Barreras en La Accesibilidad de Personas Trans de La Ciudad Autónoma de Buenos Aires A Los Tratamientos Por Uso Problemático de Sustancias
Barreras en La Accesibilidad de Personas Trans de La Ciudad Autónoma de Buenos Aires A Los Tratamientos Por Uso Problemático de Sustancias
Barreras en La Accesibilidad de Personas Trans de La Ciudad Autónoma de Buenos Aires A Los Tratamientos Por Uso Problemático de Sustancias
An Millet
“2018 AÑO DEL CENTENARIO DE LA REFORMA UNIVERSITARIA”
1
RESUMEN
Incluso luego del contundente avance que significó en nuestro país la Ley N° 26.743/12 de
Identidad de Género, las personas trans continúan perteneciendo a un colectivo estigmatizado
y vulnerado en diversas áreas del desarrollo personal y la vida cotidiana. Específicamente
persisten diversos tipos de barreras que ocluyen el acceso de las personas trans a los sistemas
de salud. OBJETIVO: Identificar y describir las barreras que obstaculizan la accesibilidad de
personas trans de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a los tratamientos de Salud Mental
por uso problemático de sustancias desde 2014 a la actualidad. METODOLOGÍA: Se
desarrolló una investigación cualitativa con diseño exploratorio-descriptivo. Se realizaron
nueve entrevistas en profundidad semiestructuradas, tanto a personas trans que han realizado,
realizan o manifiestan la necesidad de realizar un tratamiento por uso problemático de
sustancias, como a trabajadorxs cis de distintos dispositivos de Salud Mental.
RESULTADOS: Según lo observado se identificaron variables capaces de generar
acercamientos o distanciamientos entre los dispositivos de Salud Mental y las personas trans
que buscan atención (circulación informal de la información, empadronamiento institucional,
convivencia con otrxs usuarixs y formación profesional). A su vez, durante la investigación,
emergieron hallazgos inesperados en relación al vínculo entre el ejercicio del trabajo sexual y
el consumo de sustancias. CONCLUSIONES: Es imprescindible arbitrar los medios
necesarios para hacer efectiva la implementación del artículo 12 de la Ley N° 26.743/12 de
Identidad de Género, que garantiza el empadronamiento no discriminatorio de las personas
trans sin cambio registral. A su vez, se insta a revisar y reconceptualizar la formación
cisexista de lxs trabajadorxs de la salud, generando instancias específicas de formación en
cuestiones trans y promoviendo espacios de articulación institucional entre dispositivos de
Salud Mental y organizaciones sociales. Por último, se presentan reflexiones tendientes a
identificar y desarticular las concepciones y prácticas cisexistas enquistadas en los procesos
de salud, enfermedad y atención.
Palabras clave
Uso problemático de sustancias, Accesibilidad a los Servicios de Salud, Servicios de Salud
para Personas Transgénero, Derecho a la salud
2
ABSTRACT
Beyond the forceful advance that meant in our country Law 26743/12 of Gender Identity,
trans people continue to be a stigmatized and harmed collective in various areas of personal
development and daily life. Specifically, there are several types of barriers that obstruct the
access of trans people to health systems. OBJECTIVE: To identify and describe the barriers
that work as an obstacle in the accessibility of trans people of the Ciudad Autónoma de
Buenos Aires to mental health treatments for problematic use of substances between 2014
and the present. METHODOLOGY: A qualitative research with descriptive exploratory
design based in nine semi-structured in-depth interviews with transgender people who is
currently in treatment or wants to start a treatment for problematic use of substances, as well
as cis workers of different Mental Health services. RESULTS: There were identified different
variables capable of generating rapprochements or distancing between Mental Health services
and trans people seeking care (informal circulation of information, institutional registration,
coexistence with other users and professional training). In turn, unexpected findings emerged
regarding the link between the exercise of sex work and substance use. CONCLUSIONS: It
is essential to arbitrate the necessary means for the effective implementation of article 12 of
Law 26743/12 of Gender Identity that guarantees the non-discriminatory registration of trans
people without registration change. At the same time, the revision and reconceptualization of
the cisexist training of health workers is urged, accompanied by specific instances of training
in trans issues and spaces of institutional articulation between Mental Health devices and
social organizations. Finally, reflections tending to identify and disarticulate cisexist
conceptions and practices embedded in the processes of health, illness, attention are
presented.
Key words
Problematic use of substances, Accessibility to Health Services, Health Services for
Transgender People, Right to Health
RESUMO
Além do forte progresso que em nosso país significou a Identidade de Género Lei 26743/12,
as pessoas trans ainda são um grupo estigmatizado e vulnerado em várias áreas de
desenvolvimento pessoal e vida diária. Especificamente, existem vários tipos de barreiras que
3
impedem o acesso das pessoas trans aos sistemas de saúde. OBJETIVO: Identificar e
descrever as barreiras que atuam como um obstáculo na acessibilidade de pessoas trans da
Cidade Autônoma de Buenos Aires aos tratamentos de saúde mental para o uso problemático
de substâncias entre 2014 e o presente. METODOLOGIA: Uma pesquisa qualitativa com
delineamento exploratório descritivo foi desenvolvida. Nove entrevistas semi-estruturadas
foram realizadas em profundidade tanto a pessoas trans que têm feito, execute ou demonstrar
a necessidade de um tratamento para o uso de substâncias problemáticas, como a
trabalhadores cis de diferentes dispositivos de Saúde Mental. RESULTADOS: As variáveis
observadas capazes de gerar abordagens ou distanciamiento entre os dispositivos de saúde
mental e as pessoas transexuais que procuram atendimento (fluxo informal de informações,
registro institucional, coexistência com otrxs usuarixs e formação profissional) foram
identificados. Por sua vez, descobertas inesperadas surgiram em relação à ligação entre o
exercício do trabalho sexual e o uso de substâncias. CONCLUSÕES: É indispensável arbitrar
os meios necessários para a aplicação efectiva do artigo 12 da Lei 26743/12 Identidade de
Gênero assegurando um registo não discriminatório das pessoas transexuais, sem mudança de
inscrição. Por sua vez, revisão e reconceptualização da formação cisexista empréstimos
empregado saúde, acompanhada pela formação em instâncias específicas de questões trans e
áreas de coordenação institucional entre instituições de saúde mental e organizações sociais
são incentivados. Por fim, são apresentadas reflexões tendentes a identificar e desarticular
concepções e práticas cisexistas inseridas nos processos de saúde, doença, atenção.
Palabras clave
Uso problemático de sustâncias, Acessibilidade aos Serviços de Saúde, Servicios de Saúde
para Pessoas Transgênero, Dereito à Saúde
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INTRODUCCIÓN
Es sabido que las personas trans constituyen un grupo poblaciona estigmatizado a nivel
global (Berkins, 2007; INDEC e INADI, 2012; ATTTA y Fundación Huesped, 2014, entre
otros). Podemos afirmar que se trata de un colectivo que ha sufrido y continúa sufriendo de
1
manera sistemática la expulsión de las instituciones que deberían garantizar sus derechos.
2
A nivel general se puede afirmar que las personas trans tienen una limitada accesibilidad a
derechos elementales como la educación, el trabajo, la vivienda y la salud (Berkins y
Fernández, 2005).
En cuanto a su situación laboral, la Primera Encuesta sobre Población Trans 2012, realizada
por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) y el Instituto Nacional contra la
Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), sostiene que “los datos de ocupación
evidenciaron una situación laboral precaria de elevada inseguridad e informalidad” (p. 12). El
72% de la población encuestada refirió encontrarse en busca de una fuente de ingresos,
mientras que la mayoría (82,1%) sostiene que su identidad trans dificulta la búsqueda.
Un dato constante en estas investigaciones señala, como una vulneración específica de la
población trans, la falta de accesibilidad y de atención en salud. Según el INDEC y el INADI
(2012), ocho de cada diez personas encuestadas no cuenta con obra social, prepaga o plan
estatal. El 31,6% manifestó haber tenido que abandonar algún tratamiento médico debido a la
discriminación por su identidad y el 48,7% tuvo que dejar de concurrir a algún ámbito de
salud por la misma razón.
Podríamos inferir que estas son las razones por las que el 86% de las personas que realizan o
han realizado un tratamiento hormonal lo hizo sin acompañamiento de profesionales de la
salud (INDEC e INADI, 2012).
1
Utilizo este concepto en términos de Duschatzky y Corea que sostienen que “mientras el excluido es un
producto, un dato, un resultado de la imposibilidad de integración, el expulsado es resultado de una operación
social, una producción, tiene un carácter móvil” (p.1). En este contexto, la expulsión de las personas trans no se
debe a una “imposibilidad de integración” propia, sino a una producción cisexista.
2
Se comprende en este trabajo a la accesibilidad como “una relación desigual entre los servicios y las personas
en la que, tanto unos como otras, contendrían en sí mismos y de manera diferencial la posibilidad o
imposibilidad de encontrarse” (Stolkiner y Otros, 2006). Por mi parte agrego que (en los casos en los que se
trata de servicios estatales) de un lado se ubican las obligaciones del Estado de garantizar el pleno acceso a los
Derechos y del otro a las personas que desean ejercer los mismos.
5
Dentro de este marco se encuadra esta investigación, para la que se confeccionaron los
siguientes objetivos:
Objetivo general
Objetivos específicos
3
En relación a los antecedentes de este trabajo , es preocupante la casi nula producción de
conocimiento sobre tratamientos de personas trans en dispositivos de Salud Mental de nuestro
país. Únicamente se identificó una investigación realizada en la provincia de Córdoba que
analiza la accesibilidad a los servicios de Salud Mental por parte de personas LGBT
(lesbianas, gays, bisexuales, travestis y trans) y que se circunscribe exclusivamente a la
localidad de Alta Gracia. Resulta alarmante que los antecedentes de investigación específicos
sobre tratamientos por uso problemático de sustancias sean nulos en nuestro país.
En relación a esto, Cutuli y Farji Neer (2016) sostienen que, al preguntarles a las personas
trans y travestis sobre cuestiones pendientes a ser investigadas, la primera respuesta alude al
vacío de proyectos que aborden “el consumo problemático de sustancias psicoactivas
(alcohol y drogas) –específicamente en la población de mujeres trans/travestis en situación
de prostitución−” (p. 11).
3
Para esto se utilizaron los motores de búsqueda www.scielo.org.ar y www.scholar.google.com.ar a partir de las
palabras “personas trans”, “uso problemático de sustancias”, “accesibilidad”. (Visita el 28/10/2018 a las
15.50hs)
6
De este modo queda en evidencia que este vacío teórico no es únicamente un problema de
producción académica ya que también es ponderado por la población afectada como una
necesidad prioritaria.
MATERIAL Y MÉTODOS
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instrumentos en cuanto a la información que se deseaba obtener y el desempeño del
entrevistador durante el diálogo.
La unidad de análisis definida en el proyecto de esta investigación, y sostenida durante todo
el proceso, pondera en el centro de la escena a las “personas trans de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires que hayan realizado, realicen o manifiesten la necesidad de realizar un
tratamiento por uso problemático de sustancias entre el 2014 y la actualidad; y hayan dado su
consentimiento informado para participar de esta investigación”. A través de esta población
se pretende comprender el universo definido como “Personas trans de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires que hayan realizado, realicen o manifiesten la necesidad de realizar un
tratamiento por uso problemático de sustancias entre el 2014 y la actualidad.”
Las personas entrevistadas para esta investigación fueron seleccionadas intencionalmente. Si
bien no se alcanzó la saturación de la muestra, se observa una serie de diversidades a las que
se pudo acceder.
Se considera de gran utilidad ampliar esta investigación en el futuro, con la realización y
análisis de más entrevistas, particularmente a personas trans en tratamiento por consumo
problemático de sustancias o con deseos de realizar uno.
Todas las personas trans entrevistadas se presentaban como travestis o mujeres trans. El
acceso a personas transmasculinas que reunieran los requisitos para participar de la
investigación no fue exitoso. Me puse en contacto con dos personas transmasculinas a
quienes les interesó participar de la investigación. Con uno de ellos intercambiamos en varias
ocasiones diferentes opciones de días y horarios, pero no logramos coincidir para
encontrarnos; con el otro, logramos acordar un momento y lugar para hacer la entrevista, pero
el encuentro fue cancelado en tres ocasiones.
Consideraciones éticas
El presente trabajo sigue las pautas éticas estipuladas en la Guía para Investigaciones en
Salud Humana del Ministerio de Salud de la Nación (2011).Todas las personas que
participaron, lo hicieron brindando su consentimiento, firmando un Consentimiento
Informado y recibieron información sobre la investigación en términos comprensibles.
Bajo ningún motivo se publican aquí datos personales.
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Por último, ningún conflicto de intereses condicionó la tarea del investigador.
RESULTADOS
De las cinco usuarias entrevistadas, dos de ellas se encontraban en tratamiento por uso
problemático de sustancias y tres consideraban la necesidad de tratarse pero no se habían
acercado aún a ningún dispositivo de atención. Las cinco entrevistadas viven en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, en distintos barrios (Palermo, Almagro, Parque Patricios).
En relación a lxs cuatro profesionales entrevistadxs, la selección realizada garantizó una
muestra interesante y variada. En términos de inserción institucional lxs profesionales
trabajaban en: un Hospital General, un Hospital Monovalente de Salud Mental, un dispositivo
zonal y un dispositivo privado dependiente de una organización social; y en términos de
representación disciplinar se entrevistó a una trabajadora social, dos psicólogas y un
psiquiatra.
Se contó con potentes hallazgos inesperados que pueden colaborar en la accesibilidad de las
personas trans a tratamientos por uso problemático de sustancias y que, a su vez, abren
nuevos senderos para continuar investigando acerca de las particularidades de los procesos de
salud, enfermedad y atención de las personas trans y acerca de las posibles estrategias para
4
descisexualizar las perspectivas académicas de construcción de conocimiento y las prácticas
concretas de intervención profesional e institucional.
4
Las ideas iniciales sobre la descisexualización surgen de una serie de conversaciones con Mariana Muscarsel
Isla en las que nos proponíamos pensar un espacio formativo que no ubicara a las personas trans en el centro de
la escena y que, en cambio, pusiera de manifiesto una serie de concepciones y prácticas cisexistas del ámbito de
la salud. Desde entonces vengo elaborando reflexiones para una descisexulización de la salud mental (Millet,
2018; 2019). Aunque mis propuestas se centran principalmente en este campo, considero posible y necesaria la
producción de prácticas descisexualizantes en otros ámbitos de trabajo/estudio como la educación, el trabajo, la
política, etc.
Tomando las ideas en torno a la despatologización (Suess, 2014, 2016; STP-2012, 2011) de las identidades
trans, que procuran erradicar la creencia (y consecuencias materiales) de que ser una persona trans supone
padecer una enfermedad, propongo la descisexuaización como un movimiento más amplio que no se
circunscribe únicamente a la perspectiva patologizante, sino que pretende eliminar las producciones simbólicas
y materiales basadas en la idea de que las personas cis son más valiosas que las personas trans.
En la actualidad, cuando hablo de descisexualización me refiero al proceso necesario de desaprendizaje y
desmantelamiento de concepciones y prácticas cisexistas. Este proceso descisexualizante supone una serie de
acciones entre las que identifico: por un lado el análisis de los supuestos y prejuicios que sustentan el sistema
cisexista, acompañado por la descripción de los mecanismos de producción y reproducción de estos supuestos y
prejucios. Y por otro lado, la examinación y visibilización de la distribución desigual de capitales que el
cisexismo arbitra entre las personas a partir de su identidad o de la forma en la que la misma es percibida.
9
Trabajo sexual - Situación de prostitución
Una variable a tomar en cuenta que surgió en las entrevistas tiene que ver con el ejercicio del
trabajo sexual/la situación de prostitución de las feminidades trans y su relación con el
consumo de sustancias. Cuatro de las entrevistadas refirieron haber comenzado a consumir
5
por cuestiones directamente relacionadas con “trabajar en la calle” . Entre ellas destacan
haber experimentado un incremento en el pago, condicionado por el uso de sustancias, y una
desinhibición y una mayor soltura que las favorece a la hora de ofrecer sus servicios y que, a
su vez, les resulta una herramienta para contrarrestar (o directamente dejar de sentir) el frío
del invierno.
“En sí, yo soy una persona cerrada y callada; en cambio, cuando consumo alcohol y cocaína,
pasan los hombres y como que yo los saludo. Se me acercan y yo busco el diálogo cuando estoy
así; en cambio, cuando estoy careta estoy callada, seria, esa es la diferencia.” (Romina, usuaria)
“La excusa [para consumir] era el frío; después ya empezás un poquito más para desinhibirse, por
el tema de los clientes; porque si estoy careta es como que no lo aguanto al tipo y entonces decís
‛un traguito más’, lo hace más tolerable.” (Isabel, usuaria)
“Yo digo que es la calle [la que genera el consumo], para mí es la calle; porque si yo no salgo, no
copeteo, no tomo.” (Isabel, usuaria)
“En mi casa no consumo, sólo consumo cuando salgo a trabajar.” (Romina, usuaria)
5
En este trabajo se consignarán las expresiones con las que las entrevistadas se refirieron al ejercicio del trabajo
sexual/la situación de prostitución y, por momentos, se consignará esta doble nomenclatura para reconocer las
diferencias entre una y otra categoría.
6
Las tres personas entrevistadas que se encuentran en consumo actualmente hablan de “la zona” para referirse a
la zona de los rosedales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde es habitual el encuentro entre
clientes/prostituyentes y trabajadoras sexuales/personas en situación de prostitución.
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“−Es más, acá, en los cumpleaños, cuando hacen cumpleaños...
−¿No tomás?
−No, no, no me quedo.” (Isabel, usuaria)
Es interesante enunciar que, gracias a uno de los contactos que se generaron a partir de esta
investigación, se puso en marcha un espacio grupal de reflexión con feminidades trans
interesadas en desnaturalizar las perspectivas vinculadas con el consumo de sustancias. En
estos encuentros las compañeras han comentado que, al viajar de visita a sus ciudades de
origen, pueden permanecer unos, dos o tres meses sin consumir y no sienten craving ni
abstinencia. Algunas de ellas sostienen incluso que ni siquiera se acuerdan del consumo por
encontrarse de vacaciones.
Colectivización de la información
Un hallazgo muy interesante se presentó, tanto en la voz de las usuarias como en las de lxs
trabajadorxs, a la hora de conversar sobre los factores que influyen en la elección de los
centros de atención: la potencia de las redes de circulación de la información, del “boca en
boca” y, entre ellas, las recomendaciones de otras usuarias se evidenciaron como
fundamentales para el acceso a los dispositivos de salud.
“−Yo tuve la suerte de que había alguien del colectivo que me tiró la línea. No sé si hubiera
llegado [a un tratamiento] sola.” (Lila, usuaria)
“−Eran dos o tres médicos que trabajaban con todas las trans que ya sabían y te daban las recetas.
−O sea que sí o sí tenías que ir a un médico.
−Claro, ya teníamos todas las conexiones.” (Magdalena, usuaria)
“−Sí, o sea... sí, porque sienten que las tratan bien, que no las discriminan,
−¿Y sabés cómo llegaron a esa información?
−De otras personas que se atendieron en la institución.” (Gabriela, trabajadora social)
“Parece que [en un dispositivo en particular que atendía muchas travestis y mujeres trans] el clima
y las condiciones son amigables y, además de eso, me parece que entre ellas se corre una
información de eso porque consultan muchas. (...) Yo no sé si era una cuestión de militancia
(porque muchas eran del mismo partido) o [del trabajo] con otras organizaciones políticas, tenían
contactos y bueno...” (Sebastián, psiquiatra)
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Empadronamiento
El uso correcto de los nombres y pronombres de las personas trans resulta fundamental para
comenzar a hablar de trato digno dentro de los dispositivos de salud. Por este motivo se les
preguntó a trabajadorxs y usuarias en relación a esta cuestión.
Si bien las dos personas entrevistadas que se encontraban en tratamiento afirmaron no haber
sufrido actos discriminatorios en relación al uso de nombres y pronombres con los que se
refieren a ellas, a la hora de entrevistar a lxs profesionales se observaron irregularidades en la
implementación de la Ley de Identidad de Género que podrían operar como obstáculos en la
accesibilidad de personas trans al sistema de salud.
La totalidad de lxs entrevistadxs que trabajan en instituciones públicas sostuvo que no existe
ninguna indicación administrativa estandarizada para el empadronamiento de una persona
trans sin cambio registral. De hecho sostuvieron que, de suceder algo así, sería muy probable
7
que se registrara el deadname esgrimiendo excusas administrativas o legales.
“Considero que, como no hay ninguna indicación específica, [el nombre de empadronamiento] va
a quedar a criterio de las personas [administrativas que realizan la inscripción]. Como es un grupo
de personas heterogéneo (...). Yo creo que tenderían a anotar el nombre del DNI porque hay como
una… Esos datos que llenan ahí tienen que ver con una cuestión legal.” (Gabriela, trabajadora
social)
Por su parte, lx trabajadorx del dispositivo de salud privado afirmó que, si se presentara el
caso, se registrarían ambos nombres.
“Si hay alguna cuestión, por ejemplo, de una causa judicial o algo que haya que averiguar
necesitamos el nombre real porque seguramente [esa persona] está registrada con ese nombre;
pero el nombre por el cual se la va reconocer aquí va a ser el que esa persona nos diga.” (Carla,
psicóloga)
7
Se llama deadname al nombre asignado a una persona al momento del nacimiento, que luego deja de ser usado
por la misma. En el caso de una persona trans sin cambio registral, deadname sería el nombre que figura en el
DNI, y que no coincide con su nombre verdadero.
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Compañerxs de tratamiento
Otro descubrimiento que surge de las entrevistas, y que considero novedoso para comprender
las condiciones de accesibilidad, es la importancia de la convivencia con otras personas
usuarias que también habitan los dispositivos de salud mental. Tanto lxs profesionales como
las usuarias resaltaron el hecho de que, si bien las personas trans pueden recibir un excelente
trato por parte de lxs trabajadorxs de los centros asistenciales, la convivencia con otras
personas (en grupos, internaciones y salas de espera, entre otros) se convierte en una variable
capaz de condicionar tanto los acercamientos iniciales a un tratamiento como la permanencia
dentro de los mismos.
“Siempre hay un marmota en el grupo. Todavía siguen existiendo así que... Aparte soy una
persona muy amplia que [ante actitudes cisexistas] miro y chau.” (Magdalena, usuaria)
“Y el chabón dice ‛no sé qué, no sé cuánto, los putos, me tienen harto los putos’. Después lo re
atendimos al chabón [le hicimos entender que era insultante y discriminatorio lo que decía] y
nunca más. Porque él tenía actitudes así, pero no era por nosotras, era porque el chabón [decía]
‛eh, puto’, como dicen los chabones en la cancha. Y cada vez que se la iba a mandar y decir ‛puto’
nos miraba a nosotras y decía ‛no, no, no es por ustedes’. ¡Peor! Jajaja… Eso se fue modificando
y nosotras también nos fuimos modificando por ocupar ese espacio.” (Lila, usuaria)
“−Sí, puede ser importante y en ese sentido podemos pensar en las razones por las que la
población trans no se acerca a este o a cualquier otro dispositivo, porque la población suele ser
muy machista. (...)
−Y el que tiene alguna orientación homosexual o bisexual lo tiene súper oculto o incluso se burlan
de esa cuestión.” (Carla, psicóloga)
“−Imaginemos que una piba trans va al baño del hospital. ¿Pensás que alguien podría decirle
algo?
−Sí, ¡claro! Incluso las otras personas que están internadas le podrían decir, creo yo.” (Antonella,
psicóloga)
Formación profesional
Una variable que se tuvo en cuenta a la hora de pensar la recolección de datos fue la
formación profesional y la in/existencia de instancias específicas que colaboraran con la
comprensión integral y no cisexista de las experiencias de las personas trans.
La totalidad de lxs trabajadorxs entrevistadxs mencionó no haber participado de ninguna
instancia formativa en las que se trabajaran cuestiones trans. Unx solx de ellxs mencionó su
13
participación en un ateneo, durante la residencia, en el que un compañero cis trabajó el caso
de una persona trans e invitó a un psiquiatra cis y a una militante trans como comentadorxs
de su exposición. De todos modos, lx profesional entrevistadx no recordaba el contenido
específico del ateneo.
“−¿Y te acordás de alguna vez, en cualquiera de los espacios en los que has trabajado, de algún
ateneo o alguna reunión de equipo o académica o algún espacio de discusión sobre personas trans?
−No… [silencio] ¡No! [con sorpresa] No, no, nada.” (Antonella, psicóloga)
“−¿Y recordás algún ateneo institucional, alguna reunión académica, alguna reunión de equipo, o
algún espacio más formativo profesional que tratara específicamente cuestiones trans?
−No. (...)
−¿Pensás que hay profesionales con formación específica suficiente para poder trabajar de forma
integral con personas trans?
−No, ni siquiera [con] perspectiva de género.” (Gabriela, trabajadora social)
DISCUSIÓN
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8
Más allá del impacto que genera que una institución se autoproclame “espacio amigable” ,
considero que es la práctica concreta de atención y trato digno la que tiene un impacto real en
la accesibilidad a los dispositivos de salud, ya que el primer encuentro entre una usuaria y un
dispositivo de salud suele producirse gracias a la recomendación de otra usuaria.
Resulta interesante señalar el comentario de unx trabajadorx que asoció el incremento de
consultas de personas trans al vínculo establecido entre la institución de salud y una
organización social o partido político. En este sentido, y retomando la concepción relacional
de la accesibilidad (Stolkiner y otros, 2006), considero que un movimiento que busque
acercar a las personas trans a los dispositivos de salud podría partir de los dispositivos y
dirigirse hacia organizaciones sociales, mediante la convocatoria de encuentros sinceros, con
mesas de trabajo donde las usuarias puedan traer sus inquietudes, donde se sientan alojadas y
bienvenidas. Claro está que esta propuesta, de concretarse, no necesariamente solucionaría
los hechos de discriminación individual pero sí podría promover e incrementar la
accesibilidad al hacer que se tornen más habitables los ámbitos institucionales y al producir
un movimiento de los dispositivos en dirección a las usuarias.
En lo que respecta al trabajo pendiente dentro de las instituciones, se destaca la importancia
de estructurar las condiciones del empadronamiento para las personas trans, contemplando la
apertura de legajos o historias clínicas como instancias significativamente capaces de afectar
las condiciones de accesibilidad. Farji Neer (2016) afirma que “en muchas instituciones y
servicios aún no se ha implementado un registro de pacientes que permita reconocer la
identidad autopercibida de las personas trans. A su vez, el personal administrativo no se
encuentra adecuadamente formado en buenas prácticas para [ofrecer] un trato no
discriminatorio de las personas trans” (p. 29).
A partir del relato de lxs trabajadorxs y los antecedentes mentados, se observa una constante
que constituye innegablemente un obstáculo en la accesibilidad de personas trans al sistema
de salud: ninguno de los dispositivos analizados reconoce en la práctica el artículo 12 de la
LIG, que sostiene:
“A su solo requerimiento, el nombre de pila adoptado deberá ser utilizado para la citación,
registro, legajo, llamado y cualquier otra gestión o servicio, tanto en los ámbitos públicos como
privados.
8
Mateo y Antoniucci (2016) analizan la implementación de Consultorios Amigables para la Diversidad Sexual
como una estrategia que podría particularizar los servicios, obstaculizando la inserción plena de las personas
trans al sistema de salud.
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Cuando la naturaleza de la gestión haga necesario registrar los datos obrantes en el documento
nacional de identidad, se utilizará un sistema que combine las iniciales del nombre, el apellido
completo, día y año de nacimiento y número de documento y se agregará el nombre de pila
elegido por razones de identidad de género a solicitud del interesado/a.” (Ley N° 26.743)
Me interesa remarcar que, si bien el empadronamiento en una institución puede parecer una
tarea rutinaria y sin mayor valor para lxs trabajadorxs (que completan datos en un
formulario), para las personas, que se encuentran del otro lado, el empadronamiento es una
marca de inscripción, el umbral de entrada a un tratamiento. En el caso de las personas trans
que se presentan con un nombre que no coincide con el que figura en el DNI, ese momento,
ese registro inicial, es indicador de que el uso de sus nombres y pronombres será o no el
adecuado. Por supuesto, esta expectativa puede no colmarse, y esto sucede en ambas
direcciones: una inscripción correcta no implica indefectiblemente un trato digno, de la
misma forma que se puede ofrecer trato a digno a alguien inscriptx incorrectamente. Sin
embargo, resulta importante garantizar las condiciones correctas de empadronamiento,
porque las expectativas iniciales de una persona afectan la accesibilidad e influyen en la
predisposición a continuar un trtamiento.
Según lo percibido durante las entrevistas y mi ejercicio profesional, pareciera que el trato
verbal y los registros en las historias clínicas se vuelven lugares cada vez más cuidadosos
para el uso correcto de nombres y pronombres. De todos modos, en los registros de
empadronamiento (en el acto mismo de dar de alta un legajo o historia clínica) se observa una
resistencia particular que se enuncia como “defensora de la ley”: las personas encargadas de
empadronar, en nombre de una ley (abstracta e inexistente), suelen consignar los nombres
que figuran en los DNI de las personas trans. La “verdadera” ley, por cierto, ordena hacer
exactamente lo contrario de lo que se hace en las instituciones.
Durante las entrevistas se les comentó a algunxs profesionales el contenido del artículo 12 de
la LIG y reconocieron desconocerlo. Sería importante evaluar en un futuro el
conocimiento/desconocimiento del contenido de la LIG y su reglamentación por parte de
trabajadorxs y usuarixs de los dispositivos de Salud Mental y las repercusiones en la efectiva
implementación de la misma.
Claro está que conocer la ley es un requisito fundamental para poder aplicarla y, para eso,
recomiendo propiciar instancias de formación para todxs lxs trabajadorxs de los
establecimientos de salud. Resulta interesante detenernos unos instantes en esta
16
recomendación y analizar con mayor profundidad las características de la formación
profesional en relación a cuestiones trans.
Ante el consenso de lxs trabajadorxs en relación a la ausencia de formación específica,
podríamos inferir que lxs profesionales de la salud llegan a instancias de posgrado sin haber
recibido (en ningún momento) contenido vinculado a las experiencias particulares de las
personas trans. Podríamos entonces afirmar que esto significa un problema fácil de identificar
y que su solución existe y está al alcance de la mano. Que hace falta sumar contenido a las
formaciones de grado y posgrado para capacitar a lxs profesionales en una correcta atención
de las personas trans. Sin embargo, no considero que el conflicto radique en la falta de
9
formación específica, sino en el exceso de cisexismo en la totalidad de las trayectorias
educativas y en los modos en que se naturaliza esta perspectiva, que impiden identificarla
como “formación específica”. Sería ingenuo pensar que únicamente los años de estudios
universitarios son los que forman a lxs profesionales en cuestiones tan transversales como el
género, la clase o la etnia. Con esto me refiero a que, cada vez que se enseña en la escuela
primaria que los varones tienen pene y las nenas vagina, que se habla en ámbitos académicos
de “hombres” y “mujeres” asumiendo cisexualidad, cada vez que no se nombra lo cis ni lo
trans, estamos aprendiendo cisexismo.
Considero que para hacer mella en la perspectiva cisexista del sistema de salud, no se trata
únicamente de elaborar talleres de formación profesional, de capacitar en relación a la LIG o
agregar materias optativas sobre cuestiones trans, se trata de revisar íntegramente en clave
trans el acervo educativo de quienes trabajan en salud. Repasar cada instancia formativa e
identificar la multiplicidad de mensajes cisexistas que reciben lxs profesionales desde la
infancia. Impedir los comentarios transfóbicos en cada espacio que integremos, retirar de
9
Para la reconocida teórica trans Julia Serano (2007), el cisexismo “es la creencia de que los géneros
autopercibidos de las personas trans son inferiores o menos auténticos que los de las personas cis” (p.33) . Según
Blas Radi (2015), el cisexismo es un “sistema de exclusiones y privilegios simbólicos y materiales vertebrado
por el prejuicio de que las personas cis son mejores, más importantes, más auténticas que las personas trans” .
A mi entender el cisexismo comprende cada una de esas definiciones y el conjunto de todas ellas, ya que se trata
de un sistema complejo y totalizador capaz de hegemonizar la creencia de que las opiniones, las identidades, los
deseos, las experiencias, los cuerpos, en suma: las vidas de las personas trans valen menos que las de las
personas cis; y a partir de esa idea arbitra una distribución desigual de expulsiones, violencias, reconocimientos,
derechos y privilegios. De esta manera, el cisexismo funciona de formas similares a otros sistemas de opresión
como el sexismo y el racismo. En palabras de Mauro Cabral (2014): “Sin importar qué tan reales o ficticias sean
las categorías de hombre y mujer, nadie duda de que vivimos en una cultura donde ser identificado como
hombre implica privilegios que no comporta ser identificada como mujer. Lo mismo, exactamente lo mismo,
pasa con el cisexismo: sin importar quién seas o cómo te identifiques, vivimos en una cultura en la que ser o
parecer trans tiene consecuencias materiales y simbólicas inmediatas. Sobre todo, una: valer menos que las
personas cis, es decir, de aquellas que no son trans.”
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nuestros programas los textos cisexistas, corregir las perspectivas biologicistas de nuestros
discursos e instituciones, en definitvia, colaborar con una justicia epistémica creciente, serían
acciones capaces de abonar un terreno que no sea únicamente “amigable” para las personas
trans, sino más justo para la totalidad de la población.
Comprendo, a su vez, que mientras hacemos que esto suceda, y con el horizonte de subvertir
la perspectiva cisexista, es necesario contrarrestar con propuestas inmediatas las
consecuencias de tantos años de formación cisexista. No apunto con esta reflexión a
desalentar instancias concretas de capacitación sino a instar una lectura más profunda de la
problemática. A entender que mientras el sistema imperante siga formando profesionales
desde perspectivas cisexistas y patologizantes, resulta indispensable ofrecer instancias de
desaprendizaje que se desarrollen en simultáneo con una exploración comprometida y una
reconceptualización de la totalidad de los contenidos.
En esta misma línea, y reconociendo que ningunx de nosotrxs escapa de la maquinaria
totalizante del cisexismo, surge de las entrevistas una observación interesante que pondera el
valor de lxs compañerxs de tratamiento en la accesibilidad/expulsión de los dispositivos de
salud. Me atrevo a afirmar que una buena red de contención, y la articulación de nuevas
amistades en contexto de tratamiento, pueden funcionar como apoyatura y volver más ameno
el paso de las personas por las instituciones. Así como una mala experiencia, o el simple
hecho de anticipar una actitud cisexista, puede configurar un obstáculo en la accesibilidad y
la permanencia de una persona trans en un tratamiento.
No es menor que las experiencias rescatadas, tanto por trabajadorxs como por usuarias,
pongan de manifiesto expresiones propias de los paradigmas heterocispatriarcales vigentes y
que la reiteración de estas expresiones pueda convertir los dispositivos de salud en terrenos
áridos de habitar para personas TLBG.
En este sentido, y en tren de afirmar una concepción relacional, que sitúa a la accesibilidad
como una condición que se teje entre lxs usuarixs y los dispositivos, configuro una pregunta:
¿dónde se ubica la intervención de otrxs usuarixs en los procesos de inclusión-expulsión de
los tratamientos? ¿Cómo articulamos la variable de “lxs otrxs usuarixs” en una relación que,
hasta ahora, parecía presentar únicamente dos actorxs (usuarixs y dispositivos)? Me arriesgo
a afirmar que, incluso ponderando la capacidad de las usuarias de ignorar o “atender” las
intervenciones de otrxs usuarixs, es responsabilidad de las instituciones reconocer que existen
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y propiciar la creación de comunidades no discriminatorias, con trato digno, encontrando
mecanismos creativos que colaboren en la desarticulación de los paradigmas vigentes.
CONSIDERACIONES FINALES
En este trabajo comienzo a explorar las particularidades que habitan la intersección entre la
población trans y los tratamientos por consumo problemático de sustancias (y considero
indispensable seguir trabajando en esta línea), y me resulta fundamental subrayar el hecho de
que estas particularidades no son producidas por las (vidas de las) personas trans. Todo lo
contrario, mi interés y esfuerzo radican en demostrar que los obstáculos en la accesibilidad se
originan en el cisexismo como matriz de inteligibilidad.
En esta línea me atrevo a sumar una última idea, que espero contribuya a alumbrar las
violencias concretas (y muchas veces encubiertas) que sufren las personas trans en ámbitos de
salud y a descisexualizar prácticas y paradigmas.
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Algunxs autorxs han trabajado estos temas en relación con el “trans broken arm syndrome”
(Payton, 2015). Este fenómeno describe el (mal)trato que suele dársele a una persona trans
que busca atención en salud: las respuestas que recibe atribuyen sus problemas médicos a la
terapia hormonal o a su identidad de género, o su historia de género se discute en detalle aún
cuando resulta completamente irrelevante respecto del problema de salud sobre el que
consulta (por ejemplo, un brazo roto).
En este sentido traigo una reflexión acerca de la valoración de las personas trans en busca de
atención como “casos interesantes”, únicamente por el hecho de ser trans. Esta idea de “caso
interesante” favorece el despliegue de una serie de percepciones y atenciones que se
diferencian de las habituales. Por un lado, la expresión connota que la atención de aquellas
personas es más valiosaa por resultar más desafiante, menos aburrida, suponer un
aprendizaje, estimular la reflexión y poder convertirse en materia prima para producciones
académicas. Por otro lado, en cuanto a la calidad de la atención, el “caso interesante” puede
habilitar a lxs profesionales a interrogar sobre aspectos no relacionados con la dolencia por la
que se consulta, tal vez con la buena intención de aprender para mejorar en sus intervenciones
futuras. Este despliegue diferencial tiene claros resultados para lxs profesionales (experiencia,
aprendizaje, información para la escritura de publicaciones). Ahora, me pregunto, ¿qué
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“Síndrome del brazo roto trans”.
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supone este despliegue para las personas atendidas? ¿Qué pasa cuando ser trans supone ser
interesante, ser una experiencia de aprendizaje?
Es excelente que lxs profesionales quieran aprender de cuestiones específicas para mejorar la
atención, el problema radica en pensar en lxs usuarios como medios para acceder a esa
información cuando podría ser incorporada a través de la lectura y la participación de
espacios formativos.
Sostengo que esta serie de alteraciones de la atención relacionadas con el “síndrome del brazo
roto trans” y el “caso interesante” son propias de la patologización de las identidades trans en
el sistema médico. Y, ante ellas, me atrevo a proponer dos movimientos. Por un lado,
propongo realizar un desplazamiento de la atención “especial”, no ponerla en lxs usuarixs
sino en las intervenciones, lo que implica un llamamiento a afilar el ojo y estar alertas para
evitar la reproducción de estas prácticas. Y, por otro lado, considerar la posibilidad de
estimular un corrimiento en el sentido inverso al que despliegan el “síndrome del brazo roto
trans” y “el caso interesante”. Es decir, considerando la cantidad de veces que una persona
trans puede haber sido atendida desde esos paradigmas, propongo propiciar lugares que
contrarresten esas experiencias (por ejemplo, desestimulando la idea de aprender sobre
cuestiones trans a través de personas tras y estimulando lecturas y espacios formativos para
profesionales).
Considero este trabajo una primera aproximación exploratoria y rudimentaria para abordar un
tema fundamental para la justicia social. Necesitamos hilar fino para identificar las violencias
específicas que se ejercen sobre las personas trans y los supuestos que las cimientan y
encubren. Necesitamos encontrar cada uno de los recovecos en los que el cisexismo ha sabido
acomodarse, y desarrollar un plan de acción que articule actos reparatorios en las vidas
concretas de las personas trans, en simultáneo con una reconceptualización sincera y radical
de los discursos y prácticas en salud.
Me reconozco dentro de una genealogía de la disidencia sexogenérica que ha sabido desarmar
los dispositivos más enquistados y violentos de los paradigmas vigentes sin perder la viveza,
el humor, el deseo y el mimo. Sin caer en las trampas premiantes del asimilacionismo,
sabiendo sostener el ojo crítico y la mirada desafiante. Me gustaría no perder el estilo, no
desdibujarme en el confort (en términos de Sara Ahmed) del manual de buenas prácticas o el
consultorio inclusivo, y producir estrategias radicales y colectivas que colaboren en una
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verdadera descisexualización de los procesos de salud, enfermedad y atención. Si trabajamos
hacia ese horizonte, tengo la certeza de que las buenas prácticas vendrán solas.
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ABREVIATURAS Y ACRÓNIMOS
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