Demoler La Conciencia Demoler El Mundo
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ISSN 1668-6233
Reseña
Contra la verdad presenta una edición bilingiie, con una delicada traducción y
notas técnicas de Matías Pizzi y una introducción a los escritos de Virginia Cano.
La selección no es casual, sino que ha sido pensada para que el lector sepa
ubicarse en el entramado más esencial del pensamiento nietzscheano, es decir,
son estos escritos los que creemos que más daño le hacen a la autoafirmación que
el pensamiento de la modernidad cree lograr respecto a la importancia central de
la raón. Son golpes de martillo que están especialmente dirigidos contra la cabeza,
contra las conciencias, contra el lenguaje. Cuando pensamos el mundo, lo
hacemos a partir de conceptos, pero si esos conceptos no resisten los ataques
nietzscheanos, ¿cómo debemos comenzar a pensar el mundo? ¿Es acaso esta
radicalidad de demolición nietzscheana un proyecto político? ¿Podemos pensar
radicalmente distinto si los conceptos han sido demolidos?
! Friedrich Nietzsche, Contra la verdad, trad. Matías Pizzi (Buenos Aires: Rara Avis, 2018), 10.
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Los valores que guían nuestras acciones, ¿han sido alguna vez puestos en duda?
¿Han sido pensados profundamente hasta lograr concebir cuál es el inicio de cada
uno de ellos? Si todo valor se nos presenta conceptualmente, y si la multiplicidad
de conceptos nos permite estructurar el mundo, pensar los conceptos es pensar
nuestras estructuras sobre el mundo. De esta manera, pensar aquellas estructuras
nos permite ver cómo estamos estructuraros; más aún, son las estructuras
mentales las que permiten leer nuestro mundo. Toda conciencia es distinta a otra
conciencia y es por este motivo que los conceptos universales permiten que la
mayoría de las conciencias funcionen de la misma manera. Esta es la llaga sobre la
que repara Nietzsche: es absurdo seguir generando una humanidad repetida al
infinito. Es así como, frente a una infinidad de combinaciones fácticas, los sujetos
combinan los elementos del mundo de la misma manera. ¡Conceptos! ¿Qué sería
del mundo sin ellos? Quizás lo que ha señalado Kant: un mero caos de
sensaciones. Pero debemos centrarnos en la imperiosa exigencia humana de
comenzar a combinar los elementos del mundo de disimiles maneras.
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“En algún rincón alejado del universo centelleante, perdido entre incontables
sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron
el conocimiento. Este fue el minuto más soberbio y falaz de la historia universal;
pero en definitiva, fue tan solo un minuto. Tras unos pocos suspiros de la
naturaleza, el astro se congeló y los animales inteligentes debieron perecer.
Alguien podría inventar semejante fábula y, sin embargo, no ilustraría cabalmente
de qué manera lamentable, indefinida y superficial, cuán inútil y arbitrariamente
el intelecto humano se enajenó de la naturaleza. Hubo eternidades en las que no
existía; y cuando nuevamente todo se acabe para él, nada habrá sucedido. Así, no
hay para aquel intelecto una misión ulterior que lo conduzca más allá de la vida
humana.”
? Ibíd., 31.
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“Creemos conocer algo sobre las cosas mismas cuando hablamos de árboles,
colores, nieve y flores...y, a pesar de ello, no poseemos más que metáforas de las
cosas, que de ningún modo sc corresponden con las csencias originarias [...] Sc ve
así que la formación del lenguaje no sigue un proceso lógico, y que todo el
material sobre el que trabajan y construyen quienes se ocupan de la verdad -el
investigador, el filósofo- procede, sino directamente de castillos en las nubes, de
ningún modo de la esencia de las cosas.”
Las palabras que emiten los sujetos no tienen vinculación con la realidad que
intentan representar. Parafraseando al maestro de Nietzsche, podemos afirmar
que el mundo es una representación del sujeto que intenta conocer el mundo. En
nuestro caso, el mundo es una representación de conceptos que nada pueden
lograr. El lenguaje es un conjunto de absurdas insinuaciones porque la relación
del mismo con su significado es meramente metafórico: nuestras palabras no se
corresponden con la realidad y sólo nos queda, aunque a nuestro pesar, la simple
descripción. Así, toda palabra se convierte en un concepto que debe adaptarse a
innumerables experiencias: el mismo concepto debe abarcar una multiplicidad de
experiencias que pueden ser más o menos parecidas, pero que jamás serán
idénticas. Bajo este lema, Nietzsche desnuda crudamente la realidad: los
conceptos abarcan múltiples experiencias que son completamente diferentes y
hacen de esta multiplicidad una mera repetición. El carácter irreductible de las
experiencias a la mismidad conceptual es un escollo que no hay que sortear sin
prestar especial atención, porque este proceso de equiparación es llevado a todas
las instancias del lenguaje. La principal preocupación nietzscheana es la de
develar lo que los conceptos religiosos y morales ocultan debajo de ellos: en el
ejemplo que da de la palabra “honestidad” nos encontramos con numerosas
* Ibíc
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“El ser humano pone sus actos como ser racional bajo el dominio de las
abstracciones y, puesto que ya no tolera ser arrastrado por las impresiones
repentinas o por las intuiciones, las generaliza y obtiene así primero conceptos
más descoloridos, más fríos, que puede enlazar con el motivo de su vida y de sus
acciones. Todo lo que eleva al ser humano por encima del animal depende de esta
capacidad de evaporar las metáforas intuitivas en un esquema, de disolver una
imagen en un concepto.”
* Ibíd.,, 49.
5 Ibíd.,, 51.
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La costumbre lo conforma como sujeto del hábito. Son los sujetos del hábito
quienes terminan viviendo un sueño eternamente repetido. Contrario a esto,
Nietzsche se pregunta qué ocurre si vemos diferente y percibimos colores de
manera diferente, ¿se caen las leyes de la naturaleza? ¿Qué es una regularidad
natural si el sujeto cognoscente percibe el mundo según su subjetividad? Antes de
ingresar a la segunda parte del texto, donde nos encontraremos con su propuesta
filosófica, ofrece una respuesta a los interrogantes sobre la posibilidad de la
regularidad en la naturaleza:
“Esa regularidad que tanto nos impresiona en las órbitas de los astros, o en los
procesos químicos, en el fondo coincide con aquellas características que nosotros
mismos hemos introducido en las cosas, y de este modo nos infundimos respecto
a nosotros mismos.”
En el segundo apartado del texto, Nietzsche enfrenta a los seres humanos que se
guían por conceptos con los seres humanos que se guían por las intuiciones. En lo
programático, nos cuesta pensar en una propuesta: el martillo ha golpeado contra
lo más propio del ser humano, pero, después de la destrucción del lenguaje, ¿qué
queda? Nietzsche nos deja sobre castillos conceptuales en ruinas, pero su
S Ibíd., 63.
7Ibíd., 69.
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propuesta sólo logra inquietar. El cierre del texto es salvaje y deja al lector con una
excitación alarmante. Con todo, se pueden diagramar dos formas de vida. La
observación de Matías Pizzi, en su acertada Nota 20, es clave:
Claro que debemos preguntarnos, o al menos dejar la pregunta para que el lector
conduzca sus pensamientos por el camino que traza Nietzsche, si es posible la
captación inmediata y la ausencia de conceptualización como elemento
fundamental de la construcción de una manera de vida en la que prevalece la
intuición por sobre lo conceptual.
“A los más audaces caballeros entre estos codiciosos de gloria, esos que creen
encontrar un escudo de armas colgado en su constelación, hay que buscarlos
entre los filósofos. No dirigen sus esfuerzos a un “público”, a la excitación de las
masas ni a la ruidosa ovación de sus contemporáneos; por el contrario, marchar
por caminos solitarios forma parte de su esencia. Su talento es el más raro y, en
cierto modo, el más antinatural en la naturaleza, además de impulsivo y hostil
contra los talentos de la misma especie.”
La actitud del filósofo es la de una soberbia que cree en que podrá alcanzar sus
metas y en la que el menosprecio por su época y el mundo de lo cotidiano es una
manera de vivir. La figura del filósofo que defiende Nietzsche es la de Heráclito
por su manera de pensar, dado que no se condice con la simple matematización
propuesta por el pensamiento de la Modernidad, sino que ofrece un pensamiento
intuitivo y centrado en las aseveraciones no argumentativas. Por otro lado,
3 Ibíd., 89.
* Ibíd., 89, 101.
II
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“Entre los seres humanos Heraclito fue extraordinario (...) Él no necesitó a los
humanos para conocerlos. Todo lo que pudiera saber de ellos, y lo que los demás
sabios se esforzaron en indagar antes de él, no le importaba para nada. ‘Me he
buscado e investigado a mí mismo”, dijo, con una expresión con la que describía la
consulta de un oráculo, como si él fucra cl verdadero realizador y consumador de
aquella sentencia délfica, “conóccte a ti mismo”, él y nadic más.”*
Por último, nos encontramos con un pequeño escrito" que explota contra la
educación alemana de su tiempo. Son varias las obras en las que arremete contra
la cultura y educación alemana, pero en este caso, el centro del cuestionamiento
es la formación que se recibe y la distancia que existe entre grandes hombres,
como Arthur Schopenhauer, y la filosofía idealista e historicista que reinaba en
esos tiempos. La tranquilidad y el conformismo burgueses son los que gobiernan
la academia junto a una visión errática de la filosofía. Por el contrario, Nietzsche
dictamina la necesidad de un pensador del talante de Schopenhauer para que
construya una auténtica cultura alemana: se necesita una filosofía que realmente
libere los espíritus alemanes y no sea una mera reproducción de idealismos
trascendentales que lo único que hacen es debilitar aún más al pueblo.
E-mail: [email protected]
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