Resumen Rabbi Baldi
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jurídico
Bobbio sostiene que hay 3 maneras de caracterizar esta corriente.
a) La tesis coactiva o de las fuentes sociales, donde el derecho queda definido en función
de la vigencia social.
b) La teoría imperativa de la norma jurídica. Las normas que componen la totalidad del
ordenamiento juridico tienen la estructura de mandatos.
c) La tesis legalista, que afirma que la ley como paradigma de las normas jurídicas (la
norma general y abstracta), constituye la fuente exclusiva de calificación jurídica.
d) La tesis de la plenitud del ordenamiento.
e) La tesis de la coherencia del ordenamiento juridico.
f) La tesis de la aplicación mecanicista.
Bobbio expresa que el derecho positivo al ser una voluntad dominante, es justo; o sea, el
criterio para juzgar la justicia o injusticia de las leyes coincide con el que se adopta para juzgar
su validez o invalidez.
Surge la disputa entre el positivismo incluyente y excluyente, lo que ocurre cuando algunos
autores autodenominados positivistas han admitido que la atribución de validez jurídica a las
normas, la determinación de su contenido y su concreta influencia sobre la decisión judicial de
un caso concreto pueden depender de criterios morales.
Los principios y valores morales figuran entre Considera que la validez de una norma jurídica
los posibles criterios que un sistema juridico solo puede depender de su prodecencia de
acepta para determinar la existencia y una fuente autorizada, es decir, de una pura
contenido de las normas jurídicas. cuestión de hecho.
En primer término, esta teoría parte del dogma de la “preconstitución de la norma jurídica”,
por parte del legislador. Ante ello, para el positivismo juridico existe un órgano productor de
las normas (el poder legislativo), y otro meramente reproductor de aquellas (poder judicial).
Zuleta Puceiro escribe al respecto que la interpretación es por ello, exclusivamente doctrinal. A
partir de esta idea se erige una de las características fundamentales del paradigma científico
de la dogmática: la distinción entre un elemento lógico y racional del derecho y un elemento
practico, objeto de la política, de la ética o en su caso, de las técnicas argumentativas o
persuasivas.
Estos poseen una doble o triple regulación, el ordenamiento jurídico no es completo, sino que
posee lagunas, es decir que existen aspectos de la vida social que el legislador no ha podido
contemplar en forma normativa.
Cuando se trata de un hecho absolutamente nuevo, hay que remontarse a los principios del
derecho natural. Cuando la ley es clara, hay que seguirla, cuando es oscura hay que
profundizar en sus disposiciones. Si falta la ley, hay que consultar los usos o la EQUIDAD.
Podemos decir que el oficio interpretativo emerge como la reconstrucción del pensamiento
contenido en la ley.
La corte suprema establece que la primera regla de interpretación de las leyes es dar pleno
efecto a la intención del legislador y la primera fuente para determinarlo es la letra de la ley.
Las palabras deben emplearse en su verdadero sentido, en el que tienen en la vida diaria.
La corte consideró que la exegesis de las normas legales debe practicarse sin violencia de su
letra y de su espíritu, con el propósito de efectuar una interpretación que no resulte ajena a lo
que la ley establece.
Además, podemos decir que la regla únicamente encuentra excepción si mediara explicito
debate y declaración de inconstitucionalidad.
Según la corte, existen casos en los que la letra de la ley es clara, y por lo tanto no exige
esfuerzo de interpretación, pero reconoce que en ciertos casos se requiere la interpretación.
Según savigny, la corte se aparta del argumento de la letra de la ley solo cuando esta conduce
a resultados tan irrazonables que no seria justo atribuirlos a la intención del congreso.
Para argumentar que existe semejanza entre dos supuestos de hecho, hay que demostrar que
existe entre ellos un rasgo común no accidental sino ESENCIAL, a los fines de su disciplina
jurídica.
DIRECTRIZ “A CONTRARIO”. Este argumento fortalece una interpretación literal de las leyes
y halla fundamento en una cultura jurídica que valora de modo especial el seguimiento de la
letra de la ley.
Es en el sentido de que “el legislador ha dicho exactamente lo que quería decir y es evidente
que lo que no ha dicho no ha querido decirlo; si hubiese querido decirlo, lo habría dicho.
En definitiva, este argumento parte de la base de la racionalidad del legislador, y, por tanto, de
la consistencia lógica y coherencia de contenidos del sistema por el desarrollo.