Tipos de Falacias Informales

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LÓGICA INFORMAL

En este apartado nos aproximaremos a lo que comúnmente se entiende por falacia, y


aprenderemos a detectar e identificar algunas de éstas. Esto no sólo nos va a ayudar a
argumentar mejor, sino que además nos permitirá desmontar aquellos discursos que las
contienen.

¿Qué es una falacia?

Una falacia es un razonamiento que vulnera alguna regla lógica. Se está ante un
razonamiento no válido o incorrecto pero con apariencia de buen razonamiento, o en
otras palabras, se trataría de un razonamiento engañoso o erróneo (falaz) que no
deberíamos encontrar convincente o persuasivo, pero que con demasiada frecuencia lo
es.
Las falacias lógicas se suelen clasificar en formales y no formales (materiales). En el
apartado anterior, el dedicado a la lógica formal, descubrimos algunas falacias
formales: inferencias inválidas porque incumplen alguna ley de deducción en el
razonamiento, y observamos cómo la lógica nos permitía desvelar estos errores. En este
apartado nos centraremos en las denominadas falacias informales (materiales), que se
caracterizan porque su error no está en la forma lógica del argumento, sino en su
materia, es decir, en el significado de los términos (asunto del que trata el argumento); y
si no tenemos precaución, las falacias informales pueden pasar inadvertidas.
Cometer una falacia no es igual que decir una falsedad. Si digo que los perros cantan
o que cinco y cinco son doce, sabemos que miento o me confundo. Se trata de algo
falso, y no falaz, porque la falacia tiene que ver con la manera de argumentar. Si
argumento mal, si concluyo un razonamiento de forma incorrecta, entonces soy falaz.
Las falacias intencionadas se llaman sofismas.

Falacia ad hominem (en latín significa “contra el hombre”)

Se suele dar este tipo de falacia en aquellos discursos o discusiones plagadas de


ataques personales. Consiste, pues, en intentar rebatir la opinión o razonamiento de otra
persona, reemplazando un buen razonamiento por un lenguaje de ataque no relacionado
con la verdad del asunto. Se censura, desacredita, descalifica a quien defiende una
determinada opinión, es decir, se rechaza o critica el punto de vista de otra persona en
base a características personales, antecedentes, apariencia física u otras características
irrelevantes para el argumento en cuestión. En forma de esquema se puede expresar esta
falacia en los siguientes términos:
A afirma p, A no es una persona digna de crédito; por lo tanto, no p.
Ejemplo: “Los ecologistas afirman que esconder los vertidos nucleares en el mar es una
acción contra la humanidad, pero no hay que hacerles caso porque son pesimistas frente
al futuro”.

Falacia ad verecumdiam (se apela “a la autoridad”)

Esta falacia ocurre cuando hacemos mal uso de la citación a una autoridad. Se
defiende una conclusión apelando a alguien que se considera una autoridad en la
materia, pero sin dar razones que la justifiquen. En esta falacia se citan autoridades, sin
aportar razones o pruebas comprobables y concretas, como si la opinión de un experto
fuera siempre correcta. Y es difícil de detectar porque normalmente se ve como algo
adecuado citar a las autoridades relevantes en un asunto concreto, y en algunos casos
puede ser legítimo recurrir a una autoridad reconocida en el tema, si bien se ha de tener
en cuenta que no siempre es garantía.
Ejemplo: “Hasta bien entrada la Revolución Científica, algunos filósofos sostenían que
la tierra estaba en el centro del universo porque así lo afirmaban Aristóteles y
Ptolomeo”.
Su esquema implícito sería el siguiente:
A afirma P, A es una autoridad en la materia; luego P.

Falacia ad baculum (“a la fuerza”, se apela al bastón)

Razonamiento en el que para establecer una conclusión o posición no se aportan


razones sino que se recurre a la amenaza, a la fuerza o al miedo. Estamos ante un
reprobable intento de abuso de poder. Las personas autoritarias abusan de sus cargos y
suelen formular argumentos ad baculum, pretendiendo que se acaten sus órdenes y se
satisfagan sus deseos simplemente porque disponen de poder sobre aquellos a los que
pretenden persuadir, sin que su autoridad se base ni en su experiencxia ni en sus
conocimientos ni en su valor moral. Estamos ante un argumento que permite vencer,
pero no convencer.
Ejemplo: “Si no acabas el trabajo esta semana, perderás el empleo”.
El esquema implícito es el que sigue:
A afirma P, y A es una persona con poder sobre B; por lo tanto, P.

Falacia ad populum (dirigida “al pueblo”, provocando emociones)

Razonamiento o discurso en el que no se presentan razones adecuadas, sino que se


exponen “razones” no vinculadas, como hechos o circunstancias, reales o imaginarias,
que al despertar en los oyentes sentimientos y emociones, acabarán aceptando. Es muy
utilizada en las campañas electorales. Se trata de una argumentación también conocida
como demagógica o seductora.
Ejemplo: “Tenemos que prohibir la inmigración porque los extrajeros les robarán el
trabajo y el pan a nuestros hijos”.
En este tipo de falacia, el esquema implícito quedaría como sigue:
A afirma p, y A lo presenta en un contexto emocional favorable. Por lo tanto, p.

Falsa causa

Razonamiento que a partir de la coincidencia entre dos fenómenos se establece, sin


suficiente base, una relación causal. Se otorga, pues, validez a una causa insuficiente o
errónea.
Ejemplo: “Ayer ganó mi equipo porque me puse el vestido rojo”
Esquema implícito: Se da X, acto seguido se da Y. Por lo tanto, X es la causa de Y.

Falacia ad ignorantiam (“a la ignorancia”)

Razonamiento en el que se pretende defender la verdad o la falsedad de una


afirmación porque no se puede demostrar lo contrario.
Ejemplos: “Nadie ha podido demostrar que Dios no existe; por tanto, tienes que creer
que existe”. “Nadie puede probar que no haya una influencia de los astros en nuestra
vida; por lo tanto, las predicciones de la astrología son verdaderas”.
El esquema implícito para este tipo de falacia sería el siguiente:
Se niega (o se afirma) p, y no tenemos pruebas sobre si p es falso (o verdadero). Por
tanto, p es falso (o verdadero).

Falacia tu quoque (“tú también”)

Son aquellos argumentos en los que no se pesentan razones para replicar una
acusación, en su lugar se devuelve la ofensa a quien acusa. Usar la falacia tu quoque
normalmente desvía las críticas lejos de uno mismo al acusar a otra persona del mismo
problema o algo comparable. Algunos políticos utilizan a menudo esta falacia
acusándose unos a otros de corrupción.
Ejemplo: si Ana dice: “Tal vez tengo que beber menos, ¡pero tú fumas, Juan!”. Ana está
tratando de disminuir su responsabilidad o defender sus acciones distribuyendo la culpa
a otras personas. Pero la culpa de los otros no excusa la suya propia.

Falacia ad misericordiam (“a la compasión”)

Consiste en apelar a la piedad como base justificativa suficiente para mostrar que una
proposición es verdadera y no a los argumentos.
Ejemplo: “David suspendió el examen final de Filosofía, y solicita aprobar porque es la
única asignatura que le queda”.

Consensum gentium (“Consenso de la gente” o consenso universal)

También denominada falacia del carro. Consiste en aceptar la verdad de una


afirmación porque la mayoría de las personas la defiende. Es cuando algo se acepta
porque es popular, o las autoridades pertinentes o todas las personas están de acuerdo en
ello. Pero, hay que admitir que la mayoría, a veces, también se equivoca.
Ejemplo: “La mayoría de las personas creen en un Dios creador del universo, luego
Dios existe”.

Falacia del falso dilema

La falacia del falso dilema consiste en reducir el espectro de las opciones a dos
cuando existen más opciones para elegir. Esta falacia también se conoce como “falacia
en blanco y negro”, “falsa dicotomía”, o “falacia de la bifurcación”. La falacia del falso
dilema es a menudo una herramienta de manipulación diseñada para polarizar a la
audiencia, heroizando a un lado y demonizando al otro.
Sin embargo, no es una falacia si realmente sólo hay dos opciones. Por ejemplo,
“Led Zeppelin es la mejor banda de rock de todos los tiempos o no lo es”. Este es un
verdadero dilema, ya que en realidad sólo hay dos opciones: A o no A. Sin embargo,
sería una falacia decir: “Sólo hay dos tipos de personas en el mundo: las que aman a
Led Zeppelin o las que odian su música”

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