Buda
Buda
Buda
Budismo
Buda transmitía sus enseñanzas en forma oral, por lo que al morir no dejó
ningún testimonio escrito de sus ideas y pensamientos. Sin embargo, más tarde sus
discípulos se encargaron de escribirlos. Los elementos centrales en los que se basaba la
Iluminación de Buda, estaban condicionados a la realización de las Cuatro Verdades
Excelentes: (1) La vida es un sufrimiento. Esta afirmación va más allá del simple
reconocimiento de la existencia del sufrimiento en la vida y se refiere más bien a que la
existencia humana es intrínsecamente dolorosa, desde el momento en que nacemos hasta
que morimos. Más aún, este sufrimiento ni siquiera desaparecería con la muerte, ya que
Buda incluyó en sus enseñanzas la idea hindú de que la vida es cíclica, por lo que la muerte
simplemente precedería a una nueva reencarnación. (2) La causa de este sufrimiento radica
en el hecho de que el hombre desconoce la naturaleza de la realidad, producto de lo cual,
siente ansiedad, tiene apego por las cosas materiales y mucha codicia. Estos defectos
provocan su sufrimiento. (3) Se puede poner fin al sufrimiento si el hombre logra superar su
ignorancia e ir más allá de las ataduras mundanas. (4) El camino para dar fin al sufrimiento
es el Sendero de las Ocho Grandes Verdades, que consiste en tener una adecuada visión de
las cosas, buenas intenciones, un correcto modo de expresión, realizar buenas acciones,
tener un correcto modo de vida, esforzarse de forma positiva, tener buenos pensamientos y
desarrollar la contemplación de un modo adecuado. Estos ocho puntos generalmente se
dividen en tres categorías que conforman el pilar central del budismo: moral, sabiduría y
samadi o concentración.
Anatmán
El budismo analiza la existencia humana partiendo de la base de que está formada por el
conjunto de cinco realidades (skandhas): el cuerpo material, los sentimientos, las
percepciones, la predisposición ante las cosas o tendencias kármicas y la conciencia. Cada
persona es simplemente la combinación temporal de estas cinco realidades, las que están a
su vez sujetas a continuos cambios. Ninguna de ellas se mantiene igual ni siquiera en dos
momentos consecutivos. Los budistas niegan que este conjunto de cinco realidades, ya sea
en forma individual o conjunta, puedan ser consideradas como una existencia independiente
y permanente, o el alma (atmán). De hecho consideran un error el concebir que exista
siquiera una unidad permanente que sea un elemento constitutivo del hombre. Buda
sostenía la idea de que esta concepción de sí mismo llevaba a que las personas fueran
egoístas, padecieran de ansiedad, y que por lo tanto sufrieran. Por eso enseñó la doctrina de
anatmán, o de la negación de la existencia de un alma permanente. Sostenía que toda la
existencia humana se caracterizaba por contar con las tres señas de: anatmán (no tener
alma), anitya (impermanencia) y dukkha (el sufrimiento). La doctrina de anatmán hizo
necesario que Buda diera una reinterpretación a la creencia hindú de las reencarnaciones en
el ciclo de la existencia fenomenológica, más conocida como samsara. Después de haber
llegado a este punto en su enseñanza, Buda comenzó a difundir la doctrina del origen
subordinado o pratityasamutpada. En esta cadena de doce causas unidas, se demuestra
cómo el haber sido ignorante en una vida anterior hace que la persona tienda a formar un
determinado conjunto que tiene que desarrollar. Esta combinación llevará a que actúen la
mente y los sentidos. Las sensaciones que resultan de este actuar llevan a sufrir ansiedad y
un apego a la existencia. Esta condición determina el proceso de ser nuevamente, creando
otro ciclo de nacimiento, vida adulta y muerte. A través de esta cadena causal, se vincula
una vida a la siguiente. Se llega a un fluir de nuevas vidas, más que a un existir permanente
que se desplace de una vida a otra; de hecho es la creencia de una reencarnación sin
transmigración.
Karma
La doctrina del karma se encuentra muy relacionada con la doctrina anterior (anatmán). El
karma se basa en los actos de cada persona y en las consecuencias morales que se
desprendan de ese proceder. Los actos humanos determinan su reencarnación posterior, por
lo que las buenas acciones lógicamente serán recompensadas, como serán castigadas las
malas. Por eso el budismo sostiene que no existen en el mundo los placeres inmerecidos ni
los castigos injustificados, sino que todo es más bien producto de una justicia universal. El
proceso kármico actúa por medio de una ley moral natural, más que por medio de un
sistema de juicio divino. El karma de cada individuo determina asuntos tales como su
belleza, su inteligencia, su longevidad, su salud y su nivel social. De acuerdo con las
enseñanzas de Buda, dependiendo del tipo de karma que tenga cada persona, puede
reencarnarse en un ser humano, un animal, un fantasma hambriento, un habitante del
infierno o incluso en alguno de los dioses de la religión hindú. A pesar de que el budismo
no niega la existencia de dioses, no les atribuye ninguna importancia especial. La vida de
los dioses en el cielo es larga y apacible, aunque están sujetos a los mismos problemas que
puede tener cualquier otra criatura, por lo que están expuestos a una eventual muerte y a
una futura reencarnación en un estado de existencia inferior. No son los creadores del
universo, ni tampoco controlan el destino de la humanidad, por lo que para el budismo, el
rezar o hacerles sacrificios no tiene ninguna utilidad. De las distintas modalidades de
reencarnación, la humana es la mejor, porque las deidades están tan absortas en sus propios
placeres que pierden de vista la necesidad de redención. Por lo tanto, la posibilidad de ser
un iluminado es válida sólo para los seres humanos.
Nirvana
El objetivo final del camino del budismo es lograr liberarse de la existencia fenoménica a la
que le es propia el sufrir. Para lograr este objetivo hay que alcanzar el nirvana, que es un
estado de iluminación en el que los fuegos de la codicia, el odio y la ignorancia han sido
apagados. Este estado no debe confundirse con el aniquilamiento; el nirvana es un estado
de conciencia que va más allá de ninguna definición. Después de alcanzar el nirvana, el
iluminado puede seguir viviendo e ir eliminando cualquier remanente de karma que pueda
tener, hasta lograr llegar, en el momento de morir, a un último estado de nirvana
(parinirvana). En teoría cualquier persona podría lograr alcanzar el nirvana, aunque en
realidad es un objetivo accesible sólo para los miembros de la comunidad monástica. En el
budismo Theravada, la persona que haya alcanzado la iluminación gracias a haber seguido
el Sendero de las Ocho Verdades o Pequeño Vehículo, se le conoce con el
nombre de arhat, o aquél que vale mucho, algo así como un santo solitario.
Todos aquellos que por una u otra razón no son capaces de lograr el
objetivo final, tienen, como siguiente opción, el tratar de lograr una mejor
reencarnación por medio del perfeccionamiento de su karma. Generalmente
aspiran a esta meta inferior los budistas laicos, quienes ven en este objetivo
la esperanza de llegar a una vida en la que sean capaces de alcanzar la iluminación final,
como miembros del sanga. La ética que guía y que lleva a alcanzar el nirvana, es objetiva y
de orientación interior, personal. Exige cultivar cuatro actitudes que demuestren la virtud;
estas actitudes son conocidas como Los Palacios del Brahman, y son: la amabilidad y
ternura, la compasión, la alegría benévola y la ecuanimidad. Sin embargo, la ética que lleva
a lograr una mejor reencarnación se centra más bien en el cumplimiento de los deberes que
tiene cada persona con respecto a su sociedad. Estos deberes incluyen actos de caridad, un
especial apoyo al sanga, como también el no olvidar jamás los cinco preceptos que
constituyen el código básico de la moral budista. Estas normas prohiben matar, robar, tener
un lenguaje hiriente, un comportamiento sexual indebido y consumir bebidas alcohólicas.
Si la persona se atuviera a estos preceptos, podría superar las tres grandes raíces del mal: la
lujuria, el odio y el engaño.
Mahayana
Los orígenes del Mahayana resultan especialmente oscuros. No son conocidos ni siquiera
los nombres de sus fundadores, y los estudiosos no concuerdan en si se originó en el sur o
en el nordeste de la India. Sus primeros años de formación fueron entre los siglos II A.C. y
el I D.C. Las especulaciones con respecto al Buda eterno continuaron hasta bastante entrada
la era cristiana, terminando con la doctrina Mahayana que se refiere a su naturaleza triple o
de triple "cuerpo" (trikaya). Estos tres cuerpos son el de la esencia, el de la bienaventuranza
de la comunidad y el de la transformación. El cuerpo de la esencia representa la naturaleza
última de Buda. Antes que esto, existiría la forma absoluta e invariable, a la que se referían
como conciencia o lo vacío, la nada. Esta naturaleza esencial de Buda se manifestaría sola,
tomando formas celestiales como aquella de la bienaventuranza de la comunidad. Bajo esta
forma, Buda se sienta a predicar en los cielos, en medio del esplendor divino. Por último, la
naturaleza de Buda se hace presente en la tierra utilizando una forma humana, su fin es el
de convertir a la humanidad. A esta forma física se le conoce como el cuerpo de la
transformación. Los Mahayana consideran al Buda histórico, Siddhartha Gautama, sólo
como un ejemplo del cuerpo de transformación ya que, según ellos, Buda ha tomado esta
apariencia humana una infinidad de veces. El nuevo concepto Mahayana de Buda hizo
posible el crear conceptos de gracia divina y de una revelación continua, nociones que están
ausentes en el Theravada. La creencia en las manifestaciones divinas de Buda, llevaron al
desarrollo de una significativa ramificación en la devoción Mahayana. Sin embargo,
algunos estudiosos han descrito el precoz desarrollo Mahayana como una "hinduización"
del budismo. Otro concepto nuevo dentro del Mahayana, también muy importante, es el de
bodhisattva o del ser iluminado, como un ideal hacia el que los buenos budistas deberían
aspirar. Un bodhisattva es una persona que ha logrado una iluminación perfecta, pero que
se niega a entrar al nirvana final, para hacer posible así, la salvación de todos los otros seres
sensibles. El bodhisattva logra transmitirle a seres menos afortunados sus méritos logrados
después de muchas vidas. Los principales atributos de estos santos sociales son la
compasión y la amorosa bondad. Por eso los Mahayana consideran el bodhisattva superior
al arhat, representante del ideal Theravada. Algunos bodhisattvas, como Maitreya, que
representa la amorosa bondad de Buda, y Avalokitesvara o Kuan-yin, que representa su
compasión, se han transformado en el centro de la adoración y devoción popular
Mahayana.
Tantrismo
Alrededor del siglo VII D.C. se desarrolló una nueva forma de budismo conocida como
tantrismo. Se formó a raíz de la unión entre el Mahayana y creencias y magia del folklore
popular del norte de la India. A pesar de ser similar al tantrismo hindú, que se desarrolló
por aquellos mismos años, el tantrismo budista difiere del Mahayana por el gran énfasis que
el primero pone en la acción sacramental. Conocida también como Vajrayana, el Vehículo
del Diamante, el tantrismo tiene una tradición esotérica. Sus ceremonias de iniciación
incluyen la entrada al mandala, un círculo místico o mapa simbólico del universo espiritual.
Para el tantrismo, también es importante la utilización de mudras o demostraciones rituales,
y mantras o sílabas sagradas, las que se cantaban en repetidas ocasiones y se utilizaban
como formas de meditación. El vajrayana se transformó en la forma del budismo dominante
en el Tíbet. A través de China fue transmitida a Japón, lugar donde se sigue practicando por
la secta shingon.
La expansión asiatica
Al rey Asoka, a su hijo Mahinda y a su hija Sanghamitta se les relaciona directamente con
la conversión de Sri Lanka al budismo. Desde el comienzo de su reinado, el Theravada se
convirtió en la religión oficial de este país. De acuerdo a la tradición, durante el reinado de
Asoka, el Theravada habría sido llevado a Birmania desde Sri Lanka, aunque no existe
constancia de su presencia en este país hasta el siglo V D.C. Durante el siglo VI, el
Theravada se extendió desde Birmania hasta la zona de lo que hoy es Tailandia. La religión
fue adoptada por los tailandeses cuando finalmente se hubieron asentado, desde el suroeste
chino, en la zona de la Tailandia actual; esto sucedió entre los siglos XII y XIV. Con el
florecimiento del reino tailandés, el Theravada fue adoptado como la religión oficial.
Durante el siglo XIV, el Theravada también fue adoptado por la casa real de Laos. Tanto el
Mahayana como el hinduismo comenzaron a influir en el pueblo de Camboya a fines del
siglo II D.C. Sin embargo, después del siglo XIV y bajo la influencia tailandesa, el
Theravada fue convirtiéndose gradualmente en la religión con más fuerza en Camboya. A
comienzos de la era cristiana, el budismo fue llevado a Asia Central. Desde allí, y durante
el siglo I D.C., entró en China siguiendo las rutas del comercio. A pesar de que contaba con
la oposición de los confucionistas ortodoxos y víctima de persecuciones durante el año 446,
en el periodo 574-577 y en el 845, el budismo logró cimentarse e influir con fuerza en la
cultura china, teniendo que adaptarse a las costumbres del país. El periodo más fuerte de
influencia del budismo chino, terminó con la gran persecución del año 845. A pesar de esto,
las sectas Zen o Ch'an, enfocada a la meditación (del Sánscrito dhyana, "meditación"), y
Tierra Pura, con mayor énfasis en la devoción, continuaron siendo importantes. Desde
China el budismo continuó su expansión asiática. Las autoridades del confucionismo
estaban totalmente en desacuerdo con que el budismo entrara en Vietnam,
pero la influencia Mahayana se sentía allí desde hacía mucho tiempo, más o
menos desde el 189. De acuerdo con fuentes oficiales, el budismo llegó por
primera vez a Corea, desde China, el 372. Desde entonces, y dada la fuerte
influencia que durante siglos tuvo China en ese país, Corea fue
convirtiéndose gradualmente al budismo. El budismo fue llevado a Japón
desde Corea. A pesar de que los japoneses ya tenían conocimiento de esta religión, 552
D.C. se considera el año de su introducción oficial en el país. En el 593, el príncipe
Shotoku declara el budismo como la religión oficial de Japón. El budismo llegó al Tíbet a
principios del siglo VII D.C., a través de la influencia de las esposas extranjeras del rey. A
mediados del siglo siguiente, ya se había transformado en una fuerza bastante significativa
dentro de la cultura tibetana. Un personaje que tuvo gran protagonismo en el desarrollo de
este budismo tibetano, fue el monje hindú Padmasambhava, quien había llegado al Tíbet en
747. Su principal interés era expandir el budismo tántrico, rama del budismo que se
transformó en la más fuerte dentro del Tíbet. Tanto los budistas chinos como los hindúes
competían por la influencia de su religión en el Tíbet, hasta que a fines del siglo VIII, los
chinos fueron vencidos y expulsados del país. Aproximadamente siete siglos más tarde, los
budistas tibetanos habían adoptado la idea de que los abades de los grandes monasterios
eran reencarnación es de los famosos bodhisattvas. A raíz de esto, el principal de los abades
pasó a ser conocido como Dalai Lama. Desde mediados del siglo XVII hasta 1950, año en
que China se apoderó del Tíbet, los Dalai Lamas dirigieron el Tíbet como una teocracia.
La vida Monástica
Desde un principio, los seguidores más devotos de Buda estaban organizados en un grupo
monástico llamado sanga. Los miembros podían ser fácilmente identificados por sus
cabezas totalmente afeitadas y sus túnicas sin costuras y de color naranja. Los primeros
monjes budistas o bhikkus, vagaban de un lugar a otro, estableciéndose en comunidades
sólo durante la época de las lluvias, periodo en que los viajes resultaban difíciles. Cada una
de estas comunidades establecidas, y las que se fueron desarrollando conforme pasaba el
tiempo, eran independientes y estaban organizadas democráticamente. La vida monástica
estaba regida por los reglamentos del Vinaya Sutra, una de las tres colecciones canónicas
de las escrituras. Cada cuarenta noches, dentro de cada comunidad, los monjes celebraban
una asamblea formal, la uposatha. Una parte muy importante de esta ceremonia constituía
el recitar muy respetuosamente las reglas del Vinaya y la confesión pública de todas sus
violaciones. El sanga incluía normas para monjes y monjas, un rasgo único y distintivo
dentro de las órdenes monásticas de la India. Ellos y ellas, seguidores del Theravada eran
célibes, y diariamente conseguían su comida pidiendo limosnas en las casas de los laicos
más devotos. La escuela Zen no hizo caso a la regla en la que se decía que los miembros del
el sanga debían vivir pidiendo limosna; más aún, como parte de la disciplina de la secta, se
les exige a sus miembros trabajar en los campos para ganar su propio sustento. La popular
escuela Shin de Japón, una rama de Tierra Pura, permite a sus sacerdotes casarse y tener
familias. Dentro de las funciones más tradicionales de los monjes budistas, están el celebrar
servicios fúnebres para honrar a los muertos. Los elementos más importantes de estos
servicios incluyen el canto de las escrituras y el traspaso de méritos para beneficio del
muerto.
Quién fue el Buda histórico
Su padre fue Sudodana, gobernante del reino de los Sakyas (situado en el actual
Nepal), y su madre la reina Maya. Según la costumbre de la época contrajo
matrimonio a los 16 años con la princesa Yasodara, con quien tuvo un hijo.
El joven príncipe debía tener tendencias religiosas que su padre adivinó, ya que
Sidarta fue aislado en palacio y rodeado de todos los lujos posibles para evitar
que le llegaran los problemas y sufrimientos normales de la humanidad. Sin
embargo diversas "casualidades" permitieron que Sidarta contemplase
directamente la pobreza, la enfermedad, la extrema vejez y la muerte.
Profundamente afectado por la visión de estos males (quizá su lujoso aislamiento
hizo aún más fuerte la impresión), decidió hallar la causa y la solución a estos
males aparentemente irremediables, por lo que pensó en buscar las enseñanzas
adecuadas. Así fue como decidió abandonar su futuro reino, su mujer y su hijo en
busca de un antídoto para el mal.
Buda viene de la raíz "Bud" que significa "despierto" o "iluminado", así como
Cristo significa "ungido". No debe usarse como nombre propio, ya que significa
un título y un reconocimiento por haber alcanzado un estado de desarrollo
espiritual.
La personalidad del Buda histórico, Sidarta Gotama, tal como aparece en todos
los relatos de la época, es avasallante. Su personalidad se proyecta a través de los
tiempos en cada anécdota que leemos de él. El Buda murió en Kusinara (el actual
Uttar Pradesh), a los 80 años, rodeado de una multitud de discípulos. Según los
escritos budistas sus últimas palabra fueron: "todas las cosas son perecederas.
Esforzaos por vuestra salvación".
¿Cómo llegó a Europa? Escribe el ya citado E. Conze que "en los siglos XVII y
XVIII, los misioneros jesuitas habían adquirido un conocimiento bastante exacto
del budismo chino y japonés, pero el primero que dio a conocer el budismo en
Europa como una religión viva fue un filósofo alemán, Arturo Schopenhauer. (5)
Sin embargo este filósofo no tuvo oportunidad de leer ninguna traducción directa
de las escrituras budistas por lo que resulta difícil encontrar una figura
claramente introductoria. Por ejemplo, se dice que Richard Wagner fue también
profundamente impresionado por las enseñanzas búdicas. En cualquier caso, la
lenta infiltración de estas ideas fueron consecuencia, en el siglo pasado, de la
propia acción imperialista europea. Muchos estudiosos se aplicaron a conocer a
fondo estos antiguos pueblos que empezaba a formar parte del floreciente
mercado inglés, y así se aplicaron a estudiar el budismo "como se observa a un
enemigo, empeñados en probar la superioridad del cristianismo" (6)
Se produjo la gran diáspora del pueblo tibetano, en parte presionado por una
política deliberadamente terrorista del gobierno chino (con destrucción de
monasterios y santuarios históricos), y sustitución de los habitantes nativos por
chinos traídos de otras partes del imperio comunista. Política que está
debidamente documentada en organismos internacionales y que cuenta con la
indiferencia de las mismas potencias que se soliviantan cuando se amenazan las
posesiones petrolíferas de cualquier jeque árabe. Sin embargo, este atentado a un
pueblo pacífico y a la comunidad internacional trajo, como decíamos, un
resultado inesperado: una nueva ola de difusión budista hacia occidente. Ahora
localizada sobre todo en USA, y que, en menor medida ha alcanzado a Europa
(sobre todo en el Reino Unido y Francia) donde se han fundado nuevos
monasterios y consolidados los anteriores.
En 1951 escribía Edward Conze: "El impulso creador del pensamiento budista
hizo un alto unos 1.500 años después del Nirvana de Buda. Durante los últimos
1.000 años no ha surgido ninguna nueva escuela importante, y los budistas
simplemente han conservado, como mejor han podido, la gran herencia del
pasado". (8). A juzgar por lo que se ve en la segunda mitad de este siglo, diera la
impresión que la "Sangha" ha comenzado un nuevo ciclo de expansión.
Para terminar una pequeño fragmento de un budista que se acerca bastante al tipo
de doctrina que nos gustaría compartir:
"Buda afirmó que aquí, en esta vida, se podía conseguir plenamente un estado de
paz, no por sacrificio a los dioses, ni por oraciones, sino por un esfuerzo
incesante y por la abnegación lentamente perfeccionada.
El Budismo no es una religión que se acepta ciegamente de una vez por todas;
tiene que ser comprendida y constantemente investigada. Buda dijo 'Aceptad mis
palabras sólo y después de haberlas comprobado vosotros mismos; no las
aceptéis simplemente por la veneración que me profesáis (Tattvasangraha).
Aunque en el transcurso del tiempo el budismo ha sido a veces afectado por la
tradición, ritos, etc., su fundador no pretendió que fuera otra cosa que un método
que había que comprobar. la confianza en sí mismo y la tolerancia son las claves
del pensamiento budista. Buda dijo muchas veces: 'Vosotros mismos sois los que
tenéis que hacer el esfuerzo, los Budas sólo indican el camino' (Dhammapada).
Por consiguiente, el budismo nunca podría ser una fe proselitista. Ciertamente, el
seguidor de la enseñanza de Buda es exhortado a usar dicha enseñanza
únicamente "como balsa para cruzar la corriente". Una vez conseguido el
objetivo, Nibbána, la balsa, debe ser abandonada.
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NOTAS
(1) Véase de Walpola Rahula. "Lo que el Budha enseñó". Kier. Buenos Aires. Excelente
libro para introducirse en el Budismo Theravada.
(3) Jorge L. Borges y Alicia Jurado. "Qué es el budismo". Edit. Columba. Bs.As, 1976.
Pág. 15. Borges tiene una visión muy particular del Budismo. A pesar de seguir a otros
autores da la impresión que éste tema lo tocó de soslayo; sin prestarle mucha importancia.
De ahí algunos comentarios que parecen bastante superficiales. De todos modos no es
habitual que un escritor y poeta se ponga a estudiar seriamente el Budismo.
(6) Ibidem. Pág. 292. Esta actitud de recelo del Cristianismo no parece coyuntural.
Posiblemente está en el propio corazón de su doctrina y de su historia. En cuanto a su
doctrina leemos, por ejemplo, lo que dice el Cardenal Sergio Pignedoli, que es, o era, el
Presidente del Secretariado para los no cristianos en 1974, en su presentación del libro de
Jesús López-Gay, s.i. "La mística del Budismo", publicado por la Biblioteca de Autores
Cristianos, nº 356, Madrid:
"Por lo que se refiere al cristianismo, sabemos (por la experiencia además de por la fe) que
en la vida religiosa se halla a Dios, hasta decir con sor Isabel de la Trinidad: "Quien vive de
la fe no trata jamás con las causas segundas, sino sólo con Dios. Entonces nunca se es
banal, ni siquiera haciendo las acciones más ordinarias, porque no se vive en estas cosas,
sino que se va más allá de ellas". La presencia del Otro llena la celda del monje. El
budismo no puede dar la misma respuesta consoladora, aunque tenga rayos de iluminación.
Un día Buda dijo a un discípulo: "¿Por qué se debe construir un pozo, si las aguas están en
todas partes?" No somos atrevidos al pensar que el Señor, que conoce los corazones de
cada uno, hablará a estos sus hijos que le buscan con una generosidad sincera y le llaman
con nombres diversos". (Pág XI, de la Presentación)
A buen entendedor... "El budismo no puede..." y el "Señor, que conoce los corazones de
cada uno, hablará a estos sus hijos..." ¿y que le dirá? Pues nada, que a ver si se espabilan, se
dejan de monsergas y entran, como corresponde, en la Santa Iglesia Católica. El Cardenal
no tiene duda.
Claro que su opinión es moderadísima si se compara con lo que dice Pablo VI, en su
primera encíclica, Ecclesiam suam, comentado por el autor, Jesús López Gay, s.i.:
"Ya en su primer encíclica, Ecclesiam suam, Pablo VI hizo una clara distinción entre
"sistemas religiosos no-cristianos" y los "valores religiosos y morales" de dichas religiones
(AAS [1964] 655). Los sistemas quizás un día providenciales, pero radicalmente
provisorios, están llamados a ceder el paso al cristianismo, que es ya definitivo y "única
verdadera religión", como el alba deja paso a la plena luz del día (la metáfora es también de
Pablo VI: AAS [1964] 394). Los valores religiosos, al contrario, deben ser respetados,
purificados, iluminados y aun aceptados por la Iglesia. El concilio ha elaborado una
teología sobre la posición del cristiano, del misionero y del teólogo ante esos valores.
Recordemos algunas ideas. "Cuanto hay de bueno y verdadero entre ellos [los no
cristianos], la Iglesia lo juzga como una preparación del Evangelio y otorgado por quien
ilumina a todos los hombres para que al fin tengan la vida" (Lumen gentium n16)".
Como se ve, el Budismo queda relegado a la categoría de "alba", antes de que venga la
"plena luz del día". Debe ser, pienso yo, porque es 500 años más antiguo. Antes "el alba"
duraba mucho más; eran otros tiempos.
Con esta perspectiva resulta un verdadero milagro que la iglesia tenga alguna clase de
diálogo con los eufemísticamente llamados "sistemas religiosos no-cristianos" (Una
definición que ya, en si misma, se las trae. La única identidad de los "otros" es no-ser-
como-yo).
Estas "verdades" o principios del budismo si bien son aceptadas por todas las
escuelas o sectas budistas, tienen múltiples interpretaciones. Para empezar mejor
ajustarse al punto de vista Theravada. Al fin de cuentas es el más antiguo.
"1) Dukkha.
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La segunda noble verdad trata del origen de Dukkha. No tiene una única causa,
ya que existe una policausación resultado de la interacción de un conjunto de
fuerzas discernibles; pero la principal se localiza en la "sed" (tanha), entendida,
en su acepción más general posible, como el "deseo".
Otra fuente de error en este término clave es entender al Nirvana como un estado
que se puede alcanzar después de la muerte. "No existe un "entrar en el Nirvana
después de la muerte" (8) Para la concepción budista la muerte es un estado de
transición a una nueva vida. Sólo los que han alcanzado el estado de Buda,
mueren para no renacer. Mueren bien muertos: "Tenemos la voz parinibbuto que
se emplea para indicar la muerte de un Buddha o la de un Arahant que ha
experimentado el Nirvana; pero no tiene la significación de "entrar en el
Nirvana". Parinibbuto sólo significa "totalmente muerto", "enteramente soplado",
"totalmente extinguido", porque tanto el Buddha cuanto el Arahant no renacen
después de la muerte". (9)
Un aspecto importante es que "En casi todas las religiones sólo después de la
muerte es posible alcanzar el summun bonum. Pero el Nirvana puede ser
experimentado en esta vida; no es necesario esperar la muerte para alcanzarlo"
(10)
El desarrollo del "óctuple sendero", que así también se lo llama, excede los
límites de este artículo de introducción. Baste decir que los tres principios antes
mencionados deben existir como una trinidad indivisible, por si solos no
significan mucho: conducta ética sin sabiduría no es malo en si mismo, pero no
ayuda al practicante en su desarrollo espiritual. Sabiduría sin control mental,
degenera en vana erudición (12). Y control mental sin sabiduría lleva al
desarrollo de poderes que obstaculizan el propio crecimiento espiritual al
acentuar la ilusión del yo; una manera de acentuar la ilusión egocéntrica.
No es fácil responder (si se quiere decir algo más que simples trivialidades). En
todo caso algo parece cierto: el Budismo provee de un marco de análisis de la
existencia que no violenta nuestra razón con la hipótesis de Dioses fantasmales
que crean el bien y el mal, y luego se lavan las manos cuando observan las
consecuencias desafortunadas de su obra.
Es imposible abarcar y dar una idea precisa de las cuatro nobles verdades, las
ideas en que se fundan y las consecuencias que se derivan sin muchos y áridos
estudios. Todo lo anterior y posterior (me refiero no sólo a este artículo, sino
tambien a todos los demás que lleven mi firma) debe ser tomado como una visita
turística a una realidad doctrinal compleja que no se presta a ser captada en una
sóla visita. La actitud "correcta" (samma), para seguir empleando la terminología
budista, creo que debería ser:
Notas:
(1) Walpola Rahula. "Lo que el Buddha Enseñó". Edit. Kier. Buenos Aires, 2da.
Edición, 1978. pág. 35
(2) Ibidem, pág. 52
(3) Ibidem, pág. 59
(4) Ibidem
(5) Ibidem, pág. 61
(6) Ibidem, pág. 64
(7) Ibidem, pág. 59
(8) Ibidem, pág. 65
(9) Ibidem
(10) Ibidem, pág. 67
(11) Ibidem
(12) "Los que estudian el budismo de las escrituras corren el riesgo de porfiar en
ellas sin llegar a comprender su verdadero sentido (...). Mientras que los que
estudian el Zen son demasiados propensos a adquirir el hábito de la charla vacua
y a practicar el sofisma." Chiang Chih. Citado por A. Huxley en su libro "La
Filosofia Perenne". Pocket Edhasa. Barcelona, 1977, pag.304