Planeta Agua en Lugar de Planeta Tierra
Planeta Agua en Lugar de Planeta Tierra
Planeta Agua en Lugar de Planeta Tierra
Planeta Tierra*
Fánor Casierra-Posada**
Resumen
*
Artículo de Investigación.
**
Ingeniero Agrónomo, PhD. Profesor titular en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC),
Facultad de Ciencias Agropecuarias. Grupo Ecofisiología Vegetal. [email protected]
Abstract
There has been controversy around the name of our planet, in the sense of continuing
to call it Earth or better giving it, a name related to water, due to much of our planet is
covered by water. Some ecologist trends suggest the second option, whereas scientists
consider, it is more pragmatic to leave the name as it is. Throughout the text a recount
of the origin of the name of our planet is made, making a tour by the mythology and
the religious traditions of some cultures, around the water. Additionally, some of its
properties and the importance of this liquid for life in our world are described. Finally,
a call for the preservation, care and sustainable use of this resource is made.
El nombre del sol, la estrella de nuestra vecindad, tiene su origen en el vocablo del
latino solis, que significa sol. Una palabra latina similar es solium, que en castellano
significa silla, trono o sitial (Otero, SF), para evocar que, en algunos casos, Apolo, y en
otros, Helio, transitaba diariamente en su trono o carruaje tirado por caballos
llamados Pirante, Éoo, Aetón y Flegonteen, cuyos nombres están relacionados con el
fuego o con la luz. Su recorrido diario seguía la trayectoria este – oeste, y portaban el
disco solar (Grimal, 1989, p 35-38 y 235-236). Por tanto, en el caso de la palabra sol,
el nombre no hace referencia al dios que guiaba el trono o carro a través de la bóveda
celeste, sino al carro o trono mismo que era el sol, por lo que nuestro astro rey recibe
un nombre relacionado con solium, en lugar del nombre del dios que lo conduce. Se
menciona también que la raíz de la palabra que le dio el nombre al sol se remonta al
presánscrito sû, que significa “el que genera vida” (Otero, SF).
El nombre Tierra tiene su origen en el panteón griego, como Gea, quien nació luego
que Caos y antes que Eros, acorde con Hesíodo. Con el paso del tiempo la Tierra,
potente y fecunda, pasó a ser la madre de los dioses y la madre universal.
Posteriormente la cultura helénica humanizó a sus dioses, por tanto, la Tierra vino a
ser representada como Deméter o Cibeles, cuyos mitos eran más humanos, y podían
tener cabida en la imaginación, de este modo, las especulaciones sobre la Tierra como
elemento iban abandonando los dominios de la mitología para entrar en los de la
filosofía (Grimal, 1989, p 211-213). Alrededor del año 500 a.C. cuando la cultura
romana entró en contacto con la griega, los romanos adoptaron de ésta, parcialmente
su religión y una gran parte de su mitología. Pero los romanos designaron a las
deidades griegas con nombres latinos. De este modo, al transferir a la diosa helénica
Gea a su cultura, la nombraron Tellus y la veneraron también bajo el nombre de Terra
Mater. En castellano, la llamamos Tierra, por la diosa romana, y con el tiempo Terra
cambió a Tierra, que es como conocemos actualmente a nuestro planeta. No obstante,
a pesar del cambio de denominación de Gea a Terra, aún seguimos conservando el
prefijo geo, del griego, para nombrar las ciencias relacionadas con la tierra, como
geofísica, geomorfología, geografía, geometría, etc.
Jesús se identifica a sí mismo como la fuente de agua viva en el episodio con la mujer
samaritana, cuando ésta adujo la rivalidad entre las tribus del reino de Judá y las del
de Israel, que otrora fueran una unidad durante la monarquía desde Saúl a Salomón.
En este episodio narrado en el libro de Juan, “respondió Jesús y le dijo: Si conocieses el
don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le pedirías a él, y él te daría
agua viva” (Reina y Valera 2009 p 1676). Además, Jesús reitera lo dicho con el
argumento de que “el que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán de su interior ríos
de agua viva” (Reina y Valera 2009 p 1686). También Jeremías hace referencia al agua
cuando por revelación de Dios escribió: “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me
abandonaron a mí, fuente de aguas vivas, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas
que no retienen el agua.” (Reina y Valera 2009 p 1209). Una profecía mesiánica muy
conocida es la que se encuentra en el libro de Zacarías, y se refiere a que “Acontecerá
también en aquel día que saldrán de Jerusalén aguas vivas”, (Reina y Valera 2009 p
1493). Por tanto, se identifica claramente al Mesías con fuentes de agua, pues siendo
Él, la encarnación del Verbo Divino debía transmitir a la humanidad el mensaje del
creador, lo que fue revelado también a Isaías, quien escribió: “EL espíritu de Jehová el
Señor está sobre mí, porque me ha ungido Jehová para proclamar buenas nuevas a los
mansos” (Reina y Valera 2009 p 1199), y posteriormente fuera corroborado por el
mismo Jesús, quien en una sinagoga declaró: “Hoy se ha cumplido esta Escritura en
vuestros oídos” (Reina y Valera 2009 p 1615), ante la mirada atónita de los presentes.
Una revelación que confirma este hecho, se encuentra en Apocalipsis, en el cual a
Juan le fue revelado que “el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los
guiará a fuentes de aguas vivas” (Reina y Valera 2009 p 1977).
En este sentido, ya identificado Jesús como el Hijo de Dios, y como la encarnación del
Verbo Divino, sólo resta mencionar cómo la palabra de Dios, representada por el agua,
sustenta nuestro frágil y hermoso planeta. Al respecto el apóstol Pablo en su epístola a
los Hebreos menciona: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en
otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el
Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual,
siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta
todas las cosas con la palabra de su poder,…” (Reina y Valera 2009 p 1912). En este
sentido, siendo Jesús, la encarnación del Verbo Divino, representado por el agua, el
que sustenta nuestro planeta, y si en relación con el área de cobertura superficial,
prevalece el área cubierta por agua por sobre la porción de tierra, resultaría
inapropiado el nombre de Tierra para nuestro planeta.
En su diálogo con Nicodemo, en el evangelio de Juan, Jesús le dice: “De cierto, de cierto
te digo que el que no naciere de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios”
(Reina y Valera 2009 p 1673). Al respecto, se menciona que este pasaje ha suscitado
controversias en relación con la expresión “nacer de agua”. Al respecto, existen varias
interpretaciones, de las cuales, una puede referirse al rito de purificación, o al
bautismo de arrepentimiento que Juan el Bautista oficiaba. La segunda opción puede
referirse a que el feto humano está en una bolsa de “agua” antes de nacer, haciendo
comprensible la idea de “nacer de agua”. Por último, algunos entienden que “nacer de
agua” se refiere al bautismo cristiano que es esencial para la salvación (Cervallos et al.,
2005). No obstante, de estas interpretaciones, la más aceptada sería la del bautismo
cristiano en agua, mediante el cual, el practicante muere para el mundo al ser
sumergido completamente en agua, para renacer a una vida nueva guiada por el
evangelio.
El agua ha sido fuente de inspiración para muchas leyendas y mitos en todas las
culturas, independientemente de su avance en cuanto a la cultura o la religión. Es sólo
el reconocimiento de la relevancia de esta sustancia la que inspiró los relatos. Un
ejemplo se encuentra en el Popol Vuh, en el cual, el evento del diluvio se encuentra
presente en las tradiciones mesoamericanas. Los Mayas registraron que “después
fueron destruidos y muertos todos estos hombres de palo, porque habiendo entrado en
consejo el Corazón el cielo y enviando un gran diluvio los destruyó a todos” (Ximénez
2007, p 12).
En el Rig veda se puede leer, en el himno de la creación: “Entonces no existían ni lo
existente ni lo inexistente, no existía el espacio etéreo, ni el cielo que está más allá. ¿Qué
cubría? ¿Dónde? ¿Bajo la protección de quién? ¿Existía el agua, insondable, profunda?...
En el principio la oscuridad escondía la oscuridad. Todo era agua indiferenciada.
Envuelto en el vacío, deviniendo, ese Uno surgió por el poder del calor.” En estos
fragmentos de un himno de uno de los textos más sagrados del hinduismo se
encuentra uno de los primeros referentes escritos de la humanidad sobre cómo se
formó y surgió la tierra. De igual manera que otros textos religiosos, se atribuye la
creación del agua a alguna fuerza divina inexplicable. Este poema, escrito hace cerca
de 4.000 años, reconoce al agua como el requisito previo para la creación de toda la
vida en la tierra y alude a una inmensa fuente de calor o energía de la que surgió el
agua. Además, también especula que el agua existió desde el comienzo de la formación
de la tierra, una posibilidad que los científicos todavía están investigando en la
actualidad (Venkatesh 2017).
En India consideran que Ganga, es la diosa del río Ganges, hermana de Parvati, la cual
monta al monstruo marino Makara. Inicialmente ella vivía en el cielo, pero Brahma
decidió enviarla a la tierra, con lo que ella amenazó con inundar el mundo. Para
impedirlo, Shiva dividió su corriente entre siete ríos que son el Ganges y sus afluentes.
En la mitología nórdica Ægir es un jotún, rey de los mares. Él es una personificación
del poder del océano. En la mitología grecolatina a Neptuno, hermano de Júpiter, se le
dio el dominio de todas las aguas y mares. Él monta las olas sobre caballos blancos y
todos los habitantes de las aguas deben obedecerlo. Entre los aztecas, Tláloc, conocido
también como Nuhualpilli, es un dios del agua y de la fertilidad en la religión
teotihuacana y nahuatl. Originalmente representaba al agua en la tierra, en tanto que
la serpiente emplumada representaba al agua celeste. Entre los antiguos egipcios,
Sobek era un dios del agua, de la fertilidad y del mal. Ellos consideraban que el agua
del Nilo vino del sudor de Sobek y que él era el dios de todas las aguas superficiales.
También Hapi, el dios del Nilo creó este río con dos toneles de agua, que portaba uno
en cada brazo. Este dios era representado como una figura humana de color azul, con
senos femeninos. Esta característica femenina estaba relacionada con la estación de la
creciente (Hapy) o de inundación (Ajet / Aket) del Nilo, y de esta manera, las riberas
del Nilo se nutrían y se fertilizaban para la siembra (Distintos en la igualdad, Sf).
También entre los chibchas Bochica, tiene un papel protagónico al formar el Salto de
Tequendama, y librar así a los aborígenes del diluvio al que fueron sometidos por el
dios Chibchacum. Bochica castigó a este dios imponiéndole la pena de cargar la tierra
sobre su espalda, guardando similitud con la imagen del Atlas griego. También entre
los chibchas se encuentra la leyenda de Bachué, una mujer que emergió de la laguna
de Iguaque con un niño en sus brazos, con el cual, pobló el mundo cuando el varón
alcanzó la madurez reproductiva. Una vez cumplida su misión como diosa madre,
Bachué y el joven, ya adulto, regresaron a la laguna de donde habían salido,
convertidos en serpientes. Por otro lado, entre los Chibchas, la esposa del cacique de
Guatavita fue sorprendida en adulterio, por lo cual, como castigo se ordenó a la
población que le recriminaran constantemente su falta en medio de coros y canciones,
a lo que la mujer, en su desesperación, respondió precipitándose, con su hija en los
brazos, a la laguna de Guatavita, en donde ambas perecieron. Motivado por el
remordimiento, el cacique oficiaba una ceremonia con su cuerpo cubierto de polvo de
oro, ataviado con ricos ornamentos y acompañado de sus sacerdotes. En esta
ceremonia se arrojaban valiosas ofrendas a la laguna, lo que dio origen a la leyenda de
El Dorado.
Planeta agua
Se ha descrito a los océanos como los verdaderos pulmones de la tierra, un planeta
cubierto casi en su mayoría por agua. Es en los mares donde se produce la mayor
parte del oxígeno necesario para la vida aeróbica. Estas masas de agua tienen la
capacidad de absorber una gran cantidad de las emisiones de carbono, son fuente de
alimentos y nutrientes, tienen un papel fundamental en la regulación del clima, y son
económicamente importantes para los países que obtienen ingresos a través del
turismo, la pesca y otros recursos marinos.
Con base en la superficie de la tierra cubierta por agua, nuestro planeta debería
llamarse Agua en lugar de Tierra, dado que la mayor parte de su superficie, nada
menos que dos tercios, está cubierta por mares, lagos y ríos, en donde fluye este
maravilloso elemento. Por otro lado, si vemos nuestro planeta desde el espacio, parece
más bien de agua. Adicionalmente, se hace necesario crear una mayor conciencia
entre las generaciones futuras para proteger el agua y mantenerla limpia, pues ella es
fuente de vida y sin ella nuestro mundo no sólo dejaría de verse como se ve
actualmente, sino que la totalidad de la vida se extinguiría, y tendríamos un planeta
desértico y hostil, como es Marte en la actualidad, en el cual, según Corral (2015)
parece haber indicios de agua líquida en la superficie marciana, pero los hallazgos no
son suficientes como para afirmar que esas trazas de agua pudieron soportar seres
vivos.
Por otro lado, los ecosistemas sustentados por el agua dulce han sido severamente
alterados o devastados. Se calcula que se ha perdido cerca de la mitad de los
humedales que antaño existían en nuestro planeta, y por encima del 20% de las
10.000 especies conocidas de agua dulce en el mundo, se han extinguido, están
amenazadas o en peligro de extinción, como consecuencia del mal uso que se da a este
recurso. En este sentido, el impacto que ha tenido el mal uso del agua sobre la
sociedad y el medio ambiente, requiere la participación de todas las comunidades,
dado que los esfuerzos individuales, aunque son valiosos, no ayudan lo suficiente
acorde con la magnitud del problema, y demás, se requiere la implementación de
políticas amigables con el medio ambiente, que fomenten la investigación, el desarrollo
de tecnologías y el fortalecimiento de los talentos humanos orientados a la protección
del recurso hídrico (Gabriel, 2017).
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