Arnanz Et Al. - 2020 - La Escucha y El Análisis
Arnanz Et Al. - 2020 - La Escucha y El Análisis
Arnanz Et Al. - 2020 - La Escucha y El Análisis
ESTRATEGIAS TRANSFORMADORAS:
Cómo potenciar la creatividad colaborativa
desde los movimientos y procesos sociales
Javier Caballero
Loli Hernández
Pedro Martín
Tomás R. Villasante
2.4.- LA ESCUCHA Y EL ANÁLISIS
Salir del pequeño grupo, escuchar más allá, abrirnos a la gente
Dado que ningún proceso es igual a otro, a la hora de salir a la calle y comenzar con la
recogida de información no tenemos que descartar ninguna de las técnicas a nuestro
alcance, siempre que estén al servicio de los objetivos construidos de modo participativo.
Las investigaciones o estudios de tipo cuantitativo utilizan la encuesta como herramienta
fundamental de recogida, análisis y presentación de datos y lo hacen valiéndose de cifras,
con porcentajes, indicadores, etc. Resulta útil a la hora de conocer aspectos “contables” de
la realidad y recoger las respuestas de las personas a ciertas preguntas para después operar
con ellas, pero no permite profundizar en el por qué se dijeron tales o cuales cosas, en las
motivaciones y estrategias más profundas.
El enfoque cualitativo pretende, por su parte, dar protagonismo a la persona o al grupo con
la que se está conversando y recoger sus opiniones e imágenes respecto a la realidad social
que se pretende conocer (sus “posiciones discursivas”). Este enfoque pretende profundizar
en lo que motiva a las personas y los grupos, yendo más allá de las primeras opiniones
habituales que se le ocurren a cualquiera.
El enfoque participativo puede combinar técnicas variadas de las anteriores, pero suele dar
prioridad a los talleres operativos, de construcción colectiva del conocimiento y de la
acción. Puede, por ejemplo, empezar con algunos dispositivos técnicos, como los ya
mencionados, para fijar un punto de partida, y luego usar entrevistas o grupos “cualitativos”
para profundizar, o, incluso, si se requiere puede hacer alguna consulta cuantitativa. La
diferencia fundamental con los dos enfoques anteriores radica en el para qué se recoge la
información. Un proceso participativo conlleva la devolución de la información a la misma
población, grupo o colectivo, para que, debidamente apoyada por técnicas adecuadas, sean
estas personas las que profundicen, prioricen y planifiquen sus propias estrategias.
Al principio, como punto de partida, es conveniente reunir toda la información que se tenga
de estudios anteriores, ya sean datos cuantitativos o cualitativos, pero que no nos paralice ni
nos impida salir a escuchar directamente. Estos datos anteriores nos pueden servir para
reflexionar, para encontrar nuevos cuestionamientos a trabajar, para hacernos preguntas
más que para darlos como cerrados.
Un ejercicio puede ser “hacerles preguntas” a estos datos, a estos estudios anteriores:
¿cómo fueron obtenidos? ¿por qué se hizo este estudio? ¿quiénes sacaron las conclusiones?
¿para qué han servido? ¿a quién ha servido?
Estas preguntas nos enseñan mucho sobre metodología, nos conducen a desarrollar el
sentido crítico que debe tener cualquier trabajo y nos ayuda a no cometer los mismos
errores.
Cuando hablamos de escuchar nos referimos a intentar trascender a la crítica, a esas
primeras reacciones que solemos tener de juzgar, según nuestro propio criterio, lo que
oímos. Por eso decimos que escuchar, con las técnicas de entrevistas, de talleres o de
escucha activa que creamos más apropiadas, es buscar las razones que hay detrás de lo que
se dice, como dice Montañés (2009) hay que preguntarse sobre qué se dice cuando se dice
lo que se dice; por qué se dice lo que se dice. Hay, como dice Manuel Canales (2014)
escuchar la escucha. Se ha de recoger un abanico amplio de posiciones, no importa que
sean contradictorias, claramente erróneas y que no estemos de acuerdo con ellas, porque no
se trata de que opinemos, ni de descubrir la verdad profunda, sino de escuchar y estar
atentos a todo tipo de posiciones y estrategias que están en juego. Tampoco se trata de que
hagamos de jueces, lo que salga no lo vamos a decidir nosotros, los que “investigamos”,
sino que va a ser una reflexión grupal donde se confronten todas las opiniones posibles,
para poderlas trascender, como veremos más adelante.
Por supuesto que para llegar a esta confrontación de las opiniones hay que haberlas
sistematizado, ofreciendo “frases textuales”, dibujos o cualquier otra forma de expresión
que ejemplifiquen esas distintas opiniones. No hay que descartar ningún punto de vista, por
muy minoritario que sea, lo importante es poder debatir sobre el más amplio abanico de
opiniones posibles para salir de los tópicos, de las mayoritarias, de las que salen en los
medios de comunicación y que dicen los políticos o personajes conocidos.
No hay que tener miedo a las contradicciones, que siempre salen, ni al caos que se pueda
formar porque, por un lado las contradicciones son fuente de creatividad y de soluciones
superadoras y, por otro, veremos técnicas para debates colectivos que impiden que ese tan
temido caos acabe en nada.
¿Qué queremos escuchar?
Se trata de escuchar los “dolores”, los “placeres”, las estrategias que tiene la gente sobre la
realidad que vive. No podemos pretender escuchar los “verdaderos” problemas, porque eso
requiere una construcción colectiva. No es tan fácil definir el problema que nos afecta, lo
que sí sabemos es lo que nos duele o lo que nos agrada.
Tendríamos también que saber escuchar los “gritos” sociales, como el primer síntoma de
los distintos problemas que, de forma enmarañada, afectan a la sociedad en su conjunto
pero que se sienten de muy diversas maneras por los distintos colectivos y las distintas
personas, dependiendo, entre otras cosas, del grado de poder de decisión sobre las posibles
soluciones. Pueden ser conductas agresivas, actitudes de desinterés, llamadas de atención
con las formas más variadas.
Si se confunden estos síntomas con el problema, se corre el riesgo de pensar en soluciones
rápidas, externas, sin implicación de las personas afectadas, que lo único que pueden hacer
es poner un pequeño parche pero que pueden servir para que la herida siga profundizándose
y pudriéndose. Nos referimos cuando, por ejemplo, ante actitudes violentas, el único
remedio que se menciona (posiblemente mayoritario) es poner más policía. Hay que
escuchar y recoger esta posición, pero también escuchar y recoger otras posiciones
diferentes (quizás minoritarias) pero que también han de ser tenidas en cuenta para
construir colectivamente las estrategias.
Un proceso participativo, sea de la dimensión que sea, recorre el camino desde el grito
(expresión del síntoma), el dolor (el síntoma más elaborado), el problema (cuando se define
con reflexiones sobre causas e implicaciones de manera colectiva), para llegar a soluciones
(posibles caminos integrales a recorrer, definiendo claramente los primeros pasos).
Técnicas de escucha
Aunque existen multitud de técnicas, planteamos aquí algunas cuyo manejo es
relativamente sencillo y que resultan apropiadas para ser puestas en práctica por cualquier
persona que participe en el proceso con un mínimo de información y formación previa, sin
que sea necesario ser profesional de las ciencias sociales, lo que, por otro lado, permite
romper las barreras que suele haber entre personas de distintas profesiones y personas del
lugar, estén asociadas o no.
La observación participante
Es el modo de proceder de la antropología clásica, adoptada como técnica de investigación
social por la sociología (Valles, 1997). En los procesos participativos, más que una técnica
sistematizada se trata de una actitud que está presente a lo largo de todo el proceso.
Consiste, simplemente, en no dejar escapar detalles, aunque puedan parecer
insignificantes, que pueden aparecer en cualquier momento, ya sea en reuniones, talleres,
contactos informales, etc. Conviene tomar algunas notas sencillas relativas al lugar, las
personas, los hechos y las circunstancias observadas y conviene igualmente recoger frases
textuales sobre el tema o el territorio oídas en cualquier circunstancia, aprovechar las
salidas y entradas a los centros sociales, de salud, los colegios, lo que se observa en los
parques y plazas, lo que se comenta en las tiendas del lugar, en los autobuses, etc.
Todas esas anotaciones, añadidas a los resultados de las entrevistas y la anterior recogida de
datos e informaciones, complementan, de manera muy enriquecedora, la visión general de
la realidad social que estamos conociendo.
Es conveniente ir haciendo un resumen de contenido de los materiales que vayamos
obteniendo del trabajo de campo (conversaciones informales, informes y actas de
reuniones, notas procedentes de la observación participante, etc.), porque nos servirá
cuando tengamos que realizar el análisis para las “devoluciones”. Pero siempre guardando
las frases tal cual fueron dichas (en el argot o forma peculiar de hablar de la gente), porque
es importante tanto para recoger el sentir de lo dicho como para no quitarle su fuerza
expresiva.
Técnicas visuales
Es conveniente adecuar las técnicas a utilizar según la situación particular, según la edad, el
manejo del lenguaje escrito, personas de distinta lengua, etc. En general es muy bueno
recurrir a dibujos y a juegos para que representen su visión de la realidad.
Por ejemplo, una actividad con los niños y niñas que nos puede dar mucha información es
que dibujen el entorno de sus casas; para adolescentes puede servir la elaboración de mapas
de rutas de ocio. En ambos casos se trata de que reflejen aquellos lugares con los que se
identifican y en los que se reúnen o aquellos conflictivos o “feos”, o los que les provoque
cualquier emoción.
Generalmente con personas de alguna comunidad rural, aislada en el territorio, donde
interesa conocer cuál es su calidad de vida, su concepto de buen vivir y cómo perciben los
cambios en el ambiente natural en el que están, convienen técnicas de visualización, donde
ellos mismos vayan viendo lo que están construyendo como información y además que
sean dinámicas, divertidas y lo más rápidas posibles.
Entrevistas
Antes de realizar una entrevista grupal o personal hay que elaborar una guía que contenga
los objetivos y los temas a tratar; también podemos recurrir a un guión (4 o 5 temas y
subtemas que sean fáciles de memorizar). Lo que no significa que se tengan que realizar ni
de la misma manera ni en el mismo orden en que están planteadas; el éxito dependerá más
de la habilidad de la persona que entrevista para dar fluidez y naturalidad a la conversación.
Una entrevista a algunos expertos para empezar está bien, porque nos puede dar seguridad
en los temas que surgen más habitualmente, y nos puede recordar aspectos que no se nos
deben olvidar en la guía que vayamos a utilizar para las entrevistas. Aunque cada entrevista
tiene un contexto distinto, conviene que tengamos en cuenta que:
- Al presentarnos, debemos garantizar el anonimato de lo que nos vayan a decir, pues nos
interesan las “posiciones” que se argumentan, y no quien lo dijo en concreto. Como
mucho interesa el contexto en el que se dijo.
- Debemos decir claramente para qué queremos la información, quiénes y cómo la van a
ver y cómo va a ser devuelta.
- La duración puede alargarse a una hora más o menos, según la confianza que se genere.
- No debemos emitir nuestras opiniones o juicios sobre lo que se está diciendo, pues
siempre es muy interesante todo lo que opina cada grupo o persona.
- Para garantizar fidelidad a las palabras textuales es preferible registrarlas en una
grabadora, con el celular o en vídeo (y si no fuera posible tomar nota de las expresiones
clave tal como se dicen, incluyendo errores y anotando gestos, etc.). Siempre hay que
pedir permiso para hacer cualquier tipo de grabación, debemos mostrar todo el respeto
hacia las personas que entrevistamos.
- Es mejor que la hagan dos personas; en este caso, conviene que la segunda tome notas o
esté en segundo plano, ocupada de los detalles técnicos y de recordar aspectos
importantes que no hayan salido en la conversación.
- Hay que dirigir lo menos posible y dejar que los temas surjan de forma espontánea por
la persona o grupo según su forma y ritmo para expresarse.
- No dar ninguna señal de que se duda de la sinceridad de las personas entrevistadas. No
se trata de saber “la verdad” sino de escuchar las motivaciones de las personas.
- Hay que facilitar que salgan al principio los temas más tópicos o fáciles para entrar
después en un clima de mayor profundización.
- Hay que dejar para el final las preguntas que tienen que ver con el tejido social
(relaciones entre todos los actores, conflictos personales, etc.).
- Hay que despedirse volviendo a temas más tópicos de fácil consenso y además hacer
hincapié en el anonimato, en los objetivos de esta recogida de información y
convocando para la devolución (aunque no se puedan precisar fechas).
Entrevista individual
Realizamos entrevistas a personas que están implicadas (a algunas se les hace al inicio del
proceso), responsables políticos (de la municipalidad o de otras instituciones), personal
técnico y representantes de las diferentes asociaciones y colectivos, según la muestra que
hemos elaborado.
¿Para qué?
- Para descubrir las posiciones y estrategias de los dirigentes sociales.
- Para conseguir completar la información sobre la problemática según estas versiones.
- Para ver las relaciones que hay entre administraciones, las asociaciones y el resto de la
gente.
Entrevistas grupales
Son aquellas que realizamos a un grupo de personas que, organizadas formalmente o no, no
son representantes ni líderes. Pueden estar ubicadas en los sectores de afines, diferentes,
ajenos u opuestos. El número de personas adecuado se sitúa entre 5 y 9 (grupos de amigos,
señoras que hacen una actividad, productores de una zona, etc.).
El contacto con las personas puede ser previo, fijando día, hora y lugar para la cita, o
realizarse de forma más espontánea, acudiendo a los sitios en los que habitualmente se
reúnen y planteando a quienes allí estén las preguntas que nos permitan conocer su posición
en torno a determinados temas.
El papel que debemos jugar al realizar la entrevista debe estar encaminado a conseguir un
buen clima de debate entre estas personas. Previamente nos habremos presentado, y
explicado los objetivos de la entrevista; a continuación tenemos que conseguir situarnos en
un segundo plano y procurar que el grupo se vaya expresando con libertad; en caso de
producirse silencios muy largos o salidas del tema que estamos tratando, reconduciremos la
discusión mencionando alguna expresión lanzada antes por alguien, con sus propias
palabras, aunque debemos evitar hacer cambios bruscos como si no nos interesase lo que
están hablando.
Conviene tener también un guion previo que nos ayude, para no olvidar los temas ni los
objetivos del proceso; en este caso sí es conveniente que la hagan dos o tres personas, ya
que, mientras una se encarga de conducir la reunión del grupo, la otra u otras deben
observar atentamente y tomar las notas que consideren oportunas, pues al tratarse de una
reunión más amplia se producen lógicamente interacciones de todo tipo (complicidad,
sorpresa, contrariedad) entre las personas que intervienen.
También es interesante, una vez finalizada la entrevista y apagada la grabadora, quedarnos
un rato charlando con la gente para dar pie en un ambiente más relajado, a que surjan
nuevos temas o descubrir posiciones que no se hayan verbalizado.
Talleres
Podemos apoyarnos en algunas dinámicas de trabajo con grupos cuando estos pertenecen a
posiciones bastante cercanas. Esto nos permite tener que hacer menos entrevistas a
posiciones que son bastante parecidas entre sí y básicamente saturan lo que ya se conoce
por el propio grupo motor. Además de las técnicas que aquí reseñamos, pueden utilizarse
otras ya mencionadas (Línea de tiempo, FODA …)
Lluvia de ideas (brainstorming)
Es la estrategia más sencilla de generación espontánea y libre de ideas sin que medie debate o
discusión grupal: el enunciado de los sentimientos y actitudes ante el tema lanzado por quien
modera la reunión se hace en voz alta y de forma desordenada. Se anotan todas las opiniones
en un papel o pizarrón, a la vista de todos, y se da paso a su agrupación, análisis, debate o
aceptación de las más valoradas, en un proceso de cierto consenso.
El Grupo Nominal
Es una reunión de varias personas en las que se combina la reflexión individual y la
interacción grupal. Las personas participantes pueden tener experiencia o conocimiento del
problema a tratar o simplemente estar interesadas en profundizar en su estudio, bien porque
están afectadas directa o indirectamente por esa situación o porque son usuarias de un
programa de intervención social, por ejemplo.
Es conveniente que el grupo sea homogéneo, pues se trata de llegar a consensuar una posición
concreta de interpretación o de actuación; por eso, si existe confrontación de puntos de vista
muy opuestos, se formarán tantos grupos nominales como sectores de opinión diferentes se
detecten.
El desarrollo de la sesión, una vez planteado el tema por quien modera, consta de una primera
parte de reflexión individual y anotación de las ideas que a cada participante se le ocurran; el
siguiente paso es la puesta en común y registro de todas las respuestas en un pizarrón o papel
grande; después se van analizando una a una cada una de ellas y se agrupan (por ejemplo por
temas) o se resumen en un mismo enunciado. Para finalizar se debaten y matizan las
opiniones expresadas, según la preferencia o acuerdo con ellas, y se procede a recoger las
principales.
Philips 6/6
Es una variante o especificidad del Grupo Nominal. También se recurre a este método para
facilitar la participación de todos los miembros de un grupo numeroso (foro comunitario o
asamblea participativa). Consiste en dividir el grupo grande en subgrupos de seis personas
que discuten sobre el tema planteado por el moderador durante seis minutos; después un
portavoz de cada grupo expone las conclusiones a las que han llegado, anotándolas en una
pizarra. Una vez conocidas todas las aportaciones, se debate sobre ellas en plenario hasta
llegar a un consenso general o al menos de una mayoría.
Manteniendo el interés
Durante la fase de trabajo de campo y escucha no debemos olvidarnos de las personas con
las que hemos ido conectando hasta el momento. Durante este tiempo debemos mantener en
la gente el interés por el proceso, pues recuperarlo más tarde puede ser más dificultoso.
Este es un tema que podemos desarrollar con el grupo motor, comisión de seguimiento,
equipo M
multimedia, comisiones o grupos de trabajo, según los casos.
¿Cómo lo hacemos?
Por ejemplo, el Equipo Multimedia puede buscar un hueco en los medios de comunicación
locales, el grupo motor puede mantener informados sobre el proceso a los comunicadores
informales ya contactados, etc., y la comisión de seguimiento puede aprovechar algún acto,
fiesta, etc. que vaya a tener lugar para participar e informar.
No olvidar que cualquier actividad que se lleve a cabo en el proceso debe tener el objetivo
último de crear lazos de confianza, ganar confianzas hacia el proceso. Esa, que es una
actitud hacia el exterior, necesita asimismo de un trabajo hacia el interior del grupo motor.
Transmitir confianza requiere que cada uno de los miembros del grupo la tenga de sí mismo
y del propio grupo. Eso se refleja y la gente lo capta.
Análisis de las opiniones y posturas: el análisis de los discursos.
La tarea lógica después de escuchar es analizar lo que se ha escuchado, sistematizar la
información, no porque toque cerrar el proceso participativo como se hace en algunos
trabajos más técnicos (analizan, concluyen y proponen), sino más bien porque toca abrir el
proceso de nuevo y devolver esa información a la gente, para que la verifique o corrobore
pues es quien la ha producido y quien la puede matizar. También y sobre todo para que, al
tener en cuenta lo que se dijo, reflexione una vez más sobre las cuestiones que preocupan,
reflexión grupal “de segundo orden” porque se reflexiona sobre lo ya dicho, y así también
pueden surgir nuevas posiciones consensuadas, sobre causas y expectativas, razones de
fondo y salidas a los problemas que antes no habían surgido, provocando así el que vayan
apareciendo los caminos para el cambio.
Según vamos haciendo los talleres, y disponemos de las entrevistas individuales y grupales,
así como de las notas procedentes de la observación participante, podemos hacer una
audición de las entrevistas para ir analizando el contenido. Se pueden transcribir las frases y
las principales “posturas”, siempre lo más textual posible y para mayor fidelidad de cara a
las devoluciones, aquello que mantiene más relación con el proceso.
La base de este análisis está en encontrar las distintas posturas respecto al proceso
participativo, así como las opiniones que existen en relación a las cuestiones que nos
preocupa en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana. Ámbitos o áreas temáticas que ya
habíamos definido en el diseño de las entrevistas y de las demás técnicas de escucha. No
obstante, también hay que contemplar la posibilidad de que, al escuchar a la población, ésta
esté más preocupada por otros temas que no habíamos definido de antemano. Si son temas
que salen de forma recurrente hay que añadirlos a los objetivos del proceso participativo.
El análisis lo podemos hacer con todo o con parte del grupo motor, porque es importante el
aprendizaje que este ejercicio conlleva, y también el análisis se enriquece con las
aportaciones de diferentes personas que tienen distintas perspectivas y visiones de la
realidad. Son importantes las personas del lugar para entender expresiones propias del sitio,
o explicar hechos a los que se hace referencia, tabúes o costumbres muy locales. Es un
ejercicio de respeto por las opiniones ajenas, saliendo del tópico verdad-mentira.