El Camino de La Autodependencia

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El camino de la Autodependencia

Ya no se cosecha en este tiempo, no se cosecha nunca. ¿Cuánto dura cada


tercio? Lógicamente, esto depende del tiempo que va a durar la vida. Cuando
nuestros ancestros vivían entre treinta y cinco cuarenta años, como promedio y
con toda la suerte, entonces un tercio era trece años. La juventud y la adultez se
desarrollaban entre los doce y los dieciocho años, y la madurez se alcanzaba a los
veinticinco. Cuando a principios de siglo nacieron nuestros padres, la expectativa
de vida era de sesenta años. Así, la duración de los tercios se fue modificando.

Cuando uno deja de ser un adolescente, les dice (o seria bueno que les dijera) a
sus padres: "A partir de ahora dedíquense a ustedes, porque de mi me ocupo yo".
Uno tiene que aprender a hacerse cargo de sí mismo, aprender a
responsabilizarse de uno, aprender la autodependencia.

Aquellos hijos que no terminan de deshacerse, que se quedar prendidos de los


padres sin animarse a subir al trampolín y saltar en parte lo hacen por una
responsabilidad de los padres, que supieron enseñarles a hacerlo, y en parte por
una responsabilidad de ellos.

Los padres tendrán que mostrar a estos hijos, aunque sea tardíamente, que deben
soltarse, que uno no está para siempre. Con mucho amor y mucha ternura, éstos
padres deberán entornar la puerta y... pegarles una patada en el culo. Porque en
algún momento los padres tienen que hacer esto si es que los hijos no lo hacen.
Habitualmente, los hijos aprenden y se van solos. Pero si no lo hacen,
lamentablemente, en beneficio de ellos y nuestro, será bueno empujarlos a que
abandonen esa dependencia. Estoy harto de ver y escuchar a padres de mucha
edad que ha generado pequeños ahorros o situaciones de seguridad con esfuerzo
durante toda su vida para su vejez, y hoy tienen que dilapidarlos a manos de hijos
inútiles, inservibles, que además tienen actitudes exigentes respecto de los
padres.

Es hora de que los padres sepan las limitaciones que tiene esta historia de su
deseo. A veces uno puede ayudar a sus hijos porque quiere, y está muy bien.
Pero hay que comprender que nuestra obligación terminó. Qué importante sería
ayudar a nuestros hijos a transitar espacios de libertad. Qué importante sería
ayudarlos hasta que ellos sean adultos. Y si no han sabido administrar lo que les
dejaron, y si no han podido vivir con lo que obtuvieron, y si no saben cómo hacer
para ganarse el dinero que quieren, díganles que pasen a buscar un sandwich
cada mañana.

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