Tienen una cantidad asombrosa en común, crecieron a
un par de condados el uno del otro e incluso tenían amigos en común de
las escuelas secundarias vecinas. Estaba bastante seguro de que la
reconoció, porque creció en un pueblo pequeño y todo eso.
—Oh-oh, ¿salió con su hermana cuando estaba en la escuela o algo
así?
Declan niega con la cabeza con una sonrisa. —No, es incluso mejor
o peor, dependiendo de cómo se mire, de todos modos. Entonces, ¿sabes
que Mark siempre tiene una reunión familiar cada cinco años?
—Sí, algo grande, ¿verdad? ¿Un par de cientos de personas? Toda
la familia se junta y básicamente alquilan la mayor parte del parque
durante un fin de semana y acampan.
—Exacto. Bueno, comienzan a hablar sobre acampar y sus
familias, y él menciona cómo espera con ansias su viaje de campamento
de verano y la chica dice que su familia hace exactamente lo mismo.
—Eso parece demasiada coincidencia. —Puedo ver al cien por
ciento a dónde va esto, y no es bueno.
—Oh, sí, definitivamente no es una coincidencia. Resulta que tiene
razón y la reconoce porque son primos segundos y han estado asistiendo
a estas malditas cosas desde que eran niños.
—Oh, hombre. Solo le puede pasar al maldito Mark
—Ah, pero eso no es todo. La chica no vio el problema de que
salieran a pesar de que eran parientes. Creía que los primos segundos
eran lo suficiente lejanos como para estar bien con eso.
—¡No! ¿Cómo manejó Mark eso?
—Bueno, el próximo año será la reunión, y le dijo que realmente no
creía que fuera una gran idea involucrarse con la familia porque
biológicamente significaba que tener hijos era imposible y definitivamente
quiere una familia.
Tengo que contener la risa porque me duelen las costillas. —Solo
Mark dejaría caer la bomba de “quiero una familia” en su primera cita con
su prima segunda. Habrá bromas durante la próxima década.
—Lo sé. Y la chica dijo: “Pero podríamos adoptar”.
—¡Bromeas!
—No te jodo. Mark pensó que soltar lo de los niños en la primera
cita la haría huir, pero aparentemente estaba equivocado. La mejor parte
fue que la chica pensó que sería más fácil ya que ellos ya conocían y les
gustaban las familias del otro.
—Dios Santo. ¿Cómo va a lidiar con la reunión del año que viene?
—No lo sé, pero puede que tenga que llevar una novia falsa si no
tiene una para entonces. —Se detiene en el estacionamiento subterráneo,
y mis hombros finalmente bajan de mis orejas.
Sacarme de la camioneta y colocarme en mi silla de ruedas es una
hazaña por sí sola. Es muy incómodo tratar de descubrir cómo aferrarme
a Declan sin que mis yesos se interpongan en el camino.
Se pone al hombro el bolso que mis hermanas me prepararon y me
lleva al ascensor. —¿Cómo te sientes? —pregunta una vez que estamos
de camino hacia el duodécimo piso.
—Alegre de estar en casa, pero nerviosa —digo con sinceridad.
Estar en un hospital apesta, pero el personal está capacitado y el entorno
fue diseñado para personas con movilidad reducida. Ahora estaré de
regreso en nuestro apartamento y básicamente necesitaré ayuda para
hacer todo. Todo lo que tendré es una enfermera que vendrá en unos días
para ver cómo estoy y citas médicas semanales para monitorear la
curación.
—Va a estar bien, Ave. Tengo todo listo para facilitarle las cosas al
máximo.
Asiento, pero no digo nada mientras el ascensor se detiene en
nuestro piso. Es más incómodo el maniobrar para llevarme por el pasillo
y entrar al departamento, el cual ha sido totalmente reorganizado.
La mesa del comedor, que en realidad nunca usamos, excepto
cuando invitamos a los chicos y servimos comida estilo buffet, ha sido
eliminada. El sofá y las sillas han sido movidas para hacer un camino
recto desde la puerta principal hasta la cama estilo hospital en el centro
de la sala de estar. Hay una de esas mesas de hospital con ruedas justo
al lado, y se halla colocada para que tenga una gran vista del televisor de
pantalla plana gigante.
—No pudimos meter la cama por el pasillo a menos que alquilara
la más pequeña, y pensé que no querrías estar hacinada en algo pequeño,
así que pensé que esta era una mejor opción. Una vez que tengas un poco
más de movilidad, podemos trabajar para reubicarte en tu habitación,
pero por ahora, los médicos sugirieron que esto sería lo mejor.
—¿Cuándo tuviste tiempo para hacer esto? —Casi todos los
muebles han sido movidos.
—A los chicos y a mí nos llevó una tarde. No fue tan difícil con tres
pares de manos, pero a Jerome le gusta reorganizar las cosas setenta
veces para ver qué funciona mejor.
—Debes haber amado eso.
—Tuvimos que decidir mucho dependiendo de votos. —Aprieta mi
hombro—. ¿Quieres acostarte o quedarte en tu silla?
—Mmm, creo que necesito usar el baño.
—Bueno, dame un minuto para asegurarme de que todo esté listo
y te ayudaré. —Corre por el pasillo. Es bueno que tengamos baños
separados.
Mientras espero, contemplo el espacio reorganizado.
Esta cama estilo hospital se ve mucho más cómoda que en la que
estaba durmiendo, pero también me recuerda que estoy lejos de estar
bien. Mi edredón favorito decora la cama. El que hizo mi madre cuando
yo era adolescente. Siempre me negaba a deshacerme de mis viejas
playeras y camisetas deportivas, incluso después de que ya no me
quedaran durante mucho tiempo. Así que, para mi decimosexto
cumpleaños, las usó para hacer una colcha. Es el último regalo de
cumpleaños que recibí de mamá y me acompaña a casi todas partes.
A pesar de que me estoy acercando a los treinta, todavía la tengo
en mi cama y, a menudo, la llevo a la sala de estar para acurrucarme
cuando estamos viendo la televisión. Mis almohadas favoritas se hallan
apiladas encima, y algunas de las revistas y libros de mi mesita de noche
se hallan en la mesa de al lado.
No soy una gran llorona, pero me encuentro al borde de las
lágrimas por lo que se siente como la centésima vez desde que me
desperté con la mitad de mi cuerpo envuelto en yesos de fibra de vidrio,
incapaz de manejar incluso las tareas diarias más simples. Tomo unas
cuantas respiraciones profundas para estabilizarme, recordándome a mí
misma que debo mantenerme fuerte y que superaré esto al igual como he
superado todo lo demás, un desafío a la vez.
Declan regresa y me lleva por el pasillo, ya habiendo aprendido
exactamente cómo maniobrar para llevarme al baño. Hay una de esas
cosas encima del inodoro con pasamanos, algo que asocio con pacientes
delicados y ancianos. En el hospital tuve un catéter durante los primeros
días, pero tan pronto como pude levantarme de la cama y llegar al baño,
con la ayuda de una enfermera y, a menudo, mis hermanas, la doctora
me lo quitó.
Miro el baño y luego a Declan. Aplaude una vez. —¿Lista para hacer
esto?
—Tan lista como voy a estar, supongo. —Viene por el costado de
mi pierna mala y engancho mi brazo bueno alrededor de su cuello. Una
vez que mi agarre es sólido, desliza ambos brazos alrededor de mi espalda
y me ayuda a levantarme de la silla de ruedas. Es incómodo en el mejor
de los casos. Y mis costillas se sienten ridículamente adoloridas.
Vivir juntos significa que somos cercanos, pero nunca hemos sido
particularmente de tocarnos, aparte de cuando tratamos de quitarnos el
balón el uno del otro durante la práctica de fútbol.
Sin embargo, esto es diferente. No estoy acostumbrada a necesitar
ayuda con cosas banales como ir al baño. Mi pecho se alinea con el suyo,
bordes duros y ángulos cálidos contra el mío. No se siente tan clínico
como lo fue con las enfermeras. ¿Quizás porque es mi amigo y hay más
contacto cuerpo a cuerpo?
Se necesitan algunas maniobras, pero finalmente logramos
llevarme al baño. Me dejo caer con un gemido, mi cuerpo rígido y dolorido,
en parte por el accidente, en parte porque he estado acostada en la misma
posición durante horas y horas, y aparte de la terapia física limitada, ha
habido movimientos mínimos, así que todo es mucho más difícil.
Estoy sentada, con los pantalones todavía subidos. Declan da un
paso atrás, los ojos dando vueltas antes de finalmente exhalar un
suspiro. —Eh, ¿necesitas ayuda con el...? —Señala mi mitad inferior.
—No. Puedo sola —digo rápidamente, deseando que mis mejillas
no se pongan rojas—. Te avisaré cuando termine.
—De acuerdo, ¿esperaré en el pasillo, entonces? —Es más una
pregunta que una declaración, y hace un gesto con el pulgar por encima
del hombro.
—Si puedes pasarme mi teléfono, puedo enviarte un mensaje de
texto cuando termine. Mejor que estar parado ahí afuera escuchándome
orinar, ¿verdad? —Basado en cómo ambos apartamos la mirada, mi
intento de hacer una broma, fracasa.
—Vuelvo enseguida. —Sale corriendo del baño y regresa un
momento después, teléfono en mano. Lo deja en el mostrador y cierra la
puerta detrás de él. Mientras estaba en el hospital, me tenían con una de
esas horribles batas abiertas. No podía ponerme ropa interior sobre mi
yeso, así que Harley, siendo la hermana ingeniosa e inteligente que es,
agarró algunas bragas de mis bikinis que se atan a los lados.
Significaba necesitar que alguien me lo atara una vez que
terminaba, eso fue mucho más fácil de manejar cuando era mi hermana,
no tanto ahora que tengo que depender de Declan.
Se necesita un poco de esfuerzo para hacer que mis pantalones
modificados me bajen por el trasero (cortamos la pierna izquierda en la
parte superior del muslo para que el agujero fuera lo suficientemente
ancho como para pasar sobre mi yeso), junto con la parte inferior de mi
bikini. Puede que tenga sentido que use camisones largos y renuncie a
las bragas hasta que no necesite ayuda en este departamento.
Por el lado positivo, estoy feliz de estar en la privacidad de mi propia
casa, en un baño familiar que no huele a productos de limpieza y al
horrible jabón que tienen los hospitales. Y ya no tengo que limpiarme con
el papel higiénico de mierda, áspero y de una sola hoja. Una vez que
termino con mi asunto, considero intentar subirme a la silla de ruedas
por mi cuenta.
Sin embargo, mi brazo y pierna utilizables se encuentran débiles,
y estoy muy exhausta. Renuncio a esa idea tres segundos después de
tenerla y le envío un mensaje de texto a Declan. Entra al baño casi tan
pronto como presiono enviar. Una vez que estoy de vuelta en la silla, me
lleva al lavabo, me echa jabón en la mano y luego se da cuenta de que ni
siquiera puedo lavarla sin ayuda.
Mientras toma mi mano entre las suyas, haciendo espuma con el
jabón, considero lo difícil que será en los días que tenga que ducharme.
Me imagino que puedo pasar unos días sin una ducha, solo hasta que
tenga un poco más de control sobre mi cuerpo. Y puedo limpiarme a
diario con una toallita.
—¿Ave? ¿Todo está bien?
—¿Eh? —He estado mirando mi mano, que ya está seca—. Lo
siento, me perdí por un segundo.
—¿Quieres que te haga algo de comer? Debes estar bastante harta
de la comida del hospital. —Me lleva de regreso a la sala de estar, donde
se halla colocada mi nueva cama.
—Eh, sí, claro. Eso podría estar bien. Pero, ¿puedes ayudarme a
meterme en la cama primero? Ya me cansé de estar sentada por hoy.
—Por supuesto. Sí. ¿Te sientes agotada?
—Es mucho para asimilar, ¿sabes?
Baja la barandilla de la cama y me levanta de la silla. Estoy
empezando a sentirme como muñeca de trapo, el cansancio me invade.
Se necesita lo que me queda de energía para mantener mi brazo sano
envuelto alrededor de su cuello mientras me levanta y me ayuda a
colocarme en el colchón. Me estiro, feliz de volver a acostarme, al menos
por ahora.
Golpetea las almohadas, colocándolas de modo que mi pierna
enyesada esté elevada y también mi brazo.
Enciende la televisión y me entrega el control remoto. —¿Algo en
particular que te gustaría comer?
—Mmm... —Considero todas mis comidas favoritas y lo que no va
a tomar mucho tiempo porque siento que podría necesitar una siesta
pronto—. ¡Oh! ¿Qué tal un emparedado de mantequilla de maní y miel a
la plancha?
—Definitivamente puedo hacer eso. Grabé varios de tus programas
favoritos. ¿Por qué no encuentras algo que quieras ver y te hago ese
emparedado?
Reviso los programas grabados y me quedo con The Bachelor.
Principalmente vemos deportes, y más específicamente fútbol, pero
también me gustan las comedias románticas, y como que me gusta este
programa de telerrealidad en particular. Me perdí un par de episodios
mientras estuve en el hospital, así que ahora es un buen momento para
ponerme al día.
Me acomodo en mi cama y dejo que mis ojos se cierren mientras
aparecen los créditos iniciales.
Todo el viaje a casa y la experiencia del baño deben haberme
agotado porque la próxima vez que abro los ojos, el sol se ha puesto. La
televisión sigue encendida, pero el sonido es bajo y es un infomercial.
Obviamente he estado fuera durante horas.
Declan está estirado en el sofá, pero tiene los ojos cerrados. Me
pregunto cómo ha estado durmiendo la semana pasada. Me imagino que
no muy bien, considerando que básicamente se negó a salir de mi
habitación del hospital, aparte de las dos veces que lo enviaron a casa
para cambiarse y ducharse.
Mi emparedado se encuentra intacto en la mesa a mi lado, junto
con un vaso de agua. Supongo que probablemente esté frío y el agua tibia.
Me acerco y tomo uno de los triángulos, notando que lo ha cortado
exactamente como me gusta, en tres secciones, una en diagonal y luego
otra por la mitad, creando tres triángulos, uno de los cuales es más
grande que los otros dos.
Tengo razón. Se halla frío y el fondo empapado, pero de todos
modos le doy un mordisco. Mi mamá solía hacerme emparedados de
mantequilla de maní y miel a la plancha cuando era niña. Era lo que más
me gustaba comer, y solo ella parecía prepararlo de la manera correcta.
Cuando falleció, comencé a hacerlos yo misma, pero nunca fueron tan
buenos.
No importa que esté frío o que el fondo esté blando, sigue siendo lo
más delicioso que he comido en más de una semana. Termino el resto,
apuro el agua tibia y me recuesto de nuevo en la almohada. Odio que algo
tan simple como comer me agote, pero cierro los ojos de nuevo,
demasiado cansada para siquiera molestarme en limpiarme las migas del
pecho antes de desmayarme.

Los dos días siguientes son una dura transición de las enfermeras
del hospital al enfermero Declan. Entiendo que no quiera dejarme sola en
la sala de estar, pero cada vez que me muevo o hago un ruido que no sea
una exhalación, prácticamente salta del sofá y eso me despierta. A los
dos días, los dos estamos ridículamente malhumorados por todo el sueño
interrumpido, y yo estoy a punto de estallar. Así que le digo que sus pedos
mientras duerme son asquerosos y que me despiertan porque son muy
rancios. Es una mentira, pero funciona.
Es difícil encontrar algún tipo de equilibrio. No estoy acostumbrada
a esta versión de Declan, siempre pendiente, siempre preocupado.
Lucho por no estremecerme con cada movimiento, porque cada vez
que ocurre, que es a menudo, provoca otra ronda de disculpas por su
parte.
En el tercer día, parece estar más animado que de costumbre. Ha
estado trabajando desde casa y pasa mucho tiempo con su portátil en el
sofá. Cuando tiene que hacer llamadas, se traslada a su dormitorio para
no interrumpir mis frecuentes siestas o mis maratones de televisión.
Mientras Declan atiende una llamada, yo me entretengo revisando
las cuentas de las redes sociales de Spark House. Normalmente es Harley
quien se ocupa de esas cosas, pero como estoy de baja hasta que me haya
curado lo suficiente como para poder atender mis necesidades básicas,
ha tenido que hacerse cargo de muchas de mis tareas. Eso significa que
se retrasa en responder a algunos de los mensajes. Yo me encargo de
responder todos los más urgentes, y también a las preguntas en los
comentarios.
Mis hermanas han pasado todos los días para asegurarse de que
estoy bien. Las quiero, pero entre ellas y Declan, me siento ridículamente
mimada. Seguro que es una motivación para recuperar mi movilidad lo
antes posible.
Declan vuelve a la sala de estar, con los ojos desorbitados y las
manos metidas en los bolsillos.
—¿Qué pasa?
Se muerde el labio inferior y se lo mastica tres veces antes de
soltarlo. Es una de las principales señales de que se siente nervioso por
algo.
Levanto una ceja y espero.
—Mañana es lunes.
—De acuerdo. —Desde que estoy en casa, los días se mezclan.
Básicamente, he estado viendo programas de televisión porque tengo el
cerebro demasiado aturdido por los analgésicos como para poder hacer
algo que requiera concentración o atención real. Tal vez pueda leer un
capítulo de un libro antes de que mi mente comience a divagar y tenga
problemas para recordar lo que acabo de leer.
—Los chicos esperaban poder venir. Quieren verte, y los he estado
rechazando porque no quiero que sea más de lo que puedas soportar. —
Saca las manos de los bolsillos y se balancea sobre sus talones.
Habrá cerveza, alitas, deportes y ruido. Cosas que he echado de
menos. Algo normal cuando todo lo que he tenido es anormal. —Puedo
soportarlo.
—¿Segura? Mark siempre puede ir a casa de Jerome si es mejor
para ti.
—Sería genial. Me encantaría ver a los chicos, y es bueno tener algo
que esperar.
—De acuerdo. —Sus hombros se relajan—. Les avisaré. Podemos
hacer una lista de las cosas que quieres, y haré que los chicos traigan
aperitivos y esas cosas.
—Caramelos. Quiero caramelos, y papitas. Y Oreos bañadas en
chocolate, patatas fritas de barbacoa. ¡Oh, y ositos de goma! Y Jerome
tiene que traer sus jalapeños rellenos y envueltos en tocino. Y nachos,
¡hagamos nachos!
Declan sonríe por lo que parece ser la primera vez en días. —Parece
que tu apetito va volviendo.
—Pasar el rato contigo y los chicos siempre me da hambre.
Mi estado de ánimo se desploma cuando tengo que ir al baño. Cada
vez lo hago mejor, y lo incómodo ha bajado un nivel, o siete, ya que hemos
hecho la rutina tantas veces.
También es mucho más fácil ahora que solo llevo camisones largos
y he renunciado a la ropa interior y a los pantalones hasta que el dolor
sea más manejable y tenga la fuerza suficiente para hacerlo por mí
misma.
Veo mi reflejo en el espejo del tocador, algo a lo que he intentado
no prestar mucha atención, ya que tengo dos ojos negros casi curados,
pero todavía descoloridos. Los moretones verdes y amarillos colorean mis
mejillas donde se desplegó la bolsa de aire. Lo bueno es que no tengo la
nariz rota.
Me levanto y me toco el cabello. No me he bañado desde que llegué
a casa, aparte de pasarme una toalla húmeda por las extremidades
expuestas. Mi cabello se encuentra asqueroso, y estoy segura de que debo
de apestar.
Me preocupa lo difícil que va a ser la situación del baño. Y de la
ayuda que voy a necesitar de Declan para poder hacerlo. No sé cuánto
tiempo estoy allí sentada, pero finalmente llama a la puerta. —Ave, ¿va
todo bien ahí dentro? ¿Necesitas ayuda?
—Estoy bien.
—¿Estás lista para mí, o...? —Se detiene.
—Dame un minuto. —Me horrorizo aún más cuando las lágrimas
de frustración se me agolpan en los ojos. Intento reprimirlas, pero siguen
saliendo.
—¿Ave? ¿Segura que todo va bien? Voy a entrar. —Abre la puerta
de golpe. Llevo el cabello recogido en una coleta desordenada, así que no
puedo ocultar mi cara tras ella, aunque no querría hacerlo, teniendo en
cuenta lo grasiento que está. Sus ojos se abren de par en par—. ¿Qué
pasa? ¿Te duele algo? ¿Tengo que llamar a la doctora? Voy a llamar a la
doctora. —Se apresura a coger el teléfono.
Levanto la mano. —No necesito a la doctora.
—¿Entonces qué pasa?
—¡Necesito un puto baño, eso es lo que pasa! —me quejo.
—Oh. Vale. Puedo preparar eso para ti. Lo prepararé todo y estará
bien —dice con suavidad, como si le hablara a un niño pequeño alterado.
Que es más o menos como me siento.
Y estallo, porque estoy frustrada, cansada y odio esto. —Pero no va
a estar bien, ¿verdad, Declan? No puedo entrar en la bañera por mi
cuenta. No puedo hacer nada por mi cuenta. Apenas puedo orinar por mi
cuenta. ¿Tienes idea de lo humillante que es esto? —Hago un gesto hacia
mi cuerpo roto y golpeado.
—Sé que esto es duro para ti...
—No me digas que sabes cómo es esto. No lo sabes. Odio esto. Odio
depender de otra persona para cubrir mis necesidades básicas. No puedo
hacerme mis propios cereales porque no puedo levantarme lo suficiente
para coger un tazón. No puedo hacerme un sándwich. ¡No puedo, no
puedo, no puedo! —Golpeo la encimera con el puño.
—Avery, para, te vas a hacer daño en la mano. —Se precipita y me
agarra de la muñeca antes de que pueda volver a golpear con el puño.
—¡Suéltame! —grito, completamente irracional, fuera de control
mental y emocionalmente, porque ahora no puedo dominar mi cuerpo.
Intento liberarme, pero su agarre se hace más fuerte. —Lo siento,
Ave. Lo siento mucho.
—No sería así si no fueras un mujeriego egoísta. —Le escupo las
palabras y tienen el efecto deseado, atravesándole como cuchillos. Estoy
enfadada y arremetiendo contra él. Agravada porque yo estoy encerrada
y él no.
Se pone de rodillas, llevando mi puño cerrado a su frente mientras
se inclina hacia delante. —Lo sé. La he jodido, Ave, y lo siento mucho.
Cometí un error de mierda, y ojalá pudiera retractarme. Cada día, cada
vez que te miro, cada vez que te veo sufrir, sé que es mi culpa, y me odio
por ello. Debería haber levantado el culo de la cama e ido contigo. Debería
haberme asegurado de que tuvieras mi camioneta todoterreno. No
debería haber salido. No debería haber traído a nadie a casa.
—Sí, bueno, los debería no me van a sacar de este lío, ¿no? —Le
suelto la mano, cabreada, deseando poder evitar que se me escapen las
palabras, pero queriendo infligirle algún tipo de dolor que coincida con el
mío. Y lo consigo. El hecho de que me dé cierta sensación de
reivindicación me hace sentir horrible.
—Lo sé, y lo siento. Odio haberte hecho esto. Eres mi mejor amiga,
y te quiero, y me mata verte así.
—¿Por qué? ¿Por qué tuviste que salir a buscar un ligue cuando
sabías que teníamos un viaje por delante a la mañana siguiente? —No
tiene sentido. Estábamos deseando que llegara el viaje, y entonces fue y
lo jodió todo para los dos.
Se da la vuelta, así que solo puedo ver su perfil y no sus ojos. Tiene
un tic en la mandíbula y exhala con fuerza. —No lo sé. Tomé una mala
decisión y ahora me va a perseguir el resto de mi vida, porque el resultado
final es que te he roto.
Siento su remordimiento, pero mi frustración lo eclipsa todo, sobre
todo porque su respuesta no me dice nada. Lo que empeora todo es que
lo único que quiero es que me dejen en paz un rato, pero no puedo salir
de este baño sin ayuda. —Al menos no es nada permanente, ¿no? —Me
sale amargo y con mordacidad venenosa. No estoy siendo una versión
muy agradable de mí misma.
—Sé lo mucho que odias tener que depender de otra persona, Ave,
y siento que sea yo en quien tengas que apoyarte ahora, pero; por favor,
déjame ayudarte como pueda. Haré lo que necesites. ¿Quieres que llame
a tus hermanas para ver si alguna puede venir a ayudarte con el baño?
Dime qué quieres que haga y lo haré —me suplica.
Cierro los ojos con un largo suspiro, odiándome por desquitarme
con él. —No llames a mis hermanas.
Si London cree que esto es demasiado para Declan, entonces
definitivamente intentará que me mude con ella y Harley. Ya tienen
suficiente presión emocional y mental sin que yo les ayude a manejar
Spark House. No puedo depender de mis hermanas para que me cuiden
también. Hay muchas cosas que quiero para Spark House y eso no puede
suceder si su atención se centra en mí.
—Vamos a solucionar esto de las duchas, para que esté limpia y
frustrada en lugar de frustrada y sucia.
Hora de una ducha
Traducido por Julie
Corregido por Auris

Avery
Consigo ponerme un par de braguitas bikini y un brasier tipo top,
pero necesito la ayuda de Declan para atar un lado y abrocharlo en la
espalda. El banco de la bañera se ha trasladado a la ducha de mi cuarto
de baño, y Declan me ayuda a entrar en la bañera y me entrega el cabezal
extraíble de ducha manual.
Estoy extraordinariamente agradecida por los yesos impermeables.
No puedo sumergirme en la bañera ni nada por el estilo, pero al menos
puedo limpiarme sin preocuparme de mantenerlos fuera del chorro. —Yo
sigo desde aquí. Te avisaré cuando termine. —Estoy más tranquila que
antes, todavía frustrada, pero no tan acalorada.
—Bien, llámame si me necesitas para algo. —Cierra la puerta tras
de sí, y exhalo una respiración lenta y tranquila.
Esto es mucho más difícil de lo que pensaba.
Sin embargo, el agua caliente parece el cielo. Coloco la esponja en
mi regazo y me echo un poco de gel de ducha, inhalando el dulce aroma
a vainilla, mucho más atractivo que la mierda genérica del hospital. Me
tomo mi tiempo para limpiar la suciedad de varios días. A pesar de todo,
no puedo moverme muy rápido, pero es la primera vez que me ducho en
la intimidad de mi casa desde el accidente, así que voy a disfrutarlo, con
o sin reto.
Paso más tiempo del necesario entre los muslos; incluso con las
toallitas húmedas que he estado usando después de los viajes al baño,
mis partes femeninas necesitan más atención. Exhalo un suspiro
estremecedor cuando mis dedos rozan las partes sensibles. No tengo ni
idea de cuánto tiempo va a pasar antes de que pueda masturbarme. Mi
mano dominante está enyesada y todo resulta incómodo y antinatural
con la izquierda. Callo esa línea de pensamiento, consciente de que no
ayuda a mi, ya de por sí, adusto estado de ánimo.
Consigo afeitarme la pierna y una axila, pero no consigo agarrar la
maquinilla con la mano enyesada porque tengo el pulgar rígido y una
amplitud de movimiento muy limitada.
Me rindo y paso al cabello, que resulta ser otra tarea difícil. Lavarse
el pelo con una sola mano es un auténtico dolor de cabeza. No puedo
ajustar el chorro correctamente, y mi pelo está tan sucio que necesita
una espuma sólida y más de una ronda de champú para que se sienta
bien limpio. Además, mantener el brazo por encima de la cabeza hace
que me duelan las costillas. Acabo con el jabón en los ojos y grito mi
descontento, dejando caer el cabezal de la ducha. Cae en la bañera con
un fuerte golpe, mi champú se vuelca y se produce un efecto dominó,
enviando un montón de botellas al fondo de la bañera.
El cabezal de la ducha se tambalea y gira sin control, rociando el
lavabo y el suelo. Es un maldito desastre.
Declan no se molesta en llamar a la puerta, sino que entra de golpe,
con los ojos muy abiertos y frenéticos. —¿Qué pasó? —El cabezal de la
ducha gira y le salpica el pecho. Su pecho desnudo.
—Me ha entrado champú en el ojo.
Tengo la palma de la mano presionada contra el ojo afectado, pero
mi otro ojo, el no afectado, asimila a Declan, observando todos los
músculos ridículamente definidos.
El cabezal de la ducha da otra vuelta, y esta vez el chorro le alcanza
en la entrepierna, arrastrando mi mirada más allá de la V que desaparece
bajo la cintura de su bañador. Levanta una mano a la defensiva y se
precipita por la habitación, casi perdiendo el equilibrio en el resbaladizo
suelo de baldosas. Llega hasta la alfombra de baño y se agarra al borde
de la bañera para estabilizarse.
Antes de que el cabezal de la ducha pueda dar otra vuelta completa,
lo coge y lo vuelve a colocar en el soporte.
—¿Por qué llevas traje de baño? —¿Y por qué mi voz es tan aguda?
—Quería estar preparado por si necesitabas mi ayuda. —Sus ojos
me recorren y se detienen en mi cabeza.
Puedo distinguir mi reflejo en el espejo del otro lado de la
habitación. Parezco una rata ahogada con la cabeza medio enjabonada.
Sus ojos se mueven y se frota la nuca. —¿Puedo ayudarte con el
pelo?
Me siento fatal por haber arremetido contra él, sobre todo cuando
sé que ya se culpa de mi situación actual. Puedo esforzarme y hacer un
trabajo a medias, o puedo dejar que me ayude, aliviando mi propia
frustración y parte de su culpa. Así que lo dejo.
—Sí, vale, gracias. Sería estupendo.
—De acuerdo. Bien. Eso es bueno. —Asiente dos veces y se mete
en la bañera detrás de mí. Me echa la cabeza hacia atrás con cuidado
para poder mojarme el cabello sin que me entre agua o jabón en los ojos—
. ¿Quieres sostener esto mientras te enjabono? —Me empuja la mano con
el cabezal de la ducha.
Se lo quito y él coge el bote de champú. Cuando aprieta el frasco,
sale un chorro de agua y los dos nos reímos, lo que alivia un poco la
tensión. Se frota las palmas de las manos antes de pasarlas por mi pelo.
Ha sido incómodo acostumbrarse a que me ayude a ir al baño.
También estoy eternamente agradecida por los perfumadores para
inodoros en aerosol que Jerome nos regaló como broma el año pasado
antes del Super Tazón, porque esa cosa realmente funciona.
Pero esto es diferente, se trata menos de la función y la necesidad
y más de mis limitaciones. Me hace sentir aún más vulnerable. Espero
que se apresure en todo el proceso, pero, en cambio, se toma su tiempo.
Hace espuma con el champú y presiona con los pulgares el punto de la
base del cráneo, anclándolo allí. Me frota en círculos lentos mientras me
masajea el cuero cabelludo con firmeza, pero con suavidad.
Gimo, la tensión de mi cuello empieza a aliviarse. Dejo caer la
cabeza hacia atrás y me golpeo contra el estómago de Declan. La levanto
de golpe y murmuro—: Lo siento.
—No te disculpes. —Vuelve a inclinar mi cabeza hacia atrás hasta
que se apoya en él—. Relájate. Tu cuerpo se ha llevado una buena paliza,
probablemente estés destrozada, ¿eh?
—Es incómodo con todo el material extra unido a mis
extremidades. —Levanto mi brazo enyesado—. Será más fácil cuando mi
cuerpo funcione un poco mejor y pueda hacer algo más que pudrir mi
cerebro con la mala televisión.
—Sé que el tiempo de inactividad es difícil de manejar, pero tal vez
cuando veamos a la doctora el lunes, te mandarán algunos ejercicios o
algo. Estoy seguro de que van a querer aumentar la fisioterapia pronto,
incluso con los yesos.
—Casi tengo ganas de eso. —Casi, pero no del todo. Recuerdo cómo
fue cuando me rompí el tobillo hace tantos años. Pensaba que estar con
muletas durante seis semanas fue brutal, pero no se compara con esto,
ni con los meses que tuve que pasar en rehabilitación antes de poder
volver al campo de fútbol. Incluso entonces, pasó un tiempo antes de que
me sintiera cómoda en el campo de nuevo y totalmente en control de mi
cuerpo.
Declan me pasa los pulgares por la nuca y luego vuelve a subir
hasta llegar a las sienes. Tarareo con agradecimiento, casi decepcionada
cuando me quita el cabezal de la ducha y me enjuaga el pelo. Pasa al
acondicionador y repite todo el proceso, masajeando el cuero cabelludo y
la nuca antes de peinarme con los dedos.
—Amigo, eres bueno en esto —murmuro.
—Tengo mucha práctica con las manos. —Me pone una delante de
la cara, con el anular y el pulgar doblados y los otros tres rectos, haciendo
la seña del Shocker2. Le aparto la mano.
—¡Qué asco! No quiero pensar en que le hagas eso a una de tus
mujeres cuando tengas tus dedos en mi pelo.
—¡Estoy bromeando! Es una broma. —Me da un apretón en la
nuca—. Pero es agradable poder sacarte de quicio de nuevo. Has estado
muy apagada desde el accidente, y me preocupaba que fuera
permanente.
—No es permanente, solo que todos los medicamentos me hacen
sentir mareada. Pero el dolor ya no es tan fuerte como antes, así que
debería poder reducir la dosis y tal vez volver a usar mi cerebro pronto.
—¿Quieres que te lave la espalda cuando acabe con tu pelo? —
Comienza el proceso de enjuagar el acondicionador.
Cuando Declan se ofreció a ayudarme con la ducha, anticipé que
sería un poco incómodo y clínico. Pero esto es todo lo contrario: es
reconfortante y relajante, como una manta caliente en una fría noche de
invierno.
—¿Ave?
Sacudo la cabeza, dándome cuenta de que me he perdido en mis
pensamientos. —Claro, sí, sería genial.
No coge la esponja; en su lugar, enjuga sus manos y las pasa por
los lados de mi cuello y por encima de mis hombros. —¿Puedo
desabrochar esto? —Tira de la parte trasera de mi bikini—. De todos
modos, necesitarás que te ayude a quitártelo, ¿no? Será más fácil lavarte
la espalda sin esto en el camino.
Dudo durante una fracción de segundos antes de decir—: Eh, sí,
claro.
Incluso con las manos enjabonadas, consigue abrirlo con un rápido
movimiento. Me paso el brazo por el pecho y sus palmas bajan por mi
espalda, con los pulgares a cada lado de la columna, presionando con
firmeza.
Mis ojos se ponen en blanco y me relajo aún más, bajando la
cabeza. —Oh, hombre, esto es una sensación increíble.
Sus manos son cálidas y suaves, pero fuertes. Hacía años que no
me daban un masaje, y aún más tiempo que no me tocaba nadie por otra
razón que no fuera la necesidad, o un abrazo de mis hermanas. Esto se

2Gesto de manos que hace referencia al acto sexual de insertar el índice y el dedo medio
en la vagina y el meñique en el ano.
siente... diferente. Me frota en círculos lentos y relajantes, rítmicos y casi
sensuales.
—Te frotaré la espalda después del baño, si quieres. —Sus pulgares
siguen la curva de mi columna vertebral hasta la base de mi cuello.
—¿De verdad? —Es un medio gemido.
—Sí, claro. Podemos poner una comedia romántica, te haré algo de
comer y te daré un masaje en la espalda.
—La culpa es un fuerte motivador para ti, ¿no? No es que vaya a
decir que no a nada de eso. —Me acurruco hacia delante, tarareando
cuando toca un punto especialmente tenso entre mis hombros.
Sus manos se quedan quietas un momento antes de volver a
subirlas por mi columna vertebral y amasar mis hombros. De repente, su
pecho se aprieta contra mi espalda, cálido y tan sólido. Me rodea
suavemente con sus brazos. La conexión me produce una descarga que
siento en todas partes, desde la coronilla hasta los dedos de los pies.
Sus labios me tocan la sien y siento el calor de su aliento contra mi
mejilla. —Nunca me perdonaré esto, Ave, pero quizá, si puedo cuidar bien
de ti, tenga una oportunidad de que me perdones por ser un imbécil
egoísta, desconsiderado e inseguro. —No tengo tiempo de reaccionar
antes de que me suelte y cierre el grifo del agua—. Deja que te traiga una
toalla.
Me pone una sobre los hombros y coge otra para el pelo antes de
envolverse con una y decirme que volverá enseguida con un camisón. Me
quedo sentada, sintiéndome un poco... aturdida, tal vez. No sé cómo
clasificar todo lo que siento ahora. Lo atribuyo a la medicación y al nuevo
papel de Declan en este territorio desconocido de nuestra relación.
Mientras espero a que vuelva, me quito la braga del bikini, me
envuelvo el torso con una toalla y uso la otra para secarme el pelo con
una sola mano lo mejor que puedo.
Vuelve menos de un minuto después con uno de mis camisones
largos de tirantes y me ayuda a ponérmelo. Me pongo una toalla alrededor
de los hombros porque mi cabello sigue goteando.
Una vez que estoy de vuelta en la silla, me lleva a la sala de estar y
me ayuda a situarme en mi lugar favorito, en la esquina del sofá. Luego
se asegura de que tenga todas las almohadas que necesito y de que mi
brazo y mi pierna estén cómodos.
Desaparece por el pasillo y vuelve un minuto después con mi cepillo
de cabello y se ofrece a cepillarlo.
—Siento haberte atacado antes. Estaba frustrada y me desahogué
contigo.
Hace una pausa en el cepillado y me pone una mano en el hombro.
—Pero no te equivocaste. Fui egoísta y desconsiderado. Si hubiera sido
responsable, habría estado contigo. Habría sido yo quien condujera y tú
no habrías tenido ese accidente.
Cubro su mano con la mía y la aprieto. —Pero eso no puedes
saberlo, Declan. Podría haber ocurrido exactamente lo mismo, ¿y si tú
también hubieras resultado herido? Entonces sería yo la que se sentiría
culpable por haberte hecho venir conmigo. No te culpo por esto; solo
fuiste una salida conveniente para mi frustración. Así que, por favor, no
te sientas responsable de esto, porque tú no eres el que me puso aquí.
Ese tipo de la camioneta blanca lo hizo.
Su mano se desliza por debajo de la mía y reanuda el cepillado
hasta la coronilla. —Ojalá no te hubiera dejado colgada.
—Pero no lo hiciste.
Su voz vacila un poco. —Sí lo hice. Se suponía que íbamos a ir
juntos y te abandoné.
Inclino la cabeza hacia atrás y me encuentro con su mirada triste.
—La gente comete errores, Declan. Podría haber resultado de muchas
maneras. Por favor, no te castigues por esto. Voy a estar bien, ligeramente
biónica, pero bien. He pasado por cosas peores y he salido airosa, y tú
también. Siento haber estallado contra ti. Todo lo que necesito es un poco
de perdón y entonces podremos superarlo.
—No hay nada que perdonar. —Se inclina hacia delante y presiona
sus cálidos labios contra mi frente. Se quedan ahí durante varios
segundos.
Exhala una bocanada de aire y se endereza, aclarándose la
garganta antes de decir—: Tengo hambre. ¿Quieres un sándwich de
mantequilla de maní a la plancha?
—Mmm, claro.
Ya se dirige a la cocina.
Me trae un vaso de agua y me prepara un sándwich. Una vez
preparada la comida, me hace avanzar para poder sentarse detrás de mí
y cumplir con el masaje en la espalda.
—Creía que solo me decías palabras vacías y que lo dejarías solo
en el sándwich —le digo en broma.
—Puff. Como si fuera a colgar un señuelo así y luego me fuera a
echar atrás. —Me levanta el camisón y coge el bote de aceite de coco.
—¿Qué haces?
—Es más fácil dar un masaje con aceite. —Abre el bote con una
sola mano, una habilidad que tengo que aprender, y saca un poco con
los dedos.
—¡Iu! ¿Por qué no usaste una cuchara?
—Acabo de terminar de prepararte un sándwich. Tengo las manos
limpias.
—¡Pero yo cocino con eso!
—He tocado tu sándwich y no pareces quejarte de eso.
—No es lo mismo.
—No voy a lamerme los dedos y volver a mojarlos ahí —me
recuerda.
Doy un mordisco a mi sándwich y cierro la boca, porque está a
punto de hacer algo bueno por mí. Sin embargo, hago una nota mental
para conseguir nuevo aceite de coco cuando vuelva a cocinar.
La película suena de fondo y solo le presto atención parcialmente
mientras me como el sándwich y Declan me quita los nudos de la espalda.
Me desplomo hacia delante sobre la pila de almohadas. —Eres
genial en esto. —Apoyo la barbilla en la almohada, gimiendo de
satisfacción mientras él frota un punto especialmente tenso entre mis
omóplatos. Sus manos son seguras y la presión constante.
—Hice un curso de masaje de dos días en la universidad.
—¿De verdad? ¿Por qué?
—¿Sinceramente? —Sus pulgares suben a cada lado de mi
columna y vuelven a bajar—. Me pareció un buen paso para los juegos
previos.
Lanzo una carcajada y luego toso y gimo porque me duelen las
costillas. —Solo tú harías un curso de masajes para poder seducir a las
mujeres. No es que necesites la ayuda; se te da bastante bien sin todas
las cosas extra.
—Sí, pero me imagino que, ya que no puedo darles a las mujeres
nada sustancial, también podría darles un buen momento que
recordarán, ¿sabes? —Su tono es algo burlón, pero debajo hay una capa
de dureza, y si escarbo aún más, también de tristeza.
—No eres incapaz de brindar algo bueno —murmuro, con los ojos
a media asta, adormecida por la forma en que sus manos se mueven
sobre mi espalda—. Somos amigos desde hace años; eres increíblemente
leal.
—Sin embargo, no es lo mismo que una relación. El sexo puede
convertirse en un arma, y mis padres lo usaron el uno contra el otro
durante años. No quiero que nadie más pase por eso ni que alguien a
quien quiero me decepcione de una manera tan extrema. El sexo es genial
mientras no haya sentimientos ligados a él, entonces es peligroso y
complicado.
No creo que lo diga como una advertencia, pero una parte de mí lo
interpreta así. Sobre todo, si tengo en cuenta lo mucho que nos hemos
acercado últimamente. Si unimos eso a la proximidad física forzada y a
lo bien que ha estado cuidando de mí, puedo ver lo fácil que sería cruzar
las líneas de la amistad. Me aclaro la garganta y hago que mi respuesta
sea intencionadamente ligera. —Bueno, si un día decides que está bien
que los sentimientos y el sexo se mezclen, serás un gran novio para
alguna mujer. Asas un buen filete, limpias, das masajes y ves comedias
románticas. Eres como el candidato a novio ideal.
Quiero abofetearme por la última parte, sobre todo cuando Declan
me baja el camisón. Pero entonces se inclina hacia delante y su cálido
pecho desnudo se aprieta de repente contra mi espalda, como antes en
la ducha. Y al igual que antes, me rodea suavemente con sus brazos y
ese calor me recorre las venas.
Respiro el aroma de su loción para el afeitado y su desodorante. El
olor a detergente limpio se mezcla con el de mi champú y mi gel de baño.
Tengo que recordarme que es mi mejor amigo. Que cualquier cosa que
sienta probablemente se relacione con mi falta de capacidad para
ocuparme de mis propias necesidades.
—Eres la única persona por la que haría esto. —Siento su cálida
exhalación en mi nuca y luego la suave presión de sus labios en la parte
superior de mi columna vertebral. Me suelta y se desliza por detrás de
mí, saltando sobre el respaldo del sofá—. Tengo que ir a mear. Ahora
vuelvo.
La repentina pérdida de su proximidad y de su calor corporal me
hace temblar. Y por alguna razón, siento esa pérdida como algo más que
un descenso de la temperatura. También se instala en mi pecho.
Zona de amigos
Traducido por Auris
Corregido por AnnyR’

Declan
Realmente necesito que mi cuerpo no sea un imbécil. Me paro con
los puños apoyados en el lavabo mientras deseo que mi erección se
desinfle. —¿Qué carajos está mal contigo? —le gruño a mi reflejo.
La mitad de mi mejor amiga se encuentra envuelta en yeso. Tiene
el cuerpo cubierto de moretones. No puede ni lavarse el cabello y yo tengo
una erección por frotarle la espalda. No tiene ni un maldito sentido. Tal
vez es una erección por culpa. Tal vez debería dejar que los chicos
apunten a mis bolas con una pelota de fútbol la próxima vez que
juguemos. Lo cual no será hasta dentro de mucho. No para mí. Me niego
a volver al campo hasta que Avery puede volver conmigo.
Me paso una mano por el rostro, mi libre de moretones e intacto
rostro, y trabajo en calmarme a mí y mis estúpidas hormonas. Cada vez
que miro a Avery, me recuerda mi estupidez. Las elecciones egoístas que
tomé.
Pienso en la forma en que lucía cuando entré a ese cuarto de
hospital por primera vez. Cuán hinchado se hallaba su rostro, los
moretones negros y azules que coloreaban sus ojos y mejillas, el yeso
completo en su pierna izquierda y otro en su brazo derecho. La manera
en que le pusieron una férula de tracción para mantenerla estable. Cuan
frágil y rota lucía. Lo asustado que estuve. Funciona, desinfla mi traidora
e inconsciente erección. Cuando estoy bajo control otra vez, vuelvo a la
sala de estar. Avery se encuentra acurrucada en una esquina del sofá,
con el brazo apoyado en un cojín, la pierna levantada, la cabeza colgando
hacia adelante, totalmente dormida mientras Cómo Perder a un Hombre
en Diez Días se reproduce en la pantalla.
Los moretones comienzan a sanar, y Avery empieza a verse más
como ella misma. A pesar de lo maltratada y golpeada que se encuentra,
es hermosa, rota, pero impresionante de todos modos. Sacudo la cabeza,
tratando de entender cuál carajo es mi problema estos días.
No quiero despertarla, así que la dejo dormir por el resto de la
película antes de llevarla de vuelta a su cama y decirle que lo lamento
por milésima vez.

Al día siguiente paso horas en la cocina haciéndole su comida


favorita y enrolando a los chicos para que compren cosas como papitas,
caramelos y sus barras de chocolate favoritas. Avery no puede beber, así
que me aseguro de tener cerveza de raíz y cosas para hacer batidos, ya
que son sus favoritos.
Justo antes de que los chicos lleguen, la ayudo a moverse de la
cama a su esquina del sofá, el cual ya he arreglado para que esté cómoda
y tenga todo lo que necesite.
Jerome y Mark llegan a las seis con pizza, cerveza y un montón de
bolsas. La envuelven en incomodos abrazos.
—Chicos, sean gentiles —advierto.
—Está bien, D. Estoy bien —me asegura y palmea el sofá, invitando
a los chicos a tomar asiento—. Cuéntenme que está pasando. ¿Jugaron
contra los Suspensorios la semana pasada? ¿Les patearon el trasero?
—Claro que lo hicimos. Ganamos por dos goles. Pero todos te
extrañan. —Jerome saca una canasta gigante envuelta en papel celofán
de una de las bolsas y la deja en la mesa de café. Se halla llena con todos
los bocadillos favoritos de Avery—. Todos cooperaron y te compramos un
paquete de recuperación. También hay una tarjeta.
—¡Oh, vaya! ¡Es asombroso! —Avery se las arregla para abrir la
tarjeta con una mano, lee todos los nombres y mensajes de “recupérate
pronto” y “te extrañamos” de parte del equipo.
Los ojos se le llenan de lágrimas y solloza, sosteniendo la tarjeta
contra su pecho. —Esto es tan genial. Diles a todos que dije gracias.
Deck, ¿puedes alcanzarme unas tijeras para poder abrir esto y ver todas
las cosas?
—Puedo abrirlo por ti, si quieres —ofrece Jerome.
—No, no. Me gustaría hacerlo. Tomará más tiempo, pero es bueno
para mí hacer cosas por mi cuenta, incluso si es algo tan simple como
abrir una canasta con golosinas.
Se me retuerce el estómago ante su sonrisa algo avergonzada.
Agarro las tijeras de la cocina y se las entrego. Los chicos se
encuentran amontonados a su alrededor, Mark sentado en el borde de la
mesa de café y Jerome a su derecha.
Saca la lengua y usa su pierna para sujetar la canasta y el brazo
enyesado para estabilizarla mientras corta el lazo y quita el celofán. Le
toma una eternidad hacerlo, pero no pide ayuda. Es obvio que todos
queremos ofrecerle ayuda, pero los chicos se muerden la lengua, porque
esta es Avery y siempre ha sido el tipo de persona que le gusta hacer las
cosas a su manera.
Hay un tema muy específico, y la mayoría de los artículos de
comida incluyen maní o mantequilla de maní. Debajo de las golosinas
hay artículos no alimenticios. Saca una mascarilla facial, algunas
lociones y cosas de chicas.
—Algunas chicas pensaron que podrías necesitar algunas cosas
para mimarte cuando empieces a sentirte mejor —ofrece Mark.
—No quisimos desanimarlas, incluso aunque a ti no te gusta
mucho eso —añade Jerome.
—Es realmente dulce, y para cuando vuelva a estar de pie, bien
podría querer ser mimada. Declan hace un trabajo bastante bueno en
eso, en realidad. Estoy segura de que estará feliz de ayudarme con la
mascarilla facial y un exfoliante para pies, ¿cierto, D? —Su sonrisa es
astuta y conocedora.
—Me pondré una contigo, eso demuestra lo gran jugador de equipo
que soy.
Mark me da una mirada que no puedo descifrar. Me siento
expuesto y transparente hoy, como si pudieran ver a través de mí. Lo cual
no tiene mucho sentido, ya que no estoy haciendo nada malo. Estoy
cuidando de mi mejor amiga porque me necesita. La reacción de ayer fue
una casualidad. Se hallaba emocional, y yo también. Eso fue todo.
Eventualmente Avery necesita usar el baño. Mueve a un lado todos
los cojines y la manta, intenta hacer todo sola tanto como puede antes
de dejarme ayudarla.
Casi puede arreglárselas para ir del sofá a la silla por sí sola. Es
solo cuestión de tiempo antes de que esté lista para las muletas y
entonces será capaz de moverse por su cuenta mucho más fácil. Por
ahora, cumplo mi penitencia y siento que tengo algo de valor. No parece
importar que sé que tiene razón, incluso si yo hubiese sido quien
manejaba, podría haber acabado en el mismo estado o mucho peor. El
hecho de que no estuviera allí cuando me necesitó sigue pesando mucho
en mi conciencia.
La llevo al baño, asegurándome de que tenga su teléfono. —¿Vas
bien? ¿Te sientes cansada o algo? —le pregunto una vez que los chicos
están fuera del alcance del oído.
—No, estoy bien. Es lindo tenerlos aquí. Me hace sentir normal. —
Nos sabemos de memoria la rutina del baño y la mayor parte de su
vergüenza se ha ido por la ventana en este punto.
La ayudo a ponerse sobre la taza y una vez que se halla sentada,
apoya el pie en el suelo y se levanta lo suficiente como para liberarse del
camisón. Lleva una de mis viejas sudaderas con capucha sobre él, le
cortamos la manga para poder meter fácilmente su brazo enyesado. El
volumen oculta su pecho y el hecho de que no lleve brasier, el cual es su
estado más frecuente, aparte de cuando ocasionalmente controla sus
tetas con una de esas cosas sin tirantes ni ganchos que parece más una
bandana que otra cosa. También es a menudo lo que usa cuando
manejamos la situación de la ducha.
—Dime si te cansas y los echaré, ¿de acuerdo? —Maniobro la silla
para que no esté en el camino.
—Es la primera vez que he tenido la energía para estar despierta
pasadas las ocho desde que vine a casa. Puedo dormir mañana. Te
mandaré un mensaje cuando te necesite otra vez. —Me echa por la
puerta.
Los chicos se encuentran medio viendo el partido, medio hablando
entre ellos, al menos hasta que regreso a la sala de estar, que es cuando
la conversación se detiene.
—¿Alguien quiere una cerveza?
Espero que este sea uno de los viajes rápidos al baño de Avery,
aunque ninguno es rápido considerando cuanto le gusta intentar hacer
todo sola. Ayer estuvo a punto de tirarse la silla de ruedas encima. Es
bastante obstinada cuando quiere serlo, y anticipo que intentará alguna
mierda rebelde esta noche.
Cuando ninguno responde, miro sobre el hombro y los veo a ambos
mirándome. —¿Qué?
—¿Con qué necesita ayuda Avery? —pregunta Mark, levantando
una ceja.
—Solo puede usar un brazo y una pierna. —Destapo una cerveza y
tomo un largo trago. Esto es porqué estuve aprensivo sobre que los chicos
vinieran, de que vieran cuanta ayuda necesita Avery.
—Así que ¿básicamente con todo? —pregunta Jerome.
Cruzo la habitación y me dejo caer en el sofá. —Es solo por el
próximo fin de semana. Hasta que recupere algo de movilidad.
Jerome, quien es el más relajado, desliza un brazo detrás de su
cabeza y se recuesta en los cojines. —Así que, si necesita ayuda con el
baño, ¿supongo que también necesita ayuda con la ducha?
—Bueno, sí, realmente no puede hacer mucho por sí sola ahora
mismo. —No me gustan sus cejas alzadas y labios fruncidos—. No puede
lavarse el cabello, y se ha sentido lo suficientemente frustrada con el
proceso que ha mencionado más de una vez querer cortárselo todo.
Preferiría que no tome decisiones drásticas y emocionales porque se
siente desesperada por recuperar su independencia. Así que le hago las
cosas más fáciles cuando puedo, ya que es mi maldita culpa de esté en
el estado en el que está.
Jerome alza una mano. —Guau, nadie te culpa por esto, Deck.
—Sí, bueno, todos sabemos que, si hubiese estado a su lado, hay
una buena oportunidad de que no estuviera en este estado. —Es mejor
para mí soltarlo todo antes de que ellos lo hagan.
Mark suelta un suspiro. —No puedes saber eso. Entendemos que
te sientas mal por lo que pasó, pero nos preocupa cuanto asumes.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Avery se lastimó y tú te culpas. Pasan un montón de tiempo
juntos y ella depende de ti para un montón de cosas. Eso cambia las
dinámicas de las relaciones —dice Jerome.
Me concentro en mi botella. —Nada ha cambiado, aparte del hecho
de que no es capaz de cuidar de sí misma de la manera en que le gusta.
Eso es todo. Y es por poco tiempo. Pronto volverá a estar de pie y todo
será exactamente como antes. —Pero mientras lo digo, sé que no es
realmente cierto, especialmente desde que hemos estado en más
situaciones íntimas de las que alguna vez antes hemos estado.
Simplemente todavía no estoy listo para enfrentar lo que eso significa.
Por suerte, mi teléfono suena con un mensaje de ella, así que no
tengo oportunidad de cuestionarme más sobre ello. Dejo mi cerveza en la
mesa y voy al baño. Cuando llego, encuentro a Avery sentada en la silla
de ruedas.
—¡Mira lo que hice! —Luce una gran sonrisa que ilumina todo su
rostro.
No puede decidir si estoy orgulloso o molesto, o algo completamente
diferente. —Si te hubieras caído, habrías podido lastimarte. Creo que ya
tienes suficientes partes rotas, ¿no?
—Es una caída como de sesenta centímetros, Deck. —Rueda los
ojos—. Vamos, ¡deberías estar más emocionado por esto! Significa que
estoy un paso más cerca de ser capaz de ir al baño sola.
—Tal vez la próxima vez puedas dejarme supervisarte, solo hasta
que la doctora te dé el visto bueno para que puedas empezar a hacer
acrobacias en la silla de rueda. —Lo tomo a la ligera, sin querer arruinarle
su progreso. Quiero que mejore, pero también quiero estar allí para ella,
porque incluso cuando sé que no causé esto, me siento mal de que
estuviera sola cuando pasó.
Estabilizarse
Traducido por LauuLR & Anna Karol
Corregido por AnnyR’

Avery
Los días que siguen se mezclan uno con el otro, pero Declan y yo
establecemos una rutina. La terapia física comienza después de la
primera cita médica. No es nada extenuante, pero a medida que los
moretones sanan y mis costillas dejan de doler, mi movilidad e
independencia regresan lentamente. Después de la segunda cita, la
doctora me da el visto bueno para usar una muleta para moverme. Aún
estoy a semanas de tener mi brazo y pierna de regreso, pero estamos
haciendo progresos, y mi doctora se siente complacida por eso.
Estoy estirada en el asiento trasero de la camioneta de Declan, con
los ojos cerrados durante todo el camino a casa. Después del accidente
de auto de mis padres solía tener ataques de pánico en toda regla cuando
alguien mencionaba un paseo en auto. Dejé de tomar el transporte
público a la escuela y usaba mi bicicleta, al menos hasta que el clima se
volvía malo. Ya estoy preocupada por cómo será el viaje a Spark House
para el momento en que sea capaz de conducir de nuevo, y como voy a
ser capaz de manejar la ansiedad. Pero eso es algo para otro día.
Para cuando llegamos a casa tengo dolor de cabeza por la tensión,
y cualquier pensamiento que tenía de probar mi nueva muleta ha
desaparecido como resultado de mis palpitantes sienes y tensos
hombros.
—¿Estás bien? —pregunta Declan mientras me ayuda a montarme
en la silla de ruedas por hábito, no por necesidad.
—El paseo en auto me estresó. —Froto mi nuca.
—Voy a frotar tus hombros cuando lleguemos al apartamento. —
Me guía al elevador y presiona el botón del duodécimo piso. Se encuentra
vacío además de nosotros, así que al segundo en que las puertas se
cierran mueve mi cabello a un lado y presiona sus pulgares en el punto
en la base de mi cráneo que siempre me hace ronronear como un gato.
—No bromeabas, estás más tensa que una cuerda de guitarra. —
Frota el punto hasta que llegamos a nuestro piso, entonces me lleva al
apartamento.
Tan pronto como entramos, acomoda el sofá para mí. Me he
graduado de pasar la mayor parte de mi tiempo en la cama de hospital a
rotar entre esta y el sillón. Mi trasero probablemente va a ser un
panqueque plano después de ocho semanas de sentarme sobre él.
Trato de decirme que la emoción que siento en este momento no
tiene nada que ver con el masaje que estoy por recibir y todo que ver con
tener de vuelta un poco más de movilidad. Una vez que estoy sentada,
me saco la camiseta por encima de la cabeza. Declan toma su lugar detrás
de mí y empuja la banda de mi sujetador hacia abajo, dándole acceso
total a mi espalda. En este punto he dado por perdida mi modestia en su
mayor parte con Declan, pero uso mi camiseta para cubrirme el pecho y
me recargo en la almohada en mi regazo mientras él toma el aceite olor a
lavanda y pone un poco en sus palmas.
—Gracias por hacer esto —murmuro, mi cuerpo ya relajándose
mientras pasa las palmas por mi espalda.
—Es lo menos que puedo hacer. Tal vez necesitamos salir un poco
más, ahora que comienzas a sentirte mejor. Podemos ir a paseos cortos,
para que te acostumbres de nuevo a estar en el auto, ¿aminorar el miedo?
—Sus pulgares pasan por lo largo de mi columna.
—Sí, tal vez, pero necesito algunos días para considerarlo. Solo
pensar en eso hace que mi espalda se sienta tensa.
—Creo que, si hacemos un plan y lo hablamos, ¿estarías menos
nerviosa al respecto? Podríamos ir al autoservicio de la heladería. ¿Una
malteada de mantequilla de maní con chocolate y una grasosa
hamburguesa con papas suenan bien? Podemos ir de camino a tu
siguiente cita de fisioterapia. O si quieres ir antes, podemos hacer tus
ejercicios juntos y entonces hacer el viaje. Es solo cerca de un kilómetro
y medio, lindo y corto, con un enorme premio atado a ello. —Le da a mis
hombros un apretón, encuentra un punto duro y enfoca su atención ahí.
—No he tomado una malteada desde hace mucho. —Cierro los ojos,
permitiéndome tranquilizarme ante su toque.
Mientras mis hombros se relajan bajo sus manos, otras partes de
mí comienzan a apretarse. Encuentro mi mente vagando y mi cuerpo
reaccionando. Ha estado pasando más y más últimamente,
especialmente cuando me da uno de sus masajes o cuando estamos en
la ducha. Básicamente, cada vez que me toca por propósitos diferentes a
los viajes al baño. Trato de alejar esos pensamientos de mi cabeza. Es mi
mejor amigo y actualmente mi cuidador principal. Imaginarlo
masajeando otras partes de mi cuerpo no ayuda.
El problema es que han pasado semanas desde que tuve un
orgasmo. Aunque no me he sentido particularmente sexy últimamente,
entre más sano, mejor me siento, y mi cuerpo me recuerda que tiene otras
necesidades. Cuando estoy sana y funcional, y no dopada por
medicamentos para el dolor, soy típicamente el tipo de persona que se
satisface al menos tres veces a la semana.
Soy sacada de mis pensamientos sucios por un golpe en la puerta.
—¿Esperas una entrega o algo? —Es cerca de la hora de la cena, tal vez
Declan planeó por adelantado y pidió algo.
—Uh, no, ¿tal vez tus hermanas decidieron pasar?
—¿Tal vez? —Aunque generalmente me avisan antes y me
preguntan la lista de cosas que podría necesitar, más que nada cosas que
podría pedirle a Declan que consiga para mí, pero prefiero no hacerlo. He
optado por pedir la despensa en línea y que la entreguen en casa para
quitar algo de la lista de cosas por hacer de Declan, que es mucho más
larga conmigo dependiendo de él.
Mis hermanas se supone que vengan mañana por la noche para
que podamos hablar del evento que planean. Este es una despedida de
soltera para una novia deportista, lo que hubiera estado justo en mi
campo. Estoy haciendo lo que puedo desde casa, buscando las cosas que
van a necesitar, ordenando cosas, pero no me encanta no poder estar ahí
planeando el evento como lo haría normalmente.
Spark House siempre ha sido mi bebé. Supe incluso antes de ir a
la universidad que quería hacerme cargo. Me encanta planear eventos,
ver a la gente junta y unida. No importa que evento sea, darles a las
personas un lugar para celebrar sus logros o pasos de vida me hace feliz.
Y porque mis hermanas y yo somos tan cercanas, siempre asumí que
Spark House también era su sueño. Pero sin mí ahí, estoy comenzando
a notar que tal vez eso no es verdad.
Puedo sentir a London estresarse cada que pregunto cómo va todo
con Spark House. La planeación de eventos no es el fuerte de mis
hermanas, London ama crear centros de mesa y las manualidades por
los eventos, y Harley es muy buena en el montaje y las redes sociales,
pero la planeación no es fácil para ellas. Mayormente me dicen que no
me preocupe y que lo tienen manejado, lo que supongo que tengo que
creer.
Declan cuidadosamente sale de detrás de mí y toma un par de
pañuelos para secar el aceite de sus manos. Espera a que me ponga la
camiseta antes de cruzar a la puerta y revisar la mirilla. Sus hombros se
tensan y niega con la cabeza imperceptiblemente.
—¿Uno de esos tipos de puerta a puerta se coló al edificio de nuevo?
—Pasa de vez en cuando.
—Uh, no. —Hace una mueca, posiblemente porque soy ruidosa y
abre la puerta con algo de renuencia. Todo lo que se necesita es el sonido
de la voz chillona y nasal del otro lado para que entienda porque habla a
través de una rendija con la persona del otro lado.
—¡Hola, Decky! ¡Pensé en pasar y ver qué haces! ¡Acabo de volver
de Los Ángeles y me imaginé que querrías pasar el rato!
—Uh, ahora no es un buen momento, Becky —dice Declan en voz
baja.
Becky vive dos pisos debajo de nosotros. Es una modelo, y cada
cosa que dice termina con un signo de exclamación. Incluyendo sus
orgasmos, que he tenido el disgusto de escuchar más de una vez cuando
se ha invitado sola para un polvo. También me vuelve loca la forma en
que llama a Declan “Decky”.
—No hay problema, ¡voy a estar por aquí unos días antes de irme
a España! ¡Conseguí un nuevo tatuaje caliente que me encantaría
mostrarte!
Prácticamente puedo sentir su guiño exagerado.
Si mi silla de ruedas no estuviera del otro lado del sofá, trataría al
cien por ciento de sacar mi culo de esta habitación para no tener que
escuchar su horrible voz, o a Declan planeando su próximo enredo.
—Sí, no estoy seguro si eso va a funcionar, pero gracias por la
oferta.
—Oh, qué mal. ¿Tienes una novia ahora o algo?
—Uh… o algo. Es complicado. —Se frota la nuca.
—Bueno, si te cansas de lo complicado sabes dónde encontrarme.
—Uh, bueno, gracias, Becky. Te veo luego.
—¡Adiosito!
Declan cierra la puerta y se queda mirándola por varios segundos
antes de finalmente poner la cadena en su lugar y darse vuelta. —
Lamento eso.
—Puedes ir si en verdad quieres. —Señalo la puerta cerrada y por
alguna razón mi estómago se hace un nudo. Declan se ha enrollado con
montones de mujeres durante nuestra amistad. Nunca me ha molestado
antes. Tal vez es porque una mujer, literalmente, se apareció en nuestra
puerta ofreciéndosele, y no hay manera de que yo vaya a tener algún tipo
de gratificación en las semanas por venir. O que él hizo que mis partes
de chica se volvieran conscientes de que me daba un masaje de espalda,
de todas las cosas.
Arquea una ceja. —Uh, sí, eso no va a pasar, Ave.
—Solo porque yo no pueda tener acción no significa que nadie más
no deba. —Y ahora estoy molesta.
—Mientras que puede que esté de acuerdo en que no todos
deberían estar sin acción, voy a adelantarme y decir que, si alguien no
debería echar un polvo en este momento, soy yo, especialmente si
consideramos las circunstancias. —Se pasa una mano por el cabello—.
Además, ella suena como si estuviera audicionando para un papel porno
cada vez que se viene, y honestamente no estoy interesado. Además, no
voy a exponerte a ese ruido, y no te voy a dejar sola por una hora para
descargarme en un lugar diferente a la ducha.
—¿Esa es tu locación elegida para masturbarte? —lo digo burlona,
pero no estoy segura de que así salga.
Se deja caer en el sofá a mi lado. —Así hago menos desastre,
además cumple doble función. Me limpio y me ocupo de los negocios al
mismo tiempo. De ese modo puedo comenzar mi día con la cabeza clara.
—¿Pero no te cansa? ¿No quieres desmayarte justo después?
—Justo antes de dormir, seguro, pero a primera hora de la mañana
es como un trago de expreso, me despierta de inmediato. Por la noche es
más como un sedante, me ayuda a que las ruedas dejen de girar. —Toca
su sien.
—Eh. Bueno eso es… esclarecedor. —Y no algo en lo que necesite
estar pensando en este momento.
Declan toma el control remoto. —¿Quieres ver Como si fuera la
primera vez?
—Hoy tengo más ganas de acción. ¿Qué tal Thor o algo así? —No
puedo soportar ver a gente enamorándose y besándose, no con mis
emociones y mis hormonas por las nubes.
—Solo quieres ver a un Hemsworth sin camiseta. —Se desplaza por
las opciones de películas y estira su otro brazo por el respaldo del sofá.
—No te equivocas. —Me encanta todo lo relacionado con Thor.
Me tira del hombro, atrayéndome a su lado.
—¿No tienes trabajo que hacer hoy? —Ha pasado toda la mañana
conmigo en el médico, y soy consciente de que hay noches en las que se
queda hasta tarde para poder terminar las cosas que no consigue hacer
durante el día.
—El trabajo no va a ninguna parte. Puede esperar un par de horas.
Apoyo la cabeza en su hombro, pensando en lo lindo que es esto, y
en cómo lo voy a extrañar cuando las cosas vuelvan a la normalidad.

—¡Esta mujer es una total noviezilla! Si alguna vez hubo un evento


del que deberías alegrarte de no participar, ¡es este! —London clava una
aceituna rellena de almendra con un palillo.
—¿Es tan mala? —Me meto un pepinillo en la boca y vuelvo a
doblar la ropa de Declan. No es fácil con una sola mano, pero es lo menos
que puedo hacer por él, ya que está haciendo mucho por mí.
—Va un paso por encima de “tan mala” —dice.
—Parecía bastante normal en los correos electrónicos iniciales.
—Eso es porque tratabas con su hermana, quien es realmente
razonable. —Harley se mete el pelo detrás de las orejas y cruza las piernas
como si fuera la hora de la alfombra en el jardín de infancia—. La semana
pasada mandó un correo con copia a la novia, y se armó en grande.
—Mierda, ¿por qué no me lo dijeron? —Tan pronto como las
palabras salen de mi boca, me doy cuenta de que ya tengo la respuesta.
London levanta una ceja.
En la última semana he podido dejar de tomar los analgésicos.
¿Sigo estando incómoda? Claro. Pero me estoy curando y prefiero que las
cosas me duelan un poco a sentir que mi cerebro se halla hecho papilla.
—Saben que pueden empezar a incluirme en la parte de planificación de
las cosas. Puedo hacer algo más que responder a los correos electrónicos
y a las publicaciones en las redes sociales. Déjenme hacer algunas
llamadas telefónicas. Puedo hablar con la novia, tal vez suavizar las
cosas. Puede que mi cuerpo no funcione, pero mi cerebro y mi boca sí.
—Lo sabemos. Solo que no queremos que te lances de lleno, que es
exactamente cómo te manejas. —London dobla una tira de papel entre
sus dedos. Se obsesiona con hacer estrellas de origami. Las guarda en
cajas en Spark House y las utiliza como decoración de mesa en eventos.
Estoy segura de que podría llenar una bañera con ellas, como mínimo.
Siempre le digo que debería abrir una tienda de Etsy, ya que es tan
habilidosa. Desde piñatas de pene hasta estrellas de papel, puede
convertir casi cualquier cosa en algo bonito. Sigue diciendo que le
encantaría, pero que no tiene tiempo.
Hago un gesto hacia mi pierna y levanto el brazo enyesado. —No
puedo lanzarme de lleno a nada, pero me siento mucho mejor y me
gustaría volver con calma. Déjenme ayudar en lo que pueda. ¿Cuáles son
los principales problemas de la novia? Vamos a resolverlos. —He echado
de menos esto. En las últimas semanas el enfoque ha sido únicamente la
curación, y necesito sentirme útil, como si tuviera valor.
—Creo que sería más fácil decirte lo que no es un problema —
murmura Harley.
London le lanza una mirada y Harley se encoge de hombros. —
Bueno, es cierto, y sinceramente nos vendría bien la ayuda.
—Oh, hombre, esto debe ser realmente malo. ¿Por qué no
repasamos lo que han preparado y lo que podemos cambiar para hacerla
feliz?
—Un trasplante de personalidad podría ser efectivo —se queja
London, cediendo finalmente un poco, quizá por la sinceridad de Harley.
Suelto una carcajada. —Bueno, ya que no estamos en el campo de
trasplantes de personalidad, veamos qué otras opciones tenemos.
Se siente bien hacer algo que no sea ver series y películas terribles.
También significa que Declan ha podido ir al trabajo hoy y hacer
algunos recados necesarios. Por mucho que me diga que se siente
contento de trabajar desde casa, soy consciente de que esto no ha sido
fácil para ninguno de los dos. Ser productivos se siente increíble.
—Le preocupa que la carrera de obstáculos sea demasiado dura, y
no quiere acabar con una lesión justo antes de la boda.
Ojeo mi tableta, escaneando la línea de tiempo con el ceño fruncido.
—Pero la despedida de soltera es dos meses antes de la boda.
—Eso es correcto —dice Harley con los labios fruncidos y una larga
exhalación por la nariz.
—¿Y le preocupan las lesiones que duran dos meses? —Reconozco
la ironía teniendo en cuenta mi situación, pero correr una carrera de
obstáculos y tener un accidente de auto no es lo mismo.
—Ha estado viendo vídeos de catástrofes de bodas y ahora está
enloqueciendo por todo —dice London.
Pongo los ojos en blanco. —¿Por qué la gente hace eso? —Aunque,
para ser sincera, estuve mirando obsesivamente investigaciones sobre las
roturas múltiples y los impactos duraderos que este accidente podría
tener en mi cuerpo. Me ponía ansiosa, así que tuve que parar.
—A la gente le gusta controlar lo incontrolable —dice Harley.
No se equivoca, teniendo en cuenta que es lo que he estado
intentando hacer desde que me dieron el alta del hospital. Empiezo a ver
exactamente cuan difíciles se han supuesto las cosas en Spark House
para mis hermanas. Normalmente soy yo la que calma a los clientes.
—De acuerdo, vamos a arreglar lo que podamos para que esté más
cómoda. Ya que somos las anfitrionas de la despedida de soltera y de la
boda, tenemos que asegurarnos de que la novia se sienta bien con lo que
hayamos planeado —digo—. ¿Su madre sigue llevando la batuta en los
preparativos de la boda o eso ha cambiado?
—Mamá sigue siendo la encargada, por ahora, pero cuanto más
nos acercamos a la despedida de soltera, más se involucra la novia. Lo
cual entiendo perfectamente. Por desgracia, sigue cambiando de opinión,
y ya sabes lo difícil que es apresurarse a pedir cosas, por no mencionar
lo caro. —London arroja otra estrella sobre la mesa de café, que se suma
a la pequeña pila que ha creado mientras charlamos.
—Bien, le preocupa que la actual carrera de obstáculos tenga
demasiado potencial para provocar golpes. ¿Y si hacemos algo orientado
al agua en su lugar?
Los ojos de London se iluminan. —Eso podría funcionar. El año
pasado hicimos esa prueba para el equipo de waterpolo. ¿Quizás
podamos reciclar algo de ese material?
—Podríamos hacerlo. Los cursos de agua pueden ser bastante
sencillos, y podemos usar la piscina cubierta.
—Entonces no tenemos que preocuparnos por el clima. —Asiente
London—. Esto ya me encanta. ¿Recuerdas cuando fuimos a República
Dominicana en las vacaciones de invierno en la universidad y tenían ese
tobogán inflable? Eso sería divertido y seguro, ¿no?
—¡Sí! Eso es exactamente lo que estaba pensando. —Me doy un
golpecito en la sien y sonrío a London, que ya parece infinitamente menos
estresada—. Y a esta novia le encanta el baloncesto, ¿verdad?
—Le encanta. Es una fanática total —dice Harley.
—Así que podemos hacer que eso forme parte de todo el montaje
acuático. Y podemos usar pelotas de playa en lugar de balones de
baloncesto, así nadie acabará con un ojo morado. —Si pudiera aplaudir,
lo haría—. Será divertido y fácil, y prácticamente imposible que alguien
se haga daño.
—¡Es una idea fantástica! —Harley aplaude por mí.
Tomo mi iPad y uso la función de voz a texto para buscar toboganes
inflables. —¡Parece que estamos de suerte! Como es el final de la
temporada, tienen un veinticinco por ciento de descuento. —Le paso el
dispositivo a Harley, que se lo pasa a London.
—¡Oh! Esto es perfecto. Y mantiene la fiesta por debajo del
presupuesto sin recortar los beneficios, lo cual es estupendo porque
empezaba a preocuparme que fuéramos a terminar muy por encima, y
que tuviera que tirar del presupuesto de la fuente para cubrir cosas
mientras esperamos el saldo del pago, pero parece que estaremos bien.
—¿Y la asociación de exalumnos? Ese contrato debería ayudar a
equilibrar las cosas, ¿no?
La sonrisa de London cae, y agita una mano en el aire. —Oh, estará
bien, especialmente ahora que tenemos un nuevo plan, y esta es una
opción mucho más barata que cualquier otra que hayan propuesto.
Además, ya me conoces, siempre trato de no exceder el presupuesto. De
todos modos, ¿he mencionado lo felices que estamos de que ya no estés
drogada con analgésicos? Realmente necesitábamos tu cerebro para esto.
—Se hunde en su silla—. Sinceramente, no tenía ni idea de la cantidad
de trabajo que supone la relación con los clientes. Ahora comprendo
mejor el tiempo que dedicas a atender las llamadas telefónicas.
—Empieza a pasarme las cosas. Yo haré las llamadas, así podrás
centrarte en lo demás. Y pronto podré volver al menos a tiempo parcial.
Tal vez cuando vea al médico esta semana, pueda preguntar sobre ir un
par de días a la semana.
—No voy a mentir, sería estupendo tenerte cerca, sobre todo para
atender las peticiones y los problemas de los clientes. —London se
muerde la uña, pareciendo cautelosamente optimista.
—Preguntaré a mi médico lo que es razonable, y a partir de ahí
podemos seguir. —Me muevo en el sofá, ajustando mi pierna en la pila
de almohadas.
—¿Quieres que te llevemos a tu próxima cita? —pregunta.
—Está bien, Declan y yo ya tenemos todo preparado. Además, la
parte trasera de su todoterreno tiene mucho más espacio que tu Mini. —
Desde el accidente, ha sido increíblemente protectora. Creo que viene de
un lugar de miedo, pero no lo he abordado con ella, consciente de que se
halla bajo más presión de lo habitual con Spark House.
—De acuerdo, bueno, haznos saber si algo cambia.
—Lo haré. —Hago rodar mi cabeza sobre los hombros, estirando el
cuello. Lo más duro de tener las extremidades rotas es lo desequilibrado
que se encuentra mi cuerpo. Nunca sabes realmente lo duro que es estar
sin un brazo y una pierna hasta que no puedes usar los que tienes—.
Sinceramente, en este momento el aburrimiento es realmente el mayor
obstáculo, así que poder volver a Spark House, aunque sea una vez a la
semana, sería genial.
—Bueno, si te sientes con ganas, ¿tal vez podrías empezar a
documentar tu recuperación con más regularidad? —sugiere Harley—.
Las publicaciones que has hecho en las últimas semanas han tenido una
gran acogida.
London asiente, concordando. —Mucha gente ha preguntado por
ti. Apuesto a que les gustaría tener más actualizaciones regulares.
—¿De verdad creen que la gente quiere saber qué programas he
estado viendo mientras mis huesos se curan, o el reto de lavarme el pelo
con una sola mano? —Estoy medio bromeando, pero al mismo tiempo,
no me parece una mala idea.
—¿Sinceramente? Sí. —Harley mira a su alrededor y da unos
golpecitos en el brazo de la silla—. A la gente le encantan las
publicaciones personales, y les encanta cuando ven a la gente superar la
adversidad. Esos vídeos de fisioterapia que publicaste la semana pasada
tuvieron más de tres mil visitas.
—Eso es porque grabé a Declan haciendo flexiones sin camiseta. —
Y no del tipo normal. De esas en las que empuja hacia arriba, aplaude y
luego alterna un brazo y luego el otro. Fue impresionante.
—Dejando a un lado las flexiones de Declan, creo que sería una
buena manera de mostrar a nuestros seguidores que lo vas bien. Y te
ayudará a mantenerte ocupada mientras te recuperas y nos dará
contenido extra para nuestras redes sociales.
Saca su teléfono y me muestra una publicación que ha subido hace
menos de una hora. Soy yo, en el sofá, con el pelo recogido en un moño
desordenado, mi tableta en el regazo, riéndome de algo que dijeron Harley
o London.
Ya tiene cerca de mil me gusta y un centenar de comentarios,
muchos de ellos deseándome lo mejor y felices de ver que he vuelto a la
acción.
—Podemos llamarlo tu diario de recuperación. Quizá puedas
empezar con un par de días a la semana en tu perfil y puedes compartirlo
con la cuenta de Spark House. Si lo encuentras terapéutico, puedes
publicar más a menudo —dice Harley, con expresión esperanzada.
—Me encanta la idea. —Y es una forma estupenda de contribuir de
manera significativa. Por primera vez desde que volví a casa del hospital,
tengo algo que me entusiasma de verdad y vuelvo a tener un propósito.
Probablemente debí tocar primero
Traducido por LauuLR & Alessandra Wilde
Corregido por AnnyR’

Declan
Trato de tomarme un tiempo para volver a casa del trabajo y hacer
recados para no encontrarme con London y Harley, ¿es un movimiento
cobarde? Si. ¿Me siento mal por evitarlas? No, particularmente no.
Puedo manejar a Harley porque, bueno, es Harley. Es suave y
dulce, comprensiva e indulgente. London y yo, antes del accidente de
Avery solíamos llevarnos bien, pero la London post accidente es como
una mamá oso enojada. Entiendo, las tres son súper cercanas y siempre
lo han sido, y el accidente las asustó.
Así que entiendo porque London está enojada conmigo, pero han
pasado semanas y aun recibo una mirada de muerte cada vez que la veo.
Nuestra reunión regular de finanzas se acerca, y sobra decir que no la
estoy esperando. Le envié a London los últimos reportes y le dije que no
van a tener el margen que habían planeado. Pero ha estado evitándome,
rápidamente me dice que podemos lidiar con las cosas después, cuando
no esté haciendo turnos dobles.
Avery dice que no es propio de London guardar rencor y me asegura
que va a superarlo. No estoy seguro de estar de acuerdo, pero imagino
que para el final de la próxima década puede que encuentre en su corazón
la forma de perdonarme. Espero. Si tengo suerte.
Gracias a Dios se preparan para irse cuando atravieso la puerta,
así que no tengo que lidiar con la frialdad de London por mucho tiempo.
—Volveremos el jueves en la mañana ¿bueno? Y recuerda, si nos
necesitas para ir a las citas o quieres que recojamos alguna otra cosa que
puedas necesitar, solo avísanos. —London se agacha a abrazar a su
hermana—. Casi te quedas sin mantequilla de maní, para tu información.
No estoy seguro de que tipo de cosas podría necesitar Avery que no
pueda traerle yo, pero levanto una bolsa de víveres, complacido por
haberme dado cuenta que estábamos cortos de mantequilla de maní
antes de irme esta mañana. —Compre algo de camino a casa.
—Oh, bueno, eso es bueno. —Casi parece decepcionada por mi
competencia y consideración.
—¿Sigue en pie esa reunión financiera, o necesitas algo más de
tiempo para arreglas las cosas? —pregunto.
—Te avisaré al respecto. —Se gira de nuevo hacia Avery.
—Seguro. Solo no quiero atrasarme tanto en el cuatrimestre.
—¿Hay algo que pueda hacer para ayudar? —pregunta Avery.
—Oh, no, lo tengo bajo control. —Deshecha su preocupación—. Te
llamaremos mañana. Tan pronto como consigas la luz verde, podemos
planear una tarde para que vengas a Spark House, o lo que sea que
quieras. Estoy segura de que estás lista para un cambio de escenario.
Me relajo un poco una vez que las hermanas de Avery se van. Es
como si estuviera siendo cuidadosamente observado cuando vienen aquí,
y me pone ansioso.
Mientras preparo la cena, Avery me cuenta de la visita de sus
hermanas.
—Harley sugirió que comenzara un diario de recuperación, pero
uno más visual que pueda compartir en nuestras redes sociales.
—Eso suena genial, más como algo que haría Harley, sin embargo
¿no? —Corto vegetales para la ensalada, asegurándome de que las piezas
sean del tamaño de un bocado.
—Usualmente sí, pero he estado ayudando un poco con eso desde
que estoy en casa.
—¿Oh? —Detengo mis cortes—. No me di cuenta de eso.
—Aparte de las terapias y citas con la doctora, estoy acostada,
esperando sanar, así que comencé a manejar algunas de las
publicaciones en redes sociales por Harley. Tiene todo un sistema donde
crea publicaciones y las pone en un documento con texto e imágenes.
Seguí su guía y comencé a agendarle cosas y, eh… publiqué un par de
videos la semana pasada.
Vuelvo a mi labor. —¿Videos? ¿De qué?
—Oh, ya sabes. —Mueve su teléfono en el aire y musita—. Cosas
de terapia física. A ti haciendo flexiones.
Casi me corto la punta del dedo y bajo el cuchillo para darle toda
mi atención. —¿Dijiste yo haciendo flexiones?
Su sonrisa es burlona, pero se ruboriza, lo que es poco propio de
Avery. —Estabas presumiendo. Además, nuestros seguidores lo amaron,
y le quita algo de presión a Harley. Además, me da algo productivo que
hacer que no sea ver televisión y tratar de doblar la ropa con una mano.
—Señala al sofá donde se halla la canasta.
Por primera vez noto que no es su ropa, es la mía. —No tienes que
doblar mi ropa.
—No hice un gran trabajo. Y me imaginé que preferirías no tener
que ponerlas en el ciclo de relavar y olvidarte de ello de nuevo.
—Gracias, eso fue lindo. Y me recuerda que debería dejar mis cosas
en la tintorería después de la cena. Si sigue abierta.
—Ya se encuentran allí. Y agendé una entrega.
—¿Cómo llevaste mis cosas a la tintorería?
—London y Harley me llevaron. De cualquier modo, cuando
vayamos al doctor esta semana, estaba pensando en preguntarle si puedo
pasar un día a la semana en Spark House.
Pongo los vegetales cortados en el sartén y lentamente asiento. —
Si crees que estás lista para eso y no crees que vaya a retrasarte, creo
que es una buena idea.
—Un día a la semana no es demasiado, y entre más pronto vuelva
al trabajo, mejor será para nuestra fecha límite. Sabes cómo se preocupa
London por las finanzas. Ella debería sentirse mejor sobre eso pronto, sin
embargo, especialmente con la asociación de exalumnos a bordo.
Me muerdo la lengua. Después de evitar la conversación, London
finalmente soltó la sopa hace un par de días de que no consiguieron el
contrato de la asociación de exalumnos, lo que explica porque se siente
tan preocupada por salirse del presupuesto. Quería decirle a Avery de
inmediato, pero London insistió en esperar, preocupada de que trataría
de saltar directo a trabajar a tiempo completo y potencialmente retrasar
su recuperación. No estoy de acuerdo en que esta sea la forma correcta
de manejar las cosas, pero puedo ver su punto, así que mantengo la boca
cerrada por ahora. —Bueno, London siempre es más conservadora
cuando se trata de dinero y lleva un control estricto. Ahora está lidiando
con el otro lado de las cosas, así que…
Avery hace una mueca. —Sí, le gusta trabajar con otros negocios,
pero resolver problemas para las noviezillas no es su cosa favorita.
—No sé cómo te las arreglas para mantener la calma a través de
ese tipo de cosas. Suena como una buena razón para no casarse. —Llevo
los platos al sofá. Avery tiene su bandeja acomodada, y he cortado el pollo
en pedazos del tamaño de un bocado.
Aprendí esa lección la primera vez que hice algo que requería de un
cuchillo y tenedor y la dejó llorando de frustración. Puedo manejar
muchas cosas, pero ver a Avery llorar es como beber blanqueador. No se
pone emocional al punto de las lágrimas frecuentemente, y odia cuando
pierde así el control. Es fuerte, orgullosa y estoica al enfrentar un desafío,
así que verla romperse por algo tan simple como no ser capaz de cortar
su propia comida no es algo que me gustaría repetir.
Inhala profundamente. —Oh, hombre, esto huele delicioso. Sin
embargo, por favor, no te ofendas si no puedo terminármelo. London y
Harley trajeron una tabla de quesos y embutidos y en serio comí,
especialmente todas las cosas cubiertas de chocolate. —Toma un pedazo
de pollo parmesano—. Y una noviezilla no es una razón para alejarte del
matrimonio. Además, sería una pena si no compartieras tus habilidades
culinarias con otra persona.
—No tengo que casarme para hacer eso. —La señalo mientras mete
un pedazo en su boca y gruñe con deleite—. Por ejemplo. Y mi historial
de relaciones debería ser suficiente bandera roja para enviar a cualquier
mujer inteligente corriendo hacia el otro lado.
Avery me mira de reojo. —Los ligues no cuentan realmente como
relaciones, Deck.
La apunto un tenedor con pasta corta, el espagueti queda en espera
hasta que pueda usar ambas manos de nuevo. —Exactamente mi punto.
—Solo porque no has tenido una relación sustancial no significa
que serías malo en ella.
—Creciste en una casa con dos padres que se amaban y se trataban
con respeto y consideración. Mis padres se follaron a sus amigos por
venganza para molestar al otro. —Su relación es como algo de telenovela.
Sigue y sigue, de ida y vuelta, y tres décadas después aún no han
descubierto que no hablarse sería lo mejor para todos, especialmente
para mí—. Y no tengo conexiones emocionales.
Hablar sobre mi falta de relaciones con profundidad no me ha
molestado antes, pero las cosas cambiaron recientemente. Especialmente
con cuanto tiempo Avery y yo hemos estado pasando juntos, y cuanto
parece gustarme. Siempre hemos pasado mucho el rato, pero hay cierto
nivel de intimidad al que no estoy acostumbrado. Y no quiero admitirlo,
pero no soy inmune a la forma en que ese contacto forzado y la
proximidad me afectan.
Que esté dispuesto a darle masajes casi diariamente sin esperar
nada a cambio, como un masaje de pene, dice mucho sobre donde estoy
con Avery, y preferiría ignorar eso.
—Tenemos una conexión emocional. —Me apunta y vuelve a comer
la cena que no creyó ser capaz de terminar.
—No es lo mismo. —No me equivoco. Mi amistad con Avery significa
mucho más para mí que cada novia que he tenido combinada. La
posibilidad de arruinar eso con mis hormonas, prácticamente me da
urticaria.
—Tal vez no, pero solo estoy señalando que eres capaz de tenerlas,
es todo. —Jala un pedazo de papel en la mesa de café con el dedo de su
pie—. Oh, me excedí un poco y terminé las primeras veinte palabras
horizontales, así que es tu turno. —Su sonrisa contiene disculpa.
Estoy agradecido por el cambio de tema. —Tenías que ponerte al
corriente, así que bien podrías también hacerlo doble cuando puedas. No
puedo decirte cuanto apesta tener todos esos crucigramas a medias por
ahí.
—Pudiste haberlos hecho, y no te emociones tanto. Parece que un
niño de jardín de infantes lo lleno, así que, si no puedes leer algo,
pregúntame y voy a tratar de descifrarlo, pero no prometo nada. —
Compartir el crucigrama semanal del periódico ha sido algo nuestro
desde la universidad.
—Tengo guardados los que te perdiste, y solo hice las primeras diez
palabras verticales, así que puedes hacerlos cuando estés lista.
—¿Los guardaste?
—Bueno, sí. Es lo nuestro ¿no?
Inclina la cabeza, una pequeña sonrisa estirando sus labios llenos.
—Sí, supongo que lo es. ¿Qué tan frustrante fue para ti solo ser capaz de
hacer una parte y entonces tener que detenerte y esperar a que estuviera
lo suficientemente lúcida para terminar mi parte?
Me encojo de hombros. Terminé comprando un libro de
crucigramas y terminé la mitad, ya que Avery y yo siempre los
compartimos. Hago algunos verticales, ella trabaja en los horizontales y
nos detenemos después de diez palabras, pero con Avery fuera de
servicio, han estado ahí, esperándola.
Me imaginé que, si su vida estaba en espera, la mayoría de cosas
en la mía deberían estarlo también.

Desde que Avery regresó a su dormitorio, habiendo dominado el


arte de entrar y salir de su cama con la ayuda de una muleta, la sala de
estar ahora ha vuelto a su estado anterior al accidente. Se ha devuelto la
cama del hospital y se ha trasladado la mayor parte del mobiliario a su
lugar original, con algunas modificaciones para que haya más líneas
rectas para que ella se mueva.
A medida que las heridas de Avery se curan y recupera su
movilidad, su independencia regresa. En este punto, se las arregla para
ir y venir del baño por su cuenta. Le encantaría deshacerse de la silla de
ruedas, pero sus músculos se fatigan fácilmente y es mucho trabajo
moverse alrededor de un cuerpo con un brazo y una pierna fuera de
servicio.
Es miércoles por la mañana y no voy a ir a la oficina hasta más
tarde, pero todavía me levanto a la hora habitual para poder hacer un
entrenamiento corto. Uso la caminadora en el gimnasio del edificio y
regreso a nuestro apartamento para terminar con ejercicios en la
colchoneta.
Estoy en medio de una serie de abdominales cuando me doy cuenta
de que Avery se halla parada al final del pasillo, su teléfono en la mano,
apuntando hacia mí. —¿Qué haces?
—Entretener a mis seguidores. Guardé el último vídeo en historias
destacadas y tiene más de seis mil visitas. Supuse que les vendría bien
otro vistazo de tus abdominales. Tal vez deberías hacer algunos burpees,
solo por diversión.
—Nadie hace burpees por diversión, pero haré algunos por el bien
de tu entretenimiento. —Ruedo hasta una posición sentada y agarro la
toalla a mi lado, pasándola por mi cara antes de levantarme y rodar mi
cabeza sobre mis hombros—. ¿Lista para la exhibición de mis armas? —
Muevo las cejas y flexiono uno de mis bíceps.
Sacude la cabeza, pero sonríe. —Deja de perder el tiempo,
McCormik, y muéstrame lo que tienes.
Hago una serie de burpees, mis pantalones deportivos se deslizan
más y más. Me detengo antes de perderlos y mostrarle mis partes a
Avery. —¿Cómo estuvo eso?
—Bien. —Se aclara la garganta. Su mirada se mueve lentamente
desde mi cintura hasta mi rostro—. Los seguidores agradecerán tu
dedicación.
—Voy a saltar a la ducha. ¿Quieres panqueques o algo para
desayunar? —Agarro la toalla del suelo.
—Sí. Suena bien. —Asiente un par de veces, sus ojos se mueven
alrededor, su cara un poco sonrojada.
—¿Necesitas mi ayuda con algo primero?
Parpadea un par de veces. —Eh, no. Estoy bien. Me cambiaré y
pondré algo de café.
—Suena bien. —Paso a su lado de camino a mi habitación. Por lo
general, le daría asco el hecho de que estoy sudoroso, pero hoy parece
distraída—. ¿Te encuentras bien?
—Sí. Todo bien. Solo tengo envidia de tus burpees.
—No te preocupes, Ave, pronto volverás a odiar los burpees. —Beso
su sien y me dirijo al pasillo.
Quince minutos más tarde me ducho y paso junto a la puerta
cerrada del dormitorio de Avery de camino a la cocina, pero me detengo
cuando escucho un suave gemido. Espero unos segundos, sin saber si
estoy imaginando cosas, o tal vez pisé el lugar del piso que cruje, pero
diez segundos después gime de nuevo, esta vez más y más bajo.
Preocupado de que se haya lastimado tratando de llegar al baño y
no esté al alcance de su teléfono, abro la puerta. Al principio estoy
confundido, porque la expresión de Avery no es una que pueda leer. Al
menos hasta que se le escapa otro sonido bajo, y lo que finalmente estoy
viendo tiene más sentido. También es cien por ciento algo que no
esperaba. Definitivamente no se lastimó tratando de ir al baño. En
absoluto.
Su camisón se halla muy alto, exponiendo unos centímetros de
tonificado abdomen y una fina sábana cubre la mayor parte de la mitad
inferior de su cuerpo. Su pierna sin yeso se encuentra doblada por la
rodilla y la pantorrilla asoman por debajo de la sábana. Tiene la cabeza
hacia atrás, exponiendo la suave extensión de su garganta. Tiene el brazo
bueno escondido debajo de las sábanas, pero el ángulo y la forma en que
se mueven las sábanas me dicen exactamente dónde se encuentra su
mano y exactamente qué hace allí debajo.
Se encuentra tan concentrada que no se da cuenta de que estoy
parado en su puerta. Y estoy tan sorprendido, y tal vez un poco
preocupado, o cautivado por la agresividad con la que se mueve su mano
debajo de esa sábana, que parece que todo lo que puedo hacer es
quedarme boquiabierto.
Suelta un gemido de nuevo, y esta vez es uno con el que estoy
familiarizado porque lo he escuchado mucho desde el accidente.
Frustración.
—¡Vamos! —La bofetada es inesperada y, según el sonido, no
golpea el colchón.
Salto hacia atrás, golpeando mi codo contra la cerradura de la
puerta.
Sus ojos se abren de golpe y levanta la cabeza, su mirada se fija en
la mía.
—¡Mierda! ¡Perdón! Pensé que te habías lastimado. —Salgo de la
habitación y cierro la puerta de golpe.
—¡Qué carajo! ¿Qué pasó con golpear la puerta? —grita desde el
otro lado.
—¡Lo siento mucho! —grito de vuelta.
Debería alejarme de su puerta, pero no lo hago. En cambio, me
quedo ahí, como un idiota estupefacto, con mi mano todavía en el pomo,
tratando de envolver mi cerebro alrededor de lo que vi. No sé por qué
estoy tan sorprendido. Me ocupo de mis propias necesidades al menos
una vez al día, entonces, ¿por qué Avery no haría lo mismo?
He visto los paquetes negros que le llegan por correo
periódicamente, lo que indica que se ocupa de sus necesidades. Ni una
sola vez me he permitido pensar en cómo se vería o sonaría eso. Pero
ahora lo he visto y escuchado, y según lo que sucede debajo de la cintura,
a mi cuerpo le gustaría mucho presenciar eso nuevamente. Sacudo la
cabeza, tratando de hacer desaparecer las imágenes y obligo a mi cuerpo
a calmarse. —Empezaré a preparar el desayuno. —Imagino que la mejor
manera de lidiar con esto es hacer las cosas con normalidad y fingir que
no sucedió.
Me las arreglo para tener mi cuerpo bajo control nuevamente para
cuando Avery aparece en la cocina.
—¡Oye! —Me estremezco ante el tono alto, casi pre púber, de mi voz
y la excesiva alegría.
Todo lo que obtengo a cambio es un gruñido. Se ajusta la muleta
bajo el brazo, salta un par de veces mientras recupera el equilibrio y abre
la puerta de la alacena.
—¿Qué necesitas? Puedo ayudar.
Se tambalea, y un codo me golpea en el costado mientras levanta
la mano para abrir el gabinete. —Puedo hacerlo, gracias.
Finalmente, se las arregla para agarrar el pomo, pero pierde el
agarre de la muleta en el proceso y salta peligrosamente sobre un
pie. Agarro la muleta antes de que golpee el suelo y envuelvo mi otro
brazo alrededor de su cintura para mantenerla estable.
—Lo siento mucho, Ave. Pensé que tal vez te habías caído y
lastimado. Debí haber golpeado primero.
—Debí haber cerrado mi puerta —murmura, con la cara roja,
negándose a mirarme a los ojos.
—No tienes que avergonzarte por eso, ¿de acuerdo? Todos nos
masturbamos. —Bajo una taza de café y me muevo hacia el otro lado
para agarrar la jarra. Lo último que necesito es que Avery derrame café
caliente sobre sí misma.
—Por favor, Deck, estoy bien sin la charla de ánimo a favor de la
autoexploración.
—Es bueno que estés recuperando tu deseo sexual, ¿verdad?
Significa que te estás curando. —Lucho contra la vergüenza. Existe una
gran posibilidad de que esté empeorando las cosas. Si bien hemos
hablado en broma sobre mis hábitos de masturbación en un pasado no
muy lejano, hablar de ello y presenciarlo de primera mano son dos cosas
totalmente distintas.
—En serio, Declan, ¿puedes dejarlo? Esta charla de ánimo no es
realmente tan útil. —Vierte una cucharada colmada de azúcar en su café
y lo revuelve agresivamente. El café se derrama por el borde de la taza.
—No estás enojada conmigo, ¿verdad? Fue un error honesto. —No
puedo leerla ahora mismo.
Suspira y arroja la cuchara al fregadero. —No estoy molesta
contigo. Estoy frustrada.
Eso no tiene mucho sentido. —¿No deberías estar relajada?
—Sí, Declan, debería estar relajada, pero no lo estoy porque no
pude terminar. No puedo maniobrar correctamente y es demasiado
incómodo manejar la estimulación dual.
—¿Estimulación dual? —No tengo idea de lo que habla, y estoy
bastante seguro de que a dónde se ha ido mi mente no puede estar bien.
Su cara se pone roja. —Ambos botones deben presionarse al mismo
tiempo.
—¿Ambos botones? —¿Qué tipo de vibrador de alta tecnología usa?
—¡El punto G y el frijol! Ni siquiera sé por qué te estoy explicando
esto. ¡Es el equivalente femenino de las bolas azules! —Agita su mano
izquierda alrededor—. ¡Probablemente no voy a tener un maldito orgasmo
hasta que me quite este estúpido yeso, a menos que planees ayudarme
con eso también! —Se da la vuelta, deja su café en la encimera, y vuelve
a caminar con muletas por el pasillo hasta su habitación, cerrando la
puerta detrás de sí.
No le grito que se detenga ni intento disculparme de nuevo.
Francamente, estoy asombrado y trabajando para procesar toda esta
información.
No estoy seguro de cómo lidiar con una Avery sexualmente
frustrada, especialmente si eso significa que voy a pasar las próximas
semanas siendo atacado a diario. Si la reacción de esta mañana es algo
que va continuar y su frustración aumenta con el tiempo (me estoy
imaginando lo que sería no poder ocuparme de mis propias necesidades
durante más de un mes, y la perspectiva de eso no se ve bien, maldita
sea), entonces estoy pensando que las próximas semanas van a ser
difíciles.
Esta mañana definitivamente no va como pensé. Y ahora, frente a
lo que me topé, mi cuerpo me dice algo que he estado tratando de negar
con todas mis fuerzas: siento algo por Avery. No platónico, nada
amigable y en ningún lugar del reino de lo fraternal.
No quiero que se sienta avergonzada o enojada, así que endurezco
mi determinación y me dirijo al pasillo, preparado para enfrentarla, con
su café en la mano, por supuesto.
Esta vez llamo a su puerta. —¿Ave? Tengo tu café. —Me encuentro
con el silencio—. ¿Puedo entrar?
Casi puedo oírla suspirar. —Sí.
Asomo la cabeza por la puerta y encuentro a Avery sentada en la
cama, con la portátil frente a ella, tocando el teclado, su cara roja, su
mirada incapaz de encontrar la mía.
—¿Estás bien? —Miro alrededor de la habitación mientras dejo su
café en la mesita de noche, tratando de no visualizar lo que me
encontré no hace mucho tiempo.
Hace una pausa en lo que escribe y arquea una ceja. —¿En serio
quieres la verdad o quieres que te diga que estoy bien?
Es una gran idea
Traducido por Julie
Corregido por AnnyR’

Avery
Declan se halla de pie junto a mi cama con las manos metidas en
los bolsillos del pantalón de deporte. Es básicamente lo único que lleva
estos días. Un chándal gris que, dependiendo de cómo esté de pie o
sentado, a veces me permite ver lo que lleva detrás de esa tela.
He intentado, sin éxito, no fijarme en lo bien que le sientan esas
prendas, pero esta mañana ha sido la gota que colmó el vaso, y
aparentemente mi determinación. He intentado decirme a mí misma que
es la privación lo que le hace más atractivo estos días, pero es mentira.
Hemos pasado tanto tiempo juntos y él ha sido tan atento, tan bueno en
anticiparse a todas mis necesidades, estando ahí para motivarme con la
fisioterapia, con todo en realidad, que se ha vuelto imposible no verlo con
otros ojos. Y darme cuenta de que lo que siento ha estado ahí todo el
tiempo. Solo empujé esos sentimientos hacia abajo y traté de sofocarlos.
Se aclara la garganta. —No quiero que mientas, pero tampoco
quiero que te sientas incómoda.
Suspiro, derrotada. —A no ser que tengas la repentina habilidad
mágica de hacer que tenga un orgasmo espontáneo, no sé si hay algo que
puedas hacer realmente. —Intento que parezca una broma, pero no estoy
segura de tener éxito. Sin embargo, los orgasmos espontáneos serían un
gran superpoder.
—Eh, pensaba que tal vez podríamos tomar un helado o algo así.
—Se ríe nerviosamente.
—¿A las nueve y media de la mañana?
—¿Qué tal panqueques de chocolate, entonces? Se supone que el
chocolate es un buen sustituto de los orgasmos, ¿no?
Arqueo una ceja. —Si llevaras semanas sin un orgasmo, ¿el
chocolate sería un sustituto razonable para ti?
Hace una mueca. —La verdad es que no.
Considero cuánto tiempo va a pasar antes de que pueda volver a
correrme por mí misma, especialmente con mi brazo preferido enyesado
y mi movilidad limitada. Tengo un par de semanas más antes de que me
quiten el yeso del brazo, e incluso entonces, necesitaré rehabilitación
antes de que mi mano esté preparada para la tarea. Es un tiempo
irrazonable para estar sin un orgasmo.
Sobre todo, si Declan sigue ayudándome con las duchas y haciendo
ejercicios sin camiseta, con un aspecto más y más delicioso cada día que
pasa. La atracción que una vez sentí cuando éramos estudiantes de
primer año en la universidad parece haber encontrado la forma de salir
de la caja de la amistad en la que la metí hace años.
Me muerdo la uña mientras el calor sube a mis mejillas.
Últimamente, Declan y yo estamos más cariñosos. Antes nos sentábamos
en extremos opuestos del sofá, pero ahora siempre está a mi lado y me
rodea con el brazo. Y cada vez que nos cruzamos, me encuentro
extendiendo la mano. Pero ha ido más allá. Cuando termina de frotarme
la espalda, a menudo me vuelve a acercar a su pecho y se acurruca
conmigo un rato. Ha habido más de una ocasión en la que lo he sentido.
Me ha excitado más de lo que me gustaría admitir.
—Quizá podrías ayudarme. —Las palabras salen, más por
accidente que a propósito, pero es demasiado tarde para retractarme.
Declan parpadea. —Lo siento, ¿qué?
Me trago mi mortificación. —Nada. No importa. Estoy bromeando.
Obviamente.
Cruza la habitación para acercarse al borde de la cama, su
expresión pasa de la sorpresa a algo que no puedo leer. —No creo que
bromees.
—Olvida que he dicho algo. Estoy frustrada y diciendo tonterías.
—¿Cuánto tiempo fue el período más largo sin un orgasmo?
—No lo sé. Más o menos los primeros diecisiete años de mi vida. —
Me da vergüenza, y no quiero entrar en esto con él, pero al mismo tiempo
sí.
—No me refiero a cuándo tuviste tu primer orgasmo. ¿Cuánto fue
el tiempo máximo sin uno desde entonces? —Su voz es tranquila y baja,
y la forma en que me mira hace que sea difícil sostener su mirada, así
que miro fijamente sus dedos, que se deslizan por la tela cerca de mi
pierna.
—Hasta este accidente, quizá tres días, pero tenía gripe y apenas
podía salir de la cama.
—Imagino que es bastante incómodo, entonces. —Las yemas de
sus dedos rozan mi rodilla y mi piel estalla en una ola de piel de gallina.
—Lo es —susurro.
—Avery. —Su voz es grave.
Levanto la cabeza lentamente, arrastrando la mirada por su
antebrazo, hasta llegar a su cintura, donde puedo ver el efecto que esta
conversación está teniendo en él. —No puedo concentrarme en nada —
admito—. Es una distracción. —Él es una distracción. Del tipo que hace
que mi situación actual sea aún peor—. Solo olvida que dije algo. Me las
arreglaré. —O moriré de vergüenza.
El pecho de Declan sube y baja con cada respiración incómoda, y
se frota los dedos sobre el labio inferior. Su garganta se sacude cuando
traga saliva con nerviosismo. —Pregúntame otra vez. Antes no estaba
preparado. —Su mirada pesada y ardiente se encuentra con la mía.
No sé lo que pasa, pero me siento impotente para evitar que las
palabras salgan, y ni siquiera estoy segura de querer hacerlo si pudiera.
—¿Me ayudarás?
—Sé explícita, Avery. Pídeme exactamente lo que quieres para
saber que estamos en la misma página.
—Ya lo he dicho. ¿Por qué necesitas que lo diga de nuevo?
—Te encuentras en una posición muy vulnerable. No quiero
aprovecharme nunca de ti, así que tienes que estar muy segura de lo que
quieres.
—Quiero que me toques —digo, pero no puedo mirarlo a los ojos.
Me pasa un dedo por debajo de la barbilla y me insta suavemente
a levantar la cabeza para que me encuentre con su mirada. —Si vamos a
hacer esto, tenemos que hablarlo. Que quede muy claro que no será como
cuando te ayudo con las duchas o los masajes en la espalda.
—No tienes que… —Estoy aterrorizada. Fui yo quien puso esto
sobre la mesa, pero no pensé en las consecuencias de llevarlo a cabo.
—Escucha. —Me coge la mejilla con la palma de la mano y me
cubre los labios con el pulgar—. Te digo que, si hacemos esto, no será
porque solo quiera ayudarte, lo que obviamente quiero. Si seguimos
adelante con esto, será porque quiero ser yo quien te haga sentir bien.
Porque puede que lo necesite tanto como tú.
—Oh. —Suspiro la palabra.
Sonríe un poco; está nervioso y tal vez ligeramente apenado. —Sí,
oh. Así que, ahora que sabes a qué atenerte, dime, ¿qué quieres?
Nos miramos fijamente durante unos cuantos latidos, y su pulgar
recorre el borde de mi mandíbula. —Quiero que me toques y me hagas
sentir bien. Que me des la liberación que necesito.
—¿Porque crees que puedo ayudar? —Hay una vacilación en su
voz, un indicio de vulnerabilidad.
—Porque eres mi mejor amigo y confío en ti. Y porque quiero que
seas tú. —Hago una pausa y me muerdo el labio—. Y porque me atraes,
y no sé cuántas duchas más puedo soportar sin perder la cabeza.
Se ríe un poco. —Me siento exactamente igual, sobre todas esas
cosas.
—¿Puedo tener cinco minutos en la ducha a solas para
prepararme? —Ya estoy zumbando por debajo de la cintura.
—Puedes tener lo que necesites. —Me besa la sien—. Dime cuando
estés lista para mí y te estaré esperando.
Te haré sentir mejor
Traducido por Alessandra Wilde
Corregido por Jadasa

Declan
Miro nuevamente el reloj. Avery lleva allí siete minutos. Corrí a mi
habitación, tomé la ducha más rápida del mundo para enjuagar el sudor
del entrenamiento, y me puse un bañador. Ahora estoy sentado en el
borde de su cama, esperando que me llame.
No es buena idea. Sé que no lo es.
Pero ya no puedo negar esta atracción.
Es más que eso, no quiero hacerlo.
Todos los sentimientos y pensamientos que he mantenido en
secreto desde la primera vez que la conocí aparecen repentinamente, al
igual que ese juego estúpido donde aplastas a los castores que son casi
imposibles de golpear en la cabeza antes de que se vuelvan a ocultar.
Excepto que esta vez, tengo todos mis sentimientos justo frente a
mí. Claros y dolorosamente obvios. No sé cuándo cambiaron las cosas,
pero lo hicieron. Y ahora estoy sentado aquí, esperando a que me llame
al baño para que nuestra relación pueda cambiar irreparablemente.
Si no la hubiera interrumpido, no estaría sentado fuera de su baño,
escuchando la ducha, esperando a que me llame. No puedo decidir si eso
es algo bueno o muy malo.
—¡Puedes entrar ahora! —grita.
No estoy seguro de si imagino la incertidumbre en su voz, o si solo
es mi imaginación.
Apoyo las manos en mis rodillas y me levanto del borde de su cama.
Mi emoción y ansiedad aumentan cuando cruzo la habitación. No hay
vuelta atrás ahora. Para bien o para mal, esto va a suceder.
Empujo la puerta, esperando que esté vestida de la misma manera
que siempre lo está para la ducha: con un par de braguitas de bikini con
lazo lateral y uno de esos sujetadores tipo top.
Excepto que no es así.
Avery se encuentra desnuda. Total, y gloriosamente desnuda. Y
mojada.
Mojada y desnuda.
He estado en la ducha con Avery innumerables veces desde que
regresó del hospital. Muchas veces la he visto en traje de baño. Pero esto
es muy, muy diferente. Está desnuda y vulnerable.
Su mirada va de mi cara a su regazo, donde sostiene el cabezal de
la ducha, apuntando al fondo de la bañera.
—Eres jodidamente hermosa, Avery. —Mi voz es ronca.
Levanta la mirada hacia mí, la incertidumbre y el deseo se mezclan
con sus nervios. Entonces, por supuesto, hace una broma. —Creo que
los yesos realmente se suman a mi atractivo.
—Te hacen ruda como una guerrera. —Cruzo la habitación, trepo
por el borde de la bañera y la rodeo con los brazos por detrás.
Inclinándome, beso su sien—. Tú mandas, Avery. Lo que necesites, te lo
daré.
—De acuerdo. —Exhala un suspiro trémulo y baja el mentón,
concentrándose en sus pies. Noto el temblor casi imperceptible en su
mano, sus pezones puntiagudos y la forma en que los dedos del pie de su
pierna sana se curvan cuando mis labios rozan su mejilla.
Cedo al impulso de tocarla de la forma en que he tratado de no
pensar en los últimos años. Arrastro mis dedos a lo largo de su hombro,
por el costado de su cuello, mirando su piel tensarse bajo mi toque.
Continúo a lo largo de su garganta, ahuecando debajo de su mentón para
poder levantarlo.
Me acerco para que apoye su coronilla contra mi diafragma. Sus
párpados se levantan y se encuentra con mi mirada.
Acaricio el borde de su mandíbula. —¿Puedo empezar lavándote el
cabello? —Parece una mejor opción que saltar directamente a las cosas.
Además, tengo la sensación de que el lavarle el cabello le excita un poco,
y quiero que sea así porque está caliente, no porque esté ansiosa,
preocupada o avergonzada.
Asiente, y suelto su mentón, enjuago su cabello y lo enjabono con
champú. Tengo que obligarme a reducir la velocidad y tomarme mi
tiempo. Paso mis pulgares por su nuca y rozo el punto sensible detrás de
su oreja. Se derrite bajo mi toque, reclina la cabeza, sus ojos se cierran.
Su mano buena revolotea en el aire y aterriza en la base de su garganta,
luego se desliza hacia abajo, las yemas de sus dedos se arrastran
suavemente sobre un pezón puntiagudo antes de rozar su estómago y
posarse en la parte superior de su muslo.
Enjuago el champú y peino su cabello con los dedos antes de
retorcerlo y ponerlo sobre su hombro.
Las yemas de sus dedos presionan la parte superior de su muslo y
su garganta se mueve cuando traga.
—Dime cómo te sientes —murmuro.
—Nerviosa, desesperada, excitada —susurra.
—Está bien querer un poco de alivio. —Paso los dedos por el
costado de su cuello—. Pero si quieres que me detenga en cualquier
momento, dímelo, ¿de acuerdo?
—De acuerdo. —Asiente una vez—. Pero ya sé que no voy a querer
que te detengas.
—Dime dónde quieres que te toque.
Su mano se eleva, sus dedos rozan su pezón. —Aquí estaría bien.
Inhala rápidamente cuando rodeo el otro pezón y lo pellizco entre
mi pulgar y mi dedo índice, tirando suavemente. Me acerco más, mi pecho
presionado contra su cálida espalda, y me inclino hasta que mi boca
queda al lado de su oreja de nuevo. —¿Qué te parece, Avery? ¿Se siente
bien?
Suelta un sonido profundo, casi como un ronroneo, mientras se
arquea ante mi toque.
—¿Es un sí? ¿O un no?
Empiezo a apartar la mano, pero susurra—: Sí. Es un sí. Quiero
más. Por favor.
—¿Debería seguir tocándote? —Arrastro los labios por su piel,
mordiendo suavemente cuando llego a la base de su cuello, saboreando
su piel por primera vez. Es dulce y cálida bajo mi lengua. Adictiva.
Fascinante.
—Sí, por favor. —Su mano sube, sus dedos se entrelazan en mi
cabello en tanto inclina la cabeza, dándome un mejor acceso a su cuello—
. Me gusta eso. Hazlo otra vez.
—¿Qué parte? ¿Esta? —Tiro de su pezón—. ¿O esta? —Y arrastro
mis dientes por su piel.
Gime. —Ambas.
Mordisqueo hasta llegar a su cuello. —¿Ahora qué?
—Quiero que me hagas sentir bien.
Dejo que mis dedos viajen lentamente hacia abajo entre sus pechos
y sobre su estómago. —¿Así?
Se muerde el labio inferior. —Sí, por favor, exactamente así.
—Avery. —Le trazo el ombligo y sus músculos saltan y se tensan,
pero esta vez parece más por anticipación que incertidumbre.
—Mmm. —Mueve sus caderas, y sus dedos aún entrelazados en mi
cabello se tensan cuando tomo el lóbulo de su oreja entre mis dientes y
tiro. Deslizo mi mano libre debajo de su mentón y la inclino hacia mí.
Mis labios recorren su mejilla hasta que llego a la comisura de su
boca. Se congela y su respiración se acelera. —¿Declan? —Se pasa la
lengua por el labio inferior, tan suave, lleno y acogedor. Restos de
incertidumbre se alejan flotando cuando su mirada se eleva hacia la mía.
—¿Puedo besarte? ¿Eso estaría bien?
—Por favor. Sí. —Tira de la parte de atrás de mi cuello,
acercándome.
Rozo sus labios con los míos, al principio vacilantemente. Al mismo
tiempo, bajo mi mano, la sumerjo entre sus muslos.
Su boca se abre con un grito ahogado, y me inclino, deslizando mi
lengua dentro, acariciando la suya al mismo ritmo que mis dedos giran
alrededor de su piel sensible.
—Oh, eso es... —Sus uñas se clavan en mi nuca, y mueve sus
caderas—. Sí, por favor. No dejes de hacer eso —murmura contra mis
labios.
Me río y continúo provocándola, captando las señales por la forma
en que sus suaves gemidos se hacen más profundos, sus perezosos
movimientos de cadera se vuelven espasmódicos y sus sonidos se vuelven
más necesitados.
—No va a ser suficiente. No seré capaz de terminar —gime contra
mi boca, mordiendo mi labio inferior.
—Oye. —Me aparto del beso, mi pulgar se desliza hacia adelante y
hacia atrás por el borde de su mandíbula—. No tenemos nada más que
tiempo, prometí cuidarte, y lo haré. Dime lo que necesitas para poder
dártelo.
—Necesito más. —Casi parece disculparse, lo que no entiendo del
todo.
Presiono el talón de mi palma contra esa protuberancia sensible e
hinchada y curvo los dedos.
Soy recompensado con un grito de sorpresa seguido de otro dulce
gemido.
Y luego lo entiendo, a esto se refería Avery cuando habló de
presionar ambos botones al mismo tiempo.
—¿Eso se siente mejor? —Me muevo, arrodillándome en el borde
de la bañera y muerdo su mandíbula de nuevo, asombrado de lo natural
que se siente estar así con Avery. Me encanta lo suave que es, cómo
parece que ambos nos entregamos a la intimidad.
—Sí, mucho mejor, gracias. —Roza mi antebrazo, siguiendo una
vena gruesa hasta el final.
Cubre mi mano con la suya, empujándola hacia abajo, apretando
más fuerte contra mi palma.
—¿Aún necesitas más? —murmuro contra su oído.
Se muerde el labio y asiente, con la mano sobre la mía.
—Dime cuando sea suficiente, ¿de acuerdo, cariño?
Asiente, su mano sigue cubriendo la mía, agregando presión. Nos
besamos y nos movemos juntos, Avery menea sus caderas, su cuerpo
flexible y líquido, sus gemidos y jadeos me dicen que se está acercando.
Y luego se pone rígida; un gemido bajo y primario burbujea y se libera.
Se mueve para agarrarse al borde del asiento, con el antebrazo tenso en
tanto lucha por mantener algún tipo de control sobre su cuerpo.
—Déjalo ir, nena, sabes que quieres hacerlo. —Le muerdo el
hombro y, como le prometí, se viene, temblando y gimiendo—. Tan sexy
—murmuro en su oído a medida que su cuerpo se relaja y se derrite
contra mí.
—Santo cielo. —Su cabeza cuelga y acaricia mi cuello. Le doy un
beso en la mejilla y de nuevo en su boca, y se abre para mí, acariciando
mi lengua con movimientos lentos y pausados durante largos minutos
antes de que finalmente nos separemos. Podría seguir, pero el agua se
está poniendo tibia, de manera que cierro la ducha y agarro una toalla
para ella.
Por un momento me preocupa que las cosas se vuelvan incómodas
y raras repentinamente, pero me sonríe. —Gracias, me siento mucho
mejor.
—Fue un absoluto placer. —Me inclino y beso rápidamente sus
labios, deteniéndome por un segundo—. Vuelvo enseguida.
—¿Adónde vas? —me pregunta.
—A traer tu silla de ruedas.
Se burla. —Puedo arreglármelas para ir de aquí a mi tocador, solo
necesito tu ayuda para salir de la bañera.
Agarro una toalla para envolverla alrededor de mis propias caderas
y, con suerte, esconder el problema que exhibo por debajo de la cintura.
—La mayor parte del tiempo podría estar de acuerdo contigo, pero te ves
bastante relajada en este momento, por lo que no matemos tu resplandor
con demasiado esfuerzo.
Suspira, pero no discute, quizás estando de acuerdo.
Llevo su silla de ruedas al baño y la ayudo a salir de la bañera,
llevándola a su dormitorio.
—Puedo ayudarte a vestirte. —Agarro las bragas y el sujetador
cuidadosamente colocados en el borde del tocador y se los llevo.
—Puedo arreglármelas por mi cuenta.
—Déjame replantearlo. Me gustaría ayudarte a que te vistieras.
—No tienes que preocuparte de que me ponga a malinterpretar las
cosas contigo, Declan —dice en voz baja.
—Eso no es lo que me preocupa.
—Pero te preocupa algo —presiona.
Hay un cambio en la energía entre nosotros. La atmósfera es más
pesada ahora, cargada de nuevos conocimientos. Hay química entre
nosotros, del tipo que será imposible de ignorar en el futuro, porque a
juzgar por lo que sucedió en la ducha, el sexo con Avery sería alucinante.
Pero no tengo idea de hasta dónde vamos a llevar esto, o incluso hasta
dónde deberíamos. Así que cambio de tema con humor.
—Me preocupa que te caigas de bruces cuando intentes ponértelas
y te rompas esa nariz perfecta. —Me arrodillo frente a ella y deslizo la
ropa interior con cuidado por su pierna enyesada.
Es una hazaña ponerse ropa interior con una pierna rota y un yeso
que termina en la mitad del muslo. No es un problema pasárselo por el
pie y la espinilla, incluso si tiene heridas en la rodilla, pero Avery es una
atleta y una ávida jugadora de fútbol, por lo que tiene fuertes músculos
en el muslo, y eso significa que cuesta algo de trabajo superar los últimos
quince centímetros. Normalmente ahí es cuando dejaría que Avery se las
arreglara sola.
Pero esta vez no lo hago.
No es lo que esperaba, pero me gusta
Traducido por AnnyR’
Corregido por Danita

Avery
Todo y nada ha cambiado.
La energía que nos rodea es eléctrica cuando sus manos
desaparecen bajo la toalla, junto con mis bragas. Mis horribles bragas de
abuela. Lo que, basado en lo que pasa dentro del bañador de Declan, no
parece importarle.
Toma mi mano y la coloca sobre su hombro. —Levanta para mí. —
Su voz es baja y ronca, y su lengua sale para humedecer su labio inferior.
Me hace preguntarme cómo se sentiría tener su boca donde sus
dedos estaban no hace tanto tiempo. También me hace preguntarme si
es probable que pase en un futuro próximo. Y si es una buena idea
continuar por este camino.
Pongo mi pie en el suelo y apoyo la mano en su hombro, inclinando
mis caderas para que pueda subirme la ropa interior. Espero que salga
de mi espacio personal tan pronto como mi trasero golpea la silla otra
vez, pero eso no es lo que sucede.
Las yemas de sus dedos se arrastran por mis costados, haciendo
que mi piel se estremezca. Hace una pausa cuando llega a mi pecho,
levantando los ojos para encontrar los míos. —¿Puedo?
Miro el reloj de la mesita de noche. Tengo tiempo de sobra antes de
que Harley esté aquí. Reprimo una sonrisa. —Claro, adelante.
Toma mis senos con las palmas de las manos, los pulgares rozan
los pezones ya tensos y se inclina, acariciando entre ellos antes de girar
la cabeza y morder la hinchazón. Su cabello oscuro me hace cosquillas
en la piel, un marcado contraste con la forma en que su barbilla rasposa
roza mi pecho. —Hola allí —murmura en mi pecho.
Me río, porque, ¿qué otra respuesta hay? —Obviamente eres un
hombre de pechos.
—Soy un hombre de todo, pero los tuyos son gloriosos, y no tuve
la oportunidad de apreciarlos de forma adecuada en la ducha, así que
pensé que podría hacerlo ahora, antes de terminar de ayudarte a vestirte.
—Deja un camino de besos sobre la redondez, rodeando mi pezón con la
punta de su nariz antes de rozarlo con sus labios—. Si te parece bien.
—Definitivamente me parece bien.
Mi risa se desvanece y se convierte en un suave suspiro cuando
separa sus labios y su boca se cierra sobre la punta fruncida. Su lengua
se desliza en un círculo lento y sensual, probándome antes de chupar
con suavidad. Exhalo un suspiro tembloroso mientras mis terminaciones
nerviosas se iluminan de nuevo, la sensación viaja entre mis piernas.
Cambia de seno, su pulgar y dedo índice acariciando el pico húmedo
abandonado mientras prodiga la misma atención al otro.
Declan apoya sus manos en los brazos de mi silla, sus labios rozan
mi cuello, los dientes muerden mi mandíbula. Inclino la cabeza en la
dirección opuesta, abriéndome para él mientras inclina su boca sobre la
mía. Me hundo en el beso perezoso y dejo que me cubra como un jarabe
de chocolate caliente.
Con el tiempo, suelta mi boca y retrocede solo lo suficiente como
para poder encontrar mi mirada. —Estoy aquí para ti siempre que me
necesites, Avery, para lo que sea que me necesites.
Me estremezco con sus palabras, pero no tengo la oportunidad de
responder porque mi teléfono suena con un mensaje, rompiendo la
tensión.
—Esa es Harley. —Declan me pasa el teléfono y escaneo
rápidamente el mensaje—. Estará aquí en veinte minutos y ni siquiera
estoy cerca de estar lista.
—Dejaré tus pezones en paz y te ayudaré a vestirte. —Se pone de
pie y se reajusta los pantalones. Puedo ver su contorno de la cresta
presionando contra el material azul de su bañador. Si tuviéramos más
tiempo, me ofrecería a devolverle el favor.
Me ayuda a ponerme el sostén, ajustando las copas al menos tres
veces antes de traerme mi vestido. Mi brazo enyesado pasa primero, luego
mi brazo libre antes de pasármelo por encima de la cabeza y ayudarme a
acomodarlo.
—¿Quieres que te seque el cabello con el secador mientras trabajas
en esto? —Hace un movimiento circular alrededor de su cara.
No tengo el tiempo ni la capacidad para hacer mucho por mi
cuenta.
—Puedo hacerme una cola de caballo.
—Aun así, puedo secarlo por ti; hace un poco de frío esta mañana.
Anticipo que la experiencia del secado del cabello será una especie
de enredo, ya que dudo que haya tenido mucha habilidad en esta área,
si es que tiene alguna. Pero es sorprendentemente gentil y hábil.
Mientras maneja el secador de pelo, me aplico una capa de rímel
en las pestañas, me espolvoreo los párpados con sombra neutra y me
aplico un poco de corrector debajo de los ojos y en el puente de la nariz,
ocultando los restos descoloridos de los moretones.
—De acuerdo, necesito saber en dónde aprendiste a secar el cabello
con secador, porque esa no es una habilidad perfeccionada por hombres
que no sean estilistas.
Se ríe. —Ese es un estereotipo un poco sexista, ¿no? —Toma el
cepillo y lo arrastra despacio a lo largo de mi cabello, seguido del secador.
—Según todas las fotos que he visto, nunca has tenido el pelo largo,
así que, a menos que antes hayas estudiado en secreto para ser estilista,
me arriesgaré y diré que estas son habilidades que has adquirido por otra
razón.
—Cuando era niño, mi bisabuela vivía junto a nosotros. Tenía el
pelo muy largo, como hasta el trasero, a pesar de que tenía más de
ochenta años. Cuando era muy pequeño, como en edad preescolar, solía
ir allí y pasar el rato mientras ella veía El Precio Justo.
—Aww, eso es dulce.
—Bueno, solía darme estos caramelos cubiertos de azúcar en
polvo. Eran importados de Inglaterra y cada vez que llegaba al final de
una lata, me dejaba comer todo el azúcar en polvo del fondo, así que no
me des demasiado crédito. —Su expresión se suaviza y su mirada
adquiere esa cualidad lejana, como si estuviera reviviendo esos recuerdos
de la infancia—. Siempre iba allí cuando mis padres peleaban, lo que era
a menudo. De todos modos, cuando tenía más de ochenta años, se cayó
y se torció la muñeca. Sabes lo graves que pueden ser los esguinces y
cuánto tiempo pueden tardar en sanar.
Claro que sí. Y también Declan. Ambos hemos sufrido una variedad
de lesiones menores a lo largo de los años. Es parte del trato cuando
practicas muchos deportes, incluso si son recreativos.
—Mis padres no querían tener la responsabilidad de ayudarla con
su cabello todos los días. Ella lo cepillaba, luego lo trenzaba y lo sujetaba
en la parte superior de la cabeza como una corona. Era parte de su rutina
diaria y odiaba la idea de que se cortara todo ese cabello. Formaba parte
de quien era. Empecé a levantarme más temprano, para poder ir y
ayudarla antes de irme a la escuela.
—Honestamente, eso es lo más dulce que he escuchado. —Declan
siempre ha sido un amigo muy leal. Puede sentirse reacio a las relaciones,
pero las personas que le importan siempre son lo primero para él.
Se encoge de hombros. —Siempre me daba un regalo para empacar
en mi almuerzo, como una barra de chocolate, o algo con lo que mis
padres nunca hubieran estado de acuerdo. Tampoco llegaba nunca a mi
almuerzo, porque me lo comía de camino a la escuela y me daba un
subidón de azúcar.
—Aun así, es bastante asombroso. Deben haber sido unidos.
Asiente. —Oh, sí, pasaba mucho tiempo ahí, fue muy paciente
conmigo en cuanto a las trenzas. Las primeras semanas me salieron
como una mierda, pero después de un tiempo me volví bueno en eso.
Cuando cumplió noventa, se volvió a caer y se rompió la misma muñeca
que se torció con la primera caída. Fue entonces cuando mis padres
decidieron que quizás debía irse a una casa de ancianos. Estaba súper
enojada, se sentía traicionada, pero le consiguieron un lugar justo al final
de la calle, así que todavía iba y la visitaba mucho. Era una bisabuela
increíble y un lugar seguro para mí mientras crecía.
En todos los años que conozco a Declan, nunca se había sincerado
sobre su familia, y tal vez ahora entiendo un poco mejor por qué. Con
padres que peleaban y se engañaban sin descanso, solo puedo imaginar
lo desesperado que habría estado por tener algún tipo de modelo estable
en su vida.
—Suena como una mujer maravillosa.
—La hubieras amado y ella te habría amado a ti. Todavía la
extraño, a pesar de que se fue hace más de una década. —Apaga el
secador de pelo, lo desenchufa y lo coloca en el tocador para que se
enfríe—. Bueno, te ves sexy como el infierno, y Harley estará aquí en
cualquier momento. ¿Quieres que te ayude a preparar el resto de tus
cosas para que no la hagas esperar?
—Eso sería genial. —Dejo que recoja mi bolso y mi muleta y me
lleve a la sala de estar, un poco triste porque es muy rápido para apagar
sus emociones, en especial cuando siento que me ha dado un pedacito
de sí mismo después de una mañana tan íntima juntos.
Se apresura a ponerse unos vaqueros y una camiseta antes de que
llegue Harley e insiste en ayudarme a subir al coche.
—No dejes que se esfuerce demasiado, y veinte minutos como
máximo con las muletas a la vez, o fatigará sus músculos demasiado
rápido y estará adolorida —le dice Declan en el viaje hacia el vestíbulo.
Me siento un poco molesta por todas las restricciones protectoras
que me impone. —No soy una niña. Conozco mis límites.
Harley y Declan intercambian una mirada.
—Conocerlos y respetarlos son dos cosas totalmente diferentes —
dice Harley.
—Como sea, estaré bien.
Declan aprieta mi hombro. —Sé que lo harás, porque Harley no
permitirá que te esfuerces demasiado hoy. Diviértete, mantente segura y
no exageres. Envíame solicitudes para la cena y me aseguraré de que
estemos abastecidos. —Me ayuda a sentarme en el asiento trasero;
todavía no me siento muy cómoda en un automóvil, y mucho menos en
el asiento delantero, no es que pueda encajar de manera fácil con mi
yeso—. Envíame un mensaje cuando llegues a Spark House, para saber
que te encuentras a salvo, ¿de acuerdo?
—De acuerdo.
Por un momento creo que se va a inclinar y besarme, pero retrocede
y cierra la puerta con suavidad. Tiene una breve conversación con Harley.
Hablan demasiado bajo como para que pueda entender lo que dicen, pero
supongo que se trata de lo que puedo y no puedo hacer.
Un minuto después, Harley se desliza en el asiento del conductor.
Su mirada se encuentra con la mía en el espejo retrovisor. —¿Estás bien
allá atrás?
—Síp. —Le doy un pulgar hacia arriba mientras se aleja del bordillo
y se dirige a la salida.
Miro a Declan, todavía de pie en la acera, un pulgar enganchado
en sus vaqueros, el otro rozando su labio inferior de un lado a otro antes
de levantar una la mano en una despedida.
La forma en que mi corazón da un vuelco me hace preguntarme
qué tan grande es la lata de gusanos que he abierto después de esta
mañana. En especial considerando lo mucho que ya quiero que vuelva a
suceder.
De vuelta a la acción
Traducido por Jadasa & Danita
Corregido por Julie

Avery
—Entonces —No tengo que ver su rostro para ver el arco en su
frente—, ¿cómo van las cosas con Declan?
—Bien. ¿Por qué? —Mi voz tiene un tono agudo y digo las palabras
demasiado rápido. También puedo sentir que se calienta mi cara.
Harley se ríe intencionadamente. —Tu cara de póquer necesita
mucho trabajo.
Ahora que el orgasmo ya pasó, y ya no estoy en lo alto, puedo ver
cómo este podría ser un nuevo nivel de complicación para Declan y para
mí, sobre todo porque actualmente es el principal responsable de
cuidarme. Pero estoy empezando a recuperar mi movilidad, poco a poco,
por lo que no tendré que depender tanto de él.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Significa que tienes la cara roja y te ves igual al gato que se comió
al canario.
Delibero si quiero contarle algo a Harley sobre lo que pasó esta
mañana. Las tres generalmente no nos guardamos secretos entre
nosotras, y no estoy del todo segura de poder ocultárselo a ninguna de
mis hermanas, incluso si quisiera.
—Quizás debería esperar hasta que lleguemos a Spark House. ¿En
qué estado de ánimo se encuentra London esta mañana?
—¡Ay, Dios mío! ¿Significa esto que ustedes dos están liándose? —
Sus se iluminan como si fuera el día de hornear para Navidad, que por
cierto es su época favorita del año. Siempre que puede hacer galletas y
tartas, es feliz.
—¿Parece que estoy en condiciones de tener una aventura? —Hago
un gesto hacia mi figura a medio enyesada.
—Sin embargo, algo sucedió, ¿verdad? O sea, algo tuvo que haber
sucedido. ¿Se tocaron? ¿Te besó? ¿Hubo manoseo?
—No voy a responder ninguna de estas preguntas en este
momento.
Frena un poco más fuerte de lo necesario cuando una luz cambia
a amarillo, ha estado conduciendo con más cautela por mí, consciente de
que sigo nerviosa. Mira por el espejo retrovisor y aplaude emocionada.
—¡Algo realmente pasó! Tienes la cara tan roja. ¡Esto es muy
emocionante!
—Suenas como si hubieras estado esperando que esto suceda —
murmuro.
Me mira con incredulidad. —¿Es en serio, Ave?
—¿En serio qué?
—Oh, vamos, ustedes dos han sido amigos durante años y viven
juntos. Esperaba que algo sucediera mucho antes, pero los tiempos de
crisis tienen una forma de separar a las personas o acercarlas. —Su
expresión se vuelve melancólica por un momento.
—No creo que London vaya a estar tan entusiasmada con esto como
tú. Y nunca me respondiste sobre su estado de ánimo.
Harley me mira brevemente antes de volver a concentrarse en la
carretera. —Se encuentra un poco estresada.
—¿Es por eso que solo tú viniste a recogerme o hay algo más? —
presiono—. ¿Pasó algo con ese fotógrafo con el que ha estado saliendo?
—No se trata de Daniel. Se siguen viendo. —Golpea el volante con
un suspiro—. Necesito decirte algo.
—Esto no suena bien. —La ansiedad hace que mi garganta se
apriete—. ¿Pasó algo?
—Es más como si algo no hubiera pasado. —Hace una mueca—.
No logramos conseguir el contrato con la asociación de exalumnos de tu
universidad.
—¿Qué? ¿Por qué no? Prácticamente lo teníamos; se suponía que
mi reunión era un formalismo.
—Sí, lo sé. Pero lo era cuando te hallabas involucrada. Presentamos
tus ideas, pero sin tu conocimiento para respaldarlo todo, y con la
incertidumbre de cuándo podrías ser capaz de trabajar en el proyecto, no
se sintieron bien con el compromiso. London quedó destrozada y ha
tenido miedo de decírtelo porque no quiere que te enojes con ella.
—¿Por qué me enojaría con London? —¿Estoy decepcionada?
Claro. Pero no es su culpa que no funcionara.
—Porque su presentación fracasó. Realmente está en conflicto por
eso, Ave. Y no quise cargarte con esto porque ya tienes suficiente con que
lidiar, pero creo que ninguna de nosotras se ha dado cuenta exactamente
de cuánto pesas en Spark House hasta que no estuviste allí para sacarlo
adelante. Esta es tu pasión y siempre lo ha sido. Vives y respiras Spark
House. Haces que todo parezca tan fácil y natural, cuando en realidad no
lo es.
No se equivoca. Hasta este accidente, lo único que hacía además
de trabajar era pasar el rato con Declan y los chicos, y jugar fútbol
recreativo. Incluso ahora, que me hallo atrapada en casa, sigo tratando
de hacer las cosas, aunque no es tan fácil hacerlo de forma remota. Aun
así, no quiero que mis hermanas sientan que perder el contrato con la
asociación de exalumnos significa que de alguna manera han fracasado.
—Solo me gusta hablar.
—Eh, eso no es absolutamente cierto. Tienes una presencia
increíble y la gente se siente atraída por ti. Es un hecho. —Exhala un
suspiro—. Así que sí, ese es el humor de London esta mañana.
—Entonces, quizás debería mantener la boca cerrada sobre Declan.
—Puedes intentarlo, pero dudo que tengas éxito. London se dará
cuenta de algo y, si se lo ocultas, herirás sus sentimientos. Ambas
sabemos lo sensible que es.
No se equivoca. London es increíblemente sensible. Solo lo oculta
bien.
Harley gira a la derecha en el camino de entrada largo y sinuoso
que conduce a Spark House, el enorme hotel estilo mansión que hemos
convertido en un espacio para eventos únicos. Cintas rosadas adornan
las farolas y enormes y unicornios rosas metálicos de mal gusto se
intercalan entre ellos.
—Parece que nos estamos preparando para la fiesta de cumpleaños
de una niña de seis años, no para una despedida de soltera —comento.
—Solo espera hasta que veas las ideas de comida y pastel. Nunca
he conocido a una mujer adulta tan enamorada del color rosa y de los
unicornios, hace que me pregunte si la privaron de algo cuando era niña
o es totalmente exagerada.
—¿Tal vez ambos?
—Probablemente. En los últimos días nos enteramos de que es un
poco hipocondríaca y que su amor por los deportes era una exageración.
Aparentemente, ella y su hermana no siempre concuerdan en las cosas.
—Oh, hombre, parece que esto va a ser complicado.
—Es posible. Según la dama de honor, nuestra encantadora novia
organizó la despedida de soltera de su hermana. Invitó a un centenar de
personas, la mayoría las cuales eran sus amigas, no de su hermana, y la
llevó a un club de baile y la emborrachó.
—Oh, no.
—Se pone mejor.
—¿Quieres decir peor?
—Absolutamente. Entonces, cuando la hermana de la futura
esposa se iba a casar, pidió una escapada de fin de semana con sus
amigas más cercanos porque odia los bares. Y su hermana, la novia
actual, no se molestó en invitar a ninguno de ellas.
—¿Lo cual hace que esta sea una despedida de soltera de
venganza? —Esto podría ser una completa pesadilla—. No puedo creer
que no me hayas dicho nada de esto hasta ahora. No es de extrañar que
London esté tan estresada.
—Bueno, acabamos de enterarnos de la despedida de soltera
anterior durante el fin de semana. Aparentemente, la hermana ha estado
impidiendo que la dama de honor diga algo porque sabe algo sucio de
ella. En fin, es una telenovela total, pero creo que la tenemos casi bajo
control.
—¿Todo lo rosa forma parte de la venganza o qué?
—Oh, no, eso es legítimamente lo que quiere la novia. De hecho,
preguntó si podíamos teñir un caballo blanco de rosa y ponerle un cuerno
para que pudiera montarlo como una princesa unicornio mágica.
—Le dijiste que no, ¿verdad?
Harley me lanza uno de sus famosas miradas. —Le informé que no
podíamos hacerle eso a un caballo; pero que, si quería podríamos llevar
a su perro a la peluquería y ver si se hallaban dispuestos a aceptar ese
desafío, que estaríamos felices de encontrarle un disfraz de unicornio...
Sacudo la cabeza. —¿Y qué tiene que decir el novio al respecto?
—No mucho, realmente. Tiene el carácter de una ameba. Es muy
claro que ella es la dominante en esa relación.
—Lamento mucho que London y tú tuvieran que lidiar solas con
esto. Me alegro de haber regresado por fin, al menos de alguna manera.
Las dos necesitarán unas vacaciones cuando todo esto termine.
—Estaremos bien. Y London ha manejado el estrés
sorprendentemente bien. Aunque, ha hecho alrededor de cinco millones
de esas estrellas. Literalmente, las estoy encontrando por todas partes.
Es casi como si el cielo se estuviera cayendo. Pero sería genial contar con
tu opinión sobre algunos de los eventos que se celebrarán más adelante
en el otoño.
—Todo lo que quiero es volver a ser productiva. Ojalá pudiera
ayudar a London con las cosas creativas, pero no se me dan bien con las
dos manos, y mucho menos con una.
—De todos modos, ese es el lugar zen de London. Pasaría todo el
día haciendo centros de mesa si pudiera. —Estaciona justo enfrente de
Spark House y extiende su brazo para apretar mi mano—. Estoy muy
contenta de que estés mejorando. No puedo decirte lo asustadas que
estuvimos.
—Lo sé. —Le regreso el apretón—. Yo también.
Sus ojos se vuelven suaves y llorosos. De las tres, Harley es la más
propensa a mostrar sus emociones. Si comienza a llorar, probablemente
terminaré haciendo lo mismo. —Hoy me puse rímel, y no tengo ni idea de
si es resistente al agua o no, así que no te atrevas a llorar.
Me hace un gesto con la mano y sale del vehículo, agarrando mi
silla de ruedas del maletero. Me encantaría poder andar con muletas,
pero gracias a que Declan enloqueció con su discurso de no exagerar,
dudo que Harley me lo ponga tan fácil. Además, ella y London ya han
pasado por un tobillo fracturado y roto conmigo antes, así que no es como
si no supieran cómo soy durante la recuperación. Tan pronto como me
dan el visto bueno, tiendo a esforzarme demasiado, muy rápido. Como
saben eso, están obligadas a poner algunos obstáculos para que no me
exceda y complique.
—¿Qué pasa con la muleta? —pregunto a medida que me levanto
del asiento trasero y me doy la vuelta para poder dejarme caer en la silla.
—Puedes usar eso más tarde. —Me sube por la rampa y presiona
el botón, por lo que la puerta se abre automáticamente para nosotras.
Respiro profundamente y exhalo con un suspiro en tanto asimilo
las vistas, los sonidos y los olores familiares de Spark House y luego
frunzo el ceño. —¿Huele a algodón de azúcar?
—De hecho, sí.
—¿Eso significa que también hay una máquina de algodón de
azúcar en algún lugar por aquí?
—También.
Además de la llamativa temática rosa y unicornios, hay un
componente de estilo feria en esta despedida de soltera que va a
continuar con la temática de la boda. Porque ahí es donde se conocieron
estos dos, en una feria, en la rueda de la fortuna.
Sonaba como un encuentro divertido, dulce y lindo. Su amiga se
acobardó porque le tiene miedo a las alturas. La cita de él se enfermó en
el tiovivo y terminó yendo a casa, por lo que allí estaban, en la fila juntos,
listos para mirar el paisaje urbano solos, hasta que el encargado supuso
que eran una pareja y los obligó a entrar en el mismo carro. Y el resto es
historia de feria y rosa chillón.
Lo cual estamos abrazando por completo este fin de semana para
lo que puede ser una despedida de soltera épicamente infernal. —La
rareza de esto podría estar a la par con la exposición de caballitos de palo.
—Es un asalto total a los sentidos.
—Siendo honesta, creo que podría superarlo. No puedo esperar
hasta que veas el pastel. —Me lleva por el vestíbulo, pasando por un
enorme arreglo de flores rosadas del tono de pastillas de Pepto-Bismol
hasta el comedor y el salón de eventos.
Nos dirigimos a la oficina, donde seguro que encontraremos lo que
probablemente será una London muy estresada según lo que Harley me
dijo esta mañana. No creo que hayamos planeado nunca un escenario
como este, y quizás no hice un trabajo tan bueno organizando las cosas
en primer lugar para que Harley y London se las arreglaran fácilmente.
Harley me empuja hasta la oficina. No pasamos mucho tiempo aquí
durante los eventos, pero cuando estamos en las etapas de planificación,
es el centro de Spark House. Cada una de nosotras tiene un escritorio
arreglado de una manera que lo hace parecer más una biblioteca para
relajarse que una oficina de verdad.
No me encanta tener que sentarme detrás de un escritorio como si
fuera formal, de manera que más allá de mi escritorio hay un juego de
enormes y cómodas sillas cerca de las ventanas que dan a los extensos
jardines del exterior. También hay un escritorio de altura ajustable frente
a las ventanas y una pelota de yoga en la que puedo sentarme cuando no
me quiero sentar en la silla y tampoco estar de pie.
El espacio de Harley parece pertenecer a un profesor muy
organizado, y el de London tiene un cartel que dice JEFA. Se lo
conseguimos como regalo de Navidad. Aunque tiendo a ser el rostro de
los eventos, London es quien se encarga de todo lo que hay detrás de
escena: contacta con las empresas para conseguir grandes ofertas en
suministros, genera ideas interesantes para complementar el tema de
cualquier evento que organicemos. Un comportamiento muy de jefa, a
pesar de que no necesariamente le gusta el título.
London se encuentra sentada en su escritorio, con una pila de
pequeñas estrellas delante, lo que después de escuchar a Harley decir
cuántas hay en su casa, me dice que es su forma de lidiar con el estrés.
—Lo lamento, pero eso no fue lo que acordamos. Tengo el correo aquí
mismo. Si no vas a respetar el precio, estoy feliz de negociar con otro
vendedor. Tenemos cinco bodas planeadas para el final de este año y
probablemente otras quince el año que viene, así que no me interesa
trabajar con una compañía que dice una cosa y después hace otra. En
especial cuando pone en juego nuestra reputación. —Se da la vuelta y
amplía los ojos al verme. Levanta un dedo—. Me siento más que feliz de
reenviarte el correo citando el precio. No ha habido falta de comunicación
de mi parte, quizás sería más inteligente hablar con Claude, ya que he
tratado con él los últimos dos eventos. —Levanta una estrella y la deja
caer en un jarrón donde se une a sus hermanas—. Necesitaré una
respuesta para el final del día, o desafortunadamente, tendré que buscar
otro proveedor. Estoy segura de que entiendes cómo estos retrasos
pueden afectar al éxito de un evento.
Su sonrisa se mantiene tensa, pero su tono de voz es dulce. Casi
amonestador. London es muy buena en conseguir lo que necesitamos a
un muy buen precio. —Por supuesto, de verdad aprecio que llegaras al
fondo de todo tan rápido. Hablaré contigo luego. Ten una linda tarde.
Termina la llamada y rodea el escritorio, inclinándose y dándome
un abrazo incómodo. —No puedo decirte cuánto te extrañamos por aquí.
—Extraño estar aquí. —Aunque, basándome en la forma en que
London instruyó al proveedor, resiste bien por su cuenta.
—¿Se pone aburrido el festival de Netflix? —Se apoya contra el
escritorio y cruza un pie entaconado sobre el otro.
Qué no daría por usar un par de zapatos, aunque fueran tacones.
En este momento llevo puesta una sola sandalia deportiva. A las uñas de
mis pies les vendría bien una nueva capa de esmalte. —Estaba bien
cuando me encontraba medicada y mi cerebro aceleraba con un solo
cilindro, pero ahora que no estoy en una completa niebla y mi cerebro
funciona de verdad, los maratones de programas de televisión no son tan
emocionantes. Lo bueno es que ahora puedo utilizar una muleta para
moverme, así que no dependo completamente de Declan para cualquier
cosa. Al menos cuando no me vigila la policía de las muletas. —Señalo
con mi pulgar sobre mi hombro hacia Harley.
—Solo me aseguro de que no te excedas en tu primer día de regreso.
—Ya que te mueves de forma mucho más fácil, ¿por qué no vienes
a quedarte con nosotras por unos días? Un cambio de escenario. —Toma
un pedazo de papel rosado y comienza a doblarlo.
—Está bien, en serio. No estamos acabando con los nervios del otro.
—Más bien parece lo contrario, basado en lo que atestigüé esta
mañana. —Harley sonríe.
Los ojos de London se entornan. —¿Qué significa eso? ¿Qué fue lo
que viste?
—No vio nada. —Sin embargo, siento que mi cara se pone roja, al
igual que en el auto con Harley.
—Mentira. Dijiste que lo contarías todo cuando llegáramos. Ya
estamos aquí, así que empieza a hablar. —Se deja caer en la silla frente
a mí y levanta una ceja expectante.
Suspiro. No quiero tener secretos con mis hermanas, pero el
continuo desdén de London por Declan es un problema. Uno que no
puedo ignorar por siempre. Supongo que esta es una prueba razonable.
—Declan entró mientras me masturbaba esta mañana.
Harley se tapa la boca con una mano y murmura—: ¿Qué tan
mortificada te sentiste?
—Extremadamente —digo con voz seca.
—Eso tuvo que ser difícil con tu mano izquierda. —Solo London
puede enfocarse en los desafíos técnicos.
Harley deja caer la barbilla sobre su puño. —¿Qué hizo Declan?
—Se disculpó.
—Eso no puede ser todo lo que pasó.
—Pues, no pude terminar, porque como London señaló, solo puedo
usar mi mano izquierda. Así que por supuesto, me amargué un poco por
todo el asunto. Y él se sentía mal por haber entrado, así que le comenté
que me ayudara. —Pareció de improviso en el momento, pero ahora, con
un poco de distancia y perspectiva, soy consciente de que esto se ha
estado construyendo por un tiempo.
—¡No lo hiciste! —La voz de London es un chillido agudo.
—¡Oh, sí, lo hiciste! —Harley palmea la silla, sus ojos iluminándose
de emoción mientras los de London se cierran con preocupación.
—Lo hice.
—¿Y? ¿Aceptó la oferta? —Harley ondea una mano en el aire—. No
importa, tu cara lo dice todo. ¿Cómo fue?
—Fue agradable sentir algo de alivio. —Fue más que agradable, y
más que solo un alivio. Han pasado siglos desde que conecté con alguien
de la forma en que lo hice con Declan esta mañana. Pienso en cómo
susurró en mi oído, cómo se sintió que me besara, cómo estuve nerviosa
al principio, pensando que iba a ser raro e incómodo, pero no fue ninguna
de esas cosas. Se sintió increíblemente natural y correcto. Besarlo no fue
extraño, fue emocionante, y de solo pensar en eso mis muslos se aprietan.
—¡Oh, vamos, Ave! ¿Fue agradable? Necesito algunos detalles. Es
Declan de quién hablamos. Ha rotado en más manos que un porro en
una fiesta de secundaria.
No se equivoca. Fue el peor durante la universidad y se ha asentado
un poco, pero su vida amorosa siempre ha sido prolífica. —Es muy
habilidoso con las manos.
Harley se inclina hacia adelante en la silla, sus rodillas rebotan de
emoción. —¿Besa bien?
—¿En serio? ¿Por qué te emocionas tanto?
Me mira como diciendo ponte seria. —Han sido amigos desde
siempre. De verdad pensé que por fin iban a reconocer que tienen
sentimientos por el otro cuando se mudaron juntos, pero no pasó. Hasta
ahora.
—Vaya, vaya. —Levanto una mano—. No te adelantes. No tengo
idea de a dónde va esto, si es que se dirige a alguna parte. —Aunque,
basados en lo que dijo esta mañana, a Declan le gustaría explorar la
química que tenemos, y a mí también.
—Ajá, de acuerdo, lo que tú digas. —Se cruza de brazos y sonríe.
El ceño de London se arruga con preocupación. —¿Estás segura de
que es una buena idea, Ave? Quiero decir, entiendo que todos tenemos
necesidades, ¿pero solo él va a cuidar de ti o será un intercambio mutuo?
—En el poco tiempo que hemos hablado de esto, London ha amasado una
pequeña colección de estrellas de colores en su escritorio.
—Pasó una vez. No es para tanto. —Trato de restarle importancia,
sin querer que London me restriegue esto.
—Entonces, ¿eso significa que no va a volver a pasar? —pregunta.
Levanto un hombro y lo dejo caer. —No lo sé. Tal vez suceda, tal
vez no, pero somos adultos tomando decisiones adultas.
—Lo entiendo, y estoy totalmente de acuerdo en que es tu decisión,
pero Declan te está cuidando más allá de ayudarte con tus problemas de
orgasmos. Ahora mismo dependes mucho de él. ¿Y si quiere más?
—Eso no va a pasar. Declan no tiene relaciones.
—Bueno, ¿pero y si tú quieres más? —Su expresión es seria.
—Puedo lidiar con mis sentimientos.
—Entonces, digamos que es algo de una sola vez y no vuelve a
pasar. ¿Cómo te sentirías cuando inevitablemente lleve a alguien a casa
en el futuro? —presiona.
—No va a llevar a ninguna desconocida a casa. —Además, en
verdad no he pensado más allá de las próximas semanas. Las únicas
veces que ha salido desde que volví a casa del hospital han sido para ir
al trabajo mientras mis hermanas se encontraban ahí o para ir corriendo
a la tienda si he olvidado algo importante en mis compras en línea. Lo
cual fue casi siempre cuando llegué a casa del hospital y mi cerebro
estaba en una niebla.
No ha habido noches de sábado en los clubes. Ni noches de salida
con los chicos, ni visitas a Becky dos pisos más abajo. Al menos no que
yo sea consciente. —Deja de ser una aguafiestas, London.
—¿Una aguafiestas? —Su expresión se vuelve adolorida—. Como si
no fuera lo bastante duro que estés en esa silla de ruedas, ahora agregas
toda esta —gesticula con las manos— complicación potencial.
¡Discúlpame por preocuparme por ti!
—Soy una chica grande, London. Puedo manejar mis expectativas.
Y creo que esto es menos sobre tu preocupación y más sobre que todavía
culpas a Declan por lo que pasó. Tienes que dejarlo ir.
El sonido amortiguado de mi teléfono sale de mi bolso. Lo busco en
el interior y miro la pantalla. Es Declan.
Respondo la llamada y llevo mi teléfono hasta la oreja. —Oye, ¿qué
pasa?
—Gracias, joder. Estaba preocupado. No me hagas eso. —Su voz se
oye alta y llena de pánico.
—¿Que? —Me siento un poco confundida por su tono.
—Dijiste que me enviarías un mensaje cuando llegaras a Spark
House. Han pasado cuarenta y cinco minutos, y no se tarda tanto tiempo
en llegar allí, ni siquiera si vas bajo el límite de velocidad por carreteras
secundarias.
—¡Oh! Lo siento. Comenzamos a charlar y lo olvidé por completo.
—De acuerdo. No hay problema. Solo me preocupé. Voy a la oficina
por unas horas, así que avísame, si quieres, a qué hora vas a estar en
casa y puedo tratar de sincronizar para que lleguemos a la misma hora.
—De acuerdo, claro. Eso me viene bien.
—Genial. Que tengas un buen día de relajo, Ave. —Termina la
llamada con una risa arrogante, y yo vuelvo a meter el teléfono en el bolso.
London suspira. —Lamento aguarte la fiesta del orgasmo.
—Sé que te preocupas. —Descarto la disculpa—. Cuéntame sobre
Daniel. ¿Cómo van las cosas?
—Está bien. Genial. Es fanático de comprarme flores y enviarme
cosas de los lugares que visita. Se encuentra fuera de la ciudad esta
semana, pero se supone que voy a verlo cuando vuelva. Me preguntó si
me quedaría en su casa durante el fin de semana, pero no estoy segura
de que sea una buena idea.
—¿Por qué no iba a ser buena idea?
—Bueno, un fin de semana implica más de una noche, y no sé cómo
me siento sobre dos noches. De todas maneras, es algo en lo que pensar.
—Podría significar un fin de semana de sexo, y como alguien que
no lo ha tenido en un largo tiempo, tengo que decir que vale la pena
pensarlo. —Harley y yo intercambiamos una mirada, y me doy cuenta de
que se muerde la lengua. Cada vez que London se mete en una relación,
cambia de la “divertida London” a esta versión seria. Como si de repente
estar con alguien significara que ya no tiene permitido divertirse. Crea
una tensión extraña que no siempre sabemos cómo manejar.
—En fin. Prosigamos. Hablemos de negocios. —Se aclara la
garganta y levanta su tableta—. ¿Deberíamos ir a revisar la instalación
de la piscina de obstáculos?
Harley me lleva por el gran vestíbulo y por el pasillo hacia la piscina
cubierta. Es olímpica y toda la sala es una media cúpula de cristal
curvado. Es hermosa y serena. Estoy deseando recuperar al menos el
brazo para poder volver a utilizarlo.
A un extremo de la piscina se encuentra un gigantesco tobogán
inflable, y la piscina está armada con dos obstáculos flotantes que los
participantes deberán superar para continuar. —Lo instalamos justo
como lo explicaste, y Harley y yo hicimos el recorrido el otro día para
probarlo todo, pero ya que no es el fuerte de ninguna, supusimos que
sería bueno tener tu opinión. —London mueve un bolígrafo con
nerviosismo entre los dedos.
—Se ve bien, pero es difícil de decir a menos que lo vea en acción.
—Me imaginé que dirías eso. —Harley me palmea el hombro y se
saca el vestido sobre la cabeza. Lleva puesto un traje de baño debajo.
—¿Has tenido puesto eso todo el tiempo?
—Sí. Me lo coloqué esta mañana porque ya sabía que London iba a
obligarme a hacer el recorrido de nuevo.
—No te voy a obligar a hacer nada. Te dije que yo lo recorrería —
responde London.
—Pero también mencionaste cómo te hiciste las uñas y lo malos
que eran los químicos para ellas, así que lo tomé como una indirecta de
que querías que yo lo hiciera en tu lugar. Y honestamente, no me importa.
En realidad, es bastante divertido.
Harley hace el recorrido, y yo hago sugerencias para ajustar la
distancia entre los obstáculos y reducir el número de canastas de pelotas
de playa que tienen que anotar de cinco a tres en aras de la puntualidad.
—Me alegro de que pudieras venir hoy; es estupendo tener tu
cerebro para esta clase de cosas. —London obviamente trata de suavizar
las cosas.
—Yo también. Espero con ansias ser capaz de asumir más. Y no
pasará mucho hasta que recupere mi brazo, lo que hará todas las cosas
más fáciles.
Después de que Harley termina la pista de obstáculos, por cuarta
vez, ruega que terminemos porque se siente agotada y hambrienta.
London me lleva de regreso a la oficina y ordena el almuerzo mientras
Harley se ducha y se cambia de ropa.
En tanto esperamos, London recibe una llamada de una de las
compañías que contactó recientemente en referencia a una asociación de
marketing. Por lo general, ambas hablaríamos de esta clase de cosas,
pero no estuve aquí para tener la discusión, así que es evidente que tomó
las cosas en sus propias manos, las cuales se retuercen con nerviosismo
en su espalda. —Se dedican al abastecimiento de productos
ecológicamente responsables y a reducir la huella de carbono. Si puedo
convencerlos de trabajar con nosotros, podría abrir Spark House a toda
una nueva base de clientes como dijiste antes del accidente. Podría ser
una manera genial de obtener un nuevo flujo de ingresos, en especial ya
que no conseguimos el contrato con la asociación de exalumnos.
—Harley me lo dijo. Lo lamento, London.
Sacude la cabeza. —Soy yo quien lo lamenta. Si hubieras estado
ahí, no habría habido ni una duda, pero querían esperar hasta que
estuvieras de vuelta antes de comprometerse con algo.
Aprieto su mano. —Puedo contactarlos en unas semanas y ver si
lo reconsiderían.
—Por supuesto, sería estupendo. Pero mientras tanto, tengo una
reunión la próxima semana con Go Green, y se ve muy prometedora.
Esto es tan difícil para las tres, no querer interponerse con la otra,
tener que cambiar los roles. Por lo general yo soy quien está a cargo, y
ahora London tiene que saltar a ello con ambos pies. Significa que es casi
seguro que no tiene el tiempo que le gustaría para enfocarse en los
detalles. Hago una nota mental para crearle el sitio de Etsy, ya que no es
la mejor en hacer tiempo para sí misma. Necesita un lugar donde
canalizar su creatividad y liberar el estrés.
—¿Puedo decir algo? —Sus uñas golpetean el escritorio.
—Seguro, por supuesto.
—Lamento haberte molestado con lo de Declan. Sé que eres capaz
de tomar tus propias decisiones. Solo no quiero que te lastimen. Todo
esto, que tuvieras el accidente, trajo muchos de los mismos miedos y
preocupaciones que tuve cuando murieron mamá y papá. No quiero
perderte jamás, y parece que esta vez estuvimos cerca. —Su sonrisa es
triste.
—No te puedes deshacer de mí tan fácil. —Extiendo el brazo y le
doy a su mano un apretón.
—Tal vez cuando te sientas dispuesta, ¿podrías pasar la noche en
nuestra casa? Podemos tener una noche de chicas. ¿Solo nosotras tres?
—Eso suena genial. Me encantaría.
—De acuerdo. —Su sonrisa se amplía.
Algunas veces me pregunto cuán difícil es para London encontrarse
siempre en el medio. Siempre tratando de mantener el ritmo. Siempre la
mediadora.
Nunca es demasiado de algo bueno
Traducido por Anna Karol
Corregido por Danita

Avery
Harley me lleva al apartamento, pero de camino a casa nos
detenemos en la tintorería para recoger los trajes de Declan, y hacemos
otra parada en la tienda de comestibles para comprar algunas comidas
listas para llevar. Soy capaz de hacer cosas sencillas en la cocina y,
aunque el hecho de que me falte una mano signifique que no tengo la
destreza necesaria para preparar nada elaborado, si puedo facilitarle a
Declan la preparación de las comidas, lo haré.
Él aún no ha vuelto de la oficina, y Harley me ha preguntado media
docena de veces si quiero que se quede, pero fue un día largo y sé que
tiene cosas que hacer para preparar el evento de este fin de semana.
Me olvidé de enviarle un mensaje a Declan antes de salir de Spark
House, así que le envío uno para informarle que ya estoy en casa. Enviado
el mensaje, voy con la muleta por el pasillo hasta mi dormitorio para
cambiarme. Me he acostumbrado a no llevar sujetadores con tirantes y a
ir sin bragas la mayor parte del tiempo, así que un sujetador, ropa interior
y un vestido es demasiado para manejar.
También me tomo un momento para refrescarme por debajo de la
cintura, por si lo que ha pasado esta mañana vuelve a ocurrir esta noche.
No sé qué esperar, si es que hay algo que esperar. Estoy tan nerviosa
como emocionada. Dejo de lado las preocupaciones de London. Declan y
yo tenemos una base sólida de amistad, y este cambio, aunque
inesperado, es algo que creo que me gustaría explorar más.
La rutina de cambiarme y limpiarme me lleva casi media hora, pero
al menos me siento fresca y relajada cuando vuelvo a salir en muletas a
la sala. Agarro una botella de agua y un bocadillo y me acomodo en el
sofá.
Declan me dejó el crucigrama habiendo terminado las siguientes
diez palabras verticales. Enciendo la televisión como ruido de fondo y
compruebo mi teléfono, pero no hay mensajes nuevos. Se acercan las
siete y no he cenado, así que me zampo una caja de galletas y trabajo un
rato en el crucigrama.
Debo quedarme dormida, porque me despierta el sonido de algo
cayendo en la mesita.
—Oye, lo siento, no quería despertarte. Te envié un mensaje hace
como media hora, pero creo que ya sé por qué no recibí respuesta. —
Guiña un ojo y se quita los zapatos de vestir.
Lleva un traje negro con una camisa blanca abotonada y una
corbata púrpura a rayas. Soy consciente de que Declan es un tipo guapo:
tiene una mandíbula fuerte, pómulos altos, labios carnosos, pelo oscuro
y ojos azules preciosos. Pero hoy, por fin, entiendo por qué las mujeres
se vuelven locas por él, porque no solo es muy, muy agradable a la vista,
sino que también es increíblemente hábil con las manos y, por Dios, sabe
besar.
Me paso la mano por la boca para asegurarme de que no he estado
babeando en sueños. —Supongo que debo haber estado cansada. ¿Qué
hora es?
—Son casi las ocho. —Recoge el control remoto del suelo y lo pone
en el borde del sofá.
—Vaya, llegas tarde a casa. ¿Tenías mucho trabajo para ponerte al
día? —Siento una ligera punzada de culpabilidad por la cantidad de veces
que me ha ayudado a meterme en la cama y luego ha seguido trabajando.
A menudo, deja la portátil a un lado cuando estamos viendo películas
para poder frotarme la espalda. Me pregunto hasta qué punto trabajar
desde casa lo ha retrasado. Hago una nota mental para estar al tanto de
la llevar sus trajes a la tintorería y de la compra para que él no tenga que
hacerlo. Y de lavar su ropa.
—Nah, es que no había sabido nada de ti para cuando los chicos
se iban, así que pensé que podría tomar una cerveza con ellos. ¿Has
comido ya? Te traje la cena. —Se quita la chaqueta del traje y la tira en
el reclinable antes de aflojarse la corbata y desabrocharse los dos
primeros botones de la camisa.
—¿Ya comiste?
—Comí unas alitas en el bar, pero me reservé para ti. Déjame traer
unos platos.
—Claro, de acuerdo. —Mi estómago da un vuelco cuando vuelve a
guiñar el ojo y se dirige a la cocina. Un par de minutos después vuelve
con platos, cubiertos y dos botellas de cerveza—. ¿Crees que podrás con
una de estas?
Asiento con la cabeza. —¿Qué trajiste? Huele de maravilla.
—Tu favorito. —Desembala la bolsa y abre la tapa de la primera
caja.
—Oh, amigo, ¿son macarrones con queso con langosta y tocino? —
Se me hace agua la boca al instante.
—Claro que sí. —Pone la mitad del contenido en un plato y lo deja
en mi bandeja.
—Te amo tanto ahora mismo —murmuro alrededor de un bocado
de pasta con queso, gimiendo cuando los sabores golpean mi lengua.
Frunce el ceño. —¿Tanto como esta mañana?
Parpadeo un par de veces y uso el sarcasmo para intentar ocultar
mi sorpresa ante su mención casual. —Esa es una decisión difícil.
—Ese orgasmo fue mejor que esta pasta. —Clava un fideo en
espiral y sonríe—. Al menos lo parecía desde donde estaba.
—Puedes inflar tu ego, Deck. No he tenido un orgasmo en semanas.
Sentarme en la lavadora durante el ciclo de centrifugado sería casi tan
bueno como esto. —Encuentro un trozo de langosta y me lo meto en la
boca, saboreando los delicados sabores. Me encanta la comida
reconfortante, y no hay nada mejor que los macarrones con tocino y
langosta.
—¿Crees que debería volver a intentarlo? ¿Quizás ver si puedo
hacerlo mejor la segunda vez?
—¿Y qué pasa si no puedes hacerlo mejor? —Mis pezones se tensan
bajo la camiseta y los músculos debajo de mi cintura se contraen al
recordar lo que sucedió entre nosotros esta mañana.
Levanta un hombro, encogiéndose medio inseguro. —La práctica
hace la perfección, ¿no? Además —se pasa la lengua por el labio inferior
y me señala el pecho—, a juzgar por lo que ocurre bajo tu camisa, puede
que te guste esa idea tanto como a mí.
Golpeo sus nudillos con el tenedor. —O puede que esto me excite
mucho. —Me meto en la boca otro tenedor lleno de pasta.
—No sabía que los fetiches por la langosta fueran algo real.
Nuestros teléfonos suenan al mismo tiempo, iluminándose con un
mensaje de nuestro chat grupal. Varios mensajes más se suman, Jerome
se une a Mark.
—¿Te parece bien que los chicos vengan el lunes por la noche a ver
el partido? —Se golpea el labio inferior, algo que hace cuando se siente
nervioso.
—Sí, por supuesto, ¿por qué no me parecería bien?
—Solo lo comprobaba. —Deja la comida a un lado y abre la otra
caja. Siempre elige el bistec a la pimienta y el fetuccini.
—¿Estás tú de acuerdo con que los chicos vengan?
—Sí, claro. —Asiente un montón de veces y se concentra en hacer
girar los fideos en su tenedor.
—Parece que hay un pero en camino.
—Creo que deberíamos mantener entre nosotros lo que está
pasando.
Hago una pausa con el tenedor a medio camino de mi boca. —Eh,
no es que vaya a decirle a los chicos que me estás dando orgasmos porque
soy incapaz de dármelos yo misma.
—Sí, no, lo sé. Solo quiero decir que no creo que les guste, así que
deberíamos actuar como si no pasara nada cuando estén aquí.
Dejo el tenedor y le presto toda mi atención. Sus orejas se ponen
rojas, y no deja de dar vueltas a los mismos fideos en su tenedor desde
que sacó el tema. —¿Crees que no les gustaría si supieran que estoy
teniendo orgasmos? —Me hago la tonta, porque sé que, si presiono lo
suficiente, Declan se romperá y lo dirá.
Me echa una mirada. —No, Ave.
—¿Te preocupa que las cosas se pongan incomodas? —Trato de
entender por qué de repente es tan misterioso.
—No quiero causar problemas, especialmente cuando todavía te
estás recuperando. —Se pasa la mano por el pelo—. Me encanta todo el
tiempo que tengo contigo ahora. Me gusta poder cuidarte y hacerte sentir
bien. No quiero que haya un drama con los chicos que lo estropee,
¿sabes?
Intento entender por qué se empeña en ocultarles esto. —¿Por qué
crees que habría drama?
—Tendrán preguntas. Querrán saber qué es lo que pasa y qué
estamos haciendo. —Entrelaza los dedos con los míos y se lleva mis
nudillos a los labios.
—¿Qué estamos haciendo exactamente, Deck? —La pregunta sale
como un susurro incierto. Soy muy consciente de la forma en que mi
cuerpo reacciona a su contacto. Siento un cosquilleo en la piel cuando
sus labios se mueven a lo largo de mis nudillos, suaves y dulces, y un
dolor crece y se instala entre mis muslos. Me pone nerviosa y necesitada
a la vez.
—No lo sé. Supongo que depende de lo que quieras que sea. —
Voltea mi mano y presiona sus labios en el interior de mi muñeca—. Pero
no creo que los chicos necesiten saber lo bien que te estoy cuidando.
Suelto una carcajada. —Solo ocurrió una vez, tal vez fue pura
suerte.
Es el turno de Declan de reírse. —Eso se parece mucho a un reto.
—Desenreda nuestros dedos y tira del borde de la manta que cubre mis
piernas—. ¿Debería intentarlo de nuevo? ¿Ver si fue cosa de una sola vez
o no?
Levanto el hombro en un gesto despreocupado. —Supongo que no
estaría de más al menos ver, ¿no?
—Sin duda es una buena idea, en realidad. Así sabremos con
seguridad si fue suerte o no. —Sus dedos suben por la parte exterior de
mi muslo y se deslizan bajo mi camisón de dormir.
—Puede que tengas razón. —Doblo la rodilla y la manta se desliza
por mi pierna. Los dos miramos hacia abajo mientras su mano se mueve
hacia arriba, curvándose hacia dentro, y la tela se va amontonando a
medida que avanza.
Las yemas de sus dedos me rozan la piel sensible.
Un suave gemido escapa de mis labios.
Los labios de Declan se acercan al borde de mi mandíbula. —Joder,
Ave, ese tiene que ser mi nuevo sonido favorito.
—Oh, sí, por favor. —Me muevo, dándole un mejor acceso.
—Definitivamente un golpe de suerte, ya que no parece que lo estés
disfrutando mucho. —Me muerde el lóbulo de la oreja con una risita baja.
—Deja de hablar tonterías. Tu ego me va a arruinar esto. —Le
agarro la nuca y giro la cabeza hasta que nuestros labios se encuentran.
Inclinamos la cabeza y nuestras bocas se abren para aceptarse
mutuamente. Cada sensación se intensifica, mi conciencia se magnifica.
Esto es mucho más que una gratificación física, al menos para mí.
Quizás debería haber esperado este nivel de conexión. En muchos
sentidos, tiene lógica, ya que nos conocemos tan bien, pero la intensidad
de la emoción no es algo que haya previsto. El deseo y la necesidad se
apoderan de mí. Me acerco y levanto las caderas, buscando más su
contacto, queriendo más presión.
—¿Pensaste en mí hoy? ¿En lo bien que te hice sentir? —susurra
contra mis labios mientras sus dedos provocan y exploran.
—Deck. —Intento atraer su boca hacia la mía, pero se niega.
—¿No quieres admitirlo? ¿Crees que se me va a subir a la cabeza?
Gimo por la frustración y por su suave tacto.
Su sonrisa es diabólica y sus ojos se oscurecen, pero bajo eso se
esconde otra emoción que reconozco como vulnerabilidad. —Tan solo
dime, Ave, es todo lo que quiero.
—Sí. He pensado en ti todo el día. —En lo bien que me hace sentir,
en que quiero más de esta cercanía, en que puedo ver la posibilidad de lo
bien que podemos estar juntos.
—Yo también. —Su boca se estrella contra la mía y me empuja
hacia la brillante felicidad de un orgasmo.
Cuando siento que estoy llegando al límite, aparta su boca y su
mano desaparece de entre mis muslos. Grito mi disgusto y trato de
atraerlo, al menos hasta que se arrodilla en el suelo, engancha mi pierna
sobre su hombro y me lleva al orgasmo, esta vez con su boca.
Me estremezco cuando me lame la piel sensible y me río cuando
murmura—: Es bueno saber que no fue pura suerte.
Averynturas
Traducido por Renatte
Corregido por Julie

Declan
—Saldremos. —Lanzo uno de los sujetadores de Avery en su regazo,
junto con un par de pantalones deportivos, una camiseta de gran tamaño
y una sudadera con capucha. Es un día de otoño fresco, el sol brilla, y si
no la saco de la casa, voy a intentar quitarle la ropa.
—¿Eh?
—Saldremos. Tú y yo. Vamos a hacer algo divertido.
—¿Algo divertido? —repite.
—Sí. Algo divertido. Ahora vístete. —Me doy la vuelta y me dirijo al
pasillo.
—¡Creo que sería más divertido si me ayudaras a vestirme! —grita.
—¡Ese tipo de diversión viene después! —grito en respuesta. Tiene
razón, sería mucho más divertido. Pero en los últimos días, ha habido
muchos orgasmos y no ha sucedido mucho más en este apartamento.
Necesito tomar un poco de aire fresco y algo de perspectiva, y sacar mi
cara y mis dedos del punto dulce de Avery. Así que planeé una tarde de
actividades, del tipo que con suerte nos agotará a los dos para poder
controlar mis malditas hormonas.
Me pongo unos pantalones de mezclilla y un suéter. Reviso mis
mensajes para asegurarme de no haberme perdido nada importante y
regreso a la sala de estar, donde encuentro a Avery sentada en el sofá.
Por fortuna se encuentra vestida. También hace pucheros. —¿Qué pasa
si no quiero hacer algo divertido?
—Confía en mí, querrás. —Extiendo una mano y espero a que la
tome para poder levantarla y darle la muleta—. Además, ¿no te quejaste
de no tener suficiente material para tu diario de recuperación? Estar
sentada en el sofá resolviendo crucigramas no es exactamente fascinante,
así que pensé que un cambio de escenario ayudaría. Y hay helado al final.
Sus ojos se iluminan. —Uy, ¿qué tipo de helado?
—El tipo que quieras.
Avery es la única persona que conozco que come helado de buena
gana en pleno invierno. No importa que sea octubre, o que sus dientes
probablemente estarán castañeteando cuando termine con su cono. Su
amor por el helado supera todas y cada una de las condiciones climáticas.
Avery podría caber en la parte delantera de mi camioneta si
moviéramos el asiento del pasajero lo más atrás posible, pero todavía se
siente muy nerviosa al ir en auto a cualquier parte, así que el asiento
trasero será por ahora.
Le paso mi teléfono. —¿Por qué no eliges una lista de reproducción?
—¿Qué tan lejos vamos? —El indicio de pánico no es inesperado.
—No muy lejos, lo prometo. —Planeé las actividades de hoy para
que estemos en el auto por períodos cortos de tiempo, pero lo suficiente
como para sacar a Avery de su zona de confort un poco. Cualquier cosa
que pueda hacer para distraerla debería hacerla sentir mejor sobre todo
esto.
Se desplaza por mi música. —Espera, ¿tienes una lista de
reproducción con mi nombre?
—Bueno, sí, para cuando hagamos viajes por carretera y esas
cosas. De esa manera no tendremos que cambiar de estación cada diez
minutos porque hay una canción que no te gusta en la radio o hay
comerciales.
Pone la lista de reproducción y continúa desplazándose. En el
pasado, solía entretenerse revisando mi lista de contactos. Yo siempre
ponía notas de las mujeres que entraban y salían de mi vida, la mayoría
por breves períodos de tiempo. Algunas tenían nombres como la Gritona,
la Cantante Tirolés, la Flexible del Yoga, la Golpeadora de Traseros. Solía
ser gracioso, y ahora la idea de que revise esa lista es vergonzosa. —¿Qué
haces?
—Solo reviso tus otras listas de reproducción y tu cuenta de
Instagram. Basado la cantidad de fotos que tienes de pizza y alitas de
Tony's, te podrían pagar.
—Si me dan pizza gratis en el trato, estaría dispuesto a recibir un
patrocinio.
Giro a la derecha y me detengo en el estacionamiento de nuestra
primera parada de hoy.
—¿Mini golf? —Suena algo escéptica. Levanta el brazo y se golpea
la pierna enyesada—. ¿Cómo va a funcionar eso?
—Estoy aquí para ser tu par de manos extra. —Las agito en el aire
y muevo las cejas—. Pero son solo para propósitos de golf hasta que
lleguemos a casa.
Me mira de reojo. —Será mejor que tenga un orgasmo por cada
hoyo en uno que logre.
—Definitivamente puedo sumarme a eso.
Apago el motor y salto del asiento del conductor para ayudarla a
salir de la camioneta. Ya no necesita mucha ayuda. Y su brazo ya se halla
casi curado, por lo que al menos puede usar el yeso para apoyarse, como
mínimo.
Pago dos rondas de mini golf y nos unimos a algunas familias con
niños pequeños en el campo. Tomo un par de fotos de Avery tratando de
acomodar la pelota, y luego un video de ella donde analiza cómo anotar
al hoyo, mientras se equilibra sobre una pierna y usa su mano no
dominante. —Y la siguiente es la golfista de clase mundial, Avery Spark.
Avery se enfrenta a algunos desafíos únicos y actualmente utiliza un
nuevo movimiento llamado golpe corto de flamenco. Hay que registrar a
ese bebé ahora, porque estoy seguro de que será el movimiento de mini
golf del siglo.
Parece medio molesta, medio divertida. —¿Es necesaria la crónica?
—Por supuesto que sí, señorita Spark. ¿De qué otra manera podrá
el mundo conocer la magia de lo que es el flamenco si no lo capturamos
en un video? Están presenciando la historia aquí mismo, el flamenco,
una marca registrada.
Niega con la cabeza, pero se concentra en la pelota, su expresión
se vuelve seria mientras se balancea un par de veces. Avery siempre ha
sido súper competitiva y odia perder. Por eso me encanta jugar en el
mismo equipo que ella.
Golpea la pelota en la franja de césped, y rodea el agujero una vez,
casi cae, pero logra girar nuevamente antes de entrar.
—¡Hoyo en uno en el primer intento, damas y caballeros! Si alguna
vez hubo una lección que aprender aquí, ¡es que Avery Spark puede
superar cualquier obstáculo! —Termino el video y le paso la muleta.
—Ese es el orgasmo número uno. Y no creas que no voy a llevar la
cuenta. —Sonríe.
—Obviamente espero que saques provecho de cada uno de ellos. —
Beso la punta de su nariz, luego miro a mi alrededor, recordando que
estamos en un lugar público.
Avery no parece darse cuenta ni importarle. —¿Puedo ver el video?
—pregunta mientras pasamos al siguiente hoyo y preparo mi pelota, ya
que es mi turno.
—Claro. —Le paso mi teléfono y empiezo a jugar. Me toma tres tiros
antes de que la pelota aterrice en el hoyo, pero realmente no me importa.
Todo lo que quiero es darle a Avery una razón para sonreír.
Pasamos la siguiente hora recorriendo el campo. Después de unos
siete hoyos, el juego de Avery comienza a decaer, probablemente porque
se necesita mucha energía física para mantener el equilibrio, y aunque
ha estado usando su muleta cada vez más y haciendo todos los ejercicios
recomendados por el médico, ha pasado el mes anterior más tiempo
sentada y recostada que moviéndose.
Sin embargo, se halla decidida y terminamos los dieciocho hoyos,
aunque se necesitan siete tiros para meter la bola. De camino a casa nos
detenemos a tomar un helado, como prometí, y cuando llegamos al
apartamento, ya está cansada y termina desmayándose en el sofá.
A las diez todavía sigue profundamente dormida, así que la llevo a
la cama y le dejo un bocadillo, por si se despierta con hambre.

Dos días después, llamo a la puerta de Avery a las diez de la


mañana. Por lo general, ya se encuentra despierta, y aunque
últimamente he sido un proveedor habitual de orgasmos, todavía respeto
su privacidad.
—Estoy decente, puedes entrar —grita.
Abro la puerta. —Bueno, eso es lamentable.
Se encuentra sentada en la cama, con el cabello hecho un lío, la
computadora portátil colocada en una almohadilla de regazo, tres
envoltorios de barras de granola con cubierta de chocolate esparcidos por
su edredón. Tiene una mancha de chocolate en la mejilla derecha.
—Desayuno de campeones, ya veo.
—Estaban en mi mesita de noche y solo expiraron hace un mes.
Salir de la cama era demasiado trabajo, y ya tengo suficiente de eso con
lo que lidiar, así que pensé, ¿qué daño podría hacer? —Se tapa la boca y
reprime un bostezo.
—¿Ya has tomado café? —Asiento hacia la taza de la mesita de
noche.
Sé que la respuesta es no porque he estado sentado en la mesa del
comedor desde las siete y ella aún no ha aparecido. Toma la taza, que es
de ayer, y se la lleva a los labios. Se echa hacia atrás y hace una mueca
mientras lo deja.
—¿Qué tal esto? Te traeré un café increíble, recién hecho, caliente
y no de veinticuatro horas, si terminas lo que estás haciendo y te vistes.
Gime y pone los ojos en blanco como una adolescente. —¿Ahora
qué tienes planeado? Todavía me duelen las piernas por el mini golf.
—Hoy hará mucho más frío. Y traeremos la silla. Saca tu trasero
de la cama para que podamos hacer algunos videos dignos de Instagram.
El último tiene como cinco mil me gusta y cientos de comentarios.
—¿En serio? La última vez que lo comprobé, tenía mil me gusta.
—¿Cuándo fue eso? ¿Dos horas después de que lo publicaras? Pon
tu trasero en marcha. Tenemos videos que grabar.
Menos de media hora después, hallo un lugar de estacionamiento
en uno de los parques locales a unos diez minutos en auto. Mi objetivo
es hacer que Avery se sienta cómoda con los viajes en auto para que,
cuando esté lista para ponerse al volante, no tenga un ataque de pánico.
—¿Qué estamos haciendo aquí?
—Vamos a relajarnos y disfrutar de la naturaleza. —Saco la silla
de ruedas de la camioneta y se la preparo.
Parece que quiere discutir por un momento, pero se deja caer con
un suspiro. —¿Intentas crear una escena de video inspiradora con esto?
Soy consciente de que sigue dolorida por el mini golf. También soy
consciente de que se encuentra molesta porque el mini golf la agotó
demasiado. Pero su cuerpo ha pasado por un infierno, por lo que mi plan
es ayudarla lenta y cuidadosamente a volver a la actividad física, una
salida a la vez. Hoy es el parque.
Traigo su muleta porque sé que va a querer caminar sola sin que
yo la empuje. Antes de su accidente, nunca se me ocurrió lo difícil que
debe ser manejar una silla de ruedas. Incluso cuando es temporal, es un
ajuste completo de su vida diaria. Las puertas pueden ser demasiado
estrechas, las curvas demasiado cerradas, las colinas demasiado
empinadas. Todo requiere más planificación y tiempo.
Así que estar aquí al aire libre es un buen lugar para sentirse
menos confinada por sus restricciones y darle una idea de lo que va a
recuperar una vez que se haya curado.
La llevo a los campos de béisbol, donde a veces íbamos a correr las
bases o lanzarnos bolas cuando nos mudamos por primera vez a
Colorado Springs. Hay un equipo de niños practicando, y como de
costumbre, grita elogios cada vez que uno de los niños hace contacto con
la bola.
Tomo algunos videos de ella para su diario. Una vez que los niños
abandonan el campo, la llevo al montículo del lanzador.
—¿Qué haces?
—Vas a lanzar, yo voy a batear, y veremos cómo va. —Le lanzo una
bola.
La agarra en el aire. —Supongo que es algo bueno que realmente
no pueda lastimarte con esto, porque dudo que tenga la mejor puntería
con este brazo.
—Ya lo veremos. Dijiste que ibas a apestar en el mini golf y me
pateaste el trasero durante los primeros nueve hoyos.
—Sí, pero casi colapso en los últimos nueve.
—Porque estabas cansada. Deja de poner excusas y empieza a
lanzar. —Tomo un bate, golpeo la base del bateador y me coloco en
posición. Si hay un deporte, Avery lo ha jugado al menos una vez. Puede
que el béisbol no sea su deporte de equipo favorito, pero eso no significa
que no sea buena en eso.
Su primer lanzamiento es un poco débil, pero aun así me las arreglo
al enviarlo al campo izquierdo. Lanza media docena de bolas y su
puntería mejora con cada lanzamiento. Cuando nos quedamos sin bolas,
salgo al campo y las recojo, y cuando regreso, Avery se ha movido del
montículo del lanzador a la base del bateador, que es lo que esperaba.
Se levanta de la silla con el brazo extendido para ayudarse a
encontrar el equilibrio.
—¿Quieres tu muleta para empezar? —Dejo caer las bolas en el
montículo del lanzador y corro hacia ella.
—Podría ser una buena idea. —Pone una mano en mi hombro y yo
envuelvo el brazo alrededor de su cintura mientras salta dos veces,
encontrando el equilibrio. Incluso una vez que está estable, ninguno de
los dos se aleja de inmediato.
—Gracias por esto.
—Cualquier cosa por ti. Lo sabes. —Me inclino y le doy un beso
rápido en la mejilla.
Una vez que está estable, le paso la muleta y espero a que se
acomode antes de darle el bate. Cuando estoy seguro de que tiene el
equilibrio, regreso corriendo al montículo del lanzador para configurar la
cámara nuevamente antes de comenzar a lanzar. Ella falla la primera y
casi tira su muleta, pero después de un par de movimientos más y
algunas correcciones de mi parte, finalmente conseguimos un ritmo.
Cada golpe es más fuerte que el anterior, y para cuando llegamos a las
últimas bolas, ha vuelto a balancearse sobre un pie y a lanzar bolas en
la espesura de árboles en el borde del campo.
—Siento que lo haces a propósito —le digo mientras recojo la última
bola y la lanzo un par de veces antes de terminar.
—Me falla la puntería. —Levanta el bate y se pone en posición.
Esta vez, cuando lanzo la bola, agrego una pequeña curva y, como
era de esperar, la golpea justo donde se han ido las últimas cuatro bolas:
hacia los árboles.
Mientras recojo las bolas, le entrego mi teléfono a Avery para que
pueda publicar algunos videos cortos. Esta vez me toma casi veinte
minutos encontrarlas todas.
—¿Vamos a hacer otra ronda? —pregunta cuando finalmente corro
de regreso con las últimas.
Miro la hora. —Probablemente deberíamos regresar, ya que se
supone que los chicos llegarán en un par de horas, y lo último que quiero
es que te desmayes antes de la cena.
Por la boca muere el pez
Traducido por Anna Karol & AnnyR’
Corregido por Julie

Declan
—¿Puedes dejar de sonreír, por favor? —Avery me da un codazo en
el costado mientras se sonroja.
—No estaba sonriendo. —Me froto una mano sobre la boca para
ocultar mi sonrisa.
—Por supuesto que sonreías. También podrías llevar una camiseta
que dijera “Soy un maestro de los orgasmos múltiples”. —Si pudiera
apoyar un puño en la cadera lo haría, pero como se encuentra de pie en
la cocina con la muleta bajo el brazo, equilibrada sobre su pie bueno, lo
único que consigue es lanzar una mirada.
—No diría que soy un maestro, más bien extremadamente hábil.
Intenta golpearme en el muslo con la muleta, pero la bloqueo y casi
la hago perder el equilibrio. La agarro por la cintura para ayudar a
estabilizarla y la acerco. Le acaricio el cuello y sonrío aún más cuando se
derrite contra mí.
Siempre he sido consciente del nivel de sensualidad de Avery, pero
después de que Sam le destrozara el corazón, compartimenté ese
conocimiento y lo archivé en fantasías que nunca he de satisfacer. Es mi
mejor amiga y me importa tanto o más que mi familia. Seguramente más,
en realidad, ya que mis padres son unos enormes imbéciles. Me alegro
mucho de ser hijo único y no tener hermanos que también estén tan
jodidos con las relaciones como yo.
Y esa es otra de las razones por las que no debería haber llevado
esto tan lejos, pero mi lógica entró en cortocircuito. Tal vez debería haber
parado después de esa primera vez, o la segunda, o la tercera, o la cuarta.
Pero no puedo renunciar a ella, y sinceramente no quiero hacerlo.
Todo en esta situación con Avery es diferente. Y me encuentro
deseando cosas que no estoy seguro de ser capaz de manejar. Como la
monogamia, la estabilidad y algo real.
Le doy un beso en el cuello. —Estás muy excitada, Ave, quizá deba
calmarte antes de que lleguen los chicos.
—Se supone que llegarán en menos de diez minutos.
—Apuesto a que puedo hacer que te corras en cinco. Déjame
intentarlo. —Deslizo mis dedos bajo el dobladillo de sus pantalones
cortos. No lleva ropa interior.
—No empieces algo que no puedas terminar, Declan. No tengo
ningún interés en pasar las próximas cuatro horas acalorada y molesta
porque me diste el equivalente femenino de las bolas azules.
—Las bolas azules son físicamente dolorosas. —Yo lo sé, las sufrí
hasta que Avery se puso firme e insistió en que esto no era una calle de
un solo sentido. Eso ocurrió a los tres días de lo que sea que estamos
haciendo. Decidió que si se desahogaba yo también debía hacerlo. Y luego
citó que sería bueno para la fuerza de su antebrazo. Fue difícil discutir
su argumento.
—Y también lo es que te dejen colgada a mitad de camino de un
orgasmo, al menos para mí. Tienes que frenar esto si no quieres que los
chicos se den cuenta de que me das más que una mano con la atención
de mis necesidades.
—Y mi boca también se halla muy involucrada, no te olvides de eso.
—Mordisqueo el borde de su mandíbula.
—Por favor. —Inclina la cabeza hacia un lado, dándome un mejor
acceso, una contradicción con su anterior advertencia y su tono ahora
apacible—. No es justo que juegues conmigo así cuando no vas a poder
hacer nada durante horas.
He aprendido mucho sobre las necesidades de Avery desde que
empecé a ocuparme de la más íntima. También he aprendido que tiene
un apetito sexual increíblemente alto, y que una vez que se atiende, en
lugar de menguar, parece crecer exponencialmente. Toda la experiencia
puede compararse con abrir una caja de tus galletas favoritas y no poder
evitar volver una y otra vez hasta que te das cuenta de que te has comido
todo el paquete.
El caso es que la caja de galletas de Avery no tiene fin (sí, el juego
de palabras3 es intencionado) y cuanto más recibo, más quiero. Y cuanto
más le ofrezco, más parece que nos gusta. Así que se está convirtiendo
en una especie de adicción para los dos. Supongo que esta necesidad

3Se refiere a que en inglés cookie significa galleta, pero también es usado para referirse
a la vagina.
insaciable va a disminuir después de un tiempo, y lo reduciremos, pero
por ahora, bueno, me gusta provocarla.
—De eso se trata, cariño, porque significa que cuando por fin tenga
mi boca y mis manos sobre ti esta noche, vas a estar completamente
insaciable, y yo seré quien te dé todo lo que necesitas.
El timbre suena, indicando que los chicos se encuentran en el
vestíbulo, esperando a que los dejen entrar. Acaricio la mejilla de Avery
con la palma de la mano e inclino su cabeza hacia un lado, presionando
los labios contra los suyos. —Vamos, nena, déjame pasar.
Durante unos largos segundos, sus labios permanecen fruncidos.
—No te presionaría si no supiera lo mucho que te gusta —susurro
y chupo su labio inferior entre los míos.
Cede, separa los labios y saca la lengua para encontrarse con la
mía.
El timbre vuelve a sonar.
—Va a ser una noche larga. —Empuja mi pecho—. Los dejaré
entrar. Y tú tienes que comportarte lo mejor posible, a menos que quieras
soltar la sopa.

—¿Qué hiciste con ese recipiente de brownies de mantequilla de


maní? —Jerome rebusca entre las bolsas de aperitivos que hay en el suelo
junto a la mesa de café.
En este momento estoy sentado en el sillón reclinable en el lado
opuesto de la habitación a Avery; de lo contrario, es probable que haga
algo que nos delate. Ya que me he sorprendido a mí mismo casi
llamándola nena al menos tres veces en las últimas horas.
—No lo he visto. Creía que estaba con el paquete de aros de cebolla.
—Mark llena de salsa otro nacho y lo pone en su plato.
—¿Te refieres a este recipiente? —Avery sostiene un recipiente
vacío con una sonrisa perezosa.
Solo se ha tomado una cerveza, pero tiene los ojos caídos y sus
parpadeos son un poco lentos. Supongo que tiene que ver con la sesión
de bateo de esta tarde.
Los ojos de Jerome se ensanchan. —¿Te los comiste todos?
Avery hace una mueca. —Son mis favoritos. Lo siento. No quería
compartir, aunque tenían un sabor un poco raro.
—Oh, mierda. —Jerome y Mark se miran.
—Oh, ¿mierda qué? —pregunto.
Jerome se pasa las manos por los muslos. —Eran brownies de
marihuana.
Avery ya no toma analgésicos, gracias a Dios, pero nunca ha sido
muy amiga de ningún tipo de medicación o droga recreativa. En general
es una bebedora de dos cervezas como mucho. Era útil en la universidad,
cuando todos los demás nos emborrachábamos y ella era la conductora
designada.
—¿Cuántos había? —Es un recipiente bastante grande.
—¿Cuatro, creo?
—Supongo que eso explica por qué tengo tanta sed. —Avery se lame
los labios y hace un sonido de chasquido—. Tengo la boca súper seca.
—¿No se supone que el zumo de naranja ayuda a contrarrestar los
efectos del Cannabis? —pregunta Mark.
—¡Oh! ¡Me encantaría un zumo de naranja ahora mismo! Es tan
refrescante.
—Te traeré un vaso. —Me levanto del sillón.
—¡Sí! ¡Eres el mejor, Deck! —Rebota un par de veces, volcando un
tazón de palomitas, los granos se derraman en su regazo y en el suelo—.
Oh-oh, parece que hice un desastre. —Trata de inclinarse para enderezar
el tazón, pero acaba haciéndolo caer al suelo.
—Está bien, Ave, yo lo recojo. —Mark barre las palomitas de los
cojines del sofá y las deposita en el tazón mientras Avery intenta meterlas
desde donde se encuentra sentada. La mayoría de las veces falla y le da
a Mark en la cara. O tal vez ese sea el objetivo.
—Oh, hombre, esto va a ser entretenido. —Jerome se ríe mientras
las risas se apoderan de Avery.
—¡Deberías grabar esto! Será como otro video inspeccional Un
vídeo intraespacial. —Pone cara de pato y agita la mano en el aire—. Ya
sabes a qué me refiero.
Me cruzo de brazos. —Esto está muy lejos de ser inspiracional, Ave.
Deja de apuntar al cuenco y le arroja palomitas a Mark, intentando
que caigan en su capucha. —¡Vamos! Mira qué buena puntería tengo. —
Le lanza unos en la frente y en la mejilla, y un grano acaba en su vaso de
cerveza, provocándole carcajadas que hacen que lágrimas le corran por
la cara.
Le sirvo zumo de naranja en un vaso de plástico, porque no confío
en que sea capaz de manejar algo rompible a estas alturas. —Buen
trabajo —le murmuro a Jerome al pasar junto a él.
—Toma, bebe un sorbo de esto. —Le entrego el vaso a Avery, que
sigue riendo, pero se ha reducido a una risa moderada.
—Gracias, Deck, eres el mejor amigo-enfermero. Me cuidas tan
bien. —El zumo de naranja se acerca precariamente al borde del vaso
cuando lo eleva. Lo inclina antes de llegar a la boca y acaba derramando
la mitad del vaso por la parte delantera de su sudadera, que en realidad
es mi sudadera.
—¡Oh, mierda! —Se mira la parte delantera de la camiseta como si
no pudiera entender lo que acaba de pasar—. Supongo que fallé.
Agarro el vaso antes de que pueda derramar el resto y lo pongo en
la mesa auxiliar. —Tal vez una pajita sería una buena idea.
—Ni siquiera llegué a probarlo. Tengo mucha sed. —Se lame los
dedos—. Creo que necesito una camiseta nueva, y tal vez una manta
diferente.
—Te ayudaré a quitarte la capucha —le digo—. Jerome, ¿puedes
traerme un paño húmedo, por favor?
Sacarle la sudadera a Avery no es especialmente fácil, y el zumo de
naranja que aún no se ha empapado acaba goteando por toda la manta
que tiene en el regazo. Debajo de la capucha lleva uno de sus camisones
largos, y no tiene sujetador, como demuestra el hecho de que sus pezones
son visibles contra la tela.
Me saco mi propia capucha sobre mi cabeza y la ayudo a ponérsela
mientras Mark coge otra manta y Jerome trae un paño húmedo para que
Avery pueda limpiarse las manos y cualquier otra cosa que esté pegajosa.
Una vez que se ha limpiado, voy en busca de una pajita y un vaso,
preferiblemente con tapa. Tiene un montón de esos reutilizables con
pajitas de metal. Me preocupa un poco que la muerda y se rompa un
diente, pero no encuentro ninguna pajita de papel.
Se bebe todo el vaso en treinta segundos y pide que se lo rellenen.
—¿Dónde quedó mi teléfono? Si Declan no me graba, lo haré yo sola.
—No vamos a grabar esto para tu diario de recuperación —le digo
mientras le lleno el vaso.
—Ya lo sé, tonto. —Pone los ojos en blanco exageradamente—. Solo
quiero grabarlo para mí. Tengo muchos pensamientos y quiero
expresarlos antes de que los olvide.
Mark se encuentra a punto de alcanzar su teléfono, pero sacudo la
cabeza. —Bien. Usaré mi teléfono.
Le paso el vaso de zumo y saco el mío del bolsillo.
—¿Estás grabando? —pregunta alrededor de la pajita.
—Sí. —No lo hago, pero no necesita saberlo.
—No, no lo haces. Pulsa el botón de grabar.
—Bien. —Me rindo, porque sé que no se va a rendir hasta que lo
haga. Mañana podré enseñarle las pruebas y me agradecerá que no la
haya dejado grabarse.
Sorbe su zumo de naranja y espera a que yo siga. A mitad del vaso,
hace una mueca. —¿No tenemos ninguna de las otras pajitas plegables?
¿Puedes buscar una, Deck? Me pesa mucho la cabeza y es muy difícil
beber así.
Se deja caer en los cojines. No me imagino que sea cómodo. —No
puedo conseguirte una pajita plegable y grabarte al mismo tiempo.
—Oh, mmm. Sí. Es cierto.
—¿Quieres que te ponga una almohada detrás de la cabeza? —
ofrece Mark.
—Claro, tal vez eso ayude.
Mark agarra uno de los cojines que terminaron en el suelo y Avery
lucha por levantar la cabeza del cojín. Agarro su zumo para que no se le
caiga.
—En serio, ¿por qué mi cabeza se siente tan pesada? ¿Es
magnética y el cojín la mantiene sujeta? Ni siquiera puedo levantarla.
Mark, tienes que intentar deslizarlo detrás de mi cabeza, ¿de acuerdo?
—Amigo, ella es un desastre —murmura Jerome.
Bajo el teléfono, pero Avery me señala. —¡Oye! ¡Tengo cosas que
decir!
—Podríamos grabar la voz. —Aprieto un botón, con la intención de
dejar de grabar.
—Tiene que ser un video —insiste.
Mark sigue intentando colocar el cojín detrás de la cabeza de Avery.
—Ave, literalmente estás empujando tu cabeza hacia atrás en el sofá,
relájate.
—¡No es cierto! Realmente es así de pesada. Creo que hay un campo
magnético. Soy como la cabeza de Magneto ahora mismo. ¿Qué pasa si
nunca puedo levantarme de este sofá porque tengo la cabeza atascada?
—Sus ojos se agrandan.
Sigo sosteniendo el teléfono en alto, así que al menos piensa que
estoy grabando. —Oye, Ave, tengo tu zumo de naranja.
—¡Oh! ¡Hurra!
Lo mantengo lo suficientemente lejos como para que tenga que
inclinarse hacia adelante para cogerlo, dándole a Mark suficiente espacio
para ponerle el cojín detrás. Cuando se inclina hacia atrás, se desliza aún
más en el sofá y su barbilla se encuentra con su pecho.
—No creo que esto vaya a funcionar. Voy a terminar con dolor de
cuello. —Trata de llevarse la pajita a la boca, pero atina hacia el lado
equivocado—. ¡Esto es lo peor! ¿Quién diseñó esto? Mi cabeza se siente
como una roca. ¿Cuánto pesa una cabeza, Deck? La mía pesa como
noventa kilos ahora mismo. Siento que me estoy hundiendo en el sofá.
¿Crees que el sofá es de arenas movedizas? ¿Qué pasa si me convierto en
parte del sofá?
—No te convertirás en parte del sofá, Ave. Te prometo que ninguno
de nosotros dejaría que eso pase. —Me siento en el borde del reclinable y
doy la vuelta a la pajita para que apunte hacia el otro lado—. Toma,
prueba esto.
—¡Oh! Eso está mejor. No sé por qué hacen que estas pajitas sean
tan complicadas. Las de papel son las peores. Echo de menos las pajitas
de plástico plegables. Lo entiendo, no son buenas para el medio
ambiente, pero no se pueden masticar las de papel y comienzan a
desintegrarse casi de inmediato, lo cual es muy molesto porque nadie
quiere trozos de papel en su zumo de naranja.
—Los trozos de papel en el zumo de naranja están mal —coincido,
todavía sosteniendo el teléfono en alto.
—¿Verdad? ¡Cualquiera que esté en contra de las pajitas de plástico
es básicamente un adorador del diablo! Es decir, las pajitas de plástico
plegables son muy divertidas. ¿Y estas de metal son realmente mejores
para el medio ambiente? Seguro que no van a dañar a las tortugas, pero
podrían dañar algo más. —Acentúa esa declaración con un largo sorbo—
. ¿Qué pasa si la arrojas al océano y un pez grande se la come y luego no
pudieran sacarla? Luego tendría una pajita de metal en su vientre hasta
que el ácido de su estómago la disolviera. ¿Crees que eso causaría acidez
estomacal? Apuesto a que sí. ¡Mira, las pajitas de metal no son mejores
para los peces grandes en absoluto!
Avery persigue la pajita en su vaso y toma otro trago agresivo antes
de continuar con su perorata debido a los brownies de marihuana. —Y
las tortugas son lindas y todo, pero son súper apestosas. Y algunas
muerden, lo que no es nada lindo. A veces extraño las versiones divertidas
y no ecológicas de las cosas menos divertidas que tenemos que usar,
sobre todo las pajitas plegables de plástico. Me pregunto si puedo
conseguirlas en el mercado negro. Apuesto que se puede. ¿Alguien puede
pasarme mi teléfono?
Jerome se ríe tan fuerte que ya ni siquiera hace sonidos.
—¿Quieres que lo busque para que puedas seguir bebiendo tu
zumo? —pregunto.
—Oh, sí, sería genial. Este es el mejor zumo de naranja que he
probado. ¿Pero sabes qué lo haría mejor? —Arquea una ceja cómplice.
—¿Una pajita plegable de plástico?
—¡Exactamente! ¿Qué pasa si accidentalmente trato de masticar el
extremo de esta cosa y me rompo el maldito diente? ¿Qué pasa si una
tortuga intenta masticarlo y se rompe el diente? Las tortugas no son las
únicas especies importantes que existen. ¡La gente también importa!
Avery finalmente parece darse cuenta de que los chicos se mueren
de risa.
—¿Qué es tan gracioso? ¿Por qué se ríen, chicos? Esto es muy
serio. ¡Necesito pajitas plegables en mi vida, y las tortugas lo hacen
imposible!
Avery despotrica sobre la falta de pajitas plegables en su vida y el
desafortunado olor de las tortugas, y luego llega a cuestionar si el cambio
climático existe. Lo que soy consciente de que no es en absoluto lo que
siente realmente.
Desafortunadamente, no puedo dejar mi teléfono hasta que haya
terminado. No es hasta que por fin miro la pantalla que me doy cuenta
de que, en lugar de detener el video, he estado grabando todo el tiempo.
Avery me quita el teléfono de la mano y murmura sobre enviárselo a sí
misma. Tengo mis dudas de que sea capaz de realizar esa hazaña
considerando la forma en que golpea la pantalla.
Después de un minuto, se da por vencida y me dice que debo
asegurarme de enviárselo. Luego anuncia que tiene que orinar. —¿Puede
traerme mi muleta, enfermero Declan?
—Tal vez sea más fácil si te llevo allí, ¿no crees? —Honestamente,
no creo que pueda equilibrarse en absoluto en su estado actual.
—Mmm, tal vez tengas razón. Siento que mi trasero tiene imanes y
quiere quedarse en este sofá. —Intenta inclinarse hacia adelante, pero se
deja caer contra los cojines—. Si tuviera un pene como ustedes, podría
sacarlo y apuntar a un balde. Los penes son raros pero convenientes, las
vaginas no tanto.
Avery es una muñeca de trapo, por lo que sacarla del sofá es una
lucha. Su cara termina aplastada contra mi cuello.
—Hueles delicioso —murmura—. Mucho mejor que una tortuga.
—Bueno, eso es reconfortante ya que las tortugas aparentemente
son súper apestosas.
—Son adorables pero asquerosas. Sin embargo, no eres asqueroso.
Eres lo contrario de asqueroso. No sé por qué nunca me di cuenta de lo
poco asqueroso que eres antes de que te convirtieras en mi enfermero.
—Tal vez podrías contarme sobre eso más tarde, cuando todos se
vayan a casa —le susurro al oído mientras la ayudo a sentarse en su silla
de ruedas.
—Bien, eso suena divertido.
No estoy seguro de confiar en su capacidad para manejar el baño
sin ayuda, así que me quedo fuera de la puerta y espero hasta que me
llame de nuevo.
Ni siquiera se molesta en volver a ponerse los pantalones cortos,
así que se los quito y los tiro al suelo, dejándola en un camisón largo y
una de mis sudaderas con capucha de gran tamaño. —Creo que necesito
irme a la cama. Todavía tengo la cabeza tan pesada, pero liviana, como
un globo de plomo —me dice mientras la ayudo a volver a sentarse en su
silla.
—Bueno, entonces, ¿quieres darles las buenas noches a los chicos?
—Sí, eso sería bueno. —Asiente una vez, con la cabeza suelta y
floja.
La llevo de vuelta a la sala de estar, donde murmura unas buenas
noches distorsionadas, menos que perfectamente coherentes. —La
próxima vez no comeré todos los brownies especiales. —Las palabras
salen arrastradas.
—Siento no haberte advertido sobre ellos —dice Jerome.
—Está bien. Apuesto a que me voy a dormir como una bebé. No
una bebé con cólicos, una de esos bebés que duerme toda la noche. —Me
da una palmada en la mano y levanta la barbilla, tratando de mirarme,
pero yo estoy a su espalda—. ¿Puedes quedarte conmigo esta noche? ¿En
mi cuarto? Todavía siento que mi cuerpo es un imán.
—¿Por qué no te instalamos y vemos cómo te sientes una vez que
estés en la cama? —No me gusta la sensación de calor arrastrándose por
mi columna, o el hecho de que Mark y Jerome sean testigos de esto—.
Vuelvo enseguida —les digo a los chicos.
—¿Necesitas ayuda? —pregunta Mark.
—No, hombre, estamos bien. Solo tomará un minuto. —Le doy la
vuelta a su silla de ruedas y me dirijo al pasillo que lleva a su dormitorio.
—Creo que estoy demasiado cansada para el servicio completo esta
noche, lo cual es una lástima, porque tenía muchas ganas de hacerlo. —
Vuelve a palmear el dorso de mi mano.
La hago callar y la apresuro por el pasillo, para estar fuera del
alcance del oído de los chicos.
La ayudo a meterse en la cama mientras sigue charlando. —
Realmente quería otro orgasmo esta noche, pero estoy tan cansada. Creo
que me quedaría dormida sobre ti y eso sería vergonzoso. Y mucho
esfuerzo en vano.
—Shuu, Ave, está bien.
—Creo que probablemente lo apreciaré más mañana. Y también
podré ayudarte.
—Hablemos de eso por la mañana, ¿de acuerdo, nena? —La beso
en la frente y la arropo.
Ya tiene los ojos cerrados, y parece que queda inconsciente antes
incluso de que la tape con el edredón por completo. Dejo su puerta abierta
un poco y me quedo en el pasillo por unos segundos, tratando de
recomponerme antes de enfrentar a Jerome y Mark. Espero sinceramente
que no hayan captado ninguno de los comentarios reveladores que hizo.
Basado en sus cejas arqueadas y expresiones inquisitivas, supongo
que sí lo hicieron.
Mark es el primero en hablar. —¿Quieres explicar qué significa
“servicio completo”?
La verdadera respuesta a eso es no, no quiero, pero no creo que eso
vaya a ser suficiente. Levanto mis manos en súplica. —No es lo que
piensan.
—¿Así que tú y Avery no están follando? —Solo Jerome puede ser
así de franco.
Me meto los pulgares en los bolsillos para no pasarme la mano por
el cabello, consciente de que es lo que hago cuando estoy estresado y
teniendo una conversación que no me gusta. —No es así.
—Entonces, ¿cómo es? —pregunta Mark.
—Solo tiene una mano funcional, y es la débil. Necesita ayuda para
todo. —No sé por qué no lo reconozco como debería.
—¿En serio? —Mark parece incrédulo—. Te das cuenta de que hay
juguetes que pueden hacer lo mismo, sin la capa de complicación
añadida.
Y esto, aquí mismo, es la razón por la que quería mantenerlo entre
Avery y yo. —Estaba frustrada. ¿Qué se suponía que debía hacer?
Necesitaba alivio y la ayudé porque me lo pidió, y seguiré haciendo lo que
sea que necesite hasta que me diga que ya no lo necesita. —Cruzo los
brazos, a la defensiva y nervioso.
Mark frunce el ceño. —¿Por qué tratas de hacer que suene como
un acto desinteresado de tu parte?
Jerome suspira. —Si sientes algo por ella y ella siente algo por ti,
enfréntalo, pero no te quedes aquí y finjas que haces esto solo porque no
pudo hacerlo por sí misma.
—Obviamente me importa. Es mi mejor amiga.
—Todos nos preocupamos por ella, hombre —dice Mark—. Pero lo
último que necesitan es un corazón roto que se sume a todas las demás
partes rotas.
Las malditas tortugas
Traducido por Julie
Corregido por Jadasa

Avery
Tengo el cerebro lleno de niebla. Miro a la derecha y me sorprende
encontrar el enorme cuerpo de Declan en mi cama. Las sábanas llegan
hasta su cintura, su pecho desnudo sube y baja lentamente.
Me gustaría poder apreciar la increíble vista, pero Declan nunca
duerme en mi cama; así que, en cambio, lo único que hace es incitar el
pánico y algunas preguntas. Catalogo los dolores de mi cuerpo. No hay
ninguno inusual, de manera que no creo que esté en mi cama como
consecuencia de que me hice daño a mí misma.
Intento recordar qué pasó anoche, pero es una bruma. Tomé una
cerveza y muchos bocadillos. Brownies de mantequilla de maní que
tenían un sabor un poco extraño. Y luego un montón de zumo de naranja,
que no suele ser algo que beba mucho. Es la bebida que suele elegir
Declan.
Mi teléfono suena en la mesita de noche y miro el reloj. Es tarde,
casi las once, y no suelo dormir pasadas las ocho. Me muevo unos
centímetros y agarro el teléfono, lo hago a tientas y casi lo dejo caer al
suelo. Consigo atraparlo con dos dedos y lo arrojo sobre mi estómago
cubierto de edredones.
Mi tiempo de reacción apesta esta mañana.
Cierro los ojos durante unos segundos y me cuesta mantenerlos
abiertos. Debo de volver a quedarme dormida porque me sobresalta el
zumbido en la pelvis. Esta vez consigo llevarme el teléfono a la cara. Tengo
un número alarmante de llamadas perdidas y mensajes de mis
hermanas. —¿Qué demonios? —murmuro, echando un vistazo a la figura
relajada y todavía desmayada de Declan.
Abro el chat grupal y me desplazo hasta el principio, ojeando la
conversación en sentido inverso. Parece que hay algún tipo de vídeo que
ha causado mucho drama, pero no tengo ni idea de qué hablan mis
hermanas.
Me salto los mensajes y llamo a Harley. Soy consciente de que
podría llamarlas a ambas a la vez, pero London parece ser la más
afectada, así que prefiero tratar con Harley primero.
Responde a mitad del primer timbre. —Tenemos grandes
problemas, Avery.
La niebla que ha estado rondando mi cerebro se despeja
rápidamente ante su tono poco agradable. —Lo he deducido por los
mensajes. Sin embargo, ¿puedes ponerme al corriente? Porque lo de
anoche no es claro.
—¿Qué demonios hiciste anoche para que no esté claro cuando te
estás recuperando de unos malditos miembros fracturados? —habla
fuerte y enojada, lo cual no es bueno. Harley rara vez levanta la voz.
Me remonto a la noche anterior y recuerdo, solo vagamente, cuando
Jerome me preguntó dónde fue a parar el recipiente y cómo terminé con
todo el contenido, a pesar de que los brownies sabían un poco raros. —
Los chicos vinieron a ver el fútbol. Me tomé una cerveza porque ya no
tomo los analgésicos. Jerome trajo unos brownies de la variedad especial.
No lo sabía y acabé comiéndolos todos.
—¿La variedad especial?
—Eran brownies de marihuana. No me di cuenta y me los comí
todos, cosa que no recomiendo hacer nunca.
—¿No sabían... a hierba?
—Pensé que podrían tener algo de calabacín o algo así.
—Bueno, los brownies de marihuana podrían explicar tu desvarío
en el video. —Harley no parece divertida.
—¿Qué video? —Me froto las sienes, todavía sin saber de qué se
trata.
—Has publicado un vídeo despotricando. ¿Puedes dejarnos entrar,
por favor, para que podamos tener esta conversación cara a cara? El
pestillo está puesto y llevamos veinte minutos delante de tu puerta
intentando que contestes a la puerta o a tu maldito teléfono.
—Oh, mierda, ¿Te encuentras aquí?
—Sí.
—¿Se encuentra London contigo?
—Sí.
—De acuerdo, dame un minuto y las dejaré entrar. —Termino la
llamada y dejo a un Declan todavía dormido, no tengo ni idea de cómo
duerme tan profundo, en mi cama mientras cojeo sin coordinación por el
pasillo.
Ninguna de las dos parece impresionada cuando abro la puerta.
London no dice nada en tanto pasa a mi lado con los tacones repicando
con la madera.
Harley suspira y sacude la cabeza cuando me mira. —Espero que
lo de anoche haya valido la pena.
La sigo por el pasillo y veo mi reflejo en el espejo. Mi cabello es un
desastre, todavía medio recogido en una coleta. Tengo los ojos
enrojecidos, hay líneas de almohada en mi cara y aún llevo puesto la
camiseta de dormir de anoche. Además, de repente me doy cuenta de que
solo me cubre el trasero un par de centímetros y de que no llevo sujetador
ni ropa interior.
La sala de estar es un desastre. La mesa del centro se halla llena
de restos de los bocadillos de la noche anterior, bolsas de papitas vacías,
un cuenco con envoltorios de chocolate y una caja de pizza vacía. Hay
trozos de palomitas de maíz aplastados en el suelo alrededor del sofá
donde normalmente me siento. Sobre la encimera de la cocina hay varias
botellas de cerveza vacías, una jarra de litro y medio de zumo de naranja,
que supongo que me habré bebido, y varios vasos de cerveza sucios.
London arruga la nariz ante el desorden y apoya el puño en la
cadera. —¿En qué pensabas cuando publicaste ese vídeo?
—Creo que tienes que retroceder un poco porque todavía no sé de
qué vídeo hablan.
Los orificios nasales de Harley se agitan y London levanta una
mano. —Anoche subiste un vídeo a la cuenta de Spark House en el que
despotricabas sobre las pajitas plegables y las tortugas, entre otras cosas.
—Eso ni siquiera tiene sentido. —Me devano los sesos, intentando
encontrar una razón para que las tortugas y las pajitas salgan a relucir
en la conversación.
—Independientemente de si tiene sentido o no, ¡la empresa que
estaba interesada en trabajar con nosotras se echó atrás en el trato! —
dice London.
—Espera, ¿qué? —Tardo unos segundos en entenderlo. Sobre todo,
con la niebla cerebral que tengo. Y entonces me doy cuenta de que
London se refiere a Go Green, la empresa con la que intentaba crear una
conexión de patrocinio.
—Go Green se ha echado atrás. Ya no nos van a patrocinar —dice
Harley en voz baja.
—No entiendo por qué se echarían atrás por una perorata sobre
pajitas plegables y tortugas.
—Porque dijiste que cualquiera que estuviera en contra de las
pajitas plegables era un adorador del diablo. Luego dijiste que poder usar
una pajita era más importante que salvar a las tortugas del daño
medioambiental que causan, que además es una de las iniciativas clave
que Go Green ha apoyado durante los últimos años —afirma London con
llanamente—. El director general encabezó toda la campaña sobre el
cambio a las pajitas de papel en los restaurantes a fin de evitar la muerte
innecesaria e inhumana de las tortugas.
—Oh. Bueno, eso no es bueno.
—No, realmente no lo es. Necesitábamos ese patrocinio después de
que perdiera el contrato con la asociación de exalumnos, y ahora
volvemos al inicio. —Se frota las sienes.
Me dan ganas de hacer lo mismo, teniendo en cuenta la forma en
que esto hace que mi cabeza palpite.
—¿Qué pasa aquí? —Declan aparece al final del pasillo, sin más
ropa que un pantalón deportivo gris. Tiene el cabello revuelto, pero en
lugar de parecer algo que ha arrastrado el gato, luce ridículamente
delicioso. Se pasa una mano por el cabello, destacando sus bíceps.
London ni siquiera lo mira. —Es un asunto de Spark House; no
tiene que ver contigo.
Declan se cruza de brazos. —En realidad, ya que vienen aquí,
atacando a Avery, en la que resulta ser nuestra casa, creo que sí me
involucra.
—Sabes qué, pensándolo bien, puede que tengas razón, porque por
lo que tengo entendido, ¡fueron tú y tus amigos los que la grabaron en
vídeo criticando las prácticas responsables con el medio ambiente y le
permitieron publicarlo en nuestras redes sociales para que todos
nuestros clientes lo vieran! —Los ojos de London brillan de ira.
Declan frunce el ceño. —¿De qué hablas? Nunca habría dejado que
Avery publicara un vídeo así.
—Bueno, alguien debió hacerlo, porque estuvo colgado en la cuenta
de Spark House durante horas antes de que nos diéramos cuenta de lo
que pasaba y lo retiráramos.
—Avery era un desastre. No pensé que realmente lo publicaría.
—¿Por qué grabarías un vídeo así en primer lugar? —pregunta
London.
—Sinceramente, fue un accidente. Avery seguía diciendo que tenía
cosas importantes que decir, y yo pensé que no estaba grabando, pero
supongo que sí. Debió enviárselo a sí misma sin que me diera cuenta...
No creí que fuera capaz de hacerlo teniendo en cuenta el estado en el que
se encontraba, así que no puedo imaginar que lo hubiera publicado
intencionadamente. —Declan me mira con preocupación.
London se aprieta el puente de la nariz. —Intencional o no, esto
nos costó un patrocinador enorme y algunas oportunidades increíbles
que, francamente, ¡nos vendrían muy bien ahora mismo!
—Quizá pueda hablar con el patrocinador y explicarle lo que ha
pasado —ofrezco.
—¿Qué vas a decir? ¿Que accidentalmente te comiste un montón
de brownies de marihuana, y que tu juguete sexual te grabó
despotricando sobre lo inconveniente que es no poder usar pajitas
cuando estás drogada? Eres quien ha estado presionando para la
expansión, Avery, y sin un patrocinador, eso no puede suceder. Apenas
nos mantenemos a flote.
—No podemos estar en tan mala forma. —Al menos yo no creía que
lo estuviéramos.
London mira a Harley y suspira. —Hemos tenido que rechazar un
par de eventos porque no podíamos realizarlos sin ti. Y dos posibles
clientes dependían de tener la financiación del patrocinio con Go Green.
Sin eso, cambian muchas cosas. Y antes de que lo digas, Declan, te he
dicho que pedir un préstamo es frívolo y no es inteligente para nuestro
balance final.
—Espera. ¿Por qué es la primera vez que escucho de esto? ¿De todo
de esto?
Declan se frota la nuca. —Quería decírtelo, pero London pensó que
no era una buena idea.
London levanta las manos en el aire. —¡Quería ser capaz de
arreglarlo! Quería demostrar que podía manejarlo por mi cuenta.
Declan levanta una mano. —Lo sé y lo entiendo, pero no ponerla al
tanto tampoco es precisamente útil.
—Esperaba que fuéramos capaces de hacerles recapacitar. —
London junta las manos, probablemente para no inquietarse ya que no
tiene esas tiras de estrellas que suele tener a mano—. Y no quería ponerte
bajo más presión cuando ya lidiabas con mucho.
—Si lo hubieras sabido, habrías querido volver al trabajo y se
habría retrasado tu recuperación. Puedes intentar negarlo todo lo que
quieras, pero todos sabemos cómo eres. —Harley toma mi brazo y me
lleva al sofá—. Tienes que sentarte; te ves pálida y lo último que
necesitamos es que te desmayes.
Me siento, avergonzada y frustrada por todo esto. Analizo todo lo
sucedido, y lo he empeorado porque anoche metí la pata e hice una
estupidez. —Mi diatriba debió de ser muy fuerte —murmuro.
Harley me frota la espalda, pero no responde a mi pregunta, lo que
supongo que es respuesta suficiente. —Declan, entiendo que este es tu
casa tanto como la de Avery, pero creo que nos vendrían bien unos
minutos a solas para resolver cómo vamos a seguir adelante.
Declan se dirige a mí. —¿Vas a estar bien?
Asiento.
—Estaré en mi habitación, pero si vuelvo a oír voces elevadas,
volveré a salir. —Se da la vuelta y camina por el pasillo, frotándose el
cuello.
Me vuelvo a tumbar contra los cojines. Siento la boca llena de
algodón, al igual que mi cabeza. —Debería ver este vídeo para entender
lo mal que se hallan las cosas.
Solo necesito unos treinta segundos antes de apagarlo. —¿Cuánta
gente vio esto antes de que lo sacaran?
—No tantas —dice Harley, desviando la mirada.
—Al menos unos cientos por lo que vi antes de poder sacarlo de las
redes sociales. Pero había capturas de pantalla, y creo que puedes ser un
meme...
Me froto la cara con la mano. No habrá una solución fácil para esto.
—Debería ir a explicar la situación. —Aunque no estoy segura de que
sirva de mucho, ya que estaba muy drogada. Podría culpar a los
analgésicos.
—Ya he llamado. Ya no les interesa trabajar con nosotras, y no
estoy segura de lo que haría falta para hacerles cambiar de opinión, así
que creo que tenemos que seguir adelante. Mientras tanto, estoy
buscando algunos grupos medioambientales sin ánimo de lucro que
nosotras podamos patrocinar o colaborar, para que nos ayuden a
controlar los daños. —London mete la mano en su bolso y saca una de
sus tiras de estrellas. Ni siquiera tiene que mirarla, simplemente empieza
a doblarla. Tiene bolsas bajo los ojos y, a pesar de estar arreglada, parece
ligeramente desaliñada. Odio verlas así de estresadas, todo por mi culpa.
—No puedo pretender saber lo difícil que debe ser todo esto para ti,
Avery —dice con suavidad—. Me imagino que debe ser un reto depender
de otra persona por completo, y tienes que estar luchando con la poca
actividad física que has estado haciendo, pero drogarte hasta la saciedad
con brownies de marihuana no es una buena alternativa, si tenemos en
cuenta el resultado final.
Me siento muy mal de que esto haya sucedido. —Tienes razón, no
tienes ni idea de lo que es esto para mí, pero todo fue un accidente, desde
los brownies de marihuana hasta el vídeo.
—¿Por qué siquiera había brownies de marihuana aquí? Te estás
curando de múltiples fracturas. ¿Y por qué demonios accedió Declan a
grabarte cuando te hallabas en ese estado? Debería haberse negado.
—Lo hizo, pero yo seguí insistiendo. —Tengo recuerdos muy vagos
de decirle que tenía cosas importantes que decir que no recordaría
mañana—. Y como he dicho, no tenía ni idea de que eran brownies de
marihuana, si no, no me habría comido cuatro y hecho el ridículo. Fue
un error, y lo siento, pero tienes que dejar de culparlo de todo. Declan no
es la raíz del problema. Te encuentras enfadada conmigo, pero es más
fácil estarlo con él.
London parpadea, sorprendida, y permanece en silencio durante
unos segundos antes de decir finalmente—: Sabes qué, tienes razón.
Estoy enfadada contigo. Todas nos estamos rompiendo el culo,
intentando que las cosas funcionen, ¡y tú estás aquí comiendo malditos
brownies de marihuana y deshaciendo todo nuestro trabajo duro! Todo
el mundo te complace a ti y lo que necesitas, yo incluida, y eso es
obviamente un error. Spark House es tu bebé. Estamos aquí tratando de
mantenerlo a flote, ¿y para qué? ¿Dónde está la maldita gratitud, Avery?
Es mi turno de estar sorprendida. Por un momento mi espalda se
endereza, al menos hasta que asimilo sus palabras. Y me doy cuenta de
que tiene razón. Puede que haga pequeñas cosas aquí y allá, pero son
solo dos en Spark House. Ya es bastante difícil cuando somos los tres. —
Lo siento mucho, London. Tienes toda la razón. Me he centrado en mí y
solo en mí. Eso tiene que cambiar. Déjame intentar arreglarlo. Por favor.
Sus hombros se relajan y le tiendo el brazo. Se acerca para
abrazarme, y es en ese momento cuando comprendo lo duro que ha sido
todo esto para ella, y lo mucho que dependemos entre nosotras.
London y Harley tienen que irse a Spark House porque, al igual que
todos los sábados, este fin de semana hay un evento. Miro fijamente al
techo, intentando averiguar qué voy a hacer exactamente con esta
situación.
No es lo ideal. London tiene razón al estar enfadada conmigo. Y
ahora veo que ha estado haciendo todo esto, no porque quiera a Spark
House como yo, sino porque siente que tiene que hacerlo. Y no es así
como quiero que sea.
El cojín junto al mío se hunde y la rodilla de Declan choca contra
la mía. —Lo siento mucho, Ave. No quería estropearte las cosas.
Si pudiera estirar la mano y tomar la suya, lo haría, pero se halla
sentado en el lado del brazo enyesado, así que me muevo y apoyo la
cabeza en su bíceps y el brazo enyesado en su muslo. Sigue llevando
pantalones deportivos, pero se ha puesto una camiseta. —Ya lo
solucionaremos. —No sé si es mentira o no, pero no quiero que se sienta
más culpable cuando soy totalmente responsable de que me haya
comportado como una idiota e hiciera una estupidez.
Sus labios encuentran mi sien. —¿Hay algo que pueda hacer para
arreglarlo?
—¿Sinceramente? No lo sé. London necesita algo de tiempo para
calmarse antes de que pueda sacarle alguna información. Lleva un
tiempo esforzándose en conseguirnos un patrocinio, y este parecía muy
implicado, por lo que es comprensible que esté decepcionada. Ni siquiera
recuerdo el vídeo, y mucho menos haberlo publicado, pero obviamente lo
hice.
—Sinceramente, pensé que no estaba grabando. Debería haberlo
borrado enseguida en lugar de dejar que lo vieras.
—No podías saber que lo publicaría. Es mi culpa por empujarte a
grabarlo en primer lugar. Sé lo difícil que es para ti decirme que no en
este momento. —Y me doy cuenta de que nadie quiere hacerlo, lo cual es
un problema en sí. Uno que estoy en condiciones de arreglar.
—Dijiste que querías soltarte y yo no quería arruinarlo. —Estira su
brazo sobre el respaldo del sofá y su mano se curva alrededor de mi
hombro—. ¿Saben tus hermanas lo que pasa entre nosotros?
Tengo que tener cuidado aquí, porque esta situación ya es un lío y
tengo más que suficiente en mi plato sin enviar a Declan a un estado de
pánico. —Harley más o menos adivinó que sucedía algo. Solo le dije que
estábamos siendo casuales al respecto.
—Bien. De acuerdo, sí. —Se queda callado durante unos segundos
y se me cae el estómago—. Probablemente no sea el mejor momento, pero
necesito decirte algo.
Me levanto para poder ver su rostro. Parece preocupado, y tal vez
un poco asustado. Un Declan asustado no es algo bueno. —¿Pasó algo?
¿Decidió que quiere salir con esa chica Becky, ya que las mamadas
y los manoseos ya no son suficientes? O quizás no está tan interesado y
piensa que deberíamos dejar de tontear.
Aparta la mirada. —Anoche dijiste algunas cosas que
probablemente no recuerdes.
—¿Qué tipo de cosas? —Lo único que puedo hacer es esperar que
no le dijera que lo amo. Antes de que empezáramos a salir, no me lo
habría pensado dos veces antes de decirlo. De hecho, solía decirlo todo el
tiempo, sobre todo cuando me traía mi comida favorita para llevar o hacía
algo lindo. Somos amigos desde hace mucho tiempo, y no hace falta decir
que lo amo. Y hasta hace poco lo habría puesto al mismo nivel que lo que
siento por mis hermanas, una especie de amor familiar y platónico. Pero
ahora todo es diferente.
Y ya no siento un amor platónico por mi mejor amigo. De hecho, si
soy sincera conmigo misma, es todo lo contrario; así que mi nivel de
pánico es muy alto, y ya estaba en niveles casi sónicos después de que
mis hermanas pasaran por aquí.
Declan suelta un suspiro. —Hiciste un comentario sobre que no
necesitabas un servicio completo delante de los chicos.
Me tapo la boca con la mano. —No lo dije.
Se encoge de hombros. —Sí, lo hiciste. Y luego hiciste algunos
comentarios un poco indiscretos sobre cómo esperabas otro orgasmo.
—¿Así que lo saben, entonces?
—Sí. Al igual que tus hermanas, ¿supongo? —Sale más como una
pregunta que como una respuesta.
Me muerdo la uña del pulgar, que necesita desesperadamente ser
limada o me la voy a arrancar. —¿Cómo ha ido eso?
Se encoge de hombros. —Tan bien como cabía esperar, supongo.
Están preocupados.
—¿Sobre qué?
—Por ti, sobre todo. No quieren que la cague, y ambos sabemos que
soy bastante bueno en eso. —Toma mi mano con suavidad y pasa sus
dedos por los míos para evitar que me arranque la uña—. ¿Por qué no te
las limo yo? Incluso, si quieres, puedo intentar pintarlas.
Es un desvío de una conversación pesada que Declan no quiere
tener. Todos sus miedos se acumulan en capas que le pesan. Es algo que
necesita ser abordado eventualmente, pero no quiero alterar el delicado
equilibrio. No ahora mismo. Lo que más me preocupa es que eso lo
entierre, y a nosotros con él. Seamos lo que seamos.
Señorita independencia
Traducido por AnnyR’
Corregido por Alessandra Wilde

Avery
En este momento estoy tumbada en el sofá con mi computadora
portátil y mi tableta para poder investigar y tomar notas al mismo tiempo.
Extraño mi computadora de escritorio y la pantalla dividida, pero los
yesos hacen que sentarme en una silla de computadora sea casi
imposible.
—¿Cómo va la investigación? ¿Quieres que tome notas por ti? —
Declan se sienta a mi lado en el sofá y mira mi pantalla.
—Nada mal. Tengo una lista corta de empresas en la zona que se
enfocan en el uso de productos reciclables y ecológicos que no dañan a
los animales a las que puedo contactar. Ya envié correos electrónicos a
algunas, pero creo que llamar al resto sería una mejor idea.
—¿Es más fácil que escribir correos electrónicos con una sola mano
o tener que editar los mensajes de voz a texto?
—Y es un poco más personal. Los correos electrónicos se pierden,
las llamadas telefónicas no tanto. Además, tengo tiempo, por lo que es
mejor que le dé un buen uso.
—Sí, tiene sentido para mí. —Hace girar un bolígrafo entre sus
dedos—. Así que necesito decirte algo.
—¿Qué clase de algo?
—¿Recuerdas esa enorme cuenta de la que te hablé hace un
tiempo?
Declan trabaja con muchas cuentas importantes. Spark House es,
en realidad, una de sus carteras de inversión más pequeñas. Ha recibido
un par de ofertas de clientes para gestionarlos de forma independiente,
pero le gusta la empresa para la que trabaja. —Seguro. ¿Qué pasa?
—Conseguí la cartera de Go Green.
—¡Oh, Dios mío! ¡Eso es increíble! —Go Green es una empresa
enorme, por lo que conseguir esa cartera es algo grande.
Asiente. —Lo es. Y aunque no puedo garantizar que pueda hacer
que vuelvan a aceptarlas, voy a ver si al menos puedo intentar que
analicen hacer negocios con Spark House.
—En serio, no necesitas hacer eso.
—Lo sé. Pero al menos puedo intentarlo. Sé lo mucho que esto ha
estresado a London.
—Oh, no, ¿todavía se encuentra molesta contigo? —Pensé que
había tenido tiempo más que suficiente para superar el enojo con Declan,
especialmente conmigo en recuperación.
—Está bien. —Levanta una mano—. No es un osito de peluche
cálido, pero tampoco un cactus espinoso. Se encuentra estresada porque
le gusta tener un buen amortiguador. Y al perder el contrato de la
asociación de exalumnos y el patrocinio, y al que te quedaras fuera de
servicio, las cosas se han ralentizado un poco.
—¿Son legítimas sus preocupaciones?
Declan sacude la cabeza y pasa el pulgar por mi nuca, como si
pudiera sentir la tensión repentina en mi cuerpo. Lo cual me doy cuenta
de que, probablemente, pueda. —No, solo creo que es cautelosa.
—Ha estado haciendo una doble labor. Y todas las cosas que
realmente no le gustan. Es muy buena hablando de negocios, pero si le
pides que resuelva un problema o que lidie con clientes emocionales o
que organice un evento, se pone muy nerviosa. Además, le encantan
todas las cosas creativas. Quizás más de lo que realmente me di cuenta.
—Señalo el tarro de cristal lleno de estrellitas que hace cada vez que
viene. Las deja amontonadas en la mesa auxiliar, y cada vez las meto en
el frasco. Se halla casi lleno ahora.
—Lástima que hacer estrellas de papel de origami no sea una forma
lucrativa de ganarse la vida.
—Bueno, en realidad, mira lo que armé. —Abro la página de la
tienda de Etsy en la que he estado trabajando para London en mi tiempo
libre.
Declan frunce el ceño y luego sus ojos brillan. —Espera, ¿London
hace todo esto? ¿Cuándo diablos tiene tiempo?
—La tienda no se encuentra activa. Y todos son prototipos de
centros de mesa que ha hecho a lo largo de los años. O cosas que hace
cuando se relaja y estamos viendo películas o lo que sea. Sé que no tiene
tiempo para preparar algo como esto, y probablemente no tiene tiempo
para trabajar en eso ahora mismo, pero pensé que podría hacerlo por ella,
y luego, cuando esté lista para presionar el botón, podrá hacerlo.
—Creo que esto es asombroso, Avery.
—Espero que le guste la idea. Y también quería hacer algo por
Harley, así que revisé su perfil de Instagram, no el de Spark House, sino
el personal. Siempre está probando las recetas favoritas de abue y
nuestra mamá y publicando fotos. Pensé que podría hacerle un libro de
cocina especial. No quiero que tengan que dejar de lado lo que aman por
lo que me pasó.
Besa mi sien.
—Las pequeñas cosas siempre significan más.

Seis semanas después del accidente, salgo del consultorio de la


doctora con un yeso menos. La doctora también se encuentra satisfecha
con lo bien que se va sanando mi pierna, por lo que el yeso solo llega
hasta mi rodilla ahora, y es un yeso para caminar, lo que significa que
moverme será infinitamente más fácil y rápido.
Declan me ayuda a subir al asiento delantero de su camioneta.
Tengo el brazo derecho débil, adolorido y rígido, pero es funcional y eso
es algo por lo que vale la pena sonreír.
—¡Estoy tan emocionada de tener un yeso para caminar! Esto
significa que podré volver a subir las escaleras por mi cuenta. Solo unas
semanas más y podré conducir. —Muerdo mi labio inferior, nerviosa y
ansiosa por ese desarrollo potencial. De hecho, podría conducir ahora si
quisiera, pero me sentiré mucho mejor cuando mi brazo esté más fuerte.
Si bien no puedo esperar a recuperar mi independencia, soy
consciente de que mi trastorno de estrés postraumático al conducir,
particularmente en la autopista y bajo la lluvia, es peor que nunca.
Afortunadamente, hay más de una forma de llegar a Spark House,
incluida una opción de camino secundario un poco más largo. Y tendré
a Declan o mis hermanas allí como apoyo hasta que me sienta segura
detrás del volante nuevamente.
—No te presiones demasiado, tan rápido, Ave. —Le da a mi muslo
un suave apretón.
—Me lo tomaré con calma. Es agradable poder finalmente
comenzar una rehabilitación real y moverme sin necesitar siempre ayuda.
—Sabes que no me importa.
—Lo sé y lo agradezco, pero no creo que nunca me haya
entusiasmado tanto la perspectiva de ponerme mi propio sostén.
Se ríe y sale del estacionamiento. Declan tenía un millón de
preguntas para la doctora sobre mi yeso para caminar, incluidas las
limitaciones y los ejercicios que debería hacer con el brazo que ya no tenía
yeso. Salió con una carpeta llena de información y un programa de
rehabilitación. Comenzaré la fisioterapia para mi brazo mañana y,
aunque soy consciente de que no habrá arcoíris ni rayos de sol, esto es
parte del camino hacia la recuperación.
—¿Crees que podríamos pasar por Spark House de camino a casa?
Me encantaría sorprender a mis hermanas. —Levanto mi brazo huesudo.
Necesito darme una ducha y lavarme la piel seca y escamosa, pero estoy
usando una camiseta de manga larga para que cubra la asquerosidad de
lagarto por ahora. Olvidé la rapidez con la que un músculo pierde su
masa cuando permanece inmóvil durante seis semanas.
—Sí, por supuesto. Estoy seguro de que estarán emocionadas de
ver que vas mejorando. —Me da otra sonrisa desconcertante mientras
nos dirigimos hacia Spark House.
Aprieto las manos en mi regazo para evitar morderme las uñas.
Declan, fiel a su palabra, las limpió y pintó para mí hace un par de días.
Probablemente fue la cosa más divertida y dulce que ha intentado hacer.
Siguió estropeándolo, pintando mi piel, quejándose de lo pequeña que
era la brocha, y de cómo podía alguien hacer esto sin manchar todo. No
es el mejor trabajo, pero seguro que se ven mucho mejor que antes, y
ahora no estoy tentada a arruinar mis cutículas. En cambio, quiero
raspar el esmalte hasta que se desprenda. —Tal vez en unos días podría
intentar conducir, una vez que mi brazo no esté tan rígido. —Ruedo mi
muñeca. Duele, tengo los músculos tensos y débiles por el desuso.
—Si quieres, seguro. Podemos tomar algunas carreteras
secundarias para que puedas volver a sentirte cómoda detrás del volante.
Pasé de un sedán a una camioneta todo terreno. Después del
accidente, decidimos reemplazar mi auto por uno más grande que me
hiciera sentir más segura.
Al inicio, la ansiedad por subir a un automóvil fue bastante intensa.
Ha mejorado mucho ya que Declan me ha estado llevando a citas de
aventuras. Me di cuenta del hecho de que hacía cada viaje un poco más
largo que el anterior y siempre lo terminaba con una parada en uno de
mis cafés o heladerías favoritas.
—El viaje a Spark House sería un buen comienzo. Tengo muchas
ganas de volver a trabajar a tiempo completo, y creo que una vez que me
sienta cómoda al volante de nuevo, será más fácil.
—Puedo llevarte hasta que estés lista para hacerlo por tu cuenta,
Ave.
—Sé que puedes, o mis hermanas pueden recogerme, o puedo
llamar a un Uber, pero tengo que ser capaz de funcionar por mi cuenta,
y depender de todos los demás para que me transporten frustra el
propósito.
Declan se inclina sobre la consola y me da un apretón. —Vamos a
dar un paso a la vez. Entiendo que quieras que las cosas vuelvan a la
normalidad, pero realmente no hay prisa.
—No puedes cuidarme para siempre.
Me suelta la mano para poder encender la luz direccional antes de
doblar de camino a Spark House. —Podría, pero dudo que me dejes.

Solo se necesitan un par de días para que la rigidez de mi muñeca


y mi codo se disipe y pueda recuperar algo de la fuerza de mi brazo. Claro,
se fatiga fácilmente, pero puedo lidiar con eso. Poder usar mis brazos y
manos es increíblemente mágico. Al igual que tener un yeso para
caminar. Todavía tengo que depender de mis muletas, pero hombre, es
muy agradable poder hacer cosas mundanas y normales como lavarme
el cabello. Aunque, no me opongo a dejar que Declan me ayude en la
ducha si tiene ganas de ofrecer su ayuda.
Por fin puedo volver a ponerme mis bragas bonitas sin destrozar el
elástico de la pierna izquierda. Ahora estoy de pie en mi habitación,
desnuda, rebuscando en el cajón de mi ropa interior en busca de mis
bragas lindas favoritas.
Esta tarde, Declan me llevará a Spark House para que pueda
trabajar unas horas en el lugar. Y voy a conducir parte del camino. Es la
primera vez, y estoy emocionada pero todavía nerviosa.
—Oye, Ave, ¿a qué hora querías ir a Spark House? Quizás podamos
detenernos y almorzar en el camino. Está bastante agradable afuera,
podríamos sentarnos en un patio, darle sol a ese brazo delgado y pastoso.
—Declan empuja mi puerta para abrirla, con los ojos fijos en el teléfono
que tiene en la mano.
Ha estado muy atento los últimos días. Pegajoso incluso. —Solo
tengo que vestirme y tal vez ponerme un poco de maquillaje.
—Genial. —Levanta la mirada y su dispositivo cae al suelo—. Oh,
hola. —Sus ojos recorren mi cuerpo desnudo en un barrido salvaje y
hambriento—. ¿Quieres ayuda con eso?
Sonrío. —Debería poder arreglármelas por mi cuenta.
—Correcto. Sí. —Se apoya en la jamba de la puerta, sin molestarse
en levantar el teléfono—. Tal vez solo supervisaré entonces, en caso de
que necesites mi opinión sobre qué ponerte para tu primer día de regreso.
Me vuelvo hacia mi tocador, una pequeña sonrisa tirando de la
comisura de mi boca. —¿“Supervisar” es el nuevo término para mirarme
el culo?
—Es un gran trasero. El paquete completo es realmente increíble.
—Se aparta del marco y cruza la habitación.
Me encuentro con su mirada inquisitiva y ardiente en el espejo. Tira
de mi cabello por encima de mi hombro y deja caer la cabeza, sus labios
rozan desde mi omóplato hasta el costado de mi cuello. Toma mi lóbulo
entre sus dientes, mordisqueando suavemente, provocando que una ola
de piel de gallina recorra mi piel. —¿Cuánto tiempo tienes antes de que
debas irte? —Su mano libre se envuelve alrededor de mi cintura y se
acerca a mí, su pecho presionando mi espalda. Baja la mirada para que
yo no pueda ver la vulnerabilidad que acecha allí, pero lo escucho en su
voz.
—No di una hora específica. —Inclino la cabeza más hacia un lado,
dándole más acceso a mi cuello.
—Mmm. —Su mano se desliza sobre mi estómago, las yemas de
sus dedos rozando la hinchazón de mi pecho, sobre mi clavícula y a lo
largo de mi garganta hasta que ahueca mi barbilla en su palma—.
¿Interesada en perder el tiempo?
Sus labios rozan el borde de mi mandíbula y me giro para
encontrarme con su boca. —Definitivamente estoy interesada —susurro.
Algo cambia entre nosotros, y hace que mi estómago se anude
cuando su lengua se desliza por mis labios. Me inclino hacia él, contenta
de tener el apoyo de mis muletas para mantenerme erguida.
Declan mantiene su brazo enrollado alrededor de mi cintura y me
levanta para que mis pies floten a centímetros del suelo. Mis muletas se
deslizan por debajo de mis brazos y traquetean. Con los labios aún
fundidos, me lleva a la cama. Nuestras bocas se desconectan el tiempo
suficiente para que me dé la vuelta y me ponga en el borde del colchón.
La cama aún está deshecha, las sábanas son un desastre debido a
mi sueño inquieto. Apoyo la mayor parte de mi peso en mi brazo
izquierdo, mucho más fuerte después de semanas de soportar mi peso, y
con cautela me dejo caer sobre mi codo derecho. Me duele, los músculos
no están acostumbrados a soportar mi peso, pero estoy decidida a
subirme hasta las almohadas por mi cuenta, y Declan lo sabe.
Me recuesto mientras se saca la camiseta por la cabeza y la tira al
suelo. Hace un trabajo rápido con sus pantalones deportivos, quedando
en un par de bóxers, su erección tensa contra el algodón negro.
Se sube a la cama y se estira a mi lado. Se ha vuelto automático
para él acostarse sobre mi lado derecho, pero ahora que tengo ambos
brazos nuevamente y mi yeso solo llega hasta la rodilla en lugar de todo
el muslo, no tiene que ser tan cuidadoso.
A lo largo de las semanas desde que comenzamos a ir por este
camino, me he encontrado anhelándolo más. Quiero la cercanía que trae
el ser íntimos de esta manera. Me encanta la forma en que mi corazón
late con fuerza y mi estómago se agita cada vez que me mira con deseo
en los ojos.
No es solo la forma en que me hace sentir, tan venerada, como el
centro de su mundo, sino los sentimientos que evoca en mí. Estar con
Declan es fácil, como respirar. Parece ser capaz de anticipar todas mis
necesidades, y me encanta que me ocurra lo mismo con él. Sé qué lo
enciende, qué botones presionar y cómo hacer que pierda el control.
Se mueve de su lugar a mi lado y se acomoda cuidadosamente en
la cuna de mis caderas mientras nos besamos, y muevo sus bóxers hacia
abajo, envolviendo mi pierna alrededor de su cintura, deleitándome con
el peso de su cuerpo presionándome contra el colchón.
Ambos gemimos al sentir su erección contra mí. En todas las
semanas desde que nos volvimos íntimos, nunca hemos tenido relaciones
sexuales. La incomodidad de tener el yeso parecía ser una razón
suficientemente buena para que se contuviera. Pero sospecho que hay
otras razones en juego. Y ahora cruzamos nuevas líneas, y pasar por
encima de esta, invariablemente cambiará las cosas aún más. De alguna
manera, me ha gustado esa línea invisible porque también estoy
asustada. Ser consciente de que quiero tener sexo con Declan significa
que tengo que reconocer cuán profunda es nuestra conexión.
Se empuja sobre su brazo, sus ojos brillan con calor y necesidad.
—¿Esta es una buena idea?
Bajo una mano por su espalda, colocando mi palma contra la base
de su columna vertebral y giro mis caderas. —Se siente como una gran
idea.
Deja caer la cabeza, acariciando mi cuello con su nariz y soltando
un gemido bajo. Sus dedos se flexionan, su pulgar roza el borde de mi
mandíbula. Su espalda sube y baja con cada respiración dificultosa, pero
no levanta las caderas ni me aleja. En cambio, se muele contra mí y hace
un ruido que suena en algún lugar entre deseo y tormento.
—¿Deck? —Giro la cabeza y presiono los labios contra su sien.
Su mirada dolorida y necesitada se encuentra con la mía. —No sé
si estás lista para esto. No quiero hacerte daño.
—Lo estoy y no lo harás. —Acaricio su mejilla, reconociendo que es
él quien necesita consuelo—. Hemos pasado semanas así.
Asiente, su lengua se arrastra por su labio inferior. —Solo quiero
cuidarte. No quiero detener esto, incluso si debería.
—¿Qué estamos haciendo aquí, Deck? —Es una pregunta a la que
he estado tratando de encontrarle respuesta por un tiempo, y la he hecho
una vez antes, pero he tenido demasiado miedo de abordarla de nuevo.
—Te deseo. Quiero estar contigo —dice en voz baja, la
incertidumbre y el miedo nadan detrás de sus ojos, emociones que
comprendo demasiado bien.
Hemos estado a salvo en una burbuja. Escondiéndonos del mundo
mientras sanaba. Declan siempre mantuvo el sexo y los sentimientos
separados, pero no estoy tan segura de que pueda hacer eso conmigo. Y
no quiero que lo haga.
—Quiero que estemos juntos. Quiero que seamos un “nosotros”. No
tenemos que etiquetarlo para todos los demás, solo podemos ser
“nosotros” juntos por ahora. —Me acaricia la mejilla con ternura—. Creo
que puedo ser bueno contigo. Quiero ser bueno para ti. —Hay mucho
peso en esas palabras. Es mucho más que una etiqueta construida
socialmente que le dice al mundo exterior quiénes somos el uno para el
otro. Es mi mejor amigo, ha sido mi roca durante años y en las últimas
semanas se ha convertido en mi todo.
Acerco su boca a la mía y nos besamos, suave y lento mientras nos
frotamos el uno contra el otro. Finalmente, cuando ambos estamos
jadeando y desesperados por más, agarra un condón de la mesita de
noche y lo enrolla por su longitud.
Sin embargo, no se posiciona sobre mí. En cambio, me reubica, así
que estoy sentada en su regazo, frente a él, con las piernas estiradas.
Apoyo mis antebrazos en sus hombros mientras me levanta con un brazo,
se coloca en mi entrada y me baja lentamente sobre su erección.
Mis ojos ruedan y gimo su nombre. Ha pasado tanto tiempo desde
que estuve conectada con alguien de manera tan total, física o emocional.
Y nunca ha sido tan intenso como esto.
—Te sientes tan bien, Ave. Tan jodidamente perfecta. —Me
balancea sobre su cuerpo, una subida lenta y constante a la cima y un
divino recorrido que nos sumerge en la dicha. Es suave, íntimo y
terriblemente real.
No solo lo amo. Estoy enamorada de él.
Etiquetas complicadas
Traducido por Nickie
Corregido por Alessandra Wilde

Avery
Dos semanas después de que me quitaran el yeso del brazo, el de
mi pierna también se va. Los músculos de mi pantorrilla se han atrofiado
tanto que parece que mi pierna izquierda pertenece a una preadolescente,
además tiene ocho semanas de crecimiento de vello.
No le digo a Declan que me lleve a Spark House luego de la cita
médica. En vez de eso, le pido que me lleve directo a casa.
Me encierro en el baño, lleno la bañera con burbujas, y me permito
llorar. Claro, me alivia que el yeso se haya ido, pero también me perturba
lo horrible que se ve mi pierna. Especialmente la cicatriz mucho más
larga y fea que atraviesa la parte externa de mi tobillo, del lado opuesto
de la original por la lesión que me hice jugando fútbol en la adolescencia.
Puedo lidiar con las cicatrices. Ya me he dado cuenta de que los
tacones no son una opción, al menos en el futuro próximo. Incluso
cuando pueda usarlos de nuevo, solo será para ocasiones especiales, y
claramente no serán los tacones aguja prestados de London. Nunca he
usado muchos tacones de todas formas, no sé porque me molesta tanto.
Tal vez porque he visto a las mujeres que Declan solía traer a casa
regularmente. Usualmente alguna extraña de un club nocturno, siempre
vistiendo ropa que mostraba su perfecto cuerpo de modelo. Incluso las
pocas mujeres que siguió viendo por más de un par de semanas (pero
nunca más de unos meses) siempre lucían perfectas y despampanantes.
Al menos en apariencia.
Ahora enfrento un largo camino de rehabilitación y, eventualmente,
dependiendo de cómo reaccione mi cuerpo, otra cirugía para remover los
tornillos y placas. Pero lo que más me asusta es mi relación cambiante
con Declan.
En los días previos a que me quitaran el yeso para caminar, ha
estado muy atento, peleando conmigo para que me tome las cosas con
calma cuando todo lo que quiero hacer es exigirme más. Lo que terminó
en más de una discusión. Pero en el pasado, uno de nosotros encontraba
una razón para salir a algún lugar a tomar un respiro el uno del otro,
ahora, terminamos la pelea en la cama.
Es estimulante y agotador.
Es aterrador.
Siento que, aunque estoy recuperando mi cuerpo, soy más
dependiente que nunca.
La única otra relación con la que puedo compararla es la que tenía
con Sam, pero incluso la conexión es muy diferente esta vez. Era joven,
ingenua, nueva a las emociones intensas y estaba dolorosamente
enamorada de él. Era la primera vez que amaba a alguien tanto.
Pero esto no es nada parecido. Declan y yo tenemos una década de
amistad como base. Me ha ayudado a superar tantos momentos difíciles,
y yo lo he visto a él en tantos. Lo amo. Es mi roca y mi lugar seguro y lo
ha sido durante años. Y ahora hay un cambio que no sé muy bien cómo
manejar. Es como si fuera mi otra mitad. Pero he visto sus patrones, los
he presenciado innumerables veces. Su difícil historia familiar y sus
problemas de confianza significan que hay una muy buena posibilidad
de que nos dirijamos al desastre, y esta vez el choche no va a terminar
con huesos rotos, mi corazón será la víctima.
Aun así, todas las noches lo invito a mi cama y a mi cuerpo, e
invariablemente a mi corazón. Todo lo que puedo esperar es haber llegado
al suyo también.
Ya sé que me ama. Solo que no sé si está enamorado de mí.
Acerco mis rodillas a mi pecho. Lo que hace que la izquierda cruja
y duela, y apoyo la frente sobre ellas, tratando de respirar luego de otra
ronda de lágrimas. No lloro mucho, pero siento que ahora que estoy a
punto de recuperar mi autosuficiencia, también estoy al borde de perder
algo.
—¿Ave, nena? ¿Estás bien? —Declan golpea suavemente a la
puerta—. Has estado allí un buen rato.
Tengo que aclararme la garganta, para que no parezca que he
estado sollozando en silencio. —Estoy bien. Saldré en un minuto.
—Tengo una copa de vino para ti, si te interesa. —El pomo de la
puerta gira—. ¿Ave? ¿Cerraste la puerta?
Respiro hondo, luchando por mantener la compostura. —Sí, saldré
pronto. Solo dame algunos segundos.
Le sigue un pesado silencio durante unos largos segundos. —De
acuerdo.
Exhalo un suspiro de alivio ante el sonido de sus pasos alejándose
por el pasillo. Uso dos cuchillas de afeitar para cortar el bosque que se
ha apoderado de mi pierna. Desaguo la tina y tengo que usar la silla para
terminar de lavarme el cabello y el cuerpo porque mi tobillo y rodilla en
recuperación no pueden soportar mi peso durante tanto tiempo, y no
quiero terminar resbalándome en la tina y rompiéndome algo más, o
necesitar más puntos de sutura.
Me tomo mi tiempo para secarme con una toalla y envolverme en
una gran bata mullida. Apenas abro la puerta del baño y Declan se
encuentra ahí, bloqueándome el camino.
—¿Nena? ¿Qué ocurre? —Sostiene mi rostro entre sus palmas—.
¿Has estado llorando? ¿Te duele algo? ¿Debo llamar a la doctora?
Sacudo la cabeza. Emociones estúpidas se apoderan de mí. —Es
mucho para asimilar. Tengo miedo del camino que tengo por delante.
—Todo estará bien. —Me envuelve en un abrazo—. Lo prometo
Quiero creerle, pero estamos a punto de dejar nuestra burbuja y
no sé qué nos depara el mundo exterior.
Me siento mal por siquiera tener ese pensamiento, porque cuando
salgo de mi habitación vestida con pantalones deportivos y una camiseta
vieja de mierda, lo encuentro en la sala de estar, con una gran cantidad
de comida y una botella de vino en la mesa de café.
Ha intentado replicar una tabla de embutidos como las que traen
mis hermanas, pero es la versión masculina con mucho queso, todas las
galletas saladas que pudo encontrar, algunas papitas, nueces y un
montón de barras de chocolate partidas. Y es absolutamente perfecto.
Hay una copa de vino blanco al final de la mesa y los almohadones
ya están colocados para mí, junto con mi edredón. Una botella de loción
corporal de lavanda descansa sobre su pierna. Se pasa las manos por los
muslos y se pone de pie cuando entro en su visión periférica. —Pensé que
tal vez te vendrían bien algunos mimos y quizás un poco de celebración.
Sé lo difícil que ha sido para ti no poder hacer todo tú sola.
—Esto es muy dulce, Declan, pero no debiste tomarte tantas
molestias.
—No fue ninguna molestia. Simplemente saqué un montón de
cosas de la despensa y las puse en la tabla de quesos como he visto hacer
antes a Harley. —Se muerde el labio inferior—. Y compré un par de
botellas de tu vino favorito. Sé que la mayor parte del tiempo lo único que
tenemos es cerveza, así que pensé que sería lindo. —Toma mis muletas y
me ofrece la mano.
—Es genial, Deck, gracias.
Por mucho que quiera volver a hacer todo por mi cuenta de nuevo,
soy consciente de que él también necesita sentirse necesitado, y debo
tener cuidado con cuanto presiono. Así que dejo que se preocupe por mí
mientras sigo haciendo lo que puedo para quitarle la carga.
Coloca mis piernas en su regazo y levanta la botella de loción. —
Pensé que podría masajear tus piernas mientras nos relajamos y vemos
la televisión.
—No tienes que hacer eso.
Me lanza esa mirada, la que solía mostrarme todo el tiempo cuando
se olvidaba de vaciar el lavavajillas o dejaba su ropa del gimnasio
sudorosa en la lavadora sin encenderla. —¿No quieres que lo haga?
No sé por qué estoy tan reacia a tener sus manos sobre mí cuando
ese ha sido mi deseo predominante durante las últimas semanas. —No
se ven muy bien en este momento, eso es todo.
Empieza la película y se estira para apagar la lámpara de la mesa
auxiliar. No es hasta que estamos casi sumergidos en la oscuridad que
levanta mis pantalones deportivos por encima de mis pantorrillas. Pasa
sus palmas suavemente por mis espinillas y las vuelve a bajar. La
izquierda, huesuda y poco desarrollada, también se halla hipersensible,
al haber estado protegida durante las últimas ocho semanas. Las yemas
de sus dedos se arrastran hacia abajo, enviando escalofríos a mi
columna.
Cuando llega a mi tobillo, mi primer instinto es alejarme, pero
coloca la palma de su mano sobre mi pie. —¿Está sensible?
—Sí. —Asiento y tomo un sorbo de vino, esforzándome por no
volverme loca.
—¿Te duele el tobillo? —Recorre las cicatrices de ambos lados.
—Es más como un dolor amortiguado. Se siente rígido por estar en
la misma posición durante tanto tiempo. Doblarlo no es natural ahora,
¿sabes? Necesitaré algo de tiempo para recuperar el rango de
movimiento, eso es todo.
—Estoy feliz de ayudarte con eso.
—¿En serio? —Lucho contra una sonrisa.
—Claro. —Presiona su palma contra la planta de mi pie y empuja
mi rodilla hacia arriba—. Trabajar en tu rango de movimiento es
definitivamente un deber de novio.
Su mirada se encuentra con la mía, amplia e insegura.
Es la primera vez que dice algo acerca de que esto sea una relación
real, y ni hablar de referirse a sí mismo como mi novio. No quiero alterar
el equilibrio, especialmente hoy. —¿Hay una lista de tareas que debería
conocer?
—Me la estoy inventando sobre la marcha. —Se da un golpecito en
la sien—. Obviamente, los orgasmos están en la parte superior de esa
lista. Ver comedias románticas incluso cuando hay un partido de
baloncesto, ayudarte con tu rango de movimiento, preferiblemente en
una situación multitarea en la que también te esté dando orgasmos
parece ideal. Ya sabes, matar dos pájaros de un solo tiro.
—Además, tú también obtienes algo.
—Ese es el punto. —Me besa el tobillo—. No quiero estropear esto,
Ave. No quiero arruinarnos.
—¿Por qué crees que lo harías? —pregunto con cuidado.
—Soy nuevo en esto. Con todo lo que implica estar en una relación.
—Hemos sido amigos desde siempre, Deck. Sé que lo estamos
llevando a un nuevo nivel, y obviamente hay diferencias entre ser solo
amigos y lo que somos el uno para el otro, pero eres demasiado leal para
hacer algo que pueda estropear lo que tenemos.
—No sé si Sam estaría de acuerdo con eso.
Nunca habla de Sam. Es casi como si nunca hubiera existido, por
lo que el hecho de que esté mencionando el tema ahora me pone nerviosa.
—Él no es realmente experto en el mercado de la lealtad, y no estoy
segura de qué tiene que ver con nosotros.
Se muerde el interior del labio, pensando un momento antes de
responder. —No tiene que ver. No directamente. No quiero poner nuestro
grupo de amigos en riesgo nunca, no como cuando Sam arruinó las
cosas.
—Eso no sucederá, Deck. Incluso si por alguna razón no
funcionamos como pareja, no quiero que te alejes de los chicos como
hiciste con Sam.
—Si me hicieran elegir un bando como él lo hizo, siempre te elegiría
a ti, pase lo que pase, incluso si no estamos juntos así —dice con
convicción mientras se mueve entre nosotros.
—¿Elegir bandos? ¿Qué quieres decir? —Me enderezo un poco.
—Mierda —suspira—. Olvidé que no sabías esa parte.
—¿Cuál parte? ¿De qué hablas?
—Cuando ustedes terminaron, me dijo que tenía que elegir entre
ustedes. Estabas tan herida por lo que había hecho y me encontraba tan
enojado con él por ser infiel. No fue difícil tomar una decisión en absoluto.
Te elegí a ti.
—No lo sabía. —Mi corazón se aprieta. Pero ahora todo tiene más
sentido, la forma en que lo eliminó de su vida y nunca miró hacia atrás.
—No quiero volver a verte herida de esa manera nunca más, Ave.
La sola idea me da un susto de mierda.
—Ninguna relación es perfecta, Declan. Todas tienen altibajos.
Vamos a tener discusiones, pelearemos como siempre lo hacemos y lo
superaremos, porque así somos. Seguimos siendo nosotros, solo que un
poco diferentes. —Estaba esperando una conversación como esta.
Conscientes de que le hemos estado dando vueltas al asunto, casi como
un animal salvaje, temerosos de que nos muerda si nos acercamos
mucho.
—Aunque es muy diferente. Nunca he hecho esto antes. —Pasa las
yemas de sus dedos arriba y abajo por mi espinilla—. Nunca me había
preocupado lo suficiente como para hacer esto antes. O no me permitía
hacerlo. Eres mi mejor amiga. No quiero hacer nada que pueda poner en
peligro eso, y me preocupa no tener la capacidad de no hacerlo.
—Solo porque no lo has hecho antes no significa que vayas a
estropearlo, Declan. En todo caso, serás demasiado cauteloso. Y eso está
bien. Creo que lo bueno es que nos conocemos muy bien y nos sentimos
lo suficientemente cómodos como para hablar cuando vemos que hay un
problema.
—Sí, supongo que es cierto.
—Iremos paso a paso, ¿de acuerdo? Si te preocupa algo, podemos
hablarlo. Eres mejor en esto de lo que crees.
Asiente, luego me mira tímidamente. —Tal vez cuando te sientas
con ganas, podría llevarte, ya sabes, a una cita real con una cena y unas
copas en un buen restaurante. Puedes ponerte ese vestido de London,
pero para mí esta vez.
—Esa noche se siente como hace un millón de años. Qué pérdida
de tiempo y esfuerzo fue esa cita. —Me relajo contra los almohadones,
suspirando mientras me masajea la parte posterior de la pantorrilla—.
Desearía haberme quedado en casa para ver el partido contigo y con los
chicos.
—Sí, yo también —dice en voz baja—. Las cosas podrían haber
resultado muy diferentes.
—¿A qué te refieres?
—Creo que me decepcionó un poco que hubieras arreglado una cita
y nunca me lo dijeras. —Su mirada cambia de dirección—. Supongo que
fue inesperado.
—¿Por eso saliste? —pregunto, tratando de entender qué impulsó
sus decisiones.
Levanta un hombro. —De todos los errores que me gustaría poder
deshacer, ese me perseguirá por el resto de mi vida.
De vuelta al juego
Traducido por Ivana
Corregido por Jadasa

Avery
—¿Quieres conducir esta mañana? —Declan hace girar las llaves
en su dedo. Viste un impecable traje negro y se ve ridículamente delicioso.
Corro las cortinas a un lado y me asomo por la ventana. Está
nublado, pero aparte de eso, el clima es agradable. Mi confianza al volante
aumenta todos los días, pero todavía tengo problemas para apañarme
con la lluvia. Espero superarlo más temprano que tarde.
—Claro. Puedo hacerlo. O tomar un Uber. Probablemente sea más
fácil para ti.
—No tengo una reunión hasta las nueve, y sabes que no me
importa.
—Bien. Gracias, te lo agradezco mucho. —Me pongo el bolso sobre
el hombro y lo sigo por el pasillo.
Mi vaso de café para llevar ya me espera junto a la puerta. Así como
un sándwich. Durante las últimas dos semanas desde que me quitaron
el yeso, nos adaptamos a una nueva rutina a medida que vuelvo a
trabajar a tiempo completo en Spark House. Nos alternamos haciendo el
desayuno por la mañana.
Nos dirigimos al estacionamiento y me acomodo en el asiento del
conductor, reviso los espejos y ajusto el asiento, ya que mis piernas son
significativamente más cortas que las de Declan, antes de ponerlo en
marcha y dirigirme hacia la salida.
—¿Todavía estás de acuerdo con que los chicos vengan mañana
por la noche? —pregunta una vez que salgo a la calle.
—Por supuesto. Cuanto más nos vean juntos, menos incómodas
serán las cosas, ¿verdad?
—Sí. Eso creo, de todos modos. Quizás si Mark termina saliendo
con esa chica Sabrina de nuevo, podríamos hacer algo en parejas. Como
una cita para cenar o similar, ¿si eso te interesa?
—Podría ser bueno, pero teniendo en cuenta cómo van las cosas
con Jerome y Stephanie, podría quedar soltero más temprano que tarde.
—Jerome lleva meses sintiéndose indeciso sobre esta relación, pero han
estado juntos durante un año, y sus familias se agradan y se llevan bien,
así que estuvo intentando superarlo. El problema es que Jerome quiere
una familia, y Steph preferiría tener un perro o tres.
—¿Podemos sacar el tema cuando vengan? ¿Ver cómo se sienten al
respecto? ¿A menos que quieras que deje un mensaje en el grupo? —
ofrece Declan.
—¿Quizás sea mejor hacer eso? ¿Solo para tantear las cosas?
Los muchachos parecen estar manejando bien la nueva dinámica
en el grupo, aunque no ha sido perfecto. No ha cambiado mucho en la
forma en que interactuamos entre nosotros, pero hay una nueva arista
en nuestras noches de reunión, con Jerome y Mark un poco inseguros
sobre dónde se encuentran los nuevos límites. Lo entiendo, porque estoy
igualmente insegura y no quiero crear tensión cuando no es necesario.
—Enviaré un mensaje más tarde esta mañana y tantearé el terreno.
¿Suena bien?
—Funciona para mí sí también lo hace para ti.
—Definitivamente funciona para mí. —Declan tamborilea con los
dedos en la consola central—. Parece que London está de acuerdo en
trabajar conmigo otra vez. Programó una conferencia telefónica para
discutir la cartera de Spark House.
Sonrío, feliz de que las cosas se estén arreglando con mi hermana.
Después de darme cuenta de lo mucho con lo que lidiaba y en lo enfocada
que estuve en mí misma y en nadie más, hice un esfuerzo coordinado
para quitarle las cosas que le causaban más estrés, como las llamadas
de los clientes y los seguimientos. Ni siquiera le pido permiso, ya que sé
que simplemente me diría que ella se encargará. La verdad, esas cosas
no me molestan; pero consumieron mucha de su energía mental. Y ahora,
conmigo de vuelta al trabajo, luce menos como una bola de estrés. —No
se enojó contigo, sino conmigo, pero me alegro de que las cosas
finalmente hayan vuelto a la normalidad.
—Yo también. —Aprieta mi pierna—. Se acerca un evento y Go
Green estará allí. Voy a nombrar a Spark House y ver si puedo hacer que
reconsideren el patrocinio.
—No arriesgues tu cuenta por eso. —Tampoco quiero emocionarme
en caso de que no pase nada—. Además, hice un buen progreso con un
par de reservas naturales locales. Van usar Spark House para organizar
una cena benéfica en la primavera. Y London logró contactar con una
empresa de suministros ecológicos para fiestas, así que ese es otro gran
paso.
—Me alegra escucharlo, pero si puedo hacer que lo reconsideren,
sería increíble en muchos aspectos, ¿verdad?
—Por supuesto. Aprecio mucho que lo intentes. —Esperaré
sentada, pero es bueno que esté dispuesto a hacerlo, ya que cualquier
intento de comunicación de mi parte se ha encontrado con una cortés
negativa a recibir una llamada.
Llego al camino de entrada de Spark House y estaciono frente a la
entrada principal. Ambos nos bajamos y Declan se encuentra conmigo
en el centro del capó, acercándome para un beso semi casto antes de
volver a la camioneta para ir al trabajo.
Esta mañana Spark House se halla en silencio, la oficina vacía, con
solo un par de empleados limpiando o preparándose para el evento de
este fin de semana. Hoy, London tiene una reunión en otra parte; y Harley
se encarga de la preparación del evento en el que estuve involucrada
hasta que ayer me notó cojeando. Los últimos días han estado húmedos
y el clima parece afectar mi tobillo, así que hoy voy a encargarme del
papeleo, que no es mi parte favorita del trabajo, pero sigue siendo
necesaria.
Miro dos veces cuando aparece un nuevo correo electrónico en la
parte superior de mi bandeja de entrada de Spark House, el nombre del
remitente me toma desprevenida. Hago clic para abrirlo, seguro que tiene
que ser una especie de coincidencia rara o un extraño error, pero no lo
es. No he tenido noticias de Sam en mucho tiempo. No directamente, en
todo caso.
Cuando terminó las cosas, quedé destrozada y no podía manejar
ningún tipo de comunicación. Su engaño fue una gran traición, y no era
algo de lo que realmente pudiera recuperarme. Con el tiempo, vi que el
hecho de que termináramos fue lo correcto, incluso si las formas no lo
fueron. La relación carecía de equilibrio y él siguió adelante, así que yo
también.
Mucho ha cambiado desde entonces. Pero todavía me impacta ver
un correo electrónico de su parte. Lo último que supe, a través de las
redes sociales, fue que se casó. Terminó con la mujer por la que me
abandonó, y sinceramente esperaba que se hubiera mantenido fiel a ella
de un modo que no lo hizo conmigo.
Hago clic en el correo electrónico y leo el contenido. En la parte
inferior hay un número de contacto. Lo cierro y gestiono algunos más,
tratando de decidir qué debo hacer con el correo electrónico de Sam, si
es que hay algo que hacer. Sin embargo, la decisión de reunirme con Sam
la hacen por mí, cuando hago una llamada de seguimiento a uno de los
posibles patrocinadores y me dicen, por lo que parece ser la millonésima
vez consecutiva, que no creen que seamos los indicados, y que volvamos
a intentarlo en la primavera.
Cinco minutos después recibo un mensaje de London, su mal
humor se refleja en los emojis de cara triste porque su reunión tampoco
salió como lo planeó.
Dos horas y una llamada telefónica después, me encuentro al
volante de la vieja camioneta que tenemos en Spark House. Se usa
principalmente para mover cosas por la propiedad, pero funciona bien.
Todavía se encuentra un poco nublado, pero el sol sigue asomándose a
través de las nubes, aliviando algo de mi ansiedad por el viaje de una
hora.
Sin embargo, sigo sintiéndome nerviosa, en parte porque ha pasado
mucho tiempo desde que vi a Sam cara a cara, y también es la primera
vez que conduzco tan lejos por mi cuenta desde el accidente. Me detengo
a mitad de camino para ir al baño porque tomé un litro y medio de agua
debido a que tenía la boca seca.
Llego a Beaver Woods, el campamento de aventuras para adultos
que Sam y su esposa, Lisa, estuvieron dirigiendo en los últimos años.
Investigué un poco después de leer el correo electrónico y emprendí una
sigilosa aventura por las redes sociales. Sam y Lisa incluso tuvieron una
niña. No dolió verlos juntos. Ha pasado tanto tiempo desde nuestro
tumultuoso final, y ahora estoy en un lugar mucho mejor.
Beaver Woods se encuentra en medio de un valle rodeado de
bosques y senderos tranquilos para caminar. Pero la mejor parte es el
increíble lago con la playa de arena y el parque acuático para adultos. Al
menos eso es lo que promocionan los videos en el sitio web. Ahora hace
demasiado frío para practicar deportes acuáticos, pero en los meses de
verano probablemente es increíble. Estoy a punto de descubrir por mí
misma si es cierto. Conociendo a Sam, es cien por ciento preciso.
Miro mi reflejo en el espejo retrovisor, aplico otra capa de bálsamo
para labios; no llevo brillo conmigo y, de todos modos, no es algo que me
pondría, aparte de una noche de evento o una cita. Si lo tuviera conmigo,
podría considerar ponerme un poco de corrector debajo de los ojos.
Anoche, Declan y yo nos quedamos despiertos más tarde de lo que
deberíamos, disfrutando demasiado del otro, basado en el dolor en mis
cuádriceps y la tensión en mis pantorrillas.
Exhalo un suspiro tranquilizador y me recuerdo a mí misma que el
pasado está en el pasado. Soy independiente y autosuficiente, y ya no
dependo de otra persona para mi felicidad. Sam y yo hemos seguido
adelante. Y, con suerte, si todo va bien, podemos empezar de cero, como
socios comerciales.
Se encuentra casado y tiene una familia; y yo estoy en una relación
comprometida. Declan y yo somos felices, incluso si estamos evitando la
difícil discusión sobre el futuro y lo que podría depararnos.
Sacudo la cabeza, sin querer seguir pensando en eso justo antes
de ver a mi ex y la única persona que ha sido el completo dueño de mi
corazón hasta Declan. Irónicamente, tengo demasiado miedo de que, si
le digo a Declan, si me inclinara a admitir la verdad, de que estoy
enamorada de él, podría afectar nuestra relación. No quiero alterar el
frágil equilibrio que tenemos, y soy muy consciente que, en el pasado,
cada vez que él tenía la mínima corazonada de que una de sus “novias”
se hallaba a punto de dejar caer la bomba del “te amo”, indicaba el beso
de la muerte para esa relación. Me gustaría pensar que somos diferentes,
porque nuestra relación se construye sobre una base sólida de amistad,
pero no estoy segura. Así que me he estado aferrando a esos
sentimientos, esperando que tal vez lo diga primero.
Estaciono frente al alojamiento principal. Es una hermosa y
enorme cabaña de troncos tallada, con postes gruesos y sillas de jardín
que recubren la cubierta delantera. Apenas estaciono la camioneta
cuando la puerta principal se abre y Sam baja a recibirme.
No ha cambiado mucho a lo largo de los años, el mismo cabello
corto cubierto con una gorra de béisbol, los mismos ojos azules y una
amplia sonrisa, aunque actualmente hay un poco de tensión detrás de
ella. Viste un par de pantalones cargo color caqui, una camiseta de
manga larga y un chaleco. Los recuerdos de nuestro tiempo juntos, casi
dos años de amor que terminaron en amargos arrepentimientos y mi
corazón roto, obstruyen mi garganta y humedecen las palmas de mis
manos.
—Oye. Hola. —Me limpio las manos en los pantalones y extiendo
una, sintiéndome ridículamente incómoda. Quizás esta no fue la mejor
idea.
Observa mi mano extendida por un momento antes de envolverla
en la suya. Me alivia que el contacto se encuentre con una curiosidad
benigna de mi parte y nada más. No hay sentimientos persistentes de
tristeza, todo lo que me queda es la decepción por la forma en que manejó
el final de nuestra relación.
Suelta mi mano y da un paso atrás, dándome espacio. —Te ves
genial, Ave. ¿Cómo estás? Cuando vi que tuviste un accidente, casi llamo,
pero no sabía con certeza si querrías saber de mí.
No comento sobre no querer saber de él. La verdad, la única razón
por la que estoy aquí es porque siento que le debo algo a London. —Estoy
bien, gracias.
Se mete los pulgares en los bolsillos. —Eso es bueno. Me alegro.
Yo, eh... contacté a Mark hace un tiempo, solo para saber cómo estabas.
Dijo que eras fuerte y te recuperabas bien. Parece que eso es cierto. —Se
muerde la comisura de su boca.
Esto es tan incómodo. —Mark nunca lo mencionó.
Sam se frota la nuca. —No me sorprende. No le emocionó mucho
saber de mí. Él, eh, mencionó que tú y Declan vivían juntos.
—Sí. Vivimos juntos desde hace par de años.
—Oh. Guau. Eso es, eh... no parecía que fuera a sentar cabeza. —
Se ríe torpemente.
—La gente cambia. Ha invertido en hacer que funcione. —Al menos,
eso espero.
—Eso es bueno. Me alegro. Siempre sintió algo por ti, aunque no
quería reconocerlo. —Su sonrisa es triste—. Y tal vez tú tampoco, en ese
momento.
—En aquél entonces, yo ya estaba en una relación comprometida.
—Arqueo una ceja.
Sam asiente y aparta la mirada en tanto gira su anillo de bodas
alrededor de su dedo. —Lamento la forma en que terminaron las cosas.
Podría haberlas manejado mejor. Fue injusto y en absoluto un testimonio
de lo que teníamos. Debería haber terminado contigo antes de comenzar
cualquier cosa con Lisa, pero me encontraba en negación y,
sinceramente, no quería lastimarte. —Cuando su mirada regresa a mí, se
halla llena de tristeza y pesar—. Sé que traicioné tu confianza, te
traicioné. Si pudiera, volvería y manejaría las cosas de un modo diferente.
No espero que mejore la manera con la que lidié nuestra ruptura, pero
no era mi intención enamorarme de Lisa.
Siento el peso de esas palabras en mi corazón. —No puedes evitar
de quién te enamoras, Sam, o cuándo sucede. ¿Hubiera sido mejor para
ambos separarnos antes de que siguieras adelante? Por supuesto, pero
sé por qué no lo hiciste, y reconozco mi propio papel en esa decisión. Me
aferraba a algo que jamás iba a funcionar. Era dependiente e insegura
por una razón; porque, aunque no quería enfrentarlo, la verdad es que
no estábamos destinados a estar juntos como tú y Lisa. Necesitabas estar
allí, y ahí fue donde conociste al amor de tu vida. Así que agradezco tus
disculpas y que asumas la responsabilidad de tus acciones, pero ambos
éramos jóvenes y nos encontrábamos descubriendo la vida.
—Sin embargo, no excusa mis acciones.
—He seguido adelante con mi vida, y tú también. El pasado quedó
en el pasado. Dejémoslo ahí.
—De acuerdo. Puedo hacer eso.
Han pasado años sin un cierre real, por lo que es bueno tenerlo
finalmente, especialmente en este momento, donde trato de abrirme paso
en una nueva relación con alguien con quien ya tengo un historial.
Se siente como si un peso que cargaba finalmente se hubiera
levantado. Cambio de tema, con ganas de llevar la conversación a una
nueva dirección. —Mencionaste querer colaborar en algunos
campamentos de aventuras invernales. ¿Quieres mostrarme los
alrededores? He visto algunos de tus videos, pero sería bueno ver cómo
funcionan las cosas aquí para poder tener una mejor idea de lo que
quieres y cómo podríamos asociarnos contigo.
Hoy me tomó por sorpresa su correo electrónico, pero llegó en el
momento perfecto, especialmente después de la revisión financiera de
London. Beaver Woods es bien conocido y trabajar con ellos podría
ayudar a ampliar nuestro alcance y brindarnos algunas oportunidades
nuevas y valiosas.
—Por supuesto, hagamos un recorrido por los terrenos y podremos
compartir algunas ideas para nuestro programa de invierno. Estamos
tratando de equilibrar el ambiente de actividades al aire libre con un poco
de trabajo en equipo y algunas opciones de campamento un poco menos
intensas.
A medida que Sam me muestra el campamento, considero que
nuestra ruptura hace tantos años fue inevitable. Necesité verlo para
darme cuenta de que me enamoré de la idea de nosotros, no de la
realidad.
Dependía de Sam de maneras que no me percaté hasta que nuestra
relación terminó. Buscaba alguien que llenara los agujeros de mi corazón
tras la muerte de mis padres, y desafortunadamente aprendí por las
malas que la dependencia no es una buena manera de lograrlo.
Ambos estamos en lugares mucho mejores ahora que en ese
entonces. Al menos eso parece.
El campamento es fantásticamente increíble. Hay plataformas con
carpas enormes para que accedan cómodamente seis personas y un
puñado de cabañas para retiros de parejas.
—Cómo puedes ver, con lo único que luchamos es con la
calefacción en invierno. Podemos mantenerlo caliente y estamos
considerando la posibilidad de las yurtas4, pero son una inversión
costosa y pasarán un par de años antes de que tengamos el capital para
hacer esas compras. No me importa que disminuya el ritmo en el
invierno, pero algunos campistas y otras empresas han pedido retiros de
invierno. No estoy seguro de cómo te sentirías acerca de la unión de
recursos para desarrollar un programa de aventureras en invierno.
—¿Estás pensando en un par de noches en carpas? ¿Luego un viaje
en autobús para pasar unos días de aventuras en la nieve con la
comodidad de habitaciones y plomería interior que no requiera zapatos
de nieve para llegar?
—Exacto. Creo que la mayoría de la gente puede soportar uno o
dos días en las tiendas de campaña, pero un campamento de formación
de equipos de una semana en el que te quedes congelado solo atrae
realmente a los campistas expertos.
—Esta campista de lujo puede entenderlo por completo. —Me
señalo y ambos nos reímos—. Definitivamente creo que esto podría
funcionar. ¿En cuántas semanas piensas?
—¿Quizás cuatro para empezar? Podríamos dividirlos dependiendo
de su horario. Supongo que, si podemos reservar algunas semanas
durante los meses más fríos del año, entonces podemos empezar a
planificar los programas ahora. De esa manera, tendremos tiempo para

4 Tiendas de campaña que se construyen con una tela gruesa.


poner en marcha el marketing y atraer a las partes interesadas. Siempre
y cuando tus hermanas estén de acuerdo con eso, y Declan, por
supuesto.
—Creo que a London y Harley les va a encantar esta idea.
—Ninguna me tuvo mucho cariño después de la ruptura. —Se frota
la nuca—. Y las últimas palabras que intercambié con Declan no fueron
agradables. No quiero causar problemas.
No sé todos los detalles, pero por lo que Mark y Jerome dijeron,
Declan se enfadó muchísimo con Sam cuando descubrió que me estuvo
engañando. Hubo palabras duras y algunos golpes.
—Pasó hace casi una década, estoy segura de que, si yo lo superé,
ellos también deberían hacerlo. —Por lo menos, eso espero—. Permíteme
presentarles la idea a mis hermanas y hablar con Declan.
—Creo que probablemente sea una buena idea. Gracias por venir.
Sé que han pasado años y que debería haber contactado hace mucho
tiempo, pero simplemente... no sabía cómo hacerlo.
—Está bien. Yo también podría haberme contactado. No era el
momento adecuado.
Todas las formas de crear un desastre
Traducido por Dannygonzal
Corregido por Alessandra Wilde

Declan
—¿Cuánto es el saldo que les deben por el paquete de la boda y la
despedida de soltera? —Paso el bolígrafo entre mis dedos y repaso las
hojas de cálculo de Spark House.
—Cuarenta mil, pero la mayor parte de ello ya se ha gastado, así
que tendrá que ir directamente al pago del próximo evento y con suerte
podré recuperar lo usado del fondo para la fuente. —London se encuentra
en altavoz y su frustración es evidente en su tono.
—Y si eres capaz de hacer eso, ¿estaremos a cinco mil de poder
hacer que eso pase? —Sigo tratando de encontrar formas creativas de
hacer que lo de la fuente suceda, pero resulta casi imposible sin sacar de
su fondo de caja chica. Aunque esa cuenta parece estar llena de efectivo,
es fluida, el dinero va y viene con la misma rapidez para el próximo evento
que van a organizar.
Avery tenía la esperanza de poder restaurar la fuente antes de que
su abuela regresara de Italia, justo antes de su cumpleaños número
setenta y cinco. Y London, siendo London, no quiere defraudar a su
hermana. Y a mí me gustaría volver a ganarme la simpatía de London
haciendo que eso pase.
—Si no tenemos que retirar dinero de él, sí. Pero se vienen dos
bodas más este otoño y tendremos que hacer depósitos, así que hay una
buena probabilidad de que tengamos que volver a utilizarlo.
Me muevo en mi silla y paso a través de algunas hojas de cálculo,
tratando de encontrar dinero que no se halla allí. —Así que, a menos que
puedan asegurar un patrocinador o atraer un cliente que gaste mucho
en varios eventos, no estoy seguro de que vayan a ser capaces de
restaurar la fuente antes que la abuela regrese.
London suspira. —Eso es lo que supuse. No deseo decirle a Avery
que tenemos que posponerlo.
He tenido algunas llamadas durante los últimos días con Go Green,
y he hecho algún progreso, pero no quiero decirle nada a London o Avery
hasta que tenga algo concreto. Parece que el director ejecutivo necesita
firmar un patrocinio y no ha tenido tiempo de darle una mirada a eso. —
De acuerdo, déjame revisar de nuevo los números y veré si hay alguna
inversión a corto plazo en la que podamos entrar. Te volveré a contactar
en un par de días.
—De acuerdo. Suena bien. Aprecio que trates de ayudar a
encontrar una solución.
—Es lo menos que puedo hacer, London.
—Gracias. —Termina la llamada. Me paso las manos por el cabello
y me recuesto en la silla, mirando el techo.
Mi teléfono suena y verifico la identificación de quien llama antes
de responder. —¿Qué pasa, J?
—Hola, hombre, ¿aun estás en el trabajo?
—Sí. Terminando, ¿qué pasa? —Las cosas con los chicos estaban
tensas al principio después de que la relación entre Avery y yo se hizo
pública, pero hablamos en un juego de squash, durante el cual Mark y
Jerome apuntaron hacia mis bolas, y desde entonces las cosas han
estado regresando a la normalidad.
—¿Quieres ir por una cerveza? Estamos a un par de cuadras, en
Phinn McCool.
—¿Qué hacen allí?
—Tuve almuerzo de negocios que se extendió toda la tarde y Mark
se pasó por aquí del trabajo camino a casa.
Miro mis mensajes. Tengo uno de Avery diciendo que va a llegar
tarde del trabajo y que no me preocupe por su cena. No he salido solo
con los chicos desde nuestra charla en el squash. —Sí, seguro, debería
estar allí como en quince.
Termino con mis correos electrónicos y me dirijo por la calle hacia
el bar. Jerome y Mark se encuentran en una cabina, el reflejo del juego
reproduciéndose en la pantalla del televisor sobre ellos. Me deslizo al lado
de Jerome e intercambiamos una ronda de saludos, y le ordeno una
cerveza al camarero.
—¿Cómo va todo? —pregunta Jerome.
—Bien. Es un cambio estar de regreso en la oficina todo el día.
Estaba acostumbrado a mi uniforme de pantalones deportivos y
camisetas.
—Lo apuesto. ¿Cómo lidia Avery con el regreso a tiempo completo
en Spark House? —Mark gira su cerveza en su vaso.
—Conocen a Ave, le gusta hacer todo a mega velocidad, así que
para cuando llega a casa, se encuentra hecha polvo. —Últimamente se
desmaya frente al televisor a las ocho—. Por lo demás, le va bien.
—¿Y ustedes dos? ¿Cómo van?
—Bien. Estamos bien. Está eh…
—¿Bien? —proporciona Jerome.
Mark y él intercambian una mirada y Mark se ríe, pero suena un
poco tensa.
—¿Pasa algo?
—No, hombre. Nos alegra que las cosas estén bien. —Jerome mira
la televisión al otro lado de la habitación.
—Suena como si hubiera un pero ahí.
—Ningún pero —dice Mark—. Es más que todo este cambio ha sido
algo difícil. Que Avery regrese a trabajar tiempo completo, y tú también.
Nuevo estrés, nueva dinámica para la relación, eso es todo.
—Básicamente todo está regresando a la normalidad. —Tomo otro
trago de mi cerveza.
—Quieres decir en el sentido en que Avery va sanando y los dos
trabajan de nuevo los cinco días a la semana, si no es más para Avery.
Eso puede ser difícil en una relación, cualquier relación, y realmente no
sabemos en dónde se encuentran parados ustedes dos. Parece bastante
serio, y supongo que solo estamos preocupados.
—¿Sobre qué?
—Sobre cómo van a funcionar las cosas a largo plazo. Esta es la
relación más larga que has tenido con alguien. —Mark me da una
pequeña sonrisa de preocupación—. Usualmente tan pronto como los
sentimientos se involucran, sales por la puerta, pero no puedes hacer eso
con Avery, porque viven juntos.
Puedo sentir mis defensas levantándose, más porque tiene razón.
Eso es exactamente lo que hago en general, y no quiero admitir que ahora
que Avery se encuentra de regreso en el trabajo y que yo también, me
preocupa cómo van a desarrollarse las cosas.
Avery pasa afuera todo el día. Lejos de mi vista por bastante tiempo.
Es difícil no preguntarme qué es lo hace todo el tiempo y resistir la
urgencia de contactarla. No es que no confíe en Avery, es más que creo
que nunca he estado alrededor de relaciones sanas para siquiera saber
cómo es una. Mi papá se acostó con su secretaria, y mi mamá fue a sus
espaldas y durmió con su mejor amigo en venganza. Fue un caos, una
forma no sana de crecer, llena de paranoia y revanchas.
Cualquier intento que alguna vez he hecho para tener una relación
real, básicamente arde en llamas, generalmente porque comienzo a
preocuparme y no puedo manejar toda la paranoia que eso trae. Nadie
quiere estar con alguien que los sofoque. Hasta ahora, no he tenido que
lidiar con todos mis problemas de confianza porque Avery y yo hemos
estado juntos básicamente veinticuatro siete. Pero ahora ambos
regresamos al trabajo a tiempo completo, y reconozco que no podemos
continuar estando juntos tanto tiempo.
Sin embargo, no digo nada de eso. En cambio, voy con—: Todo se
encuentra bajo control.
—¿Sabe que estás enamorado de ella? —pregunta Mark.
Jerome se ríe. —Amigo, esa es una pregunta ridícula.
—¿Eh? —Esas palabras se sienten como una descarga eléctrica.
Las cejas de Mark se levantan. —Vamos, hombre, has estado
enamorado de ella desde la universidad. Es decir, podíamos verlo. —
Señala entre él y Jerome—. Pensamos que cuando se mudaron juntos
hace dos años, finalmente lo ibas a aceptar, pero eh… seguiste con las
extracurriculares. —Frota la parte de atrás de su cuello, incómodo—. De
todas formas, te conocemos, y conocemos a Ave, y los dos hemos estado
en relaciones largas, así que, si necesitas hablar, háznoslo saber.
—Sí. Bien. Estoy bien por ahora. —Sin embargo, no creo que
realmente me encuentre bien en este momento. Porque lo que Mark dice
se siente mucho como un golpe en mi nuca. ¿He sido tan obvio?
La conversación gira en mi cabeza todo el camino a casa desde el
bar. Porque me doy cuenta que Mark tiene razón. He pasado años con la
cabeza enterrada en la arena cuando se trata de mis sentimientos por mi
mejor amiga. He estado enamorado de Avery todo este tiempo, y no quería
reconocerlo. ¿Y cuán horrible torna eso todas las aventuras que he tenido
mientras he estado viviendo con ella?
Estoy en un estado de ánimo de mierda cuando llego a casa. El
apartamento se encuentra vacío, y ya casi son las siete. Tal vez esté
pasando el rato con sus hermanas. O aun trabajando. Sé que intenta
recuperar el tiempo perdido después de estar fuera del trabajo por casi
dos meses.
Mi teléfono suena desde el otro lado del sofá. Asumo que es Avery
diciéndome que se halla de camino a casa. Es tarde y no le encanta
manejar en la noche si puede evitarlo, pero al menos está seco allá afuera.
Ha habido algunas veces en las que una de sus hermanas ha manejado
su auto a casa cuando llueve. No es el escenario más conveniente porque
viven más cerca de Spark House que de nuestro apartamento, pero nadie
hace problema por eso.
Presiono para responder antes que se vaya a mensaje de voz. —
Hola, ¿cómo va todo?
—Oh, gracias a Dios que respondiste. Tu padre te llamará en
cualquier minuto, estoy segura, y quería contactarte primero.
Me hundo contra el cojín detrás de mi cabeza. Generalmente mamá
no llama para conversar, así que soy razonablemente cauteloso. En
especial cuando nombra a papá en los primeros cinco segundos. —¿Por
qué? ¿Qué sucedió?
—¿Qué crees que pasó? Lo atraparon siendo infiel. De nuevo. A su
esposa número cuatro. Ella lo ha publicado en las redes sociales.
¡Deberías ver las imágenes que subió! Fue lo suficientemente malo que
se casara con su secretaria, pero ahora aparentemente, tiene una amante
que es una bailarina exótica. ¿Puedes creerlo?
—Increíble —murmuro.
En realidad, no era para nada increíble. Mi padre es el rey de los
mujeriegos. La relación de mis padres fue básicamente una broma
disfuncional, y tuve la desafortunada experiencia de tener que soportar
su desastrosa relación hasta que, finalmente, se divorciaron cuando
cumplí dieciocho. Y la única razón de que eso sucediera fue porque mi
padre dejó embarazada a su interna y fue atrapado llevándola a un doctor
cuando tuvo un aborto. Y eso no es ni siquiera la mitad. En medio de
todos sus flirteos, matrimonios y relaciones, siempre terminan en la cama
del otro. Es como si no pudieran renunciar el uno al otro, así que es un
ciclo perpetuo de dolor y venganza. Ni siquiera sé si son conscientes de
lo que hacen.
Esta llamada de mamá se siente como un presagio, uno malo.
—Me alegra haber sido lo suficientemente lista para dejarlo cuando
lo hice. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda, y tu padre lo
ha demostrado una y otra vez. En realidad, me sorprende que este último
matrimonio haya durado tanto. Es mejor que no arruine lo que queda de
mis pagos de pensión conyugal. Puedo ver a tu padre alegando
bancarrota por esto, porque tiene otra exesposa a la que pagarle.
—Al menos no tiene más hijos a quienes pagarles los estudios de
la universidad. —Me paso una mano por el rostro.
—Qué caos el que ha hecho tu padre de su vida. No puedo manejar
el drama. Todos nuestros amigos mutuos siguen llamándome,
preguntando si he escuchado y si sé lo que pasa. ¡Como si estuviera
pendiente de mi exesposo! —La dejo despotricar, porque la alternativa es
que se moleste, diciendo que estoy apoyando a papá en esto.
—Entonces no vas a volver a hablarle, ¿cierto? —pregunto,
esperando que esta vez se salga del círculo vicioso.
—Por supuesto que no. Aunque me dejó un mensaje de voz
pidiéndome que tomáramos algo. Puede ser una buena oportunidad de
asegurarme que el dinero continuará. —Y con eso regresa al círculo.
La realidad es que los dos son unos idiotas que se merecen las
relaciones infernales en las que terminan. Honestamente sería mejor si
ambos terminaran solos, pero son fanáticos del drama, y parece que
obtienen una vergonzosa cantidad de diversión creando caos en la vida
de las otras personas.
Finalmente termina la conversación y para poder contestar otra
llamada. Cuando papá llama, ni dos minutos después de colgar con
mamá, lo dejo ir al correo de voz. No puedo manejar una conversación
con él después de la que tuve con mi madre, porque sé exactamente qué
va a decir. Todo lo que siempre hace es dar excusas y negarse a tomar
responsabilidad por sus acciones.
Cuando mierda como esta sucede, me cuestiono qué estoy
haciendo con Avery. La amo, estoy enamorado de ella, pero no sé si soy
capaz de darle lo que necesita a largo plazo. Avery merece el mundo y
alguien que la cuide, probablemente mejor de lo que yo puedo.
Especialmente ya que el modelo de relación que experimenté de niño fue
todo menos saludable. Y la conversación con Mark me dirige a ese punto
en formas que no quiero, sobre todo ahora. Solo prueba lo
verdaderamente inepto que soy en una relación.
No sé cómo navegar por este nuevo nosotros. Estaba bien cuando
me necesitaba para todo y dependía de mí, pero esto es diferente. Ahora
que se para por sí misma en sus dos pies, siento que soy yo quien
desarrolla una dependencia. Nunca he sido ese tipo chico. Siempre he
estado determinado a nunca serlo. Y en este momento, aquí estoy,
sentado en el sofá, esperando que llegue a casa. No me gusta la forma en
que se siente.
Son las siete y media cuando finalmente Avery camina por la
puerta. Oigo sonar sus llaves y a sus zapatos haciendo un ruido sordo
sobe la alfombra. La puerta del armario se abre y se cierra antes de que
gire en la esquina. —Hola, tú. —Mira la televisión, que se halla en negro,
e inclina la cabeza hacia un lado—. ¿Qué haces?
—Solo pensando. Llegas más tarde de lo normal. ¿Todo va bien?
—Sí. Tuve una reunión a las afueras de la que quiero hablarte.
Se acerca arrastrando los pies, coloca su teléfono en la mesa del
café, y se deja caer en el sofá, dejando un cojín de espacio entre nosotros.
—¿Oh? Pensé que tenías papeleo que revisar.
—Lo tenía. La reunión fue inesperada.
—¿Quieres contarme sobre eso?
Se recoge el cabello y arruga la nariz. Apoyando la barbilla contra
su hombro, olfatea su axila. —Oh, guau. Dame quince minutos para
refrescarme.
Salta de nuevo sobre sus pies.
—¿Quieres algo de ayuda? —En realidad podría venirme bien la
distracción de toda la basura flotando alrededor de mi cabeza en este
momento.
—Dame cinco minutos de ventaja.
—Bien. Seguro.
—Perfecto. Gracias. —Coloca una mano en mi rodilla y se inclina
para darme un rápido beso en los labios antes de dirigirse al pasillo y
entrar en su habitación.
Donde duermo a su lado cada noche.
Me siento en el sofá contando los cinco minutos mientras intento
reiniciar mi estado mental, pero la llamada de mamá pesa en mi mente,
al igual que esa conversación con Mark en el bar. No quiero pensar en la
tormenta de mierda que se avecina con mis padres.
Aunque ya soy un adulto y vivo en un estado completamente
diferente a cualquiera de ellos, aman arrastrarme en medio de sus
batallas. Cada vez tengo que escucharlos culparse el uno al otro por las
circunstancias actuales, cuando la realidad es que son ellos los que
continúan tomando malas decisiones. Y ahora estoy viendo que tal vez
soy exactamente como ellos, más de lo que quiero serlo, porque durante
el último par de años, he traído innumerables mujeres a casa mientras
he estado enamorado de mi mejor amiga. Fui demasiado estúpido o
emocionalmente retrasado para verlo hasta que Mark lo señaló.
¿Y qué dice eso sobre mí? ¿Cómo diablos puedo ser un buen novio
cuando tuve que casi perderla para reconocer que estaba enamorado de
ella?
El teléfono de Avery vibra con un mensaje, sacándome de mis
pensamientos. Un nombre aparece sobre la pantalla. Lo tomo de la mesa
cuando se ilumina una segunda vez y mi garganta se aprieta al instante.
Ni siquiera pienso en lo que hago, o cómo es una invasión a su
privacidad, mientras marco su contraseña. Voy a la bandeja de mensajes.
Es un nuevo hilo, comenzó hace unos momentos, pero el contenido hace
que mi estómago se revuelva y caiga.
Gracias de nuevo por acertar encontrarte conmigo hoy.
Déjame saber cómo van las cosas con D, espero que podamos
resolver esto.
Verifico el mensaje varias veces. Solo hay uno, pero eso no significa
que no haya habido otros. Estos son fáciles de borrar. Lo sé porque solía
ver a mis padres hacerlo todo el tiempo con sus correos de voz y mensajes
de texto cuando aún estaban juntos y engañándose mutuamente. Le doy
clic a las llamadas recientes y encuentro una del mismo número de más
temprano en el día. Mucho más temprano. Como hace más de ocho
horas.
Empiezo a sudar frío y se me hace difícil pasar saliva. No puedo
creer lo que veo. Sam y yo fuimos cercanos toda la secundaria y la mayor
parte de la universidad. Pero cuando engañó a Avery, lo dejé como si
fuera un mal hábito. La situación era demasiado familiar. Y ahora que en
verdad estoy reconociendo mis estúpidos malditos sentimientos, veo que
fue una elección fácil de tomar. Él tenía lo que yo quería y lo jodió. Yo no
había estado en condiciones para ocupar el lugar de novio y Avery no se
encontraba en un estado emocional para entrar en otra relación, pero
cortar a Sam como amigo fue la decisión más clara. Mis lealtades siempre
estarían con Avery.
Desafortunadamente, ahora tengo que cuestionar las suyas.
Dejo caer su teléfono y en el mío abro la aplicación que me permite
rastrear dónde está y dónde ha estado. La agregamos cuando regresó al
trabajo para sentirnos tranquilos. Según en el rastreador, condujo más
de una hora a algún campamento de aventuras y se quedó allí la mayor
parte del día antes de, finalmente, dirigirse a casa alrededor de la hora
de la cena.
Lo que significa que básicamente pasó todo el día con Sam. Su ex
y mi antiguo mejor amigo. Y ahora ella se encuentra en la ducha
quitándose la evidencia. Exactamente como mis padres solían hacer.
Papá llegaba a casa en su uniforme de tenis o squash, todo sudado como
si hubiera estado haciendo ejercicio, pero olía a perfume de mujer. O mi
madre llegaba de las casas de sus amigas, apestando a vino y a colonia
de hombre que pertenecía al mejor amigo de papá.
Me paro del sofá, la furia y la traición impulsándome hacia
adelante. La puerta de su habitación se encuentra abierta, la puerta del
baño entreabierta. Golpea contra la pared cuando acecho dentro del baño
y tiro de la cortina de la ducha.
Su sonrisa cae cuando levanto su teléfono, sin importarme una
mierda estar mojándolo. —Me estás engañando.
Vi el futuro y no era brillante
Traducido por Danita
Corregido por Alessandra Wilde

Avery
Pasé todo el viaje a casa repasando en mi cabeza la conversación
que necesitaba tener con Declan. No iba a ser fácil. Y con toda
honestidad, la ducha había sido una táctica evasiva. Pensé que una
pequeña conexión sería una buena idea, antes de la conversación. Y una
buena oportunidad para decirle cómo me siento. Que estoy enamorada
de él.
Así que cuando Declan jala la cortina, espero que esté desnudo y
listo para unirse a mí para la segunda mitad de la ducha. Por lo general
eso implica algo de juego previo divertido al enjabonarnos mutuamente
mientras prestamos especial atención a nuestras partes traviesas.
Sin embargo, la cara de Declan es una máscara de ira. Sus labios
tirantes forman una sonrisa burlona. —¿Cuánto maldito tiempo, Ave?
¿Por cuánto tiempo has estado hablando con Sam a mis espaldas?
—¿Qué? —Miro el teléfono que empuja contra mi cara. El agua
salpica la pantalla, pero puedo ver claramente de quién es el mensaje. Mi
estómago se hunde, no porque haya hecho algo malo, sino porque el
primer instinto de Declan es saltar a conclusiones.
Señala la pantalla. —¿Gracias por aceptar encontrarte conmigo
hoy? ¿Déjame saber cómo van las cosas con D? ¿Qué carajos?
Me cubro los pechos con el antebrazo y cierro la llave del agua. —
Creo que necesitas respirar profundo y dejarme explicar.
—¿Explicar qué, exactamente? ¿Que has estado viendo a tu ex, ese
que pisoteó tu corazón, a mis espaldas? ¿Cuánto tiempo? ¿Cuántas
veces? ¿Te lo estás follando?
Tomo una toalla de la barra y la envuelvo a mí alrededor antes de
salir de la ducha. —Entiendo que sea una sorpresa, pero esa es una
conclusión bastante extrema basándose en un mensaje, Deck.
—¡Estuviste con él todo el maldito día! Miré la aplicación, ¿o te
olvidaste de que puedo ver a dónde vas? O tal vez pensaste que era
demasiado estúpido para ver lo que hacías. Quiero algunas respuestas.
¿Por cuánto tiempo ha estado pasando esto? ¿Cuándo comenzaron a
hablar de nuevo?
El único otro momento en que he visto a Declan así de molesto fue
cuando descubrió que Sam me engañaba. No sé cómo lidiar con este nivel
de ira cuando se encuentra dirigido hacia mí.
Me muevo a su alrededor, incapaz de tener esta conversación
mientras estoy desnuda y me siento particularmente vulnerable. El día
de hoy fue duro por diferentes razones. Tuve que tragarme mi orgullo
para ir allí, consciente de que mi metida de pata era la razón por la que
estábamos luchando y London se sentía tan estresada. Deslizo mis
piernas velozmente en un par de bragas y me cubro con un camisón de
gran tamaño antes de enfrentar a Declan. Su rostro es una máscara de
traición.
—Solo sucedió hoy, Declan. Puedes revisar mis correos del trabajo.
Sam me contactó esta mañana.
—¿Por qué coño considerarías hablar con él, mucho menos verlo?
Te hizo pasar por un infierno. ¡Te engañó!
—Me contactó por una oportunidad potencial de establecer un
programa entre su campamento y Spark House. Esa fue la única razón
por la que fui.
—Era mi mejor amigo y lo corté de mi vida por ti y te envía un
maldito correo y vas corriendo a verlo. ¿Qué carajos, Avery?
Tomo una respiración, consciente de que uno de nosotros debe
permanecer en calma, y que este es un tema sensible. —Estás saltando
a conclusiones, Declan. Entiendo que estés molesto, pero dame la
oportunidad de explicarme.
—Te observé desmoronarte, y estuve allí para recoger todos los
malditos pedazos cuando Sam y tú terminaron. Nunca lo superaste.
Puedes decir que sí, ¡pero obviamente no lo has hecho si estás dispuesta
a conducir una jodida hora para pasar el día con él!
Levanto una mano, tanto para pedirle que pare como para
mantener algo de espacio entre nosotros. —Declan, por favor, escucha,
entiendo lo enfadado que te sientes, pero no estás siendo lógico. He
superado a Sam. No me habría involucrado contigo si no lo hubiera
hecho, y ciertamente no habría considerado hablarle, mucho menos
trabajar en alguna clase de proyecto.
—No hay manera de que trabajes en un proyecto con Sam. Jodida
y absolutamente no. No lo permitiré.
Doy un paso atrás, sin gustarme la versión de Declan que estoy
viendo. —¿No lo permitirás?
—No puedes pensar que vaya a estar de acuerdo con que hables
con él otra vez. ¿Cómo te sentirías si yo trabajara en un proyecto con
alguna de mis ex?
—No tienes ninguna ex. —Hago una mueca, porque esa fue la peor
cosa para decir, pero decirme qué puedo y no puedo hacer no va a mejorar
las cosas.
—¿Qué hay de Becky? —se burla—. ¿Cómo te sentirías si saliera
con ella todo un día? ¿Y luego viniera a casa y saltara directo a la ducha?
Veo todas las maneras en que esto ha salido mal, pero no sé cómo
arreglarlo, no con Declan fuera de control y yo sintiéndome abrumada y
a la defensiva. —Primero que nada, las habilidades conversacionales de
Becky van a la par de una veinteañera ebria, así que cualquier tiempo
que hayan pasado juntos en el pasado solo involucró desnudez, que no
es lo mismo, ni la definición de una relación. Segundo, salté a la ducha
porque he estado corriendo por de un campamento de aventura todo el
día, pensando en ideas para ayudar a Spark House porque perdimos un
patrocinador enorme gracias a un video en el que actúo como una idiota.
Y tercero, Sam está casado, tiene una hija.
Declan resopla. —¿Y se supone que el que esté casado me aliviará
la mente? ¡Te engañó!
—Lo sé. Pero ese no es el punto, Declan. Se encuentra felizmente
casado, y se supone que tú y yo estamos en una relación, una que
pensaba que era bastante sólida hasta ahora. Si no confías en mí, ¿cómo
se supone que va a funcionar esto?
—No se trata solo de confiar en ti, Avery. Me alejé de esa amistad
por ti. Te elegí a ti, y ante el primer contacto que hace después de tantos
malditos años, vas a él. ¿Y ahora me dices que van a trabajar juntos?
¿Cómo se supone que vaya a estar de acuerdo con eso? Después de todo
lo que te hizo pasar, aun así, estás dispuesta a elegirlo sobre mí.
No me di cuenta de que vería las cosas de esa forma. —No lo estoy
eligiendo sobre ti.
—Pero es así. Llamó. Tú fuiste. Creo que eso dice suficiente, ¿o no?
—Sus ojos se ven salvajes, sus fosas nasales ensanchadas, su mandíbula
apretada con rabia.
—No por ninguna de las razones que piensas. —Lo ve como si fuera
un hecho, y mientras técnicamente lo que dice es verdad, el razonamiento
es equivocado.
He sabido por mucho tiempo que Declan tiene problemas de
confianza en las relaciones. Y en el fondo de mi mente, me preocupaba
que esto pudiera suceder, que algo desatara su inseguridad. Es muy
bueno para auto sabotearse, e ingenuamente quise creer que yo sería la
excepción a la regla.
—¡Ese no es el jodido punto! Piensas que lo superaste, pero ahora
me dices que vas a pasar tiempo con Sam. ¿Cuál es el proyecto en el que
van a trabajar? ¿Es algo de una sola vez?
—No, es probable que no. —Mientras que no esperaba que
estuviera feliz, en definitiva, no me esperaba esto.
Se pasea por la habitación, sacudiendo la cabeza. —Sé cómo
funciona, Ave. Dices que lo superaste y que es feliz, pero después tendrán
reuniones hasta tarde, y yo me estaré preguntando si es solo una reunión
o te lo follas mientras yo me quedo aquí como un tonto, esperando a que
vuelvas a casa.
—Y si no fuera Sam, si fuera Brock u otro tipo con el que pudiera
haber salido una vez o dos, ¿eso haría una diferencia?
Se pasa la mano bruscamente por el cabello. —No lo sé, y no
importa porque sí es Sam.
—Spark House necesita esta oportunidad, Declan. Tú, entre todas
las personas, sabes que necesitamos esto. Perdimos una gran
oportunidad cuando Go Green quitó su patrocinio, y esta es mi forma de
hacer una contribución significativa y recuperar algunas de nuestras
pérdidas, y quizás, si tenemos suerte, volver a estar en buena gracia con
la compañía que nos abandonó.
—Sé que perdieron un patrocinador y es en parte mi culpa. ¡Todo
es mi jodida culpa! El hecho de que terminaras rota es mi maldita culpa.
Estaba molesto porque saliste con ese estúpido de Brock, y fui y me
emborraché y recogí a la primera mujer al azar que se veía medio parecida
a ti. Tengo que vivir con eso el resto de mi vida. No necesito que me lo
lances a la maldita cara en la forma de tu jodido ex.
Sus palabras se hunden bajo mi piel, volviendo lodo mi sangre.
Sospechaba que había otras razones por las que Declan salió esa noche,
pero en realidad escucharlas, y saber que la razón por la que me encontré
sola esa mañana fue por sus celos, unos que se negaba a reconocer, y un
monstruo que ciertamente no puede manejar, me rompe el corazón.
Porque eso significa que el final que no quería ver llegar se encuentra
aquí, aun cuando hice mi mayor esfuerzo para evitar que sucediera.
—¿Dices que no confías en mí?
—¿Cómo carajos puedo hacerlo luego de esto? —sisea.
—Si no hay confianza, no puede haber un nosotros.
Su expresión se aplana. —Supongo que eso es todo, entonces.
Se da la vuelta y sale de la habitación. Unos segundos después la
puerta principal se cierra de golpe, y me quedo preguntándome cómo
pudieron cambiar tanto las cosas en el lapso de un solo día.
Cambio de marcha
Traducido por Anna Karol & Auris
Corregido por Jadasa

Avery
Cuando me levanto a la mañana siguiente, Declan ya se ha ido.
Dormí mal, un millón de escenarios desafortunados pasaron por mi
mente, junto con el conocimiento de que se fue a alguna parte, y que no
estuvo con Jerome o Mark, me impidió experimentar cualquier tipo de
paz.
En las horas transcurridas entre nuestra pelea y esta mañana, he
tenido mucho tiempo para pensar a conciencia en mis acciones de ayer.
Aunque sigo creyendo que, técnicamente, no hice nada malo; no pensé
en cómo reaccionaría Declan, ni en que lo vería como una traición. Tenía
razón en estar molesto, pero esto no se trata solo de Sam. Fue lo que llevó
a Declan al límite. Si no era esto, eventualmente habría sido otra cosa.
Tenía planeado contarle sobre la reunión con Sam, y cómo el verle
me hizo ser muy consciente que lo que teníamos nosotros era mucho
mejor que lo que tuve alguna vez con Sam. Que no había comparación.
Que llevaba más tiempo enamorada de él de lo que creía y tenía miedo de
admitirlo.
Pero no tuve la oportunidad y su reacción fue dolorosamente
esclarecedora. No puedo estar con alguien que no confía en mí y que
sabotea activamente nuestra relación en cuanto se siente amenazado. Y
así es como funciona Declan, no es su culpa, sino que es así. No tiene
idea de cómo es una relación estable.
Aparte de la nuestra.
Pero lo complicamos con el sexo, y ahora temo que nuestra amistad
haya sido completamente destruida.
Hago una maleta, metiendo unos cuantos trajes, ropa de cama y
cualquier otro elemento esencial. Necesito resolver las cosas y no puedo
quedarme aquí mientras lo hago. Me voy a Spark House con la maleta
llena y el corazón encogido.
—Lo siento mucho, Avery. ¿Hay algo que pueda hacer para hacerte
sentir mejor? ¿Algo que podamos hacer? —Harley me da un apretón en
el brazo.
—No lo sé. Entiendo que esté molesto, pero exagera todo esto. No
lo sé. No puedo cambiar su pasado y no podemos vivir en una burbuja
en la que no haya influencias externas. Simplemente… enloqueció. Fue
completamente irracional, exigiendo y diciéndome lo que puedo y no
puedo hacer.
London suspira, pareciendo triste. —Todavía estoy tratando de
asimilar el hecho de que Sam se puso en contacto contigo.
—Sí, bueno, la mitad de mí desea que no lo haya hecho, porque
entonces no estaría lidiando con esto. —Me paso una mano por la cara,
agotada emocional, mental y físicamente.
—Ojalá hubiera estado una de nosotras cuando recibiste el correo
electrónico, así tal vez podríamos haberlo afrontado como un equipo —
susurra Harley.
—Lo único en lo que pensaba era en la oportunidad de recuperar
algunos de los ingresos que nos hice perder. Y entiendo por qué Declan
se siente molesto, de verdad, pero la forma en que lo manejó estuvo muy
fuera de lugar. Ni siquiera intentó darme el beneficio de la duda, y menos
estuvo dispuesto a escuchar. Y entonces me soltó la bomba de por qué
no pudo acompañarme al maldito evento, y todo cobró sentido.
—Creía que era porque ligó con una chica en un bar —dice London,
con los brazos cruzados sobre el pecho.
—Lo fue, pero la razón por la que la recogió en primer lugar es
porque fui a la cita con La Roca Brock y se puso celoso.
—Dios mío. —Harley se tapa la boca con la mano.
—Es la cereza del pastel de mierda, ¿sabes? Ni siquiera creo que se
diera cuenta de que eran celos en ese momento, ¿y qué dice eso de su
capacidad para tener una relación sana? Somos amigos desde hace años,
me conoce mejor que nadie, y aun así sacó conclusiones sin darme la
oportunidad de explicarme. —Me froto el puente de la nariz—. Sabía que
habría conflictos. Y entiendo que ninguna relación puede sobrevivir sin
turbulencias, pero si hay algo con lo que puedo contar es con la
capacidad de Declan para sabotear las relaciones en cuanto hay la más
mínima amenaza de que se ponga demasiado seria o la posibilidad de
salir herido, y eso es exactamente lo que pasó.
—Quizás necesita algo de tiempo para pensar en las cosas. —
Harley mueve su lápiz entre los dedos, de un lado a otro.
—Tal vez. —No quiero creer que esto sea el final para nosotros, pero
tampoco sé cómo navegar por este nuevo camino, sobre todo porque
ahora parece que viajamos en direcciones diferentes—. Se enojó tanto, y
estaba tan dispuesto a acusar y creer lo peor.
—Quizás fue solo la conmoción de todo esto. ¿Cuándo fue la última
vez que hablaste con Sam? Han pasado años —ofrece London.
Suelto un suspiro. —No he hablado con él desde que rompimos, así
que sí, ha pasado mucho tiempo. Tal vez debería haberlo manejado de
otra manera. El momento fue simplemente… malo. Hubiera ignorado ese
correo electrónico, pero Go Green no cedía. Quizás necesitamos unos días
para calmarnos.
—¿Por qué no te quedas con nosotras mientras dejas que las cosas
se calmen? —sugiere London.
—He pensado que podría quedarme en una de las habitaciones del
hotel. Además, no tienen una habitación libre.
—En realidad, ahora sí. —London da unos golpecitos en el brazo
de su silla, desviando la mirada.
—¿Desde cuándo?
—Desde unas dos semanas después del accidente. Quería tener un
espacio en caso de que lo necesitaras, de manera que transformamos la
oficina. Sigue siendo en parte un despacho, pero tiene una cama doble y
una cómoda. Y es tuya el tiempo que necesites. —Me ofrece una pequeña
y triste sonrisa—. Sé que no he sido muy abierta a que tú y Declan estén
juntos, pero debes saber que tampoco quería que esto sucediera. Quizás
todo lo que necesitan es un poco de tiempo y perspectiva.
—Tal vez. —Quiero creer que tiene razón, pero el dolor en mi
corazón es difícil de ignorar.
La oportunidad de crear una nueva asociación empresarial se ve
ensombrecida por la agitación de mi vida. No sé si trabajar con Sam vale
la pena. No cuando me enfrento a un corazón roto. Y eso es exactamente
lo que es. Es irónico que se relacione con Sam una vez más. Declan no
ha hecho ningún intento de hablar conmigo a pesar de que le he enviado
mensajes de texto y le he dejado varios mensajes de voz. Mark y Jerome
tampoco saben nada de él, lo cual me preocupa.

Al cuarto día, tengo que pasar por el apartamento para recoger


algunas de mis cosas. Estoy medio esperanzada, medio asustada de que
Declan esté allí. Quiero hablar con él, pero me preocupa que, basándome
en su silencio, no vaya a ir bien. London y Harley se ofrecen a
acompañarme como apoyo moral, pero lo rechazo.
Necesito lidiar con Declan sin audiencia, lo que solo haría que se
ponga aún más en guardia. No me molesto en enviar un mensaje o llamar
antes de ir, no sé si avisarle le hará huir.
Cuando entro por la puerta principal, me reciben risas y vítores,
algunos procedentes de la televisión, otros no. Por un momento se me
contrae el pecho, pensando que tal vez los chicos están aquí pasando el
rato, y que me han mentido.
Excepto que no son los chicos quienes vinieron. Son algunos de los
amigos de Declan del trabajo, incluidas dos mujeres. Declan sigue
llevando su camisa y pantalones de vestir, la corbata suelta y el botón
superior desabrochado. Se encuentra sentado en el centro del sofá. Un
tipo al que ya he visto un par de veces, pero cuyo nombre se me escapa
ocupa el lugar a su izquierda, y a la derecha hay una mujer con falda
lápiz. Perfectamente maquillada, con los labios pintados y bebiendo vino.
De mi copa favorita. Probablemente también esté bebiendo mi vino, si
tuviera que adivinar.
Todas las almohadas han desaparecido y la colcha bajo la que me
encanta acurrucarme tampoco está.
Su expresión cambia y se queda cuidadosamente en blanco. Se
hace un silencio incómodo entre nosotros y el resto de los desafortunados
testigos de la habitación.
Bebe un trago de su cerveza, y el tipo a su izquierda mira entre
nosotros. La mujer de su derecha se mueve, cruzando las piernas para
que su pie ya no pueda tocar su pierna.
Levanto la mano en un gesto incómodo. —Hola, no quería
interrumpir la fiesta.
Declan hace girar la botella entre sus palmas. —No sabía que
fueras a volver.
—Necesitaba recoger algunas cosas.
Hace un gesto hacia el pasillo. —Todo se halla donde lo dejaste.
Nunca he sufrido esta versión de Declan, aunque la he presenciado
antes, cuando se encontraba con una de las mujeres con las que se
entretuvo unas semanas en su cama y, por la razón que fuera, decidía
que había terminado con ella. Es gélido, frío y remoto.
—¿Tienes un minuto? —Odio lo poco bienvenida que me siento en
el que solía ser nuestro espacio.
—Estoy un poco ocupado aquí. —Hace un gesto a su grupo de
amigos, que se mueven incómodos, excepto la mujer de su derecha, que
sonríe un poco antes de controlar su expresión.
Se me revuelve el estómago al pensar que la mujer tan acicalada a
su lado va a acabar en su cama esta noche. Aunque me consuela un poco
el hecho de que generalmente evita acostarse con las mujeres con las que
trabaja.
Aun así, ella se halla aquí, ocupando el espacio a su lado, y por la
forma en que me mira, como juzgándome y con muchas preguntas, es
evidente que tiene intenciones poco puras. Y no puedo culparla, porque
Declan es guapo, carismático y leal... hasta que no lo es, o cree que tiene
una razón para desconfiar de alguien. También está emocionalmente
dañado, incluso más de lo que pensaba.
No me molesto en presionar porque me doy cuenta de que es inútil.
Está posando para sus amigos, y es obvio que ha tomado una decisión
sobre lo que estaba o no pasando con Sam.
Cruzo la habitación con piernas inestables y tengo que
concentrarme el doble para no acabar doblándome el tobillo. Las
almohadas y el edredón se hallan tirados en mi cama.
Pero eso no es lo peor. Mi maleta se halla abierta sobre el colchón,
con un lado ya lleno de ropa. Lo que significa que Declan ya tomó la
iniciativa de empezar a empacar por mí. Abro de un tirón los cajones de
la cómoda; el de arriba ya se halla vacío, el contenido presumiblemente
en mi maleta.
Me dirijo a mi armario, pero parece que no se ha tocado nada aquí.
Empiezo a meter la ropa, con perchas y todo. Estoy tan dolida y enfadada
que apenas puedo respirar. Odio que ya empezara a apartarme de su
vida, exactamente como hizo con Sam hace tantos años.
—¿Significa esto que te vas a mudar? —Declan se apoya en el
marco de la puerta, mirando la etiqueta de su cerveza artesanal.
Dejo de meter cosas en la maleta para poder enfrentarlo. Quiero
arrojarle algo por ser tan descarado. —Bueno, vine aquí con la esperanza
de que pudiéramos tener una conversación adulta, pero basándome en
el hecho de que has estado hurgando en mis cosas, voy a adelantarme y
decir que una conversación es realmente inútil.
Su expresión de piedra cambia por un momento. —Imaginé que
necesitarías más de lo que llevaste, así que quise facilitarte las cosas,
pero luego me di cuenta de que probablemente no querías que revisara
tus cosas, así que dejé de hacerlo.
—Qué considerado eres. —No me molesto en ocultar mi sarcasmo,
pero me alivia saber que su intención no era siniestra. Cruzo la
habitación y me sitúo justo en su espacio, miro la botella en su mano—.
¿Cuántas de estas has tomado?
—¿Qué importa?
—Porque espero que sigas sobrio y recuerdes esto mañana. Vine
aquí con la intención de tratar de resolver esto. Debería haber hablado
contigo primero, antes de ver a Sam y eso es culpa mía. Sé que tu visión
de las relaciones está sesgada y que no tienes mucha confianza en la
capacidad de las personas de ser fieles y leales. Pero ni siquiera te
encuentras dispuesto a hablar de esto. Y lo peor es que asumas que te
engañaría, especialmente con alguien que me hirió tan terriblemente
antes, ¿y luego empiezas a empacar mis cosas por mí? Duele muchísimo
y me dice más de lo que me gustaría.
Se toca la mejilla con la lengua. Su indiferencia es fingida. Su fuerte
trago de saliva lo delata. —¿Y qué es eso?
—Estoy enamorada de ti, Declan, lo cual es desafortunado para mí,
al parecer. Creí que una vez que dejáramos esta pequeña burbuja que
creaste para nosotros, seríamos capaces de encontrar una forma de
navegar por la vida juntos. Como pareja. Sabía que no sería fácil, y siento
mucho haberte herido al hablar con Sam sin decírtelo primero, pero
dejarme afuera de esta manera no va a ayudar. —Hago un gesto hacia mi
cómoda—. Y estos celos, son un monstruo. Ambos sabemos que hace que
la gente haga cosas horribles. No puedo caminar sobre cascaras de
huevos, o comprometer quien soy porque no tienes control sobre tus
emociones y eres incapaz de manejarlas de forma constructiva o hablar
de ellas conmigo como tu pareja.
—Fuiste a ver a Sam pocas horas después de que te contactara por
primera vez en años. —Que esté tan obsesionado en ese punto es otro
cuchillazo en mi corazón.
—No puedo deshacer eso, Declan, y lo haría si pudiera. Pero no fue
porque quisiera estar con Sam o reconectar con él en un nivel que fuera
nada más que basado en los negocios. Nos guste o no, fue una parte
significativa de mi vida por varios años fundamentales. Francamente,
necesitaba un cierre y Spark House necesita oportunidades de crecer.
Sabía que no estarías feliz sobre ello, y me sentía preparada para eso,
pero pensé que podríamos tener una discusión que sería razonable en
vez de acusatoria. Sé que no quieres escucharlo, pero debes hablar con
alguien de esto. Justo como lo hice yo después de que mis padres
murieron, y otra vez después de Sam.
Me giro hacia mi maleta, tirando lo que sea que quepa. Necesito
irme de aquí antes de que uno de los dos diga algo de lo que nos
arrepintamos. Tengo el presentimiento de que será Declan quien lo haga
primero, ya que es quien se encuentra a la defensiva y yo estoy demasiado
molesta y herida como para no responder. Cierro mi maleta y la levanto
de la cama. Golpea el piso con un fuerte ruido sordo. —Sinceramente
espero que cual sea la decisión que tomes esta noche, no sea por una
innecesaria necesidad de retribución.
—¿Qué diablos se supone que significa eso?
—Cometí un error. Me hago cargo. —Suspiro y miro al techo,
conteniendo las lágrimas—. La parte más difícil, Declan, es que sé cuan
capaz eres de ser leal y fiel, pero parece que necesitas probarte lo
contrario para mantenerte a salvo de ser herido. Te autosaboteas. Te he
visto hacerlo incontables veces, y ahora lo haces de nuevo. Dormir con
una de tus compañeras de trabajo para hacerme pagar por algo que no
hice no va a mejorar las cosas. No para ti, ni para mí, y seguro no para
ella o tu trabajo. —Arrastro mi maleta por la habitación y Declan se
mueve a un lado para dejarme pasar. Su expresión ya no se encuentra
llena de ira rencorosa, sino solo tristeza.
—Si quieres hablar de esto, estoy dispuesta a hacerlo, pero
obviamente no me puedo quedar aquí. No es sano para ninguno. Volveré
por el resto de mis cosas tan pronto como pueda arreglar que las recojan.
Te mandaré un correo para dejarte saber cuándo, para que puedas
planear donde sea que quieras estar cuando eso pase. —Tendremos que
hablar de qué es lo que va a pasar con el apartamento, ya que soy dueña
de la mitad, pero aún no estoy lista para abordar ese asunto. Lo dejo
parado allí, con tantas cosas sin decir, y me pregunto si estoy destinada
a una vida llena de relaciones inconclusas y amor que nunca puede
realizarse plenamente.
Contrato mudanza, como prometí. Le envío un correo dejándole
saber la hora y la fecha. Espero que me contacte para hablar, pero todo
lo que consigo es un pulgar arriba en respuesta. Sin estar dispuesta a
pasar por más dolor innecesario, hago que London supervise el traslado
del resto de mis cosas del apartamento, la mayoría de las cuales va a un
depósito. No pregunto por Declan y ella no me ofrece ninguna
información, pero no ha despedido a Declan en lo que respecta a nuestra
cartera de finanzas, lo cual dice un montón.
Me lanzo de nuevo al trabajo y terapia física, y pieza por pieza, hago
un sitio web en Etsy para la tienda de London, le pido que haga un centro
de mesa extra para cada evento y lo guardo en uno de los depósitos a los
que sé que nunca entra. También dejé en pausa la oportunidad de
trabajar con Sam, lo cual, por suerte, entiende. Incluso si Declan y yo no
podemos arreglarnos, no estoy segura de si vale la pena. London y Harley
me respaldan, diciéndome que haga lo que sea que yo crea que es lo
mejor. No estoy segura de si lo es para Spark House, pero ahora mismo
es mejor para mí dejar que las cosas se asienten antes de tomar cualquier
decisión.

Desde que Declan y yo nos separamos, he recibido mensaje de los


chicos, pero no los he visto. No es que no quiera, pero yo tengo a mis
hermanas y Declan necesita su apoyo ahora más que nunca.
A las tres semanas post ruptura y mudanza, finalmente cedo y
acepto la oferta de Jerome de una noche de cerveza y alitas en su casa,
sin Declan. Me jala a un apretado abrazo al segundo que abre la puerta.
—Te extrañamos, Ave. No ha sido lo mismo sin ti.
—También los extrañé, chicos. —Lucho por no ceder ante la
emoción y en lugar de eso, opto por una broma—. Parece que estamos en
una pelea por la custodia de los niños. Gracias a Dios nunca cedimos y
conseguimos ese perro del que Declan siempre hablaba.
—Sí, bueno, creo que Declan podría estar considerando seriamente
lo del perro.
Lo sigo por el pasillo hacia la sala de estar, donde Mark prepara la
mesa de centro con una gran variedad de comida super insana.
Tan pronto como me ve, abandona el tazón de papitas para
envolverme en un abrazo. Esta vez no tengo éxito en contener mis
emociones y termino en lágrimas. Extraño a mis amigos, extraño pasar
el rato, extraño la conexión, y más que nada, extraño a Declan.
—¿Cómo vas? ¿Has perdido peso? Ven, toma un plato y sírvete. —
Mark hace un gesto a los bocadillos repartidos por la mesa de café, son
mis favoritos.
En el pasado par de semanas definitivamente he perdido peso, no
mucho, pero lo suficiente para que sea notable. Estoy empezando a
recuperar el apetito, pero el corazón roto me pasa factura, en mente,
cuerpo y corazón. Y el silencio de Declan me carcome. Quiero saber cómo
le va. Quiero forzarlo a hablarme para poder decirle cuán importante es
para mí. Que vale la pena luchar por nosotros.
—¿Cómo están chicos? Cuéntenme todo lo que ha estado pasando.
Quiero todos los detalles. —Me recuesto y escucho en tanto Mark relata
otra de sus terribles historias de citas en línea. Es lindo pasar el rato con
ellos otra vez, pero ahora hay un hueco en el grupo, uno que creé cuando
empujé a Declan fuera de los límites de nuestra amistad.
—Te extrañamos en la noche de juegos. —Mark me da una sonrisa
pequeña y triste—. En serio no es lo mismo sin ti.
—Los bocadillos han ido de mal en peor. La semana pasada Declan
quemó todo porque se olvidó de poner el temporizador en el horno cuando
metió los aperitivos —añade Jerome.
—Díganme que no activó la alarma de incendios. —Ha pasado
antes, y no pudimos lograr que dejara de sonar lo suficientemente rápido,
eso activa una llamada al departamento de bomberos, quienes
terminaron evacuando todo el edificio. En invierno, durante una
tormenta de nieve, no es un buen momento para estar parado afuera en
pijamas y pantuflas.
—Se las arregló para que parara antes que la alarma se activara,
pero el olor era bastante desagradable. Dijo que el sofá sigue apestando
a rollos primavera carbonizados.
Me río, pero mi voz se rompe, y hago la pregunta que he estado
evitando—: ¿Cómo está?
Los chicos intercambian una mirada y Mark dice—: Es bastante
miserable, Ave.
—Tuvimos que organizar una intervención porque todo lo que hacía
era tomar cerveza y comer comida de mierda. Lo entendimos, pasaba por
una fase de abatimiento y esas cosas, pero el lugar era, literalmente, un
laberinto de cajas de comida para llevar. —Jerome gira su cerveza entre
sus palmas—. Sabe que la cagó y no solo por la forma en que enloqueció
contigo, sino con todo, empezando con irse con esa extraña en el bar
antes de que fueras al reencuentro de exalumnos. Ha tenido sentimientos
por ti por mucho tiempo, más del que quería admitírselo a sí mismo o a
nosotros, pero podíamos verlo todo. Incluso en la universidad cuando
tenías una relación con Sam. Intenta lidiar con esto. Tiene que resolver
bastantes cosas.
—Desearía que hablara conmigo. Ni siquiera me respondió un
mensaje.
Jerome levanta sus lentes sobre su nariz. Usualmente usa lentes
de contacto, pero no esta noche. —Empezó a ver a un terapeuta la
semana pasada.
—¿Lo hizo? —Eso es sorprendente. En el pasado, Declan descartó
la idea de una terapia como algo tonto.
Asienten en unísono.
—Vaya, eso es… genial. —Mi corazón se aprieta. Declan siempre
ha sido bueno guardando sus sentimientos. Es un maestro en ocultar su
dolor, al menos hasta que ya no puede más—. ¿Cómo le va con eso?
—No le encanta. —La sonrisa de Jerome es irónica.
Me río. —Puedo imaginarlo.
—Sin embargo, sabe que lo necesita, va dos veces a la semana.
Como que enloqueció después de que te fuiste. Realmente fue una
perfecta tormenta para él. Supongo que la noche que perdió los papeles
contigo recibió una llamada de su madre.
—¿Qué tipo de llamada? —Usualmente la llama en su cumpleaños
y siempre le envía regalos, pero las conversaciones son generalmente
tensas. La mayoría del tiempo iba al gimnasio del condominio después de
una llamada para quitarse la frustración en un saco de boxeo. O iba al
club para encontrar otras formas de gastar esa energía.
—Supongo que su papá fue atrapado siendo infiel por la esposa
¿número tres, cuatro? —Jerome me mira buscando confirmación.
—Número cuatro.
—Correcto, así que supongo que la esposa fue y posteó todo en las
redes sociales, y la mamá de Declan lo llamó para advertirle. Ya sabes
como resultó eso.
—Ella hizo lo que siempre hace y lo puso en medio. —Me froto la
cien—. Y luego vio el mensaje de Sam y enloqueció.
—Sí. Entiende lo que sucedió, o lo que en realidad no sucedió. Sabe
que no fue racional, y no quiere que eso pase de nuevo, así que está
trabajando en ello.
Me dejo caer en los cojines y suelto un suspiro. Puedo ver lo mal
que salió de ambos lados. —No es de extrañar que enloqueciera de la
forma en que lo hizo. —Nunca fue solo sobre Sam, fue todo, todos sus
temores enrollados y expuestos ante él.
—Te ama, Ave, más de lo que alguno de nosotros sabía, para ser
honesto. Está trabajando en sí mismo porque no quiere repetir la historia
de sus padres. Dale algo de tiempo, volverá. —Mark me jala para un
abrazo.
—Oh, y dejó esto aquí la semana pasa. —Jerome levanta un
andrajoso crucigrama de periódico de la mesa auxiliar. Los verticales han
sido terminados, los horizontales esperan a ser completados.
Cruce horizontal
Traducido por Auris, Julie e Ivana
Corregido por Jadasa

Avery
Esa noche cuando llego a casa, London se encuentra sentada en la
sala de estar viendo videos de manualidades de hazlo tú mismo, seguro
para una de sus creaciones de centros de mesa.
—¿Cómo estuvo tu visita a los chicos? —pregunta a medida que
corta un poco de tela.
—Bien, pero no es lo mismo sin Declan.
Baja las tijeras y me presta atención. —¿Tuvieron noticias sobre él?
Me dejo caer en la silla frente a ella. —Sí, aparentemente está yendo
a terapia.
—Oh, guau. Eso es serio.
—Lo es. Siempre lo descartó como algo sin sentido, puesto que ya
sabe que la relación de sus padres es la razón porque la que se encuentra
jodido.
London vierte purpurina azul en el fondo de una pecera de vidrio.
—¿Puedo decir algo sin que te molestes?
—Probablemente, ¿por qué? ¿Qué es?
—Creo que tenía algo de derecho de estar molesto contigo, sin
importar sus razones.
Abro la boca para protestar, pero levanta una mano y me detiene
de interrumpirla. —No digo que la forma en que lidió con eso fuera la
correcta, o estuviera bien, pero dejó de ser amigo de Sam cuando las
cosas se pusieron feas en tu relación en la universidad. Se puso de tu
lado. Y luego por un correo, ¿conduces una hora para ver a Sam? En
cualquier caso, eso tuvo que doler.
Me tomo un momento para pensar en serio sobre lo que dice
London y me doy cuenta de que tiene razón. —Creo que sabía que iba a
estar molesto por eso, y creí que sería mejor pedir perdón que pedir
permiso. Parecía una muy buena oportunidad para Spark House —digo
resignadamente.
—Lo entiendo, Avery. Pero no siempre puedes poner a Spark House
antes que todo lo demás.
—Intentaba enmendar un error. Creo que eso es todo lo que podía
ver, no lo que eso podría hacerle a mi relación con Declan.
La expresión de London es empática. —Las mujeres Spark somos
independientes, pero este era un escenario donde habría sido mejor
hablar primero en lugar de pedir perdón después. ¿Puedes imaginar cuan
traicionada te hubieras sentido si los roles se invirtieran?
No sé cómo me sentiría si Declan de repente decidiera que quiere
ser amigo de Sam de nuevo. O casualmente pasar el rato con una de las
mujeres con las que estuvo involucrado previamente. —¿Cómo vamos a
hacer que esta relación funcione si no puede confiar en mí? Nunca antes
siquiera ha tenido una novia, no una seria.
—No es por ofenderte, Avery, pero, ¿has considerando que tal vez
no tú tampoco eres la gurú de las relaciones? No digo que yo lo sea, o que
tenga las respuestas, porque no es así, pero Sam fue la única relación
realmente seria que has tenido. Y desde entonces, no has puesto mucho
esfuerzo en tratar de hacer que otra funcione. Hasta Declan.
Tiene razón. Y ahora que veo las cosas con más claridad, me doy
cuenta de que soy tan culpable como Declan. Debería haberle dicho, y tal
vez debería haberme dado cuenta de que había mucho más en esto que
solo el que se sintiera traicionado. —¿Qué hago? ¿Cómo arreglo esto?
—Acepta la responsabilidad de tus acciones, o tus inacciones en
este caso. Ninguno de los dos tiene razón, pero tampoco están
equivocados. Las relaciones son sobre dar y recibir, así que dale algo.
—Dejó un crucigrama en casa de Jerome.
—Mmm. ¿De acuerdo?
—Los hacemos juntos todas las semanas. O lo hacíamos cuando
vivíamos juntos. Yo hago los horizontales y él los verticales. Todos los
verticales en este fueron hechos y los horizontales quedaron vacíos.
—Quizás intenta acercarse de la única forma que sabe. Dale una
mano de la que agarrarse. —Se levanta del piso y me envuelve en un
abrazo—. Ustedes dos se han amado por tanto tiempo, no puedo ni
siquiera empezar a imaginar cuanto debe doler estar separados de esta
forma.
—Se siente como si la mitad de mi alma faltara.
—Entonces recupera la otra mitad.

A la mañana siguiente bebo mi café, como tostadas con aguacate,


trabajo en el crucigrama que Declan dejó donde Jerome. Si lo dejó
intencionalmente o no, no estoy segura, pero me hace extrañarlo a él y
nuestra cómoda y fácil amistad.
Cuando llego al horizontal treinta y seis, sonrío. Tiene algo que ver
con el sector financiero y hay una carita sonriente dibujada al lado, como
si Declan supiera que batallaría con ese. Y esa es toda la confirmación
que necesito para saber que dejó el crucigrama a propósito.
Tomo una foto con mi dedo al lado de la carita sonriente y se la
mando por mensaje con la pregunta:
¿Palabra de cinco letras que empieza con F?
—¿Estás lista para irnos, Avery? Necesitamos salir en cinco. —
Harley aparece con el bolso de su cámara ya colgado sobre su hombro y
su vaso de café para llevar que dice Hola, hermosa. Tiene uno para cada
día de la semana y los escoge basado en su humor.
—Sip. Todo listo. —Dejo el crucigrama sobre la mesa, pongo mi
plato en el lavaplatos y reviso los estantes buscando un vaso para llevar
mi café, solo tengo uno y Declan me lo dio hace dos años para mi
cumpleaños. Es un Yeti y no hay forma de que lo dejara atrás en la
mudanza. Aunque ahora se siente más como otro de los hilos que nos
unen.
En lugar de tomar prestado uno de los muchos vasos de Harley,
uso el de Yeti por primera vez desde que me mudé del apartamento. De
camino a Spark House, mi teléfono suena con un mensaje.
¿Ni siquiera vas a adivinar?
Imaginé que la carita sonriente era tu manera de decir que no
había forma de que fuera capaz de saber la respuesta, pero si
prefieres que me esfuerce un poco, también está bien.
Los puntos aparecen y desaparecen un par de veces antes de que
otro mensaje finalmente aparezca.
Te extraño.
Miro fijamente esas dos pequeñas palabras y las siento en mi
corazón como un abrazo.
Tan maldita mentes tanto.
Un gif aparece, es un chico sacudiendo el puño y las palabras:
“Maldito seas, auto corrector”.
Me río y envío otro mensaje.
El auto corrector es un idiota. Tmb te extraño.
Y por tmb me refiero a también, no a la banda5.
Estamos entrando al estacionamiento de Spark House cuando llega
otro mensaje.
¿Puedo llamarte?
Espero hasta que estacionamos antes de decirle a Harley que
necesito atender una llamada y le respondo.
Me encantaría.
En lugar de dirigirme al hotel, camino hacia la pista de obstáculos
que fue instalada para el evento de formación de equipos corporativos
que vamos a tener a finales de la semana.
Respondo al primer timbre. —Hola.
—Hola a ti. —Se aclara la garganta—. ¿Cómo estás?
—Estoy bien. Me siento realmente contenta de que llamaras. —
Durante la primera semana le dejé correos de voz y mensajes, esperando
que respondiera, pero dolía demasiado verlos sin respuesta cada vez que
abría mi teléfono, así que tuve que detenerme. Al menos hasta ahora. Me
siento en uno de los columpios de cuerdas diseñados para caminar sobre
ellos. Hay seis colocados en intervalos de sesenta centímetros. —¿Cómo
te encuentras?
—Bien la mayoría de días, no muy bien otros. Es bueno escuchar
tu voz. Te extraño malditamente tanto. —Suelta un largo y lento suspiro,
como si tratara de controlar sus emociones.
Yo ya he perdido esa batalla. Lágrimas bajan por mis mejillas y
caen en mis pantalones, empapando la tela negra. —También te extraño.
—Odio el silencio pesado, y la compulsión de tratar de llenarlo con
bromas, todo para deshacer el dolor en mi pecho.
—Lo siento —dice en voz baja.
—Yo también. —Inclino la cabeza contra la cuerda y cierro los ojos,
deseando poder estirar la mano y tocarlo, sabiendo que es bueno que no
pueda.
—Sé que la he jodido, Ave. Mucho. Tal vez más de lo que puedas
perdonarme.
—Debería haber hablado contigo primero. Ahora que he tenido
tiempo de realmente procesarlo, sé que lo que hice estuvo mal. No pensé,
no en cómo ver a Sam podría afectarte. Afectarnos. En cada oportunidad
me pusiste antes que tu amistad con él. Me debería haber dado cuenta
de que sería una gran traición. Lo siento mucho.
—No necesitas disculparte. Sé que exageré.

5Juego de palabras, en el texto original Avery escribe U2 (you too) que también es el
nombre de una banda irlandesa de rock alternativo.
—Sin embargo, no sé si lo hiciste. No considerando la historia, y su
ultimátum, y el hecho de que tu mamá llamó con noticias sobre tu papá.
También lamento eso. Me siento fatal. Desearía haber podido estar allí
para ti en lugar de darte algo más sobre lo que estar molesto.
—Podría haberlo manejado mucho mejor. Debería haber explicado
qué pasó con mis papás y hablado de ello contigo.
—Ambos podríamos haberlo hecho. Y quiero que sepas que voy a
decirle a Sam que no podemos trabajar con ellos. No vale la pena el dolor
que causa.
—No hagas eso. No por la forma en que reaccioné. No quiero que
pierdas la oportunidad porque no puedo manejar mis celos. No quiero
verte perder a causa de eso. Mis celos son la razón por la que saliste
herida en primer lugar.
—Ese chico en la camioneta blanca fue la razón por la que resulté
herida. Tenía otras opciones y tomé una decisión esa mañana.
—Debido a mí.
—Te he perdonado por eso. Creo que necesitas hacer lo mismo para
poder seguir adelante.
—Tienes razón. Lo sé. Y no he pedido tu perdón, aunque significa
mucho. —Se aclara la garganta de nuevo—. Estoy trabajando para
convertirme en un novio digno. No sé cuánto tiempo me va a llevar, o si
siquiera considerarías volver a intentarlo conmigo para cuando lo
consiga, pero quiero que sepas que lo estoy intentando, y espero,
mientras tanto, también poder trabajar en arreglar nuestra amistad.
—Los chicos me dijeron que ves a un terapeuta.
—Sí, Jerome me convenció de que necesitaba hablar con alguien.
—Es curioso, recuerdo que alguien más mencionó eso.
—No estaba preparado para escucharlo entonces, pero te mudaste
y bueno... no lo tomé muy bien.
—Me alegro de que Jerome tenga excelentes tácticas de persuasión.
—Especialmente cuando te hace una llave de cabeza y te amenaza
con darte una patada en el culo.
Sonrío, porque Jerome es alto y larguirucho, y no es el tipo de
persona que recurre a la intimidación, excepto quizá en beneficio de
Declan. —Ha omitido esa parte.
Se ríe. —Sí, bueno, me habría merecido la patada en el culo, así
que tuve suerte de que no cumpliera esa amenaza, y tenía razón. Quiero
que sepas que llamé a Sam.
—¿Oh? ¿Y cómo fue eso? —Sam nunca lo mencionó, aunque solo
hemos hablado una vez, y fue cuando le pedí algo de tiempo para resolver
las cosas.
—Hablamos un poco. Admitió que fue un estúpido imbécil cuando
estábamos en la universidad y que se merecía el ojo morado que le di, y
que nunca debería haberme pedido que eligiera entre tú y él en primer
lugar. Luego me dijo que debería sacar la cabeza del culo y que nunca se
habría acercado a ti si hubiera sabido que iba a estropear las cosas. Me
dijo que te sentías indecisa sobre la asociación del campamento, pero le
dije que no podía echarse atrás, que me diera un poco de tiempo. Este
era asunto mío y ya había hecho bastantes cosas mal cuando se trataba
de ti, y no quería estropear nada más. —Exhala un largo suspiro.
—No tenía ni idea. —Estoy un poco aturdida. O quizás mucho.
—Acordamos que sería yo quien te lo dijera, y solo cuando estuviera
preparado.
—¿Significa eso que vuelven a hablar? —No sé cómo sentirme al
respecto. Por un lado, sé lo dura que fue esa pérdida. Pero no estoy segura
de poder tratar a Sam en algo más que una base de socio de negocios.
—Somos civilizados, y creo que eso es bueno. Durante mucho
tiempo estuve enojado, y necesitaba soltarlo. De todos modos, mi
terapeuta me sugirió que diera el primer paso, y el crucigrama fue mi
intento lamentable, pero, aparentemente, efectivo.
—No fue un intento lamentable, en absoluto. Me alegro de que lo
hicieras, de que me buscaras, quiero decir, y me encantaría que
pudiéramos trabajar para arreglar nuestra amistad. —Ha sido una pena
en más de un nivel. Perdí a mi novio, a mi mejor amigo y mi hogar, todo
a la vez, y toda la familiaridad que venía con ello.
—De acuerdo. Bien. Eso es bueno. Me alegra oírlo. Mi terapeuta
dijo que sería una mala idea que te viera, no porque piense que eres mala
para mí, sino porque lo más probable es que me aferre al sexo, lo cual en
cierto modo anula el propósito de arreglar la amistad que rompí en primer
lugar. Tampoco es como si quisieras tener sexo conmigo en este
momento, pero ya sabes, joder, probablemente debería callarme.
—Entiendo lo que quieres decir, o lo que tu terapeuta quiere decir,
de todos modos, y estoy de acuerdo en que probablemente sea mejor si
evitamos la oportunidad de tales actividades ya que tienden a complicar
las cosas. Y molestarte y ponerte celoso no significa que nos hayas roto,
Declan.
—Nunca antes me sentí celoso, ni entendía realmente lo que se
siente que otra persona amenace algo tan importante para mí. Me trajo
muchos malos recuerdos. No sabía cómo lidiar con eso, y mi respuesta
fue acusar, cortar y correr, lo cual me doy cuenta que tiene mucho que
ver con cómo se dieron las cosas en mi casa cuando era niño. No excusa
cómo me comporté, pero quería que supieras que no se trataba de ti.
—Sabía que no se trataba de mí, pero aprecio que hayas querido
explicarte y me alegro de que estés trabajando en ti. Me doy cuenta de
que ver ese mensaje de Sam habría sido duro en un buen día, por no
hablar de ese día.
—Lo fue, pero aun así no excusa la forma en que te traté. No quiero
volver a hacerte eso nunca más. De todos modos, mmm, tengo que
prepararme para salir a trabajar, ¿pero tal vez si quieres, podemos hablar
más tarde en la semana?
—Me encantaría.
—Genial. A mí también.
—Que tengas un buen día.
—Tú también. ¿Y Ave?
—¿Si?
—La treinta y seis, en horizontal es fiscal; no follar, ya sé que fue
lo primero que pensaste.
Termino la llamada con una sonrisa y una hermosa semilla de
esperanza de que, si no hay otra cosa, podremos salvar nuestra amistad.

El invierno llega, cubriendo el mundo de blanco, y lo que empezó


como unas semanas de separación pronto se convierte en un par de
meses. Le envío un mensaje a Declan casi todos los días, solo para
saludarlo o enviarle un meme divertido. Una conversación sencilla para
abrir la puerta si quiere atravesarla. Pequeños pasos para ayudar a
reparar las fracturas de nuestra amistad y, con suerte, pequeños pasos
hacia el otro.
Hablamos por teléfono con regularidad, a menudo al día siguiente
de que fue a terapia y tuvo tiempo de digerirlo todo. Quiero apoyarlo
emocionalmente, incluso si no se siente preparado para que lo haga de
ninguna otra forma.
Organizamos nuestra primera semana del evento de formación de
equipos de Spark House y Beaver Woods Adventure y resulta ser un éxito
extraordinario. Conseguimos llamar la atención de algunas emisoras de
noticias locales, así como de algunos destacados influencers que son
fanáticos de acampar, lo que nos proporciona nuevas oportunidades.
Además, por fin conseguí terminar de montar la tienda en Etsy de
London. Lloró cuando se la mostré, y luego procedió a vender más de tres
mil dólares en artículos únicos en el primer mes. Sin duda, es su lugar
feliz.
Lleno mi tiempo con el trabajo, la fisioterapia, los chicos y mis
hermanas. Y durante todo eso, Declan y yo nos las arreglamos para
reconstruir y reparar nuestra amistad, un crucigrama y una
conversación telefónica a la vez.
Trabajamos en ello a través de videollamadas y, aunque la
distancia a veces es difícil de sobrellevar, estamos encontrando un nuevo
equilibrio. Nuestras charlas suelen durar varias horas. Lo que empieza
como un reto de crucigramas a menudo se convierte en una noche de
cine en sofás separados. O, en mi caso, en una cama separada, ya que
tiendo a verlas en mi habitación, para que Harley y London no sean
testigos de nuestras incómodas noches de cita. Al menos así es como las
llamo en mi cabeza.
—¿Qué vamos a ver esta noche? —Declan deja el teléfono sobre la
encimera y abre la nevera, escondiendo su cabeza mientras toma lo que
supongo que será una cerveza.
—Puedes elegir esta noche.
Su cabeza vuelve a aparecer y enarca una ceja. —No lo dices en
serio.
—Quizá tenga ganas de acción, violencia innecesaria,
persecuciones en auto y faldas cortas. —Acomodo las almohadas detrás
de mí, busco un buen ángulo para el teléfono y agarro mi copa de vino.
Declan resopla. —Lo dudo mucho.
—Ocurre en ocasiones.
Destapa a la cerveza. —No, no ocurre. Tu versión de la violencia
innecesaria es Thor blandiendo su martillo.
—Me encanta el martillo de Thor.
—Te gusta más mi martillo. —Se estremece—. Mierda. Lo siento.
No quise decir eso, se me escapó.
—Como que me metí en eso. —Además, no se equivoca. Lo cual es
parte de la razón por la que estoy en mi habitación y él en lo que fue
nuestra sala de estar compartida, sentado en el sofá en el que hemos
tenido sexo.
Y esa es otra razón por la que prefiero ver una película de acción
antes que una comedia romántica. Estamos esforzándonos mucho en
reconstruir nuestra relación, empezando por el nivel de amistad, en tanto
aprende lo que significa poner tu confianza en alguien que te hace sentir
vulnerable. No quiero que esto sea más difícil para ninguno de los dos,
pero es en noches como esta cuando más lo extraño, cuando está cerca,
pero aún tan lejos.
El teléfono se sacude mientras me lleva a mí, una bolsa de papitas
y su cerveza al sofá. —Espero que no te importe, pero tenemos compañía
para la película.
—¿Compañía?
Siento que el corazón se me sube a la garganta y luego se me baja
al estómago. Se tumba en el sofá y veo un brazo a su lado. Se inclina y
levanta el teléfono para que pueda ver en la pequeña pantalla a
quienquiera que esté sentado inapropiadamente cerca.
Durante unos segundos estoy súper confundida porque la camiseta
que estoy viendo me resulta muy familiar, aunque se extiende por un
pecho mucho más grande que el mío.
—Avery, te presento a Pseudo Avery.
—¡Dios mío! ¿Es una muñeca inflable?
—Uno de los chicos del trabajo de Jerome tuvo una despedida de
soltero y esto era un premio. La trajo ayer para que no me sintiera tan
solo. —Hace un mohín y apoya su mejilla en la teta de Avery Falsa—.
Encontré una de las camisetas que debiste dejar y la puse en tu lugar en
el sofá. Hasta ahora he intentado que me hable media docena de veces
desde que Jerome la trajo. Es bastante callada, pero casi parece que te
encuentras aquí.
—La parte silenciosa probablemente es bienvenida.
—Ni siquiera un poco. Extraño esa boca descarada tuya, pero seré
sincero, probablemente me la lleve a la cama conmigo esta noche otra
vez.
—¿Otra vez? No hablas en serio.
—Puede que sí, nunca se sabe. —Su sonrisa se vuelve seria—. Hay
una cosa que quiero probar contigo.
Me sorprende el abrupto cambio de tema, así que me tropiezo con
mi respuesta.
—Está bien si la respuesta es no. Lo entenderé si no te sientes
preparada —dice rápidamente—. Vamos a olvidarlo. ¿Por qué no eliges
una película?
—Espera un segundo, pasaste de dormir con una muñeca inflable
a preguntarme si quiero hacer algo contigo, sin transición. ¿De qué tipo
de cosa hablas? —Inclino la cabeza.
—Pensé que tal vez sería genial si hiciéramos algo juntos. Como si
ambos visitáramos un lugar familiar al mismo tiempo. De hecho, la
verdad es que mi terapeuta dijo que sería una buena idea y yo estuve de
acuerdo, ya que hemos hecho muchas cosas interesantes juntos.
—Realmente lo hicimos, ¿no? ¿A dónde deberíamos ir?
—Han puesto las decoraciones navideñas en ese parque donde
solíamos jugar fútbol con los chicos. Podríamos ir allí.
—Seguro. Suena genial.
—Mañana por la mañana, ¿te parece bien? ¿A eso de las ocho?
—Suena perfecto.
—De acuerdo, genial. —Enciende la televisión y abre la aplicación
compartida de Netflix. Nos decidimos por una película de acción, porque
coincidimos en que, por el momento, cualquier película con besos
probablemente esté fuera de la lista.
A la mañana siguiente me levanto temprano, me pongo un par de
vaqueros, una camisa de manga larga, un suéter, agrego todo mi equipo
de invierno y conduzco hasta el parque. Veo la camioneta de Declan. La
nieve se encuentra fresca por la noche anterior, así que le envío un
mensaje y sigo las huellas que dejó dirigiendo a uno de los senderos
donde a veces íbamos a trotar para calentar antes de un partido.
Envío un mensaje y le pregunto dónde está, ya que parece que
todavía no puedo verlo.
Dirígete al banco con la mejor vista.
Me siento tentada a preguntar cuál, porque hay varios bancos con
mejor vista por aquí y siempre solíamos debatir cuál nos gustaba más.
Hay varios que son populares y luego algunos que son gemas ocultas. Me
dirijo a uno de esos.
Cuando llego allí, me decepciona encontrarlo vacío, aparte del vaso
de café para llevar de alguien. Presiono el botón de videollamada y la cara
de Declan aparece en la pantalla.
Lleva un gorro que le di en Navidad hace años y una bufanda que
le tejí cuando me dediqué brevemente a ese pasatiempo durante una
temporada e hice, literalmente, una bufanda a todos los que amaba
porque eran simples y difíciles de estropear.
—Hola. No estás aquí.
Sonríe y mi corazón trastabilla. —Elegiste el banco con la vista del
valle, el que es perfecto durante el atardecer, ¿verdad?
—Sí, ¿dónde te encuentras? —Tan pronto como hago la pregunta,
ya tengo la respuesta—. Estás donde el amanecer es más bonito, ¿no es
así?
—Sip. —Hace un paneo, mostrándome la vista desde donde se halla
de pie.
—¿Debería ir allí? —Se encuentra al otro lado del camino. En al
menos unos buenos quince minutos de distancia.
—Está bien. ¿Por qué no te quedas allí y yo me quedaré aquí, y
podemos tomar un café y hablar?
—No tengo un café conmigo.
—Sí, lo tienes. Es el del banco.
Toco el costado del vaso de café para llevar y veo que está caliente.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí?
—Un rato. ¿Recuerdas cuando tropezamos con ese banco?
Limpio la nieve en polvo y me siento, pensando en cuando
comenzamos a jugar juntos fútbol al aire libre en el parque. —Oh, Dios
mío, ¡una pareja estaba follándose en seco!
—Sip. Tuve que taparte la boca y sacarte de allí para no
interrumpirlos.
—Creo que a menos que un oso los atacara, no se habrían detenido.
—Probablemente no —coincide.
—Me pregunto si seguirán juntos. —Recorro con mis dedos la
madera lisa, pasando sobre las letras talladas por otra pareja.
—Me pregunto en cuántos bancos se follaron en seco en este
parque.
Nos sentamos allí un rato, rememorando los lados opuestos del
parque, cercanos pero separados. Es más o menos una metáfora del
estado actual de nuestra relación.
Después de un rato, me doy cuenta de que Declan se mueve. —
¿Adónde vas? ¿Vienes para aquí?
Sacude la cabeza. —Todavía no. Dame un poco más de tiempo,
Avery.
Mi corazón se aprieta, pero entiendo que necesita superar esto, y
estoy dispuesta a esperar, porque creo que lo valemos.

Durante las siguientes dos semanas planificamos varias de estas


salidas donde nos reunimos, pero en lados opuestos de donde sea que
estemos. La distancia entre nosotros se reduce hasta que puedo verlo
parado al otro lado de la pista de patinaje en el parque cerca de nuestro
condominio. Pero sé que, a este punto, es mejor no intentar acercármele.
Tiene que venir a mí, no al revés, a su tiempo, cuando esté listo.
—¿Mañana podemos ir a tomar un café? ¿Uno de verdad? ¿Cara a
cara? —pregunta.
Tengo que deshacerme de mi sorpresa. —Sí. Por supuesto. Dime la
hora y el lugar, y estaré allí.
—¿A las nueve? ¿Podrías? ¿En Coffee Corner? ¿El que se encuentra
cerca del estadio de fútbol de salón?
—Eso es perfecto. No puedo esperar a verte.
—Yo tampoco. Hasta entonces.

A la mañana siguiente me levanto ridículamente temprano. Paso


una estúpida cantidad de tiempo preparándome, cambio mi atuendo seis
veces y termino decidiéndome por un par de vaqueros, una camiseta y
una de mis sudaderas con capucha favoritas que Declan me compró para
Navidad hace un par de años. Lo uso al menos dos veces por semana.
Soy consciente que la ubicación de la cafetería elegida tiene un
propósito. Se encuentra lo suficientemente lejos del apartamento como
para evitar que tomemos decisiones que podrían hacernos retroceder
antes de que estemos listos para avanzar nuevamente, si es que alguna
vez estamos listos para avanzar.
Tomé una mala decisión cuando fui a ver a Sam sin hablar primero
con Declan. Debería haber puesto sus sentimientos por delante de Spark
House, especialmente porque siempre me puso a mí primero en lo que a
Sam se refería. Lo habría manejado de manera diferente si pudiera. Mi
mayor temor es que no podamos superar esto, y que yo no pueda manejar
mis propios sentimientos por él y seguir siendo su amiga. La parte más
difícil de estar enamorada de Declan es que ya no sé cómo dejar de
estarlo. Pero por ahora, aquí es donde estamos.
A pesar de que llegué quince minutos antes, ya se encuentra
sentado en una mesa en la esquina, café en mano, pasteles recién hechos
frente a él y el asiento vacío.
Empuja su silla hacia atrás y se pone de pie, con una sonrisa
tímida y algo insegura en la comisura de su boca.
Me acerco y me quito los guantes. —Hola.
—Hola.
Ambos reímos y luego miramos hacia otro lado. Nunca nos
sentimos incómodos con el otro. Pero todo es nuevo y diferente, y nuestro
pasado ha cambiado nuestra historia.
—¡Café con leche de nueces macadamia para Avery! —grita la
barista.
—Me adelanté y ordené por ti. Espero que esté bien.
—Sí, seguro. En realidad, es el momento perfecto.
Agarro mi café y Declan se queda ahí, esperando hasta que vuelvo
a la mesa con mi café con leche y me quito el abrigo. Lo cuelga del gancho
y espera a que me siente antes de tomar el suyo.
—Te ves fantástica. Te he extrañado como loco.
—Yo también te he extrañado. Y siempre te ves fantástico.
Ambos nos reímos de nuevo.
—Esto es más difícil de lo que pensé que sería. Quiero que todo sea
como era, pero muchas cosas cambiaron —dice en voz baja.
—Es una especie de nuevo comienzo, pero ya sentamos una base
sólida, Declan, y la estamos reconstruyendo lentamente.
Asiente. —En los últimos meses, fueron muchas las veces que
quise mandar todo a la mierda e ir a llamar a tu puerta, pero tuve que
preguntarme cada vez si hacer eso me haría retroceder, retrasarnos, y si
había alguna duda, sabía que no estaba listo.
Lo amo tanto, mi corazón se siente como si se estuviera rompiendo
y volviendo a unirse al mismo tiempo. —¿Qué cambió?
—¿Nada? ¿Todo? Necesitaba ver si puedo ser una mejor versión de
mí cuando estoy contigo. No quiero volver a hacerte daño como lo hice,
Avery. Ese tipo de culpa es demasiado difícil de llevar a cuestas para
cualquiera de nosotros.
Extiende la mano sobre la mesa, con la palma hacia arriba, y alinea
las yemas de mis dedos con las suyas, nuestras manos entrelazadas. Es
la primera vez que lo toco en meses. Y a pesar del hecho de que es un
contacto muy inocente, me hace híper consciente de que la separación
fue muy necesaria para ambos. Pasamos tanto tiempo juntos, inmersos
en la vida del otro, que casi nos convertimos en una extensión del otro.
Necesitamos aprender a valernos por nuestra cuenta antes de aprender
a estar juntos de nuevo.
Es tan bueno estar con él, pero malo al mismo tiempo, porque
ahora sé que nunca podremos volver a ser solo amigos. Mi corazón no
puede soportarlo.
Un lugar favorito a la vez
Traducido por Jadasa & Anna Karol
Corregido por Auris

Avery
El domingo por la noche, mis hermanas y yo llegamos a casa
después de un evento de mascotas de fin de semana. Fueron tres días de
adultos vestidos con trajes de mascota tratando de participar en
actividades grupales. Me recordó sospechosamente a las convenciones
furry6, que también hemos organizado en el pasado. No quisiera iluminar
con una luz negra ninguna de las habitaciones, o los disfraces de
mascotas esta mañana cuando subían al autobús.
London se queda atrás, probablemente revisando sus mensajes ya
que Daniel, el fotógrafo con quien ha estado saliendo, regresará de uno
de sus viajes mañana y probablemente estén haciendo planes. Parece
bastante agradable, pero casi lo prefiero cuando está lejos porque eso
significa que la London divertida sale a jugar. Harley tiene los brazos
llenos con la cena de esta noche, que resultan ser las sobras del evento
de anoche.
Busco la llave en mis bolsillos. La sostenía hace diez segundos.
Finalmente, la encuentro y la deslizo en la cerradura, notando que hay
algo pegado a la puerta. La libero mientras giro la perilla.
—¿Qué es eso? —pregunta Harley cuando pasa a mi lado y deja las
bolsas sobre la isla de la cocina.
—No sé. —Reviso el volante. Es para mi cafetería favorita. Es de
propiedad independiente y tiene el mejor café con leche de la historia del
universo. Es donde Declan y yo fuimos para nuestra primera cita para

6Es un encuentro formal de los miembros del Furry Fandom, gente que tiene interés
por la idea de personajes animales con características humanas.
tomar un café cara a cara desde que rompimos. Hay una nota adjunta
solicitando que esté allí mañana por la mañana a las ocho.
Rápidamente le saco una foto y se la envío a Declan, preguntándole
si tiene algo que ver con eso. Los lunes son generalmente días de trabajo
remoto en Spark House. Y los días para dormir, ya que nuestros fines de
semana suelen estar llenos de eventos y los sábados por la noche a
menudo consisten en algún tipo de cena. Rotamos para que cada una
tenga un fin de semana libre al mes, pero resulta que los lunes son
nuestros días de recuperación y descanso.
Me quito los zapatos, dejo caer el teléfono y ayudo a Harley a
transferir las sobras de la cena a platos aptos para horno para que
podamos calentarlos.
—¡Santo cielo!
London me sobresalta y casi dejo caer un recipiente entero de sopa
de leche de coco al suelo. —¿Qué sucede?
—No puedo estar leyendo esto bien.
—¿No se puede leer bien qué? —pregunto.
—¿Te acuerdas de Go Green?
Como si pudiera olvidarlo alguna vez. —Por supuesto, ¿por qué?
—La secretaria del director general me envió un correo electrónico
preguntándome si podíamos programar una llamada. Parece que están
interesados en recomendarnos una posible oportunidad de patrocinio
con uno de sus clientes. —London tiene los ojos abiertos ampliamente
por la emoción.
—¡Eso es increíble!
—Aparentemente, Declan administra sus cuentas y le habló de
nosotras a alguien de su equipo. ¿Sabías sobre esto?
Niego con la cabeza. —Dijo que iba a hablar con ellos. Supongo que
eso significa que pidió un favor.
—Así parece. Han estado mirando nuestras redes sociales y
realmente les encanta lo que estamos haciendo con la colaboración del
campamento de aventuras. Están particularmente impresionados con el
uso de productos reciclados y el enfoque ecológico que hemos estado
usando, según el correo electrónico. —Deja su teléfono sobre la
encimera—. Es solo una llamada telefónica, por lo que todavía no
podemos estar seguras de nada, pero estoy cruzando los dedos.
—¿Quieres repasar las notas de la última vez para estar lista? —A
London le gusta estar preparada para las llamadas, lo cual significa
revisar notas y repasar posibles preguntas.
En tanto cenamos, revisamos la larga lista de prácticas ecológicas
que hemos adoptado en Spark House y, con suerte, si todo va bien, la
llamada se convertirá en una reunión y saldremos con un gran
patrocinador para futuros eventos.
Londres está muy nerviosa, por lo que saca su computadora
portátil y comienza a revisar las hojas de cálculo. Ayudo a Harley a
limpiar y luego me dirijo a mi habitación para prepararme para ir a la
cama. Recién van a ser las nueve, pero estoy agotada.
Reviso mis mensajes y me doy cuenta de que Declan me ha
respondido. Lo hizo con una serie de emojis con cara interrogativa junto
con: Supongo que tendrás que esperar hasta mañana para
averiguarlo.

A la mañana siguiente me levanto temprano, me pongo un par de


pantalones vaqueros y un suéter abrigador, me pongo un gorro y mi
abrigo, y salgo a la fresca mañana. Estaciono mi auto en el
estacionamiento detrás de la cafetería y entro, pero no veo a Declan por
ningún lado. Reviso mi teléfono. Ahora son las ocho, por lo que hago fila
para hacer el pedido mientras lo espero y le envió un mensaje para
preguntarle si quiere lo de siempre.
—Avery, café con leche de nueces de macadamia —grita la barista.
Su nombre es Ellie y ha trabajado aquí durante mucho tiempo, por lo que
se sabe mi pedido de memoria, pero no es lo suficientemente rápida ni lo
suficientemente psíquica como para saber que llegaría exactamente a
esta hora hoy.
Miro alrededor de la cafetería, asumiendo que tiene que haber otra
Avery a la que le gustan los mismos cafés con leche que a mí, pero nadie
se acerca para reclamarlo.
Ellie vuelve a llamarme por mi nombre y mira alrededor de la
tienda. Cuando me ve, sostiene el vaso para llevar. Lo reconozco como de
Declan. Dejo la fila para reclamar mi café.
—¡Oye, Avery! ¡Es bueno verte otra vez!
—A ti también. ¿Te mantienes alejadas de los problemas?
—Desafortunadamente. —Empuja el vaso sobre el mostrador.
Hay una hoja de papel debajo. Supongo que es un cupón o una
promoción, pero al inspeccionarlo más de cerca, descubro que es una
nota. —¿Qué es esto?
Me da una sonrisa maliciosa. —No estoy segura, pero me dijeron
que te lo entregara cuando vinieras a recoger el café y que se supone que
no debes pedir nada más que el café con leche.
—Esas son unas instrucciones muy específicas.
—Sí, ciertamente lo son. —Ahora está sonriendo.
—¿Eso es todo lo que sabes?
Se encoge de hombros. —Se suponía que debía darte la nota y el
café y nada más.
—Si te doy veinte dólares, ¿tendrías más información?
Su sonrisa se ensancha. —Me dieron veinte dólares por
darte solo esa información.
Me río. —Muy bien, que tengas un gran día, Ellie.
—Tú también, Avery.
La nota hace que me detenga en una panadería dos cuadras más
abajo; donde mi panquecito favorito, que generalmente solo está
disponible por temporadas, y otra nota me esperan.

Avery,
Espero que hayas disfrutado del café con leche de macadamia.
Estoy seguro de que ya lo terminaste y te quemaste el paladar porque
trataste de beberlo demasiado rápido. Jamás olvidaré la primera vez que
tomaste uno, estabas un poco escéptica, pero cuando los sabores
golpearon tu lengua, tus ojos se iluminaron. Recuerdo haber pensado que
era mi expresión favorita, sorpresa y pura alegría. Después de eso, hice
todo lo posible por encontrar formas de hacer que tus ojos se iluminaran
así con la mayor frecuencia posible.
~Besos, Declan

Con cada parada, obtengo instrucciones para el siguiente lugar y


algo más para llevar, junto con una pequeña nota de Declan, explicando
lo que representa cada elemento.
Tras la parada por el panquecito, me dirijo calle abajo hasta una
tienda de música. Cuando estaba en la universidad, tenía un reproductor
de CD. Era algo pasado de moda, pero mis padres tenían una cantidad
ridícula de discos compactos y no quería separarme de ellos, así que los
llevé conmigo a la universidad. A Declan le encantaba la nostalgia y
siempre escuchábamos los discos cuando estudiábamos juntos.
Cuando me acerco al mostrador, el adolescente apenas despierto
desliza un CD y una nota. Es una copia de Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me de
The Cure. Mi mamá fue una gran fanática de su música melancólica y
angustiada, y crecí escuchándolos todo el tiempo.
Mi copia se rayó hasta el punto de que se saltaba durante todas las
canciones menos en dos. Sin embargo, me negué a deshacerme de él
debido a los recuerdos que asocié con ese disco. Y ahora tengo una nueva
copia del mismo CD antiguo con otra nota más.

Avery,
Solíamos escuchar esto todo el tiempo en la universidad. Me tomó
dos años darme cuenta de que lo escuchabas más cuando nos
acercábamos al aniversario de la muerte de tus padres. Y luché mucho con
eso, me di cuenta de que asociabas este álbum con alguien que amabas y
perdiste, y yo lo asocié con lo mucho que te amaba.
Este no tiene saltos.
Con amor,
Declan

Al dirigirme a la siguiente parada, me doy cuenta de que ha


organizado una búsqueda del tesoro que evoca uno de los primeros
eventos en los que participamos juntos. Fue durante la semana de
integración del primer año. No me convencía hacerlo, porque pensaba
que sería una tontería. No conocía a nadie, ya que vivía en una residencia
universitaria mixta y acababa de mudarme dos días antes.
Así que cuando me reuní con el resto de los estudiantes de mi piso
y nos dividieron en grupos, me juntaron con otros estudiantes y Declan
acabó en mi grupo. Congeniamos enseguida, ambos llevábamos
camisetas que mostraban nuestro amor por el mismo equipo de fútbol y
el mismo jugador. Después nos hicimos amigos rápidamente. Yo había
llegado a la universidad con un novio fuera del estado, así que las líneas
ya estaban dibujadas en la arena.
Rompí con él un par de meses después, y para entonces había
podido presenciar la increíble habilidad de Declan para saltar de cama
en cama como si fuera un oficio. Era carismático, guapo y divertido, así
que podía ver el atractivo. Pero en ese momento nos habíamos establecido
como amigos. Me convertí en parte de su grupo cercano y no había
manera de que fuera a estropear eso. Y luego conocí a Sam.
Así que siguió siendo así durante muchos años, hasta que las
circunstancias y la proximidad nos cambiaron. Quería que fuera para
mejor, y durante un tiempo lo fue. Perderlo hace unos meses y todo el
trabajo que hemos tenido que hacer para recuperar nuestra amistad me
ha hecho temer hacer más cambios.
Pero sé que no podemos borrar dónde hemos estado, así que lo
único que podemos hacer es avanzar y ver a dónde nos lleva este nuevo
camino.
Cada parada trae consigo más recuerdos, todas las razones por las
que hemos sido tan cómplices a lo largo de los años. Porqué la
convivencia nunca fue un reto para ninguno de los dos, porqué era tan
fácil considerarlo mi mejor amigo.
Hay un adorno esperándome en la tienda de Navidad Todo el Año,
mi champú y acondicionador favoritos en la tienda naturista que me
encanta visitar y que Declan jura que siempre huele como si alguien se
hubiera fumado un porro. Casi me pongo a llorar cuando paro en la
tienda de deportes que frecuentamos y encuentro una camiseta
esperándome con mi nombre y número en la espalda. Necesitaba una
nueva después de la temporada pasada y no me molesté en hacer un
pedido porque no estaba segura de cuándo podría volver a jugar.
La última parada es mi restaurante favorito. No es lujoso, pero sirve
los macarrones con queso y langosta que tanto me gustan. Cuando llego
al puesto del anfitrión, miro a mi alrededor y veo a Declan en el reservado
de la esquina, en el que siempre nos sentamos cuando venimos aquí.
Se desliza fuera de la cabina y se pasa las manos por la parte
delantera de los pantalones. Lleva unos vaqueros y una camisa que le
compré el año pasado por Navidad. Dejo mi bolsa de tesoros en el asiento
del banco y le rodeo la cintura con los brazos, absorbiendo su calor.
Siento la suave presión de su mejilla contra la parte superior de mi cabeza
y el constante latido de su corazón en mi oído.
—Ha sido muy divertido. No iba a una búsqueda del tesoro desde…
—Primer año. —Enlaza su meñique con el mío—. Vamos, apuesto
a que te mueres de hambre.
—Absolutamente.
Ya hay una jarra de mi cerveza favorita en la mesa, recién servida.
Me meto en la cabina y, en lugar de sentarse en el otro lado, Declan se
desliza junto a mí. Apenas estamos en el reservado cuando un camarero
nos trae una cesta de pepinillos fritos y un plato de nachos.
Apoyo la mejilla en el puño y le sonrío. —No puedo ni imaginar
cuánta planeación tomó esto.
—Bueno, no puedo llevarme todo el mérito. Tuve mucha ayuda de
los chicos y de tus hermanas. —Saca una caja de regalo—. Tengo una
última cosa para ti.
Aparto mi cerveza y los platos del camino.
—Tus trabajos de envoltura son los mejores. —Acaricio con mis
dedos el borde de la cinta azul. Un año nos ofrecimos como voluntarios
con nuestro equipo de fútbol para ayudar a envolver regalos para los
ancianos. Amaron a Declan, y al menos tres de las mujeres se sentaron
con él y le dieron lecciones individuales sobre cómo envolver regalos.
También le ofrecieron un suministro interminable de galletas para que
pudiera mantener su energía para todo ese trabajo agotador y el riesgo
de cortes de papel.
Yo me burlaba de él sin descanso. Pero en los años siguientes
volvimos durante los días festivos, llevando pequeños regalos envueltos
a esas señoras. No se limitaba a dejar los regalos y marcharse, sino que
se quedaba a tomar el té y las galletas y, básicamente, les alegraba el mes
con esa visita de media hora y el bonito regalo envuelto.
Se encoge de hombros. —Es una habilidad valiosa e infravalorada.
Desenvuelvo la caja con cuidado, intentando no romper el papel,
pero me tiemblan las manos por alguna razón, así que no lo consigo.
Levanto la tapa y encuentro un álbum de fotos dentro de la caja.
La portada es una foto de Declan y yo juntos, con mi brazo
alrededor de su cintura y el suyo alrededor de mi hombro, de aquel primer
día de universidad en el que fuimos juntos a la búsqueda del tesoro y le
pateamos el culo a todo el mundo.
Hojeo el álbum y me detengo a leer las anotaciones debajo de cada
foto, cuándo y dónde fue tomada y por qué es un recuerdo especial. Hay
tantos momentos maravillosos que catalogan nuestra amistad y nuestra
historia.
Me detengo cuando llego a una foto en la que aparezco en medio de
una carcajada, sentada en esta misma cabina, con una cerveza delante
y un plato medio vacío de macarrones con queso y langosta a un lado.
—¿Sabes por qué elegí este lugar, aparte de la comida?
Miro la fecha antes de que pueda cubrirla con la palma de la mano
y considero su pregunta y la foto. —¿Ese fue el día en que acepté comprar
el apartamento contigo?
Declan sonríe. —Lo fue.
—¿Cómo se llamaba el tipo con el que vivías? ¿Harvey? ¿Harry?
—Harvey. Se mudó en el momento perfecto. Los chicos se
molestaron conmigo por preguntarte si querías tomar el segundo
dormitorio.
—¿Se molestaron? ¿Por qué?
—Porque vieron lo que yo no podía. —Se muerde el interior del labio
inferior.
—¿Y qué fue eso?
—Que estaba enamorado de ti, pero era demasiado ciego para
darme cuenta. O estaba demasiado asustado, más bien. —Traza el borde
de la foto—. He tenido mucho tiempo para reflexionar sobre la forma en
que manejé las cosas contigo, o no lo hice, en realidad. Seguí teniendo
aventuras sin sentido porque me aterrorizaba el compromiso, y estaba
convencido de que nunca podría ser lo suficientemente bueno para ti.
—Pero eso no es cierto en absoluto. Has sido mi mejor amigo
durante años, Declan. Y honestamente, fuiste el mejor compañero de
casa que una chica podría pedir.
—Menos todas las extracurriculares. —Sus orejas se ponen rojas
de pena, o tal vez sea vergüenza, que es algo que no quiero que sienta
ahora mismo.
—Sabía que las relaciones eran difíciles para ti, y sobre todo me
entristecía que te estuvieras privando de encontrar algo con sentido. Pero
si soy cien por cien honesta, por mucho que no me gustara ser testigo de
tus aventuras, una parte de mí se alegraba de que no te establecieras,
porque si lo hubieras hecho, no estaríamos aquí. —Suspiro y engancho
mi meñique con el suyo—. Creo que he sentido algo por ti por tanto
tiempo como tú por mí. No quería estropear nuestra amistad.
Asiente, como si entendiera perfectamente lo que quiero decir. —
Cuando fuiste a esa cita con Brock, me dio por pensar que podrías
encontrar a alguien y entonces ¿qué pasaría con nosotros? No dejaba de
pensar en la forma en que Harvey había sentado finalmente cabeza con
su novia y se había mudado. Cómo Mark estaba listo para encontrar a
alguien. La universidad había terminado hacía tiempo, todos hacíamos
carrera, buscábamos dar el siguiente paso. Las cosas iban a cambiar
eventualmente. Tenía que aprender a aceptarlo o arriesgarme a perderte
por completo. —Enhebra sus dedos entre los míos—. Quiero que seamos
amigos como antes, Avery.
—No creo que pueda hacer eso, Declan.
Baja la cabeza y sus hombros suben y bajan en una larga
exhalación, y cuando levanta la vista hacia mí, sus ojos están llenos de
tristeza y pánico. —Pero lo hemos hecho muy bien, ¿no crees? ¿O tal vez
no es suficiente?
—No es eso lo que quiero decir. Me di cuenta de algo en los últimos
meses. Me encanta nuestra amistad y lo que hemos construido durante
estos años. Creo que tal como tú has estado evitando las relaciones
porque tienes miedo de terminar como tus padres, yo también las he
estado evitando. No porque no quisiera experimentar el dolor que
experimenté con Sam, sino porque no quería perderte. Y no estaba segura
de poder encontrar una pareja que fuera la mitad de increíble que tú
como amigo. —Le aprieto la mano—. Si estás preparado para volver a
intentarlo, para estar juntos, yo también lo estoy, e incluso si no lo estás,
me parece bien esperar hasta que lo estés, siempre que eso sea lo que tú
también quieras.
—Estoy listo. Te quiero. Quiero estar contigo. No puedo prometer
que vaya a ser fácil y es probable que cometa muchos errores en el
camino, pero si estás dispuesta a ser paciente conmigo, haré todo lo
posible por no ser un imbécil celoso.
—Está bien ser un imbécil celoso a veces; viene en el paquete.
—Me he dado cuenta de que ser un gilipollas acusador no me hace
ganar muchos puntos. —Exhala un suspiro de alivio—. ¿Así que vamos
a hacer esto? ¿Ser una pareja? ¿Estar juntos?
—Me encantaría.
Se inclina y presiona sus labios contra los míos brevemente. —Te
he echado tanto de menos que ni siquiera puedo decírtelo. Extraño la
forma en que siempre dejas tu ropa interior colgada en ese estúpido
tendedero del lavadero. Eché de menos encontrar el cartón de leche vacío
en la nevera. Eché de menos las sobras y los crucigramas y las horribles
comedias románticas.
—¿Y a Thor?
—A Thor no.
—¿Ni siquiera un poco? —Separo mis dedos una fracción de
pulgada.
—No.
El camarero nos trae las entradas.
—¿Quieres empacar esto y llevarlo a casa? Quiero decir, ¿volver al
apartamento? ¿O aún no hemos llegado a ese punto?
Declan se pasa una mano por el pelo. —Uh, bueno. Podemos
hacerlo, pero voy a ser sincero, hace muchos meses que no estoy a solas
contigo, y no estoy seguro de lo increíble que vaya a ser mi autocontrol.
—Puedo lidiar con eso si tú puedes.
—Puedo. Me gustaría lidiar con eso. —Asiente un par de veces,
como si se estuviera confortando—. Salgamos de aquí.
Paga la cuenta y empacan nuestra comida. Caminamos a toda
velocidad las dos manzanas que nos separan del edificio que siempre
hemos sentido como nuestro hogar, no por el apartamento que
compartíamos, sino porque lo compartía con Declan. Nos las arreglamos
para entrar en el apartamento y cerrar la puerta antes de que nuestras
bocas se enganchen.
—Extrañaba esta sensación —gime en mi boca—. Haré cualquier
cosa para mantenerte en mi vida así, Avery.
—Creo que deberías empezar por llevarme a la cama.
Y lo hace.
Durante mucho tiempo fuimos imanes que se repelían.
Contrapuestos y orbitando el uno al otro, perdiendo la conexión hasta
que el mundo finalmente se alineó y nos unió, solo para separarnos de
nuevo.
Pero esta vez ambos estamos completos y preparados.
Esta vez no hay nada que nos retenga, ni nuestros pasados ni
nuestros miedos.
Esta vez puedo enamorarme completamente y saber que mi
corazón está a salvo con él.
Recorre el camino
Traducido por Dannygonzal
Corregido por Jadasa

Declan
Seis meses después…

—¿Por qué les toma tanto tiempo llegar? —Miro mi reloj por lo que
se siente como la centésima vez y golpeo mi bolsillo.
Harley arquea una ceja. —Tienes que relajarte. Llamó hace quince
minutos. Estará aquí pronto.
Es el cumpleaños de Avery y esta noche Spark House está cerrado
al público porque haremos una fiesta. No está programado que los
invitados llegan hasta dentro de varias horas, pero Avery y London vienen
en camino para poder probar los obstáculos de la carrera.
En los meses desde que Avery me dio una segunda oportunidad,
he asistido regularmente a terapia, consciente de que ahora más que
nunca necesito el apoyo y las estrategias que me ayuden a manejar el
conflicto de una relación de forma sana. Una vez al mes voy con Avery, y
siento que nos ha hecho más fuertes como pareja.
Nos permite hablar de nuestros miedos y encontrar maneras
constructivas de superarlos. No podría pedir una mejor pareja. Es mi
mejor amiga y la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida.
Nuestra relación no es perfecta, porque nada lo es, pero hemos
estado trabajando en las partes complicadas. He aprendido a no dejar
que mis miedos me gobiernen, hablamos las cosas, y ella es paciente
conmigo. Estoy aprendiendo cómo permitirme a mí mismo ser vulnerable,
y cada día me enamoro más y más de Avery.
Es interesante cómo tratamos de enterrar nuestra cabeza en la
arena y fingir no ver lo que tenemos justo frente a nosotros hasta que
algo amenaza con llevárselo. Es exactamente lo que me pasó, más de una
vez en lo que a Avery concierne.
Aún siento culpa por no estar en el vehículo con ella ese día, y no
creo que alguna vez desaparezca, no por completo. En especial en esos
días cuando le duele el tobillo, o cuando cojea durante aquellos primeros
pasos tras estar sentada por largo tiempo.
Pero es fuerte, independiente e indulgente. Cuando esos
sentimientos salen de la nada, me recuerdo que superó eso, y yo también
debería. También me he dado cuenta que solo porque la relación de mis
padres fue un caos, no significa que la mía también tiene que serlo.
El cumpleaños de Avery es en verano, lo cual es perfecto porque
significa que la carrera de obstáculos se organiza en el agua. Se unió a
una liga de fútbol recreativo hace dos meses, después de obtener el visto
bueno de su doctora. Esta no es competitiva, y probablemente es la mejor
jugadora del equipo, pero no está dispuesta a ponerse a sí misma en
riesgo ni a renunciar a su deporte favorito, así que es un buen
compromiso.
Con cada desafío que enfrenta, encuentra una forma de adaptarse
y ha desarrollado un verdadero amor por los deportes acuáticos y todo lo
que involucre nadar, así que es en lo que se basa la carrera de hoy. Eso
y nuestro mutuo amor por los crucigramas.
Llega diez minutos después. Agradezco que sea un día agradable
con solo unas nubes esponjosas en el cielo.
—Hola, cumpleañera, ¿cómo estuvo tu mañana? —La envuelvo en
un fuerte abrazo y beso la cima de su cabeza.
—¡Fantástico! Gracias por hacer que me consientan.
Por recomendación de London, la envié a un spa por un masaje y
que le hicieran manicura y pedicura. A Avery no le interesa mucho las
cosas de chicas, pero supuse que, si hay un momento para ir por todo,
hoy es el día.
Cuando la suelto, me sonríe. —Los chicos llamaron y dijeron que
estarían aquí alrededor de las cuatro. ¿Hay algo con lo que pueda ayudar
antes que lleguen nuestros amigos?
—En realidad, sí. Organizamos la carrera de obstáculos, y supuse
que tú y yo podríamos recorrerla para asegurarnos de haber resuelto
todos los errores.
Avery aplaude y salta emocionada. —¡Definitivamente! ¡Estoy
totalmente dispuesta!
Corre de regreso al hotel para cambiarse por un traje de baño y
regresa menos de cinco minutos después, su cabello recogido en una cola
de caballo.
Explico cómo funciona la carrera. Hay cuatro boyas en el agua,
nadamos, liberamos una bolsa de fichas, y las llevamos al tablero una a
la vez. Cuando tengamos todas las bolsas, podemos vaciar las fichas y
comenzar a trabajar en nuestro acertijo de palabras.
—Oh, hombre. —Avery da saltos de un pie a otro, sin lograr
contener su emoción—. He estado completando crucigramas
recientemente. Vas a caer por completo.
Le doy un largo vistazo. Tiene puesto un bikini, todas sus curvas
atléticas en exhibición. —Definitivamente voy a hacer eso después.
Me da un golpe en el brazo. —En serio, Deck.
—Cien por ciento. Es tu cumpleaños, nena, tienes todo el servicio
completo que puedas manejar.
—Hablar de sexo como distracción no va a funcionar. Prepárate
para perder. —Camina hacia el inicio de la carrera, y Harley hace la
cuenta regresiva, dando la señal para correr hacia el agua.
Puesto que Avery ha pasado mucho tiempo en el agua, se ha vuelto
una nadadora increíblemente fuerte. No le toma mucho regresar con la
primera bolsa, pero cada baya se halla más alejada que la última, así que
reduce un poco la velocidad cuando llega a la última bolsa, pero aun así
se las arregla para mantener el ritmo.
Siempre estoy impresionado por su tenacidad y determinación al
no dejar que su herida la retenga. Es cuidadosa con su cuerpo, y algunos
días son más difíciles que otros, pero no deja que eso la limite.
Regresamos a la estación del acertijo casi al mismo tiempo, y ella
comienza a desatar las bolsas y a sacar las letras de su pista de tres
palabras que desbloquearán la caja.
Mis piezas son diferentes a las suyas y contienen cinco palabras.
Puesto que yo creé la carrera de obstáculos, tengo ventaja.
Mueve las letras, su expresión es de feroz concentración. Me mira
de vez en cuando y frunce el ceño cuando observa sus propias piezas,
dándose cuenta que nuestras letras no son las mismas.
Y entonces todo cae en su lugar mientras mueve las piezas una vez
más para deletrear la frase:
¿TE CASARÍAS CONMIGO?
La mía dice:
POR FAVOR, DI QUE SÍ.
Sé que London y Harley se encuentran alrededor, en algún lugar,
probablemente grabando esto en secreto. Deslizo la mano en mi bolsillo
y saco una bolsa de plástico que contiene la caja pequeña de terciopelo y
coloco una rodilla en la arena.
Avery sacude la cabeza, pero su sonrisa es amplia cuando la libero
de la bolsa y la meto de nuevo en mi bolsillo.
Abro la caja. —Te he amado desde que te conocí, Avery, e intenté
por mucho tiempo ignorar esos sentimientos, pensando que nunca podría
ser lo que necesitas, pero tu paciencia y amor me enseñaron que puedo.
Eres mi mejor amiga y mi persona favorita en el mundo. No hay nadie
más que me afecte de la forma en que lo haces, y quiero pasar el resto de
mi vida mostrándote cada día lo mucho que significas para mí. ¿Te
casarías conmigo?
Pasa sus dedos por mi cabello, sus ojos suaves como su sonrisa.
—Has sido mi roca por tantos años, Declan. No creo haberme dado
cuenta de lo esencial que eres en mi vida hasta hace algunos meses. Y
aunque sé que ambos lo necesitábamos, nunca quiero estar sin ti de
nuevo. Eres mi mejor amigo, por supuesto que me casaré contigo.
Deslizo el anillo en su dedo y me pongo de pie. —Gracias por
enseñarme cómo amar con todo el corazón. Te prometo que cuidaré del
tuyo. —Tomo su rostro entre mis manos y me inclino para así poder sellar
mi promesa con un beso.
Avery es mi mejor amiga, mi alma gemela, mi todo.
Como siempre, a esposo y niñita, son mis dos personas favoritas
del mundo y tengo tanta suerte de tenerlos en mi esquina. Mamá, papá
y Mel, gracias por siempre estar en mi equipo.
Pepper, eres mi mejor amiga por siempre. Gracias por ser una
amiga tan fantástica.
Kimberly, siempre estás ahí para intercambiar ideas y ayudarme a
hacer que cada libro sea lo mejor posible. Estoy agradecida por tu
amistad y guía.
A mi equipo de SMP, es un honor y un placer trabajar con ustedes,
¡Estoy muy emocionada por lo que se viene!
Sarah, eres una bendición. Hustlers, son un fabuloso grupo de
mujeres y las quiero mucho.
Tijan, eres genial. Gracias por ser una fantástica amiga.
Sarah, Jenn, Hilary, Shan, Catherine y a todo mi equipo de Social
Butterfly, son unas super estrellas.
Gel y Sarah, su increíble talento nunca deja de asombrarme.
Beavers, no puedo estar más honrada de tenerlas como lectoras.
Gracias por siempre emocionarse, ¡sin importar qué les lance!
Deb, Tijan, Leigh, Kelly, Ruth, Kellie, Erika, Marty, Karen, Shalu,
Melanie, Marnie, Julie, Krystin, Laurie, Angie, Jo y Lu, son el cimento de
la amistad, y estoy bendecida de tenerlas en mi vida.
Lectores, blogueros y bookstagrammers, son la base de esta
increíble comunidad de lectores, y su amor y pasión por el romance no
deja de asombrarme.
La autora más vendida del New York
Times y USA Today, Helena Hunting,
vive en las afueras de Toronto con su
increíble familia y sus dos maravillosos
gatos, quienes creen que el mejor lugar
para dormir es su teclad.
Escribe de todo, romance, romance
contemporáneo, comedia romántica,
romance deportivo, y angustiosos new
adults.
Helena ama hornear pastelitos, ha sido
conocida por escuchar una canción en
repetición por mil quinientas doce
veces mientras escribe un libro, y si
tiene que estar alejada de su familia,
prefiere estar en un clima cálido con
sus amigas.

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