El documento presenta tres ejemplos literarios que ilustran diferentes perspectivas sobre el destino: 1) Edipo Rey de Sófocles muestra cómo el destino de Edipo se cumple inevitablemente a pesar de los intentos de evitarlo; 2) el cuento "La lámpara dispuesta" plantea el debate sobre si los eventos son predestinados o fruto del azar; 3) en Macbeth de Shakespeare, el protagonista desafía su destino revelado y se enfrenta a su enemigo aunque sabe que no puede vencerlo.
0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
23 vistas2 páginas
El documento presenta tres ejemplos literarios que ilustran diferentes perspectivas sobre el destino: 1) Edipo Rey de Sófocles muestra cómo el destino de Edipo se cumple inevitablemente a pesar de los intentos de evitarlo; 2) el cuento "La lámpara dispuesta" plantea el debate sobre si los eventos son predestinados o fruto del azar; 3) en Macbeth de Shakespeare, el protagonista desafía su destino revelado y se enfrenta a su enemigo aunque sabe que no puede vencerlo.
El documento presenta tres ejemplos literarios que ilustran diferentes perspectivas sobre el destino: 1) Edipo Rey de Sófocles muestra cómo el destino de Edipo se cumple inevitablemente a pesar de los intentos de evitarlo; 2) el cuento "La lámpara dispuesta" plantea el debate sobre si los eventos son predestinados o fruto del azar; 3) en Macbeth de Shakespeare, el protagonista desafía su destino revelado y se enfrenta a su enemigo aunque sabe que no puede vencerlo.
El documento presenta tres ejemplos literarios que ilustran diferentes perspectivas sobre el destino: 1) Edipo Rey de Sófocles muestra cómo el destino de Edipo se cumple inevitablemente a pesar de los intentos de evitarlo; 2) el cuento "La lámpara dispuesta" plantea el debate sobre si los eventos son predestinados o fruto del azar; 3) en Macbeth de Shakespeare, el protagonista desafía su destino revelado y se enfrenta a su enemigo aunque sabe que no puede vencerlo.
Descargue como DOCX, PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 2
Anexo 5
LA INEVITABILIDAD DEL DESTINO: El destino de los humanos se presenta muy frecuentemente en la
literatura como una fuerza invisible de la que es imposible escapar. Hagan lo que hagan los personajes están abocados a cumplir su sino. Edipo Rey, de Sófocles, es un ejemplo clásico. Un oráculo vaticinó al Rey de Tebas que su hijo lo mataría y se casaría con su esposa, es decir, con su propia madre. El Rey manda a abandonar a su hijo recién nacido en el monte para que muera. Pero el niño sobrevive, y, al hacerse adulto, sin saber su origen, mata a su padre, y se casa con su madre, convirtiéndose así en Rey. Cuando Edipo, ya al final de la obra, averigua lo sucedido, se siente horrorizado: SERVIDOR. - Pues bien, era uno de los vástagos de la casa de Layo. EDIPO. - ¿Un esclavo, o uno que pertenecía a su linaje? SERVIDOR. - ¡Ay de mí! Estoy ante lo verdaderamente terrible de decir. EDIPO. - Y yo de escuchar, pero, sin embargo, hay que oírlo. Servidor. - Era tenido por hijo de aquél. Pero la que está dentro, tu mujer, es la que mejor podría decir cómo fue. EDIPO. - ¿Ella te lo entregó? SERVIDOR. - Sí, en efecto, señor. EDIPO. - ¿Con qué fin? SERVIDOR. - Para que lo matara. EDIPO. - ¿Habiéndolo engendrado ella, desdichada? SERVIDOR. - Por temor a funestos oráculos. EDIPO. - ¿A cuáles? SERVIDOR - Se decía que él mataría a sus padres. EDIPO. - Y ¿cómo, en ese caso, tú lo entregaste a este anciano? SERVIDOR. - Por compasión, oh señor, pensando que se lo llevaría a otra tierra de donde él era. Y éste lo salvó para los peores males. Pues si eres tú, en verdad, quien él asegura, sábete que has nacido con funesto destino. EDIPO. - ¡Ay, ay! Todo se cumple con certeza. ¡Oh luz del día, que te vea ahora por última vez! ¡Yo que he resultado nacido de los que no debía, teniendo relaciones con los que no podía y habiendo dado muerte a quienes no tenía que hacerlo!
EL DESTINO FRENTE A LA CASUALIDAD: Existe un debate filosófico desde la Antigüedad sobre si la
vida humana está prefijada por el destino o todo lo que sucede en ella es fruto del azar, de la casualidad, y no hay por tanto ningún sentido detrás de los acontecimientos. “La lámpara dispuesta”; cuento del estadounidense O’ Henry, narra cómo dos chicas, Lou y Nancy, de humilde condición, buscan el amor. Nancy desea casarse con un, hombre rico, que le dé una vida cómoda; en cambio Lou solo desea enamorarse. Tras una serie de circunstancias, Lou se compromete con un millonario, mientras que Nancy se queda con Dan el austero novio de Lou. Dan salía de la lavandería en el preciso momento en el que ella llegó, su semblante estaba extraño, tenso. - Se me ocurrió entrar aquí para preguntar si tenían noticias de ella - Dijo. - ¿Noticias de quién? –pregunto Nancy-. ¿No está aquí Lou? - Creí que usted lo sabía –dijo Dan-. Lou no viene a la lavandería ni va a su casa desde el lunes. Se llevó todas sus cosas de allí. Le dijo a una de las muchachas de la lavandería que quizá se fuese a Europa. - ¿No la ha visto nadie en ninguna parte? –preguntó Nancy. Dan la miró apretando fuertemente las mandíbulas y con una mirada firme en los serenos ojos grises. - Me dijeron en la lavandería que ayer la vieron pasar… en un automóvil –dijo con voz ronca-. Supongo que iría con uno de esos millonarios de los que hablaba siempre con usted. Por primera vez Nancy se acobardó ante un hombre y puso su mano, algo trémula, sobre la manga de Dan. - Usted no tiene derecho a decirme semejante cosa, Dan…, ¡Cómo si yo tuviese algo que ver con eso! – declaró. 1 LA REBELIÓN ANTE EL DESTINO: Cuando un personaje literario conoce de alguna forma su destino (a través de oráculos o presagios, por ejemplo), muchas veces se rebela ante el hado funesto que le ha sido revelado. Al inicio de Macbeth, la obra del inglés William Shakespeare, tres brujas anuncian, al protagonista, noble escoces, que se convertirá en Rey. Posteriormente, le dicen que no será vencido hasta que el bosque de Birnam se acerque a su castillo. Pero al final de la obra, un ejército enemigo corta ramas y troncos del bosque para camuflarse, y se aproxima al castillo. Macbeth, pese a todo, desafía al destino y se enfrenta al, aunque sepa que no lo puede vencer. MACBETH: A usar tu lengua vienes ... ¡Pronto, tu mensaje! MENSAJERO. - Mi muy noble señor, he de afirmarle que cuanto voy a decir lo he visto ... Pero no sé cómo empezar. MACBETH. - Bien, habla. MENSAJERO. - Vigilando desde la colina me puse a mirar hacia Birnam y me pareció ver que el bosque empezaba a moverse. MACBETH. ¡Villano mentiroso! MENSAJERO. Descargue en mí su furia si no es como digo. En estas tres leguas puede verlo moverse; es una arboleda en marcha. MACBETH. Si has mentido, te colgarán vivo del árbol más cercano hasta que el hambre te devore ... Pero no me importaría que hicieras conmigo otro tanto si tus palabras son la realidad ... Se va desbaratando mi firmeza y empiezo a dudar del equívoco de la bruja que me alucinó con estas palabras: Nada temas hasta que el bosque de Birnam suba a Dunsinane. ¡y ahora ese bosque viene hacia Dunsinane! ... ¡A las armas, a las armas, y avancemos! Si esto que el mensajero afirma resulta cierto, tan inútil es escapar de aquí como permanecer. Parece que el Sol me molesta, y me alegraría que se desquiciara el mundo. ¡Hagan sonar las campanas! ... ¡Ruja el viento, sobrevenga la destrucción! ¡Al menos, moriré en el combate y con el arnés a la espalda!
EL DETERMINISMO: Al destino como fuerza inexorable cuyo curso no se puede cambiar se lo ha
relacionado con el determinismo, corriente de pensamientos según la cual la vida humana está condicionada por factores como la herencia física, la educación o el contexto sociocultural. Esta doctrina se manifiesta plenamente en Naná, del francés Emile Zola, Naná es una cortesana que goza de fama y prestigio entre la alta sociedad parisina; su origen familiar y social ha marcado su existencia y la ha llevado a ser lo que es. En la novela, un periodista llamado Fauchery escribe un artículo sobre ella. [...]Un estremecimiento conmovió a toda la sala. Naná estaba desnuda. Aparecía desnuda con una tranquila audacia y la certeza del poder de su carne. La envolvía una simple gasa; sus redondos hombros, sus pechos de amazona, cuyas puntas rosadas se mantenían levantadas y rígidas como lanzas; sus anchas caderas, que se movían en un balanceo voluptuoso; sus muslos de rubia regordeta... Todo su cuerpo se adivinaba, se veía, bajo el ligero tisú, blanco como la espuma. Era Venus naciendo de las aguas y sin más velo que sus cabellos. Y cuando Naná levantaba los brazos, se advertía, a la luz de la batería, el vello de oro de sus axilas. Ya no hubo aplausos. Nadie volvió a reír los rostros de los hombres se alargaban, se les encogía la nariz y tenían la boca irritada y sin saliva. Parecía que un viento muy tenue hubiese pasado, preñado de una sorda amenaza. De repente, en la bonachona muchacha, se erguía la mujer inquietante, aportando la locura de su sexo, descubriendo lo desconocido del deseo. Naná continuaba sonriendo, pero con una sonrisa aguda, de devoradora de hombres. [...]