La Cultura Del Trabajo y La Danza de La Lluvia
La Cultura Del Trabajo y La Danza de La Lluvia
La Cultura Del Trabajo y La Danza de La Lluvia
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La cultura del trabajo
y la danza de la lluvia
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La cultura del trabajo
y la danza de la lluvia
Emilio Pauselli
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Pauselli, Emilio
La cultura del trabajo y la danza de la lluvia. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos
Aires : Grupo Editor Latinoamericano, 2011.
188 p. ; 19x26 cm. - (Estudios políticos y sociales)
ISBN 978-950-694-886-3
1. Sociología . I. Título
CDD 301
6
A mis hijos,
excelentes trabajadores
y una posibilidad permanente
de aprendizaje
Índice
Introducción 13
10 Emilio Pauselli
Agradecimientos
Este libro no hubiera sido posible sin la actitud generosa de decenas de organizaciones
sociales que durante los últimos 20 años compartieron francamente con su autor las ex-
periencias exitosas o frustrantes que realizaron en su intento por facilitar el acceso de ellos
mismos y de otros seres humanos al mundo del trabajo. Sus preguntas y sus prácticas han
sido nuestra principal inspiración.
La obra terminada se debe, a su vez, al concurso de diversas personas. Nancy Boufflet ha
sido no solo la agente editorial sino la principal comentarista y confidente mientras se ela-
boraron estas páginas. Su misión se ha extendido considerablemente, incluyendo la bús-
queda de títulos raros y sugiriendo otros que el autor simplemente desconocía. Félix Bom-
barolo ha realizado una lectura detallada del borrador, ha señalado aspectos de contenido
necesarios de aclaración o simplemente de mejor exposición y, con sus sugerencias sin-
tácticas, ha dejado sin trabajo a los correctores. Lino Ochoa ha sido nuestra principal re-
ferencia para pensar el tema desde el punto de vista de las prácticas de recursos humanos
en las empresas; su vasta experiencia en programas de aumento de productividad y su jui-
cio agudo nos han orientado en diversos aspectos. Claro, él no tiene responsabilidad en las
conclusiones que se sacan en el presente libro.
Finalmente, una serie de amigos han leído el primer borrador. Opinaron sobre la forma y
el contenido, criticaron y alentaron; en resumen, han constituido el indispensable ámbito
de afecto necesario para ir en contra de la corriente. Ellos son Damián Valente, Jaime Vi-
llarraga, Juan Pablo Acerenza, Juan Serra, Laura Gervasi, Leonor Cruz, Lilian Toledo,
Mario”El Diablero” Arias, Mercedes “La Negra” Vergara, Miguel Cerviño, Norma Fon-
zalida, Ricardo Caballero y Ricardo Rooschild. A todos, muchas gracias.
Introducción 13
A este nivel epistemológico propiamente dicho
hay que agregar el entrecruzamiento entre el conoci-
miento científico y el poder. Éste utiliza las normas de
producción de aquél para financiar las producciones
Nos referimos a la compañía cuyo que, por ejemplo, demuestran que Minera La Alum-
brera2 no contamina el medio ambiente. Esa evidencia
2
14 Emilio Pauselli
sonas se expresa con total brutalidad en el mundo del los grandes ríos de Argentina y
trabajo. La versión “civilizada” o científica dice que la Uruguay. Se sabe con certeza la
falta de trabajo es una crisis del modelo. La compren-
contaminación producida por Alto
Paraná S.A. en la provincia de
sión “cultural” de lo cotidiano parece decir que la falta Misiones, Argentina, limítrofe con la
de trabajo es el modelo. república del Paraguay; y se sospecha
De esta manera, reflexionaremos sobre el tra-
fuertemente de los efectos producidos
en el medio ambiente por UPM (ex -
bajo como inclusor social y su relación con la cultura. Botnia) asentada en el departamento de
También aquí se nos ofrecerán opciones: la idea de Fray Bentos, Uruguay, limítrofe con
que en una sociedad existen excluidos sociales es no- Argentina.
table ya que, en rigor, es contradictoria en sí misma.
Una observación cuidadosa solo podría comprobar
6
Siempre queda la ilusión final de que
la ciencia es buena y los hombres
que hay excluidos de ciertos tipos de consumo, en mu- malos, que en algún lugar hay una
chos casos básicos. La idea de exclusión social es una verdad incontestable, garantía de la
metáfora que induce a creer que hay una sociedad que felicidad futura. El tema excede
funciona bien y de la que algunas personas o grupos largamente estas líneas, solo podemos
sociales están excluidos; solo se trata de que se inclu-
decir que esa ilusión funciona igual que
Dios: es bueno pero no está disponible
yan y pasen a disfrutar de los beneficios de todos. Esta para aliviar los sufrimientos de los
metáfora oculta la realidad de que los llamados ex- humanos.
cluidos son producidos y mantenidos –incluidos– en
esa situación por esta sociedad que, solo así, “funciona
bien”. Como comprenderán, no es lo mismo curar al
excluido para que logre incluirse –educando, contro-
lando, sancionando– que curar a una sociedad enferma
que produce pobreza como resultado de su forma mo-
délica de producir riqueza.
Finalmente, defenderemos la idea de que la cul-
tura del trabajo es mantenida por los trabajadores ocu-
pados y desocupados, y es atacada por las condicio-
nes del mercado de trabajo y la creciente relación entre
trabajo y pobreza. Hemos comprobado casuística-
mente que aquellos que hacen el centro de su discurso
en la necesidad de recuperar la cultura del trabajo son
personas que, en su inmensa mayoría, jamás han tra-
bajado.
Sobre el orden del libro, el lector encontrará un
primer capítulo que plantea la dimensión cultural de la
práctica contemporánea del trabajo y, a continuación,
tres capítulos que actualizarán las reflexiones consi-
Introducción 15
deradas como relevantes sobre el tema. En los capítu-
los cinco, seis y siete se describen los intentos fallidos
con que la sociedad intenta responder a los problemas
planteados por la falta de trabajo. El capítulo ocho re-
plantea la noción de “cultura del trabajo” y el nueve
esboza algunas estrategias deseables para intentar re-
correr nuevos caminos recreando la experiencia social
sobre estos temas. Finalmente, en el capítulo diez
compartimos preguntas y perplejidades sobre los
temas tratados.
Son parte de este libro dos apéndices. Un apén-
dice puede ser algo que sobra o algo que completa, el
lector decidirá al respecto. En el primero de ellos com-
partimos algunas ideas sobre la manera en que el lla-
mado “pensamiento único” impide pensar alternativas
de sociedad. En el segundo tratamos de llamar la aten-
ción sobre el papel del futuro en el sistema de moti-
vaciones humanas.
Sobre el libro como objeto, el mismo está pre-
parado con un margen generoso con dos objetivos: el
primero, que ese margen aloje las notas que acompa-
ñan al texto y facilite su incorporación por parte del
lector. El segundo objetivo es que el lector pueda, en
caso de desearlo, transformar el presente libro en un
cuaderno de trabajo escribiendo sus propias notas,
ejemplos, coincidencias, disidencias, nuevas ideas. O
sea, que el lector pueda también en forma explícita –
Es por eso que uno encuentra siempre ocurre– transformarse en autor7.
7
16 Emilio Pauselli
Capítulo1
18 Emilio Pauselli
vantamos la vista hacia alguno de sus progenitores,
sospechando que quizás a ellos les cabe alguna res-
ponsabilidad por los destrozos manifiestos, pero nos
encontramos con una sonrisa compresiva ante nuestra
perplejidad. Si uno tiene suerte, hasta le será explicado
que contradecir el deseo del niño en ese momento im-
plicaría infringirle un trauma que repercutiría en toda
su vida afectiva posterior. Si usted ha vivido esa si-
tuación en la sala de espera de un pediatra, en la salida
a la plaza de los niños del jardín al que la maestra lo
invitó para que colaborara en el cuidado de los ange-
litos, o simplemente en su casa, no podrá negar que
debió reprimir un fuerte deseo de intervenir en la si-
tuación, pensando que no ejecutar su deseo tendría
consecuencias para su vida psíquica aun peor que para
la del niño. Finalmente, usted logró reprimir esa vio-
lenta intención, ayudado por la imagen de bondad
(ahora destruida) que acompaña a la niñez, sintiendo
que había privado a ese pequeño ser de una oportuni-
dad de ingresar a la cultura a través de su estentóreo y
amenazante grito: “¡Pará, bestia!”
Pero las sociedades no son niños. Están confor-
madas por una mayoría de adultos que, mal o bien,
hemos aprendido a no romper las cosas de la sala de
espera. Y los poderes y los gobiernos no son padres,
cuya responsabilidad sea ayudarnos a compartir una
–como la vida– no elegida cultura. El problema de la
pérdida del derecho a ser castigado se refiere no a un
aspecto formativo, sino constitutivo. Hay castigos que
nos constituyen como seres humanos, al punto de
haber generado corrientes de pensamiento que hacen
consistir la humanidad justamente en la realización del
castigo, y han hecho del cumplimiento del mismo un
origen y una virtud.
Uno de los libros pre–formadores de occidente4 4
Curiosamente, una colección de libros
abunda en imágenes relacionadas con nuestro tema. orientales.
Nos referimos a los conocidos castigos bíblicos que
acompañaron a la falta cometida por esos primeros –y
20 Emilio Pauselli
masivamente en el mercado de trabajo; aunque el
hombre, para compensar, solo pueda hacer el patético
papel de (mal) acompañante en la sala de partos.
Claro que no ignoramos el valor metafórico del
trabajo como castigo, pero tampoco lo interpretamos
como la versión mítica de un proceso natural evidente.
Porque la pregunta previa a la del papel que el trabajo
desempeñó en la constitución de humanidad, es ¿por
qué el hombre trabajó? Si se entiende que nunca hubo
algo así como humanidad antes del trabajo, solo ha-
ríamos más precisa la pregunta: ¿por qué esa especie
que devendría en hombre a través del trabajo, lo hizo
y devino efectivamente en esa dirección?
Desconocemos la respuesta. No parece ser el
trabajo del hombre similar al de otras especies, como
las abejas, las hormigas o los castores, entre las más
paradigmáticas por el carácter colectivo de parte de
sus actividades. En algún sentido también trabaja el
animal que caza o que recolecta. Pero el trabajo hu-
mano parece poseer una posibilidad creativa diversa Si, como sospechamos, la especie
a la de otros seres, aunque tenga en común ser una ma-
10
Lewkowicz, 2004.
“En un apartado rincón del universo La lucha por la vida, esa vieja historia
13
22 Emilio Pauselli
Más allá de la trascendencia de este hecho, la
permanente alianza y combate con la naturaleza –que
desarrollamos desde el momento en que debemos in-
gerir nutrientes y producir desechos para sobrevivir–,
ha marcado profundamente nuestra manera de ser hu-
manos. No solo en lo referido a la construcción so-
cial, que en muchos aspectos puede entenderse como
aleatoria14, sino en la propia construcción de la per- 14
Sobre este punto, recomendamos
sonalidad. Así, Freud creía que dominar la pulsión se- revisar las profundas –y en muchos
xual era una función social cuyo motivo es “en su raíz
aspectos proféticas– reflexiones de
Cornelius Castoriadis, La construcción
última, económico; como no posee [la sociedad] los imaginaria de la sociedad.
medios de vida suficientes para mantener a sus miem-
bros sin que trabajen, tiene que restringir su número
y desviar sus energías de la práctica sexual para vol-
carlas al trabajo. Vale decir, el eterno apremio de la
vida, que desde los tiempos primordiales continúa
hasta el presente”15. 15
Freud, Sigmund, 20º Conferencia. La
24 Emilio Pauselli
sentido de su vida, del mismo modo la humanidad
vivió concentrada en lograr vencer en esa porfía:
arrancarle a la naturaleza los medios necesarios para
la propia vida. Esa tensión milenaria claro que pre-
formó su comprensión del mundo (Marx), la consti-
tución de su individualidad (Freud) y la producción
de su discurso (Nietzsche). Es más, cada uno de los
sistemas sociales que conocemos ha consistido en lo-
grar delicados –no equitativos ni voluntarios– equili-
brios entre las personas y los grupos de personas para
salir victoriosos de esa lucha.
Quizás el producto más refinado y cruel para
que la humanidad libre esa batalla con éxito haya sido
el desarrollo del capitalismo. Generalizar la compe-
tencia entre los que manejan el poder –tanto en el te-
rreno militar como en el económico y en el cultural–
ha constituido un fuerte impulso a la superación para
imponerse. La situación de poner a las personas y gru-
pos de personas en competencia entre sí a fin de apro-
piarse de esos medios de vida ha favorecido una es-
pecie de sobrevivencia de los más aptos16. La pregunta pendiente es: ¿más
16
26 Emilio Pauselli
vidando en el instante la ofensa, respondió: “Ya me
parecía raro tanto dominio”.
¿No nos empezará a parecer raro que el mundo
funcione sin requerir ninguna intervención de parte de
millones de personas a las que no se les demanda tra-
bajar?
de personas sin trabajo quizás sea el anuncio de la vic- Ver Miserias del presente, riquezas de
toria, quizás sea el síntoma de una futura sociedad
19
Herbert Marcuse.
mente razonable cuando 30 años después, en la eufo-
ria que en algunos sectores desató la caída del muro de
Berlín, se proclamaba el fin de la historia y la reduc-
ción de la voluntad humana al deseo de comprar nue- Ver El fin de la historia, Francis
vos artefactos21.
21
Fukuyama.
28 Emilio Pauselli
que nacemos estamos condenados a ganarnos el pan
con el sudor de nuestra frente.
– ¿Le parece? ¿No habré nacido?
– Yo que usted, me aseguraría.
Esta disminución de la necesidad del trabajo,
que no es paralela a una disminución de las necesida-
des humanas en general, crea una situación sin salida
mientras sean el capital y el trabajo los distribuidores
de riqueza. Es más, nos atrevemos a afirmar que el
mantenimiento del capitalismo actual hace cada vez
más inviable la vida humana, al menos, como la
hemos conocido hasta ahora.
Un siglo XXI que ha comenzado con guerras,
atentados, hambrunas, violaciones groseras de los de-
rechos humanos reconocidos formalmente por las na-
ciones; quizás no nos está hablando de belicismo, te-
rrorismo, falta de alimentos o poco desarrollo de las
democracias. Quizás este sombrío inicio nos esté ha-
blando de que así ya no podremos vivir.
Durante decenas de miles de años el hombre es-
tuvo empeñado en una lucha feroz por sobrevivir. Qui-
zás esa necesidad haya modelado nuestra civilización,
llevando a la humanidad a una barbarie sofisticada.
¿Por qué sofisticada? Porque antes la barbarie era una
cuestión de fuerza, ahora es una cuestión de derecho.
Quizás ahora, que ya podemos asegurar la sobrevi-
vencia de todos, esa impronta civilizatoria haya per-
dido su razón de ser.
Este puede ser un mensaje para los que estamos,
para los que vienen o para los que queden. Siempre
para los que amen. Con seguridad, para los que pueden
diferenciar a una persona que duerme en la calle ta-
pada con papel de diarios del actor que interpreta ese
mismo papel en una película. ¿Usted no está conven-
cido de la gravedad de la situación? Siéntese en el
suelo, despierte a esa persona y converse un rato con
ella. Intente comprender si hay mucha diferencia entre
30 Emilio Pauselli
Capítulo 2
Tecnología y ganancias
La tecnología –el análisis de las técnicas apropiadas
para obtener determinados resultados– es una de las
más grandiosas creaciones del género humano. A tra-
vés de la tecnología el hombre se ha hecho pájaro y
puede volar, se ha hecho pez y puede respirar debajo
del agua, se ha hecho dios y puede crear la vida.
A su vez, la tecnología permite a los seres hu-
manos producir los mismos bienes utilizando mucho
menos tiempo de su vida, pone al alcance de nuestra
civilización el sueño de trabajar para vivir y no tener
que vivir para trabajar.
Pero los innumerables beneficios que la ciencia
y la técnica podrían aportar al ser humano no están
ocurriendo. Por el contrario, cuanto mayor es el desa-
rrollo de la técnica más difícil se vuelve la vida para
millones de congéneres. Daremos tres ejemplos de
esto:
La aplicación de tecnología
y la desaparición de puestos de trabajo
En el año 2001 trabajamos con un grupo de desocu-
pados en el contexto de la crisis desatada ese año en la
Argentina. Estos trabajadores pertenecían a la indus-
tria telefónica, donde revistaron durante más de 30
años. Habían vivido el proceso de privatización1 de la 1
Eufemismo con el que se designó la
compañía telefónica estatal y luego deambulado por transferencia de activos productivos
distintas empresas fantasma a través de las cuales los
del Estado a empresas privadas a
Tecnología y ganancias 31
siguiente manera: “Somos técnicos recibidos en la dé-
cada del 50, cuando no existía la tecnología digital.
Ahora que vino la tecnología digital, nos barrieron”.
En el proceso de investigación que estas personas rea-
lizaron aprovechando sus amistades de tantos años en
la industria, comprobaron que la idea que tenían de su
desempleo era totalmente errónea. Estudiando el caso
de una central que pasó de tecnología electromecánica
a tecnología digital descubrieron que la tasa de re-
cambio de personal en ese lugar fue de 64 a 1. Donde
2
Esta cifra puede parecer exagerada, trabajaban 64 personas había quedado solo una2. O
pero hay que tener en cuenta que en sea, aunque hubieran sido unos genios en el manejo
de la tecnología digital, igualmente habrían quedado
muchos casos se salteó la tecnología
analógica pasando directamente de la
electromecánica a la digital sin trabajo.
Otro ejemplo: en la década del 60, la industria
de la caña de azúcar incorpora tecnología que modi-
fica sustancialmente la actividad, en especial la cose-
chadora integral, que sintetiza el trabajo de hachada,
despunte y pelado de la caña.
Leonardo, el portero del edificio que ocupamos
en Tucumán, nos relata así en el 2010 su visión de la
actualidad de la actividad cañera: “Mi padre se hizo
su casa pelando caña, yo me hice mi casa pelando
caña, ¿de qué vivirá ahora la gente?” Por suerte para
él, haber accedido a un puesto de trabajo en la ciudad
le hace ignorar la respuesta a esa pregunta. Esas per-
sonas, desde el 60 en adelante, emigraron masiva-
mente hacia otras geografías o simplemente quedaron
sin trabajo.
Una de las principales actividades económicas
en la provincia de Misiones, Argentina, está consti-
tuida por la industria forestal. El cultivo de bosques
provee la materia prima tanto para tablas, chips con
destino a tableros y combustible, y pasta de papel. El
mantenimiento del bosque requiere, además de su
plantado, actividades de raleo, limpieza y tala. Es un
trabajo duro, de gran exigencia física, y con los riegos
que ocasiona la fauna del lugar, en especial las ser-
32 Emilio Pauselli
pientes venenosas y distintos tipos de insectos peli-
grosos para la vida humana.
Ese trabajo, realizado actualmente por motosie-
rristas, está siendo aceleradamente mejorado con la in-
corporación de máquinas “cosechadoras de árboles”:
volteadoras y procesadoras. Una persona, en la cabina
de la máquina respectiva, va talando y apilando los ár-
boles, con riesgos controlados para su salud y un es-
fuerzo mínimo comparado con el trabajo anterior-
mente descripto. Pero esta mejora produce un despla-
zamiento de la mano de obra que antes realizaba las
tareas forestales, de manera tal que cada nueva mejora
del trabajo significa más desocupación y pobreza para
los habitantes de la zona. El trabajo que hace un hom-
bre con la utilización de la volteadora reemplaza el
trabajo de 10 motosierristas que, a su vez, ya habían
reemplazado anteriormente el trabajo de los hacheros
con una ratio que desconocemos. El trabajo que rea-
liza la procesadora reemplaza a más de 20 motosie-
rristas. El trabajo de limpieza ha sido reemplazado por
herbicidas químicos que lo hacen innecesario.
Cualquier persona puede comparar –con sus re-
cuerdos o informándose de personas de más edad–
cómo se realizaban y cómo se realizan actualmente
distintos oficios y podrá construir sus propios ejem-
plos de eliminación de puestos de trabajo a manos de
la tecnología. No más pensar en cómo era y como es
el trabajo en un Banco, en una estación de servicio, en
un puerto o en la construcción de viviendas.
Nuestros recuerdos infantiles nos pintan las es-
taciones de tren repletas de cargadores estibando el
trigo embolsado. La tecnología del sinfín o “chi-
mango” transformó esos lugares en sitios espectrales.
Los fantasmas deambularon largos años por la perife-
ria de esas mismas estaciones, dejando con su muerte
vacíos los ranchos donde habían vivido y sido felices.
En las obras de construcción de viviendas o edi-
Tecnología y ganancias 33
ficaciones de diverso tipo, el día que se hacía “la losa”
era un día especial, se trabajaba sin horario, venía
gente nueva. El día pasaba corriendo sobre los tablo-
nes para llegar a volcar el material “antes de que fra-
güe” porque si no, “no suelda más”. Muchas espaldas
jóvenes quedaban deterioradas después de esas jorna-
das. Hoy los camiones vienen preparando el hormi-
gón, las cañerías suben el material con impulsión hi-
dráulica. Algún anciano pasa por la vereda y mira in-
crédulo la velocidad con que crecen esos edificios.
34 Emilio Pauselli
de que, detrás de una máquina nueva que perfeccio-
nara la manera de hacer una operación, habría nece-
sariamente un operario calificado que la estaría ma-
nejando.
Pero cuando se entra de lleno en la época de la
robótica esa confianza comienza a tambalear. “La ter-
cera revolución industrial apareció inmediatamente
después de la segunda guerra mundial y es en la ac-
tualidad cuando empieza a tener un impacto signifi-
cativo en cómo la sociedad organiza su actividad eco-
nómica. Los robots controlados numéricamente y los
ordenadores y sus avanzados “software” están inva-
diendo las últimas esferas humanas disponibles: el
reino de la mente. Adecuadamente programadas, estas
nuevas “máquinas pensantes” son capaces de realizar
funciones conceptuales, de gestión y administrativas y
de coordinar el flujo de producción, desde la propia
extracción de materias primas hasta el marketing y la
distribución de servicios y productos acabados”6. 6
Y dale con Rifkin.
Tecnología y ganancias 35
7
Sobre este tema volveremos en el socialmente codificado como tal7, o sea, al trabajo en
capítulo siguiente, el tercero de este el contexto del capitalismo.
libro.
Pero también se puede interpretar la idea del “fin
del trabajo” como una metáfora que habla de un cam-
bio en el mundo que conocemos. Esa actividad so-
cialmente codificada como trabajo, que permitía la so-
brevivencia y en ciertos contextos el ascenso social,
ha sufrido profundas transformaciones, al punto de no
ser reconocible. Una nueva Circe habría desfigurado
su rostro y al querer reencontrarnos con el viejo amigo
–“no trabaja el que no quiere”– nos vemos de frente
ante una realidad enigmática.
El “fin del trabajo” puede estar hablando del fin
de un mundo. No del fin del mundo que sobrevendría
con cada milenio. Tampoco del eterno retorno ni del
mundo que se consume en el fuego para volver a re-
nacer. Solo hablaría del fin de la idea moral del tra-
bajo, del paradigma de que hay que “ganarse la vida”,
de la asociación entre esfuerzo y recompensa.
El “fin del trabajo” podría estar hablando del fin
de la esclavitud, del fin del reino de la necesidad y de
la entrada en el paraíso de la posibilidad. Aunque, por
ahora, no estamos para paraísos; antes de ser expulsa-
dos debemos lograr entrar.
36 Emilio Pauselli
los conflictos relacionados con patentes y, más en ge-
neral, con las cuestiones relacionadas con la propie-
dad intelectual8. Aunque, como bien acota Juan Serra,
8
Tecnología y ganancias 37
La falta de perspectiva de este modelo se hace así
10
Ricardo Roodschild hace notar la evidente: para competir se deben eliminar trabajadores10
doble dimensión que incluye la idea de pero, al hacerlo, se están eliminando a su vez consumi-
dores. La llamada “crisis del 30” ya anticipaba esa me-
“eliminar trabajadores”: eliminar
puestos de trabajo y eliminar a los que
trabajan. En la historia reciente de cánica perversa y motivó que el senado norteamericano,
América Latina estos dos sentidos se en el año 1933, aprobara la enmienda Black que esta-
han expresado conjuntamente. blecía la semana de 30 horas de trabajo. Claro que la
clase industrial reaccionó inmediatamente e impidió que
dicha solución fuera confirmada por la Cámara de Re-
presentantes; de esa manera se frustró la experiencia po-
Para ampliar la información sobre
11
sitiva que muchas empresas ya venían realizando con la
este proceso, consultar la ya citada estrategia de reducción horaria11. La disminución de la
obra de Rifkin, Capítulo 2. jornada laboral es una de las estrategias centrales para
pensar en un mundo con trabajo para todos; su filosofía
es compartir el trabajo existente y su implementación es
12
Sobre este tema, el del control absolutamente factible a condición de que se realice a
horario como estrategia para la escala planetaria12.
distribución del trabajo, volveremos en
el capítulo 9. Mientras esto no ocurra, la única vía de estabi-
lización precaria del modelo es lograr que los que con-
sumen consuman más –sea esto provechoso o no para
sus vidas humanas–. “En su forma original consumir
significaba destruir, saquear, someter, acabar o termi-
nar. Es una palabra forjada a partir de un concepto de
violencia y, hasta este siglo, tenía tan solo connota-
ciones negativas. A finales de los años 20 la palabra se
empleaba para referirse a la peor de las epidemias: la
tuberculosis. La metamorfosis del concepto de con-
sumo desde el vicio hasta la virtud es uno de los fe-
13
Jeremy Rifkin. 1996. El fin del trabajo. nómenos más importantes observados durante el
Cap. 2: Tecnología cambiante y transcurso del siglo XX”13.
realidades de mercado.
La denominada “sociedad de consumo” no es un
resultado natural de la evolución de la humanidad. Por
el contrario, instalar la idea de consumo como idea po-
sitiva obligó, entre otras cosas, a derrotar las estrate-
gias de ahorro y sacrificada previsión que gran parte
de la población mundial había desarrollado durante el
siglo XIX y principios del XX como recursos para en-
frentar las crisis cíclicas del capitalismo.
38 Emilio Pauselli
La aplicación de mayor tecnología a la produc-
ción de bienes y servicios tenía históricamente dos po-
sibilidades de desarrollo: liberar tiempo humano de-
dicado al trabajo disminuyendo la coerción de la su-
pervivencia y ampliando los espacios de libertad
personal, o aumentar las ganancias de los inversores
mientras las compañías pudieran colocar de alguna
manera su producción lograda a menores costos. Se
siguió este segundo camino y, a pesar de las adver-
tencias de Keynes, no se ha podido modificar el re-
sultado general de desempleo creciente, subempleo y 14
Evangelio según San Mateo, 19, 24.
trabajo precario.
15
“En mucho se diferencian los
géneros de vida humana. Los más
La acumulación de riqueza y la vida social perezosos son los pastores. Estos
obtienen su alimento de los animales
Pero, para seguir este camino también debieron pro- domésticos, sin trabajar, aunque les es
ducirse importantes cambios en la cultura. El principal necesario cambiar de lugar los
de ellos fue abandonar la ancestral experiencia hu- rebaños, en busca de pastos, y ellos
mana que indicaba que el exceso de riqueza es algo
mismos se ven forzados a
acompañarlos, como si cultivaran un
malo. Efectivamente, la relación entre el éxito y la ri- cultivo viviente y móvil. Otros viven de
queza, que parece tan natural hoy –hasta existe un ran- la caza, y unos de un género de caza y
king de las personas más ricas del mundo–, no siem- otros de otra distinta. Por ejemplo, los
pre fue algo aceptado como “normal”. Al contrario, unos de la piratería, otros de la pesca
empezando por el “es más fácil que pase un camello
–los que viven vecinos a lagos,
pantanos, ríos o a un mar– y otros de la
por el ojo de una aguja a que un rico entre en el reino caza de aves y animales salvajes; pero
de los cielos”14, todas las constelaciones humanas co- la mayoría de los humanos vive de la
nocidas establecieron algún tipo de limitación para la agricultura. Son, pues, más o menos,
riqueza aceptable. Es probable que las calamidades so- éstos los tipos de vida que tienen una
ciales producidas por la acumulación de riqueza sin
actividad productiva por sí misma y
que no se procuran el sustento
límites haya inscripto esta prescripción en distintos mediante el cambio y el comercio: el
discursos: religiosos, políticos, filosóficos. pastoreo, la agricultura, la piratería, la
pesca y la caza. Otros viven con
Aristóteles, en la Política, indica cinco géneros holgura combinando esos géneros de
de vida de los hombres, a saber: el pastoreo, la agri- vida, supliendo así lo que más falta a
cultura, la piratería, la pesca y la caza15. Considera “na- su género habitual para ser suficiente.
turales” estas maneras de vida, a diferencia del comer- Por ejemplo, combinan el pastoreo y el
cio, al que juzga resultado de la práctica y de la técnica
bandidaje, o la agricultura y la caza”.
Aristóteles, Política. Siglo IV AC. Libro
desarrolladas por los hombres a partir de los exceden- primero, Capítulo VIII. Alianza Editorial,
tes y las carencias a las que su producción natural o bá- Buenos Aires, 1995.
Tecnología y ganancias 39
sica los somete. El comercio ya presenta problemas, ya
16
Vamos, Aristóteles. que “se obtienen ganancias a costa de otros”16, pero
tanto el comercio como las actividades básicas tienen
los límites de lo que los hombres pueden administrar y
usar. Esto se modificará con la aparición del dinero. In-
ventado según Aristóteles para favorecer el intercam-
bio, el dinero parece abrir la posibilidad de una acu-
mulación de riqueza ilimitada. Ya en aquella época se
lanza una advertencia: “Con la mejor razón es aborre-
cida la usura, ya que la ganancia, en ella, procede del
mismo dinero, y no para aquello para lo que se inventó
el dinero, que se hizo para el cambio. El interés resulta
como dinero hijo del dinero. De forma que de todos los
negocios, éste es el más antinatural”17.
17
Aristóteles, Política. Siglo IV AC.
Libro primero, Capítulo X. Alianza
Editorial, Buenos Aires, 1995. Y esto dice Aristóteles, quien considera que “el
esclavo es una posesión animada”18 y que la piratería
o bandidaje es uno de los géneros naturales de vida.
18
I´ll be back. Aristóteles.
40 Emilio Pauselli
yen al interior del mundo del trabajo. En un mismo
mercado hay gerentes y ejecutivos cuya remuneración
equivale a la de 200 operarios. Si se toman ejemplos
de casas matrices en países centrales y plantas en paí-
ses periféricos, la relación va entre 800 y 2000 a 1. No
vamos a desarrollar el tema, por demás interesante, de
la valoración de los distintos trabajos y sus factores de
remuneración. Solo indicaremos que las necesidades
de persona a persona nunca varían en ese rango de am-
plitud.
Esto lleva a otra observación aristotélica –reto-
mada luego por Locke y otros en la modernidad–: el lí-
mite de la riqueza tiene que ver con los bienes que
cada uno puede manejar. El exceso de bienes se ex-
presa en forma de dinero o de activos que producen
dinero, y ese dinero pasa a ser el origen de más dinero.
Esa descripción de cuatro siglos antes de Cristo pa-
rece ser aplicable a la realidad del capitalismo finan-
ciero actual. Y a quienes creen que Aristóteles no es un
buen testigo económico, les recordamos que es el que
plantea las ideas de valor de uso y valor de cambio
luego retomadas por Marx20. Quizás tenga razón En- 20
“De cada objeto de propiedad resulta
gels al señalar que la aparición del dinero en la Grecia posible un doble uso. Uno y otro son
antigua “les hizo sentir a los atenienses toda la bruta- usos del objeto como tal, pero no en un
lidad de su juventud”21.
mismo sentido, ya que uno es propio
del objeto, y el otro, no, como, por
En las diversas culturas se pueden rastrear fuen- ejemplo, el uso de un zapato como
tes que ratifican esta sencilla sabiduría de la humani-
calzado y como objeto de cambio. Es
decir, tanto uno como otro son usos del
dad, hoy puesta en segundo plano. Estas expresiones, zapato. Porque también el que cambia
que relacionan la riqueza excesiva con el mal, han re- un zapato suyo al que lo necesita a
cibido dos tipos de crítica. Por un lado, se ha indicado cambio de dinero o comida utiliza el
que eran parte de una ideología de adaptación para que zapato en cuanto zapato, pero no es su
las clases populares, mayoría en todas las sociedades
uso natural. Ya que no se ha hecho
para el cambio. Del mismo modo los
conocidas, aceptaran su situación de pobreza como demás objetos de propiedad”.
virtuosa. Esta idea no es excluyente de la otra línea de Aristóteles, Política, Libro I, Capítulo IX.
interpretación que se resume en la pregunta “¿es que
está mal ganar dinero?”, la que se esgrime cuando se Federico Engels. El origen de la
21
Tecnología y ganancias 41
habría significado un freno al desarrollo, ya que se
considerará a todas luces beneficioso para los indivi-
duos y para la sociedad orientar todos sus esfuerzos a
enriquecerse.
Pero esta controversia entre los fines humanos
no nace con el capitalismo. El capitalismo solo pro-
veyó maneras de acelerar la unilateralidad de estos
fines.
Como indica André Gorz, “la reproducción ma-
terial y cultural de las sociedades entra en crisis y la
anomia, la barbarie, las guerras ‘civiles’ larvadas o no,
el miedo a un desfondamiento de la civilización y la
implosión de la economía globalizada basada en las
André Gorz, Miserias del presente, finanzas, en la cual el dinero produce dinero sin ven-
der ni comprar nada más que dinero, se extienden a
22
42 Emilio Pauselli
Capítulo 3
capítulo 9.
nidad en aquellos que tienen derecho a participar en la
transformación del mundo y aquellos que tienen de-
recho a tener ingresos pero se deben abstener de dejar
su huella en el proceso productivo.
¿Cómo se ha llegado a esta situación? De ma-
44 Emilio Pauselli
productos de fundición de hierro. Le preguntamos al
joven que manejaba cómo estaba el trabajo en la zona.
Nos dice que parece que va a mejorar, pero que por
ahora las fábricas no están llamando. El ahora pertene-
ciente al área de los “servicios” por cuenta propia relata
que trabajó cinco años en la industria, de los 21 a los 25
años. Prestaba servicios en una empresa contratista de
Acindar, actualmente una empresa integrada al grrupo
Arcelormittal en la Argentina. Eran 15 empleados que
en tres turnos de cinco personas movían ciertos mate-
riales dentro la empresa. Pero, “trajeron un bichito”,
entiéndase robot, “que él solo hacía más trabajo que
nosotros 15 juntos”. La empresa contratista cerró y con
la indemnización compró el vehículo con el que nos es-
taba transportando. Preguntado sobre la viabilidad de la
actividad actual nos relató lo que nosotros ya conoce-
mos por nuestros trabajos: “vivo, pero me estoy co-
miendo el auto”. Efectivamente, el servicio de remise,
aun en grandes ciudades, es una actividad transitoria
donde la persona va transformando en efectivo su ca-
pital y, al momento de tener que renovar la unidad, se
hace evidente que ya no tiene ni dinero ni trabajo6. Esto explica por qué en las agencias
6
46 Emilio Pauselli
conocimiento aplicado al trabajo no significaron hasta
ahora para la humanidad una posibilidad de progreso.
En vez de permitir una mayor libertad humana dismi-
nuyendo la cantidad de horas aplicadas al trabajo para
reproducir la vida, nos da como resultado una mayor
explotación del trabajo, mayores jornadas con mayor
productividad… y una desocupación creciente. El
triunfo de la humanidad no puede ser disfrutado por
las mayorías: alguien escamoteó la victoria.
Pero el modelo ha encontrado su límite. La com-
petencia basada en la eliminación de puestos de tra-
bajo constituye, como otro lado de la moneda, la per-
manente eliminación de consumidores. Competimos
para producir más bienes que cada vez menos perso-
nas pueden comprar. Y allí aparece la población exce-
dente. Sobra en tanto no es necesaria para el proceso
productivo y se refuerza su exclusión ya que tampoco
puede constituirse como consumidora porque la prin-
cipal vía de acceso a renta para la casi totalidad del
género humano es el trabajo8. 8
Justamente es esta realidad la que
hace aparecer formas alternativas de
Pero, con razón, se pregunta Gorz de qué trabajo acceso a la renta aunque hasta hoy
se habla cuando se anuncia el fin del trabajo. “No se sean muy limitadas, como son los
trata del trabajo en sentido antropológico o en sentido subsidios estatales directos
filosófico. No se trata del trabajo de la parturienta, ni –transferencias de ingresos–,
del escultor ni el poeta. No se trata del trabajo como
subsidios estatales indirectos –a
bienes y servicios como luz, gas o
‘actividad autónoma de transformación de la materia’, transporte– y filantropía privada.
ni del trabajo como ‘actividad práctico–sensorial’ por
la cual el sujeto se exterioriza produciendo un objeto
que es su obra. Se trata sin duda del ‘trabajo’ especí-
fico propio del capitalismo industrial: un trabajo al que
nos referimos cuando decimos que una mujer ‘no tiene
trabajo’ si consagra su tiempo a educar a sus propios
hijos, y que ‘tiene trabajo’ si consagra aunque más no
sea una fracción de su tiempo a educar a los hijos de
otra persona en una guardería o un jardín de infantes”9.
9
André Gorz. Miserias del presente,
riqueza de lo posible.
Pero un trabajo del otro ha quedado distanciado,
frente a frente ya no se podrían dar la mano. “Es ur-
gente reconocer que el verdadero trabajo no está más
13
“ ‘El trabajo solo es fuente de riqueza
El trabajo como práctica social13
y de cultura como trabajo social’, o, lo La modernidad14, contrariamente a uno de sus progra-
que es lo mismo, ‘dentro de la sociedad
mas consistente en el dominio racional del hombre
sobre su vida, ha devenido en una experiencia social
y a través de ella’. Esta tesis es,
indiscutiblemente, exacta, pues aunque
el trabajo del individuo aislado de máximo control sobre las personas y los procesos.
(presuponiendo sus condiciones La aparente “diversidad” que muestra el mundo actual
materiales) también puede crear es la uniformidad de sistemas que garantizan la re-
valores de uso, no puede crear ni
producción y el aumento de las posiciones de privile-
gio de los grandes centros de poder económico. La ra-
riqueza ni cultura”. Carlos Marx, Crítica
del programa de Gotha. 1875.
cionalidad, en vez de habitar en el sujeto liberado, re-
14
Se denomina “modernidad” a una side en las estructuras burocráticas que garantizan la
corriente heterogénea de pensamiento aplicación de las normas del capital.
que identificó en la capacidad racional
del hombre, independizado de los No sabemos si el proyecto de la modernidad fra-
mitos y las religiones, la posibilidad de casó, como plantean diversos autores, o solo está de-
construir una sociedad amable para el morado en su realización. Pero para nuestro tema lo im-
portante es percibir el carácter disciplinario de esta so-
ser humano. “Libertad, Igualdad,
Fraternidad”, como propusiera la
Revolución Francesa en 1789, tan lejos ciedad, quizás mucho mayor que sociedades pasadas en
de haberse realizado a más de 200 años la vida humana. Desde las tarjetas de crédito hasta los
de su proclama. distintos sistemas de ayuda social, toda la población
está absolutamente identificada hasta en sus hábitos de
48 Emilio Pauselli
consumo. Las nuevas posibilidades comunicativas,
como Internet, también refuerzan ese control15. 15
Una de las principales líneas de
acción que financia el BID –Banco
El trabajo también ha seguido ese camino. Si Interamericano de Desarrollo– dentro
bien el aumento de la división del trabajo ha diversi- de las acciones de mejoramiento
ficado las actividades laborales, el control institucio- social, se destina a favorecer la
nal sobre éstas es inmenso. Por eso no trabaja la madre obtención de documentación personal
que educa a sus hijos, porque esa actividad no está ti-
de la totalidad de la población de los
países latinoamericanos. El registro de
pificada como trabajo. “La madre que se queda en el la población enfrenta dificultades, en
hogar seguiría sin tener ‘trabajo’ aunque existiera un especial en los grupos más pobres. La
subsidio social igual al salario de una puericultora. Se- idea de que tenerlos identificados va a
guiría siempre sin tener ‘trabajo’ aunque también tu- mejorar su vida pasa la raya de la
viera un diploma de educadora. ¿Y eso por qué? Por-
ingenuidad; sí parece ser necesario
para tenerlos más controlados y, en
que el ‘trabajo’ está definido como una actividad so- caso de necesidad, más reprimidos.
cial, destinada a inscribirse en el flujo de los Ver Oportunidades para la mayoría,
intercambios sociales a escala de toda la sociedad. Su Banco Interamericano de Desarrollo,
remuneración testimonia esta inserción, pero tampoco Washington, 2006.
es lo esencial16: lo esencial es que el ‘trabajo’ llena una
función socialmente identificada y normalizada en la Efectivamente. Hay trabajos no
producción y la reproducción del todo social. Y para
16
50 Emilio Pauselli
Para evitar equívocos, vamos a aclarar que todo
trabajo es una actividad socialmente codificada. Pen-
sar el trabajo como una actividad natural del hombre
aislado es, en términos de Marx, una robinsonada. Lo
que se señala al denunciar que el trabajo ya no se en-
cuentra en el trabajo capitalista, es que el código de
esta forma social de trabajo ya no satisface aquellos
requerimientos básicos que como seres humanos ha-
cemos al trabajo.
Tampoco se afirma que el trabajo haya degene-
rado hasta la práctica social actual; no creemos en un
paraíso perdido. De hecho, el trabajo capitalista re-
emplazó parcialmente formas de esclavitud personal y
de servidumbre menos deseadas aún. Lo que se quiere
afirmar es que la definición capitalista del trabajo ha
devenido exageradamente unilateral ya que casi su
único criterio es la rentabilidad del capital. Toda acti-
vidad que no produce ganancias al capital no es tra-
bajo20. No se trata ni siquiera de recuperar otros senti- Como se pregunta Viviane Forrester:
dos del trabajo, sino de crearlos. La ineficacia y la falta
20
52 Emilio Pauselli
pérdida de eficiencia del control ejercido sobre las per-
sonas por el poder económico, en tanto éstas son pro-
ductoras y consumidoras, éste “debe ahora buscar do-
minarlos también en su tiempo disponible, en las ac-
tividades no productivas, no materiales, por las cuales
se producen a sí mismos. [...] El aflojamiento de las
restricciones socializadoras y las posibilidades de una
autonomía creciente de las personas deben entonces
ser presentadas como vacíos amenazantes, en los cua-
les las identidades de recambio ofrecidas en el mer-
cado por las industrias de la moda, de la “comunica-
ción”, de la cultura, del entretenimiento y de la salud
evitarán que caigan los individuos”23. 23
No me haga decir lo que usted ya
sabe: Gorz.
A este respecto juega un papel destacado la edu-
cación superior. Cada vez nos acobardamos más los
que tenemos alguna actividad en selección de personas
para puestos directivos de empresas al tener que en-
frentar a los candidatos “potables” para esas funciones.
Parece existir una relación directa entre la realización
de posgrados, maestrías, doctorados y otros estudios, y
una profunda incomprensión del mundo. Las relacio-
nes sociales del trabajo pasan a ser funciones y la ma-
terialidad de la producción una esfera desconocida.
Claro que estas personas, así entrenadas, son
funcionales a las necesidades de las organizaciones ac-
tuales, ya que éstas no progresan en base a su eficacia
ni a su eficiencia, sino a sus relaciones de poder, es-
pecialmente financiero. Si usted se siente escandali-
zado por esta afirmación le pedimos disculpas, pero si
en algún lugar no habita la racionalidad humana es en
las actividades de las empresas capitalistas. Y no nos
referimos a temas de largo plazo, como la conserva-
ción del medio ambiente o la preservación de la so-
ciedad humana. Nos referimos a su actividad diaria, a
la suma de decisiones irracionales que se toman por
moda, por conveniencia o por la necesidad de mante-
ner los inestables sistemas de poder en estas organi-
zaciones.
54 Emilio Pauselli
quiero quedarme con su mercado y fabricar en otra
parte. Bueno, es más barato fabricar en otra parte, dirá
alguien con razón. Pero no es este el caso en muchas
ocasiones y ésta va a ser una experiencia cada vez más
frecuente ante la necesidad de los países centrales de
recuperar trabajo para sus sociedades. ¿Es que es más
barato fabricar válvulas para motores en Alemania que
en Rafaela? La Argentina, lamentablemente, es toda-
vía un país donde los capitales internacionales pueden
comprar fábricas para cerrarlas. Esto parece natural
porque es una de las estrategias que desde antiguo han
utilizado también los capitalistas argentinos para am-
pliar su dominio del mercado, siendo probablemente
el caso paradigmático el del acero.
Pero hemos llegado hasta aquí hablando de
cómo el poder económico ha desarrollado maneras al-
ternativas de dominio sobre las personas. La manera
en que algunos miles de personas, todas ellas con es-
tudios superiores, dirigen las empresas y los países es
un serio llamado de alerta. La reciente estafa que entre
los dirigentes políticos de las principales potencias y
los banqueros han realizado con la consecuencia de
millones de puestos de trabajo perdidos debe hacer-
nos reflexionar al respecto. Sobre todo cuando las so-
ciedades no pudieron impedir que esos mismos Esta-
dos favorecieran con billones de dólares a esos mis-
mos bancos causantes del desastre.
Habrá que creer que, efectivamente, “el mundo
que se instala bajo el signo de la cibernética, la auto-
matización y las tecnologías revolucionarias, y que
desde ahora ejerce el poder, parece zafarse, parape-
tarse en zonas herméticas, casi esotéricas. Ha dejado
de ser sincrónico con nosotros”25. Viviane Forreter. El horror económico.
Ni las personas desempleadas o subempleadas
25
56 Emilio Pauselli
Capítulo 4
durante los períodos de gobierno más libremercadistas el PBI, consultar Qué es bueno, qué es
es cuando más puestos de trabajo se pierden. Menos se
mejor. La medida del progreso en
economía. Ing. Enrique Martínez.
nos cree aun cuando afirmamos que casi el cien por Presidente del INTI. En Debates para
ciento de las demandas de sectores pobres y margina- honrar el Bicentenario. Nº 1, marzo de
dos es tener un trabajo. 2010.
58 Emilio Pauselli
amenazas y seguridades”. Esta afirmación, que pone
en duda la creencia ingenua de que en la actualidad a
través de los medios de comunicación estaríamos in-
formados de “lo que ocurre” en la realidad, nos lleva a
preguntarnos sobre cuál es el verdadero estatus de ver-
dad de las afirmaciones públicas sobre este y otros
temas. La tesis de Edelman es que las noticias políticas
no son un relato de hechos ante los que la gente reac-
ciona, sino la creación de públicos interesados en el
tema. “Convertir la ambigüedad en certidumbre, las
personas multivalentes en egos con ideologías fijadas,
y las predilecciones del observador en la esencia de la
racionalidad, es un incentivo que penetra el discurso
cotidiano y la práctica de la ciencia social”4. 4
Edelman sí.
Así, la explicación de por qué millones de per-
sonas no tienen trabajo o tienen un trabajo precario,
no resultaría de un estudio sistemático sobre la gene-
ración y la eliminación de lo que se denomina “tra-
bajo”, sino que estaría expresando en sus distintas ver-
siones intereses y creencias de diversos actores socia-
les. Estas versiones también se interpenetran: así, es
posible oír a dirigentes de agrupaciones de desocupa-
dos hablar de que sus representados deben recuperar la
cultura del trabajo, o a empresas que sistemáticamente
reducen puestos de trabajo incluir en sus logros de res-
ponsabilidad social empresaria la creación de fuentes
de trabajo.
Esa ambigüedad es posible porque los “proble-
mas sociales” siempre tienen dos caras: una habla de
los perjuicios mientras otra habla de los beneficios
que producen. “El término ‘problema’ solo vela te-
nuemente el sentido en el que las condiciones deplo-
radas crean oportunidades. Hay otros modos de refe-
rirse a los beneficios que producen los problemas:
abundancia de mano de obra, evitación de la interfe-
rencia gubernativa en los mercados del trabajo y de
productos, un clima comercial favorable, incentivos
para la ambición”5. 5
Edelman vuelve.
60 Emilio Pauselli
Días pasados recibí en mi casa un folleto de un
grupo religioso que estaba encabezado por la siguiente
pregunta: “¿Sabe usted quién gobierna el mundo?” La
respuesta, claro está, era “el demonio”. Me quedé pen-
sando que, en algún sentido, yo también estaba ha-
blando de ese tema. Pero a diferencia de ese ser ma-
ligno que se ocupaba activamente de que ocurriera el
mal, mi demonio era un ser anodino que cuidaba de
sus inversiones y poco le importaba lo que ocurría en
el planeta salvo que afectara su manera de obtener ga-
nancias. Es más, hasta era un demonio inconsciente
que, como subjetividad, incluso se lamentara de que
tantas otras personas no tuvieran una vida mediana-
mente digna; situación con la que, obviamente, él no
tenía nada que ver y, sobre todo, nada que hacer8. “¿Por qué esta casta habría de
8
Desocupación y desocupados
Hace muchos años, en una entrevista de selección la-
boral, pregunto a una mujer si en ese momento se ha-
llaba desocupada. La entrevistada me corrigió di-
62 Emilio Pauselli
pleno empleo asociada al Estado de bienestar donde,
efectivamente, el acceso al trabajo era un problema
absolutamente menor.
Sobre el primero de los fenómenos, no hace falta
remontarse a la Europa de hace cuatrocientos años ni
volver a leer La situación de la clase obrera en Ingla-
terra10. Basta con reconstruir, por ejemplo, la historia Federico Engels, 1845.
del desarrollo de los ingenios azucareros en el norte
10
64 Emilio Pauselli
ser informado por su médico que tenía pólipos intes-
tinales y que debía someterse a una cirugía, hizo una
lipotimia y se desmayó. Luego de reanimarlo, el fa-
cultativo le dijo: “Amigo, no se ponga así, el 99% de
estos casos son benignos”, a lo que mi amigo, avisado
en cosas de la vida además de las derivadas de las es-
tadísticas, le respondió: “Es que, sabe usted, si a mi
me toca el 1 % para mí va a ser el cien por cien”. Para
el cien por ciento de los millones de desocupados que
habitan el planeta la vida es un infierno.
Pero los índices tampoco son neutrales, en su
definición se expresan las ideas que la sociedad tiene
sobre el trabajo y, más grave aún, se establecen cate-
gorías que no resistirían el menor análisis de sentido
común. Por ejemplo, para que una persona no esté des-
ocupada, en muchas mediciones basta con que haya
trabajado una hora la semana anterior. Si preguntára-
mos a diversas personas si consideran que una persona
en esas condiciones está ocupada, creo que difícil-
mente alguien respondería afirmativamente. En otras
mediciones, si la persona no ha buscado trabajo en el
último mes, tampoco se la considera como desem-
pleada, desconociendo el fenómeno tan estudiado del
desánimo que va ganando a las personas que buscan
trabajo durante largos períodos sin hallarlo.
Tampoco se repara en la calidad ni el estatus
legal del trabajo de las personas. Las mismas estadís-
ticas que muestran este tipo de “ocupación”, recono-
cen que gran parte de la fuerza laboral trabaja en con-
diciones precarias, fuera de la ley, “en negro” como
se dice en Argentina, o que la formalidad de su trabajo
se reduce a un “contrato basura”, sin ninguna obliga-
ción de permanencia en el tiempo para el empleador,
o directamente se cuenta como ocupados a los benefi-
ciarios de diversos planes sociales que no tienen nin-
guna relación con el trabajo.
Aun construidos de esta manera, los índices de
desempleo muestran a una parte importante de la po-
66 Emilio Pauselli
manda de trabajadores, como fue en algunas ramas
desde el 2003 hasta el 2005 por procesos de sustitu-
ción de importaciones en Argentina, recrudece el dis-
curso sobre la cultura del trabajo. Esos trabajadores
que necesitan las empresas no están disponibles para
trabajar, justamente porque han desarrollado algún sis-
tema autogestionado de vida. No quieren volver a la
empresa ya que han hecho la experiencia de lo efímero
que es el compromiso de ésta con él: apenas dismi-
nuya el trabajo, nuevamente serán despedidos.
¿En qué quedamos entonces? Cuando la em-
presa no necesita trabajadores es virtuoso que éstos se
arreglen de alguna manera por su cuenta. Pero cuando
los necesita porque tiene una oportunidad de ampliar
sus ganancias, entonces los trabajadores deben aban-
donar sus actividades y volver a emplearse. Esta am-
bivalencia es expresada permanentemente por los de-
cisores políticos y los responsables de áreas de em-
pleo, no se sabe si por la falta de comprensión del
problema o simplemente por otras causas.
Por un lado se habla de “trabajo decente”
cuando, en la realidad de las sociedades latinoameri-
canas, aproximadamente la mitad del trabajo existente
es, justamente, indecente. Por otro lado se insiste en
estrategias de precarización del empleo, disminuyendo
las obligaciones para los empleadores controlados y
permitiendo, por no ejercicio del poder de policía del
Estado, la existencia de formas de trabajo no permiti-
das por la ley.
En fin, esta es una breve reseña para mostrar la
poca seriedad del discurso y de las políticas referidas
al trabajo. La misma ambigüedad en la expresión del
problema se expresa a la hora de posicionarse frente a
los afectados por el desempleo. Éstos son vistos alter-
nativamente como víctimas de un problema social a
los que hay que proteger, o como desadaptados socia-
les. Una de las tácticas-consuelo que emplean los go-
biernos es considerar que el desempleo es siempre he-
68 Emilio Pauselli
mitigue los efectos de la falta de trabajo será un estí-
mulo para que las personas no trabajen.
El diario Ámbito Financiero, vocero de intereses
empresariales, lo explica con brutal crudeza: indica
con título catástrofe que “falta mano de obra para la
cosecha” de uvas y aceitunas “por auge de los subsi-
dios”. Pero veamos la nota. “La causa principal [de la
falta de mano de obra] según los empleadores es el
temor de los obreros de perder la Asignación Univer-
sal por Hijo y demás subsidios y programas sociales
que el Gobierno otorga a los desocupados”. Claro,
¡cómo es que no prefieren trabajar dos o tres meses,
que es el período que dura la cosecha, y despreocu-
parse de lo que pasa el resto del año con sus ingre-
sos!12 Pero el diario termina aclarando su idea: “La crí- 12
Por otra parte, esta interrupción es
tica situación se repite igual que la campaña pasada una situación contemplada por dichos
pero con el agravante de la intensificación de los con-
planes aunque puede a veces existir
alguna complicación administrativa
troles de indocumentados dispuesto por las autorida- para hacerla efectiva.
des nacionales, que frenó el impulso de la mano de
obra ‘golondrina’ que año a año peregrina desde Bo-
livia”13. En fin, está claro que son estos gobiernos que Ámbito Financiero, Buenos Aires,
13
económico.
racional para vivir en este mundo donde, sin embargo,
“Porque te dan tu parte. Cuando te llegaron a la vida”15.
16
70 Emilio Pauselli
Capítulo 5
72 Emilio Pauselli
nismos especializados en la materia que ya venían
alertando sobre esta situación en la región desde los
años 80 del siglo pasado2. La segunda, y en parte re- Ver la producción de la CINTEFOR –
lacionada con la primera, su falta de eficacia. La ter-
2
Conocimientos y habilidades:
el primer paso de la danza de la lluvia
La mayoría de las acciones que actualmente se des-
pliegan como programas orientados a generar trabajo
están moldeadas en la matriz de las políticas de orga-
nismos financieros multilaterales: Banco Mundial y
Banco Interamericano de Desarrollo. Debería llamar
la atención, en primer lugar, que las políticas sociales
sean elaboradas y fiscalizadas por dos entidades fi-
nancieras. Superada esa perplejidad, no es posible ig-
norar la relación de esos organismos con un modelo
de “progreso” que hoy está en crisis en todos los lu-
gares del mundo donde sus políticas han sido las pre-
dominantes. Eso genera una lógica que, aplicada a los
programas sociales, desplaza la mirada de las causas
que generan la inequidad y eliminan la necesidad de
trabajo humano, trasladando la responsabilidad a dis-
tintos tipos de factores, como son las denominadas es-
casas capacidades de las personas sin trabajo, la su-
puesta falta de espíritu emprendedor por parte de las
mismas, el denominado mal hábito que implica la
Productiva, desarrollado en la
Argentina durante la década de los 90; personas desocupadas éstas conseguirían incorporarse
fue creado por los contratos de al mercado de trabajo. Estas orientaciones, además de
un profundo desconocimiento de lo que ocurre en ese
préstamo con el Banco Interamericano
de Desarrollo 925/SFAR
y 816/OC-AR. Incluyó dentro de sus ámbito, parten de un diagnóstico implícito: el pro-
componentes el Proyecto Imagen, blema reside en las personas o, como se dice hasta el
Proyecto Joven y Proyecto cansancio, éstas no tienen los conocimientos que el
Microempresas. Se calcula que su mercado demanda.
presupuesto fue del orden de los 400
millones de dólares. Durante el período Los cultores de tales ideas, impasibles ante la
de su vigencia –1994 a 1997– se falta de resultados de programas millonarios como el
produjo la triplicación de la
PARP3 o como el Seguro de Capacitación y Empleo4,
esgrimen la prueba que consideran el fin de toda dis-
desocupación en la Argentina,
situación que se mantuvo sin variantes
hasta aproximadamente el 2005. Su cusión: las empresas requieren de mano de obra y no
impacto fue nulo. la consiguen, es necesario formarla.
Programa desarrollado desde el 2004 Allí comienza la clase inicial: tome al aprendiz
por los hombros y gírelo hasta que visualice la com-
4
74 Emilio Pauselli
Carpintero, albañil, electricista, operador de PC,
mozo…, puede ser. Médico, abogado, contador, inge-
niero, historiador…, ni se le ocurra, eso no es para él.
En el año 2003 estábamos realizando un taller
en la Provincia de Jujuy con personas que atendían co-
medores comunitarios y estaban incorporando la idea
de que la solución a mediano plazo para las personas
que concurrían a los mismos no era la asistencia ali-
menticia sino la obtención de trabajo. Paralelamente,
existía una oferta variada de programas que estimula-
ban la formación en oficios. En una dramatización rea-
lizada en ese taller, dos personas informaban a los jó-
venes sobre esas posibilidades que incluían, efectiva-
mente, albañilería y carpintería. Uno de los que
personificó a “un joven”, cuando escucha la oferta,
queda dubitativo, no se decide por ninguna de las dos
alternativas. Entonces quien personificaba a “la insti-
tución”5 le pregunta que, si no le gusta ninguna de las 5
Cuando usamos la palabra
dos opciones, ¿qué es lo que quiere hacer? El “joven” “institución” nos estamos refiriendo,
responde: “Me gustaría seguir estudiando la secunda- en un margen, al resultado de la
ria”. La “institución” piensa unos segundos y se escu-
actividad instituyente de la sociedad,
en el sentido que lo utiliza Castoriadis
cha decir a sí misma, con espanto propio y generali- en la obra citada, por lo que en muchos
zado: “Pero…, eso no es para vos”. casos será sinónimo de “instituido”. En
el otro margen estaremos usando la
Queda pendiente la afirmación de que las em- idea de institución como red de
presas no encuentran la mano de obra que necesitan. prácticas reconocibles, en el sentido
Las reflexiones circulantes basadas en las demandas que lo usa Ignacio Lewkowicz:
específicas de especialidades, que hoy el mercado de “Nuestro principio historiador de
trabajo no logra resolver satisfactoriamente, pierden
existencias es laxo pero pródigo. No
antepone requisitos de coherencia
de vista la desproporción entre la escasa magnitud de lógica ni de consistencia ontológica.
los especialistas solicitados por un lado y los millones Algo existe para el discurso si se anota
de personas que no tienen un puesto de trabajo ni ofre- con su nombre en una red de prácticas.
cido ni autocreado. Si hay un nombre y una red de
prácticas en que algo funciona, ese
Cuando desde el mundo empresario se dice que algo constituye una institución”, en La
falta tal o cual tipo de mano de obra especializada, la locura enloquecida, 2004.
primera respuesta no debería ser invertir recursos para
formar personas en esas especialidades. La primera re-
acción debería ser constatar esa afirmación. Coordi-
nando un taller de desarrollo productivo donde parti-
76 Emilio Pauselli
es un oficio efectivamente diezmado por los largos
años de importaciones sin barreras que destruyó gran
parte de la industria nacional. Como su empresa pres-
taba servicios en un parque industrial, hicimos una in-
vestigación sobre el volumen de la demanda de ma-
triceros en dicho ámbito. En verdad, era la única em-
presa de las que necesitaban operarios con esa
especialidad que carecía de ella. La política de la em-
presa consistió durante muchos años en la importación
de piezas de repuesto, lo que la llevó a no desarrollar
una capacidad de matricería propia, salvo para de-
mandas muy simples. La modificación de la situación
cambiaria hacía conveniente comenzar a fabricar y,
ante esa oportunidad de beneficios, resultaba que “no
había mano de obra”. La verdad es que en poco tiempo
conseguimos la persona que la empresa necesitaba:
ésta indicó que solo trabajaría de lunes a jueves porque
de viernes a domingo se dedicaba a sus nietos, y que
debían buscarlo en auto en su casa y llevarlo nueva-
mente a su domicilio al finalizar la jornada de trabajo.
¡Eso es funcionamiento del mercado!
Año 2006: una cámara de empresas de la cons-
trucción solicita se forme a oficiales albañiles ya que la
demanda de trabajo supera en mucho la oferta de esa
especialidad. Consultados al respecto, indicamos que,
de acuerdo a estudios realizados recientemente, en ese
mercado no faltaba tal tipo de mano de obra. ¿Los em-
presarios eran unos mentirosos? No, solo que no con-
seguían contratar a precio de convenio. ¿Por qué?: esos
precios eran tan bajos que cualquier albañil experi-
mentado obtenía el mismo ingreso haciendo dos o tres
pequeños trabajos por mes que trabajando de lunes a
sábado para la empresa. En un convenio entre el Es-
tado y la UOCRA7 se formaron seiscientos jóvenes en 7
Unión Obrera de la Construcción de la
esas actividades y se le entregó a las empresas deman- República Argentina, sindicato que
dantes los listados con las personas capacitadas. A un agrupa a los trabajadores el sector.
78 Emilio Pauselli
menos de 200 horas, nadie gana menos de $ 1.600”.
Pero un programa de “fomento” del empleo denomi-
nado Jóvenes por Más y Mejor Trabajo9 ofrece a los 9
Desarrollado por el Ministerio de
empresarios aprendices por valor de 500 pesos men- Trabajo y Seguridad Social de la
suales, de los cuales 375 paga el Estado. Mucha ten- Argentina
tación ¿no?
Pero puede ocurrir que, una vez dominado este
primer paso, siga sin llover para esa persona. Domina
el baile pero le falta actitud: allá vamos.
80 Emilio Pauselli
por una ministra que terminaba afirmando más o
menos lo siguiente: “Después de realizar esta expe-
riencia, su futuro depende de usted, porque se acabó el
Uruguay del ‘no se puede’ ”.
Las personas, para evitar el sufrimiento de la
culpa, podemos hacer cualquier cosa. En este caso,
responsabilizar de su situación de postergación social
a los postergados. Yo le enseñé el paso con esmero du-
rante seis meses y si usted no logra que llueva, ya no
es mi problema.
Un buen manejo de la actitud también agota rá-
pidamente la vida útil del bailarín. Así lo certifican
centenares de jóvenes profesionales captados por las
grandes organizaciones a través de programas de Jó-
venes Profesionales o directamente contratados para
ocupar lugares subalternos en las distintas gerencias
de la empresa. Mientras estos jóvenes roban el tiempo
a su descanso y a su familia para entregarlo a su con-
tratante, otros jóvenes se están formando acelerada-
mente para reemplazarlo; son los que –como él antes–
pueden subvencionar su desocupación. En pocos años,
ese profesional que trabajó promedio 12 horas diarias
para la empresa ha quedado obsoleto: no tuvo tiempo
para actualizarse, para leer, para hacer nuevos cursos;
un nuevo “joven exitoso, talentoso y pujante”, con ex-
celente actitud, tomará su lugar.
Claro que no estamos diciendo que no tengan
importancia los conocimientos, las habilidades y el do-
minio de los códigos. Sería como decir que no es bueno
un analgésico para el dolor de cabeza. Lo que estamos
diciendo es que el analgésico no cura el cáncer.
82 Emilio Pauselli
eficiencia, de mejorar la estructura de costos, de ha-
cerse competitivo a nivel internacional, se habla en
verdad de utilizar menos mano de obra, o más barata.
Con este resultado de la evolución social pro-
ducido en las últimas décadas, asociar estrategias de
inserción productiva al estímulo del carácter empren-
dedor equivale a decirle a millones de personas: “el
98 % de los recursos ya tiene dueño, con el 2 % res-
tante todos ustedes deben organizar su vida”. La única
manera ética de asociar desarrollo con capacidad em-
prendedora estará vinculada a una profunda redistri-
bución progresiva de la tierra, la tecnología y el di- “Gatopardismo” es una expresión
13
86 Emilio Pauselli
que no son incorporados por el mercado de trabajo no
tienen bienes de producción –ni aun sencillos–, no tie-
nen tierra para pequeñas producciones alimentarias,
se ven sometidos a la competencia de los grandes gru-
pos económicos y, lo que es más grave, no tienen ya
los conocimientos culturales que les permitían soste-
nerse en ese círculo de autosuficiencia.
Esta tensión entre el discurso de la educación y la
realidad de la falta de demanda de trabajadores es uno
de los terrenos donde se expresa con crudeza la tensión
entre la actividad instituyente de las sociedades y la re-
sistencia de lo instituido2. Es probable que la falta de 2
Sobre este tema se puede consultar la
opciones de las sociedades actuales para incorporar a la obra de Cornelius Castoriadis, La
totalidad de sus miembros a procesos productivos y, de institución imaginaria de la sociedad.
esta manera, garantizar su inclusión social, esté en la
base de esta resistencia a aceptar que aun la formación
profesional tiene un bajo impacto en la inserción pro-
ductiva de las personas. Pero, aplicado a cualquier pro-
yecto de capacitación para el trabajo que hace segui-
miento de sus egresados, esto es una evidencia.
Esta compleja situación se agrava cuando vemos
las prácticas de la educación de adultos, concebida
casi enteramente como una práctica remedial que
apunta a compensar las fallas del sistema educativo
que considera al niño en la escuela primaria, al ado-
lescente en la escuela media y al joven adulto en la
universidad. Todos los caídos de ese “tren de la edu-
cación” deben ser recogidos por la educación de adul-
tos. Las necesidades educativas de los adultos que han
completado con éxito esos tramos educativos y cuya
expectativa de vida se extiende en un mundo cam-
biante, parecen no tener existencia en las estrategias
educativas actuales.
Análisis realizado en el marco de la Esta frase está tomada al azar y se puede en-
contrar en muchísimos documentos, tanto de organis-
4
88 Emilio Pauselli
ciones de hacinamiento”, o “problema que se agudiza
cuando se muere de enfermedades curables”, o “pro-
blema que se agudiza cuando no se tiene cuenta co-
rriente en el sistema bancario”, o “problema que se
agudiza cuando no se ha viajado a Europa”, y todos
esos finales tendrían la misma exactitud estadística
que el primero mencionado.
Sin embargo, la afirmación citada es el funda-
mento de copiosos programas que suponen, sin nin-
gún fundamento, que esa preparación le permitirá a
los desempleados encontrar trabajo. Por el contrario,
no se ha pensado en que proveer de agua potable a
toda la población, mejorar su acceso a la salud, ga-
rantizar la vivienda digna, tenga algo que ver con el
trabajo. Menos aún se ha pensado en hacerlos viajar a
Europa.
En verdad, la afirmación citada contiene un
enorme, monstruoso error. Con toda su apariencia de
inocencia y de verdad está expresando una mentira ma-
yúscula. ¿Por qué mayúscula? Porque no solo la reali-
dad no es aproximadamente así, sino que es exacta-
mente al revés. La población que no ha alcanzado ma-
yores niveles de escolaridad ha sido porque ellos o sus
padres no han tenido trabajo. La falta de trabajo es la
misma causa por la que no tienen agua potable, vi-
vienda digna, acceso a la salud ni cuenta bancaria.
Se puede decir en defensa de esa frase que, en
todo caso, está expresando la verdad de un resultado.
Pero no es esa la conclusión que se desprende de ese
tipo de expresiones. Las afirmaciones como las men-
cionadas no se orientan a indicar consecuencias sino
causas. Lo que vienen a decir es que, ¡oh!, descubierto
el origen del problema –en este caso el bajo nivel de
escolaridad– solo hay que poner manos a la obra: a
educar se ha dicho. No hay ningún problema en el sis-
tema, todo funciona bien, solo hay que ayudar a los
retrasados a encontrar el paso.
90 Emilio Pauselli
tener cierto vínculo con las demandas productivas,
otras ramas de la enseñanza probablemente tienen aún
más dificultades en definir el perfil deseable de sus
egresados. Segmentos educativos que en teoría debe-
rían adaptarse mejor al cambio, como los denomina-
dos “no formales”, parecen tener más retraso aún: pe-
luquería, prácticas de escritorio y corte y confección
tienen poco que ver con estética integral, computación
o industria textil.
Si a esto sumamos las condiciones reales de los
formadores, tanto en lo que hace a las limitaciones de
su preparación profesional como a sus condiciones de
trabajo, estamos ante un nudo de problemas que efec-
tivamente hay que desatar para favorecer la inclusión
productiva.
Sin embargo, es en este terreno donde las posi-
bilidades de mejora parecen más inmediatas. Lo que la
sociedad no quiere ver es que la falta de trabajo no es
causada por una formación inadecuada –aunque ésta
pueda ser mejorada–, sino por un funcionamiento sis-
témico del modelo.
El segundo aspecto comprendido en la demanda
que se realiza al sector educativo tiene ya que ver con
lo actitudinal y es mucho más difícil de resolver. Los
jóvenes egresados, en este caso tanto del nivel medio
como del terciario o universitario, no cuentan con la
actitud “proactiva”, “independiente”, “responsable” y
“flexible” que demanda el mercado de trabajo. No lo-
gran relacionarse adecuadamente con otras personas
que les permitirían acceder a trabajos, o les cuesta
adaptarse a ámbitos de trabajo. No tienen el lenguaje
ni la práctica adecuados para insertarse en el mundo
del trabajo.
Sin desconocer lo que las escuelas y universi-
dades pueden hacer en estos aspectos, esta demanda
en muchos casos transfiere a la educación responsa-
bilidades de socialización que tradicionalmente se re-
92 Emilio Pauselli
van creciendo en edad y carecen de ciertas habilidades
sociales que exhibirían si hubieran tenido la oportuni-
dad de insertarse en el mundo del trabajo. Revertir esa
demanda sobre la educación es como pedirle que pro-
duzca jóvenes que tengan una experiencia de vida
como si hubieran vivido. Parece mucho ¿no?
Este tipo de demanda expresa, ante la desarticu-
lación de los mecanismos que sostenían la vida social
tradicionalmente, el deseo de que alguien se haga cargo
de remediar el desastre. No incluye ni el análisis de las
causas por las que esa manera de vida ha llegado a su
fin, ni las reales posibilidades de las instituciones de-
rivadas de ese modelo para hacerse cargo de los cam-
bios. Así, las escuelas son crecientemente un recurso
para paliar la crisis alimentaria, garantizando a sus asis-
tentes el “vaso de leche” o instalando directamente co-
medores para sus asistentes; también se cuenta con
ellas para aplicar distintos tipos de planes sanitarios,
especialmente con la niñez, y así de seguido.
Mientras tanto, estas ilusiones son reforzadas
desde el mensaje del poder. Muchos planteos genero-
sos creen que la educación todo lo puede y solo se
trata de aumentar sus recursos. Otros, más mezquinos
e irresponsables, culpan de la situación “a los maes-
tros”, quienes no cumplirían adecuadamente con sus
funciones profesionales. Mientras tanto, éstos expo-
nen diariamente su salud psíquica y física para en-
frentarse a sus educandos y su entorno social, que re-
sultaron totalmente distintos de aquello para lo que
fueron preparados en los institutos académicos.
Si la escuela puede dar de comer, puede vacunar,
puede prevenir, puede formar adultos antes de ingre-
sar al mundo adulto, sería una buena idea disolver el
Estado y toda otra organización social y transformar la
sociedad en una gran escuela. Aunque, claro, empeza-
ría la pelea por quién es el Director... ¿No hay una teo-
ría sobre el origen divino del poder de los directores?
94 Emilio Pauselli
ante una educación que engaña a sus educandos y que
se coloca como una fuerza hostil frente a las necesi-
dades de las clases populares. Eso es lo que expresa
con crudeza Vivianne Forrester al decir sobre la edu-
cación en Francia que “cualquiera sea su valor y ne-
cesidad, los docentes y la institución escolar están vin-
culados con quienes excluyen y humillan, con quie-
nes relegaron a sus padres (y por lo tanto a sus hijos)
a callejones sin salida para abandonarlos ahí, encerra- Viviane Forrester. El horror
dos fuera de la vida por el resto de sus vidas. Son los
7
96 Emilio Pauselli
bailar la danza de la lluvia, ignorando la propia expe-
riencia de los miles de docentes que deben luchar du-
ramente para obtener un mínimo de dignidad en el tra-
bajo que ejercen. ¿Por qué imagino que lo que yo ape-
nas puedo resolver estando sindicalizado y
actualizándome de manera permanente, mi alumno lo
obtendrá gracias a unos conocimientos técnicos que le
impartiré en un semestre o en dos años? Y además, no
se trata de Maya Plisétskaya11: las propias prácticas edu- Legendaria bailarina rusa del ballet
cativas derrapan con poca gracia por los escenarios so-
11
98 Emilio Pauselli
Lo que está centralmente cuestionado es el pro- implica que lo necesario para sostener
pio concepto de trabajo. Dicho concepto está cons- nuestra vida es una construcción
truido culturalmente sobre el par inclusión-exclusión12
cultural. “La sociedad misma, así como
produce al hombre como hombre, es
que determina, a través de las condiciones de desem- producida por él. La actividad y el goce,
peño de la actividad, qué será considerado socialmente tanto por su contenido cuanto por su
como trabajo y qué no, aunque esté constituido por las género de origen, son sociales; son
mismas operaciones físicas e intelectuales en el actividad social y goce social. La
mundo.
esencia humana de la naturaleza está
allí solo para el hombre social; porque
El trabajo, como actividad social, no puede tener solo en la sociedad es donde la
una definición unívoca. De hecho ha sido considerado naturaleza existe para él como lazo con
de diferentes maneras en lo que de historia tenemos
el hombre, como existencia de él
mismo para el otro y del otro para él,
como humanidad. Nosotros pensaremos, provisoria- así como elemento vital de la realidad
mente, que el trabajo es la actividad práctico-senso- humana; solo allí ella es para él el
rial que realizamos las personas para proveernos de fundamento de su propia existencia
los medios que necesitamos para sostener nuestra humana. Solo allí su existencia natural
vida13. Nuevas dimensiones del concepto de trabajo
es para él su existencia humana y la
naturaleza se ha convertido para él en
también abren nuevas posibilidades para las presta- el hombre”. Carlos Marx. Manuscritos
ciones educativas. de 1844.
La asociación y la cooperación:
¿para todos o para los marginados?
Los sentimientos humanos de cooperación, fraterni-
dad y ayuda mutua parecen aconsejables solo para los
que quedaron fuera del modelo. Más allá de las de-
claraciones, loables por otra parte, de que la “econo-
mía social” no consiste en una economía para pobres,
lo que no se comprende es cómo esto sea posible, en
la medida que los puestos de trabajo de calidad solo
existan en la economía formal. En sociedades duales,
siempre el espíritu queda del lado de los pobres –así
enaltecidos–, mientras que la riqueza material queda
del otro lado –así escarnecido–. El problema del Ariel
contorsiones de su cuerpo.
En el mundo actual, ese cuerpo cada vez más
despreciado en el mundo del trabajo –no se puede
comparar un robot con un cuerpo humano en orden a
su productividad, queda a la vista– también se utiliza
directamente para conseguir ingresos. Así lo certifi-
can los soldados profesionales, la venta de órganos
para transplante y el turismo sexual. Ese cuerpo di-
vino, el que no se puede matar, el que no se puede
abortar, el que no se puede tocar, ese es el último re-
curso para los danzantes menos afortunados.
Es casi una estrategia de sobrevivencia el que
esos cuerpos se junten, esas almas se unan, esas men-
tes se coordinen. Claro, siempre que no sea para re-
clamar aumento de salarios, trabajo decente o respeto
a los derechos. Esa posibilidad asociativa depende, en
parte, del bailarín. Pero, en parte, también de la música
que toca el mercado.
El programa se llamaba Recursos ser los más desamparados y la causa más bella al
mismo tiempo. El premio para la pareja ganadora es el
20
Trabajo y pobreza
Existe en los últimos años una discrepancia notoria
entre los índices de desocupación y la creencia social
al respecto; independientemente del nivel de esos ín-
En la Argentina ocurre este fenómeno dices2. Mayoritariamente se cree que la desocupación
es mucho mayor que la que aparece reflejada en las
2
Trabajo y derechos
¿En qué consiste el derecho a trabajar? Cuando una
persona no “encuentra” trabajo, ¿a quién debe diri-
girse? Las dificultades para responder a estas pregun-
trabajadores no es “natural”, es la
ideal del trabajador es trabajar la mayor cantidad de forma en que el trabajador ocupado
horas posibles para optimizar su remuneración2. De puede acceder a un ingreso que le
esta manera se realimenta la tendencia a las extensas
permita vivir dignamente.
Históricamente, ha sido una
jornadas de trabajo que, entre otras cosas, elimina o reivindicación de los trabajadores la
impide la creación de nuevos puestos de trabajo. reducción de la jornada de trabajo. El 1º
La reducción de la jornada de trabajo es uno de
de mayo se rememora justamente a los
Mártires de Chicago, asesinados por
los aspectos en que más se nota la necesidad de medi- solicitar las ocho horas de trabajo
das conjuntas entre países de regiones económicas im- diarias.
portantes. De otra manera, restricciones horarias de
carácter nacional solo alterarían las condiciones de
competencia entre unos mercados nacionales y otros. El precio de la hora extraordinaria se
Los que eligieran estas estrategias quedarían en des-
3
“ ‘No puedo yo vivir bien, si los otros teoría económica, de la reducción de la plusvalía ob-
tenida por puesto de trabajo4.
5
Actualización de la definición
de derechos humanos
Otra de las definiciones que impacta directamente en
la creación de trabajo tiene que ver con lo que se con-
sidera el mínimo de condiciones socialmente disponi-
bles que deben gozar los seres humanos.
La definición de qué disponibilidad de energía,
que infraestructura de caminos, qué tipo de educación,
qué clase de vivienda, qué calidad de agua potable y
demás aspectos que hacen a la vida humana, mostra-
rán con claridad la distancia que aún separa a una ma-
yoría de la humanidad de esas prestaciones mínimas.
Así como el concepto de derechos humanos en
algún momento se ha concentrado –por las urgencias
del caso– casi exclusivamente en el derecho a la vida,
hoy nadie discutiría que también forman parte de esos
Este subtítulo reproduce casi La protección del trabajo en las crisis globales
13
20
Un papel muy parcial en esta Recuperación de saberes productivos
dirección se ha intentado duplicando la
indemnización que deben pagar las En el proceso de constitución de las sociedades de
empresas en épocas de crisis. Estas consumo fue necesario hacer retroceder los saberes
medidas no han sido muy eficaces, en productivos de las personas para, de esta manera,
parte porque el volumen de
transformar a todos los productores en consumidores.
Cada producto o servicio que las personas se proveían
“regímenes especiales” o contratos
basura son importantes y quedan
exceptuados de obligaciones a sí mismos o a sus familias era una “pérdida” para la
indemnizatorias, pero especialmente economía de mercado21.
porque, aunque el costo del recurso
humano es muy bajo en el costo Así, la quinta del abuelo que proveía de verdura
general de las empresas, las ganancias a la familia pasó a ser obsoleta; la mamá que cosía
–a veces llamadas ‘ahorros’– que para sus hijos, una muestra de la esclavitud femenina.
produce la eliminación de trabajo Lo realmente moderno era tener un empleo y con el
dinero percibido ir a comprar a la verdulería o a la
humano son mayores que las
“penalidades” que hay que pagar por
hacerlo. tienda. En el mundo actual, la única manera de soste-
ner ese modelo es la extensión de programas univer-
sales de ingresos, por ahora más teóricos que reales.
A su vez, la recuperación de capacidades de las
plejos y su superación –no sabemos a qué costo– está dimensión biológica sino a su
en el futuro, ese reino donde todo es posible e impo-
dimensión social –o humana–. La
existencia biológica es un supuesto de
sible a la vez. aquélla.
Henri Bergson
Capítulo VII.
Esa naturaleza ha quedado lejana, apropiada por
unos pocos, inaccesible para la casi totalidad de los
humanos. La relación del hombre con la naturaleza
en el trabajo es fantasmal: la población agrícola del
mundo se reduce sin remedio y la mayoría de los pues-
tos de trabajo en las ciudades consisten en actividades
de una pobreza sensorial extrema. Se ha desarrollado
una envoltura del trabajo que lo separa de la natura-
leza: consiste en administrar la circulación de los Mi amigo Lino Ochoa, ingeniero
bienes y servicios que enriquece a una minoría3.
3
rosarino especializado en
No se trata, claro está, de reivindicar los traba-
productividad industrial, hijo de un
inmigrante navarro de oficio carpintero,
jos dañinos para el cuerpo o el esfuerzo por el esfuerzo cuando viene a Buenos Aires mira los
mismo. Justamente, gracias al desarrollo de las técni- impresionantes edificios con miles de
cas, el ser humano ha ampliado las posibilidades de oficinas en la zona de Puerto Madero y
no estropear su cuerpo en el trabajo. Solo llamamos la me pregunta: “Emilio, ¿de qué trabaja
atención sobre el empobrecimiento en la utilización
toda esta gente?” En el mismo sentido,
Miguel Cerviño se pregunta si no
de los sentidos de los que estamos provistos en nues- estamos ante la civilización del Homo
tra relación tanto con el mundo natural como con el Dispensator, o sea, administrador de
mundo social. Un mercado de trabajo que creciente- los bienes de otro, aunque con la
mente prescinde de los cuerpos –de manera absoluta y sospecha de que éste esté encubriendo
relativa– nos habla también del mundo que construye.
al Homo Appetens, en el sentido de
“hombre codicioso”.
Y, como decía Walt Whitman, “el cuerpo es el alma”.
Emilio Pauselli
San Miguel de Tucumán. Abril de 2011
[email protected]
1
Con el mismo título, las principales ideas de este apéndice circularon como artículo en el 2008.
2
Ignacio Ramonet, en Le Monde Diplomatique, enero de 1995, La pensée unique.
3
Ignacio Ramonet, en Le Monde Diplomatique en español, 1996, El pensamiento único.
4
Idem.
5
Idem.
6
Esperanza Aguirre, emblemática representante del PP en España y presidente de la Comunidad Autónoma de Ma-
drid, ha indicado que “el pensamiento único es el de la izquierda”.
7
Discurso de Bercy, 29 de abril de 2007.
8
Ver Javier García, julio 1997, Globalización, postmodernimo y pensamiento único, en http://www.marxismo.org (2008)
9
Extraño marxismo, que cree que las ideas desgarran la realidad y no que son el reflejo de una realidad desgarrada.
10
Carlos Marx, La ideología alemana, Capítulo 1.
11
Sobre este tema, se puede consultar La lógica del discurso político, Pauselli, 2003.
12
Recomendamos releer con ojos del siglo XXI nuevamente a Cornelius Castoriadis y su tesis de la “imaginación ra-
dical”. En “La institución imaginaria de la sociedad” ya presenta, en una nota al pie, la advertencia de que si alguna vez
la humanidad aplicara las elaboraciones teóricas de la nueva escuela económica de Chicago –luego los Chicago´s Boy–
se pondría en riesgo el desarrollo de la cultura.
13
Ya en su artículo Ramonet indicaba que “El primer principio del pensamiento único es tan potente que un marxista
distraído no lo cuestionaría: ‘la economía supera a la política’ ”.
14
Ver el artículo ¿Pensamiento único o ausencia de pensamiento? , Máximo Sandín, en http://www.uam.es/perso-
nal_pdi/ciencias/msandin/pensamientounico.htm (2008). Analiza cómo las últimas informaciones obtenidas por la bio-
logía terminan con toda fantasía de darwinismo social ya que el cambio en la propia naturaleza no respondería a un
paradigma de competencia.
15
Para los que estén lo suficientemente desinformados para creer que esa excelencia la ofrece la educación privada
solo diremos que, aunque así fuera, no alcanza para una parte significativa de la población..
16
Este ejemplo permite, adicionalmente, comprender lo relativo de los términos “viabilidad” y “sostenibilidad”. La sos-
tenibilidad y viabilidad de proyectos está en relación directa con la creación y distribución de riqueza.
17
No creemos que la salud hoy sea gratuita; los hospitales carecen de insumos y personal y las personas deben es-
perar meses para ser atendidas. Solo indicamos la diferencia entre la salud como riqueza a construir y el gasto en aten-
der la enfermedad.
18
Latiguillo utilizado por los economistas de la dictadura militar argentina que usurpó el poder entre 1976 y 1983. Había
que fabricar lo que el mundo compraba, daba igual una cosa que otra. Lo que estaba detrás de esto, como la historia
demostró, era un modelo de país factoría sin independencia política.
19
José Ingenieros, 1913, El hombre mediocre, Capítulo 1, I. Tercera Edición de 1917.
20
Como dijera el ex presidente Néstor Kischner en su discurso de asunción ante el Congreso, “el clientelismo político
comenzó cuando empezó a faltar el trabajo”.
1
La base de este apéndice es el artículo denominado La ideología de la historia o los supuestos del modelo terapéu-
tico, Pauselli, 2003.
2
Proceso político liderado por Mao Tsé Tung entre los años 1966 y 1969 orientado a profundizar las transformaciones
revolucionarias en China. La revolución cultural se proponía desplazar a los “cuatro viejos”: las viejas costumbres, los
viejos hábitos, la vieja cultura y los viejos modos de pensar. Personas mal intencionadas reducen este fenómeno a una
lucha interna por el poder en el Partido Comunista Chino.
Apéndice 2 - La ideología de la historia 179
Los efectos in-creíbles de la historia
La noción de que existe una historia y de que esa historia está condicionando nuestro pre-
sente es hoy parte constitutiva de nuestro sistema de percepción, tanto para la prefigura-
ción de los procesos políticos, como de los sociales y personales.
Desde el momento en que la afirmación “la tradición de todas las generaciones muertas
oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”5 se transforma en una categoría ex-
plicativa de acciones y omisiones del hacer humano, ya está incluida la idea de historia
operante, de residuo cultural, de ideas previas condicionantes; en fin, de un accionar hu-
mano influido por lo que anteriormente le ha acontecido a la especie en un universo de-
terminado.
Para nosotros, contemporáneos, esta influencia resulta tan evidente que no nos podemos
imaginar cómo podría pensarse un modelo discontinuo de desarrollo de nuestra cultura. No
hablamos de rupturas producidas por calamidades sociales o naturales, pensamos más bien
en cómo podría construirse una metáfora del hacer humano desde una perspectiva dis-
tinta.
La posición que sostendremos en este apéndice es que la idea de la historia como clave ex-
plicativa del presente contiene una fuerte posición ideológica que denominaremos, por
analogía, “modelo terapéutico”. Esa ideología opera sobre supuestos antropológicos no
confirmados por la propia historia y es una de las causas de la sensación de frustración que,
como contemporáneos, sentimos ante un mundo en aparente proceso de descomposición,
al menos como sociedad basada en una cultura.
Como ya dice el refrán popular, el hombre es el único animal que tropieza dos veces con
la misma piedra. La pregunta del millón es: ¿dónde está la piedra? ¿Quizás en el propio
corazón de cada uno de nosotros?
Gracias a los últimos descubrimientos de la genética, hoy sabemos que la vida no cuenta
con un plan de envejecimiento. La vida termina solo por la acumulación de imperceptibles
errores en los miles de millones de operaciones de perpetuación que en todo momento
3
Denominación de las masivas manifestaciones realizadas en París por estudiantes y trabajadores que incluyeron
huelga general, toma de universidades y de fábricas en el mes de mayo de 1968. Una de las consignas de este mo-
vimiento que quedó en la memoria mundial fue la de Interdit d’interdire –prohibido prohibir–. Personas mal intencio-
nadas dicen que se trató de una revuelta de estudiantes perezosos que no habían preparado sus exámenes.
4
En el año de 1967 en San Francisco, EEUU., se celebró el Human-Be In: A Gathering Of The Tribes –Encuentro
entre humanos: Un encuentro entre las tribus–. En este encuentro, también conocido como “verano del amor”, cientos
de miles de personas escucharon por The Mamas &The Papas el estribillo de San Francisco: “Si vas a San Francisco,
no te olvides de llevar flores en el cabello... Si vas a San Francisco, el verano será una celebración de amor.” Perso-
nas mal intencionadas reducen estos acontecimientos a una reunión de fumados libidinosos.
5
Marx, Carlos, El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Capítulo I.
6
Baruch Spinoza. Ethica more geometrico. 1677.
7
El final de la película Inteligencia artificial presenta un sugerente tratamiento sobre la posibilidad y los límites respecto
a la actualización del pasado.
8
Alejandro Korn, Influencias filosóficas en la evolución nacional. Introducción.
9
Ver José Ingenieros, La simulación en la lucha por la vida.
10
Margaret Mead distingue entre culturas posfigurativas, donde se considera que la verdad está en el pasado; cultu-
ras cofigurativas, donde la verdad está en el presente; y culturas prefigurativas, donde las claves de comprensión se
obtienen de un futuro en ciertos aspectos percibible, aunque aún desconocido. Estos dispositivos pueden acaecer si-
multáneamente en una misma sociedad.
Y estas tareas presentes estarán determinadas por el futuro al que esa sociedad, sus gru-
pos hegemónicos y sus elites –dependiendo de la interacción entre sus miembros– aspi-
ran para su realización individual, y en muchos casos, colectiva.
Parece razonable que un pasado no habilite a cualquier futuro, o al menos, que no sea ele-
gible cualquier futuro al mismo costo de realización. Pero eso es algo a decidir. Y la de-
cisión corresponde a los protagonistas, justamente, de la historia por hacer.
11
Lo “igual” no es “lo mismo”, como dos sillas iguales no son la misma silla. La identidad humana parece construirse
socialmente, y no genéticamente. Mientras el desarrollo genético permite responder a la pregunta ¿qué es?, parece
que solo el desarrollo humano –cultural– permite responder a la pregunta ¿quién es?
12
Queda por tratar la diferencia entre “bien común” y “sentido común”, y entre este último y el “buen sentido”.
13
Y el viaje que proporcionan las sustancias, es, a estos efectos, excesivamente corto.
14
Alejandro Korn, Influencias filosóficas en la evolución nacional.
15
Ídem.
16
Ver La lógica del discurso político, Pauselli 2003.
17
José Saramago, Historia del cerco de Lisboa.
18
Cuando un socialista español dice que Felipe González no es socialista, o un peronista argentino dice que Carlos
Menem no es peronista, solo están diciendo que ellos desean cosas distintas a lo que demuestran desear sus líderes.
La identidad construida sobre el pasado resultó así débil. Claro que siempre habrá otros que seguirán considerándo-
los socialista o peronista respectivamente, y tampoco estarán basándose en el pasado, sino en que ellos –puestos en
el lugar de su líder– hubieran tomado las mismas decisiones.
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Creemos que este ángulo de análisis también puede ser fructífero para pensar sobre los procesos de “sectarismos”,
como los que en la Argentina caracterizan a los grupos organizados autodenominados de izquierda. La diáspora infi-
nita de estos grupos no atendería así tanto a sus fines o a los medios que creen eficaces para alcanzarlos, sino a los
diferentes intereses o deseos de esos grupos y sus líderes.