MATEO 6 Tesoros en El Cielo

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MATEO 6:19-34.

Tesoros en el Cielo
Uno de los principales motivadores en el mundo es la riqueza, ya que muchos
creen que el dinero trae seguridad y “lo compra todo”. Por eso, el corazón de
muchos se invade de avaricia y codicia; quieren más y más, sin límite, a cualquier
costo. Este pensamiento es muy común en la actualidad, y lamentablemente se
ha infiltrado en la Iglesia. Pero en el Reino de Dios se nos enseña completamente
lo opuesto, y de esto habló Jesús en el Sermón del Monte.

(Mateo 6:19-21) No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la


herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; sino acumulaos tesoros
en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no
penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

¿Dónde está tu corazón? ¿Qué consideras importante en tu vida? ¿A qué le


dedicas la mayor parte de tu tiempo y atención? Las repuestas a estas preguntas
te revelarán cuál es tu tesoro.

El tema de las riquezas se ha prestado a mucha confusión, ya que algunos han


interpretado las palabras de Jesús como si Él estuviera hablando mal de la
prosperidad—pero no es así. Dios quiere que nos vaya bien y seamos prósperos
(3 Juan 1:2; Deu. 10:13; Deu. 12:28; Sal. 1:3)…pero lo que no quiere es que
pongamos nuestra confianza en las riquezas en lugar de confiar en Él. Dios
quiere que prosperemos, pero esa no debe ser nuestra meta. La prosperidad
vendrá como fruto de la obediencia y la bendición de Dios, pero lo más importante
es estar bien con Dios.

SERVIR A DIOS O A LAS RIQUEZAS


El problema con las riquezas es que se ha convertido en un dios. A esto hizo
referencia Jesús:
(Mateo 6:24) Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y
amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y
a las riquezas.

La palabra que se traduce como “riquezas”, en griego es: “Mamón”, que


literalmente significa: confianza o avaricia. Mamón era el nombre de un dios
pagano del Medio Oriente. En Egipto, había una esfinge gigante dedicada a este
dios, conocida como el “Coloso de Mamón”. En Grecia y Roma, su equivalente
era el dios Plutón (cuyo nombre significa: enriquecerse). Ese dios también recibía
el nombre de “Hades”, a quien se consideraba como el custodio de las
abundancias de la tierra, además de ser el guardián del inframundo.

Mamón no es equivalente al “dinero”. El dinero puede ser visto como un simple


instrumento, pero lo malo es el “amor al dinero”. La pregunta con respecto al
dinero es: ¿dónde está nuestro corazón? Cuando la riqueza se convierte en lo
más importante, entonces servimos a Mamón, que es el espíritu de avaricia.

Leamos lo que Pablo escribió al respecto…


(1 Timoteo 6:7-11) Porque nada hemos traído al mundo, así que nada podemos
sacar de él. Y si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos
contentos. Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en
muchos deseos necios y dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la
perdición. Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual,
codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores.
Pero tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la
fe, el amor, la perseverancia y la amabilidad.

Todos debemos usar dinero tarde o temprano, pero Pablo nos exhorta a que
evitemos caer en la trampa del amor del dinero. Cuando el dinero es un “ídolo”,
éste se convierte en una fuerza que nos lleva a dedicar la vida y entregarla a la
búsqueda del dinero, a cualquier costo.

El diccionario define la “codicia” como: el deseo excesivo de poseer muchos


bienes y riquezas. Es el amor al dinero y el deseo insaciable de tener más y
más. En el mundo, la codicia es el modus vivendi, pero tiene un alto costo.
(Proverbios 28:22) El hombre avaro corre tras la riqueza, y no sabe que la miseria
vendrá sobre él.

Cuando uno se enriquece por el afán de la vida, el fruto no es de bendición.


Mucha gente sacrifica principios y valores con tal de obtener ganancias. Esas
riquezas vienen acompañadas de tristeza.
(Proverbios 10:22) La bendición de Jehová es la que enriquece, y Él no añade
tristeza con ella.

De principio a fin, la Biblia nos revela que Dios quiere bendecirnos y que
prosperemos. Esto lo interpretamos como prosperidad material, pero es mucho
más que eso: también es estar bien con la familia, socialmente, emocionalmente,
etc. Aun más importante que la bendición material es la espiritual. Este es el
mensaje que nos deja el apóstol Juan:
(3 Juan 1:2) Amado, ruego que seas prosperado en todo así como prospera tu
alma, y que tengas buena salud.

Aun la bendición que el Señor nos da no es para “acumularla” sino para usarla
bien y compartirla. Esto es lo que nos dice Pablo, enseñándonos el correcto uso
de las riquezas:
(1 Timoteo 6:17-19) A los ricos en este mundo, enséñales que no sean altaneros
ni pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, el cual
nos da abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos. Enséñales que
hagan bien, que sean ricos en buenas obras, generosos y prontos a compartir,
acumulando para sí el tesoro de un buen fundamento para el futuro, para que
puedan echar mano de lo que en verdad es vida.

El Señor nos insta a que pongamos nuestra vista en las cosas eternas. Lo
temporal se arruina y pasa, pero lo eterno dura para siempre.

EJEMPLO DE JOB
Job fue un hombre sumamente próspero, y tuvo el cuidado de preguntarse dónde
estaba su corazón con respecto a las riquezas…
(Job 31:24-25,28) Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres
tú; si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen, y de que mi mano hallase
mucho… Esto también sería maldad juzgada; porque habría negado al Dios
soberano.

Job hizo la pregunta que todos debemos hacernos: ¿Dónde está puesta mi
confianza…en Dios o en las riquezas? Si su confianza estaba en las riquezas,
entonces él sabía que no estaba confiando en Dios.

El mundo sirve al dios del dinero, pero los creyentes en Dios estamos llamados a
servir a Dios, a confiar en Él y a vivir como Dios manda, siguiendo las virtudes del
Reino de Dios (1 Tim. 6:7-11).

EL AFAN DE LA VIDA
Luego que Jesús preguntara si servimos a Dios o a las riquezas, Él habló sobre el
miedo y el afán de la vida.
(Mateo 6:25) Por eso os digo, no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o
qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el
alimento y el cuerpo más que la ropa?

Los temas del “amor al dinero” y el “afán de la vida” están vinculados, ya que
ambos tienen como raíz principal el miedo.

El espíritu de avaricia (Mamón) opera a través del miedo, creando inseguridad


sobre el futuro y lo que pueda pasar. Luego de provocar miedo, Mamón ofrece
“una solución”: alcanzar seguridad a través de la avaricia y la acumulación. Ganar
dinero y acumularlo se convierte en el objetivo, en la meta y la pasión. Si uno vive
para acumular, en lugar de disfrutar y compartir, entonces uno sirve a Mamón y no
a Dios.

Lo contrario a acumular es dar y compartir, y de esto habla Jesús en este capítulo.


…Pero antes de leer lo que Jesús dijo al respecto, primero debemos comentar
sobre el concepto hebreo de “buen ojo” y “mal ojo”…

OJO BUENO O MALO


En la tradición hebrea, el concepto de “buen ojo” (heb. Ayin Tova) se refiere a
alguien que es generoso.
(Prov. 22:9) El ojo misericordioso será bendito, porque dio de su pan al indigente.

Por el contrario, cuando alguien tiene “mal ojo” (heb. Ayin Raa), se refiere a
alguien que es tacaño y poco generoso.
(Prov. 23:6-8) No comas pan con el avaro, ni codicies sus manjares; porque cual
es su pensamiento en su corazón, tal es él. Come y bebe, te dirá; mas su corazón
no está contigo. Vomitarás la parte que comiste, y perderás tus suaves palabras.

Veamos ahora lo que Jesús dijo del ojo…


(Mateo 6:22-23) La lámpara del cuerpo es el ojo; por eso, si tu ojo está sano, todo
tu cuerpo estará lleno de luz. Pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará lleno
de oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la
oscuridad!

Noten que esta explicación la dio en torno al tema de las riquezas. La avaricia y
codicia nos llevan a tomar malas decisiones en la vida. Por el contrario, un
corazón generoso trae bendición. Pablo escribió:
(Efesios 5:8-10) porque antes erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor;
andad como hijos de la luz (porque el fruto de la luz consiste en toda bondad,
justicia y verdad), examinando qué es lo que agrada al Señor.

En otra carta, Pablo también nos exhorta a que pongamos la vista en las cosas
eternas, y no en este mundo…
(2 Corintios 4:18) al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las
que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se
ven son eternas.

¿En dónde está puesta tu vista? ¿En dónde está puesta tu confianza?

CONFIANZA EN DIOS
En teoría, todos los creyentes dicen creer en Dios, pero la prueba de oro está en
las decisiones diarias. A continuación, Jesús presenta un ejemplo de lo que
generalmente preocupa a todos y nos puede quitar la paz…
(Mateo 6:25) Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de
comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es
la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?

Aquí Jesús menciona las necesidades básicas de todo individuo: alimento y


vestido.

Jesús nos lleva a apreciar que la preocupación por estas cosas es equivalente a:
no confiar en Dios. Con esto no quiere decir que no nos “ocupemos” por cubrir
nuestras necesidades básicas; más bien, el Señor nos dice que “no nos
afanemos”.

“Ocuparse” es equivalente a hacer lo que uno tiene que hacer, es decir,


trabajar. Esto es muy diferente a: “preocuparse”, que es inquietarse o angustiarse
de antemano por algo que aún no ha sucedido. Lo delicado de la “preocupación”
es que es mala consejera, y nos lleva a tomar malas decisiones—no basadas en
lo que Dios dice sino en lo que nosotros creemos que nos conviene. Allí está el
meollo del asunto.
NO OS AFANÉIS
En esta sección del Sermón del Monte, Jesús repite cuatro veces que no nos
afanemos. La “preocupación” es el sentimiento de inquietud, temor o
intranquilidad por una situación determinada. Según esta definición, la
preocupación depende de las circunstancias. Pero lo que Jesús dice es que
debemos ponernos “sobre” las circunstancias.

Jesús comparte varios casos que nos sirven de ejemplo:


(Mateo 6:26-32) Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen
en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho
más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su
estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios
del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón
con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que
hoy es, mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a
vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos,
o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas
cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas
cosas.

Tal vez se pregunten: Ante la incertidumbre, ¿cómo puede uno dejar de


preocuparse? Jesús da la respuesta: Confiando en Dios. Esto no se refiere a una
“fe ciega” que quiere creer cualquier cosa, sino a la fe en lo que Dios ha dicho y en
quién es Él. “Confiar en Dios” no es esperar que Él lo haga todo, mientras que
uno se queda con los brazos cruzados; más bien, confiar implica conocer la
Voluntad de Dios, y hacerla.
(Mateo 6:33) Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas
estas cosas os serán añadidas.

El Señor quiere que hagamos nuestra parte, y Él hará la suya; nosotros debemos
trabajar y hacer lo correcto, y Él dará la gracia y la bendición. Esto es “buscar el
Reino de Dios y Su justicia”.

El Señor nos insta a que busquemos el Reino de Dios, es decir, a aprender cómo
se vive según el orden de Dios. Ya sabiendo esto, debemos ponerlo en práctica,
es decir: hacer justicia. Si hacemos las cosas como Dios manda, nos irá bien…
(Deu. 12:28) Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando, para que
haciendo lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová tu Dios, te vaya bien a ti y a
tus hijos después de ti para siempre.

Si cumplimos con nuestra parte, tenemos la seguridad que Dios cumplirá con la
suya; por lo tanto, no tenemos por qué preocuparnos por el mañana.
(Mateo 6:34) Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de
mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
Esto requiere de fe, pero ¿acaso no es eso lo que Dios espera de nosotros? (Heb.
11:6). Nuestra confianza no debe estar puesta en nosotros mismos, sino en Dios,
sabiendo que Él es bueno y justo, y todo está bajo Su control.

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