Aspectos de La Cosmovisión Maya
Aspectos de La Cosmovisión Maya
Aspectos de La Cosmovisión Maya
La Cosmovisión Maya se refiere a la visión del mundo del pueblo maya, según la
cual “toda la naturaleza se encuentra integrada, ordenada e interrelacionada”.
Para este pueblo, “todos aquellos elementos que existen en la naturaleza, es
decir, todo lo que hay en el universo es animado o tiene vida. Cada ser, se
complementa y completa a los demás”.
El pueblo maya interpreta el mundo como un sistema interrelacionado y como un
orden espiritual vigilado y moral, que demanda respeto, gratitud y moderación. El
Gobierno de Guatemala reconoció, a través del Acuerdo sobre identidad y
derechos de los pueblos indígenas, que la cosmovisión maya se fundamenta en la
relación armónica de todos los elementos del universo, en el que el ser humano es
un elemento más, la tierra es la madre que da la vida y el maíz un signo sagrado.
Para este pueblo, todos los individuos tienen una misión determinada dentro de la
totalidad de elementos que constituyen el universo, todos traen un trabajo y una
función ineludible. En la concepción maya del mundo, la misión de cada ser en
esta vida “es otorgada por la naturaleza, para guardar correspondencia y armonía
con los demás seres y el cosmos”.
El Popol Wuh
Se dice que este libro fue escrito durante los años de 1550 por un indígena que
aprendió los caracteres latinos y pudo escribirlo o traducirlo de la expresión de un
anciano.
El popol Vuh, es una recopilación de varias narraciones míticas e históricas del
pueblo k’iche’. El libro, aparentemente es llamado La Biblia de los mayas ya que
está compuesto de varios relatos que tratan de explicar el origen del mundo, de la
civilización y de muchos fenómenos que ocurren en la naturaleza.
Se divide en cinco partes o capítulos como lo quieran llamar y en resumen está
dividido de esta forma:
La primera parte abarca desde el origen de la palabra hasta la destrucción de los
seres de madera. La segunda parte se refiere a los seres que quisieron arrogarse
una divinidad que no les correspondía y son derrotados por los gemelos, Junajpu y
Ixb’alanke. La tercera parte contiene una regresión a una época mítica anterior
que comienza con el nacimiento de Jun Junajpu y Wuqub’ Junajpu, padres de los
héroes gemelos. La cuarta parte corresponde a la creación de los primeros
humanos, de donde se origina el género humano actual. La quinta parte desarrolla
la historia que corresponde a la segunda generación de ancestros hasta el
establecimiento del pueblo k’iche’.
Sentimiento cósmico
El sentimiento cósmico se cultiva para recrear la realidad original ; responder a la
necesidad espiritual humana ; satisfacer aspiraciones éticas e imperativas de
orden social. El sentimiento cósmico colma a la sociedad de relaciones
respetuosas, armónicas, equilibradas, tolerantes y tiernas. Enseña que la vida es
un pincel creativo y creador.
La actitud científica no debe ser de dominio sobre la naturaleza, debe ser
acompañado de buenos sentimientos a favor de la vida. La ciencia además de
responder a lucidez intelectual, básicamente se aprecia como cultivo de relaciones
de cooperación con la naturaleza.
Nuestra existencia tiene que ver con el trato con los que están por llegar a nuestro
mundo. ¿Cual será su porvenir? ¿Estamos preparados para darle la bienvenida a
la Madre Tierra? La justicia trans-generacional es decisiva en el proceso cósmico.
Nuestra visión del cosmos encuentra unidad entre el mundo de la creación y el
mundo social ; entre universo y el entramado de relaciones socio-políticas. En el
ejercicio de sus lenguas, el espíritu cultural maya enseña que el universo físico es
red dinámica de sucesos interrelacionados.
La cosmovisión maya -su concepción del mundo- fue cambiando paulatinamente
conforme su religión se volvió más compleja. No obstante, en términos generales,
cuenta la antigua tradición maya que el mundo fue creado, destruido y recreado al
menos tres veces antes de que se moldeara éste, nuestro mundo, el mismo en
que vivieron los mayas antiguos y en que habitamos nosotros.
Cuenta también que, al final de la tercera creación, al Primer Padre, a quien
llamaban Nun-Yal-He o 1 Maíz Revelado, lo capturaron y asesinaron los señores
del Reino de Xibalbá, el hogar de los muertos, y lo enterraron en un juego de
pelota. Hasta allá fueron a rescatarlo sus hijos gemelos, dos semidioses llamados
Hunahpú e Ixbalanqué. Gracias a ellos, el Primer Padre resucitó de la hendidura
de un caparazón de tortuga, y se preparó para crear nuestro mundo.
La creación como tal, según textos hallados en la ciudad de Cobá, tuvo lugar el
día 4 ahau 8 kumk'ú, que en nuestro calendario equivale al día 13 de agosto de
3114 a.C.
Lo primero que hizo 1 Maíz Revelado fue alzar el Árbol del Mundo, llamado
Wakah-Chan o Cielo Elevado. Así separó al cielo de la tierra y estableció el centro
de todo lo creado, el eje del cosmos. A veces, los mayas representaban a este
árbol como una exuberante caña de maíz cargada de mazorcas maduras.
Esto se debía a que el Primer Padre era dios del maíz y alimento de la humanidad;
pero también lo representaban como una gigantesca ceiba, a la cual llamaban
Cielo Elevado, Primer Árbol Precioso, Árbol del Cielo, Bosque Elevado o
Plataforma del Cielo, entre otros nombres.
Se dice, asimismo, que en los primeros momentos de la creación el cielo estaba
acostado sobre la tierra, de tal manera que la luz no existía. En este lugar,
conocido precisamente como Cielo Acostado, los dioses auxiliares, bajo la
supervisión del Primer Padre, colocaron tres piedras, las tres piedras
fundamentales de la creación que fueron el símbolo del sacrificio, la muerte y la
resurreción del Primer Padre.
Después, el Primer Padre entró en el cielo y lo convirtió en el Cielo Elevado,
opuesto recíproco del Cielo Acostado. Aquí construyó una casa de ocho pisos, con
la cual ordenó todo el universo superior: el mundo en que vivimos y los astros
celestes. El techo de esta casa era conocido como Domo del Cielo o Casa del
Norte y hasta ahí llegaban las ramas del Árbol de la Creación, la Ceiba Madre.
Posteriormente, el Primer Padre impuso al cielo el movimiento circular, y echó a
andar en él las constelaciones. Todo lo que él hacía estaba escrito en las estrellas
para que los hombres pudieran leerlo. En total, creían los antiguos mayas, el cielo
tenía trece pisos y daba hospedaje a los astros y a algunos animales solares,
como los venados y las aves de colorido plumaje.
Los mayas imaginaron la tierra como un enorme cocodrilo sobre el que los
hombres de la cuarta creación nos desplazamos sin saberlo y en cuyo dorso nace
la vegetación que hoy conocemos: los bosques, las selvas, los desiertos y las
tundras. Encima de este cocodrilo habitaron los antiguos mayas y construyeron los
hermosos palacios y edificios para sus dioses de acuerdo con los movimientos
celestes que el Primer Padre imprimió al cielo el día de la creación.
Bajo este cocodrilo se hallaba el inframundo, dividido, como el infierno de Dante,
en nueve pisos, en cuya parte inferior se encontraba el Reino de Xibalbá. En el
inframundo vivían los muertos en compañía de los animales nocturnos o
peligrosos, como los murciélagos, los búhos y los jaguares, y ciertas deidades
conocidas como Bolontikú.
El mismo día que el Primer Padre alzó el Árbol del Mundo, estableció también las
ocho direcciones del cosmos, que se desplegaron sobre la tierra como kan tzuk,
kan xuk: cuatro divisiones, cuatro esquinas. Al hablar de estas direcciones, los
mayas se referían a los puntos cardinales y las cuatro esquinas del universo. A
pesar de ello, los mayas reconocían cinco direcciones básicas: el centro y los
puntos cardinales, a cada uno de los cuales le correspondía un color: al norte, el
blanco; al sur, el amarillo; al oeste, el negro; y al este, el rojo.
En cada uno de ellos había un Bacab -uno de tantos seres celestes que
imaginaron los mayas- que cargaba sobre sus espaldas una porción de cielo para
sostenerlo durante toda la eternidad. Y el centro, donde estaban ubicados el Árbol
del Mundo y las tres piedras de la creación, se consideraba el ombligo del mundo,
el cordón umbilical -representado como una cuerda con cabeza de serpiente que
emergía del vientre de Nun-Yal-He, el Primer Padre- con que la humanidad se
conectaba con los dioses y la fuente de la vida.
Así creían los mayas antiguos que estaba construido nuestro mundo.
Los relatos históricos de la tradición Maya dicen que el mundo fue creado,
destruido y recreado al menos tres veces, antes de que se formara el nuevo
mundo, que es el mismo en que vivieron los mayas antiguos y en el que
habitamos nosotros en el presente.
Cada época en la cual el mundo fue recreado, contaba con diferentes relatos
históricos, religiosos, con diferentes dioses de la creación.
Quienes han estudiado la Cosmovisión Maya, indican que en la tercera creación,
el Primer Padre llamado Nun-Yal-He o Maíz Revelado, fue capturado y asesinado
por los señores del Reino de Xibalbá, el cual era el reino del inframundo, hogar de
los muertos.
Según la leyenda fueron sus dos hijos gemelos, Hunahpú e Ixbalanqué, fueron los
protagonistas de un juego de pelota Maya contra los semidioses del inframundo a
los cuales derrotaron.
Y gracias a ellos, el Primer Padre resucitó por medio de una ceremonia saliendo
de una caparazón de tortuga y se preparó para crear nuestro mundo. Las
creencias mayas, también indican que ellos se imaginaban el mundo como un
enorme cocodrilo, y sobre el habitan los hombres de la cuarta creación, que es el
presente en que vivimos, y en cuyo dorso nace la naturaleza que hoy conocemos.
Sobre el inmenso cocodrilo, cuenta la leyenda, habitaron los antiguos mayas que
construyeron los hermosos palacios y edificios para sus dioses, basándose en los
los movimientos cósmicos que el Primer Padre imprimió en el cielo el día de la
creación.