Revolucin 1944 1954

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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

Centro Universitario del Norte


Carrera de Contaduría Pública y Auditoría

INVESTIGACION SOBRE LA REVOLUCION

1944-1954

Cobán Alta Verapaz, 11 de marzo 2023


INTRODUCCION

Una explicación que da el autor a la reacción tan violenta de Estados Unidos ante la
Revolución de Octubre es la intolerancia a la originalidad del cambio democrático en otras
naciones y el rechazo a la validez de procesos excepcionales dirigidos al progreso
democrático. El gobierno estadounidense buscaba mantener vivos sus valores tradicionales,
el problema fue que, como antes no había surgido ningún cambio en la región, no existía
una política exterior diseñada particularmente para la zona. Así, Guatemala se convirtió en
un experimento, en un ensayo de la política exterior que seguiría en América Latina (Cuba,
Chile, Nicaragua) durante tres décadas en el marco de la bipolaridad.

La intervención en Guatemala no fue un acto aislado sino parte de un fenómeno político y


social para tener una buena estructura de dominación en el resto del continente. La relación
entre Estados Unidos y América Latina se vio sumamente afectada pues, al pretender
entender la realidad latinoamericana a través del contexto de la Guerra Fría, solamente
provocó que se diera un alejamiento y se exacerbara el sentimiento antiestadounidense.

La importancia de este libro radica en que nos ayuda a entender mejor la política exterior de
Estados Unidos hacia el resto del continente pues, a pesar de que la Guerra Fría ya no
existe, podemos encontrar que muchos elementos de su discurso están todavía vigentes.
REVOLUCION DEMOCRATICA GURGUESA DE 1944-1954

El período de diez años que abrió revolución del 20 de octubre de 1944 es el principal
punto de referencia histórico de la izquierda guatemalteca, en especial el gobierno de
Jacobo Árbenz Guzmán (marzo 1951-junio 1954). Por esta razón es importante discutir
sobre la naturaleza, logros y errores del período.
Las transformaciones sociales a partir de la revolución del 44
Cuando el gobierno despótico de Jorge Ubico y el de su sucesor Ponce Vaidés fueron
derrocados en 1944, la economía guatemalteca se encontraba estancada y su base la
constituían las plantaciones de café destinado a la exportación, pertenecientes a la
oligarquía terrateniente. Esta oligarquía usaba formas semiserviles de explotación de la
mano de obra campesina, predominantemente indígena.
La industria y la clase obrera eran casi inexistentes. Una fábrica de cerveza, otra de
cemento, algunas empresas textiles conformaban la escasa industria nacional, junto con
pequeños talleres artesanales. La principal fuente de trabajo asalariado se centraba en las
empresas pertenecientes a la United Fruit Company, como los ferrocarriles, las plantaciones
bananeras y la empresa de energía eléctrica, junto con los servicios públicos. Esto cambió
después de octubre del 44. La vanguardia de la revolución la constituyeron elementos de la
pequeña burguesía: estudiantes, maestros, profesionales, algunos oficiales jóvenes del
ejército, etc. que arrastraron tras de sí a las amplias masas ansiosas de un cambio
democrático. Elementos de estos sectores, al amparo de las nuevas condiciones de libertad
y democracia que trajo la revolución y de las nuevas reglas de la economía (abolición de las
formas monopolísticas de producción, abandono de las prácticas conservadoras de Ubico
para mantener la estabilidad monetaria, abolición de sistemas semiserviles de explotación,
nuevas políticas salariales y de distribución del ingreso que ampliaron el mercado interno,
etc.), empezaron a convertirse en una nueva burguesía comercial e industrial al amparo de
las posiciones de poder político de que gozaban. En 1948 de instalaron 14 nuevas industrias
y se concedieron 23 licencias para explotación minera; en 1949 fueron 36 las nuevas
industrias y en 1950, 56, todas surgidas bajo el auspicio de la Ley de Fomento Industrial.
Ascenso de las luchas obreras y campesinas
A la par de esta nueva burguesía surgió una nueva clase obrera que aprovechó las libertades
otorgadas por la revolución y posteriormente los derechos conferidos por el recién
estrenado código del trabajo (promulgado durante el primer gobierno de la revolución, de
Juan José Arévalo, en 1947). Pronto surgieron los primeros sindicatos y las primeras
huelgas por reivindicaciones salariales. Doce días antes de la toma de posesión de Arévalo
se desató la primera huelga de obreros agrícolas. En el mismo período se da una huelga de
trabajadores del calzado y otra de obreros de las panaderías. Incluso una huelga de
trabajadores de artes gráficas paralizó la elaboración de propaganda impresa de los partidos
políticos en vísperas de las elecciones presidenciales de diciembre de 1944. Todas estas
huelgas exitosas fueron por mejoras salariales.
Después de la caída de Ubico y antes de octubre del 44 una gran variedad de trabajadores
se empezaron a organizar para luchar por mejoras salariales: pilotos automovilistas,
empleados de cine, trabajadores de los muelles, empleados de comercio, obreros de fábricas
de calzado, panaderos, trabajadores de aserraderos, de fábricas de muebles, tipógrafos,
trabajadores de hilados y tejidos, obreros de los ingenios azucareros y de las plantaciones
bananeras de la UFCO.
La naciente burguesía que crecía al amparo de las transformaciones revolucionarias, pronto
empezó a tornarse asustadiza y temerosa ante el auge organizativo del movimiento obrero-
campesino. Los antiguos revolucionarios que invirtieron en negocios empezaron a
identificarse cada vez más con la burguesía incipiente de los últimos años del régimen de
Ubico e incluso con la vieja clase terrateniente derrotada.
La polarización se agudizó con la llegada de Árbenz al gobierno. La campaña orquestada
por el imperialismo y la oligarquía terrateniente contra Árbenz, basada en el temor al
“comunismo", encontró fuerte eco en estos nuevos empresarios, que al final terminaron
apoyando la contrarrevolución.
El gobierno de Arbenz
El objetivo del programa de gobierno de Árbenz era modernizar la economía de Guatemala
dentro de los marcos del régimen capitalista. Para ello la primera medida sería erradicar los
restos de relaciones semiserviles que quedaban en el agro y por medio de una reforma
agraria, aumentar los ingresos de la población del campo; esto formaría un mercado interno
que nutriría el surgimiento de una industria nacional fuerte.

PROPOSITOS Y REALIZACIONES ECONOMICAS DE 1944-1954

Durante los catorce años de dictadura de Jorge Ubico, de 1931 a 1944, el árbol genealógico
de la revolución ofreció frutos más maduros. Ante todo y por sobre todo hay que tener en
cuenta que la crisis económica de 1931 fue brutalmente abrumadora. Poniendo de revés sus
principios liberales, Ubico concentró en manos del estado la conducción de la banca y el
crédito y decretó la moratoria de pagos de las deudas de las fincas, postradas por la crisis,
lo que de otra manera hubiera culminado con el colapso general de la economía. Pero el
salvamento del país de la debacle total no fue seguido por políticas restauradoras del
crecimiento, sino por una obsesión de equilibrio fiscal y monetario que prolongó los efectos
depresivos de la crisis. No toda la prolongación de los efectos de la crisis es imputable a la
política económica de Ubico. Es nuestro convencimiento. Posteriormente se ha juzgado
aquellos años desde las posiciones teóricas del keynesianismo y el desarrollo industrial
sustitutivo de importaciones, pero la historia no revela su verdadera naturaleza cuando se le
psicoanaliza con instrumentos analíticos de épocas posteriores, y no los de su tiempo.
Cuando esto se pierde de vista la historia miente. Es su revancha
El hecho genealógico fundamental de los cambios futuros es que la crisis de los años treinta
fue cien veces más desastrosa que cualquier otra que el país hubiera conocido con
anterioridad, y esto tuvo definitivas consecuencias. Esta vez afectó profundamente a la
sociedad entera; a los medianos y grandes agricultores y a los campesinos, a los
industriales, a los banqueros, a los empleados y artesanos, a los profesionales y los obreros.
De arriba abajo de la sociedad nadie quedó sin sufrir graves heridas. La economía, ya
cansada de ser la misma por muchos años, esta vez sintió como una penetrante pinchadura
que tenía que cambiar, dejar de ser para ser otra, con otros gobernantes porque los agrarios
ya no daban para más.
Sin embargo, el compromiso de Ubico con la reactivación de la economía en ningún
momento tuvo la finalidad de cambiar su estructura tradicional. Su pertenencia a la
oligarquía agraria no le permitió concebir un país que llegara a descansar algún día sobre
otras bases que no fueran las de la oligarquía misma.
Para 1944 la historia ya había condensado todas las heridas, las frustraciones, las políticas
asfixiantes de los años diez, veinte y treinta del siglo XX. Por eso, después de Ubico fue el
diluvio. La razón histórica profunda para que así ocurriera fue que la crisis de la economía
sirvió como catalizador de otra de origen estructural.3 “Con Ubico culminó un
agrietamiento del sistema que se inició antes de él”.
La gran conquista de junio y octubre de 1944 fue la libertad política. Esta es la condición
necesaria y suficiente para que cada clase, estrato o grupo social eleve al nivel de su
conciencia colectiva la expresión de sus objetivos económicos y sociales, y en particular, la
imagen de la sociedad a la que aspiran. Cuando esto ocurre la cuestión de quien asumirá el
poder político pasa a ser la cuestión central. Y en torno a ésta se produjo necesariamente la
primera fractura del amplio movimiento policlasista que derrocó a Ubico. Derrotadas en la
elección presidencial de fines de 1944, las corrientes más conservadoras pasaron acremente
a la oposición. En los años siguientes la decantación de imágenes sociales de cada clase o
sector social acentuó la polarización, pero este hecho que podría haber sido sólo
diferenciación de posiciones, tuvo perfiles muy acerados por el escenario histórico en que
tuvo lugar la revolución.
A partir de 1945 el proceso de cambio fue dando muestras de creciente maduración. Bajo el
gobierno del Dr. Juan José Arévalo, de pensamiento moderado, destacada personalidad
intelectual, de gran integridad ética, política y nacionalista, se comenzó a dar respuesta a
necesidades sociales y de modernización capitalista largamente sentidas.
Desde posiciones indebidamente radicales se ha menospreciado aquel período, se le niega
ser parte del movimiento total de la revolución, pero desconocer que fue su primera etapa
constituye una disociación de la historia. En otra parte hemos dicho que “Arévalo fue
reformista, y por ello mismo fue un presidente de su época. Tras tantos años de obligada
inmovilidad y de forzado silencio, fue indispensable transitar aquel período para que la
sociedad superara su entumecimiento. Fue aquél un período de acumulación de fuerzas y de
examen de conciencia. Sin reformas no hubiera habido revolución”
Qué reformas de modernización capitalista? Ya en 1946 la seguridad social, la reforma
monetaria y bancaria, por mucho tiempo acreedora de general reconocimiento por su alta
calidad técnica, la Ley de Fomento Industrial para estimular la iniciativa de inversión de los
sectores tantas veces desoídos por las desplazadas dictaduras oligárquicas, y poco después
el Código de Trabajo, entre otros pasos de trascendencia. Pero fue también en 1946 que la
Iglesia emitió su primera pastoral lanzando alertas “contra la amenaza del comunismo”.
¿Cuál comunismo? Nada había en el país que por entonces pudiera calzarle al término.
Claramente fue una primera convocatoria a congregarse en la oposición, una decisión
innegable de “guerra preventiva”, como se diría ahora en los tiempos del presidente George
W. Bush
En 1949, el gobierno de Arévalo dio un paso avanzado, revelador de la rápida maduración
de condiciones para el paso a otra fase de la revolución. El decreto 712 dispuso el
arrendamiento obligatorio de tierras a los campesinos que las vinieran arrendando, en vista
que, no obstante estar solventes, se les venía negando con fines de hostilización por parte
de los grandes propietarios de la tierra. Poco después, en 1952, bajo el gobierno del coronel
Jacobo Arbenz, se promulgó la reforma agraria. La revolución llegaba así a la fase de
apogeo del ciclo que siguen todas las revoluciones.
Con la reforma agraria las tensiones sociales llegaron a su más alto nivel. El apoyo social al
gobierno multiplicó su potencial. Sin posibilidad ninguna de ganar las elecciones
presidenciales cuando se celebraran en 1956, la oposición conservadora depositó su suerte
en la embajada de Estados Unidos. Confiaron en que la guerra fría aportaría lo que les hacía
falta. Y así fue.
Pero la reforma agraria indujo también la discrepancia de visiones dentro de la revolución.
Numerosos dirigentes de los partidos políticos que integraban el gobierno, de igual manera
que funcionarios del mismo, ya venían sintiéndose incómodos con la radicalización, y
comenzó una actividad febril de búsqueda de candidatos a la presidencia, ¡tres años antes
de que llegara a su término el período presidencial! Arbenz ya no era visto como “su
presidente”, había ido más lejos de lo que ellos deseaban. Eso ocurre también en todas las
revoluciones. Después del apogeo se inicia la fase descendente del ciclo, la fase de
consolidación de las conquistas en el mejor de los casos, y por supuesto, la del
reacomodamiento en el que algunos (incluidos varios de aquellos dirigentes) aspiran a
incrementar su fortuna, bien o mal habida, y hacerse empresarios pero ya sin sobresaltos.
Es posible afirmar que la reforma agraria hubiera concluido en 1956 o 1957, quedando por
resolver los problemas de tierras del altiplano occidental, que por su naturaleza estaban
fuera del cuadro de la ley agraria. Justamente en aquellos años, concretamente a principios
de 1957, hubiera llegado a su término el período presidencial de Jacobo Arbenz. Sus
sucesores, a juzgar por la imaginativa lista de precandidatos, todos, sin excepción, eran de
posición política moderada, y algunos estaban más a la derecha. Ni al Partido Comunista se
le ocurría pensar que después de Arbenz debía ocupar la presidencia un líder que
mantuviera por mucho más tiempo un clima de radicalización, extemporánea después del
apogeo. Lo que era objeto de aprehensión era la posibilidad de un gobierno que quisiera dar
marcha atrás, pero tal aprehensión no era mayor porque dada la madurez y el nivel de
organización y experiencia política de las organizaciones sociales, no era cosa fácil
consumar esas regresiones
Transcurrido el apogeo de la revolución, la aspiración era, puede decirse con certeza, que a
Arbenz le sucediera alguien que garantizara la consolidación de las conquistas alcanzadas,
las cuales constituían, particularmente la reforma agraria, la base firme y estable para el
desarrollo capitalista, moderno, del país y de la práctica de una democracia ampliamente
participativa. Era el obvio desenlace de una revolución nacida del cansancio acumulado por
el estado de cosas de 1900 a 1944. Pero la guerra fría no supo esperar. Sus obsesiones le
cerraron los ojos a lo que pudo ser una alternancia pacífica del poder.

INTERVENCION EXTRANJERA EN GUATEMALA Y RESGUARDO DE LOS MONOPOLIOS


INTERNACIONALES

El intervencionismo de los Estados Unidos en Guatemala derivó en el golpe de Estado que


derrocó al presidente Jacobo Arbenz en 1954. Dicha intervención respondió a la coyuntura
de la política anticomunista del nuevo gobierno Estadounidense de Eisenhower, y a otros
factores como los intereses económicos de la United Fruit Company en el país
centroamericano. El objetivo de este trabajo es hacer un análisis histórico de los
acontecimientos que llevaron al derrocamiento del régimen surgido de la Revolución de
Octubre por parte de la CIA en 1954.
 
Partiendo del concepto de supremacía, se explica la manera en la que Estados Unidos
ejerció su poder en América Latina desde el siglo XIX. Su comportamiento político ha
estado relacionado con su historia y su cultura, las cuales, a su vez, están directamente
relacionadas con su geografía. Su ideología nacional está formada por elementos como el
expansionismo, el americanismo, el protestantismo, un sentimiento de superioridad y un
orgullo espiritual de ser el pueblo elegido para proteger del mal al resto del mundo. Dichos
elementos han marcado la política exterior esta dounidense desde su conformación como
país independiente.
Sin embargo, es la intolerancia la característica más sobresaliente de su ideología y su
geopolítica. Con la llegada de la Guerra Fría se creyó necesario imponer
una contrafuerza para contener la presión soviética en el mundo libre. El terror al
comunismo, ideología contraria a todos los valores del americanismo, provocó que
cualquier acontecimiento fuera interpretado como un peligro para la seguridad nacional. Se
justificó el uso de cualquier medio político o económico para la intromisión en otros países
en nombre de los derechos naturales, los cuales argumentan que el más fuerte tiene el
derecho de imponer su voluntad a los débiles. Es así como las intervenciones y las
operaciones encubiertas se volvieron una herramienta de la política exterior
estadounidense.
La política exterior estadounidense hacia América Latina durante los años cincuenta y
sesenta estaba basada en tres ideas: americanismo, excepcionalismo e intervensionismo. La
meta era proteger su identidad, su seguridad y su área de dominación contra la amenaza
soviética.

El libro aborda el caso de Guatemala, país que entre 1944 y 1954 vivió un periodo de
cambio llamado Revolución de Octubre, cuyos representantes fueron Juan José Arévalo y
Jacobo Árbenz. La revolución fue encabezada por miembros de la elite burguesa que
buscaban crear las condiciones necesarias para el desarrollo del capitalismo moderno y la
democracia política en un país rural. La economía guatemalteca estaba basada en el
monocultivo, por lo que era necesario una reforma agraria que repartiera las tierras de una
manera más equitativa para lograr el progreso nacional. El autor explica de la siguiente
manera la situación de Guatemala: "Éste era, entonces, el escenario que enfrentaba la
Revolución de Octubre: un capitalismo rural, una clase media débil, un campesinado
oprimido, un régimen político con rasgos autoritarios y una recurrente dependencia de
Estados Unidos"

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