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Desencuentro

Las teorías del amor


Por: Alberto Zuñagua Charaly “El Príncipe Solitario”
INTRODUCCIÓN
El amor es complicado y no pretendo ser un experto en ese tema, sin embargo,
es un tópico que siempre viene a mi cabeza todos los días, a veces de manera
consciente, otras de manera inconscientemente. Hay días en los que veo parejas
caminar en las calles de mi ciudad y suelo imaginar la historia que tiene detrás,
imaginar los primeros roces cariñosos, las miradas nerviosas, la primera cita,
los nervios de él, siempre deseándoles el para siempre; porque no creo en esos
mal llamados “amores de juventud” ya que me resulta ilógico jugar con las
emociones de los demás, de jugar con algo tan delicado como el amor, pues al
ser uno de los pilares fundamentales del ser humano este puede potenciarse para
bien o para mal, quizás no me crean, pero ahora los invito a analizar esto,
¿cuántos problemas no se originan a causa de un amor fallido? Solo por
mencionar algunos, los divorcios, los traumas en la niñez por culpa de las peleas
de los padres, los celos que suelen llevar a los feminicidios, el estrés la ansiedad,
la depresión, el suicidio por culpa de un amor fallido, es por eso que detesto
esos “amores juveniles” ¿por qué jugar con los sentimientos de la otra persona
si es que no lucharán por ser mejores personas, lograr grandes cosas juntos y
encontrar la felicidad? Porque, en efecto, un amor bien construido es el factor
principal para hallar parte de la felicidad que todos los seres humanos
anhelamos, porque el amor debe ser eso, un pilar para ser mejor persona, para
construir familias sólidas, para lograr una familia estable y criar hijos que en un
futuro serán excelentes personas y de este modo mejorar este mundo.
Sin embargo, entiendo también que el hablar de este tema es complicado, pues
por los tabúes de anteriores generaciones muchos padres no están preparados
para hablar de ello, pues ni los maestros ni la familia ha hablado con ellos al
respecto y muchos de nosotros hemos tenido que desarrollar nuestros propios
ideales desde otros medios, a veces estos medios nos venden historias
enfrascadas y enlatadas, contándonos historias irreales, de fantasía o
llevándonos a una perversión irreal, es por eso que con este trabajo pretendo
plasmar algunas ideas e ideales en los que yo creo, formados a partir de
experiencias personales, historias que me contaron, sucesos vistos, noticias
leídas, etc. Y así también contribuir un poco a este tema tan complejo y a la vez
tan poco abordado de manera objetiva.
Alberto Zuñagua
El Príncipe Solitario
Dedicado a la señorita más hermosa y creativa del mundo, quizás la mejor
artista de su generación
Capítulo 1 Desencuentro
Quizá para aquellos estudiados les sea imposible creer esto, pero para dos
enamorados es sencillo creer la siguiente premisa: “Cada vida humana está
destinada para vivirla junto a otra” claro que los científicos dirán que eso es
imposible, que solo es un concepto ridículo propio del poco raciocinio que tiene
el humano promedio y seguramente tildarán de loco al que lancé la siguiente
oración: “Las personas indicadas aparecen en el momento indicado”, supongo
que sacarán más de mil calculadoras y estudios que mi poco raciocinio de
escritor no entenderá y aun así con una sonrisa solamente responderé que es la
verdad, que incluso hubo dos personas que se hallaron en el momento exacto de
sus vidas y que fueron muy felices por un tiempo, sin embargo, su vida estuvo
llena de desencuentros…
Preguntarán entonces los entendidos, ¿qué rayos es un desencuentro? Con otra
sonrisa responderé que, durante dieciocho años, todos los meses, todas las
semanas, todos los días esas dos personas estuvieron muy cerca de encontrarse,
demasiado quizá que podrían realizar un estudio que les proporcionaría el
reconocimiento mediático de la prensa amarillista, tal vez podrían estudiar el
hecho de que por cinco segundos de atraso en tomar el bus se produjo el
desencuentro o tal vez la exacta distancia de dos metros con sesenta y cuatro
centímetros que estuvieron cerca una vez y aun así no se vieron, tantos trabajos
y artículos científicos que se podrían hacer investigando el extraño fenómeno
del desencuentro.
Tal vez aquellos señores de camisas blancas empezarían a interesarse un poco
en el tema, tal vez sacarían sus pequeñas libretas con sus graciosos bolígrafos
para calcular algunas variables y llegar a una conclusión lógica, tomando de
base el dieciocho con los dos metros, rara vez esos señores usan el corazón para
saber qué hacer, pero si les dices algo sobre números en seguida despertarán y
entre tazas de café amargas y desveladas tendrán respuesta. Una respuesta
coherente que le quita la magia del sentir el momento, el respirar el aire de ese
único momento, del vivir ese momento. Así que para empeorarles sus cálculos
les añadiré una hipótesis a sus tan apresurados trabajos, quizá el hecho de que
no se hayan visto por tanto tiempo y que mil veces hayan estado cerca de
encontrarse potenció el momento definitivo del encuentro, es decir que el amor
llegará triplicado, eso tal vez produzca más adelante un juramento
inquebrantable, el juramento de un para siempre.
Obviamente recalcularán todas sus ecuaciones y quizá algunos se rendirán con
tal absurdez, porque es imposible calcular el amor, sobre todo un amor a primera
vista que es casi imposible, pero que a veces sucede, en cuánto los ojos de una
persona se topan con los de otra parece que el mundo se fuera de cabeza, el
tiempo se congelará, que los peces naden en el cielo, que perros y gatos se
abracen, que los grandes líderes del mundo llamen a hacer la paz, que por fin
después de años de sufrimiento esa persona llegó y que a partir de ese instante
comienza la verdadera vida.
Y así pasó una vez, dos muchachos que llamaremos él y ella fueron víctimas
del fenómeno del desencuentro, a pesar de que sus vidas eran prácticamente
iguales en casi todo, nunca se vieron, nunca se escucharon, nunca se
encontraron hasta el día específico que marcó el desencuentro para ellos. Aquel
día cuando él se despertó tarde y casi llega retrasado a la única actividad que lo
salvaría de los deberes de matemáticas y cuando ella por fin logró despertarse
temprano e ir con una inusual felicidad a un evento en su apretada agenda, el
tiempo y el espacio ese día fueron perfectos y a partir de ese día supieron que
no podían vivir sin el otro. A partir de ese día empezó la etapa más feliz de sus
vidas, pudieron ser felices, compartiendo todo, cada actividad que realizaban
solo realzaba más y más el amor que sentían, cada caricia, cada abrazo, cada
beso lo potenciaba un millón de veces más haciendo que la hipótesis del
desencuentro sea cierta.
Voltearé entonces hacia aquellos hombres de prominentes barbas y encontraré
solo unos cuantos que al fin han aprendido a pensar con el corazón, conmovidos
al fin, firmes creyentes del fenómeno del desencuentro, pero estoy seguro que
entre la pequeña multitud encontraré a un larguirucho hombre, de facciones
toscas y con el pelo negro desordenado que añadirá una segunda hipótesis al
desencuentro desencadenando mis temores nuevamente.
“Si es que el factor del desencuentro favorecerá al amor que sientan los dos
afectados, si es que por alguna razón x no se llegase al juramento para siempre,
el desencuentro también potenciará la tristeza, la desilusión, el odio, el rencor,
etc., para cualquiera de los dos”
Y llegaremos de nuevo al principio, muchos hombres de camisas blancas
pensativos que simplemente creen que el amor es una enfermedad social
aceptada y que es imposible realizar estudios a una enfermedad que solamente
se produce en la imaginación de algunos literatos.
Capítulo 2 Amor Verdadero
Alonso conoció a Rachel un diez de abril como a eso de las diez de la mañana,
bajo un sol radiante en un pequeño auditorio donde había pocas chicas tan
guapas como ella.
Sería fácil contar la historia desde ese punto e ignorar los desencuentros
mencionados anteriormente, pero conozco tan bien a Alonso que armaría un
escándalo si es que no se narra previamente algo de él y quizá de ella, tal vez
sea oportuno narrar la poca cordura que tenía Alonso días previos a conocerlo,
¿dije cordura? Cierto, Alonso siempre ha estado loco, pero el conocer a Rachel
llevó su locura sana, infantil y carismática al punto de volverlo un loco
paranoico e incluso peligroso, sin embargo, existe un remedio para esa locura,
¿verdad? ¿O no?
Días antes de conocer a Rachel, Alonso era un muchacho de diecisiete años muy
activo, gran amante del arte, sobre todo del canto y gran amante de los felinos
o como a él le gustaban llamarles “michis”, tenía talento de sobra para realizar
cualquier tipo de arte por eso era vocalista y violinista de una banda con la que
solían ir a presentarse a los café artísticos por las noches cada que podían,
algunas veces eran contratados para algún cumpleaños de alguna niña fresa que
decía ser “única y diferente por eso solo escuchaba música poco reconocida” a
Alonso siempre le daba gracia este tipo de personas, pero el dinero era dinero y
además que podía comer pastel hasta hartarse. Podría ser el chico perfecto, pero
todos sabemos que no existen los chicos perfectos, algún defecto tiene que tener
y en el caso de Alonso tenía muchos, el más llamativo sin duda era su arrogancia
y ya ni hablar de su exceso de confianza y su manera de no tomarse nunca en
serio las cosas. Eso era algo que muchos odiaban de él y él hacía lo posible por
potenciar ese odio a veces, aunque creo que ya he hablado suficiente de él.
Creo que me he desviado un poco, así que volvamos a aquellos días previos al
encuentro entre Alonso y Rachel, después de haber asistido a un concierto,
Alonso estaba sumamente decaído, había dormido muy poco, como unas tres
horas, pero, aun así, fue al colegio casi en estado zombi, sus ojos estaban
sumamente inflamados y tenía el pelo muy desordenado, más de lo normal y
aunque había intentado enfundarse el uniforme del colegio parecía más algún
vagabundo de la calle.
—¡Alonso! —de pronto escuchó una voz muy conocida para él a la cual temía
— ¡Cuento tres y está aquí!
—Cuente tres, de todas formas, o me mata usted o el sueño —dijo Alonso
cansado, pero aún en tono burlesco con una media sonrisa en los labios. —
¡Necesito café o moriré!
De repente con un movimiento felino, la señorita que le gritaba lo tomó de la
larga cabellera para llevarlo a su salón, algo que solía pasar a diario, a pesar de
que Alonso siempre llegaba puntual al colegio, la mayoría de las veces se la
pasaba vagando por los alrededores del establecimiento, por lo que con
frecuencia faltaba a la primera clase, era por esa razón que siempre la regenta
del colegio tenía que llevarlo a la fuerza a su salón.
—¡Oiga! —protestó Alonso tratando de desprender la mano de su agresora de
sus cabellos— mire si no me deja ir por café y me muero será su culpa.
—Ja, ja, ja, según recuerdo hay un reglamento el cual firmaste que nos exime
de toda culpa sí mueres.
—¿También los eximen de culpas si a un estudiante se lo come un elefante?
—¿Alonso, es necesario que pasemos por esto todas las mañanas?
—Quizá si me tendrías café listo por las mañanas esto no sería necesario.
—¿Y qué? ¿Quieres que te lo traiga con crema también?
—No caería mal ¡ay!
La regenta apretó aún más el castigo, mientras sonreía, a pesar de que a simple
vista parecía que se odiaban, en el fondo, muy en el fondo, se apreciaban
mutuamente, quizá su aprecio empezó luego de que el metiche de Alonso
esculcará en su bolso y encontrará el diario personal de ella junto con otras
cosas, recién entonces averiguo que ella se llamaba Azul, un nombre que le
sentaba muy bien, ya que ella siempre vestía de azul, pero lo que más le llamó
la atención a Alonso era que ella tenía el único CD que había podido producir
su banda, aparte halló una de las púas del guitarrista que era más o menos de la
edad de Azul. Quizá Alonso era un idiota en muchas cosas, pero si se trataba de
amor, amor verdadero, él era el primero en defenderlo y hacer todo lo posible
porque ese amor florezca, porque muy en el fondo de su corazón alocado, él
quería un amor verdadero, motivado por las lindas cosas que encontró en el
diario de la regenta Azul, él empezó a escribir cartas a nombre de ella
haciéndolas llegar a aquel guitarrista de nombre Joan, al principio solo sería una
admiradora más, pero Alonso se encargó de arreglar una cita poco después,
claro que tuvo que confesar sus fechorías y se llevó las zarandeadas de su vida,
pero valió la pena.
—¿Sabes? Voy a acusarte con Joan —siguió protestando Alonso —Me
encargaré personalmente de que seas vetada de nuestros conciertos.
—Y yo le diré que faltaste al último ensayo por una cita —respondió todavía
con más malicia Azul.
—A veces te odio…
—Tú me quieres, mira ya casi llegamos al salón.
Al menos pronto acabaría la tortura de Alonso, en su mente él comparó su salón
con el edén que solo era interrumpido por las infernales manos de Azul, pero de
pronto llegó el otro regente.
—Requieren al señorito Alonso en dirección —dijo con su voz fría y rasposa,
Alonso lo detestaba y al parecer el odio era mutuo —. Seguramente te metiste
en líos de nuevo.
—Yo lo llevo —dijo Azul sonriendo maquiavélicamente.
—Yo puedo ir solo —dijo con voz tímida Alonso que ya empezaba a sentir el
infierno mismo en su cabeza.
Sin darle más tiempo de protestar Azul llevó a Alonso a dirección aun jalándole
de los cabellos, lo peor era que la dirección quedaba en el tercer piso y ellos
estaban en la planta baja.
Después de toda la tortura al fin llegaron a dirección, Alonso ya no sabía que
sería peor, que le sigan jalando del pelo u otro regaño del director que ya se
sabía de memoria “Hijo, eres brillante, gran artista, eres inteligente, no
desaproveches eso, tienes tanto potencial bla, bla, bla…”
—Dire, ¿quería verme? —dijo Alonso entrando a la oficina de la dirección.
—Sí, Alonso, quería pedirte un favor —inusualmente el director lo recibió con
una sonrisa.
—¿Qué? ¿Quiere un disco autografiado?
—Muchachito, sabes que no es de mi agrado tu atolondrado rock and roll.
—¿Entonces qué?
—Mira, habrá una reunión de representantes estudiantiles con la alcaldesa de la
ciudad, supongo que es parte de su campaña de re postulación, pero dijo que
escuchará personalmente las mejores propuestas de los jóvenes líderes que hay
en la ciudad, las mejores diez propuestas recibirán un bono para su proyecto.
—¿Y por qué no va nuestro queridísimo presidente del centro de estudiantes?
—Alonso, ambos sabemos que nuestras elecciones fueron un chiste y solo
votaron por él porque estaba guapo y como en este colegio existen más
señoritas…
Ambos rieron, Alonso supo a dónde iba la conversación, aunque él como
estudiante dejaba mucho que desear, si se colocaba las pilas realmente
demostraba ser alguien brillante en cualquier ámbito, por eso siempre era
considerado para representar al colegio en cualquier evento y siempre
demostraba amor por su colegio, incluso tenía un lema: “Nadie hablará mal de
este colegio, más que yo”.
—Ok, será divertido, supongo— dijo Alonso sonriendo —podría proponer que
nos dieran un poco más de presupuesto y espacios a los artistas, sería genial. ¿A
qué hora y dónde?
—El próximo martes, como a las nueve de la mañana, aunque tú sabes, las nueve
de la mañana para nuestros queridos gobernantes equivale a un doce del
mediodía.
—¡Ahí estaré! Espero que sirvan café mínimo.
Por primera vez Alonso no pensó en ese evento como la oportunidad de conocer
a ese amor anhelado, como en tantos otros eventos a los que iba, sino que
realmente se concentró en qué diría, que propondría…
Hubiera sido mejor que pensará en encontrar a su alma gemela, eso siempre le
repelía de ella, era un factor que producía el desencuentro, pero esa semana
finalmente sacó esa variable de su ecuación y al fin cuadró, aunque se
arrepentiría de eso durante toda su vida.
Capítulo 3 Ella
Aquella mañana del diez de abril, absolutamente todo se alborotó, no hubo nada
en su lugar ese día, era como si el universo hubiera dado un salto enorme y
hubiera desacomodado todas las cosas y acomodado otras. El factor del
desencuentro estaba por romperse para dar paso a algo sumamente hermoso, el
encuentro de dos enamorados que se han buscado durante toda su vida, durante
largos diecisiete años, que, en sí, en ambos, parecían diecisiete siglos, diecisiete
siglos de amores amargos, abrazos salados y besos desazonados, pero luego de
errar y errar una y otra vez, al fin se encontrarían y realmente empezarían a
vivir.
Aquella mañana Alonso no pudo despertarse temprano por más que el
despertador de su celular sonó como seis veces, él inconscientemente las apagó
todas y creyó que se había averiado cuando al fin despertó, para rematar ese día
su madre estaba de muy mal humor y ambos discutieron horriblemente, eso bajo
un poco los ánimos a Alonso, de mal humor y sin haber desayunado tuvo que
salir, mientras iba en autobús al evento con la alcaldesa pensó en fugarse, no
estaría mal, diría que sí fue al evento, que hubo un proceso de selección y que
no quedó, mientras ese día iría a pasear por la ciudad, a ver algunas
presentaciones de bandas no reconocidas en diferentes cafés artísticos, hasta
quizá iba a cantar él solo, pero una fuerza extraña lo obligó a ir al evento.
Mientras en otro lado de la ciudad una señorita de hermoso pelo corto color
negro como la noche y de bonitas mejillas sonrosadas se levantaba con una
inusual energía, podía sentir claramente que algo le llamaba, supuso entonces
que el proyecto que presentaría para la alcaldesa sería el mejor y se llevaría la
recompensa económica. Se levantó de la cama mientras observaba un precioso
amanecer a través de su ventana, raras veces se levantaba temprano, por lo que
casi nunca veía el amanecer, le resultaba impresionante como se mezclaban los
colores del cielo y el sol, por primera vez en su vida podía apreciar la verdadera
belleza de la vida que era acompañada por el precioso cantar de las avecillas
que revoloteaban por ahí, observó que eran dos, quizá, dos enamorados.
Pero era imposible que ella pensará en amor, no, no, nada de amor para Rachel,
todo estaba yendo muy bien, así que no era necesario un nuevo amor, solo
dejaría que todo fluyera, además tenía que prepararse para el largo día que le
aguardaba, aunque ella no sabía que sería más largo de lo que ella esperaba.
Mientras tanto Alonso seguía atorado en el tráfico, todavía confuso en si ir o
darse una de sus escapadas y darse un tour por toda la ciudad, la tentación aún
era grande. De pronto sonó su celular, era Azul.
—¿Sí? —contestó Alonso —¿Extrañas jalarme del pelo hoy?
—No, niño desesperante —respondió Azul algo molesta— el director pregunta
si ya estás en el evento.
—Todavía no, esta ciudad me odia, siempre me tiene en medio de
embotellamientos cuando hay eventos importantes.
—Apresúrate, nos dijeron que ya está empezando.
Alonso decidió bajar del autobús y empezar a correr de prisa, se colocó los
audífonos que siempre cargaba con él para empezar su larga caminata, le faltaba
demasiado para poder llegar, lo bueno era que no había muchas personas a esa
hora de la mañana pues una gran mayoría ya se encontraba en clases o en sus
trabajos, por lo que podría correr libremente sin temor a chocarse con alguien.
Colocó el reproductor de música de su celular en aleatorio y empezó a correr,
empezó a sonar una canción que lo tenía obsesionado desde hace meses, El Beso
de Saurom le llamaba mucho la atención la letra, ya que se podía interpretar de
muchas formas, pero siempre se llegaba a una misma conclusión, el
arrepentimiento de no haberse sincerado con sus sentimientos, el jamás haber
dicho te amo a aquella persona especial. Muy dentro de Alonso ese era su mayor
miedo, el quedarse solo, el no encontrar a nadie para compartir su vida, quedarse
solo hasta la muerte. Él no era muy exigente en cuanto a una pareja, solo pedía
que el amor entre los dos sea recíproco, aunque a veces fantaseaba construyendo
una mujer perfecta a sus ojos, lo principal era que ella ame el arte tanto como
él, mejor si era cantante, quizá así ambos podrían subirse a un escenario y cantar
las canciones que más amen, tal vez podría ser una gran líder, alguien sin miedo
a decir lo que piense y sobre todo que motive a Alonso a ser mejor persona,
aunque también fantaseaba con el aspecto físico, no pedía a una mujer que fuera
modelo, pero no estaría demás que ella fuera bonita, con un cabello largo de
color negro, mejillas sonrosadas y tal vez unos ojos negros como aquellas
noches en las que le llegaba la inspiración para componer más canciones, en sí,
él deseaba a alguien como él, creía que así sería más fácil encajar, no tendrían
disgustos sobre las cosas que ellos apreciaran porque apreciarían lo mismo,
Alonso sabía que eso era imposible, por lo que sus pensamientos siempre
terminaban asegurando que esa mujer no existía.
Mientras fantaseaba nuevamente con la mujer de sus sueños, Alonso no se dio
cuenta que ya casi llegaba al edificio dónde se realizaría el evento, le pareció
raro no ver ningún cartelón de la alcaldía ni nada por el estilo, como si el evento
se estuviera llevando de manera secreta. A Alonso esto no le sorprendió pues
desde hace meses que la alcaldía se mantenía como aislada de la sociedad
debido a que le empezaban a llover montones de denuncias por corrupción,
incluso suponía que este dichoso evento era parte de la campaña para limpiar la
imagen de aquellos políticos.
—Bueno, supongo que servirán café —pensó para sí mismo, Alonso —espero
que también den empanadas, tengo hambre o quizá…
De pronto sus pensamientos fueron interrumpidos por el tintineo de unas
campanas cerca a sus oídos, demasiado cerca y de repente una voz masculina
junto con un piano bien afinado. Alonso no había escuchado esa canción jamás
en su vida, pero se enamoró de ella al instante que la escuchó. Tú te duermes en
mi hoy, yo despierto en tu ayer. La letra le resultaba muy poética, la entendió
casi de inmediato, de repente su mente empezó a acomodar varias piezas de su
vida, ¡la canción y su vida concordaban perfectamente! Al menos eso quería
creer él, por eso nunca había encontrado a aquella chica perfecta, era por eso,
tenía que ser por eso. Si caminamos al revés, nos estaremos encontrando,
¡exacto! Seguramente ella y él habían estado caminando en la misma dirección
como esas dos líneas paralelas que, aunque tienen la misma dirección nunca se
encuentran, estaba convencido que él y el amor de su vida tenían vidas iguales,
pero que no se había encontrado hasta ahora. Apenas acabó la canción, Alonso,
recién advirtió que estaba paralizado en medio de la calle, esa canción fue una
revelación para él, ¡ella sí existía! ¡La mujer perfecta para él debía existir!
—Entonces debo buscarla —se dijo a sí mismo —. ¡Tengo que buscarla! ¿Pero
dónde?
Empezó a pensar y la respuesta llegó fácilmente, si quería una chica como él,
solo debía visitar los lugares que él amaba, fijarse en aquellas personas que
cantaban, en aquellas personas que hacían arte, debía buscarla como si estuviera
buscándose a sí mismo.
—Quizá entonces podría entrar un momento a la reunión esa y decir que me
surgió algo —pensó nuevamente Alonso, sí, eso haría.
Una vez que llegó al edificio, preguntó dónde se realizaba el evento, una señora
muy amable le contestó que era en el último piso, sonrío y empezó a subir,
pensando en dónde ir una vez que salga de ahí, quizá podría volver a la última
cafetería en la que tocó, sería una buena opción para empezar.
¡Oh! Pobre iluso, Alonso, enceguecido de amor ese día cometió uno de los
peores errores que lo persigue hasta el día de hoy, siempre reclamándose a sí
mismo que jamás debió subir esas escaleras, que jamás debió escuchar música
ese día, que jamás debió bajar del autobús, que jamás debió aceptar ir a ese
evento, que debió hacer su tarea de matemáticas, quizá si la hubiese hecho su
corazón se habría mantenido cuerdo y saludable.
Llegó a ese salón y decidió quedarse unos minutos ya que no pudo ver a ninguno
de los organizadores para solicitar permiso, por lo que se sentó en una de las
bancas que tenían para los invitados y de repente ocurrió…
Una hermosa muchacha entró al salón, luciendo su hermosa cabellera negra
como la noche, sonriendo, al lado de un muchacho con el cual jugueteaba
mientras mostraba su inusual carácter infantil, haciendo que sus mejillas
sonrosadas brillen más, agregado a eso, ella se quedó parada en un lugar del
salón dónde entraba el sol y la iluminaba cual fotografía artística. Ahora las
señales eran más claras.
¡Ahí estaba la mujer de su vida!
Capítulo 4 La Taza de Café
Tu hermosa sonrisa cada vez que te veía despertar, adornaban todas mis lindas
mañanas.
—Oye, nos vamos a caer —dijo Alonso mientras tomaba la mano de Rachel y
empezaban a dar vueltas en medio de risas —espera un poco.
—¡Sigue girando! —gritó Rachel mientras sonreía—. ¿No qué querías volver a
tu infancia?
Tus lágrimas se ocultaban mientras caía la noche, tus cabellos cubrían mi
rostro, eras mi luz rosa que guío nuestro amor.
Alonso no dejaba de verla mientras daban vueltas tomados de las manos, veía
como los últimos rayos del sol adornaban su piel blanca y hacían que sus
mejillas se sonrojaran más, se veía bellísima y él se sentía dentro de una película
romántica, en ese momento él se encontraba en aquella parte en la que el
protagonista al fin había logrado ser feliz junto a quien más ama, después de
tantos años al fin se sentía feliz, feliz realmente.
Nuestros caminos después de mil años, mil vidas, mil lágrimas al fin se
encontraron, viven rebozando de felicidad.
De pronto ambos se cayeron de una manera bastante cómica, pero en vez de
levantarse se acostaron en el césped de aquel lugar sin importarles regresar a
aquella reunión tan importante que habían abandonado hace unos instantes.
—¿Te sentiste niño de nuevo? —preguntó ella viéndolo fijamente con una
sonrisa en los labios.
—Nunca había sido un niño, hasta ahora —respondió mientras tomaba
fuertemente de la mano a Rachel —gracias.
Eso era cierto, Alonso jamás se había sentido como un niño, desde muy pequeño
tuvo que madurar muy rápido ya que sus padres se separaron mientras él era un
niño todavía, entre su madre y él supieron salir adelante cómo sea, Alonso
siempre estuvo ahí para ayudarla en cualquier trabajo que se les presentaba, pero
al mismo tiempo la separación dolía, pero él siempre decía que tuvo dos formas
de lidiar con eso, la primera era refugiarse en algunos vicios que estuvieron a
su alcance y la segunda era refugiarse en el arte, estaba orgulloso de haber
elegido el arte, desahogó todas sus penas en sus canciones, en su canto, su
obsesión por hacer arte le llevó a meterse a cada evento artístico que se le
presentaba, no supo ni cómo ni cuándo, pero ya se encontraba grabando coros
para algunos artistas que se encontraban de moda en sus tiempos, poco después
ya estaba formando parte de una banda musical y mucho menos se dio cuenta
que se hallaba dictando algunos talleres de canto, con tanto encima jamás notó
que parte de su infancia se había ido ahí. Toda esa historia también era una de
las razones por las que él quería encontrar a una buena persona, para conformar
una buena familia y evitar que sus hijos pasen por lo mismo, él sí sería un padre
ejemplar.
Y mientras tomo tu mano, todavía puedo ver aquella rosa que nos unió aquel
diez que un giro nuestra vida al fin dio.
—¿Qué pasaría si te digo que me gustas ahora? —preguntó ella esta vez
dirigiendo su mirada al cielo, sus palabras realmente sonaban sinceras, ¿por qué
no lo serían? Existía una conexión mágica entre ellos, ambos podían sentirlo,
sentían que se conocían de toda la vida, quizá para aquellas personas que dicen
usar la “lógica” y llamarse “maduros emocionalmente” sea estúpido creer en
eso y quizá sí tenían razón, pero para esos dos enamorados que miraban al cielo
mientras enlazaban sus manos, ese corto tiempo que habían pasado juntos era
más que suficiente, ambos sentían que se conocían incluso desde siglos atrás,
con una sola mirada podían descifrar todo del otro.
Quisiera pedirle al tiempo alargarlo un poco más, retratar el momento eterno,
pintar un paisaje y gritar con firmeza ¡te amo! ¡Te amo!
—Quizá respondería que también me gustas —dijo Alonso empezando a
temblar.
—¿Por qué te pones nervioso? —preguntó ella —no estás por salir a un
concierto.
—Siento la misma emoción estando contigo.
—¿Desde hace cuánto?
—Desde la primera hora que te vi.
—¿Crees que fue amor a primera vista?
—Quizá sí, quizá…
Ambos sincronizaron sus recuerdos, Alonso nervioso planificando cómo
hablarle y ella con un carácter tan natural, tan perfecto, en la mente de él un
montón de palabras para decirle, pero no existía un orden en cómo decir las
palabras correctas para llamar su atención, si tan solo en ese momento hubiera
sabido que un “hola, ¿cómo estás?” era más que suficiente quizá habría sido
más fácil empezar aquella tosca conversación.
—Oye, ¿sabes dónde están sirviendo café? —fue lo primero que escapó de los
labios de Alonso al ver que ella sostenía una taza de café.
—Sí en el piso de abajo —respondió ella sonriéndole cortésmente.
—Gracias.
Mientras Alonso se disponía a salir volvió a ver la taza de café de Rachel y
recién advirtió que en su dedo anular se alojaba un anillo extravagante, con un
aspecto gótico y elegante y que en uno de sus costados estaba grabado
claramente “te amo”. Alonso bajó las escaleras algo decepcionado por eso, él y
su mala suerte en el amor tenían un historial bastante largo, todo comenzó con
Natalia, una chica que conoció en la primera academia de música en la que
Alonso estudió, se fueron conociendo poco a poco luego de que en una actividad
tuvieron que cantar juntos y se dieron cuenta que compartían los mismos gustos
raros musicales, Alonso jamás olvidaría que luego intentaron crear una banda
llamada “Polvo de Estrellas” y que esos meses fueron los más bonitos de su
carrera, porque aparte de convivir con Natalia él se enamoró profundamente del
arte, al mismo tiempo que su corazón se entregaba lentamente a Natalia, algunos
curiosos preguntaban si es que eran novios, a lo que respondían que no, solo
eran amigos, porque ella tenía a alguien en su vida, Alonso sabía de eso, sin
embargo, la conexión entre los dos se fue haciendo cada vez más grande, Natalia
se percató de ello y con cierto dolor en el corazón le dijo la frase que lo marcaría
de por vida, “si es que hubieses llegado a mi vida antes que él, habría sido tu
pareja sin pensarlo”.
—Siempre llego tarde al amor —dijo en voz baja para sí mismo.
—¿Qué dijo, joven? —respondió una jovencita más pequeña que él— ¿no le
dieron café? No se preocupe en seguida se lo traigo.
Y de pronto Alonso se encontraba subiendo las escaleras con un café en la mano,
con una insólita determinación porque recordó que se había hecho una promesa
a sí mismo luego de lo que había pasado con Natalia, que no iba a ser tan sumiso
y que pelearía por amor, se hizo a la idea de que quizá el anillo que llevaba esa
señorita era solo un adorno, eso le dio confianza.
—Disculpa, tu anillo me llamó la atención —dijo Alonso con una voz un poco
más suave, quizá intentando ser seductora —¿tiene algún significado?
—¿Te gustan los anillos? ¡Ah, pero claro que te gustan! ¡Préstame uno!
A Alonso le encantaban las joyas por lo que él también solía portar alguno que
otro adorno, aunque él solía darles significado a todas sus joyas, el anillo del
dedo índice era porque por fin había aprendido a cantar notas altas, el anillo del
dedo anular derecho era por ganar un concurso y así sucesivamente con cada
uno.
—¡Oye! ¡Trae eso aquí! —protestó Alonso intentando quitarle su anillo.
—¡Tú tienes muchos! —respondió ella tratando de imitar su enfado— Dios dijo
compartir.
De repente ella se echó a correr por todo el salón como una niña y Alonso fue
tras de ella en medio de risas y juegos, la actitud de ella contrastaba mucho con
la de él, eso los volvía una pareja interesante.
—Oye, llevo más de diez minutos corriendo tras de ti —dijo Alonso mientras
intentaba quitarle el anillo —creo que lo justo es que sepa tu nombre.
—Sí, pero tú sabes que los criminales no revelamos nuestra identidad.
—Tendré que poner una denuncia en la policía entonces, ¿cómo sería? A ver
nombre, no sé, género femenino, rasgos particulares, una chica demasiado
guapa.
—¿Crees que soy guapa? Solo por eso sí te doy mi nombre, me llamo Rachel.
—Alonso, mucho gusto, ahora devuélveme mi anillo.
—Eso te va a costar otro halago más.
—¡Esa es mi especialidad! ¿Sabes? ¡Soy cantante y compositor!
—¡Uy! Compositor ¿eh? A ver componme una canción ahora.
—¡Con gusto!
En medio de cafés y prisas, conocí a una bella señorita amante del café tinto y
deseo que se quede conmigo, en medio de este septiembre le pido un para
siempre…
Aquel diez de abril sería inolvidable para los dos, marcaría un antes y un
después en las vidas de ambos, ese día por fin se terminaban los desencuentros
y se producía el encuentro más anhelado por ambos, sus sueños se veían
materializados en el otro, aquellos rituales secretos practicados por ambos
parecían al fin tener una recompensa, por fin los deseos de cumpleaños parecían
haberse cumplidos, por fin habían encontrado a su otra mitad… o al menos eso
creía él…
—¿Sabes? A veces temo que el mundo acabe mientras duermo —empezó a
recitar Alonso —cierro los ojos pensando si he hecho todo lo que he querido y
siempre me siento insatisfecho, porque por más premios o logros en la música
que tenga, hace falta algo, un amor, un amor puro, verdadero, sincero, de esos
que se apoyan en momentos malos y se dan un beso tierno en los buenos, deseo
con todas mis fuerzas uno de esos.
—Eso se escuchó muy lindo.
—Así que a riesgo de ganarme una bofetada y un “no quiero verte más”
pregunto en caso hipotético, meramente hipotético, quizá en alguna otra
realidad… si me declarara a ti, ¿la respuesta sería un sí o un no?
—En caso hipotético que sucediera… mmm…
Ella en silencio tomó la mano de Alonso, le colocó su anillo gótico y él entendió.
En medio del café y las prisas, te vi y dijiste que sí… Sí, será una bonita canción.
Capítulo 5 El Beso
—¡Buenos días, señorita Azul! —dijo de repente Alonso enérgicamente.
—¿Tú? ¿Aquí? ¿Temprano? —Respondió Azul sin salir de su asombro al ver
que Alonso por fin había llegado temprano una vez al colegio.
—¿Qué pasa? ¿Por qué el asombro?
—Es el fin del mundo.
—No, solo el fin del Alonso durmiente, a partir de hoy empezaré a llegar
temprano para poder gozar de un buen aprendizaje y asegurar mi futuro.
Azul se quedó extrañada al escuchar a Alonso hablar con tanta elocuencia y una
sonrisa en los labios, eso no era común en él, aunque ya lo había ido notando
desde hace algunos días, exactamente luego del evento de la alcaldía, al
principio creyó que sería la alegría por haber ganado el apoyo económico, pero
poco a poco notó que no era así, sus ojos se iluminaban llenos de ilusión,
también había cambiado en su forma de vestir, de repente ya se arreglaba mejor,
también ya peinaba su larga cabellera, se podría decir que se había vuelto un
poco más guapo. Sus maestros también empezaban a notarlo, porque de repente
se volvió más participativo en su salón, lo más asombroso era que de la nada se
había vuelto un líder, como se avecinaban muchos eventos, él se había puesto a
la cabeza para organizar todas, incluso estaba negociando con diferentes artistas
para que se presenten en su colegio, era bastante extraño, ¿a qué se debería?
Alonso sabía muy bien a que se debía, a esa magnífica cita que tuvo con Rachel,
un domingo soleado en el que se vieron desde las 09:16 de la mañana y que
estuvieron todo el día juntos. Un día mágico, que jamás se volvería a repetir,
pues esos encuentros contrastaban con los mismos desencuentros, si en los
desencuentros se producía una desazón horrible, en los encuentros se producía
una maravillosa sensación de cariño y amor, si en los desencuentros caían las
lágrimas, en los encuentros caían las risas desmedidas y como por fin se habían
encontrado abundaba la felicidad.
Ese día domingo Alonso llegó temprano a donde ella lo había citado, una parte
bastante extraña de la ciudad para él, pues a pesar de ser artista nunca había
estado ahí, pero era un lugar bastante concurrido, pues se formaba ahí una
tradicional feria boliviana, llena de vendedores de un montón de cosas que le
daban color y vivacidad a las mañanas, se podría encontrar de todo, desde
pescados exóticos para el almuerzo hasta herramientas para construir una
bomba atómica, muy curioso, pero así lo veían todos sus habitantes. Alonso
esperaba impaciente cerca de un pequeño puesto que servían los tradicionales
apis calientes, una bebida dulce hecha a base de maíz que le encantaba, se le
antojaba, pero no quería gastar nada de dinero sino fuera junto a Rachel, quizá
le gustaban las cosas lujosas, quizá no, quizá y de repente aparecía un oso
gigante de peluche que ella desearía y a él le faltaría dinero, tenía que ser
precavido.
—¡Hola! —dijo de repente alguien tocándole el hombro derecho, pero cuando
Alonso se dio la vuelta esa voz ya no estaba ahí. —Estoy aquí, tranquilo.
Alonso no dijo nada y simplemente la abrazo fuertemente y ella correspondió
el abrazo apretándolo aún más fuerte, no se habían visto físicamente en dos
semanas, que se sintieron como años, pero sus mentes parecían que podían
conectarse y fusionarse en uno solo o eso se demostraban a través de cartas
electrónicas que leían una y otra vez, ambos con vidas muy ocupadas para poder
responder al instante, sin embargo, creían que eso hacía un poco más especial
su relación, como un amor a la antigua.
—¿Cómo has estado? —preguntó dulcemente Alonso.
—Muy bien, extrañándote, ¿y tú? —respondió Rachel.
—Igual, extrañándote, por cierto, te ves muy guapa.
—Igual tú.
—Bien, ¿qué planes tenemos para hoy?
—Quería llevarte a un lugar hermoso cerca de aquí, es un lugar tranquilo, te
gustará.
—Okay, vamos.
De repente ella tomó la mano de él y sus dedos se enlazaron, en ese momento
Alonso y Rachel sintieron lo que realmente era sentirse querido, querido por
primera vez, en un solo contacto de sus manos pudieron sentir toda la energía
del otro, fue algo maravilloso. Caminaron un rato en medio de juegos, su
relación estaba fuertemente marcada por eso, por esos juegos infantiles de
pareja, Alonso al fin sabía cómo era sentirse como un niño y Rachel al ver su
sonrisa sabía lo que realmente era ser la pieza fundamental de la otra persona,
veía ese brillo de un deseo tímido pero vivaz en los ojos de Alonso por ella.
Después de un rato que anduvieron llegaron al lugar elegido por ella, era un
hermoso lugar, un escenario de teatro al aire libre, un poco viejo, pero bastante
hermoso, bien decorado, era un buen lugar para pasar un rato como pareja.
Alonso marcó bien los nombres y cada aspecto de las calles antes de llegar a ese
lugar, pues creía firmemente que las calles eran cajas que almacenaban
recuerdos y que cuando pasabas por ellas se encargaban de recordártelas
haciendo que sonrías por algo que sucedió en ese tiempo, lo que más llamó su
atención es que la mayoría de las calles eran empedradas, algo no muy común
ya en ese tiempo, siempre que vería calles empedradas recordaría a Rachel.
—Oye —dijo Rachel con una voz empalagosa —hazme caso, estoy aquí, quiero
que me mires.
—Lo siento —respondió Alonso —soy artista y sabes que le encuentro arte a
todo como a estas calles que veo por primera vez.
—Oh vaya, otro dato que debo anotar de Alonso, le gusta mirar las piedras y las
paredes, de ahí viene su inspiración.
—Tú eres mi inspiración y lo sabes.
—Ven, quiero sentarme.
De pronto Rachel tomó la mano de Alonso y se lo llevó a sentarse al borde del
escenario, ahí hizo que la mano de él le rodeará la cintura y se acomodó en su
pecho, mientras que él empezó a jugar con los cabellos rizados de ella, tenía un
pelo muy suave.
—¿Sabes? —empezó a decir Rachel —cuando era pequeña mis padres solían
llevarme al teatro, a esas funciones humorísticas, era lo mejor para mí, porque
aparte de reír un montón convivía con mi familia, me sentía unido a ellos y era
una sensación maravillosa hasta que se separaron y nunca volví a sentirme así.
—Qué curioso —respondió Alonso —en mi familia solíamos ir de compras,
solíamos ir al centro de la ciudad y yo era feliz al ver lo colorido del lugar, igual
se separaron y tampoco volví a sentirme así, creo que era feliz, no me había
sentido así, hasta ahora, me siento feliz con solo tomar tu mano.
—¿En serio? Yo soy feliz cuando me acaricias el pelo, dime ¿cuál es tu mayor
miedo?
—La soledad, a veces miro para adelante y no sé si estaré con alguien, tengo
miedo de llegar a viejo y estar solo, es mi mayor temor.
—Es algo extraño, no había conocido a alguien que tuviera miedo de la soledad.
—También tengo miedo del silencio, porque cuando hay silencio siento que el
mundo se apaga y me recuerda que estoy solo.
—Ya no estarás solo nunca más, voy a estar para siempre contigo.
Esas palabras hacen que todo cambié, que un Alonso encariñado tímidamente
de Rachel empiece a enamorarse profundamente de ella, convirtiéndose en lo
principal en su vida, pues un “para siempre” no se dice a la ligera, o al menos
así lo creía él, era algo muy serio lo que había dicho ella y él sin preguntar
siquiera si había escuchado bien se lo creyó, con eso ella quedó tatuada para
siempre en su corazón, jamás se podría borrar, pues estaba tatuada con la tinta
más resistente del mundo, el amor de un artista.
—Yo también estaré para siempre contigo —dijo Alonso con una voz nerviosa,
tratando de callar el llanto de felicidad que se venía encima de él.
—Príncipe, ¿estás bien? —preguntó ella al verlo sensible y desarmado.
—No es nada, solo que mi mayor sueño era encontrar a una chica como tú,
tierna, hermosa, sensible, una líder, que aprecie mi arte, que a veces me dé
apoyo y yo retribuir su cariño y atención con el doble de cariño y atención,
escribirle canciones, mil canciones, en cada concierto que tuviera le dedicaría
al menos una canción y…
El beso, el beso que confirmaba un para siempre, a pesar de tener 17 años y que
era relativamente guapo, él jamás había recibido un beso, a veces se burlaban
de él por esa razón, además de que tampoco había tenido una novia, solo se
había enamorado profundamente antes, pero sin resultados, siempre rechazado,
pero ahora al fin todo había cuadrado y había recibido su primer beso, una
sensación única, se sentía aún mejor que ganar algún concurso musical.
—¿Qué haces si te digo que ese fue mi primer beso? —preguntó tímidamente
Alonso en cuanto se separaron.
—¡Ay no! —dijo Rachel llevándose las manos al rostro algo preocupada —¿de
verdad?
—Ajá, ajá —dijo Alonso asintiendo de manera avergonzada.
—Lo siento, debió ser en un mejor lugar, en uno más romántico, más apropiado,
más…
Esta vez él se lanzó por el beso, un beso un poco más fuerte, pero igual de tierno
y apasionado que el anterior.
—Fue perfecto —susurró Alonso —fue perfecto porque me lo diste tú, mi
princesa, mi amor verdadero.
Fue el día más hermoso para él, a pesar de que hubo más citas, Alonso revivía
la primera cada vez que podía para darse ánimo, por eso había un cambio en él,
le motivaba saber que en una parte del mundo él era amado por alguien y que a
su vez él la amaba, un amor recíproco, puro y verdadero.
Así era y así siempre debió haber sido. ¿Así era? ¿¡Así era realmente!?
Capítulo 6. Abismo
—Terminamos.
Así seco y frío como las mañanas antes de conocerlas llegaba ese mensaje a su
teléfono, sin más explicaciones, sin el típico discurso hipócrita del “no eres tú,
soy yo”, sin los miles buenos deseos, sin nada, solo una palabra seca en un
mensaje de texto, él intentando descifrar si había algo escondido en una letra o
en algún punto de la oración, intentando saber si era una broma o si era un
mensaje errado, quizá alguna de sus amigas había tomado su celular, eso debía
ser, rápidamente marcó los dígitos del número telefónico de Rachel, pero solo
una operadora contestó. “Este usuario no puede ser encontrado en este
momento” que se sintió más bien como un “Este usuario lo ha sacado de su
vida”, procedió a revisar las redes sociales, pero no había rastro de ella, nada,
¿acaso ella había sido un sueño? Eso lo tranquilizó un poco, porque sí había
sido un sueño no habría la necesidad de buscarla nuevamente, solo quedaría
como un sueño hermoso, pero las cartas electrónicas eran prueba de que ella era
real y así mismo, era real su partida, una partida llena de muchas interrogantes,
interrogantes que quizá no podrían ser desveladas.
—¡Alonso! ¡Alonso! Le estoy hablando, ¡Alonso!
La voz de la maestra parecía lejana, se sentía fuera del mundo, se sentía como
si el piso en el que estaba se resquebrajaba y él caía hasta el fondo, su mundo
acababa de ser destruido, destruido totalmente, un nudo se le formaba en la
garganta, se expandió por todo su cuerpo, sus manos se desprendían del cuerpo
pues no las sentía, las piernas las sentía adormecidas y sus ojos no aguantaron
y simplemente bajo la cabeza en medio de lágrimas, su voz tímida pidió salir
del salón, petición que fue concedida en ese momento, la maestra se dio cuenta
que algo había pasado, supuso que quizá era la muerte de un familiar, no lo era,
sin embargo para Alonso, con el corazón de artista, era mucho peor, era su
propia muerte en vida, su mayor inspiración de repente ya no estaba, ¿valía la
pena seguir viviendo?
Alonso salió corriendo del aula para derrumbarse en el patio central del colegio,
llorando, de rabia, de impotencia, de dolor, de confusión, mientras que su
estómago se revolvía dentro de sí mismo queriendo expulsar algo, quizá el
dolor, el dolor que le producía la ruptura, una ruptura tan seca, una ruptura que
jamás pensó que llegaría por parte de Rachel, la persona más tierna del mundo
según él, era ilógico pensar que eso pasaría, sin embargo, estaba pasando, acaba
de pasar, se rompía el sueño y volvía a la fría y oscura soledad, de paso el
silencio que había en el patio empezaba a retumbar en sus oídos, la soledad se
acercaba y él tenía miedo, un miedo irracional.
—¿Alonso? —preguntó de repente una voz familiar para él.
Alonso la abrazó rápidamente, ya no pudo controlarse y lloró, como un niño
pequeño.
—¿Qué pasó? —preguntó Azul dulcemente mientras le limpiaba el rostro.
—Rachel… te juro que hice todo bien, lo hice todo bien —respondió Alonso
bastante nervioso —lo hice todo bien, lo hice todo bien.
Azul entendió todo de inmediato y abrazó a un herido Alonso que aún no lo
sabía, pero que solo era el principio de un paso por el breve, aunque intenso,
decaer de su vida tal y como la conocía.
Con el pasar de los días, Alonso fue decayendo horriblemente, había empezado
a limitar sus palabras, no le gustaba hablar bajo el pretexto de que cuidaba su
voz, para disimularlo empezó a utilizar bufandas gruesas y así siempre aparentar
que cuidaba su voz y por eso no podía mantener una conversación. Empezó a
faltar con frecuencia al colegio, pues lamentablemente debía pasar todos los
días por el lugar donde conoció a Rachel y le dolía, pero no solo eso, sino que
empezó a desarrollar breves ataques de ansiedad al recordarla, tal vez era algo
irracional, pero realmente le estaba afectando demasiado haber terminado con
ella, le carcomía la curiosidad de encontrar el porqué, quizá si sabía la razón por
la que había terminado todo cambiaría, quizá su tonto corazón de artista lo
aceptaría, no, eso era imposible, haría todo lo posible para recuperarla, algunas
noches fantaseaba con la loca idea de hacer un pacto satánico para recuperarla,
luego se reía de sí mismo y trataba de dormir. Trató de refugiarse en su arte,
pero su ADN artístico había empezado a mutar, pasó de ser aquel chico que
componía letras armónicas y románticas a componer canciones que solo
hablaban de odio y venganza, dejó de alternar entre la guitarra eléctrica y
acústica por únicamente utilizar la eléctrica a la que modificó con un montón de
artilugios góticos y rasgar sus cuerdas con mucha fuerza y rabia. Hizo hasta lo
imposible por cambiar su registro vocal, cambiando las tesituras suaves por los
guturales, él estaba dolido y la única manera de expresarlo era a través de su
arte. Sin embargo, por más que trató de olvidar a Rachel, no lo lograba, ella
seguía en su mente, en cada sonrisa, en cada aplauso, en cada presentación, en
cada calle estaba ella, la señorita que había robado su corazón para después
perderlo en quién sabe dónde. Lo peor eran los comentarios de sus cercanos,
que debía buscarla, que debía dejarla ir, que debía buscarla de nuevo, que debía
soltarla, que tenía que luchar, que no, que sí, que no, que sí…
Así que un día, Alonso, la buscó, fue directamente a su colegio, se quedó allí
toda una tarde entera esperando poder verla, pero ese día ella no se apareció,
fue al día siguiente, tampoco había rastro de ella, fue a la semana siguiente,
tampoco apareció, algunos estudiantes un poco curiosos le preguntaron qué es
lo que hacía todas las tardes ahí, él les contó la historia de amor más bonita que
jamás escucharon, su historia.
—¡Hey! Creo que yo conozco a tu Rachel —dijo de repente una señorita de
cabello enrulado bastante largo. —Vuelve mañana, yo la buscaré para ti.
Ese día hubo un pequeño destello de aquel Alonso feliz, idealista, luchador,
volvió a su casa bastante feliz y empezó a imaginar el día siguiente, compraría
flores, compraría una caja llena de bombones, quizá llevaría su vieja y
empolvada guitarra acústica para cantarle, con esa pequeña esperanza
recorriendo todo su cuerpo pudo dormir bien, después de muchas noches de
insomnio y lágrimas, durmió hasta tarde, pero la vida lo seguiría maltratando
pues un mensaje de un número desconocido, pero firmado por Rachel lo volvía
a destruir.
—¿Alonso, ¿cómo estás? Te escribe Rachel, supongo que me odias y si no, ¿qué
pasa contigo? No podemos estar juntos, lo siento, de verdad, pero no podemos,
eres demasiado bueno para mí, sé que encontrarás a alguien más”.
Él inmediatamente llamó a aquel número, necesitaba explicaciones, pero
explicaciones claras, rápidamente alguien contestó.
—¿Rachel? —preguntó él tímidamente.
—Alonso —respondió una voz femenina del otro lado.
—Solo quiero saber porque te fuiste.
—No puedes saberlo, solo te diré que te haré daño más adelante.
—No lo harás, tú jamás me lastimarías.
—Alonso…
Hubo un silencio horrible durante varios segundos, un silencio que presagiaba
lo peor.
—Alonso —volvió a decir aquella voz femenina intentando sonar dulce —No
podemos estar juntos porque… solo, entiéndeme, yo… tengo cáncer, no quiero
lastimarte.
Alonso sintió una descarga eléctrica recorriéndole todo el cuerpo, eso no podía
ser verdad, él sentía un alivio y a la vez un gran miedo, alivio de saber que él
no era el problema, pero miedo por saber que quizá iba a perder al único amor
verdadero que había conocido.
—Podemos superarlo juntos —dijo Alonso intentando no llorar.
—No, no quiero que estés ahí, no me queda mucho tiempo al teléfono, pero…
—Quédate, por favor.
—Príncipe, te prometo que en cuanto esté bien, te hablaré.
—Prométeme que sanarás.
—Te lo prometo también.
—Te amo.
Pero del otro lado ya solo sonaba un bip intenso, Alonso rompió a llorar y
protestó contra el destino, por primera vez en su vida él era feliz y el destino se
lo quería arrebatar, eso era injusto, él había sido bueno, realmente había sido
una buena persona y creía que merecía ser feliz por eso, porque le querían quitar
lo único en su vida que le hacía feliz.
Mientras Alonso lloraba en su habitación oscura y silenciosa, del otro lado de
los desencuentros una niña sonreía aliviada y feliz pues aquella victima que ella
consideraba como una simple travesura al fin dejaría de molestarla, ella
resultaba como la buena de la historia, una víctima más del destino cruel, ni se
imaginaba todo el daño que le estaba causando, iniciando una cadena de
mentiras que no podría parar jamás.
Capítulo 7 Una Boda
La lluvia caía, Alonso miraba sin mirar su ventana, como todos los días le
visitaba ese pajarillo, él lo empezaba a considerar cómo un amigo, ¿por qué no
lo sería? El pequeño pájaro amarillo también se encontraba solo, quizás también
enamorado, quizás la conoció en un atardecer y fue un amor a primera vista, dos
avecillas revoloteando en el aire, juntos en una danza reciproca de amor, uno
jurando un para siempre y el otro creyéndolo, sin embargo, un rifle con la
palabra “cáncer” los separó y él buscando todos los días un consuelo visita a un
artista atolondrado que también está herido de amor, aunque eso es solo un
quizás.
—¿Ya te vas? —Preguntó Alonso esperando una respuesta del pajarito— A la
misma hora mañana, ¿no? Espero que traigas composiciones diferentes, tus
silbidos ya empecé a memorizarlos.
Sonó su teléfono, lo ignoró, no quería saber más de nadie, seguramente era otro
mensaje de sus compañeros artistas, no se le apetecía ir a los ensayos, le empezó
a importar poco o nada a medida que los días pasaban, tal vez era algún mensaje
de Azul que estaba preocupada por sus faltas continúas al colegio, en el peor de
los casos sería el director, daba igual, daría un buen examen y pasaría de año,
de todas formas, ¿para que se esforzaría más? ¿Importaba acaso esforzarse? No,
ya no importaba, con hacer un esfuerzo mínimo, estaba seguro que tenía la vida
resuelta, se mantendría así, sin hacer nada, en silencio, en la quietud de la
depresión del artista, al menos hasta que llegará el día de un reencuentro, hasta
que el fantasma del cáncer se fuera, o al menos hasta que ella quisiera ayuda de
su parte, hasta la próxima llamada de un número desconocido.
Sonó su teléfono nuevamente, nada, no era ella, él había programado su canción
especial para recibir el mensaje esperado de Rachel, pero nada, esa canción no
sonaba, el destino estaba acomodándose ahora nuevamente para causar mil
desencuentros y volver a acomodar las cosas que cambiaron al momento de que
dos enamorados se encontraron.
¿Sabes? Si de verdad somos el destino del otro nos encontraremos una y otra
vez, no importa las veces que nos separemos.
Alonso empezó a recopilar las frases de Rachel, tal vez encontraría algún
significado oculto, o tal vez no y solamente eran su consuelo para evitar perder
la esperanza, era increíble que a pesar de que ya habían pasado largos meses, el
amor de Alonso seguía latente como la primera vez, no había cambiado ni un
poco, ¿por qué? Se preguntaba, ¿por qué no mutaría en un odio? Era lo más
obvio que debería pasar, que ese amor que él sentía se transformará en un odio,
un odio ¿sano? No, ningún odio era sano, pero al menos odiándola ese
sentimiento desaparecería y sería un poco menos doloroso, pero no podía, no
podía odiar a esa dulce niña, creyó entonces que tendría que aprender a vivir
con ese dolor, con un dolor latente, horrible, que quemaba peor que las llamas
de un cigarro.
—¿Cigarros? —pensó Alonso, eso calmaba un poco la ansiedad, solo un poco
y necesitaba un poco en ese momento.
Buscó su paquete nuevo entre tantos otros paquetes de cigarros, mentolados, de
fresa, de chocolate, sin filtro, lo encontró, solo una más se dijo a sí mismo, solo
uno necesitaba, eso atontaría un poco su cerebro y lo alejaría de ella, al menos
por diez minutos, en los que solo estarían él y las pantallas blancas de la nada,
deseaba eso, una pantalla blanca y que solo estuviera él, en medio de la nada,
solo él encerrado en el universo de pensamientos fríos y relajantes, al menos ahí
no sentía dolor, no sentía esas ganas de destrozar todo, de gritar, de llorar hasta
quedarse dormido, ahí no sentía nada.
¿Sabes? Creo que tú y yo fuimos esposos en otra vida, por eso es que nos
atrajimos desde el principio.
Imaginó entonces la boda, su sueño desde pequeño, casarse, pararse en el altar
junto a la mujer de su vida, eso era lo que más deseaba, verla a ella, en un vestido
blanco, con un velo largo, su cabello con ondulaciones, con un perfecto labial
color rojo carmesí y su piel canela resaltando en toda la iglesia, ¿canela? Pero
si Rachel no tenía la piel de ese color, entonces es que despertó de su trance.
—Tengo que dejarlo, lo sé —se dijo— pero hay días que lo necesito, solo uno,
eso es todo.
Sonó el teléfono, número desconocido.
¿Ella?
¿Rachel?
En su mente pasaron dos mil cosas en dos segundos, calculó los días después
de la ruptura y calculó que eran como 77 días exactos desde que ella se fue, casi
nada, volvió a diseñar la boda, introduciendo por la fuerza a Rachel en sus
pensamientos, por encima de esa señorita de piel canela, algo no cuadraba, pero
qué importaba.
—¿Aló? —contestó Alonso intentando no toser por el humo del cigarro, vio
entonces que había dejado varios encendidos por toda su habitación, los
limpiaría más tarde.
—¿Señor Alonso? —dijo una voz masculina del otro lado— ¿Es usted?
—Sí, él habla, ¿qué desea?
—Qué bueno, me costó encontrarlo, me interesan mucho los talleres de canto
que usted dicta.
—Ah sí, ¿qué desea saber?
—Bueno, antes que nada, le hago saber que necesito un docente de canto para
un colegio, deben ser cómo 20 estudiantes que desean aprender.
—Okay, ¿para qué lugar es?
Y de repente escuchó las palabras que lo sacaron de su trance completamente,
¿sería posible? ¿Se acabarían las tardes de cigarros y pantallas blancas? ¿Y
Rachel? Tendría que estar ahí, Rachel, era obvio, ¿por qué no? Las frases de
Rachel tenían razón, tenían que tener razón.
Si de verdad nos amamos verás que, aunque intenten separarnos, el universo
siempre nos volverá a juntar.
Anotó la dirección, nervioso, a pesar de que sabía dónde quedaba, quiso
anotarlo en algún lugar para no olvidarlo, por si es que la ansiedad decidía
comerse ese recuerdo, pero no, nada podría desaparecer ese recuerdo, al fin la
podría volver a ver.
Al día siguiente se levantó con todo el ánimo del mundo, recordando a su yo de
hace meses, limpió su habitación, se deshizo de todos los cigarrillos,
prometiéndose jamás volver a fumar, se arregló lo más prolijo que pudo y salió
como un rayo de su casa, quería verla, decirle que estaría con ella hasta el final,
que la iba a apoyar en todo. De repente, un mensaje llegó a su teléfono, era el
director del colegio de Rachel confirmando la hora de los talleres y de paso le
envió la lista de los estudiantes, Alonso lo abrió nervioso y sí, el universo al fin
le ayudaba nuevamente, Rachel, ¿quién más sino encabezaría esa lista? Su alma
gemela Rachel, al mismo tiempo que su felicidad volvía, sonó su canción, la
canción que espero durante muchos meses, él imagino que el mensaje sería algo
parecido a “Estoy ansiosa por verte hoy”, pero…
Alonso, mira, seré directa contigo, hoy no me apareceré en tu clase, ya vi que
serás el docente de canto y la verdad sería incómodo, porque…
Y eso destruyó por completo el corazón de Alonso y del otro lado del mundo
una niña volvía a tejer una maraña de mentiras que día a día se enredaba más y
más, que un poco de culpa crecía en ella.
Me voy a casar.
Capítulo 8. La Maraña de Mentiras
La maraña de mentiras.
Un elemento interesante que, sin querer, pero queriendo, se le suma al
desencuentro, un elemento necesario en cierta forma, pues a la larga y con un
montón de inconsistencias podrían terminar de detonar al universo, un universo
frágil, pues si es que la teoría del desencuentro fuera cierta, aquellos seres que
habitan en el planeta tierra, que se denominan humanos estarían ansiosos todos
por romper el ciclo de desencuentros, ya que el amor los ciega, los vuelve menos
racionales y hasta se obsesionan con el mismo. Entonces, al saber que el amor
verdadero existe, pero que son interrumpidos por desencuentros, ¿qué
calamidades estarían dispuestos a hacer por romper su desencuentro? En este
imaginario tormentoso, es muy probable que no solo la humanidad se destruya,
es probable que el universo mismo desaparezca, pues así son los seres humanos,
destructores por naturaleza, harán todo para encontrar esa felicidad anhelada,
pues al parecer ellos mismos determinaron que ese es su objetivo, el objetivo de
su existencia, hallar la felicidad y ya que existe ese elemento denominado
felicidad, existe también el elemento amor, por esos dos elementos la
humanidad es capaz de extinguirse a sí misma y a las demás especies, después
de todo, ¿qué otras especies se comen a otras y destruyen sin objetivo alguno?
¿Qué elementos retribuye el ser humano al universo? Es curioso, ¿no? Quizá
los seres humanos son una de las especies más temidas en todo el universo
debido a su perversidad y para evitar que los seres humanos utilicen su
verdadera capacidad destructiva es que el mismo universo creó el elemento
amor, un objetivo alcanzable, pero para distraerlos más se añadió el elemento
desencuentro para distraerlos un poco, sin embargo, cómo ya mencionamos este
elemento se volvió en su contra pues está la posibilidad de que un pequeño
desequilibrio haga que los dos enamorados se encuentren.
Es por eso que el universo tratando de equilibrar todo, formuló la maraña de
mentiras, el elemento de emergencia por si es que el desencuentro fallaba, por
si es que los seres de la tierra descubrían que era posible hallar el amor
verdadero, aunque había un problema, el insertarlo, ¿cómo? ¿Cómo insertarían
este elemento? La respuesta a la ecuación la tenían en la misma operación, el
amor, ¿cómo? Un amor pasado, un amor no superado, quizás un amor de
capricho, sí, eso era perfecto, entonces quizá uno de los enamorados no habría
podido soltar el pasado, quizá el universo se lo podría recordar mediante
señales. ¿Acaso nunca te ha parecido curioso que vas caminando tranquilamente
y de repente tus ojos se posan en algo que te trae recuerdos de él o ella? No, no
es tu subconsciente, es un universo tratando de protegerse, es ahí que inicia la
primera fase de la maraña de mentiras. En un principio ella tratará de recuperar
ese amor perdido, ¿cómo? Utilizándolo a él, que, en efecto, es la persona con la
que ha estado involucrada en los desencuentros, pero el universo le prohíbe
olvidar el pasado, a cada hora, cada minuto, cada segundo, pero aun así ella
termina aceptándolo a él en su vida, quizá con la vaga esperanza de que el
pasado se olvide o quizá con la esperanza de que el pasado tenga celos, es una
apuesta arriesgada, un 50 y 50 que puede y no puede funcionar, pero es un riesgo
menor, pues el universo necesita subsistir, con un poco de suerte la apuesta sale
bien el pasado regresa, celoso, ahora depende de ella, deshacerse de él y seguir
en el camino de desencuentros.
Empieza entonces la fase dos de la maraña de mentiras, o lo que se conocería
con la gran y verdadera maraña de mentiras, primero una mentira inocente, un
simple “terminamos” y ya, sin embargo, dentro de ella existe las ansias de
decirle la verdad, pero decide no hacerlo, se traga esas ganas y decide continuar,
eso provoca que él la busque, curioso por saber la verdad, curioso como
cualquier ser humano. Entonces ella decide inventar una mentira más dulce,
romántica, después de ver aquella película basada en el libro azul que leyó hace
pocos días, una enfermedad mortal, ella asume que él aceptará esa mentira y
vivirá creyendo que amó a alguien dulce que ahora yace en las nubes, pero sale
todo al revés, él quiere vivir junto a ella, ayudarla. Otra mentira más se suma,
esta no puede fallar, una boda, falsa por supuesto, ella cree que con eso él dejará
de buscarla al saber que la ha perdido, sin embargo, él desea luchar aún más por
ella, efecto del desencuentro al parecer. Se suma otra mentira más, un viaje al
otro lado del mundo, ella sabe que él no la seguirá, es imposible, pero él siempre
encuentra una manera y así siguen las mentiras, se forma una maraña y él ya no
puede descifrar que es cierto y que no, que la religión, que los padres, que la
enfermedad, que la clase social… ¿por qué ella no le dice la verdad? Sencillo,
en cierta forma, ella lo aprecia, aprecia cada detalle que hace él, esa
perseverancia, pues al final de cuentas son el uno para el otro, pero ella se niega
a soltar ese pasado, más por un capricho y por eso es que decide perder al que
sería el compañero de su vida y con eso el universo se mantendrá a salvo, ya
que imaginando un supuesto en el que terminan juntos, ambos se sentirían
vacíos al haber logrado su objetivo, ¿y después qué? Quizás se planteen otro
objetivo, ¿qué tal si es la aniquilación del universo? Es una probabilidad pues
el ser humano es ambicioso también, es por eso que no se puede correr riesgos
y permitirles el encuentro definitivo.
¿Y él?
No creas que el universo es cruel en su totalidad, la maraña de mentiras tiene su
lado positivo, la resignación, el aburrimiento, el desinterés en ella y, lo mejor
de esto, la posibilidad de encontrar a alguien más, sí, ya mencionamos que son
el uno para el otro, pero, con la maraña de mentiras podremos cambiar solo un
poco eso y emparejarlo con alguien más, ¿Qué si esto podría causar la
aniquilación del universo? No, pues gracias a la maraña de mentiras, se produce
un elemento más, que llamaremos madurez emocional, con este elemento él
dejará de creer por completo en ese amor idealizado, en ese amor de cuentos de
hadas y dejará de ser su principal objetivo, empezará a plantearse otros
objetivos, como convertirse en un gran músico, tener una carrera profesional,
adquirir propiedades, dejar una huella en el mundo, objetivos alcanzables a
largo plazo que mínimamente le tomará una vida cumplir sin tiempo de pensar
en la exploración del universo, es entonces que también el universo le
emparejará con alguien que también lleve la madurez emocional consigo, para
que esta vez sí formen una pareja, la cual se centrará en objetivos de vida y ya
no solo en un presente que acabaría en ese instante con el objetivo de vivir, ¿este
sería un amor verdadero también? Sí, pero tiene una pizca de responsabilidad
afectiva.
¿Y si regresa el pasado?
Es una probabilidad, una alta probabilidad y es por eso que se debería leer esta
teoría varias veces, sacando ecuaciones y diversas fórmulas en base a todos los
elementos planteados.
Pista: la maraña de mentiras nunca falla y el universo siempre sabrá que hacer.
Capítulo 9. La Armadura
La rutina de Alonso cambió un poco luego de otro mensaje más, era obvio otra
mentira más, ¿esta vez que sería? ¿Qué ella entraba a una secta de la cual jamás
saldría? Cada vez las mentiras de Rachel eran más evidentes y él empezaba a
darse cuenta de que ella no era el amor de su vida, quizás solo era un poco de
felicidad enlatada en el largo supermercado llamado vida, después de eso él se
sintió un poco mejor, pero la ansiedad seguía presente, eso hacía que no pudiera
disfrutar de los breves momentos felices que tenía, aunque a decir verdad eran
más tristezas que alegrías. Sus notas en el colegio eran pésimas, estaba a punto
de perder el año, su carrera artística estaba empezando a decaer ya solo
quedaban pequeños destellos de su inmenso talento que había mostrado hace
meses, se inscribió en varios concursos de canto y de bandas, pero no lograba
ganar ninguno, él trataba de convencer que solo era una mala racha, pero ya ni
sus compañeros le creían, todos sabían que la mente de Alonso estaba más
centrada en otra cosa que en sí mismo. Lo peor vino en aquella desastrosa
presentación en el concurso nacional de solistas, Alonso había sido el ganador
dos años consecutivos e iba por el tercer título de su carrera, pero ese tercer
título jamás llegaría.
Y ahí estaba Alonso en medio del escenario, cabizbajo, roto, triste, había vuelto
a perder un concurso artístico, pero este dolía más, este sí dolía en serio, se había
preparado tanto, quería despedirse con un título más para su colegio y no lo
consiguió. Se arrodilló, mientras las luces del salón se iban apagando, solo
quedaban algunos señores de la limpieza, aun así, tenía la extraña sensación de
que se encontraba solo. Soledad, uno de sus mayores miedos se iba haciendo
realidad, su banda lo había expulsado, había perdido a varios amigos, incluso
Azul dejó de hablarle y Rachel, después de tantas mentiras enredadas, empezaba
a dejarla atrás, sin embargo, después de perder ese concurso, la recordó e
imaginó un desenlace diferente si la hubiera tenido a su lado.
Quizás con la motivación extra de tenerla consigo, él se habría preparado mejor
para los otros concursos, habría llevado su garganta al límite, habría comandado
a su banda hasta llegar a producir un disco musical que alcanzará
reconocimiento internacional, sí, eso podría haber sido posible, si es que él tenía
una motivación extra, él habría dado más, cuando ella estaba a su lado, él
siempre pudo dar más de sí.
Se detuvo, ¿realmente era así? Empezó a reflexionar, ¿por qué esos éxitos
habrían dependido de Rachel? ¿Por qué no podrían depender de sí mismo? Al
final tenía razón, estaba solo, como todos los seres humanos, al final del día
cada uno depende de sí mismo, no habrá nadie que cambie las cosas por uno, el
cambio solo estaba en sí mismo, no podía seguir esperando que milagrosamente
el universo le pusiera a Rachel frente a él de nuevo, si quería seguir adelante,
tendría que depender de sí mismo, no podría plantear su futuro en un hipotético
regreso de Rachel a su vida.
—Escúchame, pedazo de basura —dijo Alonso para sí mismo— Acabamos de
desperdiciar varios meses de nuestra vida por culpa de un amor estúpido, no hay
un mañana, no hay un cuando Rachel regrese haré tal cosa, estamos solos ante
un presente y de nosotros dependerá vivir ese presente, así que espero que esta
sea nuestra última derrota.
Se dio cuenta que caían lágrimas, trató de contenerse y formó en su mente la
frase de Quien te haga llorar no merece tus lágrimas, quien las merezca jamás
te hará llorar.
Algo empezó a cambiar desde ese día.
Otra vez tuvo dos opciones para lidiar con sus emociones, sumergirse en sus
cigarros y pantallas blancas observando a la nada, esperando y aguardando un
mejor futuro o levantarse y refugiarse en el arte, recuperar lo perdido y forjar su
mente y corazón. Motivado por alguna fuerza extraña empezó a levantarse a las
5 de la mañana para llegar temprano al colegio y estudiar un poco más, quería
terminar el año escolar con notas medio decentes, no importaba cuanto tuviera
que hacer, lo iba a lograr, empezó a darle importancia a su cuerpo también, los
fines de semana empezó a hacer ejercicio hasta quedar exhausto, por las tardes
volvió a componer como en los viejos tiempos, volviendo a su orígenes
componiendo baladas románticas, pero también canciones de protesta social,
pues había empezado a interesarse en el contexto de su país, en el que una mujer
inocente vivía con miedo y el político corrupto era valiente ante las autoridades
alegando su inocencia con mentiras. Por las noches solía ver videos
motivacionales para salir adelante, había empezado a desarrollar un gusto
extraño por los documentales de deportistas famosos, tal vez porque veía
reflejado su situación en algunos de ellos, varios fracasos y luego de trabajar y
trabajar venía un triunfo muy importante, entendió entonces que esos hombres
y mujeres habían tomado las oportunidades que se les pusieron en frente, cosa
que él no había hecho desde hace mucho tiempo, decidió que era tiempo de salir
de su caparazón, sentía que su corazón estaba más sano que nunca.
Se inscribió a varios cursos independientes para seguir formando su carrera
artística y también a cada concurso que vio, empezó a triunfar nuevamente, pero
eso no era suficiente para él. Cada día se esforzaba porque cada día fuera mejor
que el anterior, empezó a volverse muy exigente consigo mismo, a tal punto de
ser un perfeccionista en todo sentido. Poco a poco se dio cuenta que los
sentimientos hacia Rachel se esfumaban y que su corazón se libraba de ese
amorío absurdo, la guardó para sí mismo como un recuerdo agradable y nada
más.
Cuando finalizó el año vio con asombro que sus notas habían mejorado
drásticamente, ahora él era el mejor estudiante de todo el colegio, le había dado
la vuelta a la situación, comparó sus notas con “El Milagro de Berna de 1950”
o “El 13 de mayo en el Etihad Stadium” Alonso había dado la vuelta a una
situación que parecía imposible, gracias a ello sería fácil ingresar a la
universidad.
Aunque había un precio que pagar por todo aquello…
Alonso había dejado de ser ese muchacho idealista, arrogante y gracioso, ahora
era alguien demasiado seguro de sí mismo, calculador e incluso intimidante, no
permitiría que nadie más jugase con él, tenía un carácter bastante duro ahora,
era como si al Alonso de hace meses le habrían puesto una armadura bastante
pesada e impenetrable y llegar a su corazón sería imposible.
Aunque…
Capítulo 10. Las Cartas
Mi querida señorita:
A lo largo de la vida, ocurren muchos hitos significativos, unos te marcan más
profundo que otros y quedan tatuados en el alma con la tinta imborrable de
aquello por lo que los poetas pierden todo sentido y quedan embrujados
creando versos esperanzados en que un día de los labios de una musa brote un
sí o un te amo recíproco y yo como poeta, o quizá todavía en busca del título,
puedo asegurar que el conocerte en el primer día después de 221 días aciagos
de cariño, forma parte de aquellas experiencias, en ese tiempo le había creado
una pequeña caja de madera a mi corazón, con un candado construido a base
de letras que podían abandonarlo si es que llegaba el beso adecuado, formando
lo que podría llamarse poesía y así fue cuando cayó uno de esos en medio de la
lluvia y mi corazón se rindió ante tus delicadas manos. Es por eso que ahora te
escribo esta carta, no para solicitarte una reciprocidad, que sé que aún no
merezco, sino para dejar en claro mis intenciones de hacer más poesía contigo,
quizá depositar unos cuantos versos en forma de garantía en tu corazón y
obviamente tener más momentos a tu lado, si quieres un título más
convencional, podríamos acortar esta carta y solamente decirte que seré tu
pretendiente…
Eternamente tuyo, Alonso
Querida señorita:
Hoy ha amanecido el cielo con algunas nubes, un poco de frío y algo con sabor
a nostalgia de ti, es como si el universo me invitara a cubrirte de abrazos y
vestirnos con la piel del otro en medio de caricias y un te quiero ocasional. Los
sueños de anoche tampoco me dejan tranquilo, después de varios días
intranquilo, la noche de ayer al fin logré conciliar el sueño cobijado con tu
sonrisa sincera a lo lejos, dormí feliz, o eso cree mi alma. Desde ese país de los
sueños pude acariciar suavemente tu pelo que se sentía como algodón entre mis
manos, pude robarte un beso o dos, pude decirte un “Eres Arte” sin temor, creo
que estaba sintiendo una felicidad que no había sentido desde hace muchos
años, mi sueño acabó con un tenue baile de vals terminando acostados en medio
de la pista, como invitándome a dormir nuevamente dentro de un mismo sueño,
pocas veces son las que creo que el sueño es la realidad y la realidad es el
sueño, pero por esta ocasión fue así, sin embargo, me siento muy inquieto,
también a eso se suma que el tiempo corre inevitable y mi pequeña fuente de
tinta artística se está terminando de a poco, es por eso que no quiero que el
sueño se quede en solo eso, en sueños… ¿Sabes, mi señorita? Tengo un dicho,
un código respecto a los sueños “Pelea por tus sueños y tus sueños empezarán
a pelear por ti” ¿Y sabes? Un te quiero tuyo acompañado de una rosa sabor
fresa es uno de mis sueños, quizá acompañándole el roce de nuestras manos
diciéndose en silencio todo lo que sienten, es por eso que en lo que queda algo
de tinta y sueños en ese pequeño frasco que se titula vida, trataré de que el
sueño sea la realidad y esta realidad en un recuerdo viajando de vez en cuando
con Morfeo al mundo de los sueños
Eternamente tuyo, Alonso
Estimada, señorita:
La barrera de fuego que hemos puesto para acortar nuestro acercamiento está
matándome, extraño tus caricias y mimos que solían venir acompañados con
versos sueltos que le aullábamos a la luna y ahora esa luna que un día
acompañó a nuestro cariño solo me obliga a evocar aquellas memorias en las
que podía llenarla de liras sin temor y me atrevo a asegurar que éramos felices
en ese tiempo.
Extraño aquellas noches de luna llena o ausente, en la que nuestras plumas se
conectaban, junto a nuestros corazones y el tiempo se detenía a observar
nuestro jugueteo contra el destino y el mundo. Extraño llevar mi mano hacia su
rostro y cabello, mirar ese rostro tan perfectamente tallado en los ríos donde
mora Afrodita. Extraño aquel néctar que brota de tus labios y sentir tu silueta
danzando al ritmo de ese baile tan preciso, tan exacto, tan perfecto, junto
conmigo, la extraño entera, señorita, la extraño toda.
Deseo con todas mis fuerzas que entiendas que te quiero y no te quiero como
cuando te veía caminar en los pasillos de ese lugar desértico hoy, te quiero
para que te quedes conmigo a escribir los versos más bellos que jamás se vieron
en este mundo, para pasar interminables veranos observando el danzar de los
mares ensortijando tu cabello y dejándolo volar al viento.
Por esos motivos, en las que el corazón manda antes que la razón, la invito a
usted y su pluma a pasar una inolvidable noche de letras, algunas risas y
dejarnos el alma al descubierto en la noche, la esperaré con una botella de
champan y con una copa que susurra tu nombre, el nombre más hermoso de
todo el mundo, el cual guardaré para mí muy dentro en mi corazón.
Te espero, mi adorada señorita.
Suyo en esta vida y en las que siguen, Alonso.
Querida señorita:
No sé qué decir, habíamos puesto una barrera para acortar un poco este amor
naciente, pero creo que fallamos y fallamos de una manera estrepitosa y es la
primera vez que me alegro de fallar, pues… Es que no sé ni cómo explicarlo,
¿qué te puedo decir? Las palabras sobran en estos momentos, creo que ya
hemos dicho todo lo que había que decir, nuestros labios ya hablaron, nuestras
manos, nuestras miradas, nuestros cuerpos…
Creo que hoy no siento ánimos de escribirte una carta, sino de verte, de
abrazarte, de besarte, de sentirte, lo siento mi amada señorita, pero es que…
¿cómo decirlo?
Te necesito.
Y sí, Alonso se había enamorado nuevamente, ¿su nombre? Tengo prohibido
revelarlo, capaz y tú mi querido lector la buscas y te enamoras de ella, porque
¿Qué hombre no se enamoraría de la mujer perfecta?
Capítulo 11. Encuentros Definitivos
¿Y si te digo que sí hay encuentros definitivos?
Supongo que todas las tesis en el mundo, hay una antítesis, para cada
enfermedad hay una cura, para cada Barcelona existe un Real Madrid, perdonen,
he estado viendo algo de fútbol y me ha sido inevitable hacer ese comentario,
en fin para todo problema el ser humano siempre hallará solución, porque la
humanidad es así, nunca se está quieto, siempre debe estar en movimiento, en
progreso, puede suponer que este progreso es también la forma lenta en llegar
al fin, entonces también los seres humanos con el avanzar lento y tedioso del
tiempo lograrán desarrollar el antídoto al desencuentro, ¿cómo? El universo se
guardará esa respuesta, pues si es que es conocida a nivel mundial ¿qué supone
eso? Destrucción y cómo mencioné el universo siempre se reservará el derecho
a existir en armonía, en paz, aunque esa paz debe ser recíproca con el ser
humano, entonces sí, existen los encuentros definitivos.
¿Cómo y cuándo se dan? No lo sé con certeza, pero no puedo ignorar el hecho
de que estos se dan, me es imposible calcular un momento exacto, pues si
revisas entre las personas que tú conoces hallarás personas con encuentros
definitivos, personas que se siguen amando cómo si fuera la primera vez,
despertando al lado del otro y sintiendo el mismo aroma a canela y bombones
de la primera vez, bien sé que no hay muchos, son casos raros, quizá hasta
imaginarios, puesto que la mayoría de los seres humanos siguen dando vueltas
y vueltas, atrapados, encarcelados, en el desencuentro, rondando en el mismo
primer amor, rechazando a toda costa la estabilidad emocional, el madurar e
incorporar a su arsenal la responsabilidad afectiva, algunos tardan años en
aceptarla, otros solamente días, incluso he visto casos raros que solamente han
sido horas, esa es una de las razones por las que es imposible dar un tiempo
exacto cuándo ocurrirá el encuentro definitivo, claro que los expertos le darán
un número a eso, pues estos señores de blanco tienen una obsesión por los
números, 26 años le pusieron, yo creo que es imposible darle un número exacto
al amor verdadero.
¿Qué pasará después?
Dependerá de cada pareja, de cada persona, no todos reaccionan igual, esto en
parte a la estabilidad emocional, pues uno ya no se emocionará igual que la
primera vez, no perderá el corazón y la cabeza pensando solamente en él/ella,
pensará en un nosotros, incluyéndose en la ecuación pues ha aprendido a amarse
a sí mismo, a pensar al menos en un 40 por ciento en sí e idear un futuro con
aquella persona, sin embargo, en este supuesto futuro, siempre le añadirá el tal
vez de una ruptura y esto no está mal, pues es parte del madurar y salir del ciclo
de desencuentros a las cuales vimos que se suman problemas de estrés,
ansiedad, depresión, vicios, suicidios… es por esto que se suma el tal vez de
una ruptura en la operación del futuro, pensando al menos en un 5 por ciento en
cómo seguir adelante si es que el encuentro definitivo sea en realidad un
encuentro disfrazado.
Los encuentros disfrazados, son pequeñas bromas del universo, uno entiende
que a veces el existir eternamente aburre, así que busca pequeñas aventurillas
para matar algo de tiempo, a veces elige una persona cualquiera en el mundo y
le juega una muy breve e inocente broma retrasando su encuentro definitivo y
poniendo en su frente el encuentro disfrazado, ¿acaso esto es malo? Sí y no, sí
porque alguien inocente es víctima del aburrimiento, pero es bueno porque esto
ayudará a reforzar más la estabilidad emocional. Aunque para compensar ese
pequeño desequilibrio el universo pone a disposición del ser humano el fabricar
su propio encuentro disfrazado, encaprichado de alguien solo porque sí, sin
entender un porque, retrasando él solo su encuentro definitivo.
Los encuentros definitivos son posibles y no necesariamente se debe pasar por
todo este proceso, pues habrá encuentros definitivos al primer contacto, sin
saber cómo es que se dio, porque se dio, eso solo el universo lo sabrá y no, no
será un desencuentro roto solo por ser a primera vista, pues los individuos
conocerán bien la responsabilidad afectiva y la estabilidad emocional.
¿Alonso consiguió el encuentro definitivo?
Supongo que también necesitamos ejemplos para todas estas teorías y supuestos
y no hay mejor ejemplo que la rata de laboratorio, digo experimento, digo el
joven Alonso, el ser que más cerca estuvo de convertir su desencuentro en un
encuentro definitivo, quizá el caso más raro entre todos los que se ha visto.
Alonso conoció a Rachel un diez de abril, un evento no previsto, por el cual se
fue incorporando más y más elementos hasta llegar a este, todo en un caso
hipotético de felicidad absoluta, una felicidad riesgosa para un universo que es
impotente para luchar contra la voracidad del ser humano, sin embargo, Alonso
es solo uno más en la larga lista de desencuentros en millones de años, aunque
fue el más riesgoso en toda esta lista, pues paso de ser la pareja de uno de esas
líneas paralelas que nunca se encuentran a ser una línea rebelde que quiso trazar
su propia línea, pero no lo logró.
No te preocupes, pues esto no quiere decir que haya sido malo en su totalidad,
sí, hubo lágrimas, dolor y un sufrimiento único, pero…
Alonso conoció a una señorita de tez canela y mirada penetrante en un día
común y corriente, esta vez sin monitoreos, sin radares, sin números, sin fechas,
la conoció el día más imprevisto, la saludó sin sentir un choque especial, sin
sentir un amor a primera vista, quizá hasta con algo de resentimiento por una
competencia perdida, pero dentro de él la curiosidad de conocerla ¿por qué? No
había explicación, tal vez su pelo, tal vez sus ojos, tal vez el lunar encima de
sus perfectos y finos labios… aunque no se hablaron en mucho tiempo hasta
que él sintiéndose curioso y ya sano de amor, escribió en su teléfono un mensaje,
ella otro y él otro y ella… Hasta que un día, así también, sin sobresaltos, nació
una chispa, luego una fogata, luego una llama que solamente creció de a poco.
¿Rachel le habló alguna vez? Sí, pero ella no era la misma, poco o nada había
de esa dulce Rachel que solo habitaba en los recuerdos de Alonso, sí le escribió,
en un principio era una amistad algo breve, que Alonso pudo llevar bien, pero
que empezó a transformarse, no en ese antiguo amor, sino en deseo, en un deseo
bastante peligroso, Alonso no habló jamás de eso, pues ¿quién le creería a un
hombre? Calló los demonios en su interior con buen fútbol que de pronto
empezó a gustarle debido a las historias de superación y también con su arte,
que aparte de canciones empezó a componer poemas también, aunque en las
noches no podía evitar sentirse, a veces, algo desagradable, poco a poco esa
sensación fue desapareciendo hasta que pudo sonreír nuevamente, aunque
siempre se preguntó, ¿cómo le harían otros hombres cómo él, pero con menos
estabilidad emocional?
Aunque eso no evitó que Alonso y su señorita pudieran tener más tardes
rebosantes de arte y amor, pues al tener la estabilidad emocional consigo, ambos
podían desnudar su alma frente al otro sin temor, confiando sus secretos en el
otro teniendo en sus manos la vida del otro.
Lo siento, no puedo revelar esos secretos, pues ni yo los sé y mi turno en esta
exposición frente a estos caballeros de blanco ha terminado, así que solo para
terminar diré:
Poco o nada se sabe del amor.
Epílogo
Él, un escritor poco común, le escribe notas al aire y pinta los cielos con sus
versos, a veces, cuando se encuentra de buen humor o cuando necesita
desahogar la furia de algún tosco amor que no fue, pues al final los casi algo
son los que más duelen.
Ella, una poetisa, quizá la mejor de su generación, señorita de finos labios, tez
canela y excelente prosa, quizá la misma prosa que la de él, pero menos tosca,
más fina, más perfecta, más propiamente de ella. Poetisa de firmes decisiones y
pasión por su arte, un arte que a veces le genera dudas.
Él, todas las noches riega algunos versos esperando que se hagan realidad,
versos sumamente cargados de amor, algunos consideran ello como locura, sin
sentidos, pero en un mundo indiferente a los sentimientos de un jovencísimo
escritor y se avoca más a las guerras obviamente él es un espécimen raro,
extraño, quizá hasta un poco alejado de la realidad.
Ella es indiferente a aquellos sentimientos, solo busca un rincón donde pueda
esconderse la felicidad, pero no una felicidad enlatada, no una que pasan en
propaganda, no una enfrascada, una felicidad única, tal vez hasta abstracta, a
diferencia de él, ella riega a escondidas uno que otro verso que evoca al amor.
Sin embargo…
Él se levantó un día a eso de las seis de la mañana y se dio cuenta que había
dejado atrás a un viejo amor, quizá la había encerrado en un libro, quizá sus
recuerdos se los había tragado aquellos pintorescos pasillos de la carrera de
lingüística, quizá, solo quizá había olvidado ese viejo amor y estaba dispuesto
a continuar, pues la vida continuaba. Envió entonces un saludo algo tosco y
desordenado, solo escribiendo el nombre de ella, a ella a quién recién empezaba
a conocer, un simple mensaje que se convertiría en un aleteo de mariposa que
desencadenaría una tormenta entera llena de pasión, cariño, amor y uno que otro
verso que escribían hasta que la luna se quedaba dormida.
Ella un día recibió un mensaje inesperado y tosco de aquel escritor extraño, sin
saber que ese mensaje desencadenaría una serie de eventos bastante extraños en
su vida. Ella, cada día más dudosa de aquel escritor de mirada correosa, de
postura inclinada y de corazón destruido, inseguro y ansioso, sin embargo, ella
empezaba a desarrollar afecto por él, de a poco, por alguna razón no le había
puesto el típico alto como a todos los demás, era una sensación nueva, veía en
él una versión de ella misma, pero en masculino, sin saberlo, ambos empezaban
a enamorarse.
Sin tiempo para detenerse a reflexionar ambos se vieron un día, un día extraño,
un día menos sólido que de costumbre, uno de esos días en los que la protesta
de un pueblo inconforme pintaba la mañana de esta ciudad, aun así, el destino
apresuro el encuentro de ambos, al verse él y ella sintieron algo extraño, una
sensación de estar en casa y a la vez de haber realizado un viaje emocionante,
una sensación de ya haber estado ahí y a la vez seguir emocionándose como si
fuera la primera vez, una maraña de sensaciones acompañado del ruido de las
maquinas fotocopiadoras y un suave y delicado aroma a canela, florecillas y
algunas frutas cítricas.
Él trató de hablar, ella también, ninguno lo logró, solo sus manos de escritores
se enlazaron y se fundieron en aquel abrazo familiar, no tan familiar, solo había
un pequeño inconveniente, ninguno de los dos había vivido un amor similar y
arriesgarse a vivir una nueva aventura amorosa no era una opción muy viable
para dos artistas que habían sufrido en el pasado.
Pero…
Un día, él, cansado de no obtener una respuesta positiva y solo a medias tintas,
escribió un poema a otra señorita, ¿provocarle celos? Quizá, ¿funcionaría?
Quizá… y el quizá se volvió un sí, ella soltó algunas lágrimas, luego una breve
reflexión, era lo mejor, ella lo quería ver feliz, pero al menos quería despedirse
de aquel escritor que volvió más agradable sus noches, cerrarían al fin su amor
como el café de media tinta en la mañana.
Sin embargo…
Ese día se acabaron las medias tintas, después de una larga caminata, lleno de
caricias suaves, caricias en el alma, sus labios al fin se encontraron y ya no
pudieron contener todo el amor que se tenían guardado, quizá a ese amor se le
suma un poquito de culpa, pero, aun así, no dejaba de ser hermoso, un amor
único, intenso y que solían acompañar con versos y galletas con chips de
chocolate.
Pero…
Había algo en él que nunca le gustó a ella, esa inseguridad, ese miedo, esa
tendencia a victimizarse y había detalles de ella que a él no le gustaban, mínimos
detalles, pero que podrían volverse grandes, aquella indiferencia a veces,
aquella tendencia a la perfección y sobre todo esos sí que a veces eran disfraces
de no y esos sí de medias tintas.
Aun así, cosecharon mil logros juntos, su amor los hacía imparables, siempre
dándose apoyo mutuo, consejos y aprendiendo siempre uno del otro, a él le
marcó aquella frasecita hermosa de ella, “Tenemos que escuchar antes de hablar
por esa tenemos dos orejitas y solo una boquita” y ella se quedó con la frase de
él, “Pelea por tus sueños y tus sueños empezarán a pelear por ti”. Todo esto
sumado a la complicidad que brindaban los espacios de aquella joven
universidad alteña, que seguramente muchos de sus estudiantes ya han
imaginado los lugares donde una pareja como ellos pudo haber existido.
Sin embargo…
Un día él enfermó física y mentalmente, sumado a eso estaban los mil tragos de
soberbia que él se había tomado, el hecho de sentirse invencible, de pensar que
sus actos no tendrían consecuencias, ella empezó a cargar con mil problemas
que empezaron a apartarlos y con la juventud e inexperiencia de madurar de
ambos, se distanciaron y él temió lo peor, en su locura terminó destruyendo
todo, el castillo de versos que ambos construyeron juntos se destruyó.
Él se encerró en sí mismo, visitando mil veces las agujas de los hospitales,
trayendo a los mejores doctores del mundo para averiguar su rara enfermedad,
él nunca dijo nada, nunca reveló que estaba enfermo de amor, solo guardó la
foto en la que aparecían juntos en la billetera, esto para motivarse, para no
cometer los mismos errores y ser mejor persona, poco a poco fue sanando, hubo
quienes le extendieron la mano para salir de aquel hoyo en el que él se había
puesto, al fin escapó de aquel hueco llamado inmadurez y reconstruyó su
armadura de caballero al que llamaba estabilidad emocional, empezó a ver de
otra manera el mundo, dejó de lado un poco el arte y experimentó nuevas cosas,
como ver a once sujetos blaugranas tras un balón, emocionarse con las
festividades locales y ser feliz sin depender de alguien, quizá estaba mejor sin
ella.
¿O quizá no?
De repente un mensaje llegó, inesperado, imprevisto y firmado con el nombre
de ella, no había más detalles, solo su presencia y las ganas de verse, ¿mutuas?
Tal vez sí eran mutuas, pero el miedo en él revivió, aquel miedo de verla y
sentirse inseguro nuevamente, pero luego un mensaje que lo tranquilizó, ¿cuál
sería? Eso se lo guardó para él.
Y se citaron bajo esos pájaros azules que acompañan a su querida universidad,
ella tan diferente, él también, nuevas versiones de ambos, pero con la misma
esencia de la primera vez, otra vez el suave olor a canela afrutada y la sensación
de haberse visto sin haberlo hecho antes.
Otra vez volvieron aquellas conversaciones fluidas, él ahora contando las
hazañas de aquel mítico equipo blaugrana que ganó un sextete en el lejano 2009
y que él soñaba con emular aquella hazaña, pero bajo sus reglas, ella hablando
de las mil aventuras que vivió como ahora una consolidada actriz.
De repente…
Se encontraron surcando los cielos de la joven ciudad, viajando cual cóndor de
los andes y de pronto ella pidió poder inclinarse en su pecho, él accedió
abrazándola y quedándose en silencio, él pidió tomar su mano, ella accedió
enlazando sus manos una vez más, ella pidió que le acariciará el pelo como en
los viejos tiempos, él sintió nuevamente su suave cabello y contuvo sus ganas
de llorar, él pidió poder darle un beso en la frente, ella asintió con la condición
de devolverle el beso, ella pidió que cierre los ojos, él lo hizo y de repente sintió
los labios tímidos de ella, su amor seguía ahí, no intacto, no igual, sino mejor,
más maduro y más añejado como aquel buen vino que compartieron alguna vez.
¿Un amor perfecto? Definitivamente no lo es, pero dejemos los amores
perfectos para los cuentos de hadas, nosotros somos humanos y los humanos
cometen errores, lo importante es no volverlos a cometer, bueno al menos eso
aprendí del aquel legendario jugador blaugrana con el dorsal 14 o a veces 9
llamado Johan Cruyff…

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