Buda

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Buda (c. 563-c.

486), fundador del budismo, nacido en el parque Lumbini cerca de


Kapilavastu, en la actualidad Nepal, cerca de la frontera india. El nombre de Gautama
Buda, por el que se conoce al Buda histórico, es una combinación del nombre de su familia,
Gautama, y el epíteto Buda, que significa "el iluminado". A pesar de todos los esfuerzos,
las fechas de su nacimiento y muerte siguen siendo dudosas. Las diversas fuentes budistas
están de acuerdo en que vivió 80 años, pero no sobre las fechas concretas. Los países
modernos del budismo theravada sitúan su nacimiento en el año 623 A.C. y su muerte en el
543 A.C., pero estas dataciones son rechazadas por la mayoría de los historiadores
occidentales e hindúes. Las fuentes antiguas ofrecen dos cronologías diferentes: la
cronología larga, basada en fuentes cingalesas, que sitúa el nirvana final de Buda alrededor
de 218 años antes de la consagración del rey Asoka (c. 273 A.C.); y la cronología breve,
avalada por todas las fuentes chinas y sánscritas, que datan la muerte de Buda 100 años
después de la consagración de Asoka. Todos los relatos que han llegado hasta nosotros
sobre la vida de Buda fueron escritos muchos años después de su muerte por discípulos
dados a la idealización más que por historiadores objetivos, por lo que resulta difícil separar
los acontecimientos reales de los numerosos mitos y leyendas que aparecen sobre su vida.
Además, la mayoría de las tradiciones budistas sostienen que Buda no fue sino la última
encarnación en una serie de vidas recogidas en diversas historias edificantes. Para el
budismo, los mitos y leyendas que rodean la figura del Buda histórico son tan importantes
como sus palabras y hechos, de ahí que los detalles históricos de su vida resulten difíciles
de establecer, y acaso por ello no reciban un tratamiento preferente respecto de relatos y
doctrinas que se añadieron.

Budismo

El Budismo es una religión de gran importancia a escala mundial, fundada en el noreste de


la India. Se basa en las enseñanzas de Siddhartha Gautama, más conocido como Buda o El
Iluminado. Se originó como un movimiento monástico dentro de la tradición brahmánica
dominante en aquel entonces, aunque rápidamente el budismo se fue desarrollando en otra
dirección, adquiriendo características propias. Buda no sólo renegaba de algunos aspectos
muy significativos de la filosofía hindú, sino que también desafiaba la autoridad de sus
sacerdotes, no aceptaba la validez de las escrituras védicas, y estaba en contra de los
sacrificios al culto en los que se basaban estas escrituras. Además Buda abrió las puertas de
su movimiento a personas de todas las castas sociales, rechazando abiertamente la idea de
que los asuntos espirituales de las personas estuvieran determinados por la condición social
dentro de la que nacen. Hoy en día, el budismo está dividido en dos grandes ramas: el
Theravada o Camino de los Sabios, y el Mahayana o Gran Vehículo. Los seguidores del
Mahayana se refieren en forma despectiva a los del Theravada usando el nombre de
Hinayana o Pequeño Vehículo. El budismo ha tenido una influencia muy fuerte no sólo en
la India, sino también en países tales como Sri Lanka, Tailandia, Cambodia, Birmania y
Laos, donde la rama predominante es la Theravada. Por su parte, la rama Mahayana ha
tenido una especial influencia en China, Japón, Taiwan, Tíbet, Nepal, Mongolia, Corea y
Vietnam, así como en la India. Se estima que el número de miembros de la religión budista
que hay en el mundo, oscila entre los 150 y los 300 millones. La razón por la que existe una
diferencia tan grande en esta estimación se debe a dos causas: en gran parte de Asia la
afiliación religiosa tiende a no ser exclusiva; y resulta especialmente difícil
poder estimar la influencia del budismo en países comunistas como China.

Las enseñanzas de Buda

Buda transmitía sus enseñanzas en forma oral, por lo que al morir no dejó
ningún testimonio escrito de sus ideas y pensamientos. Sin embargo, más tarde sus
discípulos se encargaron de escribirlos. Los elementos centrales en los que se basaba la
Iluminación de Buda, estaban condicionados a la realización de las Cuatro Verdades
Excelentes: (1) La vida es un sufrimiento. Esta afirmación va más allá del simple
reconocimiento de la existencia del sufrimiento en la vida y se refiere más bien a que la
existencia humana es intrínsecamente dolorosa, desde el momento en que nacemos hasta
que morimos. Más aún, este sufrimiento ni siquiera desaparecería con la muerte, ya que
Buda incluyó en sus enseñanzas la idea hindú de que la vida es cíclica, por lo que la muerte
simplemente precedería a una nueva reencarnación. (2) La causa de este sufrimiento radica
en el hecho de que el hombre desconoce la naturaleza de la realidad, producto de lo cual,
siente ansiedad, tiene apego por las cosas materiales y mucha codicia. Estos defectos
provocan su sufrimiento. (3) Se puede poner fin al sufrimiento si el hombre logra superar su
ignorancia e ir más allá de las ataduras mundanas. (4) El camino para dar fin al sufrimiento
es el Sendero de las Ocho Grandes Verdades, que consiste en tener una adecuada visión de
las cosas, buenas intenciones, un correcto modo de expresión, realizar buenas acciones,
tener un correcto modo de vida, esforzarse de forma positiva, tener buenos pensamientos y
desarrollar la contemplación de un modo adecuado. Estos ocho puntos generalmente se
dividen en tres categorías que conforman el pilar central del budismo: moral, sabiduría y
samadi o concentración.

Anatmán

El budismo analiza la existencia humana partiendo de la base de que está formada por el
conjunto de cinco realidades (skandhas): el cuerpo material, los sentimientos, las
percepciones, la predisposición ante las cosas o tendencias kármicas y la conciencia. Cada
persona es simplemente la combinación temporal de estas cinco realidades, las que están a
su vez sujetas a continuos cambios. Ninguna de ellas se mantiene igual ni siquiera en dos
momentos consecutivos. Los budistas niegan que este conjunto de cinco realidades, ya sea
en forma individual o conjunta, puedan ser consideradas como una existencia independiente
y permanente, o el alma (atmán). De hecho consideran un error el concebir que exista
siquiera una unidad permanente que sea un elemento constitutivo del hombre. Buda
sostenía la idea de que esta concepción de sí mismo llevaba a que las personas fueran
egoístas, padecieran de ansiedad, y que por lo tanto sufrieran. Por eso enseñó la doctrina de
anatmán, o de la negación de la existencia de un alma permanente. Sostenía que toda la
existencia humana se caracterizaba por contar con las tres señas de: anatmán (no tener
alma), anitya (impermanencia) y dukkha (el sufrimiento). La doctrina de anatmán hizo
necesario que Buda diera una reinterpretación a la creencia hindú de las reencarnaciones en
el ciclo de la existencia fenomenológica, más conocida como samsara. Después de haber
llegado a este punto en su enseñanza, Buda comenzó a difundir la doctrina del origen
subordinado o pratityasamutpada. En esta cadena de doce causas unidas, se demuestra
cómo el haber sido ignorante en una vida anterior hace que la persona tienda a formar un
determinado conjunto que tiene que desarrollar. Esta combinación llevará a que actúen la
mente y los sentidos. Las sensaciones que resultan de este actuar llevan a sufrir ansiedad y
un apego a la existencia. Esta condición determina el proceso de ser nuevamente, creando
otro ciclo de nacimiento, vida adulta y muerte. A través de esta cadena causal, se vincula
una vida a la siguiente. Se llega a un fluir de nuevas vidas, más que a un existir permanente
que se desplace de una vida a otra; de hecho es la creencia de una reencarnación sin
transmigración.

Karma

La doctrina del karma se encuentra muy relacionada con la doctrina anterior (anatmán). El
karma se basa en los actos de cada persona y en las consecuencias morales que se
desprendan de ese proceder. Los actos humanos determinan su reencarnación posterior, por
lo que las buenas acciones lógicamente serán recompensadas, como serán castigadas las
malas. Por eso el budismo sostiene que no existen en el mundo los placeres inmerecidos ni
los castigos injustificados, sino que todo es más bien producto de una justicia universal. El
proceso kármico actúa por medio de una ley moral natural, más que por medio de un
sistema de juicio divino. El karma de cada individuo determina asuntos tales como su
belleza, su inteligencia, su longevidad, su salud y su nivel social. De acuerdo con las
enseñanzas de Buda, dependiendo del tipo de karma que tenga cada persona, puede
reencarnarse en un ser humano, un animal, un fantasma hambriento, un habitante del
infierno o incluso en alguno de los dioses de la religión hindú. A pesar de que el budismo
no niega la existencia de dioses, no les atribuye ninguna importancia especial. La vida de
los dioses en el cielo es larga y apacible, aunque están sujetos a los mismos problemas que
puede tener cualquier otra criatura, por lo que están expuestos a una eventual muerte y a
una futura reencarnación en un estado de existencia inferior. No son los creadores del
universo, ni tampoco controlan el destino de la humanidad, por lo que para el budismo, el
rezar o hacerles sacrificios no tiene ninguna utilidad. De las distintas modalidades de
reencarnación, la humana es la mejor, porque las deidades están tan absortas en sus propios
placeres que pierden de vista la necesidad de redención. Por lo tanto, la posibilidad de ser
un iluminado es válida sólo para los seres humanos.

Nirvana

El objetivo final del camino del budismo es lograr liberarse de la existencia fenoménica a la
que le es propia el sufrir. Para lograr este objetivo hay que alcanzar el nirvana, que es un
estado de iluminación en el que los fuegos de la codicia, el odio y la ignorancia han sido
apagados. Este estado no debe confundirse con el aniquilamiento; el nirvana es un estado
de conciencia que va más allá de ninguna definición. Después de alcanzar el nirvana, el
iluminado puede seguir viviendo e ir eliminando cualquier remanente de karma que pueda
tener, hasta lograr llegar, en el momento de morir, a un último estado de nirvana
(parinirvana). En teoría cualquier persona podría lograr alcanzar el nirvana, aunque en
realidad es un objetivo accesible sólo para los miembros de la comunidad monástica. En el
budismo Theravada, la persona que haya alcanzado la iluminación gracias a haber seguido
el Sendero de las Ocho Verdades o Pequeño Vehículo, se le conoce con el
nombre de arhat, o aquél que vale mucho, algo así como un santo solitario.
Todos aquellos que por una u otra razón no son capaces de lograr el
objetivo final, tienen, como siguiente opción, el tratar de lograr una mejor
reencarnación por medio del perfeccionamiento de su karma. Generalmente
aspiran a esta meta inferior los budistas laicos, quienes ven en este objetivo
la esperanza de llegar a una vida en la que sean capaces de alcanzar la iluminación final,
como miembros del sanga. La ética que guía y que lleva a alcanzar el nirvana, es objetiva y
de orientación interior, personal. Exige cultivar cuatro actitudes que demuestren la virtud;
estas actitudes son conocidas como Los Palacios del Brahman, y son: la amabilidad y
ternura, la compasión, la alegría benévola y la ecuanimidad. Sin embargo, la ética que lleva
a lograr una mejor reencarnación se centra más bien en el cumplimiento de los deberes que
tiene cada persona con respecto a su sociedad. Estos deberes incluyen actos de caridad, un
especial apoyo al sanga, como también el no olvidar jamás los cinco preceptos que
constituyen el código básico de la moral budista. Estas normas prohiben matar, robar, tener
un lenguaje hiriente, un comportamiento sexual indebido y consumir bebidas alcohólicas.
Si la persona se atuviera a estos preceptos, podría superar las tres grandes raíces del mal: la
lujuria, el odio y el engaño.

Mahayana

Los orígenes del Mahayana resultan especialmente oscuros. No son conocidos ni siquiera
los nombres de sus fundadores, y los estudiosos no concuerdan en si se originó en el sur o
en el nordeste de la India. Sus primeros años de formación fueron entre los siglos II A.C. y
el I D.C. Las especulaciones con respecto al Buda eterno continuaron hasta bastante entrada
la era cristiana, terminando con la doctrina Mahayana que se refiere a su naturaleza triple o
de triple "cuerpo" (trikaya). Estos tres cuerpos son el de la esencia, el de la bienaventuranza
de la comunidad y el de la transformación. El cuerpo de la esencia representa la naturaleza
última de Buda. Antes que esto, existiría la forma absoluta e invariable, a la que se referían
como conciencia o lo vacío, la nada. Esta naturaleza esencial de Buda se manifestaría sola,
tomando formas celestiales como aquella de la bienaventuranza de la comunidad. Bajo esta
forma, Buda se sienta a predicar en los cielos, en medio del esplendor divino. Por último, la
naturaleza de Buda se hace presente en la tierra utilizando una forma humana, su fin es el
de convertir a la humanidad. A esta forma física se le conoce como el cuerpo de la
transformación. Los Mahayana consideran al Buda histórico, Siddhartha Gautama, sólo
como un ejemplo del cuerpo de transformación ya que, según ellos, Buda ha tomado esta
apariencia humana una infinidad de veces. El nuevo concepto Mahayana de Buda hizo
posible el crear conceptos de gracia divina y de una revelación continua, nociones que están
ausentes en el Theravada. La creencia en las manifestaciones divinas de Buda, llevaron al
desarrollo de una significativa ramificación en la devoción Mahayana. Sin embargo,
algunos estudiosos han descrito el precoz desarrollo Mahayana como una "hinduización"
del budismo. Otro concepto nuevo dentro del Mahayana, también muy importante, es el de
bodhisattva o del ser iluminado, como un ideal hacia el que los buenos budistas deberían
aspirar. Un bodhisattva es una persona que ha logrado una iluminación perfecta, pero que
se niega a entrar al nirvana final, para hacer posible así, la salvación de todos los otros seres
sensibles. El bodhisattva logra transmitirle a seres menos afortunados sus méritos logrados
después de muchas vidas. Los principales atributos de estos santos sociales son la
compasión y la amorosa bondad. Por eso los Mahayana consideran el bodhisattva superior
al arhat, representante del ideal Theravada. Algunos bodhisattvas, como Maitreya, que
representa la amorosa bondad de Buda, y Avalokitesvara o Kuan-yin, que representa su
compasión, se han transformado en el centro de la adoración y devoción popular
Mahayana.

Tantrismo

Alrededor del siglo VII D.C. se desarrolló una nueva forma de budismo conocida como
tantrismo. Se formó a raíz de la unión entre el Mahayana y creencias y magia del folklore
popular del norte de la India. A pesar de ser similar al tantrismo hindú, que se desarrolló
por aquellos mismos años, el tantrismo budista difiere del Mahayana por el gran énfasis que
el primero pone en la acción sacramental. Conocida también como Vajrayana, el Vehículo
del Diamante, el tantrismo tiene una tradición esotérica. Sus ceremonias de iniciación
incluyen la entrada al mandala, un círculo místico o mapa simbólico del universo espiritual.
Para el tantrismo, también es importante la utilización de mudras o demostraciones rituales,
y mantras o sílabas sagradas, las que se cantaban en repetidas ocasiones y se utilizaban
como formas de meditación. El vajrayana se transformó en la forma del budismo dominante
en el Tíbet. A través de China fue transmitida a Japón, lugar donde se sigue practicando por
la secta shingon.

La expansión asiatica

Al rey Asoka, a su hijo Mahinda y a su hija Sanghamitta se les relaciona directamente con
la conversión de Sri Lanka al budismo. Desde el comienzo de su reinado, el Theravada se
convirtió en la religión oficial de este país. De acuerdo a la tradición, durante el reinado de
Asoka, el Theravada habría sido llevado a Birmania desde Sri Lanka, aunque no existe
constancia de su presencia en este país hasta el siglo V D.C. Durante el siglo VI, el
Theravada se extendió desde Birmania hasta la zona de lo que hoy es Tailandia. La religión
fue adoptada por los tailandeses cuando finalmente se hubieron asentado, desde el suroeste
chino, en la zona de la Tailandia actual; esto sucedió entre los siglos XII y XIV. Con el
florecimiento del reino tailandés, el Theravada fue adoptado como la religión oficial.
Durante el siglo XIV, el Theravada también fue adoptado por la casa real de Laos. Tanto el
Mahayana como el hinduismo comenzaron a influir en el pueblo de Camboya a fines del
siglo II D.C. Sin embargo, después del siglo XIV y bajo la influencia tailandesa, el
Theravada fue convirtiéndose gradualmente en la religión con más fuerza en Camboya. A
comienzos de la era cristiana, el budismo fue llevado a Asia Central. Desde allí, y durante
el siglo I D.C., entró en China siguiendo las rutas del comercio. A pesar de que contaba con
la oposición de los confucionistas ortodoxos y víctima de persecuciones durante el año 446,
en el periodo 574-577 y en el 845, el budismo logró cimentarse e influir con fuerza en la
cultura china, teniendo que adaptarse a las costumbres del país. El periodo más fuerte de
influencia del budismo chino, terminó con la gran persecución del año 845. A pesar de esto,
las sectas Zen o Ch'an, enfocada a la meditación (del Sánscrito dhyana, "meditación"), y
Tierra Pura, con mayor énfasis en la devoción, continuaron siendo importantes. Desde
China el budismo continuó su expansión asiática. Las autoridades del confucionismo
estaban totalmente en desacuerdo con que el budismo entrara en Vietnam,
pero la influencia Mahayana se sentía allí desde hacía mucho tiempo, más o
menos desde el 189. De acuerdo con fuentes oficiales, el budismo llegó por
primera vez a Corea, desde China, el 372. Desde entonces, y dada la fuerte
influencia que durante siglos tuvo China en ese país, Corea fue
convirtiéndose gradualmente al budismo. El budismo fue llevado a Japón
desde Corea. A pesar de que los japoneses ya tenían conocimiento de esta religión, 552
D.C. se considera el año de su introducción oficial en el país. En el 593, el príncipe
Shotoku declara el budismo como la religión oficial de Japón. El budismo llegó al Tíbet a
principios del siglo VII D.C., a través de la influencia de las esposas extranjeras del rey. A
mediados del siglo siguiente, ya se había transformado en una fuerza bastante significativa
dentro de la cultura tibetana. Un personaje que tuvo gran protagonismo en el desarrollo de
este budismo tibetano, fue el monje hindú Padmasambhava, quien había llegado al Tíbet en
747. Su principal interés era expandir el budismo tántrico, rama del budismo que se
transformó en la más fuerte dentro del Tíbet. Tanto los budistas chinos como los hindúes
competían por la influencia de su religión en el Tíbet, hasta que a fines del siglo VIII, los
chinos fueron vencidos y expulsados del país. Aproximadamente siete siglos más tarde, los
budistas tibetanos habían adoptado la idea de que los abades de los grandes monasterios
eran reencarnación es de los famosos bodhisattvas. A raíz de esto, el principal de los abades
pasó a ser conocido como Dalai Lama. Desde mediados del siglo XVII hasta 1950, año en
que China se apoderó del Tíbet, los Dalai Lamas dirigieron el Tíbet como una teocracia.

La vida Monástica

Desde un principio, los seguidores más devotos de Buda estaban organizados en un grupo
monástico llamado sanga. Los miembros podían ser fácilmente identificados por sus
cabezas totalmente afeitadas y sus túnicas sin costuras y de color naranja. Los primeros
monjes budistas o bhikkus, vagaban de un lugar a otro, estableciéndose en comunidades
sólo durante la época de las lluvias, periodo en que los viajes resultaban difíciles. Cada una
de estas comunidades establecidas, y las que se fueron desarrollando conforme pasaba el
tiempo, eran independientes y estaban organizadas democráticamente. La vida monástica
estaba regida por los reglamentos del Vinaya Sutra, una de las tres colecciones canónicas
de las escrituras. Cada cuarenta noches, dentro de cada comunidad, los monjes celebraban
una asamblea formal, la uposatha. Una parte muy importante de esta ceremonia constituía
el recitar muy respetuosamente las reglas del Vinaya y la confesión pública de todas sus
violaciones. El sanga incluía normas para monjes y monjas, un rasgo único y distintivo
dentro de las órdenes monásticas de la India. Ellos y ellas, seguidores del Theravada eran
célibes, y diariamente conseguían su comida pidiendo limosnas en las casas de los laicos
más devotos. La escuela Zen no hizo caso a la regla en la que se decía que los miembros del
el sanga debían vivir pidiendo limosna; más aún, como parte de la disciplina de la secta, se
les exige a sus miembros trabajar en los campos para ganar su propio sustento. La popular
escuela Shin de Japón, una rama de Tierra Pura, permite a sus sacerdotes casarse y tener
familias. Dentro de las funciones más tradicionales de los monjes budistas, están el celebrar
servicios fúnebres para honrar a los muertos. Los elementos más importantes de estos
servicios incluyen el canto de las escrituras y el traspaso de méritos para beneficio del
muerto.
Quién fue el Buda histórico  

V ivió en el norte de la India, en el siglo VI a.C. Su nombre personal era


Sidarta (Siddartha, en sánscrito) y su apellido, o nombre de familia, era Gotama
(Gautama, en sánscrito). (1)

Su padre fue Sudodana, gobernante del reino de los Sakyas (situado en el actual
Nepal), y su madre la reina Maya. Según la costumbre de la época contrajo
matrimonio a los 16 años con la princesa Yasodara, con quien tuvo un hijo.

El joven príncipe debía tener tendencias religiosas que su padre adivinó, ya que
Sidarta fue aislado en palacio y rodeado de todos los lujos posibles para evitar
que le llegaran los problemas y sufrimientos normales de la humanidad. Sin
embargo diversas "casualidades" permitieron que Sidarta contemplase
directamente la pobreza, la enfermedad, la extrema vejez y la muerte.
Profundamente afectado por la visión de estos males (quizá su lujoso aislamiento
hizo aún más fuerte la impresión), decidió hallar la causa y la solución a estos
males aparentemente irremediables, por lo que pensó en buscar las enseñanzas
adecuadas. Así fue como decidió abandonar su futuro reino, su mujer y su hijo en
busca de un antídoto para el mal.

Durante 6 años el príncipe Sidarta practicó un furioso ascetismo; tal como se lo


indicaron los distintos maestros que a su paso fue encontrando. Tan débil y
esquelético llegó a estar que, según lo cuentan crónicas posteriores, apenas podía
sostenerse en pie con todas sus costillas cubiertas por un ligero manto de carne.
Sin embargo el antídoto al sufrimiento se le hacía esquivo y no hallaba nada
concluyente en su búsqueda infatigable.

En cierto momento una aldeana se apiadó del esquelético y maloliente asceta y le


ofreció unas gotas de leche. Sidarta, que ya había reflexionado sobre las
consecuencias inútiles de tan extrema privación, aceptó esas pocas gotas; y con
energía renovada se sentó a los pies de un árbol con la firme decisión de
encontrar, de una vez por todas, la pieza que faltaba en el rompecabezas cósmico.
Así fue como se sentó a meditar Sidarta al pie del árbol (desde entonces conocido
como el árbol Bodhi, o de la "Sabiduría"), a orillas del río Neranjara, en Buda
Gaya (en el actual Bihar), cuando contaba ya 35 años. Luego de muchos días y
noches, donde fue sometido a toda clase de tentaciones y depresiones, alcanzó la
iluminación y con ella la transformación. Se había sentado a meditar Sidarta; al
levantarse era el Buda.

Buda viene de la raíz "Bud" que significa "despierto" o "iluminado", así como
Cristo significa "ungido". No debe usarse como nombre propio, ya que significa
un título y un reconocimiento por haber alcanzado un estado de desarrollo
espiritual.

Posteriormente a esa experiencia crucial dudó sobre que hacer y, según la


leyenda, los dioses del cielo le pidieron que no se quedara para sí esa experiencia
sino que la compartiera con los demás hombres. Así fue como en el Parque de las
Gacelas, en Isipatana (la actual Sarnath), el Buda se encontró nuevamente con los
5 ascetas que habían compartido con él parte de su búsqueda.

Al principio éstos se negaron a escucharles, convencidos que aceptar alimento


(aquellas gotas de leche) había sido una claudicación. No obstante la serenidad y
confianza del Buda se impuso y escucharon el primer sermón. De esta manera,
cuenta la leyenda, empezó a girar la rueda de la ley: las cuatro nobles verdades
que caracterizan al budismo con una identidad propia. Así fue como nació la
Sangha.

La Sangha, la comunidad budista, es la consecuencia de la prédica del Buda. No


resisto la tentación de transcribir las apasionadas palabras de Edward Conze, un
reconocido estudioso del budismo:

"La comunidad budista es la institución más antigua de la humanidad. Ha


sobrevivido más tiempo que ninguna otra institución, con excepción de la secta
afín de los jainos. Allí están los grandes y orgullosos imperios de la historia,
guardados por legiones de soldados, naves y magistrados. Apenas alguno de ellos
duró más de unos tres siglos. Y allí tenemos un movimiento de mendigos
voluntarios, que siempre apreciaron más la pobreza que la riqueza; que habían
jurado no hacer daño ni matar a otros seres; que pasaban el tiempo soñando
maravillosos sueños, inventando hermosas tierras de nunca jamás; que
despreciaban todo lo que el mundo valorara; que valoraban todo lo que el mundo
despreciara; la mansedumbre, la generosidad, la contemplación ociosa. Y sin
embargo, mientras que esos poderosos imperios, construidos sobre la codicia, el
odio y el engaño, duraron sólo unos cuantos siglos, el impulso de autonegación
llevó a la comunidad budista a través de 2.500 años." (2)
Durante 45 años Buda predicó a toda clase de personas: de ambos sexos, ricos,
pobres, santos y ladrones. No hacía ninguna distinción de clase, de cultura, o de
sexos. Tampoco de castas (con lo que se enfrentó directamente con el hinduismo,
la religión dominante en la zona). También aceptó la admisión de mujeres al
nuevo culto; siendo la primera gran religión que creó la categoría de monjas; algo
que en su época causó verdadero horror porque las mujeres no podían entender ni
aspirar al conocimiento religioso. Un detalle curioso es que las campanas, y su
uso dentro del culto, también son de origen budista.

La personalidad del Buda histórico, Sidarta Gotama, tal como aparece en todos
los relatos de la época, es avasallante. Su personalidad se proyecta a través de los
tiempos en cada anécdota que leemos de él. El Buda murió en Kusinara (el actual
Uttar Pradesh), a los 80 años, rodeado de una multitud de discípulos. Según los
escritos budistas sus últimas palabra fueron: "todas las cosas son perecederas.
Esforzaos por vuestra salvación".

Los occidentales, siempre interesados en el rigor histórico (a diferencia de los


hindúes) también se han preocupado por la realidad de los hechos anteriormente
mencionados. Como dice Borges "lo legendario envuelve toda la vida del
Buddha, pero es más profuso en la etapa que antecede a la proclamación de su
ley. El itinerario de sus viajes debe de ser auténtico, dada su precisa topografía.
Nos queda pues a crónica minuciosa de cuarenta y cinco años de magisterio, de
la que basta extirpar algunos milagros". (3)

Luego agrega Borges un comentario muy interesante: "Acaso no sea inútil


señalar que el siglo VI a.C., en que floreció el Buddha, fue un siglo de filósofos:
Confucio, Lao Tse, Pitágoras y Heráclito fueron contemporáneos suyos". (4)

Posteriormente el budismo se escindió en diversas ramas con sus propias


variaciones; extendiéndose desde la India del Norte por todo el subcontinente,
Ceilán, Birmania, Tailandia, Camboya, Laos, Vietnam, Pakistán, Tíbet, China,
Japón, Mongolia, Corea, Formosa, y partes de lo que hasta hace poco fue la
Unión Soviética.

¿Cómo llegó a Europa? Escribe el ya citado E. Conze que "en los siglos XVII y
XVIII, los misioneros jesuitas habían adquirido un conocimiento bastante exacto
del budismo chino y japonés, pero el primero que dio a conocer el budismo en
Europa como una religión viva fue un filósofo alemán, Arturo Schopenhauer. (5)

Sin embargo este filósofo no tuvo oportunidad de leer ninguna traducción directa
de las escrituras budistas por lo que resulta difícil encontrar una figura
claramente introductoria. Por ejemplo, se dice que Richard Wagner fue también
profundamente impresionado por las enseñanzas búdicas. En cualquier caso, la
lenta infiltración de estas ideas fueron consecuencia, en el siglo pasado, de la
propia acción imperialista europea. Muchos estudiosos se aplicaron a conocer a
fondo estos antiguos pueblos que empezaba a formar parte del floreciente
mercado inglés, y así se aplicaron a estudiar el budismo "como se observa a un
enemigo, empeñados en probar la superioridad del cristianismo" (6)

Pero el conocimiento trajo la comprensión y algunos descubrieron una doctrina


con bondades desconocidas. Este proceso, derivado de la expansión europea, fue,
como era de suponer, particularmente notable en el Reino Unido, Alemania y
Francia; y de muy baja intensidad en los países periféricos.

Posteriormente se fueron instalando en las metrópolis de los países mencionados


pequeños grupos mixtos, formados por estudiosos locales e inmigrantes del
imperio colonial. Así crecieron nuevas sociedades, como la Sociedad Teosófica,
fundada en 1875 por Madame Blavatsky y el coronel Olcott, que dieron un fuerte
impulso a los estudios orientalistas en general y a los budistas en particular.

Se produjo un fenómeno muy curioso que fue, y es, totalmente desconocido en


España. Con palabras de E. Conze: "En esa época [se refiere a la segunda mitad
del siglo XIX], la civilización europea, una mezcla de ciencia y comercio, de
cristianismo y militarismo, parecía enormemente fuerte. La dinamita latente de la
guerra nacional y de la guerra de clases era percibida por muy pocos. Una
creciente cantidad de hombres educados en la India y en Ceilán, sentía, al igual
que los japoneses por la misma época, que no tenía más alternativa que adoptar el
sistema occidental con todo lo que ello implicaba. Los misioneros cristianos
esperaban rápidas conversiones masivas. Pero entonces cambió la corriente, en
forma bastante súbita e inesperada. Unos cuantos miembros de la raza
dominante, hombres y mujeres blancos de Rusia, América e Inglaterra, teósofos,
aparecieron entre los hindúes y los singaleses para proclamar su admiración hacia
la antigua sabiduría del oriente. Madame Blavatsky habló del budismo en
términos de la más alta consideración, el coronel Olcott escribió un "catecismo
budista" y A. P. Sinnett publicó un libro de gran éxito en el cual toda clase de
ideas misteriosas, pero fascinantes, eran presentadas como "budismo esotérico".
(7)

De esta manera, y gracias indirectamente, a la expansión europea, entró el


budismo en las grandes metrópolis coloniales. En este siglo volvió a darse un
fenómeno también imprevisto: la invasión y posterior anexión del Tíbet por parte
de la China comunista (agresión que se hizo y se consolidó con la absoluta
indiferencia del mundo occidental) hizo volar por el aire el antiguo régimen
tibetano, donde la religión estaba indisolublemente unida a todas las demás
actividades sociales. Pronto se crearon movimientos guerrilleros para combatir al
invasor chino; más fueron desautorizados por el Dala Lama, (hasta entonces
gobernante del Tíbet) que, como budista, rechazaba cualquier forma de violencia
para hacer valer sus derechos.

Se produjo la gran diáspora del pueblo tibetano, en parte presionado por una
política deliberadamente terrorista del gobierno chino (con destrucción de
monasterios y santuarios históricos), y sustitución de los habitantes nativos por
chinos traídos de otras partes del imperio comunista. Política que está
debidamente documentada en organismos internacionales y que cuenta con la
indiferencia de las mismas potencias que se soliviantan cuando se amenazan las
posesiones petrolíferas de cualquier jeque árabe. Sin embargo, este atentado a un
pueblo pacífico y a la comunidad internacional trajo, como decíamos, un
resultado inesperado: una nueva ola de difusión budista hacia occidente. Ahora
localizada sobre todo en USA, y que, en menor medida ha alcanzado a Europa
(sobre todo en el Reino Unido y Francia) donde se han fundado nuevos
monasterios y consolidados los anteriores.

En 1951 escribía Edward Conze: "El impulso creador del pensamiento budista
hizo un alto unos 1.500 años después del Nirvana de Buda. Durante los últimos
1.000 años no ha surgido ninguna nueva escuela importante, y los budistas
simplemente han conservado, como mejor han podido, la gran herencia del
pasado". (8). A juzgar por lo que se ve en la segunda mitad de este siglo, diera la
impresión que la "Sangha" ha comenzado un nuevo ciclo de expansión.

En España existen pequeñas comunidades de difusión muy restringida. Nuestro


país ha pasado de un integrismo tipo "restauración" a un laicismo tan extremo
como superficial. Y escribo "superficial" porque tampoco ha sido el resultado de
una adopción sedimentada de una filosofía pragmática (lo cual necesita, entre
otras cosas, bastante tiempo). Simplemente la sociedad de consumo ha impuesto
sus valores; que son aceptados con la misma ingenuidad y acriticismo con que,
en otra época, se alababa a la virgen y a todos los santos. Ahora se lleva "el
racionalismo" de salón. ¡Vamos! Es el mismo perro, con diferente collar.

Reconozco que las palabras anteriores son demasiado ambiguas; en el sentido


que pueden ser aceptadas por personas con ideas absolutamente contrapuestas.
Quizá conocer algo sobre el budismo no cambie nada. En una situación de
relativo bienestar material, y ausencia total de intereses trascendentes, no existe
ese fermento colectivo que genera importantes modificaciones culturales. De
todos modos nadie puede profetizar los cambios futuros; así que cada cual debe
hacer lo que crea de la mejor manera posible. Nunca se sabe donde germinarán
las ideas y las experiencias... lo cual nos hace optimistas en el largo plazo,
aunque no veamos nada claro en el corto.

Para terminar una pequeño fragmento de un budista que se acerca bastante al tipo
de doctrina que nos gustaría compartir:

"Buda afirmó que aquí, en esta vida, se podía conseguir plenamente un estado de
paz, no por sacrificio a los dioses, ni por oraciones, sino por un esfuerzo
incesante y por la abnegación lentamente perfeccionada.

El Budismo no es una religión que se acepta ciegamente de una vez por todas;
tiene que ser comprendida y constantemente investigada. Buda dijo 'Aceptad mis
palabras sólo y después de haberlas comprobado vosotros mismos; no las
aceptéis simplemente por la veneración que me profesáis (Tattvasangraha).
Aunque en el transcurso del tiempo el budismo ha sido a veces afectado por la
tradición, ritos, etc., su fundador no pretendió que fuera otra cosa que un método
que había que comprobar. la confianza en sí mismo y la tolerancia son las claves
del pensamiento budista. Buda dijo muchas veces: 'Vosotros mismos sois los que
tenéis que hacer el esfuerzo, los Budas sólo indican el camino' (Dhammapada).
Por consiguiente, el budismo nunca podría ser una fe proselitista. Ciertamente, el
seguidor de la enseñanza de Buda es exhortado a usar dicha enseñanza
únicamente "como balsa para cruzar la corriente". Una vez conseguido el
objetivo, Nibbána, la balsa, debe ser abandonada.

Las últimas palabras de Buda fueron éstas: "Perseverad atentamente". Perseverar


en la atención es ver el mundo claramente y ver a nuestros prójimos claramente,
sin juicio, sin envidia, sin odio. Para lograr esto es necesario que nos conozcamos
íntimamente y que conozcamos la fuente de felicidad e infelicidad que yace en
nuestro interior". (9)

Carlos Salinas <[email protected]>


 
 

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Nota: he simplificado la grafía en palabras como Buda y otras similares. La razón


se encuentra en que tampoco originariamente se escribían así, ya que las primeros
textos budistas fueron escritos en idioma páli, del sur de la India (y posteriormente
en sánscrito). El uso de grafias como Budha, Budhha, etc. provienen de las
traducciones del inglés, el francés y el alemán. En estos casos puede justificarse
para representar los sonidos originarios; pero a nosotros, los hispanohablantes, estos
grafemas lo único que hacen es complicarnos inútilmente la vida. Sin embargo
reconozco algunas incoherencias, como Sangha (que debería quedar como Sanga) o
Sakyas (Sakias) porque se dan sin excepción en todos los libros que tocan estos
temas. Cambiar ciertas cosas podría provocar el efecto contrario, en vez de facilitar
la lectura, desorientar. Por supuesto admito que mi solución es una entre tantas, así
que preparo al futuro estudioso para la fastidiosa experiencia de encontrarse las
mismas palabras escritas en forma tan imaginativa como variada.

NOTAS
(1) Véase de Walpola Rahula. "Lo que el Budha enseñó". Kier. Buenos Aires. Excelente
libro para introducirse en el Budismo Theravada.

(2) Edward Conze."El Budismo, su esencia y su desarrollo". Fondo de Cultura Económica.


Breviarios. 1ªEdic. español 1978. Pág. 32 Libro recomendado para tener un panorama
general de la historia del budismo.

(3) Jorge L. Borges y Alicia Jurado. "Qué es el budismo". Edit. Columba. Bs.As, 1976.
Pág. 15. Borges tiene una visión muy particular del Budismo. A pesar de seguir a otros
autores da la impresión que éste tema lo tocó de soslayo; sin prestarle mucha importancia.
De ahí algunos comentarios que parecen bastante superficiales. De todos modos no es
habitual que un escritor y poeta se ponga a estudiar seriamente el Budismo.

(4) Ibidem. Pág. 16.

(5) E.Conze. "El Budismo...". Pág. 291.

(6) Ibidem. Pág. 292. Esta actitud de recelo del Cristianismo no parece coyuntural.
Posiblemente está en el propio corazón de su doctrina y de su historia. En cuanto a su
doctrina leemos, por ejemplo, lo que dice el Cardenal Sergio Pignedoli, que es, o era, el
Presidente del Secretariado para los no cristianos en 1974, en su presentación del libro de
Jesús López-Gay, s.i. "La mística del Budismo", publicado por la Biblioteca de Autores
Cristianos, nº 356, Madrid:

"Por lo que se refiere al cristianismo, sabemos (por la experiencia además de por la fe) que
en la vida religiosa se halla a Dios, hasta decir con sor Isabel de la Trinidad: "Quien vive de
la fe no trata jamás con las causas segundas, sino sólo con Dios. Entonces nunca se es
banal, ni siquiera haciendo las acciones más ordinarias, porque no se vive en estas cosas,
sino que se va más allá de ellas". La presencia del Otro llena la celda del monje. El
budismo no puede dar la misma respuesta consoladora, aunque tenga rayos de iluminación.
Un día Buda dijo a un discípulo: "¿Por qué se debe construir un pozo, si las aguas están en
todas partes?" No somos atrevidos al pensar que el Señor, que conoce los corazones de
cada uno, hablará a estos sus hijos que le buscan con una generosidad sincera y le llaman
con nombres diversos". (Pág XI, de la Presentación)

A buen entendedor... "El budismo no puede..." y el "Señor, que conoce los corazones de
cada uno, hablará a estos sus hijos..." ¿y que le dirá? Pues nada, que a ver si se espabilan, se
dejan de monsergas y entran, como corresponde, en la Santa Iglesia Católica. El Cardenal
no tiene duda.

Claro que su opinión es moderadísima si se compara con lo que dice Pablo VI, en su
primera encíclica, Ecclesiam suam, comentado por el autor, Jesús López Gay, s.i.:

"Ya en su primer encíclica, Ecclesiam suam, Pablo VI hizo una clara distinción entre
"sistemas religiosos no-cristianos" y los "valores religiosos y morales" de dichas religiones
(AAS [1964] 655). Los sistemas quizás un día providenciales, pero radicalmente
provisorios, están llamados a ceder el paso al cristianismo, que es ya definitivo y "única
verdadera religión", como el alba deja paso a la plena luz del día (la metáfora es también de
Pablo VI: AAS [1964] 394). Los valores religiosos, al contrario, deben ser respetados,
purificados, iluminados y aun aceptados por la Iglesia. El concilio ha elaborado una
teología sobre la posición del cristiano, del misionero y del teólogo ante esos valores.
Recordemos algunas ideas. "Cuanto hay de bueno y verdadero entre ellos [los no
cristianos], la Iglesia lo juzga como una preparación del Evangelio y otorgado por quien
ilumina a todos los hombres para que al fin tengan la vida" (Lumen gentium n16)".

Como se ve, el Budismo queda relegado a la categoría de "alba", antes de que venga la
"plena luz del día". Debe ser, pienso yo, porque es 500 años más antiguo. Antes "el alba"
duraba mucho más; eran otros tiempos.

Con esta perspectiva resulta un verdadero milagro que la iglesia tenga alguna clase de
diálogo con los eufemísticamente llamados "sistemas religiosos no-cristianos" (Una
definición que ya, en si misma, se las trae. La única identidad de los "otros" es no-ser-
como-yo).

(7) Ibidem. Pág. 293

(8) Ibidem. Pág. 91

(9) H. Saddatissa. "Introducción al Budismo". (The Buddha's Way).Alianza Editorial.


Madrid. 1974. Pág.16
Las 4 nobles verdades   

S egún la historia, el Buda expuso en su primer sermón a los cinco ascetas, en


Isipatana, el núcleo de la nueva doctrina. Allí, a sus antiguos y recelosos
compañeros, el Buda expuso lo que más tarde fueron conocidas como "las cuatro
nobles verdades".

Estas "verdades" o principios del budismo si bien son aceptadas por todas las
escuelas o sectas budistas, tienen múltiples interpretaciones. Para empezar mejor
ajustarse al punto de vista Theravada. Al fin de cuentas es el más antiguo.

Siguiendo el modelo médico de la antigua India: dar el nombre de la enfermedad,


su causa, su pronóstico y el tratamiento recomendado, están son las "cuatro
nobles verdades":
 
 

"1) Dukkha. 

2) Samudaya, el surgimiento de Dukkha 

3) Nirodha, la cesación de Dukkha 

4) Magga, El Sendero que conduce a la cesación de


Dukkha." (1) 
 

El uso de los términos Pali no es caprichoso. El problema de la traducción es... el


"problema de la traducción": la diversidad de significados para estas importantes
palabras. Por eso, para evitar nuestra fijación en "uno" de los varios sentidos
posibles, Walpola Rahula coloca, (en la versión inglesa), estas palabras en lengua
Pali. Sólo nos queda hacer constar que el Pali no es la lengua originaria del Buda;
por lo que los problemas de exactitud histórica... pueden ser una verdadera fuente
de "Dukkha".

¿Que significa "Dukkha"? En Pali es lo opuesto a "sukha": felicidad, bienes,


holgura. Luego es "sufrimiento", "dolor", "pena", "aflicción", "imperfección",
"impermanencia", "insustancialidad". W.Rahula afirma que no es conveniente
traducirla por "sufrimiento" o "dolor", simplemente (aunque la absoluta mayoría
de los textos en español así lo hacen). Una traducción tan estrecha no facilitaría
una buena comprensión de la palabra búdica.

La primera noble verdad, en consecuencia, establece que "Dukkha" es un estado


universal y omnipresente. Lo cual no quiere decir, ni mucho menos, negar la
felicidad y el placer; sólo indica que incluso en los mejores estados que un ser
consciente puede atravesar, siempre está presente la sensación de fugacidad de
éstos. En una palabra: la impermanencia.
 

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La segunda noble verdad trata del origen de Dukkha. No tiene una única causa,
ya que existe una policausación resultado de la interacción de un conjunto de
fuerzas discernibles; pero la principal se localiza en la "sed" (tanha), entendida,
en su acepción más general posible, como el "deseo".

Es tanha "el deseo, la voluntad de ser, de existir y volver a existir, de devenir, de


acrecentar más y más, de acumular incesantemente" (2) lo que mueve el ciclo de
la impermanencia, del "samsara". Dicho así, esta concepción choca frontalmente
con nuestra mentalidad. Para un occidental el deseo es una fuerza vital que lleva
al desarrollo; al despliegue de todas las capacidades humanas. Es, además, la
fuerza de nuestra civilización consumista ¿Que venderían las empresas si
redujéramos tanha? El budismo antiguo no niega las consecuencias positivas del
deseo; pero deja constancia que lo bueno sucede sólo en el corto plazo. Más allá
la satisfacción continua de deseos crecientes genera nuevos y complicados
problemas, y en vez de conseguir más "humanidad" sólo obtenemos menos. Un
resultado paradójico difícil de advertir de una ojeada.

La tercera noble verdad establece que es posible emanciparse de Dukkha. En


palabras más sencillas el ser humano puede liberarse del sufrimiento causado por
la impermanencia y la satisfacción de deseos. Esta liberación tienen un nombre:
"Nibbana" en Pali y "Nirvana" en Sánscrito. Dado que el último término es el
más conocido en nuestra lengua, a partir de ahora lo usaré casi en exclusiva.

La tercera noble verdad trata, en consecuencia, de la existencia del Nirvana. Más


¿en qué consiste? No resulta fácil dar una respuesta sencilla: En uno de los textos
budistas más antiguos (el Asamkhata-samyutta) "se mencionan 32 sinónimos de
Nibbana" (3); así que puede traducirse como "extinción de la sed", "no
compuesto", "incondicionado", "desapego", "cesación", "extinción",
"tranquilidad", "la otra orilla", "del otro lado", "Verdad", etc. etc. Como dice el
Lankavatara-sutra: "La gente se atasca en las palabras, cual un elefante en el
fango" (4)

Incluso se ha considerado que Nirvana es la aniquilación del Yo, pero, como


alerta W.Rahula "el Nirvana no es de ningún modo la aniquilación del yo, porque
en realidad no existe un yo que deba ser aniquilado. Si es algo, es la aniquilación
de la ilusión, de la falsa idea del yo". (5) Esta última idea es la que,
personalmente más me agrada, sin desmedro de las otras, ya que al final, todas
son meras aproximaciones a un estado que, por su radical "otredad" no puede ser
descrito como un objeto.

También es un error pensar al Nirvana como la consecuencia de la extinción de la


avidez, ya que no es ni causa ni efecto de nada. "Hay un Sendero que conduce a
la experiencia del Nirvana, pero éste no es el resultado del Sendero. Podéis llegar
a la cima de la montaña siguiendo una senda; empero, la montaña no es ni el
resultado ni el efecto de la senda; podéis ver una luz, más la luz no es el resultado
de vuestra vista" (6)

De estas palabras se desprende que para el budismo Theravada el Nirvana existe


independientemente de la dificultad lingüística para expresarlo, "al igual que no
se puede explicar a un pez en que consiste la tierra firme" (7); que se puede
alcanzar por medios estrictamente humanos. Y que, una vez alcanzado, tiene una
consecuencia radical: se acaban las consecuencias de una percepción errónea de
las cosas y de uno mismo.

Otra fuente de error en este término clave es entender al Nirvana como un estado
que se puede alcanzar después de la muerte. "No existe un "entrar en el Nirvana
después de la muerte" (8) Para la concepción budista la muerte es un estado de
transición a una nueva vida. Sólo los que han alcanzado el estado de Buda,
mueren para no renacer. Mueren bien muertos: "Tenemos la voz parinibbuto que
se emplea para indicar la muerte de un Buddha o la de un Arahant que ha
experimentado el Nirvana; pero no tiene la significación de "entrar en el
Nirvana". Parinibbuto sólo significa "totalmente muerto", "enteramente soplado",
"totalmente extinguido", porque tanto el Buddha cuanto el Arahant no renacen
después de la muerte". (9)

Quizá estas palabras causen desconcierto a un lector español, ya que contrarían


todos sus supuestos conscientes e inconscientes. Para el Budismo (que en esto,
comparte la misma visión con otras religiones hinduístas) la muerte física no es
la verdadera muerte. No se puede escapar a la rueda de las reencarnaciones.

Quizá en un occidental "volver a nacer" sea una esperanza; para un budista es


una maldición. Es volver, con renovada inocencia, a repetir idénticos errores y a
sufrir las consecuencias negativas de las acciones pasadas. No hay necesidad de
inventar el infierno... está aquí, con nosotros. Es imposible escapar; abres
cualquier puerta y vuelve a reaparecer el mismo paisaje. Se comprende, entonces,
que el objetivo sea, pues, escapar de la cadena de reencarnaciones. Cadena que,
además, actúa en todos los seres; lo que hace muy difícil renacer en un cuerpo
humano. Se dice que es más fácil que una tortuga que habita el fondo del océano
salga a la superficie justo en el centro de una anillo de algas, que uno renazca ser
humano; tal es la diversidad de seres vivos dispuestos a acogernos. El Buda y los
Arahant (los que han alcanzado el estado de Buda, luego del Buda histórico) han
cortado el ciclo. ¡Han definitivamente muerto y descansan en paz!

Una consecuencia de este enfoque es la importancia que cobra la vida humana.


Es una especie de lotería que toca a muy pocos en la inmensidad del tiempo y del
espacio. Desperdiciarla es como dilapidar un gran premio en McDonalds y demás
antros parecidos. Difícilmente podremos volver a un cuerpo y una mente humana
en milenios. Considerando la cantidad de insectos que hay en nuestro planeta...
parece razonable el cálculo anterior.

Otra consecuencia de esta perspectiva es la benevolencia con todas las formas de


vida orgánica. Uno ahora es hombre, pero mañana puede ser cucaracha... o algo
más elemental. ¡No quiero ni pensar en que habrán reencarnado Hitler o Stalin!
Sin embargo, no tengo clara la mecánica de la ley kármica. Ya que la gente suele
adjudicar los peores sitios a los pobres y a los perdedores; y los peores de los
peores a los que reúnen simultáneamente los dos requisitos anteriores. Creo que
este aspecto debería ser revisado a la luz de los nuevos enfoques
contemporáneos. A esta altura es evidente que la opinión de los vecinos no es la
más objetiva. De existir la ley kármica, tendría que operar sobre bases menos
frágiles.

Otra consecuencia es la perspectiva global que se introduce con esta doctrina. El


Dios semita es, al fin de cuentas, un Dios de la tribu. La ley kármica, en cambio,
es válida para todos los seres sintientes. Deben haber parecido extrañamente
localistas las ideas cristianas llevadas por los primeros misioneros. En vez de un
ciclo universal en un universo profundamente ético se nos cuenta la historia de
un Dios, creador del bien (y del mal) que permite volver al paraíso,
definitivamente, sólo a los humanos que lo glorifican. No se trata de un ejercicio
de religión comparada, sino tratando de imaginar como pueden sonar nuestras
"verdades" en oídos no acostumbrados a ellas.

En esta perspectiva un budista no pensaría en el suicidio como una alternativa


válida. Sería equivalente a mudarse de casa sin saber donde se va a aterrizar. No
es una solución; es un cambio que, probablemente, agrave nuestros problemas
(ya que podemos renacer en una forma de vida muy insatisfactoria, a nuestros
ojos). La única manera de alcanzar la paz es escapar a esa rueda inexorable
alcanzando el estado de Buda.

Un aspecto importante es que "En casi todas las religiones sólo después de la
muerte es posible alcanzar el summun bonum. Pero el Nirvana puede ser
experimentado en esta vida; no es necesario esperar la muerte para alcanzarlo"
(10)

Experimentar el Nirvana en vida, y acabar al final... definitivamente muerto; he


aquí el ideal del budista. El Nirvana está aquí, en el mismo mundo del Sansara,
de las apariencias y del dolor: "Aquel que ha experimentado la Verdad, el
Nirvana, es el más feliz de los seres. Hállase libre de todos los complejos,
obsesiones, zozobras y turbaciones que atormentan a los demás. Su salud mental
es perfecta. No se arrepiente del pasado ni cavila acerca del futuro, sino que vive
completamente en el presente. Por tanto, aprecia todas las cosas y goza de ellas
en el sentido más puro, sin autoproyecciones. Es feliz, está alborozado, disfruta
de la vida pura, sus facultades están satisfechas, está libre de la ansiedad, es
sereno y pacífico. Dado que está libre de todos los deseos egoístas, del odio, del
engreimiento, del orgullo, así como de otras "máculas" similares, por ende, es
puro, apacible, está colmado de amor universal, compasión, bondad, simpatía,
comprensión y tolerancia. Asiste a sus semejantes con la mayor pureza, pues no
piensa egocéntricamente. No busca ganancia, no acumula nada, ni siquiera algo
espiritual, porque está libre de la ilusión del Yo y de la "sed" de devenir. (11)

He puesto deliberadamente esta extensa cita porque en ella se encuentra


compendiada todo lo que admira el budista, y a "contrario sensu", todo lo que
rechaza. Independientemente que cada adepto se acerque lo que pueda a este
ideal, lo anterior son las ideas y los valores que aprecia. Así entendemos como la
tolerancia está en el corazón de su doctrina. Un pensar intolerante es un pensar
egocéntrico; no hay porque defender la verdad. Cuanto más la defiendes más la
encubres.
Por fin la cuarta noble verdad es la verdad de Magga: el Sendero que conduce al
Nirvana, a la liberación de Dukkha. También se le llama el "Sendero Medio", en
recuerdo al rechazo del Buda de los dos extremos: el ascetismo, por un lado, y la
búsqueda de los placeres de los sentidos, por el otro. Este Sendero tiene 8
aspectos; no son 8 etapas, son 8 factores que deben contemplarse
simultáneamente y que deben ser practicados en la medida que cada situación
reclame la puesta en práctica de cualquiera de los 8 factores implicados. Estos
son:

1) Samma ditthi: recta comprensión

2) Samma sankappa: recto pensamiento

3) Samma vaca: rectas palabras

4) Samma kammanta: recta acción

5) Samma ajiva: rectos medios de vida

6) Samma vayama: recto esfuerzo

7) Samma sati: recta atención

8) Samma samadhi: recta concentración.

El objetivo de la práctica de estos ocho factores interrelacionados se encuentra en


el adiestramiento para desarrollar los tres principios capitales del método budista
que, como un senda dibujada en la montaña, permite alcanzar el Nirvana: 1) la
conducta ética (sila), 2) el control mental (samadhi), y 3) y la sabiduría (pañña).

El desarrollo del "óctuple sendero", que así también se lo llama, excede los
límites de este artículo de introducción. Baste decir que los tres principios antes
mencionados deben existir como una trinidad indivisible, por si solos no
significan mucho: conducta ética sin sabiduría no es malo en si mismo, pero no
ayuda al practicante en su desarrollo espiritual. Sabiduría sin control mental,
degenera en vana erudición (12). Y control mental sin sabiduría lleva al
desarrollo de poderes que obstaculizan el propio crecimiento espiritual al
acentuar la ilusión del yo; una manera de acentuar la ilusión egocéntrica.

El poder sin sabiduría genera un abrumador karma negativo. La historia humana


está repleta de miedo, violencia y tristeza debido al ejercicio de un poder desnudo
de compasión y conocimiento (la "sabiduría" es la profunda comprensión del
carácter de la existencia marcada por sus tres características: la impermanencia,
la insatisfacción y la ilusión del Yo).

El Budismo excluye la idea de "pecado". No existe un castigo, propiamente


hablando, de una mala conducta. Así cómo la electricidad no castiga a quien
pone la mano en un cable pelado. Las consecuencias son desfavorables de la
misma manera que una piedra que se hecha a rodar por una montaña arrastra a
otras hasta formar una lluvia de piedras. Al darnos cuenta de como "funciona" la
realidad podemos elegir, (pero no estamos obligados a hacerlo), una senda más
favorable y trabajar simultáneamente en tres direcciones: hacia los demás, hacia
nuestra mente, y hacia la comprensión de la realidad objetiva. La consecuencia
de ello, si se hace rectamente, es obtener el Nirvana en vida; luego ... el vacío nos
acogerá dulcemente.

A veces me pregunto si el Budismo podría dar, tambien, una esperanza de vida


mejor a los occidentales que, como uno, no creen no ya en la rueda de las
reencarnaciones, sino en que exista "sólo una" reencarnación. Pongamos por caso
que el vacío espere por igual, sin elección, tanto a los que viven correctamente
como malvadamente (o simplemente angustiados por problemas nimios y
grandes que se suceden sin interrupción)

No es fácil responder (si se quiere decir algo más que simples trivialidades). En
todo caso algo parece cierto: el Budismo provee de un marco de análisis de la
existencia que no violenta nuestra razón con la hipótesis de Dioses fantasmales
que crean el bien y el mal, y luego se lavan las manos cuando observan las
consecuencias desafortunadas de su obra.

Es imposible abarcar y dar una idea precisa de las cuatro nobles verdades, las
ideas en que se fundan y las consecuencias que se derivan sin muchos y áridos
estudios. Todo lo anterior y posterior (me refiero no sólo a este artículo, sino
tambien a todos los demás que lleven mi firma) debe ser tomado como una visita
turística a una realidad doctrinal compleja que no se presta a ser captada en una
sóla visita. La actitud "correcta" (samma), para seguir empleando la terminología
budista, creo que debería ser:

Primero: Considerar que todo lo explicado sobre el Budismo y su manera de


pensar, es provisionalmente verdadero.

Segundo: Una vez que se empieza a estudiarlo, considerar que todo lo


anteriormente explicado es provisionalmente falso.
Tercero: La síntesis final (en el caso de haberla), será tan personal como la mia, y
cuando se explique dará lugar a nuevo principio para el que la escuche o lea.

Carlos Salinas [email protected]  

Notas:
(1) Walpola Rahula. "Lo que el Buddha Enseñó". Edit. Kier. Buenos Aires, 2da.
Edición, 1978. pág. 35
(2) Ibidem, pág. 52
(3) Ibidem, pág. 59
(4) Ibidem
(5) Ibidem, pág. 61
(6) Ibidem, pág. 64
(7) Ibidem, pág. 59
(8) Ibidem, pág. 65
(9) Ibidem
(10) Ibidem, pág. 67
(11) Ibidem
(12) "Los que estudian el budismo de las escrituras corren el riesgo de porfiar en
ellas sin llegar a comprender su verdadero sentido (...). Mientras que los que
estudian el Zen son demasiados propensos a adquirir el hábito de la charla vacua
y a practicar el sofisma." Chiang Chih. Citado por A. Huxley en su libro "La
Filosofia Perenne". Pocket Edhasa. Barcelona, 1977, pag.304

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