Libros para Aprender en El Nivel Inicial

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Libros para aprender

en el Nivel Inicial

Documento para docentes

“Tengo miedo y lloro y no me quiero dormir, ¿sabés, mamá?


Porque cuando me duermo cierro los ojos, como los muertos,
que andan todo el tiempo con los ojos cerrados...
—¿Y si te cuento un cuento?
Un cuento, bueno. El de la nena como un carozo...
Y entonces sucede.
Mi mamá abre el libro de tapas azules y las palabras de
adentro del libro empiezan a salir por la boca de mi mamá.
‘Érase una vez una mujer que ansiaba tener una niña, pero
una niña pequeñita que no creciese nunca, para poder
conservarla siempre a su lado...’. Y la voz sigue y sigue, cada
vez más lejana, hablándome de esa nena tan pero tan
chiquita que bastaba el pétalo de una rosa para cubrirla del
frío.
Yo no quiero que el cuento termine. Yo quiero decirle a mi
mamá que me lo cuente otra vez... El mismo cuento, sin
saltarse nada, sin cambiar ninguna palabra. Pero no puedo
hablar. Porque parece que el cuento llegó para llevarse el
miedo y traer el sueño.”

Graciela Cabal, La emoción más antigua

Hoy llegan dos libros nuevos para las casas, que es como decir que llega a
casa la oportunidad de que las chicas y los chicos puedan disfrutar de un momen -
to pleno –y, en lo posible, compartido– mientras los leen. Porque estos libros son
para las chicas y los chicos, para que los miren, los lean, los toquen, los hablen, los
compartan y los inventen.
El acceso a los libros es un derecho, por eso no son un regalo. Esto tiene que ver
con la posibilidad de acercar a todas las chicas y todos los chicos del país a la lectura
de los libros, que son objetos culturales preciados que amplían la mirada.
Seguramente, para muchas de las familias de la comunidad va a ser una am-
pliación de la biblioteca que puedan tener en sus hogares, y para otras familias va a
permitir la inauguración de un espacio. Es importante poder acompañar desde la
escuela estas ampliaciones e inauguraciones, para que estos libros puedan conver-
tirse en esos objetos preciados. Los y las docentes se asumen así como mediadoras
y mediadores de lecturas, y no solo como “los y las que reparten” los libros.
Las familias recibirán los libros junto con un breve documento que sugiere al-
gunas acciones para hacer con ellos para que la lectura crezca y se multiplique.
Aquí presentamos algunas sugerencias de acciones que se pueden poner en diálo-
go con esas otras que están en el documento para las familias, e ideas que se plan -
tean más específicamente como situaciones didácticas para la sala. Son sugeren-
cias, ganas de compartir entusiasmo por la lectura, por la palabra, y esperamos que
les sean útiles y que sean inicios de estos caminos que se hacen andando.
Entonces, algunas ideas.

LIBROS BIENVENIDOS
Sería interesante que en el momento en que cada escuela reciba los libros que
van a las casas, se pueda organizar un evento para reunir a la comunidad y contar-
les de qué se trata y distribuir este material.
Los libros se pueden abrir en ese momento, crear un espacio en un tiempo cor-
to, para invitar a alguien significativo para cada niña o niño para recibir y comenzar
a explorar estos libros. La idea es que no queden dentro de las mochilas, sino que
ese día la familia sepa que tiene la oportunidad de poder leer algo interesante. Y si
queremos ir por más, podemos leer en voz alta algún fragmento de una historia. Se
trata de armar un pequeño evento que presente a los libros y contagie las ganas de
leer.

Hacerlo propio
Recibir un libro es una muy buena ocasión para que cada una y cada uno de las
chicas y los chicos les pongan su nombre. Esto es para que los libros no se pierdan
pero, fundamentalmente, escribir el nombre permite una sensación de mayor
acercamiento e identificar un objeto como propio. Esta escritura puede realizarse
en el encuentro con la comunidad para recibir los libros o en la sala junto con sus
docentes.
Escribir el nombre en los libros, en la portada, es una práctica social significati-
va, poderosa y con pleno sentido. Para esto se puede proponer la copia del nombre
desde los carteles que que haya en la sala con los nombres de las chicas y los chicos.
Es recomendable que estos carteles, que son un insumo importante, estén escritos
en letra de imprenta mayúscula, del mismo color y sin ninguna marca de ilustra-
ción o foto que los identifique más que la escritura misma.
Pueden darse variadas situaciones de reconocimiento y de escritura de los
nombres en las portadas de los libros. Es importante aceptar las escrituras de los
niños y de las niñas, sean o no convencionales. Estas escrituras son el reflejo de un
proceso que va avanzando en la medida en que las y los estudiantes se encuentren
con más oportunidades socialmente significativas en las que deban copiar o escri-
bir por sí mismos su propio nombre.
Para seguir profundizando sobre este tema, recomendamos Leer y escribir el
nombre propio (https://tinyurl.com/presentacion-nombre-propio).

Cuidar y tocar: tocar cuidando


Los libros, cuando llegan, van a estar nuevitos y a veces en las familias hay cier-
to resquemor de que se puedan romper. La escuela puede pensar junto con las fa-
milias que hay marcas de maltrato –que son malas marcas–, pero también hay
marcas de uso que son las que dan cuenta de una historia que avanza y son buenas
para los libros.
Los libros son objetos frágiles de papel y cartón que hay que aprender a usar
para poder disfrutarlos. Ese cuidado también puede ser más espontáneo cuando
las niñas, los niños y sus familias tienen ganas de conservarlos para volver a ellos
una y otra vez.

La biblioteca: el lugar donde viven los libros


El jardín puede dedicar un tiempo a pensar junto con las chicas y los chicos en
dónde ubicarán estos nuevos libros en sus casas. Pueden sumarse a una biblioteca
ya establecida o crear un nuevo espacio donde sus libros estén al alcance y lo mejor
cuidados que sea posible.
Lo importante es que los libros puedan encontrar un lugar para vivir dentro de
las casas y que no se confundan y se deterioren entre juguetes u otros objetos.

MOMENTOS DE LECTURA:
TIEMPOS Y ESPACIOS
Se sabe que las niñas y los niños de Nivel Inicial no leen aún en forma conven -
cional, pero eso no quiere decir que no se produzcan lecturas. Es importante alen-
tar a las familias a leer con las niñas y los niños ya sea en forma convencional o
desde las ilustraciones.
Además de disfrutarlos en casa, estos libros pueden ir y volver a la sala. Es muy
bueno que docentes y estudiantes se reúnan en torno a libros conocidos para leer y
releer. Estas experiencias reiteradas con los mismos libros no implican que siem-
pre se produzca la misma lectura, ya que cada relectura aporta una nueva mirada y
de esa manera nos volvemos lectores y lectoras cada vez más plenos.
Es importante escuchar con cuidado cuando las chicas y los chicos comparten
sus sensaciones sobre los libros, y tener en claro que son “sensaciones” y no “ense-
ñanzas” ni “mensajes”. La literatura no busca “enseñar” algo como valores o cues-
tiones que hacen a la convivencia o a los “buenos” hábitos. Estas son enseñanzas
que se pueden dar en otras situaciones.
Un buen libro busca plasmar una buena historia bien contada y si cada uno y
cada una sale de la experiencia de lectura de una manera distinta de como entró,
esa es la marca de una buena experiencia estética con el libro.

La lectura y más allá: el salto a la palabra propia


A partir de la lectura de los libros, probablemente las familias se reencuentren
con sus propias historias, las que les contaron y aprendieron, las que inventaron a
lo largo de sus vidas. A veces uno se encuentra con cuentos que reconoce pero que
los conoce un poco distintos; a veces hay relatos que nos recuerdan otros relatos.
Puede ser importante que las personas adultas puedan compartir estas historias en
el jardín.
Con esta memoria que va aflorando se puede hacer crecer la biblioteca: se pue-
den escribir estos poemas o historias que se evocan, y otros que se vayan descu-
briendo, y recopilarlos en cajas o cuadernos.
Una pequeña caja con poemas, por ejemplo, constituye un elemento valioso en
la biblioteca. Es un objeto que se puede ampliar con la incorporación de poemas
nuevos en papeles sueltos que se pueden ilustrar. Esta “caja poemario” puede cre-
cer y renovarse por mucho tiempo con la colaboración de muchas personas.
También, podría ser una buena idea armar una “memoria sonora”. Para ello se
puede invitar a los miembros de la familia, a los amigos y amigas o a quienes sean
importantes para las chicas y los chicos, a compartir poemas, canciones o cuentos en
audios grabados. Actualmente hay mucha tecnología para recopilar de esta manera
y traer cerca las voces que pueden estar más lejanas. Así, esta recopilación se puede
transformar en un legado valioso que forme parte de la historia de chicas y chicos.

Lecturas públicas, lecturas privadas


Una buena oportunidad para compartir las lecturas entre todos puede ser la
propuesta de que las niñas y los niños lleven un día determinado a la sala alguno de
los libros y, allí, sigan la lectura de la o el docente, cada uno y cada una con su libro
en mano. Si bien en ese momento las chicas y los chicos no realizan una lectura
convencional, este contacto personal con su libro, leído por la voz de alguien con-
fiable, es una oportunidad de ponerse en contacto con el lenguaje escrito e ir
aprendiendo a actuar como lectores. Compartir y comentar con otros lo que se está
leyendo, intercambiar opiniones acerca de la historia y de cómo está contada, con-
frontar interpretaciones, recurrir al contexto para desentrañar significados, evocar
otros textos a partir de lo leído, son prácticas que se despliegan cuando se lee siste-
máticamente y se da la oportunidad de que se entable un diálogo entre la o el do-
cente, las niñas y los niños y los textos.
Cuando las niñas y los niños siguen el texto señalando con su dedo la escritura
tienen la oportunidad de reflexionar sobre algunas características de nuestro siste-
ma de escritura, como la direccionalidad, las marcas impresas en la página, la rela-
ción entre lo que se dice y lo que está escrito, entre otras.
También se puede hablar sobre la experiencia de lectura que hayan tenido en
sus hogares. Se les puede preguntar con quién lo leyeron, cuándo, dónde guardan
los libros, sin pensar en un interrogatorio sino más bien en compartir y contagiar
las ganas de pasar por esa experiencia para conocer esa historia.
Con los títulos de los libros que se van a leer se puede armar una agenda de lec-
tura semanal o quincenal. El propósito es organizar y sostener una práctica cotidia-
na de lectura como una responsabilidad compartida. Este tipo de agenda brinda,
además, oportunidades para promover la lectura de los niños por sí mismos. Por
ejemplo: “Ayer leímos Vida de perros de Isol y hoy les voy a leer Secretos de familia.
Fíjense cuál es así lo marcamos”. Esta agenda puede convertirse en una fuente de
información a la cual recurrir (de la misma manera que a otras que estén presentes
en la sala) para resolver problemas de lectura y de escritura.
Para profundizar en las fuentes de información en la sala recomendamos La
sala como un ambiente alfabetizador (https://tinyurl.com/ambiente-alfabetizador).

Lectura a lectura
El ir y venir de los libros de las salas a las casas posibilita planificar otras situa-
ciones didácticas, como buscar en la biblioteca otros libros del mismo autor o la
misma autora o compartir las páginas que más impacto les han causado.
Se pueden presentar los libros en una mesa exploratoria en donde se compar-
ten las diferentes experiencias y escenarios de lectura que se fueron construyendo
en la familia.
También es posible incluir algunos de estos libros en sesiones de lectura simul-
táneas para compartir las lecturas con grupos y docentes de otras salas.
Las niñas y los niños reiteran la lectura de los libros que los entusiasman y lle-
gan a aprenderlos de memoria o casi, generando una lectura en voz alta que toma
algunos de los gestos y entonaciones de los docentes o familiares que les leen. Pue-
de ser entonces que, si escucharon muchas veces el mismo cuento, sean los mis-
mos niños y las mismas niñas quienes lean en voz alta para las familias o para otros
interlocutores. Así se pueden organizar rondas de lectores, armando con las niñas
y los niños una agenda con las lectoras y los lectores del mes.
Para profundizar en algunas de estas situaciones didácticas recomendamos La
sala como comunidad de lectores (https://tinyurl.com/comunidad-lectora).
Y SÍ
Seguramente, estos libros junto a los muchos otros que habitan las bibliotecas
de las salas del jardín darán ocasiones a las alumnas y los alumnos para ampliar y
profundizar sus propias experiencias lectoras y las del contexto social y familiar.
También les brindarán oportunidades de entrar en contacto con las lecturas de
otros lectores y lectoras que amplíen sus propias interpretaciones y pueden ser
una pasarela por la que entren las voces de las comunidades.
Porque, como dice Michèle Petit, “los libros, y en particular los de ficción, nos
abren las puertas de otro espacio, de otro modo de pertenecer al mundo. Los escri-
tores nos regalan una geografía, una historia, un paisaje en el cual recobrar el
aliento. Nos abren paso también hacia otro tiempo, en el que la capacidad de enso-
ñación tiene libre curso, y permite imaginar, pensar otras formas de lo posible”.
Dice Graciela Montes que “enseñar literatura no puede significar otra cosa que
educar en la literatura, que ayudar a que la literatura ingrese en la experiencia de
los alumnos, en su hacer, lo que supone, por supuesto, reingresarla en el propio.
Educar en la literatura es un asunto de tránsito y ensanchamiento de fronteras. Y
un asunto vital, en el que necesariamente están implicados los maestros y profeso-
res, aunque no sólo ellos”.
Esperamos que este derecho para las niñas y los niños de la sala sea la oportuni-
dad, también, de disfrute y de trabajo gozoso y compartido para los y las docentes.

¡Felices lecturas!

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