Evidencia Magistral II

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Universidad Autónoma de Nuevo León

Facultad de Psicología
Departamento de Psicología Clínica y Psicología de la Salud

Modelos de Psicología Clínica y Psicología de la Salud


Dr. Guillermo Vanegas Arrambide
Mtro. Raúl Dalí López Cepeda

“Evidencia
Clase Magistral II”
Equipo:
Contreras Mondragón Avril Fernanda
García Zapata Tania Azeneth
Gutiérrez Montaño Grecia
Tamez Pérez Mariana
Valdez Morales Dana Michelle

Semestre: 2°
Grupo: 006
Introducción

En esta evidencia trataremos los temas que se observaron en la


Conferencia 20 “La vida sexual de los seres humanos”. Comenzaremos definiendo
la sexualidad, la cual no se trata simplemente del acto sexual, de lo genital o de
la reproducción, sino que para el psicoanálisis, la sexualidad tiene que ver con
relaciones interpersonales e infrahumanas, en las cuales hay un vínculo de por
medio. Lo sexual es lo indecoroso, aquello de lo que no está permitido hablar.

También abordaremos el tema de la sexualidad perversa: en cuanto al


objeto y en cuanto a la meta, la sexualidad en la neurosis: histeria y neurosis
obsesiva, la sexualidad infantil: libido y las etapas del desarrollo psicosexual:
Etapa oral (autoerotismo), Etapa anal y Etapa fálica: Edipo masculino, Edipo
femenino.
Desarrollo

Concepto de sexualidad

Como se mencionó anteriormente en la introducción, el concepto de


sexualidad para el psicoanálisis no se trata principalmente de los genitales o de la
reproducción. Lo sexual es todo lo que tiene que ver con la diferencia de sexos,
se pone en el centro de atención del acto sexual y todo lo que intervenga en la
ganancia de placer del cuerpo del otro y del propio. Se convierte en el núcleo de
la sexualidad, pero se dejan de lado otras manifestaciones como la masturbación
y hasta el besar.

Sexualidad perversa: en cuanto al objeto y en cuanto a la meta

Para abordar el tema de la sexualidad perversa, comenzaremos hablando


de aquellos individuos quienes son llamados “los perversos”. los cuales son un
grupo de individuos cuya sexualidad se aparta de lo habitual, los perversos borran
la diferencia de sexos. Son personas “normales” en todo solo varía su elección de
amor.

Los perversos hacen con su objeto, lo mismo que los “normales”. Su


elección de objeto se hace en cuanto al objeto sexual y en cuanto a la meta sexual.

Se dice que la sexualidad perversa deriva de la sexualidad infantil, la


observación de los niños permite llegar a la conclusión de que todas las
inclinaciones perversas se arraigan a la infancia, los niños tienen una
predisposición a ella en la medida de su inmadurez.

La sexualidad perversa, no es otra cosa más que la sexualidad infantil


aumentada y descompuesta.
Sexualidad en la neurosis: histeria y neurosis obsesiva

Empezando por el concepto de lo sexual, todo tiene que ver con la


diferencia de los dos sexos se pone en el centro de atención del acto sexual y
todo lo que intervenga en la ganancia de placer del cuerpo del otro y del propio,
se convierte en el núcleo de la sexualidad pero se dejan de lado otras
manifestaciones como la masturbación y hasta el besar. Existe un grupo de
individuos y cuya sexualidad se aparta de lo habitual, los perversos han borrado
de su programa la diferencia entre los sexos, los homosexuales individuos
desviados en cuanto a meta y objeto son personas “normales en todo” solo varía
su elección de amor.

Los perversos hacen con su objeto, lo mismo que los normales. Su


elección de objeto se hace en cuanto: al objeto sexual y en cuanto a la meta
sexual.

Los síntomas neuróticos son satisfacciones sexuales sustitutivas, su


análisis nos permite pensar en ciertos rasgos en el comportamiento sexual de
estos con los perversos. Por ejemplo, en ningún neurótico faltan mociones
homosexuales latentes así consideramos la elección del objeto del mismo sexo
como una ramificación regular de la vida amorosa, la constitución de la
subjetividad relativiza la homosexualidad.

En la neurosis histérica los síntomas perturban las funciones orgánicas,


las funciones son pervertidas y buscan sustituir los genitales por otros órganos, la
sintomatología histérica nos lleva a comprender la significación sexual del cuerpo,
nos indica múltiples sensaciones e inervaciones del cuerpo devenidos espacios
erógenos. El cuerpo se convierte en un cuerpo erógeno espacio de significación
erótica.

En la neurosis obsesiva se revelan la presión de las mociones sexuales


sádicas intensas. Es decir perversas en su meta, en la neurosis obsesiva los
síntomas sirven para defenderse contra los deseos, la conducta de los enfermos
se expresa mediante rodeos o auto mortificaciones.

Sexualidad infantil: libido

Cuando se habla de sexualidad infantil, de los 0 a los 5 años (etapas del


desarrollo psicosexual) estamos hablando de las relaciones afectivas que el niño
va creando hacia sus padres, tales como emociones de rivalidad, amor y celos.

En la investigación psicoanalítica se suponía que los niños no poseían


ninguna vida sexual, sin embargo se comete un error al confundir la sexualidad
con la reproducción. Desde que el niño nace, crea instintos de conservación de
supervivencia innatos.

La vida sexual del niño se agota en la práctica de una serie de pulsiones


parciales que buscan ganar placer en parte en el cuerpo propio y en parte ya en
el objeto exterior.

El concepto de libido está destinado a nombrar la fuerza que exterioriza la


pulsión sexual. Este se manifiesta en las prácticas sexuales de los adultos que
son rastreadas hacia atrás hacia el pasado.

Las primeras manifestaciones de la sexualidad aparecen en el lactante


apuntadas a otras funciones de la vida, como la alimentación. Por ejemplo, el
chupeteo como una manifestación del orgasmo en el futuro, pero la observación
nos indica que tras la succión el chupeteo se independiza de la alimentación, así
convirtiéndose en una práctica de búsqueda de la satisfacción.

Cabe aclarar que las exteriorizaciones de la sexualidad infantil, por


inequívocas que puedan ser en los últimos años de la infancia, parecen al
comienzo perderse en lo interminable. De esta manera, se explica que unas
vivencias puramente contingentes de la infancia son capaces de dejar secuelas
fijaciones de la libido.
La fijación libidinal del adulto, que hemos introducido en la ecuación
etiológica de las neurosis como representante del factor constitucional, se nos
descompone ahora, por tanto, en otros dos factores: la disposición heredada y la
predisposición adquirida en la primera infancia.

Etapa oral (autoerotismo)

La boca y los labios producen una ganancia de placer. Se le denomina


sexual al placer alcanzado mediante el chupeteo. El acto de mamar se convierte
en el punto de partida de toda satisfacción sexual posterior. En el acto del
chupeteo se vuelven autónomos los componentes eróticos que se satisfacen
juntamente al mamar. El objeto se abandona y se sustituye por un lugar del cuerpo
propio, y la pulsión oral se vuelve autoerótica.

El niño ya no necesita de la madre cuando tiene ya una huella inscrita en


el inconsciente para reducir la tensión que está provocando el hambre. La fantasía
de que está comiendo, al chuparse el dedo, semejan la satisfacción del cuerpo o
la satisfacción del objeto.

Etapa anal

Aparece una sensación placentera del lactante al evacuar su vejiga e


intestinos. Lo cual sitúa la ganancia de placer en la zona anal. No debe expulsar
sus excrementos cuando quiera, sino cuando otra persona (especialmente la
madre) se lo pida.

Si el niño come y la que le da de comer es la mamá, obviamente el niño va


a querer a la madre porque lo alimenta.

Freud decía que el acto de la alimentación es un acto social de


supervivencia para el niño y un acto social de satisfacción de su función materna
de la madre. Tanto el uno como el otro tienen un intercambio social y un
intercambio libidinal.

Según la lógica de la simbólica anal, las heces fecales no producen ni un


asco. Se le aprecian y dan un valor simbólico. Se le considera como su primer
producto y tiene un lugar como su primer regalo.

Etapa fálica: Edipo masculino, Edipo femenino.

En esta etapa de la libido que sigue a las fases oral y anal, se caracteriza
por una unificación de las pulsiones parciales bajo la primacía de los órganos
genitales, pero a diferencia de la organización genital puberal.

Aquí se vive el Complejo de Edipo, más o menos entre los 3 y 5 años, su


declinación señala el inicio del período de latencia. Este Complejo desempeña
un papel fundamental en la estructuración de la personalidad y en la orientación
del deseo sexual.

En el Edipo masculino, el niño se enamora de su madre y abriga deseos


de muerte hacia el padre a quien ve como rival y teme ser castigado con la
castración por querer que éste desaparezca, o sea que implica que el niño logre
sustituir el deseo incestuoso hacia la madre (investidura de objeto madre), por
una identificación con el padre.

Mientras que en el Edipo femenino, la niña se siente incompleta y carga


con esa responsabilidad a la madre, con quien compite por el amor de su padre
(objeto). El deseo de este complejo es estar completa, lo que puede lograrse de
2 maneras: tener un pene propio o el llevar en su vientre a un hijo de su padre,
esta se considera castigada por no poseer pene.

Ambos desean excluir a todos los demás de la relación que tienen con el
padre que es objeto de su amor.
Conclusión

Nos parece muy interesante la manera en que el psicoanálisis aborda y


analiza todos los conceptos que hemos estado estudiando estas últimas semanas,
de esta última conferencia que vimos, el concepto de sexualidad fue uno de los
que más nos llamó la atención, nos parece muy cautivador que la sexualidad
según el psicoanálisis no sea lo que por años nos han enseñado, tanto en la
escuela como en los hogares, podemos ver el concepto de lo sexual como algo
afectivo, más que algo genital o de reproducción, y esto vuelve las cosas mucho
más claras cuando analizando las teorías del psicoanálisis.

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