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UNIDAD EDUCATIVA PARTICULAR “LA PROVIDENCIA“

Nombre: Ariana Santos

Fecha: 07/03/23

Materia: Filosofía

Curso: 1° BGU “B”

TAREA DE FILOSOFÍA
(Stuttgart, actual Alemania, 1770 – Berlín, 1831) Filósofo alemán. Hegel estudió primero en el instituto de su ciudad natal, y
entre 1788 y 1793 siguió estudios de teología en Tubinga, donde fue compañero del poeta Hölderlin y del filósofo Schelling,
gracias al cual se incorporó en 1801 como docente a la Universidad de Jena, que sería clausurada a la entrada de Napoléon
en la ciudad (1806).
Al tiempo que se introducía en la obra de pensadores como Friedrich Schiller, Johann Gottfried Herder, Gotthold Ephraim
Lessing e Immanuel Kant, Hegel compartió con sus compañeros el entusiasmo por la Revolución Francesa. Aunque al
principio se hallaba muy próximo al idealismo de Fichte y Schelling, a medida que fue elaborando su propio sistema filosófico ,
ya profesor en la Universidad de Heidelberg (1816-1818) y luego en Berlín (1818-1831), se alejó progresivamene de ellos.

El propio Hegel calificaba el idealismo de Fichte de «subjetivo», el de Schelling de «objetivo» y el suyo como «Absoluto»
para denunciar la incapacidad de éstos para resolver la contradicción, tarea que para él constituía el objetivo último de la
filosofía: «La supresión de la diferencia es la tarea fundamental de la filosofía».

No en vano el de Hegel es el último de los grandes sistemas concebidos en la historia de la filosofía. La «contradicción»
significa aquí el conjunto de oposiciones que había venido determinando la historia de las ideas desde el pensamiento clásico:
lo singular y lo universal, la Naturaleza y el Espíritu, el bien y el mal, etc. La superación de la contradicción debe llevarse a
cabo a partir del pensamiento «dialéctico», cuyas fuentes están en Heráclito y en Platón.

Si la filosofía alemana del momento se hallaba dominada por el concepto kantiano de noúmeno, que establecía el límite más
allá del cual el conocimiento no podía avanzar, para Hegel «la filosofía tiene que dejar de ser “tendencia” al saber para ser
un efectivo y pleno “saber”, para ser ciencia (Wissenschaft)». Hegel parte de la realidad como un todo (monismo) compuesto
por partes integrantes cuyo sentido sólo puede ser aprehendido por remisión a la totalidad en la que se inscriben.

Pero, a diferencia de sus antecesores, concibe una totalidad dinámica: cada cosa llega a ser lo que es en el seno de un
continuo devenir, un proceso que es producto de la diferencia, del carácter constitutivamente contradictorio del ser. El
movimiento esencial del ser es dialéctico, por cuanto expresa la pugna interna entre las partes para reducir su oposición
a unidad. Dado que el pensamiento debe aprehender una realidad en movimiento, Hegel desarrolla una lógica que permite
conocer el ser (el Absoluto) sin excluir el devenir y el cambio.
De ahí que su sistema sea dialéctico, por cuanto intenta concebir lo concreto desde el interior de lo absoluto, que se
manifiesta como tal en la oposición a lo concreto y en su negación. Por ello, la «negatividad» es un concepto central en el
sistema hegeliano, pues explica el devenir de cada objeto en su contrario, y la resolución de ambos en una nueva figura que
a su vez será negada; al final del proceso, la esencia del Absoluto se revela como pura negatividad, es decir, como la
ausencia (o mejor la negación) de cualquier determinación.

Al contrario de lo que sucede en otros sistemas, el Absoluto de Hegel se da como lo concreto, como suma de todos los
momentos del proceso a la vez que como su resultado, superando la vaguedad de la abstracción, que constituye un momento
del todo. La distinción entre sujeto y objeto resulta también superada («Todo lo racional es real y todo lo real es racional»),
pues la historia del proceso de revelación del Absoluto (el Espíritu), que Hegel desarrolla en su Fenomenología del Espíritu,
se da como proceso de autoconocimiento del propio Absoluto. La historia de los hombres es la expresión de un conflicto
que tiende a desaparecer, marcado por un fin -telos- que consiste en la reducción de la diferencia a identidad absoluta.

Hegel, filósofo alemán, crea un sistema que puede considerarse la culminación del idealismo postkantiano. Intenta llegar a
una comprensión de la realidad total identificándola con el absoluto («Idea»), del cual la naturaleza y el espíritu no son sino
dos formas sucesivas. La Idea absoluta se desarrolla a sí misma por el triple proceso dialéctico de tesis, antítesis, síntesis.
Pasa por tres grados: en una relación consigo misma («espíritu subjetivo»), en forma de la realidad del mundo producido
por ella («espíritu objetivo») y en forma de la unidad en sí y por sí («espíritu absoluto»). En el sistema hegeliano no cabe
ni dios trascendente, ni persona humana independiente. Hegel influyó mucho en el pensamiento moderno, sobre todo, en la
filosofía del Estado, de la sociedad y de la historia, y en el materialismo dialéctico de Marx.
Hegel, que identifica ser y pensar, sostenía que la Historia avanza hacia la manifestación de una idea absoluta, encarnada
por el Estado

Nadie se había atrevido a ir tan lejos como Georg W. Friedrich Hegel cuando revolucionó la historia de la filosofía al
proclamar una afirmación que resume su pensamiento: todo lo real es racional. Dicho con otras palabras, todo lo que existe
conlleva el más alto grado de racionalidad posible.
Si para Fichte todas las cosas están contenidas de forma indiferenciada en el yo, donde es abolida cualquier oposición entre
el sujeto y el objeto, Hegel invierte totalmente la perspectiva: la representación sensible es engañosa y la verdad última de
la realidad hay que encontrarla en la idea absoluta.

Dando un paso más, pensar es ser. Es el pensamiento el que crea las cosas en las que se proyecta y, por lo tanto, existe
una coincidencia entre ser, pensar y verdad. Hegel explicita su tesis en numerosos pasajes de su obra, aunque en un lenguaje
que hoy podríamos considerar críptico: “La idea eterna, que es en sí y para sí, eternamente se actúa a sí misma como
espíritu absoluto, se produce y se goza”.
Si la idea absoluta es la única realidad, cada uno de nuestros juicios sólo abarcará un aspecto limitado y parcial de esa
totalidad de la Razón. Por ello, los juicios se deben ir complementando unos a otros para poder acercarnos a la verdad, que
no es estática, sino que está en continuo avance hacia lo absoluto. En ese sentido, el ser es puro devenir.

Hegel recurre para explicar esto a la analogía de una planta, que es primero semilla, luego árbol, más tarde, flor y, por
último, fruto. Cada juicio abarca un aspecto parcial de la planta, cuya comprensión sólo podría ser alcanzada mediante la
visión de todo el proceso. Por tanto, la idea absoluta es un proceso, un desarrollo en permanente fluidez.

Ese movimiento de la realidad opera a partir de las leyes de la dialéctica, que son esenciales en la obra de Hegel. El método
de análisis dialéctico presupone que en toda situación existe una oposición entre una tesis y una antítesis. De esta tensión
surge una síntesis, que es una forma superior de ambos momentos opuestos.

Del método dialéctico surge una noción esencial para comprender su filosofía: la negatividad. Todo lo que existe contiene
un elemento de aniquilación que conduce a su desaparición en una síntesis superior. Por lo tanto, nada es estable ni
definitivo, todo es mortal y pasajero.

Karl Marx asumió los postulados de Hegel en su materialismo dialéctico, en el que el comunismo sería la síntesis entre los
intereses contrapuestos del capital y el trabajo. El autor de la Fenomenología del Espíritu recurre a la dinámica entre el
amo y el esclavo para explicar su método.
Si la realidad se va desarrollando conforme al proceso de los opuestos, nuestro conocimiento tendrá que seguir la misma
pauta para alcanzar la idea absoluta, que sólo en el hombre puede adquirir conciencia. Este movimiento se desarrolla a
partir de la filosofía del espíritu, que confluye con la Lógica, que él identifica con una ontología de las leyes del ser.

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