Pequeña Timtaya
Pequeña Timtaya
Pequeña Timtaya
Timtaya, era una pequeña vizcacha que le encantaba correr por todos lados, ella quería
conocer todos los lugares del altiplano y soñaba con correr hasta la costa. Un día, después de
mucho correr, vio a su lado una gran laguna llamada Isluga, como estaba cansada decidió tomar
un poco de agua de aquella laguna para refrescarse, pero como era tan inquieta corrió hacia ella y
sin querer se tropezó y rodo hasta caer dentro de la laguna, ¡Timtaya no sabia nadar! Por lo que
comenzó a gritar y pedir ayuda, pero nadie la escuchaba. Justo en aquel momento iba
sobrevolando la laguna un gran cóndor de los andes, desde lo lejos vio la situación y decidió
ayudar. Bajo su vuelo raudamente y con sus grandes garras tomo a Timtaya y la saco del agua. La
vizcacha gritaba: No me comas, cóndor, por favor. Unos minutos mas tarde el cóndor bajo su
vuelo y dejo a la vizcacha cerca de su familia. -No te comeré- dijo el cóndor, -Entonces, ¿Por qué
me salvaste? - preguntó Timtaya. -Algún día necesitare que tu me ayudes a mi- respondió. Timtaya
se quedó muy pensativa, ¿Cómo podría ella ayudar a un cóndor tan grande siendo ella muy
pequeña?, ahora más tranquila volvió con su familia.
Pasaron varias semanas y Timtaya seguía como siempre muy inquieta y corriendo por
todos lados. Una mañana cuando recién comenzaba su día de aventuras, vio algo que nunca había
visto en aquel lugar, era un humano, pero no cualquier persona, era un cazador y estaba armado
buscando su presa. Se quedo muy quieta mirando lo que buscaba y se sorprendió mucho cuando
se dio cuenta que quería cazar era al gran cóndor que la había salvado. Sin pensarlo decidió
ayudarlo, le gritaba, pero este no escuchaba, estaba lejos pasado al borde de la laguna comiendo.
¿¡Ahora que hago?! Se preguntaba la pequeña vizcacha, si no podía alertar al cóndor entonces
tendría que detener a aquel cazador. Cuando el hombre estaba apuntando al gran ave y preparado
para disparar Timtaya corrió tan rápido hasta que llego a los pies del cazador y comenzó a morder
sus piernas, el cazador disparo, pero su tiro se desvío hacia el cielo por el dolor que sintió, al notar
que estaba siendo mordido soltó su arma y salió corriendo, cayéndosele su escopeta la que quedo
rota en aquel lugar. El sonido del disparo alerto al cóndor que vio todo lo que pasaba y emprendió
el vuelo para salvar su vida. Al ver que el cazador escapo, volvió al lugar para agradecer a la
pequeña vizcacha. – Yo sabia que algún día tu me ibas a salvar a mi- le dijo el gran cóndor. La
pequeña Timtaya, se sentía muy feliz y orgullosa de poder ayudar a otros y allí entendió que a
pesar de que todos somos distintos, nos podemos ayudar unos a otros.