Causa N#U00ba 31.621
Causa N#U00ba 31.621
Causa N#U00ba 31.621
C-31621
En la ciudad de La Plata a los un días del mes de marzo de dos mil doce,
reunidos en Acuerdo Ordinario, los Señores Jueces de la Sala Segunda del
Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, doctores
Fernando Luis María Mancini y Jorge Hugo Celesia (art. 451 in fine del
C.P.P. según ley 13.812), para resolver en la causa Nº 31.621 el recurso de
casación interpuesto por la defensa de C. A. A.; practicado el sorteo de ley,
resultó que en la votación debía observarse el orden siguiente: CELESIA –
USO OFICIAL – JURISDICCIÓN ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
MANCINI.
ANTECEDENTES
El Tribunal Oral en lo Criminal nº 3 del Departamento Judicial Quilmes,
con fecha 19 de noviembre de 2007, dictó sentencia en la causas P3867 y
P3958 de esa sede condenando a C. A. A. a la pena de diecisiete años de
prisión, accesorias legales y costas por juzgarlo autor penalmente
responsable de los delitos de portación ilegítima de arma de fuego de uso
civil en concurso real con abuso sexual agravado por el vínculo en concurso
real con abuso sexual agravado por ser gravemente ultrajante para la
víctima, por acceso carnal y por aprovechamiento de la situación de
convivencia, ello en los términos de los arts. 40, 41, 45, 55, 189 bis tercer
párrafo –texto según ley 25.086-, 119 párrafos 1ro., 2do., 3ro. y 4to. letra “f”
del C.P.
Contra dicha resolución el Sr. Defensor Oficial del mismo
Departamento Judicial, Dr. Roberto Campo, interpuso el recurso de casación
obrante a fs. 45/62 del presente legajo.
Hallándose la causa en estado de dictar sentencia, este Tribunal
decidió plantear y votar las siguientes:
CUESTIONES
A-1
Primera ¿Es procedente el recurso de casación interpuesto?
Segunda ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión planteada, el Juez Celesia dijo:
Se agravia el recurrente respecto de los tres hechos por los que
resultara finalmente condenado su asistido, pero para un mejor examen de
los agravios, estimo conveniente su tratamiento por separado en función de
cada uno de los hechos objeto de acusación y condena.
I. En primer lugar, en torno del hecho nº 1 calificado portación ilegítima
de arma de fuego de uso civil, cuestiona a) los motivos que determinaron la
realización de la requisa personal sin orden judicial que finalizara con el
secuestro de un pistolón calibre 36 cuya portación ilegítima se atribuye; y b)
la valoración probatoria fundante de la autoría penal responsable.
Al presentar el memorial que prevé el art. 458 in fine del C.P.P. la Sra.
Defensora Oficial Adjunta ante este Tribunal, Dra. Ana Julia Biasotti, mantuvo
el recurso interpuesto y se remitió a sus argumentos (fs. 76).
Seguidamente el Sr. Fiscal Adjunto de Casación doctor Jorge
Armando Roldán propició el rechazo in totum del recurso interpuesto (fs.
77/79).
En lo concerniente a la portación ilegítima de arma de fuego de uso
civil, destacó la legalidad del procedimiento policial cuestionado por la
defensa y la observancia de garantías constitucionales, invocando la
extemporaneidad del planteo de nulidad de acuerdo a los arts. 205 y 206 del
C.P.P.
Estimo que sin ingresar al tratamiento de la impugnación de este
tramo de la sentencia, en relación al hecho calificado portación ilegítima de
arma de fuego de uso civil, acusado en los términos del art. 189 bis tercer
párrafo –texto según ley 25.086- corresponde declarar de oficio la extinción
de la acción penal por prescripción respecto del acusado C. A. A., en
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conforme los arts. 59 inc. 3º, 67, 189 bis tercer párrafo –texto según ley
25.086- C.P.
Desde dicho acto jurisdiccional de fecha 19/11/07 hasta la actualidad
ha transcurrido el plazo máximo previsto en el art. 62 inc. 2º del C.P para
decretar la extinción de la acción penal por prescripción, en atención a la
escala penal del delito de portación ilegítima de arma de fuego de uso civil,
conforme el art. 189 bis tercer párrafo del C.P., texto según ley 25.086
(vigente al momento de comisión del hecho: 1/6/2002), esto es, tres años de
prisión, ley cuya aplicación resulta más benigna para la situación del
imputado en comparación con el texto vigente al momento de la sentencia,
conforme los arts. 75 inc. 22 C.N., 9 C.A.D.H, 15.1 del P.I.D.C.P. y 2 C.P.
Asimismo desde aquella fecha tampoco se comprueba la causal de
interrupción por la comisión de un nuevo delito, según se desprende de lo
informado a fs. 84/90.
En virtud de todo lo expuesto y habiendo operado el vencimiento del
plazo legal previsto como límite al enjuiciamiento penal por el art. 62 inc. 2
del C.P. en relación con el art. 189 bis tercer párrafo texto según ley 25.086
del C.P., propongo se declare la extinción de la acción penal por prescripción
respecto del delito de portación ilegítima de arma de fuego de uso civil que
A-1
fuera materia de acusación y sentencia condenatoria no firme, ocurrido en
Florencio Varela el 1º de junio de 2002.
Arts. 2, 59 inc. 3, 62 inc. 2º, 67, 189 bis tercer párrafo texto según ley
25.086 del C.P.; 75 inc. 22 C.N. y 9 C.A.D.H, 15.1 del P.I.D.C.P.
II. Relativo a los hechos calificados como abuso sexual en los
términos del art. 119 C.P., desarrolla el recurrente tres ejes críticos
principales: a) en torno del hecho que perjudicara a E. A., b) en torno del
hecho que tuviera como víctima a D. P. y c) respecto del monto de pena
impuesto.
a) En torno del abuso sexual en perjuicio de E. A., denuncia la
inobservancia de normas procesales relativas a la valoración probatoria,
particularmente al señalar que las pruebas de cargo valoradas por el tribunal
a quo para justificar esa porción de la condena se apoyan en los solos dichos
de la víctima E. A. (menor de edad) y en su posible credibilidad, pues tanto la
declaración de su madre como el informe victimológico sólo reproducen los
dichos de la niña. Refiere que el testimonio de la madre de la víctima no
constituye prueba directa como tampoco indiciaria, sino que tan sólo repite
manifestaciones que le habría realizado la propia menor, ateniéndose el
sentenciante a la fiabilidad que otorgó a esa versión de los hechos. Refiere
que se trata de una mera declaración de oídas y no de una prueba
circunstancial, resultando en su entender claramente insuficiente para fundar
la condena toda vez que si ese escaso cuadro probatorio alcanzara, bastaría
con que alguien relatara su versión de lo sucedido (aunque cierta) a una
cantidad necesaria de testigos para integrar, junto a su testimonio, la prueba
necesaria para acreditar el hecho y la participación criminal, burlando de ese
modo las exigencias que en materia probatoria impone el rito.
Por otra parte objeta la fuerza convictiva del informe victimológico
mediante cuestionamientos adicionales que introduce a fin de controvertir su
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A-1
establece que “la sola denuncia no basta para detener”, argumento con el
que refuerza su conclusión de que el testimonio de cargo único no puede
tener suficiente entidad para autorizar al Estado a imponer una condena.
Agrega, con cita de doctrina, que si bien el método de las pruebas legales ha
sido abandonado, no debe ser descuidado a la hora de la libre valoración del
juez pues dicho método sintetiza en muchos casos criterios indiscutibles de
sentido común.
Concluye que la correcta valoración de la prueba, a la luz del principio
in dubio pro reo y del sistema de sana critica racional, debe conducir al
dictado de un pronunciamiento desincriminatorio por el hecho de abuso
sexual en perjuicio de E. A..
Al presentar el memorial que prevé el art. 458 in fine del C.P.P. la Sra.
Defensora Oficial Adjunta ante este Tribunal, Dra. Ana Julia Biasotti, mantuvo
el recurso interpuesto en todos sus puntos de agravio y se remitió a sus
argumentos (fs. 76).
A su turno, el señor Fiscal ante este Tribunal en el tramo relativo a los
delitos de abuso sexual, señaló que los agravios de la defensa no alcanzan
para desvirtuar el razonamiento seguido en la decisión jurisdiccional
impugnada, pues el itinerario lógico seguido satisface las exigencias del art.
210 del C.P.P., habiendo el recurrente expuesto una construcción propia que
acomoda los hechos a los intereses de su parte y sin demostrar ilogicidad,
absurdo o arbitrariedad. No hay fisuras en el razonamiento de los jueces,
quienes valoraron las pruebas e indicios serios, precisos y concordantes,
acreditando los hechos con distintos elementos de prueba y no sólo en base
a un solo testimonio.
Previo al tratamiento de los agravios, se impone por resguardo de la
garantía de la defensa en juicio, el examen de la correlación entre la
acusación y la sentencia.
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conformidad con los arts. 435 y 460 C.P.P. Corresponde por tanto reformular
en esta instancia de revisión el objeto de condena reduciéndolo a los límites
temporales fijados por el fiscal en su requerimiento de elevación a juicio
concordante con sus alegatos finales presentados en la oportunidad del art.
368 C.P.P.
Adicionalmente, por errónea aplicación del art. 119 párrafo primero del
C.P., considerando la fecha de nacimiento de E. A. (20/10/1991, según
fotocopia DNI de fs. 14 de los autos principales) corresponde excluir del
objeto procesal intimado y consecuentemente objeto de condena el período
comprendido desde el 20/10/2004 hasta el inicio de la presente causa, el 4
septiembre de 2005. Pues el 20/10/2004 E. A. cumplió trece años de edad,
tope máximo fijado por el art. 119 párrafo primero del C.P. como la edad
hasta la cual la ley presume iure et de iure la falta de consentimiento de la
víctima. Correlativamente, a partir de los trece años debe comprobarse que
medió “violencia, amenaza, abuso coactivo o intimidatorio de una relación de
dependencia, de autoridad, o de poder, o aprovechándose de que la víctima
por cualquier causa no haya podido consentir libremente la acción”,
modalidades éstas que no han merecido tratamiento ni fueran comprobadas
por el tribunal sentenciante y la falta de recurso fiscal impide la evaluación en
ese sentido por este tribunal.
Por lo tanto, según la prueba de cargo valorada por el tribunal y
considerando la fecha de nacimiento de E. A. (según copia de DNI de fs. 14
de los autos principales), se tiene por acreditado que C. A. A., padre
biológico de la niña E. A., en el interior de la vivienda ubicada en calle
Esmeralda 558 de la localidad de Florencio Varela, le efectuó tocamientos en
sus zonas pudendas por encima de la ropa, desde el 20/10/2001 en que la
menor cumplió 10 años de edad hasta el 19/10/2004, un día antes de que la
menor cumpliera trece años de edad.
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La declaración de un solo testigo, si bien obliga a redoblar las
naturales precauciones con que cabe apreciar ese tipo de prueba, puede ser
suficiente para arribar a la certeza que requiere todo pronunciamiento
condenatorio pues, por un lado el principio de libertad probatoria según art.
209, habilita la comprobación de los hechos por cualquier medio siempre que
no se vulneren garantías constitucionales, y por otro, el sistema de
valoración de la prueba regulado en los arts. 210 y 373 del ritual, de la sana
crítica racional, faculta a los Jueces a merituar libremente las probanzas de
acuerdo a su sincera convicción y a las reglas de la lógica, la experiencia, y
el sentido común, por lo que resulta inviable toda alegación que se sustente
en la existencia de límites preestablecidos, como la imposibilidad de arribar a
la certeza con un solo testimonio.
El sentenciante ha explicado las impresiones obtenidas de manera
directa del relato de E. A., producto de la inmediación del juicio, valuándolo
como verosímil en su consideración integral con el informe victimológico,
destacando la corta edad de la víctima y el trauma psíquico que la menor
aduce padecer, así como la espontaneidad del relato que efectuó a su madre
(fs. 35vta.). De ese modo, el testimonio de cargo prestado por la víctima y
examinado por el tribunal a quo según las reglas del art. 210 (fs. 22 y vta.),
resultó suficiente para acreditar la participación del imputado en la ejecución
de los hechos de contenido sexual objeto de una porción de la acusación en
este caso. Adicionalmente, a los fines de contextualizar estos relatos, no
puede dejar de tomarse en consideración la intimidad que usualmente rodea
a esta clase de hechos, e incluso la reserva que los propios ejecutores se
esmeran en guardar, circunstancias todas que a la vez que dificultan la
prueba de su existencia, determinan la clase de prueba cargosa que
predomina, la del testigo único víctima. En este sentido, la circunstancia de
que ninguno de los testigos que depusieron en el debate -salvo la víctima-
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testimonial prestada en el debate oral. La primera se puede cumplir ante la
autoridad policial como la judicial e importa una declaración que se labra por
escrito conteniendo información inicial -sujeta a investigación- sobre la
presunta comisión de un comportamiento delictivo, que debe transitar la vía
de la instrucción judicial. Por el contrario, el testigo que presta declaración en
el debate se encuentra sujeto al control de las partes como primer filtro previo
a ser valorado por el juez sentenciante, quien a su vez, tuvo oportunidad de
examinarlo en la inmediación y oralidad características del juicio propiamente
dicho.
En definitiva, el a quo ha explicado cuáles fueron los motivos que lo
llevaron a adquirir certeza respecto de la totalidad de los extremos que se
tuvieron por acreditados en el fallo, y en tal tarea no ha hecho otra cosa que
ejercer legítimamente la facultad que la ley otorga a los jueces del juicio para
establecer el mérito de las pruebas con la única limitación de la razonabilidad
en que funden su decisión.
Finalmente, la violación del principio in dubio pro reo que la defensa
denuncia debe rechazarse por cuanto a partir de la reseña antes
desarrollada queda descartado que los sentenciantes hayan dictado el
pronunciamiento sin certeza, ni surge de la ponderación objetiva de la prueba
un estado de duda capaz de conmover el resolutorio impugnado.
Las categorías de prueba referidas por la defensa para debilitar el
testimonio de Alejandra Varela, madre de las dos niñas, (prueba directa y de
oídas) integran datos ya valorados por el juez como componentes del
testimonio respectivo, precisamente la fuente de la información que trae ese
testigo y por consiguiente, su fuerza convictiva, sin que esas categorías
dogmáticas puedan a priori conducir a afirmar sin mas que una prueba vale
mas que la otra.
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asistencia a la víctima en el medio probatorio regulado en los arts. 244 y
siguientes del C.P.P.
Ahora bien, la valoración jurisdiccional con sentido inculpatorio de la
presentación espontánea de A. en la seccional policial en compañía de un
pastor evangélico reconociendo expresamente haber abusado de sus hijas y
de la que dieron cuenta los funcionarios policiales que lo recibieron, no
puede de ninguna manera admitirse para formar convicción en la
construcción de la autoría penal responsable que aquí se atribuye. Pues,
conforme las reglas y principios constitucionales y legales (C.N. art. 18,
C.P.P. arts. 1, 308, etc.) el resguardo de la garantía contra la
autoincriminación importa que desde todo punto de vista la confesión del
inculpado sólo puede recibirse en sede judicial frente a la “autoridad
competente” que en nuestro ordenamiento procesal resulta tanto el agente
fiscal como el juez (art. 308 C.P.P.). La autoridad policial carece de tales
facultades (arts. 293, 294 y concordantes del C.P.P.), de modo que la
presentación voluntaria de A. en sede policial y su consecuente confesión
extrajudicial, sólo puede importar una circunstancia minorante de la pena una
vez afirmada su autoría por otros canales. Cabe por tanto la exclusión lisa y
llana del ámbito probatorio con alcance inculpatorio de las actuaciones
vinculadas a la presentación de C. A. A. en la seccional policial,
entregándose por la comisión de los delitos de abuso sexual contra sus hijas.
Sin perjuicio de ello, la autoría penal responsable afirmada se sustenta
aún con la exclusión probatoria dispuesta en la valoración de las pruebas
mas arriba indicadas.
b) En relación al abuso sexual en perjuicio de D. P., critica
puntualmente la aplicación de la agravante del art. 119 segundo párrafo del
C.P., esto es, su calificación como sometimiento gravemente ultrajante,
desarrollando cuatro objeciones desde distintas aristas.
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sentencia, no lo estaba al tiempo de comisión del hecho acusado (según la
sentencia la comisión del delito se inició cuando D. tenía ocho años de
edad), de modo que debió haber sido el texto anterior al actual el aplicado.
Luego, por imperio del art. 2 C.P., solicita se case la sentencia y se dicte
nuevo pronunciamiento con arreglo a la ley adecuando la calificación legal y
la sanción impuesta.
En cuarto y último lugar, señala la errónea interpretación de la ley
sustantiva al encuadrar el hecho en el párrafo segundo y en el tercero del art.
119 C.P. Postula que si se aplica la agravante del párrafo 3° del art. 119 –
acceso carnal- no es aplicable el párrafo 2° -sometimiento gravemente
ultrajante para la víctima-, pues según la interpretación dominante que cita, el
párrafo 2° refiere a casos que exceden el tipo básico pero sin llegar al acceso
carnal, debiendo tratarse de circunstancias que por su intensidad vejatoria o
prolongación resulten en un mayor perjuicio para quien las ha padecido. Las
conductas gravemente ultrajantes se conforman con los actos que tienen una
desproporción con el tipo básico y que producen en la víctima una
humillación mas allá de lo que normalmente se verifica con el abuso en sí.
Cita en ese sentido jurisprudencia de la C.N.C.P., señalando que esta
agravante exige un plus objetivo, situaciones de ultraje grave que no lleguen
a la penetración, como el cunning lingus, la utilización de instrumentos que
no sean el órgano sexual masculino, el sometimiento violento y prolongado
que no culmine en penetración.
Refiere que dado que el acceso carnal posee un plus punitivo,
corresponde considerar que es una circunstancia que tipifica un hecho de
mayor gravedad que la figura del 2° párrafo del art. 119 C.P. y por tratarse de
un supuesto de infracciones progresivas, si el acceso carnal se tuvo por
acreditado, debe excluir la agravante por sometimiento gravemente ultrajante
y conducir al encuadre exclusivo del párrafo 3° en función del 4º letra f). Así
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en el comienzo del comportamiento delictivo atribuido. Según la intimación
fiscal el imputado perpetró actos libidinosos e introducción de dedos en la
vagina de D., desde febrero 2001, mientras que según la sentencia esos
comportamientos lesivos comenzaron a perpetrarse cuando D. tenía 8 años
de edad, esto es desde el 27/10/97 (conf. copia de DNI fs. 15 de los autos
principales).
Como resultado de esta comparación se advierte que una parte de la
condena impuesta por el tribunal de grado a C. A. A. se apoyó en una
porción de hechos no contenidos en la acusación fiscal (cuya copia se
acompañó a fs. 2 y 21 vta. de este legajo): los que se extendieron desde
1997 hasta enero de 2001, impidiendo a la defensa rebatir la atribución de
responsabilidad criminal por ese lapso, y por tanto dejando al imputado sin
posibilidad de ser oído.
Dicha extralimitación del sentenciante, excediendo el ámbito máximo
de su decisión posible, importa la nulidad parcial de la sentencia, de orden
general de acuerdo al art. 202 inc. 3 del C.P.P., que conforme los arts. 203,
435 y 460 del C.P.P. habilita su declaración de oficio, lo que así propongo al
tribunal se declare.
Tal defecto de la sentencia por inobservancia de la garantía de
defensa en juicio y de las normas constitucionales y procesales que la
resguardan impone se case el fallo y se excluya como objeto de condena
aquella porción de los hechos comprendida desde el año 1997 hasta enero
del año 2001 por la nula posibilidad del imputado de defenderse; solución
que impone declarar la nulidad parcial de la sentencia por las acciones objeto
de condena perpetradas en ese lapso.
Adicionalmente debe fijarse en el otro extremo un nuevo límite
temporal a esta porción del objeto procesal, es decir, los actos de
tocamientos libidinosos e introducción de dedos en la vagina en perjuicio de
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final (fs. 21vta.), resultaron idénticos en cuanto a la materialidad ilícita
indicada (tocamientos e introducción de dedos en la vagina), permitiendo a la
contraparte la posibilidad de rebatir la plataforma fáctica como efectivamente
se verificó (fs. 25).
Por otro lado, no se advierte violación a la defensa en juicio derivada
del apartamiento del tribunal de la calificación legal solicitada por la
acusación en los términos del art. 125 párrafo tercero del C.P. y en cambio,
la decisión de encuadrar los comportamientos lesivos en la figura del art. 119
segundo párrafo del C.P. Pues en el caso, a partir de la identidad fáctica
verificada (salvo la incongruencia ya descartada en cuanto a los límites
temporales) por imperio del iura novit curia en el caso el contenido injusto de
una y otra calificación se tocan en varios puntos
Por lo tanto, no habiendo existido, en el caso, una violación al principio
de congruencia ni ningún otro menoscabo ponderable desde la perspectiva
de la defensa en juicio, considero que debe rechazarse este primer motivo de
agravio.
Tampoco se observa falta de motivación que funde la agravante del
art. 119 párrafo segundo toda vez que si bien en la cuestión primera de la
sentencia (fs. 38vta.) el tribunal se limitó a mencionar la nueva calificación
que por unánime votación se resolviera, dicho acto jurisdiccional conforma un
todo inescindible de cuyo veredicto (cuestiones primera y segunda) se
desprende el desarrollo de las razones que fundaron la aplicación de la
agravante en cuestión (por su duración en el tiempo –al menos un año-, la
corta edad de la víctima, la naturaleza de los hechos, en especial la
introducción de dedos en la vagina).
La errónea aplicación del texto hoy vigente también corresponde
descartarse a partir de la adecuación a los límites temporales ya fijados mas
arriba, esto es, el comienzo de los actos lesivos a partir de febrero de 2001,
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fecha en que ya se encontraba vigente el texto legal del art. 119 segundo
párrafo del C.P. en su actual redacción.
Por último, tampoco se advierte errónea interpretación de la ley
sustantiva en la aplicación de la agravante que viene cuestionada.
En este sentido, no existe superposición como pretende la defensa
entre las agravantes de los párrafos segundo y tercero del C.P., toda vez que
existen elementos típicos diferenciados que distinguen una de otra, y a su
vez a ambas agravantes de la figura básica. Como tuve oportunidad de
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en esta figura sólo aquellos casos que con seguridad encuadren en ella,
desde que las dudas que pudieran existir acerca de un determinado
supuesto solamente podrían ser superadas a través de una valoración
puramente personal del juzgador, lo que implicaría sustituir un tipo legal por
un tipo judicial, en abierta contradicción con el mandato constitucional de
máxima taxatividad legal e interpretativa (arts. 18 y 19, CN). Quedan
descartados, de este modo, aquellos supuestos en que no se pueda
determinar a ciencia cierta si exceden o no el universo de abusos sexuales
captados por la figura básica.
De modo que el abuso sexual gravemente ultrajante del segundo
párrafo del art. 119 posee una estructura similar a la del abuso sexual simple.
En ambos casos puede existir un sometimiento ultrajante, pero en el
supuesto del segundo párrafo la modalidad de la agresión debe ser
cualitativamente más grave que el común de las circunstancias que
quedarían abarcadas por el abuso sexual simple.
La progresividad con que el C.P. tipifica las diferentes agresiones
sexuales demuestra que el abuso sexual gravemente ultrajante alude a
hechos que violentan severamente la dignidad de la víctima, de una ofensa
grande o injuria de mucha entidad, y lo ubican, por tanto, en una posición
intermedia entre el abuso sexual simple y la violación.
Partiendo, entonces, de esta idea de progresividad, el camino más
seguro para determinar qué circunstancias configuran un sometimiento
sexual gravemente ultrajante, frente a la indefinición legal, sería obviar los
límites entre esta figura y el abuso sexual simple y atender, en cambio, a las
diferencias existentes entre esta agravante y la conducta todavía más grave
de abuso sexual con acceso carnal.
Es evidente que los supuestos valorativamente limítrofes con el ultraje
que representa el sometimiento sexual mediante acceso carnal no ofrecen
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reconocido por ambos de ser su hija biológica no obstante reconocer
formalmente otro padre, sumado a la naturaleza de las acciones, en
particular la introducción de dedos en la vagina, conforman actos cuya
intensidad de lesión al bien jurídico los encuadran en la figura del
sometimiento gravemente ultrajante para la víctima.
En cuanto a la penetración peneana que sufriera D. P. en la vivienda
donde residía junto al imputado y su familia sita en Esmeralda 558 entre
Charcas y Pozos de Florencio Varela y calificada como abuso sexual con
acceso carnal, corresponde advertirse que si bien el fiscal imputó dicho
comportamiento como cometido “meses después de febrero 2001 hasta el 4
de septiembre de 2005”, “conductas disvaliosas que se prolongaron en forma
sistemática” (fs. 2 y 21 vta.), el veredicto en el tratamiento de la primera
cuestión sólo tuvo por acreditada la perpetración de acceso carnal el día
4/9/2005 en el baño de la precaria casa de la calle Esmeralda 558 de
Florencio Varela (fs. 28vta.).
Sin embargo, en este último tramo se advierte la errónea aplicación
del art. 119 tercer párrafo del C.P., toda vez que al momento de su ejecución
la menor D. P. tenía 15 años de edad, circunstancia que impide el encuadre
en la modalidad comisiva con base en la edad de la víctima (menor a trece
años) y sin que se haya acusado ni se haya comprobado la concurrencia de
alguna de las otras modalidades de comisión: violencia, amenaza, abuso
coactivo o intimidatorio de una relación de dependencia, de autoridad, o de
poder, o aprovechándose de que la víctima por cualquier causa no haya
podido consentir libremente la acción (art. 119 primer párrafo del C.P.).
Tampoco es posible, en atención a la edad de D. P. al 4/9/2005 la
aplicación residual del tipo penal del art. 120, toda vez que no se ha invocado
ni ha sido intimado por el aprovechamiento de la inmadurez sexual, debiendo
desecharse por tanto esta porción de los hechos acusados y objeto de
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los dichos del imputado debieron ser evaluados, pues la garantía contra la
auto incriminación forzada como toda garantía, sólo favorece a quien se
encuentra amparado por ella. Destaca que dicha omisión constituye un
defecto grave del acto sentencial que implica infracción art. 168 y 171 CPBA,
además del derecho de defensa.
A su turno, el Sr. Fiscal Adjunto de Casación doctor Jorge Armando
Roldán refirió que si bien no se ha tratado expresamente una de las
circunstancias que la defensa planteara en el debate como minorante de la
pena, teniendo en cuenta que se imputa un concurso de delitos y que se han
seleccionado agravantes, su incidencia en la pena no puede ser significativa.
Considero que en este tramo le asiste razón a la defensa en cuanto
afirma que se omitió considerar una pauta atenuante solicitada a favor de su
defendido al momento del alegato final del juicio, aunque como sostiene el
Dr. Roldán su incidencia no deberá ser significativa.
De acuerdo con lo que surge del acta de debate (fs. 25vta.) la
defensa solicitó que sea valorada como pauta atenuante de la pena la
entrega voluntaria de A. a la autoridad y el consecuente arrepentimiento
evidenciado, petición que no fue respondida por el tribunal, pues al tratar la
cuestión cuarta (fs. 37) se computó únicamente la carencia de condenas y el
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buen concepto, guardando silencio en torno de la presentación voluntaria de
A. ante la autoridad policial y el arrepentimiento allí demostrado, sin brindar
el sentenciante ningún tratamiento, al menos en sus fundamentos,
cercenando de tal modo la expectativa de la defensa de hacer valer dichas
circunstancias en la graduación de la pena.
Tal omisión importa una trasgresión a lo dispuesto por los arts. 168 y
171 de la C.P.B.A., en la medida en que prescriben que los tribunales
deberán resolver fundadamente todas las cuestiones que les sean sometidas
por las partes.
Sin embargo, para resolver el agravio planteado no parece necesaria
la celebración de un nuevo debate que es la exigencia del reenvío (art. 461
del C.P.P.), por lo que, sumado a las razones de economía procesal este
tribunal se encuentra autorizado para asumir competencia positiva y resolver
sobre la queja. Art. 460 del C.P.P.
En el aspecto sustancial del agravio, considero que el planteo de la
defensa debe prosperar sólo parcialmente.
Tiene dicho este tribunal que las circunstancias objetivas que el C.P.
enumera como aquellas que deben tenerse en cuenta al momento de
determinar la pena tienen en principio carácter neutro, ya que la ley no les
otorga expresamente valor diminuente o severizante de la pena. A partir de
ello cobra vital importancia la fundamentación que elabore el juzgador al
momento de aplicarlas al caso concreto, puesto que serán tales
consideraciones las que otorguen a las circunstancias objetivadas en la ley
penal –arts. 40 y 41- un sentido agravatorio o atenuatorio y las enmarcará en
alguno de los estratos que debe entenderse, a partir de una interpretación
dogmática del precepto legal, contiene nuestra ley penal como fundamento
de la individualización de la pena: la magnitud del injusto y el grado de
culpabilidad del acto, complementados por el limitado correctivo de la
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Si bien el arrepentimiento del autor no puede ser concebido como
una finalidad del sistema penal ni una actitud del inculpado que deba
fomentar el Estado, ni a ello debe tender el fin de la pena porque no sería
lícito que el derecho penal trate de modificar la estructura de la personalidad,
los sentimientos o las ideas del ser humano sometido a proceso, por el
contrario debe respetar su autodeterminación, derivada de una concepción
antropológica que lo concibe como un ser libre, ello no implica que el
derecho penal no pueda mirar adentro de ese hombre para enriquecer el
juicio de valor sobre su culpabilidad o, en el caso, apreciar el arrepentimiento
verdadero como pauta de atenuación de la pena, en cuanto demuestre la
internalización del respeto por las normas y los valores vigentes.
Desde este restringido punto de vista, la pretensión traída para que
se tome como atenuante la confesión sólo extrajudicial, resulta improcedente
habida cuenta que no se ha acreditado arrepentimiento, debiendo en
consecuencia valorarse sólo la entrega voluntaria del imputado A. como su
disposición a estar a derecho.
Así lo voto.
Arts. 18 C.N.; 168 y 171 C.P.B.A.; 40, 41, 45, 55, 59 inc. 3, 62 inc. 2º,
67, 119 párrafos primero y cuarto letra b), párrafo segundo en función del
párrafo cuarto letra f), 189 bis tercer párrafo –texto según ley 25.086- del
C.P.; 1, 106, 201, 202 inc. 3°, 203, 209, 210, 359, 373, 435, 448, 450, 454,
460, 530, 531 y ccdtes. del C.P.P.
A la misma cuestión planteada, el Juez Mancini dijo:
Adhiero, por sus fundamentos, a la solución propuesta por mi
distinguido colega preopinante. Con ello brindo la mayoría perfecta que exige
el pronunciamiento.
Igualmente, a fin de recordar mi opinión en relación a la extinción de la
acción penal propuesta, destaco que considero que debe aplicarse el art. 67
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del C.P. vigente conjuntamente con el art. 189 bis -según ley 25.886- del
mismo cuerpo legal en atención a mi reiterada postura en cuanto a la
imposibilidad de componer leyes.
Ello en virtud de lo normado por el art. 2 del mismo cuerpo legal, pues
de todas maneras la acción penal en el caso se encuentra extinta por el
transcurso del plazo previsto para la prescripción. Sobra decir que, en el
caso, la redacción nueva del art. 67 del C.P. aparece, por su taxatividad,
como más benigna para el acusado.
USO OFICIAL – JURISDICCIÓN ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
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acusación fiscal, lapsos que deben excluirse del siguiente modo: respecto de
E. A. suprimir los hechos cometidos desde 1996 hasta el 19/10/2001 (por
falta de correlación entre acusación y sentencia) y por errónea aplicación del
art. 119 primer párrafo del C.P. excluir el lapso transcurrido desde el
20/10/2004 (fecha del cumpleaños n° 13) hasta el 4/9/2005 (fecha de inicio
de la presente causa); y respecto de D. P. excluir los hechos cometidos
desde 1997 hasta enero de 2001 (por falta de correlación entre acusación y
sentencia) y por errónea aplicación del art. 119 tercer párrafo del C.P.
suprimir el lapso transcurrido desde el 27/10/2002 hasta el 4/9/2005; 3) casar
la sentencia en cuanto a la calificación legal y por la omisión de tratamiento
de una circunstancia atenuante solicitada por la defensa, debiendo
recalificarse los hechos como abuso sexual simple agravado por el vínculo
(respecto de E. A.) en concurso real con abuso sexual gravemente ultrajante
agravado por el aprovechamiento de la situación de convivencia (respecto de
D. P.), en los términos de los arts. 119 párrafo primero y cuarto letra b),
párrafo segundo en función del párrafo cuarto letra f) y 55 del C.P.; y valorar
como atenuante la presentación espontánea de A. ante la autoridad policial y
4) reducir el monto de pena establecido en la sentencia de la instancia, y
conforme las pautas atenuantes y agravantes valoradas en el veredicto mas
la atenuante de la presentación espontánea, condenar a C. A. A. a la pena
de diez años de prisión, accesorias legales y costas, por juzgarlo autor
penalmente responsable de los delitos indicados en el punto 3).
Arts. 18 de la C.N., 1, 209, 210, 373, 435, 448, 450, 454, 460 y ccdtes.
del C.P.P.
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el Juez Mancini dijo:
Adhiero al voto del doctor Celesia en igual sentido y por los mismos
fundamentos.
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cuarto letra f) y 55 del C.P.; y valorar como atenuante la presentación
espontánea de A. ante la autoridad policial.
IV- REDUCIR EL MONTO DE PENA establecido en la sentencia de la
instancia, y conforme las pautas atenuantes y agravantes valoradas en el
veredicto mas la atenuante de la presentación espontánea, condenar a C. A.
A. a la pena de diez años de prisión, accesorias legales y costas, por juzgarlo
autor penalmente responsable de los delitos indicados en el punto 3).
Arts. 18, 75 inc. 22 de la C.N., 9 C.A.D.H., 15.1 P.I.D.C.P.; 168 y 171
C.P.B.A.; 2, 40, 41, 45, 55, 59 inc. 3, 62 inc. 2º, 67, 119 párrafos primero y
cuarto letra b), párrafo segundo en función del párrafo cuarto letra f), 189 bis
tercer párrafo –texto según ley 25.086- del C.P.; 1, 106, 201, 202 inc. 3°, 203,
209, 210, 359, 373, 435, 448, 450, 454, 460, 530, 531 y ccdtes. del C.P.P.
Regístrese, notifíquese a la Defensa y al Ministerio Público Fiscal y
devuélvase para el cumplimiento de las notificaciones pendientes.
FDO.: JORGE HUGO CELESIA – FERNANDO LUIS MARÍA MANCINI
Ante mi: Gonzalo Santillán Iturres
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