Afirmación de La Escena Nativa - Luis Ordaz

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Afirmacion de la escena Luis Ordaz En el Capitulo n. 30 se echd una répida ojeada a nuestro desarrollo politico-cultural, desde cl desenlace de la batalla de Caseros (1852), hasta finalizar la centuria, Son mu: hos los aspectos que importan de Ja etapa que, por momentos, parece desorbitarse, ‘al pretender sus altas, capas orientadoras y directivas, abar- car mucho més de lo que, al parecer, Por una causa o por otra, su a las verdaderas posiilidades. ‘Se descubre un frenesi incontenible por franznr, en distnts ‘nivees el quehacer nacional, con el propésito de colocar al pais’ a la vera de los procesos artistico-sociales més evolu- Gonados del orbe. Ya se ha dicho: lentes. lo econtmic, teniamos a les ingleses que zas criollas, se sentfa la mente Paris Ta etapa 9 recorrer en esta circuns- tancia es breve. Parte de la ultima década del siglo pasado y penetra, apenas, en los tramos iniciales del nuevo ‘siglo. Puede sefalarse que el lapso enfocar arranca de 4890 y se cierra y consolida, en To que a la ropuesta,concierne, en un afio pre- sof 1902) En Jo politico se inicia con la Tla- mada ‘Revolucién del Parque (por Thaberse producido en ef Parque de Artilleria, que se hallaba en donde hoy se encuentra el Palacio de los Telbomaes, frets a Ja staal pla walle), y que significé Ia conver- encia, bajo la bandera de la Unién Civica'de la Juventud, de las fuerzas que enfrentaban al ilamado. “régi- men”, Fuerzas que después habran de dividirse en dos cauces mejor de- finidos y con mayor coherencia: la ‘Unién Civica Nacional, con la jefa- tara de Bartolomé Mitre, y la Unién Civica Radical, @ cuyo frente se en contrard Leandro N. Alem. En Ja altima década del siglo que fonclaye se vive, por un lado, leur foria de una clase opulenta 'y bien Ja que de alguna ma- nera beneficia que la Afgentina se “el potrero y el granero del mundo”; por otro, las oleadas del aluvién mi- wtorio, qué se inicia hacia 1880, jan constantemente sobre nestras riberas a miles de seres, hasta sumar ‘millones, que Megan dispuestos a tra= bajar pero, asimismo, para gozar de la Jauja que se les ha hec que es América, para el caso Argen- tina y, més concretamente, Buenos Aires. Los dias previos a la entrada del 1900 resultan. tumultuosos por dos motives: por las festividades en si, que se cumplen con tedo revuelo en los planos mis elevados de la politica y la economia, sintiéndese que se vive una etapa préspera, dichosa y un tanto despreocupada; y, en les pla- nos més bajos, por las reclamaciones obreras que se acentiian, alentadas por la incorporacién de inmigrantes con un sentido batallador de les Iu- chas sociales (por eso algunos de ellos han sido perseguidos en sus tie- ras, y han debido emigrar), que dan orientacién y forma a Jas agru: cones, sindicaless Em wih|momnentd fade, ‘Buenos Aires tone al. dos terceras partes de extranjeros, en su mayoria italianos y, en segundo or- den, espaioes, ys or fn, de otras edencias, que facilitan la mano ‘obra que requieren las empresas piiblicas y la_acelerada industrial. zacién, Los niveles de vida de los ‘lases media y baja gom de sgerifitios 4 €n niches, casos, eriticos. Ello pe- 2% comprobarse no s6lo-et los est ios econéinicos de Ia’época, |sino también, y-ya dentro de nuestro te- ‘ma, en ins piezds breves de los *ie- Wisteros” y “zarmielistas” locales que se van presentando sobre los esce- narios portefios. Por las convulsiones de cardcter so- Gil, csi al comenzar jn nueva cen- turia se elabora y. aprueba con pre- (a 4144), Yamada por medio de la cual puede expulsarse del pais a los ex. tranjeros considerados ““indeseables” Escaneado con CamScanner Escena de Juan Moreira. De izquierda a derecha: Juan Farias, José Podesté, Conrado Casa y Antonio Podestd. Nacional de Estudios de Teatro.) 290 (Foto propiedad del Archivo del Instituto iti por su participacién activa en las hhuelgas que se repiten con insisten- cia cada vez més alarmante. Estos son algunos rasgos sobresalien- tes, y quedan ain muchos sin re- gistrar. Nos hemos limitado a re- flejar aspectos esenciales y condicio- nantes que pueden ser explicados con To que cada cual ya sabe, 0 teniendo a mano una Historia congruente del desarrollo politico de la etapa. Panorama literatio) — En lo lite. rario se vive al rescoldo del gran fogén encendido y mantenido por la Tameda, con. creo muy suplio, “generacién del 80". La formacién ‘de muchos de sus integrantes es subs- tancialmente francesa, pero lo cierto es que aportan piginas, en ocasiones escritas por exquisitos rmundanos, que empiezan a asomarnos, aunque a través de sus miras particularizan- tes, al pafs.arin por descubrir. En 1880 Buenos Aires, proclamada “apital Federal dé'Ta Naeiony-empic za desprenderse del espiritn sose- gado y pueblerino que la caracteri- aba, ¥ se entrega ala dura tarea de convertirse en urbe, en_metrépoli, con_arrebaios prepotentes y empuje Grrollador, Ellos se observan al fre- cuentar la narrativa que va desde un Eugenio Cambaceres, abogado, estanciero, diputado, con En la san- gre y Sin rumbo, y wn Eduardo Wilde, médico y ministre del. ge- neral Roca, con Prometeo y Cia. y Tiempo perdido, hasta el Francisco Sicardi, médico, autor de Libro ex- frafio; °l Antonio Argerich, médico, con Inocentes 0 culpables,"y el pe: iodista José Mird quien, con el seu- Aénimo de Julién Martel, publica La Bole, obra fundamental por varias razones. Participan, igualmente, el Miguel Gané de Jubeiliay ol Carlos Maria Ocantos de Quilito; el Lucio Yivente Lépez de La gran aldea; | Lucio V. Mansilla de Entre-nos, cau- series de los jueves (quien ya habia dado con Una excursién a los indios Rangueles wn libro en verdad ejem- plar, por varios motives), y otros Escaneado con CamScanner escritores, pues en definitiva lo son, Ee histéricos y causeries reflejan de Bedi 2 lors hs ome Ko pons cereale sian, ie poe Se ie fo 7 prety tea de Carlos Mauricio Pacheco), que s® han ido formando en la marcha, se fice de una buena-ver y se afir- ‘me la escena nativa. Frente al Juan Moreira, de Gutié- rez, cabe destacar el asombro y la admiracién que se produce en nues- ta poética, en 1872, cuando José Hernindez’ publica su entrafable Martin Fierro. La fecha corresponde al relato de las aventuras del gaucho perseguido y maltratado injustamen. te y, como consecuencia, su “ida” hhadia las telderias indigenas. Siete afios después, ya casi dentro del 80, se conocerd ‘la segunda parte, “la vuelta” del desierto, no menos ce- lebrada. Tanto en la narrativa como en la poesia habria muchos testimonios, mis para ser tomados en cuenta, pe- ro lo enunciado puede servir, como referencia y trasfondo, al enfocar el de Estudios de Teatro.) Sobre las ruinas, de Roberto Payré (1904). (Foto propiedad del Instituto Nacional Escaneado con CamScanner 291 Rosita de la Plata, mujer de Antonio Podestd. proceso teatral de la época, motivo de este trabajo, — Ha quedado dicho, en el Capitulo ya citado, el avance que, en lo que concierne a locales de tea- tuo, presenta la etapa que va desde Caseros hasta fines de siglo. Fueron anotadas alli algunas de las salas que crecieron en Buenos Aires con nota. ble premura. Cerca de cuarenta ém- Vitos escénicos de distinta enverga- dura y variada pretensién —desde el fastuoso Colin primitivo, el de 1857, hasta teatrillos como el popu- lar pasatiempo de la calle Parand—, surgen en la etapa, Como también se dijera, sin excepciénsysse" hal de extran} simple tsparcimierito gracioso y_pi- caresco,y»_a_partit de_los_aiios.90, ‘on presentaciones eada vez mis exi tosas del zarzuelismo y del “género chico” hispanos. A diferencia de Ia_n; 1 Fg, come refctando sos, al animar los Podestd la pantomima de Juan Moreira, y se obtiene tuna mayor resonancia cuando Pepe Po- dlsta agrega al juego mimico los par lamentos sacados de la novela de Gu tiérres, De esta manera, los persone jes, ademas de cumplir acciones Sean voz y To que dicen es entendldo or todos porque, entre tanto texto Bjeno, In aventura gatchesca es bien conodida y refiere algo propio, Sin embargo, el propSsito dé los Po- desté no enaja de mmediato y por ello no es decisive mi determinante, Lo demuestran las andanzas: amb latorias de los Podesta por las diver- sas plazas de Argentina y Uruguay, que son las zonas que recorren con su. circo criollo de “dos partes"; la primera, dedicada a las pruebas cir- censes; 1a segunda, ofreciendo la in. terpretacién del “drama gauchesco” on el tramo inicial cubierto por en- tero con el Juan Moreira, de Gutié- rez, y luego alterndndolo con otras pies de intencionalidad semejante, primera que se agrega es Jul Jiménez, de Abdén Arésezt, que se gira a fines de 1894, fabri que aguardar precisamente hasta BOO pera hablar del “suceso™ nacional que producen las represen- taciones de Juan Moreira en una es- quina de Buenos Aires. Al piblico- pueblo habitual de las gradas del cir ‘co criollo, compuesto por integrantes de las clases media ¥ baja, en esa fecha se incorpora résueltamente la clase més elevada, y el triunfo es rotundo, Se ha hablado de ello y = por esa fecha, los con- jumtes del "gtnero chica” espaol empiezan a incluir en sus progr ‘mas por secciones, “zarzuelitas” de nuestros autores quienes, utilizando los exitosos patrones a la vista, van vvoleando en elles escenas y contflic- tos locales entre los que, por supues- fo, participan pintorescas miscaras je Ja inmigractén con sus jergas ¥ sus parlas de frontera, Lo singular de todo esto es que los Populares artistas hispanos se van adaptando paulatinamente a las pro- posiciones que les plantean los nue- vyos dmbitos escénicos y Uegan & Sentirse igualmente cémodos tanto al animar prototipos pintureros que Se mueven ‘en callejas del arrabal y ‘en patios de conventillos ciudedano’, como al interpretar alos risticos palsanes de nuestros campos. Roge- io Judrez,y Abelardo Lastra, entre ‘tres muchos, aunque ellos sobresal- gan nitidamente, pueden testimo- niarlo. Escaneado con CamScanner Gracias a estas posibilidades van Ie- gando a los escenarios del “género chico” hispano, con “revistas” y “earauelitas” criollas, autores locales como Miguel Ocampo (De paso por agua), Justo S. Lépex de Gomara (De paseo en Buenos Aires), Neme sio Trejo (La fiesta de don Marcos), Ezequiel Soria (Justicia criolla), En- rique Garcia Velloso (Gabino ef ma- yoral), etc, Vale decir, los autores han encontrado en los planteles es pafioles del *“género” un fildn riqui Simo para explotar pues, mediante la colaboracién entusiasta ‘de sus inte grantes se aiade algo propio y ca- Factaristic, nacional hasta por Ser portefo, a tuna de las dos lineas ma- ‘yores que tiene por entonces nues- iro teatro més popular. ‘La otra linea es la del drama gauchesco, cubierta por los Podesta, pero que pronto am- Pliaré las resonancias con la anima- Giga de Juan Moreira y dramas se- rmejantes por otros circos criollos que tctian en Buenos Aires y recorren los caminos del pais y del Uruguay con igual atraccibn Este es el panorama, muy sucints, au, por lta dada de Icon, turia. pasada, presenta la vertiente Mamada ‘menor’ y més popular del teatro con autores nacionales. ¢Qué pasaba en la otra vertiente, denomi- hada “mayor”, mucho més ambi tiosa y empinada? Vamos a verlo de inmediato. Ta vertiente mayor >-Le nombra ‘mos asi para entendernos y advir- tiendo que, por lo comin, lo de “mayor” o “menor” es una cuestiOn de medida, de extensién de las obras, y.no siempre de acuerdo con la ca lidad y la importancia de las mis- Las compafiias espafiolas, que cum plen exitosas temporadas en nuestro ‘medio son, en primer témino, por un_ problema je, las_que fe bllan ms cerea Ge lor autores Tocales que dan a sus obras, 0 por To ‘menos lo tntentan, th aENbICIOsO Hi- vel yy Giertos alealices, En segundo José Podesta en del Instituto Nacional de Estudios de Teatro. Escaneado con CamScanner 293 , Jos que, en ocasiones, por pro- femas de compromiso amistoso 0 de convivencia circunstancial, aceptan fncluir algunas de sus obras en el programa, pero nunca dejarlas in- Eluidas en el repertorio una vez sa- tisfecha Ia atencién, Debe tenerse muy en cuenta, por otra del decir tan particular del castellano de los argentinos, Martin Coronado, a su vez, se ve obligado a universalizar un tanto los temas de su dramitica y a “espafolizar” el lenguaje, para que sus creaciones puedan ger animadas por compaiii peninsulares con prestigio bien me- recido, como las de Hernén Cortés © de Mariano Galé, En el caso de los conjuntos italianos, existen varios ejemplos; entre ellos, el de Nicolés Granada, quien debe trasladar un par de obras a la len- gua del Dante —I fiori del morto e Tl nastro—, para poder verlas llegar a escena, de Teatro.) Ezequiel Soria (1873-1936) (Roto propiedad del Archivo del Instituto Nacional de Estudios de Teatro.) Entre los ‘numerosos edificios teatra- les que se levantan en Buenos Aires, dentro del tramo historico que es: Escaneado con CamScanner tamos reflejando, se encuentra. el Onrubia, Pertenece a Emilio On- rubia, periodista y autor que, segtin Ja antécdota, ya que no encuentra un teatro en donde poder estrenar sus obras, decide construir una sala es- peciaimente para ellas, Puede ser fue la anéedota tenga algiin trasfon do de verdad, pero lo cierto es que el Teatro Onrubia, que tal es su pri mer nombre, lo inaugura 1a compa- fia espaitola de Julia Cirera y José Gonzélez_con Dora, de. Vietoriano Sardou, el 15 de mayo de 1889. So- lo después llega a escena Lo que s0- bra yo que falta, del nombrado Onrubia, y por tratarse en ella, con mucha ironia, temas politicos “can- dentes que enfilan contra el gobier- no de Juérez Celman (es el afto an- terior a la Revolucién del Parque), se produce un escindalo maysiseule y el autor es detenido por haberlo provocado pieza tan agresiva y ur- ticante, segtin la_policia. 70 sintesis, resulta oportuno rei- terar, para no, vision a la vez que {que les es preciosa para el mejor do- minio de Ios elementos escéni > en ‘torno cotidiano —patios de conven- tillo y callejas de arrabal—, con sus tipos. peculiares, sus conflictos do- miésticos y el hablar defectuoso, pero colorido ¥ pintoresco. Este es el aprendizaje y el aporte que cumplen los creadores del “zar- zuelismo criollo”, hasta alcanzar las estructuras y los_acentos propios del sainete portefo, sacién @ Para demostrarlo mos de lado, aunque perme- necen como fondo, todas las otras expresiones teatrales de la etapa Seam oume el jp principal del ent que se halla en las actividades de Podesté, tenemos que seguir, @ grandes salios, el bregar. incansable de sus animosos integrantes a partir del “suceso nacional” que, a fines de 1890, obtiene Juan Moreira | Después del 90 —Los Podesté han allado a atraccién masiva, des- pués del deambular por distintos puntos del pais y del Uruguay, bajo tuna carpa levantada en la esquina de Montevideo y Sarmiento, de Bue- . Datit® enillos medios po- pulares como en las esféras soci ntermediaryrmisjelta de la urbe, se habla con asombro del = “Cumplimos con un deber de justi ‘ocuparnos hoy, en columna de honor de Mariano Galé, el distinguido artista que tanto nos ha hecho gozar con sus cultas veladas del Teatro Nacional. De los artistas espafioles que nos han visitado, ninguno ha reunido las condiciones artisticas de Mariano Galé. Rafael Calvo era el sumo pontifice de tuna escuela Gnica; més que actor dramético, era el heraldo que anunciaba al mundo intelectual que el teatro lirico conservaba atin vida lozana; Calvo no representaba: cantaba en la escena tiradas de versos hermosisimos, que arrullaban el ofdo con sensaciones de mésica extraiia. Antonio Vico eg6 a nosotros, vencido por el tiempo, con la cabeza cubierta Ge faureles, pero Ia garganta fatigada y Tos nervios gastados de tanto sentimienio artistico, Mariano Galé no posee tas cualidades extraordinarias de aquellos dos colosos, {que durante tantos afios sostuvieron con sus hombros de cariétides, el esplendor del teatro castellano, pero en cambio tiene Galé juventud, discrecién, buena ‘voz, nervios delicados y temperamento de artista superior.” Nota aparecida en un periédico de Valparaiso, que se encuentra en el élbum de Mariano Galé. “Llegaba Ia avalancha y Galé, pobre y cansado, hallé refugio en una icién cuyos miembros fo sabjan un benemérito del arte de la gran Espafia. EI Ateneo Hispano-Americano le ofrecié ‘el puesto de Intendente, que desempenié durante scis afios. De alli sali6 para ser director de Parravicini, en cuya compafifa hizo fugaces apariciones, tal en un papel sin importancia de 295 Escaneado con CamScanner Mauricio Norton, de Belisario Roldan, en 1919. ‘Su esfuerzo ingente lo habia agotado. Aquello que é1 amaba “trabajar en el teatro” era realmente un oficio de obrero, aque agots su fisico a los 72 afios y le hizo perder la memoria. A fines de setiembre de 1922 fue internado en el Hospital Ramos Mejia, donde murié el 11 de octubre de ese afio” (Habia nacido en Murcia (Espatia), en 1850), José Antonio Saldias: Mariano Galé: benemérito del teatro argentino. El éxito clamoroso puede hacer su- poner que los Podest han consegui- do encausar con provecho Ia tren, ca seguir adelante con mayor tran- Feulidad, oungue’sin abandonar Ta Tucha. Suposiciones vanas, Trans- ccurre ese aio, y el siguiente, duran- te el cual siguet obteniendo una resonancia en el Teatro Polit de la pantomima primera, y rman las penurias y los traquel tun lado para otro, como si bese ocurrido. Por es0s afios, estando los Podesti ofreciendo Juan Moreira, asiste a tuna de las funciones el celebrado actor italiano En 1892, aun en la Capital Federal, Jos Podesté intentan realizar una temporada en el Pasatiempo, teatri- Mo dedicado a representaciones po- wulares de variada indole, que se ha- lla a la vuelta del Politeama. julio). Alli estrenan El mono Pancho, juguete cémico de Félix Shenz éleos del chico, sainete fen un acto con varios cuadros y @po- teosis, del popular payador y'eutor Nemesio Trejo, Este ultimo habia legado al teatro dos afios antes, 1890, con Un dia en la capital (que fuera prohibida), Casos y cosas y, princi- palmente, La fiesta de don Marcos, Petipieza inicial que un elenco dei Zarzuelismo hispano, con Rogelio Juirez y Abelardo Lastra al frente, ‘ofrece con éxito sobre el escenario ‘del mentado Pasatiempo ero Ta situacién econémica im ante es muy mala, y la tentati je los Podesta resulia un fracaso. Con los bértulos a cuestas se ven forzados a.retomar a la vida tras- hhumante. Gruzan el rio y actian en Montevideo; a Buenos ‘Aires y después de dar 51 funciones al Doria, (que después se Hama- rd Marconi), siguen a Santa Fe, Parané, Cérdoba, etc. En Mar del Plata, tina gran cancha de pelota se transforma en circo y realizan 12 fanciones, En Rosario se les plan- tea un problema peliagudo. . Don Pepe es citado por el intendente de Ja ciudad y se le exige que suspenda las representaciones de Juan Morei- ra, Juan Cuello y Martin Fierro: ‘por el clima politico que se vive, las piezas pueden resultar peligrosas y Sublevantes, No queda otro remedio que acceder. La prohibicién testi- monia que los Podesté siguen. fre- Guentando el repertorio del “drama gauchesco”, En Rosario estrenan El desgraciado, o sea Vega el cantor, de Juan C. Nosiglia y, siguiendo la gira, en Tucumin, presentan Juan Sol- ‘Orosman Moratorio. como la parodia Moreira que presentan también en Rosario, en la que intervienen per- sonajes distinguides que hablan con tierta correccién, y titulan Dore Juan de Levita. Los Podesta van y vienen entre Bue- nos Aires y Montevideo. En 1894, encontrandose en la otra orilla es trenan un nuevo drama gauchesco, Cobarde, de Victor Pérez Petit. Cur riosamente, la critica periodistica montevideana pone serios reparos & gue el paisalto Pedro se, suicie, lisparéndose un tiro en el pecho, Sostienen que “los paisanos no se suicidan”, Decimos, “curiosamente” porque este desenlace, levado a cabo de otra manera, ser tam- jém fuertemente criticado cuando, afios después, el viejo Zoilo de Barranca abajo, de Florencio Sin- chez, resuelve colgarse con un lazo del palo del mojinete de la tapera. Existe uma especie de intermedio muy significativo y trascendente on ‘el deambular de los Podesta cuando, en 1896, y por exigencias del autor, ‘Martiniano Leguizamén, estrenan Calandria en el Teatro de la Vieto- Escaneado con CamScanner ria, sin picadero. Leguizamén ha escrito la obra especialmente para Jos Podesta a los que tanto quiere y admira. Como ya se ha dicho, Ca ro.

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