La Cultura Del Trabajo y La Danza de La Lluvia

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La cultura del trabajo y la danza de la lluvia 1

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La cultura del trabajo
y la danza de la lluvia

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La cultura del trabajo
y la danza de la lluvia

Emilio Pauselli

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Pauselli, Emilio
La cultura del trabajo y la danza de la lluvia. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos
Aires : Grupo Editor Latinoamericano, 2011.
188 p. ; 19x26 cm. - (Estudios políticos y sociales)

ISBN 978-950-694-886-3

1. Sociología . I. Título
CDD 301

© 2011, by Emilio Pauselli


© 2011, by Grupo Editor Latinoamericano S.R.L.
Avda. Jujuy 1142, PB, “C” Buenos Aires,
Argentina. Tel - Fax: 4308-0308
[email protected]

Queda hecho el depósito que dispone la ley 11723.

Impreso y hecho en la Argentina. Printed and made in Argentina.

Colaboraron en la preparación de este libro:


Imagen de tapa: collage de Julián Gutiérrez
Diseño interior: Pablo Barragán.
Impresión y encuadernación: E. del Cuarto Mundo.
Películas de tapa: Proyección.
Se utilizó para el interior papel Obra Boreal de 80 gs.
y para la tapa cartulina Ilustración de 280 g provistos por Papelera Alsina SA.

6
A mis hijos,
excelentes trabajadores
y una posibilidad permanente
de aprendizaje

La cultura del trabajo y la danza de la lluvia 7


8 Emilio Pauselli
La cultura del trabajo y la danza de la lluvia

Índice

Introducción 13

Capítulo 1. Sobre premios y castigos 17


La pérdida del derecho a ser castigado 18
La lucha por la vida, esa vieja historia 22
La batalla ganada, la conciencia perdida 24
Por una exégesis de la falta de trabajo 27

Capítulo 2. Tecnología y ganancias 31


La aplicación de tecnología y la desaparición de puestos de trabajo 31
El fin del trabajo. El sentido de esa metáfora 34
El famoso tema de la “competitividad” 36
La acumulación de riqueza y la vida social 39

Capítulo 3. El trabajo como actividad socialmente codificada 43


El trabajo como práctica social 48
Empleo, desempleo y control de las personas 51

Capítulo 4. La falta de trabajo transformado en “problema social” 57


Desocupación y desocupados 61
Ambigüedad en los discursos sobre el empleo y el trabajo 66

Capítulo 5. Las distintas versiones de la danza de la lluvia 71


Conocimientos y habilidades: el primer paso de la danza de la lluvia 73
Segundo paso: la actitud proactiva 79
Los microemprendimientos: usted ya es un bailarín 81

Capítulo 6. La educación y el acceso al trabajo: la profesionalización del baile 85


Instrucción y acceso al trabajo 87
La educación para el trabajo y la demanda social 90
¿Cómo educar a la educación? 94

Capítulo 7. El trabajo y la economía social: la maestría en danzas autóctonas 101


El trabajo y la economía “natural” 103

La cultura del trabajo y la danza de la lluvia 9


La asociación y la cooperación: ¿para todos o para los marginados? 107
La economía alternativa y el desarrollo local 110
¿Economía alternativa o economía para pobres? 113

Capítulo 8. El mercado de trabajo y la destrucción de la cultura del trabajo 121


Trabajo y pobreza 122
Los jóvenes y el trabajo 125
Trabajo y derechos 128
La cultura del trabajo 131

Capítulo 9. Algunas reflexiones ante la limitación de puestos de trabajo 139


Estrategias de control horario 140
Actualización de la definición de derechos humanos 144
Los cuidados de la vida 146
La protección del trabajo en las crisis globales y regionales 150
Recuperación de saberes productivos 154
La renta básica universal o el ingreso ciudadano 156

Capítulo 10. ¿El ocaso de la civilización del homo faber? 161

Apéndice 1. Pensamiento único y modelo de país 169


¿Qué entendemos por “pensamiento único”? 169
Papel de la imaginación en el desarrollo humano 172
Para un modelo de país 175
El trabajo y el pensamiento único 177

Apéndice 2. La ideología de la historia 179


Los efectos in-creíbles de la historia 180
Los supuestos del “modelo terapéutico” 181
La historia: el pasado, el presente y el futuro 182
Una intelección construida desde el futuro 185
Las puertas de la razón y del deseo 187

10 Emilio Pauselli
Agradecimientos

Este libro no hubiera sido posible sin la actitud generosa de decenas de organizaciones
sociales que durante los últimos 20 años compartieron francamente con su autor las ex-
periencias exitosas o frustrantes que realizaron en su intento por facilitar el acceso de ellos
mismos y de otros seres humanos al mundo del trabajo. Sus preguntas y sus prácticas han
sido nuestra principal inspiración.
La obra terminada se debe, a su vez, al concurso de diversas personas. Nancy Boufflet ha
sido no solo la agente editorial sino la principal comentarista y confidente mientras se ela-
boraron estas páginas. Su misión se ha extendido considerablemente, incluyendo la bús-
queda de títulos raros y sugiriendo otros que el autor simplemente desconocía. Félix Bom-
barolo ha realizado una lectura detallada del borrador, ha señalado aspectos de contenido
necesarios de aclaración o simplemente de mejor exposición y, con sus sugerencias sin-
tácticas, ha dejado sin trabajo a los correctores. Lino Ochoa ha sido nuestra principal re-
ferencia para pensar el tema desde el punto de vista de las prácticas de recursos humanos
en las empresas; su vasta experiencia en programas de aumento de productividad y su jui-
cio agudo nos han orientado en diversos aspectos. Claro, él no tiene responsabilidad en las
conclusiones que se sacan en el presente libro.
Finalmente, una serie de amigos han leído el primer borrador. Opinaron sobre la forma y
el contenido, criticaron y alentaron; en resumen, han constituido el indispensable ámbito
de afecto necesario para ir en contra de la corriente. Ellos son Damián Valente, Jaime Vi-
llarraga, Juan Pablo Acerenza, Juan Serra, Laura Gervasi, Leonor Cruz, Lilian Toledo,
Mario”El Diablero” Arias, Mercedes “La Negra” Vergara, Miguel Cerviño, Norma Fon-
zalida, Ricardo Caballero y Ricardo Rooschild. A todos, muchas gracias.

El libro como objeto


La tapa es una obra de Julián Gutiérrez, artista plástico argentino, quien combinó las téc-
nicas de collage y fotografía para formar ese bello conjunto de objetos del trabajo cobija-
dos por el dios azteca de la lluvia. El conjunto del libro es mérito de Luis Tedesco y Pablo
Barragán, quienes lo cuidaron con profesionalismo y con afecto hasta que vio la luz. A
todos ellos, muchas gracias.

La cultura del trabajo y la danza de la lluvia 11


12 Emilio Pauselli
Introducción
La presente obra reúne una serie de ideas elaboradas
durante los últimos años, algunas de ellas aparecidas
en artículos y otras compartidas y enriquecidas en tra-
bajos, talleres y seminarios con organizaciones de base
y equipos técnicos dedicados a la llamada promoción
social. También han colaborado en la formación de
estos puntos de vista los trabajos realizados como con-
sultor en temas de desarrollo organizacional, incluido
asesoramiento en recursos humanos para empresas de
distintos rubros y magnitud.
Estas ideas giran alrededor del trabajo en nues-
tras sociedades, su disponibilidad, las maneras de ac-
ceso al mismo y los conocimientos y mitos que se
construyen alrededor de su concepto.
Las presentes reflexiones van con cierta libertad
desde las experiencias tal como se nos representaron
en su momento y las posibilidades de interpretación
que hemos ido construyendo para volver a pensar en
ellas. El lector extrañará la ausencia de datos estadís-
ticos macro que acompañen las afirmaciones particu-
lares1. Como compensación, encontrará una manera Por ejemplo, supondremos que el
de construcción de sentido que, según se nos señala
1

lector conoce que en la “crisis” del


reiteradamente, resulta en absoluta coincidencia con 2009 en los EEUU se perdieron 9
su experiencia cotidiana. ¿Cómo fundamentar, si falta
millones de puestos de trabajo y que la

hiciera, estas elecciones?


“euforia” de la recuperación se basa en
que en el año 2010 la economía está
Podemos decir que el saber socialmente reco- creando 75.000 nuevos puestos por
nocido –la ciencia–, organizado en las llamadas disci-
mes, sin datos sobre la expansión de la
PEA (Población Económicamente
plinas, confiesa desde su autodenominación su inten- Activa) en el mismo período.
ción: disciplinar las percepciones humanas. Sistemas
menos eficientes de producción de saber han permi-
tido que se reemplace, por ejemplo, la metáfora geo-
céntrica de Ptolomeo por la heliocéntrica de Copér-
nico, con las ventajas que ello ha implicado. Hoy no es
tan sencillo reemplazar la metáfora heliocéntrica, ¿o
no está convencido usted que la tierra gira alrededor
del sol?

Introducción 13
A este nivel epistemológico propiamente dicho
hay que agregar el entrecruzamiento entre el conoci-
miento científico y el poder. Éste utiliza las normas de
producción de aquél para financiar las producciones
Nos referimos a la compañía cuyo que, por ejemplo, demuestran que Minera La Alum-
brera2 no contamina el medio ambiente. Esa evidencia
2

paquete mayoritario corresponde al


grupo minero Xstrata Copper (de origen se contrapone a otras que tienen los pobladores de lo-
suizo, un país super cool), asentada en calidades de su radio de influencia: las plantas mueren,
cada vez hay que perforar a más metros de profundi-
la Provincia de Catamarca, Argentina.
Es un megaemprendimiento minero a
cielo abierto que contamina una amplia dad para hallar agua, los zorros pierden el pelo y los
región que incluye las provincias de ríos no tienen peces. ¿Cuál saber elegir para alcanzar
Catamarca, Tucumán, Salta y Santiago qué tipo de sociedad humana?
del Estero. Consume 50 millones de
litros de agua dulce diaria y libera Cuando la comprensión religiosa de la vida que
minerales pesados que van pasando –y nos trasladaba de este valle de lágrimas hasta el más
matando– a distintos organismos allá venturoso perdió su eficiencia a manos del indi-
viduo moderno, se pudo comprender la expresión
vivos. Los derechos de exploración y

“Dios ha muerto”3. Quizás, mirando el mundo horro-


explotación corresponden a YMAD
(Yacimientos Mineros de Aguas del
Dionisio), grupo conformado por el roso que produce el saber sancionado socialmente, po-
gobierno de la provincia de Catamarca, damos comprender que la ciencia ha muerto como re-
el gobierno de la República Argentina y fugio de la racionalidad, comprendiendo a ésta como
la capacidad humana de elucidar4 el presente. Claro
la Universidad Nacional de Tucumán.

que aún hay santos en el bosque que no se han ente-


Xstrata pagó a YMAD en concepto de
utilidades, correspondiente al segundo
trimestre del 2010, U$S 58 millones. En rado y creen sinceramente que a las pasteras5 deben
los últimos cuatro años YMAD percibió entrar los científicos y no los políticos6.
729 millones de dólares por ese
concepto. La Universidad Nacional de Pero aún más impresionantes que los efectos
Tucumán, integrante de la YMAD, es la que el conocimiento y la tecnología tienen en el
que controla y emite los informes sobre mundo natural, son los efectos en el mundo social. El
contaminación ambiental producidos esfuerzo hecho por las ciencias sociales para ser reco-
nocidas ellas también como conocimiento científico
por la minera.
Friedrich Nietzsche. Así hablaba no ha sido en vano. Las principales ciencias sociales
3

que regulan nuestras sociedades –la economía y el de-


Zaratustra. También pertenece a esta

recho– no aciertan a proveer una vida mínimamente


obra la metáfora el “santo el bosque”.
La institución imaginaria de la digna para las seis séptimas partes de la población del
4

planeta. Las hermanitas pobres de aquellas –la socio-


sociedad. Cornelius Castoriadis.
“Elucidar es el trabajo por el cual los
hombres intentan pensar lo que hacen logía, la antropología y otras– describen y prescriben
y saber lo que piensan”. con escasa incidencia en la vida humana.
5
Plantas de elaboración de pasta de Estas contradicciones entre el “conocimiento
papel asentadas en los márgenes de objetivo” y lo que realmente le pasa a millones de per-

14 Emilio Pauselli
sonas se expresa con total brutalidad en el mundo del los grandes ríos de Argentina y
trabajo. La versión “civilizada” o científica dice que la Uruguay. Se sabe con certeza la
falta de trabajo es una crisis del modelo. La compren-
contaminación producida por Alto
Paraná S.A. en la provincia de
sión “cultural” de lo cotidiano parece decir que la falta Misiones, Argentina, limítrofe con la
de trabajo es el modelo. república del Paraguay; y se sospecha
De esta manera, reflexionaremos sobre el tra-
fuertemente de los efectos producidos
en el medio ambiente por UPM (ex -
bajo como inclusor social y su relación con la cultura. Botnia) asentada en el departamento de
También aquí se nos ofrecerán opciones: la idea de Fray Bentos, Uruguay, limítrofe con
que en una sociedad existen excluidos sociales es no- Argentina.
table ya que, en rigor, es contradictoria en sí misma.
Una observación cuidadosa solo podría comprobar
6
Siempre queda la ilusión final de que
la ciencia es buena y los hombres
que hay excluidos de ciertos tipos de consumo, en mu- malos, que en algún lugar hay una
chos casos básicos. La idea de exclusión social es una verdad incontestable, garantía de la
metáfora que induce a creer que hay una sociedad que felicidad futura. El tema excede
funciona bien y de la que algunas personas o grupos largamente estas líneas, solo podemos
sociales están excluidos; solo se trata de que se inclu-
decir que esa ilusión funciona igual que
Dios: es bueno pero no está disponible
yan y pasen a disfrutar de los beneficios de todos. Esta para aliviar los sufrimientos de los
metáfora oculta la realidad de que los llamados ex- humanos.
cluidos son producidos y mantenidos –incluidos– en
esa situación por esta sociedad que, solo así, “funciona
bien”. Como comprenderán, no es lo mismo curar al
excluido para que logre incluirse –educando, contro-
lando, sancionando– que curar a una sociedad enferma
que produce pobreza como resultado de su forma mo-
délica de producir riqueza.
Finalmente, defenderemos la idea de que la cul-
tura del trabajo es mantenida por los trabajadores ocu-
pados y desocupados, y es atacada por las condicio-
nes del mercado de trabajo y la creciente relación entre
trabajo y pobreza. Hemos comprobado casuística-
mente que aquellos que hacen el centro de su discurso
en la necesidad de recuperar la cultura del trabajo son
personas que, en su inmensa mayoría, jamás han tra-
bajado.
Sobre el orden del libro, el lector encontrará un
primer capítulo que plantea la dimensión cultural de la
práctica contemporánea del trabajo y, a continuación,
tres capítulos que actualizarán las reflexiones consi-

Introducción 15
deradas como relevantes sobre el tema. En los capítu-
los cinco, seis y siete se describen los intentos fallidos
con que la sociedad intenta responder a los problemas
planteados por la falta de trabajo. El capítulo ocho re-
plantea la noción de “cultura del trabajo” y el nueve
esboza algunas estrategias deseables para intentar re-
correr nuevos caminos recreando la experiencia social
sobre estos temas. Finalmente, en el capítulo diez
compartimos preguntas y perplejidades sobre los
temas tratados.
Son parte de este libro dos apéndices. Un apén-
dice puede ser algo que sobra o algo que completa, el
lector decidirá al respecto. En el primero de ellos com-
partimos algunas ideas sobre la manera en que el lla-
mado “pensamiento único” impide pensar alternativas
de sociedad. En el segundo tratamos de llamar la aten-
ción sobre el papel del futuro en el sistema de moti-
vaciones humanas.
Sobre el libro como objeto, el mismo está pre-
parado con un margen generoso con dos objetivos: el
primero, que ese margen aloje las notas que acompa-
ñan al texto y facilite su incorporación por parte del
lector. El segundo objetivo es que el lector pueda, en
caso de desearlo, transformar el presente libro en un
cuaderno de trabajo escribiendo sus propias notas,
ejemplos, coincidencias, disidencias, nuevas ideas. O
sea, que el lector pueda también en forma explícita –
Es por eso que uno encuentra siempre ocurre– transformarse en autor7.
7

siempre una gran diferencia entre un


libro leído y la película realizada sobre Una nueva civilización se acerca: como siem-
su texto, por más fiel que sea la pre, la tendencia parece ser que sus características la
versión. Es que mientras leímos el
decidan unos pocos; pero, quizás una vez más –y
van…–, podamos hacer el intento de que incluya parte
texto nos transformamos en autores,
definimos el paisaje, colocamos voz a
los personajes, hasta las sonrisas y las de los deseos profundos de toda la humanidad, tantas
muecas son nuestra creación. En la veces escamoteados por nuestra impericia para tener
película no encontramos nada de eso, poder sobre el poder.
de ahí la decepción.

16 Emilio Pauselli
Capítulo1

Sobre premios y castigos1


La modernidad ha tematizado con ingenio muchos de 1
Este capítulo sigue el texto del
los aspectos que giran alrededor de los sistemas de artículo Sobre premios y castigos. Su
premios y castigos que supuestamente organizan y relación con la experiencia del trabajo.
mejoran la vida humana. Desde el refuerzo positivo
Pauselli, 2002. Lamentablemente, a
pesar de haber transcurrido casi una
que recibe el bebé cuando logra pronunciar correcta- década, las correcciones necesarias
mente una palabra, hasta la amenaza de cárcel y aun fueron mínimas.
de pérdida de la vida para los que se animen a exhibir
determinadas conductas, puede comprenderse la so-
cialización como influida, real o imaginariamente, por
este sistema pendular que promete beneficios o ame-
naza con penas a veces indescriptibles.
Mucho se ha dicho también sobre la asimetría
existente entre unas y otras promesas. Mientras los pre-
mios llegarían siempre tarde o nunca, los castigos se
repiten con envidiable regularidad de manera perma-
nente durante toda la vida de un ser humano. Y a me-
dida que se ingresa en la edad adulta, más aún. Ya las
golosinas, la lectura de un cuento o dormirse a upa de
un ser querido, no alcanzan a restañar las heridas que
nos ha producido la vida, en forma prevista o total-
mente espontánea. En esto también se nota la diferen-
cia: espontáneamente, también llegan pronto los casti-
gos y casi nunca los premios, como pueden certificar
los millones de participantes en los juegos de azar.
Tampoco se puede ignorar que muchos premios
y castigos funcionan de manera diferente, depen-
diendo de quién es el sujeto que debe recibirlos. Mien-
tras algunos en general logran evitar los castigos pre-
vistos, ya sea eludiendo la ley, modificándola o dero-
gándola, otros ven como llueven sobre sí las
calamidades, aun las que quizás solo por casualidad
no merecen. Las regulares crisis financieras son un
ejemplo donde las sociedades sufren sus consecuen-
cias en términos de desaparición de ahorros y de pues-

Sobre premios y castigos 17


tos de trabajo y los causantes reciben apoyo econó-
mico para resarcirse de los efectos de sus recientes
desmanes.
Finalmente, el prestigio alcanzado por este sis-
tema obedece a sus profundas raíces en la cultura, al
menos occidental. Una humanidad originaria solo se
dedicaba a ser feliz, cosa bastante lógica, ya que para
Nos referimos al sentido clásico qué vivir si no es para ello2. Pero alguien, o algunos,
2

–aristotélico– de felicidad. Etica


o algunas, o algunos y algunas, hicieron algo no de-
bido (de donde se hace evidente que la felicidad y el
Nicomaquea. Libro I.

deber llevan un largo matrimonio, aunque no siempre


duerman en la misma cama) y allí se desencadena la
lógica del premio y el castigo. El primero queda prác-
ticamente diferido hasta un más allá de la vida que da
Ver en San Agustín, Civitas Dei, la sentido al presente3, mientras que el segundo se hace
presente de manera cotidiana, haciéndonos desear fer-
3

idea de un presente que se interpreta


desde esta operación diferida y, en vientemente que ese más allá exista de alguna manera,
general, en qué sentido solo así cualquiera sea ella.
podemos hablar de historia.
Este cuadro de la vida humana, aunque triste en
sí, presenta la inmensa ventaja de que con el transcu-
rrir de los siglos nos hemos terminado acostumbrando
a él. Es más, si lográramos un poco más de equidad
en el reparto de los castigos, creo que muchos nos sen-
tiríamos medianamente satisfechos, algo así como la
concreción de la máxima de que “quien las hace, las
paga”. Pero tenemos malas noticias. Casi nunca han
funcionado los premios, eso ya lo sabemos; pero
ahora: ¡han dejado de funcionar los castigos! ¿Cómo
vivir sin ellos? La humanidad se encuentra al borde
de la disolución.

La pérdida del derecho a ser castigado


Todos hemos vivido o como padres de niños en edad
escolar, o como tíos, o simplemente como adultos en
contacto con niños, la aparición rubicunda de alguna
pequeña personita que se empeña en destruir todo a su
paso, si pudiera a nosotros mismos. Muchas veces le-

18 Emilio Pauselli
vantamos la vista hacia alguno de sus progenitores,
sospechando que quizás a ellos les cabe alguna res-
ponsabilidad por los destrozos manifiestos, pero nos
encontramos con una sonrisa compresiva ante nuestra
perplejidad. Si uno tiene suerte, hasta le será explicado
que contradecir el deseo del niño en ese momento im-
plicaría infringirle un trauma que repercutiría en toda
su vida afectiva posterior. Si usted ha vivido esa si-
tuación en la sala de espera de un pediatra, en la salida
a la plaza de los niños del jardín al que la maestra lo
invitó para que colaborara en el cuidado de los ange-
litos, o simplemente en su casa, no podrá negar que
debió reprimir un fuerte deseo de intervenir en la si-
tuación, pensando que no ejecutar su deseo tendría
consecuencias para su vida psíquica aun peor que para
la del niño. Finalmente, usted logró reprimir esa vio-
lenta intención, ayudado por la imagen de bondad
(ahora destruida) que acompaña a la niñez, sintiendo
que había privado a ese pequeño ser de una oportuni-
dad de ingresar a la cultura a través de su estentóreo y
amenazante grito: “¡Pará, bestia!”
Pero las sociedades no son niños. Están confor-
madas por una mayoría de adultos que, mal o bien,
hemos aprendido a no romper las cosas de la sala de
espera. Y los poderes y los gobiernos no son padres,
cuya responsabilidad sea ayudarnos a compartir una
–como la vida– no elegida cultura. El problema de la
pérdida del derecho a ser castigado se refiere no a un
aspecto formativo, sino constitutivo. Hay castigos que
nos constituyen como seres humanos, al punto de
haber generado corrientes de pensamiento que hacen
consistir la humanidad justamente en la realización del
castigo, y han hecho del cumplimiento del mismo un
origen y una virtud.
Uno de los libros pre–formadores de occidente4 4
Curiosamente, una colección de libros
abunda en imágenes relacionadas con nuestro tema. orientales.
Nos referimos a los conocidos castigos bíblicos que
acompañaron a la falta cometida por esos primeros –y

Sobre premios y castigos 19


mal aconsejados– seres humanos. No se salvó ni la ser-
piente, que fue explícitamente condenada a arrastrarse
5
Génesis, 3, 14-15. Dicen que sobre su vientre5, aunque sabemos que también perdió
“génesis” quiere decir origen, y es el el don del habla, ya que nunca más se la ha oído con-
versando con un ser humano –a excepción, claro está,
nombre que lleva el primero de los
libros que componen la Biblia.
de Harry Potter–. La mujer perdió su deseo, y le fueron
agregados numerosos dolores en su actividad de parir6.
6
Otra vez Génesis, 3, 16. Y al hombre, doblemente estúpido, por haber transgre-
dido la norma divina y por haberlo hecho por iniciativa
ajena, le fue quitado todo sustento espontáneo que le
podría ofrecer la naturaleza: “Maldita será la tierra por
tu causa, con dolor comerás de ella todos los días de tu
vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas
del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan
hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste to-
7
De nuevo Génesis, 3, 17-19. mado; pues polvo eres y en polvo te convertirás7”.
Sin ponernos a investigar minucias –como si la
muerte se agregó como castigo, o ya estaba prevista y
solo le fue anunciada por enojo en esa oportunidad–,
sabemos que el “parirás con dolor” y el “ganarás el
pan con el sudor de tu frente” atravesaron miles de
años, para ser aún hoy proverbios conocidos explíci-
tamente por una cantidad importante de personas, y
posiblemente anidado en la conciencia aun de los que
no podrían informarnos sobre su origen o existencia.
Engels, Federico. El papel del trabajo A este tipo de castigos nos referimos cuando habla-
8

en la transformación del mono en


mos de castigos constitutivos.
hombre, obra canónica, si las hay,
sobre este tema. El castigo del trabajo se transformó en teoría de
la aparición de la propia existencia humana8. Con bue-
nas razones se indica que ha sido el trabajo justamente
9
Nos referimos a la fábula popular, en
la que la cigarra pasa el verano
cantando y en invierno no tiene para lo que permitió al hombre constituirse como tal, y rea-
comer; mientras que la laboriosa lizar una experiencia diferenciada (?) del resto de la
hormiga se sacrificó acarreando hojitas naturaleza. El trabajo se ha constituido como virtud,
durante la mejor estación, y cuando como ya lo demuestra la diferente suerte que sufrieron
la cigarra y la hormiga9. En fin, tan constitutivos son
llegó el frío no tuvo inconvenientes
para sobrevivir. Ver la denuncia que
hace Javier Bardén en la película Los estos mandatos que hasta la mujer ha reivindicado,
lunes al sol sobre el supuesto carácter como signo de igualdad, ser ella también castigada
poco solidario de la hormiga. como el hombre y peleó duramente hasta ser admitida

20 Emilio Pauselli
masivamente en el mercado de trabajo; aunque el
hombre, para compensar, solo pueda hacer el patético
papel de (mal) acompañante en la sala de partos.
Claro que no ignoramos el valor metafórico del
trabajo como castigo, pero tampoco lo interpretamos
como la versión mítica de un proceso natural evidente.
Porque la pregunta previa a la del papel que el trabajo
desempeñó en la constitución de humanidad, es ¿por
qué el hombre trabajó? Si se entiende que nunca hubo
algo así como humanidad antes del trabajo, solo ha-
ríamos más precisa la pregunta: ¿por qué esa especie
que devendría en hombre a través del trabajo, lo hizo
y devino efectivamente en esa dirección?
Desconocemos la respuesta. No parece ser el
trabajo del hombre similar al de otras especies, como
las abejas, las hormigas o los castores, entre las más
paradigmáticas por el carácter colectivo de parte de
sus actividades. En algún sentido también trabaja el
animal que caza o que recolecta. Pero el trabajo hu-
mano parece poseer una posibilidad creativa diversa Si, como sospechamos, la especie
a la de otros seres, aunque tenga en común ser una ma-
10

humana lleva dando vueltas por este


nera de relación con el resto de la naturaleza orientada planeta desde hace cerca de un millón
a resolver necesidades de sobrevivencia. de años, lo que conocemos de manera
más cercana no excede los 15.000 años
Lo que queremos decir es que es frágil nuestro y de manera muy indirecta no más de
conocimiento causal sobre el carácter laborioso del ser 40.000. El que se sienta seguro de
humano10. En especial teniendo en cuenta que en mu- explicar cómo terminamos trabajando,
chas ocasiones la tendencia parece ser más a la pereza
que tire la primera piedra.

que al trabajo y hay un sinnúmero de técnicas y teorías


psicológicas, sociales y económicas orientadas a mo- Alienación es un concepto que indica
tivar al ser humano para que trabaje. Es conocida la
11

que algo se vuelve ajeno a un sujeto.


polémica que gira alrededor de modelos de salario so- Según Rousseau, el hombre se enajena
cial o subsidio abierto al desempleo en cuanto a sus
en una sociedad fallida; según Hegel, a
partir de su creencia ideal en el mundo;
efectos no deseados como anulador de incentivos para según Feuerbach, en la idea religiosa;
esforzarse en pertenecer al mundo del trabajo. según Marx, en la producción material.
Los procesos de alienación11 del producto y de
En todos los casos se está pensando
en procesos donde algo generado por
las decisiones que organizan el proceso del trabajo el ser humano se vuelve ajeno al
son, con seguridad, parte de las causas de la compleja mismo.

Sobre premios y castigos 21


relación del hombre con el trabajo. Pero la esperanza
de que la eliminación de la alienación –suponiendo
que ello fuera posible en términos materiales y no solo
imaginarios– humanizaría o re–humanizaría el trabajo,
nos obliga a una nueva serie de preguntas. Todas ellas
girarían alrededor de qué entendemos por humaniza-
ción del trabajo. Una de las tantas respuestas posibles
sería: que deje de ser un castigo. Como vemos, no hay
un abismo entre las pretensiones de la ciencia y las de
los mitos. Ambos hablan de las cosas que no conoce-
mos o no comprendemos.
Cuando aumenta año tras año la cantidad de
seres humanos que no logran insertarse en el mundo
del trabajo a escala planetaria, parece que el reclamo
por el derecho al trabajo es un reclamo por el cumpli-
miento del castigo prometido. Millones de personas
hoy ya no pueden ganarse el pan con el sudor de su
frente, ni de ninguna otra manera. Si pudieran cum-
plir la pena, lograrían vivir más dignamente, atender a
las necesidades propias y de sus descendientes y, sobre
todo, no sentirse discriminados respecto a otros indi-
viduos que sí disfrutan de ese castigo. Y este deseo no
es tan descabellado. Mientras que la condena digni-
fica al reo, ya que lo transforma en sujeto de derecho,
Ver La locura enloquecida, Ignacio la inimputabilidad lo borra de la lista de los seres ra-
cionales que aún creemos ser los humanos12.
12

Lewkowicz, 2004.

“En un apartado rincón del universo La lucha por la vida, esa vieja historia
13

centelleante, desparramado entre


innumerables astros, hubo una vez un Más allá del origen del trabajo, del hombre y de los
planeta en el que animales inteligentes premios y los castigos, la actividad transformadora de
inventaron el conocimiento. Fue el
la naturaleza, que el hombre ha encarado desde que te-
nemos noticias, ha sido parte de su lucha por sobrevi-
minuto más altanero y falaz de la
Historia Universal; pero, a fin de
cuentas, solo un instante. Tras breves vir en la superficie de un planeta pequeño, aislado en
respiraciones de la Naturaleza, el astro el borde de una galaxia, aparentemente sin vecinos bio-
se heló y los animales inteligentes lógicos en un radio bastante considerable13. El conoci-
hubieron de perecer”. F. Nietzsche, La
miento, el desarrollo de la técnica y de la ciencia, han
sido probablemente uno de los resultados de esta lucha.
verdad y la mentira en sentido
extramoral.

22 Emilio Pauselli
Más allá de la trascendencia de este hecho, la
permanente alianza y combate con la naturaleza –que
desarrollamos desde el momento en que debemos in-
gerir nutrientes y producir desechos para sobrevivir–,
ha marcado profundamente nuestra manera de ser hu-
manos. No solo en lo referido a la construcción so-
cial, que en muchos aspectos puede entenderse como
aleatoria14, sino en la propia construcción de la per- 14
Sobre este punto, recomendamos
sonalidad. Así, Freud creía que dominar la pulsión se- revisar las profundas –y en muchos
xual era una función social cuyo motivo es “en su raíz
aspectos proféticas– reflexiones de
Cornelius Castoriadis, La construcción
última, económico; como no posee [la sociedad] los imaginaria de la sociedad.
medios de vida suficientes para mantener a sus miem-
bros sin que trabajen, tiene que restringir su número
y desviar sus energías de la práctica sexual para vol-
carlas al trabajo. Vale decir, el eterno apremio de la
vida, que desde los tiempos primordiales continúa
hasta el presente”15. 15
Freud, Sigmund, 20º Conferencia. La

¿Será efectivamente eterno el apremio de la


vida sexual de los seres humanos.

vida? En un sentido, sí. Todo depredador se constituye


desde la lucha con lo otro, y en casos extremos, con-
tra lo mismo otro, como lo demuestran el canibalismo
y el capitalismo. En otro sentido, la expectativa de re-
solver ese apremio puede ser muy diversa. En ocasio-
nes, solo la casualidad permite salir triunfante. Otras
veces, una adecuada tensión de todas nuestras fuerzas
nos garantizará una razonable expectativa de resolu-
ción. Y un cambio profundo en la capacidad del hom-
bre de relacionarse con la naturaleza de manera de
atender sus necesidades puede transformar la resolu-
ción de los apremios en algo totalmente expectable y
el fracaso solo se podría producir en caso de negli-
gencia grave y estupidez generalizada de la especie.
Presentaremos una tesis que bordea esta última
posibilidad, aunque siendo piadosos con nosotros mis-
mos, intentaremos acompañarla de algunas hipótesis
que nos disculpen o propongan buenas razones que
justifiquen nuestra negligencia y estupidez.

Sobre premios y castigos 23


La batalla ganada, la conciencia perdida
El soldado japonés había quedado solo en la isla. La
lucha por la existencia era dura, pero podía arrancarle
a la selva –no sin esfuerzo– los recursos mínimos para
sobrevivir. Se sentía con fuerzas para continuar la gue-
rra, siendo fiel a su patria y a su Emperador. El con-
tacto con su mando hacía meses se había interrum-
pido, probablemente la guerra no estaba siendo fácil;
pero cuando le tocara entrar en acción, iba a estar listo
para oponer su vida a cualquier intento del enemigo
de utilizar esa isla en contra de sus hermanos. Ni el
aislamiento ni el paso de los años habían hecho mella
en su disposición al combate. Finalmente, después de
mucho tiempo, llegaron seres humanos a la isla. El
soldado no supo si amigos o enemigos. El asombro
fue mutuo: el combatiente no comprendía por qué no
tenía que combatir y los recién llegados no compren-
dían que aún no se hubiera enterado de que la guerra
había finalizado hacía 24 años.
Noticia, relato imaginario, un poco y un poco;
ésta puede ser una metáfora de la humanidad. Hemos
pasado cientos de miles de años enfrascados en una
lucha a brazo partido por sostenernos en la isla.
Somos hijos de antepasados remotos, que en ocasio-
nes –muchas veces solo por casualidad– tuvieron des-
cendencia antes de morir a una edad que hoy consi-
deraríamos joven o adolescente. Los sacrificios auto-
impuestos para sobrevivir, y los impuestos a los
demás en tanto lo creían necesario y era posible ha-
cerlo y sufrirlo, hacen de la idea del trabajo como cas-
tigo una versión mucho más creíble que la metáfora
del trabajo como causa y efecto de la aparición de la
inteligencia. Quizás esta última solo se desarrolló
para tratar de aliviar un poco ese tremendo castigo.
Noticia o relato imaginario también esto, la supervi-
vencia de la especie humana no es de los prodigios
menores de la naturaleza.
Así como el soldado japonés hizo de la lucha el

24 Emilio Pauselli
sentido de su vida, del mismo modo la humanidad
vivió concentrada en lograr vencer en esa porfía:
arrancarle a la naturaleza los medios necesarios para
la propia vida. Esa tensión milenaria claro que pre-
formó su comprensión del mundo (Marx), la consti-
tución de su individualidad (Freud) y la producción
de su discurso (Nietzsche). Es más, cada uno de los
sistemas sociales que conocemos ha consistido en lo-
grar delicados –no equitativos ni voluntarios– equili-
brios entre las personas y los grupos de personas para
salir victoriosos de esa lucha.
Quizás el producto más refinado y cruel para
que la humanidad libre esa batalla con éxito haya sido
el desarrollo del capitalismo. Generalizar la compe-
tencia entre los que manejan el poder –tanto en el te-
rreno militar como en el económico y en el cultural–
ha constituido un fuerte impulso a la superación para
imponerse. La situación de poner a las personas y gru-
pos de personas en competencia entre sí a fin de apro-
piarse de esos medios de vida ha favorecido una es-
pecie de sobrevivencia de los más aptos16. La pregunta pendiente es: ¿más
16

aptos para qué?


La opulencia de las sociedades actuales ha sido
desconocida en todas las constelaciones humanas de
las que tenemos noticias hasta ahora o que nos pode-
mos imaginar. El dominio alcanzado sobre la natura-
leza, la aplicación de la ciencia a la técnica y vice-
versa, la capacidad de producir y crear, transforman al
hombre en un hacedor de milagros, pocos siglos atrás
solo reservados a Dios o sus intermediarios. Este ho-
rizonte se ha construido en un período relativamente
breve, quizás durante los últimos 300 años. Como si “Tomar el cielo por asalto” es una de
después de una extensa, agotadora, y muchas veces
17

las metáforas más actuadas en los


derrotada lucha de guerrillas desarrollada durante últimos 50 años. Así lo certifican la
cientos de miles de años, luego de las batallas de los investigación espacial y la nueva moda
últimos milenios, en un arrebato frenético finalmente
de algunos poderosos de la tierra de
pasar sus vacaciones en una estación
hubiese tomado el cielo por asalto17. orbital. Arrastramos la creencia de que
Este ejército victorioso debería comenzar a dis-
el cielo está arriba y el prejuicio de que

frutar de los beneficios de la victoria, pero algo está


estar arriba es siempre mejor.

Sobre premios y castigos 25


saliendo mal en esta historia. Los seres humanos, que
han realizado esta epopeya, cada vez encuentran más
dificultades para sobrevivir. El sentido de la lucha se
ha vuelto irrealizable una vez que conseguimos el
triunfo. El soldado japonés puede pensar que no se en-
teró del fin de la guerra porque habían sido derrota-
dos, pero a nosotros, ¿qué excusa nos queda?
Propondremos entonces la tesis de que, ha-
biendo la humanidad logrado los conocimientos, téc-
nicas y recursos necesarios para obtener previsible-
mente los medios que necesita para su vida, aún sigue
política, social y culturalmente organizada como si es-
tuviera en una guerra por obtenerlos. Pareciera no
poder reconocer su propia victoria, en especial, por-
que en ese ejército hay generales, coroneles y todo tipo
de jerarquías que, habiendo obtenido inmensas venta-
jas en esta antigua guerra, no están dispuestos a infor-
mar de la victoria. Y muchos, sencillamente, no se han
dado cuenta.
El arquero de ese equipo de fútbol tenía una
tarea cada vez más complicada. No es que su equipo
se viera muy exigido; en general predominaba en el
juego y solo muy de vez en cuando se acercaban los
rivales hasta su arco. Pero el partido se jugaba de
noche, y aunque la iluminación era muy buena, nunca
es como el sol: hay que estar doblemente atento. En
la mitad del primer tiempo comenzó a bajar una es-
pesa niebla sobre el estadio; la verdad es que apenas
veía algo más allá del área grande. Por suerte pasó un
rato sin que nadie disparara sobre su meta; es más,
tampoco veía a sus defensores, que estarían parados
recién en la mitad de la cancha. Cuando estaba agu-
zando todos sus sentidos para percibir cualquier tipo
de peligro sobre su valla, ve acercarse a uno de sus
compañeros, pero en ropa sport y con su bolso cru-
zado en el hombro. “Nos olvidamos de vos”, le dijo,
“hace veinte minutos que se suspendió el partido por-
que no se veía nada”, a lo que el paciente arquero, ol-

26 Emilio Pauselli
vidando en el instante la ofensa, respondió: “Ya me
parecía raro tanto dominio”.
¿No nos empezará a parecer raro que el mundo
funcione sin requerir ninguna intervención de parte de
millones de personas a las que no se les demanda tra-
bajar?

Por una exégesis de la falta de trabajo


Quizás debamos comenzar a pensar que algo hay de
cierto en las descripciones de una era donde finaliza el 18
Ver El fin del trabajo, Rifkin, 1996. En
trabajo18, o de una época de éxodo de la sociedad de el capítulo 2 presentaremos algunas
trabajo19. La hecatombe que representan los millones
ideas de este autor.

de personas sin trabajo quizás sea el anuncio de la vic- Ver Miserias del presente, riquezas de
toria, quizás sea el síntoma de una futura sociedad
19

lo posible, André Gorz, 1998. En el


donde el trabajo ocupe solo una parte cada vez más capítulo 3 nos referiremos a esta obra.
pequeña de la vida del hombre.
En el siglo pasado, mentes precursoras alerta-
ban sobre el riesgo de que una mayor acumulación de
riquezas en la sociedad llevara a una hipertrofia de la
sociedad de consumo, destruyendo así la idea de pro-
greso y la lucha permanente por una vida cada vez más Ver El hombre unidimensional,
humana20. Y ese alerta se confirmó como absoluta-
20

Herbert Marcuse.
mente razonable cuando 30 años después, en la eufo-
ria que en algunos sectores desató la caída del muro de
Berlín, se proclamaba el fin de la historia y la reduc-
ción de la voluntad humana al deseo de comprar nue- Ver El fin de la historia, Francis
vos artefactos21.
21

Fukuyama.

Pero la historia no ha sido así o, al menos, no


totalmente así. El insalvable desajuste entre una pro-
ducción social de riqueza que luego se apropia pri-
vadamente, hace inviable aun el consumismo. La
búsqueda de aumentos de ganancia que le permitan
al capital competir con otros capitales crea una ló-
gica de disminución de costos, o sea, entre otros, sa-
larios y puestos de trabajo. Esto disminuye la capa-
cidad de consumo del mercado al que están destina-
dos justamente los productos y servicios que brindan

Sobre premios y castigos 27


esos capitales que, ante la recesión, deben volver a
22
Dicen los que saben que estos reducir costos, y así de seguido22. La globalización
procesos se ven compensados por la incorpora aceleradamente los mercados aún no mun-
dializados y, si en el futuro próximo no se descubren
baja de los precios. Solo queremos dar
dos pistas: en muchas ocasiones la
baja de precios no se produce, nuevos planetas habitados en las cercanías o la ma-
sencillamente por acuerdos o nera de que algunas personas puedan comer 85 veces
posiciones dominantes en los por día, manejar 64 autos simultáneamente y vivir en
mercados y la baja de costos solo 126 casas en el mismo instante, el problema no pa-
rece tener solución.
produce aumento de las utilidades
destinadas a reforzar la posición
dominante. Además, la tendencia a que Si nuestra hipótesis de que el castigo bíblico
las cosas “no valgan nada” abona
podrá ser cada vez menos cumplido resulta correcta,
podríamos estar ante una inmensa crisis en nuestra
nuestra tesis sobre la inutilidad del
capitalismo como modelo, justamente
por su anacronismo. cultura. Nuestra relación con el castigo organiza nues-
tra supervivencia: el que más castigo recibe más me-
dios de vida obtiene, ser castigado es la única manera
de ser admitido. En verdad, ser castigado es la única
manera de ser.
Las personas no nos presentamos diciendo cosas
como “mucho gusto, yo soy algo soñador”, o “yo soy
amante de las emociones fuertes”. “– ¿Qué es usted?
– Una persona honesta, aunque con mal carácter”.
Nada de eso, decimos en cambio “soy empleado de un
Banco”, “soy abogado”, “trabajo en mantenimiento en
una textil”, “soy taxista”. Eso somos, justamente lo
que hacemos. Es como decir: “– Yo soy aquel al que
le tocó esta parte del castigo. – Ah, mucho gusto”.
Porque, pensándolo bien, ¿qué otro derecho po-
dríamos exhibir para apropiarnos de parte de la ri-
queza generada por el trabajo de los humanos?
– ¿Usted trabaja?
– En realidad, no.
– Entonces ¿por qué quiere recibir medios de
vida?
– Pero, no encuentro en qué trabajar.
– Ah, señor, ese es su problema. ¿Qué ha hecho
usted para merecer un ingreso?
– Bueno, en realidad he nacido.
– ¿Nacido? ¿Está seguro? Mire que todos los

28 Emilio Pauselli
que nacemos estamos condenados a ganarnos el pan
con el sudor de nuestra frente.
– ¿Le parece? ¿No habré nacido?
– Yo que usted, me aseguraría.
Esta disminución de la necesidad del trabajo,
que no es paralela a una disminución de las necesida-
des humanas en general, crea una situación sin salida
mientras sean el capital y el trabajo los distribuidores
de riqueza. Es más, nos atrevemos a afirmar que el
mantenimiento del capitalismo actual hace cada vez
más inviable la vida humana, al menos, como la
hemos conocido hasta ahora.
Un siglo XXI que ha comenzado con guerras,
atentados, hambrunas, violaciones groseras de los de-
rechos humanos reconocidos formalmente por las na-
ciones; quizás no nos está hablando de belicismo, te-
rrorismo, falta de alimentos o poco desarrollo de las
democracias. Quizás este sombrío inicio nos esté ha-
blando de que así ya no podremos vivir.
Durante decenas de miles de años el hombre es-
tuvo empeñado en una lucha feroz por sobrevivir. Qui-
zás esa necesidad haya modelado nuestra civilización,
llevando a la humanidad a una barbarie sofisticada.
¿Por qué sofisticada? Porque antes la barbarie era una
cuestión de fuerza, ahora es una cuestión de derecho.
Quizás ahora, que ya podemos asegurar la sobrevi-
vencia de todos, esa impronta civilizatoria haya per-
dido su razón de ser.
Este puede ser un mensaje para los que estamos,
para los que vienen o para los que queden. Siempre
para los que amen. Con seguridad, para los que pueden
diferenciar a una persona que duerme en la calle ta-
pada con papel de diarios del actor que interpreta ese
mismo papel en una película. ¿Usted no está conven-
cido de la gravedad de la situación? Siéntese en el
suelo, despierte a esa persona y converse un rato con
ella. Intente comprender si hay mucha diferencia entre

Sobre premios y castigos 29


esa manera de ser humano y la suya. Y si usted es la
persona que duerme debajo de los diarios, acepte la
conversación, estará haciendo algo por un mundo
Walter Benjamin. Citado por Herbert mejor. Quizás sea cierto que “solo gracias a aquellos
sin esperanza nos es dada la esperanza”23.
23

Marcuse en El hombre unidimensional

30 Emilio Pauselli
Capítulo 2

Tecnología y ganancias
La tecnología –el análisis de las técnicas apropiadas
para obtener determinados resultados– es una de las
más grandiosas creaciones del género humano. A tra-
vés de la tecnología el hombre se ha hecho pájaro y
puede volar, se ha hecho pez y puede respirar debajo
del agua, se ha hecho dios y puede crear la vida.
A su vez, la tecnología permite a los seres hu-
manos producir los mismos bienes utilizando mucho
menos tiempo de su vida, pone al alcance de nuestra
civilización el sueño de trabajar para vivir y no tener
que vivir para trabajar.
Pero los innumerables beneficios que la ciencia
y la técnica podrían aportar al ser humano no están
ocurriendo. Por el contrario, cuanto mayor es el desa-
rrollo de la técnica más difícil se vuelve la vida para
millones de congéneres. Daremos tres ejemplos de
esto:

La aplicación de tecnología
y la desaparición de puestos de trabajo
En el año 2001 trabajamos con un grupo de desocu-
pados en el contexto de la crisis desatada ese año en la
Argentina. Estos trabajadores pertenecían a la indus-
tria telefónica, donde revistaron durante más de 30
años. Habían vivido el proceso de privatización1 de la 1
Eufemismo con el que se designó la
compañía telefónica estatal y luego deambulado por transferencia de activos productivos
distintas empresas fantasma a través de las cuales los
del Estado a empresas privadas a

nuevos dueños tercerizaban el trabajo precarizando las


precios viles, transformando la idea de
servicio público en la de negocio que
condiciones laborales y siendo así “más eficientes”. brindaría servicio a quien lo pudiera
Hacia el momento en que nos encontramos ya estaban pagar a un precio denominado “de
llegando al desempleo abierto. mercado”.

Estas personas interpretaban su situación de la

Tecnología y ganancias 31
siguiente manera: “Somos técnicos recibidos en la dé-
cada del 50, cuando no existía la tecnología digital.
Ahora que vino la tecnología digital, nos barrieron”.
En el proceso de investigación que estas personas rea-
lizaron aprovechando sus amistades de tantos años en
la industria, comprobaron que la idea que tenían de su
desempleo era totalmente errónea. Estudiando el caso
de una central que pasó de tecnología electromecánica
a tecnología digital descubrieron que la tasa de re-
cambio de personal en ese lugar fue de 64 a 1. Donde
2
Esta cifra puede parecer exagerada, trabajaban 64 personas había quedado solo una2. O
pero hay que tener en cuenta que en sea, aunque hubieran sido unos genios en el manejo
de la tecnología digital, igualmente habrían quedado
muchos casos se salteó la tecnología
analógica pasando directamente de la
electromecánica a la digital sin trabajo.
Otro ejemplo: en la década del 60, la industria
de la caña de azúcar incorpora tecnología que modi-
fica sustancialmente la actividad, en especial la cose-
chadora integral, que sintetiza el trabajo de hachada,
despunte y pelado de la caña.
Leonardo, el portero del edificio que ocupamos
en Tucumán, nos relata así en el 2010 su visión de la
actualidad de la actividad cañera: “Mi padre se hizo
su casa pelando caña, yo me hice mi casa pelando
caña, ¿de qué vivirá ahora la gente?” Por suerte para
él, haber accedido a un puesto de trabajo en la ciudad
le hace ignorar la respuesta a esa pregunta. Esas per-
sonas, desde el 60 en adelante, emigraron masiva-
mente hacia otras geografías o simplemente quedaron
sin trabajo.
Una de las principales actividades económicas
en la provincia de Misiones, Argentina, está consti-
tuida por la industria forestal. El cultivo de bosques
provee la materia prima tanto para tablas, chips con
destino a tableros y combustible, y pasta de papel. El
mantenimiento del bosque requiere, además de su
plantado, actividades de raleo, limpieza y tala. Es un
trabajo duro, de gran exigencia física, y con los riegos
que ocasiona la fauna del lugar, en especial las ser-

32 Emilio Pauselli
pientes venenosas y distintos tipos de insectos peli-
grosos para la vida humana.
Ese trabajo, realizado actualmente por motosie-
rristas, está siendo aceleradamente mejorado con la in-
corporación de máquinas “cosechadoras de árboles”:
volteadoras y procesadoras. Una persona, en la cabina
de la máquina respectiva, va talando y apilando los ár-
boles, con riesgos controlados para su salud y un es-
fuerzo mínimo comparado con el trabajo anterior-
mente descripto. Pero esta mejora produce un despla-
zamiento de la mano de obra que antes realizaba las
tareas forestales, de manera tal que cada nueva mejora
del trabajo significa más desocupación y pobreza para
los habitantes de la zona. El trabajo que hace un hom-
bre con la utilización de la volteadora reemplaza el
trabajo de 10 motosierristas que, a su vez, ya habían
reemplazado anteriormente el trabajo de los hacheros
con una ratio que desconocemos. El trabajo que rea-
liza la procesadora reemplaza a más de 20 motosie-
rristas. El trabajo de limpieza ha sido reemplazado por
herbicidas químicos que lo hacen innecesario.
Cualquier persona puede comparar –con sus re-
cuerdos o informándose de personas de más edad–
cómo se realizaban y cómo se realizan actualmente
distintos oficios y podrá construir sus propios ejem-
plos de eliminación de puestos de trabajo a manos de
la tecnología. No más pensar en cómo era y como es
el trabajo en un Banco, en una estación de servicio, en
un puerto o en la construcción de viviendas.
Nuestros recuerdos infantiles nos pintan las es-
taciones de tren repletas de cargadores estibando el
trigo embolsado. La tecnología del sinfín o “chi-
mango” transformó esos lugares en sitios espectrales.
Los fantasmas deambularon largos años por la perife-
ria de esas mismas estaciones, dejando con su muerte
vacíos los ranchos donde habían vivido y sido felices.
En las obras de construcción de viviendas o edi-

Tecnología y ganancias 33
ficaciones de diverso tipo, el día que se hacía “la losa”
era un día especial, se trabajaba sin horario, venía
gente nueva. El día pasaba corriendo sobre los tablo-
nes para llegar a volcar el material “antes de que fra-
güe” porque si no, “no suelda más”. Muchas espaldas
jóvenes quedaban deterioradas después de esas jorna-
das. Hoy los camiones vienen preparando el hormi-
gón, las cañerías suben el material con impulsión hi-
dráulica. Algún anciano pasa por la vereda y mira in-
crédulo la velocidad con que crecen esos edificios.

El fin del trabajo. El sentido de esa metáfora


La obra ya clásica de Jeremy Rifkin popularizó la idea
de que el trabajo estaría por llegar a su fin. El creciente
3
Vamos a emplear, en general reemplazo de la mano de obra3 por tecnología hace lle-
indistintamente, las denominaciones gar al autor a esa conclusión, en especial por el cam-
bio de calidad en ese tipo de reemplazo.
“mano de obra”, más utilizada en la
industria; “recursos humanos”,
expresión usada en los departamentos Mientras las revoluciones industriales reempla-
de personal y cuando existe cierta zaban la capacidad manual del ser humano quedaba
intacta la idea de que el hombre era el diseñador y con-
profesionalización en el manejo de las
relaciones del trabajo; o “fuerza de
trabajo”, figura teórica vinculada a la ductor de todos esos procesos. “En la primera revolu-
economía, en especial en la tradición ción industrial el vapor se empleó para abrir minas de
marxista. metales, producir textiles y fabricar un amplio abanico
de productos que en épocas anteriores, habían sido fa-
bricados a mano. Los buques de vapor sustituyeron a
los viejos veleros y la locomotora de vapor ocupó el
lugar de los vagones tirados por caballos”4.
“Al igual que lo que ocurrió con la revolución
4
Jeremy Rifkin. 1996. El fin del trabajo.
Cap. 4: Cruzando la frontera de la alta
tecnología. del vapor, el petróleo, la electricidad y los inventos
que acompañaron a la segunda revolución industrial
continuaron transfiriendo el peso de la actividad del
hombre a la máquina. En la minería, la agricultura, el
transporte y la fabricación, las fuentes inanimadas de
potencia combinadas con las máquinas permitían au-
mentar, amplificar y, finalmente, sustituir cada vez
más al hombre y al animal en las tareas propias del
proceso económico”5. Aun así se mantenía la creencia
5
Rifkin otra vez.

34 Emilio Pauselli
de que, detrás de una máquina nueva que perfeccio-
nara la manera de hacer una operación, habría nece-
sariamente un operario calificado que la estaría ma-
nejando.
Pero cuando se entra de lleno en la época de la
robótica esa confianza comienza a tambalear. “La ter-
cera revolución industrial apareció inmediatamente
después de la segunda guerra mundial y es en la ac-
tualidad cuando empieza a tener un impacto signifi-
cativo en cómo la sociedad organiza su actividad eco-
nómica. Los robots controlados numéricamente y los
ordenadores y sus avanzados “software” están inva-
diendo las últimas esferas humanas disponibles: el
reino de la mente. Adecuadamente programadas, estas
nuevas “máquinas pensantes” son capaces de realizar
funciones conceptuales, de gestión y administrativas y
de coordinar el flujo de producción, desde la propia
extracción de materias primas hasta el marketing y la
distribución de servicios y productos acabados”6. 6
Y dale con Rifkin.

Estos planteos de Rifkin recibieron diversos


tipos de críticas. Desde el liberalismo se niega que el
desarrollo del modelo conduzca a la limitación de las
oportunidades de vida que tenemos los seres huma-
nos; solo se trataría de ajustes temporarios producidos
por el mercado para volver a generar un nuevo ciclo
expansivo que remediará la situación. La tendencia de
los últimos 40 años a la disminución de los puestos de
trabajo no hace mella en este dogma.
Desde un horizonte ideológico inverso se señala
que la idea del fin del trabajo ignora la existencia de la
clase obrera como clase central de la sociedad capita-
lista y, lo que es más relevante aún, intentaría desco-
nocer su potencialidad revolucionaria y confundir
sobre su verdadero papel de ser la sepulturera del ré-
gimen actual.
Ambas críticas tienen en común con la obra de
Rifkin el aceptar como definición de trabajo al trabajo

Tecnología y ganancias 35
7
Sobre este tema volveremos en el socialmente codificado como tal7, o sea, al trabajo en
capítulo siguiente, el tercero de este el contexto del capitalismo.
libro.
Pero también se puede interpretar la idea del “fin
del trabajo” como una metáfora que habla de un cam-
bio en el mundo que conocemos. Esa actividad so-
cialmente codificada como trabajo, que permitía la so-
brevivencia y en ciertos contextos el ascenso social,
ha sufrido profundas transformaciones, al punto de no
ser reconocible. Una nueva Circe habría desfigurado
su rostro y al querer reencontrarnos con el viejo amigo
–“no trabaja el que no quiere”– nos vemos de frente
ante una realidad enigmática.
El “fin del trabajo” puede estar hablando del fin
de un mundo. No del fin del mundo que sobrevendría
con cada milenio. Tampoco del eterno retorno ni del
mundo que se consume en el fuego para volver a re-
nacer. Solo hablaría del fin de la idea moral del tra-
bajo, del paradigma de que hay que “ganarse la vida”,
de la asociación entre esfuerzo y recompensa.
El “fin del trabajo” podría estar hablando del fin
de la esclavitud, del fin del reino de la necesidad y de
la entrada en el paraíso de la posibilidad. Aunque, por
ahora, no estamos para paraísos; antes de ser expulsa-
dos debemos lograr entrar.

El famoso tema de la “competitividad”


El fenómeno denominado “globalización”, que pone
en competencia a producciones humanas realizadas en
cualquier lugar del planeta, ha disminuido la posibili-
dad de obtener ventajas competitivas sin afectar el tra-
bajo humano.
La posibilidad de mantener secretos tecnológi-
cos es casi imposible; en pocas semanas se copian
productos y procesos haciendo que la obtención de
ventajas a través de la exclusividad de ciertos saberes
sea mínima. Como contrapartida, se acentúan todos

36 Emilio Pauselli
los conflictos relacionados con patentes y, más en ge-
neral, con las cuestiones relacionadas con la propie-
dad intelectual8. Aunque, como bien acota Juan Serra,
8

una cosa es copiar el invento y otra


La otra manera de tomar ventaja en el mercado distinta replicar el sistema tecnológico
fue tradicionalmente el acceso a recursos naturales que lo produjo.
para transformarlos en materias primas. La geografía
del planeta y la constitución de los Estados nacionales
establecían ciertas ventajas competitivas difíciles de
ignorar. Esta esfera ha perdido su papel como dife-
renciador de oportunidades. Por un lado, las tecnolo-
gías de la comunicación hacen posible gobernar pro-
cesos productivos, financieros y comerciales a distan-
cia. Por otro, si el recurso que yo necesito está en otro
lado y las condiciones para obtenerlo comercialmente
no me fueran ventajosas, está el viejo recurso de la
guerra, la invasión y el saqueo, como ya hemos visto
ejemplos en este nuevo siglo9. 9
Como preguntaba el niño
Si no puedo mantener durante largos períodos estadounidense a su papá con motivo
superioridad tecnológica y tampoco la disponibilidad
de la invasión a Irak: “¿Por qué el
petróleo nuestro está debajo de la
de materias primas me hace más competitivo, la única arena de ellos?”. Chiste gráfico
manera de obtener ventajas es logrando hacer lo aparecido en un diario norteamericano
mismo con la utilización de menos mano de obra. La que no hemos conservado.
reducción del “recurso humano” es, por estos días, lo
que más disponible se muestra a la hora de planificar
la obtención de ganancias.
En esta línea hay que interpretar las distintas
modificaciones legales en los estatutos de trabajo que,
bajo denominaciones como “flexibilización laboral”
o “modernización del trabajo”, hacen posible una
mayor precarización del trabajo. Las medidas orien-
tadas a hacer más barato el trabajo no han producido
más trabajo justamente porque se inscriben dentro de
una estrategia de disminuir el costo del trabajo como
componente del costo total de la producción. O sea,
son parte de un movimiento que asigna mayores re-
cursos al capital a expensas del trabajo y, por lo tanto,
precarizan puestos de trabajo existentes y eliminan
otros.

Tecnología y ganancias 37
La falta de perspectiva de este modelo se hace así
10
Ricardo Roodschild hace notar la evidente: para competir se deben eliminar trabajadores10
doble dimensión que incluye la idea de pero, al hacerlo, se están eliminando a su vez consumi-
dores. La llamada “crisis del 30” ya anticipaba esa me-
“eliminar trabajadores”: eliminar
puestos de trabajo y eliminar a los que
trabajan. En la historia reciente de cánica perversa y motivó que el senado norteamericano,
América Latina estos dos sentidos se en el año 1933, aprobara la enmienda Black que esta-
han expresado conjuntamente. blecía la semana de 30 horas de trabajo. Claro que la
clase industrial reaccionó inmediatamente e impidió que
dicha solución fuera confirmada por la Cámara de Re-
presentantes; de esa manera se frustró la experiencia po-
Para ampliar la información sobre
11
sitiva que muchas empresas ya venían realizando con la
este proceso, consultar la ya citada estrategia de reducción horaria11. La disminución de la
obra de Rifkin, Capítulo 2. jornada laboral es una de las estrategias centrales para
pensar en un mundo con trabajo para todos; su filosofía
es compartir el trabajo existente y su implementación es
12
Sobre este tema, el del control absolutamente factible a condición de que se realice a
horario como estrategia para la escala planetaria12.
distribución del trabajo, volveremos en
el capítulo 9. Mientras esto no ocurra, la única vía de estabi-
lización precaria del modelo es lograr que los que con-
sumen consuman más –sea esto provechoso o no para
sus vidas humanas–. “En su forma original consumir
significaba destruir, saquear, someter, acabar o termi-
nar. Es una palabra forjada a partir de un concepto de
violencia y, hasta este siglo, tenía tan solo connota-
ciones negativas. A finales de los años 20 la palabra se
empleaba para referirse a la peor de las epidemias: la
tuberculosis. La metamorfosis del concepto de con-
sumo desde el vicio hasta la virtud es uno de los fe-
13
Jeremy Rifkin. 1996. El fin del trabajo. nómenos más importantes observados durante el
Cap. 2: Tecnología cambiante y transcurso del siglo XX”13.
realidades de mercado.
La denominada “sociedad de consumo” no es un
resultado natural de la evolución de la humanidad. Por
el contrario, instalar la idea de consumo como idea po-
sitiva obligó, entre otras cosas, a derrotar las estrate-
gias de ahorro y sacrificada previsión que gran parte
de la población mundial había desarrollado durante el
siglo XIX y principios del XX como recursos para en-
frentar las crisis cíclicas del capitalismo.

38 Emilio Pauselli
La aplicación de mayor tecnología a la produc-
ción de bienes y servicios tenía históricamente dos po-
sibilidades de desarrollo: liberar tiempo humano de-
dicado al trabajo disminuyendo la coerción de la su-
pervivencia y ampliando los espacios de libertad
personal, o aumentar las ganancias de los inversores
mientras las compañías pudieran colocar de alguna
manera su producción lograda a menores costos. Se
siguió este segundo camino y, a pesar de las adver-
tencias de Keynes, no se ha podido modificar el re-
sultado general de desempleo creciente, subempleo y 14
Evangelio según San Mateo, 19, 24.
trabajo precario.
15
“En mucho se diferencian los
géneros de vida humana. Los más
La acumulación de riqueza y la vida social perezosos son los pastores. Estos
obtienen su alimento de los animales
Pero, para seguir este camino también debieron pro- domésticos, sin trabajar, aunque les es
ducirse importantes cambios en la cultura. El principal necesario cambiar de lugar los
de ellos fue abandonar la ancestral experiencia hu- rebaños, en busca de pastos, y ellos
mana que indicaba que el exceso de riqueza es algo
mismos se ven forzados a
acompañarlos, como si cultivaran un
malo. Efectivamente, la relación entre el éxito y la ri- cultivo viviente y móvil. Otros viven de
queza, que parece tan natural hoy –hasta existe un ran- la caza, y unos de un género de caza y
king de las personas más ricas del mundo–, no siem- otros de otra distinta. Por ejemplo, los
pre fue algo aceptado como “normal”. Al contrario, unos de la piratería, otros de la pesca
empezando por el “es más fácil que pase un camello
–los que viven vecinos a lagos,
pantanos, ríos o a un mar– y otros de la
por el ojo de una aguja a que un rico entre en el reino caza de aves y animales salvajes; pero
de los cielos”14, todas las constelaciones humanas co- la mayoría de los humanos vive de la
nocidas establecieron algún tipo de limitación para la agricultura. Son, pues, más o menos,
riqueza aceptable. Es probable que las calamidades so- éstos los tipos de vida que tienen una
ciales producidas por la acumulación de riqueza sin
actividad productiva por sí misma y
que no se procuran el sustento
límites haya inscripto esta prescripción en distintos mediante el cambio y el comercio: el
discursos: religiosos, políticos, filosóficos. pastoreo, la agricultura, la piratería, la
pesca y la caza. Otros viven con
Aristóteles, en la Política, indica cinco géneros holgura combinando esos géneros de
de vida de los hombres, a saber: el pastoreo, la agri- vida, supliendo así lo que más falta a
cultura, la piratería, la pesca y la caza15. Considera “na- su género habitual para ser suficiente.
turales” estas maneras de vida, a diferencia del comer- Por ejemplo, combinan el pastoreo y el
cio, al que juzga resultado de la práctica y de la técnica
bandidaje, o la agricultura y la caza”.
Aristóteles, Política. Siglo IV AC. Libro
desarrolladas por los hombres a partir de los exceden- primero, Capítulo VIII. Alianza Editorial,
tes y las carencias a las que su producción natural o bá- Buenos Aires, 1995.

Tecnología y ganancias 39
sica los somete. El comercio ya presenta problemas, ya
16
Vamos, Aristóteles. que “se obtienen ganancias a costa de otros”16, pero
tanto el comercio como las actividades básicas tienen
los límites de lo que los hombres pueden administrar y
usar. Esto se modificará con la aparición del dinero. In-
ventado según Aristóteles para favorecer el intercam-
bio, el dinero parece abrir la posibilidad de una acu-
mulación de riqueza ilimitada. Ya en aquella época se
lanza una advertencia: “Con la mejor razón es aborre-
cida la usura, ya que la ganancia, en ella, procede del
mismo dinero, y no para aquello para lo que se inventó
el dinero, que se hizo para el cambio. El interés resulta
como dinero hijo del dinero. De forma que de todos los
negocios, éste es el más antinatural”17.
17
Aristóteles, Política. Siglo IV AC.
Libro primero, Capítulo X. Alianza
Editorial, Buenos Aires, 1995. Y esto dice Aristóteles, quien considera que “el
esclavo es una posesión animada”18 y que la piratería
o bandidaje es uno de los géneros naturales de vida.
18
I´ll be back. Aristóteles.

Nuestro autor resulta, en este sentido, un testigo nota-


19
“A tu viejo le pasó lo que al mío: la ble. La única manera que considera no permitida para
deuda lo estragó, le partió el mate, le obtener ganancias es la que deriva del préstamo de di-
demacró su sonrisa, esa de andar en
nero. Y es muy comprensible: los hombres libres grie-
gos, que defendían valerosamente sus ciudades de sus
casa, como soberano del aire
construido. Nunca se perdonaron. Para
ellos, si uno debe, uno no es, uno es enemigos, terminaban perdiendo su libertad a manos
una lacra, un pedazo de carne invadido de los prestamistas19.
por la plata que no tiene, tomado por la
voz que dice y dice, por el síncope, por No es muy difícil de comprender esta lógica de
el terror de despertar. Tu viejo no fue reflexión: si el trabajo humano crea una cantidad de-
un malhechor, tu viejo, como el mío, no terminada de riqueza en el mundo, lo que se apropia
se patinaban el sueldo en farras de uno no puede ser apropiado por otro. Si unos pocos se
quedan con mucho, la sociedad resultante será cala-
champán. Tuvieron sus quimeras –la
parra, la tranquilidad del patio, el
fondito, la parrilla, sembrar unas mitosa. Por ejemplo, en la Argentina de principios de
verduras–, todo se lo llevó el pagaré, la los 70 la relación entre el decil que más ingresos tenía
hipoteca, la parca grúa de la deuda. […] y el de menores ingresos era de 7 a 1; en el 2001 esa
A tu viejo le pasó lo que al mío, a vos te relación llegó a 41 a 1. ¿Qué había ocurrido en el
medio? Treinta mil desaparecidos y una sociedad re-
pasa lo que a mí: cada cual vive en una
casa cercada por la deuda, cada cual
ocupa un cuerpo tironeado por la zarpa sultante permeable al discurso neoliberal que recién
del trabajo”. en la última década está retomando, de a poco, la re-
“Deuda”, de Luis O. Tedesco, en Lomas flexión política sobre los modelos de desarrollo.
del Mirador.
Estos fenómenos sociales también se constru-

40 Emilio Pauselli
yen al interior del mundo del trabajo. En un mismo
mercado hay gerentes y ejecutivos cuya remuneración
equivale a la de 200 operarios. Si se toman ejemplos
de casas matrices en países centrales y plantas en paí-
ses periféricos, la relación va entre 800 y 2000 a 1. No
vamos a desarrollar el tema, por demás interesante, de
la valoración de los distintos trabajos y sus factores de
remuneración. Solo indicaremos que las necesidades
de persona a persona nunca varían en ese rango de am-
plitud.
Esto lleva a otra observación aristotélica –reto-
mada luego por Locke y otros en la modernidad–: el lí-
mite de la riqueza tiene que ver con los bienes que
cada uno puede manejar. El exceso de bienes se ex-
presa en forma de dinero o de activos que producen
dinero, y ese dinero pasa a ser el origen de más dinero.
Esa descripción de cuatro siglos antes de Cristo pa-
rece ser aplicable a la realidad del capitalismo finan-
ciero actual. Y a quienes creen que Aristóteles no es un
buen testigo económico, les recordamos que es el que
plantea las ideas de valor de uso y valor de cambio
luego retomadas por Marx20. Quizás tenga razón En- 20
“De cada objeto de propiedad resulta
gels al señalar que la aparición del dinero en la Grecia posible un doble uso. Uno y otro son
antigua “les hizo sentir a los atenienses toda la bruta- usos del objeto como tal, pero no en un

lidad de su juventud”21.
mismo sentido, ya que uno es propio
del objeto, y el otro, no, como, por
En las diversas culturas se pueden rastrear fuen- ejemplo, el uso de un zapato como
tes que ratifican esta sencilla sabiduría de la humani-
calzado y como objeto de cambio. Es
decir, tanto uno como otro son usos del
dad, hoy puesta en segundo plano. Estas expresiones, zapato. Porque también el que cambia
que relacionan la riqueza excesiva con el mal, han re- un zapato suyo al que lo necesita a
cibido dos tipos de crítica. Por un lado, se ha indicado cambio de dinero o comida utiliza el
que eran parte de una ideología de adaptación para que zapato en cuanto zapato, pero no es su
las clases populares, mayoría en todas las sociedades
uso natural. Ya que no se ha hecho
para el cambio. Del mismo modo los
conocidas, aceptaran su situación de pobreza como demás objetos de propiedad”.
virtuosa. Esta idea no es excluyente de la otra línea de Aristóteles, Política, Libro I, Capítulo IX.
interpretación que se resume en la pregunta “¿es que
está mal ganar dinero?”, la que se esgrime cuando se Federico Engels. El origen de la
21

esboza alguna crítica a la obscena desigualdad social.


familia, la propiedad privada y el
Estado.
En esta última versión, la crítica a la riqueza excesiva

Tecnología y ganancias 41
habría significado un freno al desarrollo, ya que se
considerará a todas luces beneficioso para los indivi-
duos y para la sociedad orientar todos sus esfuerzos a
enriquecerse.
Pero esta controversia entre los fines humanos
no nace con el capitalismo. El capitalismo solo pro-
veyó maneras de acelerar la unilateralidad de estos
fines.
Como indica André Gorz, “la reproducción ma-
terial y cultural de las sociedades entra en crisis y la
anomia, la barbarie, las guerras ‘civiles’ larvadas o no,
el miedo a un desfondamiento de la civilización y la
implosión de la economía globalizada basada en las
André Gorz, Miserias del presente, finanzas, en la cual el dinero produce dinero sin ven-
der ni comprar nada más que dinero, se extienden a
22

riqueza de lo posible. Introducción.


1997. todos los continentes.”22

42 Emilio Pauselli
Capítulo 3

El trabajo como actividad


socialmente codificada1
En algo tenía razón Marx: el capitalismo llevaba en sí Este capítulo sigue una serie de
una contradicción insalvable. Que el proletariado –hoy
1

reflexiones aportadas por André Gorz,


envidiado por millones de seres humanos que quisie- filósofo francés fallecido en 1997,
ran estar en su lugar– no haya sido su sepulturero, o
planteadas entre otros escritos en sus
obras La metamorfosis del trabajo y
que el desarrollo de las fuerzas productivas no hayan Miserias del presente, riqueza de lo
impulsado a la historia en la dirección deseada, no posible.
cambia lo acertado del análisis. Efectivamente, un mo-
delo de creación social y apropiación privada tenía un
límite en sí mismo.
El fluctuante “ejército de desocupados” desti-
nado a regular el precio de la mercancía “fuerza de tra-
bajo” se transformó en “los condenados de la tierra”2.
2
Franz Fannon.

Nadie los espera para que se incorporen al mercado


de trabajo en las fases expansivas del ciclo económico,
tampoco para que trabajen por menos precio, ni si-
quiera para constituir una amenaza para los ocupados
sobre cuál sería su situación de no someterse a ese tra-
bajo: básicamente, nadie los espera.
Esta creciente porción de la humanidad que
“está sobrando” es el resultado de la “abolición del André Gorz, Miserias del presente,
trabajo” en el sentido planteado por Gorz3. No es que
3

riqueza de lo posible. 1997. Primera


se haya abolido la obligación de trabajar, lo que se ha edición en Argentina por Paidos 1998.
suprimido es la posibilidad de que todos tengamos la
oportunidad de hacerlo. Aun iniciativas que tienden a
remediar radicalmente el problema de la falta de em-
pleo como son las que impulsan diversas variantes de Se volverá sobre el particular en el
“ingreso ciudadano”4, aceptan la división de la huma-
4

capítulo 9.
nidad en aquellos que tienen derecho a participar en la
transformación del mundo y aquellos que tienen de-
recho a tener ingresos pero se deben abstener de dejar
su huella en el proceso productivo.
¿Cómo se ha llegado a esta situación? De ma-

El trabajo como actividad socialmente codificada 43


nera muy sencilla: compitiendo. La idea fantástica de
que el progreso sería resultado de la competencia y
no de la colaboración es la que está en la base de este
resultado.
Como ya se ha dicho, en el mundo actual es casi
imposible sostener una ventaja tecnológica por un pe-
ríodo superior a algunos meses, tanto en lo que se re-
fiere a la tecnología aplicada en el proceso de pro-
ducción de bienes y servicios, como a la utilizada para
el desarrollo de diseños organizacionales que hagan
más productivo el trabajo humano. Tampoco consti-
tuyen ventajas decisivas el acceso geográfico a re-
cursos naturales.
Como se dijo, cuando la tecnología y el acceso al
recurso natural no pueden producir ventajas competi-
tivas, la competencia queda limitada a la reducción del
costo del recurso humano. Esta es la línea que lleva a
la “eliminación” del trabajo a través de tres expresio-
nes principales: una es pagar menos por la misma pres-
tación humana y esa fue la experiencia del traslado de
trabajo a sociedades donde por la disrupción cultural,
la falta de organización de los trabajadores o los con-
textos políticos represivos, éstos debían aceptar reali-
zar su trabajo por menor precio. Esta práctica produce
la ilusión de que se están generando puestos de trabajo
aunque en realidad éstos disminuyen no solo en los paí-
ses centrales sino en general, ya que el aumento de la
explotación del trabajo que conllevan estas prácticas
hace que, a mayor productividad por puesto de trabajo,
5
Esta afirmación se irá aclarando al se generen menos puestos de trabajo5.
avanzar en esta lectura. La opción de a
mayor productividad mayor producción La otra manera de “eliminación” del trabajo, que
está seriamente limitada por el proceso se ha transformado en permanente, es el reemplazo de
de eliminación de consumidores que mano de obra por aplicación de tecnología. Mientras
supone el actual modelo de
preparamos estas líneas tomamos un remise desde Villa
Constitución, en la provincia de Santa Fe, hasta San Ni-
competencia.

colás en la provincia de Buenos Aires. Este recorrido


atraviesa una de las regiones más importantes en la pro-
ducción de acero y derivados (chapa, alambre, etc.) y

44 Emilio Pauselli
productos de fundición de hierro. Le preguntamos al
joven que manejaba cómo estaba el trabajo en la zona.
Nos dice que parece que va a mejorar, pero que por
ahora las fábricas no están llamando. El ahora pertene-
ciente al área de los “servicios” por cuenta propia relata
que trabajó cinco años en la industria, de los 21 a los 25
años. Prestaba servicios en una empresa contratista de
Acindar, actualmente una empresa integrada al grrupo
Arcelormittal en la Argentina. Eran 15 empleados que
en tres turnos de cinco personas movían ciertos mate-
riales dentro la empresa. Pero, “trajeron un bichito”,
entiéndase robot, “que él solo hacía más trabajo que
nosotros 15 juntos”. La empresa contratista cerró y con
la indemnización compró el vehículo con el que nos es-
taba transportando. Preguntado sobre la viabilidad de la
actividad actual nos relató lo que nosotros ya conoce-
mos por nuestros trabajos: “vivo, pero me estoy co-
miendo el auto”. Efectivamente, el servicio de remise,
aun en grandes ciudades, es una actividad transitoria
donde la persona va transformando en efectivo su ca-
pital y, al momento de tener que renovar la unidad, se
hace evidente que ya no tiene ni dinero ni trabajo6. Esto explica por qué en las agencias
6

de remises está permanentemente


La tercera manera de eliminación de trabajo es colgado el cartel que dice “Tomo Auto”,
suprimir funciones socialmente necesarias con el ar- indicando la permanente necesidad de
gumento de que “no son sustentables”. Como es de incorporación de nuevas unidades al
imaginar, estas supresiones, en general, afectan a las
servicio sin que aumente la demanda
global del mismo.
poblaciones de menos recursos, pero en muchas oca-
siones también hacen difícil la vida de otros sectores
de la sociedad. Esto es lo que le sucede al trabajador
que debe caminar seiscientos metros para sacar el bo-
leto que le permita viajar en tren, ya que tener un bo-
letero que expida boleto en cada andén se considera
“un costo excesivo” o la colocación de expendedoras
automáticas de boletos “una inversión imposible de
realizar”. O lo sufre la persona que tiene un desper-
fecto en algún servicio como puede ser la telefonía,
un servicio financiero o el funcionamiento de algún
aparato electrodoméstico: el contestador automático
le hará elegir opciones cada vez más sofisticadas y, si

El trabajo como actividad socialmente codificada 45


tiene la suerte de que luego de mucho tiempo invertido
lo atienda alguna persona de carne y hueso, ésta le dirá
que “toma nota del reclamo”. Ni qué decir de los hos-
pitales sin médicos o las escuelas sin docentes.
De esta manera, el fenómeno de la reducción del
costo de mano de obra vía su menor remuneración, su
eliminación por la generación de tecnología o por la
supresión de servicios necesarios se va acelerando.
A principios de los 2000 una empresa nortea-
mericana con planta en la Argentina nos consulta
sobre el siguiente tema organizacional: la empresa es-
timula la innovación y tiene diversos mecanismos para
que el personal exprese sus ideas para la mejora de
procesos, pero los aportes son cada vez más esporádi-
cos. Revisando los ejemplares de la revista corpora-
tiva bimensual de los últimos años descubrimos que
se destacaban notas sobre distintos innovadores que
habían propuesto formas de aumentar la producción
o, lo que es lo mismo, producir ahorros significativos
de tiempo en los procesos. Buscados estos innovado-
res destacados, descubrimos que casi ninguno de ellos
trabajaba ya en la empresa; en muchos casos sus in-
novaciones habían hecho desaparecer equipos com-
pletos de trabajo que, en algunos casos, los incluía. La
experiencia realizada transformó el concepto positivo
de innovador en una categoría negativa de “alcahuete
de la patronal” para decirle cómo podía hacer para “sa-
carse de encima gente”.
“Varios desarrollos producidos a finales de la
Edad Media sentaron las bases para la total conversión
de la vida económica al poder de la máquina. [...] El
motor a vapor se convirtió en un nuevo tipo de esclavo
del trabajo, una máquina cuya potencia física excedía
con mucho la fuerza conjunta de animales y seres hu-
7
Nuestro ya conocido Jeremy Rifkin, El manos”7. Bella declaración que explica cómo comen-
fin el trabajo. 1996. zaron a quedarse sin trabajo los “viejos esclavos”.
Las condiciones de desarrollo de la técnica y el

46 Emilio Pauselli
conocimiento aplicado al trabajo no significaron hasta
ahora para la humanidad una posibilidad de progreso.
En vez de permitir una mayor libertad humana dismi-
nuyendo la cantidad de horas aplicadas al trabajo para
reproducir la vida, nos da como resultado una mayor
explotación del trabajo, mayores jornadas con mayor
productividad… y una desocupación creciente. El
triunfo de la humanidad no puede ser disfrutado por
las mayorías: alguien escamoteó la victoria.
Pero el modelo ha encontrado su límite. La com-
petencia basada en la eliminación de puestos de tra-
bajo constituye, como otro lado de la moneda, la per-
manente eliminación de consumidores. Competimos
para producir más bienes que cada vez menos perso-
nas pueden comprar. Y allí aparece la población exce-
dente. Sobra en tanto no es necesaria para el proceso
productivo y se refuerza su exclusión ya que tampoco
puede constituirse como consumidora porque la prin-
cipal vía de acceso a renta para la casi totalidad del
género humano es el trabajo8. 8
Justamente es esta realidad la que
hace aparecer formas alternativas de
Pero, con razón, se pregunta Gorz de qué trabajo acceso a la renta aunque hasta hoy
se habla cuando se anuncia el fin del trabajo. “No se sean muy limitadas, como son los
trata del trabajo en sentido antropológico o en sentido subsidios estatales directos
filosófico. No se trata del trabajo de la parturienta, ni –transferencias de ingresos–,
del escultor ni el poeta. No se trata del trabajo como
subsidios estatales indirectos –a
bienes y servicios como luz, gas o
‘actividad autónoma de transformación de la materia’, transporte– y filantropía privada.
ni del trabajo como ‘actividad práctico–sensorial’ por
la cual el sujeto se exterioriza produciendo un objeto
que es su obra. Se trata sin duda del ‘trabajo’ especí-
fico propio del capitalismo industrial: un trabajo al que
nos referimos cuando decimos que una mujer ‘no tiene
trabajo’ si consagra su tiempo a educar a sus propios
hijos, y que ‘tiene trabajo’ si consagra aunque más no
sea una fracción de su tiempo a educar a los hijos de
otra persona en una guardería o un jardín de infantes”9.
9
André Gorz. Miserias del presente,
riqueza de lo posible.
Pero un trabajo del otro ha quedado distanciado,
frente a frente ya no se podrían dar la mano. “Es ur-
gente reconocer que el verdadero trabajo no está más

El trabajo como actividad socialmente codificada 47


10
Del griego, ‘producción’, “lo que se en el ‘trabajo’; el trabajo, en el sentido de poiesis10,
hace”. También la poesía como que se hace, no está más (o no está más que de manera
cada vez más rara) en el ‘trabajo’ en sentido social,
creación.

Gorz, Introducción. No deje de leer


11 que tenemos”11.
esa introducción, no tiene desperdicio.
La idea de que existe un “verdadero trabajo”
claro que es una metáfora, ya volveremos por ello. Pero
aquí Gorz llama la atención sobre la diferencia entre la
necesidad humana de obtener medios de vida y enri-
quecer su posibilidad expresiva a través del trabajo,
respecto de la intención de utilizar el trabajo como
medio de enriquecimiento del capital y, en la actuali-
“El poder financiero al que dad, al servicio de los negocios financieros. La modi-
ficación de la tasa de interés por parte de la Reserva
12

púdicamente llaman “los mercados”, se


autonomiza respecto de las sociedades Federal de los EEUU. determina, en gran medida,
y de la economía real e impone sus
cuántos puestos de trabajo aparecerán o desaparecerán
y qué países y regiones serán viables o inviables12.
normas de rentabilidad a las empresas
y los Estados”. ¿Quién escribió esto?
Gorz. Adivinó.

13
“ ‘El trabajo solo es fuente de riqueza
El trabajo como práctica social13
y de cultura como trabajo social’, o, lo La modernidad14, contrariamente a uno de sus progra-
que es lo mismo, ‘dentro de la sociedad
mas consistente en el dominio racional del hombre
sobre su vida, ha devenido en una experiencia social
y a través de ella’. Esta tesis es,
indiscutiblemente, exacta, pues aunque
el trabajo del individuo aislado de máximo control sobre las personas y los procesos.
(presuponiendo sus condiciones La aparente “diversidad” que muestra el mundo actual
materiales) también puede crear es la uniformidad de sistemas que garantizan la re-
valores de uso, no puede crear ni
producción y el aumento de las posiciones de privile-
gio de los grandes centros de poder económico. La ra-
riqueza ni cultura”. Carlos Marx, Crítica
del programa de Gotha. 1875.
cionalidad, en vez de habitar en el sujeto liberado, re-
14
Se denomina “modernidad” a una side en las estructuras burocráticas que garantizan la
corriente heterogénea de pensamiento aplicación de las normas del capital.
que identificó en la capacidad racional
del hombre, independizado de los No sabemos si el proyecto de la modernidad fra-
mitos y las religiones, la posibilidad de casó, como plantean diversos autores, o solo está de-
construir una sociedad amable para el morado en su realización. Pero para nuestro tema lo im-
portante es percibir el carácter disciplinario de esta so-
ser humano. “Libertad, Igualdad,
Fraternidad”, como propusiera la
Revolución Francesa en 1789, tan lejos ciedad, quizás mucho mayor que sociedades pasadas en
de haberse realizado a más de 200 años la vida humana. Desde las tarjetas de crédito hasta los
de su proclama. distintos sistemas de ayuda social, toda la población
está absolutamente identificada hasta en sus hábitos de

48 Emilio Pauselli
consumo. Las nuevas posibilidades comunicativas,
como Internet, también refuerzan ese control15. 15
Una de las principales líneas de
acción que financia el BID –Banco
El trabajo también ha seguido ese camino. Si Interamericano de Desarrollo– dentro
bien el aumento de la división del trabajo ha diversi- de las acciones de mejoramiento
ficado las actividades laborales, el control institucio- social, se destina a favorecer la
nal sobre éstas es inmenso. Por eso no trabaja la madre obtención de documentación personal
que educa a sus hijos, porque esa actividad no está ti-
de la totalidad de la población de los
países latinoamericanos. El registro de
pificada como trabajo. “La madre que se queda en el la población enfrenta dificultades, en
hogar seguiría sin tener ‘trabajo’ aunque existiera un especial en los grupos más pobres. La
subsidio social igual al salario de una puericultora. Se- idea de que tenerlos identificados va a
guiría siempre sin tener ‘trabajo’ aunque también tu- mejorar su vida pasa la raya de la
viera un diploma de educadora. ¿Y eso por qué? Por-
ingenuidad; sí parece ser necesario
para tenerlos más controlados y, en
que el ‘trabajo’ está definido como una actividad so- caso de necesidad, más reprimidos.
cial, destinada a inscribirse en el flujo de los Ver Oportunidades para la mayoría,
intercambios sociales a escala de toda la sociedad. Su Banco Interamericano de Desarrollo,
remuneración testimonia esta inserción, pero tampoco Washington, 2006.
es lo esencial16: lo esencial es que el ‘trabajo’ llena una
función socialmente identificada y normalizada en la Efectivamente. Hay trabajos no
producción y la reproducción del todo social. Y para
16

remunerados que se identifican como


llenar una función socialmente identificable, él mismo “trabajo voluntario”, pero este tampoco
debe ser identificable por las competencias social- es el caso del trabajo de la madre.
mente definidas que pone en funcionamiento según
Nadie diría que una madre trabaja
voluntariamente, solo que es su
procedimientos socialmente determinados. Debe, en elección cumplir con las tareas
otros términos, ser un ‘oficio’, una ‘profesión’, es maternales. La voluntariedad, en este
decir, la puesta en obra de competencias institucio- caso, no se asocia con el trabajo.
nalmente certificadas según procedimientos homolo- (Esta nota es de Pauselli)
gados. La madre que se queda en el hogar no llena
ninguna de estas condiciones”17. Y, Gorz de nuevo, qué le vamos a
17

No está en discusión que la madre trabaje en el


hacer…

sentido de atender innumerables responsabilidades y


agotar su energía física y espiritual en la realización
de sus tareas maternales; lo que se está diciendo es que
no “tiene” trabajo. Como no tiene trabajo el que cons-
truye su propia casa, o el que anima las veladas de su
comunidad cantando o bailando. Esas actividades, que
en diversas sociedades pueden ser consideradas muy
importantes, no son “trabajo” (copiando las comillas
de Gorz para referirse al trabajo capitalista).

El trabajo como actividad socialmente codificada 49


Que no se “tiene” trabajo quiere decir una de dos
cosas, o que se lo perdió o que nunca se lo obtuvo. Per-
der el trabajo es una experiencia lamentablemente ge-
neralizada en las últimas décadas. No haberlo obtenido
puede, a su vez, deberse a que no se lo pudo adquirir o
a que nadie nos lo dio. En todos los casos, el “trabajo”
es algo ajeno a las personas, independiente de su vo-
luntad. Se tiene o no se tiene, depende de no haberlo
perdido o de haberlo recibido de alguna manera.
Pero: ¿quién tiene el trabajo-uno que no tene-
mos? Nadie lo tiene, no es necesario para los que do-
minan el mundo. Sencillamente, el trabajo-dos des-
apareció cuando la manera predominante de obtener
ganancias se fue independizando del trabajo-tres. El
trabajo-uno expresa nuestra necesidad de realizar ac-
tividades por las que se nos remunere y de esa manera
sostenernos en la superficie del planeta. Esto es así
porque la manera habitual de obtener medios de vida
se realiza a través del dinero y éste se asigna para la
mayoría de las personas a través del trabajo. El tra-
bajo-dos es la modalidad asalariada del trabajo, la que
constituyó la principal forma de trabajo en el capita-
18
La falla insanable de las propuestas lismo que conocimos18. El trabajo-tres fue la masa de
que imaginan que, desaparecido el actividad humana necesaria para producir ganancias
para los poderosos en condiciones de baja productivi-
trabajo asalariado, éste será
reemplazado por las actividades por
cuenta propia se basa en la omisión del dad del trabajo humano.
dato de que esos mismos poderosos
Los teóricos del trabajo en el siglo XIX pensa-
ron en los fenómenos de alienación del trabajo como
han acaparado los medios de trabajo:
herramientas, materias primas y
recursos naturales. extrañamiento del objeto producido. Ahora se le ha su-
mado a la alienación del producto la alienación de la
actividad no en términos derivados de la primera, sino
en sí misma. Quizás por eso la situación de estar em-
Así, mientras en los 60 y los 70 se pleado y ser explotado por el capital constituye una si-
tuación deseable, una manera de ser reconocido so-
19

luchaba contra la explotación del


hombre por el hombre, hoy cialmente19. Y si bien subsisten actividades producti-
reclamamos que se haga presente el vas no asociadas al capital, éstas resultan marginales
que nos tiene que explotar, que no se
respecto de la acumulación material y simbólica del
mundo actual.
haga el distraído y que nos explote ya.

50 Emilio Pauselli
Para evitar equívocos, vamos a aclarar que todo
trabajo es una actividad socialmente codificada. Pen-
sar el trabajo como una actividad natural del hombre
aislado es, en términos de Marx, una robinsonada. Lo
que se señala al denunciar que el trabajo ya no se en-
cuentra en el trabajo capitalista, es que el código de
esta forma social de trabajo ya no satisface aquellos
requerimientos básicos que como seres humanos ha-
cemos al trabajo.
Tampoco se afirma que el trabajo haya degene-
rado hasta la práctica social actual; no creemos en un
paraíso perdido. De hecho, el trabajo capitalista re-
emplazó parcialmente formas de esclavitud personal y
de servidumbre menos deseadas aún. Lo que se quiere
afirmar es que la definición capitalista del trabajo ha
devenido exageradamente unilateral ya que casi su
único criterio es la rentabilidad del capital. Toda acti-
vidad que no produce ganancias al capital no es tra-
bajo20. No se trata ni siquiera de recuperar otros senti- Como se pregunta Viviane Forrester:
dos del trabajo, sino de crearlos. La ineficacia y la falta
20

“¿es ´útil´ una vida que no le da


de futuro de la sociedad salarial no solo lo hace posi- ganancias a las ganancias?” El horror
ble, sino necesario21.
económico, 1996. En español por
Fondo de Cultura Económica, Buenos
Aires, 1997.

Empleo, desempleo y control de las personas 21


Como expresa nuestro amigo Gorz:
Las sociedades de pleno empleo han encontrado en el
“Hay que atreverse al Éxodo. No hay
que esperar nada de los tratamientos
trabajo un poderoso medio de disciplinamiento social. sintomáticos de la ‘crisis’, pues ya no
El Estado de bienestar permitía, aunque por distintos hay más crisis: se ha instalado un
motivos, que coincidieran en gran medida las necesi- nuevo sistema que tiende a abolir
dades de las personas y las del control social. masivamente el ‘trabajo’”.

La disminución del trabajo debería haber creado


la posibilidad de una renovada expresión individual;
también debió provocar una disminución de la efica-
cia de las estructuras burocráticas y tecnocráticas que
reglamentan la vida humana. Pero eso no ocurrió.
Una de las razones es que la disminución del tra-
bajo no implicó tiempo liberado de calidad para las
personas. Por el contrario, mientras los “ocupados”

El trabajo como actividad socialmente codificada 51


trabajan extensas jornadas, de alta intensidad, debido
a la demanda de “eficiencia” y a la competencia con
otros trabajadores, los que no tienen trabajo, si bien
cuentan con tiempo no tienen ni los recursos ni la va-
loración social ni el estado espiritual necesario para
transformar ese tiempo en valioso. Ni siquiera ocurre
eso en el plano de la reproducción familiar; como nos
decía una persona: “¿Con qué autoridad va a educar a
su hijo si no le puede dar de comer?”.
Pero que los ocupados en “buenos” trabajos
cumplan extensas jornadas no es un desajuste opera-
tivo del mundo del trabajo; es, por el contrario, una
operación plena de sentido. “Es económicamente más
ventajoso concentrar el poco trabajo necesario en poca
gente, a la que se le ha inyectado el sentimiento de ser
una elite privilegiada que merece sus privilegios por
22
Definitivamente, le recomendamos un celo que la distingue de los ‘perdedores’ ”22.
leer a André Gorz.
Una producción intelectual valiosísima enfocó
en el siglo XX el problema de qué haría una sociedad
una vez que hubiera satisfecho sus necesidades más
urgentes. Así Adorno, Marcuse, Arendt, por mencionar
algunos, plantearon la necesidad de rescatar las fun-
ciones valorativas de la razón para no quedar sumer-
gidos en la sociedad de consumo. El riesgo era real:
una abundancia de bienes para todos podría transfor-
marnos en una especie de pollitos que, bajo la lámpara
y comiendo el alimento balanceado, pasáramos nues-
tra vida engordando sin plantearnos ninguna cuestión
de sentido alrededor de la existencia. Pero ese mundo
no se concretó: la televisión ilumina bastante, pero es-
casea el balanceado. O, dicho de otra manera: la crítica
a la sociedad de consumo comienza cuando todos pue-
den consumir.
La otra razón que ha hecho que las personas no
generaran una nueva impronta civilizatoria a partir de
la disminución del tiempo global dedicado al trabajo,
ha sido la planificación del control a través de prácti-
cas sociales alternativas al trabajo. Ante la potencial

52 Emilio Pauselli
pérdida de eficiencia del control ejercido sobre las per-
sonas por el poder económico, en tanto éstas son pro-
ductoras y consumidoras, éste “debe ahora buscar do-
minarlos también en su tiempo disponible, en las ac-
tividades no productivas, no materiales, por las cuales
se producen a sí mismos. [...] El aflojamiento de las
restricciones socializadoras y las posibilidades de una
autonomía creciente de las personas deben entonces
ser presentadas como vacíos amenazantes, en los cua-
les las identidades de recambio ofrecidas en el mer-
cado por las industrias de la moda, de la “comunica-
ción”, de la cultura, del entretenimiento y de la salud
evitarán que caigan los individuos”23. 23
No me haga decir lo que usted ya
sabe: Gorz.
A este respecto juega un papel destacado la edu-
cación superior. Cada vez nos acobardamos más los
que tenemos alguna actividad en selección de personas
para puestos directivos de empresas al tener que en-
frentar a los candidatos “potables” para esas funciones.
Parece existir una relación directa entre la realización
de posgrados, maestrías, doctorados y otros estudios, y
una profunda incomprensión del mundo. Las relacio-
nes sociales del trabajo pasan a ser funciones y la ma-
terialidad de la producción una esfera desconocida.
Claro que estas personas, así entrenadas, son
funcionales a las necesidades de las organizaciones ac-
tuales, ya que éstas no progresan en base a su eficacia
ni a su eficiencia, sino a sus relaciones de poder, es-
pecialmente financiero. Si usted se siente escandali-
zado por esta afirmación le pedimos disculpas, pero si
en algún lugar no habita la racionalidad humana es en
las actividades de las empresas capitalistas. Y no nos
referimos a temas de largo plazo, como la conserva-
ción del medio ambiente o la preservación de la so-
ciedad humana. Nos referimos a su actividad diaria, a
la suma de decisiones irracionales que se toman por
moda, por conveniencia o por la necesidad de mante-
ner los inestables sistemas de poder en estas organi-
zaciones.

El trabajo como actividad socialmente codificada 53


Ciertamente, la empresa capitalista no encarna
la racionalidad ni siquiera en la aplicación de la razón
instrumental, para pensarlo en términos de la Escuela
24
Escuela de Frankfurt: nombre de Frankfurt24. Se tiene la idílica idea de que en la em-
asignado a una corriente filosófica presa capitalista se hacen las cosas “bien”, se cuidan
los costos, no hay ningún gasto innecesario, se aplica
iniciada en esa ciudad de Alemania
para la tercera década del siglo XX y
orientada inicialmente a partir del la tecnología apropiada, etc.; lamentamos informarle
pensamiento de Max Horkheimer. que no. Esta idea surge de identificar como costos pro-
Algunos de los pensadores que en ductivos aquellos que incluyen a las materias primas
mayor o menor medida transitaron ese y al mundo del trabajo, pero no se consideran los cos-
tos empresarios. Estos últimos están compuestos por
camino han sido Theodor Adorno,
Löwenthal, Pollock, Erich Fromm,
Herbert Marcuse, Jürgen Habermas, las ganancias de los accionistas y de sus administra-
Alfred Schmidt. La escuela de Frankfurt dores: los altos ejecutivos. La aparente eficiencia de la
plantea dos usos de la razón, un uso empresa capitalista solo responde a la fórmula que
instrumental y un uso valorativo. La Gorz atribuye a Alain Lipietz: costos salariales bajos
y costos patronales altos.
manera de desarrollo capitalista de la
sociedad occidental estaría
representando una preeminencia del Y cuando se dice que una empresa pierde plata,
uso instrumental de la razón –que
uno de los argumentos habituales para el cierre de
plantas, se está diciendo una de dos cosas: o que gana
enlaza causas y efectos– y sería la
causa del deterioro de la relación entre
el hombre y la naturaleza. Por otra menos que el promedio del grupo al que pertenece o
parte, se habría reducido el uso que hay un mejor negocio en otra parte. En el primer
valorativo de la razón, el que permitiría caso, no hay CEO que se pare ante una asamblea de
a los seres humanos reflexionar sobre
accionistas a explicar que aunque el retorno promedio
del grupo es del 17 % anual esa operación va a retor-
la elección de los fines.

nar solo el 5%, porque sabe, con razón, que en ese


mismo momento la asamblea está pensando en cómo
reemplazarlo. Por eso, lo que termina diciendo es que
hay que terminar esa operación porque “se pierde
plata”. En muchos casos, de esta manera, está ha-
ciendo perder ganancias futuras a esos mismos accio-
nistas al resignar la posibilidad de trazar estrategias
para la evolución probable de los escenarios futuros.
Pero el mundo es muy inestable, mejor gano hoy
–piensan los ejecutivos– y mejor gano hoy –piensa el
accionista–. Esta es la pobre racionalidad de las deci-
siones de negocios.
El otro caso es el de replanteo de negocios. Cie-
rro una planta no porque no sea eficiente sino porque

54 Emilio Pauselli
quiero quedarme con su mercado y fabricar en otra
parte. Bueno, es más barato fabricar en otra parte, dirá
alguien con razón. Pero no es este el caso en muchas
ocasiones y ésta va a ser una experiencia cada vez más
frecuente ante la necesidad de los países centrales de
recuperar trabajo para sus sociedades. ¿Es que es más
barato fabricar válvulas para motores en Alemania que
en Rafaela? La Argentina, lamentablemente, es toda-
vía un país donde los capitales internacionales pueden
comprar fábricas para cerrarlas. Esto parece natural
porque es una de las estrategias que desde antiguo han
utilizado también los capitalistas argentinos para am-
pliar su dominio del mercado, siendo probablemente
el caso paradigmático el del acero.
Pero hemos llegado hasta aquí hablando de
cómo el poder económico ha desarrollado maneras al-
ternativas de dominio sobre las personas. La manera
en que algunos miles de personas, todas ellas con es-
tudios superiores, dirigen las empresas y los países es
un serio llamado de alerta. La reciente estafa que entre
los dirigentes políticos de las principales potencias y
los banqueros han realizado con la consecuencia de
millones de puestos de trabajo perdidos debe hacer-
nos reflexionar al respecto. Sobre todo cuando las so-
ciedades no pudieron impedir que esos mismos Esta-
dos favorecieran con billones de dólares a esos mis-
mos bancos causantes del desastre.
Habrá que creer que, efectivamente, “el mundo
que se instala bajo el signo de la cibernética, la auto-
matización y las tecnologías revolucionarias, y que
desde ahora ejerce el poder, parece zafarse, parape-
tarse en zonas herméticas, casi esotéricas. Ha dejado
de ser sincrónico con nosotros”25. Viviane Forreter. El horror económico.
Ni las personas desempleadas o subempleadas
25

pueden hacer de su tiempo libre una herramienta para


construir una sociabilidad distinta, ni los dirigentes de
todas las esferas pueden utilizar sus conocimientos y
su información para incidir en la existencia de un

El trabajo como actividad socialmente codificada 55


Y no es una metáfora. Personas
26
mundo mejor. En esta encrucijada se ignora que la
quizás bien intencionadas afirman que falta de trabajo es un resultado derivado de la manera
de producir y acumular riqueza y, en cambio, se lo de-
no saber inglés y computación es ser
analfabeto en el siglo XXI y, claro está,
un analfabeto no va a conseguir trabajo fine como un “problema social” equivalente a una epi-
en la sociedad de la tecnología. demia o al analfabetismo26. Lo que se quiere ignorar es
que el desempleo no es una crisis del modelo, es el
Los gobernantes menos fantasiosos modelo27.
27

reconocen que en el tema del empleo


“todavía queda mucho por hacer”. Es
un mérito que no se engañen con
estadísticas preparadas para bajar
artificialmente los índices de
desempleo, pero siguen presos de la
ilusión de que “el problema se va a
solucionar”, aunque desconozcan
cómo.

56 Emilio Pauselli
Capítulo 4

La falta de trabajo transformado en 1


Años atrás, cuando estábamos
“problema social”1 sorprendidos por las distintas maneras
en que se negaba que la escasez de
La falta de trabajo no llega fácilmente a considerarse empleo fuera una situación derivada
un problema social. “Trabajo hay, lo que ocurre es que del modelo de sociedad vigente y no
la gente no quiere trabajar”. “Las capacidades que tie-
una anomalía del mismo, nos
encontramos oportunamente con la
nen las personas no son las que demanda el mercado obra de Murray Edelman: La
de trabajo, por eso no consiguen empleo”. “No vieron construcción del espectáculo político.
a su padre trabajar, por eso no tienen la cultura del tra- Sus enfoques, que resumen aportes de
bajo”. “A las personas les falta espíritu emprendedor, Nelson Goodman, Jerome Bruner,
quieren la comodidad de un sueldo a fin de mes”. “Lo
Michael Foucault y Jacques Derrida,
entre otros, han orientado las ideas
que faltan son inversiones, cuando vengan las inver- presentadas en este capítulo.
siones habrá trabajo para todos”. “Lo que no hay es
empleo, trabajo sobra”. “No hay seguridad jurídica,
cuando se asegure la libertad de mercado va a haber
trabajo”.
El lector podrá agregar otras expresiones que in-
dican que la falta de trabajo no es un problema. O se
trata de limitaciones de las personas o de políticas gu-
bernamentales equivocadas. Mejorando aquéllas o co-
rrigiendo éstas, la situación estará superada.
De poco vale decir que cada vez hay menos re-
lación entre el crecimiento del PBI o el aumento de
las inversiones y la creación de trabajo2. Tampoco que Para analizar qué mide y qué no mide
2

durante los períodos de gobierno más libremercadistas el PBI, consultar Qué es bueno, qué es
es cuando más puestos de trabajo se pierden. Menos se
mejor. La medida del progreso en
economía. Ing. Enrique Martínez.
nos cree aun cuando afirmamos que casi el cien por Presidente del INTI. En Debates para
ciento de las demandas de sectores pobres y margina- honrar el Bicentenario. Nº 1, marzo de
dos es tener un trabajo. 2010.

En un ejercicio que hacemos de integración de


audiencia con públicos heterogéneos generacional-
mente obtenemos regularmente el siguiente resultado:
las personas nacidas a mediados del siglo pasado ex-
presan que la principal preocupación que marcó su
vida ha sido la reivindicación de justicia y paz en el

La falta de trabajo transformado en “problema social” 57


mundo. Los nacidos hasta los años 70 señalan como
sus prioridades las posibilidades de desarrollo perso-
nal y profesional. Las generaciones nacidas luego de
los 70 indican que su principal angustia consiste en
imaginar de qué van a vivir.
Eso está hablando de cómo percibió el mundo
cada una de esas generaciones y hace suponer que hay
un sustrato de realidad detrás de esas inquietudes. Las
personas nacidas en las décadas del 50 y 60 del siglo
XX sufren actualmente la falta de trabajo en mayor o
menor medida que el resto de la población; la dife-
rencia es que conocieron una sociedad de pleno em-
pleo e interpretan su situación actual como una ano-
malía. Las personas más jóvenes, en cambio, encuen-
tran un mundo donde la precariedad de los sistemas
para obtener medios de vida es la regla.
Pero las ideas que circulan alrededor de la falta
de trabajo como problema social no parten de registrar
los cambios que se producen desde la salida del lla-
mado “Estado de bienestar” hacia modelos de menor
regulación del capital. Por el contrario, expresan las
valoraciones morales que se tienen sobre el trabajo y,
claro, las personas que no ejercen esa virtuosa activi-
dad algún tipo de disfuncionalidad están expresando.
La condena al que no tiene trabajo, la culpabili-
zación de la víctima, cubre un espectro importante de
la atribución de responsabilidades por la falta de em-
pleo. Otras causas se agrupan en críticas al Estado por
la ejecución de determinadas políticas o la no ejecu-
ción de otras. En pocos casos la responsabilidad se
atribuye a una causa sistémica, especialmente relacio-
nada a lo que los centros de poder económico deciden,
en orden a obtener las máximas ganancias posibles.
3
Murray Edelman, La construcción del Como dice Edelman3, “el espectáculo consti-
espectáculo político. 1988. tuido por las noticias continuamente construye y re-
construye los problemas sociales, las crisis, los enemi-
gos y los líderes, creando de tal modo una sucesión de

58 Emilio Pauselli
amenazas y seguridades”. Esta afirmación, que pone
en duda la creencia ingenua de que en la actualidad a
través de los medios de comunicación estaríamos in-
formados de “lo que ocurre” en la realidad, nos lleva a
preguntarnos sobre cuál es el verdadero estatus de ver-
dad de las afirmaciones públicas sobre este y otros
temas. La tesis de Edelman es que las noticias políticas
no son un relato de hechos ante los que la gente reac-
ciona, sino la creación de públicos interesados en el
tema. “Convertir la ambigüedad en certidumbre, las
personas multivalentes en egos con ideologías fijadas,
y las predilecciones del observador en la esencia de la
racionalidad, es un incentivo que penetra el discurso
cotidiano y la práctica de la ciencia social”4. 4
Edelman sí.
Así, la explicación de por qué millones de per-
sonas no tienen trabajo o tienen un trabajo precario,
no resultaría de un estudio sistemático sobre la gene-
ración y la eliminación de lo que se denomina “tra-
bajo”, sino que estaría expresando en sus distintas ver-
siones intereses y creencias de diversos actores socia-
les. Estas versiones también se interpenetran: así, es
posible oír a dirigentes de agrupaciones de desocupa-
dos hablar de que sus representados deben recuperar la
cultura del trabajo, o a empresas que sistemáticamente
reducen puestos de trabajo incluir en sus logros de res-
ponsabilidad social empresaria la creación de fuentes
de trabajo.
Esa ambigüedad es posible porque los “proble-
mas sociales” siempre tienen dos caras: una habla de
los perjuicios mientras otra habla de los beneficios
que producen. “El término ‘problema’ solo vela te-
nuemente el sentido en el que las condiciones deplo-
radas crean oportunidades. Hay otros modos de refe-
rirse a los beneficios que producen los problemas:
abundancia de mano de obra, evitación de la interfe-
rencia gubernativa en los mercados del trabajo y de
productos, un clima comercial favorable, incentivos
para la ambición”5. 5
Edelman vuelve.

La falta de trabajo transformado en “problema social” 59


En esta ambivalencia se expresa el hecho de que
las situaciones socialmente disfuncionales no lo son
para todos. De allí que cualquier política de mejora,
programa social o de desarrollo que no indique con
claridad a qué beneficiarios de esa disfuncionalidad se
estará desplazando, no puede ser sometido a un análi-
Por ejemplo, en la Argentina de estos sis serio6. Tanto el desarrollo económico como la ejer-
6

años es un “problema” recurrente el de


citación de derechos no favorecen a todo el mundo:
atiende a las necesidades de algunos e impide los be-
la “seguridad” en relación con la
concreción de delitos. Pero la
construcción del problema elude neficios obtenidos por otros. La posibilidad de mejora
sistemáticamente analizar el papel de la en el capitalismo parece muy amplia ya que siempre
policía en el manejo del tráfico de los afectados resultan ser una pequeña minoría, aun-
drogas, de la trata de personas y del
que su habilidad política ha consistido históricamente
en presentar sus intereses como los de la mayoría.
robo “controlado”. Aumentar la
seguridad ciudadana sin afectar a las
mafias policiales es algo Una de las estrategias más comunes para mante-
ner esta ambigüedad entre perjuicios y beneficios que
absolutamente imposible. Por eso los
distintos gobiernos que se suceden
enuncian enfáticamente el problema producen los problemas sociales, radica en hacer res-
pero no producen ningún cambio ponsables de su situación a los que viven los efectos
efectivo en la situación. Claro que no aparentemente no deseados. “La construcción de los
es un problema cognitivo; ese problemas a veces lleva consigo un efecto perverso de
más largo alcance: ayuda a perpetuar o intensificar las
funcionamiento mafioso también ofrece
garantías a otras cadenas ilegales en
las que obtienen ganancias muchos condiciones definidas como el problema, un desenlace
dirigentes políticos, sociales y que típicamente proviene de los esfuerzos tendientes a
empresarios. superar la condición cambiando la conciencia o la con-
ducta de los individuos, mientras se preservan las ins-
7
Edelman pa’ todo el mundo.
tituciones que generan conducta y conciencia”7.
Esta situación se vive de manera amplificada en
el tratamiento social de los problemas del trabajo. Si
bien la percepción del problema ya lo identifica como
una situación global que se sufre en todo el planeta,
las explicaciones y estrategias correspondientes a su
“superación” son siempre particulares y mágicas.
Ocupa un espacio relevante en el discurso de los polí-
ticos aunque luego no se expresa en acciones de go-
bierno. Se sigue privilegiando a las empresas como
“dadoras de trabajo” cuando en realidad reducen per-
manentemente los puestos de trabajo. Se “educa” a los
desocupados para un trabajo que nunca le ofrecerán.

60 Emilio Pauselli
Días pasados recibí en mi casa un folleto de un
grupo religioso que estaba encabezado por la siguiente
pregunta: “¿Sabe usted quién gobierna el mundo?” La
respuesta, claro está, era “el demonio”. Me quedé pen-
sando que, en algún sentido, yo también estaba ha-
blando de ese tema. Pero a diferencia de ese ser ma-
ligno que se ocupaba activamente de que ocurriera el
mal, mi demonio era un ser anodino que cuidaba de
sus inversiones y poco le importaba lo que ocurría en
el planeta salvo que afectara su manera de obtener ga-
nancias. Es más, hasta era un demonio inconsciente
que, como subjetividad, incluso se lamentara de que
tantas otras personas no tuvieran una vida mediana-
mente digna; situación con la que, obviamente, él no
tenía nada que ver y, sobre todo, nada que hacer8. “¿Por qué esta casta habría de
8

ocuparse de las turbas de


¿Cómo se sostienen esta mecánica de explica- inconscientes que insisten
ción mágica e inacción social frente al tema? “Las per- maniáticamente en ocupar perímetros
sonas angustiadas, temerosas y desalentadas por la concretos, establecidos, conocidos,
condiciones de sus vidas responden con esperanza y
donde clavar clavos, atornillar tornillos,
operar máquinas, clasificar cosas,
entusiasmo a promesas enfáticas de mejoramiento de hacer cuentas, meterse en todo como
esas condiciones, y también a definiciones claras de moscas, con circuitos lentos a la
los enemigos responsables de sus privaciones. La pri- medida del cuerpo, esfuerzos
vación y la angustia pueden alentar la credibilidad y la evidentes, cronologías y ritmos tan
credulidad”9.
antiguos como las carrozas?” Viviane
Forrester de nuevo.
Como vemos, poco podemos esperar de la ma-
nera habitual en que la sociedad trata los problemas
del desempleo y la precarización del trabajo. Sin em-
9
Vamos Edelman todavía.

bargo, muchas de las políticas se orientan, justamente,


a producir mejoras en ese terreno. En el próximo ca-
pítulo analizaremos el carácter de esas políticas y
comprenderemos, así sea parcialmente, por qué no
producen ninguno de los efectos buscados.

Desocupación y desocupados
Hace muchos años, en una entrevista de selección la-
boral, pregunto a una mujer si en ese momento se ha-
llaba desocupada. La entrevistada me corrigió di-

La falta de trabajo transformado en “problema social” 61


ciendo: “Nunca estuve desocupada, en verdad tengo
muchas ocupaciones. Lo que estoy es desempleada”.
Tomé debida nota y nunca volví a usar, en ese con-
texto, el término “desocupación”.
La persistencia del uso del término “desocupa-
ción” como sinónimo de “desempleo” no es una ope-
ración inocente. Está expresando los valores morales
que giran alrededor del trabajo considerado como ac-
tividad principal del hombre, donde el “ser” y el
“hacer” se confunden, en español, hasta fonética-
mente. ¿Cómo diferenciar la pregunta de “qué vas a
ser cuando seas grande” de la pregunta “qué vas a
hacer cuando seas grande”? Hay allí un vasaser y un
vasahacer indistinguibles.
Estar desocupado es malo, ya lo dice el refrán:
“el ocio es el padre de todos los vicios”. Un sinónimo
de “desocupado” es “vago”, alguien indolente que no
se ocupa de hacer las cosas obligatorias que constitu-
yen una vida decente. Así, el trabajar queda asociado
a una decisión personal, como el dar el asiento a una
embarazada en el colectivo. El que lo hace es una per-
sona educada, el que no lo hace es un cafre. ¿Pero es
ese el estatus del acceso al trabajo?, ¿depende de la
decisión de cada persona? Los que vemos deambular
a las personas de aviso en aviso, las largas colas que
se forman ante el anuncio de un trabajo, la utilización
de conocidos para acceder a alguna oportunidad de en-
trevista laboral, estamos convencidos de que hace rato
el acceso al trabajo ha dejado de ser un bien univer-
salmente disponible.
Pero esta realidad se choca con dos sistemas de
valores creados a lo largo de los años: uno corres-
ponde al embellecimiento moral del trabajo que hizo
el capitalismo que, para constituirse, ha debido des-
poseer a amplios sectores sociales de sus medios de
producción y destruir sus maneras de vida; de este
modo podía contar con mano de obra para sus em-
prendimientos. Otra es el recuerdo de una sociedad de

62 Emilio Pauselli
pleno empleo asociada al Estado de bienestar donde,
efectivamente, el acceso al trabajo era un problema
absolutamente menor.
Sobre el primero de los fenómenos, no hace falta
remontarse a la Europa de hace cuatrocientos años ni
volver a leer La situación de la clase obrera en Ingla-
terra10. Basta con reconstruir, por ejemplo, la historia Federico Engels, 1845.
del desarrollo de los ingenios azucareros en el norte
10

argentino. ¿Por qué iban a querer las familias que per-


tenecían a diversas culturas agrarias autosuficientes ir
a trabajar al ingenio que quedaba en otro lugar y donde
el sistema de trabajo era totalmente ajeno? Las prin-
cipales maneras de reclutamiento de mano de obra
fueron dos: la más difundida era el endeudamiento de
las poblaciones locales en condiciones que éstas nunca
podrían resolver y la cancelación de esas deudas a tra-
vés de trabajo en el ingenio. La otra manera, más bru-
tal aún, era directamente la destrucción de los sem-
brados de estas comunidades para privarlas de medios
de vida, obligándolos a trabajar en el ingenio para so-
brevivir. Trabajar en el ingenio era bueno, no trabajar
en el ingenio era ser un vago, perseguido por la poli-
cía, castigado por la sociedad.
La otra influencia sobre el sistema de valores
asociados al trabajo es de más reciente data. Las so-
ciedades de pleno empleo surgidas luego de la finali-
zación de la segunda guerra mundial representaron
una oportunidad de ascenso social para muchas per-
sonas. Con razón quedó asociada la idea de trabajo al
de mejora personal y familiar. En los 70 casi no con-
siderábamos el índice de desempleo como un factor
de análisis del mercado de trabajo, más bien se tomaba
el dato de rotación entre un trabajo y otro, o sea, el
tiempo que tardaba una persona entre que dejaba un
empleo y adquiría otro nuevo. Cuando la rotación
media percibida superaba las dos semanas se conside-
raba que había “problemas” en el mercado de trabajo.
Son innumerables las historias de este tipo en la

La falta de trabajo transformado en “problema social” 63


Argentina. Personas que un día tenían una diferencia
con su patrón, se desvinculaban y al día siguiente em-
pezaban en un nuevo empleo. Historias de migración
a las ciudades, donde antes de conseguir hotel para
alojarse ya habían conseguido trabajo. Los que crean
que fantaseamos sobre estas cosas, tómense la moles-
tia de hablar con personas de más de 60 años y pre-
gúntenles cómo fue su historia laboral.
Nosotros, en muchas ocasiones, estaremos utili-
zando indistintamente los términos “desocupación” y
“desempleo”, atendiendo a esa comprensión cultural
sobre el tema. Más adelante estableceremos algunas
distinciones que consideramos útiles para pensar crea-
tivamente sobre estos problemas.
La desocupación, además de un problema que
afecta a muchas personas y de una categoría de expli-
cación social, también es un índice. Ese índice ha natu-
ralizado discusiones que en otras condiciones serían in-
sostenibles, por ejemplo, considerar casi un éxito de las
políticas públicas que la desocupación sea “menor a dos
dígitos”, como si un problema que afecta a millones de
personas sea totalmente aceptable si no afecta a más del
10% de la población económicamente activa –o sea,
aproximadamente al 30 o el 40% de la sociedad–.
Durante el año 2010 se discutía en la Argentina
sobre la cantidad de pobres existentes. Mientras que el
oficialismo decía que la pobreza afectaba a 4 millones
de personas la oposición señalaba que eran 8 millones
los incluidos en esa condición. De alguna manera, esos
interlocutores habían perdido de vista el horror que
significa millones de personas sumidas en la pobreza,
con las secuelas de desnutrición, falta de educación y
deterioro de su habitat, en un país especializado en la
producción de alimentos.
La funesta magia de los índices, lejos de ponde-
rar la gravedad de los problemas sociales, hace olvidar
la magnitud de los mismos. Un amigo, en ocasión de

64 Emilio Pauselli
ser informado por su médico que tenía pólipos intes-
tinales y que debía someterse a una cirugía, hizo una
lipotimia y se desmayó. Luego de reanimarlo, el fa-
cultativo le dijo: “Amigo, no se ponga así, el 99% de
estos casos son benignos”, a lo que mi amigo, avisado
en cosas de la vida además de las derivadas de las es-
tadísticas, le respondió: “Es que, sabe usted, si a mi
me toca el 1 % para mí va a ser el cien por cien”. Para
el cien por ciento de los millones de desocupados que
habitan el planeta la vida es un infierno.
Pero los índices tampoco son neutrales, en su
definición se expresan las ideas que la sociedad tiene
sobre el trabajo y, más grave aún, se establecen cate-
gorías que no resistirían el menor análisis de sentido
común. Por ejemplo, para que una persona no esté des-
ocupada, en muchas mediciones basta con que haya
trabajado una hora la semana anterior. Si preguntára-
mos a diversas personas si consideran que una persona
en esas condiciones está ocupada, creo que difícil-
mente alguien respondería afirmativamente. En otras
mediciones, si la persona no ha buscado trabajo en el
último mes, tampoco se la considera como desem-
pleada, desconociendo el fenómeno tan estudiado del
desánimo que va ganando a las personas que buscan
trabajo durante largos períodos sin hallarlo.
Tampoco se repara en la calidad ni el estatus
legal del trabajo de las personas. Las mismas estadís-
ticas que muestran este tipo de “ocupación”, recono-
cen que gran parte de la fuerza laboral trabaja en con-
diciones precarias, fuera de la ley, “en negro” como
se dice en Argentina, o que la formalidad de su trabajo
se reduce a un “contrato basura”, sin ninguna obliga-
ción de permanencia en el tiempo para el empleador,
o directamente se cuenta como ocupados a los benefi-
ciarios de diversos planes sociales que no tienen nin-
guna relación con el trabajo.
Aun construidos de esta manera, los índices de
desempleo muestran a una parte importante de la po-

La falta de trabajo transformado en “problema social” 65


blación con serios problemas de trabajo o sin trabajo.
Imaginemos si se midiera la situación de acceso al tra-
bajo a través de categorías del sentido común: nos
avergonzaríamos aún más del tipo de sociedades en
las que vivimos. Una manera de aproximar la magni-
tud estadística del problema se obtendría si sumamos
el índice de desempleo al de subempleo, tanto de-
mandante como no demandante. Esa sería una cifra
aproximada de la parte de la población que enfrenta
los más serios problemas de trabajo. Para comprender
el problema en su conjunto hay que agregar, a la cifra
anterior, aquella población que se desempeña en tra-
bajos ilegales denominados “empleo en negro” que,
en muchos casos, incluye formas de servidumbre y de
trabajo esclavo. Con seguridad esta cifra abarca a más
de la mitad de la población de nuestras sociedades.
Ese tipo de índices acompañan lo que algunos autores
denominan el paso de la sociedad de "pleno empleo"
a la sociedad de "plena empleabilidad". La plena em-
pleabilidad se lograría cuando las personas aceptan
como trabajo ocupaciones precarias, ilegales y, en mu-
chos casos, poco dignas para el ser humano.

Ambigüedad en los discursos sobre el empleo


y el trabajo
Uno de los mitos ya mencionados es aquel de que tra-
bajo hay, lo que falta es empleo. Sobre esta ambigüe-
dad se monta gran parte de los discursos públicos
sobre el tema del trabajo. Los índices que se utilizan
hablan permanentemente de empleados y desemplea-
dos, reconociendo que el acceso al trabajo sigue ocu-
rriendo, primordialmente, a través del empleo. Por
otra parte, se imaginan soluciones al tema del desem-
pleo que no pasan justamente por el empleo sino por
emprendimientos autogestionados, ya sean individua-
les, familiares o comunitarios.
Pero cuando el mercado tiene un pico de de-

66 Emilio Pauselli
manda de trabajadores, como fue en algunas ramas
desde el 2003 hasta el 2005 por procesos de sustitu-
ción de importaciones en Argentina, recrudece el dis-
curso sobre la cultura del trabajo. Esos trabajadores
que necesitan las empresas no están disponibles para
trabajar, justamente porque han desarrollado algún sis-
tema autogestionado de vida. No quieren volver a la
empresa ya que han hecho la experiencia de lo efímero
que es el compromiso de ésta con él: apenas dismi-
nuya el trabajo, nuevamente serán despedidos.
¿En qué quedamos entonces? Cuando la em-
presa no necesita trabajadores es virtuoso que éstos se
arreglen de alguna manera por su cuenta. Pero cuando
los necesita porque tiene una oportunidad de ampliar
sus ganancias, entonces los trabajadores deben aban-
donar sus actividades y volver a emplearse. Esta am-
bivalencia es expresada permanentemente por los de-
cisores políticos y los responsables de áreas de em-
pleo, no se sabe si por la falta de comprensión del
problema o simplemente por otras causas.
Por un lado se habla de “trabajo decente”
cuando, en la realidad de las sociedades latinoameri-
canas, aproximadamente la mitad del trabajo existente
es, justamente, indecente. Por otro lado se insiste en
estrategias de precarización del empleo, disminuyendo
las obligaciones para los empleadores controlados y
permitiendo, por no ejercicio del poder de policía del
Estado, la existencia de formas de trabajo no permiti-
das por la ley.
En fin, esta es una breve reseña para mostrar la
poca seriedad del discurso y de las políticas referidas
al trabajo. La misma ambigüedad en la expresión del
problema se expresa a la hora de posicionarse frente a
los afectados por el desempleo. Éstos son vistos alter-
nativamente como víctimas de un problema social a
los que hay que proteger, o como desadaptados socia-
les. Una de las tácticas-consuelo que emplean los go-
biernos es considerar que el desempleo es siempre he-

La falta de trabajo transformado en “problema social” 67


redado de otras gestiones, y que su propia gestión está
en vías de resolverlo, sin reflexionar sobre la manera
en que sus propias políticas están creando las bases
del desempleo futuro.
Lo que en definitiva no se puede asumir es que la
existencia de estos grupos con trabajo precarizado o sin
trabajo son, en verdad, funcionales a todo modelo social
que haga del mercado su categoría central, ya sea por su
orientación libremercadista –neo liberales–, o porque
dispongan controles para evitar los peores efectos del
libre funcionamiento del mercado –social liberales–.
Aun desde el enfoque de las políticas sociales y
de la militancia política comprometida con el mejora-
miento de las condiciones de vida de la población, el
tratamiento de estos temas también está impregnado
de ambigüedad. La imposibilidad de analizar el ago-
tamiento de un modelo basado en la competencia de
todos contra todos lleva, a la hora de analizar sus efec-
tos, a “una forma reveladora de ambivalencia [...] con
respecto a las personas de las que normalmente se
habla con afecto y compasión, pero que en muchas si-
tuaciones son tratadas como si fueran peligrosas, in-
morales e incompetentes para vivir vidas autónomas.
[...] Ellas son vulnerables en todas partes a la explota-
ción en el trabajo, a la negación de derechos y opor-
tunidades de los que otros disfrutan rutinariamente, y
a formas severas de disciplina típicamente denomi-
nadas ‘de ayuda’. [...] El lenguaje del afecto, la pie-
dad, la compasión y la ayuda, oculta ante uno mismo
y ante los otros la importancia de la explotación de
11
Murray Edelman. Obra ya muy citada. esos grupos para el mantenimiento del orden social”11.
Desde el paradigma neoliberal la comprensión
del problema es peor aún. La pregunta que resume su
perplejidad ante el tema es: ¿por qué hacen falta polí-
ticas específicas para garantizar el trabajo? El pro-
blema del trabajo es un problema de cada individuo,
cada cual verá cómo lo resuelve. Es el mito de que “no
trabaja el que no quiere” o, peor aún, toda política que

68 Emilio Pauselli
mitigue los efectos de la falta de trabajo será un estí-
mulo para que las personas no trabajen.
El diario Ámbito Financiero, vocero de intereses
empresariales, lo explica con brutal crudeza: indica
con título catástrofe que “falta mano de obra para la
cosecha” de uvas y aceitunas “por auge de los subsi-
dios”. Pero veamos la nota. “La causa principal [de la
falta de mano de obra] según los empleadores es el
temor de los obreros de perder la Asignación Univer-
sal por Hijo y demás subsidios y programas sociales
que el Gobierno otorga a los desocupados”. Claro,
¡cómo es que no prefieren trabajar dos o tres meses,
que es el período que dura la cosecha, y despreocu-
parse de lo que pasa el resto del año con sus ingre-
sos!12 Pero el diario termina aclarando su idea: “La crí- 12
Por otra parte, esta interrupción es
tica situación se repite igual que la campaña pasada una situación contemplada por dichos
pero con el agravante de la intensificación de los con-
planes aunque puede a veces existir
alguna complicación administrativa
troles de indocumentados dispuesto por las autorida- para hacerla efectiva.
des nacionales, que frenó el impulso de la mano de
obra ‘golondrina’ que año a año peregrina desde Bo-
livia”13. En fin, está claro que son estos gobiernos que Ámbito Financiero, Buenos Aires,
13

dan subsidios a los desocupados y se oponen al tra-


10 de marzo de 2011. Nota seleccionada
y sugerida por Nancy Boufflet.
bajo esclavo y al abuso de extranjeros indocumentados
los que acaban con las posibilidades empresariales de
progreso y de creación de puestos de trabajo; un tanto
exageradamente precarios y breves, pero puestos de
trabajo al fin.
En realidad, la respuesta a esta perplejidad es
muy sencilla: los Estados deben tener políticas que ga-
ranticen el empleo en tanto garantizan sistemas de pro-
piedad que hacen del empleo algo aleatorio. Como se
pregunta el economista José Luis Coraggio: “¿Puede
una sociedad definir el trabajo como mercancía y de-
jarlo librado al funcionamiento del mercado, cuando el
resultado termina siendo que una gran cantidad de sus
José Luis Coraggio. La economía
14

como construcción social. Buenos


ciudadanos no logra resolver sus necesidades más ele- Aires, 2010. En “Economía Social y
mentales?”14 Agricultura Familiar”. INTA.

“Una mayoría de seres humanos ha dejado de

La falta de trabajo transformado en “problema social” 69


ser necesaria para el pequeño número que, por regir la
Viviane Forrester. El horror economía, detenta el poder. Según la lógica domi-
nante, multitudes de seres humanos carecen de motivo
15

económico.
racional para vivir en este mundo donde, sin embargo,
“Porque te dan tu parte. Cuando te llegaron a la vida”15.
16

jubilas, por una ley que hay, dividen…


dividen, dicen, a ver: tantos kilómetros Para que funcione el paradigma de que el tra-
de país, no sé, los que sean, entre bajo es un problema de cada uno, deberíamos vivir en
tantas personas, tanto… no sé, ponle la Australia de Los lunes al sol, donde se divide la tie-
rra por la cantidad de habitantes y se le da a cada uno
dos kilómetros cuadrados, tres
kilómetros cuadrados, lo que toque… y
te lo dan, a cada uno su trozo. ¿Te lo suyo16. Este concepto de “suyo” está muy lejos de
imaginas? Toma, pum, lo tuyo,… pa ti la percepción del mundo dominante.
¿Qué hace la sociedad ante un problema acu-
pa siempre. Ahí haces lo que te salga
de los huevos”. Monólogo del actor
Javier Bardén en la película española ciante pero construido de manera absolutamente equí-
Los lunes al sol. voca? Interpreta la danza de la lluvia.

70 Emilio Pauselli
Capítulo 5

Las distintas versiones de la danza de la lluvia


Dicen que nuestros antepasados, cuando los fenóme-
nos climáticos les eran desfavorables, ensayaban pro-
cesos mágicos tratando de conjurar esas fuerzas des-
conocidas e indomeñables. La versión más popular
que ha llegado, caricaturizada, hasta nuestros días, es
posiblemente “la danza de la lluvia”. Cuando la sequía
hacía peligrar la progresión de los sembrados amena-
zando con un hambre cierta en el futuro próximo, los
miembros de la comunidad se reunían y, posiblemente
conducidos por sus jefes, realizaban una danza ritual
para convocar a las nubes proveedoras de agua y así
salvar su existencia inmediata.
La sociedad contemporánea, también conducida
por sus jefes, organiza acciones del mismo tipo para
conjurar la falta de trabajo decente. Aunque el cálculo
de probabilidades favorecía a nuestros antepasados,
no por eso los líderes políticos e intelectuales actuales
ponen menos esmero en ejecutar procedimientos má-
gicos para ver si ese fenómeno incontrolable se vuelve
más propicio para los humanos.
Hoy, en relación con esas poblaciones origina-
rias, conocemos algo más del ciclo de las lluvias y las
sequías. Quizás es hora de comenzar a indagar con
más seriedad los ciclos del trabajo y el desempleo.
El acceso al trabajo se presenta como una de-
manda de carácter universal, pero el ciclo de vida tra-
dicional se ha visto interrumpido. Ya nacer, crecer, es-
tudiar y trabajar no es un proceso garantizado. Una
gran parte de las personas que nacen lo hacen en ho-
gares pobres e indigentes, así que ya crecer para ellos
es una actividad problemática. La posibilidad de estu-
diar se ha acrecentado en nuestras sociedades, aunque
de manera cada vez más fragmentada. Mientras unos

Las distintas versiones de la danza de la lluvia 71


pocos concluyen estudios superiores y realizan pos-
grados y doctorados de especialización, la mayoría
cierra su ciclo educativo en la enseñanza primaria o
media en los mejores casos. De allí a obtener un tra-
bajo el paso es aún más largo. Mal alimentados, poco
instruidos, son las mayorías menos favorecidas las pri-
meras en sufrir los efectos de la sequía.
En la Argentina, la desaparición del trabajo como
un bien accesible para todas las personas es un fenó-
meno relativamente nuevo: data de inicios de la década
del 90 del siglo pasado. Así, mientras hasta principios
de 1992 el índice de desempleo oscilaba alrededor de
los 4 puntos, en mayo de ese año llega al 6%, en octu-
bre de 1993 al 12%, y en junio de 1994 al 18%. Antes
de ese período se consideraba el desempleo como “fric-
cional”, resultado de ajustes momentáneos entre la
Sobre este tema se puede consultar oferta y la demanda de puestos de trabajo1.
1

Héctor Palomino. La crisis del mercado


de trabajo y los distintos enfoques La triplicación de las personas sin trabajo en un
sobre la solución del desempleo. 1999. período tan corto de tiempo –menos de tres años–,
Centro de Documentación en Políticas acompañada de la permanencia de muchas de esas
personas en su nueva condición de desempleados,
Sociales. Ciudad Autónoma de Buenos
Aires. Documentos / 23.
tuvo un tremendo impacto en el tejido social, aunque
sus efectos fueron diferidos, entre otras causas, por la
incumplida profecía de que ese cambio del mercado
de trabajo tenía que ver con el progreso y el ingreso en
el primer mundo. La eficacia de ese discurso tendió
un velo que disimuló el importante proceso de paupe-
rización que en esos años se había iniciado, la pro-
yección de una sociedad dual –con incluidos y margi-
nados– y, en definitiva, la transformación del trabajo
en un bien escaso, de imposible acceso para todos.
En los últimos veinte años se desarrollan en el
cono sur de América Latina acciones cuya intención
declarada es paliar la situación de falta de trabajo que
afecta –de manera variable– a segmentos más o menos
importantes de la población. Llaman la atención tres
características que rodean esos esfuerzos: la primera,
su falta de concordancia con los diagnósticos de orga-

72 Emilio Pauselli
nismos especializados en la materia que ya venían
alertando sobre esta situación en la región desde los
años 80 del siglo pasado2. La segunda, y en parte re- Ver la producción de la CINTEFOR –
lacionada con la primera, su falta de eficacia. La ter-
2

Centro Interamericano para el


cera, que dichas acciones, preformateadas y financia- Desarrollo del Conocimiento en la
das por organismos multilaterales de crédito, no han
Formación Profesional. Organización
Internacional del Trabajo– en ese
sufrido prácticamente modificaciones cuando esa fi- período, donde con lucidez se indica
nanciación cesó y pasaron a ser parte de los presu- que los cambios que están ocurriendo
puestos de los propios países donde se aplican. en el mercado de trabajo no podrán ser
impactados a través de intervenciones
Finalmente, puesta ante la nueva realidad, la so- de formación profesional. En los años
ciedad ensaya distintas estrategias para controlar el 90 y actualmente la mayoría de los
mal. En este capítulo lo introduciremos en esa danza esfuerzos con los que se cree se
ritual y, en los próximos dos capítulos –la educación y resolverá el tema del desempleo se

la economía social– lo acompañaremos en una visita


orientan, justamente, a acciones de
formación profesional.
guiada por los postgrados de la especialidad.

Conocimientos y habilidades:
el primer paso de la danza de la lluvia
La mayoría de las acciones que actualmente se des-
pliegan como programas orientados a generar trabajo
están moldeadas en la matriz de las políticas de orga-
nismos financieros multilaterales: Banco Mundial y
Banco Interamericano de Desarrollo. Debería llamar
la atención, en primer lugar, que las políticas sociales
sean elaboradas y fiscalizadas por dos entidades fi-
nancieras. Superada esa perplejidad, no es posible ig-
norar la relación de esos organismos con un modelo
de “progreso” que hoy está en crisis en todos los lu-
gares del mundo donde sus políticas han sido las pre-
dominantes. Eso genera una lógica que, aplicada a los
programas sociales, desplaza la mirada de las causas
que generan la inequidad y eliminan la necesidad de
trabajo humano, trasladando la responsabilidad a dis-
tintos tipos de factores, como son las denominadas es-
casas capacidades de las personas sin trabajo, la su-
puesta falta de espíritu emprendedor por parte de las
mismas, el denominado mal hábito que implica la

Las distintas versiones de la danza de la lluvia 73


existencia del empleo estatal, el acostumbramiento a
los planes sociales de ingresos y otras. No es un pro-
blema de bondad o maldad de estos organismos, o de
oscuras intenciones. Solo se trata de la coherencia con
un punto de vista que, sosteniendo la corrección y per-
tinencia del modelo denominado de “libertad de mer-
cado” –que sería mejor llamado de “desprotección de
los elementos social y productivamente más débiles”–
como factor del desarrollo, se obliga a velar porque
todos los efectos que contradigan esa creencia sean
atribuidos a factores externos al mismo.
En esa línea de pensamiento, las principales ac-
Programa de Apoyo a la Reconversión ciones orientadas a mitigar la falta de trabajo se han
desarrollado sobre la idea de que capacitando a las
3

Productiva, desarrollado en la
Argentina durante la década de los 90; personas desocupadas éstas conseguirían incorporarse
fue creado por los contratos de al mercado de trabajo. Estas orientaciones, además de
un profundo desconocimiento de lo que ocurre en ese
préstamo con el Banco Interamericano
de Desarrollo 925/SFAR
y 816/OC-AR. Incluyó dentro de sus ámbito, parten de un diagnóstico implícito: el pro-
componentes el Proyecto Imagen, blema reside en las personas o, como se dice hasta el
Proyecto Joven y Proyecto cansancio, éstas no tienen los conocimientos que el
Microempresas. Se calcula que su mercado demanda.
presupuesto fue del orden de los 400
millones de dólares. Durante el período Los cultores de tales ideas, impasibles ante la
de su vigencia –1994 a 1997– se falta de resultados de programas millonarios como el
produjo la triplicación de la
PARP3 o como el Seguro de Capacitación y Empleo4,
esgrimen la prueba que consideran el fin de toda dis-
desocupación en la Argentina,
situación que se mantuvo sin variantes
hasta aproximadamente el 2005. Su cusión: las empresas requieren de mano de obra y no
impacto fue nulo. la consiguen, es necesario formarla.
Programa desarrollado desde el 2004 Allí comienza la clase inicial: tome al aprendiz
por los hombros y gírelo hasta que visualice la com-
4

y hasta la actualidad, creado por


Decreto Presidencial N° 336/2006 del 29 putadora. Luego, con delicadeza, lo vuelve un cuarto
de marzo de 2006. En verdad, de vuelta y ve los destornilladores y las pinzas, otro
cuarto de vuelta y lo esperan la pala y el serrucho.
aprovechando el prestigio que da el
discurso de “impulsar” el trabajo, este
programa estuvo destinado a desarmar Claro, si el indeciso no sabe manejar ninguna de esas
un Programa de ingresos universal herramientas, mal futuro le aguarda a la hora de bus-
como fue el Jefes y Jefas de Hogar car trabajo.
Desocupados. Ver Método, metodología
y reconocimiento del otro, Pauselli, Permítale elegir: ¿qué quiere ser / hacer? Pero
2008. no le haga creer que es Julio Boca, nada de salto triple.

74 Emilio Pauselli
Carpintero, albañil, electricista, operador de PC,
mozo…, puede ser. Médico, abogado, contador, inge-
niero, historiador…, ni se le ocurra, eso no es para él.
En el año 2003 estábamos realizando un taller
en la Provincia de Jujuy con personas que atendían co-
medores comunitarios y estaban incorporando la idea
de que la solución a mediano plazo para las personas
que concurrían a los mismos no era la asistencia ali-
menticia sino la obtención de trabajo. Paralelamente,
existía una oferta variada de programas que estimula-
ban la formación en oficios. En una dramatización rea-
lizada en ese taller, dos personas informaban a los jó-
venes sobre esas posibilidades que incluían, efectiva-
mente, albañilería y carpintería. Uno de los que
personificó a “un joven”, cuando escucha la oferta,
queda dubitativo, no se decide por ninguna de las dos
alternativas. Entonces quien personificaba a “la insti-
tución”5 le pregunta que, si no le gusta ninguna de las 5
Cuando usamos la palabra
dos opciones, ¿qué es lo que quiere hacer? El “joven” “institución” nos estamos refiriendo,
responde: “Me gustaría seguir estudiando la secunda- en un margen, al resultado de la
ria”. La “institución” piensa unos segundos y se escu-
actividad instituyente de la sociedad,
en el sentido que lo utiliza Castoriadis
cha decir a sí misma, con espanto propio y generali- en la obra citada, por lo que en muchos
zado: “Pero…, eso no es para vos”. casos será sinónimo de “instituido”. En
el otro margen estaremos usando la
Queda pendiente la afirmación de que las em- idea de institución como red de
presas no encuentran la mano de obra que necesitan. prácticas reconocibles, en el sentido
Las reflexiones circulantes basadas en las demandas que lo usa Ignacio Lewkowicz:
específicas de especialidades, que hoy el mercado de “Nuestro principio historiador de
trabajo no logra resolver satisfactoriamente, pierden
existencias es laxo pero pródigo. No
antepone requisitos de coherencia
de vista la desproporción entre la escasa magnitud de lógica ni de consistencia ontológica.
los especialistas solicitados por un lado y los millones Algo existe para el discurso si se anota
de personas que no tienen un puesto de trabajo ni ofre- con su nombre en una red de prácticas.
cido ni autocreado. Si hay un nombre y una red de
prácticas en que algo funciona, ese
Cuando desde el mundo empresario se dice que algo constituye una institución”, en La
falta tal o cual tipo de mano de obra especializada, la locura enloquecida, 2004.
primera respuesta no debería ser invertir recursos para
formar personas en esas especialidades. La primera re-
acción debería ser constatar esa afirmación. Coordi-
nando un taller de desarrollo productivo donde parti-

Las distintas versiones de la danza de la lluvia 75


cipaban varios empresarios, se instaló el tema de las
6
Juntos y Organizados. Sociedad Rural especialidades faltantes6. Pregunté a uno por uno si
de Tucumán. 2010. podía describir aquellos puestos de su empresa que no
lograban cubrir satisfactoriamente. El resultado fue
que ninguna de las empresas allí presentes sufría esa
situación, pero “sabían por otros” que había empresas
que no conseguían los trabajadores necesarios.
La segunda pregunta debería ser: ¿por qué no se
consigue contratar a esos trabajadores? No necesaria-
mente es que no existe esa calificación. Se trata de in-
dagar cuánto se paga por ese trabajo, qué relación esta-
blece con otras oportunidades de ingresos que tienen
las personas que poseen esa calificación, en qué condi-
ciones culturales se prestan esos servicios y cuáles son
las condiciones demandadas ahora por las empresas.
Vamos a tomar cuatro casos para ejemplificar el
tema, que son otras tantas formas de entrar y salir de
este primer paso de la danza:
Año 2005: una empresaria de la construcción
nos informa que no consigue yeseros. Le pregunto
cómo se las arregló habitualmente para realizar esos
trabajos y me cuenta que ella tenía un excelente
equipo de yeseros, pero ahora que los había vuelto a
convocar “no querían trabajar”. La realidad es que esa
empresa había atravesado una serie de altibajos, habi-
tuales en ese mercado, y en los momentos en que el
trabajo disminuía, los yeseros, claro, eran desvincula-
dos. Luego de una serie de desvinculaciones consecu-
tivas la mayoría de ellos consiguió otros trabajos. Al-
gunos en diferentes empresas y varios como vende-
dores ambulantes. La convocatoria no era atractiva y
por ello las personas privilegiaban otros trabajos más
previsibles. De hecho, desde su perspectiva, en caso
de responder positivamente a la empresa solo inicia-
ban un nuevo ciclo de empleo-desempleo.
Año 2002: un empresario del rubro de manteni-
miento industrial indica que “no hay” matriceros. Este

76 Emilio Pauselli
es un oficio efectivamente diezmado por los largos
años de importaciones sin barreras que destruyó gran
parte de la industria nacional. Como su empresa pres-
taba servicios en un parque industrial, hicimos una in-
vestigación sobre el volumen de la demanda de ma-
triceros en dicho ámbito. En verdad, era la única em-
presa de las que necesitaban operarios con esa
especialidad que carecía de ella. La política de la em-
presa consistió durante muchos años en la importación
de piezas de repuesto, lo que la llevó a no desarrollar
una capacidad de matricería propia, salvo para de-
mandas muy simples. La modificación de la situación
cambiaria hacía conveniente comenzar a fabricar y,
ante esa oportunidad de beneficios, resultaba que “no
había mano de obra”. La verdad es que en poco tiempo
conseguimos la persona que la empresa necesitaba:
ésta indicó que solo trabajaría de lunes a jueves porque
de viernes a domingo se dedicaba a sus nietos, y que
debían buscarlo en auto en su casa y llevarlo nueva-
mente a su domicilio al finalizar la jornada de trabajo.
¡Eso es funcionamiento del mercado!
Año 2006: una cámara de empresas de la cons-
trucción solicita se forme a oficiales albañiles ya que la
demanda de trabajo supera en mucho la oferta de esa
especialidad. Consultados al respecto, indicamos que,
de acuerdo a estudios realizados recientemente, en ese
mercado no faltaba tal tipo de mano de obra. ¿Los em-
presarios eran unos mentirosos? No, solo que no con-
seguían contratar a precio de convenio. ¿Por qué?: esos
precios eran tan bajos que cualquier albañil experi-
mentado obtenía el mismo ingreso haciendo dos o tres
pequeños trabajos por mes que trabajando de lunes a
sábado para la empresa. En un convenio entre el Es-
tado y la UOCRA7 se formaron seiscientos jóvenes en 7
Unión Obrera de la Construcción de la
esas actividades y se le entregó a las empresas deman- República Argentina, sindicato que
dantes los listados con las personas capacitadas. A un agrupa a los trabajadores el sector.

año de esa experiencia, las empresas habían contratado


solo a nueve personas de esas seiscientas.

Las distintas versiones de la danza de la lluvia 77


Año 2009: en una zona rural se detecta la nece-
sidad de algunos tractoristas ya que, en los momentos
de cosecha, éstos eran insuficientes. El carácter esta-
cional de la demanda hace pensar en la conveniencia
de formar personas que habitualmente desarrollan
otras tareas en esa zona agrícola. Hecho un releva-
miento entre los agricultores del lugar, con 6 ó 7 trac-
toristas adicionales se cubrían bien las necesidades y
era relativamente sencillo proponer a los candidatos.
Justamente, en ese momento estaban disponibles cur-
sos dictados por el Ministerio de Trabajo que podían
incluir formación de tractoristas, pero… no se pudo
hacer. El formato de trabajo establecía taxativamente
que no se habilitarían cursos para menos de veinte per-
sonas. Ese es el paso de baile, todo lo que choque con
la figura será desestimado.
Para discernir sobre esas situaciones es necesario
un correcto diagnóstico. De otra manera, nunca sabre-
mos si se están generando nuevas oportunidades de tra-
bajo, o solo se están precarizando puestos que podrían
ser cubiertos por mano de obra calificada existente.
Una generación más moderna de acciones se ha
concentrado en mejorar los procesos de intermedia-
ción laboral. Redes de Oficinas de Empleo tratan de
detectar necesidades de formación y el acceso a pues-
tos disponibles. El capital simbólico necesario para
circular en estas redes no es pequeño, por lo que su
acción se hace más efectiva en segmentos de desocu-
pados con cierto nivel de escolaridad e inserción pre-
via. No llegan a tocar el núcleo duro de la desocupa-
ción y, en general, arrastran muchas de las ideas má-
gicas que circulan en el mundo de los programas
sociales relacionados con el trabajo.
También se corre permanentemente el riesgo de
estar afectando puestos de trabajo de mayor calidad y
Unión Obrera Metalúrgica, sindicato su sustitución por otros más precarios. Un Secretario
de Seccional de la UOM8 me confiaba: “En la UOM
8

que agrupa a los trabajadores de esa


especialidad. el precio mínimo de la hora es de $ 8, nadie trabaja

78 Emilio Pauselli
menos de 200 horas, nadie gana menos de $ 1.600”.
Pero un programa de “fomento” del empleo denomi-
nado Jóvenes por Más y Mejor Trabajo9 ofrece a los 9
Desarrollado por el Ministerio de
empresarios aprendices por valor de 500 pesos men- Trabajo y Seguridad Social de la
suales, de los cuales 375 paga el Estado. Mucha ten- Argentina

tación ¿no?
Pero puede ocurrir que, una vez dominado este
primer paso, siga sin llover para esa persona. Domina
el baile pero le falta actitud: allá vamos.

Segundo paso: la actitud proactiva


En América Latina millones de personas han pasado
largos períodos sumidos en el desempleo o desempe-
ñando trabajos precarios. Eso hace creer que esas per-
sonas no han podido construir la actitud necesaria para
postularse a un empleo o no cuentan con la disciplina
personal para desarrollar una actividad por cuenta pro-
pia. Como se ve, es más de lo mismo: otra vez la culpa
la tienen las personas que sufren la falta de trabajo.
Pero esta lamentablemente extendida creencia
es la que define el segundo paso de la danza de la llu-
via. Usted deberá, con gracia y donaire, impulsar te-
diosos talleres donde se le explique a las personas
“qué se espera de ellos” en el mundo del trabajo. Esto
no será muy original, claro, aunque sí un tanto con-
tradictorio. Se les pedirá creatividad para resolver pro-
blemas y obediencia a las normas internas estableci-
das; control de su personalidad y agresividad para des-
truir a otros en el mercado; compromiso con la
empresa y comprensión de que la empresa no puede
hacerse cargo “de todo”; observancia estricta de la ley
salvo en los casos de seguridad industrial, defensa del
medioambiente, pago de impuestos, cumplimiento de
las leyes del trabajo y otras minucias. En fin, la pro-
actividad es hacer en el momento justo, justo lo que el
patrón, jefe o supervisor crea que hay que hacer en ese
momento.

Las distintas versiones de la danza de la lluvia 79


Usted puede empezar este segundo paso sin exi-
girle mucho al físico. Basta con enseñar a hacer un cu-
rriculum vitae y ya se estará moviendo en la dirección
correcta. Cuando el aprendiz esté acostumbrado a esa
figura, se podrá agregar intensidad modelando el des-
empeño que deberá tener en una entrevista de trabajo.
Así, sucesivamente, se podrá ir agregando fantasía:
trabajo en equipo, solución de conflictos, relación con
la autoridad, capacidad de liderazgo.
Pena que dance para nadie o, en el mejor de los
casos, para desplazar a otros danzantes menos afortu-
nados en el proceso de selección para el único puesto
10
“Los consejos ofrecidos a título de trabajo que estaba disponible10. No hay una coreo-
individual a los desocupados en los grafía que lo incluya de acuerdo a sus condiciones: el
baile es ajeno y se necesita tarjeta de invitación. Si
organismos especializados les indican
cómo ganar un puesto milagrosamente
disponible, lo cual significa que otro no usted no cree en todo eso, corte camino. Enséñele a
lo obtendrá. Se les aconseja sobre las resolver test psicológicos y a hacerse amigo del jefe de
mejores artimañas para hacerse recursos humanos. No suena tan bello pero suele ser
preferir, hacerse elegir en lugar de muy efectivo a la hora de despeñar a otros bailarines
por las escaleras.
otro”. El horror económico. Viviane
Forrester. Agrega Félix Bombarolo que
este es el adiestramiento para Hace pocos años conocimos un programa de em-
“competir” con otros, el “sálvese quien
pleo en Uruguay denominado “Uruguay Trabaja” y
luego “Trabajo por Uruguay”. Éste representaba una
pueda”, el “tú puedes”…

versión más humana de este segundo paso. Consistía


en incorporar a las personas desocupadas a un programa
de empleo estatal durante seis meses donde gozaban de
todas las protecciones de la ley, incluidos servicios mé-
dicos. Estos grupos de personas, durante esos meses,
Era notoria la diferencia entre los hacían trabajos necesarios en distintos lugares públicos
de su comunidad y… se arreglaban la dentadura11.
11

participantes del programa y sus


familiares. Mientras estos últimos
ocultaban los pocos dientes que De más está decir que los logros obtenidos eran
quedaban en su boca, aquéllos inmensamente superiores a cualquier diseño teórico
mostraban orgullosos su nueva de enseñar cómo es “el trabajo”, suponiendo que al-
dentadura. La capacidad de nuestros guno de ellos no lo supiera. Pero al finalizar el período
del programa venía el trago amargo. Éste consistía en
pueblos para sobrevivir(nos) no tiene
igual.
que esas personas volvían a quedar desempleadas y a
perder sus coberturas sociales, pero no alcanzaba con
eso: debían escuchar la lectura de una carta firmada

80 Emilio Pauselli
por una ministra que terminaba afirmando más o
menos lo siguiente: “Después de realizar esta expe-
riencia, su futuro depende de usted, porque se acabó el
Uruguay del ‘no se puede’ ”.
Las personas, para evitar el sufrimiento de la
culpa, podemos hacer cualquier cosa. En este caso,
responsabilizar de su situación de postergación social
a los postergados. Yo le enseñé el paso con esmero du-
rante seis meses y si usted no logra que llueva, ya no
es mi problema.
Un buen manejo de la actitud también agota rá-
pidamente la vida útil del bailarín. Así lo certifican
centenares de jóvenes profesionales captados por las
grandes organizaciones a través de programas de Jó-
venes Profesionales o directamente contratados para
ocupar lugares subalternos en las distintas gerencias
de la empresa. Mientras estos jóvenes roban el tiempo
a su descanso y a su familia para entregarlo a su con-
tratante, otros jóvenes se están formando acelerada-
mente para reemplazarlo; son los que –como él antes–
pueden subvencionar su desocupación. En pocos años,
ese profesional que trabajó promedio 12 horas diarias
para la empresa ha quedado obsoleto: no tuvo tiempo
para actualizarse, para leer, para hacer nuevos cursos;
un nuevo “joven exitoso, talentoso y pujante”, con ex-
celente actitud, tomará su lugar.
Claro que no estamos diciendo que no tengan
importancia los conocimientos, las habilidades y el do-
minio de los códigos. Sería como decir que no es bueno
un analgésico para el dolor de cabeza. Lo que estamos
diciendo es que el analgésico no cura el cáncer.

Los microemprendimientos: usted ya es un bailarín


Pero pudiera ocurrir que, aun realizando el paso uno
con solvencia y el dos con gracia, la persona no lo-
grara un lugar en el escenario del trabajo. ¿Qué hacer
entonces? A no desesperar: el trabajo por cuenta pro-

Las distintas versiones de la danza de la lluvia 81


pia, donde uno decide dónde y qué bailar, resultará
una estrategia infalible. Claro que el entrenamiento
aquí ya se complica: mercado, costos, actitud em-
prendedora, planificación, control, competencia…,
todos serán como piecitos dibujados en el piso del em-
prendedor y éste deberá aprender a desplazarse por
ellos sin cometer una sola falla. Una cosa es bailar
donde uno quiere, otra cosa es caerse de narices en la
mitad de la pieza.
En ese sentido, otra de las acciones destinadas a
personas sin trabajo consiste en “desarrollar su espíritu
emprendedor” porque, de esa manera, se incorporarán
al mercado de trabajo como oferentes de productos o
servicios. Algunas corrientes imaginaban que estas
unidades pequeñas, insertas en la lógica de la terceri-
zación del trabajo por parte de las unidades más gran-
des, proveerían bienes y servicios a éstas. La creación
de micro y pequeñas empresas en el contexto de la pri-
12
Yacimientos Petrolíferos Fiscales, vatización de YPF12 constituye un ejemplo de esta
empresa estatal argentina de orientación. Otros enfoques solo consideraban que la
creación de una oferta de servicios dirigida a un mer-
prospección y extracción de petróleo y
elaboración de derivados, privatizada
durante los años 90. cado indeterminado iba a producir inclusión y gene-
ración de valor. Mientras la lógica del primer modelo
se agotó rápidamente en el contexto del desgaste de
los puestos de trabajo generado por la incorporación
de tecnología, casi nunca disponible para esas mi-
niempresas; lo que la lógica del segundo enfoque
nunca explicó es a qué mercado podrían concurrir esos
oferentes, ni atendiendo a qué franjas de consumo des-
arrollarían sus microemprendimientos.
Pocos actores sociales detentan el poder econó-
mico y de decisión, y la mayoría de la sociedad so-
brevive en los intersticios de trabajos que aún no han
podido ser eliminados. El modelo ideal sería el mo-
delo “soja”, casi sin trabajadores. Una tierra, una se-
milla, unos químicos, unas máquinas, permiten con la
participación de poquísimas personas obtener una
renta elevada. Porque, cuando se habla de aumentar la

82 Emilio Pauselli
eficiencia, de mejorar la estructura de costos, de ha-
cerse competitivo a nivel internacional, se habla en
verdad de utilizar menos mano de obra, o más barata.
Con este resultado de la evolución social pro-
ducido en las últimas décadas, asociar estrategias de
inserción productiva al estímulo del carácter empren-
dedor equivale a decirle a millones de personas: “el
98 % de los recursos ya tiene dueño, con el 2 % res-
tante todos ustedes deben organizar su vida”. La única
manera ética de asociar desarrollo con capacidad em-
prendedora estará vinculada a una profunda redistri-
bución progresiva de la tierra, la tecnología y el di- “Gatopardismo” es una expresión
13

nero. En cualquier otro contexto dicho discurso cons-


derivada del refrán que dice “De noche,
todos los gatos son pardos”, que hace
tituye una variante de la ideología neoliberal vigente alusión a la imposibilidad de distinguir,
en los años 90, o, más propiamente, gatopardismo13. en ciertas situaciones, un gato de otro.
En política, expresión usada para
Pero si usted ya domina los pasos uno, dos y indicar que no es fácil diferenciar una
tres, no se detenga: los estudios superiores lo esperan. intención de otra distinta.

Las distintas versiones de la danza de la lluvia 83


84 Emilio Pauselli
Capítulo 6

La educación y el acceso al trabajo:


la profesionalización del baile
Educación y trabajo han estado ligados desde hace
muchas décadas, tanto en términos reales como ima-
ginarios, y dicha relación era consistente en socieda-
des de pleno empleo. Una demanda sostenida de tra-
bajadores hacía del aprendizaje de profesiones y ofi-
cios una vía segura no solo de inclusión sino también
de ascenso social para las personas.
El fracaso creciente de las estrategias formati-
vas como facilitadoras del acceso al trabajo no hace
mella en esta institución tan antigua. Ella tiene su
poder y sus secretos. Ese bailarín fracasado, cuando
caiga en sus manos, va a aprender cómo se hace tro-
nar y caer rayos con el poderoso meneo de sus cade-
ras. Quizás, lo que se dice agua, no abunde: pero un tí-
tulo es un título; y si no lo cree, pregunte a todos los
que no tienen uno y verá cómo su vida es mucho más
difícil. “La desocupación afecta en especial a los que
no han terminado estudios primarios y etc., etc., etc.”.
La gradual desaparición de la economía domés-
tica o de autoconsumo y el crecimiento de la economía
de mercado, impulsó fuertemente el aprendizaje de
oficios. Significó un hito en la liberación social de mi-
llones de personas, especialmente mujeres y jóvenes,
que de esa manera pudieron ampliar su capacidad de
elección y no seguir forzosamente los mandatos de la
tradición familiar.
Pero la evolución de ese proceso se ha visto in-
terferido por el desarrollo que siguieron nuestras so-
ciedades a partir de la forma en que se generalizó la in-
corporación de tecnología orientada a la producción
de ganancias. Se ha roto la relación entre el creci-
miento de la producción y el crecimiento del empleo.

La educación y el acceso al trabajo: la profesionalización del baile 85


Un trabajo humano cada vez más productivo hizo que
la demanda de trabajadores fuera mermando hasta la
actualidad, donde el empleo constituye una oportuni-
dad de inserción social solo para una parte –variable–
de los integrantes de la sociedad.
La desaparición de las sociedades de pleno em-
pleo ha afectado desde la base el valor de la educación
como práctica social, como así también la formación
profesional y, más en general, la capacitación para el
trabajo. Antes, estas acciones educativas adquirían efi-
cacia en tanto se relacionaban con demandas reales del
mercado de trabajo. Ahora que la demanda de mano de
obra, por lo general, o no existe o es muy limitada, la
educación lucha con su propia sombra. Como nos di-
jera una profesora de adultos que trabaja en un barrio
muy humilde de Buenos Aires: “Debemos sostener
que la finalización de los estudios primarios es algo
muy importante para ellos, pero no por eso sus condi-
ciones de vida cambiarán”.
Sin embargo, el discurso normalizado sigue ha-
blando de educar para que las personas puedan conse-
guir empleo. Ha quedado atrás, esperamos, la ilusión
noventista de que los excluidos de América Latina se
iban a insertar en el mercado como microemprende-
dores. La imposibilidad de producir y vender para so-
ciedades pauperizadas ha estado en la base del fracaso
de esas estrategias. No ha sido justamente la falta de
espíritu de trabajo o de capacidad emprendedora lo que
ha frustrado esta salida; ha sido más bien el resultado
de una distribución regresiva del ingreso que achicó la
Microcrédito: una industria sin capacidad de consumo de grandes poblaciones1.
1

clientes. Pauselli, 2002.


El final abrupto del paradigma donde lo valioso
era ser un trabajador especializado y con el dinero per-
cibido acceder a la esfera del consumo, significa un
retroceso de ese proceso liberador que estuvo en la
base de las sociedades de pleno empleo. Pero, a dife-
rencia de aquellos productores para autoconsumo o
para pequeños mercados locales, estos nuevos grupos

86 Emilio Pauselli
que no son incorporados por el mercado de trabajo no
tienen bienes de producción –ni aun sencillos–, no tie-
nen tierra para pequeñas producciones alimentarias,
se ven sometidos a la competencia de los grandes gru-
pos económicos y, lo que es más grave, no tienen ya
los conocimientos culturales que les permitían soste-
nerse en ese círculo de autosuficiencia.
Esta tensión entre el discurso de la educación y la
realidad de la falta de demanda de trabajadores es uno
de los terrenos donde se expresa con crudeza la tensión
entre la actividad instituyente de las sociedades y la re-
sistencia de lo instituido2. Es probable que la falta de 2
Sobre este tema se puede consultar la
opciones de las sociedades actuales para incorporar a la obra de Cornelius Castoriadis, La
totalidad de sus miembros a procesos productivos y, de institución imaginaria de la sociedad.
esta manera, garantizar su inclusión social, esté en la
base de esta resistencia a aceptar que aun la formación
profesional tiene un bajo impacto en la inserción pro-
ductiva de las personas. Pero, aplicado a cualquier pro-
yecto de capacitación para el trabajo que hace segui-
miento de sus egresados, esto es una evidencia.
Esta compleja situación se agrava cuando vemos
las prácticas de la educación de adultos, concebida
casi enteramente como una práctica remedial que
apunta a compensar las fallas del sistema educativo
que considera al niño en la escuela primaria, al ado-
lescente en la escuela media y al joven adulto en la
universidad. Todos los caídos de ese “tren de la edu-
cación” deben ser recogidos por la educación de adul-
tos. Las necesidades educativas de los adultos que han
completado con éxito esos tramos educativos y cuya
expectativa de vida se extiende en un mundo cam-
biante, parecen no tener existencia en las estrategias
educativas actuales.

Instrucción y acceso al trabajo


Como el fracaso en la trayectoria educativa viene
acompañado, en casi todos los casos, por condiciones

La educación y el acceso al trabajo: la profesionalización del baile 87


socioeconómicas de base, dicha educación termina
siendo una educación para pobres. Mientras el que
puede financiar su propia desocupación accede a ca-
rreras –en general en el sector privado o posgrados del
sector público también pagos–, que le parece pueden
mejorar su posibilidad de acceder a un trabajo, aquél
que no reúne esas condiciones es un sujeto deseable
para al enseñanza pública en esta materia. El mandato
dice que si aprende un oficio o algunas competencias
laborales tendrá posibilidades de insertarse en un em-
pleo, desconociendo las altas tasas de desocupación
entre los mismos egresados de las escuelas técnicas o
3
El concepto de desocupación que de las propias universidades e institutos terciarios3.
estamos utilizando incluye los índices
propiamente de desocupación más la Que la desocupación acompañe casi simétrica-
subocupación medible. A su vez, nos mente los niveles de escolaridad alcanzados no debe
referimos también a la imposibilidad de llamarnos a engaño. Evaluemos la siguiente afirma-
aplicación de conocimientos
ción: “En el año 2004, la población joven entre 15 y 29
profesionales adquiridos, como el del
ingeniero que atiende un drugstore o el años en la Argentina ascendía al 26,8% de la población
yesero que se dedica a la venta total del país, totalizando 9.789.629 personas. La infor-
ambulante. Veremos que esta última mación censal existente nos demuestra que es el segmento
noción tiene importancia para analizar de edad con mayores dificultades relativas para insertarse
la promesa actual de la educación para laboralmente, problema que se agudiza cuando no se al-
el trabajo. canzan los niveles de escolaridad requeridos”4.

Análisis realizado en el marco de la Esta frase está tomada al azar y se puede en-
contrar en muchísimos documentos, tanto de organis-
4

cooperación de la Comunidad Europea


con el Ministerio de Educación de la mos internacionales como locales, que fundamentan
Argentina.
políticas de mejora social. A primera vista nos está
presentando una verdad incontestable; cualquiera que
haya revisado estadísticas al respecto sabe que, efec-
tivamente, entre la población desocupada predominan
los que tienen menores niveles de escolaridad.
Ahora, veamos un poco más en detalle: el
mismo texto podría terminar con la expresión “pro-
blema que se agudiza cuando no se cuenta con agua
potable”, o “problema que se agudiza cuando se ha su-
frido o se sufre desnutrición”, o “problema que se agu-
diza cuando se vive en barrios de menores ingresos”,
o “problema que se agudiza cuando se vive en condi-

88 Emilio Pauselli
ciones de hacinamiento”, o “problema que se agudiza
cuando se muere de enfermedades curables”, o “pro-
blema que se agudiza cuando no se tiene cuenta co-
rriente en el sistema bancario”, o “problema que se
agudiza cuando no se ha viajado a Europa”, y todos
esos finales tendrían la misma exactitud estadística
que el primero mencionado.
Sin embargo, la afirmación citada es el funda-
mento de copiosos programas que suponen, sin nin-
gún fundamento, que esa preparación le permitirá a
los desempleados encontrar trabajo. Por el contrario,
no se ha pensado en que proveer de agua potable a
toda la población, mejorar su acceso a la salud, ga-
rantizar la vivienda digna, tenga algo que ver con el
trabajo. Menos aún se ha pensado en hacerlos viajar a
Europa.
En verdad, la afirmación citada contiene un
enorme, monstruoso error. Con toda su apariencia de
inocencia y de verdad está expresando una mentira ma-
yúscula. ¿Por qué mayúscula? Porque no solo la reali-
dad no es aproximadamente así, sino que es exacta-
mente al revés. La población que no ha alcanzado ma-
yores niveles de escolaridad ha sido porque ellos o sus
padres no han tenido trabajo. La falta de trabajo es la
misma causa por la que no tienen agua potable, vi-
vienda digna, acceso a la salud ni cuenta bancaria.
Se puede decir en defensa de esa frase que, en
todo caso, está expresando la verdad de un resultado.
Pero no es esa la conclusión que se desprende de ese
tipo de expresiones. Las afirmaciones como las men-
cionadas no se orientan a indicar consecuencias sino
causas. Lo que vienen a decir es que, ¡oh!, descubierto
el origen del problema –en este caso el bajo nivel de
escolaridad– solo hay que poner manos a la obra: a
educar se ha dicho. No hay ningún problema en el sis-
tema, todo funciona bien, solo hay que ayudar a los
retrasados a encontrar el paso.

La educación y el acceso al trabajo: la profesionalización del baile 89


Si hasta ahora la formación impartida no dio re-
sultado es porque ha sido parte de acciones dispersas,
programas focalizados, ONGs sedientas de ingresos.
Ahora que la persona ha llegado hasta aquí ya está en
nuestras manos, que son las manos de la redención,
clavadas a la idea de que la verdad es evidente y todo
lo puede. Y, claro, si se trata de la verdad, qué mejor
lugar que venir a la escuela. Muera el postmodernismo
que duda de nuestra capacidad de verdad.
De esta manera se realimentan, de la manera
más nefasta, la ilusión social de que las personas no
encuentran trabajo por su baja instrucción con la ne-
cesidad de autovalidación de las prácticas educativas
institucionalizadas, cada vez más ineficaces.

La educación para el trabajo y la demanda social


Mientras los equipos educativos siguen pensando por
qué sus diseños técnicos no impactan en el acceso de
las personas a puestos de trabajo, la sociedad revierte
sobre la educación una fuerte demanda en orden a su
colaboración con la preparación de las personas –jó-
venes en especial– para el trabajo. Creemos que esta
demanda tiene dos componentes que es necesario di-
ferenciar, ya que tanto su lógica como su posibilidad
de satisfacción son realmente diversas.
Por un lado, se reclama a la educación que ac-
tualice sus curricula con el fin de que los jóvenes ad-
quieran conocimientos y habilidades que les sean úti-
les al momento de incorporarse al mundo del trabajo.
Ese requerimiento parece estar orientado principal-
mente hacia el nivel medio de la enseñanza, y coin-
cide con las preocupaciones de muchas personas que
trabajan en el sector educativo y dan cuenta de las di-
ficultades que tienen también estas instituciones en
adaptarse a los cambios que los procesos del trabajo
han sufrido en las últimas décadas.
Mientras la enseñanza técnica ha logrado man-

90 Emilio Pauselli
tener cierto vínculo con las demandas productivas,
otras ramas de la enseñanza probablemente tienen aún
más dificultades en definir el perfil deseable de sus
egresados. Segmentos educativos que en teoría debe-
rían adaptarse mejor al cambio, como los denomina-
dos “no formales”, parecen tener más retraso aún: pe-
luquería, prácticas de escritorio y corte y confección
tienen poco que ver con estética integral, computación
o industria textil.
Si a esto sumamos las condiciones reales de los
formadores, tanto en lo que hace a las limitaciones de
su preparación profesional como a sus condiciones de
trabajo, estamos ante un nudo de problemas que efec-
tivamente hay que desatar para favorecer la inclusión
productiva.
Sin embargo, es en este terreno donde las posi-
bilidades de mejora parecen más inmediatas. Lo que la
sociedad no quiere ver es que la falta de trabajo no es
causada por una formación inadecuada –aunque ésta
pueda ser mejorada–, sino por un funcionamiento sis-
témico del modelo.
El segundo aspecto comprendido en la demanda
que se realiza al sector educativo tiene ya que ver con
lo actitudinal y es mucho más difícil de resolver. Los
jóvenes egresados, en este caso tanto del nivel medio
como del terciario o universitario, no cuentan con la
actitud “proactiva”, “independiente”, “responsable” y
“flexible” que demanda el mercado de trabajo. No lo-
gran relacionarse adecuadamente con otras personas
que les permitirían acceder a trabajos, o les cuesta
adaptarse a ámbitos de trabajo. No tienen el lenguaje
ni la práctica adecuados para insertarse en el mundo
del trabajo.
Sin desconocer lo que las escuelas y universi-
dades pueden hacer en estos aspectos, esta demanda
en muchos casos transfiere a la educación responsa-
bilidades de socialización que tradicionalmente se re-

La educación y el acceso al trabajo: la profesionalización del baile 91


solvieron en el mundo del trabajo. Efectivamente, así
como la familia se encargaba –y en gran medida se en-
carga aún– de la llamada “socialización primaria” de
la persona, la escuela proveía la llamada “socializa-
ción secundaria”. Pero había una fase posterior de
aprendizaje, indispensable para ingresar al mundo
adulto, que era la socialización producida en el mundo
del trabajo. Desde el joven que “no quería estudiar” y
entonces se incorporaba a algún trabajo que en mu-
chos casos otorgaba una especialización u oficio en
pocos años; pasando por el egresado de la escuela
media –especialmente las que brindaban formación
técnica– que empezaba a hacer sus armas en alguna
empresa, oficina o comercio, o se sumaba a las res-
ponsabilidades del negocio familiar; y terminando con
el profesional universitario que, como todos saben en
el ámbito del trabajo, cuando llega con su título de re-
cién recibido “no sabe nada”; todos esos jóvenes em-
pezaban el proceso de “adaptación al trabajo”, que era
en realidad un proceso central en su adaptación al
mundo adulto.
El desarrollo de habilidades relacionales, la
construcción de conductas concretas de responsabili-
dad asociada a metas, el establecimiento y el manejo
de relaciones múltiples de autoridad –distintas a la pa-
ternal y la profesoral–, el desarrollo de habilidades de
negociación y muchas otras aptitudes se construían o
consolidaban en el mundo del trabajo. El mundo del
trabajo ha perdido esa capacidad, no solo para los des-
ocupados, sino también para los millones de personas
que se encuentran en una ocupación precaria. Aun los
¿Se acuerdan de Rifkin? Ese mismo, trabajadores de “cuello azul, de cuello blanco y de
5

clasifica así a los trabajadores


cuello de silicio”5 han comenzado a alternar su perte-
nencia a organizaciones de gran poder socializador
norteamericanos en su libro ya
mencionado El fin del trabajo. Por
aquellas tierras llaman “de cuello azul” con períodos importantes de inactividad profesional.
Mucho más grave, entonces, es esta situación
a los trabajadores manuales, “de cuello
blanco” a los que trabajan en oficinas y
“de silicio” a los trabajadores del para los jóvenes. Con escasas posibilidades de acceder
conocimiento. a un trabajo ahora llamado “tradicional” o “formal”,

92 Emilio Pauselli
van creciendo en edad y carecen de ciertas habilidades
sociales que exhibirían si hubieran tenido la oportuni-
dad de insertarse en el mundo del trabajo. Revertir esa
demanda sobre la educación es como pedirle que pro-
duzca jóvenes que tengan una experiencia de vida
como si hubieran vivido. Parece mucho ¿no?
Este tipo de demanda expresa, ante la desarticu-
lación de los mecanismos que sostenían la vida social
tradicionalmente, el deseo de que alguien se haga cargo
de remediar el desastre. No incluye ni el análisis de las
causas por las que esa manera de vida ha llegado a su
fin, ni las reales posibilidades de las instituciones de-
rivadas de ese modelo para hacerse cargo de los cam-
bios. Así, las escuelas son crecientemente un recurso
para paliar la crisis alimentaria, garantizando a sus asis-
tentes el “vaso de leche” o instalando directamente co-
medores para sus asistentes; también se cuenta con
ellas para aplicar distintos tipos de planes sanitarios,
especialmente con la niñez, y así de seguido.
Mientras tanto, estas ilusiones son reforzadas
desde el mensaje del poder. Muchos planteos genero-
sos creen que la educación todo lo puede y solo se
trata de aumentar sus recursos. Otros, más mezquinos
e irresponsables, culpan de la situación “a los maes-
tros”, quienes no cumplirían adecuadamente con sus
funciones profesionales. Mientras tanto, éstos expo-
nen diariamente su salud psíquica y física para en-
frentarse a sus educandos y su entorno social, que re-
sultaron totalmente distintos de aquello para lo que
fueron preparados en los institutos académicos.
Si la escuela puede dar de comer, puede vacunar,
puede prevenir, puede formar adultos antes de ingre-
sar al mundo adulto, sería una buena idea disolver el
Estado y toda otra organización social y transformar la
sociedad en una gran escuela. Aunque, claro, empeza-
ría la pelea por quién es el Director... ¿No hay una teo-
ría sobre el origen divino del poder de los directores?

La educación y el acceso al trabajo: la profesionalización del baile 93


¿Cómo educar a la educación?
¿Cómo hacer evolucionar el concepto de educación
para el trabajo en un modelo que suprime el trabajo
socialmente codificado? Esto tiene por lo menos dos
respuestas: la primera, educando ciudadanos que com-
prendan qué políticas y qué prácticas sociales supri-
men el trabajo y cuáles lo alientan. La segunda, apro-
vechando los recursos disponibles en la educación
–docentes, instalaciones, saberes, tradiciones– que son
inmensos y están en gran parte desperdiciados porque
miran hacia una sociedad que ya no existe.
El primer eslabón de la educación para el tra-
bajo es la educación política de las personas, en el sen-
tido más griego de la palabra política: lo que tiene que
ver con la vida en común. Las personas accederán al
trabajo, en especial las personas humildes, solo si lo-
gran revertir el dominio social de los grupos concen-
trados de poder que obtienen sus ganancias elimi-
nando el trabajo humano.
Si las personas que participan durante meses y
años en diversos procesos formativos institucionali-
zados no logran identificar los discursos que, hablando
del trabajo, van en contra del trabajo, todo el proceso
Estas condiciones incluyen las educativo ha sido en vano. No importa que haya
aprendido tal escala de medidas o tal técnica para
6

normas generales –legales– del trabajo,


las normas específicas de la actividad, hacer algo en el mundo; no comprendió qué es lo que
la remuneración, la extensión de la le permitirá hacerlo o no. Para hacer la instalación
eléctrica de un edificio saber de electricidad es una
jornada, etc. Por ejemplo, una situación
es si el mercado está obligado a
contratar electricistas matriculados, condición necesaria, pero no suficiente. Las condicio-
hacerles los correspondientes aportes nes en que se contratan esos trabajos6 y, más en gene-
sociales y previsionales, garantizar una ral, la parte de la población que puede tener acceso a
jornada razonable de trabajo. Otra viviendas y la seguridad eléctrica requerida para esas
construcciones, serán los factores que determinarán si
situación es si el trabajo se encarga a
un electricista que factura como
“trabajador independiente” y para sus conocimientos son requeridos o no.
realizarlo contrata “en negro” a unos
Mientras el mensaje siga siendo que para traba-
jar de electricista hay que aprender electricidad, de
chicos que trabajan 14 horas por día
pasando cables e instalando los tomas
y llaves correspondientes. mecánico mecánica y de médico medicina, estamos

94 Emilio Pauselli
ante una educación que engaña a sus educandos y que
se coloca como una fuerza hostil frente a las necesi-
dades de las clases populares. Eso es lo que expresa
con crudeza Vivianne Forrester al decir sobre la edu-
cación en Francia que “cualquiera sea su valor y ne-
cesidad, los docentes y la institución escolar están vin-
culados con quienes excluyen y humillan, con quie-
nes relegaron a sus padres (y por lo tanto a sus hijos)
a callejones sin salida para abandonarlos ahí, encerra- Viviane Forrester. El horror
dos fuera de la vida por el resto de sus vidas. Son los
7

económico. 1996. Fondo de Cultura


delegados de una nación que generalmente trata a esos Económica. Argentina, 2006.
alumnos y sus familias –sean ciudadanos o no– como
ilotas o parias”7.
8
Otra vez El horror económico de la
Forrester. No deje de leerlo.
No se trata, claro está, de adjudicar este rol a una
decisión voluntaria del trabajador de la educación: en Sobre este tema se puede consultar
9

ocasiones, éste llega a vivir casi tan marginalmente


de César Hazaki: El cuerpo mediático,
Editorial Topía, Buenos Aires, 2010.
como sus alumnos. Nos estamos refiriendo al sentido “En la apología del encierro que el
real de la práctica social que constituye la educación formato Gran Hermano repite en
instituyendo valores en desuso, mientras que ofrece diversos programas se puede observar
“esos valores como se le ofrecían a Alicia, en el país que todos los participantes, actores y
de las maravillas, esos platos suculentos pero fugaces,
espectadores glorifican y se apasionan
por la claustrofilia, ese amor por el
retirados de la mesa antes de que pudiera probarlos”8. encierro que es un paradigma de
Los verdaderos valores de esta sociedad no son
adaptación social. [...] Requiere y
estimula que el espectador tome su
los del trabajo, eso es ya a esta altura una cortina de papel, que sea un actor de reparto
humo; los verdaderos valores son los del formato te- imprescindible de la oferta de los mass
levisivo de Gran Hermano: el que logra la libertad sa- media. No solo tiene que mirar el
liendo de la casa, pierde; el que logra permanecer en- programa, sino que debe participar en
cerrado en ella sobreadaptándose a las necesidades del
los desarrollos y eventos que en la
casa-cárcel ocurran. En el formato Gran
guión hasta eliminar a todos sus competidores, gana9. hermano, para que dicha participación
Un maestro –en el sentido más noble que se le sea posible se lo invita, al espectador, a
pueda atribuir al término– que no haga un ejercicio de
permanecer las 24 horas del día
mirando la vida cotidiana de los
empatía con sus educandos poniéndose en su lugar, es encerrados; dándose así una situación
un fraude. En ocasiones, algún colega o amigo llama interesante y reveladora: ¡el espectador
para avisar que el trabajo está flojo, que cualquier de Gran Hermano está tan encerrado
oportunidad le avise. Yo siempre respondo con la como los participantes de la casa o
misma broma: “Hacé lo que enseñamos en los talleres
isla! Para que esta permanencia pueda
sostenerse, se ilusiona al público con
para desocupados”. Y cuando yo mismo tengo poco la creencia de que puede torcer el
trabajo, me pregunto cuáles de las cosas que afirmo curso de los acontecimientos”.

La educación y el acceso al trabajo: la profesionalización del baile 95


sobre el trabajo tienen sentido y cuáles solo son cre-
encias piadosas para no ponernos de frente a la reali-
dad de fin de ciclo que tiene nuestra civilización.
El fin de un ciclo siempre es una experiencia
muy fuerte, tanto en la historia personal como de gru-
pos y organizaciones. Imaginemos el grado de pánico
que nos produce imaginar el fin de un tipo de civili-
zación costosamente construida durante cientos de
años, la pérdida de las referencias, la incertidumbre
acerca de dónde quedaremos en los nuevos tiempos.
¿Cómo hago yo, como formador, para educar
políticamente, mientras todos los mecanismos socia-
les tienden a ocultar las causas sistémicas de los pro-
Claro que ésta no es una tarea blemas?10
10

individual. Estamos pensando que no


se podrá incluir esta dimensión Bueno, amigo, no estamos diciendo que sea
imprescindible en la educación para el fácil. Solo decimos que si usted quiere comer brow-
trabajo si no comienza a ser tema de nies necesita chocolate. La educación, para mantener
su deteriorada imagen de veracidad, debería decir más
las autoridades educativas, de las
comunidades escolares y de las
organizaciones de los trabajadores de modestamente que enseña algunas técnicas que, en
la educación. ciertas ocasiones, pueden ser demandadas en el mer-
cado de trabajo, aunque eso sea poco probable.
Pero además de esta dimensión política, que es
la que realmente puede permitir a las personas mejo-
rar sus posibilidades de trabajo, existe una dimensión
propiamente educativa sobre la que queremos refle-
xionar: ¿cómo definimos el trabajo cuando hablamos
de educar para el trabajo?, ¿por qué la educación iden-
tifica trabajo exclusivamente con actividades que ren-
tabilizan al capital?, ¿por qué la educación para el tra-
bajo no aborda las dimensiones antropológicas y fi-
losóficas del trabajo?, ¿por qué la educación no
esclarece sobre los procesos de alienación que los
seres humanos sufrimos en el trabajo? En resumen,
¿por qué se cuenta una fábula en nombre del saber y
de la verdad?
La inexistencia de estos objetivos hace de la edu-
cación para el trabajo una preparación calificada para

96 Emilio Pauselli
bailar la danza de la lluvia, ignorando la propia expe-
riencia de los miles de docentes que deben luchar du-
ramente para obtener un mínimo de dignidad en el tra-
bajo que ejercen. ¿Por qué imagino que lo que yo ape-
nas puedo resolver estando sindicalizado y
actualizándome de manera permanente, mi alumno lo
obtendrá gracias a unos conocimientos técnicos que le
impartiré en un semestre o en dos años? Y además, no
se trata de Maya Plisétskaya11: las propias prácticas edu- Legendaria bailarina rusa del ballet
cativas derrapan con poca gracia por los escenarios so-
11

del Teatro Bolshoi.


ciales, es cierto que difíciles, en los que les toca actuar.
Creemos, como ya hemos dicho, que la forma-
ción profesional y la capacitación laboral son eficaces
cuando coinciden con reales demandas del mercado
de trabajo. Pero siendo estas demandas escasas tam-
bién parece limitado el campo de estas prestaciones
educativas. Y es efectivamente así cuando la única
aplicación de esos conocimientos se relaciona con la
venta de los mismos en el mercado.
La lógica de trabajar para un mercado que nos
remunera con dinero, que a su vez nos permite adqui-
rir los elementos que necesitamos para nuestro con-
sumo, se ha roto y no resulta claro cómo se puede re-
componer. Seguir pensando que la educación para el
trabajo solo tiene sentido en tanto habilita para ser
contratados en el mercado de trabajo implica una de
dos posibilidades: o se está muy mal informado de lo
que ocurre en el mundo o se acepta, sin decirlo, que
dicha formación tiene poca importancia en orden a la
inclusión social.
La salida del mundo privado que significó la ge-
neralización del empleo se hizo a través de un modelo
construido históricamente. Así, la sociedad de con-
sumo fue una creación harto trabajosa que apuntó a
crear las condiciones para que las personas desearan
adquirir los muchos productos que generaba la am-
pliación de la productividad del trabajo humano. La
opción de que la mayor productividad del trabajo hu-

La educación y el acceso al trabajo: la profesionalización del baile 97


mano redundara en menor tiempo de trabajo naufragó
a manos de la ambición de los fabricantes, quienes en-
tendieron que esa mayor oportunidad de producir ob-
jetos debía aprovecharse para obtener mayores ga-
nancias. El cálculo fue exacto en un sentido, pero pro-
dujo como consecuencia el excedente de gran parte de
los seres humanos; una parte considerable de éstos de-
jaron de ser necesarios como productores.
A su vez, la demanda de trabajadores que esa so-
ciedad requirió fue solventada no solo por los Estados
sino por las propias empresas. En la Argentina hasta la
década del 70 y principios de los años 80 muchas em-
presas líderes en su rama –FORD, GRAFA, HULY-
TEGO, PHILIPS y otras– tenían sus propias escuelas
técnicas para garantizarse la provisión de mano de
obra especializada. Esas escuelas se fueron cerrando
en la medida que la automatización hacía innecesaria
la generación de tantos trabajadores calificados. Ac-
tualmente la oferta de trabajadores es excedente y se
cubre con recursos que han podido acceder a esa for-
mación a través de la educación técnica pública –to-
davía relevante en la Argentina– o a través de la edu-
cación privada en los casos de las personas que pueden
desarrollar estrategias de inversión en su carrera pro-
En La locura enloquecida, Ignacio fesional o subvencionar su propio desempleo.
12

Leikowicz plantea la idea de que en


cada sociedad es la exclusión la que Ya está dicho que la escasez de empleo no es
define los límites de la inclusión. una crisis del modelo, es el modelo. En ese contexto
Sugiere que en la sociedad actual,
hay que volver a pensar qué cosas ganamos las perso-
nas al poder ampliar nuestras posibilidades de elec-
donde se han invisibilizado los
mecanismos generadores de exclusión,
todos estamos cada vez menos ción a través del acceso al empleo y qué cosas perdi-
incluidos. Se puede consultar este mos –innecesariamente– en ese mismo proceso. Por-
artículo en Pensar sin Estado, PAIDOS, que no parece que sea posible el retorno a la vida de
Argentina, 2004.
autoconsumo familiar en un mundo interconectado y
13
No expresamos aquí la idea de que ha hecho del respeto a las aspiraciones personales
“hombre en sociedad” o de “vida un valor. Pero, por otro lado, hay que pensar en estra-
tegias que permitan la real inclusión social de un nú-
social” porque es redundante. No hay
ningún “hombre individual” o “vida
humana individual” que pueda mero creciente de personas que no son demandadas
oponerse a aquellos conceptos. Esto por el mercado de trabajo entendido como empleo.

98 Emilio Pauselli
Lo que está centralmente cuestionado es el pro- implica que lo necesario para sostener
pio concepto de trabajo. Dicho concepto está cons- nuestra vida es una construcción
truido culturalmente sobre el par inclusión-exclusión12
cultural. “La sociedad misma, así como
produce al hombre como hombre, es
que determina, a través de las condiciones de desem- producida por él. La actividad y el goce,
peño de la actividad, qué será considerado socialmente tanto por su contenido cuanto por su
como trabajo y qué no, aunque esté constituido por las género de origen, son sociales; son
mismas operaciones físicas e intelectuales en el actividad social y goce social. La
mundo.
esencia humana de la naturaleza está
allí solo para el hombre social; porque
El trabajo, como actividad social, no puede tener solo en la sociedad es donde la
una definición unívoca. De hecho ha sido considerado naturaleza existe para él como lazo con
de diferentes maneras en lo que de historia tenemos
el hombre, como existencia de él
mismo para el otro y del otro para él,
como humanidad. Nosotros pensaremos, provisoria- así como elemento vital de la realidad
mente, que el trabajo es la actividad práctico-senso- humana; solo allí ella es para él el
rial que realizamos las personas para proveernos de fundamento de su propia existencia
los medios que necesitamos para sostener nuestra humana. Solo allí su existencia natural
vida13. Nuevas dimensiones del concepto de trabajo
es para él su existencia humana y la
naturaleza se ha convertido para él en
también abren nuevas posibilidades para las presta- el hombre”. Carlos Marx. Manuscritos
ciones educativas. de 1844.

La danza de la lluvia es una danza tradicional, En la Argentina, marzo es el mes en


no incluye nuevos pasos ni otros ritmos. El trabajo es
14

que los estudiantes reprobados


lo que hemos conocido como trabajo: una actividad durante el año anterior deben aprobar
humana que rentabiliza al capital. No le compliquen la nuevos exámenes para pasar de ciclo.
vida a la educación: si van a hablar de otra cosa, pón- Platón, en La República, plantea la
ganle otro nombre; una palabra, un objeto del mundo:
15

llamada “alegoría de la caverna”. Los


si no le gusta, nos vemos en marzo14. ¿O no es ese el hombres vivimos mirando el fondo de
sueño de todas las épocas? A qué salir, si no, de la ca- una caverna oscura y nos llegan tenues
verna15; si afuera todo va a estar tan confundido como resplandores desde el exterior; solo el
adentro…
que se anime a dar la vuelta y salir de
la caverna podrá –superado el
encandilamiento– conocer la verdad.
Busquen este pasaje y léanlo, es de
una belleza deslumbrante, como el sol
que brilla en el exterior de la caverna.
Por otra parte, el mismo Platón no
desconocía la opacidad del lenguaje a
la hora de conocer y a ello ha dedicado
casi toda su obra. El conocimiento
contemporáneo parece haber tomado
de esta alegoría solo la idea de que,
cuando las cosas son complicadas,
mejor es mirar para otro lado.

La educación y el acceso al trabajo: la profesionalización del baile 99


100 Emilio Pauselli
Capítulo 7

El trabajo y la “economía social”:


la maestría en danzas autóctonas1
Amigo: si usted ha adquirido conocimientos y habili- 1
Alguna de estas ideas fueron
dades, tiene actitud, sabe desempeñarse por su cuenta presentadas en el artículo Trabajo,
y ha terminado los niveles educativos necesarios para empleo y proyectos comunitarios, o los
obtener el título correspondiente, y aun así no logra
sospechosos de siempre. Pauselli,
2003.
obtener un trabajo decente, le decimos dos cosas: pri-
mera, usted es un pata dura; segunda, no está todo
perdido, usted puede incorporarse a la economía so-
cial. Mire, la economía social hace llover hasta en los
desiertos dejados por el capital.
Aquí vamos a vernos ante las mismas dificulta-
des que encontramos al considerar la falsa promesa de
la educación: tendremos que criticar prácticas sociales
2
“Por supuesto que toda economía es
social y que toda sociedad tiene su
plenas de valores deseables pero que, en el actual con- manera de organizar la obtención y
texto civilizatorio, se transforman en propuestas má- distribución de bienes para la provisión
gicas que invitan a las personas a esperar “que llueva”, de sus necesidades. Ahora bien, toda
a esperar que “aparezca” el trabajo, mientras todo el economía es social pero el mercado no

sistema se empeña en eliminarlo cotidianamente.


crea sociedad. Desde el nacimiento de
la moderna economía se la denominó
Tenemos que aclarar algunos términos para economía política (Smith, Ricardo,
poder entendernos adecuadamente. En primer lugar,
entre otros), pensando que la política
reglaba las relaciones de los hombres
ponernos de acuerdo en qué sentido vamos a hablar conviviendo en una sociedad y la
de “economía social”. Todos sabemos que la econo- economía era una parte de la misma.
mía es social ya que es el resultado de una serie de ac- Pero con el transcurso del tiempo se
ciones que realizamos las personas que vivimos en so- fue escamoteando la obvia incrustación
ciedad2. Podemos entender, como dicen algunos auto-
del mercado en una sociedad y se nos
trató de formar en la idea de que las
res, que cuando hablamos de economía social nos relaciones de competencia y no las de
estamos refiriendo a una economía solidaria. Creo que colaboración, eran las ‘normales’ y
es una buena manera de entenderlo. Toda la economía ‘permanentes’ entre los seres
es social, pero mientras la mayoría de la actividad eco- humanos, priorizando objetivos
nómica se orientaría solo a obtener ganancias más allá
individuales sobre los colectivos,
lógica que se trasladó a la esfera
de cómo les vaya a las personas, algunos proyectos pública”. Roberto Roitman, economista
también piensan en los efectos sociales que las activi- argentino, en diario Los Andes,
dades económicas tienen. Recuerden ustedes este sen- Mendoza, 14-10-2010.

El trabajo y la “economía social”: la maestría en danzas autóctonas 101


3
“La propuesta de la economía social tido del término “economía social”, como economía
no es la de ampliar la economía solidaria3. Porque luego veremos que hay otro sentido
que acompaña al término “economía social”, que es
popular, porque la economía popular es
parte de la economía capitalista, sino
superarla. Desarrollar su potencial para bien distinto y tiene otras implicancias.
constituirse en una economía solidaria,
Lo desafortunado de la denominación de “eco-
nomía social” para designar actividades que intentan
en una economía del trabajo
–trabajadores libremente asociados y
co-responsables por la vida de los resaltar la solidaridad entre las personas frente al ego-
otros trabajadores y de la vida en ísmo que propone el capitalismo no es solo el oculta-
general. Debemos asumir que un miento de que toda la economía es social, en tanto es
sistema económico puede ser un
el resultado de las acciones de las personas que viven
en sociedad. Lo más dañino de esta caracterización es
proceso socialmente consciente de
construcción”. José Luis Coraggio,
Pensar desde la perspectiva de la que deja a la economía capitalista en el lugar de la
economía social, 2010, en Economía “economía natural”, aquélla que se regiría por leyes
Social y Agricultura Familiar, Ediciones eternas e inmutables de la competencia en la lucha por
INTA. Señalaremos en este capítulo que
la vida.
las iniciativas denominadas de
“economía social” raras veces cumplen A su vez, esta idea de “economía social” incluye
con esta orientación que tan bien prácticas en verdad diversas: desde la economía soli-
daria, la economía popular, la economía del trabajo,
expresa Coraggio, sobre todo la de la
libre asociación de los trabajadores.
la economía cooperativa, y otras denominaciones4 que
Estas denominaciones se refieren a intentan diferenciar estas prácticas de aquéllas que se
realizan bajo un esquema clásico de mercado5.
4

enfoques que tienen diferencias entre


sí, aunque no nos detendremos en su
análisis. Sobre el particular pueden Habitualmente, las iniciativas generadas bajo el
consultarse con provecho diversos nombre de “economía social” están orientadas a la cre-
artículos de José Luis Coraggio: La ación de trabajo e ingresos para personas que se en-
Economía Social como vía para el
cuentran desplazadas del mercado de trabajo formal.
Consideramos en esta categoría desde el microem-
desarrollo social, en De la emergencia a
la estrategia. Más allá del “alivio a la
pobreza”, Espacio Editorial, Buenos prendedor o el grupo familiar que desarrollan una ac-
Aires, 2004. tividad económica de subsistencia –en ciertos contex-
tos denominada “autoempleo”–, hasta grupos comu-
En verdad, la idea del “clasicismo” del
nitarios que encaran proyectos económicos y
5

trabajadores que intentan reactivar sus antiguas fuen-


mercado incluye varios contenidos,
algunos comprobables y otros
mágicos. Muchas veces denota tes de trabajo.
Estos proyectos son, efectivamente, muy diver-
creencias generalizadas sobre este tipo
de organización económica, difíciles de
encontrar luego en alguna formación sos. Los proyectos individuales o familiares se dife-
histórica determinada. Pero a los rencian de los proyectos de grupo. Estos últimos de-
efectos de estas líneas entenderemos sarrollan en general una serie de valores y prácticas
como “proyectos de economía de asociativas que son parte constitutiva de sus posibili-
mercado” aquellos cuyo único objetivo

102 Emilio Pauselli


dades de realización. Los primeros, en cambio, no in- es la obtención de ganancias, con total
cluyen necesariamente la construcción de vínculos in- despreocupación de las condiciones
tersubjetivos diferentes a los habituales en el mercado
sociales que esa búsqueda genera. En
otra oportunidad pensaremos
y, en muchas oportunidades, solo reproducen en su in- críticamente cómo esta definición
terior las relaciones de explotación del trabajo exis- termina siendo gravosa para el
tentes. A su vez, los proyectos grupales comunitarios desarrollo de proyectos económicos
se articulan por lo general alrededor del territorio y la alternativos, dónde la obtención de
vecindad, mientras que los intentos de recuperación
ganancias queda así estigmatizada.

de antiguas fuentes de trabajo construyen grupos de


carácter más profesional.
Pero todas estas iniciativas tienen en común el
constituir intentos de generación de trabajo alternati-
vos al mercado formal de empleo. Ante la escasez de
la oferta de puestos de trabajo, las personas, familias
y grupos transitan otros caminos para tratar de sobre-
vivir en la superficie del planeta. Claro que el hecho de
que sean alternativos al mercado no quiere decir que
se desarrollen fuera del mercado, o que puedan igno-
rar lo que ocurre en el mercado.

El trabajo y la economía “natural” 6


En la comprensión clásica –liberal– de la economía, el “Es el pensamiento económico
6

trabajo aparece como un factor de producción “natu-


hegemónico que nos dice que no
somos libres como sociedad para
ral”, siempre disponible, ignorando su origen cultural elegir el sistema económico que
y su construcción a partir de las inversiones sociales queremos. La hegemonía económica
en educación, formación técnica y profesional. Com- nos dice que no somos libres de
parar la no utilización del trabajo –la desocupación– interferir en el sistema que tenemos
en el mismo nivel epistemológico que la no utiliza-
porque la economía tiene sus propias
leyes, ecuaciones, equilibrios, y no
ción de otros factores naturales de producción, como, debemos interferirlos sino respetar ‘las
por ejemplo, la tierra, es una fuerte definición moral: leyes de la economía’. Esta visión
restringe el carácter humano del trabajo y niega, por hegemónica de la economía pretende
principio, todo derecho del trabajador. situarla en un campo regido por leyes
prácticamente naturales, similares a las
Esta profunda incomprensión de la evolución que rigen la física o la astronomía. Lo
cultural entendida como la relación de los hombres y real es que aun la economía liberal no
el mundo lleva, por caso, a poner como ejemplo de puede funcionar sin un Estado fuerte”.
“bien libre” al aire, desconociendo los efectos de la
José Luis Coraggio.

contaminación de la atmósfera, las diferentes posibi-

El trabajo y la “economía social”: la maestría en danzas autóctonas 103


lidades de acceso a aire de calidad mínima que está
disponible para distintos grupos humanos, e ignorando
el creciente nivel de inversión que requeriría la exis-
tencia de aire de buena calidad en todo el planeta. El
desconocimiento del carácter cultural de la naturaleza
parece más propio del hombre primitivo que de los
7
“La famosísima ‘unidad del hombre hijos de la modernidad7.
con la naturaleza’ se dio siempre en la
industria”. Carlos Marx, La ideología La fantasía profunda de que una naturaleza te-
alemana, Capítulo 1. 1845. leológicamente dispuesta se presenta ante el hombre
para que éste la explote debería llegar a su fin, no tanto
para difundir la noción de escasez –lamentablemente
tan bien conocida por la inmensa mayoría de las per-
sonas que en el pasado y el presente habitan la tierra,
aun sin haber estudiado economía– sino para llamar
la atención sobre la posibilidad de que un sistema irra-
cional de producción de bienes, justificado en el ca-
rácter supuestamente egoísta del hombre, nos lleve a
catástrofes inimaginables.
Una ciencia económica que ha perdido la con-
ciencia de su carácter moral, como el de toda ciencia
social, deja un inmenso vacío en la capacidad racional
del hombre de controlar su futuro y establecer sus
prioridades respecto a la vida que merece ser vivida.
Los complejos modelos matemáticos que hoy se ma-
nejan en esa ciencia no parecen tener relación con la
posibilidad de los hombres de vivir mejor y, en los úl-
timos cuarenta años, esta disciplina ha superado a las
predicciones meteorológicas en cuanto a pronósticos
no cumplidos.
Claro que el problema que tenemos por delante
no ha sido originado ni por los economistas ni por esa
disciplina y, por el contrario, aquéllos y ésta tendrán
seguramente mucho que aportar a una mejor genera-
ción y distribución de los bienes producidos por el tra-
bajo humano en el futuro. Solo llama la atención cómo
se puede sostener la producción de contenidos abso-
lutamente disociados de los resultados que esos con-
tenidos permiten obtener. La situación resulta insos-

104 Emilio Pauselli


tenible, como si asumiéramos una disciplina médica
impávida ante la muerte reiterada de los pacientes que
siguen sus indicaciones.
Pero iniciar una discusión moral sobre las ma-
neras de creación de valor y sus repercusiones en la
vida humana no se puede seguir postergando. La po-
breza, aunque antigua, no es en principio inevitable.
El nuevo fenómeno de la falta de trabajo para todos
no es un cometa que se va a estrellar inevitablemente
contra el planeta Tierra; es el resultado de un cambio
en la manera en que la humanidad produce bienes y
servicios.
Lo que parece estar en el fondo de esta crisis de
comprensión es la idea naturalizada sobre las venta-
jas de la propiedad privada y la libertad de mercado.
Esta última comienza a recibir ciertas restricciones,
producto del aumento de la inequidad que supone esa
supuesta libertad donde compiten “pesos pesados” con
“pesos plumas”. La tesis de que el “peso pluma” se irá
fortaleciendo mientras recibe el castigo del “peso pe-
sado” no se ha visto confirmada aún. Es más, parece
que este último se encuentra cada vez más maltrecho.
En un mundo globalizado, el agente “racional”
que supone el mercado ya no podría estar circuns-
cripto a decisiones que maximicen sus intereses en
cuanto productor o consumidor; esta responsabilidad
debería extenderse por lo menos en dos direcciones:
una, la comprensión racional de lo que sus decisiones
implican para otros seres humanos, y dos, las conse-
cuencias que sus acciones “racionales” tienen para la
viabilidad del planeta que, no está mal recordarlo, es
nuestra única casa.
No parece posible sumar todas esas responsabi-
lidades en la decisión de ofrecer o comprar por parte
de personas y organizaciones. El Estado, como espa-
cio privilegiado de lo público, debería facilitar la ins-
talación y el respeto de los intereses sociales por en-

El trabajo y la “economía social”: la maestría en danzas autóctonas 105


cima de los premios y castigos que el mercado otorga,
sobre todo si reparamos en que los premiados son
pocos, los castigados muchos y, salvo alguna excep-
ción que confirma la regla, son siempre los mismos.
Los supuestos derechos que se estructuran alre-
dedor de la propiedad privada mantienen aún cierto
halo de “derecho inalienable”. Eso resulta curioso por
varias razones. En primer lugar, en América Latina los
títulos que pueden exhibir los propietarios son inmen-
samente precarios. Salvo el derecho de los pueblos
originarios, si se quisiera tomar la conquista como ori-
gen de ese derecho, pocos de esos títulos pueden re-
montarse a la época colonial. La mayoría se constru-
yeron durante el siglo XX sobre la base del despojo a
los descendientes de esas sociedades originarias o de
criollos empobrecidos, la destrucción de registros ca-
tastrales y la connivencia con el mandatario de turno.
A su vez, esta santidad atribuida a la propiedad
privada permite conductas definitivamente antisocia-
les. “Yo pago la leche y si quiero la tiro a la zanja”,
dicho por un industrial lácteo. O: “Es mi frutilla y si
me conviene le paso con el tractor por encima” dicho
por un gran productor frutillero. Estas son expresio-
nes que reflejan, en el límite, la incompatibilidad de
ese tipo de concepción sobre la propiedad privada y
la vida comunitaria. El reconocimiento de que toda
propiedad es social, en tanto el derecho que la consti-
tuye solo se sostiene socialmente, deberá permitir el
surgimiento de otra idea de “bien” relacionada con las
En Lesbos se sitúa el nacimiento del consecuencias de la forma en que se usa la propiedad
y el bienestar social que la manera de producir bienes
8

amor entre las mujeres y de ahí


proviene el nombre de “lesbiana”. y servicios genera para toda la comunidad.
Eso no obedeció a una especial
concentración de mujeres O sea, que la “economía natural” es la menos
homosexuales en ese lugar sino a la natural de todas. Se basa en unos derechos de propie-
aniquilación de los varones de la isla dad que se construyeron a través de los siglos me-
diante el saqueo de los más poderosos sobre los más
ante su negativa a pagar tributo a
Atenas. Safo es otro ejemplo de que el
ser humano produce belleza aun en las desprotegidos. Los griegos obtenían fuertes tributos
situaciones más extremas. de sus posesiones8, los romanos de sus dominios, los

106 Emilio Pauselli


colonizadores europeos saqueaban a sus colonias de
América, Asia y África; EEUU. a Irak y su petróleo,
los capitalistas de la Argentina al pueblo al que hicie-
ron cargo de su deuda privada estatizándola…; es muy
larga la lista como para ignorarla.
Llamaré a esta “economía natural” economía de
mercado y economía alternativa a las prácticas que
caen bajo la denominación de “economía social”. Exa-
gerando sus rasgos diferentes, la primera tendría como
uno de sus principios rectores la competencia, la se-
gunda la colaboración; la primera haría centro en la
rentabilidad del capital mientras que la segunda en la
rentabilidad del trabajo. Luego veremos que en el caso
de las economías alternativas estas fronteras no son
tan claras pero, al menos en principio, ésa sería su
orientación.
Los nuevos pasos de la danza de la lluvia son
cuatro y tienen nombre: se llaman asociatividad, de-
sarrollo local, reagrarización y reindustrialización.
Con esfuerzo y convicción usted irá aprendiendo.
Tiene costos: los egresados de terciarios y tecnicaturas
en economía social lo pueden demostrar, pero…
¿quién les quita lo bailado?

La asociación y la cooperación:
¿para todos o para los marginados?
Los sentimientos humanos de cooperación, fraterni-
dad y ayuda mutua parecen aconsejables solo para los
que quedaron fuera del modelo. Más allá de las de-
claraciones, loables por otra parte, de que la “econo-
mía social” no consiste en una economía para pobres,
lo que no se comprende es cómo esto sea posible, en
la medida que los puestos de trabajo de calidad solo
existan en la economía formal. En sociedades duales,
siempre el espíritu queda del lado de los pobres –así
enaltecidos–, mientras que la riqueza material queda
del otro lado –así escarnecido–. El problema del Ariel

El trabajo y la “economía social”: la maestría en danzas autóctonas 107


de Rodó es que la historia no resultó como se preveía.
Y como sabemos bien los argentinos: ¡qué lindo que es
no ser campeones morales!
Una vez saqueado el capital de verdad queda el
“capital social”. Éste estaría expresando la capacidad
de coordinar acciones, llegar a acuerdos, construir
nuevos espacios sociales, pero sin tocar lo que ya tiene
dueño. El bailarín debe ir sorteando todos esos obstá-
culos. La tierra es un medio de trabajo que ya tiene
dueño; por lo tanto, a saltar con gracia y ni tocarla. El
dinero lo mismo, está bien guardadito en los bancos,
9
Denominación que se da en Argentina nada de estrategias de boqueteros9: se termina en la
a las bandas de asaltantes de Bancos cárcel. La tecnología, ni hablar: le caen encima con la
ley de patentes y ahí nomás se acabó la danza. Semi-
que utilizan la técnica de realizar
túneles de acceso al Banco en cuestión
y robarlo sin producir enfrentamientos llas, ni se le ocurra, hay que exhibir factura de compra
con las fuerzas que lo custodian. Por y no se puede reproducir por cuenta propia. En fin,
razones bien comprensibles este tipo nada de lo que usted ve, sabe o toca puede utilizarse en
de acciones cuentan con la simpatía este baile. Justamente, la habilidad del danzante de la
lluvia consiste en hacer llover sin utilizar más que las
popular.

contorsiones de su cuerpo.
En el mundo actual, ese cuerpo cada vez más
despreciado en el mundo del trabajo –no se puede
comparar un robot con un cuerpo humano en orden a
su productividad, queda a la vista– también se utiliza
directamente para conseguir ingresos. Así lo certifi-
can los soldados profesionales, la venta de órganos
para transplante y el turismo sexual. Ese cuerpo di-
vino, el que no se puede matar, el que no se puede
abortar, el que no se puede tocar, ese es el último re-
curso para los danzantes menos afortunados.
Es casi una estrategia de sobrevivencia el que
esos cuerpos se junten, esas almas se unan, esas men-
tes se coordinen. Claro, siempre que no sea para re-
clamar aumento de salarios, trabajo decente o respeto
a los derechos. Esa posibilidad asociativa depende, en
parte, del bailarín. Pero, en parte, también de la música
que toca el mercado.

108 Emilio Pauselli


Un ejemplo: en los últimos años en el norte ar-
gentino se han fortalecido muchas cooperativas y aso-
ciaciones de agricultores familiares que producen caña
de azúcar. Eso se debió a un sensible aumento en el
precio del producto y a la decisión del Estado de in-
corporar alcohol a las naftas. Muchas de esas mismas
cooperativas fracasaron cuando las condiciones del
mercado no favorecían la actividad, y cuando eso
vuelva a ocurrir las personas irán abandonando las or-
ganizaciones, no porque no hayan aprendido el paso,
sino porque ya no hay escenario donde lucirlo.
En especial en contextos urbanos, muchos de
estos espacios asociativos constituyen lugares de paso
para personas con serios problemas de trabajo. Apenas
aparece una oportunidad en el mercado formal o in-
formal de trabajo, muchos de los participantes de em-
prendimientos asociativos toman esas nuevas opcio-
nes. ¿Es que es tan frágil la voluntad humana?, ¿tan
débil la comprensión de la necesidad de estar agrupa-
dos? Para nada, todos comprendemos muy bien lo que
está en juego, pero necesitamos vivir. ¿Usted no lo ne-
cesita?
A su vez, estas iniciativas asociativas, cuando
consiguen producir y vender algunos productos y ser-
vicios en un mercado determinado, comienzan la ca-
rrera por sostenerse y mejorar sus ingresos. Y adivine
qué deben hacer: intensificar el trabajo, incorporar tec-
nología, lograr ventajas competitivas respecto de otros
pobres.
La posibilidad de las personas de colaborar entre
sí probablemente constituye uno de los pilares de cual-
quier modelo superador de sociabilización humana.
Pero si restamos de la esfera de la colaboración a todos
aquellos que revisten en situación de privilegio, ésta
parece transformarse en una estrategia para entretener
pobres.
No puede haber ningún modelo de economía so-

El trabajo y la “economía social”: la maestría en danzas autóctonas 109


cial que no parta de la socialización de la riqueza y
eso, lo sabíamos, depende de la política y no de la eco-
10
Como indica nuestro ya conocido nomía10. Pensar que en el contexto de prácticas domi-
Coraggio, “la economía real está nantes que fomentan la depredación de los recursos
naturales y humanos existe algo así como un modelo
fuertemente asociada a la capacidad
política de una sociedad. La política, en
una sociedad democrática, es la vía económico alternativo, no solo es poco serio; habría
para evitar un proceso de que pensar que hasta puede ser malintencionado.
concentración ilimitada de la riqueza”.

La economía alternativa y el desarrollo local


Se plantea, con razón, que estos proyectos económicos
alternativos solo podrán ser viables en la medida que se
inscriban dentro de una estrategia de “desarrollo local”.
Nos referimos con esta denominación a las ideas que
imaginan que en este nivel, el local, se podrían resol-
ver algunas de las articulaciones necesarias entre
macro y microeconomía, e incorporar a distintos gru-
pos sociales desde sus propias identidades, respetando
así sus preferencias y construyendo un futuro deseado.
La posibilidad de planificar a nivel local, donde
supuestamente la oportunidad de superar las diferen-
cias entre actores diversos sería mayor, permitiría
dotar a las comunidades de perfiles productivos ade-
11
No nos referimos aquí a que el cuados que garantizarían su inserción en el mercado y,
gobierno promueva una ley o una así, las condiciones para la reproducción de la vida.
Detrás de estas ideas hay una potencialidad difícil de
exención impositiva que favorezca
estas iniciativas comunitarias, o a que
un juez produzca un fallo favorable a sobreestimar. De hecho, su desarrollo consecuente
los trabajadores. Pensamos la lleva a un nuevo enfoque del trabajo, posiblemente
responsabilidad del Estado como vinculado a la resolución de algunos de los problemas
encargado de garantizar el desarrollo que aquí tratamos.
con equidad en tanto representante de
lo público. ¿Cómo conciliar la imagen Pero en las condiciones en que se desarrollan
del Estado representando lo público nuestras sociedades estas intenciones pueden, fácil-
con la realidad del Estado como
mente, transformarse en argumentos “científicos” para
liberar de responsabilidades tanto al Estado como ex-
representante de intereses de clases y
grupos hegemónicos? Como anticipo
solo diremos que esos grupos que presión de lo público11, como a los beneficiarios pri-
controlan el Estado pueden imponer vados de la actual estructura económica, depositando
sus políticas en tanto las presentan una vez más exclusivamente en la espalda de los po-
como de interés público.
bres la responsabilidad por su desarrollo.

110 Emilio Pauselli


El desarrollo local tiene dos caras. Por un lado
representa una oportunidad para realizar un ejercicio
de ciudadanía y de soberanía, que permite a los afec-
tados por la crisis social una instancia de participación
más cercana donde influir en las decisiones sobre su
futuro. Pero observando el camino que recorrieron
estas ideas en la Argentina, uno duda si está frente a un
intento de mayor participación ciudadana o si simple-
mente se trata de decirle a la sociedad: arréglense
como puedan.
El desarrollo local así entendido parte de acep-
tar que la riqueza, la tecnología y la ciencia han que-
dado definitivamente acaparadas por los poderosos.
Su lugar de existencia sería el mercado capitalista. Lo
“nuevo” consistiría en reproducir una “economía con
las sobras”, con aquello que la voracidad del capital
no ha engullido aún.
Pero aun esta alternativa tiene obturada su vía
de sostenimiento a futuro. La escasa práctica de desa-
rrollos alternativos que han ocurrido durante estos
años muestra que, apenas se han revelado como ren-
tables, han sido capturados por la mecánica del “libre
mercado”, vaciados de sus objetivos originales y
transformados en actividades sometidas a la superex-
plotación del trabajo con el aniquilamiento respectivo
de los puestos de trabajo generados. No tiene que ver
con la maldad humana, solo es expresión de la in-
compatibilidad de una lógica de todos contra todos y
una lógica de todos para todos.
Claro que la demanda no consiste en que un Es-
tado centralizado se encargue en soledad de planificar
el desarrollo. La idea de desarrollo local, si algo tiene
de potente, consiste justamente en imaginar que mu-
chísimas personas puedan participar de la discusión
de los destinos comunes. Implica, por lo menos, el en-
riquecimiento del ejercicio de una ciudadanía que
para la experiencia de la mayoría de las personas solo
consiste en votar.

El trabajo y la “economía social”: la maestría en danzas autóctonas 111


Solo alertamos sobre la falta de consistencia que
tienen los planteos que esperan que el desarrollo local
produzca efectos de manera independiente al modelo
de país que sepamos construir. Es indispensable que la
sociedad se comprometa con el desarrollo del trabajo,
pero es una falacia que eso pueda suceder si no se mo-
12
En todo caso, es comprensible que difica la asignación de recursos establecida12.
una dictadura militar haya instalado un
modelo de este tipo, intentando Otro intento por generar más trabajo consiste en
eliminar toda oposición por parte de la la denominada re-agrarización de algunas comunida-
sociedad. Es menos comprensible des tradicionalmente agrícolas, algo así como una
cómo el mismo modelo se ha podido
vuelta a un pasado mítico donde “todo estaba bien”, o
al menos mejor. Esta idea de volver a economías agra-
sostener durante veinte años de
democracia. Era impensable sostenerlo
sin represión después de la huida de rias que produzcan para el autoconsumo y cuenten con
un presidente por los techos de la casa un excedente para comercializar en algún mercado re-
de gobierno. Hoy parece haberse gional muchas veces choca con los deseos de las pro-
abierto en varias sociedades
pias personas de esas comunidades pero, principal-
mente, deben responder a realidades que se han mo-
latinoamericanas una discusión sobre
cómo debería ser un modelo social
sostenible. Estas líneas pretenden ser dificado sustancialmente. Así, mientras el relato de los
un aporte en esa discusión. abuelos se refiere a pequeños grupos que muchas
veces no excedían a algunas decenas o cientos de ha-
bitantes, hoy esas comunidades cuentan con varios
miles de personas, jóvenes que deben emigrar por falta
de posibilidades de sostener su vida en esos lugares,
adultos que oscilan entre el empleo público y la poca
demanda de mano de obra en las actividades produc-
tivas de la zona. Paralelamente al crecimiento de esa
población, la mayoría de las veces los medios de tra-
bajo se han concentrado en el mismo período. Mayor
inversión y tecnificación, menor cantidad de puestos
de trabajo, mayor población: una mezcla realmente
explosiva.
El otro mito es el de la reindustrialización. Ha-
bría un pasado donde todos podían fabricar y vender,
que se habría abandonado por razones de comodidad
o “pérdida” de la cultura del trabajo. Se trataría, en-
tonces, de volver a incentivar ese afán productivo
acercando tecnologías posibles para las inversiones
destinadas a esos proyectos. Se elude el estudio dete-

112 Emilio Pauselli


nido de esa sociedad “de oferta” y las condiciones en
que pasó a ser una sociedad “de demanda”. A su vez,
ignora la actividad desarrollada por los grandes grupos
industriales justamente para atender, de ser posible,
las demandas de todos los sectores sociales.
Esto no niega la posibilidad y la conveniencia
de incentivar mercados locales y regionales, proteger-
los con legislación específica, favorecer las ventajas
competitivas de la agricultura familiar y la pequeña
industria. Lo que se alerta es contra la idea mágica de
que esas acciones, que efectivamente en algunos con-
textos alivian la situación de los más postergados,
constituyan un nuevo modelo con la posibilidad de
modificar la actual impronta civilizatoria.
El modelo social basado en el trabajo para el ca-
pital se quiebra y no hay uno nuevo. Y uno nuevo no
es cualquiera, no es uno viejo pintado de nuevo. No
es autoempleo si falta empleo, no es un mercado de
pobres si los pobres no tienen acceso al mercado. Es
un cambio en la organización política y productiva de
la sociedad.

¿Economía alternativa o “economía para pobres”?


Los proyectos de la “economía social” son impulsa-
dos, en la mayoría de los casos, desde las políticas so-
ciales. Como decíamos años atrás, las políticas socia-
les son la Cruz Roja de las políticas gubernamentales.
Mientras la guerra se libra en los ministerios de Eco-
nomía, Finanzas y Obras Públicas –y allí hay presu-
puestos para comprar tanques, aviones y municiones
pesadas–, los empleados del desarrollo social son en-
viados al campo de batalla con una libreta y un lápiz.
En la libreta deben anotar a los sobrevivientes y, de
acuerdo al estado de cada uno, prescribirle la medi-
cina que necesita: al que perdió el brazo, un Seguro
de Capacitación y Empleo; al que nunca logró un tra-
bajo en blanco, un Jóvenes por Más y Mejor Trabajo;

El trabajo y la “economía social”: la maestría en danzas autóctonas 113


el que esté dado vuelta por la droga, un Programa
Vida, y así de seguido.
El carácter de “política social” que acompaña a
estos proyectos, lejos de hacerlos viables, por lo ge-
neral contribuye a su fragilidad, los deja fuera de los
circuitos económicos sustentables y, apenas finaliza el
subsidio o las condiciones especiales en las que na-
cieron, dejan de existir y con ellos los precarios pues-
tos de trabajo tan dificultosamente generados.
Se agrega a estas dificultades un detalle que no
es menor: los funcionarios y técnicos que alientan y
asesoran estos emprendimientos tienen un sistema per-
sonal de ingresos que es independiente de la suerte del
emprendimiento. Esto permite que puedan existir si-
multáneamente programas y funcionarios exitosos que
desarrollan acciones –algunas que insumen grandes
sumas de dinero– sin que las mismas signifiquen una
mejora en la condición de trabajo de las personas a las
que están destinadas. Aquí sí se aplica la canción de
“… porque serán sabios a costa de Serrat: “Bienaventurados los que dan consejos…13”.
13

los errores ajenos”.


Finalmente, cuando una actividad alcanza su
punto de equilibrio y puede ser reproducida en condi-
ciones de mercado, en general otros agentes econó-
micos no motivados socialmente comienzan a partici-
par competitivamente de ese mercado. El modelo de
explotación del trabajo vigente les permite alcanzar
rápidamente ventajas comparativas, arruinan los pro-
yectos comunitarios y reinician el ciclo económico
bajo la modalidad de bajar costos reduciendo la in-
versión en trabajo humano.
Acá tampoco estamos libres de las modas.
Mientras en los años 90 parecía que las iniciativas co-
munitarias iban a sostenerse si sus miembros apren-
dían a calcular costos, llevar la contabilidad y tener un
plan de comercialización, ahora parece que van a ser
exitosas si justamente ignoran todas esas cuestiones y
solo privilegian la construcción de vínculos.

114 Emilio Pauselli


Pero posiblemente el principal elemento a con-
siderar para impulsar iniciativas que no sean “activi-
dades de pobres” sea la atención puesta en la calidad
del trabajo generado.
Un matrimonio mayor que, con gran esfuerzo,
contrató trabajos de remodelación de su casa, al ver la
baja calidad de las refacciones realizadas reclamó a las
personas encargadas. La respuesta los dejó estupefac-
tos: “para lo que estaba, bastante bien ha quedado”.
La calidad de los trabajos generados en el con-
texto de iniciativas comunitarias parece responder a la
misma lógica de pensamiento. Si la persona está de-
sempleada y la posibilidad de obtener medios de vida
se encuentra comprometida, cualquier tipo de inserción
laboral será, por definición, “bastante buena”, como le
habían contestado a los apenados propietarios.
Un puesto de trabajo se puede medir de diversas
maneras. Para nuestro análisis, será suficiente reparar
en algunos puntos fácilmente registrables, como las
horas trabajadas, la remuneración percibida –tipo,
monto y regularidad14– y la protección legal de la re- 14
Tipo de remuneración: en dinero,
lación de trabajo. Estas informaciones, y el conoci- especies o derechos. Monto: valor en
miento del mercado de trabajo, nos permitirá refle- dinero de lo percibido. Regularidad:
xionar sobre el principal peligro que enfrentan estos
variabilidad de monto y período de
percepción.
proyectos: el de estar aniquilando puestos de trabajo
en lugar de crearlos, o el estar sustituyendo puestos de
mayor calidad por otros más precarios.
La remuneración del trabajo es siempre un as-
pecto clave para diferenciar “economía social” de eco-
nomía de pobres. La comparación con la remunera-
ción de puestos equivalentes en el mercado formal e
informal de trabajo nos dará una pista confiable en
este sentido.
Los organismos técnicos encargados de respal-
dar estos proyectos económicos alternativos tienen es-
pecial dificultad en comprender el carácter de la re-
muneración que en los mismos obtienen los trabaja-

El trabajo y la “economía social”: la maestría en danzas autóctonas 115


dores. Se confunde habitualmente remuneración del
trabajo con obtención de ganancias. Así, muchos de
los integrantes de estos proyectos quedan a expensas
de los resultados obtenidos: si éstos no son buenos,
mala suerte. Como nos dijo un estudiante de un ter-
ciario de Economía Social: “El resultado es aleatorio,
lo importante es que te guste lo que hacés”. Extraña
manera de encarar la desalienación del trabajo ha-
ciendo que… ¡el trabajo ya no provea medios de vida!
En los últimos diez años hemos interactuado en
contextos de capacitación, asesoramiento e implemen-
tación, con algunos cientos de personas en proyectos
orientados a estas variantes económicas alternativas.
Podríamos decir que más del 90% de estas personas
consideran la remuneración del trabajo, en los contex-
tos aludidos, como un costo variable. Lo cual está lejos
de indicar una dificultad de comprensión de los impli-
cados; demostración suficiente de ello es que com-
prenden perfectamente y sin errores el resto de los con-
ceptos referidos al análisis de costos. Y cuando algo
“todos lo entienden mal”, más no sea por economía de
pensamiento, es muy útil permitir el crecimiento de la
sospecha: quizás todos estén entendiendo bien.
Efectivamente, la realidad de muchos de estos
emprendimientos es que el trabajo humano es la va-
riable de ajuste, y ésta es la principal fortaleza del pro-
yecto. No ha faltado quien creyó descubrir en esta pe-
nosa realidad que, al ser los trabajadores de estas ini-
ciativas sus propios dueños –una especie de
proto-capitalistas–, en verdad lo que perciben no es
remuneración por el trabajo sino retiros personales de
ganancias.
Vamos a compartir un caso por demás ejempli-
ficador: un grupo de trabajadores desocupados se aso-
cian para ofrecer servicios de reparaciones de vivien-
das. Reúnen en el grupo las principales destrezas ne-
cesarias para tal fin, abarcando los gremios más
requeridos en ese tipo de trabajo: construcción, gasis-

116 Emilio Pauselli


tas, electricistas, pintores. El grupo tiene acceso a con-
ceptos básicos de comercialización de servicios, lo que
lo lleva a realizar su oferta en mercados de capacidad
adquisitiva acordes. Finalmente, al definir la manera
de circulación de su producto, establecen como “dife- Imagine usted la situación en la que
renciador” de la competencia el siguiente: “el cliente
15

queda el trabajador independiente que


pone el precio”. Así, ante las demandas de trabajo, sus durante años ha peleado por percibir
presupuestos constan de gastos en materiales y el una remuneración digna por su trabajo,

cliente debe agregar lo que esté dispuesto a pagar por


ante la competencia de este nuevo
grupo de trabajadores.
ese trabajo15.
Este grupo tiene una razonable capacidad aso- Lo que son es un grupo de personas
ciativa y una información media sobre economía soli-
16

necesitadas, con toda la autoridad que


daria y cooperativismo, o sea, no es una suma de per- tiene la necesidad en la vida. Y el
sonas desinformadas16. Lo llamativo no es que la di- proyecto no es en sí mismo inviable,
námica de proyectos de este tipo exacerbe la todo lo contrario: ajustando algunos
competencia entre trabajadores, eso ha existido siem-
temas como la amortización de
herramientas y reservas por
pre. Lo realmente extraño es que sean presentados imprevistos, puede sostenerse en el
como un modelo superador de la economía capitalista. tiempo. Cada vez que realizan un

Cuando participan organismos especializados


trabajo, se repartirán lo que el cliente
haya considerado adecuado pagar, de
la cosa no es mucho mejor. Analizando distintos em- acuerdo a algún criterio también
prendimientos que cuentan con importante apoyo téc- factible, como calificación de los
nico del Estado y de ONGs especializadas, nos en- miembros del grupo y horas trabajadas.
contramos con que, por lo general, no hay datos sobre
la remuneración a percibir por los trabajadores. Años
de trabajo de técnicos en elaboración del producto, en
17
Las variables más simples que se
pueden aplicar a la remuneración del
comercialización y en desarrollo cooperativo no re- trabajo se refieren a la regularidad y
gistraron la necesidad de contemplar este tipo de cos- modalidad de su percepción. éstas dan
tos fijos. Nuestra perplejidad fue superada por la per- lugar a cuatro alternativas, resumidas
plejidad con que esos técnicos escucharon nuestras en el siguiente cuadro:
observaciones, tan fuera de la lógica de esos proyec- Percibida Percibida
tos: son pobres, ganarán lo que ganen, eso no es algo aleatoriamente regularmente
a calcular17. Remuneración Muy incierta Variable
variable
De esta manera, la comparación entre la protec-
ción legal del trabajo en estas iniciativas y las existen-
Remuneración Incierta Previsible
fija
tes en el mercado formal es un capítulo obligado en la
reflexión sobre la calidad del nuevo puesto de trabajo
La previsibilidad del ingreso del
trabajador es un aspecto difícil de
generado. Entre otras, el acceso a servicios sociales sobreestimar a la hora de evaluar la
para todos los trabajadores del proyecto, la previsión calidad de un puesto de trabajo.

El trabajo y la “economía social”: la maestría en danzas autóctonas 117


18
El “trabajo capitalista” también ha para la vejez, los seguros de riesgo de la actividad, el
incorporado las reivindicaciones de los estatus de los empleados si los hubiera y otros18.
trabajadores y los reclamos sociales. La
salida del “trabajo capitalista” no nos Se ha hecho famoso por estos años un formato
debería hacer retroceder en esos logros. televisivo llamado Bailando por un sueño. El sueño
es mitigar alguna de las calamidades sociales disemi-
nadas a lo largo y lo ancho de nuestras geografías, las
19
Esto sí que está bien: solo en sueños
se pueden resolver los problemas más
graves que afectan a nuestra sociedad. desgracias compiten entre sí a través del esfuerzo de
Quizás en su vuelo el Chamán también los farandulescos bailarines. Salas precarias de aten-
soñaba con un mundo mejor. Como ción médica, casas de atención a la niñez en lugares
dice el chiste popular: “Hay un mundo
postergados, comedores comunitarios y fundaciones
que atienden discapacitados se disputan el honor de
mejor, pero es carísimo”.

El programa se llamaba Recursos ser los más desamparados y la causa más bella al
mismo tiempo. El premio para la pareja ganadora es el
20

Humanos, iba de lunes a viernes a las


19 horas por canal 13 y lo conducía el dinero para cumplir ese “sueño”19.
popular Néstor Ibarra. Reseña Adriana
Bruno en el diario Clarín del 17-4-2002: Hace pocos años, otro programa de competencia
“El esquema es bastante básico. televisiva ofrecía como premio la obtención de un tra-
Primero se presenta a la empresa o bajo decente20. Se presentaban candidatos desocupa-
dos, mostraban sus habilidades y actitudes, y el que
comercio que ofrece el trabajo. Para el
debut, fue un supermercado de Ramos
Mejía y el puesto en juego era el de ganaba a través del voto del televidente era contratado
repositor y cajero. Luego se muestra a por una de las empresas auspiciantes del programa.
los dos participantes y, en distintos Era otro tipo de baile, un antecedente de la danza de la
bloques, se los va presentando lluvia. Quizás por eso Quién quiere ser millonario21
termina con un trepidante baile en los andenes de la
mediante el relato propio y el de sus
familias. En el medio se les hacen
preguntas —con el sistema de múltiple estación de Bombay.
choice— tendientes a averiguar hasta
El riesgo en las actuales condiciones es que se
refuerce el otro sentido que tiene la expresión “eco-
qué punto están capacitados para ese
trabajo y también son sometidos a un
test grafológico público. Mientras tanto, nomía social” sobre el que alertábamos al principio de
ya desde el primer corte publicitario, el este capítulo. ¿Cuál es ese otro sentido? Ese otro sen-
público va votando cuál de los dos es tido es entender, no en el discurso pero sí en las ac-
más merecedor de ese trabajo. ¿En
ciones prácticas, a la “economía social” como econo-
mía de pobres. Sin afectar el poder simbólico y real
base a qué vota el televidente? Por
simpatía, porque le gustó más una cara
que la otra, porque lo conmovió más el del capital concentrado, pretender desarrollar una eco-
testimonio de la mamá de uno que el de nomía diferenciada es hablar de economía de pobres.
la tía del otro, o porque le pareció que
uno era más pobre que el otro. Como decíamos del desarrollo local, también
Cualquiera de estos motivos puede ser hay una poesía de la “economía social”: los empren-
válido, y cualquiera puede determinar dimientos comunitarios, las fábricas recuperadas, la
quién se queda con el tesoro, o sea, construcción de un nuevo sujeto del trabajo, el desa-
con el trabajo”.

118 Emilio Pauselli


rrollo de nuevos modelos de asociatividad. Y nadie 21
El título original de esta película fue
podría negar lo deseable de esos valores. Pero también Slumdog Millionaire y está basada en la
hay una prosa de los mismos procesos, donde la ma-
novela de Vikas Swarup, Q & A.

yoría de las personas que participan de ellos viven de


manera mucho más precaria que los trabajadores de la
economía formal y generan un producto o servicio de
mucha menos calidad que aquélla. La “economía so-
cial” así entendida se transforma en un lugar de paso
donde las personas obtienen algún ingreso mientras
no consiguen algo mejor. Claro, comparado con no
tener ningún trabajo es un paso adelante. Pero justa-
mente esa es la concepción heredada de los años 90 y
que, probablemente sin decodificar, se repite en algu-
nos de los planteos que insisten en la “economía so-
cial” como modelo alternativo.
Es valioso que las personas, en una sociedad
donde la riqueza se ha concentrado de la manera an-
tedicha, busquen resquicios donde poder obtener
algún medio de vida, aunque éste sea precario. Pero
otra cosa es hacer teoría de esa realidad y justificar, de
ese modo, la naturalidad de la existencia de una eco-
nomía de dos pisos: la del mercado que ya se ha apro-
piado del 99% de los recursos y la denominada “so-
cial” que, con el 1% sobrante, debe proveer medios de
vida para amplios grupos marginados.
Los seres humanos somos, en el sentido técnico,
depredadores. Para subsistir necesitamos destruir y
asimilar recursos de nuestro medio ambiente. Mien-
tras no podamos crear con nuestra mente una energía
que alimente el metabolismo de nuestras células, esa
es nuestra suerte. Cada constelación humana a través
de la historia puede ser analizada, también, como un
sistema para garantizar la destrucción y la asimilación
de lo otro necesario para sobrevivir. De los sistemas
conocidos hay dos que sobresalen por su grado de
crueldad: el canibalismo y el capitalismo. El español
es un gran idioma, suenan casi igual. La crueldad de
estos sistemas consiste en que el otro humano es nada

El trabajo y la “economía social”: la maestría en danzas autóctonas 119


más que un recurso para la sobrevivencia. Un recurso
alimenticio en el canibalismo, un “recurso humano”
en el capitalismo.
Quizás hasta era más disimulado el canibalismo,
el otro destruido era el derrotado, el de otro grupo.
Ahora hacemos convivir a los derrotados en la misma
sociedad y después nos escandalizamos de que falte
seguridad. No hagamos de la denominada “economía
social” una economía de derrotados.
“En el barrio del Retiro hubo un mercado de es-
Milonga de marfil negro, Jorge Luis
22
clavos…”22 o, como actualizara el padre de la ciber-
Borges nética, “recordemos que la máquina automática es
justo el equivalente económico del trabajo con escla-
vos. Cualquier forma de trabajo que compita con él
Norbert Weiner, The Human Use of deberá aceptar las consecuencias económicas del tra-
bajo de esclavos”23.
23

Human Beings: Cybernetics and


Human Beings. Citado por Rifkin. Qué lío, ¿no?

120 Emilio Pauselli


Capítulo 8

El mercado de trabajo y la destrucción 1


Este capítulo incluye ideas
de la cultura del trabajo1 expresadas en el artículo ¿Se ha
perdido la cultura del trabajo? o cómo
Hace más de una década que todos los discursos sobre confundir las causas con las
el tema del trabajo apelan a la necesidad de recuperar la consecuencias. Pauselli, 2005,

cultura del trabajo. La pregunta que es legítimo hacer


inspirado en una investigación
realizada en la Provincia de Tucumán
es: ¿de qué hablan los que hablan de que hay que recu- sobre la inclusión de jóvenes en el
perar la cultura del trabajo?, ¿qué creen que se ha per- mercado de trabajo que incluyó, desde
dido?, ¿cómo imaginan que se la puede volver a en- personas que toman decisiones sobre
contrar?, ¿a qué llaman trabajo?, ¿a qué llaman cultura? esos temas en las empresas y el
Estado, hasta las propias personas
Vamos a empezar por el final: entenderemos por para las que el acceso al trabajo es
cultura el conjunto de recursos que una época, socie- problemático. Mi agradecimiento a
dad o comunidad tiene disponibles para enfrentar y re-
todos los tucumanos y tucumanas que
nos recibieron en sus casas privadas o
solver diversos problemas planteados por la repro- institucionales y se emocionaron
ducción de la vida. Es una definición muy amplia, im- hablando del trabajo. Sin conocernos y
pugnable en algunos aspectos –¿cuál no?–, pero sin tener nada que esperar de nosotros,
creemos que nos va a permitir pensar con coherencia nos abrieron sus puertas, compartieron
el tema de la cultura del trabajo.
su mate, y nos permitieron salir de allí
un poco menos ignorantes sobre los
La segunda serie de preguntas, si las primeras temas que nos ocupan y con nuestra
pudieran ser decididas, se orientarían a pensar: ¿cómo cultura del trabajo enriquecida.

se pierde la cultura?, ¿es una decisión de las perso-


nas?, ¿es el resultado de cambios sociales profundos
que hacen innecesarios los recursos culturales cons-
truidos? Por ejemplo, hoy pocas personas podrían
hacer arrancar a manija un auto con motor de explo-
sión. ¿Qué es la manija? Ay, Dios, cuánta gente joven
hay en el mundo: la manija era una varilla de acero de
sección redonda, con forma de taladro manual y un
trinquete en su punta. Ese trinquete se enganchaba en
una pieza conectada con el cigüeñal que sobresalía
del block del motor y permitía hacer girar los pistones
hasta que la ignición se producía y el motor arran-
caba. Claro que la rejilla delantera del auto tenía es-
pecialmente previsto un agujero que permitía alinear
manija y cigüeñal. ¿Por qué hoy no se arrancan a ma-

El mercado de trabajo y la destrucción de la cultura del trabajo 121


nija los autos? ¿Porque la gente dejó de practicarlo o
porque los automóviles dejaron de fabricarse con ese
dispositivo?
Algo parecido se puede estar diciendo sobre la
sociedad y el trabajo, pero la metáfora sería algo in-
exacta. El auto que arrancaba a manija era la sociedad
de pleno empleo, si ella no regresa no hay manija que
valga. Lo que sería más aproximado es imaginar a una
persona con la manija en la mano, dando vueltas alre-
dedor del auto, sin encontrar el agujero. Porque el
agujero… ya no es el agujero.

Trabajo y pobreza
Existe en los últimos años una discrepancia notoria
entre los índices de desocupación y la creencia social
al respecto; independientemente del nivel de esos ín-
En la Argentina ocurre este fenómeno dices2. Mayoritariamente se cree que la desocupación
es mucho mayor que la que aparece reflejada en las
2

en los últimos veinte años, período


donde los índices variaron de manera mediciones estadísticas.
amplia.
Esta situación puede estar alentada por la exis-
tencia de comunidades donde efectivamente la des-
ocupación es, como nos dijeran algunos de nuestros
entrevistados, “del 50 %”. Esto es posible ya que los
índices toman algunos conglomerados urbanos donde
la situación difiere bastante de los pequeños poblados
que siembran la geografía de la patria.
Pero, a su vez, las personas toman nota de la ma-
nera en que se releva esta información y creen que,
por ejemplo, sumar como ocupado a alguien “que
vende una bolsita de dulces regionales por día” no está
bien, ya que esa persona “con eso no puede vivir”. O
que la persona que trabajó un día la semana anterior
tampoco sea considerada como desocupada.
Aquí no subyace una discusión técnica sobre
cómo debe medirse el desempleo, aquí lo que se ex-
presa es una diversa definición del trabajo: nuestros

122 Emilio Pauselli


interlocutores, en este caso, definen trabajo como una
actividad que le permite a la persona vivir, categoría
transformable, sin mucha posibilidad de error, a obte-
ner recursos culturalmente considerados mínimos para
existir con alguna dignidad.
En esta articulación y contraposición de senti-
dos se juega la relación entre trabajo y pobreza. Se ha
comprobado en los últimos años la posibilidad prác-
tica de coexistencia entre trabajo y pobreza, y el au-
mento de la pobreza incluso sin aumento de la tasa de
desempleo. A diferencia de las sociedades de pleno
empleo de la postguerra, donde tener trabajo era jus-
tamente lo contrario a ser pobre, o donde salir de la
pobreza estaba directamente relacionado con obtener
un trabajo, en la actualidad la práctica social del tra-
bajo no siempre garantiza condiciones de vida míni-
mamente dignas.
Si volvemos a la definición anterior compren-
deremos que la precariedad laboral hace que situacio-
nes que se toman como trabajo no sean consideradas
así por la sociedad; o los trabajos reales cumplen tan
poco el requisito de “permitir vivir” que no son iden-
tificados como tales.
La adaptabilidad a esas prácticas sociales reñi-
das con lo que históricamente ha sido el trabajo esta-
blece ventajas ocasionales para distintas franjas de la
población. En algunos casos los jóvenes tienen ven-
taja a la hora de incorporarse al mercado de trabajo ya
que son demandados para empleos de alta intensidad,
de baja calificación y baja remuneración. Consultas
efectuadas con oficinas de Recursos Humanos y em-
presas dedicadas al empleo temporario así lo confir-
man. La preferencia por estos trabajadores parece
estar vinculada a sus posibilidades de resistencia fí-
sica, por un lado, y a su escasa experiencia en mate-
ria asociativa y sindical, y, en general, al desconoci-
miento de sus propios derechos. Esto no quita que se
requiera, para trabajos de baja calificación, a personas

El mercado de trabajo y la destrucción de la cultura del trabajo 123


con secundaria completa, estableciendo así barreras
artificiales –y por lo tanto discriminatorias– de acceso
al trabajo para los menos afortunados en su recorrido
escolar.
En otras franjas del mercado tienen algunas ven-
tajas las mujeres. Se aprecia su mayor flexibilidad a
la hora de acordar jornadas irregulares de trabajo, se
cree que son más manipulables y, en especial, se va-
lora la posibilidad de pagarle menos que a un hombre
por la misma tarea. En gran parte de las prácticas in-
formales de trabajo se recurre al trabajo de niños como
recurso habitual y aun se rodea de belleza este hecho:
“está aprendiendo a trabajar y además come”, dicen
personas en las que se ha adormecido hace tiempo el
reflejo cultural de protección a la infancia, más no sea
que como instinto de permanencia de la especie.
A su vez, aparece connotado negativamente el
deseo de las personas por acceder a un trabajo “tra-
dicional”. Esta es una de las clásicas inversiones
entre efecto y causa que hemos encontrado frecuen-
temente. Se identifica el deseo de acceder a un em-
pleo como una de las causas de que esa persona esté
desocupada. La lógica de esta inversión parece ex-
presar: “Si en vez de querer un puesto de trabajo que
no existe para él creara su propio puesto de trabajo o
se aviniera a las ofertas reales que hay en el mercado,
no sería un desocupado. Por lo tanto, su avidez por
acceder a un empleo es una de las causas de la des-
ocupación”. Lo llamativo es que, revisando nuestras
notas, casi el cien por cien de las personas que ex-
presan esta idea tienen un empleo, ya sea en el sector
privado o público.
Resulta un poco difícil sostener a la vez la nece-
sidad de recuperar la cultura del trabajo y condenar el
deseo de las personas de acceder a un empleo. Como
nos dijera uno de nuestros informantes, “queremos tra-
bajo de verdad, con aguinaldo, obra social, vacacio-
nes”. Una vez más parece que no se trata tanto de cul-

124 Emilio Pauselli


tura del trabajo, sino de a qué llamamos trabajo. La to-
talidad de las personas con las que hemos trabajado en
estos años, especialmente los integrantes de organiza-
ciones de desocupados, expresan una firme voluntad 3
Nos ha conmovido en uno de nuestros
de trabajo. Aun jóvenes que prácticamente nunca han trabajos ver a una docena de jóvenes
trabajado construyen el imaginario del trabajo desde el escuchando a una mujer contar cómo
relato de sus mayores, que hablan de la época en que
era la época en que ella era obrera
textil, antes de que la empresa se
tenían trabajo, como imaginamos que hablaría Adán vendiera, incorporara tecnología y
del paraíso luego de haber sido expulsado3. redujera sustancialmente a su
personal. El relato incluía cómo
viajaban en el micro que las llevaba al
Los jóvenes y el trabajo trabajo, cómo era el trato con los jefes,
cómo se festejaba el día del textil
En el caso de los jóvenes se acentúa la cantinela de “donde todos era iguales, los jefes y
que hay que recuperar la cultura del trabajo. “No han los operarios”. Era difícil evitar la
visto a sus padres trabajar”, dicen los instruidos, y
emoción al ver la cara de esos jóvenes,
pendientes del relato, probablemente
concluyen con sabiduría que lo que no se ha visto no imaginando qué felices hubieran
se puede hacer. Esto inaugura un mundo en verdad no- podido ser viviendo en esa época que
table, donde, por ejemplo, todo el que no haya visto a había ocurrido… diez años antes.
sus padres tener sexo morirá virgen, el que no haya
visto a su madre drogarse jamás consumirá sustancias 4
A su vez, esta simplificación grosera
y el que no haya visto a su padre jugar al fútbol mirará de la relación del joven con la cultura
con ojos estúpidos a la gente saltar cuando Argentina desconoce un mundo cotidiano donde
sale campeón del mundo4.
la influencia de la familia en sentido
amplio es solo uno de los estímulos
En verdad, la falta de trabajo afecta tanto la ob- formativos que éstos reciben. Por
tención de medios de vida como el desarrollo cultural
ejemplo, la preocupación de la
violencia que se asocia con la pobreza
de las jóvenes generaciones. El no tener “nada que pasa por alto el contenido de violencia
hacer” es uno de los castigos más crueles que puede permanente que se exhibe en los
sufrir una persona en su etapa de incorporación a la noticieros televisivos y en especial a
sociedad adulta. Se acrecienta por esta realidad la per- través de las películas norteamericanas
cepción de “prescindibilidad social”, y no se acierta a
aptas para todo público, donde nadie
trabaja y casi todos matan,
construir estructuras de valores compartidas con aque- especialmente los buenos. Eso sí, no
llos a los que la sociedad no tiene en cuenta. En mu- se ve ni una teta –de mujer, claro,
chos casos, el único aglutinante social que se mantiene porque la de hombre está permitida–…
operable es la comunidad de consumo y, ante la falta ya entendí, el problema es la leche. O
de recursos propios para volcar al mismo, las personas
se preguntan “¿qué estará haciendo el
nene en Internet?” mientras los adultos
deben generar otras alternativas de ingresos no vincu- se divierten y excitan cuando un
ladas al trabajo, constituyendo complejas formas de conductor de televisión pellizca nalgas
integración social. de mujeres o dice chistes soeces.

El mercado de trabajo y la destrucción de la cultura del trabajo 125


5
“Algunos de estos ‘jóvenes’ –tal vez A su vez, los jóvenes de las franjas sociales más
todos– viven un sueño loco: integrarse afectadas por la falta de empleo5, enfrentan retos adi-
cionales como permanecer en el sistema educativo y
en una sociedad geográficamente
contigua, pero inaccesible a sus
biografías. Muchos de ellos, muchos mantenerse dentro de sus propias familias, muchas
más de los que se cree, desean hacer veces en vías de desintegración por la carencia de tra-
realidad ese sueño tanto más irreal bajo de los adultos que la componen. En algunos casos
cuanto más concreto: conseguir no logran completar la escolaridad por las demandas
del trabajo familiar y en otras por la limitación de re-
trabajo. ¡El trabajo es para ellos lo que
el Grial para los caballeros! [...] Sin
embargo, se tiende a considerar que no cursos ocasionada por la falta de trabajo. Ya no es su-
se los prepara lo suficiente –o de ficiente ser alfabeto para incorporarse al mercado de
manera directa– para ingresar en trabajo.
empresas que no los quieren. [...] Los
jóvenes de esos barrios parecen Las limitaciones para acceder al trabajo que en-
presentir que la educación es impartida frenta esta franja etaria se superponen también con el
por personas engañadas. No se enseña pico de actividad reproductiva. Pero la función repro-
la sórdida aspereza de los guetos
ductiva que se comienza a ejercer en esta etapa de la
vida no genera solo demandas de carácter sanitario.
miserables de los Estados Unidos, el
hacinamiento de las villas miseria de
Manila, las favelas de Río y tantas Es especialmente importante la afirmación de los roles
otras. Se pasa por alto esa geografía. paternal y maternal, y la imposibilidad de acceso al
Se desconoce la lista infernal de los trabajo implica un severo daño a la construcción cul-
famélicos de África, Sudamérica y otras
tural necesaria para ese fin. Así, a la desprotección de
la madre y el niño, se suma la imposibilidad del padre
regiones, así como la desgracia sufrida
por un ser consciente que no estaba
fabricado para convertirse en un de concurrir con eficacia a sostener a su propia prole.
miserable, una víctima, aunque ese Como dijera uno de nuestros entrevistados, “si no le
fuera su destino. [...] ¿De qué sirve puede dar de comer, ¿qué autoridad va a tener para de-
darle a los jóvenes los medios para
cirle algo?”
adquirir conciencia de su situación,
sufrirla más que antes y criticarla si Los jóvenes ven agravada su situación: entre ser
ahora la aceptan tan tranquilos? Es expulsado del paraíso y no haber ingresado nunca hay
una diferencia sustancial. En el límite, se dice “vamos
mejor atraparlos más, hundirlos más
que nunca en su condición de
‘buscadores de empleo’, ocupación que a hacer un trabajo” cuando en realidad se sale a robar.
los mantendrá tranquilos y juiciosos Hasta en estas actividades marginales se expresa la
por mucho tiempo.” Viviane Forrester. cultura del trabajo.
En términos generales, según nuestra experien-
cia, no existe tal problema como la inserción de los jó-
Sube la señora al colectivo y viendo venes en el mundo del trabajo; el problema real es la
6

que todos los asientos están ocupados


escasez de trabajos decentes para los jóvenes6. A los
trabajos decentes los jóvenes no tienen ninguna difi-
dice en voz alta: “Ya no quedan
caballeros”, a lo que uno de los
sentados le responde: “No, señora, lo cultad en acceder, compiten por ellos. Los que no lo-
que no quedan son asientos”. gran esos puestos también resultan en general igual-

126 Emilio Pauselli


mente exitosos en el acceso a trabajos más precarios,
de corta duración y nulas oportunidades de carrera.
El problema real que existe ante la escasa oferta
de trabajo del “que permite vivir” es que esta inser-
ción es parte importante del proceso de socialización
de los jóvenes en el mundo adulto, y de cómo se re-
suelva esa incorporación dependen muchos aspectos
de la vida de nuestra sociedad futura. Una sociedad
que ofrece a sus jóvenes precariedad e incertidumbre
sobre el futuro de su vida poco puede esperar de sí
misma. Más tenebroso aún es hacerlos responsables
de esa situación.
Las limitaciones para la inclusión productiva de
las nuevas generaciones afectan a distintos niveles so-
cioeconómicos, no es una realidad exclusiva de la po-
blación más postergada social o económicamente. El
joven que abandonó la escuela a temprana edad y
quedó atrapado en el sistema de trabajo-no trabajo de
los ciclos agrícolas o en trabajos descalificados en la
ciudad, es el caso más penoso. Pero también deambu-
lan buscando una ocupación digna los egresados de la
enseñanza media o el egresado de la universidad. Ellos
también tienen pocas opciones de incorporación a tra-
bajos estables y dignos. “A propósito del trabajo, es común
7

lamentar que se le quite a uno lo que se


Parece ser que los factores que facilitan o limi- da a otro. O regocijarse que le den a
tan el acceso al mercado de trabajo son de orden ge- uno lo que le quitan a otro. Leemos, por
neral. No existe un mercado demandante de trabajo ejemplo, que se espera alcanzar el
humano y jóvenes con dificultades de acceder al
objetivo de que dos de cada tres
contratados nuevos sean jóvenes. Esto
mismo. Por el contrario, existe un modelo cuyo desa- expresa una muy buena voluntad, pero
rrollo exitoso incluye la reducción permanente de la significa que dos de cada tres
mano de obra y de su costo7. desocupados mayores no hallarán
empleo. Lo mismo sucede cuando hay
Tampoco existen adultos que conocen el valor quien se regocija al ver disminuir el
del trabajo y jóvenes displicentes que lo ignoran. Al porcentaje de desocupados de larga
contrario, cuando existen demandas específicas para data; en este caso los jóvenes habrán
jóvenes éstos hacen colapsar los mail de las seleccio-
obtenido incluso menos empleos que

nadoras y abarrotan los pasillos de las direcciones de


lo que hacía temer el aumento de la
desocupación”. Nuestra ya conocida
los avisos. A fines del año 2004 la Policía de Tucumán Viviane Forrester.

El mercado de trabajo y la destrucción de la cultura del trabajo 127


hizo un llamado para contratar 1000 Agentes de Pa-
trulla en San Miguel de Tucumán. Los requisitos eran
ser menor de 25 años y tener el secundario completo.
Se presentaron 10.000 jóvenes. En el mes de febrero
de 2005 se presentaron 700 jóvenes para 60 vacantes
de la Escuela de Cadetes de la misma institución. En
el mes de marzo se realizó una nueva convocatoria
para contratar 800 Agentes de Patrulla, esta vez para
el interior de la Provincia: se presentaron 12.000 can-
didatos. Como dijera una de las personas responsables
de la selección, “es imposible que exista tal vocación
policial en ninguna sociedad del mundo”. Efectiva-
mente, lo que esos jóvenes buscaban era una oportu-
nidad de trabajo remunerado legalmente.
Lo que probablemente los jóvenes expresan con
mayor crudeza es la pérdida de tracción del paradigma
que ubica a la educación y al trabajo como vehículos
de ascenso social. Pero eso no sería tanto una limita-
ción sino más bien una virtud: sociedades cuyos jóve-
nes no aceptan las hipocresías cotidianas y llaman a
las cosas por su nombre son sociedades con esperanza.
Es posible que esa serie de dificultades que en-
frentan los jóvenes al momento de acceder al mercado
de trabajo haga pensar que no poseen cultura de tra-
bajo. Invitamos a los que así piensan a que se tomen
tiempo para hablar con los jóvenes. La cultura del tra-
bajo no depende exclusivamente de la experiencia del
trabajo, así como la cultura en general no se adquiere
viviendo personalmente todos los eventos que están
en la base de su existencia. La cultura del trabajo pre-
existe a los hábitos del trabajo y, según nuestra expe-
riencia, en verdad es la que permite su formación.

Trabajo y derechos
¿En qué consiste el derecho a trabajar? Cuando una
persona no “encuentra” trabajo, ¿a quién debe diri-
girse? Las dificultades para responder a estas pregun-

128 Emilio Pauselli


tas son de dos órdenes: la primera, el término trabajo,
como hemos visto, designa distintos tipos de prácti-
cas sociales, desde el empleado en blanco de una firma
multinacional hasta el trabajador precarizado o, en
ocasiones, esclavizado en un circuito de dependencia
ya no solo económica sino personal.
Esta no es una pequeña dificultad. “Buscaba tra-
bajo, yo le ofrecí pero no quiso”. El trabajo ofrecido
quedaba a una gran distancia de la vivienda del traba-
jador; la remuneración, una vez deducido el costo de
viaje, era irrisoria; la asistencia a ese precario trabajo
le impediría seguir buscando una oportunidad más ra-
zonable. El trabajo ofrecido tampoco era estable, no
se sabía cuánto iba a durar. Pero, esa persona, ¿sigue
sin poder ejercer su derecho al trabajo?, ¿qué tipo de
oferta cumple ese derecho?
Otro ejemplo: si se prohibieran por inhumanos
todos los trabajos que afectan la salud, ¿cuántas nue-
vas personas quedarían sin poder ejercer su derecho
al trabajo? Pero, desde otro punto de vista, ¿qué pen-
samos de la persona que rechaza un trabajo porque es
riesgoso para la salud?, ¿la seguimos considerando
como alguien que no puede ejercer su derecho al tra-
bajo o como el exigente que tuvo una oportunidad y la
desperdició?
Como verán, la dificultad de a qué llamar “un
trabajo” no es menor. Pero se agrega un segundo in-
conveniente: el derecho al trabajo no está instituido,
solo declarado. Cualquier persona, independiente-
mente de su condición, sabe que si está enferma debe
concurrir a un hospital. Y nadie desconoce que para
aprender a leer y escribir se va a la escuela, ni siquiera
los analfabetos. A eso llamamos que un derecho esté
instituido. La existencia de esas instituciones permite
organizar el esfuerzo comunitario para que el hospital
cuente con los medios adecuados y para que el acceso
a la escuela sea real, y así de seguido.

El mercado de trabajo y la destrucción de la cultura del trabajo 129


Esa constitución de derecho, que hoy resulta tan
natural, no ha existido desde la creación de los tiem-
pos. Ha sido una construcción humana que, siguiendo
ciertas ideas, conceptualizaron necesidades y eleva-
ron valores que se consideraron relevantes para la
vida. Esos conceptos y valores permitieron a las so-
ciedades conquistar esos derechos.
La novedad que implica la desaparición del tra-
bajo como un bien universalmente disponible –este
proceso se ha desplegado en gran escala recién en las
últimas décadas– aún no ha permitido constituir esta
necesidad en el terreno del concepto. Tampoco se ha
instalado la estructura de valores acorde para resol-
verla. En su lugar se apela a conjuros fantásticos, re-
flejos de un mundo construido pero ya desaparecido,
y cuyas expresiones más sinceras no resisten ninguna
indagación medianamente seria sobre lo que está ocu-
rriendo en el mundo del trabajo.
Es más, hay una activa resistencia social a cons-
tituir el derecho al trabajo. Una de sus expresiones es
el sentimiento de muchas personas de estar contribu-
yendo con “sus” impuestos a “mantener a esos vagos”
que no quieren trabajar. Por otro lado, la asociación
Dicho sea de paso, los bajos salarios de delincuencia y desocupación es creciente, sin darse
por avisados de la profunda responsabilidad institu-
8

de las fuerzas de seguridad hacen más


difícil aún desmantelar las mafias en su cional que está en la base de la inseguridad personal8.
interior. Finalmente, el que tiene un buen trabajo se siente un
Benditos juicios sintéticos a priori, elegido y el que tiene un trabajo precario se siente un
esforzado: la tautología implícita dice que nadie que
9

¡por qué no existirán!


trabaje es un desocupado9.
La diferencia con el hospital o la escuela no con-
10
Bueno, esto no es absoluto. Muchos
han considerado al SIDA como la
consecuencia de conductas sexuales siste tanto en la existencia del tipo de institución, sino
irresponsables y, para muchos grupos en la convicción de que la enfermedad o la falta de co-
religiosos, reprobables. La derecha nocimientos no es “culpa” de las personas10. Por el
política cree firmemente que la
contrario, las dificultades de acceso al trabajo sí re-
visten en esa categoría: es una responsabilidad perso-
educación de las personas no es una
responsabilidad pública y que las
familias deben costear la educación nal que nada tiene que ver con las condiciones socia-
privada de sus hijos y de ellos mismos. les imperantes.

130 Emilio Pauselli


Las organizaciones que agrupan a personas des-
ocupadas, las redes de emprendimientos solidarios, la
creación de proyectos cooperativos, son otras tantas
formas de comenzar a ejercitar, a ensayar, una idea de
derecho al trabajo. Pero en verdad no constituyen ese
derecho, de la misma manera que un comedor comu-
nitario no constituye el derecho de las personas a tener
seguridad alimentaria. Este es el límite de la metáfora
del hospital y de la escuela: el trabajador desocupado
no es ni un enfermo ni un ignorante; es un ciudadano
que no tiene trabajo.
Probablemente el ejercicio del derecho al tra-
bajo no se pueda alcanzar a la vez en todas las dimen-
siones sociales del trabajo. Parece más accesible ga-
rantizar el derecho al ingreso económico que el tra-
bajo incluye. Los aspectos relacionados con la
identidad y el reconocimiento social son de más com-
pleja resolución, aunque no imposibles.

La cultura del trabajo


Finalmente, se deberán decodificar fenómenos que
ocurren en el mercado de trabajo y que generan atri-
buciones causales totalmente contradictorias. El
caso más frecuente se refiere a las dificultades que
enfrentan las demandas de trabajo fallidas realiza-
das por empresas. Hay empresarios que ofrecen tra-
bajo y sienten que es muy difícil convencer a las per- Una de las preguntas efectuadas en el
sonas de que se incorporen al mismo. De ahí a la
11

marco de nuestros trabajos es: “¿Cuál


conclusión de que “la gente no quiere trabajar” no es, en su opinión, la principal o las
hay mucha distancia. Consultoras en selección de principales causas de la
personal nos relatan casos frecuentes en que el pos- desocupación?” Muchas de las
tulante desiste del puesto antes de ir a la entrevista
respuestas hacen referencia a la falta
de educación de las personas, a que no
en la empresa o a los pocos días de haberse incor- dominan un oficio o a que prefieren
porado11. recibir un subsidio del Estado. Bien

Mientras tanto, las mismas personas convoca-


mirado, éstas podrían ser respuestas
pertinentes a la pregunta: “¿Cuáles son
das sienten que no hay reales oportunidades de tra- las principales consecuencias de la
bajo. Desean trabajar, y el hecho de que ya no lo bus- falta prolongada de trabajo?”

El mercado de trabajo y la destrucción de la cultura del trabajo 131


quen tan activamente tiene más que ver con reiterados
fracasos en esa búsqueda que a la falta de deseo de
estar incorporado a una actividad laboral. Lo que se
ofrece en el mercado a veces no alcanza a compensar
los gastos de traslado, o la ropa que hay que usar para
poder desempeñarse en el mismo. En ocasiones, sim-
plemente el trabajo cultural de la persona vale más que
el precio ofrecido en el mercado de trabajo.
¿Cómo pueden ocurrir estos dos fenómenos a la
vez? En verdad, se trata de que estos empresarios o
consultoras en recursos humanos llaman trabajo a una
cosa, y las personas desocupadas o con trabajos pre-
carios llaman trabajo a otra. Mientras que para los pri-
meros el trabajo es una actividad temporaria y aso-
ciada a necesidades puntuales de la empresa o el Es-
tado, para los segundos constituye una actividad
permanente y asociada a necesidades vitales de su
existencia humana. Como nos dijeran en muchas opor-
tunidades: “Queremos trabajo de verdad”.
Nosotros, para ayudarnos en la interpretación de
estos fenómenos –aparentemente contradictorios–, di-
ferenciamos entre dos categorías: Mercado de trabajo,
y Mundo del trabajo.
Por Mercado de trabajo entendemos el conjunto
de ofertas y demandas de trabajo –ya sea por / para
terceros o por cuenta propia–, y los contratos reales
–formales o de hecho– que se realizan entre empre-
sas, trabajadores, cuentapropistas y familias.
Con la expresión Mundo del trabajo nos referi-
mos al Mercado de trabajo más el conjunto de repre-
sentaciones que las personas y los grupos sociales tie-
nen sobre el trabajo como actividad social y econó-
mica del ser humano, incluida una ética del trabajo.
La perplejidad que produce la situación de de-
mandas de trabajo no satisfechas efectuadas por las
empresas contra un fondo de elevado desempleo está
reflejando, en nuestra opinión, que los paradigmas del

132 Emilio Pauselli


Mercado de trabajo son divergentes de los paradigmas
del Mundo del trabajo.
De alguna manera el primero está organizado
sobre las formas civilizatorias actuales, que en mu-
chos aspectos se hallan desfasadas de los mandatos
culturales siempre más profundos y perdurables que
las modalidades impuestas de organización econó-
mica. Y en América Latina, sobre todo, pensar en la
victoria de la civilización sobre la cultura es estar poco
informado.
La cultura del trabajo parece estar profunda-
mente arraigada en nuestros pueblos. Desde el es-
fuerzo para producir el maíz y la papa por parte de las
comunidades originarias, hasta el sincretismo que se
produjo con la vieja España y la nueva Europa, la in-
corporación de la industria moderna y el desarrollo
de economías regionales, han surgido inmensos re-
cursos creados a partir del trabajo.
Los que dicen que hay que recuperar la “cultura
del trabajo” debieran mejor ocuparse de generar las
condiciones para que haya trabajo, pero respetando lo
que se considera culturalmente como trabajo. Si no,
es solo un juego equívoco. Es llamar trabajo a unas
actividades precarias, inestables, imprevisibles, donde
las personas consumen su tiempo y energías sin obte-
ner a cambio los medios de vida necesarios. Y si las
personas no quieren someterse a esas “nuevas” con-
diciones que no proveen los medios culturalmente ne-
cesarios para la reproducción de la vida, se los acusa
de que han perdido la cultura del trabajo.
Cuando las empresas eliminan trabajadores por
tecnología o cambios en las condiciones del mercado,
las personas deben ser emprendedoras; cuando el mer-
cado permite valorizar el capital incorporando trabajo
humano adicional, entonces deben recuperar la cultura
del trabajo. ¿Qué loco, no?
La cultura del trabajo pertenece al Mundo del

El mercado de trabajo y la destrucción de la cultura del trabajo 133


trabajo y no se la puede definir desde el Mercado de
trabajo. Éste puede ofrecer alternativas más cercanas
o más alejadas a la cultura del trabajo, pero no la de-
fine: la cultura del trabajo es preexistente, se ha for-
mado a través de siglos y violentarla de la manera en
que lo hace el actual Mercado de trabajo es, justa-
mente, un intento de destruir la cultura del trabajo.
Lo que está ocurriendo en realidad es que esa
violencia –que se lleva a cabo en el marco de procesos
profundamente inequitativos– intenta acabar con la
cultura del trabajo. La cultura del trabajo contiene los
derechos del trabajo, el respeto a la salud del trabaja-
dor, el procurar una remuneración que garantice el ac-
ceso a los bienes indispensables para la reproducción
de la vida humana, la existencia del descanso diario,
semanal y anual, la garantía de que trabajando respon-
sablemente se tendrá una vida digna. Eso es cultura del
trabajo. Cada nueva “flexibilización laboral” ha sido
una puñalada por la espalda a la cultura del trabajo.
Recuperar la cultura del trabajo pasa, entonces,
por reducir la inequidad en el desarrollo, impedir la
existencia de mafias que violan sistemáticamente las
leyes que protegen a las personas y a los recursos na-
turales necesarios para el trabajo, y establecer políti-
cas de Estado que permitan desarrollar estrategias efi-
caces para la inclusión de las personas en el Mercado
de trabajo.
Identificar a un desocupado que hace años no
logra incorporarse a un puesto de trabajo decente y, en
el proceso de destrucción de su dignidad, termina afe-
rrándose a un miserable subsidio estatal llamado Plan
al que imagina más perdurable que cualquier changa
que pueda ocasionalmente conseguir; identificar, de-
cimos, a este trabajador desocupado con alguien que
ha perdido la cultura del trabajo, es un ejercicio poco
digno. Justamente porque ese trabajador desocupado
está expresando la cultura del trabajo, frente a un mer-
cado que no lo demanda como trabajador.

134 Emilio Pauselli


La demanda de recuperar una cultura del trabajo
supuestamente perdida es especialmente llamativa
cuando proviene de dirigentes políticos. Además de la
ignorancia o mala intención que refleja la idea de que
“la gente no trabaja porque no quiere”, es justamente la
clase política la que está identificada por la sociedad ar-
gentina como la que –llegada al cargo– rápidamente se
enriquece no justamente con actividades vinculadas al
trabajo. Y la demanda de que la gente tiene que recu-
perar la cultura del trabajo es sencillamente lamentable
cuando proviene de representantes de organizaciones
de trabajadores desocupados que califican de esa ma-
nera a sus propios representados, mientras ellos “traba-
jan” de dirigentes, muchos en despachos oficiales.
“Ya nos quitaron el trabajo, ahora nos quieren
quitar los planes” nos dice una apenada mujer de
quince años de industria y diez de desocupada. La idea
de que quitar los planes hace nuevamente disponible
esa mano de obra, está expresando la posibilidad hi-
potética de destruir la cultura del trabajo para imponer
las condiciones exigidas por el Mercado de trabajo.
Personas a las que se les quite todo medio de vida es-
tarían así dispuestas a abandonar su cultura12. Es el viejo truco, ¿no? La rendición
12

Claro que eso no es un destino. El cuestiona-


por hambre.

miento a este tipo de lógicas es creciente y en el pro-


pio Mercado de trabajo se hace dificultoso sostener
prácticas consistentes con este modelo depredador del
trabajo humano. Se inutilizan poderosas herramientas
para estimular el rendimiento como son la motivación,
la obtención de ventajas mutuas y la búsqueda man-
comunada de beneficios.
Los modelos anti-culturales de trabajo exacer-
ban la falta de compromiso con la tarea, el despilfarro
de recursos, crean dificultades crecientes para alcanzar
calidad y excelencia en los productos y servicios. Los
propios estamentos gerenciales se ven sometidos a un
inmenso stress ante la demanda de acciones perma-
nentes para sostenerse en el propio puesto de trabajo.

El mercado de trabajo y la destrucción de la cultura del trabajo 135


La vida de un puesto de trabajo está en relación
inversa a la capacidad y el compromiso de los traba-
jadores, sean éstos de mayor o menor calificación. La
demanda de ahorrar tiempo y recursos, de innovar en
dirección a la maximización de la ganancia empresa-
ria, hace que los grupos más activos y comprometidos
en las mejoras sean los que en primer lugar hacen in-
necesarios más puestos de trabajo.
En tanto aumente el desgaste de los puestos de
trabajo, la entrada y salida de una persona en el Mer-
cado de trabajo se hará más frecuente. En nuestra ex-
periencia profesional es habitual encontrar personas
entre 30 y 35 años que ya han pasado por cinco o seis
trabajos, siendo común que a medida que aumenta la
edad los tiempos entre un trabajo y otro se hagan más
prolongados.
Muchas de estas personas, la mayoría de las cua-
les no perciben ningún plan social, alternan “changas”
por su cuenta con períodos de desempleo, y van desa-
rrollando nuevas estrategias de supervivencia acordes
a la época donde el trabajo ha dejado de ser un bien
universalmente disponible. ¿Eso deteriora la cultura
del trabajo en esas personas? Vamos a responder con
un ejemplo.
Nuestras actividades coordinando proyectos de
reinserción laboral para personas desplazadas de la in-
dustria nos permite estar en contacto habitual con di-
versos contingentes de desocupados. En estos proyec-
tos, que son extensos en el tiempo, por la propia me-
todología utilizada se establecen vínculos profundos
con las personas y de ellos nacen no pocas amistades.
Uno de esos amigos llama por teléfono a casa.
Nos habíamos conocido varios años atrás, una
industria lo había desplazado y esta persona en un año
de crisis y dificultades –esposa sin trabajo y dos niños
pequeños– definió con su familia que se iba a dedicar
a la cría de perros de raza. Los inicios no fueron muy

136 Emilio Pauselli


alentadores, pero la prudente administración de la in-
demnización le permitió sobrevivir con ese empren-
dimiento no muy rentable. Un año después de iniciado
el proyecto colaboramos para hacer una reingeniería
del sistema de ventas y eso trajo algún alivio y mejo-
res perspectivas de desarrollo para la actividad. Final-
mente, en cuatro años, esta persona logró una posición
bastante segura en el mercado de cría. Es el ejemplo de
manual ¿no?
Pero suena el teléfono y este amigo dice que
tiene una gran noticia para darme. Por su entusiasmo
yo imagino: espera otro hijo. O habrá firmado un con-
trato de venta de cachorros muy ventajoso que le per-
mite hacer unos caniles proyectados para ampliar su
criadero. O se habrá recibido la mujer, que estudiaba
enfermería. No, nada de eso. La noticia era: “me lla-
maron otra vez de la fábrica, empiezo el lunes”.
Yo me angustié terriblemente. Otra vez a la fá-
brica, pensé, para que lo vuelvan a dejar en la calle
apenas disminuya la demanda o se incorpore una me-
jora tecnológica. Va a cambiar su vida construida por
una vida ajena. En fin, traté de disimular –mal– esos
sentimientos y mi primera pregunta fue que qué iba a
hacer con el criadero. Claro que el hombre ya tenía
muy bien dispuesto cómo seguir con el criadero y me
agregó: “No me pasa más lo de hace cuatro años, que
me quedé en el medio de la calle”. Pero eso era el cre-
cimiento, el aprendizaje. La verdadera alegría era que 13
Hegel, La fenomenología del espíritu,
lo habían vuelto a llamar de la fábrica. ¿Lucha por el 1807. La autoconciencia, o conciencia
reconocimiento?13 De todo un poco, pero, por sobre humana, es el resultado del

todo, cultura del trabajo.


reconocimiento que el otro hace de
nuestro deseo. La empresa, al
Resumiendo, lo que deteriora la cultura del tra- despedirme, hace prevalecer su deseo
bajo es el Mercado de trabajo. La cultura del trabajo
y desconoce el mío; al volver a
convocarme me está reconociendo.
está profundamente arraigada en la sociedad argen- Ver de Alexandre Kojeve, La dialéctica
tina, no en el sentido arcádico de una disposición in- del amo y del esclavo en Hegel.
nata al esfuerzo incondicional, sino basada en el res-
peto a la propia dignidad que encuentra en el trabajo
la manera de ser un ciudadano independiente, que

El mercado de trabajo y la destrucción de la cultura del trabajo 137


come lo que quiere, sale a donde quiere y se junta con
quien quiere.
“Cuando mi papá se quedó sin trabajo entró la
miseria en mi casa”, nos dice una persona ya hoy de
unos 35 años que solo tuvo trabajos episódicos. Claro
que esa persona ya tiene su familia y sus hijos, que
crecen con un panorama similar por delante. La com-
prensión de la relación entre la miseria y la falta de
trabajo es cultura del trabajo.
“No quiero que me hagan el baño, quiero que
me den trabajo y yo hago mi baño como quiero”, nos
dice otra persona objeto de un programa de mejora-
miento de la vivienda. La comprensión de la relación
entre la dependencia personal y la falta de trabajo es
14
Nos estamos refiriendo tanto a cultura del trabajo.
empleos como a actividades de “Que no nos den una máquina de coser a cada
una para que cosamos en nuestra casa. Que nos den
economía alternativa y por cuenta
propia. Así como hay empleos de alta
calidad y protección, también hay un lugar, todas ahí. Que se controle lo que se hace”,
emprendimientos comunitarios y nos dice una persona, objeto de un programa de em-
trabajadores independientes cuya prendimientos. La comprensión de la relación entre la
actividad les permite una vida destrucción de los vínculos sociales y la falta de tra-
bajo es cultura del trabajo.
culturalmente considerada digna. A su
vez, muchos empleos son
inmensamente precarios y muchos Un Mercado de trabajo que ofrezca oportunida-
trabajadores por cuenta propia laboran
des para que las personas no vivan en la miseria, de-
sarrollen su independencia personal y reconstruyan
y viven en condiciones penosas. El
Mercado de trabajo parece, con
excepción de una franja “privilegiada”, vínculos sociales encontrará, sin duda, una fuerte cul-
establecer una media en este sentido. tura del trabajo donde apoyarse14.

138 Emilio Pauselli


Capítulo 9

Algunas reflexiones ante la limitación


de los puestos de trabajo
Este capítulo ha tenido algún mérito en sobrevivir ya
que es tal la desproporción entre los problemas des-
criptos y las posibilidades de mitigarlos que, muchas
veces, nos hemos acobardado ante la hoja en blanco.
Sobre todo porque la posibilidad de construir otra his-
toria no es un problema teórico sino práctico, en el
sentido de producción y de creación de nuevas reali-
dades por parte de las sociedades humanas. En todo
caso, la teoría es una de las prácticas disponibles.
Pero quizás no ha sido esa la causa principal que
le obturó durante mucho tiempo su inclusión en este
libro: la razón de más peso ha sido el temor a que se
interprete como una necesidad de proponer “solucio-
nes”. Hay una literatura sobre el tema del trabajo –y en
verdad sobre muchos otros temas– que descalifica
todo análisis que no proponga “soluciones”. Es una
postura difícil de interpretar: podría obedecer a un
mandato que diría que aquellos problemas de los que
desconocemos la solución no deben ser mencionados,
como el cáncer cerebral o los terremotos. O también
puede obedecer al proverbio atribuido a los chinos:
“Si tiene solución, para qué preocuparse; y si no tiene
solución, para qué preocuparse”, o sea, ante los pro-
blemas no hay que preocuparse: hay que solucionarlos
o dejarlos estar. Por suerte el inventor de la rueda no
participaba de esta idea.
Finalmente, alentó la inclusión de este capítulo
la confianza en que el lector sabrá cómo interpretar y
qué hacer con estas opiniones. Dos indicaciones im-
portantes que valen para todas ellas: la primera, nin-
guna de estas estrategias es sostenible en un contexto
exclusivamente local o nacional. Compartimos la idea

Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajo 139


con Gorz de que “no es contra la globalización que
hay que luchar tratando de sustraerse a ella; es en el
contexto de la globalización en curso que es preciso
1
“Negarse a la globalización, pretender luchar por una globalización diferente1”. Por ejemplo,
sustraerse a ella nacionalmente, no son sostenibles las estrategias de control horario
del trabajo si no abarcan a una región y, a largo plazo,
conduce infaliblemente a capitular
frente a esta globalización. [...] La
resistencia al capital transnacional no si no se mundializa una nueva definición de cuántas
puede ser ella misma más que horas semanales de trabajo son aceptables.
La segunda indicación es que no es posible mo-
transnacional; la resistencia a los
agentes de esta globalización exige,
ante todo, agentes de otra dificar las condiciones en el mundo del trabajo sin
globalización, guiada por una visión, afectar la desigual y obscena apropiación de riquezas.
una solidaridad, un proyecto de No se trata de que todos consumamos a lo loco como
civilización planetarias”. André Gorz,
los segmentos más pudientes de la sociedad humana
por la sencilla razón de que eso no es posible. Un pla-
Miserias del presente, riqueza de lo
posible, Capítulo 1: Del Estado Social al
Estado de Capital neta, una naturaleza, una fuente de energía: no esta-
ban muy lejos de la verdad las culturas que adoraban
al sol. No se trata de imitar un “estilo de vida”, se trata
de crear un estilo de vida sustentable.

Estrategias de control horario


Mi abuelo materno, inmigrante italiano en Argentina,
decía de la crisis de 1930 que le tocó vivir: “A ningún
obrero panadero italiano le faltó trabajo. Dividíamos los
días que trabajábamos, si había muy poco trabajo to-
caba dos o tres días por semana, pero no que uno traba-
jaba toda la semana y el otro nada”. Este es el principio
simple de las estrategias de control horario de la jornada
de trabajo: repartir el trabajo existente entre todos.
Está demostrado que la productividad del tra-
bajo está en relación inversa a la cantidad de horas dia-
rias trabajadas. Es más productivo el trabajo de una
persona que cumple una jornada de seis horas de tra-
bajo respecto al que cumple 10 horas diarias. De 9 o
10 horas diarias en adelante se achata la productivi-
dad de manera tal que la hora once o la hora doce equi-
vale a algunos minutos de las primeras horas de la jor-
nada. En los casos de los sistemas productivos en línea

140 Emilio Pauselli


que mantienen un ritmo uniforme, esa ineficiencia se
va repartiendo a lo largo del día a través de distintos li-
mitantes como paradas, reparaciones, accidentes o,
simplemente, autorregulación de la fuerza de trabajo.
El análisis de la productividad del trabajo es la
base para enfrentar la resistencia de empresas y traba-
jadores a las estrategias de control horario. El ideal de
la empresa es tener disponible la menor cantidad po- Claro que esta demanda de los
sible de mano de obra por el mayor tiempo posible. El
2

trabajadores no es “natural”, es la
ideal del trabajador es trabajar la mayor cantidad de forma en que el trabajador ocupado
horas posibles para optimizar su remuneración2. De puede acceder a un ingreso que le
esta manera se realimenta la tendencia a las extensas
permita vivir dignamente.
Históricamente, ha sido una
jornadas de trabajo que, entre otras cosas, elimina o reivindicación de los trabajadores la
impide la creación de nuevos puestos de trabajo. reducción de la jornada de trabajo. El 1º
La reducción de la jornada de trabajo es uno de
de mayo se rememora justamente a los
Mártires de Chicago, asesinados por
los aspectos en que más se nota la necesidad de medi- solicitar las ocho horas de trabajo
das conjuntas entre países de regiones económicas im- diarias.
portantes. De otra manera, restricciones horarias de
carácter nacional solo alterarían las condiciones de
competencia entre unos mercados nacionales y otros. El precio de la hora extraordinaria se
Los que eligieran estas estrategias quedarían en des-
3

fija en la negociación atendiendo al


ventaja respecto a los que permanecieran con sistemas esfuerzo adicional que hace el
de jornadas de trabajo ilimitadas. Operativamente, trabajador; así, oscila entre un 50% y
construir estrategias de control horario requiere de un 100% más de su valor dependiendo
modificar tres componentes: la reducción progresiva
de las condiciones de realización. Pero
es necesario introducir el concepto del
del trabajo en negro, el restablecimiento de una jor- esfuerzo adicional que debe hacer la
nada semanal máxima y un fuerte aumento del valor sociedad para sostener la posibilidad
de las horas extraordinarias3 que excedan esa semana. de trabajo extra que impide la creación
de nuevos puestos de trabajo. Un
Complementariamente, será beneficiosa toda análisis de las horas extras que se
ampliación de derechos de los trabajadores: por ejem- pagan en una empresa permite predecir
plo, una licencia paga por nacimiento de un hijo de un con bastante exactitud cuál es el punto
año para la madre y de otro año para el padre aliviaría
de no conveniencia de esta manera de
contratación que permite abrir un
presiones sobre el mercado de trabajo y aportaría una nuevo puesto de trabajo y, no lo dude,
inmensa cantidad de horas al cuidado de la reproduc- con ventajas para la propia empresa.
ción cultural. Ese nuevo precio que contemple el
esfuerzo social en ningún caso debiera
Como se verá, la implementación de este prin- ser inferior al 600 % del valor de la hora
cipio tan sencillo como repartir el trabajo existente, se normal.

Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajo 141


orienta precisamente en dirección contraria a todas las
normas de flexibilización laboral que se han imple-
mentado en las últimas décadas. Esas estrategias no
solo no crearon puestos de trabajo, sino que aceleraron
la destrucción de muchos puestos de trabajo que, aun
en condiciones de incorporación de tecnología, tenían
todavía una vida útil de muchos años.
Miremos cómo son nuestras sociedades de tra-
bajo actuales: el que “tiene trabajo” cumple extensas
y agotadoras jornadas. El que “no tiene trabajo” jus-
tamente de lo que dispone es de tiempo. Pero, ¿cómo
es esto?, pregunta alarmado el trabajador ocupado,
¿debo compartir mi salario con otra persona? Estos
delicados interrogantes tienen dos tipos de respuesta.
La primera, que puede resultar tranquilizadora, es que
el origen de los recursos para mantener los niveles de
remuneración disminuyendo las horas trabajadas debe
4
Plusvalía: diferencia entre el valor de provenir, justamente, de la construcción de un mundo
lo que produjo el trabajador y el valor mucho menos desigual. Dicho en términos de mer-
de la remuneración percibida por ese
cado, de la baja de los costos patronales para transfe-
rirlos a los costos del trabajo. Dicho en términos de
trabajo.

“ ‘No puedo yo vivir bien, si los otros teoría económica, de la reducción de la plusvalía ob-
tenida por puesto de trabajo4.
5

no viven bien también’. Es un concepto


moral, pero también práctico. Es ser
conscientes de que no podemos tener La segunda respuesta, quizás más movilizadora,
una buena vida en soledad, aislados de es que compartir no es malo, sobre todo si nos va a de-
los demás, sin relaciones de afecto, sin volver una sociedad más vivible5. Hoy nos cuesta más
relaciones sociales, sin sociabilidad”. creer –ojala fuera solo una crisis momentánea de fe–
en una clase obrera redentora de todos los oprimidos
Nuestro ya conocido José Luis
Coraggio.
de la tierra; pero tampoco es imaginable una nueva so-
“Una complicidad estructural liga al ciabilidad humana basada en el egoísmo y el “sálvese
quien pueda”. La apatía con que las organizaciones de
6

trabajador con el capital: para ambos,


la meta determinante es ‘ganar dinero’, trabajadores han visto reducirse sus filas y su total des-
preocupación por la situación de las personas desocu-
la mayor cantidad de dinero posible.
Ambos consideran al ‘crecimiento’
como un recurso indispensable de padas también ha colaborado en la aceleración de la
alcanzar. Ambos están sometidos al eliminación de puestos de trabajo6.
Las personas, aun las que no son poderosas,
apremio inmanente del ‘siempre más’.
‘siempre más rápido’ ”. Andre Gorz en
Crisis mundial, decrecimiento y salida también participan en la producción de sociedad. Esta
del capitalismo, 2007. realidad es difícil de ver, en parte porque los disposi-

142 Emilio Pauselli


tivos de dominio hacen sentir justamente que la vida
depende de otros, de los que tienen, de los que pue-
den. Como contrapartida, muchos imaginan que son
el Estado, las empresas, las universidades, las respon-
sables de proveer una vida mejor y que, sinceramente,
ellos no tienen nada que ver. Unos padres poderosos y
unos hijos que pueden maldecirlos, pero que no los
matan ni los comen porque después, ¿quién se hace
cargo?
Días pasados escuchaba una discusión sobre la
inconveniencia de la construcción de una nueva re-
presa hidroeléctrica sobre el río Uruguay, en la fron-
tera entre Argentina y Brasil. Muchas personas creen
que puede producir alteraciones no deseables en la
ecología de la región. Uno de los participantes del in-
tercambio agregó: “Si no queremos la represa tene-
mos que empezar por tirar todos los aire-acondiciona-
dos de nuestras casas y oficinas que consumen eleva-
das cantidad de energía eléctrica”. Efectivamente, la
reunión se estaba realizando en un cómodo lugar con
22 grados de temperatura mientras en el exterior la
misma era de 42 grados. Su observación no fue muy
popular pero resultó muy exacta: no podemos desear
los resultados sin aceptar las causas.
Probablemente, una inducción para fomentar
este tipo de estrategias tendrá que ver con políticas que
identifiquen las prácticas económicas que son absolu-
tamente inadecuadas para la generación de trabajo, o,
de manera más universal, determinar la “riqueza de tra-
bajo” que cada práctica económica implica. Por ejem-
plo, si yo reemplazo un cultivo de algodón por otro de
soja estoy reduciendo los puestos de trabajo por hectá-
rea con todos los efectos que eso crea. Eso deberá lle-
gar a ser considerado “malo”, y si el mercado global
ofrece ventajas para el segundo cultivo deberemos
estar convencidos “económicamente” de que son ne-
cesarias fuertes compensaciones para remediar el
“mal” que esa decisión provoca a toda la sociedad.

Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajo 143


En el plano de la industria, las decisiones sobre
procesos y tecnologías impactan directamente en la
cantidad de trabajo disponible. Una “moral” del tra-
bajo debería argumentar la evidente necesidad de
compensar las mayores ganancias obtenidas por la eli-
minación de mano de obra con otros aportes en orden
a la vida social. Por ejemplo, premiar la reducción ho-
raria y gravar las jornadas de trabajo extensas debería
revestir la misma importancia, por lo menos, que de-
fender las ecuaciones monetarias –tan mal comproba-
das, por otra parte–.
Finalmente, el uso de la propiedad en relación a
la tasa de trabajo que genera debería ser un criterio
tanto para su imposición tributaria como para su “res-
peto”. Una humanidad que pena por falta de acceso al
trabajo parece tener derecho a organizar sus recursos
de modo tal que todos los hombres y mujeres puedan
desempeñar una actividad con sentido en el planeta
que habitan y, de esa manera, obtener los medios ne-
cesarios para la reproducción de su vida.

Actualización de la definición
de derechos humanos
Otra de las definiciones que impacta directamente en
la creación de trabajo tiene que ver con lo que se con-
sidera el mínimo de condiciones socialmente disponi-
bles que deben gozar los seres humanos.
La definición de qué disponibilidad de energía,
que infraestructura de caminos, qué tipo de educación,
qué clase de vivienda, qué calidad de agua potable y
demás aspectos que hacen a la vida humana, mostra-
rán con claridad la distancia que aún separa a una ma-
yoría de la humanidad de esas prestaciones mínimas.
Así como el concepto de derechos humanos en
algún momento se ha concentrado –por las urgencias
del caso– casi exclusivamente en el derecho a la vida,
hoy nadie discutiría que también forman parte de esos

144 Emilio Pauselli


derechos las libertades políticas, el derecho a la edu-
cación, la seguridad alimentaria y otros.
Hay que acompañar la tendencia a ampliar la de-
finición básica de derechos humanos o, en muchos
casos, hacerla realidad. Si se quisieran cumplir, por
ejemplo, las declaraciones de derechos de los niños en
un mundo donde la principal masa de seres humanos
pobres e indigentes son niños, eso obligaría a la crea-
ción de multitud de puestos permanentes de trabajo.
Pero hay ejemplos más sencillos. Para tomar
casos de la Argentina: la recuperación y ampliación
de los ferrocarriles como medio para que las personas
puedan ejercer el derecho de trasladarse ellas y sus
producciones equivale a millones de horas de trabajo
repartidas en no menos de dos décadas. Grandes zonas
de nuestro país no cuentan con redes de gas natural ni
equivalentes de energía eléctrica: la definición de que
el acceso a una fuente de energía suficiente y barata es
un derecho, impulsaría obras de largo alcance.
Solo para dotar a las escuelas y a los hospitales
del personal adecuado sería necesario crear miles de
puestos de trabajo de alta calidad. Ese sería un enfo-
que de derechos humanos que no finalice con la cons-
trucción de edificios que, si no quedan vacíos, tienen
una capacidad operativa lamentable. Tampoco contri-
buye a la generación de trabajo cubrir parcialmente
esos puestos con contratos basuras, de tiempo parcial
y plazo limitado, que se cobran mucho después de
prestados los servicios contratados, donde las personas
deben previamente pagar impuestos para poder traba-
jar y de esa manera liberar al empleador –la mayor
parte de las veces el propio Estado– de sus obligacio-
nes como tal.
Si se quiere agregar a las definiciones básicas
de estos derechos humanos el respeto a los derechos
del consumidor, muchas firmas privadas y públicas
deberían ampliar sensiblemente sus planteles de aten-

Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajo 145


ción a usuarios y cumplimiento de obligaciones post
venta.
La aplicación irrestricta del derecho a un medio
ambiente saludable sería otra fuente de creación de
nuevos puestos de trabajo de alta calificación.
En resumen, la posibilidad de privar a gran parte
de la sociedad del acceso a bienes y servicios que hoy
deberían ser considerados indispensables, permite eli-
minar muchos puestos de trabajo y embolsar esos re-
cursos como ganancias. Por el contrario, garantizar un
estándar básico de vida es una fuente de recuperación
7
El tiempo libre, ¿está libre de qué?
Está libre del trabajo. Las clases altas
de todas las sociedades fueron las que y creación de nuevos puestos de trabajo.
lograron conquistar primero el tiempo
libre de trabajo. El trabajo es esfuerzo,
desgaste, sacrificio: por eso pudo ser Los cuidados de la vida
descripto como castigo. En todas las
sociedades que conocemos, un criterio La vida en la era de la tecnología requiere de nuevos
de distinción entre posiciones sociales cuidados. Hay por lo menos dos factores que modifi-
elevadas y posiciones subalternas ha caron profundamente las maneras de vida conocidas
sido la necesidad o no de trabajar, en
anteriormente y esos cambios reclaman nuevas prác-
ticas de parte de la sociedad humana.
especial identificada con el trabajo
manual. Tener que utilizar el propio
cuerpo para obtener medios de vida era La primera de esas modificaciones es la apari-
ción del tiempo libre7. Ese tiempo libre aparece de ma-
una situación muy cercana a la
esclavitud, aun para los ciudadanos
libres de Atenas. El siervo se nera engañosa ya que, en general, lo deseable es estar
diferenciaba del señor en que éste se “ocupado” en extensas jornadas de trabajo para el ca-
encargaba de los temas del gobierno, pital, ya que eso permite la obtención de dinero para
de la guerra o de las letras, mientras adquirir los medios necesarios para la reproducción de
la vida. Pero el stock de tiempo libre se expresa con
que aquél debía ocuparse de todas las
labores manuales, en especial las
relacionadas con la producción de toda crudeza en la situación de los millones de des-
alimentos. La exaltación del trabajo empleados que acompañan desde hace varias décadas
que acompañó el surgimiento del la evolución de nuestras sociedades.
capitalismo también estuvo
acompañada de la división entre tareas Ese cúmulo de tiempo no reclamado social-
propiamente empresarias mente abre nuevos interrogantes sobre la manera de
–planificación, decisiones financieras y evolución probable de la vida humana. Ya sea que es-
comerciales– y proletarias. La
trategias de control horario de la jornada de trabajo
permitan a todos contar con más tiempo “libre” o que,
posibilidad de que la tecnología iniciara
una cultura de trabajo deseable para
todos se vio obturada por el desarrollo lo más probable, durante muchos años aún se exprese
de la sociedad de consumo. esta diferencia entre personas demandadas por el Mer-

146 Emilio Pauselli


cado de trabajo y personas no necesarias, esa masa de
tiempo libre que ha aparecido en nuestras sociedades
es un hecho nuevo.
Ese tiempo liberado no siempre se expresa en
desempleo y pobreza. Son parte de esta nueva reali-
dad la prolongación de los períodos formativos de los
jóvenes de clases medias que pueden financiar su pro-
pio desempleo. Así, se suceden formaciones de base
con especializaciones, maestrías, doctorados, becas y
todo tipo de actividades que demoran el ingreso de esa
persona al mercado de trabajo. Hay países que tienen
políticas de estímulo a esta permanencia de las perso-
nas en los ciclos formativos como manera de aliviar la
presión por ingresar al mercado de trabajo.
Otra manera de expresión de este tiempo libre
es el retiro “anticipado” de trabajadores que, a una
edad que se podría considerar de plena productividad,
ya son desechados por el mercado de trabajo. En al-
gunos casos estos trabajadores pueden organizar es-
trategias de actividad por cuenta propia que les per-
mite mantener su estándar de vida, aunque en la ma-
yoría de las situaciones este retiro anticipado precariza
sus ingresos y, en muchos casos, los enfrenta a una si-
tuación de pobreza en poco tiempo. “… estos habitantes jóvenes de los
8

barrios llamados ‘difíciles’, pero que


Finalmente, la mayoría de la población desem- más bien son aquellos donde vive la
pleada forma parte de los barrios marginales8 que ocu- gente que está en grandes dificultades.
pan gran parte de nuestras ciudades, de donde salen
[...] No obstante, el único lujo de estos
jóvenes, ¿no es acaso el tiempo libre
para realizar algún trabajo ocasional. O directamente que podría permitirles, entre otras
no salen ya ni hay a qué salir y el control sobre sus cosas, incursionar en esos mundos
cuerpos y vidas los limita a esos espacios. efervescentes? Pero no les permite
nada porque están amarrados a un
Un espacio paradigmático para comprender la sistema rígido, vetusto, que les impone
incapacidad que tenemos para enfrentarnos a la nueva precisamente lo que les niega: una vida
realidad del tiempo libre lo constituyen las cárceles. ligada al trabajo asalariado y
En ellas, miles de pobres consumen su tiempo inútil- dependiente de él. Lo que se llama una
mente, o es el tiempo quien los consume inútilmente,
vida ‘útil’ ”. Viviane Forrester, El horror
económico. ¿No leyó aún este libro?
desperdiciando así una oportunidad increíble de trans- No deje de hacerlo, no tiene
formar ese espacio en la construcción de nuevos sen- desperdicio.

Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajo 147


tidos para su vida futura. En el mejor de los casos
aprenden oficios para realizar actividades que, una vez
liberados, nadie les demandará.
El refrán popular ya lo dice: “el ocio es el padre
de todos los vicios”. No dice: el padre de todas las crea-
ciones intelectuales, ni el padre de las obras de arte, ni
el padre de la felicidad. El ocio de los ricos está rode-
ado de glamour, el ocio de los pobres debe ser elimi-
nado de raíz. La práctica social por excelencia para eli-
minar este ocio indeseable fue, durante muchos siglos,
“Houston, tenemos un problema”, el trabajo. “Houston, we have a problem”9.
9

frase paradigmática de la película


Apolo XIII. La nave que se dirigía a la La segunda modificación planetaria de la vida
luna sufre un accidente y pierde su humana estuvo dada por la incorporación de la mujer
rumbo. Ya no puede llegar pero al mercado de trabajo dominado por el capital. Este
avance, insoslayable para la igualdad entre los géne-
tampoco se sabe cómo hacerla
regresar.
ros, paralelamente restó millones de horas destinadas
por la humanidad a la reproducción de la cultura a tra-
vés del vínculo “persona a persona”. Esas funciones
fueron diseminadas probablemente entre las institu-
ciones escolares y, principalmente, los medios de co-
municación masiva.
Sin embargo, la matriz de la transmisión cultu-
ral no parece haber cambiado aún; solo le dedicamos
menos tiempo. Recogemos en nuestro trabajo mues-
tras claras del papel de autoridad que ejerce la madre
en contextos donde todo sistema de autoridad parece
abolido. “A mí me hacen caso porque si no hablo con
su madre”. “Estos no le tienen miedo a nada, ni a la
policía, pero si se entera la madre, ahí están en pro-
blemas”. Esa madre no es un ser angelical, ella tam-
poco le tiene miedo a nada y sobrevive como sobrevi-
vimos todos, pero hay un vínculo de respeto que aún
parece central en la evolución de la especie.
Una expresión grotesca de esta realidad lo cons-
tituyen los programas de hogares sustitutos. La socie-
dad, preocupada por la suerte de esos cachorros de
personas destruidas por la falta de trabajo, los reab-

148 Emilio Pauselli


sorbe en su seno para tratar de hacer de ellos, si no
buenos ciudadanos –eso implica derechos– por lo
menos elementos no tan peligrosos. Nuevos Bambis10 Nos referimos a la lacrimosa historia
que, luego de haber perdido a su madre asesinada por
10

infantil del cervatillo huérfano por la


el capital, igual logran crecer de alguna manera, claro violencia humana. Los resultados de la
que nunca llegan a ser jefes de la manada.
violencia humana para la propia
sociedad humana merecen
La necesidad de recuperar la transmisión cultu- probablemente muchas más lágrimas
ral personalizada, como hacía la madre que no estaba que la de aquella historia.

incorporada al mercado de trabajo, implica la creación


de multitud de puestos permanentes de trabajo. No se
trata solo de puericultura ni de jardines maternales,
aunque también de eso, sino de la asignación perma-
nente de recursos –hombres y mujeres– para lograr
que los nuevos integrantes de la especie puedan sen-
tirse, efectivamente, bienvenidos.
Transformación del tiempo libre en tiempo va-
lioso e inversión en transmisión de la cultura son, pro-
bablemente, núcleos de demanda de muchos de los
puestos de trabajo que esperan en el futuro. No en la
forma de promotores o técnicos de programas socia-
les, sino como actividad más parecida a la de los an-
cianos de la tribu; no estamos pensando en decir cómo
sino en escuchar qué.
Un ejemplo penoso ocurrido en la reina del Como dice la hermosa canción de
Plata : nuestra ciudad, con hermosas y amigables pla-
11
11
María Elena Walsh:
zas públicas donde nos hamacamos por primera vez o
dimos el primer beso, amaneció en un par de años con “Una vez y otra vez
todos esos espacios enrejados. Ahora es difícil atrave- cantaremos la fiel serenata.
sarlas de día ya que hay que ubicar las pequeñas puer- Díganme dónde está, cómo es
tas que permiten entrar y salir de las mismas, e impo-
Buenos Aires la reina del Plata

sible hacerlo de noche donde cerraduras, cadenas y


… Es París en el teatro Colón
y en los libros de Plaza Lavalle.
candados nos impiden transitar por esos lugares. … Es el tiempo tirado en cafés
¿Cómo nos fueron sustraídas las plazas públicas? Eso y es memoria en la Plaza Dorrego.
ocurrió asustando a la población con la “inseguridad” … Y también es morirse de amor
y con el “vandalismo”. Gobiernos de distinto signo un otoño en el Parque Lezama”.
ideológico acordaron encarcelar a nuestras plazas. Vals Municipal.

Suponiendo que hubiera efectivamente un fenó-

Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajo 149


meno de vandalismo –y no queremos distraer a la po-
licía que está ocupada custodiando a los traficantes de
12
Actividades que, a todas luces, dan drogas y a los proxenetas12– la pregunta sería: ¿qué
mucha más ganancia que custodiar nos están diciendo esas personas que ocupan de esa
plazas.
manera, así sea esporádicamente, el espacio público?
Ni rejas ni policía: equipos integrados por sociólogos,
antropólogos, antiguos vecinos del barrio, especialis-
tas en culturas urbanas, en resumen, equipos de seres
humanos preparados para decodificar, facilitar la co-
municación e integrar socialmente desde el respeto a
la idiosincrasia de cada grupo.
Los cuidados de la vida, así lo llamamos a falta
de un nombre mejor. No de la vida en el sentido de
que los delincuentes no nos maten, de la vida en el
sentido de esa experiencia única que hace comenzar
el mundo cada vez que nacemos. De la vida como po-
sibilidad de proyectarnos hacia un futuro y de sabo-
rear el agridulce jarabe de la existencia. Es probable
que los cuidados de la vida sean cada vez más im-
prescindibles para obtener una vida social de calidad.

Este subtítulo reproduce casi La protección del trabajo en las crisis globales
13

literalmente la nota La crisis y el


trabajo. Una vieja historia de mentiras
y regionales13
aprendidas. Pauselli, 2009 Ante cada “crisis” de la economía mundial capitalista
se vuelve a poner en el centro el tema del trabajo asa-
lariado. Resulta natural que si hay síntomas de rece-
sión el empleo disminuya ya que, si las empresas tie-
nen menor demanda, parece razonable que achiquen
sus planteles de personal.
Pero este hecho “natural” en realidad es solo el
resultado nada natural de la asimetría en la relación
entre el capital y el trabajo. Mientras el primero puede
determinar una lógica de preservación de sus intereses,
sobre el segundo recaen cíclicamente las crisis en cuya
generación no tuvo ninguna responsabilidad.
Esta “lógica” claro que no es natural, pero en
verdad tampoco es racional. Solo atiende a las nece-

150 Emilio Pauselli


sidades inmediatas de ciertos beneficiarios del capi-
tal, ni siquiera de todos. Vamos por partes. ¿Qué
quiere decir que no es racional? Quiere decir que los
despidos y suspensiones que se producen cada vez que
hay alguna conmoción en los mercados apuntan a pre-
servar la estabilidad de los cuerpos de alta gerencia
aliados a los accionistas que, aun en las peores crisis
de las últimas décadas, no quieren disminuir sus ga-
nancias, pero no incluye una visión estratégica de me-
diano y largo plazo que defienda verdaderamente los
intereses de las compañías. En el futuro habrá nuevas
compañías que reemplazarán a las viejas que, merced
a esta irracionalidad, quebrarán. En esas nuevas com-
pañías encontrarán trabajo esos gerentes y en ella po-
drán volver a invertir los accionistas que hayan so- 14
…que son casi todos los poderosos y
brevivido14. no así los pequeños ahorristas, los
fondos de pensiones, inversiones de
Vamos a ejemplificar la irracionalidad de las re- cooperativas y otras formas de ahorro
ducciones de plantel en tiempos de crisis: en el año social que son regularmente
2002 tuve la oportunidad de coordinar programas de expropiados por el poder financiero sin
reinserción laboral para el personal de una planta ubi-
que nadie mueva un dedo en defensa
de la “propiedad privada”. Ah, no…, ya
cada en el parque industrial de La Plata que, en dos caigo: para este tipo de inversiones
etapas, despidió a 340 operarios y empleados. De la sociales, “propiedad privada” quiere
descripción de la situación del mercado hecho por la decir que te privaron de la propiedad.
gerencia local de esa firma multinacional no parecía ¡Aprendan, burros!
una idea muy feliz desprenderse de esa mano de obra
calificada ya que –y nosotros lo hemos visto extensa-
mente en estos años–, algunas de esas personas, las
más versátiles, cambiarán de oficio y se moverán a ac-
tividades más estables, mientras que otras serán reab-
sorbidas con el paso de los meses por las otras em-
presas del ramo que logren recuperar mejores niveles
de trabajo. Uno de los vicepresidentes de la compañía
–gringo el señor–, de visita en la Argentina expresaba
que ese momento era una oportunidad para nuestro
país ya que la mano de obra y la materia prima esta-
ban “más baratas que en China”, y resumía su afirma-
ción diciendo que si el país no despegaba ahora no lo
haría nunca más.

Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajo 151


A pesar de ese optimismo, por alguna razón pa-
recía evidente que había que disminuir el plantel de
más de 800 personas a menos de 500. No había “sufi-
ciente trabajo” y entonces mantener el personal era un
“gasto innecesario”. Lo mismo le parecía a los sindi-
catos involucrados que, con el telón de fondo de una
disputa de encuadramiento sindical, competían por
asesorar mejor a la empresa sobre la manera más ba-
15
La gratificación por esa colaboración rata de despedir15.
sindical aparece a veces humanizada
bajo la forma de “la empresa se hará A los seis meses de iniciado el proceso de rein-
cargo por un año más de la obra social serción laboral de esas personas fuimos convocados
de los despedidos” que, por lo general, de urgencia por la gerencia de recursos humanos de la
desplazados y deprimidos, ya no
empresa. Nos preguntaban si en un plazo breve po-
dríamos lograr que entre 80 y 120 de los operarios ce-
utilizarán.

santeados volvieran a la empresa, que atendiéramos


especialmente a determinadas calificaciones y que, en
lo posible, seleccionáramos a las personas que menos
se habían resentido con la organización por el despido.
Fin de la historia: en el año 2005 la firma cerró sus
operaciones en la Argentina, no logró recuperar es-
tándares de calidad y volumen adecuados al negocio y
terminó siendo menos rentable que empresas del
grupo radicadas en China y Alemania.
En términos más generales, para reflexionar
sobre el aspecto irracional del despido de trabajado-
res habría que pensar qué participación en el mercado
pierden las empresas cuando no consiguen el perso-
nal adecuado a sus necesidades. Claro que cuando esto
se produce no aparece en primer plano la responsabi-
lidad de esas mismas empresas por haber disconti-
nuado el desarrollo profesional de su mano de obra,
sino que las responsabilidades son del gobierno, de los
propios trabajadores que no se capacitan o de la es-
tructura educativa que no forma lo que yo, justo ese
día, necesito.
Pero la desafectación de trabajadores tampoco
es un hecho natural, en el sentido de necesario e in-
evitable. La primer pregunta que hay que formularse

152 Emilio Pauselli


es cuál es la incidencia de la mano de obra en los cos- 16
Indica el Ingeniero Lino Ochoa, titular
tos totales de la empresa. Este índice varía mucho por de Consultora Factor, Ochoa y
rama y por nivel tecnológico, pero a las personas que
Asociados, especializada en costos
industriales y políticas de
no trabajan en estos temas les sorprenderá saber que remuneración, que en su experiencia
dichos costos por lo general oscilan entre el 1,5 y 4 % profesional los costos del trabajo
del total de los costos16. Si se discrimina la remunera- nunca exceden el 10%, aun en
ción correspondiente a la alta gerencia en pocos casos industrias de baja aplicación de
superará el 2 %. O sea que cuando se suspende o se
tecnología.

despide a grandes planteles de trabajadores lo que se “Se prefieren lo despidos en masa a


está haciendo es “aprovechar la ocasión” para reposi-
17

los retiros más pausados, que pueden


cionarse en un nivel de costos más bajo. Es en verdad costar un poco más o incluso algo
una decisión estratégica, no obligada, entre muchas menos; y eso porque provocan una
otras que se podrían tomar17.
subida del valor de las acciones,
aunque sirva solamente para que los
El efecto cascada que estas desvinculaciones propios gerentes obtengan ganancias
producen es formidable: paralizan gran parte del rápidas en un solo día. Asimismo, y por
consumo interno, detienen la producción de bienes y
la misma razón, se cierran sin previo
aviso factorías que pueden llegar a
servicios que terceros proveían a las grandes firmas, mantener comunidades enteras, quizás
y las áreas de logística complementarias quedan casi sin que se haya hecho un esfuerzo para
paradas. En un país como la Argentina, donde los mejorar su eficiencia”. Edward Luttwak
gobiernos han creído que la cantinela de “flexibili- en Turbocapitalismo. 1998.
zar” las normas del trabajo decente era una estrate- Este es un tema complejo, ya que
gia de generación de empleo sin reparar en la de-
18

impacta tanto en el costo de la mano de


pendencia que los institutos de bienestar –jubilación, obra como en la diferencia entre
servicios médicos, otros– tienen respecto al salario empleados en blanco, otros tipos de
en blanco, toda pérdida del trabajo deviene inme- trabajadores y desempleados. Una
diatamente en pobreza extrema y exclusión social18.
manera de compensar el paso de la
sociedad de pleno empleo a la
Un empresario mediano, sobreviviente de la cri- sociedad actual hubiera sido
sis del 2001, nos explicó sencillamente su estrategia:
reemplazar paulatinamente los
institutos de bienestar dependientes
“nosotros trabajamos con dos años de sueldos de re- del salario por servicios universales de
serva. En los primeros meses del 2002 pintamos toda excelencia brindados por el sector
la fábrica, remodelamos, hicimos el mantenimiento de público. La salud es un ejemplo claro:
equipos que son muy difíciles de parar. Cuando se re- hospitales de alta calidad de prestación
activó la demanda teníamos nuestro plantel intacto”.
limarían las diferencias en el acceso a
la salud de las personas empleadas en
En estos días, pensando en ese relato, se nos blanco y el resto de la sociedad. Lo
ocurrió que legislar para defensa de la sociedad en paí- mismo se puede decir sobre la
ses como el nuestro, implicaría hacer obligatoria esa
educación pública y otras prestaciones
sociales. Claro que no ha sido ese el
cláusula para todas las empresas de más de determi- camino seguido hasta ahora. Sobre
nada cantidad de personal. Toda empresa debería con- este tema, se puede consultar La crisis

Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajo 153


del mercado de trabajo y los distintos tar con un fondo equivalente a dos años de la masa sa-
enfoques sobre la solución del larial que paga en ese momento19. Adicional, y para-
dójicamente, se estarían favoreciendo los intereses de
desempleo. Centro de Documentación
en Políticas Sociales. Ciudad
Autónoma de Buenos Aires. esas mismas empresas. Una legislación de ese tipo
Documentos / 23. protegería claramente a los más débiles en la relación
de trabajo y haría imposible la elección de estrategias
Esto requiere de estudios específicos salvajes para mantener el nivel de ganancia20. No
19

existiría así la justificación para “gatillar” inmediata-


propios de la labor parlamentaria.
Habría que determinar una línea de
diferenciación en tamaño de empresas mente despidos ante una fluctuación de mercado que,
donde la cantidad de personal dicho sea de paso, nunca se puede justipreciar en todos
probablemente sea decisiva pero no el sus alcances. Y para adelantarnos a una objeción ha-
único factor. De esta manera se podrían bitual a toda medida que proteja el trabajo: ninguna
empresa se va de un país por medidas como las pro-
establecer políticas diferenciadas para
la micro, pequeña, mediana y grandes
empresas. A su vez, también requiere puestas ya que no se está afectando la lógica del mer-
de consultas especializadas la cado que es obtener ganancias; solo se está evitando
determinación de los mecanismos que esas ganancias sean obscenas porque, para obtener
financieros aceptables para que esta ganancias obscenas, hay que hacer cosas obscenas...,
como despedir a los trabajadores que crearon esa ri-
reserva pueda, en ciertas condiciones
que garanticen su liquidez, ser parte
del crédito privado y/o fiscal de la queza.
empresa.

20
Un papel muy parcial en esta Recuperación de saberes productivos
dirección se ha intentado duplicando la
indemnización que deben pagar las En el proceso de constitución de las sociedades de
empresas en épocas de crisis. Estas consumo fue necesario hacer retroceder los saberes
medidas no han sido muy eficaces, en productivos de las personas para, de esta manera,
parte porque el volumen de
transformar a todos los productores en consumidores.
Cada producto o servicio que las personas se proveían
“regímenes especiales” o contratos
basura son importantes y quedan
exceptuados de obligaciones a sí mismos o a sus familias era una “pérdida” para la
indemnizatorias, pero especialmente economía de mercado21.
porque, aunque el costo del recurso
humano es muy bajo en el costo Así, la quinta del abuelo que proveía de verdura
general de las empresas, las ganancias a la familia pasó a ser obsoleta; la mamá que cosía
–a veces llamadas ‘ahorros’– que para sus hijos, una muestra de la esclavitud femenina.
produce la eliminación de trabajo Lo realmente moderno era tener un empleo y con el
dinero percibido ir a comprar a la verdulería o a la
humano son mayores que las
“penalidades” que hay que pagar por
hacerlo. tienda. En el mundo actual, la única manera de soste-
ner ese modelo es la extensión de programas univer-
sales de ingresos, por ahora más teóricos que reales.
A su vez, la recuperación de capacidades de las

154 Emilio Pauselli


personas como productores en distintos aspectos ne- 21
“La transformación del trabajador
cesarios para la vida, crea la posibilidad de contar con americano en alguien con plena
una población crecientemente apta para intentar es-
conciencia consumidora era un cambio
radical. La mayoría de los americanos
trategias de desarrollo de mercados locales. Políticas seguían produciendo en su casa sus
que intenten financiar esos desarrollos basados en la propios productos para autoconsumo.
producción y el consumo local encontrarán una po- Los publicistas empleaban cualquier
blación en mejores condiciones de sumarse a esas es- medio a su alcance y cualquier
trategias22.
oportunidad para denigrar los
productos ‘caseros’, promocionando
La modesta hipótesis que proponemos es que, si los ‘comprados en la tienda’ y los
analizamos aquellas prácticas productivas que hemos ‘producidos en la fábrica’. Los jóvenes
perdido en el proceso de aparición de las sociedades
eran objeto de especial atención. Los
mensajes transmitidos estaban
de consumo y pleno empleo, encontraremos una serie diseñados para que se avergonzasen
de saberes productivos que, si hoy estuvieran dispo- del uso de productos caseros. El
nibles, permitirían desarrollar nuevos puestos de tra- argumento fundamental era, cada vez
bajo. Las prácticas educativas pueden hacer un aporte más, el de lo moderno frente a lo
importante en este sentido, solo hay que liberarlas del
pasado de moda”. Jeremy Rifkin
describe así este proceso en EEUU. en
discurso engañoso de que educar para el trabajo es los años 20. Como vemos, nada nuevo
solo educar para producir ganancias para el capital. bajo el sol, hasta eso copiamos.

Las personas necesitamos trabajar para estar in-


cluidos en la sociedad, pero no solo a través de la re- Actualmente en la Argentina, el INTI
muneración dineraria; también nuestra capacidad de
22

–Instituto Nacional de Tecnología


trabajo nos incluye en la medida que podemos prove- Industrial– está fomentando modelos
ernos de esos medios necesarios para sostener nuestra
de desarrollo basados en adecuar
tecnologías para producir en el lugar lo
vida23. necesario para el lugar. Desde
Para finalizar: el problema no es la tecnología; desarrollo de energía hasta tecnología
ésta podría liberar al hombre de trabajos penosos y ga-
industrial a pequeña escala, esta
estrategia parece por demás
rantizar la producción de medios de vida de manera interesante a la hora de pensar en la
suficiente para todos los habitantes del planeta. Tam- recuperación de las capacidades
poco proponemos volver a ser unos “robinsones” an- productivas de las personas y
clados en la producción de autoconsumo, entre otras comunidades dejadas al costado del
cosas porque la isla en la que naufragamos ya no es
camino por el tren rápido que va de
“tecnología-a-ganancias”.
nuestra –o nunca lo fue–. Los problemas que esta
época plantea en orden a la inclusión social y, por ex-
tensión, a la producción de subjetividades, son com- El concepto de vida no se refiere a su
23

plejos y su superación –no sabemos a qué costo– está dimensión biológica sino a su
en el futuro, ese reino donde todo es posible e impo-
dimensión social –o humana–. La
existencia biológica es un supuesto de
sible a la vez. aquélla.

Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajo 155


La renta básica universal o el ingreso ciudadano
Ante la ineficacia que muestra el salario para distri-
buir la riqueza creada por la sociedad se ha propuesto
con criterio la necesidad de garantizar un ingreso no
24
Sobre este tema se puede consultar vinculado al trabajo24. El requisito para asignar dicho
Daniel Raventós, 2001: La renta básica. ingreso podría ser la ciudadanía o, simplemente, la
existencia.
Por una ciudadanía más libre, más
igualitaria y más fraterna, Barcelona,
Ariel; José Luis Rey, 2007: El derecho Esta propuesta tiene una lógica impecable que
al trabajo y el ingreso básico. ¿Cómo
se deriva del siguiente principio: todos los seres hu-
manos tienen derecho a la vida. Pero, en verdad, ese es
garantizar el derecho al trabajo?,
Madrid, Dykinson-Instituto de Derechos
Humanos “Bartolomé de las Casas”; el principio que está cuestionado en el desarrollo ac-
Philippe Van Parijs, 1996: Libertad real tual de nuestras sociedades: aquél que no encuentra la
para todos, Barcelona, Paidós; Philippe manera de rentabilizar al capital pierde, parcial o to-
Van Parijs y Yannick Vanderborght,
talmente, ese derecho. En el terreno político esta ló-
gica estará diciendo que si un Estado administra un
2006: La renta básica: una medida
eficaz para luchar contra la pobreza,
Barcelona, Paidós; y por supuesto al modelo de mercado que no incluye a todos los habi-
argentino Rubén Lo Vuolo con sus tantes, debe generar formas eficaces de ingreso para
artículos y compilaciones en Contra la quienes quedan fuera de la demanda de mano de obra.
exclusión: la propuesta del ingreso
ciudadano y La renta básica en la La viabilidad de este tipo de propuesta está bien
agenda: objetivos y posibilidades del fundamentada por sus impulsores: desde impuestos a
ingreso ciudadano, CIEPP-Miño y las transacciones financieras hasta el cálculo de cómo
ese dinero volcado a la circulación y el consumo man-
Dávila Editores.

tiene fuentes de trabajo y tributa impuestos, no habría


ninguna razón técnica que impida su ejecución.
Los que se oponen a este tipo de propuesta dicen
que desestimularía el deseo de las personas por traba-
jar. Una parte de la población preferiría percibir este
tipo de asignación antes de esforzarse por ingresar y
cumplir tareas en el Mercado de trabajo. Es una situa-
ción paradojal: en un modelo social que permanente-
mente disminuye los puestos de trabajo se alerta con-
tra el riesgo de que las personas no quieran ocupar
esos puestos de trabajo inexistentes.
Definitivamente, en el corto plazo, los sistemas
de ingresos universales constituyen la única respuesta
eficaz a la “falta” de trabajo. Pero estos modelos plan-
tean otros problemas, como el respeto al derecho de

156 Emilio Pauselli


participar en la transformación productiva del planeta
y en la creación de la propia vida entendida como cul-
tura. Pero es real que permitirían sostener un acceso a
medios de vida a través del dinero sin necesidad de
desarrollar prácticas productivas ya que éstas, deci-
mos una vez más, en el contexto de economías de mer-
cado con aplicación extendida de tecnología, estarían
disponibles para solo una parte de la humanidad.
Las propuestas de ingreso ciudadano parten de
aceptar lo siguiente: ya que el trabajo no puede ser dis-
tribuido, que se distribuya la riqueza producto de ese
trabajo. La pregunta que es posible hacernos es si el
trabajo es un derecho, no en el sentido unilateral del
trabajo que se consume en la relación con el capital,
sino el trabajo en sentido de práctica humana de trans-
formación del entorno natural y social.
¿Por qué algunas personas pueden ejercer esa
actividad de producción de bienes, servicios y sentidos
mientras que otras no podrían hacerlo? El derecho de
todas las personas a tener un ingreso es algo que está
fuera de discusión; el punto es si simultáneamente no
existe el derecho de dejar nuestra huella en el mundo
a través del trabajo.
Algunas personas consideran que el trabajo no
es una necesidad sino solo un satisfactor de la necesi-
dad de contar con medios de subsistencia. No estamos
seguros de que eso sea así. Parece que en el trabajo
están relacionados aspectos de lo creativo y lo identi-
tario en la vida humana. En todo caso, otras constela-
ciones humanas crearán otros modelos de relación con
la naturaleza, pero mientras necesitemos producir
nuestra vida no parece sencillo prescindir del trabajo
como un asignador de derechos.
La complejidad aparente de la implementación
de propuestas como la del ingreso universal está vin-
culada probablemente no tanto con el contenido en sí
de lo propuesto sino con la matriz de pensamiento

Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajo 157


desde la que está concebida. Ésta participa, como la
Sobre la idea de intervención social totalidad de las intervenciones sociales25 previstas para
25

superar la pobreza y la marginación social, del modelo


se puede consultar de Félix Bombarolo
y Emilio Pauselli. Programas Sociales,
Construcción de equidad y el de relación Estado-Individuo como la óptima para eje-
Paradigma de la intervención social. cutar este tipo de políticas.
Esta idea tiene dos componentes de signo dis-
Centro de Documentación de Políticas
Sociales. Documento 37. Ciudad
Autónoma de Buenos Aires. Buenos tinto: por un lado, privilegiar la relación Estado-Indi-
Aires, 2007. viduo parece garantizar cierta universalidad e impar-
cialidad en la asignación de responsabilidades y re-
cursos26. La principal expresión operativa de este
principio es el “requisito”, o sea, qué condiciones hay
26
En algunas ocasiones esto se
considera deseable ya que favorecería
la independencia de las personas que cumplir para acceder a cierto beneficio. Pero, por
respecto a los favores del poderoso de otro lado, y en las condiciones en que se han desen-
turno. Pero este beneficio no puede ser vuelto las políticas sociales en nuestras sociedades,
un argumento para impedir la
también incluye la idea de que toda mediación entre el
Estado y las personas es mala, o, dicho sin eufemis-
participación activa de las
organizaciones de la sociedad en la
relación entre el Estado y los mos, que la única mediación aceptable es la media-
ciudadanos como modo de enriquecer ción anónima del mercado.
la vida social.
Habría que contemplar la posibilidad de que qui-
zás no exista tal suceso, como el desarrollo de políticas
de Estado para individuos27; quizás las personas que
La propia noción de “individuo” ven vulnerados sus derechos solo a través de su propia
27

organización puedan transformarse en sujetos indivi-


incluye una cantidad de significados
construidos socialmente, por otra parte
nada transparentes. Sujeto, persona, duales y colectivos capaces de evitar los abusos.
ciudadano, para mencionar solo
Pero, por otra parte, las ideas relacionadas con
un ingreso universal pueden ser inmensamente útiles
algunos de los conceptos que
utilizamos para referirnos al ser
humano en su condición social. Todos para regular la participación de las personas en el mer-
nos acercan a algún aspecto de la vida cado del trabajo. Por ejemplo, actualmente el sistema
social y nos alejan de otros. Es capitalista del trabajo se ve frente a la siguiente con-
probablemente en la práctica asociada
tradicción: el achicamiento de los puestos de trabajo
decente hace que cada vez sea relativamente menor la
de los seres humanos donde se
encuentren las posibilidades de una
sociabilidad superadora, sobre todo en parte de aportantes a los sistemas de protección de la
la medida que esa práctica pueda ser vejez como las jubilaciones, servicios médicos y otros.
cada vez más consciente. Para estabilizar el sistema se prolonga regularmente
la edad en que las personas se retiran de esos puestos
de trabajo. A su vez, esa prolongación limita seria-
mente la posibilidad de que nuevas generaciones se
incorporen al trabajo. Una política de ingreso univer-

158 Emilio Pauselli


sal, articulada a través de organizaciones sociales, po-
dría crear nuevas modalidades de ingreso y retiro del
mercado de trabajo, administrar jornadas reducidas en
distintos momentos de la vida de las personas e incor-
porar nuevos contingentes humanos al mundo del tra-
bajo.
Quizás sea posible imaginar cómo la garantía de
ingresos para todas las personas no se contraponga al
mundo del trabajo y se integre con ese mundo, flexi-
bilizándolo no en el sentido del “sálvese quien pueda”
sino en otro muy distinto: organizando la circulación
social de ingresos para que todos puedan.

El sentido que pueden tener políticas tendientes a la in-


clusión de las personas en el Mercado del trabajo es el
de poder comenzar a contrarrestar los efectos de la ma-
nera de gestionar la creación de valor económico en la
sociedad contemporánea, manera que conlleva un in-
soportable costo para la mayoría de sus miembros.28 28
La manera de producir riqueza y
pobreza en nuestro mundo es difícil de
Estas políticas no se pueden reducir a unas ac- imaginar. Según el informe del PNUD
ciones simples y focalizadas. Por el contrario, a dife- de 1998 las tres personas más ricas del
rencia de otras políticas sociales que soportan muy mundo disponían de una fortuna
bien la metáfora militar como explicativa de su acción, superior al PBI total de los 48 países
en el terreno de la creación de trabajo no funciona nin-
más pobres. La manera en que se
distribuye el gasto también refleja esta
guna “campaña” como en el caso de la alfabetización, realidad: según el mismo informe, se
ni hay ningún maléfico virus que una vez “extermi- destinan 6 mil millones de dólares a la
nado” devuelve la salud perdida a la población y la educación para todos, mientras que el
protege para el futuro. consumo de cosméticos en EEUU.
asciende a 8 mil millones o de helados
En materia de creación de trabajo, lo que se con- en Europa a 11 mil; en atención
sigue hoy, se pierde mañana. Hay una manera en que ginecológica y obstétrica para todas las
los humanos producimos bienes y servicios que nos mujeres se gastan 12 mil millones y en
termina privando a una gran mayoría del acceso a esos
alimentos para mascotas en Europa y
los EEUU. 17 mil. Usted sacará sus
mismos bienes y servicios que producimos. La deci- conclusiones. Citado por Patrick
sión social de hacer de otra manera, pudiendo ser im- Viveret en Reconsiderar la riqueza y el
pulsada por el Estado, solo puede tener perspectiva en empleo.
la medida que sea el compromiso de una sociedad.

Algunas reflexiones ante la limitación de los puestos de trabajo 159


160 Emilio Pauselli
Capítulo 10

¿El ocaso de la civilización del homo faber?

Si pudiéramos despojarnos de todo orgullo, si para definir


nuestra especie nos atuviéramos estrictamente a lo que la
historia y la prehistoria nos presentan como la característica
constante del hombre y de la inteligencia,
no diríamos quizás Homo sapiens,
sino Homo faber.

Henri Bergson

Hemos llegado hasta aquí, querido lector, acumulando


dudas y perplejidades. Una nueva humanidad pregunta
y un viejo mundo responde. Como reclamaban “los
indignados” en España: ¿nos dejaréis soñar? Y el viejo
mundo responde: busque ese trabajo que no existe, ca-
pacítese para un empleo que nunca tendrá, prepárese
para sobrevivir por cuenta propia, porque la sociedad
en la que ha nacido no se hará cargo de sus cosas.
Porque la sociedad, que nunca fue tal, ya ni
mantiene su apariencia. Ese ente teórico que fue el
“contrato social” ya está viciado de nulidad. Los in-
mensos esfuerzos de los sistemas de derecho consisten
en disimular que la sociabilidad en el contexto del ca-
pitalismo, en términos estrictos, cae bajo la figura del
“daño enorme” correspondiente a los tratos basados
en el abuso y la desigualdad insanable entre las partes.
Los dueños de los recursos naturales, del dinero,
de la tecnología y del poder simbólico, “tratan” con la
humanidad y se comprometen a convocarlos cada vez
que su trabajo les permite obtener ganancias. En cual-
quier otro caso, olvídelo, su vida es su problema. Y
cada vez es necesario menos trabajo para obtener ga-
nancias.

¿El ocaso de la civilización del homo faber? 161


El fin del trabajo… ¿es esa una opción real para
los seres humanos? ¿Ha aparecido una nueva forma
de gestionar medios de vida de manera independiente
del trabajo? ¿Es eso posible en algún horizonte ima-
ginable del futuro? ¿Podrá la automatización inde-
pendizarse del trabajo humano, adivinar nuestros de-
seos y programar su satisfacción?
La ciencia ficción no lo ha logrado aún. O los
sistemas de defensa se independizan dando lugar a la
lucha entre hombres y máquinas, Terminator. O las
máquinas pasan a gobernar y utilizan a los hombres
como fuente de energía, Matrix. O simplemente el
hombre perece y solo las máquinas perduran en la su-
perficie del planeta, Inteligencia artificial.
Hay dos maneras en las que podemos pregun-
tarnos por las cosas. Una es cómo son las cosas y otra
qué son las cosas. Quizás toda la historia de la filoso-
fía puede ordenarse de acuerdo a estas dos preguntas
y, en la época moderna, por la importancia que adqui-
rió la creencia de que la pregunta por el qué de las
cosas o no tenía sentido, o era ilegítima, o simple-
Los espíritus valientes no faltaron en mente no estaba al alcance del hombre responderla1.
1

esta historia, como Giordano Bruno,


Arthur Schopenhauer o Henri Bergson, Saber qué sea el trabajo se ve dificultado aún
pero, como siempre, los valientes son más porque su surgimiento ha quedado fuera de nues-
minoría. tra vista. Solo una bruma espesa nos devuelve el pa-
sado cuando queremos mirar esos orígenes, compren-
der esa génesis, aventurar por cómo fueron sus padres
cómo será este hijo. ¿Cómo fue que los hombres se
impusieron a sí mismos esta práctica de reconoci-
miento y utilización del resto de la naturaleza? ¿Cómo
fue que algunos hombres se lo impusieron a otros
hombres? Situado entre la naturaleza y la cultura, entre
el placer y la realización, entre la necesidad y el deseo,
no es el trabajo de las maravillas menores que se pre-
sentan al ojo humano.
A Marx le cabe el mérito de haber señalado que
el trabajo es un aspecto constitutivo del ser humano.

162 Emilio Pauselli


Atravesó con su genio las envolturas que recubrieron
al trabajo desde toda la historia, le quitó el sayo de
“actividad inferior” o “mal necesario” o “momento de
desarrollo del espíritu” y, aun sin quedar desnudo, el
trabajo se reveló como la manera de ser humanidad. Él
lo decía así: “El trabajo es, ante todo, un acto que se
desarrolla entre el hombre y la naturaleza. El hombre
mismo desempeña en él, frente a la naturaleza, el
papel de una potencia natural. Pone en movimiento las
fuerzas de que está dotado su cuerpo, brazos y pier-
nas, cabeza y manos, con el fin de asimilar las mate-
rias, después de darles una forma útil para su vida. Al
mismo tiempo que por medio de ese movimiento actúa
sobre la naturaleza exterior y la modifica, modifica su
propia naturaleza, y desarrolla las facultades que dor-
mitan en ella”2. Carlos Marx, El Capital, Tomo I,
2

Capítulo VII.
Esa naturaleza ha quedado lejana, apropiada por
unos pocos, inaccesible para la casi totalidad de los
humanos. La relación del hombre con la naturaleza
en el trabajo es fantasmal: la población agrícola del
mundo se reduce sin remedio y la mayoría de los pues-
tos de trabajo en las ciudades consisten en actividades
de una pobreza sensorial extrema. Se ha desarrollado
una envoltura del trabajo que lo separa de la natura-
leza: consiste en administrar la circulación de los Mi amigo Lino Ochoa, ingeniero
bienes y servicios que enriquece a una minoría3.
3

rosarino especializado en
No se trata, claro está, de reivindicar los traba-
productividad industrial, hijo de un
inmigrante navarro de oficio carpintero,
jos dañinos para el cuerpo o el esfuerzo por el esfuerzo cuando viene a Buenos Aires mira los
mismo. Justamente, gracias al desarrollo de las técni- impresionantes edificios con miles de
cas, el ser humano ha ampliado las posibilidades de oficinas en la zona de Puerto Madero y
no estropear su cuerpo en el trabajo. Solo llamamos la me pregunta: “Emilio, ¿de qué trabaja
atención sobre el empobrecimiento en la utilización
toda esta gente?” En el mismo sentido,
Miguel Cerviño se pregunta si no
de los sentidos de los que estamos provistos en nues- estamos ante la civilización del Homo
tra relación tanto con el mundo natural como con el Dispensator, o sea, administrador de
mundo social. Un mercado de trabajo que creciente- los bienes de otro, aunque con la
mente prescinde de los cuerpos –de manera absoluta y sospecha de que éste esté encubriendo
relativa– nos habla también del mundo que construye.
al Homo Appetens, en el sentido de
“hombre codicioso”.
Y, como decía Walt Whitman, “el cuerpo es el alma”.

¿El ocaso de la civilización del homo faber? 163


El homo faber ha quedado prisionero de sus fa-
bricaciones, pero tampoco puede reproducir su vida
sin seguir fabricando. Si en algún sentido se puede
Filósofo chino que vivió pensar en el fin de la civilización del homo faber es,
justamente, imaginando el inicio de una era donde
4

aproximadamente en el siglo IV antes


de Cristo: “En sus viajes por las pueda dominar sus creaciones y ponerlas a su servi-
regiones al norte del río Han, Tzu-Gung cio. ¿De qué sirve producir alimentos para miles de
vio a un anciano labrando su huerta.
millones de personas si miles de millones pasan ham-
bre?, ¿para qué desarrollar medicamentos si la civili-
Había excavado un canal de riego. El
hombre bajaba al manantial, llenaba un
recipiente con agua y lo vertía a brazo zación enferma a la especie que los fabrica?, ¿para
en el canal. Si sus esfuerzos eran qué fabricar si los fabricantes –los trabajadores reales
enormes, los resultados parecían muy o potenciales y sus familias– no pueden acceder a lo
mezquinos. Tzu-Gung le dijo: ‘Hay un
fabricado?
medio por el que podrías alimentar cien
canales en un solo día, y podrías hacer El hombre llegó a ser Sapiens en tanto fue
mucho más con poco esfuerzo. Faber. Quizás estamos en la encrucijada donde deberá
ser Sapiens para poder seguir siendo Faber. Como ex-
¿Quieres que te lo diga?’ Alzose el
hortelano, lo miró y dijo: ‘¿Qué medio
puede ser ese?’ Tzu-Gung replicó: tensiones de sí mismo, las máquinas y la automatiza-
‘Toma una pértiga de madera, ligera de ción vuelven para destruirlo. Pero no para destruir su
una punta, con un peso en la otra. De cuerpo, como vemos en las películas, sino para des-
este modo podrás sacar agua tan de truir su alma. Como ya alertara Chuang-Tzu4, el hom-
bre se transforma en lo que hace: la máquina lo trans-
prisa que se derramará.’ El enojo
asomó en el rostro del anciano, quien
dijo: ‘He oído decir a mi maestro que formó en máquina, la automatización en autómata.
cualquiera que emplee una máquina
Quizás, en disculpas del hombre, podemos decir
que el cambio fue inmensamente veloz, casi imposible
hará todo su trabajo como una
máquina. Al que hace su trabajo como
una máquina, el corazón se le vuelve de prevenir. Como indica Whitehead, “el mayor in-
una máquina, y el que lleva en el pecho vento del siglo XIX fue el invento del método de in-
un corazón como una máquina pierde ventar. Un nuevo método vio la luz. Para comprender
su sencillez. El que ha perdido su
nuestra época podemos descuidar todos los detalles
del cambio, tales como el ferrocarril, el telégrafo, la
sencillez se sentirá inseguro en las
luchas de su alma. La inseguridad en
las luchas del alma no se aviene con el radio, el telar mecánico, los tintes sintéticos. Hemos de
sentido honesto. No es que no conozca concentrarnos en el método en sí; esta es la verdadera
tales cosas; es que me avergüenza novedad que ha demolido los cimientos de la vieja ci-
usarlas.’ ” Citado por Marshall Luhan
vilización. [...] Uno de los elementos del nuevo mé-
todo es precisamente el descubrimiento de cómo apli-
en La galaxia Gutenberg.

carse a llenar el vacío entre las ideas científicas y el


5
Alfred North Whitehead, La ciencia y el producto último. Es un proceso de disciplinado ataque
mundo moderno, 1925. contra una dificultad tras otra”5.
En ese ataque el hombre triunfó, pero… esa

164 Emilio Pauselli


victoria ocurrió en el mundo equivocado: un mundo
que reemplazó todos los fines por el fin de obtener
ganancias. No se trata del mundo el siglo XIX, ni si-
quiera del mundo que vio surgir al capitalismo. Se
trata, sin eufemismos, del mundo de la codicia6, 6
“Las clases dirigentes de la economía
hecho posible sin restricciones a partir del dinero. En privada en ocasiones perdieron el
los orígenes de la civilización occidental ya se alertó Estado, pero nunca el poder. [...] Estas
sobre ese cambio, pero, aquí sí, no hay peor sordo que
clases (o castas) jamás dejaron de
actuar, suplantar, acechar. Tentadoras,
el que no quiere oír. Oigamos: “No es objeto propio dueñas de las seducciones, siempre
del valor el procurar dinero, sino confianza, ni tam- fueron objeto de incitaciones. Sus
poco del arte militar ni de la medicina, sino que son privilegios siguen siendo objeto de las
la victoria y la salud, respectivamente. Pero algunos fantasías y los deseos de la mayoría,
hacen de todas las artes medios de hacer dinero, como
incluso los de aquellos que dicen
sinceramente que los combaten”. El
si ese fuera su objetivo y fuera necesario aprestarlo horror económico, Viviane Forrester.
todo con esa finalidad”.7
Aristóteles, Política, Libro I, Capítulo IX.
El hombre-individuo se olvidó del hombre-
7

brote8. El individuo es el triunfo de la vida y el fracaso “Un organismo tal como el de un


de la vida. Una vez que comienza el individuo co-
8

vertebrado superior es el más


mienza la carrera hacia la muerte, y lo único que burla individuado de todos los organismos:
a la muerte es la reproducción, justamente el no-indi-
sin embargo, si se observa que no es
sino el desarrollo de un óvulo que
viduo. Una sociedad basada en la idea de individuos formaba parte del cuerpo de su madre y
que compiten entre sí, es una sociedad que corre hacia de un espermatozoide que pertenecía al
la muerte. cuerpo de su padre, que el huevo (es
decir el óvulo fecundado) es un
La necesidad permanente de destruir los bienes auténtico nexo entre los dos
que se producen para volver a fabricarlos tiene como progenitores ya que es común a sus
contrapartida la alienación creciente del hombre en los dos sustancias, nos damos cuenta de
objetos que crea con su trabajo. Aun quienes no son que cualquier organismo individual,
víctimas ni del desempleo ni de la ocupación precaria
aun el de un hombre, es un simple
brote que ha crecido sobre el cuerpo
pueden recuperar su tiempo para usos humanos: sus combinado de sus dos padres. ¿Dónde
usos humanos. La contradicción entre acumulación y comienza entonces, dónde termina el
consumo se hace, así, insalvable. principio vital del individuo? [...] En
este sentido, puede decirse que
Pero sería erróneo pensar que el hombre está permanece unido a la totalidad de los
prisionero de su relación con los objetos: si fuera así, vivientes por lazos invisibles”. Henri
cualquier tratamiento serio para controlar las adiccio- Bergson, La evolución creadora, 1907.
nes nos sacaría del pantano del presente. Lo que no lo-
gramos controlar es la relación de los hombres con los
hombres que, mimetizada, se traslada a los objetos. El
Homo Faber crea herramientas para fabricar, pero no

¿El ocaso de la civilización del homo faber? 165


9
“Esta pretendida organización racional son esas herramientas ni lo que ellas fabrican lo que
[de la estructura productiva y nos esclaviza: es la relación que establecemos con
otros seres humanos en la construcción y utilización
económica] exhibe todas las
características de un delirio sistemático.
Reemplazar el hombre, ya sea obrero, o de esas herramientas lo que nos hace esclavos de nues-
empleado, o incluso ‘ejecutivo’, por un tras creaciones.
Millones de personas están ocupadas en trabajos
conjunto de rasgos parciales
arbitrariamente elegidos en función de
un sistema arbitrario de objetivos indica donde deben adaptarse a redes de autoridad irraciona-
una predominancia de lo imaginario, que les y ajenas9. Millones de personas trabajan fuera de la
no difiere en absoluto de las sociedades ley en condiciones de precariedad extrema. Millones
arcaicas más ‘extrañas’. Tratar a un
de personas no hallan en qué trabajar. De nuevo Marx:
“Precisamente del hecho de que el trabajo está condi-
hombre como cosa, o como puro
sistema mecánico, no es menos, sino
más imaginario que pretender ver en él a cionado por la naturaleza se deduce que el hombre que
un búho; pues no solamente el no dispone de más propiedad que su fuerza de trabajo,
parentesco real del hombre con un búho tiene que ser, necesariamente, en todo estado social y
es incomparablemente mayor que el que
de civilización, esclavo de otros hombres, de aquellos
que se han adueñado de las condiciones materiales de
tiene con una máquina, sino que
tampoco ninguna sociedad primitiva
aplicó jamás tan radicalmente las trabajo. Y no podrá trabajar, ni, por consiguiente, vivir,
consecuencias de sus asimilaciones de más que con su permiso”10. Yo te lo dije…
los hombres a otra cosa que lo que hace
la industria moderna con su metáfora Esa es la realidad sobre cómo es el trabajo en el
del hombre-autómata. Y no hay contexto del capitalismo y de la propiedad privada.
diferencia alguna, en cuanto al tipo de Otro trabajo quizás esté por nacer, pero ya no tiene
operaciones mentales, e incluso de que ver con éste. “No demostraremos la perennidad
necesaria de la ‘sociedad de trabajo’ invocando su ca-
actitudes psíquicas profundas, entre un
ingeniero tayloriano o un psicólogo
industrial por un lado, que aíslan gestos, rácter antropológicamente necesario. Por el contrario,
miden coeficientes, descomponen a la es necesario que salgamos del ‘trabajo’ y de la ‘socie-
persona en ‘factores’ inventados pieza dad de trabajo’ para volver a encontrar el gusto y la
por pieza y la recomponen en un posibilidad del trabajo ‘verdadero’ ”11.
segundo objeto, y un fetichista que
disfruta a la vista de un zapato de tacón El trabajo verdadero…, ¿sería verdadero el tra-
alto o pide a una mujer que imite a una bajo del hombre de la caverna que salía a cazar?, ¿o
lámpara de pie. La diferencia radica en
era más verdadero el trabajo de pintar sus emociones
cuando regresaba a la cueva donde se protegía? ¿Es
que el fetichista vive en un mundo
privado y su fantasma no tiene efecto
más allá del compañero que se presta más verdadero el trabajo del agricultor, el de la actriz
de buen grado; pero el fetichismo que hace de campesina en Fuenteovejuna y nos emo-
capitalista del ‘gesto eficaz’, o del ciona hasta las lágrimas, o el del vendedor que nos
individuo definido por los tests,
acerca la verdura hasta nuestro barrio? ¿Cuál es la
verdadera naturaleza del sonido?: ¿la de la explosión
determina la vida real del mundo social”.
Cornelius Castoriadis. La institución
imaginaria de la sociedad, 1983. que escucha el minero o la de la sinfonía que ejecuta
la orquesta? ¿Cuál es el rojo más auténtico?: ¿el del

166 Emilio Pauselli


metal fundiéndose en el horno o el de las manzanas Carlos Marx, Crítica del programa de
10

de Cezanne? Gotha. 1875.

Sin tela no hay Cezanne, sin colores no hay 11


André Gorz otra vez.
pinturas rupestres, sin hombre no hay ni lo uno ni lo
otro.

Emilio Pauselli
San Miguel de Tucumán. Abril de 2011
[email protected]

¿El ocaso de la civilización del homo faber? 167


168 Emilio Pauselli
Apéndice 1.
Pensamiento único y modelo de país1

“Más ha hecho la imaginación construyendo sin tregua,


que el cálculo destruyendo sin descanso”.
José Ingenieros, El hombre mediocre

En los años 90 se comenzó a denunciar algo denominado “pensamiento único”. La de-


nuncia tenía un claro sentido: protestaba contra la falta de alternativas al plan neoliberal.
Toda propuesta diferente era descartada por inviable y, de hecho, la sociedad no acompañó
proyectos que salieran de ese discurso. Pero, la pregunta es: ¿los hubo?
En un sentido la respuesta es afirmativa. Muchas expresiones políticas y sociales antici-
paron con lucidez el futuro de pobreza y desarticulación social que tal enfoque traería apa-
rejado. Pero es más problemático afirmar que esas propuestas diferentes estaban cons-
truidas sobre una lógica alternativa a la del “pensamiento único”.
Estas reflexiones, entonces, comenzarán por señalar algunos rasgos de ese tipo de pensa-
miento. Luego intentaremos reflexionar sobre en qué medida los planteos que se oponían
al neoliberalismo participaban parcialmente de las características del “pensamiento único”,
y si de alguna manera eso sigue sucediendo actualmente en los grupos y movimientos que
buscan caminos transformadores para la penosa situación que viven nuestros pueblos. Fi-
nalmente, si algo resulta de todo esto, intentaremos diferenciar proyecto político de pro-
yecto económico, o, mejor dicho, modelo de país de estrategia de desarrollo.

¿Qué entendemos por “pensamiento único”?


Las palabras adquieren significados en determinados contextos y por ello es tan difícil se-
pararlas de su origen. Claro que luego, en su uso y sometidas a las necesidades del dis-
curso, van sumando nuevos matices, como si mostraran potencialidades que dormían en
su interior y así se adaptan a la inagotable capacidad creadora de los seres humanos.
Es el conocido artículo de Ramonet2 el que pone en circulación en la época contemporá-
nea esa expresión. Por eso comenzamos por su propia definición: “¿Qué es el pensamiento
único? La traducción en términos ideológicos con pretensión universal de los intereses de

1
Con el mismo título, las principales ideas de este apéndice circularon como artículo en el 2008.
2
Ignacio Ramonet, en Le Monde Diplomatique, enero de 1995, La pensée unique.

Apéndice 1- Pensamiento único y modelo de país 169


un conjunto de fuerzas económicas, en particular las del capital internacional”3. Hacemos
notar la relación entre pensamiento y economía, ya que será una de las pistas a seguir.
El concepto de “pensamiento único” describía así los mecanismos intelectuales que sos-
tenían la propuesta política neoliberal, cuyos componentes señalados en ese artículo eran
la primacía de lo económico sobre lo político, el mercado como regulador social, la com-
petencia como factor de crecimiento de las empresas, el libre cambio como base del co-
mercio, la mundialización de la producción y las finanzas, la división internacional del
trabajo, la moneda fuerte como base de la estabilidad, la eliminación de todo control so-
cial sobre esferas de interés de la economía y desarrollo del mercado de capitales en de-
trimento de los Estados y del trabajo.
Como bien describe Ramonet, este “nuevo evangelio” definido en Bretón-Woods y sos-
tenido por las grandes organizaciones económicas –Banco Mundial, Fondo Monetario In-
ternacional, Organización de Cooperación y Desarrollo Económico y otras– se extiende a
la producción académica y se refleja en los medios de comunicación de masas, “sabiendo
con certeza que, en nuestras sociedades mediáticas, repetición equivale a demostración”4.
Quizás lo más afligente del pensamiento único tal como lo plantea Ramonet es su efica-
cia para inhibir, perturbar, paralizar y ahogar “cualquier razonamiento rebelde”5. De ahí
su denominación de único: no parece posible pensar otra cosa.
Pero aunque este concepto sea contemporáneo no quiere decir que no tenga profundas raí-
ces en la experiencia humana. Es probable que muchas épocas del pasado conocido se
hayan organizado sobre la base de alguna serie de ideas que jugaban ese papel. El pensa-
miento único como ideología –conjunto de representaciones que organizan una visión del
mundo e intentan hacerlo previsible– resultaría así adecuado para generar una disciplina
social indispensable que solo se vería afectada en períodos de transición social profunda.
Por ejemplo, los mitos sobre el origen en las sociedades gentilicias o la religión cristiana
en la Edad Media europea parecen haber jugado ese papel.
Ahora, si en vez de mirar hacia el pasado rastreamos el uso que la categoría de “pensa-
miento único” ha sufrido después de acuñada, realmente veremos cómo se han extendido
sus aplicaciones iniciales. Llamativamente, ha comenzado a ser usada por representantes
de la derecha política para referirse justamente a su oposición6. Hay algo en el concepto
de pensamiento único, del orden de lo incuestionable, que parece hacerlo posible.

3
Ignacio Ramonet, en Le Monde Diplomatique en español, 1996, El pensamiento único.
4
Idem.
5
Idem.
6
Esperanza Aguirre, emblemática representante del PP en España y presidente de la Comunidad Autónoma de Ma-
drid, ha indicado que “el pensamiento único es el de la izquierda”.

170 Emilio Pauselli


El propio pensamiento conservador comienza a cuestionar la primacía de lo económico
sobre lo político. Quizás la declaración más impresionante en este sentido haya sido la de
Sarkozy al asumir la primera magistratura de Francia, al indicar que “el pensamiento único
es el pensamiento de quienes lo saben todo, de quienes se creen no solo intelectualmente
sino también moralmente por encima de los demás”7. Así, al pensamiento único no se le
puede oponer una “voluntad” distinta.
Claro que, en este caso, su voluntad es revertir el mensaje libertario del Mayo Francés, res-
taurar el autoritarismo y la xenofobia. Pero esas categorías forman parte de un modelo
que se intenta asociar a un “mundo mejor”, no desde el punto de vista económico sino
desde el punto de vista humano. Es probable que en la “derechización” del pensamiento
político de distintos contingentes sociales haya una gran responsabilidad de los medios
masivos de comunicación –grandes empresas controladas por los poderosos–, a lo que se
suma la dificultad que encuentran grandes grupos humanos hambreados y marginados
para transformarse en sujetos políticos; pero no habría que subestimar la iniciativa de la
derecha en haber vuelto a plantear el debate de cara a la sociedad en el terreno de la polí-
tica, o sea, de los valores.
También algunas corrientes marxistas creen que el pensamiento único es el resultado
de la o las corrientes filosóficas denominadas postmodernas8. Éstas habrían antepuesto
los “discursos débiles” a un discurso fuerte como el del marxismo que, así debilitado,
dio paso al pensamiento único. El postmodernismo habría recluido a la persona en su
individualidad, desanimándolo de participar en acciones que tiendan a cambiar la so-
ciedad9.
No escapan a nuestra comprensión las dificultades de fundamentación que esta posición
tiene, pero resulta especialmente interesante porque señala otra posibilidad de la catego-
ría “pensamiento único”: también puede servir para designar aquello que no nos gusta o
que va en contra de nuestras creencias.
De este breve recorrido por algunos de los conceptos relacionados con la expresión pen-
samiento único nos va a interesar conservar los siguientes predicados. El pensamiento
único sería una ideología, con pretensiones de universalidad, antepone la economía a la po-
lítica, se impone desde la autoridad incuestionable y es algo no deseable.
Los corolarios de esos predicados serán los siguientes: está constituido por un conjunto de
representaciones que interpretan el mundo, expresa una verdad equivalente a una verdad
natural, la economía es la ciencia natural de la sociedad, se sostiene por la acción conti-

7
Discurso de Bercy, 29 de abril de 2007.
8
Ver Javier García, julio 1997, Globalización, postmodernimo y pensamiento único, en http://www.marxismo.org (2008)
9
Extraño marxismo, que cree que las ideas desgarran la realidad y no que son el reflejo de una realidad desgarrada.

Apéndice 1- Pensamiento único y modelo de país 171


nuada de instancias de poder simbólicas y materiales, lo no valorado del pasado será su an-
tecedente y lo no deseado del futuro su consecuencia.

Papel de la imaginación en el desarrollo humano


Uno de los principales logros del “pensamiento único” es haber desplazado la discusión
política desde el terreno de lo deseable hacia el terreno de lo posible. Aparece así como un
pensamiento de ‘madurez’, como un neo pragmatismo que sin hacer honor a sus ilustres an-
tecedentes filosóficos, considerará que solo se puede aspirar a lo realizable y que lo reali-
zable es aquello que permite la economía ya que el bienestar será equivalente a la capaci-
dad de creación de bienes y servicios. Como bien dijera Marx, “el desarrollo de las fuerzas
productivas constituye una premisa práctica absolutamente necesaria, porque sin ella solo
se generalizaría la escasez y, por lo tanto, junto con la pobreza comenzaría de nuevo la
lucha por lo indispensable y se recaería necesariamente en toda la miseria anterior”10.
El engaño es sutil. Se trata solo de la modificación del valor semántico de un condicional.
Esta forma gramatical y lógica es permanentemente utilizada por todos nosotros y tiene
la inmensa potencia de unir presente con futuro o de expresar las consecuencias de diver-
sos sucesos de la vida. Se trata de todas las expresiones que indican que si algo sucede en-
tonces, como consecuencia, ocurrirá tal o cual cosa. “Si llueve entonces mejorarán las co-
sechas”; “si hay recesión mundial entonces caerán los precios de las producciones prima-
rias”; “si se aprueba la ley de salud reproductiva entonces nos espera un futuro de
libertinaje”. Todas estas expresiones que contienen el “si” y el “entonces” las llamamos
condicionales. En lógica la primer parte de la expresión –“si ocurre tal cosa”– se llama an-
tecedente y la segunda –“entonces sucederá tal otra”– se llama consecuente.
La visión ‘madura’ de la realidad diría aproximadamente así: si la economía funciona de
determinada manera –y eso es una ley natural– entonces la vida humana debe ser organi-
zada de una forma predeterminada. Otra pretensión es ilusoria, son buenos deseos sin fun-
damento; en el mejor de los casos se trata de populismo cuando no de demagogia. El ‘Es-
tado de Bienestar’ no respetaba la evidencia de este razonamiento y por eso no pudo sos-
tenerse en el tiempo. El socialismo tampoco y así le fue.
La manera en que funcionan estas expresiones tiene que ver con el lugar desde donde se
dicen, con la situación y con los intereses de cada grupo social. Bajo la apariencia aser-
tiva que estas frases parecen traer consigo se esconden un sinnúmero de posibilidades al-
ternativas. Para tomar los ejemplos señalados, también se podría decir que “Si llueve en-
tonces se inundarán los barrios más humildes y las personas deberán ser evacuadas”; “si

10
Carlos Marx, La ideología alemana, Capítulo 1.

172 Emilio Pauselli


hay recesión mundial entonces el peso de la crisis caerá sobre los más débiles”; “si se
aprueba la ley de salud reproductiva entonces mejorará la planificación familiar”. La llu-
via, la recesión mundial y la ley de salud reproductiva son las mismas lo que varía son las
consecuencias que imaginamos que ellas tendrán11.
En este terreno se han movido muchas de las corrientes que se opusieron al avance del neo-
liberalismo en estos años. Negaron con valentía –aunque sin creatividad– que las conse-
cuencias esperadas del desarrollo económico fueran inalterables. La expresión programá-
tica de esta impugnación se expresa en las propuestas de redistribución del ingreso. Mien-
tras que el neoliberalismo insistió en “la teoría del derrame” –una vez que el capital vea
compensada su inversión comenzaría a derramarse la riqueza al resto de la sociedad–, sus
oponentes sostienen que la sociedad tiene derecho a decidir cómo se utilizan los exce-
dentes de la riqueza creada. La discusión se centró en el contenido del consecuente: cuál
era la vida posible de acuerdo al desarrollo económico.
Pero el denominado “pensamiento único” no debe su fortaleza al contenido de su antece-
dente o de su consecuente: la capacidad que tiene de anular toda crítica dentro del para-
digma la obtiene porque ha invertido el antecedente y el consecuente. Y, en términos ge-
nerales, la crítica al neoliberalismo no ha impugnado esa alteración. La expresión que in-
dica que de acuerdo al desarrollo económico alcanzado es el tipo de vida que se puede
llevar a cabo va a contramano de toda la experiencia humana. Si aún no estamos en cu-
clillas a la orilla de un arroyo esperando atrapar un pez con nuestra mano es porque ima-
ginamos12 que otra cosa era posible. Y lo que imaginamos puso en marcha nuestras capa-
cidades para intentar obtenerlo, y las vuelve a poner en marcha cada día una vez que nos
despertamos (y probablemente antes también).
Así, en complicidad involuntaria con una interpretación del marxismo13, pasó desaperci-
bida la profunda alteración que hacía parecer natural la expresión antedicha: si la econo-
mía funciona de esta manera entonces la vida humana debe ser organizada de determi-
nada forma. La expresión humana universal es, en realidad, la que sigue: si queremos que
la vida humana esté organizada de determinada forma, entonces nuestra organización eco-
nómica deberá ser de tales y cuales características.
Si bien en el artículo de Ramonet está muy bien señalada la preeminencia de lo económico

11
Sobre este tema, se puede consultar La lógica del discurso político, Pauselli, 2003.
12
Recomendamos releer con ojos del siglo XXI nuevamente a Cornelius Castoriadis y su tesis de la “imaginación ra-
dical”. En “La institución imaginaria de la sociedad” ya presenta, en una nota al pie, la advertencia de que si alguna vez
la humanidad aplicara las elaboraciones teóricas de la nueva escuela económica de Chicago –luego los Chicago´s Boy–
se pondría en riesgo el desarrollo de la cultura.
13
Ya en su artículo Ramonet indicaba que “El primer principio del pensamiento único es tan potente que un marxista
distraído no lo cuestionaría: ‘la economía supera a la política’ ”.

Apéndice 1- Pensamiento único y modelo de país 173


sobre lo político como una clave del pensamiento único, quizás no se han sacado todas las
consecuencias posibles de esa afirmación. De hecho, en la crítica al neoliberalismo mu-
chas veces aparece desdibujada la discusión sobre medios y fines. En las versiones más re-
finadas del pensamiento neoliberal se aceptará sin inconvenientes que la economía es un
medio y no un fin, pero se asegurará que “la economía es como es, no se pueden violar sus
leyes”. Sería como que el hombre quisiera volar –como efectivamente lo hace desde el ini-
cio de la aviación–, pero quisiera hacerlo sin respetar las leyes de la física.
La economía en tanto opera con recursos es, efectivamente, una actividad sometida a leyes.
La disponibilidad de recursos naturales, técnicos y humanos establecerá posibilidades con-
cretas. Pero la economía en cuanto actividad social está sometida a las decisiones huma-
nas y son éstas la que determinan en gran parte lo que está disponible y lo que no. En el
primer sentido no se podrían fabricar armas a base de kryptonita ya que no disponemos de
ese material en el planeta tierra y aún no hemos descubierto dónde está Kriptón –proba-
blemente sea cierto que ha estallado–. En el segundo sentido, la desnutrición no se debe
a la inexistencia de alimentos sino a la manera en que éstos se producen, se apropian y se
utilizan.
El neoliberalismo utiliza el primero de estos aspectos de la economía para equipararla a una
verdad sobre la que es inútil discutir. Cuando el refinamiento del discurso hace foco en el as-
pecto social de la misma, la discusión se cancela sobre la base de una supuesta antropología
“científica” que indica que “el hombre es como es, un ser que compite por la superviven-
cia”14, y eso establecería una legalidad complementaria ante la que es necio rebelarse.
Esta “ciencia” que habla de los recursos, del hombre y de cómo se relaciona el hombre con
los recursos, deja en la oscuridad cómo se relacionan los hombres con los hombres. Este es
el terreno propiamente de la política y éste debería ser el escenario donde se discute de fines.
Pero en ese escenario se discute de “economía”: este es el triunfo del “pensamiento único”.
La expresión completa, entonces, del condicional invertido sobre el que opera el pensa-
miento único diría algo así como que si la economía produce de acuerdo a sus propias
leyes, entonces la vida humana se debe organizar de la única manera posible, a saber, po-
niendo en competencia a unos hombres con otros para apropiarse de los medios necesa-
rios para su subsistencia. Para un rescate de la cultura hay que invertir esa expresión y
decir que si queremos vivir de determinada manera, a saber, incluyendo a todas las per-
sonas en el disfrute de los bienes creados por la cultura, entonces hay que organizar la
economía –entendida como una relación social– de la manera que lo haga posible.

14
Ver el artículo ¿Pensamiento único o ausencia de pensamiento? , Máximo Sandín, en http://www.uam.es/perso-
nal_pdi/ciencias/msandin/pensamientounico.htm (2008). Analiza cómo las últimas informaciones obtenidas por la bio-
logía terminan con toda fantasía de darwinismo social ya que el cambio en la propia naturaleza no respondería a un
paradigma de competencia.

174 Emilio Pauselli


Para un modelo de país
Existen descripciones muy completas sobre nuestras patrias latinoamericanas: pobreza,
indigencia, millones de personas sin trabajo o con trabajo precario –cuando son millones
no importa el índice–. Aparición y desarrollo de enfermedades que se consideraban erra-
dicadas y, lo peor de todo, la desnutrición que mata miles de niños por año y deja secue-
las irreparables en los que siguen vivos.
Las mejoras producidas en algunos países como la Argentina desde que se interrumpió la
hegemonía del neoliberalismo son importantes en relación al momento más profundo de
la depresión a la que llegaron nuestras sociedades, pero todavía están a una distancia
enorme de proveer vida digna y oportunidades para toda la población, ya que no han al-
canzado aun los indicadores de bienestar de hace 30 ó 40 años atrás.
Estos no son efectos no deseados: es un modelo de país que en la división internacional
del trabajo le toca aportar materias primas y mano de obra barata. ¿Por dónde empieza otro
modelo de país? En el espíritu de estas líneas, diremos que la diferencia con la situación
actual no es un plan económico; este sería solo el resultado de haber acordado un modelo
diferente. Solo una definición de un “para qué” puede abrir la puerta a una discusión ra-
cional sobre el “cómo”.
Cuando yo intento imaginar otro modelo de país pienso, por ejemplo, en primer lugar, en
la educación –general, obligatoria, gratuita, igual para todos y de excelente calidad, co-
gestión educativa con padres y maestros, modificación de los institutos formativos do-
centes, etc– y, básicamente, considerar como objetivo central de la educación la educación
política. En segundo lugar pienso en la prevención en la salud –los hospitales son campos
de exterminio y las clínicas privadas también–; en tercer lugar en la lucha antimafia –nueva
policía no comprometida con el pasado represor, nueva educación para la policía, reforma
de todo el sistema penitenciario, disolución de las mafias delictivas comandadas por los
comisarios, terminar con la utilización de los menores recluidos en los institutos para de-
linquir, desmantelamiento de las justicias comprometidas con el poder económico, lucha
contra la trata de blancas y el narcotráfico, desplazamiento de la mafia sindical compuesta
por personas inmensamente ricas que dicen defender a los trabajadores, etc–; y así de se-
guido. Otras personas pensarán otras cosas, organizarán de otra manera las prioridades.
Esa, creo, que es la discusión que hay que dar sobre el modelo de país.
Y claro, un proyecto económico para ese país de inclusión seguramente hablará de sobe-
ranía sobre los recursos naturales, desarrollo de tecnologías propias, redefinición de áreas
de inversión, utilización del ahorro interno, etc.
Es necesario diferenciar la distribución de la riqueza de la redistribución del ingreso, ya
que lo primero se refiere a las posibilidades creativas de los seres humanos mientras que
lo segundo solo a cómo repartir una parte de lo existente sin modificarlo. Un ejemplo: una

Apéndice 1- Pensamiento único y modelo de país 175


educación de calidad es una riqueza, una asignación por escolaridad es un ingreso. Si la
educación presenta el deterioro actual no hay dinero que permita acceder a educación de
calidad sencillamente porque no existe. Así se otorgue una generosa asignación por esco-
laridad a todas las familias del país no se está distribuyendo riqueza, solo ingreso, que no
permitirá el acceso a la excelencia educativa ya que ésta aún debe ser construida15.
Otro ejemplo. Una red ferroviaria que enlace las distintas poblaciones del país es una ri-
queza y un subsidio por zona desfavorable un ingreso. Dicho subsidio podrá permitir la so-
brevivencia, pero jamás permitirá a las personas el desarrollo de su capacidad creativa y
productiva ya que su aislamiento le impide integrar sus valores al mercado16.
Otro ejemplo: la salud es una riqueza mientras que la atención gratuita de la enfermedad
es un ingreso. La primera depende de la educación, la práctica de algún deporte, de la pue-
ricultura, de la alimentación y de la prevención sanitaria. Nadie está más sano por acce-
der a un hospital cuando se enfermó17.
Dicho de otra manera, lo que incluye no es el dinero, al menos no el dinero obtenido de cual-
quier forma. Por ejemplo, no hay inclusión en un país con programas sociales focalizados
que, basados en la idea de “discriminación positiva”, consideran la pobreza no como un re-
sultado sistémico sino como un defecto de las personas y los grupos sociales. Solo un país
rico –en el sentido de riqueza mencionado anteriormente– puede ser un país de inclusión a
través del despliegue de políticas universales –o sea, que garanticen el acceso para todos.
Un modelo de país debería indicar qué tipo de riqueza se quiere construir. Así como ahora
sabemos que no es lo mismo fabricar “acero que caramelos”18, deberíamos pensar si es po-
sible una sociedad incluyente a base de celulares, servicios financieros y minería a cielo
abierto.
Las propuestas, para ser alternativas a la lógica del pensamiento único, no pueden basarse
solo en lo que sabemos de un pasado mejor cuando el reparto entre el capital y el trabajo
era más equitativo y, en mi opinión, deben concentrarse en estimular el debate sobre cómo
queremos vivir de cara a un futuro problemático. De cara a ese futuro deberemos asumir

15
Para los que estén lo suficientemente desinformados para creer que esa excelencia la ofrece la educación privada
solo diremos que, aunque así fuera, no alcanza para una parte significativa de la población..
16
Este ejemplo permite, adicionalmente, comprender lo relativo de los términos “viabilidad” y “sostenibilidad”. La sos-
tenibilidad y viabilidad de proyectos está en relación directa con la creación y distribución de riqueza.
17
No creemos que la salud hoy sea gratuita; los hospitales carecen de insumos y personal y las personas deben es-
perar meses para ser atendidas. Solo indicamos la diferencia entre la salud como riqueza a construir y el gasto en aten-
der la enfermedad.
18
Latiguillo utilizado por los economistas de la dictadura militar argentina que usurpó el poder entre 1976 y 1983. Había
que fabricar lo que el mundo compraba, daba igual una cosa que otra. Lo que estaba detrás de esto, como la historia
demostró, era un modelo de país factoría sin independencia política.

176 Emilio Pauselli


la diversidad de identidades de nuestra sociedad –¿multiculturalidad? – y, en general, ha-
cernos cargo de la diversidad del deseo humano y repensar las condiciones de satisfacción
y limitación de los mismos cuando los conceptos de pueblo y nación se han difuminado
para una parte considerable de dicha sociedad. Décadas pasadas hizo crisis el tema del in-
greso –justicia social–, hoy ha hecho crisis también el tema del consumo –modelo de vida
humana sostenible–.
Decíamos que el “pensamiento único” se presentó como un pensamiento de madurez, de
sentido común. Lo que se le puede anteponer no es más sentido común sino un pensa-
miento de buen sentido, como bella aunque quizás equivocadamente lo explicaba Inge-
nieros: mientras que el sentido común resulta “eminentemente retrógrado y dogmatista”,
el buen sentido será “innovador y libertario”19.

El trabajo y el pensamiento único


En uno de los temas donde más perdura el mecanismo de pensamiento único es en todo
lo relacionado con el trabajo. Aun desde planteos que enfrentan la ideología neoliberal se
sigue insistiendo en que será el desarrollo económico el que creará puestos de trabajo y ni
se sospecha que será la decisión política de crear ciertos puestos de trabajo la única posi-
bilidad de orientar un desarrollo económico favorable a la sociedad.
Así, el conjunto de las políticas públicas destinadas a fomentar el trabajo no se diferencia
ni ideológica ni metodológicamente de las desarrolladas durante los años 90. Se sigue cla-
sificando, capacitando y asesorando a los desocupados para que obtengan trabajo: ellos son
el problema. Cuando eleven su nivel educativo, respondan a las expectativas que el mer-
cado tiene de ellos y “recuperen” la cultura del trabajo, una nueva vida habrá comenzado.
Es difícil saber si los líderes políticos realmente ignoran la ineficacia de las políticas de
empleo que impulsan. Son propuestas inconsistentes y regularmente se registra ese hecho
en la aparición de nuevos contingentes de desocupados. Las propias mediciones estadís-
ticas han sufrido tales cambios en los últimos años que ya es prácticamente imposible
comparar los índices de la última década con los actuales.
El engaño más riesgoso es el que parecen sufrir gobiernos de la región que se esfuerzan
por garantizar que el mercado interno conserve un mínimo de capacidad adquisitiva y de
esa manera sostener ciertos niveles de actividad económica. Sin embargo, la lectura que
hacen de que eso constituye un “nuevo modelo” y que la resolución de temas básicos como
el acceso de las personas a puestos de trabajo es solo cuestión de tiempo, entraña riesgos
importantes.

19
José Ingenieros, 1913, El hombre mediocre, Capítulo 1, I. Tercera Edición de 1917.

Apéndice 1- Pensamiento único y modelo de país 177


Una parte de esos riesgos tiene que ver con la evolución de la expectativa social y sus
consecuencias políticas20. Pero los más importantes consisten en no registrar la masa hu-
mana que sufre por falta de trabajo o por acceder solo a trabajos miserables. Como me dijo
una médica en estos días luego de trabajar en la ciudad turística de Bariloche, uno de los
centros turísticos más desarrollado de la Argentina: “si yo pudiera recetar trabajo la ma-
yoría de mis pacientes no volverían al hospital”.
Fue difícil en los años 90 ejercer la crítica, era el momento de apogeo del pensamiento
único. En los temas que hacen a la protección y la generación de trabajo sigue siendo muy
difícil también ahora. En la Argentina, si bien desde la etapa democrática inaugurada en
1983 hemos tenido gobernantes de distintos grupos políticos y con diferentes enfoques
ideológicos, han tenido algo en común: todos han sido personas inmensamente ricas.
Atrás quedó el peronismo que llevó dirigentes obreros a los puestos de gobierno; si hoy
quisiera hacerlo se encontraría con que estos son parte de las grandes fortunas del país.
Tampoco contamos ya con el radicalismo que promovió a las clases medias en la gestión
del Estado. Hoy ha quedado interrumpida la posibilidad de la sociedad de promover diri-
gentes; en verdad, la sociedad no los elige: ellos se eligen entre sí. La sociedad luego vota
lo que le parece más conducente dentro de ese menú.
Pero con seguridad esa explicación es parcial. En países donde la aristocratización de la
política no es aún un fenómeno central como en Argentina, tampoco se están desarrollando
enfoques vinculados al trabajo distintos a las recetas de los organismos económicos in-
ternacionales.
La idea de que favoreciendo el desarrollo del capital –cuya tendencia mundial es a elimi-
nar puestos de trabajo– se van a crear puestos de trabajo en nuestras sociedades, navega
entre la incompetencia y la mala fe.
Así como tenemos un medio ambiente y hay que cuidarlo, ya que el planeta es nuestra
única casa, también tenemos una sociedad y hay que cuidarla, porque esta sociedad es
nuestro único vínculo con la cultura. Y hoy la sociedad está amenazada justamente por la
progresiva escasez de puestos de trabajo.

20
Como dijera el ex presidente Néstor Kischner en su discurso de asunción ante el Congreso, “el clientelismo político
comenzó cuando empezó a faltar el trabajo”.

178 Emilio Pauselli


Apéndice 2.
La ideología de la historia1

El historiador y el poeta no difieren por el hecho de escribir en prosa o


en verso. Si las obras de Herodoto fueran versificadas en modo alguno
dejarían de ser historia, tanto en prosa como en verso. Pero el
historiador y el poeta difieren en que el uno narra lo que sucedió y el
otro lo que podría suceder. Por eso la poesía es algo más filosófico y
serio que la historia; la una se refiere a lo universal; la otra a lo
particular. Lo universal es lo que corresponde decir o hacer a cierta
clase de hombre, de modo probable o necesario.
Aristóteles, Poética, 334 AC

El objetivo del presente apéndice es compartir la idea de que, en términos de modelos o


experiencias sociales, no hay ningún paraíso perdido al cual volver. Si algo mejor hay para
la vida humana, eso está en el futuro.
Esta idea la consideramos especialmente apropiada para analizar los fenómenos del mundo
del trabajo. Los que añoran los deseados años del pleno empleo o del Estado de Bienestar
olvidan que su mecanismo de funcionamiento era el mismo que el actual: la explotación del
hombre por el hombre. Las sociedades gentilicias que tan viva impresión han dejado como
contraste con el capitalismo occidental fueron posibles para pequeños grupos humanos se-
parados por fronteras naturales casi infranqueables. La América precolombina, con su es-
pecial relación con la tierra –pacha mama–, común a todas las sociedades agrarias, incluía
crueles condiciones de vida al interior de cada pueblo y en su relación mutua.
Notamos que una gran cantidad de discusiones, especialmente dentro de los grupos que
hacen suya la tarea de impulsar modificaciones consideradas progresivas en los modelos
de socialización vigentes, se centran en cuál situación o modelo del pasado es el más apro-
piado para la humanidad futura. Muchas de esas discusiones, llevadas a cabo desde las
identidades y las creencias, terminan reducidas al juego infantil de afirmar la propia posi-
ción por descalificación del otro: “tu papá es pobre”, “tu hermano es negro”, “tu mamá es
puta…” y allí se acababa la discusión: ningún niño bien nacido dejaría de agarrarse a
trompadas anticipando a Papo en su “no se metan con la vieja”. No importa si la vieja es
la Revolución Cultural China2, el Mayo Francés3 o el Human-Be In4.

1
La base de este apéndice es el artículo denominado La ideología de la historia o los supuestos del modelo terapéu-
tico, Pauselli, 2003.
2
Proceso político liderado por Mao Tsé Tung entre los años 1966 y 1969 orientado a profundizar las transformaciones
revolucionarias en China. La revolución cultural se proponía desplazar a los “cuatro viejos”: las viejas costumbres, los
viejos hábitos, la vieja cultura y los viejos modos de pensar. Personas mal intencionadas reducen este fenómeno a una
lucha interna por el poder en el Partido Comunista Chino.
Apéndice 2 - La ideología de la historia 179
Los efectos in-creíbles de la historia
La noción de que existe una historia y de que esa historia está condicionando nuestro pre-
sente es hoy parte constitutiva de nuestro sistema de percepción, tanto para la prefigura-
ción de los procesos políticos, como de los sociales y personales.
Desde el momento en que la afirmación “la tradición de todas las generaciones muertas
oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”5 se transforma en una categoría ex-
plicativa de acciones y omisiones del hacer humano, ya está incluida la idea de historia
operante, de residuo cultural, de ideas previas condicionantes; en fin, de un accionar hu-
mano influido por lo que anteriormente le ha acontecido a la especie en un universo de-
terminado.
Para nosotros, contemporáneos, esta influencia resulta tan evidente que no nos podemos
imaginar cómo podría pensarse un modelo discontinuo de desarrollo de nuestra cultura. No
hablamos de rupturas producidas por calamidades sociales o naturales, pensamos más bien
en cómo podría construirse una metáfora del hacer humano desde una perspectiva dis-
tinta.
La posición que sostendremos en este apéndice es que la idea de la historia como clave ex-
plicativa del presente contiene una fuerte posición ideológica que denominaremos, por
analogía, “modelo terapéutico”. Esa ideología opera sobre supuestos antropológicos no
confirmados por la propia historia y es una de las causas de la sensación de frustración que,
como contemporáneos, sentimos ante un mundo en aparente proceso de descomposición,
al menos como sociedad basada en una cultura.
Como ya dice el refrán popular, el hombre es el único animal que tropieza dos veces con
la misma piedra. La pregunta del millón es: ¿dónde está la piedra? ¿Quizás en el propio
corazón de cada uno de nosotros?
Gracias a los últimos descubrimientos de la genética, hoy sabemos que la vida no cuenta
con un plan de envejecimiento. La vida termina solo por la acumulación de imperceptibles
errores en los miles de millones de operaciones de perpetuación que en todo momento

3
Denominación de las masivas manifestaciones realizadas en París por estudiantes y trabajadores que incluyeron
huelga general, toma de universidades y de fábricas en el mes de mayo de 1968. Una de las consignas de este mo-
vimiento que quedó en la memoria mundial fue la de Interdit d’interdire –prohibido prohibir–. Personas mal intencio-
nadas dicen que se trató de una revuelta de estudiantes perezosos que no habían preparado sus exámenes.
4
En el año de 1967 en San Francisco, EEUU., se celebró el Human-Be In: A Gathering Of The Tribes –Encuentro
entre humanos: Un encuentro entre las tribus–. En este encuentro, también conocido como “verano del amor”, cientos
de miles de personas escucharon por The Mamas &The Papas el estribillo de San Francisco: “Si vas a San Francisco,
no te olvides de llevar flores en el cabello... Si vas a San Francisco, el verano será una celebración de amor.” Perso-
nas mal intencionadas reducen estos acontecimientos a una reunión de fumados libidinosos.
5
Marx, Carlos, El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Capítulo I.

180 Emilio Pauselli


realiza. He aquí el misterio del fracaso del conatus espinoziano6. En verdad no se debía a
la finitud de la natura naturata; por el contrario, esa finitud se produce por fallas en el pro-
pio intento de las cosas por permanecer en su ser.
La ideología de la historia reemplaza la cruda condición del hacer humano por una fábula
que personas bien informadas sobre la marcha de la propia historia no deberían refrendar.
Si algo quiere decir entrar en la edad adulta de la especie, esto debería consistir en dejar
de creer en los reyes magos, en el jardín del Edén, y en hacer responsables a otros de lo
que nosotros somos capaces de querer y hacer en el presente.
¿Qué queremos decir? Que si hay alguna mejor suerte para la humanidad, esa realidad
está en el futuro, hay que construirla. Creo que esteriliza la creatividad social y genera
sectarismo y fundamentalismo la idea de que hay una situación pasada no problemática a
la cual volver. No hay un paraíso perdido; quizás el único pecado que puede cometer el
hombre es no esforzarse por tener un futuro mejor. Y nuestra gente no lo comete, le pelea
a la vida a su manera, migrando a la ciudad cuando en las ciudades hay trabajo, estudiando,
cultivando, empleándose.
Eso que todos hacemos para tener un futuro mejor hay que pensarlo cada vez más no como
un problema individual sino como una construcción política.

Los supuestos del “modelo terapéutico”


Denominaremos “modelo terapéutico” a aquella concepción que considera que algún acon-
tecimiento traumático ocurrido en alguna parte del pasado es la causa de una enfermedad
o síntomas del presente. Así, el gran descubrimiento de que las conductas histéricas no eran
aleatorias sino que estaban concatenadas con otros acontecimientos de la vida psíquica de
la misma persona, o, dicho de otra manera, el proceso de transformación de la conducta
no esperada en síntoma, echó luz sobre muchas condiciones de nuestro psiquismo.
Como toda teoría, ilumina algo y proyecta sombras sobre otras cosas. La idea de un evento
crítico que produce la enfermedad funciona sobre la creencia de que antes de dicho acon-
tecimiento todo estaba bien. Ya sea que el antes corresponda a una situación de la vida del
adulto o del niño, de la lactancia, del nacimiento o de la propia concepción del embrión hu-
mano. Donde sea que se sitúe el momento del trauma, éste opera sobre un escenario donde
“todo estaba bien”, o tendería a estarlo de no haberse interpuesto la situación traumática.
Así también la interpretación de la historia es, en cierto sentido, una analogía del modelo
terapéutico así definido. La situación no problemática puede estar situada en las socieda-
des aborígenes, en la Revolución Francesa, el Octubre ruso, el 45 de la Argentina, la Co-

6
Baruch Spinoza. Ethica more geometrico. 1677.

Apéndice 2 - La ideología de la historia 181


muna de París o la democracia ateniense. Algo se perdió y no se pudo recuperar; o algo
podría haber sido y no llegó a concretarse.
Esta curiosa manera de interpretar el pasado, como causa del presente, implica una ope-
ración conceptual y axiológica notable. Reemplaza el mítico paraíso terrenal, creado por
Dios y por lo tanto irreproducible por el hombre, por modelos de “salud social” real o po-
tencial que, por haber sido construcciones humanas, sí resultarán en principio reeditables.
Y deposita la culpa originaria no ya en unos míticos padres de la humanidad, sino en ac-
tores, clases y sistemas que representando al mal –como el pecado– producen el castigo
de la vida actual que nos toca transitar.
Claro que hay actores, clases y sistemas que dificultan sistemáticamente la realización de
determinados deseos generalizados de las personas, en beneficio de otros deseos que po-
dríamos llamar, provisoriamente, particulares, por oposición a lo público. A lo que nos re-
ferimos es al lugar que las representaciones de esos acontecimientos ocupan en el momento
de explicar un presente en muchos sentidos no solo inaceptable, sino, lo más curioso, casi
inexplicable. Como ya escribiera Hume, es curioso como tan pocos dominan a tantos.

La historia: el pasado, el presente y el futuro


Que la historia no es el pasado ya nos ha sido dicho con prolijidad por muchos historió-
grafos e historiadores. No solo en el sentido de que no podemos poseer toda la informa-
ción sobre el pasado, sino también por la fundamentada sospecha de que aun si por algún
medio milagroso pudiéramos tener toda la información, en un sentido nunca sabríamos qué
es lo que allí acontecía.7
A esto se opondría en primer lugar el carácter presente de nuestra visión. Todo esfuerzo
hermenéutico es un desideratum que nunca alcanza un éxito completo y quizás ni siquiera
aproximado. Pero existe aun una imposibilidad más radical: ¿cómo reconstruir lo que ocu-
rría en el pensamiento y el sentimiento de las personas que vivieron en ese pasado? O,
dicho de otra manera, los monumentos de la historia, ¿a qué o a quiénes representan y con
qué fidelidad? O, desde otro punto de vista, ¿qué o quién representará para el futuro el pa-
sado que será nuestro presente actual, el mío, el suyo, el de nuestra heterogénea sociedad?
El hiato existente entre la vida y el discurso constituye el abismo infranqueable entre el pa-
sado y la historia.
No será difícil coincidir, entonces, en que el pasado como suma de acontecimientos, pen-

7
El final de la película Inteligencia artificial presenta un sugerente tratamiento sobre la posibilidad y los límites respecto
a la actualización del pasado.

182 Emilio Pauselli


samientos y sentimientos, nunca llegará a ser historia. La historia será entonces un dis-
curso siempre perfectible de hipótesis sobre algunos aspectos que creemos sucedieron
de determinada manera. Ese discurso puede ser enormemente inteligente, puede rescatar
de las informaciones disponibles elementos inmensamente valiosos para el desarrollo hu-
mano, pero nunca es equivalente al pasado, por falta de completud y por heterogeneidad
del concepto.
A su vez, la historia, en tanto discurso hipotético, no está completamente disponible para
una sociedad. Ésta conoce solo parcialmente algunos pequeños fragmentos de ese dis-
curso y, en general, recurre al pasado por otras vías, no siempre tan inteligentes como las
que propone la investigación histórica.
La historia parece ser historia en tanto presente. Como toda construcción intelectual, solo
vive en la mente de los seres humanos. Lo realmente operante parece ser lo que creemos
que ha ocurrido en la historia, ya sea a través del discurso de la historia como disciplina
o de la transmisión cultural.
Como indicaba Alejandro Korn, “las ideas participan de una mutabilidad esencialmente hu-
mana y las del día son tan efímeras como las del pasado, no obstante el imperio que logran
ejercer en nuestro ánimo, con la vana pretensión de constituir la medida universal de las
cosas. Cada época pensó con su propio cerebro e inspirose en su propio corazón. El histo-
riador no se ha de aprestar, como un alcalde de barrio, a pronunciar la sentencia póstuma”8.
La metáfora de los “muertos presionando la conciencia de los vivos” tiene cada tanto visos
de “realidad” en el sentido científico de esa palabra. Así, ya el cientificismo de Ingenieros
postulaba que determinados logros espirituales de la humanidad se transmitían a través de
la herencia9. Actualmente se reeditan líneas de investigación neurológica que tratan de en-
contrar los lugares donde el cerebro alojaría ese tipo de “herencia genética cultural”.
El novedoso descubrimiento de que hay células nerviosas o neuronas que se reproducen,
contra lo que se consideraba establecido anteriormente, además de traer inmensas espe-
ranzas para el tratamiento de ciertos tumores cerebrales, alienta nuevas ediciones de esas
investigaciones.
La propia ontogénesis del aparato nervioso central, y diversas teorías sobre su relación
con la evolución humana, generan expectativas en esa dirección. Y no es casual que jus-
tamente el pensamiento humanista haya prestado especial atención a esas investigacio-
nes, ya sea para rebatirlas, en nombre del alma inmortal o de la creación ex-nihilo que re-
produciría el hombre en sus actividades mentales; o desde el fisiologismo, que comprende

8
Alejandro Korn, Influencias filosóficas en la evolución nacional. Introducción.
9
Ver José Ingenieros, La simulación en la lucha por la vida.

Apéndice 2 - La ideología de la historia 183


toda la actividad psíquica como derivada de ciertas combinaciones morfológicas, físicas
y químicas producidas en nuestro cuerpo.
En cualquier caso, las posibilidades de acuñar determinadas vivencias históricas en la es-
tructura genética de la especie no parecen hoy probables. Si algún proceso de ese tipo
fuera pensable, siempre ocurriría en períodos de tiempo tan extensos que no nos eximiría
de tematizar nuestra relación con la historia, sobre todo en el sentido que señalamos de la
historia como presente.
Claro que definir la historia como una construcción intelectual es un poco simple. Es ne-
cesario indicar que no entendemos lo intelectual como sinónimo de racional, sino más
bien como el conjunto de operaciones de comprensión –racionales, afectivas, axiológicas,
experimentales– que realizamos como condición de nuestra actividad práctica en el mundo.
En este sentido, la historia como presente, o sea, el conjunto de nuestras creencias y de-
seos, es propiamente una base de lanzamiento hacia el futuro, único lugar donde vive la
acción aún no realizada.
Como indicara la antropóloga Margaret Mead, hay culturas, o dispositivos dentro de una
cultura, que permiten aprender del futuro.10 Los adultos podrían así aprender de los niños,
como ocurre habitualmente en familias donde las nuevas generaciones alcanzan niveles
educativos superiores a los de sus antecesores.
Además, los jóvenes parecen ser los mejores dotados para comprender un mundo donde la tec-
nología imprime una velocidad a la circulación de la información desconocida en el pasado.
Aun los modelos posfigurativos, que sitúan la verdad en el pasado, recurren a esa verdad
en la medida que la consideran el mejor recurso para obtener ciertos logros en el porve-
nir. La sensación de vivir una vida razonable, aprovechando la polisemia del término,
tiende a encubrir estas ansias de futuro que constituyen toda cultura.
Esto nos indica que situar el valor de verdad en el pasado, el presente o el futuro es una
operación social de dar sentido a una experiencia. Esto puede presentar diferencias entre
las generaciones, pero no parece ser lo esencial. Por el contrario, un modelo con fuertes
mandatos de pertenencia a una tradición puede articularse sobre la consideración del pa-
sado como recurso eficiente para la integración de todas las generaciones, mientras que so-
ciedades en vías de disgregación resultarían especialmente ineficaces para incluir aun a las
generaciones maduras.

10
Margaret Mead distingue entre culturas posfigurativas, donde se considera que la verdad está en el pasado; cultu-
ras cofigurativas, donde la verdad está en el presente; y culturas prefigurativas, donde las claves de comprensión se
obtienen de un futuro en ciertos aspectos percibible, aunque aún desconocido. Estos dispositivos pueden acaecer si-
multáneamente en una misma sociedad.

184 Emilio Pauselli


Lo importante es reflexionar sobre qué elementos darán sentido a esa experiencia cultu-
ral, para orientarla en una u otra dirección. Creemos que es posible considerar las tareas
del presente de una sociedad como catalizadoras de esos legados del pasado.

Y estas tareas presentes estarán determinadas por el futuro al que esa sociedad, sus gru-
pos hegemónicos y sus elites –dependiendo de la interacción entre sus miembros– aspi-
ran para su realización individual, y en muchos casos, colectiva.

Parece razonable que un pasado no habilite a cualquier futuro, o al menos, que no sea ele-
gible cualquier futuro al mismo costo de realización. Pero eso es algo a decidir. Y la de-
cisión corresponde a los protagonistas, justamente, de la historia por hacer.

No debería ser la adscripción a un pasado lo que determine nuestras acciones presentes


orientadas a un futuro y, de hecho, no lo es. Cuando se presenta esa apariencia, en verdad,
estamos asistiendo al uso de la historia como fuente de autoridad para legitimar nuestros
deseos presentes. Claro que ese uso es legítimo, ya que representa una interpretación po-
sible del pasado, pero debemos aceptar que no tendrá fuerza vinculante para la construc-
ción de un futuro en la medida en que la comunidad de los interpretantes no coincida con
la comunidad de los deseantes.

Una intelección construida desde el futuro


No es este un intento original, los que han variado son los materiales disponibles para
poder realizarlo. Ya San Agustín proponía una interpretación del presente que solo era
comprensible desde el futuro. La Civitas Dei era la dadora de sentido a la ciudad terrenal
que le servía de antesala.
Paralelamente a una racionalidad cuestionada y a la pérdida de eficacia de las ideologías
y los grandes relatos culturales, adquieren auge nuevos y viejos grupos religiosos y una
creciente demanda mística de las personas. Esto no debería ser causa de sorpresa: con un
pasado del que tenemos noticias fragmentadas y un presente confuso donde la vida se
torna cada vez más riesgosa, es razonable que se busque en el futuro –mucho más mol-
deable a nuestros deseos– algunas claves de interpretación que nos ayuden a organizar
nuestras conductas presentes.
Pero no parece enteramente realizable para el hombre contemporáneo poder construir esa
intelección desde un discurso religioso también afectado por la desconfianza que acecha
a todas las grandes verdades. ¿Qué alternativas puede haber para utilizar el futuro como
clave de organización del presente?

Apéndice 2 - La ideología de la historia 185


No será tan difícil, de hecho es lo que hacemos de manera mucho más habitual de lo que
creemos. Desde la “zona de desarrollo próximo” indicada por Vigotsky como clave del de-
sarrollo del niño, hasta los procesos de elección de profesiones, parejas, viviendas, traba-
jos, etcétera, que realizamos en la vida adulta, el criterio de verdad está puesto en el futuro.
No es que elegimos tal profesión porque nuestros abuelos..., y así de seguido; sino que, con
relación a lo que esperamos alcanzar en el futuro, ponemos a su servicio todo lo que nos
pueda servir para lograrlo. Y claro, está mucho más disponible lo que nos sugiere la per-
cepción que tenemos de lo que fue nuestro abuelo, que las máximas de Confucio o las
prácticas de las tribus nómades del África (salvo que seamos parte de esas culturas).
El pasado provee un material disponible, a veces en forma de historia, a veces en forma
de costumbre, a veces en forma de moral; casi siempre en forma de relato, quizás a veces
en forma de estructura neuronal. Pero el caballo, una vez más, está delante del carro. No
parece que la vida humana sea empujada por el pasado, como una locomotora auxiliar
empuja un tren que ha perdido la suya. Da la impresión, más bien, de que hay estaciones
futuras a las que queremos llegar y eso nos hace meter mano a cuanto recurso nos ayude
para ir en esa dirección.
Conviene aclarar que la direccionalidad de nuestros esfuerzos humanos en el tiempo no
está necesariamente asociada a la noción de progreso; noción por otra parte cargada de sen-
tidos, en parte gravosos, para la civilización que está acabando. Más bien, esa tendencia
al futuro registra la única posibilidad de realizar nuestros deseos, y reconoce la imposibi-
lidad absoluta del regreso. No se regresa en la historia, no se regresa en la vida, parece que
ni la clonación hará posible el regreso en un sentido estricto.11
La verdadera discusión no es si podemos construir sentido desde el futuro, eso es lo que
hacemos permanentemente. La discusión de fondo es si podemos compartir ese futuro en
una red de intercambio intersubjetivo, o, dicho de otra manera, si es posible reconstruir de
una manera humana el concepto y el sentimiento del bien común.12
Aun así, al cultor de la historia como causa eficiente le queda un cierto argumento. Se po-
dría decir que nuestros deseos actuales están determinados por la historia de nuestras for-
maciones culturales.
Si la historia como causa habla del drama de la historia, la historia como deseo será pro-
piamente su versión comediada, en clave de Marx. Porque, ¿qué puede significar que la
historia determina nuestros deseos? En primer lugar, sería una teoría de la génesis del

11
Lo “igual” no es “lo mismo”, como dos sillas iguales no son la misma silla. La identidad humana parece construirse
socialmente, y no genéticamente. Mientras el desarrollo genético permite responder a la pregunta ¿qué es?, parece
que solo el desarrollo humano –cultural– permite responder a la pregunta ¿quién es?
12
Queda por tratar la diferencia entre “bien común” y “sentido común”, y entre este último y el “buen sentido”.

186 Emilio Pauselli


deseo humano, o representaría ciertamente la idea de que el pasado está antes que el pre-
sente. Pero a los efectos de la comprensión del presente y sobre todo de la construcción
del futuro, en lo que como seres humanos podemos construir del mismo, no nos está agre-
gando ningún nuevo punto de vista.
Efectivamente, cualquiera sea el origen de nuestros deseos, la pulsión sexual, la demanda
nutricia, la represión de la cultura o la educación del intelecto, siempre enfrentamos el fu-
turo desde esas preferencias. No será la historia, tampoco por esa vía, la causa directa de
nuestras decisiones. Claro que si no hubiéramos nacido, nada desearíamos, en fin, pero de
este debate participamos solo los que lo hemos hecho.
Sobre estos temas tuve una pista hace ya varios años, aunque no lo comprendí cabalmente
en ese momento. Eso ocurrió luego de haber conversado, en las cenas familiares, sobre la
inequidad en el mundo, sobre cuántos pobres son necesarios para que exista un rico. Días
después, mi hijo –adolescente en ese momento– me dijo: “Papá, el mundo no tiene arre-
glo”. Ante tan severa y aparentemente sincera afirmación, solo atiné a preguntar: ¿por
qué?: “Porque los pobres quieren ser ricos”.
Quizás, sin la crisis producida en diciembre del 2001 en la Argentina, y sus aconteci-
mientos posteriores, no hubiera vuelto a pensar en esa anécdota. El desarrollo de nuevos
ámbitos alternativos a la corporación del poder mostró, junto a un renovado esfuerzo de
desalienación de una parte de nuestra sociedad, la espontánea reproducción del autorita-
rismo, la violencia y el oportunismo político.
¿Cómo interpretarlo? Pobrecitos “ellos”, son producto del pasado, dicen algunos, sin que
entendamos muy bien qué los separa de esos ellos. O pobrecitos nosotros, decimos algu-
nos, debemos comprender lo contradictorio de nuestros deseos y elegir aquellos que nos
permitirán identificarnos en un futuro común.
Nunca los contratos han detenido a las espadas. El sueño de Hobbes y de tantos otros no
se ha visto justificado. Otra vez la historia nos deja en el mismo lugar en que nos dejó
siempre: desnudos, sin documentos, pero con la inevitable necesidad de ir a alguna parte.13

Las puertas de la razón y del deseo


¿Dan estas puertas a la misma habitación, o a habitaciones distintas? No lo sabemos, solo
nos animamos a decir que están muy juntas, y en sus inmediaciones se producen situa-
ciones harto confusas, hasta el punto de no “sospechar cuántas veces nuestra razón no es
sino el abogado de nuestros deseos, de nuestras pasiones y de nuestros intereses”.14

13
Y el viaje que proporcionan las sustancias, es, a estos efectos, excesivamente corto.
14
Alejandro Korn, Influencias filosóficas en la evolución nacional.

Apéndice 2 - La ideología de la historia 187


La racionalidad como vía de acceso a la verdad ha resultado históricamente en intoleran-
cia, “aun cuando se enmancipe del dogmatismo religioso o invoque, en lugar de la razón
divina, la ley natural, la razón de Estado, la voluntad general o la justicia social”.15 La le-
gitimación de los deseos de las personas, en tanto que sujetos sociales, no dispone de tec-
nologías explícitas. Parece que lo que deseamos tiene un estatus inferior a lo que supues-
tamente debemos hacer, pero en verdad toda nuestra vida se organiza en función de lo que
queremos, con las hipocresías del caso.
La posibilidad de legitimar un discurso que verse sobre preferencias, atribuyéndole un
papel vinculante entre habitantes de un mismo espacio geográfico y cultural, debería ser
con propiedad el objetivo del discurso político. Pero éste se halla, lamentablemente, ocu-
pado en otras funciones.16
Esto permitiría avanzar desde la idea de libertad acuñada en los años 90 –libertad es hacer
lo que quiero como individuo–, a una idea de libertad como la posibilidad de hacer lo que
elijo, en tanto puedo compartir expectativas de futuro con una comunidad. Mientras no po-
damos transitar socialmente este camino, corremos el riesgo de no poder reconstruir nues-
tros sistemas de identidad culturales.
Es una fantasía que la identidad tenga que ver con lo que fuimos, eso propiamente se llama
nostalgia. El pasado no nos dice nada y la historia la inventamos nosotros. Como en las
viejas calles de Lisboa, “por la noche, en este espacio entre casas bajas, se juntan los tres
fantasmas, el de lo que fue, el de lo que estuvo a punto de ser, el de lo que podría haber
sido, no hablan, se miran como se miran los ciegos, y callan”.17
Las crisis de pertenencia a grupos o partidos parecen obedecer a la misma dinámica. No
se expresa en ellas tanto una distinta exégesis del pasado, cuanto una distinta orientación
hacia el porvenir. Y los argumentos que se toman prestados a la historia apuntan a justifi-
car unas u otras posiciones con vistas al futuro.18 Pareciera que la constelación de creen-
cias que constituye a diversos grupos humanos, muchas veces contiene el material nece-
sario para fundamentar muy disímiles posiciones respecto de ese futuro.19

15
Ídem.
16
Ver La lógica del discurso político, Pauselli 2003.
17
José Saramago, Historia del cerco de Lisboa.
18
Cuando un socialista español dice que Felipe González no es socialista, o un peronista argentino dice que Carlos
Menem no es peronista, solo están diciendo que ellos desean cosas distintas a lo que demuestran desear sus líderes.
La identidad construida sobre el pasado resultó así débil. Claro que siempre habrá otros que seguirán considerándo-
los socialista o peronista respectivamente, y tampoco estarán basándose en el pasado, sino en que ellos –puestos en
el lugar de su líder– hubieran tomado las mismas decisiones.
19
Creemos que este ángulo de análisis también puede ser fructífero para pensar sobre los procesos de “sectarismos”,

188 Emilio Pauselli


En verdad, la identidad tiene que ver con lo que queremos ser, en la medida que podamos
saber si en ese futuro deseado tenemos algo en común. Así seleccionamos los grupos ac-
tivos de pertenencia y nos identificamos con aquellos que en algún aspecto aspiran a lo
mismo que nosotros. Por eso son tan esporádicas las reuniones de ex alumnos.
Dicho de otra manera, nada será así porque alguna vez lo ha sido. Quizás, si podemos
construir un diálogo inteligente y logramos reconocer con humildad nuestros deseos, algo
sea en el futuro más o menos parecido a lo que queremos.

como los que en la Argentina caracterizan a los grupos organizados autodenominados de izquierda. La diáspora infi-
nita de estos grupos no atendería así tanto a sus fines o a los medios que creen eficaces para alcanzarlos, sino a los
diferentes intereses o deseos de esos grupos y sus líderes.

Apéndice 2 - La ideología de la historia 189


190 Emilio Pauselli

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